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Décalages Volume 1 | Issue 4 Article 25 6-1-2015 De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux Pedro Karczmarczyk Follow this and additional works at: hp://scholar.oxy.edu/decalages is Pecheux Dossier is brought to you for free and open access by OxyScholar. It has been accepted for inclusion in Décalages by an authorized administrator of OxyScholar. For more information, please contact [email protected]. Recommended Citation Karczmarczyk, Pedro (2013) "De las formas históricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pêcheux," Décalages: Vol. 1: Iss. 4. Available at: hp://scholar.oxy.edu/decalages/vol1/iss4/25

De Las Formas Historicas de Existencia de La Individualidad a La Forma Sujeto Del Discurso- Marx Althusser Pecheux

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Pedro Karczmarczyk, Decalages.

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    Volume 1 | Issue 4 Article 25

    6-1-2015

    De las formas histricas de existencia de laindividualidad a la forma sujeto del discurso: Marx,Althusser, PcheuxPedro Karczmarczyk

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  • De las formas histricas de existencia de la individualidad a la forma sujeto del discurso: Marx, Althusser, Pcheux Pedro Karczmarczyk I. El pensamiento de Michel Pcheux, est jalonado por varias autocrticas que modulan etapas en su pensamiento (ver Maldidier 2003, Gregolin 2007, Hernndez y Terriles 2014) Se trata de etapas donde los nuevos trabajos parecen dejar atrs los desarrollos previos. Sin embargo este pensamiento conserva, paradjicamente, casi en cualquiera de los estadios de su recorrido que se quiera considerar, una extraa pujanza. Lo que queremos decir es que sus textos tempranos, por ejemplo aquellos de la dcada de 1960, pueden leerse an hoy como textos inquietantes, llenos de sugerencias, contrariando la opinin que su autor se hizo de ellos, quien muchas veces crey dejarlos atrs como superados, por hallarlos plagados de errores. El hecho podra recibir explicaciones diversas. Podemos pensar, naturalmente, que las distintas coyunturas en las que su pensamiento se insert hicieron de sus posiciones tericas agudas respuestas a la coyuntura, pero que sin embargo, en la medida en que son escritura, sus posiciones son algo ms que eso, desbordando su contexto de emergencia, un fenmeno que tambin puede apreciarse a propsito de Althusser, quien, precisamente en virtud de estudios que lo restituyen en su coyuntura poltica y terica, filosfica y cientfica (ver Elliot 2006 y Montag 2013 y Cavazzini 2011), estudios que de un modo u otro salen al encuentro del Althusser histrico y que hacen emerger un Althusser de una enorme relevancia para las preguntas ms candentes que se le plantean hoy las praxis poltica y terica. Pierre Macherey ha sugerido que Pcheux se asemej como nadie a Althusser en lo que tal vez fue su caracterstica ms temible: una vocacin autodestructiva, un impulso terico audaz que llev, a ambos, a destruir constantemente su propio trabajo anterior, como si ello fuera un recurso necesario para hacer lugar para su trabajo venidero (Macherey 2014). No parece aventurado ver en este rasgo una consecuencia de entender a la teora como un conjunto de opciones tericas abigarradas, de opciones terico-filosficas que

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  • cubren todo el espacio, de manera que para hacer lugar a posiciones nuevas, para poder responder a una coyuntura transformada, terica y polticamente, se les impona como una condicin absoluta, tanto a Pcheux como a su maestro, la destruccin de lo construido con anterioridad (ver Macherey 2014, ver tambin Balibar 2004). La distancia entre la coyuntura terica en la que desarroll su trabajo Pcheux y la nuestra es a primera vista de una magnitud insalvable. El elemento que marca la diferencia entre aquellos aos sesenta, la dcada del setenta, e incluso la de los ochenta, es la fuerte presencia del marxismo tanto en la escena terica como en la poltica internacional y, consecuentemente, en distintas coyunturas nacionales. Desde entonces esta presencia se ha desvanecido. No nos concentraremos en el hecho de que este desvanecimiento remite, en muchos casos, en Latinoamrica en particular, a la desaparicin de los cuerpos que sostenan esas posiciones (ver por ejemplo Marn: 1987). Sin embargo, esta distancia abismal es tambin la clave de la vitalidad del pensamiento de Pcheux. Para decirlo de un modo esquemtico: el espacio dejado por el marxismo no ha quedado vaco, sino que ha sido llenado con ciertas formas de teora que sintonizan muy bien con lo que el grupo entero de los althusserianos entendan que era la forma de teora que funciona como ideologa terica dominante de las ideologas prcticas que se entrelazan con las relaciones de produccin del modo de produccin capitalista: el humanismo. Estas ideologas se articulan bajo la dominacin de la ideologa jurdica que interviene sobre las relaciones jurdicas en las que se realiza este modo de produccin, cuyos principios dividen el universo social en dos clases de entidades: personas y cosas, a partir de las cuales pueden definirse dos relaciones fundamentales, relaciones de persona a persona, es decir contratos y relaciones de persona a cosa, es decir relaciones de propiedad. Estas dos relaciones, segn estn representadas en la ideologa jurdica, son contingentes en relacin al ser mismo de las entidades bsicas, puesto que los contratos son presentados como resultado de la libre voluntad de los contratantes, lo que deja, en el lmite, la posibilidad de no entablar ningn contrato. En cuanto a las relaciones de propiedad, las cosas no deben imponer ninguna constriccin a sus poseedores, que pueden hacer de ellas el uso que mejor les convenga, para poder estar sometidas a esta libre disponibilidad. En el lmite, el paradigma de la propiedad de la ideologa jurdica es el atesoramiento, la posesin ociosa de un bien. Lo que queremos destacar de esta concepcin es

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  • que las entidades bsicas en las que divide el mundo social, personas y cosas, tienen una existencia independiente, de modo que las relaciones de contrato o de propiedad pueden o no entablarse, sin que esto las afecte en su esencia de cosas o persona. Si furamos a decirlo con la jerga de la metafsica tradicional, deberamos decir que para esta ideologa personas y cosas son sustanciales o primarias, mientras que las relaciones son accidentales o secundarias. Ahora bien, en la filosofa universitaria hemos visto, en los ltimos 25 aos, renacer una serie de opciones tericas que se subordinan a la dominante de la ideologa jurdica por el flanco del individualismo: el renacimiento del mentalismo y la primaca de la tica y una de una filosofa poltica que la prolonga sin grandes rupturas, como disciplinas filosficas dominantes. Los efectos de esta hegemona se pueden reconocer incluso en el pensamiento de izquierda. En el caso latinoamericano, bajo la feroz persecusin sufrida en los aos setenta, acaeci una reconversin del discurso de la izquierda, cuya matriz era tradicionalmente histrica y sociolgica, a favor de un discurso en trminos de derechos, esto es, un discurso de matriz jurdica (ver Markarian 2004). Que el discurso en trminos de derechos sea la expresin poltica con la que los intentos neokeynesianos, neodesarrollistas o populistas latinoamericanos enfrentan la matriz del discurso neoliberal no es, acaso, ms que un sntoma de la acendrada hegemona del pensamiento liberal que el ocaso del marxismo ha dejado como herencia. En el pensamiento social asistimos a elaborados esfuerzos de presentar a la realidad social como producto de la aceptacin colectiva.1 En lnea con estas premisas, la realidad social es

    1 La teora de la realidad social de John Searle encuentra la cifra de la realidad social en una frmula sencilla: Nosotros aceptamos que X [por ejemplo piezas de metal] cuenta como Y [dinero] en C [un contexto determinado] lo que supone individuos con estamos mentales con una intencionalidad intrnseca y una misteriosa intencionalidad colectiva igualmente intrnseca a los estados mentales individuales (Searle 1997). Una revuelta contra esta postura, como la de la sociologa del conocimiento de la escuela de Edimburgo, al intentar despojarse del individualismo que campea en la propuesta de Searle, para lo que desarrolla una posicin finitista en relacin al significado, que consiste en la tesis de que un efecto simblico llega hasta donde llega la aplicacin del mismo, por ejemplo la referencia de un trmino alcanza las aplicaciones efectivamente realizadas del mismo pero no va ms all de ellas, por lo cual las aplicaciones futuras estaran indeterminadas. Con esta tesis finitista, cuya inspiracin debe buscarse en el sistema del common law, los socilogos de Edimburgo se preguntan porqu Searle, que acepta la tesis finitista para los hechos sociales institucionales (el dinero por ejemplo), cuyo alcance no va ms all de la aceptacin efectiva de su validez, no acepta que esta tesis tiene validez general. De este modo, los socilogos de Edimburgo, que rechazan la existencia de estados subjetivos intrnsecamente intencionales, siguen suponiendo que la constitucin de la realidad social ocurre a travs de una base de individuos y cosas, donde los individuos, a travs de su comportamiento, aceptan o rechazan otorgarles determinadas propiedades institucionales a las cosas. (Ver Bloor 1996; 1997).

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  • presentada como un fluido de decisiones individuales, de manera que cabra hablar de una suerte de democracia instantnea que se manifestara en el zapping, el rating televisivo, las encuestas de opinin, etc. La profundidad de esta dominacin puede medirse en el hecho de que la oposicin a la misma es interior a su propia problemtica, tendiendo a enfatizar el carcter fctico de los acuerdos y los procesos de subjetivacin, para lo que usualmente se apela a un esquema bastante prximo al de la alienacin, llevando a postular un ncleo de racionalidad, seminal o por venir, que habra sido reprimida, es decir, desviada u obstaculizada, por factores ajenos a la misma, aunque este ncleo persistira siempre, como un telos al que debe apelarse para constituir una teora critica.2 No es nuestro propsito aqu hacer un diagnstico detallado de la situacin del pensamiento contemporneo, sino simplemente evocar con trazos gruesos algunos rasgos de la coyuntura terica contempornea para obtener una respuesta orientadora para el sorprendente efecto de te fabula narratur que producen los textos de Althusser y de Pcheux: la coyuntura terica con la que nos enfrentamos, siendo muy diferente en su letra, se asemeja mucho en sus presupuestos, en su problemtica, a aquello que Althusser design con el nombre de humanismo y que Pcheux combati de distintas maneras, en particular, al reencontrarlo entre los presupuestos de la semntica. II. Una de las demarcaciones ms importantes que realiza Althusser en su lectura de Marx es que las relaciones de produccin no son relaciones intersubjetivas, relaciones interpersonales. Lograr pensar este punto, en su densidad terica y poltica, es una de las empresas centrales del pensamiento de Althusser, se trata del punto donde la nocin de ideologa desempea un papel crucial. Pcheux establece un punto semejante a travs de la siguiente declaracin: El concepto de Ideologa en general aparece muy especficamente como el medio de designar, en el interior del marxismo leninismo, el hecho de que las relaciones de produccin son relaciones entre los

    2 La disputa entre comunitaristas y universalistas en los aos ochenta como as tambin la disputa entre hermeneutas gadamerianos y terico crticos habermasianos en los aos sesenta encajaba en esta matriz. Para este ltimo caso, ver Karczmarczyk 2010.

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  • hombres, en el sentido de que no son relaciones entre cosas, mquinas, animales no humanos o ngeles; en este sentido y nicamente en este sentido: es decir, sin introducir al mismo tiempo y subrepticiamente una cierta idea de el hombre como anti-naturaleza, trascendencia, sujeto de la historia, negacin de la negacin, etc. (Pcheux 1975: 135). La formulacin busca hacer patente que las relaciones de produccin son relaciones humanas en el sentido de un genitivo objetivo, las relaciones sociales no son relaciones entre los hombres porque lo sean para ellos, porque ellos las entablen (seran entonces sus relaciones). Al contrario, de lo que se trata es de reconocer que las relaciones sociales son constitutivas de los hombres. Este asunto tiene una larga historia en el pensamiento marxista. La clebre formulacin de la sexta tesis sobre Feuerbach establece precisamente este punto: la esencia humana es el conjunto de sus relaciones sociales, lo que indica que los hombres son impensables sin esas relaciones. La cuestin es, entonces: la esencia humana tramada de relaciones a la que alude Marx, puede pensarse en trminos de relaciones interpersonales, de relaciones intersubjetivas? Indudablemente, la sexta tesis sobre Feuerbach ha tenido secuelas importantes que van en este sentido. Las observaciones de Engels segn las cuales los hombres hacen la historia en condiciones que son independientes de su voluntad, lo que hara de la eficacia histrica una resultante de las voluntades individuales, se mueve en este esquema tradicional, lo mismo que la filosofa marxista de Sartre (ver Althusser 2005: 117 y ss.). Sin embargo, sin salirnos de la VI tesis deberamos preguntarnos, esta interpretacin no implica hacer de la relacin algo accidental, frente a lo que la persona humana (el sujeto) se comportara como esencia? La individualidad humana concebida como el terreno en el que opera la ideologa, la superestructura, y circunstancias histricas, concebidas como el terreno de la produccin, aparecen as en una correlacin universal, pero en un vnculo que se pudo pensar en trminos de causalidad mecnica, humeana, porque antes se pens la independencia lgica de los trminos. Le corresponde a Althusser el mrito de haber discernido un movimiento ms radical en el pensamiento de Marx, a pesar de su recubrimiento por pesadas capas de ideologa humanista: Marx remite la esencia humana, tradicionalmente concebida como algo intrnseco a cada hombre o mujer, esto es, como las condiciones necesarias y suficientes que cada ejemplar humano debe poseer para

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  • ser tal, a las relaciones sociales, tradicionalmente pensadas como exteriores o accidentales a esta esencia humana. De esta manera la esencia humana tiene en las relaciones sociales un exterior constitutivo, esto es, un exterior que no es accidental, sino un exterior del que depende la propia esencia, un exterior que es condicin de existencia de la esencia humana ya que la constituye en cuanto tal. Debemos a la lucidez terica de Louis Althusser, insistimos, haber comprendido tambin que este movimiento radical del pensamiento de Marx no ocurri de un solo golpe en su produccin terica, conviviendo en sus textos con tendencias que ponan el nfasis en la produccin ms que en las relaciones de produccin, o si se quiere ser ms preciso, en el sujeto de la produccin antes que en las relaciones de produccin. Se trata de las variantes diversas de la alienacin que remiten a un estado originario de unidad entre el productor y las condiciones de la produccin (ver por ejemplo Barth 1951: 109 y ss.). Para las concepciones centradas en la alienacin, lo que Althusser identific como humanismo, el exterior de las relaciones sociales, no sera un exterior constitutivo, sino un exterior accidental en relacin a la esencia humana, una fractura acaecida en el curso de la historia que seala a la reunificacin del origen fracturado como un telos del proceso histrico. El movimiento terico radical de Marx, concentrado en la sexta tesis sobre Feuerbach, provoc reacomodamientos diversos en la escena terica, tanto en el marxismo como fuera del mismo. Por ejemplo, en lo que en la filosofa del siglo XX se conoce como giro lingstico, podemos reconocer dos procesos diferentes. Por un lado, un efecto de descentramiento del sujeto, la remisin, bajo formas diversas, del sujeto de la modernidad a un exterior constitutivo, abra un espacio de juego apenas tematizado, para eludir precisar el exterior constitutivo de las relaciones de produccin sealado por Marx. Por otra parte, en el interior del giro lingstico se verificaba un proceso semejante al operado por el humanismo en el interior de la teora marxista: el renacimiento del sujeto de la enunciacin como centro de las relaciones de significacin, el cuartel ese renacimiento es, de acuerdo a Pcheux, la filosofa del lenguaje, la semntica filosfica. En esta coyuntura, la intervencin terica de Pcheux tiene un valor inigualable. En efecto, no slo se aboca a hacer un diagnstico de la situacin del pensamiento contemporneo, en lneas concordantes con las que acabamos de trazar, sino que planea una

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  • intervencin en esta coyuntura que permita aprovechar los desarrollos en las disciplinas lingsticas que posibilitan el desarrollo de una teora materialista de las condiciones ideolgicas de la reproduccin de las relaciones de produccin que simultneamente invierta las relaciones de dominacin y subordinacin entre las diferentes tendencias en el campo de la lingstica contempornea. Otro tanto sera decir: Pcheux intent redireccionar en favor del descubrimiento marxista las fuerzas que se desarrollaron para obstaculizarlo. Ahora bien, para la tradicin marxista, las relaciones en las que hay que poner el foco son relaciones de produccin. Pcheux se refiere tempranamente a este problema en los textos escritos bajo el pseudnimo Thomas Herbert, retomando una expresin clave de Lire le Capital, la de las formas de existencia histrica de la individualidad. Herbert retoma esta expresin del ensayo final del libro, en el que tienne Balibar utiliza el concepto para responder al problema de la relacin concreta entre la prctica tcnica y la prctica poltica en una sociedad dada, colocando el nfasis en las formas diferenciales de la individualidad propias de una sociedad en relacin con las cuales los individuos se comportan como soportes (Trger) o personificaciones (ver Balibar 2008: 485 y ss.). La expresin haba sido utilizada por Althusser en el ensayo El objeto de El capital, para abordar el problema de la accin del individuo en la historia. De acuerdo a Althusser, este problema ideolgico es susceptible de recibir un tratamiento cientfico cuando se lo transforma en el problema de las formas de existencia histrica de la individualidad. Dicho de otra manera, Althusser estableca que para el marxismo, que pone las bases para el estudio cientfico del continente historia, el problema de la accin del individuo en la historia no poda sino aparecer como un falso problema, ya que peda relacionar conceptos de rdenes diferentes, el concepto cientfico de historia centrado en la causalidad de una totalidad estructural sobre sus elementos, con el concepto de individuo libre, que proviene de la ideologa, en el sentido de las formas que asume la relacin vivida con las condiciones de existencia. En cuanto concepto ideolgico, el concepto de individuo libre constituira una suerte de realidad eterna, extrahistrica en cuanto tal, al presentarse como fundante de lo social. Frente a esto, Althusser disuelve la pregunta, que es en rigor informulable, mostrando que la idea de individuo por cuya accin en la historia se pregunta no es otra cosa que el obstculo crucial que hay

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  • que dejar atrs para desarrollar un concepto cientfico de la historia, es el obstculo que hay que dejar atrs para poder desarrollar el concepto de modo de produccin. La historia en cuanto tal, sus formas de causalidad o las formas de demostratividad que corresponden al discurso cientfico que conoce esa causalidad, resulta ser impensable mientras se la concibe como la accin concertada de individuos. En definitiva, historia e individuo son conceptos que pertenecen a espacios tericos distintos. Pero en la medida en que el concepto de modo de produccin se desarrolla como resultado de un proceso de produccin terica que no trabaja en el vaco, sino justamente como una operacin realizada sobre un conjunto de ideologas estructuradas en torno a la idea de un individuo libre, el concepto de modo de produccin resita estas evidencias ideolgicas, cambiando su estatus -de bsico a derivado- colocndolas bajo la rbrica de las formas histricas de existencia de la individualidad que corresponden a los diferentes modos de produccin, es decir, de las formas diferenciales de individualidad que los diferentes modos de produccin deben producir forzosamente bajo condiciones ideolgicas determinadas. El concepto de las formas de existencia histrica de la individualidad designa una realidad diferente que aquella otra que aparece en la pregunta por la accin de los individuos en la historia, pero por eso mismo est en condiciones de dar cuenta de la evidencia de los trminos ideolgicos con los que se formula la pregunta (individuos como sujetos libres para s mismos, la historia como resultado de la accin de estos individuos). Ahora bien, el concepto de las formas de existencia de la individualidad que corresponden a modos de produccin determinados designa una realidad diferente de stos, pero no por ser algo diferente es completamente independiente. Por ejemplo, el anlisis del trabajador libre como una de las formas de existencia histrica de la individualidad que corresponden al modo de produccin capitalista, libre jurdicamente y libre (desprovisto) de los medios de produccin para producir por su cuenta, indica que son las formas de existencia histrica de la individualidad aquello que se destaca, tanto en la comprensin cientfica de la realidad social como en la prctica poltica. Significa esto que los textos de Marx estaban libres de la tentacin humanista? Entendemos que no, que la propuesta althusseriana implica que estos textos han hecho una ruptura en relacin a una ideologa, la economa poltica clsica, centrada en la

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  • idea de individuo, el homo oeconomicous como centro de la economa poltica clsica. La figura del homo oeconomicous impide pensar el concepto clave de fuerza de trabajo y consecuentemente el de plusvala, cuya disponibilidad como mercanca requiere de las formas de individualidad especficas del modo de produccin capitalista, en concreto la del trabajador libre. Sin embargo, los textos de Marx ofrecen poderosos argumentos contra esta ideologa, incluso en los momentos en los que parecen fundirse con la misma. Reparemos en dos momentos en los que los textos de Marx abordan esta cuestin de las formas histricas de existencia de la individualidad. En las Formas que preceden a la produccin capitalista, sta es la preocupacin prominente. De hecho Marx busca all establecer que la aparicin de los individuos como meros trabajadores, sin otro atributo (en esta desnudez dice Marx) es un resultado del proceso histrico. El argumento de Marx en este texto nos permite volver sobre lo que dijimos ms arriba acerca de que puede haber separacin (autonoma relativa), pero no independencia ontolgica entre las formas de individualidad y el modo de produccin en cuanto tal. La vinculacin entre ambos trminos puede ser la de una unidad ms prxima, en el caso de comunidades primitivas como las descritas por Marx, donde la actividad vital toma la forma de una actividad conjunta, es decir, la apropiacin de la naturaleza toma la forma de un proceso laboral realizado por los individuos en conjunto. Sin embargo, incluso en estas formaciones sociales interviene la divisin del trabajo, lo que Marx registra al aludir a la divisin natural del trabajo entre los sexos, lo que supone la produccin de formas de individualidad diferenciales. Pero tambin puede haber una separacin mayor entre la comunidad y las formas de individualidad que le corresponden, lo que no independiza a los trminos relacionados. Marx se ocupa de establecer que antes de esta forma de aparicin de los individuos en el capitalismo, antes del trabajador libre, el individuo apareci en la historia, en un abanico amplio de formaciones sociales precedentes, para s mismo, como propietario, como seor de las condiciones de su realidad (Marx 2007: 433) y en relacin con otros individuos, como copropietario, en tanto miembros de la entidad comunitaria. La tierra aparece aqu como el laboratorio general de la actividad a la que la especie humana est compelida para subsistir: el trabajo. La tierra, como dir luego en El capital, es tanto el objeto de trabajo como el medio de trabajo en general (Marx 1988: 217), mientras que en las Formen seala que la

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  • naturaleza es: la condicin inorgnica de la existencia humana (Marx 2007: 449). Pero, y aqu aparece el punto que nos interesa, los individuos humanos no llevan a la especie dentro de s, como un ingrediente, como una esencia inscripta en su individualidad. Al contrario, slo ejercen su actividad especfica socialmente, o dicho en otros trminos, la comunidad es la condicin de la apropiacin de la naturaleza. En cuanto tal, Marx sealar en las Formen que la comunidad es un supuesto natural de la apropiacin y uso de la tierra. Lo que nos importa destacar es que la colectividad tribal, o la horda, son supuestos naturales o divinos (2007: 434), en la medida en que, por una parte, no se trata de un resultado de la historia, y por la otra, en el sentido de que la colectividad es una condicin eterna de la historia. Los albores de la historia de la humanidad nos muestran a comunidades nmades que producen la formas de existencia de la individualidad que le corresponden en la medida en que slo preservan a los individuos que se mantienen unidos a la misma, donde el exilio de la comunidad representa la supresin de la individualidad, es decir, la desaparicin fsica, la muerte. Si bien Marx reconoce que estas condiciones se modifican, es claro en cuanto a que estas variaciones deben considerarse variantes de un invariante fundamental:

    El objetivo de todas estas entidades comunitarias es su conservacin, es decir, la reproduccin como propietarios de los individuos que la componen, es decir, su reproduccin en el mismo modo de existencia, el cual constituye al mismo tiempo, el comportamiento de los hombres entre s y por consiguiente constituye la comunidad misma (Marx 2007: 454)3

    Poco despus Marx nos presenta el concepto de modo de produccin como la unidad de la forma de organizacin tribal y de las formas de propiedad:

    la unidad originaria entre una forma determinada de

    3 Lo que Marx designa como propiedad aqu corresponde a lo que Balibar denominaba apropiacin real, es decir, apropiacin por el trabajo de las condiciones objetivas, naturales o ya elaboradas por el trabajo, en vista a la produccin de valores de uso (Ver Balibar 2008: 440). Al respecto Marx sostiene: la propiedad, en tanto es slo el comportamiento consciente -y puesto para el individuo para la entidad comunitaria y proclamado y garantizado como ley- con las condiciones de produccin como con condiciones suyas y en tanto la existencia del productor aparece como una existencia objetiva, dentro de las condiciones a l pertenecientes, slo se objetiviza en la produccin misma. Marx 2007: 454; ver tambin: 34.

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  • organizacin comunal (tribal) y la correspondiente propiedad sobre la naturaleza o comportamiento para con las condiciones objetivas de la produccin como con una existencia natural, como con la existencia objetiva del individuo mediada por la comunidad -esta unidad que, por un lado aparece como la particular forma de propiedad- tiene su realidad viviente en un modo determinado de la produccin misma, un modo que aparece como comportamiento de los individuos entre s cuanto como comportamiento activo determinado de ellos con la naturaleza inorgnica, modo de trabajo determinado (el cual es siempre familiar, a menudo trabajo comunitario). (Marx 2007: 456)

    Para nuestros intereses actuales tenemos suficiente con esto. Podramos decir, entonces, con Marx, que El hombre slo se aisla a travs del proceso histrico (Marx 2007: 457), o con lo que sera una traduccin un poco distinta, aunque ms grfica, que: El hombre slo se individualiza en el proceso histrico [Der Mensch vereinzelt sich erst durch den historischen Proze]. En consecuencia, si bien las formas histricas de la individualidad se separan de la comunidad que es su supuesto efectivo, y luego vemos emerger formas histricas de existencia de la individualidad que no estn directamente involucradas en la produccin material (divisin entre trabajo intelectual y trabajo manual), ello no implica que las mismas se hagan independientes de la produccin material de la vida. Por el contrario, un extremo y otro estn unidos por un hilo, ms o menos visible, el de la ideologa en tanto condicin material de la reproduccin de las relaciones de produccin. Consideremos ahora otro momento de los textos de Marx, esta vez en El capital, tomo I, Captulo V, donde analiza las caractersticas eternas de la existencia humana, en tanto que metabolismo con la naturaleza. Nos interesa este texto, porque en el mismo se hacen unas observaciones cruciales respecto al problema del que nos ocuparemos luego, el de la ideologa, a travs de una observacin sobre la conciencia. En cuanto tal, independientemente de su forma social, el trabajo es produccin de objetos que sirven para satisfacer necesidades de diferentes tipos, es decir de valores de uso (ver Marx 1988: 216). El enfoque es diametralmente distinto al de las Formen, donde la colectividad apareca como una condicin eterna de esta

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  • regulacin del metabolismo. No es, sin embargo, como veremos, un abordaje contradictorio con el de las Formen, ya que Marx insiste en que se trata de investigar el proceso haciendo abstraccin de las formas sociales que asume, de investigar el proceso de trabajo en general. Marx indica: concebimos al trabajo bajo una forma en la cual pertenece exclusivamente al hombre (1988: 216) e inmediatamente pasa a explicar en qu radica lo especfico del trabajo humano: ...lo que distingue ventajosamente al peor maestro albail de la mejor abeja es que el primero ha modelado la celdilla en su cabeza antes de construirla en la cera (1988: 216), es decir, lo que distingue al trabajo humano de otras formas de actividad animal es el carcter consciente, orientado a fin de la actividad humana. Ello anima una caracterizacin de mxima generalidad del proceso de trabajo, que Marx hace al indicar que Los elementos simples del proceso laboral son la actividad orientada a un fin -o sea el trabajo mismo- su objeto y sus medios. (1988: 216). Un poco ms adelante indica lo siguiente:

    El proceso de trabajo, tal como lo hemos presentado en sus elementos simples y abstractos, es una actividad orientada a un fin, el de la produccin de valores de uso, apropiacin de lo natural para las necesidades humanas, condicin general del metabolismo entre el hombre y la naturaleza, eterna condicin natural de la vida humana y por tanto independiente de toda forma de esa vida, y comn, por el contrario, a todas las formas de sociedad. No entendimos necesario presentar al trabajador en relacin con los dems trabajadores. (1988: 223).

    Nos parece que es crucial entendernos en relacin a este punto. En efecto, una interpretacin descuidada de estos fragmentos podra dar la impresin de que el proceso de trabajo es un elemento con el que se edifican las diferentes formaciones sociales. La actividad orientada a fin sera algo as como un ladrillo para la construccin de lo social. Una tesis as sera, por ejemplo, la del individualismo metodolgico, que ve en los comportamientos intencionales de los individuos el punto de partida y de llegada de la explicacin social.4 Sin embargo, esta interpretacin se salteara el hecho de que el proceso laboral as descripto es caracterizado como abstracto. Por

    4 Vanse las lecturas analticas de Marx, por ejemplo Elster 1991.

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  • abstracto entenderemos aquello que puede investigarse de manera separada pero que sin embargo no tiene existencia en tanto tal, como un objeto real independiente del pensamiento, sino slo como un objeto pensado.5 A lo abstracto-pensado se opone lo concreto-real, que sin embargo se presenta como una multiplicidad catica de caractersticas. Por medio de lo abstracto-pensado es posible aprehender lo concreto y conocerlo como unidad de mltiples determinaciones (ver Marx 2007: 20 y ss.). Para afirmar ahora lo que demostraremos a continuacin, la independencia de la actividad orientada a fin es su interdependencia o su dependencia en relacin con cualquier formacin social, es decir, su carcter de efecto invariante de toda formacin social. El propio texto nos da una indicacin preciosa acerca del carcter abstracto del proceso laboral en general. En efecto, en varias ocasiones el proceso de trabajo es caracterizado como un proceso cuyas condiciones de existencia estn ms all de s mismo, cuyas condiciones de existencia lo desbordan. As Marx seala: Los productos, por consiguiente, no son slo resultado, sino a la vez condicin del proceso de trabajo. (Marx 1988: 220). Un poco ms adelante, al distinguir el consumo individual y el consumo productivo, Marx seala: ...si bien los productos existentes no son slo resultado, sino tambin condiciones de existencia para el proceso de trabajo, por otra parte, el que se los arroje en este proceso y por ende su contacto con el trabajo vivo, es el nico medio para conservar y realizar como trabajos dichos valores de uso pretrito. (Marx 1988: 222). Este punto relativo a las condiciones de existencia del proceso laboral es el flanco donde la ausencia de referencia a otros trabajadores en la caracterizacin del proceso de trabajo hace sentir sus efectos. De hecho, entre estas condiciones de existencia deben contarse, cuando menos, otros procesos laborales. Lo que nos

    5 Un ejemplo de otro orden puede ayudarnos a pensar esta cuestin. Wittgenstein insiste en el Tractatus en que El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas, sin embargo, para poder pensar la forma lgica comn al mundo y la proposicin es necesario remitirnos a la nocin de objeto y a la nocin correlativa de espacio lgico. Un objeto slo existe en un estado de cosas (Sachverhalten) que es, en rigor, una concatenacin de objetos. Los objetos slo existen, entonces, en concatenacin con otros objetos. Pero la posibilidad de esta concatenacin no es algo contingente, sino algo que viene dado con el objeto, la posibilidad de combinarse con otros objetos para formar estados de cosas es la forma del objeto, lo que, a fin de cuentas no es sino otra manera de decir que el objeto slo puede existir en concatenacin con otros objetos, pero no con cualquier otro objeto. La cosa es independiente en la medida en que puede existir en todos los posibles estados de cosas (Wittgenstein 1997 2.0122) Si puedo representarme al objeto en la trama del estado de cosas no puede representrmelo fuera de la posibilidad de esa trama (1997 2.0121)

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  • interesa sealar es que esto hace imposible pensar una construccin del todo social a partir de procesos laborales aislados, ya que cada proceso laboral supone otros procesos laborales como su propia condicin de existencia. La conclusin que se impone, entonces, es que estos procesos laborales no pueden estar dados por s mismos, como concretos existentes en cuanto tales, puesto que sus condiciones de existencia son exteriores a ellos. Se desvanece entonces la ilusin de hacer, a partir de la referencia a la actividad orientada a fin, una toma de posicin a favor de una posicin del tipo del individualismo metodolgico. Lo que precisamos, por el contrario, es pensar la unidad de los procesos laborales con sus condiciones de existencia, que son externas a los mismos. Qu implica esta investigacin del proceso de trabajo con independencia de la comunidad? Ya hemos dado consideraciones lgicas y evidencia textual de que ello no implica considerar como sustantivos, es decir dotados de una existencia independiente, a los procesos laborales que slo en un segundo momento vendran a reunirse con la de otros procesos de trabajo igualmente sustanciales. Sin embargo, esta consideracin negativa no explica la estrategia de Marx. Lo que habilita esta estrategia se ver mejor si consideramos las razones por las cuales la misma es slo aparentemente contradictoria con la adoptada en las Formen. Se trata de que cualquier forma de sociedad est constitutivamente forzada a producir, es decir, no puede no producir, individuos que estn en condiciones de apropiarse de la naturaleza. Entre las formulaciones de un texto y otro media una diferencia de nfasis. En las Formen se insista en que la formacin social estaba forzada a producir individuos acordes a los modos particulares que adoptaban las formas de individualidad en la misma. En el anlisis del proceso de trabajo en general Marx nos proporciona un anlisis detallado del efecto invariante a nivel de las formas de individualidad que corresponden a cualquier modo de produccin. Los elementos que componen ese invariante, a su vez, nos permiten pensar las variaciones en las formas de existencia histrica de la sociedad. El proceso de trabajo slo gana una consideracin independiente (abstracta) en la medida en que se lo considera como interdependiente, es decir, dependiente de cualquier forma de sociedad. El proceso de trabajo puede ser considerado en general slo en la medida en que es autnomo en relacin a los modos de produccin particulares, es un efecto necesario de cualquiera de ellos. El vnculo entre las formas de la

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  • individualidad y las formas de la sociedad no se relaja por estas consideraciones, al contrario, se torna ms preciso y comienza a tornarse inteligible. De hecho, en El capital Marx, luego de las observaciones sobre el proceso de trabajo en general, pasa a analizar la forma capitalista del proceso laboral, indicando que la misma no afecta al proceso de trabajo en general: actividad orientada a fin, realizada con medios de trabajo dados, sobre un objeto de trabajo, para la produccin de valores de uso (1988: 224). Marx seala entonces que el proceso de trabajo capitalista, es decir el proceso de trabajo en tanto consumo por parte del capitalista de la fuerza de trabajo, se caracteriza por dos procesos: a) que el obrero trabaja bajo el control del capitalista por una parte; y b) que el producto es propiedad del capitalista. (ver 1988: 224; ver tambin Balibar 2008: 440) Atendiendo a que la forma capitalista se orienta a la produccin de mercancas, que poseen el aspecto dual de valor de uso y valor, Marx nos indica que esta dualidad se refleja en el proceso de produccin como unidad del proceso laboral y del proceso de formacin del valor (ver 1988: 226). Si el exterior propio del proceso laboral son otros procesos laborales, el proceso de formacin del valor es un poco ms complejo. En efecto, el capitalista No slo quiere producir un valor de uso, sino una mercanca; no slo un valor de uso sino un valor, y no slo un valor, sino adems plusvalor (1988: 226). Estas condiciones imponen que el proceso laboral pase a estar dominado por el clculo del tiempo de trabajo socialmente necesario. En otros trminos, en el proceso de formacin del valor el proceso laboral slo cuenta como tiempo de trabajo (Marx 1988: 237). Ello requiere que el proceso laboral se realice en condiciones normales. Ello supone naturalmente el carcter normal de los medios de produccin (materia prima e instrumentos), pero tambin el carcter normal de la fuerza de trabajo. Al respecto Marx realiza una observacin enormemente reveladora:

    El carcter normal de los factores objetivos del trabajo, sin embargo, no depende del obrero, sino del capitalista. Otra condicin es el carcter normal de la fuerza misma de trabajo. Esta ha de poseer el nivel medio de destreza, capacidad y prontitud prevaleciente en el ramo en el que se la emplea. Pero en el mercado laboral nuestro capitalista compr fuerza de trabajo de calidad normal. Dicha fuerza habr de emplearse en

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  • el nivel medio acostumbrado de esfuerzo, con el grado de intensidad socialmente usual. El capitalista vela escrupulosamente por ello, as como por qu no se desperdicie tiempo alguno sin trabajar. Ha comprado fuerza de trabajo por determinado lapso. Insiste en tener lo suyo, no quiere que se lo robe. Por ltimo -y para ello este seor tiene su propio code pnal- no debe ocurrir ningn consumo inadecuado de materia prima y medios de trabajo, porque el material de los medios de trabajo desperdiciados representan cantidades de trabajo objetivado gastado de manera superflua y que por consiguiente no cuentan ni entran en el producto de la formacin del valor. (Marx 1988: 237-38)

    El fragmento nos parece revelador en dos sentidos. Por un lado Marx insiste en que el carcter normal de los medios de produccin, en cuanto factores objetivos, no depende del obrero, sino del capitalista que los adquiere. Esto hace esperable que, por contraste, el carcter normal de los factores subjetivos del proceso laboral, la propia fuerza de trabajo, s dependa del obrero mismo, en la medida en que es l mismo quien pone en accin la fuerza de trabajo. Sin embargo, el texto coloca lo central del carcter normal de la fuerza de trabajo en el propio capitalista (...el capitalista vela escrupulosamente...; ...este seor tiene su propio code pnal...). Dos consecuencias se siguen, al menos, de estas observaciones. Por un lado, del fragmento se desprende una imbricacin, una articulacin, entre la prctica econmica y la prctica poltica, en la medida en que las prcticas de control de la fuerza de trabajo son aquello que hace que el proceso laboral se transforme en proceso de formacin del valor. Por otra parte, estas observaciones tambin nos permiten comenzar a entrever la manera en la que el carcter de actividad orientada a fin de la actividad del trabajador directo est sometida a unas condiciones exteriores a s misma, lo que disipa la ilusin de que se trate de un rasgo intrnseco, de modo tal que, si furamos a utilizar la jerga nietzscheana, podramos hablar, tal vez del pudenda origo del carcter consciente y libre, orientado a un fin, de la actividad humana (ver Legrand 2006). No hemos indicado ms que unos trazos gruesos que contextualizan el enraizamiento de la tesis de que las relaciones sociales no son relaciones intersubjetivas. Vale insistir entonces en que concebir las relaciones sociales como relaciones intersubjetivas es

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  • un obstculo crucial que debe superarse para desarrollar una comprensin cientfica de la historia: de serlo, la sociedad se revelara como un espacio neutro en el que se ubicaran las personas y las cosas, que slo en un segundo momento, en virtud de la irrupcin del conflicto en ese paisaje idlico, se dividiran en clases. Por el contrario, la tesis de que las relaciones sociales no son relaciones intersubjetivas es una con la tesis de que lucha de clases tiene prioridad, incluso sobre las clases y las posiciones de clase, que slo se constituyen como efectos de esta lucha. III. El concepto de las formas de existencia histrica de la individualidad nos ha servido como un operador de lectura importante de la obra de Marx. Intentemos situar este concepto en su relacin con otros en la produccin althusseriana. Por un lado, decamos, que el concepto de formas histricas de la individualidad se opone al concepto ideolgico de individuo humano libre, como una condicin necesaria para afirmar la especificidad de la causalidad histrica. No deseamos abundar en este punto, puesto que nos llevara muy lejos, pero una analoga bastar para nuestros propsitos actuales. Canguilhem estudi la constitucin de la biologa como disciplina cientfica destacando la posicin conceptual que tuvo en ella el vitalismo, determinante en la constitucin del objeto de la biologa como una forma especfica de causalidad, vinculada a la totalidad del organismo. Ello determin que la relacin de la biologa con la fsica no sea de apuntalamiento (tal fue la posicin de la electrodinmica en relacin a la mecnica donde tambin se libr una disputa entre vitalismo y mecanicismo, con un resultado opuesto), sino una relacin que, en su propio terreno, es de subordinacin de la fsica a la biologa (Canguilhem 2009, ver tambin Pcheux y Fichant 1975). De manera anloga, el descubrimiento de un tipo especfico de causalidad por Marx propicia pensar en una relacin semejante de subordinacin de la causalidad biolgica en relacin a la causalidad histrica. El concepto de las formas de existencia histrica de la individualidad es clave en este proyecto, como queda claro en las observaciones con las que Althusser rescata el gran descubrimiento de Lacan, que el devenir humano, el pase de lo biolgico a lo cultural, es en verdad el efecto de la accin de lo cultural sobre lo

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  • biolgico (Althusser 2014: 80), lo que implica que no hay un trnsito desde el individuo biolgico hacia lo cultural o histrico, porque la causalidad dominante en este nivel se opera desde lo histrico a lo biolgico: la cultura captura a los cachorros humanos y les asigna su lugar en su seno. Este descubrimiento se aloja en la problemtica abierta por Marx al vincular las formas histricas de la individualidad y los distintos modos de produccin. El concepto de las formas de existencia de la individualidad es entonces un concepto clave en la produccin de Althusser, el mismo es un operador crucial para pensar las condiciones ideolgicas de la reproduccin de las relaciones sociales de produccin, que segn pudimos apreciar en nuestro acercamiento a Grundrisse y a El capital, guardan grados diversos de distancia en relacin al proceso de la produccin material, en lo que radica su autonoma relativa. El concepto de las formas de la individualidad es, entonces, un elemento crucial para pensar la intervencin de la ideologa en la construccin de la funcin de soporte de las relaciones de produccin. Al estar enmarcado en las condiciones ideolgicas de la reproduccin de las relaciones de produccin, el concepto de las formas de la individualidad sufre las repercusiones de los avatares de la conceptualizacin de la nocin de ideologa. Como lo ha demostrado Warren Montag, Althusser no desarrolla los principios de una teora materialista de la ideologa hasta Ideologa y aparatos ideolgicos de estado. En efecto, en formulaciones anteriores, como la de Marxismo y humanismo, la ideologa parece todava tensionada por cierto idealismo de las ideas que, aunque jaqueado, marginalizado o eludido por distintas frmulas de cierre o invisibilizacin operantes en dichos textos, no deja de estar presente en los mismos, irradiando sus efectos. Slo con Ideologa y aparatos ideolgicos de estado Althusser logra producir las condiciones que hacen posible una hegemona materialista en el concepto de ideologa (Montag 2013: 103 y ss.). En efecto, en este texto, las evidencias fundantes del idealismo, en particular la tesis de que el pensamiento es esencialmente mi pensamiento, es decir, la tesis de que todo pensamiento sera personal, son subvertidas y llegan a ser pensadas como efectos de la prctica social. En particular la nocin de interpelacin de los individuos como sujetos rompe con una concepcin idealista que opondra fuerza y consenso, conservando la ideologa de una eficacia propia de las ideas y con ella el dualismo entre cuerpo y espritu. En una declaracin crucial para el proyecto de

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  • Pcheux, Althusser sealaba:

    Como todas las evidencias, incluso aquellas por las cuales una palabra designa una cosa o posee una significacin (incluyendo por lo tanto las evidencias de la transparencia del lenguaje), esta evidencia de que ustedes y yo somos sujetos -y el que esto no constituya un problema- es un efecto ideolgico, el efecto ideolgico elemental (Althusser 1988: 53)

    Esta declaracin designa un problema sin proveer una solucin detallada. Sin embargo, la reconceptualizacin de la ideologa por Althusser contena una orientacin acerca del abordaje de este problema bajo la forma de una transformacin de los elementos con los que el mismo se plantea. En efecto, la expresin formas de existencia histrica de la individualidad cae en desuso poco despus de la publicacin de este artculo. El concepto de las formas de la existencia histrica de la individualidad se presta, debido al nfasis colocado en la individualidad, a su explotacin idealista, ya sea juridicista o biologicista. En cambio, el concepto de ideologa centrado en los individuos interpelados como sujetos empuja a pensar una teora materialista del sujeto, es decir, una teora no subjetivista de la subjetividad. Como lo indica Pcheux, el desacople entre individuo / sujeto en la tesis de la ideologa como interpelacin elude presuponer la existencia del sujeto sobre el cual se operara la operacin de interpelacin -no se dice el sujeto es interpelado por la Ideologa (Pcheux 1975: 138). Lo que en realidad designa la tesis segn la cual la Ideologa interpela a los individuos como sujetos es que el no-sujeto es interpelado-constituido en sujeto por la ideologa. La paradoja consiste en que la interpelacin tiene, por as decir, un efecto retroactivo que hace que todo individuo sea siempre ya sujeto (Pcheux 1975: 139) Pcheux denomina efecto Mnchshausen a las evidencias de este efecto retroactivo por el cual los sujetos se piensan como causas de s mismos, cerrando cualquier posibilidad de pensar la constitucin de la subjetividad. En virtud de la transformacin mayscula que implica la tesis de la interpelacin ideolgica, la terminologa se transforma. El espacio que ocupaban las formas de existencia histrica de la individualidad pasa a ocuparlo la forma-sujeto. En una nota de Rponse a John Lewis, Althusser introduce esta expresin indicando: Todo individuo humano, es decir social, no puede ser agente de una

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  • prctica ms que si revista la forma de sujeto. La forma-sujeto es en efecto la forma de existencia histrica de todo individuo agente de prcticas sociales: puesto que las relaciones sociales de produccin y de reproduccin comprenden necesariamente, como parte integrante, lo que Lenin llama las relaciones sociales [jurdico-] ideolgicas, que para funcionar imponen a todo individuo agente la forma de sujeto. (Althusser 1973: 93, ver Pcheux 1975: 148 n.). La otra transformacin terminolgica de importancia la propone el propio Pcheux al hablar de las formaciones ideolgicas y de las formaciones discursivas como una de las condiciones de la reproduccin/transformacin de las relaciones de produccin (Pcheux 1975: 127).6 En el trabajo de Pecheux encontramos ambos aspectos conjugados. En efecto, Pcheux elabora los rudimentos de una teora no subjetivista de la subjetividad por medio de una conceptualizacin de la forma sujeto de discurso. Pierre Macherey sostuvo, en un escrito temprano, que toda ciencia es ciencia de una ideologa (ver Macherey 2011, ver tambin Herbert 1968), es decir, que una ciencia existe como un trabajo de elaboracin conceptual realizado sobre determinada ideologa terica. La clave de esta frmula radica en comprender que la ideologa no es mera ilusin, sino el lugar donde la necesidad real se hace sentir, bien que bajo la forma de una evidencia que la oculta. Lo que esto implica es que bajo la forma de las evidencias ideolgicas y de la forma-sujeto con la que esas evidencias hacen sistema la necesidad es padecida ciegamente. Sin embargo, con el conocimiento cientfico, la necesidad ciega de lo real no es pensada por un sujeto, un imposible sujeto de la ciencia (un sujeto no ideolgico), sino que llega a ser pensada por medio de un trabajo que se realiza en y sobre la forma-sujeto. Como dira Pcheux, el proceso sin sujeto del conocimiento cientfico nunca adopta la forma estabilizada de un discurso cientfico. La necesidad real se hace presente como un trabajo, en rigor infinito, sobre la forma sujeto del discurso de una ideologa terica. Veamos entonces de qu se trata el trabajo de Pcheux, es decir, sobre qu ideologa terica opera. En Les Vrits de La Palice, Pcheux retorna dos veces sobre la cita de Althusser sobre las evidencias del lenguaje como evidencias ideolgicas (ver Pcheux 1975: 30, 137). Ms an, su programa de trabajo parece haber estado

    6 La otra condicin son las determinaciones econmicas realizadas en el interior de produccin econmica.

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  • definido desde sus primeros trabajos de 1966 y 1968 aparecidos bajo el pseudnimo Thomas Herbert, dnde se analizaba la manera en que las ciencias humanas funcionaron en la primera mitad del siglo XX como un obstculo para el desarrollo del materialismo histrico y para el desarrollo de una teora general de las ideologas que conjugue los resultados del marxismo, la lingstica y el psicoanlisis. Las ciencias humanas, al constituirse como discursos de un tipo impuro, en parte tcnicas de adaptacin de los individuos a las ideologas y en parte ideologas tericas, disputaron con el marxismo, tanto polticamente, produciendo tcnicas de adaptacin social, como a nivel terico, dotndose de un barniz de cientificidad mediante el uso recurrente de tcnicas y mediciones, sin desarrollar empero el trabajo de elaboracin conceptual que caracteriza a la constitucin de una ciencia por medio de una ruptura epistemolgica. El examen de los presupuestos tericos de las ciencias humanas nos provee, entonces, una teora ideolgica de las ideologas organizada bsicamente sobre dos ejes. Por un lado, un eje centrado en la concepcin del hombre como un animal ecolgico que organiza su medio etiquetndolo en funcin de sus necesidades y tensiones vitales, como si hubiera una relacin natural entre el organismo humano y su entorno, de la que el lenguaje sera una manifestacin. Se trata de una ideologa de la relacin hombre-mundo que postula una gnesis de lo simblico a partir de lo biolgico, como un trnsito progresivo dominado por el concepto biolgico de necesidad. Por otro lado, las ciencias sociales operan con una ideologa terica de las relaciones hombre-hombre donde ste aparece como un animal social, es decir, como el animal dotado de lenguaje que se controla a s mismo por medio del lenguaje (1968: 80) Enfatizamos aqu animal, porque pone de manifiesto la profunda sintona que une a las dos formas que toman las presuposiciones de la ideologa terica de las ciencias humanas, y tambin porque pone de manifiesto algunas de las dificultades de la nocin de individuo (el organismo biolgico, en tanto que no es divisible, es una de las figuras paradigmticas de la individualidad) como lnea de inclinacin que lleva a generar una zona permeable a la ideologa, aunque la expresin aparezca en un sintagma complejo como el de las formas histricas de existencia de la individualidad. En otros trminos, lo que las ideologas tericas de las ciencias humanas y sociales ocultan, bajo un conjunto de evidencias es la dimensin del orden significante tal como ha sido estudiada por Lacan: que es la relacin significante-significante (relacin

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  • horizontal, metafrica) la que funda el efecto de realidad, la relacin significante-significado (literalidad), lo que abre la brecha para poder pensar la manera en la que el significante puede intervenir en la construccin del efecto de sociedad, ya que si el hombre es pensado como el animal que se comunica con sus semejantes, no se comprender porqu las disimetras, las desemejanzas entre los agentes del sistema de produccin, se aseguran a travs de la forma general del discurso (1968: 81). En otros trminos, si se entiende al efecto de sociedad como el resultado de la comunicacin intersubjetiva, resulta imposible enunciar la causalidad que produce las funciones sociales del lenguaje. Ahora bien, el trabajo realizado por Pcheux con el pseudnimo Thomas Herbert tiene a nuestro entender un valor muy destacable. Por un lado, discierne en la obra de Lacan un elemento de ruptura para abordar los problemas ideolgicos que suscita la intervencin del lenguaje en los procesos ideolgicos. En este sentido, contina el trabajo que puede leerse en textos de Althusser como Freud y Lacan o en las lecciones sobre Psicoanlisis y ciencias humanas. Pero no se trata de la mera importacin de conceptos de otra disciplina, los mismos estn sometidos a una transformacin al colocarlos en el seno de una interrogacin que les es ajena: cmo contribuye el discurso, produciendo evidencias, a la reproduccin-transformacin de las relaciones de produccin?7 Esta es la pregunta a partir de la cual la relacin entre inconciente e ideologa, recuperada a propsito del reconocimiento de Freud de que el inconciente es eterno, al mismo ttulo que es eterna la ideologa (Althusser 1988: 42; ver tambin Herbert 1968 y Pcheux 1975: 239), puede comenzar a ser pensada. Al mismo tiempo, la pregunta es todava abstracta en relacin a los mecanismos por medio de los cuales los efectos de conocimiento ideolgico son producidos. Sin esta precisin, las afirmaciones acerca de la causalidad que produce las funciones sociales del lenguaje no deja de ser una indicacin valiosa. La tarea de un anlisis articulado de este mecanismo es acometida en Les Vrits de La Palice. Les Vrits de La Palice es de principio a fin una toma de posicin frente a la semntica. La semntica contempornea aparece

    7 Los prrafos finales de Freud y Lacan de Althusser son un ejemplo incipiente de esta estrategia de articulacin entre marxismo y psicoanlisis. Por nuestra parte, hemos credo que el trabajo del segundo Wittgenstein se presta a una articulacin provechosa con el materialismo histrico, ver Karczmarczyk 2013.

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  • en la interseccin entre la lingistica y la lgica, es decir, en un contexto que hace presumir que se trata de una disciplina cientfica. Sin embargo, el menor examen de el campo de la semntica, de su problemtica, revela que la misma est atravesada por un conjunto de evidencias que provienen de la filosofa, arrastrando un conjunto de problemas relacionados con el problema de la universalidad del lenguaje, el problema de un lenguaje ideal y de la relacin entre determinacin (nominalizacin) y explicacin (predicacin), que son abordados en trminos que remiten a una problemtica filosfica con fuertes vnculos con los problemas abordados en la teora del conocimiento y la ontologa (esencia-fenmeno, sustancia-accidente). En esta medida, la semntica es el nudo de la lingstica y la lgica, en el sentido de constituir el eslabn ms evidente, pero tambin su punto ms dbil. La semntica, debido a sus fuertes vnculos con la tradicin filosfica, es el lugar en el que la lingstica se relaciona, de una manera a la vez prxima y distante, es decir, como un obstculo epistemolgico, con el materialismo histrico que rompe con dicha tradicin, o ms precisamente con una teora materialista de las condiciones ideolgicas de la reproduccin de las relaciones de produccin. La semntica es el efecto de un encargo social que la lingsitica recibe sin poder responder al mismo en trminos cientficos, porque el encargo localiza su objeto en un territorio que est ms all de los conceptos que le permitieron constituirse como disciplina cientfica, provocando una suerte de retorno a la prehistoria de la lingstica, una vuelta a aquello de lo que sta tuvo que separarse para constituirse como ciencia: un retorno a la oposicin lgica/retrica y existencia de la lengua/uso de la lengua (Yturbe 1976: 251), de all la reaparicin de la filosofa del lenguaje (semntica filosfica) que trata de solucionar la dicotoma lengua/habla como oposicin entre teora del conocimiento y retrica (Yturbe 1976: 252).8 En particular, Pcheux logra mostrar, por una parte, que la semntica enmascara la diferencia entre ciencia e ideologa, proporcionando o reforzando las evidencias con las que la teora del conocimiento y las distintas epistemologas o filosofas de la ciencia ligadas a ella simulan la diferencia entre ciencia e ideologa reproduciendo esta distincin en el interior de la ideologa. Para la teora del conocimiento el conocimiento implica el desplazamiento

    8 La semntica guarda con la lingstica una relacin anloga a la que las ideologas tericas vinculadas a la biologa guardan con los conceptos cientficos de esta disciplina. Ver Fichant y Pcheux 1975: 43.

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  • desde la posicin de sujeto individual, histrico y contingente, a la posicin de sujeto universal, universal y necesario, que sera la posicin del sujeto del conocimiento cientfico. Por otra parte, en un movimiento solidario con el anterior, la semntica enmascara el registro de lo poltico como una dimensin constitutiva de lo social (la lucha de clases), para relegarlo al dominio de las formas con las que la burguesa piensa la prctica poltica: la fantasa de una administracin de la poltica, la poltica como tcnica, por una parte, y por la otra, la poltica como produccin de conviccin, es decir, poltica como una forma de manejo hbil, de maniobra, la poltica como retrica. Pcheux encuentra en la semntica un conjunto de evidencias que configuran una ideologa terica semejante a la descubierta en los presupuestos de las ciencias humanas. Las evidencias de la semntica atraviesan los distintas tendencias de la lingstica contempornea (formalismo, lingstica histrica y teora de la enunciacin) e incluso llegan a ejercer su influencia en el interior del marxismo (ver la crtica de Pcheux a Schaff en 1975: 15-16; 27). Pcheux designa a las evidencias de la semntica del siguiente modo: ...las palabras comunican un sentido, () [hay que] distinguir entre personas y cosas, entre subjetividad y objetividad, entre lo emocional y lo cognitivo (1975: 27, ver tambin 15-16 y 227). Como l mismo lo seala, la semntica est dominada por una problemtica filosfica: la del subjetivismo moderno. Dicha problemtica produce los trminos subjetivo y objetivo como trminos irreconciliables, mediante posiciones alternativas que remiten la una a la otra de manera circular. Las posiciones del subjetivismo moderno se recuestan sobre uno de los polos de la dupla objetivo-subjetivo, as, el realismo metafsico, de corte racionalista, acaba produciendo una teora universal de las ideas y los objetos, recostndose sobre el lado objetivo, lgico (la certeza objetiva), mientras que su antagonista, el idealismo empirista, se recuesta sobre la certeza subjetiva, sobre el polo subjetivo y retrico, para proponer un procedimiento administrativo de la certeza subjetiva para construir al mundo como un efecto de su modo de representacin. La oposicin entre Frege y Russell es ilustrativa de este dilema. En un caso tanto como el otro, la posibilidad de un discurso sobre la historia, las masas o la clase trabajadora queda bloqueado, es reducido al dominio de la ficcin, es decir, relegado entre los efectos retricos del lenguaje. Si bien los efectos ideolgicos de la semntica

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  • pueden diferenciarse en epistemolgicos y polticos, es importante tener en cuenta que se trata slo de manera meramente analtica, porque, en rigor, ambos efectos estn intrnsecamente entrelazados. La semntica se orienta a ocultar la diferencia entre el efecto de desconocimiento ideolgico y el conocimiento cientfico y a producir una nocin de lo poltico en sintona con la prctica poltica burguesa, segn lo comentamos ms arriba. Como Pcheux lo muestra a propsito de Frege, al haber definido su posicin realista como la negacin de un subjetivismo abstracto, el pensador alemn obtuvo como resultado una teora universal de las ideas y los objetos, presentando a esta ontologa como una condicin necesaria del sentido y la referencia de los nombres y los enunciados. Dicho en otros trminos, la posicin fregeana, en virtud de definirse por oposicin a una posicin ideolgica, una variante del subjetivismo solipsista que reduca la objetividad del mundo a un acto arbitrario de fe, y a causa de desconsiderar las ciencias histricamente constituidas o en vas de constitucin que trabajan sobre las evidencias que le conciernen, se ve arrastrada a realizar un tratamiento homogneo de todos los seres (incluida la moral y las instituciones sociales) y tambin a un tratamiento homogneo de la necesidad (analogando las leyes cientficas y las leyes jurdicas). La semntica, que lidia de manera persistente con los fenmenos de la intensionalidad de las expresiones, es decir, fenmenos del orden de la inestabilidad referencial y de la indeterminacin del sentido, se propone resolver estos problemas en trminos de una teora de la referencia y del sentido en el marco de un universo pensado como un conjunto de actos, hechos u objetos, desconociendo la diferencia entre conocimiento cientfico e ideologa, es decir, proponiendo una solucin que se aplicara de manera homognea a las ciencias constitudas y a la prctica jurdica, el lenguaje ordinario, etc. Examinemos la cuestin con un poco ms de detalle: los problemas de la semntica (inestabilidad referencial e indeterminacin del sentido) se presentan, por un lado, en relacin a ciertas construcciones nominales, como El que muri en la cruz para salvar el mundo, que aparentemente seleccionan un individuo y slo uno, y que parecen por ello entraar la existencia de su referente. Por otra parte, Frege reconoce que, por ejemplo, las expresiones condicionales expresan usualmente, adems de los pensamientos contenidos en el antecedente y en el consecuente, otros pensamientos

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  • que condicionan la sustitucin salva veritae de una proposicin por otra en el marco de las mismas. Por ejemplo, un enunciado condicional como Napolen que reconoci el peligro que amenazaba su flanco derecho, condujo l mismo a sus guardias contra la posicin enemiga (ver Pcheux 1975: 100) expresa dos pensamientos. Sin embargo, Frege reconoce que usualmente este enunciado est asociado a otros pensamientos, por ejemplo, que el reconocimiento del peligro fue la razn de Napoln para conducir a sus guardias contra la posicin enemiga. Este pensamiento asociado debera incluirse entonces en el sentido de la proposicin. Sin embargo, si la asociacin fuera otra, si se creyera que Napolon tom la decisin de antemano, el pensamiento anterior no formara parte de la proposicin y la misma expresara una mera correlacin. Un condicional podra entenderse, entonces, como una correlacin contingente (extensionalmente) o bien expresando una relacin necesaria (intensionalmente). Frege se inclinar, en ltimo trmino por la interpretacin contingente de los condicionales, para lo cual se ve forzado a caracterizar estas asociaciones de pensamientos como un fastidioso hbito propio del lenguaje natural, de naturaleza psicolgica, considerndolo como una dificultad que no se presentara en un lenguaje lgico estricto, donde a cada nombre le correspondera un objeto. En virtud de esta solucin, Frege considera que expresiones prima facie referenciales, como voluntad del pueblo, en la medida en que no pueden construirse como un agregado a partir de entidades de base (individuos) son por ello ficciones, objetos de apreciacin subjetiva, lo que las deja, en rigor, fuera del dominio de la semntica, colocndolas en el campo de la retrica, de los efectos que las expresiones con sentido referencial tienen sobre los hablantes. Desechado en un lenguaje lgico perfecto el fastidioso hbito de los hablantes de las lenguas naturales (asociar pensamientos cuya consideracin parece modificar el sentido de las expresiones o suponer la existencia del referente frente a ciertas construcciones gramaticales), Frege se atiene a la exigencia de que el sentido de las expresiones debe estar completamente determinado. La reflexin de Frege se inserta en una tradicin de la reflexin semntica, que ya desde los lgicos de la escuela de Port Royal, en el siglo XVII, distinguan entre comprensin y extensin de un trmino, es decir, entre lo que un termino da a pensar, lo que configura su incidencia sobre el pensamiento, y el recorte que el mismo realiza en

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  • la realidad, la restriccin que realiza en el plano del ser, para determinar as su mbito de aplicacin. La reflexin fregueana es importante porque toma partido en contra del empirismo psicologista, para el que no hay pensamiento posible que no sea mi pensamiento, que no sea personal, lo que le permite a Pcheux hablar de el materialismo de Frege. Sin embargo, Frege realiza su toma de partido dentro de unos lmites muy estrictos, lo que permite sostener que la oposicin de Frege al empirismo psicologista es interior a la problemtica en la que se desenvuelve esta posicin. Frege se enfrenta a los desajustes del funcionamiento de los nombres propios en un lenguaje natural, problema que designa como presuposicin de existencia. La presuposicin de existencia asociada al nombre propio ocurre en el momento en el que el lenguaje parece funcionar de manera vertical, entablando una relacin con el ser (relacin nombre-cosa, relacin significante-significado). La relacin entre el lenguaje y el ser ha sido pensada en el mbito de la semntica en trminos de determinacin o restriccin: El hombre que canta determina o restringe las entidades alcanzadas por la expresin. Sin embargo, el nombre propio no tiene ninguna determinacin que se le aplique (ver Pcheux 1975: 89) debido a que el nombre propio surge (debe pensarse) como resultado la operacin de determinacin llevada al lmite. La agramaticalidad de una expresin como El Pedro que est pelado... es la condicin absoluta para que Pedro sea un nombre propio. Esta condicin es confirmada por las reflexiones que hacen lugar a la misma, como aquellas inspiradas en Leibniz, ya que estas se ven obligadas a intervenir en la ontologa (mundos posibles) para poder convertir a esta expresin en un enunciado explicativo, que nos indica de qu individuo hablamos y en cul mundo posible se halla situado. La exclusin de la determinacin es la condicin para que el nombre propio designe a un particular entero, en su integridad, sin que puedan distinguirse gneros y especies en el interior del mismo. En virtud de ello, los lgicos de Port Royal crean que las proposiciones singulares, como Luis XVII ha tomado La Rochelle deban aproximarse ms a las proposiciones universales que a las particulares, porque en ellas el sujeto, al ser singular, es tomado necesariamente en toda su extensin, lo que constituye la esencia de una proposicin universal en contraste con la particular (Arnauld et Nicole, Logique ou lart de penser, citado por Pcheux 1975: 91n.). El nombre propio parece aprehender en su totalidad el objeto que designa, de all la presuposicin de existencia, el efecto de

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  • lo preconstruido que hace que parezca que con la designacin viene incluido el objeto. Sin embargo, la exclusin de la posibilidad de formar una determinativa restrictiva que se aplique a un nombre propio, hace forzoso que haya nombres comunes. La designacin por un nombre propio implica que lo mismo pueda ser designado por medio de una parfrasis, por ejemplo: Berln es La ciudad capital de Alemania (El N que VN) o bien La capital de Alemania (El VN). Puesto que los nombres funcionan en correlacin con parfrasis, en trminos de pronombres o de pronombres demostrativos (Esa ciudad es la capital de Alemania; Esta es la capital de Alemania), el proceso discursivo articula de manera sistemtica una serie de expresiones que hace que el pronombre demostrativo aparezca como el primer nombre propio, o incluso como el nico nombre genuino (Russell), cuyo centro sera una expresin como Yo veo esto, que por una serie de articulaciones pondra en serie continua un movimiento que va desde lo concreto a los abstracto, de la situacin a las propiedades, de la representacin al concepto, por medio de la identificacin del sujeto con sus alter egos (Si estuviera donde t ests vera..., Esto de lo que t me has dicho que...; Esto de lo que se dice/se sabe que...). Este movimiento de lo concreto a lo abstracto, de la situacin a las propiedades, propio de la ideologa, que la semntica no hace ms que replicar, encuentra su fundamento en la primera persona, de manera que la unicidad del objeto depende de la identificacin del sujeto para s mismo. Yo veo esto, donde esto es lo que ve el que habla, sera entonces la tautologa sobre la que reposa la identificacin perceptiva e inteligible del objeto: El que habla ve lo que se ve, en el momento en el que habla, desde la perspectiva del que habla. Esta tautologa es la garanta, a todas luces circular, que la semntica ofrece para su ontologa bsica, la evidencia ideolgica fundante, que presenta la relacin hombre-mundo en trminos de personas y cosas, cuya funcin de obstculo epistemolgico ya hemos examinado. El mismo mecanismo gramatical que produce determinacin, produce indeterminacin, asociada al funcionamiento conceptual del lenguaje. El que descubri la rbita elptica de los planetas... comparte la forma sintctica con El que reconoci la rbita elptica... (El N que VN). La indeterminacin produce el vaciamiento del objeto una funcin. Frege, al ocuparse de este fenmeno, lo entendi en trminos de la generalidad de una ley, considerando que

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  • hay un funcionamiento de las hiptesis y el condicional que valdra de manera semejante en cualquier dominio, del mismo modo en el dominio jurdico, en el cotidiano y en el dominio cientfico (ver Pcheux 1975: 96 y 97). Habra, en consecuencia en la base de todo pensamiento, una forma general, Todo lo que es A es B, por ejemplo, El hielo, flota en el agua. Esta inferencia estara sostenida por la evocacin lateral del un pensamiento: El hielo tiene un peso especfico menor al del agua que articula las proposiciones que componen el enunciado condicional, que a su vez podra articularse y sostenerse por medio de la evocacin de otro pensamiento lateral: Los objetos de un peso especfico menor al de un medio lquido, flotan en el mismo. En otros trminos, Frege se vi forzado a entender las oraciones condicionales o hipotticas segn el modelo de un condicional material, es decir, en trminos de lo que puede elucidarse extensionalmente, eliminando cualquier interferencia subjetiva y atendiendo slo al polo de los objetos. De esta manera, pudo relegar la inestabilidad referencial al carcter de un efecto de superficie que no se registra en el fondo del asunto. En buena medida, lo empuja a ello una concepcin ideolgica de la subjetividad con la que no quiere comprometerse (la del empirismo psicologista), aunque para eludir este compromiso se ve arrojado a desarrollar una concepcin universal de la objetividad y de la necesidad, independiente de las disciplinas cientficas, ms general todava que stas, a las que servira de fundamento. Frege no puede ver en los fenmenos de la intensionalidad e inestabilidad referencial con los que se topa el ndice de una forma de necesidad novedosa. Al contrario, tiende a pensarlos como un accidente no sistemtico, tomando como modelo para todo el dominio del lenguaje a la relativa independizacin de los contextos y estabilizacin de la referencia propia de los procesos discursivos de la ciencia, como si fueran la regla que cabe encontrar en el fondo de otros procesos discursivos (jurdicos, de la vida cotidiana), cuando en realidad son casos excepcionales. Por el contrario Pcheux toma el camino de reconocer que la dependencia del sentido en relacin a la asociacin entre expresiones es la norma y no la excepcin, o en otros trminos, de hacer de lo que en el marco de la representacin fregueano apareca como una excepcin, la regla de un orden diferente: a dicho orden lo denomina proceso discursivo.9 Ahora bien, convertir en regla lo que en el marco

    9 Segn Pcheux el proceso discursivo es: el sistema de las relaciones de sustitucin, parfrasis,

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  • del pensamiento fregueano constituye una excepcin exige realizar una operacin que no slo transforma los conceptos fregueanos, el cuerno objetivista del dilema, sino tambin el cuerno subjetivista: exige transformar la problemtica. El concepto de discurso, concebido como el dominio en el cual la asociacin de las expresiones es el mecanismo mediante el cual se constituye el sentido, implica otorgar un valor constitutivo a las metforas y metonimias, o en otros trminos, implica reconocerle una eficacia material a lo imaginario. Lo imaginario aparece entonces, no como lo ilusorio que contrasta con lo real, en el modo en el que contrastaban los trminos asociados a la retrica en la problemtica del subjetivismo moderno (lo psicolgico o lo potico como figuras de lo irreal), sino como una dimensin de lo real dotada de eficacia material. Dicho en otros trminos, se requiere avanzar en el sentido de una teora materialista, es decir, no-subjetivista, de la subjetividad. Slo enfrentando una concepcin idealista de la ideologa, que la entiende a) como asunto de ideas y b) como teniendo su fuente o causa en los sujetos (y no a los sujetos como efectos de la ideologa) (ver Pcheux 1975: 118) podremos reconocer las condiciones ideolgicas de la reproduccin transformacin de las condiciones ideolgicas de la reproduccin de las relaciones de produccin en su carcter material y contradictorio, es decir, comprender que los Aparatos Ideolgicos de Estado (AIE) son tanto el lugar como el medio de realizacin de la dominacin de la ideologa dominante. Esto implica que las clases no tienen ideologa antes de la lucha, puesto que tal cosa nos volvera a remitir a lo social como espacio neutro en el que en un momento posterior adviene la lucha. Por el contrario, las clases configuran su ideologa mediante su toma de posicin en la propia lucha. La dominacin de la ideologa dominante no se ejerce mediante la irradiacin de un contenido, lo que hara de los AIE un instrumento para la propagacin de una visin de clase previamente existente, sino que, podramos decir, se ejerce de manera conflictiva, por el hecho de que las divisiones de la ideologa en distintas regiones sean tales o cules (lo que implica objetos ideolgicos diversos, que incluyen sus modos de uso y constituyen prcticas de clase) con relaciones de subordinacin y contradiccin entre las mismas. Una teora materialista de la ideologa que incluya una teora materialista de la subjetividad es la nica va que permite comprender que la dominacin de la ideologa

    sinnimias, etc, que funcionan entre los elementos lingsticos -los significantes- en una formacin discursiva dada. (1975: 146).

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  • dominante se ejerce de manera contradictoria, no mediante una imposible supresin de la lucha de clases en su mbito (como viene sugerido si pensamos la diferencia entre Aparatos Represivos de Estado y aparatos ideolgicos de estado en trminos de la distincin idealista entre fuerza y consenso, ver Montag 2013), sino imponindose en la lucha ideolgica, es decir, inclinando la distribucin de la relacin imaginaria a su favor, orientndola a la reproduccin de las relaciones de produccin. Este es el sentido en el cual la lucha de clases es la historia en su materialidad y en su objetividad, no algo que viene despus, en un segundo momento. La materia prima de la ciencia de la historia, del materialismo histrico, es una ideologa terica de las relaciones sociales, esto es, esta materia prima no es una objetividad neutra, sino un elemento central de la reproduccin de dichas relaciones sociales, una manifestacin de la necesidad de lo real bajo la forma de la necesidad ciega. Esta ideologa terica es ya, aunque lo sea bajo la forma de la denegacin, una toma de posicin poltica que domina, subordina, relega otras tomas de posicin contrapuestas. En este sentido, la ciencia de la historia no puede existir sin una toma de posicin a favor de la objetividad cientfica que es intextricable de una toma de posicin poltica. El objeto de la lucha de clases es, entonces, la propia divisin de la ideologa en regiones (en los distintos AIE) y las relaciones de desigualdad y subordinacin entre los mismos (ver Pcheux 1975: 132). La lucha poltica de clases no es un proceso secundario (subjetivo, ilusorio, en el sentido de irreal, inesencial) que tomara a la sociedad como su terreno, sino que, por el contrario, es un proceso objetivo, en el sentido de ser un proceso constitutivo ineliminable (lo que no significa que sea el nico) de una formacin econmico social. En este punto preciso las observaciones de Pcheux hacen jugar conjuntamente el trabajo de Althusser sobre la ideologa como interpelacin de los individuos en sujetos con los rudimentos de una teora del discurso que habilit la transformacin conceptual de la problemtica en la que se inscriba la ideologa terica fregueana. La constitucin del sentido y la del sujeto coinciden en la figura clave de la interpelacin. En la interpelacin ideolgica hay un crculo: el hecho de que los no sujetos (individuos) son llamados a existir como sujetos en un proceso que tiene como consecuencia retroactiva la constitucin de un sujeto que se piensa como principio de s mismo. En particular, los

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  • efectos retroactivos se manifiestan en dos direcciones; por un lado, la de la evidencia de la anterioridad y exterioridad del objeto del discurso mediante el efecto de lo preconstruido, asociado a la determinacin que forma el nombre propio y los particulares egocntricos (yo-aqu-ahora) y bajo la forma del efecto de sostn, que produce la evidencia de la anterioridad y la independencia del sentido en relacin al discurso, fenmeno asociado al fenmeno de la explicacin-articulacin de enunciados. Pcheux intenta mostrar que el efecto de lo preconstruido constituye al sujeto en su relacin con la realidad (lo que le es dado a ver, sentir o experimentar), mientras que la articulacin constituye al sujeto en su relacin con el sentido. En un artculo apenas anterior a Les Verits de La Palice, Pcheux haba distinguido entre dos formas de olvido que remiten a la distincin entre lo preconsciente (olvido n 2) y lo inconciente (olvido n 1) (Pcheux y Fuchs 1978). La forma sujeto de discurso oculta el olvido n 1, propiamente inconciente, que tiene por objeto la red de reformulaciones parafrsticas en las que se constituyen las asimetras en la relacin imaginaria de los individuos con sus condiciones de existencia en tanto sujetos, es decir, con las relaciones de produccin. Pero lo caracterstico de la forma sujeto del discurso no es slo este desconocimiento, que cabra llamar constitutivo, sino el hecho de ocultar esta dimensin por medio del imaginario lingstico, es decir, por medio de las evidencias lexicales y las reformulaciones y parfrasis que las mismas habilitan (Berln = La capital de Alemania) bajo la apariencia de un simple efecto de las propiedades lexicales (la evidencia de que una palabra posee un sentido que se puede explicar, de la que hablaba Althusser).10 En una serie de observaciones luminosas, Pcheux establece que los efectos de sentido no pueden derivarse de la base lingstica, es decir, de la lengua, sino que se derivan de los procesos discursivos

    10 Si bien la identificacin imaginaria del sujeto remite a la zona de olvido n 2, de carcter preconciente, a la que ya hemos hecho referencia, la interpelacin ideolgica no se reduce a la identificacin imaginaria, de la misma manera en que lo preconciente se encuentra afectado por lo inconciente, en tanto que lo inconciente afecta a las representaciones preconcientes, la zona de olvido n 2 est afectada por la zona de olvido n 1. La presentacin puede hacer pensar en dos zonas autnomas una frente a la otra, sin embargo, de acuerdo a nuestro autor: lo preconciente caracteriza a la retomada (reprise) de una representacin verbal por el proceso primario (inconsciente) dando como resultado la formacin de una nueva representacin que aparece concientemente ligada a la primera, aunque su articulacin real con aquella permanezca inconciente (Pcheux 1975: 161). Es decir, la discursividad restituye el vnculo entre las dos representaciones verbales en cuestin, ubicndolas en la misma formacin discursiva (donde una puede remitir a la otra por parfrasis o por metonimia). Ver el final de esta seccin.

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  • que se desarrollan a partir de esta base. De esta manera, el elemento dominante del pensamiento pasa a estar colocado en el exterior del pensamiento, que es la forma que la tesis materialista de la primaca del ser sobre el pensamiento toma en la teora del discurso. El sentido est determinado por el interdiscurso, o ms precisamente, est determinado por alguna regin del interdiscurso.11 La influencia de Lacan vuelve a hacerse sentir en este terreno. Pcheux retoma la formula de Lacan: el significante es lo que representa al sujeto para otro significante (Pcheux 1975: 241). Junto a la misma, Pcheux construye otra frmula, anloga, el sentido es siempre una palabra, una expresin o una proposicin para alguna otra palabra, otra expresin o proposicin (Pcheux 1975: 241-42), con la que busca indicar la metfora es constitutiva del sentido, aunque slo en la medida en que la misma no est predeterminada por las propiedades de la lengua, esto es, en que se reconozca a la articulacin efectiva una eficacia que rebasa las virtualidades de la lengua. El sentido no existe ms que en las relaciones de metfora (sustitucin, parfrasis, etc.) de una formacin discursiva. A partir de la frmula pecheuxiana podemos leer la frmula lacaniana un significante representa al sujeto para otro significante destacando el para donde se concentran las dificultades de esta expresin terica y el desacople entre una frmula y otra. En la frmula pecheuxiana para puede leerse como un partitivo (de cada, para cada). E