Diaz-Andreu M 2014 Turismo y Arqueologia--mirada Historica-libre

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    ISSN 0185-1225

    Julio 2014

    ANALESDE

    ANTROPOLOGA

    Volumen 48-II

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    TURISMO Y ARQUEOLOGA. UNA MIRADA HISTRICA AUNA RELACIN SILENCIADA

    Margarita Daz-AndreuICREA-Universitat de Barcelona

    Resumen: Durante el siglo XIX y principios del XX se produjo, por un lado, el desarrollo de laprofesionalizacin de la arqueologa y, por el otro, la aparicin del inters delos Estados en laindustria del turismo. Los investigadores han analizado estos dos procesos como si se tratara deactuaciones separadas, uno enfocado hacia el incremento del saber sobre el pasado para consolidarla estructura histrica que sustentaba la memoria nacional, y el otro centrado en el beneficioeconmico que conllevan las actividades relacionadas con el ocio. En este artculo se analizar siel desarrollo de estos dos factores, turismo arqueolgico y profesionalizacin de la arqueologa, hasido totalmente independiente el uno del otro. Investigaciones preliminares sugieren que han

    estado hasta cierto punto conectados, especialmente en pases con ruinas monumentales. Seanalizar su posible relacin y de qu forma han estado vinculados al nacionalismo, y msrecientemente, al mercantilismo.

    Palabras clave: turismo arqueolgico; arqueologa; nacionalismo; mercantilismo.

    TOURISM AND ARCHEOLOGY. A HISTORICAL LOOK

    TO A SILENCED RELATIONSHIP

    Abstract: The Nineteenth and early Twentieth Centuries saw the development of theprofessionalization of archaeology and also the emergence of government interest in the tourismindustry. Researchers have analyzed these two phenomena as ifthey were separate processes; thefirst centered on increased knowledge of the national past and the second focused on the economicbenefit brought by leisure activities. This paper analyzes whether these two developments,archaeological tourism and the professionalization of archeology, have actually evolvedindependently of each other. Preliminary research suggests that they have been, at least in somecountries, especially in those with monumental ruins. This paper analyzes the possible relationshipbetween these developments and the extent to which they are connected, first to nationalism andmore recently to commodification.

    Keywords: archaeological tourism; archaeology; nationalism; commodification.

    Anales de Antropologa, 48-II (2014), 9-40, ISSN: 0185-1225

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    INTRODUCCIN. ARQUEOLOGA Y

    TURISMO:

    DEL NACIONALISMO AL MERCANTILISMO

    To neglect heritage isa cardinal sin, to invoke

    it a national duty

    Lowenthal 1998: XIII

    En este artculo se analiza desde una perspectiva diacrnica la conexin entre unadisciplina cientfica, la arqueologa, y una actividad relacionada con el ocio, elturismo. Como tratar de exponer en las prximas pginas de este trabajo, a pesar de su

    tan diferente naturaleza, la visin histrica del desarrollo de ambas deja claro que eldestino de una y otra han estado conectados desde hace largo tiempo. Si esto no se vereflejado adecuadamente en las historias de la arqueologa (o del turismo) es porquestas se han centrado en estudiar o bien el desarrollo interno de las ideas segn se ibanhaciendo nuevos descubrimientos o surgiendo nuevas propuestas en el debateinterdisciplinario, o bien las circunstancias sociopolticas en las que todo lo anteriortuvo lugar. Este trabajo de alguna manera se podra asociar con este ltimo tipo deperspectiva pero lo hace de una forma diferente, prestando atencin a cmo laarqueologa se inserta en la sociedad a travs del ocio.

    Quiz sea conveniente definir qu entendemos por los trminos que estn en labase del anlisis antes de comenzar la exploracin histrica de tal relacin. LaOrganizacin Mundial del Turismo (OMT) precisa que el turismo "comprende lasactividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintosa los de su entorno habitual, por un periodo de tiempo consecutivo inferior a un ao,con fines de ocio, por negocios u otros motivos" (OMT 2001). Las actividades a lasque se refiere esta definicin, sin embargo, pueden ser mltiples, lo que da lugar atipos diferentes de turismo: de playa y sol, rural, ecolgico y, entre un largo etctera, elcultural. Es ste el que ofrece al turista la posibilidad de conocer la faceta cultural dellugar que se visita, lo que incluye acercarse al arte, la historia, los aspectos

    socioeconmicos y medioambientales, el estilo de vida, las festividades, tradiciones ycostumbres de la gente que habita el territorio visitado. Un subtipo de turismo culturales el patrimonial, que es el que aqu nos interesa, en especial en todo lo referente alpatrimonio arqueolgico. Segn la UNESCO, "El patrimonio cultural es el legado querecibimos del pasado, lo que vivimos en el presente y lo que transmitimos a futurasgeneraciones" (Gua2012).

    Arqueologa es un trmino que puede tener varios significados. Hasta hace pocosaos en muchos pases de la Europa occidental, y entre ellos en Espaa, se asociabacon la historia del arte clsico (mis propios recuerdos de la asignatura de Arqueologa

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    en la universidad me llevan a Praxteles ya los distintos rdenes arquitectnicos de la

    arquitectura griega). Esta acepcin, que proviene del mundo alemn y francs, estsiendo sustituida a nivel mundial por otra, procedente del mundo angloparlante, que esla que se utilizar en este trabajo y que entiende la arqueologa como el estudio delpasado a travs de sus restos materiales producidos por generaciones ya desaparecidas.Por extensin, este vocablo se asocia igualmente con la profesin que se dedica a estosmenesteres. Lo que se pretende en este artculo es ver cmo, en qu manera y hasta qugrado estas dos actividades que acabo de definir, turismo y arqueologa, estnrelacionadas.

    La propuesta que desarrollar en estas pginas se centra en la idea de que en la

    base de la conexin entre turismo y arqueologa est el nacionalismo y, sustentando suacercamiento actual, el mercantilismo. Sobre la conexin entre nacionalismo yarqueologa ya he tratado en otros lugares (de forma ms general en Daz-Andreu2007, pero en ejemplos concretos en muchos otros escritos), pero en mis trabajosanteriores nunca me he detenido a ver las implicaciones que tal relacin puede tenerpara el turismo. Repasar brevemente algunas de las ideas ya expuestas en otros sitios.El nacionalismo es una ideologa poltica que se impone desde finales del siglo XVIIIen algunos pases y se va extendiendo gradualmente a otros hasta ser aceptada a nivelmundial a principios del XX. Esta ideologa defiende que la base del sistema poltico esla nacin. Ahora bien, qu es la nacin? Cmo se demuestra que existe una nacin?

    El diccionario de la Real Academia Espaola define nacin de varias formas, como"Conjunto de los habitantes de un pas regido por el mismo gobierno" o "Territorio deese pas", o incluso "Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmentehablan un mismo idioma y tienen una tradicin comn". No muchos de los habitantesde territorios colonizados concordaran con la primera acepcin, mientras que lasegunda parece que se queda corta, puesto que presupone la tercera en la definicin delterritorio. Lo que la ltima no avisa es que normalmente ese conjunto de personasaludirn a su tradicin comn, es decir, a su historia comn, para definirse como naciny que esto les da derecho a exigir la autodeterminacin. Esto convierte a la historia en

    una pieza clave legitimadora de la nacin y todo resto del pasado -sea ste inmaterial omaterial, contando entre los ltimos documentos, ruinas, yacimientos u objetosarqueolgicos- queda de alguna forma integrado en la narrativa histrica del devenirnacional. El nacionalismo, por tanto, explica el desarrollo de la arqueologa comodisciplina cientfica, puesto que el Estado es el primer interesado en tener profesionalesque desarrollen una retrica histrica que lo sustente ideolgicamente, que mantengan

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    organizados los restos del pasado enarchivos y museos y que enseen a generaciones

    futuraslas claves histricas de la propia nacin.Y el turismo? Por supuesto que su emergencia no est directamente relacionada

    con el nacionalismo, sino con la aparicin de tiempo para el ocio entre un sector cadavez ms amplio de la sociedad, algo que deja de ser exclusivo de la aristocracia tras eldesarrollo de las clases medias en el periodo de la industrializacin del siglo XIX. Perosi el turismo no surge por el nacionalismo, lo que esta ideologa s que explica es elinters de los turistas por los monumentos histricos y otros restos del pasado y porvisitar los museos arqueolgicos, que son las instalaciones donde se puede ver yaprender sobre el pasado de la nacin (o de una localidad o regin entendida como

    componente de sta). El inters del turista por lo cultural no es neutro, sinohistricamente contingente y comprensible dentro del universo nacionalista. Turismo yarqueologa quedan, por tanto, entrelazados. El discurso nacional, evidentemente, novalora todo por igual, sino que resalta los periodos que se perciben como ms gloriosospara el pasado de la nacin. De esta manera no todas las reliquias del pasado seducen alturista por igual -unas lo harn ms que otras en parte dependiendo de las narrativasnacionalistas aprendidas y asumidas y de las imaginaciones sobre ellas internalizadas.Claro que esta atraccin se ver favorecida por una mayor inversin del Estado haciasu presentacin, puesto que el turismo es uno ms de los mecanismos de propagandadel Estado-nacin (ver el caso de Singapur en Leong 1989). En condiciones normales,

    este apoyo econmico queda oculto por parecer natural, y por tanto es uno ms de losdispositivos banales con los que se simboliza la nacin (cf. Billig 1995). Su verdaderanaturaleza poltica queda clara, sin embargo, en las ocasiones en las que hay cambiosen las fronteras de las naciones, ya sea por la independencia conseguida por lasantiguas colonias o la fragmentacin de pases (como Yugoslavia) o la reunificacin deotros (pensemos en la Italia decimonnica o la Alemania de finales del XX), en los quese produce un cambio de la interpretacin tnica de los restos arqueolgicos y, portanto, de lo que se ensea al turista y de cmo se le ensea.

    Explicada la base que enlaza turismo y arqueologa, en las siguientes pginas de

    este trabajo expondr cmo tal relacin ha cambiado a lo largo de los siglos y lastransformaciones que el mercantilismo est llevando a la misma.

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    ENTRE EL COLECCIONISMO ELITISTA Y LAFASCINACIN POR EL PASADO (SIGLO XVIII)

    Recorremos grandes caminos y cruzamos el agua para ver lo que

    solemos despreciar si lo tenemos a mano. Esto es porque la naturaleza

    ha dispuesto las cosas de manera que vamos tras lo que est lejos y

    permanecemos indiferentes a lo cercano o porque cualquier deseo

    pierde su intensidad al ser satisfechofcilmente o porque posponemos

    todo lo que podemos ver siempre que queremos, con la seguridad de que

    a menudo tendremos la oportunidad de hacerla. Cualquiera que sea la

    razn, hay muchas cosas en nuestra ciudad y sus alrededores de las que

    ni siquiera hemos escuchado hablar; mucho menos visto; sin embargo,

    si estuvieran en Grecia, enEgipto oenAsia ... habramos odo todo deellas, ledo todo acerca de ellas, visto todo lo que hubiera que ver.

    Plinio elJoven, en Goeldner y Brent Ritchie 2012: 29.

    La descripcin que acabamos de leer arriba, realizada por Plinio elJoven en elsiglo IIde nuestra era, podra identificarse con la de un turista actual, pero en realidadproviene de un contexto muy diferente. Claro que elnombre de "turista" aparece haciael siglo XIX en un mundo muy distinto al del romano y conlleva una serie decondiciones econmicas que no existan hasta hace dos centurias. Lo que el texto

    resalta es la curiosidad que caracteriza a los humanos, que lleva a determinadaspersonas a trasladarse con el fin de descubrir lo que hay ms all de su mbitogeogrfico. Para este desplazamiento hace falta una infraestructura y las bases de stase comienzan a construir en el mundo antiguo, pero los viajes slo adquirirn fuerzacomo fenmeno de masas, y por tanto slo se podrn identificar con el turismo tal ycomo hoy lo entendemos, hasta mucho despus.

    Los romanos no fueron los primeros en mostrar curiosidad sobre tierras lejanas ydesplazarse hacia ellas: se habla de los sumerios como aquellos que, al inventar lamoneda, hicieron posible pagar por servicios y, por tanto, como los iniciadoresremotos del turismo. Tambin sabemos que las distintas civilizaciones mesopotmicas

    desarrollaron una red de caminos que una las principales ciudades y que igualmentese crearon redes de transporte en Asia central -en China- en la zona donde seestablecera lo que se denomin la Ruta de la Seda. Tambin en India, Nepal,Tailandia, Irn, etc., se organizaron rutas de peregrinaje, que algunos identifican (deuna manera en gran medida forzada, a mi entender) con elturismo (Sofield y Li 1998).En ocasiones eldesplazamiento fluvial sustituy los caminos: en Egipto las carreterasno eran tan necesarias puesto que muchos de los traslados se hacan por el Nilo ytenemos noticias de viajes de placer realizados por faraones y por gente ms humildeque acudan a fiestas organizadas en otras localidades (Goeldnery Brent Ritchie 2012:

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    29-30). Entre los griegos observamos que Herdoto viaj por todo el Mediterrneo

    oriental, lleg hasta Babilonia (Goeldner y Brent Ritchie 2012: 33), y la primera guaconservada est relacionada con Grecia, aunque sea de poca romana: Pausaniasescribi una Gua del viajero de Grecia entre 160 y 180 de (Goeldner y Brent Ritchie2012: 31). Durante la poca medieval fue fundamental el peregrinaje religioso y elatesoramiento de reliquias. Pero todo esto son precedentes y no turismo propiamentedicho.

    Tanto el coleccionismo como elviaje de placer resurgieron con fuerza en la EdadModerna, en la que hay que destacar elGrand tour, un recorrido que durante los siglosXVII y, sobre todo, XVIII todo joven de familia acomodada de pases como Gran

    Bretaa se supona deba de hacer en Italia -Gnova, Miln, Florencia, Venecia, Romay Npoles- pasando de camino cierto tiempo en Pars. Se calcula que de unos quince aveinte mil turistas britnicos estaban de viaje cada ao en el extranjero en el sigloXVIII (es decir, un 0.2-0.3% del total de la poblacin), cifra que aument a unoscincuenta mil en los aos treinta delXIX (Towner 1985: 304-305). Es en elGrand tourdonde, a mi entender, podemos ver el autntico origen del turismo como tal; lacantidad dejvenes, fundamentalmente europeos (y alguno que otro norteamericano),realizando estos viajes, hace que se establezcan una serie de servicios para facilitarlos,que incluyen la apertura de pensiones y la organizacin de tertulias y salones.Asociado al Grand tour se desarrolla tambin una literatura de viajes, se organizan

    albergues y se producen las primeras reproducciones que se pueden llevar los viajerosde vuelta a casa.

    La eleccin de Italia como destino del Grand tour no es casual: en este momentoanterior al nacionalismo propiamente dicho, el origen de las naciones no se buscanecesariamente en las propias ruinas sino en elmundo clsico delcual los Estados mspoderosos del momento sienten ser sus legtimos herederos. Las clases dirigentes delnorte de Europa se adjudican la responsabilidad de cuidar de la antorcha de lacivilizacin que imaginan han recogido del mundo griego y romano. As, los querealizan elGrand tour, losjvenes "touristas", tienen la obligacin de visitar ruinas

    arqueolgicas y familiarizarse con la escultura clsica como forma de experimentar elpasado y absorber su sabidura. Se tienen que contentar con lo que pueden visitar en lapennsula italiana, pues Grecia queda todava inaccesible a los occidentales por serparte del Imperio Otomano. Ocasionalmente se incluyen en la ruta otros pases, comoEspaa (Freixa 1994) y, ya en el XIX, Amrica (Liebersohn 1998; Trifilo 1959), perocomo ya he mencionado, el foco de atencin es Italia. Aunque no insistamos en elloms adelante, los viajes de aprendizaje continuarn durante el siglo XIX con la incor-

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    poracin de las clases medias que acudiran a Italia y a otros pases, como Espaa

    (Prez-Juez 2006: 59-65).Los restos arqueolgicos que ms impacto tienen en esta poca son los de Roma,

    ciudad en la que varios de los monumentos clsicos todava se mantienen en pie ydonde varias excavaciones arqueolgicas estn en curso bajo mandato papal, teniendocomo fin el obtener innumerables restos para las colecciones del Vaticano. La estanciaen la antigua capital del imperio romano ejerce sobre los jvenes una poderosainfluencia de la que quedan mltiples testigos de su recuerdo posterior a lo largo de susvidas (Black 2003; Dyson 1998: 3-6). Desde la dcada de 1750, tras la visita a Roma sehace obligado el desplazarse hasta los yacimientos ms meridionales de Herculano,

    Pompeya y Estabia, ciudades enterradas por la erupcin del Vesubio en el ao 79 denuestra era, cuyos restos se descubren en el siglo XVIII. Herculano se hab reconocidoal encontrar esculturas y otros objetos antiguos en la excavacin un pozo en una fincacomprada por el prncipe Carlos, el futuro rey de Espaa. Las excavaciones tienenlugar entre 1738 y 1776 (Mora 1998; Parslow 1995). En cuanto a Pompeya, lostrabajos empiezan en 1748 y todava siguen su curso en el siglo XIX (Bignamini 2004;Cooley 2003), mientras que Estabia se excava entre 1749 y 1782 (tienne 1992; Mora1998: 108-110).

    Alrededor del Grand tour surge un boyante comercio de antigedades cuya otracara de la moneda es el floreciente negocio de las falsificaciones. Ambos cubren la

    demanda de objetos arqueolgicos que los viajeros vidamente compran para llevarlosconsigo de vuelta a su pas y exponerlos en sus seoriales mansiones. Tambin paraellos se vende una gran cantidad de cuadros con reproducciones de paisajes y escenasen los que abundan las ruinas arqueolgicas, como los realizados por el artistaPiranesi. En este contexto se publican obras y literatura ms especializada, comoLahistoria del arte en la Antigedad de Johann Joachim Winckelmann (1764), que seconvierteen obra de consulta de viajeros y por tanto tiene gran influencia ms all delos crculos acadmicos.

    Toda esta fascinacin hacia las antigedades clsicas se extiende a otros tipos de

    arqueologa, como la etrusca, o incluso hace una mnima aparicin el inters por laprehistoria. En cuanto a las antigedades etruscas, entran en el circuito del Grand tourpor los entonces recientes descubrimientos publicados por Sir Thomas Dempster en1723 y por los esfuerzos de la Academia Etrusca fundada en 1726 (Cristofani 1983).En otras partes del mundo las antigedades monumentales tambin despiertan inters.Sobre las ruinas de Palenque, por ejemplo, deca en 1784 el capitn general deGuatemala de entonces que eran dignas "de todo mi cuidado por lo que puedenconducir... al honor de la nacin" (en Alcina Franch 1995: 85). Al mismo tiempo, tantoen Latinoamrica como en otras zonas del mundo colonial o por colonizar se llevan a

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    cabo expedicionesen las que se recopila informacin sobre ruinas monumentales. As,

    Alexander van Humboldt recoge en su viaje a Latinoamrica entre 1799 y 1804mltiple informacin sobre monumentos y esculturas (Alcina Franch 1995: 125-131).Lo remoto de todas estas reas para el viajero habitual, sin embargo, hace quenicamente quedenpara la visita de los intrpidos o los que no tienen ms remedio quetrasladarse al lugar por ser ste su destino profesional.

    LA ARQUEOLOGA EN EL DISCURSO DE IDENTIDADNACIONAL (SIGLO XIX)

    La serie de revoluciones que caracteriza el final del siglo XVIII, entre las que destacanlas de Amrica -que llevan a la independencia de Estados Unidos y ms tarde de lamayora de los pases latinoamericanos- y las de Europa -con la francesa como mejorejemplo- llevan a un cambio irreversible en la configuracin poltica del mundooccidental. En el nuevo sistema poltico creado, la monarqua deja de serimprescindible para ser sustituida por la nacin como la pieza clave sostenedora delEstado. De hecho, muchos de los nuevos pases creados tras la quiebra del AntiguoRgimen, como las nuevas naciones latinoamericanas, optan por ser repblicas. EnEuropa se mantiene en casi todos los pases el sistema monrquico, pero ste se pone alservicio de la nacin, es decir, de los ciudadanos. El siglo XIX protagoniza laprogresiva implantacin de los principios nacionalistas como el eje principal de lapoltica estatal e internacional, lo que significa que lajustificacin de la existencia de lanacin se convierte en esencial y la propaganda de sus logros en algo poltico. Estoinfluye tanto en la arqueologa como en el turismo. Por una parte, el inters por elpasado nacional lleva a la profesionalizacin e institucionalizacin de la arqueologa (yde otros saberes, como la historia del arte, la literatura, etc.) con la apertura de museos,la organizacin de la docencia universitaria sobre las antigedades y el surgimiento delcontrol administrativo del quehacer arqueolgico. Por otro lado, el crecimiento de laclase media hace que la posibilidad de tener tiempo de ocio se extienda a un sector ms

    amplio de la poblacin, dejando de ser algo exclusivo de las clases ms adineradas dela sociedad (Baranowski y Furlough 2001). El tiempo que se puede dedicar a estaactividad y la cantidad econmica, sin embargo, todava son limitados: por ello elturismo que se impone en estos aos ya no se centra en el Grand tour, en los largosviajes hacia Italia. El nuevo inters por la nacin hace que los desplazamientos queincluyen una actividad cultural como parte del ocio se dirijan a la visita de ruinas ymuseos relacionados con el pasado de la propia nacin en la que se busca aprender losorgenes de la idiosincrasia del pas.

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    Un factor que facilita la visita de yacimientos en el propio pas es el desarrollo del

    transporte gracias al descubrimiento de la fuerza del vapor. En 1822 Robert Smart, unhombre de negocios de Bristol, es el primero en empezar con el negocio de la venta deboletos de barcos de vapor con destino a Dubln (Goeldner y Brent Ritchie 2012: 40).Ms importante para el tema que tratamos es la iniciativa de Thomas Cook en 1841,apenas diez aos tras la apertura de los primeros trenes al transporte de pasajeros.Cook aprovecha la recin abierta lnea de ferrocarril para organizar una excursin entren de Leicester a Loughborough, un trayecto de alrededor de veinte kilmetros, a laque acuden unos 570 pasajeros pagando cada uno de ellos un cheln. El xito obtenidole lleva a organizar muchos otros viajes, primero por Inglaterra, luego por Escocia,

    Pars, los Alpes suizos e Italia en 1850 para luego llegar a Egipto (Prez Juez 2006:66). En las ciudades adonde lleva a los turistas se visitan monumentos artsticos ehistricos y, de nuevo, no es casualidad que Italia y Egipto sean precisamente dos delos pases donde primero se realizan viajes organizados, puesto que la arqueologaantigua es uno de los mayores atractivos en este momento (adems de otros como, enRoma, el patrimonio eclesistico y aristocrtico de poca moderna). En Inglaterra, elmismo inters hacia las ruinas arqueolgicas lleva a la visita popular de estructurasmegalticas como Stonehenge, que es objeto de expediciones, como la realizada portodo un pueblo Market Lavington-en 1878: montados en un carro tirado por unamquina de vapor que iba a una velocidad de 4 millas (6.5 km) por hora, el trayecto de

    un total de 28 millas (45 km) les ocupa todo el da (Richards 2005).La visita del turista a los monumentos queda facilitada desde la dcada de los

    treinta por la aparicin de guas tursticas, empezando por las alemanas de Baedeker,las britnicas de Murray y las italianas del Touring Club. Murray public una guasobre Egipto en 1847 y Baedeker sac una para el Bajo Egipto treinta aos despus.Las guas siempre contienen informacin sobre monumentos y antigedades sobre lade India, publicada en 1891, Mackenzie seala que "cada sitio estaba lleno deinscripciones, tabletas, estatuas, memoriales y esculturas" (Mackenzie 2005: 25).Observando la informacin en las guas referentes a Europa, parece claro que lo

    seleccionado es lo ms accesible por estar cerca de una estacin de tren o de carretera(Mackenzie 2005: 24). A finales del siglo XIX las guas se haban convertido en unelemento esencial del turismo cultural y el padre Alfred Louis Delattre explota estepotencial en el caso de Tnez (entonces colonia francesa), ya que comprende que debeconfeccionar una para, con lo que ganede su venta, financiar la excavacin de lasruinas de Cartago (para el caso de Mxico ver Villalobos en este nmero). ste fue elorigen de las guas del museo de 1893 y de las excavaciones de dos aos ms tarde(Bacha 2009: 159). Poco despus, en 1899 la municipalidad de Tnez firma un conve-

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    niocon la Sociedad de Grandes Hoteleros Europeos para construir un teatro, un caf

    restaurante, un palmeral y un casino. En 1903 se crea el Comit de Invernada de Tnez(Comit d'Hivernage de Tunis) y en 1910 el Comit de Turismo de Argelia y Tnez(Bacha 2009). Tambin de la necrpolis romana de Carmona, abierta al pblico como

    jardn-museo, sabemos que exista una gua editada en 1887 (Gmez Daz 2006: 287).Adems del desarrollo del transporte y de las guas, el turista ve mejorar su

    experiencia por la inversin que hace el Estado en la restauracin de monumentos, laapertura de museos y la generacin de una serie de oficinas estatales para gestionartodo lo referente a los restos delpasado. En cuanto a la restauracin de monumentos,tenemos ejemplos tempranos en Roma, donde se realizan trabajos en elColiseo en

    1806 y elArco de Tito y la Va Sacra,junto al foro, en 1812-24 (zdogan y Eres 2012:467). La catalogacin de monumentos comienza en pases como Francia, donde secrea el puesto de Inspector General de Monumentos (Schnapp 1996: 53-54). Dado elprestigio de este pas, el ejemplo de lo que hace cunde, algo de lo que los protagonistasde ese momento son conscientes. As, elministro de Educacin francs comenta conorgullo en 1847 que:

    En Blgica, en Espaa, en Italia, en Alemania se estn formando comisiones siguiendo el ejemplode nuestros Comits Histricos ... y tenemos razones para felicitamos por haber marchado en estava como en multitud de otras a la cabeza de las dems naciones (en Lpez Trujillo 2006: 178).

    El nmero de monumentos catalogados y restaurados crece exponencialmente alo largo del siglo XIX en Europa occidental y esta tendencia llega a otras reas haciafinales de siglo de la mano de la arqueologa imperial tanto formal como informal (cf.Daz-Andreu 2007). Este es el contexto en el que Arthur Evans lleva a cabo larestauracin delpalacio de Minos en Knossos -una de las primeras ocasiones en queesto se realiza fuera del ncleo de Europa occidental (Klynne 1998; zdogan y Eres2012: 468).

    Para albergar los objetos delpasado de manera que puedan cumplir un objetivodidctico se abren museos. Los primeros, que pertenecen al siglo XVIII, contienen

    objetos clsicos y provienen en muchos casos de colecciones reales, como las delmuseo de Louvre, o aristocrticas, como el British Museum. Son muy diferentes de lasCmaras de las Maravillas de las iglesias medievales, y su carcter pblico los aleja delas colecciones privadas de la poca moderna. Luego, durante la Revolucin francesa,es la labor de un individuo, Alexandre Lenoir, a quien se le ocurrerescatar esculturasdel caos de la destruccin de iglesias que estaba teniendo lugar en Pars y exponerlasen lo que haba sido el convento de los Pequeos Agustinos en Pars, entonces expro-

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    piado por el estado. Este es el origen del Museo de los Monumentos Franceses, queadquiere gran popularidad (Daz-Andreu 2007: 319-322). Este museo, pese a quecierrasus puertas en 1816, al final de la revolucin, tendr un gran impacto inspirandoa muchos otros museos europeos y a los propios ciudadanos franceses. As recordabasu experiencia infantil uno de sus visitantes aos despus:

    Como nios nos familiarizamos ntimamente con todos aquellos personajes de mrmol: reyes,guerreros, prelados, escritores, poetas, artistas. Nosabamos apenas leer pero ya les conocamoslas facciones y sus historias ... [La visita a los Pequeos Agustinos] fue una buena preparacinpara leer Augustin Thierry, Barante y todos el grupo de historiadores que luego al poco arrojaranluz sobre aquellas partes de nuestra historia nacional que todava estaban cubiertas por las

    tinieblas (en Daz-Andreu 2007: 322).

    Desde este primer museo con objetos arqueolgicos de la propia nacin surgenmuchos otros a lo largo del siglo XIX en Europa occidental y otros pases, comoMxico y Per, y algunas colonias, como Batavia (la Indonesia holandesa -aunqueaqu el museo ya exista en el XVIII) (Daz-Andreu2007: 89, 90, 217). Hacia finalesde siglo se empiezan a extender entre las colonias y otros pases deseosos de emular loque estaba pasando en Pars o Londres. As podemos entender la creacin de museosen Argelia, a mediados de siglo (Oulebsir 2004), o en Tnez, el Museo del Bardo en1882 (Bacha 2009), aunque hay excepciones de pocas anteriores, como el pequeomuseo que se abre en la iglesia de Sr. Irini en Estambul, que luego cambia de nombrepara convertirse en el Museo Imperial Otomano, en 1868, para el cual se construye en1891 un edificio neoclsico expresamente para albergarlo (Daz-Andreu 2007: 111,114).

    Hacia finales de siglo XIX apareceun nuevo tipo de museo que es el construido alaire libre, normalmente obra de la iniciativa privada y sin duda dirigido al turismo. Elde Skansen de 1891 es el primero de su tipo en lo que hoy podramos definir comoarqueologa histrica, aunque entra ms de lleno en la parcela de la etnohistoria. Setrasladan a este pueblo sueco unos ciento cincuenta edificios construidos entre los

    siglos XVI y XIX provenientes de todas partes de Suecia con un propsitonacionalista: guardar la memoria de cmo es la Suecia autntica. Este es todava hoyuno de los museos suecos ms visitados, con 1.4 millones de pblico al ao (Ballart2002: 212-215, Roig 2007: 20-21). Al creador de Skansen, Artur Haselius, no le esindiferente la arqueologa, ya que entre sus intereses estuvo el erigir de nuevo lasestelas o monolitos con inscripciones rnicas cados por el paso del tiempo. Al otrolado del Atlntico, en los Estados Unidos, no por casualidad directamente inspiradoen un arquelogo sueco (el barnGustaf Nordenskjold), se construyen entre 1896 y

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    1906 los Manitou Cliff Dwellings en los alrededores de Colorado Springs. En este caso

    no se trata del traslado de estructuras reales, sino slo de imitaciones de ruinas de otroslugares edificadas al menos cinco siglos antes (Lovata 2011: 197). El fcil acceso aesta atraccin turstica -en contraposicin con la lejana y poca visibilidad de los restosarqueolgicos autnticos- asegura, al igual que en el caso sueco, un abundante pblicodesde su apertura. Claro que entre los dos museos hay diferencias, puesto que en elcaso americano la notoriedad que alcanza la iniciativa tiene que contextualizarse en eldesarrollo del turismo en el oeste americano de principios de siglo XX, el cual explotala imagen del indio americano extico y atemporal (Lovata 2011: 200). Al igual que enSkansen, el xito de Manitou Cliff Dwellings continua hasta nuestros das.

    De alguna manera relacionadas con los museos estn las exposicionesuniversales, celebradas desde la primera Great Exhibition de Londres de 1851. Estasexposiciones se convierten en grandes impulsoras delturismo, dando a conocer a todoslos pases que exponen en ellas y atrayendo al pas organizador un gran nmero devisitantes. En la primera exposicin, por ejemplo, el Museo Britnico daentrada a dosmillones y medio de personas (Caygill 1992: 50). La exposicin adems refuerza laimportancia del patrimonio cuya exhibicin lleva a varios asistentes a interesarse porlas antigedades (Bowden [1991]cita el ejemplo de Fox, luego llamado Pitt Rivers, yGiles [2006: 281] el de otro arquelogo menos conocido, John R. Mortimer). En lasexposiciones universales se populariza el pasado de la nacin, incluido el ms remoto.

    As, en las de Pars de 1867, 1878 y 1889, la seccin de prehistoria, organizada porGabriel de Mortillet, logra reunir una gran cantidad considerable de objetos y tienegran xito ante el pblico (Mller-Scheessel 2001). A la exposicin de Chicago de1893 acuden entre 12 y 16 millones de personas (Graff 2011a: 222), y en ella una de lasdoce secciones trat de "Etnologa, Arqueologa" (Graff 20l1a: 224). En sta sepresenta material arqueolgico de Uxmal y Labn y el museo de Cliff Dwellersmuestra una reproduccin de un sitio Hopi del suroeste de Colorado (Graff 2011b:151).

    Pero adems de las grandes exposiciones lideradas por elgran capital, vemos que

    hay un trabajo constante por parte de las clases medias, a veces tambin de lasaristocrticas, en las llamadas en sociedades y asociaciones de todo tipo. Entre ellas,las sociedades de excursiones tienen gran peso como impulsoras de la aceptacin de laimportancia de la arqueologa entre un sector cada vez ms amplio de la sociedad.Estas asociaciones aparecen en la dcada de 1870 y organizan excursiones en grupos.As sabemos que en Italia una de estas asociaciones organiza un viaje en 1877 para ir avisitar los grabados rupestres del Valle de las Maravillas (Arc 2013) y en Catalua es

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    notable el papel de stas en el conocimiento popular del patrimonio arqueolgico

    (Genera 2008). Tambin las sociedades arqueolgicas o de anticuarios organizanregularmente excursiones, como las llevadas a cabo en Irlanda por la KilkennyArchaeological Society (McEwan 2003: cap. 3). Hay otro tipo de asociaciones, comolas de fotografa, que tambin se dedican a documentar los monumentos del pas(Edwards 2006).

    En las fotografas y en las postales podemos ver hasta qu punto la visita a losmonumentos histricos y arqueolgicos son aceptados por la sociedad en general. Encuanto a las postales que se envan con imgenes como recuerdos del viaje, estasempiezan a circular en la dcada de 1870 y casi desde el principio una de las temticas

    favorecida es la de los monumentos (Selwyn 1996). Por otra parte es interesanteobservar que el uso de las nuevas tecnologas -como la fotografa- tiene un efectobidireccional. Si por una parte ayudan a expandir elconocimiento sobre lo visitado enpases lejanos (Harlan 2009; Robinson y Picard 2009; Sougez et al. 2002) y en elpropio pas (Edwards 2006), por la otra ayudan a los arquelogos como tcnica deregistro (Gonzlez Reyero 2007) y hoy en da nos permiten ver el estado en el que seencontraban los yacimientos y monumentos en aquel momento, adems de lasrelaciones sociales alrededor de ellos.

    LAS DCADAS CLAVE EN LA RELACIN ENTRE TURISMO YARQUEOLOGA (DE 1920 A 1970)

    En los primeros aos del siglo XXcontinala labor del Estado en la financiacin de laconservacin de monumentos, mantenimiento y apertura de museos, fomento de laenseanza especializada y la organizacin de servicios de gestin de patrimonioarqueolgico. A esta ltima se le une la creacin de las primeras oficinas estatales defomento de turismo y en algunos casos los miembros estn en clara conexin con losde otras instituciones de carcter ms arqueolgico. En el caso de Espaa, porejemplo, entre los miembros de la Junta Superior de Excavaciones y Antigedades

    (1915-1934), se encuentra el Comisario Regio de Turismo (Moreno Garrido 2004).Observando la cantidad de dinero que el Estado espaol ofrece para las excavaciones,queda claro que las cifras ms abultadas van hacia los yacimientos que se estnabriendo en estos momentos al pblico: el palacio islmico de Medina Azahara(22.3%del presupuesto de todos los aos entre 1915 y 1934), las ciudades romanas deMrida (17.6%), Itlica (13.0%), Numancia (6.0%, donde la retrica se fija en loprerromano) y Sagunto (5.3%), lista a la que habra que aadir La Alhambra yAmpurias, subvencionadas por fuentes independientes. En realidad no sera difciladvertir que quiz de este presupuesto no se favoreca tanto los arquelogos como a

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    los arquitectos restauradores (Daz-Andreu 2004: CXXXIII-CXXXIX), profesin que

    se beneficia de la importancia de los monumentos ya desde el siglo XIX. En Espaa laComisara Regia de Turismo (1911-1928) y su seguidor el Patronato Nacional deTurismo publican pequeas guas de monumentos, entre las que se incluyen algunasde eminente carcter arqueolgico, como la cueva de Altamira (Obermaier 1928), yotras en las que se incluye informacin sobre restos arqueolgicos, como las guas delas ciudades de Crdoba y Tarragona. Otro ejemplo ms tardo es el de Mxico, con lacreacin del Instituto Nacional de Antropologa e Historia (INAH) en 1939,institucin que pronto empieza a producir guas tursticas, lanzando una importantecoleccin desde la dcada de 1950. Chichn Itz fue una de las primeras en aparecer

    (Villalobos Acosta 2011).Pronto comienza a percibirse la necesidad del control estatal de la arqueologa ydel turismo. En 1913 en el Reino Unido se proclama la Ancient MonumentsConsolidation and Amendment Act por la que se crean las oficinas llamadas AncientMonument Board en Inglaterra, Escocia y Gales, que a partir de entonces cuidan delpatrimonio monumental arqueolgico. Defendiendo la necesidad de esta ley, decaLord Curzon en 1912 en el parlamento que:

    La actitud hacia la arqueologa de este pas y del mundo civilizado en general ha cambiadorecientemente. Se considera que los monumentos nacionales a los que se refiere esta ley son parte

    del patrimonio y de la historia de la nacin ... son documentos tan vlidos para leer el pasado comocualquier monumento o pergamino (en Champion 1996: 44).

    Pero es que para entonces los monumentos arqueolgicos ya haban empezado aser objeto de lecturas diferentes entre aquellos que queran recuperar un pasadoidealizado que consideraba como real y perdido. Me refiero al movimiento deldruidismo cuya primera reunin en un monumento data de 1905, cuando, en agosto,unos 650 a 700 druidas celebran entre las piedras su iniciacin a la Orden Antigua(Ancient Order) (Stout 2005). Estas visitas alternativas a las puramente cientficas otursticas no son bien vistas por los arquelogos profesionales, quienes tratan de

    combatirlas escribiendo, por ejemplo, sobre el origen puramente contemporneo y notradicional de determinados mitos asociados con el monumento (Kendrick 1927). Entodo caso, no son los druidas los nicos interesados en el crculo megaltico, puestoque se ha cuantificado en unos veinte mil el nmero de visitantes anuales aStonehenge en los aos posteriores a la Primera Guerra Mundial (Chippindale et al.1990: 253).

    A partir de 1910 y 1920 se une la idea de la conservacin y visita de lugaresnaturales y de sitios arqueolgicos, ya que la proteccin de los primeros normalmenteconlleva la de los yacimientos arqueolgicos en ellos insertos. As vemos que en 1916

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    se crea el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos y en 1921 se emplea al

    primer arquelogo para trabajar en el Parque Nacional de Mesa Verde (McManamon2007). Tambin en Espaa uno de los gelogos-prehistoriadores ms afamados delmomento, Eduardo Hernndez-Pacheco, es el personaje clave en la creacin de losParques Nacionales (Moreno Garrido 2007). No son, por tanto, dos movimientosaislados y, como veremos luego, su relacin contina todava hoy.

    El impacto del turismo cultural y arqueolgico sigue creciendo y extendindosegeogrficamente, como nos muestran los ejemplos que detallo a continuacin. Por unaparte, cuando la iniciativa estatal no es posible, las compaas privadas intentanfacilitar el acceso del turista al sitio -es ste el caso de Petra, en cuya rea cercana, a

    principios de los aos veinte, la compaa Thomas Cook construye el primer hotel paralos turistas que van a visitar el yacimiento (Hussein Mustafa y Tayeh 2011: 89).Nuestro segundo ejemplo, ahora localizado en Per, nos muestra que el turismo noslo ayuda a la proteccin de yacimientos sino tambin a su destruccin, puesto que lasguas tursticas publicadas en este pas fomentan el comercio de antigedades alexplicar dnde y cmo adquirirlas (Gnger 2010: 47). Para intentar paliar esteproblema mediante la creacin de un mercado de copias del que el turista se puedanutrir, surgen iniciativas como la del Museo de Nuevo Mxico, donde a principios desiglo XXse intenta ensear a los artistas Pueblo a copiar para el mercado turstico losdiseos de la cermica de poca precolonial encontrada por los arquelogos

    (Evans-Pritchard 1993: 21).Al papel que en el siglo XIX tuvo el ferrocarril en el auge del turismo hay que

    aadir la aparicin del automvil. El primero en comercializase fue el modelo T deHenry Ford en 1908, en Estados Unidos. De su inmediato xito es testigo el que en1920 ya se contaba en aqul pas con una red de carreteras (Goeldner y Brent Ritchie2012: 41). El transporte areo an tiene que esperar, puesto que el primer vuelo regularser la lnea Berln, Leipzig y Weimar inaugurada en 1903, y ser en 1927 cuandoempiezan las rutas intercontinentales con un primer viaje sin escalas entre Nueva Yorky Alemania (Goeldner y Brent Ritchie 2012: 42). En todo caso, es slo despus de los

    avances de la aviacin durante la Segunda Guerra Mundial cuando este medio detransporte supondr una nueva revolucin turstica.No quiero terminar este apartado sin hacer alusin al uso de la arqueologa a

    travs del turismo como forma de la propaganda poltica de tipo totalitario en lasdcadas de 1920 y 1930. As, en pases como Italia, se fomenta la visita turstica aciudades enteras que en algn caso se han planificado siguiendo modelos basadostericamente en la antigua Roma, pero ideolgicamente conectados con el fascismo(Kostof 1978; Laurence 1999; Stone 1999). Igualmente podramos hablar del gran

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    xito obtenido en la organizacin de exposiciones con material arqueolgico en las que

    se expresa las races milenarias de los regmenes dictatoriales (Gob 2007; Gomes2010; Silverio 1983).

    ARQUEOLOGA Y

    TURISMO DE MASAS

    A partir de los aos setenta del siglo XXel turismo pasa de ser una actividad de ociode una parte de la sociedad a un fenmeno de masas, lo que lleva a un enormecrecimiento del sector. Esta explosin convierte al turismo en la primera fuente deingresos de la economa de un nmero cada vez mayor de pases, lo que significa quesu impacto social crece de forma considerable. Hoy en da los viajes y el turismorepresentan un 9.2% del PIB mundial, 4.8%de la exportaciones mundiales y 9.2%delas inversiones econmicas (Travel and Tourism Competitiveness Report for 2011, enComer 2012: 15). Es decir, el turismo se ha convertido en big business. Por otra parte,elfinal de la Guerra Fra ha hecho que la lgica capitalista se haya extendido tambinal campo cultural, al que se le ha asignado un valor econmico (Comaroff y Comaroff2011). El papel patritico y educativo del turismo cultural todava contina (sobretodo en zonas en las que existen tensiones nacionalistas), pero ahora se imponeprogresivamente la idea de los beneficios econmicos por obtener. Sin ellos, la culturapasa a ser considerada como un gasto superfluo, un lujo elitista que no debe ser

    financiado con dinero de los contribuyentes. Esto, por supuesto, ha cambiadoradicalmente la forma de gestionar el turismo arqueolgico: han aparecido nuevostipos de acercamiento del pblico al pasado y se ha producido una transformacin enlos valores de la autenticidad. El pasado se ha mercantilizado [commodified].

    Comencemos insistiendo en la cuestin de nmeros. Desde los aos cincuenta, lacantidad de llegadas de turistas internacionales ha crecido a nivel mundial de 25millones a ms de mil millones en 2013, lo que significa un incremento de 4000%. Aesto, claro, habra que aadir el acrecentamiento delnmero de turistas domsticos encada pas, que tambin se ha visto engrosado considerablemente. El aumento deturistas ha afectado todos los subtipos de turismo y entre ellos el arqueolgico y sepueden citar mltiples ejemplos de estos: Stonehenge ha pasado de los 20 000 visitan-tes anuales en los aos veinte a los 900 000 de hoy (www.english-heritage.org.uk). Enotros lugares del mundo como como Tailandia, tras el desastroso periodo del KhmerRouge (1975-79), el antiguo templo de Angkor Wat se ha convertido en una de lasprincipales atracciones arqueolgicas a nivel mundial, con un crecimiento turstico

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    exponencial puesto que si en 2002 el nmero de turistas era de 212 690 (Stark y

    Griffin 2004: 122), hoy en da ya supera el milln.Aunque el crecimiento se haya acelerado en estos ltimos aos, ya en la dcada de

    1970 se perciba como fuerte la tendencia al alza y esto llev a la creacin de unainstitucin internacional para regularlo que tuvo influencia en el patrimonioarqueolgico: la Organizacin Mundial del Turismo o World Tourism Organization(WTO), un organismo creado en 1974, pero con races en otras organizaciones enfuncionamiento desde los aos veinte. Adems del WTO es necesario citar la firma, en1972, de la convencin referente a la proteccin del patrimonio cultural y naturalmundial de la UNESCO (la Organizacin de las Naciones Unidas para la Educacin, la

    Ciencia y la Cultura), una organizacin creada en 1946. Al parecer, la idea de laconvencin se origin en Estados Unidos hacia finales de los sesenta, y as laexpresaba el presidente Nixon en su mensaje al congreso en 1971:

    Sera conveniente que para 1972 las naciones delmundo se pusieran de acuerdo en elprincipio deque hay ciertas reas en elmundo de tal valor nico que deberan ser tratadas como parte delpatrimonio de toda la humanidad y ser reconocidas como Patrimonio Mundial Hereditario. Taldisposicin no impondra limitaciones a la soberana de las naciones que eligieran participar, perosupondra un reconocimiento internacional especial a las reas que se consideraran aptas y sepondran a su disposicin ayuda tcnica y de otro tipo donde fuera adecuado para ayudar a suproteccin y gestin (en Comer 2012: 13).

    Este discurso dio lugar a la formacin de un grupo de trabajo del Servicio deParques Nacionales de Estados Unidos el cual se en vio a la UNESCO para organizarlo que sera Patrimonio Mundial. A pesar de su origen, la mayora de los sitiosincluidos en los cuarenta aos de existencia de la lista de la UNESCO son de tipocultural y no natural o mixto (Elliott y Schmutz 2012: 268). La mayor proporcin delos sitios de la lista, casi 50%, estn localizados en Europa y Norteamrica,siguindole muy por detrs Asia, con 21%, Latinoamrica con 14%y otros lugares delmundo con menos an. Estas disparidades reflejan la balanza del poder dentro de losorganismos internacionales (Elliotr y Schmutz 2012: 270-1). En todo caso, el turismotambin en estas reas peor tratadas est experimentando un auge no conocidoanteriormente (ver Kemper 2001, para el caso de Mesoamrica).

    Con todo, el turismo arqueolgico se ha extendido desde los aos setenta a reasantes raramente visitadas y es parte de los cambios econmicos y sociales que este estprovocando, sobre todo en los casos en los que los yacimientos se integran en la listade Patrimonio Mundial o se han considerado como candidato para la lista de las SieteMaravillas del Mundo (un nuevo producto turstico del ao 2007). Este es, por ejemplo,

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    el caso de Cancn en Mxico. Al cerrarse el acceso turstico a Cuba, por razones

    polticas, se decidi potenciar esta zona caribea, planificando para el turismo unazona poco habitada. Al xito de la empresa ayud el hundimiento de la monedamexicana en los ochenta, lo que conllev un abaratamiento notorio de los precios y lovariado de la oferta turstica, que combina sol y playa con los parajes naturales y lossitios arqueolgicos mayas de fama, como Chichn Itzo Tulum (Castaeda 2009:264, cuadro I). El xito ha sido rotundo, como lo ejemplifican los 13 millones depersonas que visitaron Cancn en 2011, de los cuales 1.4 millones se acercaron aChichn Itz (Alonso 2012), mientras que para el yacimiento arqueolgico de Tulumse calculaban ocho mil turistas diarios en 2012. El caso de Tailandia ya lo hemos

    comentado ms arriba, pero queda por decir que la inclusin de Angkor Wat en la listade Patrimonio Mundial en 1992 sin duda ha influido en el xito de visitas al sitio. EnPetra, el nmero de visitantes ha crecido de unos pocos miles en los aos setenta a casiun milln hoy en da (Comer 2012: 5). Un ltimo ejemplo es el de la Isla de Pascuacuya atraccin principal son las enormes estatuas moai, una isla con apenas 4000habitantes que recibi 52 000 turistas en 2007 lo que supona ya un veinte por cientoms que el ao anterior y casi multiplicar por diez los visitantes de los aos noventa(Weissert 2008). Tanto Angkor Wat como la Isla de Pascua fueron finalistas en lacompeticin que dur entre el ao 2000 y el 2007 para elegir las Siete Maravillas delMundo y entre las cuales se incluyen Petra y Chichn Itz.

    Este crecimiento exponencial del turismo est poniendo en evidente peligro alpatrimonio. Ya se ha comentado anteriormente en este trabajo la relacin entre elturismo y el comercio de antigedades, aunque es necesario reconocer que tal conexines menos evidente hoy en da. A pesar de que la venta de stas todava se realizaba enpases como Costa Rica en los sesenta (Evans-Pritchard 1993: 20), ya en ese momentoesta prctica se haba convertido en ilegal prcticamente en todo el mundo. El trficoilegal, sin embargo, ha llevado al saqueo de un gran nmero de yacimientos en todo elmundo: Tailandia, Belice, Per, Nepal y Nigeria son los citados por Evans-Pritchard,pero hoy en da sera raro encontrar un pas que no pudiera incluirse en esta lista. Para

    intentar luchar contra este comercio ilegal se produjeron ya a finales de los sesenta yprincipios de los setenta iniciativas como la emprendida en Cuernavaca, Mxico, paraincrementar el valor de las reproducciones convirtindolas en objetos de arte por smismos; para ello se organiz una exposicin en esta ciudad con copias de hachasolmecas producidas para la ocasin (Evans-Pritchard 1993: 21). Ahora bien, el trabajoen la industria del souvenir es un arma de doble filo puesto que trastoca profundamenteel sistema econmico que impera en las poblaciones cercanas a los yacimientos arqueo-

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    lgicos, que pasan de ser campesinas a obreras, dedicadas a producir y venderrecuerdos y reproducciones. Este fenmeno se da en lugares tan alejados entre s comoMxico, en el rea adyacente a Chichn Itz (Castaeda 2009: 265), y Jordania,alrededor de Petra (Hussein Mustafa y Tayeh 2011: 89).

    El pasado, sin embargo, tambin est sirviendo para empoderar a poblacionesgeneralmente de muy escasos recursos econmicos y especialmente a las indgenas.Algunos ven esto incluso en relacin con la copia de motivos antiguos para lacomercializacin de recuerdos tursticos que acabamos de comentar arriba. As, segnLeonardo Pez (2008), para la gente del lugar sta es la forma de valorar el patrimonioarqueolgico que tienen en su rea y protegerlo. Pero el uso del pasado para el

    reforzamiento de la propia identidad tiene muchas ramificaciones y creo importantedetenerme en cmo han cambiado las relaciones entre la arqueologa y las poblacionesautctonas, y por tanto tambin entre estas dos y el turismo. El surgimiento delmovimiento indgena en la dcada de los sesenta en pases angloparlantes, comoEstados Unidos, Canad, Nueva Zelanda y Australia, y en estos aos en otros lugaresdel mundo, como Latinoamrica (Daz-Andreu 2013), ha llevado a cambios en lalegislacin con respecto a los derechos de los indgenas sobre los restos localizados ensus tierras ancestrales y/o producidos por sus antepasados. Esto ha afectado en muchosaspectos y uno de ellos es el contenido de los museos, uno de los lugares de

    peregrinacin del turismo cultural. Se calcula que en Estados Unidos la ley NAGPRA(Native American Graves Protection and Repatriation Act) de 1990 ha hecho que unmilln y medio de objetos hayan retornado a las comunidades nativas, la mitad paraser enterrados o expuestos a la intemperie de manera que se permita su prdida natural(Lowenthal 1998: 29). Las nuevas legislaciones tambin han limitado los derechos dearquelogos y turistas a los yacimientos arqueolgicos o incluso al uso de iconografaantigua. As, en relacin con este ltimo punto en Canad, la Primera Nacin deSnuneymuxw de Gabriola Island (Nanaimo) ha impedido legalmente la explotacincomercial del arte rupestre de su isla (Brown 2003; Heyd 2007: 193). Para el turismo,los monumentos han pasado de ser smbolos de la nacin y medios por los que educar a

    los ciudadanos en la retrica nacional a activos econmicos. Para los indgenas, sinembargo, los restos del pasado se han convertido en un medio para reivindicar suidentidad y los derechos polticos asociados, aunque por otra parte el valor econmicodel turismo est tambin siendo considerado como forma de asegurar la supervivenciade las comunidades en un mundo globalizado.

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    CONCLUSIONES

    En este trabajo se ha deshilvanado la genealoga histrica de la relacin entre elturismo patrimonial y la arqueologa. Como he apuntado pginas ms arriba, la base dela conexin entre los dos es desde finales del siglo XVIII el nacionalismo, y antes elpatriotismo, y aunque, sin haber desaparecido la importancia de la ideologa poltica,en la actualidad desde el final de la Guerra Fra ambos se conjugan a travs delmercantilismo. En este tringulo formado por nacionalismo, arqueologa y turismoarqueolgico, el vnculo entre los dos primeros elementos, nacionalismo y arqueologa,ha sido objeto de mltiples anlisis. No es ste el caso del primer y ltimo elemento, la

    relacin entre nacionalismo y turismo arqueolgico y un anlisis de los posiblesencuentros entre ellos puede subdividirse en dos perspectivas: la primera se fija en elturista, examinando aspectos como el sentimiento nacionalista que le lleva a visitarunos sitios y no otros, con qu yacimientos se siente ms identificado; la segundaperspectiva observa la relacin entre turismo arqueolgico y nacionalismo desdearriba, examinando si el poder pblico -el Estado o cualquiera de sus divisionesadministrativas- se ve influido por el nacionalismo para gestionar el recursoarqueolgico al ponerlo al servicio del turismo, seleccionando del pasado ysubvencionando ciertos sitios o pocas ms relacionados con la narrativa nacionalista.

    Este artculo se ha centrado sobre todo en la segunda perspectiva, que es la msfcil de abordar, en la creacin a lo largo del tiempo de instituciones que posibilitan elacceso del turista a los restos y materiales del pasado. De los viajes de la Antigedad, alGrand Tour dieciochesco, este trabajo ha llegado al momento en el que surge elturismo ms cercano al que conocemos hoy en da, lo que ocurreen el siglo XIX sobretodo en Europa y hasta cierto punto en Amrica. El turismo de las clases medias quecaracteriza esta poca ve la aparicin de las guas tursticas, el comienzo de una laborconsciente de restauracin de monumentos, la creacin de comisiones de monumentospara gestionar el patrimonio arqueolgico, la apertura de museos tanto en edificioscomo al aire libre, los cuales muestran piezas originales o incluso copias. El discurso

    del ocio se empieza a formar en esta centuria, pero sobre todo lo que se insiste parajustificar las acciones que se estaban llevando a cabo en relacin con el patrimonio esque eran necesarias para preservar el espritu nacional y para educar al ciudadano. Enestas ideas creeun amplio sector de las clases altas y medias que no solamente actua

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    individualmente visitando yacimientos o acudiendo a los museos (la primeraperspectiva de la que hablaba en el prrafo anterior), sino tambin en grupo,organizndose en sociedades de todo tipo (excursionistas, fotogrficas, arqueolgicas,regionales, etc.) que realizan viajes para visitar yacimientos arqueolgicos. Desdemitad de siglo se organizan exposiciones a lo grande en las que ya apareceel elementomercantilista y en las que ya se incluye la arqueologa.

    La siguiente poca, desde principios del siglo XX hasta los aos sesenta, escuando vemos que la conexin entre turismo y arqueologa comienza a oficializarse yestatalizarse, aunque todava se combina con el discurso nacionalista y el papeleducativo del pasado. Pero en la decisin sobre las subvenciones a excavaciones

    arqueolgicas empieza a tener peso la potencialidad turstica del sitio. Ahora sepromueve tambin la proteccin de paisajes naturales, lo que no es incompatible con loarqueolgico, pues la organizacin de estos espacios tambin conlleva, en la mayorade los casos, la necesidad de salvaguardar los restos antiguos en ellos localizados. Lageografa turstica crece -el nmero de pases visitados se expande prcticamente a latotalidad del globo, aunque con grandes lagunas- y con ello tambin se eleva el peligroque corre el patrimonio, entre otras razones, por la comercializacin de lasantigedades en lugares antes aislados y poco accesibles.

    A partir de la dcada de 1960 se produce una revolucin en el turismo: eltransporte areo consigue convertirlo en un fenmeno de masas de manera que semultiplica el nmero de turistas en un 4000%. Este espectacular aumento esmonitoreado por un organismo internacional regulador: la Organizacin Mundial delTurismo o World Tourism Organization (WTO), creado en 1974, aunque con racesanteriores. A esta institucin hay que sumar el enorme efecto que ha logra laConvencin Referente a la Proteccin del Patrimonio Cultural y Natural Mundial de laUNESCO de 1972 que da lugar a la lista de Patrimonio Mundial. El impacto que hatenido sta es significativo, pues marca la transicin del patrimonio de valor identitarioa econmico y mercantilista. Si bien la lista de Patrimonio Mundial se concibe aprincipios de los setenta para proteger sitios de valor considerado como universal, su

    existencia les pone en el punto de mira, enfocando la atencin sobre ellos, y esto se hatraduceen una acudida masiva de turistas que pone en peligro el yacimiento mismo ydesequilibra las relaciones sociales en el rea. La inclusin de un sitio en la lista depatrimonio mundial de la UNESCO ha pasado a ser en la actualidad una propagandasupraestatal de la que se aprovechan las compaas tursticas. Por su valor econmico,pases como China estn llevando en la actualidad una fuerte poltica de inclusin denuevas candidaturas en la Lista de Patrimonio Mundial. La frmula ha tenido tal xito

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    que recientemente han surgido otras iniciativas, como la de las Siete Maravillas delMundo -elaborada en 2007- que ha potenciado an ms este aumento turstico.

    Los cambios econmicos y sociales a los que el turismo est llevando a laspoblaciones cercanas a los yacimientos arqueolgicos son notables y se traducen entransformaciones, tanto negativas como positivas, de las comunidades que viven en elrea prxima. En cuanto a las primeras, muchas comunidades han pasado de sercampesinas a estar integradas en la economa de mercado, ocupando as el eslabn msbajo de la industria turstica. stas se ven obligadas a cambiar su actividad paraproducir y vender recuerdos y reproducciones con escaso margen econmico, o aacomodar y dar de comer a los turistas en locales de bajo costo y ganancia, mientras

    que los mrgenes econmicamente cuantiosos quedan controlados por las grandescompaas, muchas veces en conjuncin con el Estado. Por otra parte, sin embargo, elturismo tambin ha permitido el empoderamiento de muchas de las comunidadeslocales y, especialmente, de los grupos indgenas, muchas de cuyas reivindicacionessobre su derecho a controlar su pasado -realizadas desde los aos setenta en los pasesde habla inglesa y en la actualidad en muchos otros- han sido odas, producindosecambios en las legislaciones de los diferentes estados con respecto a las comunidadesindgenas y su injerencia en las decisiones sobre los restos arqueolgicos encontradosen sus tierras ancestral es y/o producidos por sus antepasados. Si en un principio elcontrol de la identidad se produca por razones ideolgicas, en la actualidad a esto se leha aadido -no podra ser de otra manera- elvalor econmico del turismo que estllevando a fenmenos novedosos, como una nueva ola de invencin de la tradicin (cf.Hobsbawm y Ranger 1983) con la recuperacin de festividades ya abandonadas o lacreacin de otras inspiradas en un grado variable en las antiguas (ver, para elcaso deLatinoamrica, Daz-Andreu 2013).

    El turismo arqueolgico se ha convertido en un negocio y las reglas delmercantilismo han empezado a afectar profundamente a la arqueologa -slo valeaquello que crea valor econmico. Esto no ha dejado a la profesin inclume, puesprogresivamente se est viendo que las subvenciones favorecen ciertos tipos de

    arqueologa, ciertos periodos y tipos de restos arqueolgicos, como los monumentales,ya no necesariamente porque coincidan con el discurso nacional, sino porque tienenmayor xito entre el pblico y atraen a mayor nmero de turistas. Esto est teniendo unefecto en el trabajo de campo, que ya no se ve como necesario (los resultados sondemasiado tcnicos para poder ser tiles y, por tanto, si se publican, es en literatura griso menor), la investigacin de los materiales y el contenido de los museos (que se estnempezando a parecer a galeras de arte, bellos pero sin informacin, y en los que latienda es una de las salas ms visitadas).

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    Es difcil predecir adnde llevar el camino trazado, pero querra terminar estetexto sugiriendo que urge un examen profundo del papel socioeconmico de laarqueologa en el mundo actual.

    AGRADECIMIENTOS

    Este artculo se en marca dentro del proyecto "Una arqueologa sin fronteras. Loscontactos internacionales de la arqueologa espaola en el siglo XX" subvencionadopor el Ministerio de Economa y Competitividad (MINECO), Plan Nacional I+D+i,HAR2012-334033/Hist. Escrib una primera versin de este trabajo para mi ponencia

    en la conferencia "Ocio y arqueologa: hacia una historia del turismo arqueolgico"organizada gracias a la subvencin de Organitzaci de Congressos i Jornades (OCJ) dela Facultat de Geografia i Historia de la Universitat de Barcelona. He tenido laoportunidad de trabajar en este artculo durante mi estancia en febrero de 2013 en laUniversidad de Cambridge como Visiting Scholar del MacDonald Institute yagradezco a los alumnos de la Universidad de Campinas (Brasil) sus comentarios a miponencia sobre este tema pronunciada en noviembre de 2013 durante mi estanciafinanciada por la FAPESP. Por ltimo quiero agradecer a los dos evaluadoresannimos del artculo por todos sus acertados comentarios.

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    NOTA - Este documento no es copia exacta del texto publicado

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