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DOCUMENTO DE SANTO DOMINGO -1992
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Documento de Santo Domingo IV Conferencia General del Episcopado La4noamericano
CARTA DEL SANTO PADRE A LOS OBISPOS DIOCESANOS DE AMÉRICA LATINA
A los Obispos diocesanos de América La3na Con mo3vo del V Centenario de la evangelización de América, yo había convocado la IV Conferencia General del Episcopado La3no-‐americano, con el fin de estudiar, a la luz de Cristo «el mismo ayer, hoy y siempre» (Hb 13,8), los grandes temas de la Nueva Evangelización, la Promoción humana y la Cultura cris@ana.
La Divina Providencia me dio el consuelo de poder inaugurar personalmente dicha Asamblea en Santo Domingo, el 12 de octubre pasado. El 28 del mismo mes terminaron los trabajos de la Conferencia y los Presidentes de la misma me hicieron llegar las Conclusiones, que habían elaborado los Obispos presentes. Con sumo agrado he podido comprobar la profunda solicitud pastoral con la que mis Hermanos en el Episcopado han examinado los temas que les había propuesto, para contribuir al desarrollo de la vida de la Iglesia en América La3na, mirando al presente y al futuro.
Los textos conclusivos de dicha Conferencia, cuya difusión he autorizado, podrán orientar ahora la acción pastoral de cada Obispo diocesano de América La3na. Cada Pastor diocesano, junto con los presbíteros, «sus cooperadores« (Lumen gen3um, 28), y con los demás miembros de la Iglesia par3cular que le ha sido confiada, hará el necesario discernimiento, para verlo que sea más ú3l y urgente en la situación par3cular de su diócesis. Un amplio consenso de los Obispos de las Iglesias par3culares existentes en un mismo País podrá también conducir a fórmulas o planes pastorales comunes, siempre respetuosos de la iden3dad de cada diócesis y de la autoridad pastoral que corresponde al Obispo, que es el centro visible de unidad y, al mismo 3empo, su vínculo jerárquico con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia Universal (cf. Lumen gen3um, 3).
Como es evidente, las Conclusiones de la Conferencia de Santo Domingo deberán ser analizadas a la luz del Magisterio de la Iglesia Universal y deberán ser actuadas en fidelidad a la disciplina canónica vigente. Por mi parte, conZo en que la solicitud pastoral de los Obispos de América La3na lleve a todas las Iglesias par3culares del Con3nente a un renovado compromiso para la Nueva Evangelización, la Promoción humana y la Cultura cris3ana.
Que J e s u c r i s t o , Nue s t r o S eño r , Evangelizador y Salvador, sea hoy, como ayer y como siempre el centro de la vida de la Iglesia. Que la Virgen San_sima, la cual estuvo siempre al lado de su Divino Hijo, acompañe a los Pastores y fieles en su peregrinación hacia el Señor. Va@cano, 10 de noviembre de 1992, memoria de San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia. Ioannes Paulus PP. II
INTRODUCCIÓN
La Conferencia general del Episcopado La3noamericano celebrada en S. Domingo, además de la explícita intención de seguir aplicando la renovación conciliar, man3ene vigente las enseñanzas de Medellín y Puebla, actualizándolas a través de nuevas líneas pastorales. La Iglesia atenta a las profundas transformaciones que han acontecido en América la3na en los úl3mos años pos-‐conciliares, quiere hacer presente y actualizar el misterio de redención realizado por y en Jesucristo .Juan Pablo II dijo que la nueva evangelización parte del hecho de que en Cristo tenemos una "inescrutable riqueza (Ef 3, 8)," que no agota ninguna cultura ni ninguna época, y a la cual los hombres podemos siempre acudir para enriquecernos.
Santo Domingo acentúa la llamada a conversión haciendo una lectura de la realidad, tanto eclesial como social. Man3ene, respecto a Puebla y Medellín, el esfuerzo de evangelizar la cultura y salir al encuentro de la pobreza, pero además profundiza el compromiso por la jus3cia y los derechos humanos; mejora la pastoral juvenil y familiar; acentúa el rol de los laicos; cobran fuerza temas como la defensa de la vida, la cultura urbana, los movimientos y asociaciones eclesiales, el papel de la mujer, las expresiones culturales de los amerindios y afro americanos, la misión ad gentes.
Primera parte JESUCRISTO, EVANGELIO DEL PADRE
1. Profesión de fe: Los obispos de LaGnoamérica proclaman su fe en Jesucristo, que es el mismo "ayer, hoy y siempre". Él es el Señor de la historia que quiso extender el anuncio del Evangelio hasta el nuevo conGnente. Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, ha venido al inundo para librarnos de toda esclavitud del pecado, darnos la gracia de la adopción filial y a reconciliarnos con Dios y con los hombres. El es el Evangelio viviente del amor del Padre, y sólo en él todos los hombres pueden encontrar su dignidad y su promoción humana.
Sólo en Jesucristo, que una vez más se ofrece a todos los hombres y mujeres de América laGna, puede haber liberación de la dramáGca situación de pecado y de muerte: guerras, terrorismo, injusGcias sociales, droga, prosGtución, abortos, explotación de los más débiles, que amenaza a todos los estrados de la sociedad. La Iglesia, peregrina y misionera por su naturaleza, quiere realizar una nueva evangelización que transmita, consolide y madure en todos los pueblos de América laGna la fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
2. A los 500 años de la primera evangelización. En este conGnente ya estaban presentes, al momento de su descubrimiento, "las semillas del Verbo", y Dios mediante la evangelización y la fe en Cristo ha renovado su alianza con América laGna. Esta obra de evangelización, inspirada por el Espíritu Santo, ha sido llevada a cabo, en su conjunto, por todo el pueblo de Dios: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos; entre estos úlGmos hay que contar también con los indígenas bauGzados y con los afro americanos.
Segunda parte
JESUCRISTO, EVANGELIZADOR VIVIENTE EN SU IGLESIA
La nueva evangelización El sujeto de la nueva evangelización es toda la comunidad eclesial: los obispos en comunión con el papa, los presbíteros y diáconos, los religiosos y las religiosas, todos los laicos. Esta nueva evangelización Gene como finalidad formar hombres y comunidades maduras en la fe, y dar respuesta a la nueva situación actual, provocada por los cambios sociales, económicos, políGcos y culturales. Además Gene la tarea de suscitar la adhesión personal a Jesucristo y a la Iglesia de tantos bauGzados que viven apáGcamente el crisGanismo.
1.1 La Iglesia convocada a la san4dad La Iglesia es llamada a la san4dad por la presencia en ella de Cristo, que la san4fica con su Espíritu. Su oficio principal es predicar el Evangelio, con el Kerygma y las catequesis. La Iglesia encuentra el sen4do de su convocación mediante la vida de oración, la acción de gracias y el ejercicio de la liturgia.
1. 2 Comunidades eclesiales vivas y dinámicas La Iglesia par4cular, que prolonga la presencia y la acción
evangelizadora de Cristo, está llamada a vivir el dinamismo de comunión-‐misión en las parroquias. La parroquia, comunidad de comunidades y movimientos, anima y orienta la comunión, la par4cipación y misión de los fieles, porque es una comunidad orgánica, eucarís4ca y misionera a la vez. Tarea principal de la parroquia es evangelizar, celebrar la liturgia, impulsar la promoción humana, fomentar la enculturación de la fe. Expresión de esta realidad son las comunidades eclesiales de base, células vivas formadas por laicos que están llamados a vivir como comunidad de fe, culto y amor.
1.3 En la unidad del Espíritu y con diversidad de dones y carismas Es por la acción del Espíritu Santo que todos los bau4zados par4cipan de las riquezas de gracia que les regala el Señor Jesús. Es El que lleva a todos los cris4anos a construir la unidad de la Iglesia desde dis4ntos carismas y ministerios que se actualizan a través del servicio. El ministerio de los obispos, presbíteros y diáconos es esencial en el anuncio de la palabra, en la celebración de los sacramentos y en la conducción pastoral. La vida de los consagrados, como don del Espíritu Santo, también pertenece a la vida ín4ma y a la san4dad de la Iglesia. Están llamados a vivir fielmente los consejos evangélicos, a par4cipar del misterio de Cristo, a irradiar los valores del Reino de Dios y a interpelar, con su vida, al mundo actual. Los laicos son llamados por Cristo para ser agentes y des4natarios de la Buena No4cia de la salvación; como consecuencia de su bau4smo, los fieles están injertados en Cristo y son llamados a vivir el triple oficio sacerdotal, profé4co y real, y a tener presente su perfeccionamiento espiritual y su vocación a la san4dad. Los movimientos y asociaciones eclesiales, impulsados por el Espíritu Santo, son la respuesta a las situaciones de secularismo, ateísmo e indiferencia religiosa.
1.4 Para anunciar el Reino a todos los pueblos Es Cristo que nos revela al Padre y nos introduce en el misterio de la vida trinitaria por el Espíritu. Todo pasa por Cristo, que se hace camino, verdad y vida. Por el bau4smo recibimos la filiación divina, y hechos todos hijos de Dios, todos los pueblos de América la4na hemos sido hechos también hermanos entre nosotros. En Él todos tenemos la liberación del pecado, de la muerte y de la esclavitud. Él da la vida en plenitud para que la Iglesia a su vez, la comunique a todos los hombres y a todos los pueblos, sin diferencia de razas, naciones o situaciones económicas.
2. La promoción humana La doctrina social de la Iglesia es la enseñanza del magisterio en materia social y conGene principios, criterios y orientaciones para la actuación del creyente en la tarea de transformar el mundo según el proyecto de Dios. Con el mensaje evangélico la Iglesia ofrece una fuerza liberadora y promotora del desarrollo precisamente porque lleva a la conversión del corazón y de la mentalidad.2.1 La promoción humana, una dimensión privilegiada de la nueva evangelización Nuestra fe en el Dios de Jesucristo y el amor a los hermanos 4ene que traducirse en obras concretas. El seguimiento de Cristo significa comprometerse a vivir según su es4lo. La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida co4diana es una de las causas que generan pobreza, porque los cris4anos no) han sabido encontrar en la fe la fuerza necesaria para enfrentarse a los desa\os ideológicos, polí4cos y económicos.
2.2 Los nuevos signos de los 4empos en el campo de la promoción humana -‐Derechos humanos. Cristo es la fuente que garan4za la dignidad de la persona humana y de sus derechos. Toda violencia de los derechos humanos contradice el Plan de Dios y es pecado. La Iglesia al proclamar el evangelio, raíz profunda de los derechos del hombre, no se arroga una tarea ajena a su misión, sino, por el contrario, obedece al mandato de Jesucristo que hace de la ayuda al necesitado una exigencia esencial de su misión evangelizadora. -‐Ecología. La creación es obra de la Palabra de Dios y de la presencia del Espíritu que aleteaba sobre todo lo creado. Esta fue la primera alianza de Dios con nosotros. Cuando el ser humano, llamado a entrar en esta alianza de amor, se niega, el pecado del hombre afecta su relación con Dios y al mismo 4empo con toda la creación. -‐La 4erra: don de Dios. La 4erra es el primer signo de la Alianza de Dios con el hombre, ya que Dios, al crear a Adán lo colocó en el jardín de Edén para que lo labrara y lo cuidara como administrador y no como dueño. Los límites en el uso de la 4erra miran a preservar la jus4cia y el derecho que todos 4enen a acceder a los bienes de la creación, que Dios des4nó al servicio de todo hombre que viene a este mundo.
Empobrecimiento y solidaridad. Cristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Esta es la invitación que él nos hace para que los cris@anos podamos dar tes@monio autén@co de pobreza evangélica en nuestra vida, y en nuestras estructuras eclesiales. Descubrir el rostro del Señor en los rostros sufrientes de los pobres y marginados es algo que desaRa a todos los cris@anos a una profunda conversión personal y eclesial. Trabajo. El trabajo @ene su origen en la vocación co-‐creadora del hombre como imagen de Dios; y ha recibido su dignificación en Jesús, trabajador e hijo de carpintero. La Iglesia como depositaria y servidora del mensaje de Jesús, ha visto siempre al hombre como sujeto que dignifica el trabajo, realizándose a su mismo y perfeccionando la obra de Dios, para hacer de ella una alabanza al Creador y un servicio a los hermanos. Orden democrá@co. Jesucristo, como) enviado) del Padre, vino a anunciar la Buena No@cia y a instaurar el Reino de Dios. Mediante la conversión los hombres pueden lograr una nueva vida según Dios, y un nuevo @po cíe convivencia y relación social. La Iglesia respeta la legí@ma autonomía del orden temporal y no @ene un modelo específico de régimen polí@co; fiel a la misión que le otorgó su fundador, ayuda en la construcción de una sociedad donde primen los valores evangélicos.
Nuevo orden económico. La Iglesia es consciente del nuevo orden económico que se está gestando a nivel mundial y que está afectando mucho a América la3na. Juan Pablo) II en la "Centesimus Annus" dice que es lícita la libre ac3vidad de los individuos en el mercado, aunque debe tener en cuenta sus límites. Toda la sociedad está llamada a promover el valor de la persona, la honradez, el respeto a la vida y a la jus3cia por los más pobres y necesitados. Juan Pablo II afirma que es absolutamente necesario encontrar las fórmulas para reducir, dilacionar o ex3nguir la deuda externa de nuestros países, favoreciendo el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso.
2.3 La familia y la vida: desa\os de especial urgencia en la promoción humana La Iglesia sabe que el futuro de ha humanidad se fragua en ha familia. Eh matrimonio y la familia en el proyecto original de Dios son ins4tuciones de origen divino, y no son producto de ha voluntad humana. El hombre y ha mujer, siendo imagen y semejanza de Dios, que es amor, son llamados a vivir en el matrimonio eh misterio de la comunión y relación trinitaria. En el plan de Dios creador y redentor ha familia descubre no sólo su iden4dad sino también su misión: custodiar, revelar y comunicar el amor y la vida, a través de cuatro come4dos fundamentales:
a) La misión de ha familia es vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas que se caracteriza por ha unidad y la indisolubilidad.
b) b) Ser "como el santuario de la vida", servidora de ha vida, ya que eh derecho a ha vida es la base de todos los derechos humanos. Este servicio no se reduce a ha sola procreación, sino que es ayuda eficaz para la transmisión y educación de los valores cris3anos y humanos.
c) c) Ser "célula primera y vital de la sociedad". Por su naturaleza y vocación la familia debe ser promotora del desarrollo, protagonista de una autén3ca polí3ca familiar.
d) d) Ser " Iglesia domés3ca" que acoge, vive, celebra y anuncia la palabra de Dios, el santuario donde se edifica la san3dad y desde donde la Iglesia y el mundo pueden ser san3ficados.
3. La cultura crisGana La cultura nace con el mandato inicial de Dios a los seres humanos: creced y mulGplicaos, llenad la Gerra y sometedla (Gn 1,28-‐30). Cuando el Verbo se hizo carne, asumió toda la realidad humana, excepto el pecado; por esta encarnación eh Hijo de Dios entra también en la cultura, y viene a ser así la medida de todos los aspectos humanos, incluyendo todos los valores y expresiones culturales. Se puede hablar de cultura crisGana, dice Juan Pablo II, cuando la vida de un pueblo ha sido penetrada interiormente hasta situar el mensaje evangélico en la base de su pensar, en sus principios (he vida, en sus criterios de juicio, en sus normas de acción. Por medio de la enculturación la Iglesia encarna eh evangelio en las diversas culturas, e introduce a los pueblos con sus culturas en su misma comunidad; transmite a las mismas culturas sus propios valores, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro. La tarea de enculturación de la fe es propia de las Iglesias parGculares bajó la dirección de sus pastores, con ha parGcipación de todo el pueblo de Dios.
3.1 Valores culturales: Cristo, medida de nuestra conducta moral La moral cris4ana sólo se en4ende dentro de la Iglesia y se plenifica en la eucaris_a. El cris4ano es consciente que debe caminar hacia y con Cristo para realizar ha moral cris4ana. Esta es ha forma de vida del creyente, que con la gracia sacramental vive la alegría de la salvación y abunda en frutos de caridad para ha vida del mundo. Consciente de la necesidad de seguir a Cristo, el cris4ano se empeña en la formación de la propia conciencia. De esta formación, tanto individual como colec4va, de la madurez de mentalidad, de su sen4do de responsabilidad y de la pureza de las costumbres depende el desarrollo y la riqueza de los pueblos.
3.2 Unidad y pluralidad de las culturas indígenas, afro americanas y mes3zas La analogía entre la encarnación y la presencia cris3ana en el contexto socio-‐cultural e histórico de los pueblos nos lleva al planteamiento teológico de la enculturación; la cual es un proceso conducido desde eh evangelio hasta el interior de cada pueblo y comunidad. La Iglesia defiende los autén3cos valores culturales de todos los pueblos, especialmente de los oprimidos, indefensos y marginados, ante la fuerza arrolladora de las estructuras de pecado manifiestas en la sociedad moderna. 3.3 Nueva cultura
América la3na está profundamente marcada por la cultura occidental. El impacto que ha producido la cultura moderna con sus valores y contravalores: la centralidad del hombre; la absolu3zación de la razón, el olvido de Dios, relegado a un problema de conciencia personal, ha llevado a desafiar la evangelización de la cultura. La Iglesia es consciente de esta realidad, y mediante el nuevo anuncio del evangelio, vuelve a proponer al hombre moderno la necesidad de un camino hacia la evangelización de la cultura.
3.4 La acción educa4va de la Iglesia Así cómo la educación es la asimilación de la cultura, así la educación cris3ana es la asimilación de la cultura cris3ana; es la enculturación del evangelio en la propia cultura. La educación cris3ana se funda en una verdadera antropología cris3ana, que significa la apertura del hombre hacia Dios como Creador y Padre; apertura hacia los demás como a sus propios hermanos; y apertura hacia la naturaleza como obra de Dios. En la situación actual encontramos una pluralidad de valores que nos interpelan, y que son ambivalentes. Surge la necesidad de confrontar los nuevos valores educa3vos con Cristo revelador (leí misterio del hombre; si estos valores están ordenados a Cristo como su fundamento y término, entonces se puede hablar de una verdadera educación cris3ana; de otra manera puede hablar de Cristo, sin embargó no es cris3ana.
3.5 Comunicación social y cultura La evangelización, anuncio del Reino, es comunicación. Cada persona y cada grupo humano desarrolla su iden3dad en el encuentro con otros. Esta comunicación es el camino necesario para llegar a la comunión. Dios, el totalmente otro, se ha revelado en Cristo, Palabra eterna, el cual sale al encuentro del hombre, y de él espera una respuesta libre. Este encuentro con el Verbo encarnado es crecimiento, es camino a la san3dad. Así se da una relación ín3ma entre evangelización, promoción humana y cultura, fundada en la comunicación. La Iglesia sabe que hoy nos encontramos en la nueva cultura de la imagen, y que el mensaje evangélico debe inculturarse en esta cultura, y llegar así a hacerla expresiva de Cristo, la máxima comunicación.
Tercera parte JESUCRISTO, VIDA Y ESPERANZA DE AMÉRICA LATINA Líneas pastorales prioritarias La Iglesia en La3noamérica y el Caribe proclama su fe: "Jesucristo ayer, hoy y siempre" (cf Hb 13,8). Revisando nuestro camino proclamamos nuestra fe en Jesucristo, hijo de Dios vivo, única razón de nuestra vida y fuente de nuestra misión. Él es el camino, la verdad y la vida. Él nos da la vida que deseamos comunicar plenamente a nuestros pueblos para que tengan todos un espíritu de solidaridad, reconciliación y esperanza.
Nuestras Iglesias par3culares, unidas en ha esperanza y en el amor, bajo ha protección de Nuestra Señora de Guadalupe, en comunión con el Santo Padre y en con3nuidad con has orientaciones pastorales de las Conferencias Generales de Medellín y Puebla, se comprometen a trabajar en: 1. Una nueva evangelización de nuestros pueblos.2. Una promoción integral del pueblo la3noamericano y caribeño.3. Una evangelización inculturada.
El compromiso es de todos y desde comunidades vivas. Los laicos están llamados a un especial protagonismo, y entre ellos, especialmente los jóvenes. Impulsaremos una vigorosa pastoral de has vocaciones a fin de suscitar presbíteros, diáconos permanentes, religiosos y religiosas para ha nueva evangelización. Todos los cris3anos estamos llamados a la san3dad; por eso nos urge un decidido empeño por la con3nua educación de ha fe, por medio de la catequesis, fundada en ha palabra cíe Dios y el Magisterio de la Iglesia. La celebración de ha fe en la liturgia ha de realizarse de manera que permita una par3cipación más viva, ac3va y comprome3da. Es ha hora misionera de América: dirigimos a todos nuestros pueblos un anuncio fuerte y entusiasta para que se lleve a cabo la Nueva Evangelización, no sólo en el seno de nuestras Iglesias sino más allá de nuestras fronteras.
2. Una promoción humana integral de los pueblos la3noamericanos y caribeños
Asumimos con renovado ardor ha opción evangélica preferencial por los pobres, en con3nuidad con Medellín y Puebla. Invitamos a promover un nuevo orden económico, social, polí3co, conforme a ha dignidad de todas y cada una de las personas, impulsando ha jus3cia y la solidaridad. Proponemos una decidida acción para defender y promover ha vida y la familia, Iglesia domés3ca y santuario de la vida; porque toda vida humana es sagrada desde su concepción hasta eh final natural de su etapa temporal.
3 Una evangelización inculturada
Atenderemos a la evangelización de las grandes ciudades de América La3na donde vive la mayor parte de nuestra población, aunque nuestra solicitud se dirigirá también a has áreas rurales. Nos acercaremos a los pueblos indígenas y afro americanos a fin de que eh evangelio se encarne en sus culturas. Buscaremos también impulsar una eficaz acción educa3va y un decidido empeño por una moderna comunicación.