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Publicación Soporte Circulación Difusión Audiencia El País Nacional, 1 Prensa Escrita 164 804 115 479 1 013 000 Fecha País V. Comunicación Tamaño V.Publicitario 15/03/2020 España 500 606 EUR (566,966 USD) 133,64 cm² (21,4%) 21 609 EUR (24 474 USD) El domingo pasado, el coronavi- rus era algo que, fundamental- mente, pasaba en otro sitio, en otro continente o, si se quiere, en otro país. Había 500 afecta- dos y diez fallecidos. Focos aisla- dos. En una larga semana, todo ha cambiado. Las calles, día a día, se han ido vaciando hasta quedar en su esqueleto, sin na- die. Los habitantes de las ciuda- des se han ido metiendo en su casa, aislándose. España entera, recluida, fue tomando concien- cia del problema desde que se temió el colapso del sistema sa- nitario. PÁGINAS 28 A 31 La increíble semana en que España acabó por detenerse Diario de cómo un virus paró un país La Gran Vía de Madrid, en una imagen tomada ayer a las 17.00 horas. / JAIME VILLANUEVA ÍÑIGO DOMÍNGUEZ, Madrid

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El domingo pasado, el coronavi-rus era algo que, fundamental-mente, pasaba en otro sitio, enotro continente o, si se quiere,en otro país. Había 500 afecta-dos y diez fallecidos. Focos aisla-dos. En una larga semana, todoha cambiado. Las calles, día adía, se han ido vaciando hastaquedar en su esqueleto, sin na-die. Los habitantes de las ciuda-des se han ido metiendo en sucasa, aislándose. España entera,recluida, fue tomando concien-cia del problema desde que setemió el colapso del sistema sa-nitario. PÁGINAS 28 A 31

La increíble semanaen que España

acabó por detenerse

Diario decómo un virusparó un país

La Gran Vía de Madrid, en una imagen tomada ayer a las 17.00 horas. / JAIME VILLANUEVA

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ, Madrid

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España

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55 348 EUR (62 685 USD)

La vida de Madrid y luego del resto de España se han ido deteniendo en solo seis días, desde que setemió el colapso del sistema sanitario y la población tomó de golpe conciencia del problema

Diario de cómo un virus paró un paísÍÑIGO DOMÍNGUEZ, Madrid

“Ya estamos con el‘triage’, como en lasguerras”, explicaun médico

El salto al vacío fueel lunes: de golpe, eldoble de afectados,1.200 personas

Mirando atrás, todo ha pasadotan rápido que hace una semanaparece hace un año. El domingopasado el coronavirus era algoque estaba pasando fuera, lejos oa algunos desafortunados. Era Ita-lia quien estaba en shock. Aúnpensábamos que no tenía por quéllegar aquí. En Madrid, principalfuente de preocupación, se repe-tía que no había motivos para noir a clase. Tampoco para no ir a lamanifestación del 8-M, dijo elcoordinador sanitario de la crisis,Fernando Simón. Había 500 afec-tados y 10 fallecidos. Focos aisla-dos, uno muy particular en Haro,La Rioja, por un funeral. Pero alfinal de ese domingo ya hubo unpequeño aviso: un salto a 17muer-tos, con 600 casos. Solo seis díasdespués, ayer sábado, semultipli-caban por diez:más de 6.300 con-tagiados y 191 fallecidos.

La frase más fuerte tras unasemana tomando el pulso a Ma-drid, viendo cómo se vacía, la dijoel viernes por la tarde un médicode cuidados intensivos de un hos-pital de la ciudad, al explicar elllamado dilema de la última ca-ma: “Ya estamos haciendo triage,como en la guerra, si no hay ca-mas en la UCI no se la das al másgrave, sino a quien tienemás posi-bilidades de sobrevivir. Por ejem-plo, un mayor de 80 años, con un

cuadro complejo, frente a alguienmás joven se queda fuera. No esde ahora, pasa en crisis y díascomplicados. Los colegas italia-nos han tenido que afrontar estedilema, y ahora nosotros, en mo-mentos de saturación”. Este vérti-go en urgencias, ver acercarseese punto, ha llevado a parar elpaís esta semana.

El salto al vacío fue el lunes. Sesupo que ya nos habíamos conta-giado sin darnos cuenta: de golpe,el doble de afectados, 1.200 perso-nas. Por la noche, Madrid, y tam-bién Vitoria, anunciaron el cierre

de sus colegios. Ya no se podíamirar para otro lado, el virus lle-vaba ya demasiado tiempo mo-viéndose con libertad. La pobla-ción se había quedado en lo dehacer “vida normal” y lavarsebien lasmanos, pero un epidemió-logo se habría tirado de los pelossi hubiera tomado el martes, o elmiércoles, el trende cercanías en-treMadrid y Torrejón de Ardoz, a25 kilómetros. Es un tren que co-munica los dos principales focosde España en ese momento. Na-die con mascarilla, vagones aba-rrotados, viajeros sentados unosfrente a otros tocándose las rodi-llas. Por la estación de Torrejónpasan 12.000 personas al día, se-gún cuenta un empleado. “Ha ba-jado mucho, quizá a 7.000, peromucha gente no tiene otro mediode ir a Madrid”, explican.

El virus llevaba muchos díasviajando tranquilamente, ida yvuelta. Elmiércoles, en unLidl deTorrejón, total normalidad. Losclientes ni se ponían los guantesde plástico de la fruta que, en teo-ría, ya son obligatorios en condi-ciones normales.

El hospital de Torrejón y, aveinte minutos, el del Henares,los de referencia en esta zonaafectada, presentaban a medio-día del miércoles un panoramasimilar: unas 25 personas en salade espera, la mayoría con sínto-

6.345 contagios en España.A última hora de ayer seregistraban alrededor de unmillar más de casos que lajornada anterior, según cifrasdel Ministerio de Sanidad y lascomunidades autónomas. 191personas han muerto concoronavirus, 133 de ellos enMadrid (con 2.940 positivos).

1.441 muertos en Italia. Elnúmero de fallecidos aumentóen 24 horas en 175. En el país,21.157 personas han dadopositivo en Covid-19. Ya hay1.966 personas curadas,según el jefe de ProtecciónCivil, Angelo Borrelli.

142.651 casos en todo elmundo. La epidemia alcanzaya a 135 países, según laOrganización Mundial de laSalud, que informa de 5.393muertes de pacientes quedieron positivo en Covid-19.

81.021 afectados en China.Sigue siendo el país con máscasos, según la OMS, aunquelos nuevos contagios se ralen-tizan.

Las cifrasde la epidemia

El paseo de la Castellana sin tráfico, ayer. / JAIME VILLANUEVA

Trabajadores colocan un cartel en la Alhambra de Granada. / F. R

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56 198 EUR (63 648 USD)

“Cuando todo empezó no lo vivícon la intensidad que ahora. Yahabía pasado trabajando la gri-pe A y al principio me recordó.Pero se ha desmadrado… La in-formación veraz y no veraz, ellío que hay entre nosotros mis-mos, entre los sanitarios. Traba-jo en el Instituto Provincial deRehabilitación, que dependedel órgano de gestión del Grego-rio Marañón, un lugar práctica-mente de pacientes geriátricosy estamos intentando tenermu-cho cuidado; meter aquí pacien-tes con coronavirus es comometer el zorro en el gallinero.

Aquí falleció la primera pa-ciente en Madrid, el 3 de mar-zo, y la tercera en España. Unamujer de 99 años que apenasduró un día, venía de la residen-cia de La Paz y cuando llegó no

sabíamos que era positiva. In-gresó una tarde noche y cuandoyo me incorporé al día siguien-te ya había muerto. Yo la cogí,la coloqué y cerré la bolsa paraque pudieran llevársela. Sin pro-tección, porque no sabíamosque era positiva, se supo des-pués, con la necropsia.

Ahora todos lo vivimos des-de otro sitio. Se ve la vocaciónde servicio, todo el mundo leestá echando bastantes naricesa pesar de que ya se empiezan anotar las limitaciones: nos res-tringen material, cambian losprotocolos y creo que tiene quever obviamente con el desabas-tecimiento. Pero nos vamosadaptando. Yo estoy muy tran-quilo, pero sí, nos ha cambiadola vida.

Luego hay que ir a casa: mimujer también es sanitaria y to-mamos todas las precauciones,también con mis hijos. Cadauno su vaso, sus cubiertos, sutoalla. Lavado de manos conti-nuo y mantener la distancia.Ellos no entienden que tenga-mos que seguir yendo cada día,arriesgándonos. Pero es lo quevamos a seguir haciendo. Traba-jar, seguir echándole narices”.

“Llevo ya casi dos semanas encasa. Cerré mi oficina y le dije amis cuatro trabajadores que ha-bía que teletrabajar. Ahora es-toy ahora luchando para quemis vecinos usen mascarilla.Las autoridades españolas sololo piden para los contagiados ypersonas que tratan con ellos

directamente, pero nadie sabesi tiene el virus y puede conta-giar a una persona mayor.

En China el 99,9% ha obede-cido las órdenes, pero en Getafeveo a jóvenes haciendo botellóncomo si estuvieran de vacacio-nes. La diferencia entre China yEspaña, es que lo ciudadanoschinos consideran que esto esuna guerra contra el coronvavi-rus. Cuando hay una guerrahay una persona que manda, elGobierno.

Paso el día en casa con miesposa, mi hijo y mis padres,viendo películas, leyendo o si-guiendo las noticias. Estamospreparados. No tenemos proble-ma”.

mas. En la ventanilla de admisiónles daban mascarilla y guantes.Luego tenían un canal aparte, deaislamiento. En las habitacionesse apuntaba en una hoja quiénentraba y quién salía, por si luegohay contagios. Hay un dispen-sador de jabón, pero la gente nolo apretaba con el codo, sino conla mano.

Muchos iban a urgencias por-que no les cogían el teléfono deatencióndel coronavirus de la Co-munidad de Madrid. Ahí está elprimer cuello de botella. 10, 15mi-nutos de espera y se corta. Unapersona cuenta que al tercer in-tento y después de 32 minutospor fin le respondieron. Pero soloconsideran el caso si se ha estadoenChina o zonas de riesgo, inclui-do el corredor del Henares, y encontacto con un caso positivo. Sineso, incluso con tos y fiebre, no sehace la prueba y la orden es que-darse en casa. Por eso a muchagente empiezan a tocarle las nari-ces los políticos y famosos quecuentan en Twitter que el día an-terior tosieron y les ha dado posi-tivo. Así, sin esperar. Es una prue-ba que tarda cuatro horas, peroen los hospitales están tardando24. Incluso con el filtro del teléfo-no, que se reforzó a lo largo de lasemana, se les amontonan los ca-sos. No hay microbiólogos sufi-cientes para hacer las pruebas.

El virus en los hospitalesAl principio, el único criterio deci-sivo para hacer la prueba era ve-nir de China, Italia u otro país deriesgo. Luego, se introdujo el con-tacto con positivos. Pero los nú-meros empezaron a dispararsecon un nuevo criterio: verificarpacienteshospitalizados con insu-ficiencias respiratorias sin causaclara. Por eso hubo tantos conta-gios silenciosos. El virus tambiénse coló en los hospitales porque alprincipio no se tomabanmedidasde protección, y los oftalmólogos,por ejemplo, están cayendo aho-ra. Se acercanmucho al paciente,gente mayor con cataratas.

En el hospital del Henares,por ejemplo, el primer caso deCo-vid-19 entró el jueves 5 demarzo.Un señor de 86 años, que cuida asumujer con Alzheimer. Se lo pa-só un familiar que venía de Mi-lán. Al cabo de una semana, estejueves, los casos en la UCI eransiete, él incluido, uno por día. To-dos hombres. Sus esposas tam-bién se contagiaron, pero con sín-tomas leves: las mujeres, estáncomprobando losmédicos, aguan-tan más, tienen menos enzimasde un tipo sensible al virus. LaSociedad Europea de Cardiologíay la universidad de Tel Aviv indi-can que el virus entra en la céluladel alvéolo pulmonar por un re-ceptor que se llama ECAII, másfrecuente en hombres que enmu-jeres y niños. Este hombre seguíaingresado a la espera de la prue-ba para ver si ya es negativo: dostest con 48 horas de diferencia. Silos pasa, engrosará la lista de losque se curan, que ayer era demás de 500 en toda España.

Al acabar la semana en estecentro había 30 casos modera-dos, otros 30 a la espera de resul-tados, una veintena en urgenciasy la UCI, de diez plazas, con nue-ve casos. Ayer ya eran doce.Tos yfiebre pueden aguantarse, pero laseñal de alarma es ahogarse, nopoder respirar: se necesita venti-

PASA A LA PÁGINA SIGUIENTE

QIAN CHANGYIEmpresario madrileño

“Estoy luchandopara que se usenmascarillas”

“La suspensión de la Liga es unasituación un poco rara, pero losfutbolistas tenemos que darejemplo porque somos un espe-jo en el que se mira mucha gen-te. El cuerpo técnico nos hapuesto un plan personalizado deentrenamiento y nos ha dejadoEsto no son unas vacaciones, si-no una parada activa.

Vamos a echar de menos ru-tinas como los entrenamientos,estar con los compañeros, lasconvocatorias o comer juntos,pero entendemos que es lo quenos toca. No nos han prohibi-do, pero sí que evitaremos irpor donde haya mucha gente.Ahora toca comer bien, cuidar-se mucho y estar con la familiasin salir de Valladolid para dete-ner un poco el avance del coro-navirus.

Cualquier trabajador haríateletrabajo y nosotros tambiénlo somos, pero sí se nos hará ra-ro por hacerlo sin balón. Debe-mos estar aislados y contribuira detener la expansión del virususando el sentido común. Se hahecho lo más normal.

Hay que ser consecuente y vi-vir la situación con naturalidad.Y si algún compañero se conta-gia, se siguen todos los consejosmédicos. El parón va a afectar,el fútbol: se entrena con los com-pañeros y con balón. Entiendoque después de estos días ven-drá después tiempo para recupe-rar el contacto con el balón.

Siempre hay algún compañe-ro que tienemás respeto a estascosas, pero es lo más normaldel mundo porque somos jóve-nes y valoramos lo que es la sa-lud. Nuestra profesión vive deeso. Aún no nos ha dado tiempoa echarnos demenos, pero esta-remos conectados gracias a losteléfonos y a los videojuegos. Ju-gamos en los viajes del equipo ynos entretenemos. También esbuen momento para recuperaralgún libro o alguna serie quese hayan quedado un poco olvi-dados”.

“Nuestro negocio es una canti-na de estilo argentino, el BarBenteveo en el barrio madrile-ño de Lavapiés: café espumoso,tostadas, mermeladas caseras,menús del día con crema de ver-duras y hojaldre de calabacín ypuerros. Cerramos el viernespor la mañana, unas horas an-

tes del decreto oficial. Abrimos,servimos unos cafés, pero nosdimos cuenta de que no tienemucho sentido. Hemos factura-do poquísimo en esta semana;con unas pérdidas de hasta el75%. Ahora hay que intentar vi-vir día a día.

Esto es la primera vez que su-cede, enmi vida y, probablemen-te, en la vida de todos. Uno tienede referencia a Italia y viendolas cosas de allí… Intento tomár-melo con tranquilidad, leyendomuchos diarios y dejando a unlado losmensajes que nos lleganpor redes sociales. Con la comi-da que teníamos para servir, nosla hemos repartido en tuppers yasí comeremos estos días”.

JAVIER MOYANOFutbolista del Valladolid

“Es una paradaactiva, no unasvacaciones”

JESÚS ARCOSEnfermero

“Todo el mundole está echandonarices”

FEDERICO HERRERAGerente de bar en Madrid

“Ahora hayque intentarvivir día a día”

HISTORIAS DE UN CONFINAMIENTO

Federico Herrera.

Qian Changyi, ‘Paco’.

JUAN NAVARRO, Bilbao

Jesús Arcos.

ISABEL VALDÉS, Madrid

Javier Moyano.

MANUEL VIEJO, MadridFERNANDO PEINADO, Madrid

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“Estábamos en plena evaluacióncuando de repente vimos que elrumorque llevábamosdías escu-chando se hacía realidad. Nosenteramos de que mandaban atodos los chicos a casa y suspen-dían las clases.Hubounmomen-to depánico. Yo doy clase deHis-toria en francés en el institutoJuan de Mairena de San Sebas-tián de los Reyes y algunos demis alumnos se tienen que pre-parar para sus pruebas de mayoy junio. Así que se pusieronmuynerviosos, más bien estaban ate-rrados. Un compañero mío hizouna labor ingente, consiguió reu-nir en tiempo récord los correoselectrónicos de todos los alum-nos y nos pusimos a preparar eltrabajo a toda velocidad.

Primero a explicarles a elloscómo íbamos a funcionar. Yo es-

toy más o menos acostumbradaa trabajar con plataformas co-mo la deEducamadrid, peromu-chos compañeros no, y sobre to-do los alumnos. Sabemos, ade-más, quemuchosno tienen acce-so a Internet en casa o no tienenordenador. Así que al principiofue un caos. Luego, cuando vie-ron que no perderían las clases,se tranquilizaron.

Para nosotros está siendo to-do un reto. Seguimos el ordenestricto de las clases y estamosconectados en nuestro horario,de 8 a 15, intentando seguir eltemario. Lo que es importantees que nos dejen teletrabajar. Eslo más responsable y no entien-do cómohan tardado tanto. Vivoen el centro de Madrid y voy alinstituto todos los días en cerca-nías, por lo que estás expuestodurante todo el camino. Ademásde estar allí recluido con máscompañeros. No tenía sentido.

Ahora, por fin, sentimos ali-vio porque ya hay una consignaclara por parte de laAdministra-ción. Vamos a encerrarnos, quees lo que toca, lo responsable”.

laciónmecánica. ¿Número demá-quinas de respiración mecánicaen este centro, por ejemplo? Hayen las diez plazas de UCI y en losocho quirófanos, en caso de nece-sidad. “Pero es que las demás en-fermedades siguen existiendo”,recuerda un médico del centro.Con el material, y especialmentelos respiradores, ha surgido elotro obstáculo: que haya para to-dos. Alemania ha cerrado las ex-portaciones. Es China, que ahoraestá saliendo de la crisis, quienlos está vendiendo. “Pero los pro-veedores se están portando bien,ceden incluso material”, explicaeste médico.

EnMadrid elmartes comenzóa notarse en la calle el bajón degente. Las tiendas encajaron yael golpe. En las farmacias ya casino había mascarillas, ni gel demanos. “Al principio solo veníanchinos, arrasaban con cientos pa-ra mandar a su país; luego italia-nos; la semana pasada, ya españo-les”, dicen en una farmacia cerca-na a Sol, una de las últimas enque tienen en la ciudad. La mas-carilla buena (FFP2, siglas que yaempiezan a manejarse con soltu-ra) cuesta 25 euros y se puedeusar solo un par de días. “Es quelos proveedores nos las vendenmás caras”, se justifica el farma-céutico. Un comercial de una em-presa alemana dematerial indus-trial confirma que se hincharona vender mascarillas este meshasta que se paralizaron las ex-portaciones. Ahora solo hay na-cionales. Una fábrica de Zamu-dio, en Vizcaya, está desbordada.Pero el martes aún daba palo po-nérsela. Una empleada de unatienda quiere una, pero no conválvula: “Una menos aparatosa,esa parece de Chernóbil”. Al díasiguiente su tienda cerró, porqueestán asustados.

Poca gente con mascarillaEl miércoles a primera hora undependiente está en la puerta deuna tienda de turrones del centrode Madrid con una bandeja paraofrecer un trocito a los viandan-tes. No hay mucha gente y pocoscogen. Al día siguiente ya no sepondrá. Solo turistas orientalesllevan mascarilla. En la secciónde colonias de El Corte Inglés ungrupo de empleadas habla condesconcierto: “Dicen que estemosa unmetro del cliente, que desin-fectemos los bolígrafos, todo eldía con el alcohol en la mano”. Elafricano que abre la puerta de losgrandes almacenes dice que lagente ya se lo agradece más, asíno tienen que tocarla. Pero él in-tenta dar la mano a todo el mun-do, no ha pillado la idea. Bares yterrazas, tiendas, ya muy vacíos.Los taxistas, parados. “Parece ve-rano”, dicen.

En el Prado, a las doce en pun-to, no hay nadie delante de Las

Meninas. En el cuadro, de 1656,Velázquez mira desde una épocaen que acababan de pasar unagran peste en su ciudad, Sevilla,pero entonces las epidemias eranalgo más normal. En la puerta,solo un puesto de nueve de loshabituales vendedores de pintu-ras. Aún no lo saben, pero será elúltimo día que abra.

Un lugar para comprobar silas personas están mentalizadasdequenohay quebesarseni abra-zarse es el gran tanatorio de laM-30. El miércoles por la tarde

en sus 28 salas reina la normali-dad. Ninguna mascarilla. Muchagente, muchas efusiones, comoes normal en un velatorio, si lasituación no fuera anormal. Eljueves por la tarde cambiará radi-calmente: muy poca gente, silen-cio. El viernes ya casi no hay na-die, es una escena tristísima, paralos pocos que están. Los emplea-dos creen que ya era hora: “Esque no era normal, hasta el jue-ves la gente no comprendió. Aquíha habido funerales de casos decoronavirus, y muchas de esaspersonas habían estado en el hos-pital. Ya son las propias familiaslas que dicen a los demás que novengan”. Por la noche, los infor-mativos se alarman: el númerode casos ha subido un 30%.

El jueves por la mañana en lasfarmacias falta alcohol de 70 gra-dos, que se usa para hacer jabo-nes caseros. El pesimismo y laprevisión de ruina en las tiendasya es declarado. En los supermer-cados ha habido dos días de asal-to y estanterías vacías. No solo enMadrid, en toda España. Lleganfotos de Santander, de Burgos, deMálaga. Pero es el frente que me-jor parece resistir el alarmismoinicial. Cuentan fuentes deMerca-madrid, el mercado central másgrande de Europa por volumende contratación: “Mira, hoy jue-ves ha entrado un 30% más deproductos frescos que en la mis-ma fecha del año pasado, exacta-mente 12 millones y 270.873 ki-los, 814 camiones. Todo funcionay funcionará perfectamente bien,como siempre, no faltará nada,porque además el 80% de la pro-ducción es nacional, no depende-mos de fuera”.

Papel higiénicoHay un misterio, un bien precia-do: la obsesión por el papel higié-nico es nacional, no conoce dife-rencias, de norte a sur, es intercla-sista, en los supermercados delbarrio de Salamanca y en los deVallecas están igual. La patronalde grandes superficies, la Asocia-ción de Cadenas Españolas de Su-permercados (ACES), explica quela falta de espacio da una falsaimpresión de escasez: “En el cen-tro de las ciudades los supermer-cados son cada vezmás pequeñosy ya dejan poco espacio de alma-cén, prefieren reponer mucho, yel metro cuadrado es caro. El pa-pel ocupa mucho, ha ido muchagente de golpe, cuando llega al-guien no hay y se piensa que noqueda en toda la ciudad, pero yase está resolviendo”. En realidad,los datos dicen que el comporta-miento del consumidor españoles uno de los más previsibles deEuropa. El Corte Inglés tambiénprecisa que ha habido un repuntede informática, telefonía y mue-bles de frío.

El parón, en realidad, golpeamás duro a los demás abajo. Tresrepartidores de comida a domici-lio esperan frente a una hambur-guesería con aburrimiento. Sepuede pensar que la gente les lla-ma más para no salir, pero no.Hacen tres o cuatro viajes al día,una miseria, porque les pagan acuatro euros cada uno. Lo nor-mal es hacer una docena al día, yel fin de semana 24 ó 25. “Pero seha parado todo, estamos pensan-do cambiar de trabajo”, confie-san. Los grandes supermercadosempiezan a anunciar que ya nollevan la compra a casa. En todo

VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR

“Acabo de comenzar mi anda-dura como autónoma y estemismo mes dejo el despachoen el que colaboro. He elegidoun momento complicado pa-ra emprender. Pacientes yprofesionales estamos confu-sos, hay desconcierto sobrelas medidas que se deben to-mar. Se pide a la gente quepermanezca en casa, esto re-duce el número de personasque acuden a consulta y estoirá a más en los próximosdías. La incertidumbre econó-mica es evidente y echamosen falta más medidas para ali-viar la situación de autóno-mos y emprendedores.

Una compañera se encuen-tra en cuarentena y cualquiersíntoma leve es motivo de in-quietud. Los sistemas de ayu-da telefónica se encuentran co-lapsados y no son capaces deatender todas las llamadas. Pa-ra nosotros, la principal preo-

cupación es la seguridad denuestros pacientes y, para ello,en el centro hemos seguido unestricto protocolo de medidashigiénicas, que incluyen el la-vado de manos antes y des-pués de cada sesión.

La epidemia no debería pro-vocar que la gente abandonelos tratamientos psicológicos,máxime cuando esta situacióninfluye en el estado emocionalde muchas personas. Los as-pectos psicológicos son un ele-mento fundamental para elbienestar personal y los pa-cientes necesitan asistencia.

Los síntomas de algunos deellos se han agravado enorme-mente debido a la situación dealarma social y a las medidasde confinamiento. Comomedi-da excepcional, he sustituidolas sesiones presenciales poratención telefónica o median-te videollamada, para podercontinuar así con el trabajoterapeútico”.

VIRGINIA GARCÍA MENA Psicóloga

“La incertidumbre es evidente”

“Los colegios de Vitoria, y aho-ra de todo Euskadi, han cerra-do y mi marido y yo tenemosque organizarnos para cuidarde nuestra hija, Yara. Por suer-te, no tenemos mucho proble-ma habitualmente porquenuestros turnos son de maña-na y de tarde. Solo hay un ratode una hora y media en la queninguno de nosotros puedeatender a la pequeña, pero so-lía venir la abuela a cuidarla.Ahora hemos preferido queella se quede en su casa. Nostoca organizarnos un poco me-jor a nosotros dos”. Esta entre-vista se realizó antes del cierrede la hostelería impuesto porel Gobierno vasco y cuando so-lo se habían clausurado los cen-tros educativos.

“Esperamos que nuestros je-fes nos echen una mano y den

más flexibilidad en el trabajopara que podamos salir un po-co antes o entrar después, esola verdad es que nos vendríamuy bien a nosotros y a otrasmuchas familias. Además,otros amigos o vecinas nos hanpedido que le echemos un ojo asus hijos. No queremos que secontagie y pueda extender la en-fermedad, que dicen que los ni-ños lo resisten bien pero que lopropagan con mucha facilidad.

De momento la peque se en-tretiene con pinturas y variosjuegos que tiene, aunque la ca-sa está hecha un desastre. Ten-go miedo a que vayan pasandolos días y la niña empiece a abu-rrirse y eche de menos el cole-gio. Nos lo estamos tomandoen serio y no salimos salvo quesea imprescindible, como hoy,que he bajado a hacer unos re-cados”.

J. NAVARRO, Bilbao

MARÍA LÓPEZProfesora de Historia

“Mis alumnosestaban más bienaterrados”

YURENA DÍAZ Hostelera

“La casa está hecha un desastre”

María López-Domínguez.

J. NAVARRO, Bilbao

BERTA FERRERO, Madrid

Yurena Díaz.

Virginia Mena.

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caso las tiendas de alimentaciónaguantan. Cuentan en una carni-cería del centro deMadrid: “Todoparecido, si acaso la gente se llevamás cantidad, porque tiene los ni-ños en casa”. Otras tiendas vanasufrirmuchomás, como las libre-rías pequeñas. El dueño de unadel centro de la capital, La BuenaVida, opina: “Esto ya nos mata.Cerrarán muchos. Además se haaplazado la feria de junio, que tesalvaba el verano o incluso elaño. Saldremos de esto siendo unpaís distinto, la gente aún no seda cuenta”. Quizá un país conme-nos librerías, y muchos pequeñoscomercios que no aguantarán uncierre prolongado.

Hasta los mendigos sufren elimpacto. Juanra, un hombre quepide dinero en Callao, también sedesespera, porque la gente se ale-ja aúnmás rápido cuando se acer-ca: “¡Que no tengo el coronavi-rus!”. “Cada vez hay menos gentepor la calle, esto es una ruina”,lamenta. La gente ya no sabe có-moactuar, aunquedetecta la alar-ma, como una cartera en el ba-rrio de Prosperidad, en Madrid:“Acabo de entrar en un edificio yel porteromehadicho que tienendos casos y van a desinfectar, y nosabía si entrar o no”.

Faltan especialistasEl jueves es el día que cunde laalarma de la saturación de hospi-tales en Madrid y en otras ciuda-des en la línea de choque del vi-rus, comoVitoria. Además dema-terial, faltan especialistas clave,enfermeras auxiliares. Los chatsde médicos son un hervidero deofertas de trabajo. En Torrejónofrecían esta semanamil euros aldía a intensivistas. También fal-tan celadores: para dar la vuelta aun enfermo y ponerle boca abajo,que respira mejor, se necesitanseis personas. Puede pararse to-da la cadena solo por eso. Dos je-fes del hospital delHenares se fue-ron esta semana a una gran su-perficie de bricolaje a comprar ga-fas y máscaras industriales, lasque se usan con la radial, paga-das de su bolsillo. Gel tampocohay, se usan fórmulas magistra-les. Quien sufre síntomas no muygraves ya se arregla con un tío oun primo que es médico. Muchosprobablemente tengan el virus,pero lo pasarán en casa.

El jueves por la mañana, lapresidenta de la Comunidad deMadrid, Isabel Díaz-Ayuso, y el al-calde, José Luis Martínez-Almei-da, dicen por primera vez en Es-paña una frase que nadie se ha-bía atrevido a decir, para no cru-zar la línea del pánico: “No sal-gan, quédense en casa”. Ya circu-la la etiqueta de redes sociales#Yomequedoencasa. Pedro Sán-chez da su rueda de prensa solo,sin prensa. Da positivo IreneMontero y hacen la prueba a losReyes. Todas las comunidades au-tónomas suspenden las clases, lacrisis se eleva a rango nacional.Ya nadie es ajeno. En cadena, sesuspenderán las Fallas, la Sema-na Santa de Sevilla, nunca vistodesde la Guerra Civil.

Por la tarde, enun cine del cen-tro de Madrid ya no ha ido nadiea la primera sesión. ¿Es normal?“Nada de lo que pasa es normal”,contesta la taquillera, frotándoselas manos con gel. Cerrará al díasiguiente, ya va todo muy rápido,en cascada. Por la noche los infor-mativos anuncian 3.000 casos,

800 más que la víspera a esa ho-ra. Tres jóvenes de una ambulan-cia del 112 creen que la gente setiene que calmar y hacen una re-flexión sorprendente: “Os pediríaa losmedios quitar el contador demuertos, solo genera miedo y po-ne a la gente más nerviosa”. Lanoche del jueves Madrid está de-sierta. En Huesca, anuncian quela catedral sacará el día 18 al San-toCristo de losMilagros para ben-decir a la ciudad, como en la pes-te de 1497.

El viernes por la mañana lascalles de Madrid están vacías, so-bre todo fuera del centro, dondeaún se ven turistas solitarios y pa-seantes. El Gobierno anuncia quedeclarará el estado de alarma. Enlas farmacias ya empiezan a fal-tar también termómetros. En laoficina de asilo y refugio de Ma-drid hay una cola de más de cienmetros ymucha tensión: cierra ellunes “de manera indefinida”, di-ce un cartel, y personas de todaslas nacionalidades intentan pre-sentar sus papeles. Nadie sabequé pasará luego. En la mismacalle, un poco más allá, está elregistro civil único deMadrid convariasnovias deblanco en la puer-ta. Solo pueden entrar novios ytestigos. Se han suspendido todoslos trámites menos inscripcionesde nacimiento (pasa una mujertemerosa con un bebé de un mes

en brazos, bien cubierto) y licen-cias de enterramiento. Daniel yGuadalupe esperan su turno concara de resignación: “No era laboda que queríamos, claro. He-mos pedido a todos que no vinie-ran.No habrá banquete, tampocoviaje, queríamos ir a nuestro país,Ecuador”.

Todo se para, hasta la justicia,el último bastión de normalidad.En los juzgados de primera ins-tancia deMadrid solo se entra pa-ra casos urgentes y citaciones. Amediodía, una pareja explica su

caso en la puerta: se les ha quema-do la casa, murió su abuela den-tro y otro familiar está en la callecon demencia, necesitan una or-den de incapacitación para que lamanden a un centro. El guardiade seguridad accede.

La Ciudad Universitaria deMadrid es fantasmal. Nadie. ElColegio Mayor Mara, femenino,uno de los más grandes, más de200 plazas, vacío. La directora es-tá en ese momento haciendo lasentrevistas de admisión para elpróximo curso por Skype.

Por la tarde, las salidas deMa-drid tienen tráfico, pero menosque un día normal. El dilema erasi es más seguro quedarse en laciudad o irse al pueblo. En la gaso-linera de Pozuelo, en la autovíade La Coruña, se cruzan varioscoches a las cuatro y media de latarde, un pequeño ejemplo de laglobalización y cómo un viruságil podría saltar de un coche aotro y viajar a lugares distintos:una chica que llegó el día ante-rior de Japón y vive en la sierrade Madrid; un músico sudameri-cano que vino el día anterior deSantander porque le suspendie-ron el concierto, y un chico deTorrejón que lleva a su abuela, de90 años, a León, parahuir del ries-go. Ha quedado en la gasolineracon su hermano, que viene deLeón a buscarla. La tienda de laestación de servicio ya está cerra-da. Solo da combustible.

Hospital improvisadoEn el centro de Madrid, el hotelColón es uno de los candidatos aconvertirse enhospital improvisa-do. Ha cerrado uno de los edifi-cios, de 165 plazas, tras la cancela-ción de reservas. En el salón, va-rios turistas estadounidenses es-peran noticias. Dave y Molly, deWashington, llegaron el día ante-rior a pasar 15 días en España,pero no saben si se vuelven o sequedan. “Si al menos nos dejaranmovernos en coche por el país,pero parece que va ser difícil”.

Cae la tarde y se ven filas enlos estancos, los fumadores te-men quedarse sin tabaco con elestado de alarma. En Usera, ba-rrio chino de Madrid, las másca-ras más caras ahora se venden a3 euros, porque tienen que ce-rrar. La chica china de una tiendacasi riñe: “En China hicieron biencosas, un caso, ciudad aislada.Aquí mal, muy tarde”. Ahora mu-chos chinos se vuelven a su país,allí la cosa ya está mejor. Panelesluminosos de la M-30 ya repitensolo unmensaje: “Sé responsable.Yomequedo encasa”. En el hospi-tal de La Paz, la mayor UCI deMadrid, hay un gran cartel en elaparcamiento: “Urgente. Se nece-sita sangre A- y B-“. Los carteleselectrónicos de Madrid insisten:“Evita acudir directamente al cen-tro sanitario”. Varios radiólogosvuelven de tomarse una cervezaen el único sitio abierto, unMcDo-nalds: “Pero mañana lo cierran”.Están cansados, saturados, perono pierden la sonrisa. El personalsanitario es de una pasta espe-cial, vive a diario con el dolor y lamuerte. Es su trabajo, no dramati-zan. Losmás veteranos nuncaha-bían vivido algo así. “La gente sesiente útil, está cansada, sí; hayproblemas, sí, pero se van resol-viendo. Todo el mundo hace másde lo que en teoría debe hacer.Nos ayudamos. Eso debemos ha-cer todos”.

Dos personas en una farmacia de Barcelona, ayer. / ENRIC FONTCUBERTA (EFE)

Compra masiva en un hipermercado en Madrid. / KIKE PARA

Ahora muchoschinos vuelven a supaís porque allí lacosa está mejor

Los chats médicosson un herviderode ofertasde trabajo