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Facultad de Ciencias Veterinarias -UNCPBA- Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos Britos, Florencia; Farías, Pablo; Escuer, Grisel Octubre, 2018 Tandil

Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

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Page 1: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

Facultad de Ciencias Veterinarias

-UNCPBA-

Derivaciones portosistémicas congénitas en

caninos

Britos, Florencia; Farías, Pablo; Escuer, Grisel

Octubre, 2018

Tandil

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Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

Tesina de la Orientación de Sanidad Animal, presentada como parte de los

requisitos para optar al grado de Veterinario de la estudiante: Britos Florencia.

Tutor: M.V. Farías, Pablo

Director: Vet. Escuer, Grisel

Evaluador: Vet. Carrica Illia, Mariano

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Dedicatoria

A mi gato Nal.

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Agradecimientos

En primer lugar, a mis padres, Gerardo y Adriana, por su apoyo incondicional

durante todos estos años como estudiante. Gracias por darme la posibilidad de

realizar la carrera que amo, sin ustedes no lo podría haber logrado.

A mis hermanos Ayrton y Martín, por acompañarme siempre.

Al resto de mi familia, por brindarme su contención.

A mis amigas, que están a mi lado en cada paso importante que doy.

A mi directora Grisel Escuer, por guiarme y aconsejarme en la realización de esta

tesina.

A mis tutores Alejandro Paludi y Pablo Farías y al equipo de veterinarios que los

acompañan, por hacer de las residencias una de las mejores etapas que viví

como estudiante.

A todos los docentes de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNCPBA, por

brindarme sus conocimientos.

En fin, a todas las personas que hicieron de mi la profesional que soy ahora.

Page 5: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

Resumen

Las derivaciones portosistémicas son anomalías vasculares que permiten la comunicación entre el sistema porta y la circulación sistémica, eludiendo el pasaje a través del hígado. Se clasifican en intra o extrahepáticas, múltiples o simples, congénitas o adquiridas. Los signos clínicos que las caracterizan son los de la encefalopatía hepática; debilidad, ataxia, presión de la cabeza contra objetos, desorientación, marcha en círculos, cambios conductuales, amaurosis, convulsiones y coma. Aunque se sabe que el amoníaco tiene un papel principal en la patogénesis de la misma, nuevos estudios confirman la participación de otros factores como la inflamación y el manganeso. En las derivaciones portosistémicas también se presentan signos gastrointestinales o urinarios, especialmente cristaluria de biurato de amonio. Los métodos de diagnóstico varían desde los más simples como un análisis rápido de orina o hemograma hasta métodos más complejos como la gammagrafía o la portografía. Se describen dos posibilidades terapéuticas; el tratamiento médico o conservador, que tiene como finalidad corregir los factores que precipitan la encefalopatía hepática, mientras que el tratamiento quirúrgico tiene como objetivo la oclusión del vaso anómalo con la resultante disminución de los signos clínicos. La siguiente tesina expone el caso clínico de un maltés con una derivación portosistémica congénita y tiene como objetivo la caracterización de dicha patología, haciendo referencia principalmente a la fisiopatología de la encefalopatía hepática, a los métodos de diagnóstico y a los tipos de tratamiento de las derivaciones portosistémicas congénitas. Palabras claves: Derivación portosistémica congénita, encefalopatía hepática, fisiopatología, amoníaco, biurato de amonio, portografía, gammagrafía.

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Índice

Introducción ······················································ 1

Embriología ······················································ 2

Anatomía de la vasculatura hepática y el drenaje

venoso abdominal ·············································· 3

Fisiopatología de la encefalopatía hepática ············· 5

Signos clínicos ················································· 10

Diagnóstico clínico ············································ 12

Hallazgos histopatológicos ·································· 17

Diagnóstico por imagen ······································ 17

Diagnóstico diferencial ······································· 23

Tratamiento ····················································· 23

Descripción del caso clínico ································ 45

Discusión ························································ 50

Conclusión ······················································· 51

Bibliografía ······················································ 52

Page 7: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

1

Introducción

Las anomalías vasculares portosistémicas o derivaciones portosistémicas (DPS)

son vasos anómalos que permiten que la sangre portal se drene desde el

estómago, intestino, páncreas y bazo, y llegue directamente a la circulación

sistémica sin pasar primero por el hígado. Frecuentemente se utiliza el término

derivación portocava, aunque este término técnicamente se refiere a un tipo

específico de anomalía vascular (Fossum et al, 2009).

Las anomalías vasculares portosistémicas pueden clasificarse en dos grandes

grupos: intrahepáticas o extrahepáticas. Las extrahepáticas pueden ser

congénitas o adquiridas. Las derivaciones extrahepáticas congénitas suelen ser

vasos anómalos únicos que permiten el flujo alterado de la vena porta a la

circulación sistémica. Las DPS extrahepáticas suponen casi el 63% de las

derivaciones únicas en perros (Fossum et al, 2009). Se observan con más

frecuencia en perros de raza pequeña y tienen una alta prevalencia en cairn

terrier, yorkshire terrier, west highland white terrier, maltés, bichón, otros terriers,

y schnauzer miniatura (Couto et al, 2010).

Las derivaciones intrahepáticas suelen ser congénitas, derivaciones únicas que

se deben generalmente a un fallo en el cierre del conducto venoso tras el

nacimiento. Suponen el 35% de las derivaciones simples. Son más frecuentes

en perros de razas grandes como pastor alemán, golden retriever, doberman

pinscher, labrador, setter irlandés, samoyedo y wolfhound irlandés (Fossum et

al., 2009).

Las derivaciones extrahepáticas adquiridas suelen ser múltiples y representan,

aproximadamente, el 20 % del total de las DPS. Se cree que aparecen, en parte,

por un aumento de la resistencia al flujo hepático portal e hipertensión portal

consiguiente. Esta hipertensión hace que las conexiones microvasculares

normales, no funcionales, que existen al nacimiento, entre las venas sistémicas

y portal comiencen a ser funcionales. Las derivaciones múltiples se asocian,

generalmente, con enfermedades hepáticas crónicas graves (como la cirrosis),

pero también se han notificado casos en los que aparecían secundarias a fibrosis

hepatoportal en perros jóvenes (Fossum et al., 2009). Presentan mayor

prevalencia en cocker spaniel y doberman pinscher (Côté, 2010).

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Se sugirió cierta predilección por las perras, pero los machos afectados por lo

común exhiben criptorquidismo (Ettinger y Feldman, 2002), indicando que otras

anomalías congénitas pueden coexistir con las DPS (Bojrab et al., 1996).

Las derivaciones portosistémicas congénitas son hereditarias en el wolfhound

irlandés y en el maltés (Slatter, 2006).

Los signos clínicos de las DPS son referibles al sistema nervioso central, sistema

gastrointestinal o vías urinarias (Ettinger y Feldman, 2002).

Embriología

Para comprender la anatomía de las derivaciones portosistémicas congénitas,

es necesario realizar una revisión del desarrollo embriológico de la vasculatura

abdominal. Las venas de la cavidad abdominal derivan de las venas

embrionarias umbilicales, vitelina y cardinal caudal. Las venas vitelinas pares se

originan en el saco vitelino y se vacían en los senos venosos. Las venas vitelinas

forman la vena hepática izquierda, los sinusoides hepáticos, la porción hepática

de la vena cava caudal y la vena porta prehepática y sus tributarias. Las

porciones de los sistemas vitelino y umbilical se combinan para formar el

conducto venoso y la rama izquierda de la porta. El drenaje abdominal no portal,

como las venas renales y gonadales, deriva del sistema venoso cardinal fetal.

Las venas cardinales caudales también forman la porción de la vena cava caudal

que se encuentra caudal al hígado y la vena ácigos. En un animal normal, la

única comunicación entre los sistemas cardinal y vitelino es donde se unen los

segmentos prehepático e intrahepático de la vena cava caudal. Las derivaciones

portocava y portoácigos extrahepáticas congénitas son causadas por errores en

el desarrollo que dan lugar a comunicaciones funcionales anormales entre los

dos sistemas (Slatter, 2006).

Las derivaciones portosistémicas intrahepáticas izquierdas se desarrollan por la

persistencia del conducto venoso fetal. Este conducto sufre un cierre funcional

en el perro a los 3 días de vida. El cierre es iniciado por los cambios de la presión

sanguínea secundarios a la pérdida del flujo venoso umbilical. La proliferación

del tejido conectivo en la unión del conducto venoso y los senos portales

umbilicales se expande hacia la terminación del conducto en la vena hepática

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izquierda, dando lugar a un cierre estructural a las 3 semanas del nacimiento. La

falla en estos mecanismos da lugar a un conducto venoso permeable. Las

causas de las derivaciones localizadas en el sector central y derecho no han sido

determinadas, sin embargo, pueden deberse a la persistencia de una porción del

sistema vitelino (Slatter, 2006).

Anatomía de la vasculatura hepática y el drenaje

venoso abdominal

La vena porta provee hasta el 80% del flujo de la sangre y el 50% del contenido

del oxígeno del hígado; el resto es aportado por la arteria hepática. Las tributarias

de la vena porta, desde caudal a craneal, incluyen los vasos mesentéricos que

forman la vena mesentérica craneal, la vena mesentérica caudal, la vena

esplénica y la vena gastroduodenal. La primera drena el intestino delgado; la

segunda el colon y la porción proximal del recto; la tercera el bazo y estómago;

y la última mencionada el páncreas, duodeno y estómago. En el perro, la vena

porta se divide en ramas derecha e izquierda. La rama derecha principal puede

estar rodeada en forma parcial o total por el tejido hepático, en donde se divide

para dar lugar a las ramas para el lóbulo lateral derecho y el proceso caudado

del lóbulo caudado. La rama principal izquierda, más grande, emite ramas para

el lóbulo medial derecho y una pequeña rama papilar, para el proceso papilar del

lóbulo caudado antes de dividirse en ramas para los lóbulos cuadrado, medial

izquierdo y lateral izquierdo. Los conductos biliares y las ramas de la arteria

hepática suelen localizarse sobre la superficie ventral de la vena porta, aunque

algunas ramas arteriales pueden ubicarse por dorsal (Slatter, 2006).

Dentro de los lóbulos del hígado, la sangre fluye a través de las vénulas portales

y se filtra por los sinusoides hepáticos, mezclándose con la sangre proveniente

de la arteria hepática. La sangre es recogida en las venas centrales y

transportada hacia la vena cava caudal por las venas hepáticas. Por lo general,

los perros tienen seis a ocho venas hepáticas que forman una espiral parcial

alrededor de la vena cava caudal. La más grande y craneal de éstas es la vena

hepática izquierda, la cual drena a los lóbulos medial y lateral izquierdos. La vena

hepática izquierda ingresa a la superficie lateral izquierda de la vena cava caudal

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cerca de la superficie visceral del diafragma. Aproximadamente un tercio a la

mitad de la circunferencia de la vena hepática izquierda presenta parénquima

hepático adyacente o está oculta por el ligamento triangular izquierdo. La división

central en el hígado (el lóbulo medial derecho y el lóbulo cuadrado) puede estar

drenada por una o dos venas hepáticas. Estas venas ingresan a la superficie

ventral de la vena cava caudal, caudomedial a la vena hepática izquierda. Una

pequeña porción de la central más craneal suele ser visible en el sitio de

inserción en la línea media de la vena cava caudal; el resto está cubierto por

tejido hepático. Las venas hepáticas de los lóbulos lateral derecho y caudado se

unen a la vena cava caudal en su superficie ventrolateral derecha y están

rodeadas por completo por el parénquima hepático (Slatter, 2006).

Figura 1. Derivaciones portosistémicas en perros. A. Vena porta a vena cava caudal. B. Vena

porta a vena ácigos. C. Vena gástrica izquierda a vena cava caudal. D. Vena esplénica a vena

cava caudal. E. Vena gástrica izquierda, mesentérica craneal, mesentérica caudal o

gastroduodenal a vena cava caudal. F. Combinación de las anteriores (Fossum et al., 2009).

Page 11: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

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Fisiopatología de la encefalopatía hepática

El hígado lleva a cabo numerosas y variables funciones, incluyendo la síntesis

de colesterol, lipoproteínas, urea, albúmina, fibrinógeno, glucosa, glucógeno y

sales biliares; la detoxificación de químicos; la excreción de bilirrubina y

moléculas endógenas y extrañas en la bilis; almacenamiento de glucosa,

vitaminas, minerales y sangre; activación, desactivación y excreción de una

variedad de hormonas; extracción de bacterias y antígenos alimenticios y

regeneración hepática. Muchas de estas funciones son más efectivas cuando las

hormonas, las toxinas y otros componentes los alcanzan hepatocitos a través de

su primer pasaje por la sangre portal. En los animales con derivaciones

portosistémicas, la sangre portal elude a los hepatocitos, y la función

hepatocelular está limitada por un flujo de sangre inadecuado. El resultante

complejo de alteraciones neurológicas y de la conducta se denomina

encefalopatía hepática (HE) (Slatter, 2006).

Es indiscutible que el amoníaco tiene un papel central en la patogénesis de la

HE; sin embargo, durante mucho tiempo se ha reconocido en medicina humana

y veterinaria que, aunque en una población de individuos que presenta

encefalopatía hay una correlación entre el amoníaco y el grado de la misma, las

concentraciones de amoníaco son un mal predictor. Esto ha llevado a

investigaciones clínicas y experimentales para entender qué otros factores son

importantes en la patogénesis además de éste y en la actualidad la evidencia

más fuerte es la inflamación y el manganeso (Gow, 2016).

Amoníaco

Ahora se piensa que la mayoría del amoníaco producido en el tracto

gastrointestinal es el resultado de la conversión en los enterocitos de la glutamina

a glutamato para cubrir las necesidades energéticas, con contribuciones más

pequeñas por parte de las bacterias productoras de ureasa y la degradación de

la proteína bacteriana (Gow, 2016).

En animales sanos, el hígado es el principal punto de detoxificación del

amoníaco. Esto es logrado por dos mecanismos principales; los hepatocitos

periportales convierten el amoníaco en urea a través del ciclo de la urea. La urea

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6

es sustancialmente menos tóxica y se excreta por el riñón. Parte de la misma se

somete a la recirculación enterohepática a través de la saliva, la bilis o la difusión

directa en el tracto gastrointestinal donde es degradada por las bacterias

ureasas. Como la sangre fluye hacia la vena centrolobular, hay un cambio de

detoxificación de amoniaco a conversión de glutamato a glutamina, a través de

la enzima glutamina sintetasa, consumiendo amoníaco en el proceso. Esta

transición ocurre gradualmente a través del lóbulo hepático, tal que los

hepatocitos perivenosos, utilizan principalmente la ruta glutamato/glutamina

(Gow, 2016). Normalmente, el amoníaco absorbido a través del intestino llega al

hígado mediante la circulación portal, con DPS y disfunción hepática, el

amoníaco no se metaboliza con adecuación y es derivado hacia la circulación

sistémica (Bojrab, 1996).

Los astrocitos son las células más numerosas en el cerebro, componen entre el

25% y el 50% del volumen cerebral total. La clave para la patogénesis de la HE

es la disfunción de los astrocitos. Estas células contienen la enzima glutamina

sintetasa que actúa como amortiguador cuando aumentan las concentraciones

de amoníaco en el SNC. Como resultado, las concentraciones de glutamato

disminuyen y las concentraciones de glutamina aumentan; el glutamato es un

neurotransmisor excitatorio, mientras que la glutamina es inhibidora. Estos

neurotransmisores realizan un ciclo entre los astrocitos y las neuronas. La

glutamina se libera del astrocito, es absorbida por las neuronas y se convierte al

glutamato por la enzima glutaminasa. El glutamato se libera como un

neurotransmisor en la hendidura sináptica y los astrocitos recuperan

rápidamente el glutamato liberado. Las altas concentraciones de amoníaco

aumentan la glutamina extracelular inhibiendo la liberación posterior de la misma

de los astrocitos, causando concentraciones intracelulares aumentadas. El

amoníaco también inhibe enzimas claves en el ciclo del ácido tricarboxílico,

reduciendo la capacidad de los astrocitos para la respiración aeróbica,

provocando un cambio a respiración anaeróbica y la producción de lactato. Las

mitocondrias de los astrocitos catabolizan la glutamina, liberando amoníaco,

causando estrés oxidativo y la disfunción mitocondrial. Estos efectos metabólicos

dan como resultado la inflamación de los mismos. Debido a que los astrocitos

representan una proporción significativa del volumen cerebral esto da lugar al

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7

edema cerebral y al aumento de la presión intracraneal característicos de la HE

(Gow, 2016).

Figura 2. Representación del metabolismo del amoníaco en el astrocito y la neurona (Gow,

2016).

Inflamación

En los humanos los mediadores inflamatorios potencian los efectos del

amoníaco en el SNC y hay evidencia de que esto también ocurre en perros. Un

estudio reciente en caninos con DPS ha comprobado que aquellos con HE

evidente tienen una mayor concentración media de proteína C reactiva en suero,

que aquellos sin HE (Lidbury et al., 2016).

En los perros con DPS adquirida se ha demostrado el desarrollo de endotoxemia,

por lo que aquellos con DPS congénita también pueden estar en mayor riesgo

de SIRS (Síndrome de Respuesta Inflamatoria Sistémica). Se ha determinado

mediante un estudio que en perros con DPS e hiperamoniemia, el SIRS

concurrente se asoció con un aumento de las probabilidades de desarrollo de

HE (Lidbury et al., 2016).

Las citocinas proinflamatorias aumentan el flujo sanguíneo cerebral y

comprometen la barrera hematoencefálica, aumentando la permeabilidad al

amoniaco. La barrera previene la transferencia de citoquinas sistémicas al SNC,

sin embargo, las citocinas aún pueden afectar el SNC, posiblemente a través de

nervios aferentes o por medio del transporte activo a través de la barrera. Los

mediadores inflamatorios y el amoníaco causan activación de la microglía y

neuroinflamación (Gow, 2016).

Page 14: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

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Manganeso

El manganeso (Mn) es un oligoelemento esencial con el potencial de ser

neurotóxico, causando disturbios psiquiátricos y defectos cognitivos. La mayoría

del Mn ingerido y absorbido se elimina de manera eficiente por el hígado, siendo

excretado en la bilis. La derivación portosistémica permite que la sangre con

altas concentraciones de Mn en la circulación esplácnica llegue a la circulación

sistémica. Los astrocitos tienen un mecanismo de transporte de Mn de alta

afinidad y las concentraciones pueden ser 50 veces más altas que en las células

circundantes. Esto causa daño oxidativo y disfunción mitocondrial. Se ha

demostrado que el Mn produce Alzheimer tipo II en los astrocitos, idéntica a la

de la hiperamoniemia, además, el Mn estimula a la microglía para liberar

citoquinas inflamatorias y especies reactivas del oxígeno. Los perros con DPS y

hepatopatía crónica tienen mayor proporción de Mn en sangre en comparación

con animales sanos. La resonancia magnética de perros con DPS detectó

lesiones en el SNC compatibles con la deposición del oligoelemento (Gow,

2016).

Mercaptanos

Los mercaptanos (metanotiol, etanotiol, dimetilsulfuro) son metabolitos de la

degradación de la metionina dietética por las bacterias intestinales. Potencian

los efectos cerebrales del amoníaco y ácidos grasos de cadena corta, con

depresión de la función cerebral y coma. El metanotiol es el más tóxico de los

mercaptanos y demostró deteriorar la actividad potasio-ATPasa microsómica

cerebral y detoxificación del amoníaco en el ciclo de la urea (Bojrab et al., 1996).

Ácidos grasos de cadena corta

Los ácidos grasos de cadena corta son producidos por la degradación de los

triglicéridos de cadena media por la microflora intestinal y en menor extensión

por la síntesis microbiana a partir de carbohidratos y aminoácidos dietéticos. Los

ácidos grasos de cadena corta actúan en forma sinérgica con el amoníaco y los

mercaptanos produciendo depresión cerebral y sus efectos pueden ser

potenciados por concentraciones elevadas de aminoácidos aromáticos

Page 15: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

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circulantes. Los escatoles o indoles se forman con la degradación bacteriana del

triptófano dietético y también inducen depresión del SNC (Bojrab et al., 1996).

Desequilibrio de aminoácidos

Los neurotransmisores débiles y falsos son aminas biogénicas que se acumulan

en el SNC con la disrupción de la transmisión sináptica normal y desplazamiento

de los neurotransmisores normales de la sinapsis. Los posibles orígenes de

estos neurotransmisores anormales comprenden descarboxilación bacteriana de

aminoácidos dietéticos y síntesis en el SNC secundaria al desequilibrio de los

aminoácidos. Los aminoácidos aromáticos compiten con los ramificados por la

captación del SNC. Los aminoácidos de cadena ramificada son sustratos para la

síntesis de los neurotransmisores excitatorios normales del SNC, norepinefrina

y dopamina. Las elevadas concentraciones de aminoácidos aromáticos en el

SNC disminuyen la síntesis de estos neurotransmisores excitatorios; estos

aminoácidos aromáticos operan como precursores para la síntesis de

neurotransmisores débiles (octopamina y beta-feniletanolamina) e inhibidores

(serotonina). La proporción de aminoácidos ramificados/aromáticos se

correlaciona con el grado de DPS. En el nivel experimental, la infusión de

aminoácidos de cadena ramificada disminuye las alteraciones neurológicas

clínicas y mejora las tasas de supervivencia de perros con hepatoencefalopatía,

mientras que la infusión de los aromáticos dispara la aparición de la

encefalopatía (Bojrab et al., 1996).

Ácido gamma-aminobutírico (GABA)

Además del desequilibro glutamato/glutamina, se ha reconocido un tono

GABAérgico incrementado en los casos de HE. El ácido gamma-aminobutírico

(GABA) es el principal neurotransmisor inhibidor, reduciendo la excitabilidad.

Inicialmente, este aumento en el tono fue hipotéticamente causado por el

aumento de la síntesis de GABA; sin embargo, estudios en perros con cirrosis

biliar inducida experimentalmente y perros con derivaciones portocava creadas

experimentalmente no encontraron aumento en los receptores GABA. Esto

condujo a la búsqueda de ligandos alternativos. Ahora es sabido que los

receptores GABA son activados por un grupo de compuestos conocidos como

Page 16: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

10

neuroesteroides que incluyen alopregnanolona y tetrahidrodesoxicorticosterona

(Gow, 2016). Se ha demostrado que la neuroesteroidogénesis ocurre en los

oligodendrocitos y en las neuronas de Purkinje de la corteza cerebral de los

perros (Lidbury et al., 2016). Los neuroesteroides se sintetizan en respuesta a la

activación de una proteína translocadora en las mitocondrias de los astrocitos

(anteriormente conocida como receptores de benzodiazepinas de tipo periférico)

(Gow, 2016). Estudios radiográficos han confirmado la presencia de estos

receptores en el cerebro canino (Lidbury et al., 2016). Estudios in vitro

demostraron que la proteína translocadora de astrocitos está altamente regulada

positivamente por el amoníaco y también por el manganeso (Gow, 2016).

Factores precipitantes

Los factores desencadenantes de la encefalopatía hepática abarcan diferentes

drogas, sobrecarga proteica, hipocalemia, alcalosis, transfusión de sangre

almacenada, hipoxia, hipovolemia, gastroenterorragia, infección y estreñimiento.

La hipersensibilidad cerebral a los agentes sedantes, analgésicos,

tranquilizantes y anestésicos puede inducir coma en animales con DPS, aun

cuando se administren dosis normales. Los agentes diuréticos promueven la

hipopotasemia, que incrementa la producción de amoníaco renal y alcalosis. La

alcalosis aumenta la amoniemia, con rápida difusión hacia las células cerebrales

y secuestro en el ambiente intracelular más ácido como amonio no difusible. La

sobrecarga proteica y gastroenterorragia brindan sustratos para la

amoniogénesis microbiana, y el estreñimiento puede incrementar la retención y

absorción de amoníaco. La sangre almacenada durante 24 horas contiene 170

microgramos de amoníaco/dl y los valores continúan aumentando con la

prolongación del almacenamiento (Bojrab et al., 1996).

Signos cínicos

Alrededor del 75% de los perros presentan los signos clínicos antes del primer

año de edad, pero algunos los presentan a una edad avanzada, incluso los hay

que llegan a los 10 años antes de que se reconozcan los signos (Couto et al.,

2010).

Page 17: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

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Por lo general, predominan los signos de EH. Las manifestaciones más

constantes de la EH con frecuencia son sutiles, como anorexia, depresión y

letargia. Otras alteraciones habituales indicativas de enfermedad cerebral difusa

incluyen debilidad episódica, ataxia, presión de la cabeza contra objetos,

desorientación, marcha en círculos, cambios conductuales, amaurosis,

convulsiones y coma. Estos signos clínicos tienden a fluctuar y muchas veces se

entremezclan con períodos normales, reflejando la producción y absorción

variables de sustancias entéricas que son neurotóxicas. La mejoría clínica de la

EH después de la fluidoterapia es común y tal vez atribuida a la corrección de la

deshidratación y promoción de excreción urinaria de amoníaco y otras toxinas.

La respuesta a antibióticos de amplio espectro refleja el efecto de los antibióticos

sobre la flora intestinal productora de toxinas (Ettinger y Feldman, 2002).

Los signos gastrointestinales de anorexia intermitente, vómito y diarrea son

comunes e inespecíficos de disfunción hepática y no necesariamente se

acompañan del cuadro franco de la EH. Muchos de los afectados tienen

antecedentes de crecimiento retardado, falla para aumentar el peso en

comparación de hermanos sanos o pérdida de peso (Ettinger y Feldman, 2002).

La polidipsia/poliuria son comunes en el perro. Algunos son capaces de

concentrar su orina después de la privación del agua, sugiriendo polidipsia

psicogénica primaria. Otros tienen capacidad de concentración urinaria parcial o

incompleta, compatible con lavado medular secundario a polidipsia/poliuria o un

defecto primario en la concentración renal. En perros con DPS y EH se

documentaron niveles aumentados de cortisol libre, sugiriendo una alteración en

el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (Ettinger y Feldman, 2002).

La cristaluria puede ser intermitente y no necesariamente correlacionada con el

pH o concentración de la orina, aunque el ácido úrico se considera menos soluble

en la orina ácida y el urato de amonio es menos soluble en la orina alcalina. El

metabolismo de la purina produce ácido úrico, que normalmente sufre la

conversión hepática en ácido alantoico hidrosoluble por la uricasa. La menor

detoxificación de amoníaco y metabolismo del ácido úrico redunda en mayor

excreción urinaria de amoníaco y ácido úrico, con la consiguiente precipitación

de los cristales de biurato de amonio (Bojrab et al., 1996). Si la urolitiasis es una

anormalidad complicante, pueden notarse polaquiuria, disuria y hematuria.

Page 18: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

12

Algunos animales son presentados por urolitiasis sin EH o signos

gastrointestinales obvios (Ettinger y Feldman, 2002).

El antecedente de recuperación prolongada después de la anestesia general o

sedación excesiva luego de la terapia con tranquilizantes, anticonvulsivos o

fosforados pueden atribuirse al hipometabolismo hepático de tales sustancias

(Ettinger y Feldman, 2002). Por lo tanto, debe considerarse la posibilidad de DPS

en cualquier animal joven que presente una respuesta prolongada a dichos

fármacos. Estas pueden ser las primeras anomalías que se perciban en los

animales afectados (Fossum et al., 2009).

Otras alteraciones clínicas menos constantes incluyen polifagia, pica e ingestión

de cuerpos extraños, fiebre intermitente y prurito intenso (Ettinger y Feldman,

2002).

El examen físico puede resultar inespecífico excepto por una estatura corporal

reducida o pérdida ponderal. El examen neurológico es normal, o si hay signos

evidentes de EH, las alteraciones neurológicas son compatibles con enfermedad

cerebral difusa (Ettinger y Feldman, 2002).

Los pacientes con derivaciones adquiridas múltiples tienen, a menudo, signos

neurológicos y urinarios similares a aquellos animales con derivaciones

congénitas. Debido a la hipertensión portal subyacente y, en algunos casos, a

una hipoalbuminemia grave, los animales con derivaciones adquiridas múltiples

desarrollan, en la mayoría de los casos, agrandamientos abdominales por

ascitis. También pueden presentar discrasias hemorrágicas por la disminución

de la producción hepática de los factores de coagulación, asociándose con

tiempo de sangrado prolongado de las heridas y formación de hematomas en

sitios de venopunción (Slatter, 2006).

Diagnóstico clínico

La presencia de derivaciones portosistémicas congénitas se sospecha, con

frecuencia, sobre la base de la reseña, la historia y los signos clínicos. Los

resultados de las pruebas de laboratorio dan apoyo a un diagnóstico de

derivación portosistémica pero no proveen un diagnóstico definitivo (Slatter,

2006).

Page 19: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

13

Los hallazgos hematológicos en las DPS congénitas incluyen microcitosis,

células en blanco, poiquilocitosis y anemia arregenerativa leve. Estos cambios

eritrocíticos pueden ser sutiles, pero importantes pistas para el diagnóstico en un

hemograma de otro modo normal. La causa de la microcitosis es desconocida;

sin embargo, la disminución de la concentración sérica de hierro, concentración

de ferritina normal aumentada y, acumulación de hierro en el hígado sugieren

que la microcitosis se asocia con metabolismo anormal del hierro (deterioro en

el transporte o secuestro del mismo) más que con deficiencia absoluta de hierro.

Parece disminuir la disponibilidad de hierro para la síntesis de hemoglobina a

pesar de los depósitos tisulares adecuados (Ettinger y Feldman, 2002).

La leucocitosis es variable. La depuración inadecuada de bacterias y

endotoxinas desde el sistema portal puede jugar un papel en el desarrollo de la

misma; sin embargo, no se han observado diferencias significativas en la

concentración de endotoxinas y en la tasa de positividad de cultivos de sangre

portal cuando se compararon perros normales con aquellos con derivaciones

portosistémicas congénitas (Bojrab et al., 1996).

Las alteraciones bioquímicas asociadas con las DPS incluyen disminución del

nitrógeno ureico sanguíneo, albuminemia, glucemia y colesterol e incremento de

la alanina aminotransferasa y fosfatasa alcalina. La urea normalmente es

sintetizada a través del ciclo de Krebs-Henseleit como producto terminal de la

detoxificación del amoníaco. La disminución del nitrógeno ureico sanguíneo

ocurre con insuficiencias en el ciclo de la urea asociada a la DPS. La

hipoalbuminemia proviene de la caída de la síntesis de albúmina y metabolismo

proteico. Las posibles causas de hipoglucemia incluyen depleción de las

reservas de glucógeno hepático, hiposensibilidad al glucagón,

hiperglucagonemia secundaria a menor degradación del glucagón en el hígado

y anormalidad en el metabolismo y respuesta a la insulina. La menor síntesis

hepática o absorción intestinal puede fomentar la hipocolesterolemia; la síntesis

de colesterol también puede estar inhibida por ciertos ácidos biliares que

aumentan en la DPS. Como la colestasis no es un rasgo prominente de la DPS,

la hiperactividad de fosfatasa alcalina en los jóvenes en realidad puede ser de

origen óseo. La hipocalemia es un hallazgo irregular en animales con DPS

(Bojrab et al., 1996). La concentración de bilirrubina sérica suele ser normal

(Fossum et al., 2009).

Page 20: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

14

Las anormalidades urinarias incluyen una densidad urinaria baja y cristaluria de

biurato de amonio. La baja densidad urinaria puede ser secundaria a polidipsia

o a alteraciones en el gradiente de concentración medular renal por la

disminución de la producción de urea. Con una magnificación de 400X o más,

los cristales de biurato amonio tienen, a menudo, una forma de estramonio o de

estrella de mar y un color dorado. El sedimento urinario anormal sugestivo de

cistitis (hematuria, piuria y proteinuria) se ha observado en animales con

derivaciones portosistémicas (Slatter, 2006).

Pruebas de función hepática

Las pruebas bioquímicas especializadas, tales como la medición del amoníaco

en sangre y la concentración de ácidos biliares, son útiles para la confirmación

de una disminución de la función hepática en los animales con derivaciones

portosistémicas. Debido a la reducción del metabolismo del amoníaco, las

concentraciones basales de amoníaco en sangre pueden estar aumentadas. Los

niveles pueden ser normales en 7 a 21% de los perros con derivaciones

portosistémicas, en especial después de un ayuno prolongado o con el

tratamiento médico efectivo. La prueba de tolerancia al amoníaco fue

desarrollada para proveer un diagnóstico más apropiado de una disfunción

hepática. Después de un ayuno se toma una muestra de sangre heparinizada y

se administra cloruro de amonio (100mg/kg; máximo 3 g) por medio de una

sonda orogástrica, cápsula oral o infusión colónica alta (2ml/kg de una solución

al 5% colocada 20 a 35 cm dentro del colon). Se obtiene una segunda muestra

30 minutos después de la administración. Las muestras de sangre son

transportadas con hielo para la inmediata separación del plasma y su posterior

análisis. Los valores normales varían con el método de análisis; los resultados

en animales con derivaciones portosistémicas son comparados con una muestra

control de un animal sano para mayor seguridad. El enfriamiento inapropiado,

separación plasmática incompleta o la demora en el análisis da lugar a valores

falsamente elevados debido a la generación de amoníaco por parte de los

eritrocitos y el plasma. Los resultados son inválidos si el animal produce vómitos

después de la administración oral de cloruro de amonio o si ocurre diarrea

después de la administración rectal. Como mínimo, el 95% de los perros con

Page 21: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

15

derivaciones portosistémicas congénitas evidencian hiperamoniemia después

de la administración de cloruro de amonio (Slatter, 2006).

Debido a que las muestras para el análisis de los ácidos biliares requieren

escaso manejo especial, la medición de la concentración de estos compuestos

se realiza con frecuencia para evaluar la función hepática. Los ácidos biliares

primarios son sintetizados en el hígado a partir del colesterol y luego son

conjugados con taurina, secretados hacia los canalículos biliares y almacenados

en la vesícula biliar. Ésta última se contrae después de comer, liberando ácidos

biliares hacia los intestinos, donde favorecen la digestión y la absorción de lípidos

a través de la formación de micelas. En la porción distal del íleon, un eficiente

transportador de membrana con acoplamiento de sales biliares-sodio, recaptura

los ácidos biliares y los deposita en la circulación portal. La captación eficiente

con la resecreción por parte de los hepatocitos da lugar a la circulación

"enterohepática" de más del 95% de los ácidos biliares; el remanente se pierde

con la materia fecal. La concentración de ácidos biliares es alta en la mayoría de

los animales con anomalías portovasculares, debido al desvío que hacen los

ácidos biliares reabsorbidos hacia la circulación sistémica (Slatter, 2006).

La concentración de ácidos biliares es medida por medio de pruebas enzimáticas

o por radioinmunoensayo utilizando muestras de suero. Las muestras pueden

ser almacenadas en el refrigerador o pueden ser enviadas a temperatura

ambiente con mínimos efectos sobre los resultados finales. La técnica por

radioinmunoensayo sólo mide ácidos biliares primarios conjugados no sulfatados

y exhibe menos interferencia por parte de compuestos tales como la lactato

deshidrogenasa; sin embargo, es una técnica costosa con disponibilidad

limitada. Las técnicas enzimáticas miden los ácidos hidroxibiliares sulfatados y

no sulfatados y, por lo tanto, dan valores más altos que los obtenidos por

radioinmunoensayo. Debido a que la medición enzimática se hace por medio es

espectrofotometría, la hemólisis o la lipemia pueden interferir con el análisis de

la muestra (Slatter, 2006).

En los perros el pico posprandial de ácidos biliares en suero se produce 2 horas

después de la ingestión de comida (Slatter, 2006). Los valores en ayunas a

menudo aumentan, pero pueden ser normales porque debido al ayuno

prolongado, el hígado finalmente puede depurar los ácidos biliares desde la

circulación sistémica. Los ácidos biliares posprandiales son anormales y

Page 22: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

16

constituyen una buena prueba pesquisa para los animales con sospecha de

DPS. Las concentraciones posprandiales regularmente superan los

100micromol/l. Si los valores posprandiales están dentro del rango de referencia,

es improbable el diagnóstico de DPS congénita (Ettinger y Feldman, 2012).

Medición de la actividad de la proteína C

Recientemente se ha comenzado a utilizar la medición de la actividad de la

proteína C. La proteína C es una proteína de anticoagulación del plasma. Junto

con la antitrombina, la proteína S y el plasminógeno, la proteína C es importante

para prevenir la enfermedad tromboembólica. La proteína C es una enzima

serina proteasa vitamina K dependiente, sintetizada por el hígado. Una vez

activada, la proteína C actúa para promover la fibrinólisis, modular la inflamación

e inhibir la apoptosis. En pacientes humanos, la medición de los niveles de

proteína C han sido utilizados para evaluar la función hepática, donde se han

informado niveles bajos de la actividad de la proteína en personas con una

variedad de enfermedades hepáticas, incluyendo, hepatopatía inflamatoria,

cirrosis, obstrucción de la vena porta e infiltración neoplásica. En perros, la

proteína C puede usarse para distinguir la DPS de la hipoplasia de la vena porta

(displasia microvascular). Los animales con DPS tienen actividades de la

proteína C significativamente más bajas que los animales con hipoplasia de la

vena porta. Cuando se considera la actividad de la proteína C con otros hallazgos

de laboratorio, puede ser útil distinguir entre dichas patologías. Además, los

perros tratados quirúrgicamente muestran mejoría posoperatoria en la actividad

de la proteína. Por lo tanto, los niveles de actividad proteica pueden ser una

prueba útil, junto a los demás análisis de sangre para ayudar a controlar a los

perros después del tratamiento quirúrgico. En humanos, se ha demostrado que

la inflamación está asociada con la encefalopatía hepática, por esa razón, los

marcadores de inflamación, como la proteína C reactiva, se han medido en

perros con DPS. Una diferencia en las concentraciones de proteína C reactiva

ha sido detectado entre perros con derivaciones que exhiben HE versus aquellos

que no exhibieron signos de HE y perros sin encefalopatía (Thieman Mankin,

2015).

Page 23: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

17

Hallazgos histopatológicos

Los cambios histológicos observados en el hígado en animales con DPS incluyen

congestión generalizada de venas centrales y sinusoides, colapso lobulillar,

proliferación ductal biliar, hipoplasia de tributarias portales intrahepáticas y

proliferación de vasos pequeños y linfoductos. Los cambios de parénquima

varían desde infiltración grasa leve a difusa o centrolobulillar, atrofia

hepatocelular y vacuolización citoplasmática (Bojrab et al., 1996).

En perros la esteatosis hepática aparece por cambios vacuolares en los

hepatocitos y la presencia de piogranulomas. Se cree también que otra

explicación para la infiltración grasa secundaria a DPS sean los niveles de

amoníaco en plasma. Dado que el hígado juega un papel vital en el metabolismo

de los lípidos, cualquier alteración en los ácidos grasos y en las rutas de los

triglicéridos conduce a un desequilibrio en el metabolismo graso resultando en la

esteatosis hepática (Van den Bossche et al., 2017).

Se pueden observar vasos de pequeño calibre delimitados por células

endoteliales ligeramente hipertrofiadas con una distribución azarosa. Los perros

con derivaciones portosistémicas tienen un aumento de la fragilidad de las

organelas intracelulares, incremento de las enzimas lisosomales y del retículo

endoplasmático y de la actividad de la fosfatasa alcalina del componente

canalicular biliar (Slatter, 2006).

Los cambios patológicos pueden estar presentes en el sistema nervioso central,

en especial en animales con hepatoencefalopatía. Las lesiones incluyen

polimicrocavitación del tronco encefálico, los núcleos cerebelares o de la corteza

cerebral, e hipertrofia e hiperplasia de los astrocitos protoplasmáticos de la

corteza cerebral. (Slatter, 2006).

Diagnóstico por imagen

Radiografía

El estudio de las radiografías abdominales es una parte importante en la

búsqueda de DPS congénitas. En animales afectados se espera encontrar un

Page 24: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

18

tamaño anormalmente pequeño del hígado (microhepatia), que puede variar de

moderado a grave. Es muy raro encontrar perros con DPS que no presenten

algún grado de reducción hepática (Fossum et al., 2009), pero en muchos

animales el tamaño hepático es de evaluación engorrosa debido a la ausencia

de la grasa intraabdominal. El desplazamiento craneal del estómago suele ser

una indicación indirecta del hígado pequeño (Ettinger y Feldman, 2002).

Se ha descrito renomegalia de etiología desconocida en animales con

derivaciones portosistémicas. Los cálculos de urato son, en general,

radiolúcidos, pero en ocasiones suelen ser vistos por medio de radiografías

simples en la pelvis renal, el uréter o la vejiga, en particular en combinación con

estruvita (Slatter, 2006).

Ecografía

La ecografía se ha convertido en la herramienta de diagnóstico de elección para

la visualización de las DPS (Fossum et al., 2009). Es un medio no invasivo,

rápido que puede efectuarse sin sedación o anestesia pero que depende mucho

de la experiencia del operador (Ettinger y Feldman, 2002). Con esta técnica, se

han conseguido identificar derivaciones intrahepáticas y extrahepáticas, aunque

con un resultado dudoso o negativo con esta técnica no permite descartar una

DPS. Ocasionalmente, se observa un vaso intrahepático dilatado o la

comunicación entre una derivación intrahepática y la vena cava. En el caso de

las derivaciones extrahepáticas, los intestinos pueden llegar a ocultar una

alteración, pero podrá observarse un hígado pequeño con pocas venas

hepáticas o portales detectables (Fossum et al., 2009).

La ecografía Doppler tiene una sensibilidad informada del 95% y especificidad

del 98%. Un ecografista experimentado puede determinar la posición exacta y la

morfología de una DPS (Thieman Mankin, 2015).

Recientemente, el uso de la inyección transesplénica de solución salina agitada

y sangre heparinizada ha sido evaluado para ayudar en el diagnóstico ecográfico

de DPS en perros. Las microburbujas se siguen ecográficamente a través del

sistema del portal, éstas no pueden atravesar la barrera sinusoidal del hígado en

animales normales; por lo tanto, la presencia de microburbujas en la circulación

sistémica es el criterio utilizado para diagnosticar DPS. Para realizar el estudio

Page 25: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

19

se requiere de una sedación moderada del paciente. El bazo se identifica por

ultrasonido y una aguja conectada a un tubo de extensión se introduce en el

parénquima esplénico. El transductor del ultrasonido se posiciona para seguir las

microburbujas a través del sistema del portal. La solución salina agitada

mezclada con 1 ml de sangre heparinizada se inyecta en el bazo. Esta técnica

es capaz de diferenciar entre DPS intrahepática y extrahepática. También es

capaz de diferenciar entre derivaciones portoácigos y portocava y es útil para el

monitoreo posoperatorio luego de la atenuación de la derivación (Thieman

Mankin, 2015).

Con la ecografía deben evaluarse también la vejiga y la pelvis renal en busca de

posibles cálculos (Fossum et al., 2009).

Figura 3. Imagen de ecografía Doppler que muestra una derivación intrahepática grande y

tortuosa (Fossum et al., 2009).

Portografía

La portografía de contraste positivo es el procedimiento de elección para

caracterizar el tipo y localización anatómica de las DPS. Las técnicas descriptas

incluyen esplenoportografía, portografía mesentérica (o yeyunal) y portografía

arterial mesentérica craneal o celíaca. La portografía mesentérica intraoperatoria

es la técnica preferida porque permite estudios de alta calidad del sistema portal,

no requiere instrumentación especial y provoca mínimas complicaciones. Se

realiza bajo anestesia general. Se aísla un asa yeyunal mediante incisión en

línea alba, se colocan dos ligaduras alrededor de la vena yeyunal y se ingresa

Page 26: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

20

un catéter al vaso. Después de ajustar las ligaduras y asegurar el catéter, la

incisión abdominal se cierra en forma temporaria. Un contraste hidrosoluble (0,5

– 1 ml/lb) se inyecta como bolo dentro del catéter. Si no se cuenta con cambiador

rápido de película, se toma una radiografía a medida que se inyecta el mililitro

final. Se efectúan tomas lateral y ventrodorsal, lo cual requiere separar las

inyecciones para cada proyección (Ettinger y Feldman, 2002).

En los animales normales, la sangre portal (y colorante inyectado) fluye hacia el

hígado, delineando la porta y sus múltiples ramas intrahepáticas. En una DPS

congénita aislada, el vaso comunicante es delineado cuando la sangre es

desviada en forma directa hacia el sistema venoso sistémico de menor presión

(en general la cava caudal). En los perros, si la DPS está en craneal a la vértebra

T13, probablemente sea intrahepática; si alguna parte del cortocircuito es caudal

a la T13, es más factible un cortocircuito extrahepático. Las ramas intrahepáticas

de la porta pueden o no opacificarse. La opacificación del sistema portal

intrahepático durante la portografía es un factor pronóstico favorable porque es

más probable la ligadura completa del vaso en la cirugía (Ettinger y Feldman,

2002).

Figura 4. Portografía en un perro con una derivación portoácigos. Se observa la falta de llenado

de contraste en el sistema portal hepático. En su lugar, fluye a través de un vaso derivado,

tortuoso hasta la vena ácigos (Fossum et al., 2009).

Page 27: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

21

Gammagrafía

La gammagrafía utiliza radiofármacos, sustancias químicas que contienen un

átomo radiactivo en su estructura, para el diagnóstico de diferentes patologías.

Una vez administrado al paciente, el radiofármaco, según sus propiedades

fisicoquímicas, se distribuye por diferentes estructuras del organismo. La

radiación gamma emitida por éste es detectada externamente por una

gammacámara que la procesa y la convierte en una imagen. Para el diagnóstico

de las derivaciones portosistémicas se utiliza el pertecnetato de tecnecio

(99mTc), un radionúclido de vida media corta, que sólo emite radiación gamma

de baja energía. Se han descrito dos técnicas gammagráficas para el diagnóstico

de las DPS dependiendo la vía de administración del radiofármaco: la

gammagrafía portal transcolónica y la gammagrafía portal transesplénica

(Espada et al., 2007).

La gammagrafía portal transcolónica es una técnica no invasiva que no requiere

sedación o anestesia. El 99mTc administrado por recto se absorbe con rapidez

desde el colon hacia la sangre portal, y en los pacientes normales, la

radioactividad se detecta primero en el hígado y luego en el corazón. En las DPS;

la radioactividad alcanza el corazón antes o al mismo tiempo que lo hace con el

hígado. La fracción de derivación, determinada por análisis computarizado,

representa el porcentaje de sangre portal que elude al hígado (Ettinger, 2002).

Los perros normales tienen una fracción de derivación inferior al 15%. La

mayoría de animales con derivaciones congénitas tienen una fracción de

derivación superior al 60% (Slatter, 2006).

Existen ciertas limitaciones e inconvenientes de esta técnica que pueden resultar

en un estudio de baja calidad o no diagnóstico. Sólo un pequeño porcentaje de

la dosis administrada es absorbida en el colon, de manera que las dosis

necesarias son elevadas. En consecuencia, la imagen resultante presenta menor

resolución y una peor calidad en el análisis cuantitativo (fracción de derivación).

Este hecho se traduce en la imposibilidad de describir morfológicamente la

derivación, en la gran mayoría de los casos, y en no poder distinguir derivaciones

portosistémicas múltiples de únicas (Espada, 2007). Es de especial utilidad para

supervisar el cierre posoperatorio progresivo de una anastomosis luego de la

ligadura parcial o colocación de un constrictor ameroide. Se requiere un período

Page 28: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

22

de aislamiento (por lo general 12-18 horas) después del procedimiento hasta que

disminuyan los niveles de radiación (Ettinger y Feldman, 2002).

La gammagrafía portal transesplénica es una técnica única porque utiliza la

ecografía como guía para inyectar una pequeña cantidad de 99mTc en el

parénquima del bazo. La visión en fase dinámica del drenaje venoso esplénico

muestra un angiograma nuclear del sistema portal (Fossum et al., 2009). La

absorción del radiofármaco es mayor y más rápida respecto a la gammagrafía

portal transcolónica. Este hecho permite reducir la dosis administrada a la vez

que la imagen gana resolución, e incluso es posible visualizar la vena esplénica

y la vena porta y caracterizar algunos tipos de derivaciones. La técnica

transesplénica puede presentar algunas limitaciones. Se pueden obtener

estudios de mala calidad si, al realizar la punción ecoguiada, se extravasa parte

del radiofármaco fuera del parénquima esplénico; en caso extremo de que la

inyección se realice directamente en la cavidad peritoneal el estudio no será

diagnóstico. También se pueden obtener falsos negativos si la derivación es

distal a la vena esplénica, ya que la técnica no lo detectará (Espada et al., 2007).

Al utilizar sólo una pequeña cantidad de radioactividad, el animal puede

abandonar la zona de aislamiento radioactivo poco después del estudio (Fossum

et al., 2009).

Figura 5. Gammagrafía portal transrectal. Se observa la escasa absorción por parte del hígado,

lo que apoya el diagnóstico de comunicación portosistémica. En este estudio puede

identificarse el vaso derivado (Fossum et al., 2009).

Page 29: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

23

Angiografía por tomografía computarizada (TC)

La angiografía por tomografía computarizada (TC) es considerada la mejor

técnica de diagnóstico por imagen para el diagnóstico de derivaciones

portosistémicas en humanos. En veterinaria está ganando popularidad para el

uso en DPS, siendo de alta sensibilidad y especificidad. Proporciona imágenes

tridimensionales, no invasivas y permite una excelente localización anatómica

del origen e inserción de la derivación. La angiografía por TC mostró 5,5 veces

más probabilidades de determinar correctamente la presencia o ausencia de

DPS en comparación con la ultrasonografía abdominal (Thieman Mankin, 2015).

Angiografía por resonancia magnética (MRA)

La resonancia magnética con angiografía (MRA) se utiliza de forma esporádica

como una técnica de diagnóstico para las derivaciones portosistémicas.

Proporciona imágenes tridimensionales de la derivación con gran detalle. La

posición anatómica exacta de la DPS puede ser fácilmente determinada por

MRA. Desafortunadamente, puede llevar mucho tiempo y ser costosa. Aunque

la MRA es una modalidad diagnóstica prometedora para el diagnóstico de DPS,

la angiografía por TC proporciona detalles similares, se realiza más rápido, y a

menudo, es menos costosa (Thieman Mankin, 2015).

Diagnóstico diferencial

Las DPS deben diferenciarse de otras enfermedades que provoquen

insuficiencia hepática (cirrosis) o alteraciones neurológicas (hidrocefalia,

moquillo, epilepsia idiopática, metabolopatías como hipoglucemia y deficiencia

de tiamina) en perros (Fossum et al., 2009; Ettinger y Feldman, 2002).

Tratamiento

Las derivaciones portosistémicas congénitas pueden ser tratadas médica o

quirúrgicamente. El objetivo del tratamiento quirúrgico consiste en ocluir el flujo

sanguíneo de la derivación, redirigiendo la sangre a través de la vasculatura

Page 30: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

24

portal disponible. La finalidad de la terapia médica o conservadora es disminuir

el transporte de los factores absorbidos desde el tracto gastrointestinal a la

circulación sistémica. Tanto el tratamiento médico como el quirúrgico

desempeñan un papel en el manejo de perros con DPS y, a menudo, se usan en

combinación (Thieman Mankin, 2015).

La tasa de supervivencia a largo plazo en animales afectados clínicamente y

sometidos a cirugía fue significativamente mayor que en aquellos sometidos a la

terapia conservadora. Además, hay evidencia de que la cantidad y la frecuencia

de los signos clínicos luego del tratamiento son más bajos en los pacientes

tratados quirúrgicamente, lo que sugiere que pueden tener también, una mejor

calidad de vida (Greenhalgh, 2014).

La cirugía está asociada con un bajo pero importante riesgo de muerte

perioperatoria, por lo que algunos propietarios pueden no estar dispuestos a

aceptarla. En estas situaciones, el tratamiento conservador es una opción

aceptable. Ni la edad al momento del diagnóstico ni el tipo de derivación parecen

afectar la supervivencia (Greenhalgh, 2014).

Médico o conservador

La esperanza de vida de los animales sometidos a tratamiento médico es

generalmente de 2 meses a 2 años. En particular debe considerarse administrar

tratamiento médico a los perros asintomáticos que hayan sido diagnosticados de

manera fortuita y a perros mayores de 7 años que presenten signos clínicos

mínimos. En estos pacientes se debe considerar el 7% de mortalidad asociada

a la cirugía correctora frente a la probabilidad de deterioro sustancial si no se

practica la cirugía. Aunque no está probado, de manera intuitiva parece que los

animales anteriormente descritos, si solo presentan cambios moderados de la

bioquímica sérica y una reducción de tamaño hepático moderada en las

radiografías abdominales, serían los mejores candidatos para el tratamiento

médico. Si se presentan cambios histológicos (fibrosis hepática o hiperplasia

biliar) que pudieran provocar, con mayor probabilidad, complicaciones

posquirúrgicas (hipertensión portal), debería considerarse el tratamiento médico

antes de la cirugía. Sin embargo, la cirugía es preferible cuando la restauración

de los factores hepatotrópicos es necesaria para la regeneración del órgano. El

Page 31: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

25

tratamiento médico debería iniciarse antes de la intervención quirúrgica en

aquellos animales con signos importantes de encefalopatía hepática (Fossum et

al., 2009).

Los objetivos de la terapia médica son identificar y corregir los factores que

predisponen a la encefalopatía hepática, es decir, reducir la absorción de toxinas

producidas por las bacterias intestinales, disminuir la interacción entre la

bacterias entéricas y sustancias nitrogenadas, y evitar el uso de fármacos que

predispongan a la encefalopatía y disminuir el daño oxidativo en los hepatocitos.

Entre los factores que precipitan la encefalopatía se incluyen ingestas de elevado

contenido proteico (especialmente carne), infecciones bacterianas, sangrado

gastrointestinal, transfusiones de sangre, terapia medicamentosa inadecuada, y

anomalías electrolíticas y de ácido-base. El tratamiento sintomático general del

paciente con encefalopatía hepática debe incluir fluidoterapia (cloruro de sodio

al 0,9% o 0,45% y dextrosa al 2,5%), normalización de las alteraciones ácido-

base y complementos de potasio, si fuese necesario. Debe administrarse una

dieta muy digerible, en la que los hidratos de carbono sean la fuente primordial

de calorías. El tratamiento nutricional a largo plazo debe ser una dieta con el más

bajo contenido proteico que pueda tolerar el animal (Fossum et al., 2009). Los

requerimientos proteicos, son aproximadamente, 2,11 g de proteína cruda/kg de

peso por día o, aproximadamente, 15-20% sobre materia seca. La proteína

óptima es aquella de alta calidad y fácilmente digestible, con un 80% o más de

disponibilidad para disminuir la desaminación y para reducir la degradación de

las proteínas por las bacterias del colon. La harina de soja y las proteínas lácteas

se recomiendan con frecuencia debido a su digestibilidad (Slatter, 2006).

Se utilizan antibióticos para reducir la flora entérica que produce la mayor parte

de las toxinas (amoníaco), que se creen que son responsables de la

encefalopatía hepática. Frecuentemente, se utiliza neomicina oral (10-15 mg/kg,

2 a 3 veces por día) con este propósito, pero debe evitarse en animales

azoémicos. metronidazol (10 mg/kg, VO, 3 veces al día) o ampicilina (22 mg/kg,

IM o SC, 3 a 4 veces por día) también reducen las concentraciones intestinales

de amoníaco. La lactulosa es un disacárido sintético que acidifica el contenido

colónico y capta iones de amonio del lumen. Además, es un catártico osmótico

que acorta el tiempo de tránsito intestinal y reduce la producción y absorción de

amoníaco. Comenzar con 1 ml/4,5 kg, VO, 1 a 3 veces por día y ajustar hasta

Page 32: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

26

obtener unas heces blandas, formes. Entre los efectos colaterales de la

administración de lactulosa se encuentran diarrea, vómitos, anorexia, e

incremento de la pérdida intestinal de potasio y agua (Fossum et al., 2009).

Cuando la depresión marcada del sistema nervioso central o el coma impiden la

administración oral de lactulosa y neomicina, estos fármacos son administrados

mediante enema (Ettinger y Feldman, 2002). El diazepam suele ser ineficaz en

perros con encefalopatía que presentan convulsiones, el fenobarbital tiende a

ser más eficaz y a algunos animales se les puede anestesiar con propofol

(Fossum et al., 2009).

Los perros con enfermedad hepática están predispuestos a la ulceración

gastroduodenal. Cuando la ulceración está presente o hay sospechas de la

misma, debe tratarse con drogas supresoras del ácido gástrico como el

omeprazol, el cual parece ser más eficaz cuando se administra 2 veces por día.

El sucralfato es un protector gástrico que también puede ser utilizado cuando se

sospecha de hemorragia gastrointestinal (Lidbury et al., 2016).

Quirúrgico

La cirugía es el tratamiento de elección en la mayoría de los animales con DPS,

porque la función hepática continuará deteriorándose mientras la sangre se siga

desviando del hígado (Fossum et al., 2009). En muchos casos, la oclusión del

vaso anómalo, restaurará la funcionalidad hepática a unos niveles normales o

casi normales (Couto et al., 2010).

Consideraciones prequirúrgicas

Los pacientes que presentan encefalopatía, caquexia, debilidad o inestabilidad

son tratados en forma médica hasta que puedan tolerar el estrés de la anestesia

y la cirugía (Slatter, 2006).

Un estudio ha demostrado que el pretratamiento con levetiracetam es

beneficioso para prevenir las convulsiones posoperatorias. Se realiza al menos

24 horas antes de la cirugía (20 mg/kg por vía oral cada 8 horas). Dicho estudio

informa además que ningún perro pretratado con esta droga experimentó

convulsiones posoperatorias (Thieman Mankin, 2015).

Page 33: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

27

Se recomienda además la administración prequirúrgica de antibióticos en

pacientes con DPS (Fossum et al., 2009).

Si bien anterior a cualquier cirugía está indicado un ayuno de 12 horas, no se

recomienda en el caso de animales pequeños con DPS debido a la posibilidad

de que se produzca hipoglucemia (Thieman Mankin, 2015).

Anestesia

Debe tenerse especial cuidado en la anestesia en animales con DPS, ya que

presentan una notable reducción de la función hepática y una alteración del flujo

sanguíneo y absorción, metabolismo y aclaramiento de fármacos. Además, se

ven afectadas las drogas que se unen fuertemente a las proteínas plasmáticas

debido a las bajas concentraciones de albúmina que pueden acompañar a las

DPS (es decir, que se provoca la aparición de mayores cantidades sin fijar,

circulantes). Por lo tanto, debe evitarse el uso de fármacos que se metabolizan

en el hígado (tranquilizantes fenotiazínicos) y aquellos que se fijan a las

proteínas plasmáticas fuertemente (diazepam). Las benzodiazepinas pueden

afectar igualmente de manera negativa a la función neurológica en pacientes con

encefalopatía hepática (Slatter, 2006).

Derivaciones portosistémicas congénitas extrahepáticas

Las derivaciones extrahepáticas simples suelen tratarse mediante la oclusión de

un constrictor ameroide o una banda de celofán sobre el vaso. Dado que la

oclusión del vaso se produce lentamente, rara vez aparece hipertensión portal.

En comparación con la ligadura quirúrgica, la duración de la intervención es

menor y las complicaciones intra y posoperatorias son menores con los

oclusores progresivos (Fossum et al., 2009).

Se realiza una laparotomía completa para localizar la derivación. Con frecuencia,

las derivaciones portosistémicas extrahepáticas se originan en la vena esplénica,

a menudo, terminan en la vena cava caudal craneal a las venas renales, a nivel

del orificio epiploico. La mayoría de las derivaciones extrahepáticas congénitas

que se vacían en la vena cava caudal tienen un diámetro de 5 a 15 mm y

evidencian un flujo sanguíneo turbulento que es visible a través de la pared del

Page 34: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

28

vaso. La vena cava caudal también puede exhibir un flujo turbulento y estar

dilatada en el sitio de llegada del vaso de derivación (Slatter, 2006).

Las derivaciones portoácigos son encontradas con frecuencia en perros que

tienen 2 años de edad o más en el momento de presentación de los signos. A

menudo, estas derivaciones atraviesan el diafragma a nivel de los pilares o del

hiato esofágico y están ocultadas por las vísceras adyacentes del epigastrio.

Pueden, en ocasiones, ser pequeñas, alcanzando un diámetro de 3 mm y sufrir

un espasmo tal que logran un tamaño casi indetectable ante la vigorosa

retracción y disección (Slatter, 2006).

Con poca frecuencia, los vasos de derivación pueden estar asociados con otros

vasos tales como la vena frénica, la vena cólica izquierda o el remanente de la

vena umbilical. Rara vez se puede presentar un segundo vaso de derivación

congénito separado; por lo tanto, se requiere efectuar una completa exploración

del abdomen en cada paciente (Slatter, 2006).

Una vez localizado el vaso anómalo, el veterinario verifica que la vena porta esté

completa y que termine dentro del hígado. La agenesia o atresia de la vena porta

se registró en un pequeño porcentaje de pacientes durante la laparotomía

exploratoria; la ligadura de la derivación portosistémica está contraindicada en

estos animales (Slatter, 2006).

El vaso anómalo es atenuado lo más cerca posible del punto de inserción, de

forma tal que el flujo de sangre proveniente de todas las tributarias de este vaso

sea redirigido. Las derivaciones portocavas son ocluidas en su terminación sobre

la vena cava caudal. Las derivaciones portoácigos pueden ser ocluidas del lado

abdominal del diafragma (Slatter, 2006).

Las derivaciones portosistémicas extrahepáticas son ligadas por completo en la

mayoría de los casos en los perros que no tienen antecedentes de encefalopatía

hepática, sin embargo, el 40 a 68% de los perros que son sometidos a una

atenuación de una derivación extrahepática solo pueden tolerar una ligadura

parcial. Antes de ser permanentemente atenuado, el vaso anómalo es ocluido

en forma temporaria durante 3 a 5 minutos mientras se evalúan las vísceras en

busca de signos de hipertensión portal, incluyendo palidez o cianosis de los

intestinos, hiperperistalsis entérica, cianosis o edema del páncreas, y aumento

de las pulsaciones vasculares mesentéricas (Slatter, 2006). La hipertensión

portal sucede porque la vasculatura intrahepática no puede acomodar el

Page 35: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

29

volumen adicional de la sangre portal que se desvía hacia el hígado de nuevo

después de la oclusión del vaso anómalo (Ettinger y Feldman, 2002).

Se pueden medir la presión venosa central y la portal. Para la medición de la

presión portal se coloca un catéter directamente en la vena yeyunal o a través

del parénquima esplénico hacia la vena esplénica. El catéter es asegurado en

posición y se le acopla una extensión y un transductor. Si se utiliza un manómetro

de agua, la extensión es acoplada a una válvula de tres vías, la cual es apoyada

sobre la región inguinal del paciente, a los efectos de brindar una lectura

consistente durante la medición de la presión portal (Slatter, 2006).

La presión portal basal normal es de 8 a 13 cm H2O (6 a 10 mm Hg); la presión

portal de los perros con derivaciones portosistémicas puede estar entre 0 y 12

cm H2O. Las recomendaciones para la presión posligadura son limitar la presión

portal máxima a 17-24 cm H2O y un cambio máximo de 9 a 10 cm H2O. El vaso

anómalo es ligado hasta un punto en el cual la presión final caiga dentro de estos

límites (Slatter, 2006).

Las mediciones de la presión portal no son utilizadas como único criterio para la

atenuación del vaso, porque la presión sanguínea puede variar con la

profundidad anestésica, el estado de hidratación, la fase de respiración, el grado

de estiramiento esplácnico y otros factores sistémicos. La presión venosa central

puede ser controlada durante la ligadura del vaso anómalo; la disminución de la

presión venosa central mayor a 1 cm H2O durante la oclusión ha sido asociada

con el desarrollo de hipertensión portal posquirúrgica. Los cambios en la presión

arterial durante la ligadura están limitados a un máximo de 5 mm Hg y la

frecuencia cardíaca no debe evidenciar un aumento dramático. Si ocurren signos

objetivos o subjetivos de hipertensión portal intrahepática, es necesario aflojar la

ligadura hasta que tales signos no estén más presentes. Un abordaje

conservador para la ligadura parcial con el uso de parámetros antes enunciados

mejora la posibilidad de un resultado exitoso ante la oclusión aguda del vaso

anómalo. Eventualmente, la derivación puede resolverse en perros sometidos a

la ligadura parcial debido a la inflamación y la fibrosis posquirúrgica (Slatter,

2006).

Page 36: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

30

Constrictores ameroides

Debido a que la oclusión abrupta y la ligadura parcial han sido asociadas a

complicaciones posquirúrgicas importantes agudas y crónicas, se han

desarrollado dispositivos (tales como los constrictores ameroides) para la

oclusión, completa gradual del vaso de derivación. Un constrictor ameroide tiene

un anillo interno de caseína que está rodeado por una vaina de acero inoxidable.

La caseína es una sustancia higroscópica que se hincha a medida que absorbe

agua corporal. La vaina de acero inoxidable fuerza a la caseína a hincharse hacia

adentro, comprimiendo el vaso anómalo. El constrictor ameroide nunca provoca

un cierre completo pero la reacción tisular fibrosa que éste estimula producirá la

oclusión del vaso en unas 4 a 5 semanas. El cierre es más rápido durante los

primeros 3 a 14 días después de la colocación; posteriormente, la velocidad de

cierre disminuye. El tiempo para ocluir el vaso depende del tamaño del mismo y

del constrictor, y de la rigidez del anillo externo (Slatter, 2006).

Los constrictores ameroides vienen en varios tamaños; aquellos con diámetro

interno de 3,5 a 5 mm son los utilizados con mayor frecuencia para la ligadura

de las derivaciones portosistémicas extrahepáticas. El tamaño del constrictor

ameroide depende del diámetro del vaso anómalo; por lo tanto, para cada cirugía

se debe disponer de varios tamaños. El diámetro ideal es el que no produzca

constricción al momento de la colocación. Debido a que se pueden desarrollar

derivaciones adquiridas con mayor frecuencia en los pacientes que han recibido

un implante de 3,5 mm, se recomienda el uso de constrictores con diámetro

interno mínimo de 5 mm. Los constrictores ameroides son esterilizados con gas

y, por lo tanto, no deben ser utilizados hasta 12 a 24 horas después de su

esterilización, para permitir que el óxido de etileno residual sea liberado desde la

caseína (Slatter, 2006).

Antes de colocar el constrictor, la “llave” (una pequeña columna de caseína que

completa el anillo constrictor) es removida del constrictor ameroide y se la guarda

en un recipiente seco. El constrictor es sostenido con seguridad con un par de

pinzas Allis, evitando la rotación de la caseína dentro del anillo de acero

inoxidable. La disección de la fascia de soporte que rodea el vaso anómalo es

realizada al mínimo posible, para evitar el movimiento posquirúrgico del anillo y

lograr una obstrucción adecuada del vaso de derivación. Una vez realizada la

Page 37: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

31

abertura en la fascia adyacente al vaso anómalo, este es aplanado elevándolo

con una pinza de ángulo recto abierta o con dos hilos de seda. El constrictor se

desliza sobre el vaso y la “llave” se vuelve a colocar dentro del constrictor. Si es

difícil de colocar esta llave, se puede eliminar un poco de caseína desde sus

extremos. Si esta llave se pierde o no se puede usar, el anillo interno de caseína

puede ser rotado de forma tal que la abertura mire en dirección opuesta a la de

la abertura del anillo de acero inoxidable (Slatter, 2006).

Figura 6. Constrictor ameroide (Fossum et al., 2009).

Bandas de celofán

Se han utilizado bandas de celofán para proveer una oclusión gradual de las

derivaciones portosistémicas congénitas. La banda está formada por el

plegamiento (en 3 veces) de una banda de 1,2 cm de ancho de celofán

esterilizada con óxido de etileno. El extremo es hecho en punta para facilitar su

pasaje, y la banda es pasada alrededor del vaso anómalo. El grado de oclusión

es predeterminado por la colocación de una barra metálica en L o un catéter de

goma roja del diámetro deseado a lo largo del vaso de derivación y se ajusta la

banda alrededor del vaso anómalo y de la barra o el catéter. Luego, una banda

es mantenida en posición por medio de agrafes vasculares y se remueve la barra

o el catéter. El paciente es evaluado en forma objetiva o subjetiva en busca de

evidencia de hipertensión portal. Los hemoclips pueden deslizarse a lo largo del

celofán para ajustar la comprensión; una vez determinada la colocación final, el

celofán es suturado para evitar que se afloje. La fibrosis estimulada por el celofán

provoca, en la mayoría de los perros, la oclusión del vaso anómalo en unas 8

semanas de colocada la banda. Cuando el diámetro interno de la banda es

mayor a 3 mm, es poco probable que se produzca una oclusión completa del

vaso de derivación (Slatter, 2006).

Page 38: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

32

Ligadura

En los casos en los que no es posible la colocación de un constrictor ameroide

o una banda de celofán, el vaso debe ligarse o atenuarse. Sin embargo, con esta

técnica debe tener especial cuidado de no provocar hipertensión portal (Fossum

et al., 2009).

Dispositivo de oclusión gradual de silicona de ácido poliacrílico

Recientemente un dispositivo de oclusión gradual de silicona de ácido poliacrílico

(PAS-OD; DocXS Biomedical Products and Accessories, Ukiah, California) se ha

desarrollado para lograr la atenuación de derivaciones portosistémicas. Este

dispositivo consiste en un poliéter éter cetona recubierto de silicona con una

carcasa exterior de polímero y un componente interior de silicona, relleno con

una combinación patentada de ácido poliacrílico y sal inorgánica. El dispositivo

se encuentra disponible solo en dimensiones que son comparables a las de un

constrictor ameroide de 3,5 mm, con un diámetro luminal de 3,5-4,0 mm, un

diámetro exterior de 10 mm y 5 mm de ancho (Wallace et al., 2018).

Se aplica intraoperatoriamente de forma segura y rápida, proporcionando una

atenuación parcial confiable, para luego lograr la atenuación completa de la

derivación extrahepática en 8 semanas (Wallace et al., 2018).

Este nuevo dispositivo ofrece varias ventajas clínicas. Primero, logra

previamente cerrar el vaso a través de la oclusión física en lugar de la fibrosis

como se describe después de la colocación de un anillo constrictor ameroide o

de las bandas de celofán, o producir trombosis como también sucede con el uso

del ameroide. Esta oclusión física disminuye la velocidad de atenuación

previniendo eventos adversos como la hipertensión portal o el desarrollo

derivaciones múltiples adquiridas. Segundo, el PAS-OD (peso promedio 350 mg)

es más ligero que el constrictor ameroide (peso aproximado de 1400 mg); en

pacientes pequeños, el peso más ligero del PAS-OD puede disminuir el riesgo

de que el vaso se doble y evitar la subsiguiente oclusión aguda del mismo y la

hipertensión portal. En tercer lugar, el dispositivo se coloca dentro de 7 segundos

y el tiempo quirúrgico promedio que incluye procedimientos simultáneos fue

menor de 40 minutos. La duración de la cirugía es importante por su correlación

con la probabilidad de infección quirúrgica, que es especialmente relevante con

Page 39: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

33

cualquier implante permanente. Además, los tiempos quirúrgicos más cortos y,

por lo tanto, los tiempos anestésicos menores, pueden disminuir el riesgo de

hipotensión o hipotermia en los perros. En cuarto lugar, el componente de

autobloqueo de la PAS-OD elimina la colocación de una llave como debe ocurrir

en la implantación del anillo ameroide o de los hemoclips durante la fijación de

bandas de celofán, facilitando y acelerando la colocación de PAS-OD en

comparación con otros dispositivos. La cantidad de disección alrededor del vaso

de derivación es similar a la requerida para el constrictor ameroide porque el

PAS-OD tiene un diámetro luminal, diámetro exterior y ancho similar a un

constrictor de 3,5 mm. Además, el uso de bucles externos para ensanchar la

apertura del PAS-OD durante la colocación limita la manipulación del vaso

anómalo, eliminando el requisito de aplanar el mismo, lo cual es requerido al

colocar un ameroide. Esta disminución de la manipulación puede limitar el riesgo

de hemorragia y formación de trombos dentro del vaso de derivación. La

formación de trombos ha sido reportada tempranamente dentro de 10 días

posteriores a la colocación de un constrictor, pero no ocurre luego de la

colocación de PAS-OD. Finalmente, el PAS-OD es radiotransparente, lo que

permite controlar la derivación en las imágenes posoperatorias. Esto es

particularmente útil en perros con disfunción hepática persistente de causa

desconocida. Los componentes metálicos del constrictor ameroide y de los

hemoclips pueden crear artefactos cuando se observa la angiografía por

tomografía computarizada, afectando la visualización del vaso de derivación

(Wallace et al., 2018).

Figura 7. Dispositivo de oclusión gradual de silicona de ácido poliacrílico PAS-OD (Wallace et

al., 2018).

Page 40: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

34

Derivaciones portosistémicas congénitas intrahepáticas

En casos excepcionales, se pueden colocar oclusores ameroides o bandas de

celofán en animales con DPS intrahepáticas, en general, suelen precisar

ligadura. Se utilizan también, dos técnicas adicionales, oclusión mediante

espirales intravasculares y colocación de un autoinjerto de vena yugular en la

zona portocava (con un oclusor ameroide sobre él), con ligadura completa de la

derivación intrahepática. Con la segunda técnica, se ha detectado una incidencia

inaceptablemente alta de derivaciones adquiridas múltiples en los seguimientos

a largo plazo (Fossum et al., 2009).

Las derivaciones portosistémicas intrahepáticas son abordadas a través de una

laparotomía por línea media ventral. También se puede realizar una

esternotomia paramediana o mediana o la incisión del diafragma, para aumentar

la exposición. Pueden ser vistas, en ocasiones, entre o dentro de los lóbulos

hepáticos, pero por lo general están completamente rodeadas de parénquima

hepático. Las ramas de la vena hepática y porta asociadas con el vaso anómalo

pueden identificarse como vasos dilatados con flujo sanguíneo turbulento.

También son capaces de localizarse por medio de la palpación de los lóbulos

hepáticos; a menudo, los aneurismas asociados con los vasos anómalos forman

un área fácilmente compresible dentro del parénquima (Slatter, 2006).

La ecografía ha sido utilizada durante la cirugía exploratoria para localizar el vaso

de derivación que no sea visible con facilidad. Se coloca un transductor

ecográfico dentro de una manga estéril llena de un gel conductor y se lo apoya

con suavidad sobre la superficie del hígado a la que se la humedece con solución

fisiológica según sea necesario (Slatter, 2006).

La identificación del vaso anómalo se puede confirmar por medio de los cambios

medibles en la presión portal o por el control de las vísceras en busca de signos

subjetivos de hipertensión portal (Slatter, 2006).

Las derivaciones intrahepáticas pueden ser tortuosas y con paredes delgadas o,

en particular en los lóbulos central y derecho, pueden consistir en una ventana

vascular entre la vena porta y la vena cava caudal. Debido a que son difíciles de

ver y disecar, a menudo el tratamiento consiste en ligar la rama de la vena porta

o hepática asociada con el vaso de derivación o la oclusión temporaria del flujo

de sangre y la sutura intravascular de la abertura del vaso anómalo o de la vena

Page 41: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

35

hepática asociada. En el 73% de los perros con este tipo de derivación sólo se

puede realizar un cierre parcial del vaso debido a la presentación de una alta

presión portal (Slatter, 2006).

Figura 8. La sutura se encuentra rodeando una derivación portocava (Fossum et al., 2009).

Oclusión del influjo de sangre para el abordaje transcaval

La oclusión del influjo (entrada) de sangre al hígado es esencial para las técnicas

intravasculares. Para la realización de una venotomia de longitud adecuada y

una apropiada exposición de la derivación, el peso del paciente debe exceder

los 10 kg. Para exponer la vena cava caudal se realiza una esternotomia

mediana caudal y la posterior incisión del diafragma. Las cintas umbilicales son

colocadas alrededor de la vena cava caudal, craneal y caudal al hígado, y de la

vena porta; estas cintas son pasadas a través de una tubuladura de goma para

fabricar torniquetes de Rumel. Las venas frenicoabdominales son ligadas. Se

identifican las arterias celíaca y mesentérica craneal para preparar su oclusión.

Todas las mantas térmicas son apagadas y se administra líquido frío para

establecer una hipotermia moderada. Se coloca un catéter a través de la porta o

de la vena esplénica y se lo conduce hacia el vaso de derivación y la vena cava

caudal, si es posible. Se colocan puntos de tracción, con polipropileno 4-0, en la

vena cava caudal prehepática, cerca de la vena hepática izquierda. La vena cava

es elevada y pinzada con una pinza vascular de oclusión tangencial, tan cerca

del hígado como sea posible. Se hace una incisión a través de la vena cava

Page 42: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

36

dentro de la zona ocluida por la pinza, utilizando una hoja de bisturí y una tijera

de Potts, y se colocan puntos directores a lo largo de estos bordes. Se ajustan

los torniquetes de Rumel y el flujo de sangre arterial es ocluido por medio de

pinzas vasculares “bulldog”; luego, se retira la pinza de oclusión tangencial desde

la vena cava. La sangre presente en el sitio de la venotomia es aspirada por

succión y se identifica la llegada del vaso anómalo. Por lo general, este vaso

tiene bordes irregulares en lugar del aspecto de túnel liso de las venas hepáticas

normales. También se puede observar cómo protruye el catéter a través del

vaso. Se realiza un gran punto en U horizontal, pasándolo a través de capitones,

atravesando las paredes opuestas del defecto y sacándolo fuera de la vena cava

caudal. Es crítico asegurarse de que la sutura rodea a todo el vaso anómalo sin

ocluir a otros vasos. Al mismo tiempo que se vuelve a colocar la pinza de oclusión

tangencial, se libera el torniquete de Rumel de la vena cava caudal torácica, para

que el aire presente salga a través de la venotomia. Los restantes puntos de

oclusión son liberados y la venotomia se sutura con puntos simples continuos

con polipropileno 4-0 (Slatter, 2006).

Aunque el hígado puede tolerar hasta 20 minutos de oclusión, este tiempo debe

limitarse a 10 a 15 minutos para evitar los efectos de una hipotensión prolongada

y la isquemia intestinal. SI se necesita más tiempo, se coloca la pinza vascular

tangencial y se restablece temporariamente el influjo de sangre durante 10 a 15

minutos para permitir la estabilización del paciente antes de continuar con la

cirugía. Durante la oclusión del influjo de sangre, la presión arterial sistólica

media disminuye a 30 mm Hg y la presión en la vena cava caudal aumenta a 25

mm Hg. Después de retornar el flujo de sangre, puede ser necesario administrar

grandes volúmenes de cristaloides o de coloides y apoyo inotrópico (dopamina

o dobutamina) para el mejoramiento de la presión sanguínea (Slatter, 2006).

Una vez colocados el punto en U y la pinza de oclusión tangencial, y con el

paciente estabilizado, el punto es gradualmente ajustado mientras se controlan

las presiones portal, arterial y venosa central. Se retira el catéter que sirvió para

identificar el vaso anómalo antes de completar la oclusión (Slatter, 2006).

Page 43: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

37

Venotomia portal

Una alternativa al abordaje transcaval es la venotomia portal. Se realiza una

laparotomía ventral por línea media ampliada con una esternotomia caudal para,

luego, efectuar una exploración del abdomen. El ligamento esternopericárdico es

seccionado y el diafragma es incidido hacia la porción tendinosa central, para

ayudar a movilizar el hígado. La rama venosa portal que da lugar al vaso

anómalo es identificada por su aspecto dilatado. El tejido conectivo, incluyendo

los vasos linfáticos, las arterias, los nervios y los conductos biliares son

disecados desde la superficie ventral del sitio de venotomia propuesto. Se

colocan los puntos directores en el tejido perivascular laxo para ayudar a

inmovilizar el lóbulo hepático y la vena adyacentes. Se pasan los torniquetes de

Rumel alrededor de la aorta torácica y la vena cava caudal pre y poshepática.

También se coloca un torniquete único a través del orificio epiploico, rodeando

en forma simultánea la arteria hepática y la vena porta, a unos 2 cm caudal a la

bifurcación de esta última y craneal a la llegada de la vena gastroduodenal.

Después de producir la oclusión del influjo de sangre, se realiza una venotomia

en la porción dilatada de la vena porta. Se elimina la sangre presente por succión

y se identifica el vaso aberrante. La abertura de este vaso puede ser evaluada

mediante la introducción suave de una hemostática curva o de un catéter para

diferenciar entre una rama venosa portal normal y una anastomosis anormal de

dos vasos diferentes. Las ramas de la vena porta se van estrechando y toman

una dirección hepatopedal. Cuando se pasa a través de la abertura de un vaso

de derivación, la sonda puede tomar una dirección hepatopedal o hepatofugal y

el estrechamiento del vaso no es evidente (Slatter, 2006).

Una vez que el vaso anómalo se identifica, se pasa un punto en U de

polipropileno, en ángulo recto a la venotomia portal, y se lo posiciona a través de

la luz del vaso para una oclusión selectiva de éste sin obstruir ninguna otra rama

de la vena porta. Se lo pasa a través de capitones y se lo deja sin atar mientras

se sutura la venotomia portal. Antes de este cierre, se libera el torniquete de la

vena cava caudal prehepática para expulsar el aire desde la vena. Después de

que el animal se ha estabilizado durante 5 a 10 minutos, la ligadura puede ser

ajustada. SI se incluye parénquima hepático en la ligadura, el punto se puede

Page 44: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

38

ajustar en primer término colocando por dentro de la luz la punta de un catéter

de succión, para aplastar en tejido hepático subyacente (Slatter, 2006).

Anastomosis portocava extrahepática con reparación intrahepática

Para la oclusión completa de las derivaciones localizadas en la sección derecha,

y evitando además los efectos de la hipertensión portal, se puede crear una

anastomosis vascular portocava extrahepática mediante el uso de un injerto

venoso autólogo (tomado desde la vena yugular externa derecha). Antes de

obtener el injerto, el perro es heparinizado (300 U de sulfato de heparina por kg

de peso por vía IV). Se toma un segmento de 6 cm de la vena yugular externa,

ligándose los extremos remanentes de la vena. La luz del injerto es lavada con

solución salina, para evaluar la presencia de filtraciones; el extremo distal es

marcado con un punto, para asegurarse la orientación correcta. Se coloca una

pinza de oclusión vascular parcial a través de la vena cava caudal, a nivel del

orificio epiploico y se efectúa una anastomosis terminolateral entre la vena cava

y el extremo distal del injerto, utilizando polipropileno 5-0 con un patrón simple

continuo. El extremo proximal del injerto es suturado en forma similar a la vena

porta, craneal a su unión con la vena esplénica. El influjo de sangre es ocluido

según la técnica antes descripta; es necesaria una cuidadosa colocación de los

torniquetes de Rumel para evitar dañar la anastomosis extrahepática. Se aborda

el vaso anómalo a través de una incisión en la vena cava caudal o en la vena

porta, según lo explicado, y la abertura de la derivación es suturada con puntos

simples continuos con polipropileno 5-0. Se podría colocar una banda de celofán

o un constructor ameroide alrededor del injerto después del cierre o se puede

efectuar una segunda laparotomía o laparoscopia exploratoria para el cierre de

la derivación en una fecha futura si la derivación extrahepática persiste (Slatter,

2006).

Émbolos espiralados

Debido a que las técnicas intravasculares llevan mucho tiempo asociadas con

complicaciones, se están explorando métodos menos invasivos para la oclusión

de los vasos de derivación, tales como el desarrollo de émbolos espiralados.

Para visualizar el vaso anómalo, se introduce un catéter angiográfico en la vena

Page 45: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

39

yugular y se lo avanza hacia la vena cava caudal, a través del vaso de derivación

y en la vena porta. La fluoroscopia y la ecografía son útiles para verificar la

localización del catéter. Antes de la oclusión del vaso anómalo se obtiene una

portografía. Previo a la localización del émbolo, se puede colocar un tutor interno

en la vena caudal en el punto de llegada del vaso anómalo, para evitar la

migración del émbolo y la embolia pulmonar. Luego se introducen espirales de

acero inoxidable con fibra de Dacron a través del tutor hacia el vaso anómalo

utilizando un alambre introductor descartable. El número de espirales se elige

según el flujo residual observado en la portografía. La trombosis del vaso de

derivación puede ser demorada por medio de la administración de heparina o

derivados de la cumarina, para evitar una rápida obstrucción de la derivación y

la consecuente hipertensión portal fatal (Slatter, 2006).

Manejo posquirúrgico

El manejo posoperatorio de rutina consiste en antibióticos sistémicos y

fluidoterapia. La lactulosa oral, la neomicina o el metronidazol y la dieta

restringida en proteínas suelen continuarse durante 4 a 8 semanas o más tiempo,

según la respuesta clínica del paciente. A largo plazo, muchos perros tienen

normalidad clínica y no requieren dieta pobre en proteínas o medicaciones para

la EH, en especial si se ha realizado la ligadura completa. Después de la

ligadura, la regeneración hepática y el aumento de perfusión agrandan el hígado

y revierten las anormalidades histopatológicas. Las pruebas de función hepática

suelen mejorar, pero no normalizarse, incluso en perros con normalidad clínica

(Ettinger y Feldman, 2002).

Complicaciones posquirúrgicas

Las complicaciones agudas de las derivaciones portosistémicas incluyen

hemorragia, anemia, hipoglucemia, hipotermia, convulsiones, hipertensión portal

y recurrencia de los signos clínicos (Slatter, 2006).

Hemorragia y anemia

La hemorragia es poco frecuente en los animales sometidos a una reparación

extrahepática; sin embargo, la anemia aguda puede ser vista después de la

Page 46: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

40

cirugía en los perros que han recibido grandes dosis de carga líquida o tienen un

significativo aumento de la capacidad de expansión esplácnica. Una vez que

estos perros se han recuperado completamente de la anestesia y los anestésicos

y analgésicos, así como también el exceso de líquido, han sido excretados, en

la mayoría de los casos el hematocrito retorna a valores casi normales. En los

pacientes que han sido sometidos a la reparación de una derivación

intrahepática, puede ocurrir una hemorragia desde el sitio de disección o por

coagulopatías. Los tiempos de coagulación (de protrombina, de tromboplastina

parcial) pueden ser evaluados en estos animales para determinar si necesitan

factores de coagulación. Los pacientes con hipertensión portal leve pueden tener

una hemorragia incisional que puede ser controlada con un vendaje ligero

(Slatter, 2006).

Hipoglucemia

La hipoglucemia puede desarrollarse después de la ligadura del vaso de

derivación, en particular en las razas Toy, a pesar de la administración intra y

posquirúrgica de líquidos ricos en dextrosa. En estos perros, la administración

de esteroides puede ser necesaria para ayudar a regular la glucemia (Slatter,

2006).

Convulsiones y encefalopatías

Las convulsiones han sido documentadas en el 0 al 18% de los animales

después de la atenuación de una derivación. En los perros, las convulsiones

posquirúrgicas son más frecuentes en las razas pequeñas y las Toy y en los

ejemplares con más de 18 meses de edad, y pueden conducir a anormalidades

neurológicas crónicas y muerte. Las convulsiones pueden ocurrir 12 horas a 4

días después de la cirugía y no son controlables por la administración de

dextrosa, enemas, lactulosa o antibióticos; sin embargo, pueden ceder

temporariamente con la administración de diazepam. La causa de las

convulsiones posteriores a la ligadura de vaso anómalo se desconoce, pero

pueden incluir la disminución de los niveles de los agonistas benzodiazepínicos

endógenos inhibitorios en el sistema nervioso central y el desequilibrio entre los

neurotransmisores excitatorios e inhibitorios. El tratamiento consiste en el

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41

cuidado de soporte y la administración de depresores cerebrales. Después del

tratamiento inicial con bolos de diazepam, los perros afectados son sometidos a

una infusión IV continua de propofol (0,01-0,25 mg/kg/min) o barbitúricos, para

mantenerlos en un ligero estado anestésico durante 12 a 24 horas, y son tratados

con glucocorticoides y manitol si se sospecha de edema cerebral. La infusión

con propofol es disminuida en forma gradual a las 12 horas y luego se suspende

si la actividad convulsivante ha sido abatida. En aquellos animales incapaces de

comer dentro de las 48 horas posteriores a la cirugía se inicia una nutrición

enteral o parenteral. Algunos perros pueden requerir barbitúricos orales durante

semanas o meses después de la cirugía para evitar la recurrencia de las

convulsiones (Slatter, 2006).

En unos pocos perros con hipoalbuminemia prequirúrgica grave (albúmina < 1

g/dl), se puede desarrollar una hiponatremia después de la cirugía, aún en

pacientes mantenidos con hetalmidón y plasma durante la cirugía. Las

convulsiones posquirúrgicas y el coma pueden desarrollarse cuando el sodio

disminuye por debajo de 120 mEq/L. En estos pacientes, las concentraciones

sanguíneas de sodio deben ser elevadas en forma lenta (< 1 mEq/hora) o se

puede desarrollar edema cerebral (Slatter, 2006).

Hipertensión portal

La hipertensión portal puede observarse en el 2 al 14% de los pacientes

sometidos a una ligadura aguda, pero es menos frecuente en los pacientes

sometidos a una oclusión gradual del vaso de derivación. Los signos clínicos de

hipertensión portal aguda incluyen la evidencia de shock hipovolémico

(membrana mucosa pálida, tiempo de llenado capilar prolongado, pulso débil,

hipotensión), dolor abdominal, hipotermia, distensión abdominal y diarrea o

vómitos. Los vómitos y la materia fecal pueden contener sangre fresca o digerida.

La hipotermia puede ser un signo sutil en las razas Toy y es un predictor precoz

de muerte posquirúrgica. En la recuperación anestésica, la temperatura de los

perros pequeños suele ser muy baja, alcanzando 33-34 ºC después de una

cirugía prolongada. Con la hipertensión portal, la temperatura rectal en estos

perros puede elevarse ligeramente con esfuerzos para calentar al paciente, pero

por lo general se alcanzará un máximo de 35 ºC y comenzará nuevamente a

Page 48: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

42

caer. El dolor abdominal puede no ser evidente porque la recuperación

anestésica prolongada o la vigorosa vocalización posquirúrgica son

características comunes en los perros de pequeño tamaño. En estos pacientes

el veterinario puede atribuir incorrectamente algunos signos del shock

hipovolémico de la hipertensión portal a la hipotermia y, por lo tanto, puede

desacertar en el diagnóstico (Slatter, 2006).

Un signo más leve de hipertensión portal aguda es una pérdida continua de

líquido serohemorrágico desde el sitio de incisión. La ascitis es el signo clínico

más común asociado con la hipertensión portal crónica. Puede ocurrir 3 a 4

semanas después de la colocación de un constrictor ameroide y, a menudo, es

vista a los pocos días de una ligadura por sutura de un vaso de derivación, en

particular en aquellos pacientes operados por un vaso anómalo intrahepático. El

líquido ascítico es, por lo general, un trasudado. Los perros con hipertensión

crónica también pueden tener diarrea (Slatter, 2006).

La hipertensión portal se puede exacerbar por la sobrehidratación y la

compresión o la tensión abdominal provocada por vendajes, la vocalización, la

defecación o las grandes comidas. Después de la cirugía, se administran

analgésicos y sedantes, si es necesario, para minimizar la vocalización y

mantener al paciente cómodo y relajado. Los vendajes son evitados, a menos

que se presente hemorragia o sepsis; si son necesarios, se los coloca con

mínima compresión (Slatter, 2006).

La hipertensión portal crónica no suele necesitar tratamiento; por lo general la

ascitis se resuelve en días a semanas. La furosemida puede ser administrada si

el paciente se encuentra molesto o disneico (Slatter, 2006).

Si se desarrolla una hipertensión portal grave, el paciente recibe tratamiento del

soporte con oxígeno, aumento de la temperatura, hetalmidón, antibióticos,

glucocorticoides, heparina en dosis bajas (70 a 100 U/kg, SC 3 veces por día),

plasma fresco congelado o sangre entera, dextrosa y agentes inotrópicos, según

sea necesario y es llevado nuevamente a cirugía para extraer el dispositivo

constrictor. La recuperación del vaso anómalo se puede intentar nuevamente en

una fecha posterior, permitiendo la recuperación del paciente (Slatter, 2006).

Page 49: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

43

Recurrencia de los signos clínicos

La recurrencia de los signos clínicos se describe en el 30 a 50% de los perros

sometidos a una ligadura parcial aguda de un vaso de derivación y puede ser el

resultado de la continuación de la derivación (a través del vaso anómalo original,

una rama de ese vaso o un segundo vaso de derivación), el desarrollo de

múltiples derivaciones adquiridas o la persistencia de una displasia

microvascular. Los signos clínicos pueden recurrir 1 a 3 años después de la

ligadura y pueden conducir a la muerte del animal. En un estudio, el 35% de los

animales murieron o fueron sacrificados en un tiempo promedio de 43 meses

después de la ligadura parcial de un vaso de derivación debido a la recurrencia

de los signos clínicos. La recurrencia es menos común en perros sometidos a

una oclusión completa gradual, aún en los que desarrollaron múltiples

derivaciones adquiridas. En los pacientes con recurrencia clínica, puede ser

necesario efectuar una centellografía, una portografía o una exploración

abdominal con biopsia hepática para determinar la causa. Si la derivación está

aún presente, se puede intentar la oclusión, aunque una alta presión portal puede

limitar la atenuación de la derivación hasta en un tercio de los perros (Slatter,

2006).

Pronóstico para las derivaciones portosistémicas congénitas

La tasa de complicación es más baja en perros con derivaciones extrahepáticas

y sin encefalopatía prequirúrgica, y para los animales que fueron sometidos a

una ligadura completa, en particular cuando se realizó una atenuación gradual.

La tasa de mortalidad aguda para la ligadura del vaso anómalo varía entre 0 y

25%, dependiendo de la experiencia del cirujano, la localización del vaso, el

método y el grado de atenuación y el estado de salud del paciente. Las causas

de muerte incluyen peritonitis, trombosis de la vena porta, infección, coagulación

intravascular diseminada, convulsiones incontrolables, alteraciones metabólicas

y colapso cardiovascular secundario a una hipertensión portal fatal. Para los

cirujanos experimentados, la tasa de mortalidad es mínima con la oclusión

gradual de las derivaciones extrahepáticas. Es de esperar una tasa de mortalidad

más alta con la ligadura de las derivaciones intrahepáticas al realizar las técnicas

de oclusión del influjo de sangre y la resolución intravascular de la derivación o

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44

con las ligaduras agudas en las que no se respetan los cambios de presión

aceptables (Slatter, 2006).

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45

Descripción del caso clínico

Reseña del animal

Nombre: Teo

Especie: Canina

Raza: Maltés

Edad: 10 meses

Peso: 2,1 kg

Color del manto: Blanco

Semiología clínica

Anamnesis

El día 30/04/18 ingresa “Teo” a la veterinaria "Clínica Donado" para realizar una

interconsulta. Anteriormente había sido tratado por un supuesto cuadro de

epilepsia ya que manifestó signos neurológicos (choque contra las paredes,

cambio de actitud durante las noches, inquietud, mirada perdida). El tratamiento

sugerido en ese momento fue diazepam, suponiendo que se trataba de

convulsiones. Los dueños indican que el día que fue medicado permaneció

anestesiado por 24 horas, retardándose mucho su recuperación. Además, le

realizaron un hepatograma, el cual demuestra aumento de todas las enzimas.

Informan también que cuenta con un plan sanitario completo.

Inspección general

Al momento de la consulta el paciente presenta el sensorio deprimido, ya que

estaba siendo tratado con diazepam intrarrectal. Su condición corporal es de

2,5/5 y con buen estado general.

Inspección particular

Frecuencia cardíaca: 120 latidos/minuto

Frecuencia respiratoria: 40 respiraciones/minuto

Auscultación torácica: Sin particularidades.

Temperatura: 38.5 ºC.

Page 52: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

46

Mucosas: Rosadas.

Tiempo de llenado capilar: 2 segundos.

Presenta criptorquidia.

Métodos complementarios

Análisis rápido de orina

Densidad 1016

Proteinuria -

pH 6,5

Pigmentos biliares ++

Sangre ++

Hemograma

Valores obtenidos Valores de referencia

Hematíes 5 millones/mm3 5 – 8,5 millones/mm3

Leucocitos 25.000/mm3 6.000 – 15.000/mm3

Hematocrito 41% 35 – 55%

Hemoglobina 13,4 g% 12 – 18 g%

Fórmula leucocitaria Relativa Absoluta

Neutrófilos en cayado 5% 1.250/mm3

Neutrófilos segmentados 79% 19.750/mm3

Eosinófilos 2% 500/mm3

Basófilos 0% 0/mm3

Linfocitos 9% 2.550/mm3

Monocitos 5% 1.250/mm3

Bioquímica sérica

Valores obtenidos Valores de referencia

T. G. oxalacética 132 UI/l 13 – 70 UI/l

T. G. pirúvica 198 UI/l 17 – 78 UI/l

Fosfatasa alcalina 410 UI/l Hasta 300 UI/l

Creatininemia 4,9 mg/l 8 – 14 mg/l

Uremia 0,21 g/l 0,10 – 0,50 mg/l

Page 53: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

47

Glucemia 0,54 g/l 0,70 – 1,10 g/l

Colesterolemia 0,73 g/l Hasta 2 g/l

Proteínas totales 4,58 g% 6 – 8 g%

Amoniemia 98 µg/100ml 25 – 94 µg/100ml

Informe de ecografía Doppler

Estómago: Sin particularidades

Hígado: Microhepatia con leves cambios ecogénicos (aumento de la

ecogenicidad)

Intestino: Sin particularidades

Riñones: Sin particularidades.

Bazo: Sin particularidades.

Vejiga: Presencia de un litio de 0,87 cm.

Entre la 11º y 12º costilla lateral izquierda se observa un vaso anómalo

craneal a la vena renal derecha, en relación al diafragma, riñón derecho y

vena cava.

Figura 9. Visualización del vaso de derivación del paciente Teo mediante ecografía Doppler.

Page 54: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

48

Figura 10. Visualización del vaso de derivación del paciente Teo mediante ecografía Doppler.

Interpretación clínico-patológica

Los signos nerviosos (choque contra las paredes, cambio de actitud, inquietud y

mirada perdida) en un maltés de 10 meses concuerdan con una encefalopatía

hepática consecuencia de una derivación portosistémica congénita. En esta

patología la funcionalidad hepática se encuentra disminuida, por lo que el dato

de anamnesis en donde se indica que el animal demora demasiado en

recuperarse luego de ser tratado con diazepam, sugiere una menor

metabolización de la droga.

La polidipsia/poliuria es un hallazgo común en perros con derivaciones

portosistémicas, por lo cual la baja densidad urinaria determinada en el análisis

rápido de orina concuerda con el aumento del consumo y excreción de agua y la

consiguiente dilución de la orina. La presencia de leucocitos y sangre indican

una posible inflamación en el aparato urinario, que se correlaciona con el litio en

la vejiga visualizado por ecografía. Se sabe que el exceso de amoniaco da lugar

a una mayor eliminación renal del mismo y de ácido úrico, precipitando en forma

de cristales de biurato de amonio.

Page 55: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

49

El hemograma indica leucocitosis que coincide con una baja depuración de

bacterias y toxinas por parte del hígado.

La bioquímica sérica concuerda con los datos hallados en una derivación

portosistémica: aumento de enzimas hepáticas y amoniemia y disminución de la

glucemia, colesterolemia, proteínas totales y creatininemia; coincidentes con una

mala funcionalidad hepática.

La ecografía Doppler advierte la presencia de un vaso anómalo en relación a la

vena cava y un hígado con microhepatia, hallazgos característicos de la

derivación portosistémica.

El perro presenta, además, criptorquidia, malformación genética que suele

acompañar la patología anteriormente mencionada.

Diagnóstico

Aunque no se realizó una portografía mesentérica intraoperatoria, método

indicado para definir y localizar una derivación portosistémica, los signos

clínicos, los resultados del análisis de orina, del hemograma y de la bioquímica

sérica, la reseña y la anamnesis junto a la observación de un vaso anómalo en

la ecografía Doppler, fueron concluyentes para determinar la presencia de una

derivación portosistémica congénita.

Tratamiento

Los dueños no quisieron proceder con la cirugía, tratamiento de elección para

esta patología, por lo que se decidió instaurar un tratamiento médico:

Metronidazol: Metronidazol Fabra® suspensión oral, 125mg/5ml (1,2 ml

cada 12 horas).

Lactulosa: Lactulón® 65g/100ml (0,5 ml cada 8 horas).

Alimento Royal Canin Hepatic®, que cuenta con una formulación apta

para perros con trastornos hepáticos ya que contiene proteínas vegetales,

complejo de antioxidantes para reducir los radicales libres y un aporte de

energía adecuado.

Debido a que el tratamiento instaurado es un tratamiento conservador, se

recomienda a los dueños realizar chequeos cada 60 días.

Page 56: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

50

Discusión

Las derivaciones portosistémicas son el trastorno portovascular congénito más

frecuente en los perros (Couto et al., 2010). Por lo general es identificada en

animales jóvenes y tienen riesgo más alto los perros puros, tales como el maltés

(Tilley y Smith, 2008), concordando con el caso descripto en la presente tesina. La presentación clínica que prevalece en dicha patología es la encefalopatía

hepática, que si bien, aún no está dilucidada por completo su fisiopatología, los

nuevos avances científicos mencionados previamente, permiten establecer

como causales, sustancias que anteriormente no eran consideradas. Es por eso

que hay una correlación imperfecta entre los niveles de amoníaco y la gravedad

de los signos de la misma (Tivers et al., 2014).

Si bien en el caso clínico mencionado en la tesina, no se lograron llevar a cabo,

queda determinado que la portografía mesentérica intraoperatoria es el

procedimiento de elección para caracterizar en forma precisa el tipo y

localización de la derivación (Bichard y Sherding, 2002) y que la atenuación

quirúrgica correspondiente se recomienda para restablecer el flujo sanguíneo

portal normal y resolver los signos clínicos (Tivers et al., 2018).

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51

Conclusión

La derivación portosistémica congénita es una patología que debe considerarse

como diferencial cuando en la clínica aparece un paciente canino joven con

signos nerviosos que indican un posible origen central. Debe ser descartada

antes de medicar al animal con drogas anticonvulsivantes ya que las mismas se

metabolizan en el hígado y, ante la disminución de la correcta funcionalidad del

mismo, solo se empeorará el cuadro.

Hay que recordar que si bien, es una enfermedad cuyo diagnóstico definitivo se

logra mediante métodos de diagnóstico complejos, una buena anamnesis, la

observación de los signos clínicos y la realización de métodos complementarios

básicos como el análisis rápido de orina, el hemograma y bioquímica sérica y la

ecografía, son suficientes para confirmar la presencia de una derivación

portosistémica.

Es importante destacar la implementación de nuevos métodos de diagnóstico y

técnicas quirúrgicas, para la determinación y tratamiento de dicha patología, que

son mencionados en esta tesina a partir del relevo de artículos actuales. Queda

abierta la futura implementación por parte de los colegas de estas nuevas

técnicas.

Page 58: Derivaciones portosistémicas congénitas en caninos

52

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