DEL ATENEO DE MADRID...PRÓLOGO Cuna y escuela el Ateneo de Madrid, de todas las grandes ideas, que han informado los legítimos progresos de la vida intelectual de la Nación espa-ñola

ANTONIO MAESTRE Y ALONSO

'— tBHHBLOS PRESIDENTES •

DEL

ATENEO DE MADRID(BOSQUEJOS CRÍTICOS)

MADRIDESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE KICABDO FE

Calle ael Olmo, núm. i.—Teléíono 1.114

1891

ES PROPIEDAD

© Biblioteca Ateneo de Madrid

PRÓLOGO

Cuna y escuela el Ateneo de Madrid, de todas

las grandes ideas, que han informado los legítimos

progresos de la vida intelectual de la Nación espa-

ñola en el presente siglo; la acertada elección de sus

presidentes ha contribuido eficazmente al buen cum-

plimiento de su misión. La honrosa historia, y no

comunes merecimientos de los elegidos, fueron com-

plemento de la autoridad á que siempre supo hacer-

se acreedora la Sociedad que presidieran.


LOS PRESIDENTES DEL ATENEO

CASTAÑOS

Unánime fue el respeto y simpatía que me-reció de todos los que tuvieron la fortuna detratarle: D. Francisco Javier Castaños, sen-cillo en las costumbres, ocurrente su conver-sación, ajeno á las luchas de los partidos, lasglorias de Bailen, unidas á su nombre llevá-ronle á la presidencia del Ateneo español, cu-yos socios quisieron asociar á dicho cargo unagloria nacional.

D. ÁNGEL R. SAAVEDRA

DUQUE DE RIVAS

1835-1837

De antigua y calificada nobleza, de agra-dabilísimo trato, por sus excepcionales condi-ciones de carácter; varia y escogida cultu-


ra literaria, recordaba el Duque de Rivasaquellos proceres españoles del siglo xvn quedespués de arrastrar bayetas en Alcalá ó Sa-lamanca, ejercitaban su valor y hacían méri-tos para un hábito ó encomienda en las Orde-nes militares, llevando una pica, en los vete-ranos tercios, en Italia ó Flandes, para servirdespués á la patria, en cualquiera de los Con-sejos del Reino, ó representar á España en lasCortes extranjeras, y di virtiendo los ocios delas graves ocupaciones de su cargo en acade-mias literarias, después de honrar la nacióncon sus hechos ilustraban la patria literaturacon sus escritos.

Nació D. Ángel Saavedra, en Córdoba, el10 de Marzo de 1791; recibió esmerada y esco-gida educación artística y literaria, en el ho-gar paterno primero, y en el Seminai'io denobles de Madrid después; ingresó en el cuer-po de Guardias de Corps, combatió como bue-no en la guerra de la Independencia, siendoherido en un encuentro la víspera de la bata-lla de Ocaña, en el cual con

once heridas mortales,hecha, pedazos la espadael caballo sin alientosy perdida la batalla,

dio cumplidas pruebas de su valor y bizarría.Individuo del Estamento de proceres en 1834,


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por haber entrado en posesión del ducado deRivas, por muerte de su hermano, ministrode la Gobernación en 1836; Senador en 1843;Embajador de Ñapóles de 1844 á 1850; Presi-dente del Consejo, en el ministerio de transi-ción que precedió al triunfo de la revoluciónde 1854; Embajador en París en 1857; Presi-dente del Consejo de Estado en 1863 y 1864,falleció en Madrid el 22 de Junio de 1865, res-petado y admirado por todos; á pesar de todasestas dignidades y cargos que desempeñó conrectitud y honra, el título principal de su glo-ria, son sus merecimientos artísticos y litera-rios que le llevaron á la presidencia del Ate-neo y de las Academias Española y de SanFernando, y á uno de los de número de la His-toria, y su participación en el renacimientoliterario de nuestra patria en el segundo ter-cio del presente siglo que hacen imperecederala memoria del autor: de El Paso honroso, ElMoro expósito, Los Romances históricos, D. Al-varo, la Sublevación de Ñapóles, y otras no me-nos apreciables producciones literarias, hon-ra de su nombre y joyas preciadas de la lite-ratura española contemporánea.


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D. SALUSTIANO OLÓZAGA

1837-1838

En Diciembre de 1836, era elegido presi-dente D. Salustiano Olózaga, por más que conligereza inexcusable, por quien no debía ig-norarlo, se haya afirmado lo contrario. Lasvicisitudes de la política impidieron que sele hiciese justicia en su agitada vida: ó exa-gerado su mérito con exceso, ó menosprecia-do con apasionamiento, en disidencia no po-cas veces con sus mismos correligionarios,ambicionando una jefatura que nunca con-siguió , dominó en la tribuna parlamentariaentre los primeros oradores; dedicó al Ate-neo, su atención y sus desvelos como consilia-rio, en su primera Junta directiva, presidiócasi todas las reuniones de la Sociedad, en1836; y en el de 1837, que corresponde á supz'esidencia, no dejó de asistir á una sola desus juntas. Presidente de la sección de Cien-cias Morales y Políticas, en 1830 y en 1860,desplegó en los trabajos de dicha sección suactividad é inteligencia. Luchó con riesgo dela propia vida, en defensa de la libertad enlos días de su juventud, en los de su virilidadtomó parte activísima en las contiendas polí-ticas, pasando en breves momentos del Capi-


tolio á la Tarpeya, y en los tristísimos díasde su ancianidad murió solo y abandonadoen extranjero suelo, lamentando las desven-turas de la patria. Guardan sus glorias par-lamentarias las páginas del Diario de Sesiones,sus escritos literarios fueron coleccionadoscon acierto por su consecuente y entusiastaamigo D. Ángel Fernández de los Ríos.

D. FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA

1838-41, 1848-49, 1859-62

años eü distintas épocas, ocupó lapresidencia D. Francisco Martínez de laRosa. Su importancia política como jefe delpartido moderado, sus títulos literarios ele-varon á la presidencia del Ateneo en 1838,al autor del Estatuto Real,j de la Conjura-ción de Veneda. Nacido en Granada, brilla ensus oraciones académicas, la sincera elocuen-cia de Fr. Luis,y en sus escritos la atildadacorrección de Hurtado de Mendoza. Literatopor vocación y temperamento, político por lascontingencias de la suerte, sorprendióle enGranada, la guerra de la Independencia, con-denado por liberal á sufrir diez años de pri-sión en el Peñón de la Gomera en 1814; Dipu-tado y Ministro en el período de 1820 al 23;personificación política, y jefe del Gobierno


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en los primeros años del reinado de Isabel II,leal defensor de la Constitución de 1837, ex-patriado en París en 1840, Embajador en Romaen 1848, Presidente del Senado, de la Acade-mia Española, y del Ateneo, murió en Febre-ro de 1862, sin enemigos personales á pesarde ser numerosos sus adversarios.

La hidalguía de su carácter y sus aficionesartísticas, le captaron las simpatías de todos;lo mismo en los días de próspera que de ad-versa fortuna, en el poder que en el destierro,en sus trabajos literarios encontró lenitivopara los sobresaltos del Gobierno ó las amar-guras de la emigración. Corrigiendo las prue-bas de Fieman Pérez del Pulgar, le sorpren-dió su nombramiento de Presidente del Con-sejo de Ministros, y en el destierro escribióEl Edijpo, y corrigió gran parte de sus escri-tos. Quizá la historia se muestre severa conel Ministro que resumió su política con lascélebres frases de «Paz, Orden y Justicia»,pero jamás negará su aplauso al autor deEl Edipo, La Poética, La Conjuración de Ve-necia, La niña en casa y la madre en máscarasy Doña Isabel Solís y otras perlas del ingenio.


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DON MAURICIO ALVAREZ BOHORQUES

DUQUE DE GOR

1841-42En Diciembre de 1840, fue elegido Presi-

dente D. Mauricio Alvarez Bohorques, duquede Gor. Granadino como su antecesor, mili-ciano en 1820, Vicepresidente del Estamentode proceres y diputado en varias legislaturas;benévolo en su trato, asiduo asistente á lacasa, con leales amigos en todos los partidos,su elección fue previsor acuerdo en aquellosazarosos días que siguieron á la revolución de1840, de quien contaba con sinceros y verda-deros amigos, lo mismo entre los vencidos queentre los vencedores, y señal de neutralidadpor parte del Ateneo en las contiendas políti-cas. Con discreción y acierto desempeñó sucargo en tan críticas circunstancias, hastaDiciembre del año siguiente, que fue elegidopara sucederle Pacheco.

DON JOAQUÍN FRANCISCO PACHECO

1842-44—1847-48

¿Quién que se haya dedicado al estudio delDerecho ó saludado siquiera su ciencia, deja-


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rá de recordar con respeto el nombre de Pa-checo y con amor sus importantes y nuncabastante estudiadas obras? Diputado, Presi-dente del Consejo, Ministro de Estado, Emba-jador, Fiscal del Supremo, á pesar de los car-gos que desempeñó y la importante jerarquíasocial, que mereció por su talento, de la suer-te sólo vivirá para la posteridad como uno delos primeros tratadistas del Derecho españolen el siglo XIX. El tiempo hará olvidar sus fal-tas como político, la indecisión de su conduc-ta parlamentaria, sus inconsecuencias comoMinistro, pero nunca dejarán de ser leídos coninterés y estudiados con provecho sus Comen-tarios á las leyes desvinculadoras, al CódigoPenal y á las leyes de Toro, y las lecciones dederecho penal y derecho político dadas en la cá-tedra del Ateneo, y sus monografías sobre laCuestión política de los Mayorazgos y sobre elFuero Juzgo. Claro en la exposición, impar-cial en los juicios, sin pasión en los períodos,pero persuasivo y elocuente, sencillo en ellenguaje, voz reposada, entonación majes-tuosa y frase correcta, poseyó como pocos en-vidiables dotes para la enseñanza, y que des-deñó para perseguir la realización de idealesmás halagüeños, pero de más efímera du-ración.


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DON PEDRO JOSÉ PIDAL

MARQUÉS DE PIDAL

1844-45

De reconocida reputación literaria por susescritos en la Revista de Madrid. De indiscu-tible autoridad, política dentro de su partidofue elegido presidente D. Pedro José Pidal,que había ejercido ya el cargo de Biblioteca-rio, y explicado la cátedra de Derecho políti-co, más conocido y apreciado como políticoque como literato é historiador, á pesar desu innegable mérito. En constante y vigorosalucha desde 1840, en que por primera vezvino al Congreso, hasta 1860, en que una afec-ción cerebral le apartó de la política.

Lo mismo en los escaños del Congreso queen el banco ministerial, que en los apasio-nados trabajos de la prensa periódica, repre-sentó con decisión y entereza los principiosy doctrinas del partido moderado. Libre dela falta de acción de Martínez de la Rosa, delos eclecticismos de Pacheco, de los desen-cantos de Alcalá Galiano, de las mudanzasy temores de Donoso, de las tristezas y sauda-des de Pastor Díaz; carácter entero que desco-noció el dudar, con sincera y constante fe enlos ideales que defendía, sin tacha en su vida


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privada, con adversarios como López, dearrebatadora elocuencia; Cortina, eleganteen la palabra y hábil en la polémica; Olóza-ga, intencionado y poseedor como pocos delos secretos de la oratoria para desconcertaral adversario é inutilizarle para la defensa;si pecó Pidal de agresivo y poco generoso,fue consecuencia de su vehemente tempera-mento, de la ruda franqueza de su carácter,y de esas injusticias de la política, de que contanta amargura como verdad se lamentabaPacheco desde la presidencia de la Acade-mia de Jurisprudencia, al inaugurar sus ta-reas en 1858.

Ministro de la Gobernación y de Estado,Presidente del Ateneo, de la Academia de laHistoria y de la de Jurisprudencia, dedicó susescasos ocios á la vida literaria de las Acade-mias y á importantes estudios de erudición,en los que sobresalió, siquiera sean éstos me-nos conocidos que sus discursos parlamenta-rios, y en los que se acreditó de escritor cas-tizo y acertado critico. Pero su más medita-da é importante obra es Las alteraciones deAragón en tiempo de Felipe II, escrita con máselegante estilo y mesurado juicio que la ma-yoría de los trabajos históricos de la presen-te centuria, en aquellos tristes y resignadosdías en que el dolor y el sufrimiento afligie-ron al varón fuerte, que en los consuelos de

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la religión, el amor de los suyos y en el estu-dio de la Historia, encontró alivio y lenitivopara su infortunio.

DON ANTONIO ALCALÁ GALIANO

1845-47—1849-52—1862-65

Príncipe de la elocuencia en la patria delos grandes oradores, D. Antonio Alcalá Ga-liano, tribuno popular en la Fontana de Oro,vehemente diputado en las Cortes de 1822 pri-mero, y en las de Sevilla de 1823 después,donde por su iniciativa se declaró dementeal Rey, é incapaz del Gobierno, en sus inten-cionadas, hábiles y elocuentes campañas par-lamentarias en el reinado de doña Isabel II,en sus discursos académicos, y sobre todo ensus elocuentísimas, eruditas y provechosaslecciones en la cátedra, y discusiones del Ate-neo, cuya sociedad le eligió en diversas épo-cas su Presidente, dominó siempre Alcalá Ga-liano, como orador sin rival y maestro en laelocuencia política y literaria.

Las experiencias del destierro, las ingrati-tudes de los hombres, los desengaños de suagitada vida, tornaron escéptico al fogosoorador de la Fontana, y el exaltado diputadode las Cortes de la segunda época constitu-cional, militó hasta su muerte en las filas del

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partido moderado; sólo conservó, á pesar desus desencantos, la afición á las lides del pen-samiento y de la palabra, siendo el preferen-te lugar de sus triunfos el Ateneo, en cuyacátedra explicó Derecho político, Historia delsiglo XVIII, Literatura é-Historia de la literatu-ra española en los siglos xviii y xix. Espíritude las revoluciones modernas y necesidad de suplanteamiento en España; luciendo las galas desu ingenio para la polémica en las discusio-nes de las secciones, sobre todo en la de Lite-ratura,, de la que fue muchos años Presidente.

Dotado de claro juicio, imaginación exal-tada, varia cultura, copiosa erudición, correc-to y llano en su estilo, persuasivo y elocuen-te; su armoniosa voz, largos y sonoros perío-dos, excesiva movilidad nerviosa, y la irre-gularidad de su acción, acrecentaban la im-portancia de sus discursos. «No es posible es-cribe Quinet refiriéndose á Galiano, imagi-nar lo que es la lengua española en boca desemejante hombre. Paréceme que reúne alpar la melodía del italiano, la aspereza delárabe, el vigor del sajón, la gracia del pro-venzal, y esto, unido á una majestad única,el torrente armonioso de la palabra que arras-tra á aquel orador á pesar suyo, es en él unafuerza de la naturaleza, tanto como una ac-.ción humana, testimonio digno de tenerse encuenta, de imparcialidad no dudosa, por pro-

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ceder de un extranjero, que profesaba ideasradicalmente opuestas á las defendidas porGaliano.

DON JUAN DONOSO CORTÉSMARQUÉS DE VALDEGAMAS

1848

En Diciembre de 1847, fue elegido Presiden-te D. Juan Donoso Cortés, que ya en 1836inauguraba la cátedra de Derecho políticodel Ateneo. Nacido en Extremadura, el mar-qués de Valdegamas: en la vehemencia desus escritos, reina la exaltada fantasía pecu-liar de los hijos del país en que nació, y cuyoexceso de imaginación produce los misticis-mos y penitencias de San Pedro Alcántara,las audacias y arrojos de Cortés, Balboa y Pi-zarros, y la trágica tradición de la Serrana dela Vera. Más sintético que analítico, genera-lizó sobre determinados principios, y convir-tió las controversias parlamentarias en tesisacadémicas, continuando en las Cortes la en-señanza del Ateneo, siquiera se tratase de lapolítica del Gabinete en 1848, ó de presupues-tos en 1850, en cuyos apocalípticos discursoscondenó las concupiscencias de la política ydefendió los más exagerados principios reac-cionarios. Ricos en imágenes sus períodos,

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nutridos de citas históricas grandilocuentes,y elevado su estilo sofista y paradógico ensus afirmaciones; «impresionable y de tímidocarácter (escribe Pacheco, su más íntimo yfiel amigo desde la adolescencia); á pesar desus audacias se contradijo y mudó, domina-do siempre por temor é impresionado por unpeligro quehirió su fantasía. Si por la inteli-gencia era gigante, era así mismo mujer porla sensibilidad y niño por el corazón».

La edificante muerte de un hermano suyo,acaecida en 1847, y los sucesos de la revolu-ción socialista en Francia en 1848, modifica-ron sus doctrinas y cambiaron sus antiguosideales; á las antiguas defensas de la supre-macía, de la razón, sustituyó la obedienciay abdicación completa del pensamiento, enaras de una teocracia y de un fatalismo nosiempre conforme á las enseñanzas de la igle-sia de la doctrina de los Santos Padres, cons-tituyéndose en autoridad, guía y jefe del par-tido neo-católico español. Fruto de estas mu-danzas y temores fue su Ensayo sobre el cato-licismo, el liberalismo y él socialismo, la másimportante y comentada de todas sus obras,y que relegó á inmerecido olvido sus Leccio-nes sobre Derecho político; su bello discursoinaugural del Colegio de Humanidades de Cá-ceres, elocuentes é instructivas oraciones par-lamentarias, y el discurso escrito sobre la

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Biblia, para su recepción en la AcademiaEspañola, donde prodigó las inagotables ri-quezas de su fantasía y las magnificencias desu inimitable y asiático estilo. Víctima de sustemores y probado por el dolor y el sufrimien-to, murió sin envejecer, buscando en los ejer-cicios piadosos refugio y consuelo para susdesencantos y pesimismos.

DON JOSÉ POSADA HERRERA

1865-68

Por ciento cincuenta y nueve votos fue ele-gido Presidente D. José Posada Herrera, el31 de Diciembre de 1864, siendo su elecciónuna de las más reñidas en la historia de lacasa, y en la que D. Salustiano Olózaga ob-tuvo ciento cincuenta y tres votos.

A contienda tan empeñada, con tan exiguamayoría corresponde una de las presidenciasmás estériles, y uno de los períodos más críti-cos de la vida del Ateneo. Nombrado Ministrode la Corona, Posada, no volvió á preocupar-se de la sociedad que presidía. Notorias fue-ron la inteligencia é instrucción del Sr. Posa-da Herrera, cumplidamente demostradas ensus Lecciones sobre Administración, dadas enel Ateneo de Madrid, y en su vida parlamen-taria y ministerial. Indiscutibles fueron tam-

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bien su escepticismo y mudanzas de partidoy de opiniones, defendidas á título de conoci-miento práctico de las necesidades del paísen determinados períodos, y funesta ense-ñanza aprovechada después frecuentementepor políticos tornadizos, para honestar apos-tasías y cambios de opinión provechosos enmedros personales.

Siendo notables en el antiguo Ministro dela Unión liberal su sangre fría en la polémi-ca, sus argucias de Licurgo del lugar, sus pa-radojas de seminarista, y la naturalidad deestilo, que recuerdan llanezas del P. Astete,y el indispensable apólogo como corolariode sus discursos, reminiscencia tal vez desus aficiones escolares á Samaniego. Olvida-do de todos, é indiferente á todo, murió enLlanes. ¡Triste resultado é inevitable conse-cuencia de todos los escepticismos, cuando losdesengaños de una agitada vida no los discul-pan, ó el acibaramiento de la ingratitud delos hombres, ó las veleidades de la adversafortuna, no los atenúan ó justifican!

DON LAUREANO FIGUEROLA

1868-70

Huérfana la presidencia por la constanteausencia de Posada Herrera, encargóse de

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la dirección de la sociedad, el consiliario pri-mero de la Junta de gobierno, D. LaureanoFiguerola, quien en aquellos azarosos días,en que declarado en estado de sitio Madrid, áconsecuencia de la sublevación de Prira, enVillarejo de Sálvanos, por el Capitán generalse ordenaba la clausura del Ateneo, y por elGobernador civil se suspendía la elección decargos, dio inequívocas pruebas de celo, sen-satez é inteligencia para el cargo que en tandifíciles momentos desempeñaba.

Reelegido Posada á pesar de su apatía é in-diferencia, renunció el cargo, y en la mismajunta que se dio cuenta de la renuncia, fuenombrado Figuerola Presidente por aclama-ción. Igual acierto y cordura que anterior-mente demostró Figuerola, procurando evitarlas medidas represivas de gobiernos tan sus-picaces como los últimos del reinado de Isa-bel II, en cuya época llegó hasta prohibirsede orden gubernativa la lectura de periódicosextranjeros en los salones del Ateneo. Dioimpulso y vida á la cátedra pública, con en-señanzas doctrinales y científicas. Ministro deHacienda después del triunfo de la revoluciónde Septiembre, robando al reposo el tiempoque le dejaban libre las ocupaciones de sucargo, leía el discurso reglamentario en Di-ciembre de 1869 á sus consocios desde la pre-sidencia del primer centro de la cultura pa-

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tria. Esclavo del deber y fiel á las doctrinasque siempre predicó, su propaganda libre-cambista y su gestión administrativa, podránser calificadas con contradictorio juicio, yhasta calificadas como erróneas, pero sin fal-tar á la justicia, no podrá negarse que susideas económicas obedecen á una convicciónsincera, y son hijas de una no desmentidaconsecuencia.

D. ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO

1870-74—1882-84—1888—...

Afortunado jefe de un partido político, ¡nopor caprichos de la suerte, ni por nobleza he-redada, sino por sus propios merecimientos,enérgico carácter y experiencia política. Superseverante estudio, y valiosos escritos con-ceden importante lugar entre los hombrespensadores al autor del Bosquejo histórico dela casa de Austria, y Estudios del reinado deFelipe IV. Refugio y amparo en todo tiempoel Ateneo de los partidos caídos, y libre cen-tro de propaganda en la oposición, los venci-dos de la revolución de Septiembre se aco-gieron á tan independiente asüo y fue elegi-do presidente Cánovas. Distraída la atenciónpública con la efervescencia y agitada vidapeculiar de todo período constituyente y re-

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volucionario, las discusiones de la Cámarapopular, y el activo batallar de los partidospolíticos en la prensa, en decadencia las sec-ciones, y en precaria situación la vida eco-nómica del Ateneo, prestóse dilatado campoá Cánovas para desplegar su actividad y pre-visión en tan críticos días, cumpliendo comobueno y con acierto su difícil misión, salvólas dificultades de su gobierno interior y dioincremento y esplendor á la cátedra pública,asesorado de los dignos socios que supieronconservar con sus enseñanzas la honrosa tra-dición científica del Ateneo, y enseñando conel ejemplo, elevó el carácter de los discursosde la presidencia con los trascendentales te-mas elegidos para inaugurar las tareas aca-démicas de la sociedad, estudiando el 26 deNoviembre de 1870, La raza Latina, y LaGermánica; el 25 de Noviembre de 1871, ElPesimismo y el Optimismo, en relación con losproblemas de la época actual; el 26 de Noviem-bre de 1872, El problema religioso y sus rela-ciones con el político; y en 25 de Noviembre de1873, La Libertad y el progreso en él mundomoderno. Los mismos desvelos y aciertos me-reció el Ateneo de Cánovas, en la segundaépoca de su presidencia, al suceder á MorenoNieto, en 1882, en la cual á pesar de las gra-ves atenciones del Gobierno, miró con nimiocuidado y perseverante empeño á los múlti-

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pies pormenores inherentes á la instalacióndel Ateneo en su nuevo local, estudiando enlos discursos inaugurales de curso el 6 de No-viembre de 1882, el Concepto de nacionalidad,y el 31 de Enero de 1884, Los maestros y en-señanzas de la cátedra del Ateneo, pronuncian-do una sentida y elocuente necrología de Mo-reno Nieto los días 4 de Marzo de 1882, yescribiendo un laudatorio juicio crítico comoprólogo á los obras de Revilla publicadas porel Ateneo. Elegido últimamente en 1888 Pre-sidente, el mismo celo, la misma actividadque en épocas anteriores, les es deudora laCorporación científica, predicando como siem-pre con el ejemplo, además de los discursosde reglamento como Presidente, pronuncia-dos el 6 de Noviembre de 1889 acerca delConcepto de soberanía en las naciones moder-nas, y el 10 de Noviembre de 1890, sobre laCuestión obrera, inauguraba las Conferenciaspúblicas en 1888, con una examinando elReinado de D. Pedro I, y las intervencionesextranjeras en Castilla, y en el de 1890, hainaugurado también la serie de conferen-cias del Ateneo de Madrid, para conmemorarel tercer centenario del Descubrimiento deAmérica.

Varios, y contradictorios podrán ser los jui-cios á sus actos como político y gobernante,pero unánime será siempre el aplauso á sus

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actos como Presidente de la sociedad á quienen sus ingenuos entusiasmos apellidaba More-no Nieto, cerebro de la cultura contemporánea.Hombre de ciencia y estudio antes que políti-co, honestando lo mismo en la oposición, queen el poder los deberes de jefe de partido, conlas aficiones científico-literarias, en sus escri-tos y discursos ha dado fecundas pruebas desu laboriosidad y competencia en el dominiode las ciencias morales y políticas, y de susconocimientos literarios y artísticos.

Hábil en la discusión y polémica, emite ensus controversias las más atrevidas teorías yafirmaciones políticas y filosóficas, acusan-do su forma literaria, su mucha lectura, é ins-trucción copiosísima, ahogando no pocas ve-ces la erudición y doctrina, la espontaneidady facilidad de estilo. La brevedad de este es-crito y su carácter literario, nos vedan dis-currir extensamente sobre el juicio de las afir-maciones políticas y científicas de una per-sonalidad que, será siempre digna de respe-to, y sus trabajos de detenido estudio paraquien se preocupe de la vida política, cientí-fica y literaria de nuestros días.

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DON MARIANO ROCA TOGORES

MARQUÉS DE MOL1NS

1874-76

Compañero de los grandes escritores denuestro renacimiento literario, en la primeramitad del presente siglo, antiguo socio y Pre-sidente del Liceo Literario de Madrid, consi-guió fama de escritor correcto, por sus artícu-los y sus estimables poesías, leídas en su ma-yoría en el citado Liceo, y por algunas compo-siciones dramáticas representadas con aplau-so, sobresaliendo entre ellas el drama DoñaMaría Molina, que mereció un benévolo juiciode Donoso Cortés, publicado en el Porvenir,cuyos méritos, y sus buenas amistades le abrie-ron las puertas de la Academia Española,aun muy joven.

Afiliado desde su juventud en el partidomoderado, militó siempre en él, y por su con-secuencia, campañas parlamentarias, y bue-nos oficios con los prohombres de su partido,mereció en diversas épocas la confianza dela Corona siendo nombrado Ministro y Emba-jador en varias ocasiones.

Socio del Ateneo desde los primeros días desu fundación. Director de la Academia Espa-ñola, é individuo de número de las de la His-

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toria, Ciencias Morales y Políticas, y BellasArtes de San Fernando> al cesar Cánovas fueelegido Presidente, cargo que abandonó al sernombrado Embajador en París, después de larestauración de D. Alfonso XII, dejando depronunciar el discurso reglamentario, en lainauguración del curso 1875 al 76, por encon-trarse ausente en París, sin haber hecho larenuncia oficial del cargo de Presidente.

Su larga vida y buenas relaciones hacíanque el académico marqués conociese comopocos nuestra historia política y literaria, decuyo conocimiento acostumbraba usar, parahablar modestamente de si; fiel á este siste-ma en el discurso de apertura de cátedras ydiscusiones del Ateneo leído el 18 de Noviem-bre de 1874, trazó una ligera semblanza delos principales Ateneistas que tuvieron rela-ciones de amistad con el precitado marqués,y en el cual hizo la afirmación gratuita deque Olózaga, nunca fue Presidente de la so-ciedad, inexactitud en que no hubiera incu-rrido, si en vez de fiarse de sus recuerdoshubiera consultado los libros de actas delAteneo.

Más esmerado en la forma que profundo enlas ideas, versificador correcto, y prosistaameno, sus obras se recomiendan por la pu-reza de su estilo y castizo de la frase.

DON JOSÉ MORENO NIETO

1876-1881

Imposible será siempre hablar del Ateneode Madrid sin asociar á su recuerdo, la me-moria de Moreno Nieto, alma y vida de susdiscusiones, organizador asiduo de su biblio-teca lo mismo en el período de 1865 á 1871,que ejerció el cargo de bibliotecario, que enel de 1875 á 1881, que corresponden á los desu acertada Presidencia, consagró MorenoNieto al Ateneo todos los desvelos de su pode-rosa inteligencia y todos los entusiasmos desu espíritu generoso.

Vivieron en su alma todos los atrevimien-tos, y en su corazón todos los temores. Ena-morado de las audacias de la vida del pen-samiento, llegó por la lógica de sus atrevidasespeculaciones científicas á las conclusionesmás extremas; pero su amor y culto de aque-llas venerandas instituciones, ó institucio-nes que sufrían menoscabo ú ofensa por elplanteamiento de sus doctrinas, llenaban sumente de dudas, y su corazón de sobresalto,originándose de la lucha entre estos encon-trados afectos, sus dudas, titubeos, y contra-dicciones: y el que por su perseverante es-tudio, y ansia inextinguible de saber, dominó

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todos los sistemas, no llegó á formar escuela,y el maestro cariñoso de quien solicitó suconsejo ó demandó su ayuda, murió sin dis-cípulos, ni sucesores, persiguiendo la armó-nica unión entre los ideales del pasado, y lasaspiraciones del porvenir; nobilísima empre-sa que tantos sinsabores proporcionaron á in-teligencias tan ciarás y tan rectas como las-de Monseñor Dupanloup y el conde de Mon-talambertc.

Educado en el convento de Guadalupe, tanrico en leyendas piadosas, de la tierra extre-meña; estudiante en Toledo, panteón de nues-tras glorias é inestimable joyero del arte, yde la tradición; catedrático en Granada queaun llora las desventuras de Boabdil, y con-memora y celebra el triunfo de los ReyesCatólicos, las hazañas de Pulgar, el gobier-no de los condes de Tendilla, marqueses deMondéjar; y la elocuencia de Fray Luis; lainfluencia de los días de su juventud impiimencarácter en sa vida, y caracterizan los entu-siasmos y respetuoso cariño á todo lo tradi-cional é histórico que á su imaginación y ásus creencias, se presentaba con todo el es-plendor y libre de aquellas impurezas de larealidad que pudieran desnaturalizarlas.

En su ambición por la ciencia, en su amorpor el estudio, todas las actividades de la vidaintelectual merecieron su atención. Orienta-

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lista, filósofo, historiador, economista, políti-co, catedrático de Árabe en Granada prime-ro, y de Derecho internacional después enMadrid, todas las manifestaciones délas Cien-cias Morales y Políticas, fueron por él anali-zadas y discutidas, dedicando también susvigilias al examen de las Ciencias naturales,en su aspecto filosófico para impugnar las doc-trinas de la escuela positivista; expositorcomo pocos de todas las escuelas y sistemas,vacilaba y se contradecía al juzgarlas, ha-ciendo que en un mismo período, idea expues-ta últimamente fuese contradicción de la an-teriormente enunciada; fiel reflejo de sus tris-tezas y amarguras.

Que no hay tristezas y amarguras, comolas de la vida del pensamiento, para un almahonrada y una conciencia recta en la inves-tigación de la verdad, cuando en su menteluchan deducciones lógicas, cuya realizaciónen la práctica, lastiman instituciones embe-llecidas por la tradición, y que como venci-das ó atacadas, tienen en su apoyo á los cor-tesanos de la desgracia, con el respeto y elcariño de almas delicadas y espíritus genero-sos que en los desengaños de la vida y en lalucha política y científica, no pueden vivirsin el respeto y culto de algo que proporcio-ne fé á sus dudas y consuelo para sus des-venturas y temores.

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Diputado constantemente desde 1854, y fi-nalmente Senador por la Academia de la His-toria, fue para él la política, más especula-ción metafísica de escuela que camino de me-dros personales, que alcanzaron otros másavisados y expertos en el logro de ciertas gran-jerias de la vida parlamentaria.

Rector de la Universidad de Madrid, Di-rector de Instrución pública, Vicepresiden-te del Congreso, mereció estas posiciones ofi-ciales más que á su propia diligencia, á con-tingencias y caprichos del azar. Más hombrede ciencia que político, cual Donoso, elevan-do el carácter de la discusión, convirtió la tri-buna en cátedra de derecho político, siendosus discursos parlamentarios, más exposiciónde teorías y principios científicos, que luchade personalidades ó defensa de intereses debandería.

Polemista por carácter y sistema, fue cons-tante é indispensable orador de todas las dis-cusiones del Ateneo, y de la Academia de Ju-risprudencia; balbuciente en el exordio, elo-cuente en la exposición, en la confirmaciónera su afluente palabra, lo dificultoso para lostaquígrafos, crecíase en la réplica, una son-risa, un gesto negativo en el adversario erapara Moreno Nieto, origen de elocuentísimosperíodos de provechosa enseñanza, y de sin-cera admiración para sus oyentes.

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En sus discursos inaugurales de Presiden-te del Ateneo, en los que trató de los Proble-mas Filosófico, Religioso, Político y Social, dela Lingüística y de la Mitología comparadas,estudió tan complejas y arduas cuestiones,con la lucidez, competencia y aciertos dig-nos de su inmensa cultura, y clara inteli-gencia.

Desengañado de las impurezas de la políti-ca militante, y tornando con amor la aten-ción á los estudios de su juventud, buscó refu-gio en las Bellas Artes, para sus desencantos,y en la filología, y en la Historia. Disponíaseá allegar nuevos datos para su proyectada yno escrita Historia de los Musulmanes españorles, cuando vino á sorprenderle la muerte desoslayo, y á deshora, en época que tanto po-día esperar la cultura patria de su vastísimainstrucción y madurado juicio. Unánime fueel sentimiento y general el duelo de los discí-pulos y admiradores, de quien vivió sin ren-cores y murió sin enemigos.

D. SEGISMUNDO MORET Y PEENDERGAST

1884-86

Consecuente y valioso apóstol de la escuelaeconomista, hizo sus primeras pruebas, en lacampaña de los libre-cambistas en el Ateneo;

más adelante cuando la suspicacia guberna-tiva ponía trabas á las enseñanzas de la doctasociedad de la calle de la Montera, en susconferencias sobre Sistemas financieros, dabacumplidas muestras de su dominio en las cues-tiones de hacienda, y de su elocuencia y fá-cil palabra, cautivando la atención de susoyentes, y contribuyó á sostener la tradicióncientífica de la cátedra del Ateneo.

Alternando en sus aficiones por la vida po-lítica, los estudios económicos, y las cuestio-nes sociales, su actividad que no le concedereposo, ni descanso, hace que en el mismodía, y en distintos lugares, asista á la reuniónde una sociedad de crédito, pronuncie un dis-curso en cualquier meeting librecambista, óintervenga en el debate para la fundaciónde una sociedad cooperativa, debiéndose á suiniciativa la fundación de la Junta para el co-nocimiento de las necesidades y reformas pa-ra el mejoramiento de la clase obrera, y lainformación abierta para realizarlo.

Artista de la palabra, y maestro, en laslides oratorias, sus discursos cautivan por sufluida palabra y persuasivo acento, sabiendodominar con su elocuencia al auditorio, y sinoconvence siempre por la exposición de doc-trina, en cambio suspende y persuade siquie-ra sea por el momento á quien le escucha ócontiende con él.

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Fruto de su acertada presidencia son lasconferencias sobre la Historia de España enel siglo XIX, inauguradas por él, con uno desus magistrales y bellos discursos, seguidas yterminadas por otros oradores, de ilustraciónnotoria. Sus discursos acerca del Estado ac-tual del estudio de las ciencias naturales, y Con-diciones que deben tenerse en cuenta para el es-tudio de la Historia, leídos para inaugurar lastareas de la sociedad, desde la presidencia delAteneo, le acreditan de escritor elegante y deexpositor acertado.

Discutibles sus actos como hombre de par-tido, á no pecar de injusto, es necesario re-conocerle sinceridad de propósito, honradezde ideas, y deseo de acierto en su vida polí-tica, y en la resolución de los problemas eco-nómicos y sociales, que preferentemente ocu-pan hoy la atención de los obreros, de lospublicistas y pensadores.

DON GASPAR NÚN.EZ DE ARCE

/ 886-88

Poeta de genial inspiración, continuadorde la tradición de los poetas de la genuínaescuela castellana; en su forma hay la ma-jestad de Herrera y de Quintana, con la al-

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teza del pensamiento que brilla en las com-posiciones del último.

Periodista de honrosa memoria, autor dra-mático aplaudido, en sus obras, Deudas de lahonra, Quien debe paga y El Haz de leña, sustítulos de gloria cífranse en sus dotes de poe-ta lírico, de que son galana muestra sus poe-sías incluidas en los Gritos del Combate, fielá la afirmación hecha en el prólogo, de que,«la poesía para ser grande y apreciada debepensar y sentir, reflejar las ideas y pasiones,dolores y alegrías de la sociedad en que vive,no cantar como el pájaro en la selva, extrañoá cuanto le rodea y siempre lo mismo», y á laconfesión hecha en la Introducción de su poe-ma Raimundo Lulio, en el que declara:

«Hijo soy de mi sigloY no puedo olvidar que por el triunfoDe la conciencia humanaDesde mis años juveniles lucho».

Refléjase en los Gritos del Combate, la per-sonalidad del autor, sus emociones, desen-cantos, é indignaciones, por los sucesos ocu-rridos en nuestra patria desde 1866, en queescribió su soneto á España, hasta 1875 enque firma el poema Raimundo Lulio, inspira-dos por el desaliento y la amargura como LaDuda, Estrofas, Las Arpas mudas y Tristezas.

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ó violentas y sañudas por las desventuras dela patria, cual las dedicadas á la Muerte deRíos Rosas, y á Castelar, al encargarse de lapresidencia del poder ejecutivo de la Repú-blica, ó melancólicos recuerdos de su juven-tud, como Recuerdos, Treinta años, y Crepús-culos. «Poeta de poderosos alientos,—escribeRevilla—lleno de inspiración, y de vigorososarranques, sabe pensar hondo, sentir fuerte, yhablar claro; mira siempre á lo alto, inspírasesiempre en lo noble y lo grande, manejandocon notable maestría el habla castellana.»

Presidente de la sección de literatura, yamante como pocos de la gloria y esplendordel Ateneo, á ésto dedicó las primicias de supluma, leyendo en él por vez primera lospoemas, Lamentación de Lord Byron, Un Idi-lio, La Selva oscura, El Vértigo, La Visión deFray Martin, La Pesca, Maruja, y el primercanto de Hernán el Lobo, unánimemente elo-giados por la crítica, y de los cuales se hanhecho numerosas ediciones en la América la-tina, y aunque en ellas predomine la notaenérgica y viril, que caracteriza á la musadel autor, que canta el dolor y la duda, por-que

Los que dichosos duermen,No sueñan con el cielo,Siempre el dolor fue germenDe algún gigante anhelo

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y Diox bajando alLe consagró en la cruz (1)

en los poemas el Idilio y Maruja, prueba queeti su lira también hay cuerdas para la ternu-ra y el sentimiento.

Presidente del Ateneo, su honrosa historia,y sus desvelos, los demostró una vez más, en "Vlos aciertos de su presidencia, leyendo en lainaguracióu de tareas académicas, sus dosdiscursos, sobre el Regionalismo, (8 de No-viembre 1886), y la Poesía lírica en la litera-tura moderna, modelo ambos, de elegante ycastiza prosa castellana.

D. GRISTINO MARTOSÍ888

«Orador eminente, jurisconsulto distingui-do, hábil como pocos, audaz en la palabra,tímido, pecaminoso en la acción, sabe ganarbatallas pero no sabe aprovecharse de la vic-toria. Su frase es limpia, pura, correctísima,su voz tiene un metal como no he oído otro,ni tan robusto, ni tan agradable, ni tan pene-trante; su acción menos artística que su pa-labra, es, sin embargo, propia, expresa todoslos movimientos del ánimo, sus ademanes,sus actitudes, sus gestos son arrogantes y re-tadores. Diríase que está hecho para la lucha

(1) Nuñez de Arce, Oda d la Paz,

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de la palabra, que este combate, hermoso ysin igual, es el elemento en que se alimentay vive su ser. Su elocuencia es más parla-mentaria que tribunicia»; en las anterioreslíneas, sintetiza D. Francisco Cafiamaque (1)la silueta de D. Cristino Martos.

Contribuyó en los albores de su juventudal triunfo de la revolución de 1854, y en elperíodo de 1856 á 1866, fue uno de los propa-gandistas más fervorosos de lo doctrina de-mocrática, comprometido en la insurreccióndel 22 de Junio de 1866, emigró al extranjero,hasta que con el triunfo de la Revolución deSeptiembre regresó á España. Escudado coala fórmula de que lo esencial en el gobierno,os la democracia, y lo accidental, la formade gobierno, ha sido monárquico, en el pe-riodo Constituyente, defendiendo en la Cá-mara, la Constitución del 69, los derechosindividuales y el Matrimonio Civil, ministrode D. Amadeo, republicano desde el 11 de Fe-brero de 1873 hasta los últimos años del rei-nado de Alfonso XII, en que tornó á ser mo-nárquico, y finalmente presidente del Con-greso, en la regencia de D.a María Cristina,en la minoría de D. Alfonso XIII.

Tan galano escritor, como hábil juriscon-sulto, y notable orador parlamentario, su cla-

d) Oradores de las Constituyentes de 1869.

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ra inteligencia, y diamantina pluma, venseanuladas, por una apatía ingénita, y una pe-reza invencible; sólo ha escrito obras de cir-cunstancias como la Historia de la Revoluciónde 1854, artículos de compromiso, como elprólogo sobre El Derecho Internacional, parauna traducción del Derecho InternacionalPrivado de Fiore, publicada por la casa Gón-gora, ó discursos de término perentorio y pla-zo reglamentario, como el Derecho y él Jura-do, inaugural de las tareas de la AcademiaMatritense de Jurisprudencia y Legislaciónel 30 de Noviembre de 1878, en el cual, conelegante estilo, hizo una elocuente defensa dedicha institución judicial.

Electo Presidente del Ateneo en Junio de1888, procuró con los mejores deseos cumplirdignamente los deberes de dicho cargo, perodistraída su atención, en las contiendas de lapolítica militante, y los cuidados de la Presi-dencia del Congreso, después de leer el 27 deNoviembre el discurso inaugural de cátedrasy discusiones, galano en la forma, con bri-llantes períodos y meditada crítica, acercadel Concepto de la Patria, presentó la dimisiónde la presidencia, que le fue admitida el 14de Diciembre del ya citado año, siendo ele-gido,para sucederle, el actual presidente donAntonio Cánovas del Castillo.

Madrid 16 Julio 1891.

I'recio de este folleto: una peseta.

OBRAS DEL AUTOR

PUBLICADAS

De la mendicidad y de la Beneficencia. (

índicos do la Revista de España (lW>7-¡)0).

EN PREPARACIÓN

La Reconquista de Granada (14S1-1492).Apuntes para una Historia de la villa de Madrid.

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DEL ATENEO DE MADRID...PRÓLOGO Cuna y escuela el Ateneo de Madrid, de todas las grandes ideas, que han informado los legítimos progresos de la vida intelectual de la Nación espa-ñola