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1 La política Entre la crítica de la modernidad y la cosmovisión indígena-originaria Raúl Oscar Prada Alcoreza COMUNA Víctor Hugo Quintanilla Coro Nación Quechua

Diálogo sobre política-Indígenas y modenridad

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    La poltica Entre la crtica de la modernidad

    y la cosmovisin indgena-originaria

    Ral Oscar Prada Alcoreza

    COMUNA

    Vctor Hugo Quintanilla Coro

    Nacin Quechua

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    La poltica Entre la crtica de la modernidad

    y la cosmovisin indgena-originaria

    Ral Oscar Prada Alcoreza

    COMUNA

    Vctor Hugo Quintanilla Coro

    Nacin Quechua

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    La poltica. Entre la crtica de la modernidad y la cosmovisin indgena

    Ral Oscar Prada Alcoreza

    Vctor Hugo Quintanilla Coro

    Ral Oscar Prada Alcoreza

    Vctor Hugo Quintanilla Coro

    Todos los derechos reservados

    Depsito Legal: 4-2-2904-13

    ISBN: 978-99954-2-952-2

    Portada e ilustraciones: Chakanas (Internet)

    Impresin: Imprenta MISIN

    La Paz-Bolivia

    Enero del 2014

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    Este debate est dedicado a la lucha de los pueblos indgena-

    originarios de Bolivia, organizados en el Consejo Nacional de

    Ayllus y Marcas del Qullasuyo (CONAMAQ) y la Confederacin

    de Pueblos Indgenas de Bolivia (CIDOB).

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    Presentacin

    La poltica: entre la crtica de la modernidad y la cosmovisin

    indgena-originaria, es un debate entre Ral Oscar Prada

    Alcoreza y Vctor Hugo Quintanilla Coro, en torno a la

    poltica y los problemas que plantea, de cara al destino de

    nuestros pueblos y naciones. El debate surge con la

    publicacin de Prada Qu es poltica I?. En torno a esta

    contribucin surgen algunas interrogantes por parte de

    Quintanilla, las mismas que se explicitan en este trabajo.

    Posteriormente, Prada realiza una rplica, considerando las

    observaciones de Quintanilla, en su texto Qu es la poltica

    II?, Nacimientos de la poltica, para concluir con el texto Qu

    es la poltica III?, Las ficciones del realismo poltico.

    Quintanilla plantea una fundamentacin de la concepcin de

    la poltica, desde las naciones indgena-originarias. Para

    Prada, eso no es posible, porque la poltica es hija de la

    modernidad; nace con la expansin capitalista del sistema-

    mundo moderno colonial. Para Prada, las civilizaciones

    ancestrales son una alternativa a la modernidad. En este

    sentido, sus luchas descolonizadoras no pueden ser

    utilizadas para justificar o responder a los problemas o a la

    crisis de la modernidad.

    Para Quintanilla, toda poltica supone un ejercicio de poder,

    y las naciones indgena-originarias no estn exentas de estas

    correlaciones de fuerzas, ni de los dispositivos de poder que

    las hacen posibles. Para Prada, la poltica no se reduce al

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    ejercicio de poder y, en el caso de las civilizaciones

    ancestrales, de lo que se trata es de reconocer las condiciones

    de dominacin a las que han sido sometidas. stas se hallan

    reflejadas en la concepcin moderna de la teora poltica, que

    nada tiene que ver con las luchas y las resistencias desatadas

    por las sociedades ancestrales, en contra de la consolidacin

    del Estado moderno colonial. Segn Prada, las sociedades

    ancestrales estn intentando articular un nuevo proyecto

    civilizatorio de reconstitucin, basado en el Sumaq kawsay

    (Vivir bien), un paradigma que supone la armona

    comunitaria con el cosmos y con la Madre Tierra, armona

    que se ha perdido, debido al fenmeno desequilibrante de la

    modernidad y, que sin embargo, se ha convertido en la

    finalidad de la radicalidad de las luchas polticas

    emancipadoras anticapitalistas y antimodernas.

    Quintanilla insiste en que para establecer una crtica de la

    concepcin poltica del mundo occidental moderno, es

    necesario reconocer como locus de enunciacin las culturas

    indgenas, ya que es desde este lugar, que las luchas

    anticolonialistas adquieren una identidad propia. En este

    sentido, de lo que se tratara es de atribuir nuevos

    contenidos histrico-sociales al quehacer y acontecer de la

    poltica en las comunidades indgena-originarias. Lo que se

    estara articulando entonces sera una fundamentacin de

    una concepcin de poltica indgena, un proyecto de

    fundamentacin de una concepcin de poltica no-moderna, a

    partir de la cual la realidad, legitima lo que se pretende construir.

    En este punto, ambos autores coinciden en que la

    descolonizacin es el proyecto hacia el cual se debe apuntar.

    Para ello, sera necesario comprender los proyectos

    civilizatorios de las culturas ancestrales, pero tambin

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    conocer profundamente los horizontes histricos de la

    modernidad que se pretende deconstruir.

    La descolonizacin es una necesidad colectiva profunda que,

    en palabras de Prada, se opone al proyecto de restauracin

    del Estado-nacin criollo.

    ... es el lugar donde se introduce el Ayllu como alternativa

    organizacional, donde se incorpora la complementariedad

    como alternativa de cohesin social y convivencia, es el

    lugar donde introducimos la Pacha, la armona con la Madre

    Tierra y los ciclos vitales, formando parte del conjunto de

    seres, sin ser centro, sino precisamente parte de los ciclos

    csmicos. (Ral Oscar Prada Alcoreza).

    El campo de batalla de la descolonizacin es el planteado por

    la modernidad, el capitalismo y el desarrollo. En ese espacio,

    hay que articular la lucha descolonizadora radical,

    resignificando con la memoria de otros lenguajes, de otros

    nombres, de otras miradas, de otras vivencias, de otros

    tiempos, las propias armas del colonizador: su lenguaje

    moderno colonial y su poltica moderna.

    ... El hecho de que los indgenas de las diferentes culturas

    del mundo deban usar el lenguaje moderno para hacer

    comprender su crtica y su voluntad de rearticulacin, tanto

    histrico-social como terica, constituye el modelo de

    interculturalidad que los crticos modernos de la

    modernidad lamentablemente no pueden ejercer. Qu

    diferencia a un crtico de la modernidad de identidad

    moderna, de la misma modernidad? Qu diferencia a un

    crtico de la modernidad de identidad indgena, de la

    modernidad? (Vctor Hugo Quintanilla Coro).

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    Las respuestas a las interrogantes: Qu es la poltica? y Es

    posible una fundamentacin conceptual de la poltica, desde

    lo indgena?, constituyen el eje del entramado de este debate.

    Con esta presentacin, queremos motivar al lector a

    desarrollar, a partir de sus reflexiones nuevas hiptesis y

    nuevas respuestas, que permitan enriquecer la comprensin

    de nuestro presente tan complejo y en constante y

    permanente devenir.

    Este desafo intenta ser eco de las palabras de la pensadora

    Hannah Arendt, quin deca: "Vivimos en un mundo en que el

    propio cambio se ha convertido en algo tan obvio que corremos el

    riesgo de olvidar incluso qu es lo que ha cambiado".

    Rosario Aqum Chvez

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    La poltica entre la crtica de la

    modernidad y la cosmovisin indgena

    Vctor Hugo Quintanilla Coro: Al plantear una reflexin

    sobre la poltica,1 desde un punto de vista indgena-

    originario, no me refiero a considerar los planteamientos

    polticos de los indgenas, sino a realizar una

    fundamentacin de la concepcin de poltica, desde el punto

    de vista de una de las culturas, pueblos y naciones andinos.

    Ral scar Prada Alcoreza: Eso no hay. La poltica es un

    fenmeno de la modernidad, de la expansin de la

    modernidad y de la formacin de

    los estados modernos. Lo que

    hay es una lucha descolonizadora

    de las naciones y pueblos

    indgenas en el contexto de la

    crisis de la modernidad. El peor

    mal que podemos hacer en el

    proceso de la reconstitucin es

    pretender responder a problemas

    modernos desde la fundamentacin de civilizaciones

    ancestrales. No habramos comprendido ni la modernidad ni

    a las civilizaciones ancestrales, que ahora son alternativas a

    la modernidad.

    Quintanilla: Mi criterio es que la poltica occidentalmente

    comprendida no existe en los pueblos indgena-originarios.

    De lo que estamos hablando es cmo este tipo de pueblos

    ejercen el poder (poltico) o Atiy, que es uno de los

    1 Ral Prada Alcoreza: Poltica, democracia y crisis. La Paz: Bolpress,

    2012.

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    principios de la cosmovisin andina. A toda poltica subyace

    una determinada manera de ejercicio del poder, y en este

    sentido es imposible que no exista una cultura sin ejercicios

    del poder, es decir, sin el fundamento de cualquier poltica.

    Para cualquier quechua la poltica es Sumaq kawsay (Vivir

    bien): el ejercicio del poder comunitario, cuya finalidad

    ltima es el bienestar material y cosmocntrico de todos.

    Prada: La poltica no se reduce a las relaciones de poder, a

    las estructuras de poder, a los diagramas de poder, que toda

    sociedad obviamente conforma y configura. El estudio de las

    formas de organizacin y de las formas de poder

    corresponde a la genealoga del poder. Ciertamente

    podemos ilustrarnos sobre las formas de estructurar el poder

    y de organizacin en las sociedades ancestrales y en las

    sociedades antiguas, poder plantear proyectos de

    reconstitucin que implican planteamientos civilizatorios. El

    Sumaq kawsay (Vivir bien) corresponde a un modelo

    civilizatorio. Estos, los del diagrama de poder y los de

    paradigmas civilizatorios, no son fenmenos polticos en el

    sentido moderno. Quizs implique profundas armonas

    comunitarias y con la Madre Tierra, armonas que las hemos

    perdido en la vertiginosidad de la modernidad.

    Empero estas armonas no hablan del fenmeno poltico, que

    tiene que ver con las luchas sociales desatadas en los

    contextos histricos del Estado moderno. A no ser que

    volvamos a los clsicos griegos, quienes conceban

    precisamente modelos de equilibrio de formas de gobierno.

    La concepcin moderna de la poltica rompe con las teoras

    clsicas, no parte del equilibrio, sino de la dinmica

    demoledora de las relaciones de fuerza, consensos y

    legitimidad.

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    Nosotros, que postulamos un proyecto civilizatorio

    alternativo estamos obligados a luchar, es decir, a hacer

    poltica, reconociendo las condiciones de dominacin que

    nos somete la modernidad. Pretender extender este

    fenmeno desequilibrante de la modernidad a las sociedades

    ancestrales y antiguas es una proyeccin peligrosa y

    colonizadora. Con lo que obviamente no estoy de acuerdo.

    Quintanilla: Obviamente, la poltica no se reduce a las

    relaciones de poder (y no recuerdo haber afirmado eso). Sin

    embargo, nadie podra no aceptar que uno de los

    fundamentos de cualquier concepcin de poltica es el poder

    (y la genealoga tan slo una de las posibles formas de

    explicar sus conductas). Podran

    haber otros ms como la

    institucionalidad, pues tampoco

    existe poltica posible al margen

    de "diagramas" de instituciones.

    Foucault se ha referido a ello en la

    Microfsica del poder.2

    El modo de ejercer el poder da

    lugar a determinados acontecimientos de lo poltico, lo cual

    quiere decir que lo poltico acoge la identidad cultural de los

    mltiples modos en que se ejerce el poder, a travs de las

    instituciones. En este sentido, no cabe duda que es

    perfectamente posible llevar adelante una investigacin de la

    o las concepciones de poltica que subyacen a los diferentes

    procesos culturales. Esto sera el trabajo de un largo proceso

    de fundamentacin filosfica.

    2 Michel Foucault: Microfsica del poder. Madrid: Las Ediciones de La

    Piqueta, 1980.

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    Lo anterior no tiene nada que ver con la posicin bancaria,

    en los tpicos trminos del sujeto-objeto, de aproximarnos a

    las culturas ancestrales a estudiar sus armonas. Tampoco

    tiene que ver con el intento de bregar por proyectos

    civilizatorios desde ninguna parte, desde un no-lugar

    cultural. Por lo menos hasta ahora est claro que las culturas

    indgenas del mundo, las culturas no-occidentales,

    constituyen el locus, el "desde dnde" articular argumentos

    "prxicos" y tericos, para mostrar un horizonte civilizatorio

    diferente al de la modernidad, ya que consideramos que ello

    no es posible desde los mismos marcos categoriales de la

    modernidad occidental. Pero si estuviera siendo as, pues

    creo que no estaramos ms que frente a una versin ms del

    posmodernismo, el mismo con el que no estn de acuerdo

    muchos pensadores modernos.

    Prada: Lo que no hay que perder de vista es que desde la

    Conquista y la expansin colonial, que no es otra cosa que

    expansin del capitalismo, hemos ingresado a la

    modernidad, la modernidad es esa "cultura"

    pretendidamente universal que acompaa a la colonizacin

    y la formacin del sistema-mundo capitalista. La lucha

    contra el colonialismo es inmediatamente una lucha

    anticapitalista, y la lucha anticapitalista y anticolonialista es

    tambin una lucha contra la modernidad. Esta lucha debe

    desplegarse con pleno conocimiento de la experiencia de la

    modernidad, incluyendo las modernidades heterogneas,

    que es el nombre que usan los de la corriente de la

    subalternidad hind.

    La poltica, en sentido moderno, es indudablemente un

    fenmeno de esta vertiginosidad avasalladora de la

    modernidad, donde todo lo slido se desvanece en el are. La

    poltica est ligada a la democracia que se basa en el

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    prejuicio de la igualdad, en la palabra y en la conformacin

    de humanos libres. La democracia forma parte de las luchas

    sociales y tambin de las luchas indgenas por la ampliacin

    de los derechos, de por lo menos cuatro generaciones, desde

    las individuales hasta los derechos de la Madre Tierra,

    pasando por los derechos colectivos y sociales.

    Pretender buscar una modernidad en las sociedades

    ancestrales y antiguas es un desatino y un contrasentido. No

    hay poltica, en el sentido moderno, en las sociedades

    antiguas y ancestrales, aunque haya formas de manejo del

    poder. Si no comprendemos la envergadura del desafo

    poltico contemporneo de

    todas las luchas e inventamos

    un mito, estamos perdidos y

    derrotados de antemano. Creo

    que el camino para la

    reconstitucin y

    reterritorializacin pasa

    necesariamente por la

    radicalidad de la lucha poltica.

    No en inventarse

    fundamentaciones ancestrales y antiguas de la poltica que

    no existen. Lo que existen son fundamentaciones, arquetipos

    y paradigmas civilizatorios de las sociedades antiguas y

    ancestrales, que se han convertido en las nuevas finalidades

    emancipadoras anticapitalistas y antimodernas.

    Quintanilla: Es cierto que la expansin violenta del

    capitalismo a nivel planetario trajo consigo la expansin

    tambin violenta de la concepcin moderna de poltica y

    secuelas como la democracia. A quin le cabe dudas? Est

    claro que una posicin anticolonialista debe poner en crisis

    esos procesos, pero cuando se trata de asumir una posicin

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    habr quienes puedan hacerlo desde determinados locus. Las

    culturas indgenas, para cualquiera de sus miembros, es el

    locus desde el cual la crtica anticolonialista asume una

    identidad. Esta identidad no est convocada a nutrirse de las

    perspectivas tericas modernas para constituirse como

    crtica anticolonialista (como ocurre con la casi totalidad de

    las crticas a las modernidad y sus desmanes).

    En este sentido, cuando se trata de criticar la concepcin de

    poltica del mundo occidental-moderno, desde un punto de

    vista indgena, la tarea consiste en vaciar los contenidos

    modernos de la poltica, para darle otro contenido que tiene

    que ver con el modo en que el ejercicio del poder acontece en

    las comunidades aymaras, quechuas o guaranes. Si a eso se

    le puede llamar reterritorializacin, hay que precisar que no

    se reterritorializa los contenidos de la poltica moderna, sino

    en el continente de lo poltico, los contenidos histrico-

    sociales de ejercicio del poder "indgenas".

    La tarea planteada no involucra especulacin, imaginacin o

    invencin, ya que existen correlatos empricos que pueden

    corroborar la fundamentacin de una concepcin de poltica

    andina (quechua-aymara). Todo lo contrario de las crticas

    que intentan ser aceptadas por los movimientos sociales

    indgenas o no, como la crtica de esos movimientos a la

    modernidad que las oprime. En el caso del proyecto de

    fundamentacin de una concepcin de poltica no-moderna,

    es decir andina, ocurre algo diferente: la realidad legitima lo

    que se pretende construir. No al revs.

    Prada: Una y otra cosa, tanto la reconstitucin como la

    actualidad. Las problemticas indgenas son histricas; no es

    la misma en el siglo XVIII, tampoco durante la Guerra

    Federal, durante los levantamientos posteriores, antes y

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    despus de la Reforma Agraria, despus de la interpelacin

    katarista y ahora, despus de los seis aos de luchas semi-

    insurreccionales de 2000 al 2005, sobre todo despus del

    proceso constituyente. Es indispensable ser sensible a la

    temporalidad y a las trasformaciones de las problemticas,

    sino caemos en un cuadro esttico que no sirve para la lucha

    poltica, sino para el auto-convencimiento y la auto-congoja.

    De lo que se trata es de lograr la descolonizacin. Eso se hace

    mediante una lucha poltica en el presente, en los contextos

    del presente, ante la crisis del capitalismo y la modernidad

    del presente.

    Ahora bien, esta politizacin

    debe criticar los contenidos

    universales de la modernidad y

    retomar de manera actualizada

    los contenidos civilizatorios de

    las sociedades antiguas y

    ancestrales. Al hacerlo lo hace

    polticamente, es decir,

    desencadenando las luchas

    requeridas, pero tambin lo

    hace desembarazndose de la herencia moderna. Esta

    deconstruccin se lo hace conociendo profundamente la

    experiencia y las historias de la modernidad, no negndola,

    como si no existiesen, como si no nos hubieran atravesado

    desde el siglo XVI.

    Quintanilla: Que la descolonizacin es el proyecto hacia el

    cual todos debemos apuntar, estamos de acuerdo. Que la

    lucha por la descolonizacin debe ser poltica, igualmente.

    Ambos lneamientos, efectivamente, pueden contribuir

    (quizs no) a desconstruir la poltica de la negacin, opresin

    de la modernidad hacia todas las dems culturas, incluso a

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    sus mismos adeptos. Sin embargo, el conocimiento de la

    modernidad para lograr su desconstruccin y, con ello,

    avanzar en la descolonizacin, no significa negar a los

    miembros de las culturas indgenas (a sus intelectuales), el

    derecho de realizar otros proyectos que podra

    comprenderse, si as se desea, como subsidiario de la

    descolonizacin. Esto, en el entendido de que la crtica a la

    modernidad no puede conducir a un terreno sin identidades,

    sino a un terreno donde las culturas largamente negadas o

    encubiertas, deben hacer su reaparicin.

    La crtica a la modernidad debe ser capaz de comprender y

    de aceptar que la descolonizacin no puede estar

    desvinculada de la reconstitucin o actualizacin (espiritual,

    educativa, econmica o poltica) de lo que queda de las

    culturas indgenas. De otro modo, la crtica de la

    modernidad terminar siendo colonial con respecto a todas

    las realidades culturales no-occidentales.

    Prada: Te digo eso del conocimiento de la modernidad

    acordndome del profesor de filosofa Sobrevilla peruano,

    experto en Emmanuel Kant y Cesar Vallejo; me dijo que para

    separarse de la filosofa europea era indispensable conocerla

    y dominarla, precisamente para lograr lo que se quiere, un

    nuevo horizonte filosfico a partir del aporte mitolgico,

    imaginario, simblico, de nuestras sociedades ancestrales.

    Creo que tiene razn. Ese seor me dio una leccin. Claro

    que queremos zafarnos de la modernidad, superarla, abrir

    un horizonte ms all de la modernidad, a partir del aporte

    primordial de los proyectos civilizatorios ancestrales y

    antiguos, particularmente andinos. La comprensin de

    modernidades heterogneas ya es un desplazamiento de esa

    modernidad pretendidamente universal y dominante.

  • 19

    Empero lo que a nosotros nos interesa es una

    descolonizacin radical.

    Para eso es necesario comprender profundamente nuestros

    proyectos civilizatorios, nuestros horizontes histricos y

    culturales, pero tambin conocer plenamente esa

    modernidad que deconstruimos. Nuestra lucha poltica tiene

    un alcance mucho mayor que el proyecto marxista, que a lo

    llegaron a pensar una transicin moderna en trminos de la

    dictadura del proletariado. Nosotros pensamos transiciones

    plurales que abolen la modernidad e inventan un nuevo

    horizonte civilizatorio.

    Quintanilla: Est claro que

    para superar a la modernidad

    hay que conocerla

    profundamente. En ello se

    concentra todo el esfuerzo de

    muchos pensadores modernos.

    La pregunta es si ese proyecto

    debe ser necesariamente el

    nico proyecto de todas las

    identidades culturales del mundo o debe ser comprendido

    ms bien como el paso que los mismos intelectuales

    modernos, conocedores de la modernidad, nos hacen el

    favor de seguir en lugar de tener que hacerlo tambin

    nosotros. Por este motivo, ya que el esfuerzo de ellos, al

    parecer, ya es suficiente y en muchos casos contundente

    (Nietzsche, Foucault, Negri y muchos otros), creo que no

    habra mayor problema con el otro proyecto de configurar

    proyectos de fundamentacin de una teora poltica

    indgena, ya que ello no slo involucra conocer la

    modernidad, sino "conocer" la propia cultura, para traducirla

    a trminos conceptuales, exactamente lo que los modernos

  • 20

    vinieron haciendo de manera muy sostenida desde el siglo

    XV.

    No se trata, entonces, de agotar todas las perspectivas ni

    todos los esfuerzos nicamente en la crtica a la realidad

    producida por la modernidad, sino tambin de que las

    propias realidades histrico-sociales puedan disponer de sus

    propias teoras. Una de las consecuencias de seguir el nico

    camino de la crtica, adems desde un locus que no es el de

    las culturas indgena-originarias, es generar contenidos que

    la modernidad usa para luego rearticularse una y otra vez y

    de diferentes maneras para continuar desplegando su

    camino colonizador. Desde un punto de vista indgena,

    entonces, no se trata de "inventar" un "nuevo" horizonte

    civilizatorio, pues ello implica la renuncia al propio

    horizonte civilizatorio que se viene reconfigurando desde

    hace siglos. Se trata, ms bien, de rearticular o reactualizar

    nuestros horizontes civilizatorios, y este proyecto

    descolonizador no supone obstaculizar el deseo de continuar

    criticando a la modernidad.

    Prada: Marie Danielle Dmelas escribe un libro sobre La

    invencin poltica;3 se refiere a la forma cmo se asume la

    poltica durante el siglo XIX en Bolivia, Ecuador y Per, de

    estructuras sociales similares. Cuando se hable de invencin

    poltica se expresa ese sentido. En todo caso, la poltica

    siempre es una invencin, no una realidad natural. Creo que

    es indispensable entender estos temas y no confundir la

    poltica con una ontologa, como si hubiera una esencia

    poltica. No la hay, salvo en los imaginarios dogmticos.

    Creo que no se pueden desatender estos grandes problemas

    3 Marie Danielle Dmelas: La invencin poltica. Bolivia, Ecuador, Per

    en el siglo XIX. Lima: IFEA-IEP, 2003.

  • 21

    que tienen que ver con la historia efectiva y las luchas

    sociales, luchas anticolonial, luchas contra las formas de

    dominacin. Lo dems es reproducir, como hacen los

    izquierdistas, imaginarios cristianos inoculados desde el

    siglo XVI. Creer en esencialismo, en fundamentalismo.

    En una providencia, aunque sea desacralizada,

    descolonizarse es desapegarse de estos imaginarios

    cristianos. La crtica de la modernidad tambin pasa

    necesariamente por este desvelamiento oculto de cdigos

    cristianos en las teoras modernas. Es tambin moderno

    pretender un fundamento. No lo hay. Lo que hay es la

    necesidad profunda colectiva

    de descolonizarse; esto implica

    retomar las utopas no

    realizadas de los proyectos

    civilizatorios. Empero esto se

    hace bajo el manto de

    respuestas concretas a

    problemas concretos del

    presente. Eludir esta tarea

    poltica es entregar la iniciativa

    a los nacionalistas, jacobinos, izquierdistas de todo tipo. La

    poltica es precisamente el campo dnde las acciones tienen

    efectos prcticos, no es un ejercicio mental.

    Quintanilla: La poltica no es una invencin, pero tampoco

    una realidad natural. La poltica es un acontecimiento

    histrico-social. Y esta precisin libera a la poltica de

    responder a preguntas ontologizantes como "Qu es la

    poltica?", como si tuviera que ser posible tan slo una

    respuesta y tan slo desde una perspectiva cultural, y desde

    un marco categorial. Sin embargo hay todava que

    considerar que al discriminar la poltica de lo histrico y

  • 22

    natural, estamos cayendo en el error moderno y colonial de

    restringir la poltica nicamente a una dimensin

    antropocntrica. Es necesario hacer esta distincin porque

    para los pueblos indgenas lo poltico incluye a la naturaleza.

    Tan es as que no puede haber poltica posible al margen de

    la Naturaleza o Pachamama, lo cual es equivalente a afirmar

    que no hay poltica sin espiritualidad o religin, segn

    corresponda. En este sentido, la descolonizacin para las

    culturas andinas quiere decir liberarse del antropocentrismo

    de la poltica ejercida, explicada, analizada, reflexionada,

    comprendida y teorizada occidentalmente. La "crtica" de la

    modernidad ha perdido de vista este asunto: excluy a la

    Naturaleza, como sujeto de derechos, en su afn por "develar

    los cdigos ocultos del cristianismo en las teoras modernas

    de poltica".

    Es tambin moderno pretender un fundamento? Son varios

    los filsofos modernos de la modernidad occidental que han

    planteado uno y otro fundamento para el acontecer histrico.

    Naturalmente, gobernados slo por la razn, casi todos se

    equivocaron. Desde hace siglos, para las culturas no-

    modernas no-occidentales el fundamento ltimo de todo

    acontecer es la vida. Nada hay ms trascendental y

    fundacional que ella. Si para las perspectivas

    occidentalizadas, se trata de que no exista fundamento

    alguno o de que existan fundamentos equvocos, a los cuales

    dedicar sendas reflexiones, pues es razonable aceptar que

    estn en su derecho; ms an si ese derecho se encuentra en

    el marco de sus correspondientes concepciones occidental-

    modernas de tica. Es preciso ser consecuente con los

    presupuestos de la cultura a la que se pertenece, ya que ello

    permite generar dilogos interculturales como el presente.

    Esto es algo que de ninguna manera se puede eludir, ms

    an si se trata de encarar problemas que efectivamente son

  • 23

    problemas para una y otra cultura, y no slo para aquella

    que tiene el poder del discurso. En esta labor, es posible

    determinar problemas o enemigos comunes que criticar

    (discurso) o combatir (prctica), pero ello debe darse en el

    marco del respeto y aceptacin de las identidades culturales

    de raz no-modernas.

    Prada: Aquello que llamas la inclusin de la naturaleza, que

    prefiero llamar el Vivir bien, que significa ser parte de los

    ciclos vitales de la Madre Tierra, no es poltica. Eso es

    reducir forzadamente una comprensin y una accin mucho

    ms rica que la poltica a las dimensiones estrechas de esta

    prctica. Esto no es otra cosa que reduccionismo, querer

    hacer entrar a categoras modernas

    las comprensiones,

    configuraciones y epistemologas

    alternativas no modernas. Por

    qu esa obsesin de querer pensar

    lo alterativamente distinto en

    trminos reiterativos de la

    modernidad?

    Este reduccionismo es la continuidad del colonialismo por

    los medios de la equivalencia discursiva. De este modo ni se

    hace poltica ni se trasciende al horizonte del Vivir bien. Se

    hace ideologa para la auto-satisfaccin sin afectar un pice a

    los poderes dominantes. Esto tambin es convertir en un

    folklore la interpelacin cultural que debera caminar por el

    terreno de la accin, es decir, la poltica, y la construccin de

    lo alternativo, que puede combinar reconstitucin y

    novedad. En este sentido la poltica, como lucha, es

    invencin, pues crea, desde el imaginario radical y desde la

    imaginacin radical.

  • 24

    Qu es la poltica? Es una pregunta. Puede ser ontolgica si

    uno lo toma as, empero ni en los escritos de Maquiavelo, ni

    en los escritos de Hannah Arendt4 se incursiona por este

    lado, al contrario se desmitifica la ontologa y se devela el

    sentido dinmico, activo, y de la praxis de la poltica.

    Nosotros deberamos reflexionar profundamente sobre la

    invencin de la poltica en el contexto y la coyuntura de los

    levantamientos indgenas del siglo XVIII.

    All se abre un horizonte comunitario y de las subjetividades

    colectivas, adems de las luchas anticoloniales, que muestran

    la desmesura de la poltica en nuestras tierras. No busques la

    poltica en el mito anterior a la modernidad, no la

    encontraras; slo las investigaciones arqueolgicas podrn

    decirnos algn da lo que fuimos antes. La historia y la

    antropologa slo han llegado a contarnos algo, perfiles, de

    cien aos antes de la conquista, lo que corresponde al

    incanato. Debemos ser serios con la lectura del pasado, sino

    terminamos, esta vez, inventndonos, en sentido peyorativo,

    un pasado muy parecido al presente y a los prejuicios de la

    modernidad.

    Quintanilla: Afirmar que la concepcin de poltica andina

    (quechua-aymara) incluye a la Naturaleza no es lo mismo

    que afirmar que dicha inclusin es poltica. Para las culturas

    indgenas el presupuesto de principios como Munay (la

    voluntad comprendida como ser), Yachay (saber),

    Ruway (hacer) y Atiy (poder) es la Naturaleza. Esto

    significa que el Sumaq kawsay o Suma qamaa (Vivir

    bien), tampoco se reduce a la inclusin de la Naturaleza. El

    Vivir bien es el horizonte de la concepcin de espiritualidad,

    educacin, economa y poltica de las culturas indgenas. Y al

    4 Hannah Arendt: Qu es la poltica? Barcelona: Paids, 2001.

  • 25

    expresar todo esto, al igual que los proyectos de filosofas

    propias de la India, la China o el frica, aceptamos la

    limitacin de tener que hacerlo precisamente en la lengua del

    colonizador, todo con la nica finalidad de re-articular

    nuestro pensamiento y hacernos comprender usando la

    lengua espaola o castellana.

    Es contradictorio recibir la crtica de que es obsesivo hacer

    "entrar a categoras modernas las comprensiones,

    configuraciones y epistemologas alternativas no modernas."

    Contradictorio, porque se usan conceptos radicalmente

    modernos (colonizadores) como "epistemologa" para

    denominar "configuraciones

    alternativas a lo moderno",

    desde una posicin que no es

    indgena (ni aymara, ni

    quechua, ni guaran). Quizs

    doblemente contradictorio, ya

    que se critica la prctica de usar

    los lenguajes de las teoras

    modernas, dndoles contenido

    indgena, cuando en la mayor

    parte de los casos, ello no pasa de ser una impostura: la

    creencia de que se puede descolonizar desde una especie de

    no-lugar moderno o descolonizar estando situados en uno

    de los senos de la misma modernidad. La ventaja de esta

    situacin es que evidentemente es poltica, pero en y desde

    el mbito de la modernidad, que es lo mismo que se desea

    desconstruir o criticar.

    Para las perspectivas indgenas no se trata de hacer poltica

    ni de constituir su teora dentro de las fronteras de la

    modernidad, pues eso no hace ms que dar lugar a una

    dialctica que, a la vez que critica "imaginariamente" la

  • 26

    concepcin occidental de ejercer el poder, por otra parte

    tambin le hace el favor de fortalecerla, cada vez que

    reconoce y ejerce su lenguaje conceptual.

    Prada: T lo has dicho, estamos obligados a usar el lenguaje

    del colonizador, el lenguaje moderno, ese es el campo de

    batalla. Escogiste y ubicaste claramente el campo de batalla,

    ese es el espacio de la modernidad, el capitalismo y el

    desarrollo. Por eso avizoramos el Vivir bien como modelo

    civilizatorio alternativo, por eso recurrimos a la memoria de

    otro lenguaje, otros nombres, otras miradas y vivencias, que

    vienen de otros tiempos, otras sociedades, otro horizonte

    histrico-cultural.

    T tambin lo has dicho, estamos obligados a hacer poltica,

    porque estamos obligados a vencer a destruir la modernidad

    y el capitalismo. No podemos realizar batallas imaginarias

    en espacios inexistentes, tambin imaginarios. Esto lo puede

    soportar el dominador colonizador; esto lo puede aceptar el

    capitalismo, mientras no hagamos la guerra en los terrenos

    reales que afectan la dominacin del imperio y sus cipayos.

    De eso se trata, de hacer poltica en tanto lucha

    descolonizadora radical, debemos lograr la reconstitucin,

    empero hacerlo en el ahora y aqu. Esto es lo que distingue a

    los guerreros de los demagogos, que terminan usando un

    supuesto discurso descolonizador en servicio de lo mismo, la

    restauracin del Estado-nacin criollo. Esto es ir a la lucha

    abiertamente, comprendiendo tambin que debemos darle

    cuerpo al Vivir bien. No cabe duda: la descolonizacin es de

    matriz indgena, se enriquece conceptualmente de los

    arquetipos de las cosmovisiones indgenas; esta

    descolonizacin es tambin para el mundo, en plena crisis

    ecolgica.

  • 27

    Ese es el lugar dnde se introduce el Ayllu como alternativa

    organizacional, donde se incorpora la complementariedad

    como alternativa de cohesin social y convivencia, es el lugar

    donde introducimos la Pacha, la armona con la Madre

    Tierra y los ciclos vitales, formando parte del conjunto de

    seres, sin ser centro sino precisamente parte de los ciclos

    csmicos. Ahora bien, para lograr hacerlo, un cambio

    civilizatorio, debemos ganar esta guerra anticolonial y

    descolonizadora, no negarnos a hacer poltica en pleno

    sentido de la palabra.

    Quintanilla: El hecho de que los indgenas de las diferentes

    naciones y/o culturas del

    mundo deban usar el lenguaje

    moderno para hacer

    comprender su crtica y su

    voluntad de rearticulacin,

    tanto histrico-social como

    terica, constituye el modelo de

    interculturalidad que los

    crticos modernos de la

    modernidad lamentablemente

    no pueden ejercer. Qu diferencia a un crtico de la

    modernidad de identidad moderna de la misma

    modernidad? Qu diferencia a un crtico de la modernidad

    de identidad indgena de la modernidad?

    En el primer caso, no existe diferencia cultural (aunque s

    ideolgica) entre la identidad del crtico y el objeto de su

    crtica que es la modernidad, ya que a ambos es

    consustancial (al parecer) el mismo lenguaje conceptual,

    entre varios otros factores. En el segundo caso, si bien el

    lenguaje conceptual puede ser el mismo, la diferencia se

    encuentra a nivel de las cosmovisiones, culturalmente

  • 28

    legitimadas. Las luchas que ambos tipos de crticos llevan

    adelante, por lo tanto, no son conmensurables ms que a

    nivel discursivo.

    Esto quiere decir que de pronto el crtico moderno de la

    modernidad puede estar asumiendo el mundo del indgena

    como contenido central para bregar contra la modernidad

    occidental, pero ello no pasa de ser una postura apcrifa,

    algo que no hace intercultural al moderno, sino ms

    moderno, ms colonial, por el carcter bancario o positivo

    de su aproximacin a contenidos u horizontes que no

    provienen de la cultura en la que ha nacido y de la que (no

    todos) reniegan crticamente (porque ello reporta capital

    intelectual). En este entendido, la postura del crtico

    moderno puede conducir a movilizaciones en el terreno de

    lo social y de ese modo creer que est haciendo poltica ms

    all de la modernidad, del capitalismo, de la globalizacin o

    de la economa de mercado.

    El crtico indgena de la modernidad, en cambio, no convoca

    a la movilizacin social para hacer poltica a la moderna,

    sino para actualizar la concepcin de poltica que subyace a

    su cultura. Uno de los ejemplos ms significativos de esta

    conviccin, entre varios otros hechos histricos, fue la

    movilizacin indgena del siglo XVIII, a la cabeza de Tupak

    Katari y Bartolina Sisa. En ese entonces, una de las

    cualidades de la movilizacin es que eran an ajenas al

    lenguaje de la modernidad, y estaban conscientes de ello,

    tanto en quechua como en aymara, porque su finalidad era

    la reconstitucin del TawaIntiSuyo (Cuatro poderes del Sol),

    en el ms amplio sentido de la palabra.

    En la poca actual, no se trata de que olvidemos esa

    finalidad en el campo de la teora, slo porque pareciera que

  • 29

    combatir a la modernidad pasa por conocerla

    profundamente y aprender sus lenguajes, o sea, convertirnos

    en modernos crticos. Franz Fanon fue meridianamente

    claro al respecto: "La descolonizacin () es un proceso

    histrico: es decir, que no puede ser comprendida, que no

    resulta inteligible, traslcida a s misma, sino en la medida

    exacta en que se discierne el movimiento historizante que le

    da forma y contenido. La descolonizacin es el encuentro de

    dos fuerzas congnitamente antagnicas que extraen

    precisamente su originalidad de esa especie de sustanciacin

    que segrega y alimenta la situacin colonial."5

    Prada: Creo que cometes cuatro errores en tus apreciaciones

    un tanto apresuradas:

    1. No se puede eludir la modernidad, menos la critica a la

    modernidad, que es una manifestacin clara de la crisis.

    Ignorar estas crticas es quedarse desarmado. Ninguna

    cultura vive aislada, toda cultura interpreta a otra cultura,

    por eso est viva. Pretender ignorar la discusin y crtica de

    la modernidad es un fundamentalismo que no tienen

    consecuencias polticas y termina en folclore para

    beneplcito de las burguesas dominantes.

    5 Franz Fanon: Los condenados de la tierra. Mxico: Fondo de Cultura

    Econmica, 1983, p. 16.

  • 30

    2. Claro que es primordial retomar las cosmovisiones

    indgenas, empero de una manera dinmica, pues se trata de

    sistemas simblicos dinmicos. Pero esta reconstitucin debe

    pasar por una revisin crtica, pues desde el siglo XVI hubo

    sincretismo con el cristianismo. Hoy, muchas de las prcticas

    y ceremonias que consideramos autctonas, son en realidad

    sincretismos con el cristianismo, algo as como anacronismo

    subsistentes desde el siglo XVI colonial que fue el ms

    destructivo culturalmente.

    3. Te equivocas al creer que los levantamientos indgenas del

    siglo XVIII no tienen que ver con la modernidad. Desconoces

    que todo ese periodo se llama

    modernidad barroca, la otra

    modernidad, anterior a la

    modernidad de la revolucin

    industrial. Un renacimiento

    indgena es propuesto

    precisamente por las noblezas

    indgenas, escritos en latn, que

    tienen que ver con una visin

    de mundo. Por otra parte el

    levantamiento indgena, que podemos comprender como

    parte de los acontecimientos del nacimiento de la poltica, en

    sentido moderno, est afectado por bsquedas de

    legitimidad, milenarismos cristianos, de los que se van

    zafando poco a poco hasta llegar a los momentos ms

    radicales de la movilizacin. No puedes decir de ninguna

    manera que no haba una experiencia moderna, la

    colonizacin es precisamente esa experiencia de la

    modernidad barroca.

    4. Respecto a Franz Fanon tambin te equivocas. El gran

    discurso descolonizador mundial del intelectual martinico

  • 31

    pasa ya por las experiencias del marxismo y la

    independencia nacional. Lo ms lcido de Fanon es

    precisamente la comprensin de las luchas anticapitalistas en

    esa modernidad desbastadora para las periferias del sistema

    mundo capitalista.

    Creo que estos errores te llevan a un aislamiento total, por lo

    tanto a la anulacin de la posibilidad real de lucha.

    Quintanilla: En primer lugar, corresponde precisar y

    concluir lo siguiente: est claro que en el proyecto de

    reconstitucin o actualizacin de los pensamientos de las

    culturas indgenas en el plano de la teora, la modernidad no

    puede estar ignorada; debe ser asumida crticamente, puesto

    que durante siglos es la civilizacin que ha estado negando,

    ignorando y obstaculizando la emergencia de otros

    horizontes civilizatorios y/o culturales. Y es imprescindible

    poner en crisis esa impostura, a travs del dilogo basado en

    el mejor y mayor argumento.

    Sin embargo, las culturas indgenas del planeta, de hecho,

    jams han cado en ese defecto, en el defecto de ignorar o

    negar a la modernidad, ya que han sido capaces de ser

    interculturales con ella (a diferencia y a pesar de la misma

    poltica de la modernidad, de no serlo con ninguna otra

    civilizacin o cultura). Y ese tipo de conducta ya comporta

    una cierta criticidad, pues las culturas indgenas no articulan

    a su vida cotidiana todo lo que occidente es y produce. Si en

    esta conducta no se es capaz de ver tambin una conducta

    poltica de feroz brega con la modernidad, entonces no cabe

    duda que es preciso descolonizar la concepcin moderna de

    poltica nicamente restringida a las coyunturas, a los

    momentos de urgencia. Tan es as, que a ello se debe el que

    an se puedan registrar acontecimientos culturales

  • 32

    diferentes que la modernidad (dicho levinasianamente),6 y

    esto ya no tiene nada que ver con el folclore que muchos

    llevan dentro, especialmente cada vez que hace su aparicin

    el concepto de indgena. Ese modo de actuar cotidianamente,

    articulando la modernidad a la propia reproduccin de la

    identidad de las culturas indgenas, es profundamente

    poltico y, slo por ese hecho, absolutamente crtica de la

    modernidad occidental.

    En segundo lugar, es necesario realizar la siguiente

    precisin: hay que diferenciar el mestizaje, la hibridez, el

    sincretismo o la heterogeneidad, como parte de los proyectos

    y/o pretensiones tambin coloniales de la modernidad, de la

    conducta voluntariamente

    intercultural de las culturas y

    movimientos indgenas.

    Comprender a estas identidades en

    su dinmica no consiste en

    condenarlas desde la exterioridad a

    ellas al mestizaje, a la hibridez o

    sincretismo, cuya finalidad es

    previsiblemente occidental o moderna. Comprender a las

    identidades indgenas en su dinmica consiste en explicar su

    relacin con la modernidad occidental desde el punto de

    vista de sus ticas, y no desde posiciones sin duda polticas,

    pero quizs ajenas a ellas en lo cultural. Sin temor a

    equivocacin, la mayor parte de las lecturas

    pretendidamente sincrticas o mestizas de las identidades

    indgenas tuvieron y an tienen el defecto de creer que lo

    que dice su palabra, su descripcin, anlisis o explicacin

    6 Emmanuel Lvinas: De otro modo que ser o ms all de la esencia.

    Salamanca: Sgueme, 1995.

  • 33

    (luego) es la realidad que todos deben aceptar y reproducir

    como "la" verdad.

    Todo, sin tomar en cuenta que las culturas indgenas

    terminan siendo lo que marcos categoriales ajenos a ellas

    dicen que son. ste podra ser uno de los mejores ejemplos

    de la colonialidad a nivel epistemolgico, que es necesario

    reflexionar un poco antes de creer ingenuamente, y sin

    mayores reparos "polticos", en el sincretismo o mestizaje de

    las culturas indgenas.

    En tercer lugar, y para terminar mi intervencin, las

    experiencias modernas son experiencias de la modernidad

    consigo misma. Los movimientos indgenas desde el siglo

    XVIII y an desde el siglo XVI constituyen experiencia

    indgenas contra el advenimiento brutal de la modernidad.

    Se trata de experiencias indgenas con o sobre la

    modernidad, pero definitivamente no de experiencias

    indgenas modernas.

    En este mismo sentido, hasta el siglo XIX, no se puede

    afirmar que haya habido un periodo moderno barroco o

    no ya que ello implicara negar vigencia al hecho histrico

    de que las culturas indgenas, independientemente de las

    declaraciones de superioridad del colonialismo europeo,

    segua desarrollando y todava es as su propio horizonte

    civilizatorio. Subordinar el despliegue histrico-social de las

    identidades indgenas a los devenires de la modernidad es

    definitivamente encubridor. Lo que es aceptable es asumir

    que diferentes horizontes civilizatorios tenan experiencias

    espirituales, educativas, econmicas y polticas consigo

    mismas, pero tambin con los otros horizontes; experiencias

    de dilogo, de conflicto, de violencia, entre diferentes

    culturas, sin que ello se haya reducido a la lgica de una de

  • 34

    ellas. Hubo y an hay experiencias modernas con lo

    indgena y experiencias indgenas con lo moderno.

    En la poca actual de la globalizacin, esas relaciones

    interculturales sin lugar a dudas sufrieron modificaciones,

    pero no de manera que tengamos que resignarnos a aceptar

    autocolonialmente que toda experiencia se reduce a ser una

    experiencia con la modernidad, y que ya no existen otras

    modos que ser posibles, cuando en verdad varios

    pensadores occidentales vienen demostrando lo contrario.

  • 35

    Sobre los autores

    Ral Oscar Prada Alcoreza

    Escritor, docente-investigador de la Universidad Mayor de San

    Andrs (Bolivia). Demgrafo. Miembro de Comuna, colectivo

    vinculado a los movimientos sociales antisistmicos y a los

    movimientos descolonizadores de las naciones y pueblos

    indgenas. Ex-constituyente y ex-Viceministro de Planificacin

    Estratgica. Asesor de las organizaciones indgenas del

    CONAMAQ y del CIDOB. Sus ltimas publicaciones fueron:

    Largo Octubre, Horizontes de la Asamblea Constituyente y

    Subversiones indgenas. Su ltima publicacin colectiva con

    Comuna es Estado: Campo de batalla.

    Vctor Hugo Quintanilla Coro

    Pertenece a la Nacin Quechua del Cabildo Wilapampa, Ayllu

    Canaza por lnea paternal, del Norte de Potos (Bolivia).

    Docente-investigador de la Universidad Mayor de San Andrs

    y profesor visitante de la Universidad Mayor de San Simn

    (Cochabamba) y de la Universidad Tcnica de Oruro. Asesor de

    autoridades indgena-originarias en el proceso Constituyente

    de Bolivia y miembro de CONAMAQ. Formacin acadmica en

    el campo de las humanidades, educacin, ciencias sociales y

    polticas. Tiene publicaciones en el mbito nacional e

    internacional.

  • 36