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INDICE GENERALDEDICATORIA......3AGRADECIMIENTO..............................4PRESENTACION...........................5INTRODUCCION............................6

1. Enjuiciamiento social de la labor del abogado .72. El papel del abogado122.1. Formas de manifestacin.143. Dimensiones de la abogaca..144. Estilo Profesional..185. tica profesional195.1. El secreto profesional ..235.2. tica judicial 255.2.1. Principios de la tica judicial ..285.2.1.1. Conciencia funcional ..295.2.1.2. Independencia ..295.2.1.3. Imparcialidad .305.2.1.4. Capacitacin Permanente..305.2.1.5. Prudencia 305.2.1.6. Justicia .315.2.1.7. Diligencia.315.2.1.8. Decoro .315.2.1.9. Honestidad .315.2.1.10. Afabilidad ...325.2.1.11. Responsabilidad institucional 325.2.1.12. Fortaleza .325.2.1.13. Austeridad republicana 326. La Justicia ..336.1. Deontologa y falso proceso ..347. El Caso del Juez ..398. La evolucin histrica de la actividad de imparticin de justicia ..41

CONCLUSIONES.............45BIBLIOGRAFIA...48

PRESENTACION

Querido lector, mediante el presente material monogrfico, nos hemos propuesto llegar a usted con la mayor claridad posible exponiendo el tema titulado TICA DEL ABOGADO, donde tratamos sobre el rol del abogado, tica profesional, estilo profesional, etc; haciendo uso de confiable fuente bibliogrfica, revisada y seleccionada detalladamente, con el fin de elaborar un trabajo claro, veraz y confiable.

Nuestro mayor deseo es que este material, sea til y una herramienta necesaria en la evolucin y desarrollo del aprendizaje, una fuente confiable que nos conlleve a adquirir nuevos conocimientos, ya que posee una gran importancia comprender la integracin de la norma, para rellenar los vacos del derecho, conocidos como lagunas.

Esperamos que el trabajo sea del agrado del lector ya que este fue realizado con veracidad, responsabilidad y eficacia.

INTRODUCCION Las responsabilidades del abogado son muchas y expresan una funcin social al servicio de la justicia y el derecho, ya que ayudan a ordenar y conformar la coexistencia social y, al mismo tiempo, mantienen alerta la conciencia del deber, procurando ajustar la condicin humana del letrado dentro de la accin sacramental de la defensa.

El propsito del presente trabajo del enjuiciamiento social de la labor del abogado y en especfico todo lo que un abogado realiza es estimular el pensamiento crtico y la reflexin, contribuyendo en lo posible a familiarizar al lector con tan apasionante informacin. Organizar en pocas pginas la amplia investigacin de los autores sobre el rol del abogado, las dimensiones de la abogaca, la tica profesional, el secreto profesional, etc. es una ardua tarea. Por ello hemos tenido que limitarnos a los autores ms importantes e influyentes en estos temas.

Nuestro objetivo es despertar en el lector el inters por estos temas e incentivarlo a comenzar la apasionante aventura de adentrase en bibliotecas y conectarse con libros de contenido coloso y extraordinario.

1. EL ENJUICIAMIENTO SOCIAL DE LA LABOR DEL ABOGADO:No obstante los esfuerzos de la orden por vincularse permanentemente con una idea del honor casi aristocrtica y con un alto sentido de la moral, la imaginacin popular, la literatura y la filosofa la han cuestionado en algunas oportunidades con irona y hasta con burla.Filsofos y religiosos rechazan el comportamiento social del abogado. Hay reiteradas y terribles advertencias, en el Antiguo y Nuevo Testamento para los abogados y jueves prevaricadores e injustos. El profeta Isaas condena el materialismo de estos, cuando dice: Todos aman el soborno y van tras los presentes; no hacen justicia al hurfano, ni llega a ellos el caso de la viuda (1.23). En el evangelio de san Lucas, Jess menciona a aquellos que dejis de lado la justicia; ay de vosotros hombres de la ley porque agobiis a los dems con cargas abrumadoras, en tanto que por dentro estis lleno de rapia y de iniquidad. Insensatos (11.37 a 48). El apstol san Pablo, en su primera Carta a los Corintios, advierte, a quienes litigan, con estas palabras:Sois vosotros los que hacis injusticia y despojis a los hermanos. No sabis que los inicuos no heredaran el Reino de Dios. No os hagis ilusiones.Pero quien se extiende en sagaces e irnicas apreciaciones sobre la profesin es el escritor irlands Jonathan Swift[SWIFT, Jonathan. Viajes de Gulliver. Barcelona: Salvat, 1969], a efectos de explicar mejor la mentalidad de los abogados. Gulliver le expone un caso al rey de Liliput: Mi vecino, por ejemplo, tiene en mente apoderarse de mi vaca, por lo que contrata a un abogado para que defienda mi derecho, porque es contra las reglas que cualquier hombre pueda defenderse solo. En este caso, como verdadero propietario, me encuentro frente a dos desventajas. La primera: Mi abogado, que practica casi desde la cuna la defensa de la mentira, tendr que ejercitarla de una manera que, por no ser natural a su oficio, lo har con gran torpeza. La segunda: ste debe proceder con gran cuidado, porque el mantenimiento de ellos depende de prorrogar los litigios, contra la necesidad de solucionarlos en forma sumaria. Por ello sufrir seguramente la mala voluntad y el odio de sus hermanos, por considerarlo como uno de los que reduce la prctica de la ley.Frente a esta situacin slo me queda comprar al abogado de mi adversario. Si es hecho con habilidad y destreza facilitar grandemente que obtenga un veredicto favorable, pues ha sido comprobado, despus de cuidadosa observacin de casos y eventos, que la parte que no tiene razn, bajo la direccin de tales expertos, tiene mejores posibilidades de xito.Ante esto, el rey anota que es una lstima que criaturas dotadas de tan prodigiosas habilidades mentales no se inclinaran a ser instructores de otros en sabidura y conocimiento. Gulliver le explica: El estudio de sus negocios, que ellos llamaban profesin, absorba todos sus pensamientos y tomaba todo su tiempo, sin que nada ms les preocupara. Muchos de ellos eran de tanta ignorancia y estupidez que era difcil encontrar, ai cualquier otra profesin, una generacin de hombres ms viles en una conversacin comn; o un grupo que se viese como enemigo de todo conocimiento o estudio, igualmente dispuestos a pervertir la razn general de la humanidad en cualquier tema, tal como lo hacen con la de su oficioEl descrdito de la profesin se institucionaliz durante el Renacimiento, hasta el extremo de que cierta literatura crtica se ha referido al cliente como aquel nufrago que cae en las fauces de un antropfago. En tierras ibricas, una letrilla popular sentenciaba: Todos los abogados van directo al infierno y el camino que los lleva es el derecho. No menos repetido ha sido este ripio: Por un pedazo de huerto litigu contra mi hermano adorado, pero al final el huerto qued en manos de mi abogado.Jos Perla Velaochaga [PERLA VELAOCHAGA, Jos. La abogaca. En: Ius el Praxis, N 4. Lima: Facultad de Derecho y Ciencias Polticas de la Universidad de Lima, 1984] cuenta que los letrados, en lugar de santiguarse en las maanas, decan a sus mujeres: Ruega a Dios, seora, para que disponga a quien nos convenga. Tambin refiere el caso de un campesino que crey que la escuela de juristas de Montpellier era un templo porque haba visto en ella a muchos jvenes, ordenados y silenciosos, sentados en bancos, con sus libros delante. Arrodillado el campesino, en actitud de orar, uno de los jvenes le hace la aclaracin. Al escucharlo, santigundose, aqul exclama: El mundo se ha perdido; en mi pueblo no hay sino un jurista y todo lo ha deshecho. Si le segus vosotros, como sois tantos, destruiris el mundo entero.Otras opiniones consideran a la abogaca no como una actividad peligrosa, sino como algo peor: una profesin intil. El literato espaol Po Baroja [BAROJA, Po. La busca. Barcelona: Salvat, 1972] har decir a uno de sus personajes: Muchacho, no sirves para nada til; entonces estudia para abogado. Un ingls, el escritor y poeta George Gordon, Lord Byron, llega a manifestar: Si tengo un hijo, har de l algo prosaico: ser pirata o abogado.La literatura peruana tampoco es ajena a la diatriba contra los abogados. Ricardo Palma [PALMA, Ricardo. Tradiciones peruanas. Buenos Aires: Codex, 1958], relata cmo un abogado, llegado al cielo, convence a san Pedro y le hace presentar un escrito ante Dios para que le expida el ttulo de portero celestial: San Pedro llev el recurso al Omnipotente, quien despus de destruir el papel le dijo: De seguro que te descuidaste con la puerta y tenemos un abogado en casa. Desde ese da los abogados de la tierra tienen en el cielo uno de la profesin; esto es, un velador y patrn: San Ibo, el santo que la iglesia nos pinta con un gato a los pies, como dicindonos que quien en pleitos se mete, lo menos malo que puede sucederle es salir araado.Ello fue tan escandaloso que hasta el pueblo romano, al saber que al fin un abogado haba conseguido entrar a la corte celestial, no dej de escandalizarse, pues en las fiestas de la canonizacin de san Tbo, cantaron los granujas: 'Advocaus et sartctus, res miranda ppulo .Adase que la figura del abogado litigante -que busca y promueve conflictos en su propio beneficio- y la del incubador de pleitos de Aristfanes -que vende su alma para nutrir el cuerpo- aparecen repetidas veces en las obras de los grandes escritores. Shakespeare, por ejemplo, hace proponer en Enrique VI, acto V [SHAKESPEARE, William. Tragedias. Mxico: W.M. Jackson, 1966]: Lo primero que debiramos hacer es matar a todos los abogados. El propio Manuel Gonzlez Prada [GONZALEZ PRADA, Manuel. Pajinas libres. Horas de lucha. Lima: Biblioteca Ayacucho, 1976], se burla, diciendo: Tienen por cerebro un fongrafo con leyes y decretos; por corazn un legado de pedidos y splicas; por conciencia un monstruo engendrado en el contubernio de la teologa con el derecho romano.Un gran banquero norteamericano, Pierpont Morgan, revelaba: Yo no necesito un abogado para que me diga lo que puedo hacer, lo contrato para que me diga cmo hacer lo que quiero hacer. El propio Marco Tulio Cicern [CICERN, Marco Tulio. Obras completas. Vida y discursos. Buenos Aires: Anaconda, 1946], enfadado con un tal Numancio -a quien haba hecho absolver-, en una ocasin le espetaba: Te figuras que debes tu absolucin a la inocencia y no a mi elocuencia, que fascin a tus jueces. Y otro da, cuando censura a Craso despus de haberlo elogiado pblicamente, dada la reprobacin de ste le expresa: S, quise probar mi elocuencia en la defensa de un ingrato.Escritores latinoamericanos no ven mejor a los abogados. El argentino Jos Hernndez hace decir a su Martn Fierro [HERNANDEZ, Jos. Martn Fierro. Bogot: Oveja Negra, 1987]: Hay muchos que son dotores, y de su ciencia no dudo: mas yo que soy un negro rudo, y aunque de esto poco entiendo, estoy diariamente viendo que ellos aplican la del embudo. Y el nicaragense Rubn Daro escribe en su poema Un pleito [DARIO, Rubn. Obras completas. Madrid: Aguilar, 1961]:[...] y el mono muy satisfecho de su honrada profesin, muestra su disposicin para ejercer el derecho [...] Y cuando del queso aqul, quedan tan pocos pedazos que mueven los brazos de la balanza en el fiel, el mono guarda el queso, y a los gatos les responde: Y esto a m me corresponde por las costas del proceso.Leonardo Seiascia [SEIASCIA, Leonardo. Archivo de Egipto. Bogot: Oveja Negra, 1985], reconoce en los abogados habilidades alqumicas o pictricas sobre la verdad y la mentira: Vosotros los abogados tenis tan acentuada la costumbre de convertir la mentira en verdad, en poner a una los cotones de la otra, que llegis siempre a un punto en el que ya no sois capaces e distinguir ms entre ambas; tal como el artista Serpotta, que vesta con ropas bellsimas a las mujeres de mal vivir y las haca posar para sus imgenes de la virtud.Y Honorato de Balzac en una de sus novelas refiere el siguiente consejo [BALZAC, Honorato de. Pap Goriot. Mxico: Porra, 1983]: Tenemos que comemos en primer lugar los cdigos. La cosa no es tan divertida ni ensea nada, pero se tiene que hacer. Despus nos haremos abogados para alcanzar la presidencia de una sala de justicia y enviar al presidio a pobres diablos que valen ms que nosotros.Por otro lado, en determinadas circunstancias histricas, la abogaca ha sido temporalmente proscrita o gravemente amenazada ai su cabal ejercicio. En algunos casos, la causa ha sido un cuestionamiento moral; en otros, la accin arbitraria de un poder irritado por la lucha de los letrados en pro de la justicia y la libertad. Veamos algunas muestras.Los Reyes Catlicos restringieron el ejercicio de la abogaca en las colonias, entre 1516 y 1528.En la segunda expedicin de Cristbal Coln a las Indias, los monarcas espaoles dieron una disposicin legal prohibiendo el embarque de moriscos, judos y abogados, para evitar conflictos en las nuevas tierras.En una sesin del cabildo de Buenos Aires, de 27 de octubre de 1613, se neg el ingreso de tres abogados invocndose las Ordenanzas de Toledo, donde se prohiba que en los asientos mineros, fronteras y nuevas poblaciones hubiese abogados. La razn de esta negativa radicaba en que la experiencia ha demostrado el dao de haber letrados en este puerto [...] porque con su asistencia no faltan pleitos, trampas, maraas y otras discusiones que han resultado a los pobres vecinos y moradores, desinquietudes, gastos y prdidas de hacienda.El rey de Prusia, Federico II el Grande [Citado por MONTELLANOS CALVA, Juan. Federico II el Grande. Mxico: Trabuco, 1939] (1712-1786) tras calificar a los abogados como sanguijuelas y venenosos reptiles, lleg a prometer llevar al patbulo a quien intentase interceder por un indulto o gracia para un soldado, o ahorcarlo sin piedad ni contemplaciones de ninguna clase y colgar a su lado a un perro.Durante la vigencia del Imperio de Austria-Hungra, gobernado por los Habsburgo (1867-1918), se dict el Corpus Iuris Fredisicianum, de 1871, donde se suprimi el ejercicio profesional, aunque sin mayor xito.El 24 de octubre de 1793, durante el periodo de la Revolucin Francesa conocido como del Gobierno del Terror Revolucionario, se suprimi la orden de abogados. Esta medida fue abrogada en 1810 por Napolen Bonaparte [Cfr. GRUPO 16. Napolen Bonaparte (serie Cuadernos de Historia). Madrid: Grupo 16,1986] -consumado y abierto enemigo de los abogados-, muy a su pesar, no sin negarse hasta el final a firmar el decreto aludido, con estas palabras: Ese decreto es absurdo y no deja ningn asidero, ni accin contra ellos; stos son artesanos de crmenes y traiciones. Mientras yo tenga la espada en la mano, jams fumar tal decreto. Yo quiero que pueda cortarse la lengua a todo abogado que se vuelva contra el gobierno.Empero, ms all de estas crticas y de los amagos por desterrara del rubro de las profesiones liberales, el ejercicio de la abogaca en manos de personas dotadas de valores, conocimientos y experiencia, ha dado muestras cabales y contundentes de su servicio a la sociedad. De esta opinin era Maximiliano Robespierre [Citado por ALZAMORA VALDEZ, Mario. Introduccin a la ciencia del derecho. Lima: Liborio Estrada, 1972], cuando expresaba: La abogaca es una profesin que ha conservado desde el comienzo de la historia el valor de decir la verdad; que ha osado sostener y defender el derecho del hombre humilde. El lder de la Revolucin Francesa lleg a afirmar que el abogado era la expresin del apoyo a la inocencia y un azote para el delito.2. EL PAPEL DE LOS ABOGADOS [Cfr. UNIVERSIDAD PARTICULAR SAN MARTN DE PORRES. El Jurista. Revista Peruana de Derecho, N 1. Lima: Facultad de Derecho de la Universidad Particular San Martn de Porres, enero de 1991]La importancia de la profesin radica en la categora de los valores ticos con que el abogado acta y en los bienes jurdicos que su accin representa; de l dependen, en cierto modo, los destinos de la justicia, la paz y la solidaridad. Sus servicios, bsquedas y esperanzas inciden sobre la libertad, la consagracin de la dignidad, la restauracin del honor y el patrimonio, y hasta sobre el sosiego y la calma interior. Tan cierto es que la plenitud de nuestro plano ntimo y coexistencial se encuentra confiado a su probidad, experiencia, conocimiento y responsabilidad, como que la totalidad del ordenamiento legal de un pas se encuentra sujeto a su tutela o vigilancia. Como se afirm del abogado en el prembulo de la Ordenanza de Abogados del Reich de 1936: Es el competente y asiduo representante en todos los cargos jurdicos. Su profesin no es una industria, sino un servicio al derecho.El abogado desempea una plural actividad privada que rene aspectos como la absolucin de consultas; el consejo y asesoramiento para orientar y guiar la conducta personal o el comportamiento industrial, comercial y laboral; la defensora litigiosa a favor de un cliente; etc. Como actividad pblica, la abogaca implica un servicio a los fines y valores del derecho a travs del Estado, va la funcin notarial, jurisdiccional, fiscal, etc.Desde otra perspectiva, el abogado colabora con la administracin de justicia al traducir la palabra de su cliente al lenguaje de la ley; la oscuridad de los planteamientos de los litigantes y la falta de referencia a las disposiciones legales aplicables dificultaran grandemente la funcin judicial, si el abogado no ayudara al juzgador a dar orden y agilidad al proceso. El abogado acumula los materiales del litigio y los arma de manera lgica para presentarlos de manera clara y tcnica. Busca promover la declaracin y racional realizacin del derecho. Tiene la misin de la iniciativa procesal.Aunque algunos funcionarios pblicos llevan el titulo de promotores de la justicia, es al abogado a quien, en esencia, corresponde el ejercicio de esa misin. Si bien intercede por un cliente, lo hace en forma casi sacramental, como peticin; todo lo dems que acontezca, hasta la sentencia, deriva de aquel acto inicial llamado demanda, querella o recurso.El abogado es el primero en advertir, al fundamentar sus escritos y alegaciones, los problemas prcticos de la realidad social no previstos dada la generalidad de las normas. Es tambin quien propone a los tribunales la interpretacin que flexibiliza y adapta la ley a los casos ms inesperados.Para que el ejercicio de la profesin de abogado pudiera ser realmente til a la sociedad, sera bueno tener presente las consideraciones expuestas por Marco Tulio Cicern [CICERN. Marco Tulio. El arte forense separata). Lima: Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1972]: Dad a un hombre todas las dotes del espritu, dadle todas las bondades del carcter, hacer que todo lo haya visto, que todo lo haya aprendido y retenido; que haya trabajado durante treinta aos de su vida y que sea justo, literato, critico y moralista; que tenga la experiencia de un viejo y la infalible memoria de un juez; y tal vez pueda ser un abogado completo.2.1. Formas de manifestacinEn la actualidad, esta profesin tiene las siguientes formas de manifestacin:Magistrado. Funcionario pblico facultado para administrar justicia. Abogado patrocinante. Profesional que se encarga de la defensa del honor, la libertad, el patrimonio, etctera, de un cliente.Fiscal. Representante publico de la sociedad en juicio. Defensor de valores e intereses gregarios.Jurista. Profesional versado en la ciencia del derecho, dedicado a la resolucin de las dudas o consultas jurdicas, agente de la doctrina.Notario. Funcionario pblico autorizado para dar fe, conforme a las leyes, de los contratos, testamentos y otros asantos no contenciosos.Asesor. Profesional encargado de recomendar, sugerir e ilustrar sobre los aspectos legales, en las entidades pblicas y privadas.Maestro universitario. Profesional vinculado a la enseanza o transmisin de los conocimientos del derecho en los centros de estudios superiores.3. DIMENSIONES DE LA ABOGACIALas responsabilidades del abogado aseguran la jerarqua del ministerio de la abogaca, en tanto expresan una funcin social al servicio de la justicia y el derecho. As es, pues ayudan a ordenar y conformar la coexistencia social y, al mismo tiempo, mantienen alerta la conciencia del deber, procurando ajustar la condicin humana del letrado dentro de la accin sacramental de la defensa.La abogaca y la forma de su ejecucin son fruto de la experiencia histrica. Su accionar, su conjunto de ideales cambian en la medida en que aparecen sucesivamente en el tiempo nuevos problemas intersubjetivos que se hacen presentes ante el espritu del hombre.En la actualidad, el derecho intenta plasmar valores y alcanzar fines que en determinadas circunstancias colisionan y luchan entre s. Alii aparecen en conflicto el orden con la libertad, la seguridad con la justicia. Por eso, el abogado est obligado a hacer de su actividad una unin de arte, poltica, tica y accin. Sobre esto tratamos en los siguientes tems:a)EI arteEste representa una suerte de habilidad, talento y destreza adscritos a un mtodo o conjunto de reglas, para encontrar de una manera correcta las dimensiones de la justicia (el filsofo Augusta Salazar Bondy [SALAZAR BONDY, Augusta. Breve vocabulario filosfico. Lima: Universo, 1967] refiere el arte al proceso, sistema y resultado de la creacin esttica). Estas reglas -adems de otras-pueden encontrarse en las tcnicas de elaboracin, interpretacin, aplicacin e integracin de las normas jurdicas, aunque carecen de absolutez si es que no cuentan con el auxilio de la inagotable aptitud vivificadora e imaginativa del hombre.El arte del manejo de las normas se encuentra sustentado fundamentalmente en la exquisita dignidad de su propia razn de ser, confiado en las manos del abogado. El perfil de este se plasma como orador y escritor, por lo que es dos veces artista; en caso contrario, deviene en un mero jornalero del derecho; un ser que coloca frases sobre un escrito, que balbucea conceptos ante un foro, pero que jams se convierte en un verdadero defensor de sus congneres, de la sociedad y de la justicia. No debe olvidarse que, en gran medida, la abogaca se ciment en la lucidez del ingenio hecho verbo persuasivo o escrito convincente.b)La polticaEsta alude a la responsabilidad que tiene el abogado de ayudar, a travs de sus conocimientos y experiencia, a conciliar dentro de una sociedad el orden con la libertad. En un contexto donde el cuerpo poltico tiene como imperativo el brindarse al servicio de la persona dentro de un clima de paz, tranquilidad y sosiego, el abogado cumple una tarea casi sacramental. Como expresa Eduardo Couture [COUTURE, Eduardo. Los mandamientos del abogado.Buenos Aires: Depalma, 1950]: La profesin demanda en todo caso el sereno sosiego de la experiencia y del adoctrinamiento en la justicia, pero cuando la anarqua, el despotismo o el menosprecio a la condicin del hombre sacuden las instituciones y hacen temblar los derechos individuales, entonces la abogaca es militancia en la lucha por la libertad.Desde nuestra perspectiva, el abogado es alabardero del orden contra el caos y la anarqua. Pero es tambin soldado de la causa de la libertad, cuando esta es asfixiada dentro de un orden antidemocrtico, prepotente y envilecedor de la dignidad humana.c) La ticaEsta alude a un conjunto de principios que fundamentan el obrar humano. El ejercicio de la abogaca puede ser un constante ejercicio de virtud: la virtud abogadil se manifiesta como una integridad de nimo y bondad de vida, como un habito y disposicin de la voluntad dirigidos a ejercitar la abogaca de conformidad con los valores que la sustentan.Un ejemplo que viene al caso es la inmolacin de Papiniano -uno de los grandes jurisconsultos romanos- quien prefiri perder la vida antes que usar sus conocimientos en defensa del fratricida Caracalla (emperador romano entre los aos 211-217), personaje que se haba hecho del poder mediante el asesinato de su hermano Geta. Papiniano se neg a defender al fratricida, espetndole: Es ms fcil cometer un crimen, que justificarlo. Ello le cost la vidaNo menos pertinente es esta advertencia de santo Tomas de Aquino [Citado por BARTLES SARRIA, Gonzalo. Los abogados la sociedad. La Paz: Punto y Coma, 1980]: Los indecentes no pueden abogar, ya que si no aplican para s mismos el criterio de lo justo, mal podran ser defensores de lo justo a favor de los otros. Esto est muy cerca de aquella opinin segn la cual la abogaca puede ser la ms honorable de las profesiones o el ms vil de los oficios. Como anota Gonzalo Bartles Sarria [BARTLES SARRIA, Gonzalo. Op. cit.]:Preocupados por su inters patrimonial, los abogados terminan llevando a los tribunales un caso al que solo su entrenada razn les permite frasearlo, dndole un grado artificial de vera similitudLa experiencia demuestra que el abogado puede sentirse tentado de servirse de su superioridad tcnico-jurdica, para escamotear alguna de las dimensiones de la tica, y as puede desembocar en el legalismo. Un dicho popular repulsivo seala: