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Luis E. de Santiago Guervós Universidad de Málaga J. DERRIDA: LA ESTRATEGIA DE LA DESCONSTRUCCIÓN. Conferencia pronunciada en el Colegio de Arquitectos de Málaga, 31 de Marzo de 1995. Edición digital de Derrida en Castellano (http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/guervos.htm ). J. Derrida, filósofo francés, pertenece a esa rara especie de “filósofos intempestivos” que surgieron en la controvertida década de los 60 y que trataron, enfrentados al sistema, de abrir nuevos caminos al pensamiento mediante una tarea que no pocas veces resulta difícil de saber hacia dónde nos lleva. Es posible que Derrida también participase de las inquietudes de aquellos jóvenes del Mayo del 68 cuando bajo la forma de slogan confesaban: “Sabemos lo que no queremos, pero no sabemos lo que queremos”, o en otros términos, tratamos de desmantelar los fundamentos de nuestra cultura para construir no sabemos todavía qué. Aunque las posiciones suelen ser básicamente radicales y antisistemáticas, los filósofos de esta época, que coinciden con el llamado postestructuralismo, optan no por un enfrentamiento directo ante lo que consideran una tradición acorazada, en el fondo y en la forma, sino que prefieren mejor el rodeo, la estratagema o la argucia para enfrentarse a ella Por eso, de entrada, habría que decir que la “Desconstrucción”, término acuñado por el propio Derrida, hay que entenderla adecuadamente como una estrategia desconstructora, y hago hincapié en la palabra estrategia, porque, en realidad, la filosofía de este autor es una estrategia -en cierto modo parecida a la del psicoanálisis- mediante la cual se propone desenmascarar por un procedimiento de des-sedimentación o dis-locación el constructo de la metafísica occidental, soporte de nuestra cultura secular. De ahí que los textos de nuestra cultura y su soporte racional deban leerse como síntomas de algo, “de algo -dice el propio Derrida- que no está presente en ninguna parte”(P.,13)., pero en esta lectura es irrehuible el discurso de la filosofía, pues su 1

Derrida, La Estrategia de La Deconstrucción

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La estrategia de la deconstrucción

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Luis E. de Santiago GuervsUniversidad de MlagaJ. DERRIDA: LA ESTRATEGIA DE LA DESCONSTRUCCIN.Conferencia pronunciada en el Colegio de Arquitectos de Mlaga, 31 de Marzo de 1995.Edicin digital deDerrida en Castellano (http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/guervos.htm).

J. Derrida, filsofo francs, pertenece a esa rara especie de filsofos intempestivos que surgieron en la controvertida dcada de los 60 y que trataron, enfrentados al sistema, de abrir nuevos caminos al pensamiento mediante una tarea que no pocas veces resulta difcil de saber hacia dnde nos lleva. Es posible que Derrida tambin participase de las inquietudes de aquellos jvenes del Mayo del 68 cuando bajo la forma desloganconfesaban: Sabemos lo que no queremos, pero no sabemos lo que queremos, o en otros trminos, tratamos de desmantelar los fundamentos de nuestra cultura para construir no sabemos todava qu.Aunque las posiciones suelen ser bsicamente radicales y antisistemticas, los filsofos de esta poca, que coinciden con el llamado postestructuralismo, optan no por un enfrentamiento directo ante lo que consideran una tradicin acorazada, en el fondo y en la forma, sino que prefieren mejor el rodeo, la estratagema o la argucia para enfrentarse a ella Por eso, de entrada, habra que decir que la Desconstruccin, trmino acuado por el propio Derrida, hay que entenderla adecuadamente como unaestrategiadesconstructora,y hago hincapi en la palabraestrategia, porque, en realidad, la filosofa de este autor es una estrategia -en cierto modo parecida a la del psicoanlisis- mediante la cual se propone desenmascarar por un procedimiento dedes-sedimentacinodis-locacinel constructo de la metafsica occidental, soporte de nuestra cultura secular. De ah que los textos de nuestra cultura y su soporte racional deban leerse comosntomasde algo, de algo -dice el propio Derrida- que no est presente en ninguna parte(P.,13)., pero en esta lectura es irrehuible el discurso de la filosofa, pues su influencia en nuestro lenguaje y hbitos de pensamiento es tremendamente profunda.Esta lectura sintomtica de nuestra historia del pensamiento y de nuestra cultura, que trata de leer lo que se oculta y de pensar lono-pensadopor la tradicin filosfica de occidente, sita al pensamiento de Derrida en los mismo lmites del discurso filosfico, es decir en losmrgenes de la filosofa. Y es por eso, por lo que sus escritos no puedan enmarcarse ni dentro de los lmites fijos y estables de la tradicin filosfica occidental, ni siquiera en el mbito de los textos literarios.Mis textos no pertenecen ni al registro filosfico ni al registro literario. Comunican de esta forma, eso espero al menos, con otros que, por haber operado una cierta ruptura, ya no se llaman ni filosficos ni literarios(P,p.92)Esto no quiere decir que su discurso se site en un ms all de la filosofa que certifique como un hecho su muerte, algo tan pattico en nuestro mundo actual, sino que se instala en un lmite. No hay, por tanto, ni un estar dentro ni un estar fuera de la filosofa, sino un mantenerse en sus mrgenes, porque slo a partir de ah y mediante lo que Derrida llama el doble juego es posible acceder a una nueva forma de pensamiento que se oponga a la supremaca del logos occidental, es decir, a la razn occidental logocntrica.Ahora bien, la operacinmediante la cual se debe producir este afuera del discurso filosfico tradicional - ladesconstruccin- no puede ser entendida como un trnsito desde un interior a un exterior. Exceder el discurso de la filosofa, que siempre se ha ceido a asegurar el dominio del lmite, no puede significar dar un paso fuera de la clausura, porque el afuera pertenece a las categoras del adentro. La transgresin - sea en el mbito de la filosofa, de las artes, o de la literatura - se decide, por lo tanto, en los mrgenes de la clausura, pero solamente de una manera estratgica que es histricamente finita: De esta forma resume el propio Derrida lo que acabamos de sealar:No hayuna transgresin si se entiende por eso la instalacin pura y simple en un ms all de la metafsica, en un punto que sera tambin, no lo olvidemos, y, en primer lugar, un punto del lenguaje o de escritura... Por el trabajo que se hace de una y otra parte del lmite, el campo interior se modifica y se produce una transgresin que, por consiguiente, no est en ninguna parte presente como un hecho consumado(P., p.19)Este equilibrio inestable genera la inseguridad caracterstica que conlleva toda posicin crtica radical. El propio Derrida es consciente de que es imposible hablar contra la razn, contra el orden de la razn: contra ella,-dice- slo se puede apelar a ella, slo se puede protestar contra ella en ella, slo nos deja en su propio terreno el recurso a la estratagema y a la estrategia (ED, p.54) He aqu la clave para comprender la desconstruccin y la posicin marginal del pensamiento de Derrida: puesto que la revolucin crtica contra el sistema o la Razn slo puede hacerse en ella misma, es necesario servirse de unaestrategia que permita desconstruir la propia filosofa ( o las artes visuales ), estrategia que piensa la genealoga estructurada de sus conceptos desde un interior, pero tambin desde un cierto exterior en el que se pueda determinar lo que de alguna manera se ha tratado de disimular o prohibir a travs de una represin interesada (P.,p.12) Aqu el esclavo liberado no se olvida del amo, sino que insiste en sus derechos sobre el amo, es decir, en la dependencia dialctica del texto de la filosofa con respecto a sus mrgenes. Por eso, pretender situarse en un terreno neutral desde el que poder elevar todo tipo de argumentos contra algo tan inamovible como es el legado de nuestra propia cultura es una verdadera falacia. Ni siquiera el propio Derrida puede escapar a las redes de un lenguaje heredado que nos impide renunciar a una cierta complicidad con la propia metafsica. La argucia entonces no puede ser otra que la estrategia.A continuacin analizaremoscmo entiende Derrida esa estrategia de la desconstruccin y sus modalidades. Slo de esta forma estaremos en condiciones de poder entender hasta dnde llega la exposicin terica y, al mismo tiempo, las distintas manifestaciones desconstructivistas que ha generado.IPara muchos, la desconstruccin ha venido a designar el contenido y la forma del pensamiento de J. Derrida. La forma en la que se presenta es, como ya hemos indicado, la de una estrategia o estratagema que se ejerce sobre ese texto general que es la cultura, cuestionando y transformando ese mismo texto. El trmino en s fue, ciertamente, poco afortunado; y esto por varias razones: 1) por las connotaciones estructuralistas que encierra: desconstruir -dice Derrida- era tambin un gesto estructuralista, en cualquier caso, era un gesto que asuma cierta necesidad de la problemtica estructuralista. Pero era tambin un gesto antiestructuralista; y su xito se debe en parte a este equvoco (Ps., p.389); 2) por sus connotaciones metafricas relativas a la arquitectura: desconstruir significara desmontar algo que se ha construido. De esta forma se le asociaba un significado negativo.Esta equivocidad respecto al sentido del trmino es lo que posibilit que la desconstruccin fuese rpidamente apropiada, primero por el criticismo literario americano (Paul de Man) y posteriormente por las artes visuales, la pintura y la arquitectura (Tschumi, Eisenman) Pero lo cierto es que el propio Derrida al utilizar el trmino desconstruccin lo haca situndose en una clara lnea filosfica que recoga el legado de la crtica destructiva de los valores de Nietzsche y traduca segn sus propios intereses la posicin destructiva de Heidegger frente a la metafsica occidental. Nietzsche - Heidegger - Derrida: he ah la herencia oculta que se esconde bajo ese trmino.Nietzsche con su mtodo genealgico y su crtica al lenguaje conceptual articula una estrategia que trata de desenmascarar las contradicciones inherentes a la cultura occidental asentada sobre sus pilares platnicos. Su pensamiento se desarrolla como un proceso destructivo de la filosofa de la identidad para abrir el camino a un pensamiento libre mediante la afirmacin y rememoracin de la multiplicidad y la diferencia. Esto es lo que significa la muerte de Dios, la muerte de todos los valores absolutos y la afirmacin drstica de la diferencia, de las diferencias; ms all del bien y del mal est la diferencia, el resultado de la desarticulacin del marco dogmtico idealista en el que se encerr la tradicin metafsica y con ella nuestra propia cultura. Esto es lo que algunos han llamado la revolucin copernicana de Nietzsche.Heidegger, siguiendo tambin las huellas del propio Nietzsche, pero tratando de superar el sistema desde dentro, se propuso como tarea principal la destruccin de la historia de la ontologa. Para superar la metafsica desde el punto de vista de sus conceptos privilegia las creacin de un nuevo lenguaje capaz de expresar lo no dicho por el lenguaje de la metafsica occidental y de este modo abrir el acceso a la manifestabilidad del ser. Pero se ve acosado por sus propias contradicciones radicales, quedando atrapado finalmente en el lenguaje potico como nico subterfugio. Al final, como l mismo afirmaba lacnicamente, nos ha faltado el lenguaje.Partiendo de este legado Derrida quiso ir ms all. Pens que el trmino destruccin, sin ms, era demasiado negativo, puesto que se poda asimilar a su sinnimo aniquilar, y poda tambin sugerir connotaciones nihilistas. Es cierto que la relectura postexistencialistas de Heidegger y la proclividad hacia el nihilismo de la poca contribuan a una interpretacin de la desconstruccin en un sentido puramente negativo. Pero en realidad, la desconstruccin no tiene nada que ver con la simple negacin, destruccin o aniquilacin, como tampoco con la simple inversin de la metafsica tradicional. Ms que destruir era preciso, al mismo tiempo, comprender cmo se haba construido un conjunto, y para ello, era preciso reconstruirlo (Ps., p.390); pero tal reconstruccin significa al mismo tiempo la des-sedimentacin o el desmantelamiento de todas las significaciones que tienen su fuente en el logos.Estas aclaraciones en torno al trmino desconstruccin son ya una premonicin de la marginalidad en la que se colocan conceptos semejantes y de la falta de un lenguaje adecuado. Por eso, a la hora de explicar qu es la desconstruccin tenemos que recurrir a rodeos discursivos o hermenuticos para poder no siempre expresar claramente lo que el autor quiere decir. En este sentido, la tarea de traducir un trmino como ste se hace imposible, y ms que hablar de definir, por las connotaciones metafsicas que encierra, habra que recurrir a la explicacin del trmino por va negativa, de tal manera que nos permita eludir la pregunta porlo que esla desconstruccin y excluir as aquello que ciertamenteno es. Ante estas dificultades la reaccin puede ser el escepticismo. El propio Derrida confiesa: S que los enemigos de la Desconstruccin dicen: Bien, puesto que t no puedes ofrecer una definicin, entonces debe de ser un concepto oscuro y t debes ser un pensador oscurantista. A lo que yo respondera que esa Desconstruccin se dirige contra esa forma de pensar que se pregunta siempre: Qu es tal? Cul es la esencia de..? (Rizzoli, 73).Lo cierto es que el propio Derrida rehsa casi siempre responder a la pregunta dequ es la desconstruccin:1) porque la cuestin dequ es algoes la cuestin que la filosofa ha mantenido desde Platn, es decir, se pregunta por la esencia de las cosas; mientras que aqu se rechaza la posibilidad de que la desconstruccin tenga una naturaleza esencial; 2) porque toda definicin trata de acotar el significado y de limitarlo, mientras que la desconstruccin es sobre todo diferencia, multiplicidad.(acontecer, actividad).Esto no significa la renuncia al saber, o hablar para no decir nada, o que no podamos explicar el sentido que tiene la Desconstruccin. El propio Derrida sealaba, en una conferencia pronunciada en Jerusaln en 1986, precisamente bajo el ttuloCmo no hablar, la forma y el modo en que se puede hablar de la desconstruccin, pero por va negativa, es decir, algo parecido a lo que hace la teologa negativa cuando afirma que de Dios sabemos realmente lo que no es (no es finito, limitado, no es como nosotros, etc.) pero no sabemos lo que es. Por eso, para alcanzar una cierta comprensin de lo que es la desconstruccin seguiremos los procedimientos de esa va negativa, es decir, nos preguntaremos, con Derrida, por lo que no es la desconstruccin.IIEn primer lugar la desconstruccin no es ni unanlisis, ni unacrtica. No es un anlisis porque la desconstruccin no finaliza en unelemento simple o en unorigen, ms all del cual ya no se puede ir. Origen y elemento simple, en cuanto conceptos metafsicos, son valores tambin objeto de la desconstruccin. Y no es una crtica al estilo kantiano, pues tambin debe ser objeto de desconstruccin la estructura de la crtica trascendental kantiana.Tampoco es la desconstruccin unmtodo. En palabras del propio Derrida: La desconstruccin no es un mtodo ni puede ser transformada en mtodo (Ps., p.309). Este, tal vez, haya sido uno de los malentendidos ms frecuentes. Se habla heterodoxamente del mtodo de la desconstruccin y se aplica a las disciplinas ms diversas. Incluso, en el campo literario, sobre todo en los crculos de la crtica textual americana, se ha llegado a crear una escuela, la Escuela de Yale, con representantes tan significativos como Paul de Man.Al acentuar su significado tcnico y metodolgico, y al utilizarlo como si fuera un nuevo mtodo de lectura e interpretacin, desvirta y contradice su propio contenido estratgico. La desconstruccin no se ajusta ni a cdigos ni a metalenguajes preestablecidos y regulados, aunque ciertamente opera desde un cierto punto fuera de la filosofa. Por eso se suele decir que laextrametodicidades casi uno de susa priori.Aqu no cabe, por tanto, la justificacin metdica que tanta relevancia tuvo en el campo de las ciencias del espritu. Sin embargo, esto no significa que Derrida se una a las tesis anarquistas de Feyerabend, que reivindican la anarqua metdica, ya que l mismo ni siquiera se plantea el alcance positivo de la ausencia de mtodo. Simplemente se afirma que un sistema metdico es imposible y con ello, lo que se hace, es tematizar la indecibilidad, pues de lo contrario estaramos de nuevo dentro de la metafsica de las oposiciones ( metdico-extrametdico, conocimiento cientfico-conocimiento metafsico, etc. ) que es precisamente lo que trata de desconstruir la filosofa de Derrida.En este contexto, la desconstruccin implica tambin la desconstruccin del concepto de mtodo, tanto en un sentido cientfico como filosfico, puesto que - lo mismo que para Heidegger - los conceptos cientfico y filosfico de mtodo son conceptos reductivos que desfiguraran el camino del pensamiento y nos retrotraeran dentro de la rbita de los conceptos y categoras tradicionales, que han organizado el discurso de la razn occidental desde el tiempo de los griegos.Siguiendo la va negativa, tampoco es la desconstruccin unaoperacino un acto de un sujeto individual que se aplica a un objeto determinado o a un texto. Derrida es bastante claro a este respecto cuando afirma,(teniendo como punto de referencia a Heidegger), que la desconstruccin tiene lugar, es un acontecimiento que no espera la deliberacin, la conciencia o la organizacin del sujeto, ni siquiera de la modernidad.Ello se desconstruye. Elelloes aqu una cosa impersonal que se contrapondra a alguna subjetividad egolgica... Y en el se del desconstruirse, que no es la reflexividad de un yo o de una conciencia, reside todo el enigma (Ps., p.391) No es, por tanto, una decisin voluntaria de un sujeto. Laincisin[lentame: apertura, comienzo] [pictricamente aparece recogida en los lienzos de Josemara Crdoba en forma de cuas] de la desconstruccin, que no es una decisin voluntaria ni un comienzo absoluto, no tiene lugar, no importa dnde, ni en un lugar absoluto. Incisin, precisamente, que se levanta segn las lneas de fuerzas y fuerzas de ruptura localizables en el discurso a desconstruir (P., p.105)En definitiva, podemos decir, que Derrida ha tratado casi siempre de repudiar todas aquellas interpretaciones sobre la desconstruccin de las que se han apropiado sus discpulos e intrpretes, tal vez por deformacin profesional, o por el inters novedoso que representaban sus planteamientos. No obstante, hay algunos testimonios en sus escritos, como en laCarta a un amigo japons, en donde es tajante respecto al trmino desconstruccin:Todas las frases del tipo la desconstruccin es X o la desconstruccin no es X no es pertinente a priori, decimos que al menos es falsa... Qu no es la desconstruccin? Pues todo! Qu es la desconstruccin? Pues nada! (P., p.319) Pero a esto habra que aadir que tal actitud no es una clausura en la nada, sino una apertura hacia lo otro que escapa recurrentemente a la razn y que se detecta como la huella de su ausencia.Qu camino seguir para poder entender la desconstruccin?Remitmonos a lasMODALIDADES ESTRATEGICAS DE LA DESCONSTRUCCION.Ya apuntbamos hace unos momentos que el valor estratgico de la desconstruccin se orientaba hacia un rechazo radical de los ideales metafsicos tradicionales, sobre todo por la violencia que han ejercido a lo largo de la historia del pensamiento. Pero este rechazo, como contrapartida, presupone una atenta lectura(hago especial nfasis en esto) del pensamiento occidental. Ahora bien, una sacudida o solicitacin -como suele decir Derrida- del pensamiento filosfico occidental slo puede venir desde fuera, es decir, de un choque violento con lo otro prohibido y relegado. Pero como la fuerza y la lgica interna del sistema pueden transformar las transgresiones en falsas salidas, Derrida se sita estratgicamente dentro del sistema, donde realmente nos encontramos, y en esta posicin slo caben dos posibles estrategias:a) Salir del sistema y tratar de desconstruirlo, pero sin cambiar de terreno. En palabras de Derrida, se trata de repetir lo implcito de los conceptos fundadores y de la problemtica original, utilizando contra el edificio los instrumentos o las piedras disponibles en la casa, es decir, tambin en la lengua (M., 173). Esta estrategia entraa, no obstante, un riesgo, puesto que puede producir el efecto contrario. Puede suceder que en lugar de desconstruir consolidemos y confirmemos en una profundidad ms segura lo que era, precisamente, objeto de desconstruccin. El hacer explcito lo implcito siempre corre el peligro de hundirse en una especie de autismo. Un ejemplo de estrategia desconstructora semejante la encontramos en la crtica a la metafsica occidental de Heidegger. Es la crtica interna al pensamiento metafsico, la crtica que investiga los recursos del lenguaje metafsico desvelando las contradicciones y desajustes inherentes a l.b) Otra posibilidad estratgica sera la de cambiar de terrenotomando posiciones fuera del sistema y proclamando la ruptura y la diferencia absoluta. Sin hablar de todas las otras formas de perspectivas entrompe-loeila las que se puede dejar tomar un desplazamiento como se, habitando ms ingenuamente, ms estrechamente que nunca el adentro que declara desertar, la simple prctica de la lengua reinstala sin cesar el nuevo terreno sobre el ms viejo suelo (Ibid.) Esta segunda modalidad de estrategia estara representada por el superhombre de Nietzsche, el cual trata de borrar las huellas de sus pasos con una risa que estalla hacia un retorno que ya no tendr la forma de la repeticin metafsica del humanismo.Elegir entre estas dos modalidades de estrategia desconstructora no parece sencillo. Derrida trata de combinar ambas formas dentro de un equilibrio arriesgado que representa toda una aventura, ya que no es posible y suficiente la simple anulacin o la destruccin radical. Una transgresin ms all de la metafsica, o ms all del sistema se puede convertir en una falsa salida. Por eso, su estrategia no consiste en situarse simplemente ms all de la propia metafsica, fuera de su terreno, pues a la tradicin filosfica no se la puede, sin ms, atacar desde unafuerao, simplemente, destruirla. Es necesario solicitar las estructuras, es decir, remover y dislocar el todo. Pero cmo? Llevndolas al lmite, de tal manera que lleguen a manifestar sus propias contradicciones y aporas. La estrategia derridiana, por tanto, no es, de entrada, un modo de proceder destructor, sino que se trata de unescudriar atentomediante el cual se acentan las fisuras y grietas de un edificio aparentemente slido como el de la metafsica occidental. Se trata en definitiva, no de demoler las viejas estructuras, sino de des-sedimentar (DG, p.16) las significaciones que tienen su fuente en el logos o en una razn heredera del mismo.Histricamente estaramos ante otra forma de expresar -semejante a la genealoga nietzscheana o a la arqueologa del saber de Foucault -la desarticulacin del sistema logocntrico en el que se fundamenta nuestra cultura occidental. En un texto deDe la Gramatologase resume con precisin el modo prctico de llevar a cabo esta estrategia:En el interior de la clausura, a travs de un movimiento oblicuo y siempre peligroso, corriendo el permanente riesgo de volver a caer ms ac de aquello que desconstruye, es preciso rodear los conceptos crticos con un discurso prudente y minucioso, marcar las condiciones, el medio y los lmites de su eficacia, designar rigurosamente su pertenencia a la mquina que ellos permiten desconstruir; y simultneamente la falla a travs de la que se entrev, aun insondable, el resplandor del ms all de la clausura(DG, p.20)Con estas palabras Derrida deja bien claro que en la desconstruccin no se trata de rechazar directamente nociones y conceptos que pertenecen a la tradicin metafsica. Estos son necesarios, porque sin ellos nada es pensable, pues tales conceptos son indispensables para solicitar la herencia de la que forman parte. Pero adems, y desde el interior de la clausura, es preciso un rodeo hermenutico que permita descubrir las fisuras a travs de las cuales se pueda entrever la limitacin de los conceptos y su transgresin. En cualquier caso la desconstruccin, como un intento de dar un paso fuera de la clausura histrica de la filosofa, no solamente produce este afuera; esta operacin no puede ser ya entendida como un trnsito desde un interior a un exterior. Ahora bien, puesto que una transgresin debe, en cuanto tal transgresin, conservar y confirmar de una u otra manera lo que ella excede, slo puede consistir en una especie de desplazamiento de los lmites y clausura del discurso. La transgresin de la filosofa -deca Gasch- se decide en los mrgenes de la clausura solamente de una manera estratgica, es decir, histricamente finita (p.169)Un ejemplo concreto de esta estrategia se puede ver en su aplicacin a lasoposicionesbinarias determinantes que polarizan el pensamiento metafsico, como pensamiento de la presencia, y nuestro propio lenguaje. (Por ejemplo: identidad/diferencia, lenguaje/escritura, mente/cuerpo, naturaleza/cultura, forma/contenido etc.Nuestro discurso -seala Derrida- pertenece irreductiblemente al sistema de oposiciones metafsicas. Slo se puede anunciar la ruptura de esta pertenencia mediante unaciertaorganizacin, mediante una cierta disposicinestratgicaque, en el interior del campo y de sus propias fuerzas, volviendo contra l sus propiasestratagemas, produzca unafuerzade dislocacinque se propague a travs de todo el sistema, lo fisure en todos los sentidos y lodelimitede parte a parte. (ED, pp. 32-33).Aqu tampoco se habla ni de la destruccin de tales oposiciones, ni de sustituir un dualismo por un monismo, ni se habla de una inversin en la que se dara la primaca al trmino de la oposicin antes subyugado. Se pretende algo distinto y novedoso:transformarla estructura misma del carcter jerrquico de las oposiciones y su valor, lo cual equivale a transformar el dualismo y la metafsica de las oposiciones, pero cambiando de terreno. De esta forma se evita, por una parte,neutralizarsimplemente las oposiciones binarias de la metafsica y, por otra parte, situarse en el campo clausurado de esas oposiciones confirmndolo.INVERSION Y DESPLAZAMIENTO DE LOS CONCEPTOS.A pesar de estas salvedades, y como una exigencia de la estrategia general de la desconstruccin, no se excluye que en una primera fase desconstructora -entendiendo este trmino no en un sentido cronolgico- haya que pasar por una ciertainversin; es lo que llama Derridadesconstruccin de inversin. Esto aparece como una exigencia estructural de lo que l mismo ha calificado como de doble gesto o doble ciencia:Olvidar esta fase de inversin es olvidar la estructura conflictual y subordinante de la oposicin. Significa pasar demasiado aprisa, sin detenerse sobre la oposicin anterior (...) que dejara prcticamente el campo anterior en su estado y se privara de todo medio deintervenir efectivamente (P., p.55).Ahora bien, no hay que olvidar que la permanencia en esta fase significa operar todava dentro del sistema y sobre el terreno objeto de la desconstruccin. Es un gesto estructuralmente necesario, ya que una mera neutralizacin de la oposiciones duales, que son de hecho estructuras jerrquicas, dejaran el campo intacto y confirmaran lo que se ha de desconstruir. La operacin de invertir el orden jerrquico dado de las oposiciones no consiste en renovar el contenido de la jerarqua o la sustancia de los valores, sino en transformar el valor mismo de jerarqua (S., p. 53).Derrida trae a colacin la interpretacin por parte de Heidegger de la no siempre bien llamadainversinnietzscheana del platonismo. (Hemos eliminando el mundo verdadero: qu mundo ha quedado? acaso el aparente?...No! Al eliminarel mundo verdadero hemos eliminado tambin el aparente!).Tanto en Nietzsche como en Derrida no es una mera supresin de toda jerarqua, sino la transformacin de la misma estructura jerrquica. Por tanto, hay que distinguir entre lo que es la simple inversin, que pone abajo lo que estaba arriba (lo que podramos denominarun primer paso) y lo que verdaderamente es importante: la irrupcin de un nuevo concepto y una nueva economa que no se atenga al rgimen anterior de oposiciones. Hay que transformarlos conceptos mediante estrategias que, desde el interior del propio sistema, pueda desplazarlos, volverlos contra sus opuestos, reinscribirlos en otras cadenas, modificar poco a poco el terreno de trabajo y producir as nuevas configuraciones(P.,p.33) (Por ejemplo en la oposicin habla/escritura: primaca escritura, archiescritura)Este segundo paso al que Derrida denomina desconstruccin de desplazamiento positivo, de transgresines necesario, pues sin l no tendramos ms que una declaracin de anttesis y no podra liberarse de las caractersticas reprimidas y en reserva de los conceptos filosficos. Adems, produce conceptos, o mejor dicho cuasi-conceptos desconocidos por el discurso de la tradicin metafsica.Por tanto, la estrategia desconstructora procede, segn la expresin insistente de Derrida, por un doble gesto, es decir, una fase de inversin y una fase de desplazamiento o reinscripcin de los conceptos en una nueva cadena, que se caracteriza como una operacin sistemticamente unificada que marca simultneamente la diferencia entre sus dos gestos. Hay que proceder usando un doble gesto, segn una unidad a la vez sistemtica y como apartada de s misma, una doble escritura, es decir, una escritura que es en s misma mltiple (P.,p.54). En este sentido es en el que se habla de la desconstruccin como una doble ciencia. Ese doble gesto mantiene la distincin entre sus dos movimientos, de tal manera que las dos llamadas fases de la desconstruccin enfatizan su mismidad a pesar de sus diferencias y heterogeneidad, pues el primer gesto se juega dentro de la clausura de la metafsica, mientras que el segundo intenta una ruptura hacia un cierto afuera de la filosofa en el que se reinscriben los conceptos de la metafsica.

Ejemplifiquemos ahora algunos aspectos de la teora.TRANSFORMACION DE LOS CONCEPTOS.Si nos detenemos ahora en aquellos conceptos ms representativos de la tradicin filosfica tales como unidad, totalidad, identidad, plenitud, etc., podemos observar cmo a lo largo de la historia de la cultura occidental lonegativoen ellos ha sido absorbido por lo positivo, la diferencia por la reconciliacin. Sin embargo, tales conceptos no son, tal y como ha pretendido la tradicin, tomos conceptuales, sino que inscriben dentro de ellos esa alteridad a la que niegan un valor similar al suyo propio y, adems, forman parte de una sintaxis y estn dentro de un sistema. Para Derrida la propiedad de un concepto (por ejemplo, identidad) depende de su diferencia respecto al concepto excluido (en este caso, ladiferencia). Esto equivale tanto como decir que todo concepto lleva dentro de s la huella o la marca de aquello a lo que se esfuerza en oponerse en una pura exterioridad.Segn esto, los conceptos de la filosofa (y gran parte de los conceptos de nuestra cultura) son, en un cierto sentido paradjicos.La estrategia desconstructora derridiana se orienta, por tanto, fundamentalmente a dar cuenta de la heterogeneidad constitutiva de la conceptualidad y argumentacin de la filosofa, elucidando sistemticamente sus contradicciones, aporas e inconsistencias inherentes al sistema. Pero dicha estrategia no implica una superacin [al estilo hegeliano] de diferencias internas. Sera un malentendido pensar que con la desconstruccin se pretende particularmenteneutralizarlas oposiciones binarias de los conceptos metafsicos. la desconstruccin -dice Derrida- no puede limitarse o pasar inmediatamente a una neutralizacin (M., p.371), puesto que una operacin similar dejara prcticamente el campo anterior en su estado y se renunciara a toda intervencin activa en los textos filosficos que han de ser desconstruidos. La neutralizacin, por tanto, es una imagen negativa de la desconstruccin dentro del conocimiento discursivo. Lo que dice Derrida enEscritura y diferenciaa propsito de la transgresin de lo neutro en la obra de Bataille es aplicable tambin a la desconstruccin:

La operacin soberana no se contenta con neutralizaren el discursolas oposiciones clsicas, sino que transgrede en la experiencia (entendida como experiencia mayor) la ley o las prohibiciones que forman un sistema con el discurso, e incluso con el trabajo de neutralizacin (ED, p.377);Y es que la desconstruccin no es una prctica que busque la esencia, el fundamento o la unidad ms all de trminos singulares y opuestos.Ahora bien, podemos preguntarnos entonces,Cmo un concepto perteneciente al sistema metafsico puede designar algo completamente diferente respecto a su significado anterior? En la estrategia desconstructora, el concepto antiguo que se retiene todava sirve para designar algo que es externo al discurso de la metafsica. Las razones por las que se designa con un nombre a esa X que excede a la conceptualidad metafsica son simplemente estratgicas y la imposibilidad de poder asegurar dentro de un sistema el carcter fijo y estable de los conceptos y su recurso a las oposiciones genera, como elemento principal de la estrategia desconstructora, la indecidibilidad, es decir, algo que se aplica a los elementos de la cadena en la que se inscribe la desconstruccin. Los indecidibles no son conceptos, porque carecen de sentido nico y definitivo, y tampoco tienen su descripcin dentro del binarismo propio de los conceptos filosficos. De ah que esos trminos nuevos, que constituyen el lenguaje de la desconstruccin tengan un carcter equvoco, ambiguo, y se utilicen como instrumentos diseminadores del contenido semntico de las palabras. Son, como dira Derrida falsas unidades verbales. Entre estos cabe destacar laarchiescritura,ladifferance, la huella, el suplemento...As, por ejemplo, Derrida justifica el uso del nombreescritura, en el sentido dearchi-escritura, como nuevo concepto de la siguiente manera:

Archi-escritura cuya necesidad queremos indicar aqu y esbozar el nuevo concepto; y que slo continuamos llamando escritura porque comunica esencialmente con el concepto vulgar de escritura. Este no ha podido imponerse histricamente sino mediante la disimulacin de la archi-escritura, mediante el deseo de un habla que expulsa a su otro y su doble y trabaja en la reduccin de su diferencia. Si persistimos en llamar escritura a esta diferencia es porque, en el trabajo de represin histrica, la escritura estaba por su situacin destinada a significar la ms temible de las diferencias (DG, p.73).En este caso concreto, la razn de retener un viejo nombre, a fin de nombrar una realidad completamente distinta y nueva, no es otra que una razn histrica. As pues, la desconstruccintoma prestadossus nombres o conceptos de la filosofa con la intencin de poder nombrar lo que es innombrable dentro de su clausura. Tiene todas las caractersticas de un plagio, pero con la salvedad de que los conceptos prestados designan no slo algo completamente diferente, sino que tambin sufren una mutacin en el significado, de tal manera que son ya irreductibles respecto a los viejos conceptos.Por lo tanto, la necesidad de conservar a veces el viejo nombre para revestir un concepto nuevo no es otra que una necesidadestratgica, en la que se tiene en cuenta el hecho de que un nombre no nombra la simplicidad puntual de un concepto sino un sistema de predicados que definen un concepto, una estructura conceptualcentradasobre tal o cual predicado (P., p.93). El modo de proceder estratgico se reducira , entonces, a los siguientes pasos: 1) detraer un rasgo predicativo reducido, mantenido en reserva, limitado en una estructura conceptual dada; 2) proceder a la delimitacin, al injerto y a la extensin regulada de ese predicado detrado, manteniendo el mismo nombre, pero slo como una especie de palanca de intervencin, de tal manera que sirva de apoyo sobre la organizacin anterior que se trata de transformar efectivamente; en ltima instancia se los utiliza para destruir la antigua mquina a la que aquellos pertenecen y de la que ellos mismos son piezas (ED, 391).En este proceso, por lo tanto, una cosa parece clara: no podemos deshacernos de los conceptos de la metafsica. No podemos -dice Derrida- renunciar a esta complicidad de la metafsica sin renunciar al mismo tiempo al trabajo crtico que dirigimos contra ella (ED, 387), pues el crtico, lo quiera o no, acoge siempre en su discurso las premisas de la metafsica en el momento mismo en que la denuncia. Aqu no se trata de una mera contingencia histrica, sino de una necesidad irreductible de la que nadie puede escapar. Por lo tanto, los movimientos de desconstruccin no afectan a las estructuras desde fuera, slo son eficaces habitando esas estructuras a fin de extraer los recursos estratgicos de la subversin.

Luis E. de Santiago Guervs

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