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“Desarrollo de competencias de MENTORING Y COACHING”
Beatriz Valderrama. Ed. Prentice Hall. Madrid. 2009. 184 páginas
Mentor, íntimo amigo de Ulises, es encomendado por éste para que se ocupe de la educación de su
hijo Telémaco, mientras el héroe de La Odisea se encuentre ausente durante su aventura en la Guerra de
Troya. De esta mitológica historia proviene el origen de la palabra mentor, que adaptado a la terminología
anglosajona, se convierte en mentoring. La otra cara de la moneda que se ofrece en este libro tiene sus
raíces en algo mucho más mundano, como es el deporte. De ese entorno emana coaching, concepto que
está detrás de las habilidades propias de un entrenador, esto es, aquél que es capaz de guiar o entrenar.
Las diferencias básicas entre ambos profesionales es que, mientras el mentor debe ser un
especialista competente de las áreas de trabajo donde desarrolla sus funciones, el coach no necesita contar
con experiencia en el campo de actuación del entorno de su cliente.
Esta dualidad es analizada en profundidad por Beatriz Valderrama, experta conocedora de ambas
figuras, ya que ella misma desarrolla su función en materias que tienen estrecha relación con las materias
que aborda.
La obra se encuentra dividida en tres bloques principales, cada uno de ellos formado por uno o
varios de la docena de capítulos que la componen, dedicando la mayoría de ellos al análisis del
mentoring, asumiendo las similitudes sobre el coaching. El libro es un claro baluarte del refrán que afirma
que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Cuando esto ocurre, como es el caso, la mera utilización de
menos de dos centenares de páginas, son suficientes para tratar en profundidad, sin pérdida de
información, la temática planteada. Se añade a estas bondades el empleo de un lenguaje claro y conciso,
exento de rodeos, y en el que intermitentemente se incorporan máximas de personajes ilustres, que
amplifican o ayudan en la comprensión del texto, amén de fomentar una relajada y amena lectura.
En todas las secciones, encaminadas a adquirir un aprovechamiento real, tras las completas
exposiciones, aparecen los apartados prácticos, englobados bajo la denominación de plan de acción, parte
de un todo que resurge en el plan de acción final, compendio de los anteriores. En ellos se pueden
plasmar, mediante la realización de algunos ejercicios, lo aprendido en las páginas precedentes, de modo
que al finalizar cada división, se haya conseguido asimilar las principales ideas expuestas. Esta actuación
persigue alcanzar una doble finalidad, por un lado, potenciar las aptitudes para el autodesarrollo y, por
otra parte, servir de soporte didáctico en programas de formación de mentores y coaches.
El primer capítulo está dedicado, casi en su totalidad, al análisis generalista de la silueta del
mentor, haciendo breves referencias al coach, principalmente para sentar las bases diferenciales entre
cada uno de ellos.
Es en el segundo capítulo donde se asientan y se difunden los valores y cualidades básicos que
deben acompañar a un mentor, para que el desarrollo de sus competencias profesionales y humanas
confluya de modo que alcance los fines propuestos en su importante tarea. Así, sin medias tintas y
haciendo acopio de una extrema sinceridad, la autora, ya en el primer párrafo, explicita las características
inmanentes a este tipo de especialistas. Se dibujan las pautas, desde variadas ópticas, del marco
conceptual que en un mentor tienen que aunarse, y se deja meridianamente claro que no todos los buenos
profesionales podrían dedicarse a tan compleja actividad.
Para empezar a realizar un diagnóstico acertado en la valoración de las cualidades de un mentor, la
fundamental de ellas parte del autoconocimiento personal, que fundamenta el resto de pilares que deben
sustentar la equilibrada balanza entre las capacidades profesionales y los valores personales. Solo desde la
asunción de las propias limitaciones y fortalezas, el mentor podrá corregir las deficiencias, que llevan al
fracaso en su labor, e incrementar las virtudes que auspicien su éxito. Este intenso tercer capítulo
desgrana los arquetipos mentales que el ser humano incorpora inconscientemente y que, en múltiples
ocasiones, provocan graves distorsiones en el enfoque que puede hacer de la realidad, complicando de
este modo la apreciación que de los demás y de uno mismo realiza el individuo.
Siguiendo el hilo argumental establecido, la cuarta sección acomete uno de los aspectos más
innegables que definen al sujeto capacitado para ser mentor. En consecuencia, se aborda la importancia
que desempeña la conocida como inteligencia emocional, conjunto de habilidades que se pueden y deben
desarrollar como un proceso continuado de mejora, desaprendiendo y reaprendiendo a pensar, de modo
que se genere un bucle que se retroalimente, en el los logros adquiridos durante el camino a recorrer
primen más que la hipotética meta a alcanzar.
Una vez avanzada, que no superada, esta fase de autoconocimiento, hay que incorporar las
herramientas encaminadas al conocimiento de los demás. El quinto capítulo ofrece las líneas básicas para
paliar o superar los sesgos en la percepción y valoración de las personas, causa en tantas ocasiones de
traslaciones al otro de las propias carencias o deficiencias.
Continuando dentro del segundo conjunto de capítulos, agrupados bajo el título de los valores y
cualidades del mentor, la sexta sección infiere en la importancia de ser capaces de proyectar expectativas
positivas, poniendo como ejemplo el denominado efecto Pigmalión, que es la influencia positiva que las
expectativas del mentor ejercen en el aprendizaje y mejora del tutelado.
Desde el siguiente capítulo séptimo hasta el último del libro, se organizan todos ellos siguiendo el
denominador común de las explicaciones necesarias para comprender, convenientemente, las fases del
proceso de mentoring.
Lo primero que se afirma es la necesidad de que el mentor esté cerca del mentorando. Para ello, la
escritora expone su propia metodología utilizada en la implantación del mentoring, estructurando
mentalmente las actividades y habilidades que se pueden poner en práctica. El proceso lo engloba bajo las
siglas CERCA, que inteligentemente utilizada para ahondar en la trascendencia de la necesaria cercanía,
implica el establecimiento de un clima proclive, una capacidad de escuchar con empatía, ser capaz de
estimular para establecer retos asumibles y superables, construir con comprensión y reforzar la acción
impulsadora de la mayor autonomía.
En la octava parte se determina la exigencia de crear una relación empática, basada en la confianza
y en el compromiso. Para que en esta etapa la conexión entre los protagonistas no se cortocircuite, hay
que indagar en los procesos mentales que, en ocasiones de manera no consciente, interfieren en el
correcto desarrollo de la interacción, consiguiendo una efectiva sintonía emocional, mejorando la
comunicación tanto verbal como no verbal. Todo ello está encaminado a construir una relación de
confianza, mediante lo que se define como el original triple filtro de Sócrates.
El trabajo del mentor no es algo independiente del propio proceso de mentoring ni del mentorando
o tutelado. Es por este motivo por el que, en el noveno capítulo, se afronta la implantación del arte
mayéutico, método socrático por el que el maestro, mediante preguntas, va haciendo que el discípulo
descubra nociones que en él estaban latentes. Estas técnicas no están exentas de dificultades naturales ni
de obstáculos que hay que conseguir superar. Establecer filtros escuchando parcialmente, adivinar lo que
se va a decir, juzgar posicionándose en un nivel superior, aconsejar adelantándose a la finalización de la
explicación, apaciguar sin una implicación real manifestando acuerdo con todo, son algunas de las
situaciones incompatibles con el logro de la deseada empatía.
Al leer a continuación el apartado décimo del libro, el comprensivo estilo literario utilizado en el
que se narran los enunciados, hacen que lo que en ellos se descifra, parezca un ejercicio factible de llevar
a cabo sin mayores complicaciones. Ese es el modo en el que se transmiten ideas tan cardinales como la
necesaria búsqueda de mecanismos capaces de corregir aquellos condicionantes, precisos para
transformar problemas actuales en nuevas oportunidades futuras. La facilidad gráfica de los últimos
enunciados, mediante el modelo MAPA, ayuda a clarificar suficientemente las explicaciones anteriores.
El penúltimo capítulo está dedicado a las potencialidades que el mentorando debe desarrollar
gracias al esfuerzo realizado por el mentor, encaminándose a impactar positivamente al primero, con su
actitud y su capacidad de transmitir entusiasmo, optimismo y autoconfianza, amén de disponer de una
completa experiencia que sirva de verdadero ejemplo a imitar. Además del propio arquetipo, el mentor
puede ofrecer su apoyo mediante el ensayo de ciertas habilidades, ofreciendo recursos y realizando
sugerencias, sustituyendo el feedback por el feedforward.
Finalmente, se llega al apartado duodécimo, en el que lo señalado anteriormente impulsa la
emoción inherente al ser humano, clave para alcanzar los objetivos propuestos, fomentando la autonomía
y la autoconfianza, valorando positivamente y animando a la asunción de riesgos.
Resulta concluyente que tras la atenta lectura de la obra, tan magistralmente diseñada, el lector,
especialista o no en los temas tratados, se encontrará en una mejor disposición comprensiva, con una
importante ampliación en su conocimiento acerca del mentoring y del coaching, potentes y útiles
herramientas para asegurar, entre otras cosas, una adecuada transmisión del conocimiento dentro de las
organizaciones, minimizando los temidos costes, si se compara con los planes expansivos de formación.
Recensión realizada por Jesús Domínguez Rojas, Doctor en Economía.
Publicada en el número 122 de la revista Economistas (noviembre de 2009).