de la serna transformación laboral

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La transformacin deL mundo deL trabajo

carlos a. La serna

La Coleccin Becas de Investigacin es el resultado de una iniciativa dirigida a la promocin y difusin de los trabajos de los/as investigadores/as de Amrica Latina y el Caribe que CLACSO impulsa a travs del Programa Regional de Becas. Este libro presenta la investigacin que el autor realiz en el marco del Concurso de proyectos para investigadores de nivel superior Transformaciones en el mundo del trabajo: efectos socio-econmicos y culturales en Amrica Latina y el Caribe organizado por el Programa Regional de Becas de CLACSO con el apoyo de la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional, Asdi.

La Serna, Carlos La transformacin del mundo del trabajo; representaciones, prcticas e identidades. - 1a ed. - Buenos Aires : Fundacin Centro de Integracin, Comunicacin, Cultura y Sociedad - CICCUS; Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - CLACSO, 2010. 352 p. ; 23x16 cm. ISBN 978-987-1599-08-0 1. Mercado Laboral. 2. Economa Social. I. Ttulo CDD 331

Otros descriptores asignados por la Biblioteca Virtual de CLACSO: Trabajo / Identidades laborales / Organizacin del trabajo / Integracin socio-laboral / Reforma econmica / Reforma del Estado / Subjetividad / Economa social / Orden social / Argentina

La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artculos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusivamente a los autores firmantes, y su publicacin no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretara Ejecutiva de CLACSO.

Coleccin Becas de Investigacin

La transformacin deL mundo deL trabajorepresentaciones, prcticas e identidadescarlos a. La serna

Editor Responsable Emir Sader, Secretario Ejecutivo Coordinador Acadmico Pablo Gentili, Secretario Ejecutivo Adjunto Coleccin Becas de Investigacin Directora de la Coleccin Bettina Levy, Coordinadora del Programa Regional de Becas Asistentes Natalia Gianatelli - Luciana Lartigue - Magdalena Rauch Revisin tcnica de textos Ernesto Funes rea de Produccin Editorial y Contenidos Web de CLACSO Responsable editorial Lucas Sablich Director de arte Marcelo Giardino Responsable de contenidos web Juan Acerbi Webmaster Sebastin Higa Logstica Silvio Nioi Varg Produccin Santngelo Diseo Arte de tapa Diseo de Miguel A. Santngelo. Fotografa de dominio pblico de Ryan Lawler Impresin A.B.R.N. Producciones Grficas S.R.L. Primera edicin La transformacin del mundo del trabajo. Representaciones, prcticas e identidades ISBN 978-987-1599-08-0 Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Queda hecho el depsito que establece la Ley 11723. CLACSO Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - Conselho Latino-americano de Cincias Sociais Av. Callao 875 | Piso 5 | C1023AAB Ciudad de Buenos Aires | Argentina Tel. [54 11] 4811 6588 | Fax [54 11] 4812 8459 | | Patrocinado por la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informtico, ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio electrnico, mecnico, fotocopia u otros mtodos, sin el permiso previo del editor. Este libro est disponible en texto completo en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO

Director editorial: Juan Carlos Manoukian Consejo editorial: Mariano Garreta, Susana Ferraris, Violeta Manoukian, Hctor Olmos Produccin: Cecilia Camporeale, Toms Manoukian Comunicacin: Ignacio Snchez Durn Administracin y logstica: Eliana Fiorito, Ariel Schafran Ediciones CICCUS | Bartolom Mitre 4257 PB 3 | C1201ABC Ciudad de Buenos Aires | Argentina Tel. [54 11] 4981 6318 | [email protected] | www.ciccus.org.ar

ndice

introduccin

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Primera Parte teora y contexto i. sometimiento, intelectualidad de masas, reflexividad Las desencontradas pticas en torno a una caracterizacin de la subjetividad post-salariada Hacia una perspectiva analtica de sntesis El debate acerca de las identidades post-salariadas Algunos apuntes no conclusivos ii. notas acerca de las mutaciones en el campo del trabajo y las identidades Trabajo e identidad negativa en la Antigedad La identidad cortesana de la modernidad prerrevolucionaria La identidad proletaria del liberalismo industrial La identidad homo faber salariada

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iii. La singularidad nacional en la transformacin de las identidades laborales Las identidades proletarias. Entre utopas y realidades La expansin de una identidad obrera plural Del pluralismo al peronismo. Las identidades salariadas La lenta y radicalizada crisis del salariado La diversidad post-salariada del mundo del trabajo La suerte de las nuevas identidades laborales en una economa en crecimiento

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segunda Parte biografas, identidades y Personajes deL mundo deL trabajo notas adicionales sobre el estudio de las identidades i. Las identidades salariadas Trayectorias, representaciones y prcticas Horizonte vital, personaje e identidad laboral salariada ii. Las identidades inmateriales Trayectorias, representaciones y prcticas Horizonte vital, personaje e identidad laboral inmaterial iii. Las identidades asociativas Trayectorias, representaciones y prcticas Horizonte vital, personaje e identidad laboral asociativa iV. Los trabajadores burocrticos Trayectorias, representaciones y prcticas Horizonte vital, personaje e identidad laboral burocrtica V. Las identidades de la asistencia Trayectorias, representaciones y prcticas Horizonte vital, personaje e identidad laboral de la asistencia Vi. Las identidades desafiliadas Trayectorias, representaciones y prcticas Horizonte vital, personaje e identidad laboral desafiliada | | 95 99

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Vii. La geografa identitaria post-salariada. sntesis y tesis La transformacin de las identidades salariadas La crtica identidad del trabajador inmaterial Las tensiones de la identidad asociativa Las identidades burocrticas: las primeras inmateriales? Las identidades de la asistencia Cun desafiliada es la identidad desafiliada? conclusiones De la homogeneidad salariada a la diversidad identitaria: la cuestin del reconocimiento bibliografa

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introduccin

El trabajo constituyE desde la modernidad una precondicin para la integracin social de los sujetos. sin embargo, no siempre asumi la forma dominante que lo caracteriz en las sociedades posrevolucionarias, ni tuvo siempre, en ellas, las mismas caractersticas. no podemos dejar de recordar en este sentido la compleja secuencia que lleva desde el artesanado hasta el trabajador precarizado y excluido del presente, pasando por el trabajo a domicilio, la manufactura, el proletariado, el salariado1. todas estas fases comportaron y comportan una significacin social sobre el trabajo, un sentido subjetivo sobre el mismo, una relacin social y econmica singular. la transformacin del trabajo da cuenta, como quiz ninguna otra institucin de la modernidad, de los procesos polticos, econmicos y culturales que la contextualizan. Es el resultado, y en ocasiones tambin la causa, de cambios en los derechos civiles y polticos, y en las formas de ejercerlos y promoverlos; de transformaciones tecnolgicas a veces bruscas en los procesos productivos, y en el funcionamiento de los mercados; de mutaciones en las capacidades y modalidades de interpretacin individual y social sobre la realidad. El Estado ha jugado1 los trminos asalariado/a y salariado/a categora esta ltima debida a r. castel (1997) se utilizan indistintamente en este texto.

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un rol destacado en todo este proceso, pero tambin, y no menos importante, ha sido el papel de los sindicatos y los movimientos sociales. Existe cierta coincidencia en entender que el empleo, forma dominante que el trabajo asume bajo la modernidad occidental y democrtica, constituye uno de los espacios privilegiados de disciplinamiento de la sociedad, que, con el tiempo, se convertira en una posicin que dara acceso a derechos y condiciones de bienestar. se trata siempre de la ambivalencia (bauman, 1996) que es propia de muchos fenmenos e instituciones de la modernidad, algo que en este caso tiene que ver con la tensin entre libertad e igualdad, entre distribucin y acumulacin, entre inclusin y exclusin. sin duda, la fase histrica en que estas tensiones se desdibujaron fue aquella en la cual el avance del empleo asalariado permiti el acceso generalizado a fuentes de bienestar material, cultural y social, y al progreso, esto es, a la movilidad social. se trat de los 30 gloriosos aos de algunos de los pases europeos centrales (1945-1975), en los que el desarrollo protegido de la industria, el empleo pleno y el aumento del consumo constituyeron los ejes econmicos sobre los que se construira la anhelada paz social. El desarrollo de la sociedad salariada bienestarista fue, en este sentido, no slo el resultado de los acuerdos polticos de posguerra, sino tambin una forma de concrecin de viejas aspiraciones del socialismo y, en algunos casos, de principios confesionales, concrecin mediada por la disposicin y generalizacin de una innovacin tecnolgica, la del seguro social. Es sobre estos valores y herramientas que descansa en buena medida la intervencin del Estado, completando de esa manera las polticas mercado-internistas antes aludidas. Por ltimo, cabe sealar el papel que en tal proceso desempe la mujer y su sucednea, la escuela. se trat, claramente, de una sociedad de pleno empleo de sesgo masculino, donde la mujer qued recluida a la intimidad del hogar. su papel no fue, sin embargo, pasivo. a ella y a la escuela se deben, en buena medida, las posibilidades reproductivas de la cultura asalariada. Es en estos mbitos el hogar y la escuela donde se trabaja cotidianamente para transmitir las normas y valores, as como los recursos cognitivos y sociales, que permiten al individuo contar con los capitales necesarios para integrarse al mercado de trabajo. En sntesis, el mundo del trabajo resulta del entrelazamiento de este complejo de instituciones y la generalizacin de una subjetividad cuyas creencias, prcticas y representaciones generan la reproduccin de los principios y reglas del orden social salariado. Puede decirse que es bajo las condiciones institucionales de la sociedad de bienestar que el trabajo asalariado logra su mximo despliegue, no slo en su alcance

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poblacional, sino en su legitimidad como institucin eje del orden social. no obstante ello, la sociedad bienestarista no constituy una sociedad marcada por el statu quo; por el contrario, es en su propio seno donde se enhebra su transformacin: a veces calladamente, por acumulacin de efectos; otras veces a voz en cuello, activamente. los diversos ncleos institucionales de las sociedades salariadas se fragilizan progresivamente. El desarrollo educativo y la subsiguiente incorporacin de la mujer al mercado de trabajo constituyen los cambios ms significativos. Es all donde parecen anunciarse procesos culturales de desanclaje frente a las instituciones (Giddens, 1998b; 1998c) y de desarrollo del sujeto (touraine, 1997), que se extienden y agudizan luego con la crisis del salario como forma dominante de relacin laboral2. acordamos aqu con los planteos que reconocen, tambin en el avance de la modernidad productiva, una fuente de dicha crisis. la ruptura del arcasmo protector3, y, con ella, del pleno empleo, resulta de las exigencias competitivas de mercados abiertos, y de procesos productivos cada vez ms dotados de bienes de capital. la fortaleza tributaria permiti a las sociedades ms desarrolladas gestionar y proteger, va seguros, estas formas de inestabilidad y/o desempleo, cuyo crecimiento no tuvo la velocidad del caso argentino. Pero es tambin la fortaleza institucional de estas sociedades, y por tanto la permanencia de beneficios y de ciertas creencias sociales, la que opone frenos a la introduccin salvaje de tecnologa y a la destruccin sin lmites del trabajo salariado. Este modelo ideal tpico constituye un buen punto de partida para estudiar e interpretar la cuestin de las mutaciones en el mundo del trabajo en el caso argentino? Entendemos que la sociedad argentina constituy, en efecto, una sociedad de bienestar, cuya condicin de integracin social, la relacin salariada industrial, alcanz a una mayora amplia de la poblacin. sus rasgos particulares devienen de las limitaciones al ejercicio de la ciudadana que comportaron ciertas tendencias a la uniformidad poltico-ideolgica; la constitucin de un cuasi-sindicalismo de Estado; y la tensin entre clientelismo, meritocracia y universalismo en la accin estatal. tambin es un rasgo propio la prolongacin de las protecciones al mercado interno, ms all de

2 un interesante anlisis de experiencias en este campo puede encontrarse en la obra de isla et al. (1999). 3 El arcasmo protector, al regular la introduccin de tecnologa, consagra la posibilidad del pleno empleo y de cierta equidad interna en la distribucin de los productos del trabajo, mediante una redistribucin de los ingresos desde los puestos ms calificados a los menos calificados, algo que genera a su vez una menor distancia entre base y cspide de la pirmide salarial. Ver, entre otros, Pierre rosanvallon (1995a).

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lo que aconsejaban las transformaciones econmicas mundiales y las experiencias de sociedades en situaciones semejantes4. la sociedad argentina representa un caso paradigmtico. la morosidad adaptativa frente a los cambios del mercado mundial y la progresiva prdida de legitimidad de instituciones en deterioro abrieron las puertas a las transformaciones estructurales de los aos noventa que, bajo modalidades inconsultas, abruptas e inequitativas, dieron en tierra con una construccin que, si bien revesta el carcter limitado que hemos referido, conjugaba los esfuerzos y aspiraciones de amplias franjas y varias generaciones de la sociedad argentina. Es en ese complejo marco que se genera un vasto proceso de transformacin del mundo del trabajo. Proceso que no es, sin embargo, simple ni unidireccional, ya que supone consecuencias y significados ambiguos y paradojales. El presente libro se propone desplegar una serie de supuestos en torno a las transformaciones en el mundo del trabajo que emergen con la crisis de la sociedad salarial. Entendemos que tales transformaciones han vuelto ms diverso el mundo del trabajo, constituyendo un espectro de identidades que, de algn modo, se relacionan con las dos grandes esferas del sistema social. la sistmica, cuya refundacin es propuesta por un cierto neoprovidencialismo (castel, 1997; rosanvallon, 1995a); y la esfera del mundo de vida, cuyas experiencias devienen de las variadas formas organizativas de la economa social y solidaria (lvesque, 2001), enraizadas muchas de ellas en los denominados nuevos movimientos sociales (offe, 1992). lo que en adelante presentamos ausculta al mundo del trabajo a partir de este supuesto general. En la primera parte, que denominamos teora y contexto, se aborda el debate en torno a las identidades en el campo del trabajo. sigue luego una somera revisin acerca de la historia de las transformaciones que son propias del trabajo y sus identidades. Finalmente, en el cierre de esta parte, intentamos una caracterizacin del desarrollo y cambio de las identidades laborales en el caso de nuestra sociedad. la segunda parte del texto, biografas, identidades y personajes del mundo del trabajo, condensa los resultados del trabajo emprico, realizado alrededor de una muestra terica en torno a un conjunto relevante de identidades: salariadas, competitivas, asociativas, burocrticas, asistidas, desafiliadas. Esta segunda parte finaliza con un apartado en que se intenta presentar un registro de lo que interpretamos que

4 slo la predominancia de una lgica corporativista y prebendaria, resultante de los acuerdos entre el sindicalismo burocrtico, ciertas capas del empresariado nacional y sectores de las fuerzas armadas, puede explicar la ausencia de polticas que permitieran la modernizacin progresiva del aparato productivo, ya claramente exigida a mediados de la dcada del setenta.

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son los aspectos medulares de las identidades analizadas. Por ltimo, el trabajo se cierra a partir de una serie de notas que, aunque han sido denominadas conclusiones, pretendemos que no sean sino reflexiones provocadoras de nuevas preguntas sobre el tema estudiado.

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Primera parte teora y contexto

i sometimiento, intelectualidad de masas, reflexividad. Las desencontradas pticas en torno a una caracterizacin de la subjetividad post-salariada

La utilidad instaurada como sentido engendra el sinsentido. La condicin humana Hannah arendt

Es ProPsito de este apartado la construccin del problema sobre el que hemos centrado nuestra investigacin, describiendo aquellas categoras y procesos que nos permitieron identificar las caractersticas relevantes de las prcticas y representaciones del mundo del trabajo, y de las identidades sociolaborales que se desarrollan a partir de la crisis del paradigma salariado. Es quizs obvio sealar que, en nuestra indagacin, hemos dado nfasis al anlisis de las dimensiones subjetivas del trabajo. Pretendimos, en efecto, enfocarnos en la comprensin de la perspectiva de los trabajadores, que entendemos est enlazada a las diversas experiencias que los mismos han vivido y viven en el transcurso de la transformacin que estudiamos. sin embargo, el nfasis o recorte que adoptamos no comporta suponer que lo subjetivo tenga una entidad analtica autnoma que nos permita alcanzar, por s misma, una comprensin acabada de nuestro problema. Por el contrario, creemos que caracterizar las

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transformaciones del mundo del trabajo desde las identidades es comprender la relacin entre subjetividades y estructuras sociales, negando las sobredeterminaciones. conceptualmente, nuestra investigacin ha sido situada en el seno de aquellos aportes ms recientes de la teora social inscriptos en la denominada perspectiva de sntesis. Estos constituyen, segn entendemos, un relevante esfuerzo que intenta dar respuesta sistemtica a los tradicionales dilemas epistemolgicos de las ciencias sociales, expresados en los dualismos accin-estructura, sujeto-objeto, individuo-sociedad; dualismos que han atravesado formulaciones y prcticas cientficas. En las prximas pginas recorreremos por tanto el siguiente itinerario: en primer lugar, referiremos brevemente a la perspectiva analtica, si se quiere epistemolgica, por la que optamos, para conceptuar, con base en tales referencias, la idea de mundo del trabajo. utilizaremos estos elementos para identificar y definir nuestras categoras analticas principales, esto es, lo que llamamos identidades prcticas y representaciones en el mundo del trabajo. Finalmente, abordaremos el debate en torno a las identidades laborales post-salariadas.

Hacia una PersPectiVa anaLtica de sntesissi bien se trata de una corriente amplia de pensamiento, los esfuerzos de sntesis responden a un propsito epistemolgico comn que articula distintas contribuciones. se trata de aquel orientado hacia una comprensin integral de los fenmenos sociales, es decir, hacia la articulacin de perspectivas opuestas, eludiendo las predominancias de tal o cual dimensin, ya sean las originadas en el objetivismo del funcionalismo o en el subjetivismo del interaccionismo. los fenmenos en nuestro caso, las identidades y las representaciones y prcticas que las materializan son entendidos por el funcionalismo como un conjunto de rasgos y atributos objetivos, relacionados con las funciones o posiciones ocupadas, y con las normas y reglas que las regulan, comportando modos instituidos de socializacin. El interaccionismo, por el contrario, interpreta la identidad desde la subjetividad de acciones, discursos y argumentaciones que, situados histricamente, asumen rasgos conflictuales. aqu no es la regla o norma social el foco del anlisis, sino el lenguaje, la palabra en cualquiera de sus formas. los aportes de sntesis cuestionan esta bifurcacin, reivindicando como el planteo quizs primario5 aquel que entiende a lo objetivo y a5 En este planteo se inscriben diversos autores, entre los que se destacan Paul ricoeur, anthony Giddens, alain touraine, Pierre bourdieu, ulrich beck y Zygmunt bauman. consideramos que las contribuciones de los autores citados a una perspectiva de sntesis

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lo subjetivo en tanto macro-dimensiones entre las que se entreteje una relacin de mutua influencia a la hora de interpretar y comprender la realidad social. Es en este sentido que las identidades, representaciones y prcticas (iryP) del mundo del trabajo no pueden ser comprendidas como puro discurso, sin prestar atencin a la relacin de este con las normas y reglas sociales. Queremos as sealar que las iryP se desarrollan en el marco estructural y simblico de las normas en vigencia, cualquiera sea el grado de creencia respecto de ellas, a las cuales producen, reproducen y transforman. a su vez, las estructuras no pueden ser entendidas sin una debida referencia a las identidades, representaciones y prcticas; son ellas las que dan o no validez a las normas sociales. como seala bourdieu (1991), las instituciones no viven sin las prcticas. Es evidente que, a colacin de esta primera y fundamental proposicin, es posible considerar a los sujetos como agentes, esto es, como sujetos competentes para la interpretacin y transformacin del mundo social. Esta competencia refiere a lo que ricoeur (1999) denomina poder de actuacin (puissance dagir), poder que se estructura como capacidad de hacer (pouvoir faire), y como lenguaje o capacidad discursiva (pouvoir dire) 6. Debemos mencionar que el poder hacer no es necesariamente dependiente de las capacidades discursivas o de lenguaje, las cuales slo remiten a la posibilidad de justificar racionalmente la accin. la ausencia de esta capacidad no eliminara las competencias de aquellos que slo tienen conciencia prctica o habitus (bourdieu, 1991), en tanto estos estados de conciencia y experiencia habilitan para un desempeo inteligente frente a las situaciones que las personas deben enfrentar en su vida cotidiana. tambin a colacin de aquella primera proposicin, y de los poderes de agencia que atribuimos a los sujetos, cabe explicitar el supuesto segn el cual toda sociedad moderna constituye esencialmente una sociedad efmera, sujeta permanentemente a cambios, proclive a la destruccin de lo que se construye (beck, 1996; bauman, 1996), a re-erigirse sobre esa destruccin. las estructuras sociales, si bien preexisten al individuo, no constituyen algo inmutable, ni algo que exclusivamente constrie los

van, segn el orden enunciado, desde aquellas con sesgos ms subjetivistas hacia aportes de corte ms estructural. 6 Esta caracterizacin de la accin se encuentra emparentada con las proposiciones de Giddens, segn las cuales el poder de hacer se relaciona con los recursos, mientras que el poder decir se articula con la conciencia discursiva.

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comportamientos7. offe (1990) seala que las auto-obstrucciones que en el nivel de los sistemas se generan a raz de la existencia de imperativos contradictorios (legitimidad vs. acumulacin) otorgan a los individuos y colectivos oportunidades para una accin transformadora. Giddens (1995) indica que la modernidad debe ser entendida en un nivel institucional; sin embargo, las transformaciones introducidas [] se asocian de una manera directa con la vida individual y, por tanto, con el s mismo. la memoria, no siempre registrada, propia de toda comunidad, otorga historicidad, esto es, un tiempo y un espacio a las reglas estructurales. inscripta en la experiencia, la memoria alude a situaciones y prcticas del pasado, a los espacios singulares de ocurrencia, a los avatares y circunstancias de las mismas, a las interpretaciones, evaluaciones y juicios construidos sobre ellas. Dicha memoria, enlazada a las historias de vida, a las biografas, representa una referencia a los comportamientos y representaciones y, por tanto, a la configuracin de identidades. representa de algn modo una acumulacin de smbolos, de significaciones. ciertos mbitos, aquellos de mayor legitimidad y validez social, ofrecen un espectro de reglas altamente cristalizadas; otros son ms permeables a la accin innovadora. Pero en todos ellos estn presentes de algn modo las distribuciones y relaciones de poder que connotan todo espacio social. Giddens (1995) propone, con relacin a este balance entre grados de clausura y de apertura que comportan las instituciones y sus reglas, un conjunto de indicadores, tales como su carcter intensivo o superficial, su expresin tcita o discursiva, su informalidad o formalidad, etc. sugerimos, a su vez, con relacin a su historicidad y, por tanto, a su dinmica de legitimacin simblica (berger y luckmann, 1995), entender las reglas como estables o cambiantes, inveteradas o contemporneas. En sntesis, las estructuras sociales sus reglas constituyen, con diverso grado de constriccin y de libertad, referencias significativas al actuar. Ellas integran el saber comn que es propio de toda comunidad; esto es, el conjunto compartido de referencias estructurales que son actualizadas, recordadas, puestas al da, transformadas por las prcticas individuales, organizacionales y colectivas. En tanto reservorio de saber comn, remiten al entendimiento, otorgan seguridad y certidumbre a los intercambios prcticos y comunicativos. Es evidente que el caso que analizaremos presenta una situacin singular a este respecto: la fragilidad normativa, anclada en una debilitada creencia en las instituciones, reduce el alcance de las estructuras sociales en tanto base del entendimiento e instancia de seguridad y certidumbre.7 Para Giddens (1995) las estructuras son a la vez constrictivas y habilitantes. ricoeur (1999) sugiere que el orden simblico incluye prohibiciones estructurantes, como incitaciones motivadoras.

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las identidades representan, en el marco general que hemos expuesto, una suerte de bisagra o, si se quiere, un espacio intermedio, de articulacin, entre lo subjetivo y lo objetivo. En las identidades habitan tanto las reglas comunes el nosotros como los componentes individuales de la personalidad el s mismo. las identidades sintetizan una determinada articulacin entre normas y subjetividad. Para Wallace (1998), que relativiza las perspectivas que sustancializan al sujeto, la consolidacin del sentimiento de identidad no depende nicamente de la estructuracin intrapsquica sino tambin de una serie de dimensiones sociales que pueden actuar facilitndola u obstaculizndola. la identidad constituye, por supuesto, un elemento clave de la realidad subjetiva y, en cuanto tal, se halla en una relacin dialctica con la sociedad (berger y luckmann, 1995). Formadas en el marco de procesos gobernados por las normas institucionales, las identidades producidas reaccionan sobre la estructura social dada, mantenindola, modificndola o, aun, reformndola (berger y luckmann, 1995). la capacidad de los sujetos de construir su identidad es a su vez expresada por ricoeur (1999) en su concepto de identidad narrativa, perspectiva que es definida como una hermenutica del s mismo, como una aprehensin de la vida en forma de relato. la narracin se entiende como espacio de integracin de la descripcin y la prescripcin, esto es, como intersticios entre los discursos sobre el hacer y la consideracin de lo tico, y como prctica que articula la dimensin temporal de la accin y del agente. la accin, para ser inteligible, para ser comprendida en su unidad como manifestacin de la identidad, debe ser narrada, es decir, integrada dentro de la dimensin temporal de la existencia humana. Es por medio de la idea de intriga8, de ficcin narrativa, que ricoeur entiende la forma en que los individuos integran el tiempo biolgico con el tiempo vivido. la visin de s mismo que es la identidad resulta de esta manera de la creacin de un tercer tiempo, el tiempo humano, entendido como la sucesin de prcticas que toman un sentido, que tienen anclajes y conexiones institucionales, y que, como partes de una intriga, son expresadas a travs del lenguaje9.

8 En el sentido de historia bien construida. la intriga en un sentido prctico ser utilizada por ricoeur como una operacin integradora, que slo se realiza en el lector o en el espectador (casarotti, 2004). Estas proposiciones sern retomadas en el apartado relativo a la metodologa de trabajo. 9 ricoeur (1999) sostiene, en el artculo referido, que en su proposicin original no sealaba la mediacin de la memoria y del olvido, sacrificados en beneficio de la ficcin sofisticada y del relato historiogrfico.

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Pero la identidad en tanto narrativa no es comprensible cabalmente sin tener en cuenta las aspiraciones valorativas de personas y colectivos. la bsqueda de una vida buena (arendt, 1998), la poltica de vida (Giddens, 1998a), la constitucin de un horizonte tico (ricoeur, 1999) son todas categorizaciones que hacen pensable la existencia humana bajo la perspectiva de una cierta teleologa interna de las prcticas y las representaciones. las identidades resultan pues de este interjuego entre poderes de actuacin e institucionalidades, entre memoria y olvido, entre ticas diferenciadas. Es en la interpretacin sobre sus prcticas en el tiempo, prcticas puestas en relacin con los contextos y reglas en vigencia, con las representaciones sobre las situaciones, que los sujetos atestiguan sus trayectorias, dndoles una unidad que deviene identitaria. El itinerario de las prcticas y representaciones laborales del sujeto constituye pues un punto focal en la indagacin sobre las identidades, en tanto reveladoras de un sentido y significado de la accin, de cierta correlacin entre un horizonte tico, fines instrumentales y recursos o capacidades de actuacin (Giddens, 1998a; ricoeur, 1999). Veremos que el sentido de las relaciones entre prcticas, normas sociales e identidades ha variado, se singulariza en vinculacin con las sucesivas fases de desarrollo de la sociedad moderna. tales articulaciones deben ser comprendidas en el marco de procesos histricos de larga duracin, de mutaciones de orden econmico, poltico y simblico. Es este horizonte retrospectivo y prospectivo de largo aliento lo que lleva a diversos autores a proponer el paso progresivo de una primaca del nosotros a una del yo en la constitucin de las identidades y de las prcticas individuales y colectivas. Esto es lo que propone Giddens (1998a) mediante los procesos que conducen de la tradicin a la posibilidad de la poltica de vida, y lo que sugiere ricoeur (1999) con el concepto de plan de vida. la nocin de construccin del sujeto es la expresin que a su vez adopta touraine (1997) para expresar una interpretacin similar sobre este fenmeno. Estas formas de construccin y organizacin de los itinerarios vitales se enhebran a partir del hecho fundamental de la primaca que los sujetos daran a valores y bsquedas de orden subjetivo que otorgaran sentido a la accin individual, grupal, colectiva, por sobre las reglas vigentes. Pero ello no es algo a lo que se arribe sin conflicto, ni que sugiramos como regla de validez general en el campo de las identidades. las crisis identitarias llevan a un trabajo de resimbolizacin y reinterpretacin necesario para la puesta en marcha de nuevas estrategias de vida, de sistemas valorativos y representacionales que permitan al sujeto explicar y explicarse los cambios y le permitan alguna nueva proyeccin hacia el futuro (Wallace, 1998).

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los cambios identitarios comportan, pues, procesos sufrientes de desanclaje y destradicionalizacin, posibilitados por las incrementadas capacidades reflexivas. la poltica de vida que as se ve posibilitada es, en tal sentido, una poltica de la identidad (Giddens, 1998a), un espacio a la vez de luchas y negociaciones entre libertades y mandatos, entre utopas y desalientos, entre aspiraciones personales o colectivas y normas y reglas sociales.

eL debate acerca de Las identidades Post-saLariadasla transformacin de la sociedad, origen y fruto a su vez de los cambios en el trabajo en las ltimas dcadas, ha provocado una muy prolfica produccin intelectual. la misma se caracteriza por un arco de contribuciones que registra slo frgiles espacios de acuerdo. Prima el debate, algo por cierto auspicioso en cuanto a la comprensin de una mutacin en el seno del mundo del trabajo, que sacude la organizacin misma de la sociedad capitalista. al interior de este amplio campo de trabajo intelectual, nos ocuparemos en esta parte de resear los aportes que se han realizado y se realizan en relacin con las consecuencias sobre, y las implicaciones de, la identidad en este proceso. situados pues en este espacio, podemos identificar lo que consideramos cuatro cursos de interpretacin, a los que denominamos tomando en cuenta las consecuencias de las transformaciones en la subjetividad y en la identidad de los trabajadores que los mismos sugieren. Hablaremos as de sometimiento, autonoma de masas, tradicin reflexiva, y mundo de la vida. cada una de estas interpretaciones parte de perspectivas analticas diferenciadas, y supone balances tambin diferenciados respecto de nuestro objeto de estudio.eL infierno deL funcionaLismo

comencemos por una referencia a lo que llamamos pensamiento funcionalista, que, segn entendemos, engloba aquellas aproximaciones que explican los problemas sociales dando primaca a ciertas tendencias o leyes que se consideran principios estructurantes de los fenmenos y los comportamientos. no hay aqu consideracin a la capacidad de agencia de las personas o grupos sociales. Este aspecto slo se considera cuando se analizan las consecuencias que generan tales hechos objetivos, consecuencias que siguen la lgica que tales principios expresan. En sus distintas versiones, la apocalptica y la idealista, el funcionalismo considera que la actual fase de desarrollo del capitalismo comporta la derrota del obrero fordista. En efecto, segn la primera versin mencionada, se entienden las transformaciones que emergen con la crisis de la sociedad industrial como una fase en la cual la cultura obrera, con sus promesas de progreso social y poltico,

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desaparece, dando lugar a un trabajador ms joven, con mayores credenciales de formacin general, y ms disciplinado individualmente a las necesidades del capital (battistini, 2004). se ha pasado de una situacin donde el empleo asalariado, la relacin poltica y/o sindical y la proximidad en el espacio social y cultural generaban identidades fuertes, individual y colectivamente [] a una caracterizada por la fragmentacin e identidades vacas o mviles referidas al trabajo y, como consecuencia, por la enorme dificultad de construccin de identidades colectivas en los sectores populares. la crisis del mercado de trabajo, con sus secuelas de desempleo y precarizacin, lleva a que la capacidad de disciplinamiento de las empresas sea mayor: quienes cuentan con un empleo son ms propensos a la aceptacin sin demasiadas resistencias de las restricciones impuestas en el mbito de accin del capital. a su vez, aquellos excluidos del empleo viven coaccionados por la insatisfaccin de las necesidades vitales y a la espera de formas de salvacin, las cuales toman para battistini la modalidad de la ayuda estatal o del trabajo circunstancial. Esta situacin de hegemona desmesurada del capital se opone, en la visin de esta corriente, a la que era propia de la sociedad industrial, generando a su vez dificultades en la constitucin de las identidades laborales, que tienen que ver tanto con los cambios laborales como con las transformaciones de lo poltico: el trabajador haca suyo el espacio del trabajo en la fbrica (battistini, 2004). a su vez, la crisis de los partidos polticos que aglutinaban al asalariado lleva la fragmentacin identitaria desde el espacio social a la empresa misma: En la actualidad, al haberse desdibujado el espacio de lo poltico, el lugar de la fbrica pierde efectividad para asegurar la identidad del trabajador (battistini, 2004). Hasta los setenta, a pesar de la convivencia de distintas formas ideolgicas, la doctrina y el simbolismo peronista lograban concentrar en su seno una cultura del trabajo, la cultura del ser obrero, acuada desde sus orgenes (battistini, 2004). El neoliberalismo representa para esta corriente la expresin del quiebre de los rasgos identitarios dados por la capacidad de apropiacin del espacio urbano, de la poltica, de los smbolos. El partido poltico conjugaba estas capacidades. En el campo de las condiciones de vida, las posibilidades de consumo vedadas posteriormente por la apertura de los mercados permitan en ese entonces a muchos ocupar lugares sociales propios de la clase media. Ello se articulaba a su vez con el acceso generalizado a la educacin pblica que se construy bajo la sociedad industrial, cuya continuidad fue amenazada por las polticas neoliberales que crearon las condiciones para su progresivo deterioro. se trata, en fin, de procesos que debilitan la apropiacin de una serie de espacios desde donde se dibujaban itinerarios de ascenso social.

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battistini (2004) afirma que se viven tiempos de identidades dbiles y mviles en el trabajo, producto de las incertidumbres permanentes. Ello impide el desarrollo de cualquier perspectiva vital: cuando tenemos un espacio fijo donde pararnos, desde l podemos mirar el horizonte y proyectarnos hacia otro lugar, podemos pensar caminos y distancias hacia donde nos podemos dirigir en el futuro. Esta visin, si se quiere un tanto nostlgica respecto del pretrito orden salariado, y pesimista respecto del futuro y del rol mismo de las personas y grupos sociales, se cierra en el trabajo que analizamos, con dos frases significativas: si en los aos setenta el futuro de la clase obrera era el paraso, el pecado de no haber concretado el sujeto que todos esperaban parece haberla conducido directamente al infierno. y, ms adelante, la siguiente frase: Queda entonces por pensar si, ante la actual realidad, para los trabajadores argentinos el dolor de ya no ser es ms fuerte que la vergenza de haber sido (battistini, 2004).eL ideaLismo funcionaLista

El idealismo, que, como ya hemos dicho, parte de la misma valoracin histrica que la versin pesimista del funcionalismo la derrota del obrero fordista, desarrolla una interpretacin del posfordismo que se estructura alrededor de las transformaciones en el proceso de trabajo, transformaciones connotadas dominantemente por una modalidad de trabajo vivo cada vez ms intelectualizada (lazzarato y negri, 1991). En este funcionalismo, de forma contraria al previamente reseado, la derrota genera la posibilidad de emancipacin del trabajador, una autonoma laboral, social y poltica casi absoluta, que es el producto de las caractersticas de los nuevos procesos de trabajo. Para negri y Hardt (1998), el trabajo tiende cada vez ms a hacerse inmaterial intelectual, afectivo, tecnocientfico, en definitiva, trabajo de cyborg. Marx intent captar esta mutacin a travs del concepto de general intellect, pero debe quedar en claro que este tipo de trabajo, pese a que tiende hacia la inmaterialidad, es tan fsico como intelectual, a pesar de lo cual el proletariado industrial ha perdido la posicin central que ocupaba en la sociedad [] lo que llamamos trabajo ha cambiado considerablemente (negri y Hardt, 1998). Estas transformaciones no significan para los autores el fin del trabajo; todo lo contrario, le devuelven una acentuada preeminencia. los horizontes monetarios, simblicos y polticos que a veces se intenta que sustituyan a la ley del valor como elementos constitutivos del lazo social logran efectivamente excluir al trabajo de las esferas tericas, pero, en cualquier caso, no pueden excluirlo de la realidad (negri y Hardt, 1998).

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la disposicin organizativa y la renovada vigencia del trabajo derivaran, sin embargo, en la sujecin de la subjetividad del obrero a las necesidades del proceso productivo. lo que se pretende ya no es el control sobre su capacidad fsica, sino sobre su mente, sobre su personalidad. Ello afecta de manera diferenciada a los trabajadores segn el lugar que ocupan, pero se trata de un proceso irreversible. En efecto, los autores que citamos postulan que esta tendencia acerca de la organizacin de la subjetividad productiva posindustrial penetra al conjunto de los trabajadores, ms all de la situacin en el mercado de trabajo empleado, trabajador precario, desempleado, e incluso ms all de las edades. las transformaciones en la subjetividad se comprenden en el marco de la victoria del programa capitalista y la subsuncin efectiva de la sociedad en el capital [] delimitando tirnicamente las fronteras de los verdaderos posibles, cerrando el mundo de la disciplina y del control y transformando a la sociedad en un sistema sin afuera, como dira Foucault (negri y Hardt, 1998). En el mbito de lo que estos autores denominan ciclo social de la produccin, el mencionado proceso se vuelve evidente dados los cambios procedimentales, fsicos y geogrficos que la produccin, dominada por las tecnologas de informacin y comunicacin electrnicas telemtica, adopta. lo que se ha denominado la fbrica difusa, esto es, afectada por la descentralizacin, la terciarizacin y la flexibilizacin, es inconcebible para estos autores sin la integracin del trabajo cientfico en la industria y los servicios. negri y Hardt consideran a la subjetividad una resultante de los procesos de trabajo y valorizacin; es este el sentido de una interpretacin que sostiene la necesidad de aferrar la subjetividad desde la perspectiva de los procesos sociales que estimulan su produccin. las modalidades de implicacin inmaterial de los trabajadores en diversos mbitos llevan a los autores a percibir otros circuitos de valorizacin social y las nuevas subjetividades que se desprenden de esos procesos (negri y Hardt, 1998). toman como casos, al respecto, las formas que llaman extremadamente tcnicas y afectivas del trabajo de las enfermeras, y la implicacin intelectual de los miembros del movimiento de lucha contra el siDa, que les permiten no slo la vigilancia sobre su estado de salud, sino tambin que se pongan a prueba tratamientos particulares, [que] se pongan al alcance medicamentos determinados y se tomen nuevas medidas para el esfuerzo de prevencin, cura y derrota de la enfermedad. El obrero fordista ha sufrido una derrota terminal para estos autores, pero las nuevas tecnologas, los nuevos circuitos de valorizacin,

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han engendrado mecnicamente un cyborg, alguien que es capaz nunca antes haba sido posible, nos preguntamos? de evitar una implicacin afectiva con el trabajo, de autonomizarse frente a las condiciones que vive. Quizs la clave est en una definicin como la siguiente: la subjetividad se define simultneamente tanto por su productividad como por su productibilidad, tanto por sus capacidades de producir como de ser producida (negri y Hardt, 1998). Es notorio que ambos aspectos de la subjetividad tienen, en los procesos de trabajo, su elemento motor. Esta autonoma creciente en torno a la subjetividad se expresa en la tesis de lazzarato y negri (1991), bajo el argumento segn el cual el ciclo del trabajo inmaterial est preconstituido por una fuerza de trabajo social y autnoma capaz de organizar su propio trabajo y sus propias relaciones con la empresa. Habra un saber profesional savoir faire en el trabajo inmaterial, un grado de creatividad, que la empresa no podra llegar a controlar, en tanto que sera previo a la misma. Para esta corriente de pensamiento, las transformaciones sociolgicas que estos fenmenos comportan llevaran a que el trabajo se transforme ntegramente en trabajo inmaterial y la fuerza de trabajo en intelectualidad de masa, a la vez que esta ltima puede devenir un sujeto social y polticamente hegemnico (lazzarato y negri, 1991). Ello es posible, y en este punto estos autores abrevan en el pensamiento del joven Marx, de acuerdo con lo siguiente: por un lado el capital reduce la fuerza de trabajo a capital fijo, subordinndola cada vez ms en el proceso productivo; por otro lado, muestra con ello que el actor fundamental del proceso social ha devenido ahora el saber social general (lazzarato y negri, 1991). la cuestin de la subjetividad es pues una cuestin relativa a la transformacin radical del sujeto en la relacin con la produccin. y ello estara connotado en la fase actual por la independencia del tiempo de trabajo impuesto por el capital frente a la vieja subordinacin al capital; pero lo que es ms fuerte es que para estos autores la relacin con la produccin se plantea en trminos de autonoma de la explotacin, es decir, como capacidad productiva individual y colectiva [] como capacidad de goce (lazzarato y negri, 1991). la categora trabajo devendra as absolutamente insuficiente para dar cuenta de la actividad de la fuerza de trabajo inmaterial [] cuando el trabajo se transforma en trabajo inmaterial y [] es reconocido como base fundamental de la produccin, ese proceso no envuelve tan slo a la produccin sino a la forma ntegra del ciclo reproduccin-consumo. Ello implicara que el trabajo inmaterial no se reproduce (y no reproduce a la sociedad) en la forma de la

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explotacin sino en la forma de la reproduccin de la subjetividad10 (lazzarato y negri, 1991). Para los autores que citamos, el discurso marxiano permite captar todas las articulaciones de la fase del desarrollo capitalista en la que vivimos y en la que se desarrollan los elementos constitutivos de la nueva subjetividad. basta con detenerse en dos elementos: la independencia de la actividad productiva frente a la organizacin capitalista de la produccin y el proceso de constitucin de una subjetividad autnoma en torno a lo que hemos llamado intelectualidad de masa (lazzarato y negri, 1991). respecto del primer elemento, el fenmeno reside en que los sujetos productivos se constituyen, tendencialmente, antes y de modo independiente respecto a la actividad del empresario capitalista. la cooperacin social [] manifiesta una independencia [] que hace puramente formales a la empresa, que ejerce sus funciones de control y vigilancia desde el exterior del proceso productivo. Para lazzarato y negri (1991) es esto lo que constituye el fenmeno de la cooperacin social del trabajo inmaterial. algo que no depende tanto de las condiciones productivas del proceso de trabajo, como de conjuntar los elementos polticos necesarios para la explotacin de la empresa. consecuentemente, la subjetividad deviene de un proceso de preconstitucin del sujeto productivo. Ello se genera en el lapso mismo de su formacin tcnica-intelectual, all donde su desarrollo subjetivo no est preso todava en las articulaciones de poder. los estudiantes son entendidos, por lazzarato y negri (1991), como grupo social que representa el trabajo vivo en el estadio virtual, la capacidad de designar el nuevo terreno del antagonismo. la intelectualidad de masa se constituye sin tener necesidad de pasar a travs de la maldicin del trabajo11.10 Por un lado, cabra aqu preguntarse si, desaparecida la explotacin como eje de la reproduccin en las sociedades capitalistas, es todava lgico pensar en una intelectualidad de masas capaz de revolucionar el sistema. Por otro lado, no ha sido siempre el trabajo, bajo cualquiera de sus formas, un componente de la reproduccin de la subjetividad? 11 la inmanencia extralaboral de la subjetividad que se propone en el texto citado se opone a la relacin estrecha entre subjetividad y mquina-fbrica que se plantea en el siguiente texto: la produccin de la subjetividad es siempre un proceso de hibridacin y, en la historia contempornea, ese hbrido productivo se produce cada vez ms en la interfaz entre el ser humano y la mquina. En nuestros das, la subjetividad, despojada de todas sus cualidades aparentemente orgnicas, surge de la fbrica en forma de un brillante ensamblaje tecnolgico [] la mquina forma parte integrante del sujeto, no es un apndice, una especie de prtesis otra cualidad; es ms, el sujeto es ser humano y mquina hasta su ncleo, su naturaleza (negri y Hardt, 1998).

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Este cuadro de transformaciones en el campo del trabajo y la subjetividad genera sujetos independientes y autnomos, que se encuentran en un tipo de contradiccin con la dominacin capitalista que no es dialctica, sino alternativa: este tipo de trabajo que nos parece a la vez autnomo y hegemnico ya no necesita al capital ni al orden social del capital para existir, sino que se plantea inmediatamente como libre y constructivo (lazzarato y negri, 1991). Ello lleva a que el inters por la dinmica social no est centrado tanto en las contradicciones que oponen a patrones y trabajadores, sino [en] los procesos autnomos de constitucin de subjetividad alternativa, de organizacin independiente de los trabajadores (lazzarato y negri, 1991). El idealismo de la perspectiva que estos autores representan est adems expresado de manera difana en el siguiente fragmento: cyborg es hoy el nico modelo que nos permite teorizar la subjetividad. cuerpos sin rganos, hombres sin atributos, cyborgs: son estas las figuras subjetivas producidas y productivas en el horizonte contemporneo, las que son hoy capaces de comunismo (negri y Hardt, 1998).La tradicin refLexiVa

as como hay una transformacin de la vida mantenida por el trabajo la del homo laborans que es fruto de la fabricacin dando lugar al homo faber, hay una transformacin de la fabricacin por otra actividad, diferente, que da significacin al mundo. se trata de la accin, la accin que constituye al sujeto en actor (arendt, 1998). la accin y la palabra son entendidas como condicin humana de la pluralidad, lugares de revelacin del actor que conducen, en la perspectiva arendtiana, a una crtica de la jerarqua, de la idea de seoro, de las prcticas de dominacin, de la idea de regulacin externa, de la imposicin de normas religiosas. Expresan as, aunque no sea esta la terminologa, un proceso de desanclaje, es decir, de toma reflexiva de distancia respecto de los preceptos, jerarquas y valores correspondientes a la sociedad salariada. accin y palabra comportan en estos sentidos las condiciones que permiten la progresiva liberacin de la agencia [respecto] de la estructura (lash, 1997), algo que representa la tesis fundamental de la denominada modernizacin reflexiva. la accin cotidiana permite una constante reformulacin de las relaciones entre formas sociales y predisposiciones individuales (Dubar, 2000). a su vez, Giddens (1998a) ve en la modernidad del presente la aparicin de nuevos mecanismos de autoidentidad, que son modelados por las instituciones [] a las cuales, sin embargo, [aquellos] tambin modelan. En otros trminos, y para este autor, el s mismo no es una entidad pasiva, determinada por influencias externas [] los

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individuos aportan y promueven influencias sociales que son globales en sus consecuencias e implicaciones. En la direccin de entender el peso creciente de lo subjetivo en la formacin de las identidades en las sociedades posindustriales, touraine (1997) seala que, en la desinstitucionalizacin en ciernes, las reconstituciones en el plano de las identidades no obedecen en ningn caso a un molde comn. los cambios identitarios se desarrollan siempre en referencia a la crisis de aquellas normas y simbologas que han nutrido y legitimado las identidades en el pasado, y es en parte por ello que comportan sufrientes y conflictivos procesos. se trata de esfuerzos por los cuales individuos y colectivos dejan de poder descansar en los itinerarios comunes marcados por las reglas sociales, para tener que asumir los riesgos y costos que implica una existencia a distancia de lo que, aun deslegitimado, es norma. la idea de una autonomizacin subjetiva que incorpora a las estructuras, esto es, donde la subjetividad resulta del encuentro entre el yo y el nosotros, es tomada por diversos autores. se trata, por ejemplo, del homo capax de Paul ricoeur, un hombre con los recursos necesarios para la organizacin de un plan de vida (casarotti, 2004). Para Giddens, como ya ha sido sealado, el concepto es el de la poltica de vida, alternativa que construyen las personas en su lucha por reconstruir su identidad frente a la debacle de las normas y reglas sociales del industrialismo de bienestar. ulrich beck (1996) sostiene, por su parte, que al individuo del presente no le queda otro camino: se ve compelido a constituirse en un sujeto activo, en un agente, y es en esa constitucin que desarrolla lo que el autor denomina formas de subpoltica; esto es, una prctica asociativa y de construccin de nuevos movimientos sociales que, al margen del sistema poltico, lucha por la resolucin de los problemas comunes; pero tambin, como lo plantea Giddens (1998a), por el reconocimiento de sus nuevos rasgos identitarios. En todos estos planteos est presente la sistematizacin de mltiples y valiosas experiencias, expresiones quizs de un inicial itinerario de reconstruccin del orden social. cmo se expresa el proceso que acabamos de describir en el campo del trabajo? Es evidente, y en este plano se encuentran las principales coincidencias, en el sentido de que la transformacin del trabajo consiste, en el campo de los procesos de fabricacin o de servicios, en que una proporcin mayor que antes del proceso productivo [queda] en manos de un proceso de diseo intensivo en conocimiento, y una proporcin menor [queda] en manos del proceso material de trabajo (lash, 1997). asociado con este avance, acelerado en relacin con el manejo de informacin, se encuentra lo que lash (1997) denomina una reflexividad estructural, en el sentido de que las reglas y recursos

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(estos ltimos incluyen los medios de produccin) del lugar de trabajo, que no controlan ya a los trabajadores, se convierten en objeto de reflexin para la agencia. acordando en este planteo general con Giddens y beck, lash se pregunta por qu en algunos sectores econmicos encontramos reflexividad y en otros no. Ella se encuentra, incluso masivamente, en sectores de punta, tales como la produccin de sistemas operativos y aplicaciones (software), en la produccin de ordenadores y semiconductores, en las empresas de servicios, en la construccin de bienes de equipo (lash, 1997). Pero, se interroga nuestro autor, qu hay de la creacin posfordista de millones de trabajos basura, por ejemplo de trabajos fabriles subcualificados en el sector textil durante la ltima dcada y media [y] de la creacin sistemtica de grandes ejrcitos de parados, especialmente entre los jvenes varones. [Qu hay] de esos nuevos puestos [] degradados a una posicin inferior a la de la clsica clase obrera (lash, 1997). a colacin de ello vuelve a preguntarse scott lash (1997): Existen, en efecto, junto a los mencionados ganadores de la reflexividad, batallones enteros de perdedores de la reflexividad en nuestras actuales sociedades de la informacin, cada vez ms polarizadas en clases, aunque cada vez con menos conciencia de clase?. Para encontrar una respuesta a la desigualdad de la sociedad actual, como a las diferencias entre las sociedades del ncleo y las de la periferia, lash (1997) cree que es necesario plantearnos las condiciones estructurales de la reflexividad. Estas condiciones no son para este autor las condiciones sociales del marxismo o del estructuralismo parsoniano, sino un conjunto de estructuras no-sociales [] un conjunto articulado de redes globales y estructuras de informacin y comunicacin [] las oportunidades de vida en la modernidad reflexiva sigue proponiendo lash son cuestin de acceso, no al capital productivo o a las estructuras de produccin, sino del acceso a y del lugar en las nuevas estructuras de informacin y comunicacin. al respecto distingue dos grandes situaciones: la contratacin distanciada angloamericana, gobernada por el mercado y los parmetros neoclsicos de la eleccin racional, y la contratacin relacional japonesa. En esta ltima el nexo econmico directo es complementado por el intercambio simblico de una identidad compartida. Es as que los trabajadores japoneses dirn que trabajan en la empresa, mientras que sus colegas britnicos o estadounidenses dirn que trabajan para la empresa (lash, 1997). Estos puntos de partida diferentes en relacin con los modos de inscripcin laboral se articulan con un tambin distinto manejo de la informacin y de los riesgos que se asumen. En el caso japons, el trabajador asume el riesgo de un salario menor en sus primeros aos

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de desempeo, teniendo como contraparte la inclusin del trabajador en la estructura informacional de la empresa. a su vez, el trabajador contribuye a los flujos de informacin dando voz al conocimiento tcito en los crculos de calidad (lash, 1997). lash menciona tambin el caso de alemania, en el cual la gestin corporativa de los sistemas de produccin hace posible estructuras informacionales inclusivas y una produccin altamente reflexiva. Esta modalidad de gestin, que lash no duda en llamar tradicionalista, viabilizara el paradjico fenmeno de un tipo de produccin muy moderna, en tanto que la gestin por el mercado, aparentemente moderna [] inhibe eficazmente la modernizacin. tres pilares son los que sostienen esta modalidad de gestin: el sistema de facultades tcnicas o institutos de educacin superior; la estructura de negociacin colectiva mantenida con los sindicatos; y el sistema de aprendizaje estructurado en gran medida con base en el Meistermodell, que recuerda los gremios medievales, en que los trabajadores pasaban de ser aprendices a oficiales y maestros (lash, 1997). Este conjunto de reglas y prcticas hace que lash proponga el desarrollo, no de la denominada modernizacin reflexiva, sino de un proceso de tradicionalizacin reflexiva, orientada por una tica del compromiso y de la obligacin, no con el yo (que es lo que observamos en los sistemas de produccin angloamericanos), sino con una comunidad, sea esta la empresa, en el caso japons, o el Beruf en el caso alemn. El individuo deja de ser el eje de la reflexividad, para serlo la comunidad, cuyas prcticas son motivadas por y orientadas a un conjunto de bienes sustantivos. Estos bienes sustantivos (la capacitacin profesional, los bienes de la empresa) contrastan con el poder o el prestigio, pero tambin con la tica procedimental laboral de conflictos de demarcacin y una atencin primordial a la formacin discursiva [] de la democracia laboral (lash, 1997). la tradicionalizacin reflexiva arraiga por el contrario en la comunidad industrial o empresaria, y dedicara una atencin primordial a la capacidad profesional y a la consecucin de un producto de elevada calidad12. lo que estara proponiendo lash es que la reflexividad, en el campo del trabajo, se desarrolla primariamente en los espacios corporativos y secundariamente en los individuos. al estructurarse los flujos

12 tradicin y comunidad seran para este autor entidades reflexivas, en cuanto median relaciones de poder abstractas, bien donde los sindicatos y la democracia estn firmemente establecidos, como en alemania, bien donde tales estructuras de poder son jerrquicas y paternalistas, como en japn. En el primer caso, la democracia permitira que la tradicin fuera puesta bajo examen reflexivo, y tambin, por tanto, la comunidad misma.

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de informacin y conocimiento alrededor de crculos de trabajadores o de procesos de trabajo, la reflexividad, que supone el manejo distribuido de la informacin en los sistemas corporativos fabriles alemanes y japoneses, conducira a un desarrollo de la identidad en que tendra as primaca el nosotros corporativo. aunque, claro est, deberamos entender que hay cierta tensin entre esta inclusin comn y una reflexividad que habilitara a las personas para adoptar otras vas de inscripcin en las denominadas estructuras no sociales de la sociedad de la informacin. una segunda cuestin que nos interesa comentar tiene que ver con el concepto de estructuras no sociales. si por estructuras entendemos el conjunto de normas y reglas que sancionan un orden social, tales normas y reglas referiran bsicamente al acceso a los sistemas de informacin y conocimiento. En este sentido, scott lash (1997) habla de estructuras informacionales inclusivas, as como de perdedores y ganadores de la reflexividad, aludiendo a las dificultades de acceso de los pobladores de los guetos, dificultades que tienen que ver, entre otros factores no menos importantes, con una infraestructura informacional segmentada, que no llega, o slo lo hace parcialmente, a la geografa marginal urbana. tendemos a situar los problemas de exclusin-inclusin de la sociedad post-salariada en el carcter equitativo o inequitativo de la distribucin de los recursos sociales, y en la ausencia o presencia del reconocimiento social, cultural y poltico de personas y/o grupos de cualquier carcter. En este caso, la disponibilidad de informacin y conocimiento constituye un capital no slo econmico en tanto permite el trabajo sino tambin cultural, puesto que representara un capital bsico de la interaccin social. si esto es as, habra que decir que no estamos frente a una estructura no social, sino ms bien frente a una estructura social que ha mutado en cuanto a uno de los recursos que la constituyen, pero que sigue las reglas desiguales de distribucin y reconocimiento y, por tanto, de los poderes sociales que ello engendra. Es social porque, como estructura, comporta posibilidades de inclusin y exclusin asociadas a estratos poblacionales diferenciados en sus posibilidades de acceso a dichos recursos. Estas caractersticas son parte de las nuevas normas y reglas de una estructura social post-salariada. una estructura que expone una alta capacidad de exclusin y de precarizacin, en tanto las estructuras informacionales o tic aceleran la tendencia a la expulsin de trabajo salariado. slo su parcial penetracin en el conjunto de la estructura productiva permite, como seala lash, vastos contingentes de trabajadores semiexcluidos y, por cierto, desprotegidos por las polticas del Estado.

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Debemos preguntarnos si la aceleracin de la introduccin de estas tecnologas en el campo del trabajo generar ms o menos empleo, lo cual seguramente est asociado a la posicin que tal o cual sociedad ocupe en el mercado mundial, a los trminos de la disponibilidad de conocimientos, a la infraestructura comunicativa, a los precios del trabajo, a las polticas industriales, etc. De cualquier forma, en un mundo de intercambios multiplicados y concentracin de los capitales, lo que ocurre en una sociedad determinada tiene necesariamente consecuencias sobre lo que acontece en mltiples otras sociedades que integran un sistema cada vez mas universalizado. claramente, desde esta perspectiva, el contexto sugiere la necesidad de un ejercicio ascendente individual y colectivo de la reflexividad, de la poltica de vida, de la subpoltica (beck, 1996). los verdaderos ganadores de la reflexividad no sern en tal caso slo los incluidos actualmente por las estructuras informacionales, proceso cuyos resultados an estn por verse, sino tambin aquellos que se sigan empeando en construir modalidades de trabajo cercanas a las aspiraciones de sus mundos de vida.Las identidades LaboraLes: entre sistema y mundo de Vida

las identidades toman entonces su forma, en los zigzagueantes senderos de restriccin y libertad que comportan las reglas. El sentido ordenador de estos dispositivos viene sufriendo transformaciones a medida que la modernizacin avanza, connotada por procesos de destradicionalizacin, secularizacin, reflexividad, y por polticas o planes de vida que tienen lugar paralelamente a fenmenos ya estructurales de vulnerabilidad y exclusin social. una legitimacin de la dimensin subjetiva parece ser reclamada, y quizs materializarse progresivamente, en un marco de deterioro agudo de las creencias en las instituciones heredadas (beck, 2000; Giddens, 2000). De algn modo, las reglas habran retrocedido en su coherencia global, en su capacidad de dar significacin a la accin y la interaccin. las instituciones estaran as perdiendo fuerza en su carcter constrictivo y referencial respecto de los comportamientos; lejos de prescribir, su creciente deslegitimacin parece incitar a la produccin de horizontes vitales y comportamientos alternativos. un sntoma de ello quizs sea la extensin de la subpoltica, a travs de la multiplicacin de acciones que toman vas no institucionales, que rechazan la legalidad procedimental en los mbitos ms diversos de nuestras sociedades, y en los lugares ms distantes del planeta. Este rechazo tiene lugar cotidianamente, protagonizado por grupos barriales o citadinos que ven vulnerados sus derechos, o que, aunque en menor medida, pujan por la sancin de nuevos derechos.

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la falta de sentido inequvoco de las reglas se expresa en una taxonoma bsica, que clasifica las prcticas segn su carcter transformador o reproductor. ahora bien, cuando hablamos de transformacin o reproduccin lo hacemos en referencia a un orden dominante, que es aquel constituido por los principios y reglas que son propios del sistema, como tambin respecto de un orden que se prefigura, de una perspectiva tica amplia y diversa que se nutre de los procesos de subjetivacin y cambio normativo, y de mltiples y variadas experiencias grupales y/o colectivas con base especialmente en el mbito de la cobertura de necesidades. Qu estamos planteando? bsicamente, que la estructura normativa en referencia a la cual se desarrollan las identidades est atravesada por reglas que derivan de lo que consideraremos tipos ideales y diferenciados de coordinacin de la accin social (Habermas, 2000), tipos que comportan esquemas interpretativos (Giddens, 1995) divergentes, horizontes ticos (ricoeur, 1999) encontrados. En un caso hablaremos, a partir de Habermas (2000), de un tipo de coordinacin con eje en los parmetros del mundo de la vida, que se orienta idealmente por el acuerdo en torno a normas intersubjetivamente participadas, y que presupone la integracin social de las personas. En otro caso, referiremos a lo que se ha denominado coordinacin sistmica, tipo ideal configurado por los valores, sentidos y recursos que conducen a una modalidad de integracin funcional de las personas al sistema social, de acuerdo con fines que derivan, por una parte, de los principios jerrquicos propios de la esfera polticoadministrativa y, por otra, de los principios mercantiles que estructuran la esfera productiva. Estos modos de coordinacin suponen ticas y esquemas interpretativos diferenciados. con base en esta macrocategorizacin, que tipifica modalidades ancestralmente diferenciales de interpretacin, integracin y coordinacin social, podemos sugerir que el trabajo relacional configura el espacio ideal tpico de la subjetividad y la intersubjetividad del trabajo, mientras que la idea de trabajo sistmico alude a sus significaciones instrumentales. Planteamos as una perspectiva para comprender las identidades del mundo del trabajo, que surge de entenderlas como resultado de la particular combinacin de tales tipos ideales. las prcticas se configuraran, en efecto, como resultado del entrelazamiento de reglas sociales (trabajo sistmico) y subjetividades (trabajo relacional), dando lugar a ciertas identidades que encarnan esta tensin general13. al orientarse13 referimos por ejemplo a las prcticas que, con origen en la sociedad civil no corporativa, se inscriben en el campo de la denominada economa social o solidaria, de los

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por modalidades diferenciadas de interpretacin-integracin-coordinacin en el campo del trabajo, la accin tiende a cristalizar unas representaciones y prcticas, y as una identidad laboral de rasgos hbridos. Entendemos que reconocer esta hibridez ayuda a comprender las nuevas dinmicas que interrogan los parmetros an dominantes del mundo del trabajo.

aLgunos aPuntes no concLusiVosEl desarrollo realizado nos permite sealar algunos aspectos y plantear ciertos interrogantes, que quieren servir de parteaguas conceptuales y epistemolgicos en torno a las diversas contribuciones que conforman el campo de estudio. El primero de ellos tiene que ver con la cuestin de la relacin entre el desarrollo del conocimiento social, su impacto en los procesos de trabajo, y las identidades laborales. Dos lneas de reflexin se plantean. la primera parte del supuesto segn el cual las identidades laborales estn asociadas a la experiencia en el trabajo. En este caso, la pregunta es si la insercin laboral, en el marco o no de procesos de trabajo transformados por el avance de las tecnologas informticas y comunicacionales, es determinante en la conformacin de la identidad laboral, o si existe cierto margen de autonoma en el sujeto. la segunda lnea de reflexin representa la contracara de la anterior. se relaciona con la tesis de preconstitucin de la identidad en relacin con los mbitos empresarios de trabajo, tesis que emerge a su vez de la proposicin de un general intellect que resultara de un dominio del conocimiento que se universaliza, inhibiendo los controles de las empresas, que slo pueden acudir al poder poltico para mantener su dominio. Podra plantearse que una cierta tendencia de raz tecnolgica impregna el conjunto social, constituyendo una matriz identitaria que ofrece escaso o nulo margen de autonoma a las personas respecto del todo social, pero fuerte autonoma respecto de las unidades econmicas. las empresas, en efecto, habran devenido dependientes de unas capacidades que son propiedad de los trabajadores.

avances en relacin con las finanzas solidarias y el comercio equitativo. Por otro lado, hay mundo de la vida en ciertas transformaciones que se observan en reglas y prcticas estatales, an embrionarias, por cierto, orientadas a una mayor presencia de la sociedad civil de base democrtica en el desarrollo de programas o polticas. Por su parte, la responsabilidad social empresaria debe an muchas de sus promesas. tambin pueden ser parte de esta hibridez las prcticas colectivas macro pblicas, como las del Foro social Mundial y el conjunto de organizaciones y nuevos movimientos que lo nutren, as como la infinidad de experiencias de menor visibilidad, generalmente locales y barriales, que tienen lugar alrededor de necesidades y aspiraciones de transformacin (offe, 1992; lvesque et al., 2000; Vaillancourt y Favreau, 2000; Di Marco et al., 2003).

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la cuestin planteada tiene claramente relacin con la forma en que concebimos la identidad: como una estructura homognea, esto es, como un nosotros, como una pluralidad de s mismos, o como una articulacin entre ambas perspectivas. segn la propuesta que hacemos propia, la identidad es una construccin que resulta de la sntesis entre la objetividad las normas, las instituciones que el individuo vive y sus propias condiciones subjetivas. una cuestin adicional se relaciona con las consecuencias sociales de estos cambios, con el alcance del dominio capitalista que se construye a propsito de la crisis de la sociedad industrial. nuevamente se plantea una doble proposicin. la primera ve en el futuro un espacio incontestable de dominio capitalista que, lejos de producir condiciones revolucionarias, lleva a la explotacin sin lmites del trabajo por el capital, a un sometimiento del trabajador a las nuevas condiciones y exigencias. Por otro lado, y en lo que constituye una segunda perspectiva, se adscribe a una tesis que reconoce en las transformaciones la emergencia de un sujeto social propietario de un saber que le otorga la posibilidad de la conquista del poder: el comunismo que se construye a partir del dominio de masas sobre el conocimiento. la pregunta que surge es si, frente a estos dos modos contradictorios de entender las consecuencias de lo que ambas perspectivas consideran como la derrota del obrero fondista, el dominio es de una intensidad tal que o anula toda capacidad de constituciones subjetivas y configuraciones organizativas por fuera del mismo, o genera dialcticamente su contrario. Frente a esta dicotoma surge la siguiente pregunta: la experiencia histrica no nos indica modalidades alternativas de reconstruccin de las subjetividades, o es que indefectiblemente las identidades adoptarn los parmetros e itinerarios de alguna de tales opciones de hierro? Finalmente, y en un plano de corte ms bien epistemolgico, cabe plantear el sesgo determinista de las interpretaciones de origen funcionalista que hemos reseado. la valoracin de lo objetivo como dimensin explicativa de la identidad, ms all incluso de proposiciones relativizantes, no parece permitir a los autores salir de visiones un tanto mecanicistas que se mueven entre el pesimismo de la derrota catastrfica y el idealismo de la derrota prerrevolucionaria. El supuesto central de nuestro estudio es que las identidades del mundo del trabajo, lejos de responder a parmetros homogneos, se expresan como una geografa que contiene un amplio espectro de regiones identitarias, en cuyo interior tampoco es posible identificar una homogeneidad estricta. nuestro esfuerzo es aquel destinado a reconstruir esa compleja diversidad identitaria a partir de la perspectiva

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narrada por los trabajadores, entendiendo que la pluralidad que se nos presenta en nuestro trabajo de campo permite quizs avizorar la profundidad y el alcance de las transformaciones en ciernes, as como las configuraciones sociales y organizacionales que pueden ser parte del futuro de nuestras sociedades.

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ii notas acerca de las mutaciones en el campo del trabajo y las identidades

HEMos suGEriDo que identidades y trabajo, dos categoras centrales de nuestra investigacin, deben ser comprendidas en sus significaciones en relacin con procesos histricos de larga duracin, connotados por transformaciones en la organizacin econmica, poltica y simblica de las relaciones sociales. En esta perspectiva queremos introducir una cierta periodizacin de tales procesos, que nos permita caracterizar el itinerario que sigue el trabajo, as como los rasgos identitarios que le son propios. Pretendemos de esta manera ubicar en una perspectiva histrico-sociolgica las transformaciones que estudiamos. trabajo e identidades estn sin duda asociados a la conflictiva configuracin de las sociedades modernas, configuracin que constituye siempre un trnsito en el que conviven modalidades institucionales pretritas y presentes, identidades y prcticas de rasgos tradicionales y transformadores.

trabajo e identidad negatiVa en La antigedadHannah arendt (1998) plante tempranamente lo que fuera formulado como una escisin entre formas de interpretacin e integracin a la sociedad. su anlisis nos otorga una perspectiva desde la cual situar el lugar y significado del trabajo y de las identidades en el transcurso de la historia del capitalismo.

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Para esta autora, el trabajo proviene, en sus formas primitivas, del cuadro ineludible de la necesidad; es correlativo al ciclo biolgico de la vida, concierne a la vida como zoe y no como bios, pertenece ms a la naturaleza que a lo humano (arendt, 1998). aquello que el trabajo produce est destinado al consumo, no da lugar a ninguna permanencia, nada nuevo podra sacarse de l, ya que el mismo responde enteramente al imperativo de la supervivencia y no da lugar al desarrollo de aspiraciones. Esta escisin entre mundo de vida e imperativos del sistema en el dominio del trabajo est para arendt claramente expresada en el orden social de la Grecia antigua. El trabajo esclavo se justificaba, en dicho contexto, en la doble motivacin de satisfacer necesidades y liberar al ciudadano para el ejercicio de lo placentero. al garantizar de modo externo la provisin de los bienes y servicios necesarios a la vida, se abra para los ciudadanos un espacio para el placer y la creacin, y para aquello fundamental para el orden social, el ejercicio de la poltica. la escisin entre trabajo y vida es en parte el resultado de un estado de desarrollo de la tcnica que no permite la generacin de productos durables (todo lo que se produce se consume), pero tambin de un orden social que somete a una parte de la poblacin a una situacinfuncin por la cual el trabajo se liga a su ciclo vital, a su cuerpo, impidiendo la manifestacin de toda individualidad. Estamos en presencia del esclavo y de una identidad negativa en el mundo del trabajo. El poder concentrado es aqu tan fuerte que llega a fragmentar a la sociedad entre personas y cuerpos, entre aquellos que tienen derechos y aquellos que slo tienen la posibilidad de la servidumbre. la persona, como categora universal a todo ser humano, no ha nacido todava.

La identidad cortesana de La modernidad PrerreVoLucionarianorbert Elias (1974) sita la aparicin de la persona, y, por tanto, la posibilidad de una individualidad-identidad, en el proceso de constitucin histrica de la civilizacin moderna occidental. Es en el proceso de formacin de un orden moderno bajo el absolutismo, es decir, en el proceso de construccin del Estado y de su correlato, la sociedad civil, en cuyo seno se desarrollan formas de divisin del trabajo, justificadas en nuevas creencias religiosas, polticas y sociales, que son posibles las primeras modalidades de configuracin del s mismo. la modernidad absolutista genera las condiciones para la conformacin de lo que Elas denomina identidad cortesana. se trata de una configuracin que tiene base en el traslado de todo poder campesino, aristocrtico, comercial hacia el Estado centralizado. Este fenmeno juega, junto con las justificaciones morales, como un poderoso

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mecanismo de disciplinamiento que garantiza la imposicin de la etiqueta, del orden jerrquico y del autocontrol de los individuos. se trata pues de una fase en la cual el significado del trabajo y de las identidades de los distintos estamentos est en funcin de la institucin de un poder justificado inicialmente en lo extraterrenal, en el ms all; y posteriormente, ya en el absolutismo tardo, en el avance de la racionalizacin. Este complejo proceso abona la constitucin de una identidad en la que prima la modalidad que toman las relaciones Estado-sociedad civil; esto es, el nosotros cortesano. Esta relacin, a la vez que somete, trasciende lo singular que sugieren los diversos roles jugados por individuos y estamentos en el mbito del trabajo. as, las relaciones entre maestro, oficial y aprendiz, entre seor y siervo de la gleba, se impregnan del sentido fundamental que toma el orden social. las relaciones al interior de estos mbitos de trabajo se encuadran en el vnculo plebeyo-aristcrata que caracteriza las relaciones sociales.

La identidad ProLetaria deL LiberaLismo industriaLla persona, como categora universal, se perfecciona con el lento paso del animal laborans al homo faber. En este paso media otro proceso tambin complejo, a la vez econmico (integracin de mercados), tcnico (revolucin industrial) y poltico (revolucin poltica), que tiene sus orgenes en la secularizacin que germina en el absolutismo tardo. arendt (1998) retoma a locke en su interpretacin el trabajo de nuestro cuerpo y la obra de nuestras manos y ve en el obrar la construccin de un mundo no natural; ms an, levantado en contra de la naturaleza. al obrar pertenece entonces lo perdurable, lo que va ms all de una generacin. los objetos de uso (durables) son al mundo humano lo que los bienes de consumo son a la vida. a la condicin del obrar responde entonces la condicin del mundo, de la pertenencia al mundo. Esta durabilidad permite la individualidad, una individualidad que puede disearse y romper la trayectoria rutinaria (fatal) que va del nacimiento hasta la muerte. la individualidad, la biografa que la durabilidad permite, tiene lugar no obstante en el contexto limitante de la divisin del trabajo, de las formas de integracin utilitarias y de los modos de vida que son propios de la fase industrial-liberal de las sociedades capitalistas. aquello que arendt (1998) denomina el obrar reconoce un principio y un fin contrariamente al ciclo del trabajo y a la accin y deviene de la imposicin de un modelo exterior, violento, siempre destructivo de la naturaleza. luego, el homo faber es el hombre del dominio, el que impone magistralmente, y en toda su soberana, su marca, su voluntad, su proyecto.

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El obrar est luego regido enteramente por las categoras de los medios y los fines, y es en el orden de las fabricaciones que el fin justifica los medios. El homo faber es en esencia instrumentalista, comporta un modo funcional de integracin, en el cual el trabajo toma el rol de gran disciplinador (offe, 1995; Giddens, 1998a). Esta funcionalidad que acota la biografa entendida como el reconocimiento del yo en el espacio de la vida y la identidad se completa con la prevalencia de unos valores que propenden a la individuacin, a la utopa del intercambio equivalente entre los actores del ciclo econmico, a una poltica que cuestiona la intromisin en el campo de lo privado, que huye de la presencia asfixiante de los poderes absolutos en el seno de la vida individual y social. sin embargo, y como lo seala castel (1997), la condicin del trabajo se debilita paradjicamente en el mismo momento de su liberacin. se descubre entonces que la libertad sin propiedad lleva a la peor de las servidumbres, la servidumbre de la necesidad. la libertad y el individualismo que vienen luego del descenso de las tutelas, de las coacciones del Estado absolutista y de la organizacin tradicional de los gremios, producen, para este autor, el surgimiento de una forma de individualismo negativo en aquellos que se encontraban sin vnculos y apoyos. El Estado social o de bienestar se construye desde la perspectiva de los actores progresistas de este proceso como respuesta a esta cuestin. a esta fase de la sociedad liberal corresponde la condicin proletaria, propia de un mundo en el que el capital es librado a su propia lgica de desarrollo. Ms que de un mundo jerrquico, se trata de un mundo escindido entre el capital y el trabajo, entre propiedad privada y vulnerabilidad de las masas. la proletaria constituye una identidad forjada tanto al calor de las formas ms crudas de la explotacin del trabajo, como de los marcos utpicos del ideario poltico que tal explotacin alienta.

La identidad homo faber saLariadala sociedad salariada es expresin de la dialctica de la historia, es de algn modo el regreso a las tutelas, en el marco de los lmites que los derechos ciudadanos imponan a la accin estatal; pero es tambin una monumental respuesta transformadora a la conflictiva experiencia del liberalismo monoplico. Este ordenamiento, superador del animal laborans, no es slo el producto de tcnicas que permiten la durabilidad, no resulta slo de la generalizacin de la industria. intervienen tambin en su configuracin los procesos polticos que median entre el industrialismo liberal de rasgos monoplicos y exento de todo otro control por fuera de las luchas sociales y las protecciones bienestaristas.

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un eje central de la comprensin de este perodo tiene correspondencia sin duda con una accin poltica que genera un cambio a dos niveles. Por un lado, se produce una transformacin en el nivel de las relaciones polticas entre las clases y sus representaciones, lo que da lugar al paso de una situacin de escisin entre trabajo y capital a otra en la que priman variadas formas de acuerdo. Por otro lado, se genera un rotundo cambio en el campo de las polticas econmicas y de la economa poltica, a la luz del fracaso del liberalismo. las nuevas polticas de los Estados en ambos dominios desatan un desarrollo y una distribucin de la riqueza hasta entonces inditos, materializando los acuerdos de paz, la idea del progreso va la distribucin, el ascenso social, las protecciones colectivas, la solidaridad social. sin embargo, las identidades salariadas slo son comprensibles a la luz del desarrollo progresivo de un espectro de instituciones que acompaa un ciclo vital predefinido, que se orienta a la integracin funcional pero consensual de las personas: la familia bajo sus formas patriarcales, la escuela bajo el conductismo pedaggico, el trabajo bajo la forma del empleo y las rutinas, el elitismo intermediario de sindicatos y partidos en el ejercicio de la ciudadana. Este espectro de instituciones que dan forma a la esfera sistmica del trabajo provee a los individuos y colectivos, a la vez que de protecciones (offe, 1995) o apoyos necesarios (castel, 1997), de reglas y normas orientadas a homogeneizar interpretaciones y modalidades de vida (Giddens, 1998b), y a reproducir las pautas culturales del industrialismo, es decir, a crear unas identidades legitimadas en los valores prevalecientes. Para arendt (1998), lo que est en juego no son los avances ciertos que este orden comporta en el campo del bienestar, sino ms bien el sentido de este orden. no se trata de renegar de la fabricacin como experiencia, o de las categoras de los medios y el fin, sino del imperialismo de esta idea por la cual til y utilidad son planteadas como normas ltimas de vida y del mundo de los hombres. En este sentido, arendt afirma que la utilidad instaurada como sentido engendra el sinsentido. En relacin quizs con esta cuestin, las identidades salariadas se escinden, fruto de su propio desarrollo. Por un lado, se desarrolla una identidad acaso dominante de rasgos apegados a dicha instrumentalidad; por otro lado, se despliega una identidad transformadora, que pone sobre la mesa las tensiones a que conduce el avance del bienestarismo. Hablamos, en el primer caso, de una identidad forjada en la integracin funcional de las personas, algo que se construye-organiza alrededor de una insercin salariada cuasi universal, permanente, que satisface necesidades de consumo y aspiraciones de ascenso social.

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Esta insercin se desarrolla en el marco de una red de protecciones familias, asociaciones intermedias, organizaciones del Estado, que otorgan seguridad al trabajador y su familia, comportando como contrapartida el apego a ciertas normas y reglas de interaccin. la identidad salariada se articula con una modalidad de ejercicio de la ciudadana, cuyos rasgos se mueven, segn las historias y culturas polticas, entre la participacin y la delegacin en entidades intermedias de representacin. En algunos casos, ello conduce a prcticas que vuelven exasperadamente concreta la delegacin en el campo de la participacin social y/o poltica, generando el desarrollo de liderazgos en el dominio de los partidos y las asociaciones intermedias. se trata de la institucin de una prctica ciudadana de baja intensidad. Por otro lado, se genera lo que podramos llamar una integracin crtica. amplias franjas obreras dan nueva vida a las ideas contestatarias que animan la formacin de los movimientos obreros de la modernidad industrial. se refiere a un abanico amplio de organizaciones y formaciones ideolgicas que se inscriben en el ambiente transformador caracterstico de los aos sesenta y setenta, mediante proyectos colectivos que toman alcance nacional. las prcticas y las representaciones que emergen, y que a su vez dan forma a esta configuracin identitaria, dinamizan el sistema poltico y generan demandas incrementadas en relacin con las condiciones y protecciones en el mbito del trabajo. se desarrolla as una mecnica que ha sido caracterizada como la revolucin de las expectativas; una inercia de demandas y reclamos, ligados a, y legitimados en, valores y objetivos de transformacin social. los derechos del trabajo reciben en efecto, de esta perspectiva salariada crtica, un impulso fundamental.

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iii La singularidad nacional en la transformacin de las identidades laborales

las institucionaliDaDEs y subjetividades que, en el campo del trabajo, es posible identificar en nuestra vida social actual, se inscriben en una construccin social e histrica cuyos rastros pertinentes a nuestro anlisis pueden encontrarse en el transcurso de los procesos de conformacin de nuestra modernidad. Es en ese tiempo de inflexin social que desata la dinmica moderna que, a modo de fuertes marcas, se configuran los rasgos sobresalientes de las identidades laborales, producto de las caractersticas socioeconmicas y polticas de estos procesos fundadores, pero tambin de la incorporacin de nuevos rasgos asociados a los cambios subsiguientes. sugerimos entonces que cierta matriz, a modo de huellas mnmicas, puede identificarse en las identidades laborales del presente, permitiendo as dar cuenta de las continuidades y discontinuidades que atraviesan toda construccin histrica. abordar el examen de esta dinmica responde al objetivo de dar a nuestro anlisis una perspectiva h