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8/9/2019 DiscursodespedidajoseMiguelOrts7m2010
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INFORME DEL PRESIDENTE SALIENTE, JOS MIGUEL ORTS, A LA ASAMBLEA REGIONALDE LA CTC DEL REINO DE VALENCIA
LIRIA, 7 DE MARZO DE 2010
Queridos carlistas valencianos:
El domingo que por proximidad al 10 de marzo celebramos la Fiesta de los Mrtires de la Tradicin es una
ocasin idnea para reunirnos, recordar nuestras races, renovar los ideales, sentimientos y razones que
justifican nuestra empresa comn, rendir homenaje a los que se sacrificaron por esas mismas banderas y esas
mismas lealtades, analizar crticamente la efectividad del trabajo hecho, gratificarnos por lo que nos ha
sabido bien y aprender de los errores e insuficiencias para rectificar y superar lo que est a nuestro alcance.
En primer lugar, pues, un saludo cordial a todos y cada uno de vosotros. Ante la duda de que el da 7 os lo
pueda dar personalmente, ante los achaques que han hecho su aparicin inoportunamente en sus vsperas, he
optado por dar forma escrita a este ltimo mensaje que recibiris de m como Presidente Regional de la CTC.
Habis sido convocados en Asamblea Regional para, entre otras cosas, renovar los cargos de la Junta
Regional. Esa renovacin ha de pasar necesariamente por un relevo en su cabeza, lo cual implica, por mi
parte, devolveros el cargo que me conferisteis al fallecer nuestro llorado don Salvador Ferrando Cabedo y
que completaba la responsabilidad adquirida en 1986 como miembro en representacin del Reino de
Valencia de la Junta de Gobierno nacional de la CTC, por indicacin del mismo don Salvador y por votacin
de los participantes en el congreso fundacional. Estar a frente de la Comunin Tradicionalista valenciana ha
sido el mayor logro pblico de mi vida, mi ms alto honor.
La confianza otorgada y mantenida tantos aos merece mi agradecimiento sincero. Tanto como la
colaboracin encontrada en quienes han compartido conmigo las tareas de direccin del carlismo valenciano.
Por su proximidad he de mencionar en primer lugar a Pepe Monzons, que ha suplido mis limitaciones de
todo tipo como un verdadero alter ego. Y a los dos presidentes provinciales que dan sentido geogrfico a la
Junta que cesa: Vicente Febrer por Valencia, y Alberto Adn por Castelln. A Jos Romero Ferrer, archivo
viviente, que desde las secretaras del Crculo San Miguel, la Junta Provincial de Valencia y la Junta
Regional, ha dado continuidad a la labor poltica conjunta. A Vicente Porcar, siempre dispuesto a trabajar
eficaz y discretamente, desde los lejanos tiempos de la AET. A las nuevas aportaciones que han revitalizado
la Causa en los ltimos aos y que han sido verdaderos dones gratuitos de Dios: Jess Blasco, Cristbal
Castn, Vctor Puigdengolas, Luis Ignacio Amors por citar solamente los que gozan de vida y figuran enel ltimo organigrama de la Junta Regional. Y a Luis Prez Domingo, maestro de carlistas, que nos ayuda a
ordenar las ideas y los pasos del camino. Todos los presentes os podis considerar incluidos en esta relacin,
que aun as sera inacabada, sobre todo si comenzara a enumerar a quienes ya nos han precedido en la
llegada a la Patria definitiva. Cabra aadir los nombres de inolvidables jefes y compaeros de la Junta de
Gobierno anteriores y actuales.
Para facilitar una nueva etapa, hace unos meses nombr Secretario General con poderes ejecutivos a Jess
Jos Blasco Lagunilla. A l le he encargado de convocar esta Asamblea. A vosotros corresponde tomar
decisiones y elegir cargos. Os deseo aciertos para bien de la Causa.
Los aos que nos ha correspondido arar el campo no han sido precisamente los ms gloriosos de la reciente
Historia carlista. Ya sabemos que, entre nosotros, lo de todos juntos en unin es ms un verso del
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Oriamendi que una constante de normalidad. Pero, al menos, desde 1986, en el seno de la CTC,
aprovechando la lamentable orfandad dinstica, estamos conviviendo carlistas de distintas procedencias, si
bien con las inevitables disidencias ms de origen temperamental que ideolgico. Al margen y aun en contra
de la CTC hay correligionarios que han seguido las estelas de Don Carlos Hugo y Don Sixto Enrique. Y la
relacin con ellos no ha estado exenta de dificultades y malentendidos, que, en ningn caso, han favorecido
el acercamiento hacia la familia usurpadora.
En todo caso la deriva revolucionaria en que desemboc la llamada Transicin, ha marcado nuestros
frentes de combate: antes que las reivindicaciones dinsticas han merecido nuestra atencin los atentados
contra la religin, la vida, la familia, la moral, la unidad de la nacin, la identidad regional valenciana y las
necesidades primarias insatisfechas por las consecuencias de la crisis econmica. En estas batallas no hemos
estado solos. Hemos compartido calle y pancarta, salones de actos y publicaciones con otras fuerzas. Hemos
respetado y hemos conseguido respeto. Siempre en un sector minoritario con honor, pero sin relevancia
electoral.
Nos hemos relacionado sincera y respetuosamente con las altas instancias eclesisticas, sin pretender solapar
su papel ni esperar recibir de ellas directrices polticas. Intentamos discernir nuestro campo de actuacin,independientemente de intereses y simpatas.
Tantos aos al pie del can han dado pie a etapas de nimo y a fases de poco gas, por parte ma, a
interferencias no deseadas de mis problemas personales, familiares, laborales o de salud o de edad. Os pido
perdn por no saber o no poder dejar el gobierno de la Comunin al margen de mis avatares.
Otras veces no he sabido encontrar la respuesta deseable a las cuestiones con que nuestro entorno nos ha
interpelado. Y por mi culpa, no ha habido respuesta del carlismo valenciano o sta no ha sido adecuada.
El mantener un principio de disciplina en un partido implica el hacer prevalecer un criterio oficial sobre otro
privado aun digno de respeto. S que he tenido que tomar decisiones ms como jefe que como amigo. Y
tambin pido perdn a los que haya lastimado.
Soy consciente de que, sobre todo, mi ltima fase como Presidente ha estado lejos de paradigmas de
organizacin. He hecho durar mi mandato ms all de mi voluntad de dirigir y ello ha conllevado un
deterioro de la vida social de la Comunin. No he estado a la altura de lo que se me poda exigir. Y, al
marcharme a casa, vuelvo a pediros perdn.
Finalmente, lamento que mi imagen pblica no haya alcanzado la coherencia de dichos y hechos que la
Comunin merece. Simplemente lo que tengo y lo que soy es lo que he podido ofrecer. S que es poco y
tambin pido disculpas por ello.
Una de mis asignaturas pendientes ha sido volver a constituir la organizacin poltica carlista en la provincia
de Alicante. El nico y relativo consuelo es el haber obtenido ms de 2000 votos en la ilgica del sistema,
el mejor resultado obtenido en nuestra regin en esta democracia - en las ltimas elecciones al Senado
presentndome all como candidato de la CTC. Los contactos habidos no han sido suficientes para obtener
los compromisos personales necesarios. Perdonadme y conseguidlo.
Las peculiaridades del carlismo valenciano no son fcilmente asimilables por quienes gustaran de un
modelo de manual. El caso es que, de un modo sui gneris hemos funcionado ms como crculos que como
partido. Las reticencias respecto al rgimen de partidos vienen de lejos, desde la crtica de la monarqua
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parlamentaria decimonnica y los fracasos republicanos, alentada por la cuaresma poltica franquista. Los
crculos culturales surgieron como tapadera de la Comunin Tradicionalista, pero permitieron captar
simpatizantes que no se hubieran atrevido a apoyar a un partido. Y aun hoy los crculos consiguen ms
permeabilidad social que la CTC, a pesar de la formal libertad de asociacin. Deseo a quienes aborden la
actualizacin de la organizacin poltica con ms bros y mejor fortuna que mi equipo que no sacrifiquen a
potencialidades futuribles lo que, con todos sus defectos, constituye lo poco que nos queda.
El anlisis de las fichas de nuestros afiliados evidencia nuestro principal problema: la falta de relevo
generacional. La biologa se presenta como nuestra peor enemiga. El fenmeno de canas y calvas de las
misas dominicales se extiende a nuestras listas. Por ello, la supervivencia de la Causa est vinculada a que se
consiga atraer a gente joven que la prolongue en el tiempo. En tanto hemos de extremar el cuidado de la
convivencia en la misma casa de generaciones dispares, unidas en valores, pero legtimamente diversas en
gustos y estilos. Tambin la nueva realidad sociolgica de Espaa, como pas multitnico, con la pluralidad
cultural que comporta, y los nuevos roles sociales debieran llamar nuestra atencin para hacer de la
Comunin un instrumento adaptado y abierto a los signos de los tiempos, sin bajar la guarda en los
principios.
Si el comps de espera de la orfandad dinstica se alarga demasiado, sin duda la evolucin del carlismo se
ver afectada: Su componente legitimista se diluir progresivamente. La Tradicin se hace sobre la
naturaleza, no a base de artificios genealgicos de aficionados a la herldica. En la medida que la disciplina
de partido y la discrecin me lo ha permitido he intentado tender puentes con la Familia Real. A los me
sucedan les encarezco que trabajen por la reconciliacin con nuestros Prncipes y les faciliten el compromiso
de volver a abanderar la Causa.
Podemos aportar algo a Espaa, algo que justifique nuestra permanencia histrica? Quiero creer que en un
momento de crisis de identidad de Espaa, los carlistas podemos representar un factor de cohesin, un
ncleo de unidad de generaciones, regiones, funciones sociales e incluso maneras de ver el mundo. Si dentro
de nuestra Comunin no se llega a perfilar el modelo que propugnamos, estaremos esterilizando el futuro noslo del carlismo, sino de Espaa.
Hagamos un ejercicio de esperanza, a partir de la fe. Dispongmonos a evolucionar para seguir siendo tiles
y frtiles. Sepamos ser herramientas de Tradicin aunque las apariencias cambien.
Si mi aportacin limitada y discreta cabe en el nuevo proyecto, me tenis a vuestra disposicin. Si mi
presencia dificulta otras ms activas y menos prescindibles, hacdmelo entender: enseadme a envejecer
dignamente.
Que Dios gue vuestro trabajo.
Jos Miguel Orts Timoner