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RESUMEN

El cultivo de la vid se desarrolló temprano en los llanos costeros y en los valles medios de lasvertientes occidentales andinas cuyas características de clima y suelo eran propicios. Españo-les y criollos habían hecho caso omiso de las ordenanzas reales y virreinales que trataron inú-tilmente de limitar este cultivo y la producción de vinos locales que competían con los impor-tados de España.En la zona de la que trata este trabajo – Pisco, Ica y Nasca- por un tiempo relativamente breveincluso los señores indígenas locales que todavía eran “ricos” y poseían tierras se dedicaron conéxito a plantar viñas y a producir vino, y hasta hubo “indios naturales” que se habían dedicadoa esta actividad, aunque estos últimos fueron obligados a desistir después de pocos años.En la última década del siglo XVI y las primeras del siglo XVII muchas de las propiedades delos señores indígenas de segunda y tercera generación se transfirieron a españoles y criollospor ventas o, en numerosos casos, por donaciones o disposiciones testamentarias a diversasórdenes religiosas establecidas en el Perú. He citado aquí como ejemplo algunos de estoscasos que favorecieron a la Compañía de JesúsParte de mi investigación está dedicada a cuán rápida fue la multiplicación de los viñedos en losvalles y llanos de Pisco, Ica y Nasca, a las técnicas de plantío, a los cuidados de las vides así comose practicaban entonces, y a cómo se vendimiaba. La mano de obra necesaria para todas estastareas estaba a cargo de esclavos que era necesario importar en número creciente. Quienes sededicaban a la fabricación de los recipientes indispensables para guardar y transportar el vinopor tierra o por mar eran más bien artesanos libres, muy solicitados y bien remunerados.Las alteraciones naturales como erupciones volcánicas, terremotos y maremotos que se produje-ron recurrentemente a lo largo y ancho de una vasta zona del territorio del Perú de entonces,desde fines del siglo XVI hasta bien entrado el siglo XVIII, afectaron duramente a los viñedos ybodegas causando la pérdida de cosechas que fueron registradas en apenas una mínima parte.

Palabras claves:Viñas y vino – Perú, siglos XVI y XVII – Cultivo de viñas – Compañía de Jesús

ABSTRACT

The cultivation of vineyards developed early in the coastal plains and middle valleys of theoccidental slope of the Andes, where weather and soil were favorable. Spanish and creolesdisregarded the royal and viceroyalty decrees which vainly tried to limit this crop and theproduction of local wines because they were a competition for the Spanish imported wines.This article is about an area –Pisco, Ica, and Nasca- where for a relatively brief time local indigenouslords, who were still “rich” and owned land, successfully dedicated to the cultivation of vineyardsand the production of wines. There were also “indios naturales” (“common Indians”) dedicatedto this activity, even though they were compelled to leave this activity after a few years.During the last decade of the XVI century and the first decades of the XVII century, many ofthe properties of the indigenous lords of the second and third generations, were transferred toSpanish and creoles. This was done through sales or, in numerous cases, through donations orexecution of wills in favor of different religious orders that were established in this area. Ihave cited some cases of donations which favored the Company of Jesus (Jesuits).Part of my research has been dedicated to the fast multiplication of vineyards in the valleysand plains of Pisco, Ica, and Nasca, to the planting techniques, to the special care in thecultivation of grapes as well as to how the harvest was done. All the labor needed for thesetasks were in charge of slaves that were imported in great numbers. Free artisans were themost valued and were well paid and they were in charge of the fabrication of the containers forkeeping and transporting wine by land and sea.From the end of the XVI century until well into the XVIII century, in vast parts of the Peruvianterritory, there were recurrent natural disasters. Volcanic eruptions, earthquakes and tsunamis greatlyaffected the vineyards and wine cellars causing the loss of crops which were not properly registered.

Key words:Vineyards and wine – Peru: XVI and XVII centuries – Cultivation of Vineyards - Society of Jesus

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LA VID Y EL VINO EN LA COSTA CENTRAL DEL PERÚ,SIGLOS XVI Y XVII

Ana María Soldi (*)

“La planta más provechosa y necesariaque los españoles han traído y plantadoen este Nuevo Mundo es la vid...”Bernabé Cobo. L. X. Cap. XIII

INTRODUCCIÓN

Los españoles que invadieron el Perú en el siglo XVI, muy temprano se dieroncuenta que en algunas partes del territorio que iban ocupando podían cultivar lasplantas cuyos productos les hacía más falta, el trigo y la vid entre las principales. Lasnoticias que recogieron los cronistas acerca de los lugares adonde se plantaron losprimeros sarmientos de las vides no siempre concuerdan; el hecho es que la vid seaclimató rápidamente en la región costera donde encontró el ambiente más propicio.

En los valles de Pisco, Ica y Nasca la población nativa había sufrido las conse-cuencias de las guerras civiles que siguieron a la conquista y buena parte de lastierras de cultivo se encontraban abandonadas. Sin embargo, unos cuantos señoresindígenas controlaban todavía considerables extensiones de tierra que habían perte-necido a sus antepasados y disponían de sus “indios” que las cultivaban. Entre losaños 1570 y 1590 los testamentos y las transacciones de algunos de estos señores dancuenta de las viñas que habían plantado y de su producción en mosto y en vino.

(*) Doctora en Química Pura por la Universidad de Génova, Italia y Miembro del Instituto Riva Agüero de laPontificia Universidad Católica del Perú.

Artículo recibido el 27 de febrero de 2006. Aceptado por el Comité Editorial el 24 de marzo de 2006.

Correo electrónico: [email protected]

Revista UNIVERSUM . Nº 21 . Vol. 2 . 2006 . Universidad de Talca

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Pp. 42 a 61

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A fines del siglo XVI y durante el XVII algunas órdenes religiosas recibieron endonación o heredaron tierras y viñedos que habían pertenecido a los señores indíge-nas; la Compañía de Jesús fue la más favorecida.

También los “indios naturales y de comunidad” habían plantado viñas, produ-cían mosto y lo vendían. Pronto estos pequeños y medianos viñedos despertaron lacodicia de algunos españoles quienes vieron la manera de apoderarse de ellos. Lapolítica de “reducciones” que se implementó durante el virreinato de Francisco deToledo fue la que terminó con todas estas propiedades.

En esos años todavía se importaba vino de España, pero su precio era tan eleva-do que muy pocos podían permitirse el lujo de consumirlo. Cuando la producciónde vino local fue creciendo y comenzaba a amenazar la importación llegaron deEspaña unas Ordenanzas Reales que prohibían plantar vides y producir vino. Sinembargo, los funcionarios virreinales no pudieron hacerlas cumplir y tuvieron quelimitarse a gravar con impuestos la producción local.

Las vides se plantaban de manera parecida a las de España y necesitaban lasmismas labores estacionales; sólo los fertilizantes eran diferentes, ya que según lasregiones se utilizaba guano de las islas o las hojas descompuestas de los algarrobos.Se vendimiaba entre marzo y abril.

Debido a la drástica disminución de la población indígena hubo que recurrir ala importación de esclavos para emplearlos en los múltiples trabajos que exigían lasviñas a lo largo de todo el año y después en la elaboración del mosto y de los vinos.Fueron en su mayoría negros y pronto se revelaron muy hábiles en todas las tareas,desde las más sencillas hasta las más exigentes. Su número fue aumentando confor-me crecía la extensión de los viñedos, la producción de vino y las posibilidades eco-nómicas de los viticultores, ya que aquellos que demostraban ser especialmente dies-tros tenían un valor muy alto.

La producción crecía rápidamente y en proporción inversa bajaron los precioshasta que se mantuvieron bastante estables por un tiempo. En la región objeto deeste estudio, entre fines del siglo XVI y mitad del XVII, el mosto valía aproximada-mente un peso cada arroba y el vino entre tres y cuatro pesos. El mosto entre losindígenas y el vino entre los españoles, servían como equivalentes para las más di-versas transacciones.

También crecía la demanda de recipientes en que envasar, guardar y transpor-tar mostos y vinos. La mayor parte se almacenaba en botijas de barro de diferentescapacidades según los usos a los que se destinaban. Los “botijeros”, mayormentemestizos y criollos, eran muy solicitados, mejor remunerados y algunos de ellosalcanzaron cierto prestigio.

El transporte del vino desde los lugares de producción hasta las zonas de con-sumo en el altiplano se hacía en caravanas de llamas y envasado en odres de piel decabra. El que iba a ser transportado por mar desde las bodegas de Pisco e Ica seacopiaba primero en el puerto de La Magdalena de Pisco y desde allí navegabahacia los grandes depósitos del puerto del Callao. Otras cantidades se encaminabanhacia el sur, al puerto de Arica, desde donde seguían tierra adentro hacia los gran-

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des centros mineros de la sierra sur.Los cronistas que he consultado para el siglo XVI y principios del XVII descri-

bieron y comentaron algunos de los desastres naturales que asolaron toda la zonadel centro y sur del Perú en esa época. De los fenómenos telúricos que siguierondespués y por más de un siglo encontré noticias en otras fuentes. Murió muchagente, se derrumbaron edificaciones y fueron gravemente afectados viñedos y bo-degas. Se perdieron cosechas enteras pero se siguieron plantando viñas y se volvió aproducir vino, aunque en cantidades menores que en el pasado.

ANTECEDENTES

Poco después de la llegada de los invasores europeos comenzó en el Perú unaépoca de turbulencia interna que duró casi ininterrumpidamente algo más de tresdécadas.

Apenas sofocada una gran rebelión indígena que se extendió por casi todo elterritorio (1536–1537), se agravó el enfrentamiento entre Francisco Pizarro y Diegode Almagro, debido en gran parte a la discordia respecto de la delimitación de susrespectivas gobernaciones. Así fue como se desató la primera guerra civil entre lospartidarios de ambos ex-socios y rivales. Derrotado y asesinado Diego de Almagroen 1538, los almagristas asesinaron a Francisco Pizarro en 1541, y encabezados porel hijo de Almagro llegaron a tomar el control de la zona en conflicto, hasta quefueron derrotados por el Gobernador Vaca de Castro en 1542.

Sólo dos años después Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco, levantado enarmas en contra del primer Virrey del Perú, Blasco Nuñez de Vela, desbarató lasfuerzas leales y mató al Virrey en 1546. Al año siguiente, en vista de la grave situa-ción, la Corona envió al Perú al Licenciado don Pedro de la Gasca como Presidentede la Real Audiencia y con autoridad para gobernar. Después de reunir un poderosocontingente, logró la rendición de Gonzalo Pizarro y lo hizo ejecutar en 1548.

Gasca, también llamado “el Pacificador”, no logró apaciguar del todo los áni-mos inquietos y rebeldes, ya que el período conocido como el de las “guerras civi-les” sólo terminó en 1554 con la derrota y muerte de Francisco Hernández Girón,quien se había sublevado en contra de la Real Audiencia. Sólo después de veinteaños de zozobras, el Perú tuvo un Virrey que pudo gobernar en paz: Andrés Hurta-do de Mendoza, Marqués de Cañete (1556–1561).

Aunque parece contradictorio, se puede constatar que durante los conflictosinternos y al margen de ellos, en el Perú hubo un desarrollo espontáneo de la socie-dad y de la economía. En un principio los “frutos de la tierra” proporcionaron a losinvasores los alimentos básicos, pero definitivamente les hacía mucha falta el trigopara el pan y la uva para el vino. Harina y vino se importaban a precios muy eleva-dos, en cantidades insuficientes y en condiciones precarias.

En cuanto al trigo, entre la tradición y la historia aparecen unas “señoras princi-pales” que se disputaban el honor de haber introducido el trigo al Perú. Escribiendoa principios del siglo XVII el cronista Bernabé Cobo resalta la figura de doña Inés

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Muñoz como “la primera mujer que vino al Perú... y fue la que trajo el trigo a estatierra”1.

Otra mujer que se adjudicaba este honor era Beatriz, una esclava morisca quetrajo al Perú el Veedor García de Salcedo, quien finalmente se casó con ella. En sutiempo, Beatriz llegó a ser una de las grandes señoras del Perú, aunque nunca logrólucir el título de “doña”2.

La historia era generalmente la misma: unos granos de trigo encontrados en uncostal de harina o de arroz traídos de ultramar y que, sembrados, germinaron ydesarrollaron las primeras espigas. El hecho fue que rápidamente se difundió elcultivo de este cereal que hacía tanta falta, y en 1549 ya se habían construido enLima dos molinos. Cobo dice que “para haber ya cantidad de trigo para vender, elCabildo señaló el precio que había que llevar por la molienda: por cada hanega detrigo tres almudes de molienda y a real la libra de pan“3. A fines de la década de1530, por lo menos en Lima, ya se producía pan pero se seguía importando vino, yera urgente ensayar el cultivo de las vides.

Desde muy temprano los españoles se percataron de las condiciones del clima yde los terrenos de los llanos así como de las zonas más bajas de los valles costeros, seprestaban muy bien para el cultivo de las vides, pero ¿cuándo y cómo llegaron alPerú? Los autores discrepan y sabemos que antes de 1550 había vides plantadas enlas zonas más bajas de algunos valles de la costa y según Cobo en 1551 se vendieron–y muy caras– las primeras uvas en Lima4.

Entre los cronistas que llegaron primero al Perú, los que ofrecen noticias másinteresantes son Agustín de Zárate y Pedro Cieza de León. Zárate llegó al Perú en1543 como Contador de Mercedes del Emperador acompañando al Virrey Nuñez deVela Cuando asomaba la rebelión de Gonzalo Pizarro Zárate, en cumplimiento desus funciones, recorrió los llanos del Perú donde vio que “dánse muy bien todofruto de Castilla y aún de uva hubiera abundancia si las alteraciones de la tierrahubieran dado lugar, porque algunas (vides) han nascido que se pusieron de granosde pasas...”5. Leyendo a Cieza parece que el cultivo de vid se logró muy pronto y enabundancia en los valles y llanos de la costa norte que habían sufrido menos las«alteraciones de la tierra”, mientras la región al sur de Lima, entre Chincha y Nascahabía sido escenario de numerosos episodios de las guerras civiles con sus secuelasde destrucción de parte de la población indígena y abandono de grandes extensio-nes de tierra6.

1 Cobo, B. Historia del Nuevo Mundo. Biblioteca de Autores Españoles. Edición Atlas. Madrid 1964. T. I p. 431.2 Lockhart, J. El mundo hispanoperuano 1532–1560. Fondo de Cultura Económica. México 1968. p.253.

3 Cobo, B. Op. cit. T. I pp. 406-407.

4 Cobo, B. Op. cit. T.I. p.392.

5 Zárate, A. de: Historia del descubrimiento y conquista del Perú. Biblioteca de Autores Españoles. EditorialAtlas. Madrid 1947. Tomo XXVI. p. 467.

6 Fernández, D. Historia del Perú. Biblioteca de Autores Españoles Tomo CLXIV. Madrid 1963. Primera y Se-gunda Parte pp.380–384.

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Cieza acompañó a Pedro de la Gasca en su expedición contra los Pizarro (1547-1550), y precisa que pasó por Pacasmayo en setiembre de 1548. Podemos seguir surecorrido “por los llanos” de norte a sur y tomar nota de sus observaciones. DesdeSan Miguel de Piura hasta Lima encontró que “en muchos de estos valles hay gran-des viñas. Hasta agora no se ha hecho vino y por esto no se puede verificar que talserá...”7.

En los alrededores de Lima Cieza vio algunas viñas, pero siguiendo hacia el surno menciona otras hasta Chincha donde observa que “se crían los sarmientos quehan plantado”. Para Ica no hay mayores comentarios antes de emprender entre gran-des espesuras de algarrobos el largo camino hacia los valles de La Nasca “donde seha plantado en uno de ellos gran cantidad de cañaverales dulces de donde se sacamucha azúcar”8.

Ahora podemos preguntarnos quiénes plantaron esas “grandes viñas”. En 1550se reunió en Valladolid una Junta en la que se debatió la conveniencia de otorgar “enperpetuidad” los Repartimientos de que gozaban los Encomenderos. Entre los quese declararon a favor estuvo Bernal Díaz del Castillo, quien argumentaba que losEncomenderos “se perpetuarían mucho más en poner heredades de viñas y semen-teras”. Una década después Juan de Matienzo, Oidor de la Real Audiencia desde1561, opinaba que “los dueños de las chacras sean favorecidos, pues son los queconservan la tierra... Muchos caballeros han dado en tener chacras y heredades. Al-gunos plantan viñas y hacen vino aunque no es tan bueno que se pueda añejar; máspodría ser, andando el tiempo, sea bueno”9.

Mientras tanto, en los alrededores de la recién fundada Lima ya había vecinosque habían tomado la iniciativa, aunque en pequeña escala. En 1546 un pequeñoEncomendero del valle del Chillón había contratado a un español para que plantaraen su chacra trigo, maíz, algunos árboles frutales y unos cientos de parras.

En 1552, no muy lejos de Lima, unos vecinos habían contratado a un adminis-trador para su chacra, donde ya había árboles frutales y una viña.

En 1574, en el valle del Rímac, fue vendida otra chacra que tenía una viña, unaprensa de uva, unas cuantas botijas para guardar vino y tres esclavos10. En estoscasos se trataría de algunos españoles quienes, al no haber sido favorecidos con unarecompensa importante por sus servicios, habían recibido de los representantes lo-cales de la Corona un solar y unas fanegadas de tierra en calidad de “mercedes”.

7 Cieza de León, P. La Crónica del Perú. Biblioteca de Autores Españoles. Madrid 1963. T. XXVIp. 448.

8 Cieza de León, P. Op. cit. pp.424–425

9 Matienzo, J. de: Gobierno del Perú. T. XI Travaux, Institut Francais D‘Etudes Andines. Lima – Paris. 1967. pp.272–273

10 Archivo General de la Nación (en adelante AGN). Protocolos Notariales. Pedro de Salinas 1546-47. ff 134-135.AGN. Protocolos Notariales. Diego Gutiérrez, ff 196-198.AGN. Protocolos Notariales. Juan de Morales, 1572-1577 ff 196-198

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VIÑAS DE LOS SEÑORES INDÍGENAS

En la época que nos ocupa los indígenas también habían comenzado a plantarsus viñas y en primer lugar los señores, caciques y curacas de importantes y anti-guos linajes locales de Ica, Pisco y Nasca donde todavía mantenían el control deconsiderables extensiones de tierras fértiles y del trabajo de “sus indios”.

En 1561, al otorgar su testamento, don Hernando Anicama, cacique principalde Urin Ica declaraba tener “en el pago de San Martín su viña de Tipso” cuyo frutodebía ser distribuido en tres partes, una de ellas para instituir una Capellanía. En1571 fue interrogado don Pedro Tizcancho, indio ladino de la misma parcialidadquien declaró haber tenido a su cargo los frutos de parte de la herencia “despuésque murió don Hernando Anicama... el cual mostró un quipo e dijo que hera lacuenta y razón de lo que ha cojido della.”11

En 1569 don García Nanasca, cacique principal del valle de La Nasca dispusoen su testamento que de la Viña Grande (que poseía) se hiciera tres partes,”dos deellas mando que sean para mis indios y con estas condiciones se las dejo por restitu-ción por quanto la hicieron y labraron... y de la renta de una de ellas se saquen 500pesos para los pobres de las parcialidades de...”12

En 1577 don Francisco Maylla, uno de los caciques de Palpa, declaró tener 1550parras de 10 años de edad en unas heredadas situadas a una legua de distancia delPueblo del Ingenio, donde “se cojen 200 botijas de mosto...”13

En 1582 don Andrés Mukaywate y su esposa de la parcialidad de Urin Ica ven-dieron a un vecino de Ica 3.000 plantas de vid plantadas en la tierra de Ucaña y elmismo año don Alonso Waman Aquije, otro cacique de Urin Ica se obligaba a pagara don Juan de Herrero “100 pesos de a 9 reales y 100 arrobas de mosto”14

Asimismo, en 1582 doña Beatriz Illaynachi, hija de uno de los caciques de UrinIca, pedía “se mande hacer una provisión” sobre la cosecha de vino recibida de supadre en ocasión de su matrimonio, y el mismo año don García Nanasca (hijo) yesposo de Beatriz firmaba en Ica una carta de cobro de un año de arrendamiento deuna “chacra de uva” por 1.300 pesos de plata corriente de nueve reales.15

En 1589 don Domingo Sullca Changalla, cacique de Anan Ica reconocía deber asu sastre Fernando de Aguirre la suma de 430 pesos corrientes y para pagarle ofrecíaen prenda su chacra y pagaría el equivalente de la deuda con mosto que iba a produ-cir “según el precio que valiera el mosto en esta villa”16

11 AGN Compañía de Jesús. Títulos de propiedad. Leg. 26.

12 AGN Derecho Indígena. Legajo 1. Cuaderno 616.

13 Archivo Arzobispal de Lima (en adelante AAL). Sección Curatos. Siglo XVI.

14 AGN. Protocolos Notariales. García de Córdoba. Ica 1582.

15 AGN. Protocolos Notariales. García de Córdoba. Ica 1562.

16 AGN. Protocolos Notariales. García de Córdoba. Ica 1589. Los cuatro últimos documentos fueron citados tam-bién por García Rossel, A. Caciques y Templos de Ica 1954.

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¿Cómo pasaron a manos de españoles estas y otras tierras en las que los mismosindígenas ya estaban recogiendo los frutos de las plantas importadas por los invaso-res? Hubo muchas circunstancias que favorecieron este fenómeno y en primer lugarla dramática baja demográfica de esos tiempos durante los cuales los mismos caci-ques vendieron tierras a título personal por no tener como cultivarlas y alegando deque habían pertenecido a sus antepasados o tierras de comunidades abandonadaspor sus antiguos habitantes. También se registraron transferencias de propiedad víamatrimonios. Keith (p.114) cita el caso de don Alonso Waman Aquije, cacique prin-cipal de Urin Ica quien casó a una de sus hijas con el nieto de un encomenderoasignándole en dote parte de sus tierras17.

VIÑAS DE LOS JESUITAS

Desde los últimos años del siglo XVI y los primeros del XVII numerosos señoresindígenas ya convertidos y “doctrinados” donaron o legaron sus bienes a diversasórdenes religiosas para la institución de Capellanías, construcción de iglesias, con-ventos o colegios. En esta ocasión sólo me referiré a las haciendas de viñas de losvalles de Pisco, Ica y Nasca que fueron donadas a la Compañía de Jesús.

Los Jesuitas que llegaron al Perú a fines del siglo XVI dedicaron los primerosaños de su estadía a la evangelización de los indígenas y a la predicación de la doc-trina cristiana, pero muy pronto dirigieron sus mayores esfuerzos a la enseñanza através de colegios que poco a poco fueron construyendo en las villas que se estabanpoblando rápidamente. La fundación de los colegios era auspiciada por personajeslocales acaudalados que donaban a la Compañía de Jesús sus a veces muy valiososbienes.

En la cuenca del Río Grande de Nasca una de las más importantes haciendas deviña que tuvieron los Jesuitas fue San José. Su historia comenzó en 1546 cuando dosde los más importantes curacas del valle del Kollao vendieron a un español llamadoPedro Gutiérrez todo el valle “desde la naciente del río hasta el Tambo viejo delInca” Poco tiempo después, Gutiérrez vendió todo el valle al Veedor García deSalcedo, hombre muy rico quien plantó caña e instaló un importante ingenio azuca-rero. Desde entonces el valle se conoció como Ingenio18. Pasando de mano en manode españoles y fraccionándose la propiedad, Francisco de Arias Maldonado llegó aplantar 13.000 parras en 29 fanegadas de tierra, que con otras colindantes fueronpuestas en venta en 1617 y las compró la Compañía de Jesús para su Colegio delCuzco.

Otra hacienda “en los valles de La Nasca” pertenecía al Licenciado FranciscoCabeza, quien había plantado una viña que en 1646 contaba con 12.000 parras. Alotorgar su testamento en 1657, Francisco Cabeza legó a la Compañía de Jesús “sus

17 Keith Robert, G: Conquest and Agrarian Change. Harvard Univesity Press. Cambridge. Massachussets andLondon. 1976.

18 AGN, Títulos de Propiedad, Leg. 3, Cd.83, 1546.

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viñas y tierras llamadas San Antonio de Bellavista” destinándolas al Colegio de SanPablo de Lima; ya entonces la viña contaba con 26.000 parras. Más tarde los Jesuitascompraron más tierras aledañas y la hacienda fue llamada San Javier. A mitad delsiglo XVIII era una de las mayores productoras de vinos y aguardientes del valle19.

En cuanto a Ica, en 1598 don Fernando Anicama sucesor de su padre en elcacicazgo de San Juan de Lurin Ica y único heredero de sus bienes, al dictar su testa-mento declaró tener “una viña principal de 16 a 17 mil posturas con casa y bodegaen el mismo pueblo, con 56 tinajas, las 24 de vino nuevo... 7 de vinagre y un hagarcon sus utensilios y tinajón”, además la viña de Tipso que da más de 10.000 botijasde vino. Todo estos y otros bienes, don Fernando disponía que se entregaran a laCompañía de Jesús para el Colegio de la Compañía en Lima y la construcción de unNoviciado, con la condición de que su padre fuera reconocido como “único y granbenefactor”20 .

En 1692 Antonio de Vargas y Medrano ordenó en su testamento que se entregaraa la Compañía de Jesús su “hacienda de viña de San Martín aperada con 26 esclavosy las tierras de La Tinguiña y la cosecha del año para la fundación de un colegio”.Treinta años después las haciendas donadas por Vargas y Medrano valían 120.000pesos y con otras donaciones se inició la construcción del Colegio San Luis Gonzagade Ica.21

Desde principios del siglo XVII en el valle de Pisco había viñas que llamaron laatención de los cronistas contemporáneos por la importancia de su producción devinos. En 1598 la que llegó a ser la hacienda de Humay22 era una pequeña chacra, unviñedo que en 1598 doña Inés Guatu heredó de su padre don Alonso Lima, uno delos caciques del valle El esposo de doña Inés desarrolló la chacra y la legó a lafamilia Gamonal, uno de cuyos miembros, al otorgar su testamento en 1723, la legóa la Compañía de Jesús. Tenía entonces 47 fanegadas de tierra donde, además deuna buena viña había una botijería importante, 26 esclavos, un molino, campos dealfalfa y muchos animales de tiro para transportar sus botijas de vino y aguardien-tes. La Compañía que ya poseía Chuncanga23, otra hacienda cercana, decidió asig-nar la renta de Humay a las misiones de los Moxos, en los llanos orientales de lo quehoy es Bolivia.

En el desierto, a dos leguas del puerto de La Magdalena de Pisco, “en el pago ysitio que llaman Llampcha” había tres hoyas plantadas de viñas. Su dueño, donLázaro Xapanilla, principal de Hurin Pisco, las vendió a un español llamado BernabéGarcía en 159224. Desde entonces y año tras año otros españoles excavaron más ho-

19 Cushner, N. P. Lords of the Land. State University of New York Press. Albany.1980 p. 43.

20 Rossel Castro A: Caciques y Templos de Ica. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima. 1964. pp. 98-103

21 Sánchez Elías, Julio: Cuatro siglos de historia iqueña. Editorial Victory. Lima. 1957. p. 82.

22 AGN Temporalidades. Legajo 12.

23 AGN Títulos de Propiedad: Humay y Chunchanga, Legajo 2, cuadernos 37 y 46.

24 Soldi, A. M. “Lancha, un caso de explotación agrícola racional en el desierto” en el Boletín de Lima No. 2. Lima. 1980.

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yas y plantaron en ellas más vides. El valor de la que en documentos posterioresfigura ya como Lancha o Santa Cruz de Lancha aumentó considerablemente. En1686 la compró en un remate el licenciado Andrés de Vilches y Ballesteros quien alotorgar su testamento en 1725 la adjudicó a la Compañía de Jesús para que sus fru-tos fueran aplicados a la reconstrucción del colegio de la Compañía en el nuevopueblo de Pisco, ya que el anterior había sido destruido por el maremoto de 167825.

VIÑAS DE INDIOS

No sólo los señores tenían viñas sino también unos “indios naturales” y “decomunidades”, quienes temprano se habían dado cuenta del valor de los frutos delas vides que les permitían producir mosto y venderlo para pagar sus tributos.

De los primeros años de 1570 son unas Ordenanzas del Virrey Francisco deToledo en las que se disponía que los indígenas que poseían y cultivaban tierrasdistantes a más de una legua de las Reducciones que les habían sido asignadas de-bían abandonarlas, “porque los dichos indios y el más tiempo del año se volvían alos lugares con el achaque que tenían ahí chacarillas y parrales y no querían sembrarni estar en las reducciones”. Conocemos dos casos bien documentados de estos he-chos.

En la vasta zona desértica entre Pisco e Ica se encuentran entre las dunas, unasdepresiones donde la napa freática relativamente alta permitió que desde tiemposprehispánicos los indígenas locales excavaran unas “hoyas” donde cultivaban maíz,yucas, frijoles así como algunos árboles frutales26. El cronista Diego Fernándezdescribió prolijamente uno de estos sitios (p. 368) donde en 1553 hubo un enfrenta-miento entre las tropas reales y los rebeldes de Francisco Hernández Girón. Desdeentonces este lugar se conoció como “las hoyas de Villacurí”. Durante los veinteaños siguientes los indígenas de Villacurí reemplazaron gradualmente sus cultivosancestrales con vides, cuyos productos estaban alcanzando precios que les permi-tían pagar sus tributos. Pero todo terminó en 1575 cuando a una visita ordenada porel Virrey Toledo siguió una Ordenanza Real que mandaba “reducir los indios deVillacurí a los pueblos de Pisco e Ica donde heran naturales y que ciertas hoyas ychacras de viña que tenían en el dicho pueblo y estancia de Villacurí se vendiesen enpublica almoneda en quien más por ellas diese.”27

Las Ordenanzas toledanas alcanzaron también a los indígenas que habían plan-tado y cultivaban sus viñas en otras hoyas “en el pago de Cachicamayos y Paraca” ados y media leguas al noroeste de Villacurí y a dos y tres leguas de Pisco. Vistos losinformes del visitador de oficio, los dueños fueron “reducidos” a Pisco y sus hoyas

25 AGN. Títulos de Propiedad. Leg. 41. Cuaderno 749 y AGN. Temporalidades. Títulos de haciendas. Leg. 82.

26 Soldi, A. M. La agricultura tradicional en hoyas. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica delPerú. Lima. 1982.

27 AGN. Juicios de Residencia. Leg. 2. Cuad. 4. ff 142-142v.

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plantadas de viñas fueron rematadas en diciembre de 1576 en el Puerto de La Mag-dalena de Pisco. En este caso contamos con el traslado del documento de la subastaque se realizó, el inventario en que figuran los nombres de los propietarios afecta-dos, el número de las parras que poseían y el estado en que se encontraban al mo-mento del remate. Había sarmientos recién plantados y viñas viejas, algunas de 10años, altas y bajas, podadas y por podar, buenas y maltratadas y las botijas de mostoque habían producido o podían producir. Había en total 51.000 parras además dealgunos árboles frutales. Uno de los propietarios tenía ahí “un lagar hecho de ado-bes”. La primera oferta fue de 2.000 pesos de plata corriente y se adjudicaron aSimón Martín quien ofreció 3.500 pesos.28

ÓRDENES QUE NO SE CUMPLÍAN

Durante estos años, las noticias que llegaban de ultramar daban cuenta del éxi-to que habían tenido las plantaciones de vides en el Perú, de las grandes viñas queproducían abundantes cosechas y que se estaba logrando un “vino de la tierra” queera consumido abundantemente entre criollos y mestizos. El asunto era preocupan-te ya que la importación de vinos españoles estaba disminuyendo de manera cre-ciente. Por esta razón, cuando llegó al Virrey Toledo una Ordenanza Real que decía:“Os encargo que no dés licencia alguna para plantar viñas ni para reparar las que seestuvieran acabando...”, ya era tarde. Los sucesivos Virreyes tuvieron que confesarque sus esfuerzos, si los hubo, habían fracasado; los españoles que se habían dedica-do al cultivo de las vides hacían vino, lo vendían y se estaban haciendo muy ricos.

El Virrey García Hurtado de Mendoza (1590-1596) había creído conveniente,por lo menos, gravar con un impuesto (almojarifazgo) de 4 reales cada botija de vinode una arroba cuando salía de la bodega que la producía, para ser llevada por tierrao por mar a su lugar de destino. Y esto para “ayudar al sustento de la Armada” opara defender la costa de los piratas o para reforzar las murallas del puerto delCallao29.

PLANTÍO DE LAS VIDES, SUS CUIDADOS, PRODUCCIÓN Y VENDIMIA

Sólo para las primeras décadas del siglo XVII encontré en los escritos de doscronistas algunas noticias acerca de cómo se plantaban las vides, cómo se abonaban,las uvas que producían y cómo se vendimiaba.

El Carmelita Antonio Vázquez de Espinosa, quien precisa que estuvo en la re-gión en 1617 y que conoció de cerca las plantaciones de vides en los valles de Pisco eIca, escribió: “todas estas viñas son altas casi a modo de parras...tienen calles en

28 AGN. Títulos de Propiedad. Leg.9.Cd.205. ff.1-46.

29 Los Virreyes españoles de América durante el gobierno de la Casa de Austria. Biblioteca de Autores Españo-les. Editorial Atlas, Madrid 1978. Vargas Ugarte, Rubén F.J.: Historia General del Perú. Tomo II Virreinato.Barcelona. 1966.

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parte hechas de ellas mismas a modo de pirámide... el vidueño es negro, cargan congran abundancia.30

El Jesuita Bernabé Cobo estuvo en el Perú en los mismos años, residió en elColegio de la Compañía en Pisco y conoció bien este valle y el de Ica. Las viñas queél vio eran “algunas de parrales bajos y otras de cepas...”.31

Más tarde se encontraran los vocablos que se refieren a las porciones de terrenoen que se plantaban las vides: “pozas”, “cuarteles” ubicados a lo largo de “girones”con las medidas de estas subdivisiones y el número de vides que usualmente seplantaba en cada una de ellas. En el caso de las haciendas jesuitas con frecuencia seasignaba a cada “cuartel” el nombre de un santo.

En cuanto al “beneficio” que las vides necesitaban para su buen desarrollo ypara incrementar su producción, tanto Vázquez como Cobo observaron que el ferti-lizante que se utilizaba en las hoyas eran las hojas de los guarangos que se acumula-ban y se dejaban podrir al pie de estos árboles tan abundantes en esos tiempos. Aeste fertilizante se le conocía con el nombre de guano32.

En efecto, en 1619 se veía en la Real Audiencia de Lima un pleito entre los propie-tarios españoles de las hoyas de Cachicamayos. Uno de los litigantes reclamaba cier-tos guarangos que deberían estar comprendidos entre los linderos de su propiedadalegando que “sin el guano dellos no podría sustentar la dicha mi hacienda de viña”33.

Refiriéndose a las variedades de uva que en general producían en ese tiempolas vides plantadas en el Perú, estos y otros escritores contemporáneos están de acuer-do en que las primeras fueron de color negro claro, pero a principio del siglo XVII yahabía blancas, mollares, albillas, moscateles y otras.

En la región de Pisco, Ica y Nasca se vendimiaba en el mes de marzo o “porSemana Santa” y se tendía la uva al sol sobre largas esteras por algunos días antes depisarla en los lagares. Los dos cronistas observaron un procedimiento ingeniosoque Cobo atribuye a “un indio que al no tener lagar en que pisar la uva de un parralillosuyo la pisó en unos costales de lienzo” Parece que el método tuvo imitadores en laregión y seguramente en pequeña escala. Cobo comentaba; “aprendieron los espa-ñoles de lo que el indio hizo por necesidad”34

MANO DE OBRA

El plantío de las vides y los trabajos que se requerían a lo largo de todo el añohasta la producción del mosto no se habrían podido realizar sin la intervención de

30 Vásquez de Espinosa, A.: Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Biblioteca de Autores Espa-ñoles. Editorial Atlas. Madrid. 1969.

31 Cobo, B. Op. cit. T.I. p.392.

32 Vázquez Op. cit. 1.350 p. 326 y Cobo Op. cit. T.I. p. 94.

33 AGN. Real Audiencia, Causas Civiles. Leg. 46. Cd.174.

34 Cobo Op. cit. T. I. p. 392.

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una mano de obra servil. La población indígena había estado disminuyendo demanera dramática y la importación de esclavos, casi todos negros, fue la que pro-porcionó los brazos necesarios.

El riego, tan importante en los valles semiáridos de Pisco, Ica y Nasca, requeríade esclavos regadores, otros dedicados especialmente a la vid debían traer y labrarla madera para “empalar las parras”; era necesario abonar oportunamente, podar,cosechar y por último vendimiar, “pisar” la uva, verter el mosto en tinajas y despuésguardar el mosto o el vino en botijas u odres. Con frecuencia incluso el transportede los productos estaba a cargo de los “negros arrieros”.

El número de esclavos estaba en relación con la extensión de los viñedos y conlas posibilidades económicas de los hacendados. En el caso de Pisco, en 1620 “cadahacienda tiene un pueblo de negros para el beneficio de las viñas... habrá en estevalle más de 10.000 negros, y es de advertir que cada negro cuesta cuando menos500 a 600 pesos si es de buena casta y disposición.”35

MOSTO Y VINO

En los documentos que he consultado para fines del siglo XVI casi nunca seencuentra la palabra vino. Se calculaba la producción de un viñedo en botijas demosto, con mosto se vendía y se compraba, se hacía contratos de arrendamiento y sepagaba deudas, siempre en el caso de indígenas, rara vez de españoles, tratándosede cantidades relativamente modestas. Ya en las primeras décadas del siglo XVII elautor anónimo de la Descripción del Virreinato del Perú escribía “Muchos indiosque viven alrededor de la villa y tienen todos sus viñas, nunca recogen sus vinos nilo guardan, todo lo venden en mosto...lo hechan en tinajas grandes de 70 y hasta 80arrobas y daquí lo trasiegan en botijas que llaman piruleras...”36. Cobo, refiriéndoseal vino que producían los españoles menciona una sola vez al mosto y como agrega-do: “Cuécese alguna cantidad de mosto y lo mezclan con lo demás vino; y en mu-chas partes hechan algún yeso”37

Como se lee en los contratos que cita Sánchez Elías para los últimos años delsiglo XVI, los precios del mosto variaban debido a factores propios del mercadolocal. En Ica valía en promedio algo más de un peso cada arroba, pero se contratabaen reales y el peso podía ser de a 8, de a 9 y en un caso hasta de a 13 reales. Lo quesí parece haber sido constante era la diferencia entre el precio del mosto de españo-les (13 reales) y el mosto de indios (12 reales). Había salvedades en cuanto a entregasa futuro: “según el precio que tuviera en el mes de agosto próximo”38.

35 Vázquez de Espinosa Op. cit. 1.349, pp. 325-326.

36 Anónimo Descripción del Virreinato del Perú. Crónica inédita de comienzo del siglo VXII. Edición de BoleslaoLevin. Universidad Nacional del Litoral. Rosario. Argentina 1958. pp.107-109.

37 Cobo Op. cit. T. I p.392.

38 Sánchez Elías, J. Cuatro siglos de historia iqueña. Editorial Victory. Lima 1957. pp.42-43.

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En 1550 Cieza escribía: “...hasta agora no se ha hecho vino y por esto no se sabeque tal será”. Setenta años después y sólo en Pisco la producción anual del valleascendía a 260.000 botijas de un vino que según Cobo “es de más cuerpo y más apropósito para pasar la mar.” En Ica parece que la mayor parte de las 400.000 botijasque se producían cada año era de vino blanco.

En las hoyas del desierto entre Pisco e Ica las viñas producían un total de 20.000botijas anuales “de un vino que es más parejo y tiene siempre más precio que losdemás.” En Guayurí, un pequeño valle entre Ica y Nasca donde había sólo dos vi-ñas, se obtenía también 20.000 botijas de vino cada año y en los valles de La Nasca,sólo el de Ingenio producía 70.000 botijas de un vino que según Vázquez de Espino-sa era “lo mejor del Reino”.

En cuanto a los precios del vino, Cobo recordaba que “...antes de que acá sediera se traía de España en botijas y valía tan caro que más rehusaba uno convidarhuéspedes en su casa por no dalle de beber que la costa que podía hacer en dalles decomer... unas veces valía una botija en esta ciudad de Lima cincuenta pesos, otrasveinte y más o menos conforme acertaba a venir poco o mucho... más ahora es tanbarato que en los valles donde se coje, vale de tres a cuatro pesos la arroba.”39

Fuera del mercado corriente, el vino era el equivalente para transacciones deotro tipo. Sánchez Elías cita tres escrituras que se registraron en Ica durante la últi-ma década del siglo XVI.40

Lope Sánchez declaraba que debía a Pedro de Aranda 190 botijas de “vino de latierra por el precio de una negra nombrada María”. En 1596 Jerónimo de Barrios ysu mujer dieron en dote a su hija Melchora 1.400 botijas de vino cuyo valor era de4.000 pesos.

Pedro de las Casas Grijalva le prestó a su hermano Juan de Salazar por espaciode un año 1000 arrobas de vino para que Juan, su esposa y otra mujer “se aviasenpara ir a los Reinos de España en la flota del año venidero de 1594”.

Para los contratos y obligaciones de cierta importancia era costumbre especifi-car que se trataba de arrobas de vino “embotellado a vista de mojón.”. Mojón es elequivalente del catavinos, la persona que tenía por oficio certificar de la calidad ymedida de los vinos. En esos tiempos la “mojona” o “mojonería” era un oficio que searrendaba en los lugares donde se despachaban los vinos y que consistía en hacercumplir con el tributo que debía pagarse por la medida del vino objeto de la transac-ción. Se empezó a arrendar por disposición del Virrey don García de Mendoza ypara la Corona representaba una cantidad que correspondía a los gastos que la ciu-dad de Lima hacía para el recibimiento de los virreyes.41

39 Cobo, op. cit. T.I .pp.392-393.

40 Sánchez Elías Op. cit. pp. 41-43.

41 López de Caravantes F. Noticia General del Perú y Tierra Firme en Relaciones Geográficas de Indias. Biblio-teca de Autores Españoles Tomo CLXXXIII. Madrid 1965. Apéndice II p. 30.

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TINAJAS Y BOTIJAS

Muy pronto, la creciente producción de mosto y de vino hizo que se necesitararecipientes adecuados para envasarlos y transportarlos y fue en Ica donde tempra-no comenzaron a trabajar los alfareros que encontraron en el valle numerosos depó-sitos de una excelente arcilla y donde había una clientela que no podía prescindir desu trabajo.

Parece que uno de los primeros alfareros en instalarse fue Pedro Sánchez Albo,quien antes había trabajado en Vítor, un valle cerca de Arequipa donde ya se estabaproduciendo vino en cantidades considerables. El hecho es que en 1569, cuandoquiso regresar a España se le prohibió salir para que se quedara a enseñar a fabricarbotijas y tinajas en el Perú.42

En 1593 encontramos a Sánchez Albo en su botijería de Ica comprometiéndose afabricar para dos dueños de un viñedo 500 botijas y entregarlas “empegadas a razónde 4 y 1\2 reales cada una”. En el mismo año otro botijero, Juan Santa Cruz se com-prometía a trabajar por un año en el obraje que un hacendado del valle tenía en suchacra, labrando cada día 60 botijas y entregándolas “talladas y horneadas”.

En 1597 el “oficial de hacer botijas” Pedro Parraga hacía el mismo convenio conotro hacendado, quien le pagaría 450 pesos al año especificando otras condicionesacerca del trabajo43.

También se aceptaba botijas como pago por ciertas transacciones, como fue elcaso de Simón Rodriguez Acevedo y su mujer quienes vendieron a Francisco Alegre“una casa en la villa por el precio de 3.226 botijas vacías”44

El interior de tinajas y botijas debía ser impermeabilizado, “empegado”, conbrea, una sustancia viscosa de origen vegetal, una resina que se obtenía de la made-ra de algunas coníferas. En ese tiempo se traía de Nicaragua “donde hay más decincuenta leguas de espesos pinares donde se hace toda la brea que se lleva a losReinos del Pirú...para empegar las tinajas y botijas para el beneficio del vino que sehace en todas las viñas de los llanos y valles del Pirú”45.

Buenaventura de Salinas y Córdova precisa “Tráense de Nicaragua más de 20.000quintales de brea para el beneficio de las botijas de vino”46. Más tarde se comenzó autilizar para este fin la brea de Amotape, un producto mineral, derivado de la desti-lación de la hulla.

42 Mendiburu M. de: Diccionario Histórico Biográfico del Perú. 2º Edición, T X. Imprenta Gil. Lima, 1924. p.26.

43 En Ica “hay cuatro botijeros que dan abasto de botijas a todos los señores de viñas y son los más ricos y a quientodos han menester... y sin estos hay mucho dueños de viñas que tienen botijerías en sus casas y hornos para elbeneficio de sus vinos...” (Vásquez de Espinosa p.328)

44 Sánchez Elías Op. cit. pp.39-41.

45 Vázquez de Espinosa Op. cit. 707, p.158.

46 Buenaventura de Salinas y Córdova, fray: Memorial de las historias del Nuevo Mundo Pirú. UniversidadNacional Mayor de San Marcos. Colección Clásicos Peruanos, Vol. I Lima. 1957.p. 250.

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TRANSPORTE

Desde las haciendas donde se producía el vino se transportaba a los lugares deconsumo por tierra o por mar envasado en botijas u odres de piel de cabra. Cuandosu destino eran las sierras inmediatas el viaje se hacía en caravanas de llamas. Así,parte del vino de Pisco se encaminaba valle arriba hacia Castrovirreyna yHuancavelica, centros mineros de plata y azogue, mientras que parte de la produc-ción de los valles de Nasca subía hasta el Cuzco vía Puquio y Abancay. Cuando losvinos de Ica iban a ser embarcados en el puerto de La Magdalena de Pisco debíannecesariamente atravesar 12 leguas de desierto y el viaje se hacía en dos etapas conuna pascana en las hoyas de Villacurí. Las mulas hacían el transporte bajo la con-ducción de “los negros arrieros”47

Otra ruta apuntaba hacia el sur donde según Vázquez de Espinosa “a 9 leguasde Ica tiene su puerto de Morro Quemado donde se embarca lo más de su vino paraLima y Arica”48 ¿Cuáles serían las razones de esta alternativa? Según los autores dedos derroteros de principios del siglo XVIII, el puerto de Morro Quemado “es muymalo y azotado por vientos violentos” y “es el más ventoso de esta costa, no hayagua ni leña...en 1720 se despobló por ser tan riguroso y una bodega que había sepasó a Paraca”49.

Al principio del siglo XVII la mayor parte de los vinos de los valles de La Nascase transportaba en caravanas de llamas a Guamanga y al Cuzco, mientras los queestaban destinados a Lima se embarcaban en el puerto de Caballa a 12 leguas dedistancia. El camino puede seguir por un trecho a lo largo del cauce del río, perodespués corre serpenteando entre dunas en un paisaje árido y desolado hasta elpuerto de Caballa. Según un autor anónimo de fines del siglo XVII este puerto “esmuy limpio y de buen surgidero para navíos de mediano porte”. Sin embargo, lomismo que Morro Quemado es muy ventoso y su acceso por mar es difícil Ambosautores de los Derroteros citados opinan que “es de algún peligro en razón de losvarios bajíos que hay cerca de él” y “es de peligro por el mucho viento y mar quesuele haber”50. Es muy probable que esos “navíos de mediano porte” se dirigían alpuerto de La Magdalena de Pisco, donde llegaban los vinos de su valle y tambiénlos de Ica, todos destinados a seguir viaje hacia el Callao donde ya en la primeradécada del siglo XVII sólo de Pisco, Ica y Nasca llegaban más de 400.000 botijas devino cada año. Otra parte de los vinos de Pisco navegaba hacia el sur hasta Aricadesde donde, en caravanas de llamas subía rumbo a las minas de Oruro, Porco y

47 Cobo Op. cit. TI p.57.

48 Vásquez de Espinosa Op. cit. 1.352, p.327.

49 Un derrotero inglés de la costa de América (1703-1704) Dirección General de Intereses Marítimos. Lima. 1988y Derrotero general del mar del Sur Año de 1730. Dirección de Intereses Marítimos Lima 1993. 1703 p.83 y1730, p.65.

50 Un derrotero inglés de la costa de América (1703-1704) Op. cit. 1703 p. 82 y 1730 p. 66.

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Potosí donde, ya en 1571 estaban llegando los azogues de las minas de Huancavelica“para el beneficio de la plata”.

DESASTRES NATURALES

Desde las últimas décadas del siglo XVI hasta la mitad del siglo XVIII terremo-tos, maremotos y erupciones volcánicas asolaron con violencia la zona centro surdel Perú. Estos desastres naturales que ocurrieron en esos tiempos fueron registra-dos por los cronistas de los siglos XVI y XVII quienes a veces los presenciaron ydescribieron sus consecuencias; otras veces tuvieron noticia de ellos durante su es-tadía en el Perú o escucharon relatos de los testigos españoles o indígenas. Vázquezde Espinosa y Cobo son los cronistas que han descrito más ampliamente las secuelasde muertes, destrucción de edificaciones y de campos cultivados, lamentando enespecial los daños que sufrieron las bodegas y las viñas así como la pérdida de suscosechas.

Ica, fundada en 1563, fue arruinada por un terremoto en 1568; reubicada y re-construida para más tarde ser gravemente afectada por otro sismo en 1589. Si pode-mos juzgar por las fechas de los contratos de compraventa de mostos, vinos y botijasque se celebraron en la última década del siglo XVI y las primeras del XVII, es evi-dente que las viñas y las bodegas del valle se habían multiplicado y las industriasprosperaban. Sin embargo, en 1647 y 1664 dos terremotos nuevamente destrozaronla villa de Ica, muchos de sus habitantes murieron bajo los escombros y las bodegassufrieron terribles daños, sobre todo a causa del segundo terremoto. José deMugaburu, testigo presencial, describía las ruinas y lamentaba los daños que estabasufriendo la industria principal del valle “...corrían arroyos de vino en las bodegas,quebradas y vertidas las cosechas del año que se evaluaron en más de 300.000pesos...llegó también esta ruina a Pisco.“51 Sin contar los daños sufridos por las bo-degas a causa de este terremoto, el pueblo de La Magdalena de Pisco a orillas delmar fue víctima del maremoto que acompañó el sismo.

Más al sur, en 1600 la erupción del volcán Huaynaputina cerca de Arequipahabía lanzado piedras y cenizas sobre una vasta zona y estuvo acompañada de te-rremotos y maremotos que llegaron hasta cerca de Arica. Los cronistas de la épocadescribieron ampliamente sus consecuencias desastrosas desde Guaman Poma ”seperdieron todas las viñas...”52 y Cobo ”sólo en el valle de Vítor donde los moradoresde Arequipa tenían la mayor parte de sus viñas, se cojían cada año más de cien milbotijas de vino...no se cojió en los seis años siguientes gota de vino”53 En la regióncostera los daños no fueron menores; la población de Camaná fue diezmada y lasviñas que se encontraban no muy lejos de la playa fueron inundadas por las aguas

51 Sánchez Elías Op. cit. p. 54.

52 Guaman Poma de Ayala, F. Nueva Corónica y buen gobierno. Paris: Institut d´Ethnologie. Paris. 1936. p.1053.

53 Cobo, Op. cit. T.I p.101.

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del maremoto que al retirarse “las dejó abrasadas que no fueron más de provecho yse secaron”54.

Después del terremoto de 1664 siguieron veinte años de recuperación hasta queen 1687 un gran terremoto sacudió toda la región desde el norte de Lima hasta Nascay más al sur. Ica fue nuevamente destruida y tuvo que ser reconstruida, esta vez enel lugar que ocupa hoy.

El pueblo y puerto de Pisco fueron destruidos por un maremoto y sólo despuésde dos años y muchas discusiones se pudo comenzar con la reconstrucción de lavilla en un lugar suficientemente alejado del mar. Las viñas estaban valle arriba y nosufrieron tanto los embates del terremoto, mientras que las bodegas, por su cercaníaal puerto, se vieron más afectadas como en anteriores terremotos. No conocemos loque pudo haberse perdido en los almacenes del puerto de Pisco, pero en Nasca co-nocemos el informe que para el año 1687 envió a sus superiores el administrador dela hacienda jesuita de San Javier en el valle del Ingenio. Todo el vino y el aguardienteque estaba destinado a salir por mar desde el puerto de Caballa: .

“...con la ruina del terremoto y la salida del mar se perdieron todos los fru-tos de aquel año y del antecedente...porque pasan de seis mil botijas las quese llevó el mar y más de cuatrocientos quebró el terremoto, a que se llegaque los reparos que necesita la casa, oficinas y la viña no se puede costear nicon otros dos años de frutos.”55

Según la historiadora Margarita Suárez, desde mitad del siglo XVII el vino pro-ducido en el territorio actual del Perú había saturado ya no sólo el mercado andino,sino que también se exportaba a Tierra Firme, Centro América y parte de NuevaEspaña56. Esto pudo darse a pesar de las consecuencias de los desastres naturalesque habían afectado viñas y bodegas, de las trabas que el gobierno español habíapuesto al comercio exterior y de la amenaza de las incursiones de los piratas.

A principio del siglo XVIII la situación cambió; en las estadísticas publicadaspor Manuel Moreyra Paz Soldán relativas a las mercaderías que se embarcaban enel Callao en los años 1701-1704, tanto en las exportaciones que salían hacia los puer-tos del sur como las que salían hacia el norte, el vino figura con cifras que son lamitad de las que se refieren al aguardiente57. Para este periodo el caso de Panamá esnotable: el número de botijas de aguardiente es tres veces mayor que el número debotijas de vino.

Desde entonces las estadísticas publicadas en trabajos que tratan de la produc-ción y difusión del aguardiente muestran que si el siglo XVII vio el auge del vino en

54 Vázquez de Espinosa Op. cit. 1.385, p. 336.

55 AAL. Sección Jesuitas, años 1657-1688. Siglo XVII, Leg. 2.

56 Suárez, M. Desafíos transatlánticos. Mercaderes, banqueros y estado en el Perú virreinal (1600-1700). Lima 2001.

57 Moreyra y Paz Soldán, M. Estudios sobre el tráfico marítimo en la época colonial (1944). Lima 1994.

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el Perú, desde principio del siglo XVIII el aguardiente comenzó a rezagarlo en loque se refiere a comercio interno y exportación.

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