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NUESTROS PIENSOSculturas populares en la frontera

México-Estados Unidos

José Manuel Valenzuela Arce

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Primera edición: 1998

D.R. ©Dirección General de Culturas PopularesAv. Revolución 1877, 60. piso,C.P. 01000, San ÁngelMéxico, D.F.

ISBN 970-18-1917-9

Impreso y hecho en México

Índice

Introducción, 9

l. Avatares de lo popular 13

II. Las culturas populares en la fronteraMéxico-Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

III. Voy a dar un pormenor: corridos y cultura popular . . 109

IV. Ni de aquí, ni de allá: los símbolos popularesen las películas de la India María . . . . . . . . . . . . . . . . . 179

V. Mística popular de la fronteraMéxico-Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199

VI. Tratado de Libre Comercio e identidad cultural . . . . . . 225

Anexo de corridos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297

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y la vida del campo. La descomposición de las relacionessociales agrícolas producidas por la penetración capitalis­ta; fuertes procesos de proletarización o semiproletariza­ción de los campesinos; la expropiación o despojo de susterrenos familiares y comunitarios; la migración y sus con­secuencias expresadas en una fuerte vulnerabilidad y des­ventaja de la población del campo que se trasladó a loscentros urbanos donde enfrentaron severas condicionesde pobreza, miseria, desempleo y subempleo, ausencia (odeficiencia) de servicios públicos y condiciones de vidainsalubres. También aparecieron los primeros movimien­tos urbanos y nuevas formas de identificación socialconformadas desde referentes distintos a las imágenes bu­cólicas tradicionales.

Contrariamente con lo señalado por diversos autores quesucumbieron ante las perspectivas evolucionistas confor­madas con esquemáticas imágenes seductoras de desarrolloo globalización, las culturas populares no han desaparecidocon las transformaciones económicas, la urbanización y laampliación de los campos culturales globalizados, sino quemuestran capacidad de recreación y resistencia cultural.

Los cambios económicos y sociales presentados no tie­nen una correspondencia lineal con los que se producenen las representaciones colectivas, los imaginarios socia­les o en procesos de identificación construidas por los gru­pos populares. No es sólo el peso fundamental de lastradiciones, sino la incorporación de elementos simbólicosprovenientes de las industrias culturales en complejasmatrices identitarias donde adquieren nuevos sentidos.

En las últimas décadas hemos visto fuertes transforma­ciones de conceptos fundamentales del proyecto nacio­nal como son el de soberanía y autodeterminación, entreotros. Frente a esta situación, además de los procesos des­encadenados por las industrias culturales y la agudizaciónde dinámicas de globalización económica, simbólica e in­formática, los sectores populares incorporan nuevos ele­mentos sin que necesariamente deban romper losumbrales de adscripción desde los cuales construyen yreproducen sus identidades.

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II.Las culturas populares en la fronteraMéxico-Estados Unidos

l.a frontera entre México y Estados Unidos es diversa ensus expresiones culturales. En ella encontramos marcadas< lesigualdades regionales entre la población del este y la< leloeste, entre los pobladores del mar, los serranos y los del< lesierto. Las diferencias también son evidentes entre lapoblación urbana y las dedicadas a las actividades agríco­las, entre nativos e inmigrantes, indígenas y mestizos, hom­bres y mujeres, jóvenes y adultos. Las fronteras culturales< -ntre México y Estados Unidos enmarcan una amplia va­riedad de límites o umbrales que participan en la defini­ción de las identidades sociales. En este marco culturallieterogéneo y plural, resulta interesante preguntarnoscómo se conforman las culturas populares y cuál es sucampo de definición.

Una de las marcas culturales más importantes de la Iron-1era es su recreación, sincretismo, mezcla, collage o hibri­< lismo. Conceptos más o menos logrados que intentan< lefinir campos sociales conformados por poblacionesportadoras de tiempos, experiencias, expectativas y ma­lrices culturales distintas. Los procesos culturales de estafrontera han sido marcados por eventos definitorios de suvida social, como ha sido la guerra México-Estados Uní­< los que generó procesos de resistencia sociocultural ysocial de la población mexicana que, súbitamente, perdiósu país y quedó atrapada en nuevas condiciones que pro­piciaban su depauperación, despojo y discriminación. Tam­bién inspiró heroicas narraciones míticas fundacionales,como la del surgimiento de Nuevo Laredo, formado por

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una gran caravana de mexicanos que aferrándose a la ideade mantenerse en territorio mexicano y que, siguiendo lacreencia de que uno es del sitio donde se encuentran susdifuntos, exhumaron a sus muertos y cargaron con ellosen una peculiar procesión (entre sublime y macabra) has­ta la actual ciudad de Nuevo Laredo, donde les inhumaron.1

Las consecuencias de esta nueva frontera también die­ron origen a leyendas épicas protagonizadas por rebeldesbandoleros con profundos sentimientos de coraje y digni­ficación grupal. En el siglo pasado, estos bandoleros socia­les fueron grandiosas construcciones populares, pues, através de ellos, se posibilitaban efímeros pero significati­vos desquites que le otorgaban ribetes de dignidad a su ex­trema indefensión cotidiana.

Después vendrían importantes procesos migratorios ace­lerados por la Revolución, la oferta laboral en los camposagrícolas y la construcción de ferrocarriles estadunidenses,la segunda guerra mundial, la industrialización maquiladorade mediados de los años sesenta. El resultado ha sido unfuerte proceso de crecimiento poblacional que, más allá dela información sociodemográfica y sus consecuencias en laconformación de las ciudades, ha sido central en la defini­ción de los sentidos de la vida cultural fronteriza.

La dimensión cultural sincrética de la frontera se ob­serva en los diferentes mensajes del espacio urbano delas ciudades de Tijuana, Tecate, Mexicali, Nogales, CiudadJuárez o Nuevo Laredo, pero también en Los Ángeles, SanIsidro, Calexico, El Paso, San Antonio o Brownsville en Es­tados Unidos. En ellas encontramos marcas de las identi­dades regionales, tanto en los nombres de los negocios ocomercios, como en diferentes asociaciones organizadasa partir de los lugares de origen.

El grueso de los migrantes mexicanos que se estable­cen en la frontera han sido campesinos, obreros agrícolas,

1 Véase Manuel Ceballos Ramírez, "La epopeya de la fundación de NuevoLaredo: el nexo entre la tradición y la historia", en José Manuel Valen zuela Arce(comp.), Entre la magia y la historia: tradiciones, mitos y leyendas de la frontera,México, CNCA/Colef,1992.

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personas humildes de los centros urbanos. Todos porta­dores de culturas antiguas. Ha sido el éxodo de los po­bres de los sectores populares que ha dejado su marcaen las culturas de frontera y participan en su renovacióncotidiana.

Los pueblos indios

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Al final del milenio encontramos rezagos fundamentalesentre los cuales destacan la condición social subordinadade los pueblos indios y la prevalencia de formas desigua­les de interacción que denotan la obstinada presencia delracismo.

A pesar de la recuperación discursiva de lo indígena, elproyecto nacional se ha conformado excluyéndolo comoprotagonista, negando o haciendo invisible su presencia,tornando inaudibles las 56 lenguas, con marcados rasgosde indolencia frente a las condiciones de vida de los ocho< > diez millones de indígenas que viven en el territorio mexi­cano conformando entre el 10 y el 15 por ciento de lapo­blación.

La miseria y la indef ención siguen siendo marcas evi­< lentes de los pueblos indios de nuestro país. Ellos consti-1uyen la parte más dolorosa del México olvidado; de eseMéxico profundo que se encuentra en los niveles más bajosentre los más de cuarenta millones de pobres y diecisietemillones de miserables que se han reconocido oficialmen-1e a principios de los años noventa. Ellos poseen mayoresniveles de indefensión, de reclamos no escuchados, demuertes innecesarias, de despojo territoral. Es el Méxicoinvisible, el olvidado, el México fallidamente proscrito porla modernidad. Sobrevivientes de un largo genocidio queno termina y que, además de las vejaciones cotidianas, semantiene en riesgo de seguir desapareciendo.

Cerca de 20 grupos étnicos tienen una poblción menora 10mil individuos, y una decena de ellos no tienen ni mil.

En los ultimos años hemos observado importantes es­fuerzos de los pueblos indios por recuperar, reapropiarse

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y recrear sus mitos fundadores y el impulso de accionestendientes a fortalecer sus procesos de resistencia socialy cultural.

La realidad cultural de la frontera México-Estados Uni­dos incorpora a diversas poblaciones indígenas. De acuer­do con información del Instituto Nacional Indigenista, 400mil indígenas viven en los estados fronterizos del norte deMéxico, de los cuales 34 081 radican en Baja California,4 513 en Coahuila, 109 943 en Chihuahua, 5 783 en NuevoLeón, 233 078 en Sonora y, 10 489 en Tamaulipas.

La presencia cultural de los pueblos indios es amplia ydiversa; en ella se encuentran los paí-pai, k'miai, kiliwas,cochimies, cucapás, yaquis, mayos, seris, pápagos, kika­pú y tarahumaras. Algunos de estos grupos poseen unavida transfronteriza, como los yaquis y pápagos de Sono­ra y Arizona, los kikapú en Coahuila y Oklahoma, o losmascogos de raíz africana del estado de Coahuila. La fron­tera también registra una importante inmigración de per­sonas mixtecas y zapotecas en la región noroccidental(Sonora y Baja California en México y California, EstadosUnidos), así como mazahuas en el estado de Chihuahua.

Una característica cultural importante de la región fron­teriza es su internacionalidad. Durante los últimos añosse han presentado importantes esfuerzos de grupos indí­genas de Baja California por preservar sus culturas. Paraello han organizado diversos encuentros en los cuales hanparticipado miembros de ambos lados de la frontera. Asi­mismo, del lado estadunidense se conforma con gruposcomo la Organización Regional de Oaxaca (ORO), que agru­pa principalmente a personas de origen zapoteco, mante­niendo múltiples vínculos con sus lugares de origen y conotros grupos de Oaxaca establecidos en California o, tam­bién, de Baja California, quienes formaron el Frente Oaxa­queño Binacional.

Lo anterior refiere a la importancia cultural de estos pue­blos y a la necesidad de una mejor comprensión de sus pro­cesos de asimilación, recreación y resistencia cultural.

Las leyendas medievales alimentaron leyendas promi­sorias donde las tierras bajacalifornianas serían prodigas

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en oro y en piedras preciosas, además de dar vida a laseductora imagen de Calafia con sus huríes fascinantes,crueles e imbatibles. Con estas expectativas, soldados es­pañoles llegaron al territorio de los pueblos yumanos: pai­pai, kiliwa, k'miai, cochimies y cucapá.

Para finales del siglo XVIII estos grupos se componían decerca de 2 mil individuos, pero disminuyeron dramática­mente, pues al iniciar el siglo XIX sólo había una octavaparte de ese número y al finalizar el milenio sólo sobrevi­ven cerca de 1500 individuos.

En la frontera norte mexicana los pueblos indígenasconstituyen una larga lista donde se encuentran yaquis,mayos, seris, guarijíos, pimas, cucapás, kikapús y odomo'otham en Sonora, rarámuris en Chihuahua, kikapús ymascogos en Coahuila. También encontramos a los gruposinmigrantes, de los cuales los mixtecos, zapotecos, triquisy mixes tienen importante presencia en Baja California, aligual que los mazahuas en Chihuahua.

Las poblaciones indígenas refrendan la necesidad deconformar nuevas opciones de vinculación entre los ele­mentos tradicionales y modernos, populares y hegemó­nicos, dominantes y subalternos. La vulnerabilidad y eldespojo son las palabras que mejor describen la relacióntradicional que los grupos dominantes han establecido conestas poblaciones ancestrales. Esto se puso de manifiestoen 1994, durante el Primer Encuentro Indígena Fronterizo,cuando cerca de 700 indígenas de más de cinco decenasde pueblos indios se reunieron en la ciudad de Tecate, BajaCalifornia, para reflexionar en torno a sus problemáticascomunes.2 Olvidados, incluso por la mayoría de los dis­cursos indigenistas, los pobladores de aridoamérica yoasisamérica presentaron sus propias perspectivas de viday analizaron sus problemas. Ahí estaban los representantes

2 Primer Encuentro Indígena Fronterizo México-Estados Unidos. En este en­cuentro se recuperaron avances de experiencias pioneras, como las de los 1y11Encuentros Continentales de Pueblos Indios del Continente, celebrados en Qui­to, Ecuador, del 17 al 21 de julio de 1990, y en Temoaya, Estado de México, del 8al 13 de abril de 1993.

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de pueblos k'miai, ópata, cucapá, seri, pai-pai, chiricahua,mono, kiliwa, cochimí, comanche, zuni, talitoa, rarámuri,yuro-karuk, tohono o'dham y yaqui, entre otros, quienesmanifestaron preocupaciones y problemas comunes queincluyen experiencias básicas de lucha por la preserva­ción de prácticas tradicionales y sus sitios y ceremoniasrituales, así como los problemas que afectan aspectos cen­trales de sus identidades sociales.

Cerca de 60 mil rarámuris habitan la Tarahumara en laSierra Madre Occidental del estado de Chihuahua, la re­gión del estado con mayores índices de marginación yextrema pobreza3 a pesar de que cuentan con grandes bos­ques y ríos, de los cuales reciben pocos beneficios, pueshan sido despojados de sus propios recursos por empresa­rios madereros que dañan su hábitat y están depredandolos bosques, la presencia de narcotraficantes que han vio­lado a varias mujeres y, además, una larga temporada desequía de más de tres años que afectó sus condicionesde vida y alimenticias y que influye en la presencia de fuer­tes hambrunas que llevaron a la muerte a varias decenasde niños en 1994.

La inseguridad en la tenencia de la tierra entre los pue­blos yaqui es una historia antigua dadas las constantesinvasiones que han padecido y que hasta la fecha no con­cluyen. Por otro lado, en el territorio de los pimas de Sono­ra del ejidoMayeobodel municipio deYécora, se encuentranmás de diez invasores blancos y el aserradero Quipón, suprincipal fuente de trabajo, se encuentra embargado porun cacique de la región.

La situación del grupo makurawe, que significa agarrar­se de las manos y bailar, no es muy diferente. Losmakurawe(a quienes los mestizos denominan guarijíos), de Álamo yQuiriego, donde viven 1250habitantes dedicados a la agri­cultura de temporal para autoconsumo se encuentranaislados. Esta situación facilita hechos irregulares, como

:iVéase Marta Tello Díaz, El mismo diablo nos robó el papel: dos estudios deeducación y resistencia culturalentre mixes y tarahumaras,México, CNCA, 1994.

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asaltos (producto de los cuales recientemente se asesinóa tres indígenas) y problemas de inseguridad derivadosde la presencia de narcotraficantes que asuelan el área.

La presencia de muertes por enfermedades curablesconforma un lastre que continúa afectando a estas comuni­dades que viven en condiciones de injusticia, desigualdad,hambre, desnutrición, enfermedades, represión, violaciónde sus derechos humanos. Uno de los problemas más im­portantes de las naciones indígenas es la inseguridad enla tenencia de la tierra, la codicia y voracidad que despier­tan sus terrenos, el acoso casi constante y la des protecciónque padecen. Esta situación resulta conspicua entre losgrupos konkaak (seris), yaquis, pai-pai, cochimís, kiliwas,cucapás, rarámuris, kikapús y k'miais.

Eldiscurso indigenista4 mexicano, fuertemente orienta­do hacia la matriz cultural mesoamericana ha prestadoescasa atención a la presencia india septentrional. La re­gión chichimeca fue una línea de demarcación con el mun­do bárbaro del norte que tuvo poca atención de los inves­tigadores.

Enun trabajo reciente Alejandro Figueroa5 analiza el lar­go proceso de persistencia sociocultural de yaquis y ma­yos, ubicando los elementos que han permitido que, apesar de condiciones de profunda discriminación étnica ycondiciones de vida depauperadas, preserven los umbra­les de adscripción fundamentales que dan sentido a susidentidades profundas. Como toda identidad social, laadscripción étnica se conforma en procesos situacionalesde interacción con aquellos que no participan del noso­tros. Identificación conlleva diferenciación, como negaciónconcomitante, por eso Fígueroa analiza los procesos iden­titarios de yaquis y mayos en sus relaciones con la pobla­ción no india, así como con el Estado y sus instituciones,considerando que ser yaqui o mayo es estar vinculado a

4 A partir del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional(EZLN) ha cobrado fuerza el cuestionamiento a los discursos indigenistas recla­mando la voz y el protagonismo a los propios pueblos.

sAlejandro Figueroa, Por la tierra y por los santos; identidad y persistenciaculturalentre yaquis y mayos,México, CNCA, 1994.

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la tierra y a los santos de manera específica, participar deculturas particulares y distintas, con sus propias tradicio­nes y costumbres, que ellos no perciben como contrariasal modelo dominante. Ser yaqui o mayo es adoptar unaruta diferente a la demarcada por los autoproclamadoshijos de la cultura del esfuerzo, los vencedores del desier­to, aquéllos que por más de dos siglos encabezaron diver­sas luchas de genocidio contra los moradores originalesde esta región del noroeste mexicano.

Alejado de las visiones esquemáticas y lineales del desa­rrollo y la modernidad, Por la tierra y por los santos presen­ta nuevas opciones para pensar las relaciones entre losprocesos de globalización y persistencia cultural o entre loétnico y lo nacional. Si en cinco estados del noroeste mexi­cano han desaparecido más de treinta etnias, muchas delas cuales sucumbieron al exterminio, el despojo territorialo la asimilación, las identidades yaqui y mayo ilustran laposibilidad de persistir a pesar de condiciones adversas.

El análisis comparativo de yaquis y mayos permite re­flexionar sobre opciones socioculturales y de resistenciadiferenciadas entre grupos que comparten una misma filia­ción lingüística y cultural y una historia común. Así, mien­tras los mayos han vivido la modernización agrícola ytransformaciones que han afectado sus formas culturalestradicionales produciendo mayor individualización, disper­sión territorial, ausencia de unidad política y de organiza­ción económica, desplazamiento de la lengua original y unamás intensa integración de los jóvenes en la cultura nacio­nal, los yaquis han logrado una más eficiente adaptación dela cultura nacional a sus matrices culturales profundas, for­taleciendo sus umbrales identitarios y manteniendo los tra­bajos comunitarios autogestionados. La posesión de supropio territorio y el ejercicio de esa autonomía políticahan posibilitado su reproducción étnica y cultural.

La tradición no se presenta como lastre u obstáculo parala modernización y el ejemplo de yaquis y mayos ilustra laparticipación en la modernidad sin abandonar sus tradi­ciones, lo cual refiere a un amplio proceso de persistenciacultural, concepto con el cual se destacan acciones y con-

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ductas colectivas de los integrantes de un grupo en concor­dancia con sus sistemas de valores, ethos y cosmovisiones.Esun campo de recreación cultural donde los elementos pro­venientes de las culturas externas son resignificados desdela propia matriz cultural.

Figueroa no sucumbe a las tentaciones apocalípticas queregistran los cambios para documentar la muerte de losgrupos étnicos, sino que analiza la persistencia, la preva­lencia de los umbrales identitarios, la recuperación de his­torias compartidas, la opción por proyectos comunes defuturo. La historicidad yaqui y mayo se ha conformado enla interacción y disputa con las alteridades dominantesdonde destaca la resistencia a la conquista española, lalucha selectiva de los jesuitas contra diversas creenciasreligiosas cahitas consideradas como malignas o demo­niacas y las numerosas e intensas batallas contra los pode­res nacionales y regionales en aras de preservar su auto­nomía. Durante más de dos siglos y en diversos episodios,las poblaciones septentrionales del occidente mexicanoresistieron con las armas algunas políticas que les afecta­ban. Desde las rebeliones contra su incorporación en elejército para combatir a los apaches bajo el liderazgo de.JuanBanderas quien, apoyado por mayos y ópatas, inten­tó conformar una nación yaqui independiente llevando alaVirgen de Guadalupe como estandarte; las de 1875cuan­do los yaquis cerraron sus fronteras y expulsaron a los noindios; las luchas de 1882 a 1886 encabezadas por .JoséMaría Leyva, Cajeme y la rebelión de Tetabiate en 1888.Las luchas yaquis continuaron en este siglo, destacandolas de 1902 a 1908, las de 1916 a 1920y la de 1926 a 1929,donde muchos yaquis fueron asesinados y otros enviadoscomo esclavos a Oaxaca y Yucatán. Laposición de PlutarcoElíasCalles, citada por Figueroa, resulta más que ilustrativade esta situación: "Elgobierno está resuelto [...] a empren­der de una vez por todas una campaña enérgica, definitivay si es preciso, terrible contra la tribu yaqui [...] llegandoal exterminio si fuera necesario."

º Figueroa, Por la tierra ..., 1994, op. cit., p. 111.

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Por la tierra y por los santos demuestra que la masifica­ción cultural, a pesar de los cambios que genera, no produ­ce, necesariamente, la.desaparición cultural, pues prevalecela conformación de sentidos específicos de la sociedad ylas prácticas sociales donde se conforma la dimensiónidentitaria de los grupos étnicos. Esto alude a la dimen­sión simbólica de las prácticas sociales donde se constru­ye y reconstruye la identidad de los pueblos yaqui y mayo,como procesos culturales objetivados y subjetivados.

Parte importante de los refrendos identitarios de estosgrupos lo constituyen los rituales definidos por Turner comoconductas formales y preescritas asociadas con la creen­cia en seres y fuerzas místicas. Por ello, Figueroa analizalos rituales religiosos y otras formas de conducta ritualizadadonde se reproducen aspectos centrales de las identidadesyaqui y mayo, destacando dos modelos culturales diferen­tes (presentes en las actividades religiosas, en los caracte­res, la definición de espacios, los discursos gestuales o eltrato a los niños), concluyendo que entre los yaquis preva­lece un modelo apolíneo definido por la seriedad, las re­laciones formalizadas y jerarquizadas y la dimensiónnormalizada de la vida frente al modelo dionisiaco de losmayos, donde prevalece una normatividad más relajada einteracciones más alegres y menos formalizadas.

Por la tierra y por los santos es una importante contribu­ción al estudio de los pueblos indios del noroeste mexicano.Su carácter comparativo permite comprender que a pesarde que yaquis y mayos poseen modelos culturales distintosy desiguales capacidades organizacionales de preservaciónde sus tradiciones y de control sobre su territorio y recur­sos, ambos poseen umbrales simbólicos de adscripción, con­formando una larga y ejemplar historia de persistenciacultural que muestra opciones plurales de relación entre tra­dición y modernidad, de lo étnico y lo nacional, evidencian­do la dimensión fragmentada de la globalización.

A la luz de lo anterior, debemos apuntar hacia la supe­ración de la mera reconstrucción historiográfica y el re­gistro de la cultura objetivada, a través del análisis de losprocesos de actualización, desde los cuales los grupos

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reproducen sus identidades sociales, enfatizando los ele­mentos desde los cuales conforman su persistencia socio­cultural y política. Esto resulta de gran actualidad despuésde la experiencia zapatista en Chiapas, cuando adquirieronvisibilidad los indios que muchos creían condenados a laextinción mediante su integración periférica en nuestraracista y atribulada modernidad.

La situación social del país obliga a replantear la obceca­da desatención a las comunidades indígenas para que yano mueran por hambre ni por enfermedades curables, nicontinúen expuestos al despojo territorial o los caprichosde políticos, latifundistas, caciques y narcotraficantes.

Es necesario reconsiderar los rasgos del proyecto domi­nante de nación, modificando la dimensión salvaje del pro­yecto neoliberal apostando a un nuevo proyecto de naciónbasado en la interlocusión y participación de las mayoríasde nuestro país. Un proyecto de nación respetuoso por ladiversidad cultural y la condición pluriétnica de nuestropaís que garantice la representatividad y autonomía de lospueblos indios, así como sus propiedades y territorios. Unproyecto de nación que acabe con los cacicazgos y abusos.Un proyecto de nación decisivamente respetuoso de losderechos humanos, civiles y democráticos.

La especificidad que presenta la realidad de la fronteraMéxico-Estados Unidos afecta de manera central a los pue­blos indios que ya estaban establecidos en esta región mu­cho antes de la aparición de la población europea en elcontinente y de la implantación de la nueva demarcaciónfronteriza derivada de la firma de los Tratados de Guada­lupe Hidalgo, en 1848.

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Desencuentros culturales y estereotipos7Lasociedad mexicana presenta una amplia heterogeneidad.En ella, el prejuicio y el racismo han tenido una fuerte pre­sencia, no sólo contra las poblaciones indígenas, sino tam­bién en diferenciaciones de carácter clasista o regionalista.

Los desencuentros culturales constituyen una de lasmarcas del tiempo que vivimos. Entre éstos, resultan par­ticularmente preocupantes aquéllos derivados de prejui­cios o estereotipos que, a la postre, propician situacionesde animadversión o conflicto entre los grupos.

A continuación, dedicaremos una breve reflexión acer­ca de algunos de los desencuentros culturales que han per­sistido en las relaciones culturales de nuestro país, mismosque se presentan como confrontaciones entre pochos,chilangos o guachos.

En 1986observamos con indignación la muerte del niñoJuan Israel Bucio Venegas, producida (directa o indirecta­mente) por ser guacho o chilango. Esta situación nos llevaa analizar el efecto que puede tener la propagación deestereotipos, cuyo carácter degradante trasciende alpretendido comentario chusco o su manejo "simpático eirresponsable". Estamos hablando de la configuraciónunilateralizada de un pretendido carácter que diversossectores del norte de México y de otras partes del país leatribuyen a algunos habitantes del Distrito Federal o, engeneral, a las personas "del sur".

Entre las posiciones regionalistas que han cobrado for­ma en la frontera, algunas se han caracterizado por conte­ner una fuerte carga racista, generalmente asociadas aprejuicios o intereses de clase. Entre ellas tenemos algu­nas actitudes, antichilangas, anticholas y antiguachas. Elcholo, el guacho, el paisa o el chúntaro, representan laversión norteña del naco. Puntos referenciales de una di­ferenciación racista que tradicionalmente han sido utili­zados (principalmente) por los sectores medios y altos.

7 Una versión anterior de este apartado fue publicado en "Etnia y nación enla frontera México-Estados Unidos", en Nestor García Canclini (coord.), Cultu­ras en globalización, Caracas, Nueva Sociedad/CNCA/CLACSO,1996.

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El antichilanguismo

En su libro Quince uñas y casanova aventurero, ZamoraPlowes, señala que los jarochos veracruzanos se referíana los habitantes blancos de la meseta central con el térmi­no de "huachinangos" en alusión al pez del mismo nombrey supone que ello se debía al color de su tez. Probablemen­te ésta sea una de las fuentes de origen del término chilangocon el que, posteriormente, se ha identificado a los habi­tantes del Distrito Federal.8 Asimismo, la imagen del pezalude a una cierta condición escurridiza o evasiva que seles atribuye a los defeños.

El antichilanguismo se encuentra en todos los estadosfronterizos, aunque con diversas intensidades. Debemosdiferenciar entre el antichilanguismo tal como lo estamosseñalando y lo que ha sido una actitud defensiva frente ala arrogancia centralista asumida por ricos, políticos y al­gunos clasemedieros del Distrito Federal que, en no po­cas ocasiones, refuerzan el estereotipo. No obstante, nodebemos hacer tabla rasa de este hecho, pues seguramentetambién en la frontera encontramos dignos representan­tes del estereotipo que se le ha atribuido al chilango.

Nos centraremos en el estereotipo que refleja una acti­tud racista y clasista o que busca, a través de la alimenta­ción de prejuicio, la construcción de chivos expiatorios. Aeste tipo de situaciones corresponde la posición antichí­langa desarrollada en la ciudad de Tijuana durante la déca­da de los años ochenta, en la cual, a partir de un semanariolocal de amplia aceptación en la comunidad, se dio cabidaa una campaña en contra del defeño.

El estereotipo del chilango se ha basado en el prejuicio;en prenociones o ideas elaboradas sin una mediación don­de se fundamente. Es la utilización prematura de la "acti­tud defensiva", en la que se utilizan hechos aislados o lacaricaturización de algunos rasgos que se sobreponen alanálisis. En la actitud frente al chilango hay mucho deanecdótico, de sobrevaloración unilateral tendiente a cons-

"Leopoldo Zamora Plowes, Quince uñas y casanova aventurero, México, Pa­tria, 1984.

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11111 tatar el rechazo al defeño. Elantichilanguismo en Baja Cali­fornia cobró forma también en su ataque al estereotipodel chilango señalado como: arrogante, presumido, pre­potente, arrastrado, servil y, ante quien está por encimade él: adulador, intrigoso, traicionero, falso, caideamadres.

No obstante, el perfil multirregional bajacaliforniano, noha desarrollado redes de identificación tan poderosascomo podrían ser las sonorenses o chihuahuenses, ni elregionalismo ha tenido fuerte presencia debido principal­mente al gran peso de la migración. Durante los últimosaños hemos observado la eclosión de expresiones nati­vistas que también construyen divisiones ficticias. Sinembargo, en Baja California, la campaña antichilanga noestuvo dirigida contra el trabajador o el campesino mi­grante, ni ha tenido una connotación racista.

El antichilanguismo que se vive en los últimos años enel norte del país se identifica con la reacción de sectoresde la burguesía regional que han tenido que competir concapitales "nacionales" (fundamentalmente capital comer­cial o de la industria de la construcción), los cuales, apartir de la devaluación de 1982, han visto en la fronteraun mercado atractivo. Por otro lado, están los defeñosque han llegado a laborar en la burocracia, así como aque­llos que como profesionistas independientes compitenpor los puestos y por la clientela con residentes de laregión, generando la base material objetiva de la cual sederiva una campaña desafortunada que levanta como ban­dera consignas tales como "chilangos go home", "Haga Pa­tria, mate un chilango" o "Si ves a un chilango alejate deél y cuéntaselo a quien más confianza le tengas".

Los efectos de esta campaña, aun cuando no han sidoevaluados adecuadamente, presentan un marco atractivopara muchos fronterizos a pesar de su impacto diferencia­do por la posición de clase. Seguramente el obrero, el jor­nalero, el trabajador pobre, se encuentra más preocupadopor el grave deterioro en su nivel de vida que en apoyarestas consignas. El prejuicio contra el chilango, general­mente fundamentado en la anécdota (una vez un chilan­go...) convierte al deíeño en chivo expiatorio.

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El antiguachismo

Según elDiccionario crítico etimológico castellano o hispá­nico, guacho es un término profusamente utilizado en Perú,Colombia, Chile, Ecuador y refiere al hijo bastardo. Guachoes la persona que carece de madre, el ilegítimo, el pobre oel extranjero eentre otras connotaciones).

De esta manera, guacho es el huérfano de madre, el hu­milde indigente, el que no pertenece al grupo: el hijo ilegí­timo. Una variante en la castellanización del término, seríaguachoro, considerado como el conjunto de hijos ilegíti­mos. Esta connotación, posteriormente fue utilizada en Es­paña en relación evidente con los hijos ilegítimos dejadosen México por los españoles penínsulares durante la Con­quista y la Colonia. Actualmente también se utiliza parahacer referencia al soldado raso, al soldado de la bola, eldepositario del más bajo rango militar.

El antiguachismo es una de las formas que ha asumidoel antichilanguismo en Sonora. Ahí, el anticentralismo esacompañado de una actitud racista y discriminatoria. ¿Dón­de empieza el guachismo, en Navojoa, Cajeme, Villade Se­ris, Hermosillo o Nogales?

El antichilanguismo sonorense es complejo y requiereun estudio más profundo que explore los conflictos y este­reotipos construidos durante la confrontación de los gru­pos norteños y sureños durante la Revolución mexicana.Sin embargo, el antiguachismo cobró forma y se fortaleciócon los flujos migratorios de los años cuarenta, cuandouna cantidad considerable de inmigrantes sureños llega­ron a trabajar a los campos sonorenses.

Gerardo Cornejo apunta algunos rasgos asociados conla reconstrucción épica y mitificada de ciertos sonorenses,donde se destaca

el endurecimiento del carácter, la adquisición de seguridaden sí mismo y la actividad compulsiva, producto de la ba­talla que desarrolló contra la naturaleza hostil y llena defealdad. Es el mismo que se enriqueció con el trabajo delmigrante, a quien ahora designa despectivamente como

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guacho. Alsector de la vieja burguesía enriquecida bajo elapoyo federal y en base a los trabajadores (guachos) mi­grantes. 9

José Therán, en su libro El cazador de guachosw lleva allímite el prejuicio antiguacho, planteando una concepciónracista que lleva el regionalismo al extremo. Estructuradocomo una entrevista a Carlos Monge dice:

lejos de odios y de prejuicios infandos, he tratado deconjuntar en este libro esa sensación indeterminada de re­chazo y resistencia de muchos sonorenses y que se exter­na generalmente en petit comité para denostar, festinar otratar de entender a los exponentes y promotores de unacultura sureña que sentimos remota e indescifrable.11

Therán no escatima calificativos:

especie única e irreductible; asaz depredadora; codiciososy dispuestos a todo; apáticos y procaces; especie de aborí­genes altiplánicos; sanguijuela capitalina; mitómano; hamo,esmoguis (más esmoguis que hornos); penitente nahuatla­ca; hamo hipersexualis; don Juan teotihuacano; jijoelachin­gada; su ambición desmedida de escalar posicionessociales; guacho gacho; el antiplánico animal urbano; tran­sa, déspota y marrullero, exhalando a su paso un tufo inso­portable de prepotentes e infalibles ombligos del mundo;caterva de periqueros trashumantes; chilangopolitanos; te­nochca; tarde o temprano habrá más guachos que gente.12

También exhibe un desconocimiento acerca del chicano(del "pocho", dice Therán)13 y en general de los procesosde asimilación y resistencia cultural que se desarrollan

" Gerardo Cornejo Murrieta, Políticas culturales y creación individual, Cua­dernos de divulgación del Colegio de Sonora, Hermosillo, 1985, p. 13.

10 José Therán, El cazador de guachos; riata, la octava plaga, México, Edito-rial El Tiburón Descalzo, 1984.

11 !bid., p. XI del prólogo.12 !bid., pp. 21 Y SS.1" Pocho, según el Vocabulario Sonorense de Horacio Sobarzo proviene del

ópata potzico: arrancar la hierba, y designa a cuantos fueron cortados de su

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entre los mexicanos que viven en Estados Unidos. Prefie­re llamarles: "el que nunca, jamás, aceptará que algunavez fue guacho y prefiere mejor econ orgullo secreto eindecible) que lo nombren con el mote de pocho. El infa­me, renegado, altanero, presumido, atroz, agreviso:guachopocho". Asimismo, el "regionalismo" de Theránplantea que "aunque el guacho, el sonoguacho y elguachopocho son aleznas que no se pican, se dice queen algunos enfrentamientos entre ellos, han salido con lacola entre las patas los dos primeros". Therán terminacitando a Carlos Monge, quien señala: "En mi largo pere­grinar por todo el territorio nacional no he conocido gru­po, raza, asociación o género, sin excluir a los animalespor supuesto, que se asemejen a la temible y réprobaplaga de guachopocho."14

A pesar de que no pretendemos identificar regionalismoy anticentralismo, consideramos que éste juega un papelimportante en el desarrollo de tendencias "antichilangas"o "antiguachas". En el antichilanguismo subyace un re­chazo a la premoderna, antifederalista y antidemocráticainercia de toma de decisiones "desde el centro", mismaque crece y se fortalece a pesar de planes y programas dedescentralización.

En el antichilanguismo se presenta también el rechazohacia algunos rasgos derivados de la perenne competen­cia que genera una ciudad como el Distrito Federal, frentea lo cual se contrapone el ingenio, el agandaye, elservilismo, el conjuro mágico del poder ... del amigo, queno pocas veces reproducen nuestros ricos y clasemedierosdefeños que, a su vez, cultivan el estereotipo del provin­ciano inculto, torpe e ignorante. La sentencia vasconcelistade que en el norte termina la cultura y comienza la carneasada sigue estando presente en las concepciones de mu­chos habitanes del centro geográfico del país.

nacionalidad y corrieron la suerte del territorio que se "pochó" a nuestro país.Horacio Sobarzo, Vocabulario Sonorense, Hermosillo, Instituto Sonorense eleCultura, 1991. -

14 !bid., pp. 97-98.

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Elementos como los señalados debilitan las identidadesculturales nacionales y la solidaridad de las clases y sec­tores subalternos. La creación de estereotipos descalificay a veces encubre otros intereses. Los fronterizos y nor­teños no han escapado al estereotipo y en la etiqueta delcholo, del chilango, del naco, del guacho, también se ocul­ta un prejuicio de clase.

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Mitos y leyendas

En la frontera encontramos la recreación de leyendas ancla­das en tradiciones antiguas que, como en el caso de La Llo­rona, se remontan a la tragedia de doña Marina y permanececomo llanto lastimero que alude al dolor de los conquista­dos. Los mitos fundadores de Aztlán, la fundación deCalifornia y Nuevo Laredo; la consagración popular de per­sonajes que devienen santos, héroes populares o personajesmágicos que curan males y hacen milagritos como la santaDe Cabora, en el estado de Sonora del final del siglo pasa­do, o el Niño Fidencio, en Espinazo, Nuevo León, quieneslograban convocar a multitudes. Fidencio mantiene unacantidad impresionante de seguidores, como lo demuestrala concentración de 40 mil personas provenientes de Méxi­co y de Estados Unidos que se reunieron en Espinazo en1988,al cumplirse los 50años de lamuerte de Jesús FidencioCíntora Constantino: el Niño Fidencio. Al igual que TeresitaUrrea o el Niño Fidencio, Pedrito Jaramillo atrajo (y sigueconvocando) a una gran cantidad de personas en el área deTexas que buscan en don Pedrito la mediación para recu­perar la salud. Paralelamente a estos vicarios que curan losmales del cuerpo y del alma, tenemos importantes figurasmitificadas como Juan Soldado, actual santo patrono delos migran tes indocumentados, quienes acuden al panteónnúmero 1 de la ciudad de Tijuana para que los ayude en elcruce de la línea fronteriza, y los bandoleros sociales de lapoblación mexicana y chicana de la segunda mitad del si­glo pasado, que fueron mitos redentores frente a las penu­rias e indefensión cotidiana.

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Lamúsica popular

En el norte mexicano encontramos diversos cantos tradi­cionales indígenas y regionales, como es el caso de la can­ción cardenche de la Comarca Lagunera, interpretada atres voces sin acompañamiento instrumental. La cancióncardenche es grito y silencio de tesitura dramática, dolo­rosa, como la espina de la planta que le da nombre. Sonsentimientos que perduran y lastiman, pero duelen máscuando se arrancan. La canción cardenche, canción debasurero, de borrachos o laboreña, evoca con frecuenciaal desamor, la lejanía de la persona que detenta el interéssentimental.

También se encuentra la tradición musical rancheraacompañada de guitarra que recupera la tradición del co­rrido incorporándole el acordeón, el bajo sexto, la redovay nuevos elementos como la batería o la guitarra eléctri­ca. Esta expresión musical ha tenido gran presencia entrela población mexicana norteña y la de origen mexicanoque vive en Estados Unidos. De gran arraigo popular, lacanción norteña ha sido el marco de diversos bailes talescomo el calabaceado o las corriditas, que han puesto no­tas alegres a las fiestas en pueblos, ciudades y rancheríasdel norte mexicano. Recientemente este género musicalexpandió su dimensión sincrética al integrarse con la cum­bia y el acompañamiento de tambora, generando el exitosoritmo grupero y el baile de la quebradita.

Las fronteras culturales

Frente a los intentos que ponderan la cultura nacional des­de perspectivas ónticas o generalizantes, crecen los traba­jos que pretenden abordar las características de la culturaregional y los elementos de mediación entre éstas y la lla­mada cultura nacional. Se busca otorgarle centralidad a losmárgenes, presencia a los invisibles, voz a los silenciados,protagonismo a los proscritos.

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Elmundo contemporáneo se caracteriza por una mayormovilidad de fronteras culturales. Así como algunos auto­res destacan la presencia de culturas multicentradas, po­demos considerar la creciente presencia de culturasmulticolindantes y multiinteractuantes. Por eso resulta re­levante la distinción analítica entre oposición y diferenciade Derridá, que abre opciones de interacción diferenciadafrente a la dimensión binaria de la oposición (sin negar losintereses contrapuestos que existen en el campo social).

Las fronteras culturales son construcciones semanti­zadas que operan mediante códigos de sentido que deli­mitan pertenencia o exclusión, por ello, es importantecontinuar el análisis de los procesos de producción, orga­nización y control de las diferencias, 15 pues es, en estainteracción, donde se definen las fronteras culturales queson límites de adscripción/diferenciación que conformanlos procesos de identificación y distinción en los cuales seconstruyen los otros significados y significantes, procesoque se conforma a través de la interacción social y se ex­presa en la relación y representación tanto del otro con­creto, como del otro generalizado.

ral que se ejemplifican a través de los textos de AméricoParedes, Withhis pisto! in his hand, Barrio Boy, de ErnestoGalarza y The house of Mango Street, de Sandra Cisneros,donde considera identidades personales múltiples17 y sedefine a la cultura como zonas fronterizas múltiples.Rosaldo destaca la dimensión fronteriza de la cultura:

Las culturas humanas no son por necesidad coherentes, nitampoco son siempre homogéneas. Con más frecuencia dela que creemos, nuestras vidas cotidianas se entrecruzanpor las zonas fronterizas, grupos aislados o concepcionesde todo tipo [...] esas fronteras no deben considerarse comozonas transicionales de análisis vacío, sino como sitios deproducción cultural creativa que requiere de investigación.18

Culturas fronterizas

Las culturas de frontera articulan diferentes niveles deinteracción entre lo regional y lo nacional, así como entrelos diferentes grupos y campos culturales que conformanla región, además de procesos de integración, recreacióny resistencia cultural derivados de la interacción fronteri­za con lo del otro lado. Claudia Lomnitz realiza un intere­sante esfuerzo para replantear el análisis de la culturanacional mexicana a través del estudio cultural en espa­cios regionales internamente diferenciados donde la cul­tura regional alude a regiones de poder. Importa conocerlas características de las interacciones culturales en losespacios regionales, explorando la dimensión espacial delos significados.19 Los grupos culturales se distinguen por

Quedan muchas cosas por hacer en el estudio de lasinteracciones culturales de frontera, así como en el estu­dio de las articulaciones entre diferentes niveles de rela­ción de los campos culturales. Renato Rosaldo16 analizadiversas narrativas chicanas como concepciones cultura­les cambiantes para el análisis social, recurso vital y polí­tica de identidad. Estas narrativas son portadoras de fron­teras, entendidas como sitios de cruce identitario y cultu-

17 Estando de acuerdo con la idea de identidades personales que se expre­san diferenciadamente en distintos espacios y tiempos, contextos y campos deinterlocución, diferimos del concepto de identidades personales múltiples quealude a una suerte de condición esquizofrénica.

1• Rosaldo, Cultura..., 1991, op. cit., pp. 190-191. En este mismo sentido añade:"Todos nosotros habitamos en un mundo interdependiente de finales del sigloXXmarcado por el prestar y pedir en las porosas fronteras culturales y naciona­les que están saturadas de desigualdad, poder y dominación", p. 199.

19 Así, "una cultura regional es aquella cultura internamente diferenciada ysegmentada que se produce a través de las interacciones humanas en uria econo­mía política regional. Los diversos 'espacios culturales' que existen en una cultu­ra regional pueden analizarse en relación con la organización jerárquica del poderen el espacio[ ...] además, una cultura regional implica la construcción de marcas

15 Véase John Fiske, "Cultural Studies and the Culture of Everyday Lífe", enLawrence Grossberg, et al. (eds.), Cultural Studies, Nueva York, Routledge, 1992.

16 Frente a esto, destaca que "las verdades de estudios de casos que estánmás incrustados en contextos locales, configurados por intereses locales y co­loreados por percepciones locales", en Renato Rosaldo, Cultura y verdad: nuevapropuesta de análisis social, México, CNCA/Grijalbo, 1991.

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sus interacciones simbólicas y sus formas de compartirsignificados, lo cual implica una cultura de relaciones so­ciales, conformada por la conjunción de idioma y mitolo­gía que posibilitan su interacción."

En este punto, también resulta ilustrativo el trabajo dePablo Sergio Vila quien analiza diferentes sistemas clasifi­catorios utilizados en la construcción de identidades so­ciales en la frontera México-Estados Unidos.21 Vila exploralas marcas culturales mediante las cuales se identifica alotro y se conforma la propia identidad en sistemas clasifi­catorios culturalmente construidos. Lo más relevante deltrabajo de Vila es el análisis de diferentes niveles de ads­cripción identitaria de la población fronteriza juarense(nativos e inmigrantes) y de El Paso, Texas, enfatizandolas implicaciones del cambio y la mezcla de sistemas cla­sificatorios que ocurren en la frontera.

Las representaciones de lo propio, lo fronterizo, lo nofronterizo y lo del otro lado, permite a Viladestacar formasespecíficas de articulación de los elementos regionales,nacionales y étnicos en la conformación de las identidades

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de comunicación dentro y entre los grupos de identidad, marcas que, a su vez,ocupan espacios". Claudio Lomnitz-Adler, Las salidas del laberinto: cultura e ideo­logía en el espacio nacional mexicano, México, JM/Planeta, 1995, p. 39.

zo Lomnitz destaca los conceptos de cultura íntima, cultura de relacionessociales, mitificación, ideologías localistas, coherencia y espacios de mestizaje.Las culturas íntimas son expresiones regionales específicas de la cultura declase que involucran al hogar y a la comunidad. La cultura de relaciones socia­les alude a formas específicas de interacción entre las culturas íntimas y, tantolas culturas íntimas como las ele relaciones sociales especifican la hegemoníaen términos espaciales. Si las ideologías son ordenamientos ele uno o más siste­mas que definen las jerarquias o centralidad ele los principios culturales, lasideologías localistas "tratan ele la naturaleza y ele la ubicación ele una culturaíntima en la sociedad", y replantean la cultura ele relaciones sociales, desde elpunto ele vista ele la cultura íntima. Coherencia refiere a la conmensurabilidad(referencialiclacl y compatibiliclacl mutua) ele las instituciones culturales y lascreencias que producen. Espacio ele mestizaje es un proceso ele deculturaciónmediante el cual las comunidades salen ele sus culturas ele origen, sin asimilar­se a la cultura dominante. Lomitz,1995.

" Pablo Sergio Vila, "Everyclay Lile, Culture and ldentity on The Mexican­American Borcler, The Ciudad .Juárez, El Paso Case". Disertación presentada enla Facultad ele Gracluate School of The University of Texas en Austin, agosto ele1994. Véase también "Visiones a través de la frontera: Ciudad Juárez-El Paso.Identidades Sociales en la frontera México-Americana", marzo de 1993.

sociales. Enfatiza que la discusión sobre cultura e identi­dad en la frontera no puede reducirse al debate de lamexicanidad, pues ésta conforma sólo una parte de lasmúltiples posiciones subjetivas culturalmente construidasque constituyen a una persona particular en una situacióny tiempo específicos.

Las estructuras normativas y códigos que definen lasexpresiones y prácticas culturales mantienen múltiplesámbitos de interacción con otras culturas, generando diná­micas conformaciones fronterizas expresadas en asimila­ciones, recreaciones y resistencias culturales, mismas quedependen de la compatibilidad y sentidos que mutuamen­te se atribuyen a esos códigos y estructuras normativas.

Muchos estudiosos chicanos y latinoamericanos en Esta­dos Unidos se abocan al análisis cultural a partir de pers­pectivas que se inscriben en el campo de los estudiosculturales y del multiculturalismo, enriqueciendo satis­factoriamente la discusión sobre las identidades cultura­les de frontera. Éstos enfatizan el análisis de las relacionesinterétnicas y los estudios de género donde destacaremoslos trabajos de Gloria Anzaldúa y Angie Chabram.22

Anzaldúa,23 se adscribe a una visión definida por la pre­sencia de fronteras múltiples entre las cuales destacan lasgeográficas, nacionales y de clase, pero también las sexua­les, psicológicas y espirituales; son fronteras que existeny se definen en la interacción entre culturas heteróclitas,en los espacios territoriales donde coexisten razas dife­rentes; en los umbrales conflictivos donde se enfrentanlas clases sociales.

Anzaldúa enfatiza su identidad fronteriza que incluyedos culturas: la mexicana, signada por la influencia india,

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"Angie Chabram-Dernersesian, "Chicana Rican? No, Chicana-RiqueñaRefashioning the Transnational Connection", en David Theo y Goldberg (eclits.),Multiculturalism: A Critica/ Reader, Blackwill, EUA, 1994.Véase también su traba­jo "I Throw Punches for MyRace, but 1Don't Want to Be a Man: Writing US-Chica­nos (Girl, Us) Chicanas-in to the Movement script", en Lawrence Grossberg, CaryNelson y Paula Treicher, Cultural Studies, Nueva York, Rutleclge, 1992.

'"Gloria Anzalclúa, Border/ands, la Frontera: the New Mestiza, San Francisco,EUA,Spinters/Aunt Lute, 1987.

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24 Para Anzaldúa, los chicanos tienen tres madres: Guadalupe, la madre vir­gen que no les ha abandonado; la chingada (Malinche), la madre violada queellos abandonaron y la llorona, la madre que busca a sus hijos perdidos y que esuna combinación de las otras dos.

La diversificación de los elementos constitutivos de laidentidad se configuran de manera más aguda desde estamirada femenina, pues la conciencia de mujer "es una con­ciencia de las fronteras". Es por ello, que la nueva mestizase las arregla para desarrollar una mayor tolerancia paralas contradicciones y la ambigüedad; aprende a hacer ma­labarismos culturales; posee una personalidad plural, amal­gamada y apuesta a un proyecto alternativo.

Por su parte, Chabram realiza una crítica feminista a lasrepresentaciones políticas de lo chicano, recuperando laperspectiva de género, de "el otro silenciado", pues enfatizaque las chicanas no sólo son desplazadas, sino que sonnegadas; por este motivo, han generado prácticas de re­sistencia, remplazando los discursos de los compadres yel carnalismo por el discurso de las comadres, las sistersy el feminismo. Al igual que otras autoras feministasmexicanas y chicanas como Gloria Anzaldúa, Chabramreivindica a la Malinche (Malintzin) precusora del naciona­lismo y feminismo chicanos, figura a través de la cual eldiscurso masculino dominante epitomizó una traición na­cional reconstruida en su compleja dimensión, incorpo­rando la condición de india, morena, mestiza, chicana deAztlán. Chabram considera que, examinando específicasinteracciones, podemos comenzar a responder preguntascruciales como son la manera en que la chicana y el chica­no se expresan a sí mismos( as) en relación con movimien­tos sociohistóricos particulares. Recupera los sentidosculturales derivados de los encontronazos de las fronte­ras indígena/español, mexicano/anglo, destacando que sonmuchos los contextos históricos y políticos que marcannuestras fronteras.

El complejo escenario cultural finisecular y de fin demilenio nos obliga a repensar las mediaciones entre los gran­des procesos culturales de pretención globalizante y lasdiferentes habituaciones desde las cuales se construye elsentido de la vida de los variados y heterogéneos grupossociales. Las experiencias europeas recientes sobre el votoen relación con los Tratados de Maastricht, presentan unarealidad que evidencia la vigencia de estructuraciones

y la anglosajona que es la marca de un pueblo colonizadoen su propio territorio. La mujer fronteriza es la mestizaque vive en los umbrales, los intersticios, los márgenes,las sombras, compartiendo múltiples identidades, al igualque los chicanos o aztecas del norte, pues la frontera Méxi­co-Estados Unidos es una herida abierta donde el tercermundo se confronta con el primero y sangra hasta produ­cir un tercer país, una cultura fronteriza configurada portodos aquellos que cruzan los límites de la "normalidad".La de Anzaldúa es una mirada que cuestiona una realidaddonde los hombres hacen los roles y las leyes que lasmujeres transmiten. Frente a las opciones que los distin­tos símbolos institucionales ofrecen a la mujer como mon­ja, madre o prostituta, Anzaldúa apuesta a la constituciónde una cuarta opción, desde donde (mediante la educa­ción), surgirá la mujer independiente.

La realidad es compleja y Anzaldúa incorpora su condi­ción de lesbiana como un elemento fundamental en la cons­titución de las nuevas identidades, pues éstas han sido"alienadas tanto de la cultura madre, como de la dominan­te". Recupera sus influencias blanca, mexicana e india, don­de lomexicano es el elemento primario en el cual se encuentrainmersa; cuestiona la discriminación hacia lo indígena; esas"carnes indias que despreciamos los mexicanos como con­denamos y despreciamos a nuestra madre Malinali"; mar­ca ancestral que es parte de la identidad mestiza por másque se la haya reprimido y oscurecido.24

Los chicanos se encuentran en las fronteras permanen­tes de lo mexicano y lo anglo; el primero busca perma­nencia, el segundo pretende borrarlo. Los chicanos tambiénson mexicanos (pero de manera diferente al mexicano delotro lado de la frontera); la suya es una mexicanidad cons­truida desde el sentimiento y no como adscripción de ciu­dadanía.

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socioculturales regionales y populares que siguen caminosdiferentes al señalado por "la modernidad". Son estas expe­riencias las que nos obligan a revalorar el peso social de lasculturas populares y ampliar nuestros acercamientos ha­cia diversas formas de construcción de los sentidos de lavida y de las fronteras sociales y culturales. No hacerlo esmantener un discurso inapropiado para entender los dife­rentes tiempos sociales, los rasgos de la acción social de lapoblación, los procesos de mediación entre el proyecto denación dominante y los diferentes proyectos que se gestanen los ámbitos populares.

Paradójicamente las debilidades conceptuales de la cul­tura popular también denotan su vitalidad. La pérdida o laatenuación de los grandes referentes generalizantes queparticipaban en la construcción del sentido de la vida, in­cluidas las experiencias religiosas oficiales y los referen­tes bajo los cuales se conformó el concepto del estadonación, permiten revalorar la importancia que las expre­siones populares mantienen en la construcción del senti­do de la vida de los grupos mayoritarios. Más allá de losdiscursos modernizantes, las experiencias profundas po­seen enorme vitalidad en las identificaciones tradiciona­les y las adscripciones en redes de sentido a partir dereferentes que escapan a la simbología y el discurso domi­nante de la modernidad.

Para ilustrar algunas de las ideas aquí desarrolladas,presentamos algunos procesos peculiares de creación yrepresentación de las culturas populares fronterizas des­de el corrido y la música norteña a la onda grupera.

Posteriormente, se analiza la perspectiva que sobre lopopular y la frontera se presenta en la película Ni de aquí,ni de allá, de la India María.

Y por último se ofrece una visión general sobre la místi­ca popular en la frontera México-Estados Unidos y seanaliza de manera específica el culto a Juan Soldado, con­siderado el santo de los indocumentados.

La frontera no es una conformación homogénea, tampocolos procesos culturales que en ella ocurren. En la fronteraexisten diversas construcciones de sentido, diferentes redes

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de significado, variados ámbitos de interacción. A esta con­diciónde conformación de campos específicos de interacciónsociocultural con intensidades heteróclitas y produccionesde sentido diferenciables les denomino ámbitos fronterizos.Losámbitos fronterizos se construyen como procesos histó­ricos cuyos referentes provienen de relaciones cotidianas yrefieren a procesos que implican colindancia e interaccióncon lo que sucede del otro lado de la frontera internacional.En la frontera México-Estados Unidos, existen diferentes as­pectos de la acción social definidos por la colindancia, quese manifiestan como desigualdades y contrastes pero tam­bién, acentúan semejanzas y definiciones "comunes". Losám­bitos fronterizos se conforman en campos variados queacentúan la presencia estadunidense, pero también en lasdiferencias con procesos que ocurren en lomexicano no fron­terizo, en ocasiones considerado bajo el genérico de "lo na­cional".Deesta manera lo fronterizo conllevaeldoble procesode demarcación en la interacción con lo estadunidense ycomo diferenciación con "lo otro nacional". Estas caracterís­ticas participan en la conformación y representación de ras­gos regionales en las culturas de frontera.

También podemos identificar diversos ámbitos transfron­terizos, definidos por la existencia de códigos o sistemasde códigos culturales comunes en grupos de ambos lados dela frontera. Los ámbitos transfronterizos aluden a camposde sentido compartidos por sectores de la población deMéxico y Estados Unidos que delimitan acciones, estilosde vida, conductas e imaginarios sociales cercanos, comoha sucedido de manera paradigmática con los movimien­tos juveniles de pachucos y cholos,25 o en las redes socia­les tejidas y preservadas por comunidades indígenas conpresencia en ambos países.

Los ámbitos transfronterizos conforman redes de sig­nificado donde participa con intensidades variadas enpoblación de ambos lados de la frontera. Estos ámbitos

2sveáse, José Manuel Arce, A la brava ése: cholos, punks, chavos banda, Méxi­co, Cole!, 1987.El color de las sombras: chicanos, identidad y racismo (en prensa).

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transfronterizos incrementan su relevancia cuando la cer­canía cultural es mayor, como sucede entre sectores indíge­nas y entre la población mexicana y de origen mexicanoque vive en México y en Estados Unidos. Los ámbitostransfronterizos acentúan su fuerza cuando la interaccióncotidiana es frecuente e intensa y puede reforzarse median­te el acceso a productos culturales comunes. Asimismo, losámbitos transfronterizos pueden participar en la acen­tuación de la división social cuando se activan estereoti­pos, prejuicios y actitudes racistas. Laprevalencia de formasde organización social y los imaginarios simbólicos que for­talecen la división sociocultural de oportunidades puedenincrementar la función defensiva o afirmativa de los ámbi­tos transfronterizos, como sucedió en los años sesenta ysetenta con el movimiento chicano.

Los ámbitos transfronterizos frecuentemente se encuen­tran vinculados a condiciones objetivas de vida compar­tidas y la conformación conjunta de matrices de sentidosdonde se combinan de manera abigarrada situaciones na­cionales, de clase, étnicas, de generación, lingüísticas, et­cétera.

La interacción fronteriza y transfronteriza conlleva pro­cesos de transculturación, diferenciación, recreación, resis­tencia y conflictos culturales que posibilitan la con­formación de límites simbólicos de adscripción distintos alos prevalecientes en las llamadas culturas nacionales.

Los ámbitos fronterizos y transfronterizos comúnmentehan sido objeto de estereotipos y de la incomprensión,adjudicándoseles características de apochamiento, des­nacionalización, pérdida de identidad nacional y cultural yagringamiento. Esta situación ha propiciado juegos de re­presentaciones marcadas por el desencuentro cultural en­tre lo fronterizoy lo no fronterizoy entre los diferentes nivelesde relación con los ámbitos fronterizos y transfronterizos.

La conformación sociocultural de la frontera norte deMéxico implica la colindancia e interacción con lo esta­dunidense. Sin embargo, lo que sucede al norte de la fron­tera no explica el conjunto de expresiones culturales quese presentan al sur de la misma, ni lo anglosajón ha logra-

do la asimilación y difuminación cultural de amplios sec­tores de la población de origen mexicano que viven enEstados Unidos.

Lo estadunidense se reproduce y decodifica de múlti­ples maneras en los espacios cotidianos de la fronteradonde se evidencian las desigualdades, los contrastes, lassemejanzas, los deseos asimilacionistas, las resistenciassociales y culturales. No obstante las evidentes desigual­dades económicas y sociales entre México y EstadosUnidos, la interacción fronteriza implica diferencias, resis­tencias y conflictos, y son las culturas populares las quepresentan mayor capacidad para preservar y recrear ele­mentos de cohesión cultural.

En la frontera encontramos una rica expresión culturalpopular que involucra manifestaciones juveniles al estilode los pachucos, los cholos o los loumders, así como punkso roquers, que han participado en la delimitación del esce­nario urbano durante las últimas décadas. Los jóvenesconstituyen uno de los más ricos componentes de recrea­ción e innovación cultural en la frontera, destacando porsus expresiones simbólicas la juventud pobre que habitaen las colonias populares.

La historicidad de la población de origen mexicano enEstados Unidos, entre la que se encuentra la poblaciónchicana, muestra una imbricada relación entre pertenen­cia étnica y clase social. Tradicionalmente la población deorigen mexicano que vive en Estados Unidos ha pertene­cido a los sectores de trabajadores pobres y muchos desus intelectuales poseen fuertes vínculos y experienciascon el trabajo agrícola, el tendido de vías, los servicios ola industria. Estas vivencias son marcas de vida profun­das que han impactado sus expresiones artísticas. El artechicano posee la conspicua huella de expresiones popula­res vinculadas con el origen mexicano, y han sido partefundamental de la expresión simbólica de diferentes mo­vimientos sociales, políticos y artísticos chicanos.

Diversos estudios realizados en la frontera norte deMéxico y entre la población de origen mexicano en Esta­dos Unidos, indican que la vinculación cultural, a partir

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de los símbolos compartidos derivados del origen común,son más fuertes entre los sectores populares que entrelos sectores medios y altos. En otras palabras, entre lossectores populares son más fuertes los límites de perte­nencia a través de los cuales se identifican y diferenciande la población y la cultura anglosajona.

Estos vínculos culturales cruzan la frontera y se mani­fiestan de manera destacada en los barrios, la música eco­rridos, canciones rancheras, cumbias), las danzas, lasexpresiones gráficas tales como murales o grattiti, la me­dicina tradicional, el teatro, las fiestas, los cuentos, lastra­diciones orales, los mitos, las leyendas, los juegos o lamística popular, donde personajes como ElNiño Fidencio,Pedrito Jaramillo o Juan Soldado tienen devotos en am­bos lados de la frontera.

Muchas tradiciones permanecen e influyen en la vidade una parte importante de la población de origen mexi­cano en ambos lados de la frontera, porque las tradicionesno son cosa del pasado, sino imágenes actuales, presentes,que se manifiestan en prácticas y rituales frecuentementeignorados por las culturas dominantes. La prevalencia deprácticas de culto popular nos remite a una posición don­de la experiencia social incorpora la influencia de fuerzasmágicas en la cotidianidad.

En la frontera norte de México y sur de Estados Unidosla construcción de lo popular involucra las fronteras cul­turales frente al mundo anglosajón, dada la abigarradaconformación y en desventaja de lo mexicano con la po­breza en contextos definidos por divisiones socioculturalesen los espacios de representación y de poder. Esta situa­ción ha sido una marca importante en el arte chicano, querecuperó estampas y símbolos provenientes de la vidacotidiana de los barrios mexicanos y chicanos. Lo popu­lar refiere a prácticas culturales heterogéneas portadorasde diversos rostros y tiempos sociales. Algunos de susrasgos conspicuos provienen de la música y los cantos.

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III.Voya dar un pormenor:corridos y cultura popular

Música y cultura popularLamúsica es marco imprescindible de la cotidianidad quedesborda los límites íntimos marcados por los muros delas viviendas o el espacio móvil del auto, formando partefundamental del bullicio que define la fisonomía urbana.Lamúsica cumple una función de ideologización, de resis­tencia o de recurso lúdico, pero siempre se encuentra pre­sente en la alegría, la tristeza, el júbilo, el dolor y en lasinterminables conjunciones de amor y desamor.

En la música se expresa la alegría ritual compartida,donde atisba lo que de transgresión tiene la risa popularanalizada por Mijail Bajtin. El ambiente se desacraliza enun arrebato de júbilo donde no tiene cabida el discursoacartonado y la ironía se mezcla con fugaces desplantesde dignidad nacionalista. Lamúsica "se cuela", danza, pro­picia "guateques" que son serpientes danzarinas, ruedasrituales o denuedo personal y los diferentes actores se venrepresentados en el rock, el corrido, la canción ranchera,el fenómeno grupera, la "canción de protesta", las oldiesbut goodies, el heavy metal; géneros que se insertan demanera diferenciada en los grupos sociales mediados porel gusto y la experiencia personal, pero también constitu­yen referentes fundamentales en la conformación de lasexpresiones de los grupos populares.

Acontinuación analizaremos la función social del corri­do y la música norteña como componentes culturales enla construcción, recreación y disputa social de los grupos

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