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Vetera corpora morbo afflicta Actas del XI Congreso Nacional de Paleopatología Malgosa A, Isidro A, Ibáñez-Gimeno P, Prats-Muñoz G (eds.) (2013) ISBN: 978-84-940187-5-6. p 607-634 DISTRIBUCIÓN DIFERENCIAL DE CARACTERES DE INTERÉS PATOLÓGICOS Y NO PATOLÓGICOS POR EDAD Y SEXO EN EL CEMENTERIO MEDIEVAL DE VERANES (GIJÓN) Rascón Pérez J 1 , Campo Martín M 1 , Cambra-Moo O 1 , Pimentel de Francisco G 1 , González Martín A 1 1 Laboratorio de Poblaciones del Pasado, Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad Autónoma de Madrid, 28049, Madrid, España Correspondencia a: [email protected] RESUMEN. La colección de restos óseos de Veranes (Gijón, Asturias, s. V-XIV) es excepcional por el gran número de individuos que la componen, la buena preservación que presentan y la elevada frecuencia de caracteres de interés identificados, ya sea en individuos completos o en elementos aislados. Constituye, por tanto, una fuente de información de primer orden en Paleopatología. Con el objetivo de comprobar si existe una distribución diferencial de caracteres de interés por grupos de edad y sexo, se ha estudiado la presencia de signos clasificados como caracteres de interés no patológicos, relacionados con la variabilidad esquelética, y caracteres de interés patológicos, relacionados con enfermedades, en una muestra de 235 individuos (22,2% del total estimado). Su distribución varía en los distintos 607

DISTRIBUCIÓN DIFERENCIAL DE CARACTERES DE … · fenómenos propios del desarrollo y ... Completitud del Esqueleto ... • Alteraciones en el número y/o morfología de los huesos

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Vetera corpora morbo afflicta

Actas del XI Congreso Nacional de Paleopatología Malgosa A, Isidro A, Ibáñez-Gimeno P, Prats-Muñoz G (eds.) (2013)

ISBN: 978-84-940187-5-6. p 607-634

DISTRIBUCIÓN DIFERENCIAL DE CARACTERES DE INTERÉS PATOLÓGICOS Y NO PATOLÓGICOS POR EDAD Y SEXO EN EL

CEMENTERIO MEDIEVAL DE VERANES (GIJÓN)

Rascón Pérez J1, Campo Martín M1, Cambra-Moo O1, Pimentel de Francisco G1, González Martín A1

1 Laboratorio de Poblaciones del Pasado, Departamento de Biología,

Facultad de Ciencias, Universidad Autónoma de Madrid, 28049,

Madrid, España

Correspondencia a: [email protected]

RESUMEN. La colección de restos óseos de Veranes (Gijón, Asturias, s. V-XIV) es excepcional por el gran número de individuos que la componen, la buena preservación que presentan y la elevada frecuencia de caracteres de interés identificados, ya sea en individuos completos o en elementos aislados. Constituye, por tanto, una fuente de información de primer orden en Paleopatología. Con el objetivo de comprobar si existe una distribución diferencial de caracteres de interés por grupos de edad y sexo, se ha estudiado la presencia de signos clasificados como caracteres de interés no patológicos, relacionados con la variabilidad esquelética, y caracteres de interés patológicos, relacionados con enfermedades, en una muestra de 235 individuos (22,2% del total estimado). Su distribución varía en los distintos

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grupos de edad, siendo los fenómenos porosos los más frecuentes en subadultos, en los que no se observa ningún caso de patología axial, articular o traumática. En los adultos se identifican signos de todas las categorías evaluadas, con frecuencias de patología oral y traumática similares en ambos sexos; los fenómenos porosos son más habituales en individuos masculinos y la patología articular en femeninos. A partir de los resultados obtenidos, se concluye que las condiciones y el estilo de vida de la población medieval asturiana no parecen afectar de manera distinta a hombres y mujeres, y que los fenómenos propios del desarrollo y maduración ósea explican algunas de las diferencias observadas en la distribución de los signos en las distintas edades.

PALABRAS CLAVE: Paleopatología, distribución diferencial, edad, sexo, Veranes

ABSTRACT. The skeletal collection from the necropolis of Veranes (Gijón, Asturias, s. V-XIV) is exceptional because of the large amount of individuals recovered, the good stage of preservation of their remains and the high frequency of noteworthy features that have been identified, either in complete skeletons or in isolated bones. Therefore, Veranes is a first order source of information in Paleopathology. With the aim of testing the existence of a differential distribution pattern regarding the noteworthy features with age and sex, a group of signs classified as non-pathological, linked to skeletal variability and pathological ones, linked to illnesses, have been studied in a sample of 235 individuals (22.2% of the estimated total). Presence of both kinds of signs depends on age group. Porous phenomena are the most common sign among subadults individuals, however they show no axial, articular or traumatic pathologies. Indicators of all evaluated categories are identified in adults, with similar frequencies of oral and traumatic pathology in both sexes; the porous phenomena are the most frequent in male individuals, and the articular pathology, in female ones. From the results of this work it could be concluded that the conditions and life style of the medieval Asturian population were not affecting in distinct ways to men and women. The processes of development and aging could explain the observed differences throughout the age’s groups.

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KEYWORDS: Paleopathology, differential distribution, age, sex, Veranes

INTRODUCCIÓN

A medida que se llevan a cabo las tareas de conservación de una colección de restos óseos (limpieza, reconstrucción e inventariado) se observa, sin demasiada dificultad, que hay signos que aparecen más frecuentemente que otros. Si la muestra estudiada incluye individuos de varias edades y de ambos sexos puede incluso apreciarse que hay caracteres que, al menos a priori, parecen distribuirse de manera diferencial entre dichos grupos. La patología articular, por ejemplo, se identifica en individuos adultos; el metopismo se encuentra principalmente en esqueletos femeninos, etc.

Esta observación puede ser un hecho fortuito o bien el reflejo en el material óseo de características propias de los individuos objeto de estudio. Si los individuos de la muestra proceden de una misma población de origen y su número es tal que es posible realizar análisis estadísticos, podría confirmarse que un marcador óseo determinado es más frecuente o típico de un grupo de edad concreto, e incluso que ciertos caracteres son propios de uno u otro sexo. De ser así, lo que en un principio era una apreciación sin más, adquiere entidad suficiente como para permitir una aproximación al modo de vida, al estado de salud y enfermedad y a las características de la población de la que procede el conjunto de esqueletos estudiado (Malgosa, 2003).

No todos los signos identificados en un esqueleto están relacionados con procesos patológicos; algunos de ellos son la evidencia de la variabilidad propia de los individuos estudiados. Estos últimos están más condicionados genética que ambientalmente, aportando poca información acerca del modo de vida o de las características de la población estudiada (Tyrrell, 2002). En este grupo de marcadores también se incluirían aquellos que derivan de la readaptación funcional y no patológica de una parte del hueso, como ocurre en el caso de las facetas articulares accesorias (Galtés et al., 2007).

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Una gran parte de los marcadores óseos, sin embargo, sí pueden relacionarse con procesos degenerativos, actividades físicas realizadas o enfermedades padecidas por los individuos a lo largo de su vida (Malgosa, 2003), siempre y cuando éstas sean susceptibles de dejar huella en los huesos, ya que los individuos en los que se observan marcadores de una determinada patología son los que han sobrevivido lo suficiente como para que sus efectos queden reflejados en el esqueleto (Pérez-Pérez, 1996).

La distribución diferencial de caracteres de interés de origen patológico o no patológico en los distintos grupos de edad puede indicar cómo los individuos sufren y superan enfermedades a lo largo de su vida, además de cómo van adaptándose a las necesidades fisiológicas propias de cada etapa del ciclo vital, condicionadas por las características concretas de la población y las condiciones ambientales.

En caso de observarse diferencias en la frecuencia de aparición de los caracteres de interés entre los hombres y mujeres del grupo, podría interpretarse que ambos grupos realizan actividades físicas particulares o que existen costumbres nutricionales o sanitarias heterogéneas entre ellos. Pero las discrepancias también podrían responder a una cuestión meramente biológica: la diferente respuesta masculina-femenina ante procesos adversos (Sheridan y Van Gerven, 1997) o incluso podría explicarse por la influencia del periodo reproductor femenino, que implica un mayor desgaste fisiológico en las mujeres durante los periodos de embarazo y lactancia (Cox, 2002).

Otra interpretación posible a esta distribución diferencial en función del sexo puede ser una mayor susceptibilidad a las enfermedades de uno de los dos grupos (Pérez-Pérez, 1996). Hay autores que sugieren que la mujer presenta una mayor resiliencia, es decir, puede asimilar procesos adversos, etapas carenciales o superar traumatismos con más éxito que los hombres (Sheridan y Van Gerven, 1997), quienes presentan una mayor sensibilidad principalmente ante las infecciones (DeWitte, 2010). Así, la mayor frecuencia de aparición de signos patológicos en las mujeres podría explicarse por una mayor capacidad de superación de episodios desfavorables.

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Estudiar si la preservación de los restos óseos varía entre esqueletos masculinos y femeninos o a lo largo de la ontogenia de los individuos es otra consideración interesante. Las diferencias halladas en la calidad del hueso recuperado en función de la edad o el sexo, podrían reflejar la diferente composición del tejido óseo de los esqueletos a medida que el esqueleto crece y madura (Cambra-Moo et al., 2012).

La colección de restos óseos de Veranes es idónea para el objetivo que se plantea en este trabajo. Durante las tareas de tratamiento e investigación de los esqueletos de esta colección se ha encontrado una frecuencia muy elevada de caracteres de interés (Jurado et al., 2009; Rascón et al., 2009). Este hecho, unido a las otras dos cualidades más importantes de la colección -buena preservación de los restos y presencia de individuos de todas las edades y ambos sexos-, permite plantear en un conjunto de 235 esqueletos la cuestión de si los caracteres observados presentan una distribución diferencial en los distintos grupos de edad o según sea el sexo del individuo.

MATERIAL Y MÉTODOS

Se ha analizado la presencia de caracteres de interés en una muestra de 235 individuos de ambos sexos y todas las categorías de edad. Los esqueletos proceden del cementerio medieval de Veranes (Gijón, Asturias, s. V-XIV). Esta necrópolis se halla sobre las ruinas de una villa romana de grandes dimensiones, que dejó de utilizarse como tal a finales del siglo VI, transformándose los espacios al uso religioso (lugar de culto y cementerio). Este cambio ocurrió de manera progresiva a lo largo del tiempo respetando los muros de la villa original, lo que permite dividir la necrópolis en subconjuntos arqueológicos. En este trabajo se ha estudiado la totalidad de esqueletos exhumados de las habitaciones M-1, M-4, E-18 y E-29 (Fig. 1). Se ha estimado la edad y determinado el sexo de cada esqueleto empleando los métodos más habituales en investigación osteoarqueológica (Tabla 1). Se ha evaluado el Estado de Alteración Tafonómica según el criterio propuesto en el X Congreso Nacional de Paleopatología (Rascón et al., 2011), de tal manera que pueda

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categorizarse el estado de preservación de los restos estudiados (Tabla 2).

Figura 1. Esquema arqueológico del yacimiento de Veranes, indicándose la localización de las cuatro habitaciones estudiadas (M-1, M-4, E-18 y E-29).

TABLA 1. Métodos utilizados para la determinación de la edad y el sexo

Estimación de la edad

Desgaste dental (Brothwell, 1987)

Patrón de fusión de epífisis y diáfisis (Buikstra y Ubelaker, 1994)

Patrón de erupción dental (Ubelaker, 1978)

Cierre suturas craneales (Meindl y Lovejoy, 1985)

Determinación del sexo

Morfología del hueso coxal (Bruzek, 2002)

Morfología del pubis (Phenice, 1969)

Morfología de la articulación sacroiliaca (Bruzek et al., 1996)

Recomendaciones del WEA (Ferembach et al., 1980)

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TABLA 2. Tipos de Estado de Alteración Tafonómica según la completitud y la calidad del hueso preservado (Rascón et al., 2011)

Estado de Alteración Tafonómica

Completitud del Esqueleto

Completo Incompleto Escasos Restos

Calidad del Hueso

Intacto Tipo 1 Tipo 4 Tipo 7

Alterado parcialmente

Tipo 2 Tipo 5 Tipo 8

Alterado Tipo 3 Tipo 6 Tipo 9

Cada esqueleto se ha analizado detalladamente, registrándose en una base de datos la presencia o ausencia de cada uno de los caracteres de interés que se describen a continuación, consultándose varios textos generales de Paleopatología (Mann y Murphy, 1990; Campillo, 2001; Isidro y Malgosa, 2003). Los marcadores estudiados se han reunido en dos categorías según si se relacionan con la variabilidad esquelética (Caracteres de interés no patológicos-CINP) o con enfermedades (Caracteres de interés patológicos-CIP) (Fig. 2).

Figura 2. Resumen de los signos evaluados y analizados en la muestra estudiada.

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(a) Caracteres de interés no patológicos (CINP)

• Huesos Suturales (Fig. 3A)

• Metopismo (Fig. 3B)

• Alteraciones en el número y/o morfología de los huesos del esqueleto axial: transiciones lumbosacras, presencia de carillas articulares extra en las vértebras o de hiato sacral (Fig. 3C).

• Otros: Caracteres no métricos observados en el esqueleto no axial, como perforación olecraneana, fosa vastus, morfología atípica de las clavículas, ausencia de fusión de la epífisis proximal del quinto metatarso y fusión del cuerpo y el manubrio del esternón.

(b) Caracteres de interés patológicos (CIP)

• Fenómenos porosos: Cribra orbitalia (CO) (Fig. 3D); Piel de naranja (PN); Cribra symmetrica (CS); Cribra femoral y humeral (CF y CH); Aspecto inmaduro (AI).

• Patología oral: Desgaste dental; pérdida de piezas dentales premortem; presencia de caries tanto en dientes de leche como en definitivos; presencia de abscesos o de acúmulo de cálculo dental (Fig. 3E).

• Patología axial: Signos identificados en la columna vertebral: osteofitos o sindesmofitos; micro y macroporosidad en los cuerpos y/o en las carillas articulares; eburnación; osificación del ligamento amarillo; aplastamiento del cuerpo vertebral; espondilolisis; nódulos de Schmörl; signos de DISH y malformaciones congénitas. Para el análisis posterior se han agrupado en marcadores relacionados con la artrosis propiamente dicha (los cuatro primeros) y otros (resto) (Fig. 3F).

• Patología articular: Signos degenerativos y de artrosis (osteofitos, porosidad y eburnación) en áreas anatómicas distintas del esqueleto axial. Su presencia se ha clasificado según su localización: articulación temporomandibular, hombro, codo, muñeca, cadera, rodilla y tobillo.

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• Patología traumática: Alteraciones de los huesos que pueden relacionarse con traumatismos, identificables por la formación de un callo de fractura (Fig. 3G), de una neoarticulación derivada de la misma, a partir de regiones con periostitis muy desarrollada o de hendiduras en la tabla externa del cráneo sin afectación de la tabla interna.

Figura 3. Ejemplos de algunos de los caracteres identificados. A: Huesos suturales (M-1, TL37.1, Adulto joven femenino). B: Metopismo (M-1, TL37.1, Adulto joven femenino). C: Sacralización de L5 (M-4, T115, Adulto maduro masculino). D: CO (M-1, T523, Infantil, 12 a ± 36 m). E: Patología oral (M-1, T546, Adulto senil femenino). F: Patología axial (M-4, T143.1, Adulto maduro masculino). G: Patología traumática (E-29, T107, Adulto maduro femenino).

• Miscelánea: En este grupo se han reunido patologías que no pueden ser incluidas en ninguna de las anteriores categorías. Corresponden a osteoporosis, osteomas ectocraneales, además de tres casos particulares: un probable caso de displasia de la cabeza del fémur, un caso de tortícolis congénita y un tercero que presenta en su clavícula

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alteraciones compatibles con osteocondritis. Se trata de casos únicos que no pueden ser analizados estadísticamente, pero se exponen aquí por haber sido identificados en el grupo de esqueletos estudiados en el presente trabajo.

• Se ha considerado un último grupo de signos que incluye las alteraciones derivadas de procesos tafonómicos y que constituyen casos de pseudopatología. Se observan huesos destruidos por la humedad, superficies agrietadas por efecto del sol, cavidades de pequeño tamaño (identificadas principalmente en falanges) relacionadas con mordeduras de roedores, y manchas de diferente coloración producidas por materiales en contacto con el hueso. No se analiza su distribución por grupos de edad y sexo porque no están relacionados con la biología de los individuos.

Se ha utilizado el programa SPSS v. 18 para el tratamiento estadístico de los datos.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Los 235 individuos estudiados (22,2% del total estimado de la colección) proceden de cuatro habitaciones diferentes excavadas completamente, y se reparten entre ellas como se resume en la Tabla 3. El índice de reutilización (IR) se calcula partir del número mínimo de individuos (NMI) hallados en cada estancia y el número de tumbas excavadas en la misma.

TABLA 3. NMI e IR en cada habitación estudiada

Habitación NMI Número de

tumbas IR

M-1 82 37 2,2

M-4 66 23 2,9

E-18 46 23 2

E-29 41 32 1,3

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Las nueve categorías utilizadas para describir el Estado de Alteración Tafonómica (EAT), se han agrupado en tres grandes grupos para facilitar los análisis: el G1 (EAT Tipo 1, 2 y 4 de la Tabla 2) define un esqueleto bien preservado (31% de los individuos); el G2 (EAT Tipo 3, 5 y 7 de la Tabla 2) está constituido por los esqueletos con preservación intermedia (26% del total) y el G3 (EAT Tipo 6, 8 y 9 de la Tabla 2) agrupa los restos mal preservados (43% de los 235 individuos estudiados).

El EAT varía de manera significativa entre las cuatro habitaciones, siendo los individuos hallados en E-29, que es la estancia que presenta un menor IR, los mejor preservados de la muestra. Este cementerio presenta una elevada reutilización de las tumbas debido al uso continuado del mismo a lo largo de casi diez siglos.

La distribución de los 235 individuos por grupos de edad y sexo se ajusta a lo esperado en una muestra arqueológica medieval. Se observa una elevada mortalidad infantil -concentrada principalmente el grupo de edad de 5 a 9 años-, que desciende durante las etapas de juventud y adulto joven, para aumentar en el grupo de adultos maduros, siendo muy pocos los individuos que alcanzan la edad denominada senil.

En el grupo adulto, la frecuencia de individuos masculinos (32,4%) es superior a la de los femeninos (24,1%). Es posible que la aplicación de otros métodos para la determinación del sexo de los individuos adultos cuyo sexo no ha podido ser estimado (43,5%) debido a la ausencia de las unidades anatómicas precisas para ello (pelvis y cráneo), proporcione un equilibrio entre ambos grupos. No se ha determinado el sexo de los individuos en los que aún no se ha producido la fusión de los tres elementos del hueso coxal, que en la Figura 4 reciben el nombre genérico de subadultos.

Se analizan los tres grupos de EAT en función de la edad y el sexo. Si bien los resultados no son estadísticamente significativos, se observa que más del 50% de los individuos adultos se clasifican en el G1. Por tanto, la preservación de los esqueletos es mejor en la etapa adulta que en etapas previas, explicable por una mayor densidad del hueso (Gordon y Buikstra, 1981; Bello et al., 2006). Respecto a la relación entre el EAT y el sexo de los individuos, en Veranes son independientes; los esqueletos de hombres y mujeres

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parecen responder de la misma manera a procesos tafonómicos condicionados por la humedad típica de la región geográfica y la acidez del suelo propia del terreno arcilloso, y ninguno los acusa de una manera más evidente, coincidiendo con otros autores (Stojanowski et al., 2002).

Figura 4. Distribución por grupos de edad y sexo de los 235 individuos estudiados. P: Perinatal (primer año de vida); I: Infantil (hasta la pubertad); J: Juvenil (hasta los 20 años); AJ: Adulto joven (de 21 a 35 años); AM: Adulto maduro (de 36 a 50 años); AS: Adulto senil (mayor de 50 años).

En cuanto a la presencia de los caracteres de interés estudiados, el 23% de la muestra presenta algún CINP y el 56% algún CIP. A los 98 individuos restantes (41,7%) que no presentan ningún carácter de interés se les ha denominado “Sin caracteres de interés” (SCI), y pertenecen principalmente al G3 de EAT. Esto sugiere otra cuestión difícil de resolver: ¿Los individuos SCI no presentan ningún signo o es que éste no puede ser observado? Aunque los caracteres de interés pueden hallarse incluso en elementos óseos aislados, no puede afirmarse que un individuo no padeciera ningún proceso patológico a lo largo de su vida a partir del análisis de un único hueso “sano”. Aquí radica la gran dificultad de los estudios

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paleopatológicos poblacionales a partir de series osteoarqueológicas (Malgosa, 2003); si los esqueletos incompletos proporcionan información incompleta, podría estar subestimándose el número de evidencias de variabilidad y patologías diagnosticadas en la colección, de ahí la necesidad de estudiar siempre todos los restos disponibles (Rascón et al., 2011).

(a) Análisis de la frecuencia de aparición de CINP

Los huesos suturales aparecen en un 14,5% (N=34) del total de la muestra (Fig. 5). Se identifican más casos en adultos (N=24) que en subadultos (N=10), lo que podría explicarse por la mejor preservación de los cráneos adultos, ya que los huesos quedan retenidos en las suturas, mientras que en los subadultos es más fácil su pérdida debido a su menor tamaño y a que el crecimiento de los elementos craneales está aún en desarrollo. La frecuencia disminuye en las etapas madura y senil, posiblemente debido a que la unión progresiva de las suturas craneales dificulta su identificación. La proporción en la que aparecen los huesos suturales es similar en ambos sexos (58% masculinos -15 casos- y 42% femeninos -11 casos-). Tanto la frecuencia de aparición tan elevada como su localización en todas las suturas craneales en los individuos de esta población está siendo objeto de un estudio específico.

La retención de la sutura metópica se identifica en un 5,1% (N=12) del total estudiado (Fig. 5) y parece ser un fenómeno típicamente femenino, porque se observa en siete mujeres frente a tres hombres. Para probar esta hipótesis es imprescindible aumentar la muestra estudiada, pero de confirmarse la diferencia podría ser una característica específica de esta población.

Un 5,1% (N=12) del total presenta transiciones lumbosacrales o facetas articulares accesorias, incluidas ambas en el grupo denominado variabilidad axial (Fig. 5). Todos los individuos en los que se observan son adultos, distribuidos casi por igual entre hombres (N=7) y mujeres (N=5).

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Figura 5. Distribución de los huesos suturales, el metopismo y la variabilidad axial por grupos de edad y sexo.

La presencia de perforación olecraneana, fosa vastus, variabilidad en la morfología de las clavículas y en el esternón se observa en un 7,2% (N=17) del total. Debido a la localización anatómica tan diversa de los caracteres no métricos incluidos en este grupo, el N resultante para cada caso es muy bajo, siendo imposible analizar y discutir la frecuencia en la que aparecen.

En general el estudio de los caracteres de interés no patológicos, denominados en la literatura caracteres no métricos, discretos o epigenéticos, es complejo. Esto es consecuencia de la frecuencia tan

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baja con la que suelen aparecer en poblaciones arqueológicas, que impide el análisis estadístico apropiado, pero también de las dudas sobre su significado desde el punto de vista del individuo o de la población (Tyrrell, 2002). La mayoría de estudios hacen referencia a su base genética, que implica que sean heredables, motivo por el que podrían proporcionar información acerca de la variabilidad genética del grupo de individuos estudiado e incluso de sus relaciones familiares. Profundizar en el estudio de estos signos en Veranes permitirá, en un futuro, caracterizar a esta población no sólo a partir de sus características antropométricas y paleopatológicas, sino también de la variabilidad en la presencia de CINP.

(b) Análisis de la frecuencia de aparición de CIP

(b.1) Fenómenos porosos

Se identifica CO en un 9,4% (N=22) del total de los individuos estudiados, repartiéndose equitativamente entre subadultos (N=11) y adultos (N=11), lo que sugiere que este caracter no está relacionado con la edad (Fig. 6). Sin embargo si hay diferencias en la frecuencia de aparición entre hombres y mujeres. El número de hombres que presenta CO triplica al de mujeres.

Un 9,8% (N=23) del total presentan PN, y se observa que es un fenómeno que aparece exclusivamente en adultos (en la Fig. 6 sólo se han representado los individuos cuya edad ha sido posible clasificar en grupos concretos). Además es típicamente masculino porque se ha hallado en 15 hombres y en seis mujeres (31,9% y 17,1% de cada grupo, respectivamente).

Los casos de CS (tres infantiles), CF y CH (16 subadultos y un adulto de 21 años) y AI (4 perinatales y tres infantiles) son fenómenos porosos típicos de subadultos (Fig. 6).

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Figura 6. Distribución de los fenómenos porosos -CO: Cribra orbitalia; PN: Piel de naranja; C SYM: Cribra

symmetrica; C F Y H: Cribra femoral y humeral; AI: Aspecto inmaduro- por grupos de edad y sexo.

El origen de los fenómenos porosos aun está en discusión y ha sido estudiado por un gran número de autores, habiéndose propuesto como posibles etiologías de los mismos desde la anemia (Stuart-Macadam, 1989) hasta las carencias nutricionales derivadas de procesos infecciosos (Walker et al., 2009). Por otra parte, debe tenerse en cuenta que el tejido óseo no permanece invariable durante toda la vida, sino que va sufriendo numerosos cambios en su composición y estructura (Cambra-Moo et al., 2012). Desde esta perspectiva, lo más plausible es que los fenómenos porosos sean propios del desarrollo óseo del individuo y que estos signos evolucionen a lo largo del crecimiento de tal manera que unos tipos de porosidad darían lugar a otros. Así, podrían considerarse normales cuando se identifican en determinada categoría de edad,

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o patológicos cuando un tipo de porosidad propia de edades anteriores persista en etapas posteriores (González, 1999; González et al., 2003).

Según los resultados obtenidos, tanto CF como CH, presentes sólo en esqueletos infantiles o juveniles, podrían ser signos normales del hueso en pleno crecimiento. Durante esta etapa la región metafisiaria, área de entrada de los vasos sanguíneos que aportan los nutrientes imprescindibles para este proceso, presenta una mayor acumulación de micro y macroporosidad (Polo y Villalaín, 2003). El no encontrar ningún caso de CF o CH en adultos apoyaría esta idea.

En cuanto a CS y PN su presencia podría explicarse también según la hipótesis de la evolución de los fenómenos porosos. Durante las primeras etapas de vida los huesos planos del cráneo presentan CS y a medida que el hueso crece, se remodela, aumenta su grosor y densidad, cambia el aspecto de la tabla externa, apareciendo PN en los adultos. El hecho de que PN sea más frecuente en individuos masculinos apoyaría la relación del signo con el aumento de grosor y densidad de los huesos de la bóveda craneal, mayor en hombres que en mujeres. Ninguno de los dos serían por tanto indicadores patológicos.

La CO ha sido estudiada por un gran número de autores y muchos coinciden en afirmar que está causada por un periodo de anemia, normalmente ferropénica, o bien con periodos carenciales derivados de infecciones u otros procesos que debilitan a los individuos hasta el punto de requerirse una mayor producción de glóbulos rojos por la médula ósea (Stuart-Macadam, 1989). La anemia ferropénica se asocia especialmente, tanto en clínica como en la literatura paleopatológica, con el periodo reproductor femenino; por tanto, el que sean los hombres de la muestra y no las mujeres quienes presenten CO más frecuentemente indicaría que su origen no es este tipo de anemia. Algunos estudios recientes apuntan a que el hombre es más propenso a sufrir procesos infecciosos (DeWitte, 2010), lo que unido a la mayor sensibilidad masculina (Sheridan y Van Gerven, 1997), podría explicar la mayor frecuencia de aparición de CO en ese grupo.

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(b.2) Patología oral

La patología oral es muy frecuente en Veranes. En la Figura 7 se ilustran los resultados de la distribución de la patología oral por grupos de edad y sexo.

Figura 7. Distribución de la patología oral agrupada en desgaste dental, cálculo dental, pérdida dental premortem (PDP), abscesos, caries y caries en dientes de leche (Caries DDL), por grupos de edad y sexo.

El desgaste dental, que se identifica en un 21,7% (N=51) de la muestra, es propio de la edad adulta y similar en ambos sexos. El cálculo dental aparece en un 14,5% (N=34) de los individuos estudiados y aunque la mayoría son adultos -31 casos- hay tres

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individuos subadultos que lo presentan. Es más frecuente en mujeres que en hombres (42,9% y 29,8% de su grupo, respectivamente). La pérdida dental premortem (PDP) se observa en un 13,6% (N= 32) de los individuos, todos ellos adultos y es algo más habitual en individuos masculinos que en femeninos (42,6% y 34,3% de su grupo, respectivamente). Los abscesos, hallados en 11 individuos (5,1% del total), son típicamente adultos, especialmente en el grupo maduro, y masculinos (un 17% de los hombres -ocho casos- frente a un 8,6% de mujeres -tres casos-). En cuanto a la caries, se ha estudiado por separado su presencia en dentición definitiva o en dientes de leche. La caries adulta aparece en un 17% de los individuos (N=40) y es más frecuente en hombres (53,2% del grupo masculino -25 casos-, 42,9% del grupo femenino -15 casos-); la caries en dientes de leche (Caries DDL) se observa en un 20,7% de los individuos que presentan este tipo de dentición.

La patología dental considerada en conjunto es un fenómeno adulto, porque el desgaste, el cálculo, los abscesos, la PDP y las caries aparecen y aumentan su frecuencia a medida que la dentición sufre el desgaste fisiológico propio del uso y de las lesiones causadas, tanto por efecto de la dieta como de la ausencia de higiene dental (Chimenos, 2003). La dieta en Veranes debió de ser rica en vegetales, responsables de la abrasión, y en hidratos de carbono, responsables de las caries, que sería compatible con el 20,7% de infantiles cuyos dientes de leche ya presentan este último signo.

Algunos estudios clínicos sugieren que el embarazo puede afectar a los tejidos bucales, aumentando los casos de caries y la erosión de las piezas dentales y también la gingivitis, produciéndose alteraciones permanentes en ausencia de una buena higiene dental (Laine, 2002). Dado que el cálculo se asocia a la enfermedad periodontal (Chimenos, 2003), la mayor frecuencia de este signo en las mujeres de la muestra estaría en consonancia con esta hipótesis, pero no ocurre lo mismo con la PDP, las caries y el desgaste, que son ligeramente más frecuentes en hombres. No obstante, aunque la frecuencia de los signos observados difiere ligeramente en uno y otro sexo, no hay gran diferencia entre ellos. De hecho, si se valora la patología dental en su conjunto se obtiene un porcentaje muy alto (aproximadamente un 77%) tanto para hombres como para

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mujeres. Esto parece indicar que la dieta y la higiene dental deficiente es similar para ambos grupos.

(b.3) Patología axial

El 18,3% (N=43) de los individuos estudiados presenta algún signo patológico relacionado con artrosis en la columna vertebral (Fig. 8) y aunque aparecen principalmente en adultos, al menos un 25% de los casos son adultos jóvenes. Si se analiza únicamente la espondiloartrosis (excluyendo los nódulos de Schmörl, signos de enfermedades como el DISH o casos de espondilolisis), la frecuencia de aparición por sexos es mayor en el grupo femenino (el 51% de las mujeres presenta patología axial, frente al 38% de los hombres). La artrosis es uno de los hallazgos patológicos más frecuentes en el estudio de restos óseos. Puede estar causada por actividades que sometan a las articulaciones a una sobrecarga o por la repetición de movimientos. Esto conduce a la aparición de una serie de cambios observables en los restos óseos: osteofitos en el margen articular, eburnación y aparición de fenómenos osteolíticos en la superficie de la articulación (Galtés et al., 2007).

Los estudios arqueológicos apuntan a que Veranes era una población rural, de actividades agrícolas, ganaderas y metalúrgicas, lo que supone unas condiciones de vida duras. Sin duda las consecuencias de estas condiciones de vida son claramente evidentes en la columna vertebral, porque en esta colección se han identificado algunos casos de artrosis muy desarrollada, siendo las regiones cervical y lumbar las que se ven más afectadas. Este deterioro del esqueleto axial es compatible con las actividades anteriormente citadas.

La explicación a la distribución diferencial de la patología axial por sexos puede estar en la mayor resiliencia que presentan las mujeres frente a los hombres (Sheridan y Van Gerven, 1997), de tal manera que los periodos adversos son soportados y superados mejor por el conjunto femenino de la población. Este fenómeno no implicaría que las mujeres realicen más trabajo o sufran más sus consecuencias, sino que acumulen un mayor número de signos degenerativos, en este caso en el esqueleto axial.

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(b.4) Patología articular

Se identifican casos de patología articular propiamente dicha en un 12,8% (N=30) de los individuos estudiados, todos adultos, aumentando la frecuencia de aparición con la edad. En cuanto a la distribución por sexos el 40% de las mujeres (N=14) y el 23, 4% de los hombres (N=11) presentan indicadores de esta patología (Fig. 8).

Aunque debe tenerse en cuenta que la enfermedad degenerativa articular es un fenómeno complejo, tanto que hoy en día no se acepta que la sobrecarga articular sea su única causa, y que no se pueden obtener conclusiones generales sin separar la frecuencia de aparición por articulación, los resultados obtenidos coinciden con lo anteriormente expuesto respecto a la patología axial; los signos degenerativos, probablemente debidos a la condiciones duras de vida que se estima llevaron los habitantes de Veranes, se acumulan en los huesos con el paso de los años, y el hecho de ser más frecuentes en mujeres estaría apoyando la hipótesis de una mayor resiliencia femenina.

(b.5) Patología traumática

El 11,5% (N=27) de los individuos estudiados presentan alguna lesión de origen traumático, siendo todos adultos y repartiéndose de manera equitativa entre hombres y mujeres. En general, las lesiones que se identifican en restos osteoarqueológicos pueden ser de origen intencional, fortuito o laboral. La ausencia de otros signos de enfrentamientos interpersonales en los individuos estudiados, aunque podrían haber pasado desapercibidos si sólo afectaron a tejidos blandos (Campillo, 2011), sugieren que en Veranes los traumatismos son hechos accidentales, que ocurrirían principalmente en los adultos quienes presuntamente desempeñan las tareas o los oficios más exigentes.

Las lesiones observadas, todas con signos de supervivencia, son, o bien de tipo contuso sobre los huesos del cráneo, o bien fracturas evidentes o regiones con periostitis (relacionadas probablemente con hematomas en tejidos blandos) en otras áreas anatómicas, motivo por el que se estudian por separado. En el caso de traumatismos localizados en el cráneo (N=5) se identifican sólo en hombres, por el contrario, las lesiones localizadas en el esqueleto postcraneal (N=22) se reparten en un porcentaje similar entre

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hombres y mujeres. Debido a la escasa gravedad de las lesiones craneales (en ningún caso está afectada la tabla interna y en todos hay claros signos de recuperación), lo más probable es que sean lesiones fortuitas. Esto, unido al hecho de que las restantes lesiones aparecen en ambos sexos, constituiría otra evidencia más de que las condiciones y el estilo de vida son similares para todos los habitantes de la población. No parece existir una actividad física específica que haga predominar las lesiones traumáticas en uno u otro sexo.

(b.6) Miscelánea

Se observan osteomas ectocraneales en cinco individuos, tres mujeres y dos hombres, todos ellos adultos (Fig. 8). No se han encontrado referencias en la bibliografía que permitan discutir el origen de esta distribución diferencial.

Figura 8. Distribución de los signos agrupados en patología axial, articular, traumática en esqueleto postcraneal (P. TR HL) o en cráneo (P. TR CR), osteoporosis y osteomas, por grupos de edad y sexo.

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Destaca el hecho de que los siete individuos en los que se ha descrito la presencia de osteoporosis sean adultos y femeninos (Fig. 8). Actualmente es una enfermedad típicamente femenina, aunque no exclusiva. Sin embargo, habría que utilizar un criterio diagnóstico a partir de otras regiones del esqueleto además del axial, porque la pérdida de densidad ósea condiciona una peor preservación de las vértebras, de manera que podrían estar quedando sin identificar algunos casos de esta patología.

CONCLUSIONES

Los caracteres de interés no patológicos, al ser indicativos de la variabilidad individual, no proporcionan información sobre el tipo de vida de los habitantes de Veranes, pero su estudio puede permitir en un futuro estimar relaciones familiares y caracterizar la población.

Los huesos suturales son más frecuentes en individuos adultos de ambos sexos que en subadultos. De confirmarse la presencia mayoritaria en esqueletos femeninos de retención de la sutura metópica en la etapa adulta, podría ser una característica propia de esta población

Los caracteres de interés patológicos y su distribución diferencial por grupos de edad y sexo proporcionan información acerca del modo de vida en Veranes entre los siglos V y XIV.

La aparición de distintos fenómenos porosos en los diferentes grupos de edad apoya la hipótesis de que estos evolucionen a lo largo del crecimiento y desarrollo del tejido óseo y que no sean marcadores de enfermedad, a menos que se identifiquen en etapas del ciclo vital en las que su aparición es atípica.

La presencia de cribra orbitalia o piel de naranja principalmente en individuos masculinos no coincide con lo esperado si la causa de ambos fuera la anemia ferropénica, asociada especialmente con el periodo reproductor femenino; por tanto podría estar indicando una mayor sensibilidad masculina ante procesos infecciosos.

La frecuencia de patología oral es muy elevada y similar en ambos sexos, se observa en todas las categorías de edad y aumenta con la misma. Tanto el tipo de dieta como los hábitos higiénicos

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deficientes parecen ser comunes a todos los individuos de la población.

La elevada frecuencia de patología axial y el número importante de casos de patología articular y traumática, pueden responder a las duras condiciones de vida atribuidas a esta población, que se traducen en la acumulación de signos degenerativos y lesiones en los huesos. El grupo en el que predominan estos indicadores es el de los adultos maduros, aunque la presencia ya desde adultos jóvenes hace pensar que los trabajos se desarrollaban por todos los integrantes de la población. La distribución por sexos de estos signos podría reflejar la mayor capacidad femenina de superación de las etapas adversas.

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