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Cuestiones sobre comunicación y educación Editores Carlos Giordano, María Silvina Souza Verónica Vidarte Asorey Compiladores Pamela Vestfrid, Laura Otrocki

Cuestiones sobre comunicación y educación-Universidad Nacional de la Plata

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  • Cuestionessobre comunicacin y educacin

    EditoresCarlos Giordano, Mara Silvina Souza

    Vernica Vidarte AsoreyCompiladores

    Pamela Vestfrid, Laura Otrocki

  • CUESTIONES SOBRE COMUNICACIN Y EDUCACIN

  • CUESTIONES SOBRE COMUNICACIN Y EDUCACIN

    Editores

    Carlos Giordano, Mara Silvina Souza, Vernica Vidarte Asorey

    Compiladoras Pamela Vestfrid y Laura Otrocki

  • Cuestiones sobre comunicacin y educacin / Jorge A. Huergo Fernndez ... [et.al.] ; compilado por Pamela Vestfrid y Laura Otrocki ; edicin a cargo de Carlos Giordano; Mara Silvina Souza ; Vernica Vidarte Asorey. - 1a ed. - La Plata : Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Periodismo y Comunicacin Social. , 2011. E-Book.

    ISBN 978-950-34-0791-2

    1. Conocimiento. 2. Proceso Educativo. 3. Ensenza Superior. I. Huergo Fernndez, Jorge A. II. Vestfrid, Pamela, comp. III. Otrocki, Laura , comp. IV. Giordano, Carlos, ed. lit. V. Souza, Mara Silvina , ed. lit. VI. Vidarte Asorey, Vernica , ed. lit.

    CDD 370.7

    Fecha de catalogacin: 10/11/2011

    Ilustracin de tapa: Fernando Palazzolo

    Arte de tapa y diseo: Jorgelina Arrien

    Derechos Reservados Facultad de Periodismo y Comunicacin Social Universidad Nacional de La Plata Queda hecho el depsito que establece la ley 11.723 Queda prohibida la reproduccin total o parcial, el almacenamiento, el alquiler, la transmisin o la trasformacin de este libro, en cualquier forma o cualquier medio, sea electrnico o mecnico, mediante fotocopia, digitalizacin u otros mtodos sin el permiso del editor. Su infraccin est penada por las Leyes 11.723 y 25.446. La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Noviembre 2011. ISBN 978-950-34-0791-2

  • NDICE

    Prlogo

    Por Carlos Giordano

    Introduccin

    Por Pamela Vestfrid

    Captulo I

    Comunicacin/ Educacin: del desorden cultural al proyecto poltico

    Por Jorge A. Huergo Fernndez

    Introduccin

    Entrada: la comunicacin en el entramado de la revoltura cultural. Micro

    procesos de crisis de la escolarizacin

    Salida: hacia un proyecto poltico en Comunicacin/Educacin

    Captulo II

    La Comunicacin como contenido de enseanza en la Educacin Media

    Por Alejandro Daz, Luis Donado, Mara de la Paz Echeverra y Mara Lourdes

    Ferreyra

    La comunicacin como contenido de enseanza en la Educacin Media

    Diferentes Miradas

    Reforma educativa: la Ley Federal de Educacin

    El lugar de la comunicacin en la reforma educativa

    Breves refelxiones finales

    Captulo III

    La formacin docente y las culturas mediticas

    Por Mara Victoria Martin

  • Introduccin

    Objetivos

    De la cultura meditica a las culturas mediticas

    El abordaje desde los desplazamientos

    Desplazamientos en las formas de representacin

    Desplazamientos contextuales

    Desplazamientos institucionales

    Desplazamientos epistemolgicos

    Desplazamientos en torno a los sujetos

    Captulo IV

    Cambiar la imagen de la escuela. Una lectura institucional de una escuela suburbana,

    a partir de las representaciones y las prcticas de los docentes

    Por Anala Alejandra Sofa Umpierrez

    Introduccin

    La propuesta de capacitacin

    Las primeras consideraciones

    Algunas consideraciones finales

    Captulo V

    Reflexiones sobre la Reforma Universitaria del ao 1918: 7 hiptesis para el anlisis

    Por Aritz Recalde

    La Reforma y la integracin latinoamericana

    La Reforma y la democracia argentina

    La Reforma, el gobierno universitario y el pas

    La Reforma y su aplicacin histrica

    La Reforma en la actualidad: perspectivas

    Captulo VI

    Educacin para la integracin Cmo se aborda la diversidad en el aula?

    Por Jessica Malegarie y Romina Tavernelli

  • Introduccin

    La escuela y el nuevo contexto social y cultural. Una mirada sobre la

    diversidad

    A modo de cierre

    Captulo VII

    Cortar y pegar. La produccin textual de trabajos escolares universitarios

    Por Luis Alfonso Argello Guzmn

    Introduccin

    Mtodo

    Resultados

    Discusin

    Conclusiones

    Captulo VIII

    La apropiacin de las TIC en los futuros docentes. El caso de los estudiantes de

    profesorados de la Universidad Nacional de General Sarmiento

    Por Cielo Luciana Ormachea y Francisco Javier Cardozo

    Introduccin

    La apropiacin de las TIC en los procesos de formacin

    Anlisis cuantitativo

    Elementos para seguir pensando

    Captulo IX

    Pensar antes de pensar nuevas estrategias de ingreso a la universidad. Una experiencia

    en la Universidad Nacional de La Plata

    Por Laura Tavella, Diana Lujn Fonseca, Gabriela Mollo, Cecilia Ins Nbile y Paula

    Tom

  • Introduccin

    Fundamentacin

    Presentacin del proyecto ingresantes 2009

    Resultado de la implementacin del proyecto

    Revisando el camino (metodologa investigacin-accin)

    Conclusiones generales

    Captulo X

    (Re) pensando el sistema educativo argentino en el neoliberalismo

    Por Julieta Mara Capdevielle

    Introduccin

    Estado social y sistema educativo

    La gran transformacin: del Estado Social al libre mercado

    La mayora de edad del neoliberalismo en Argentina

    El sistema educativo bajo el estigma del neoliberalismo

    Conclusiones

    Captulo XI

    TIC y formacin docente: la comunicacin en los procesos de alfabetizacin digital

    Por Adrin Matas Pino, Ana Mara Bartet y Mariano Rozados

    El escenario actual

    Las polticas pblicas sobre TIC y formacin docente

    Herramientas para la generacin de datos

    Nuestros resultados

    Conclusiones

  • PRLOGO

    ...una historia

    Les cuento una pequea historia... el 27 de julio de 1999, hace ya 4353 das (casi

    12 aos enteros) con los infaltables mates de por medio- le propuse a Walter Miceli

    una idea que haba surgido de un intercambio creativo con Luis Pennisi auxiliar

    docente en el Taller de Produccin Audiovisual I, marplatense-... organizar una

    publicacin electrnica que nos pusiera en dilogo productivo con las diferentes

    escrituras que muchos integrantes de la comunidad de la Facultad de Periodismo y

    Comunicacin Social hacamos respecto de nuestras prcticas en investigacin...

    pronto la idea pas a ser una revista electrnica, de publicacin peridica, de

    periodicidad estacional, con objetivos de divulgacin-produccin-discusin-debate-

    circulacin, que necesitaba un nombre y unas formas...

    No s si por alguna consulta efectiva o por nuestro propio imaginario la cosa

    discurri con el lmite de 8 letras... y atendiendo a la centralidad hegemnica del

    ingls como lengua de la red de redes...

    Una tarde entera de intentos, dos termos ms tarde y la certeza de que seramos

    criticados por algunos guardianes de la propiedad de las lenguas, fueron suficientes

    para aquella idea: Cuestin/Question...

    No ms de 8 caracteres... indicaciones precisas pero tambin liberadoras de

    sentido... dilogo con la red de redes... con sus hegemonas formales... intento de

    sntesis entres sus mltiples sonoridades significantes: interrogante, cuestionamiento,

    asunto, crtica, lo que creamos que simbolizaba el espritu que se ha desarrollado en

    el campo, o por lo menos lo que debiera hegemonizarlo... adems la ambigedad

    manifiesta en el idioma base, acercaba, acertaba, a la zona de atraccin de un campo

    muy hegemonizado por los centros, investigadores e investigaciones de los pases

    nucleares, tanto en los procesos cientficos como en su actitud integral, como un

    potente instrumento de vinculacin, de comunicacin (lo que podra constituirse en

    una incipiente democratizacin en la circulacin informativa de las actividades y

    corolarios cientficos en comunicacin). Los complementos Periodismo y

    Comunicacin. Estudios, papeles e informes de investigacin fueron las bajadas

  • aclaratorias, las palabras clave que serviran para las bsquedas navegatorias de

    quienes surcaran las redes.

    ...

    10 aos despus y treinta nmeros publicados, la historia tom forma y creci en

    el sentido pensado... hoy Cuestin/Question es una obra que contiene, late y vibra con

    los debates del Periodismo y la Comunicacin en particular pero tambin con algunos

    de las Ciencias Sociales y Humansticas en general.

    ...

    Toda cifra redonda, 10 y 30 lo son, siempre convoca a los que somos entusiastas

    de balances peridicos de la vida de los procesos... como oportunidades para

    reencaminarnos, para autoevaluarnos, para mejorarnos, para transformarnos y para

    festejar, tambin... que son todas acciones en donde se hace evidencia que la vida no

    es un camino con un nico sentido prefijado, sino que nos necesita para fluir y crecer.

    Por eso es que hoy estamos aqu, presentando estas excusas para el disfrute.

    Hemos sintetizado, con las debilidades de toda eleccin pero con la fortaleza vital de

    la originalidad de cada texto, en 10 ejes la historia conceptual de Cuestin/Question.

    Como cuestiones sobre, aqu presentamos una serie de escritos acerca de

    ...epistemologa, teora y metodologa del campo de la comunicacin;

    ...medios masivos e industrias culturales;

    ...perfiles y prcticas profesionales del comunicador social;

    ...comunicacin, arte y esttica;

    ...comunicacin y educacin;

    ...jvenes y juventudes;

    ...identidad y memoria;

    ...comunicacin y resistencia;

    ...comunicacin, globalizacin y territorios; y

    ...viejas y nuevas tecnologas.

    Por supuesto que renunciamos de inicio a cualquier pretensin de exhaustividad,

    pero s confiamos en la potencia polmica, en el aporte de complejidad, en el discurrir

    ameno y creativo, en la argumentacin fundada, en el trato cordial de los objetos

    estudiados, en la implacabilidad terico-conceptual, en la armona sonora de los ecos

    epistemolgicos que se ponen en circulacin a partir de estas voces que, individuales,

    cobran y dan sentido colectivo a aquella idea germinal de hace ms de una vida... para

  • los que recordamos con inmenso afecto, calidez, respeto y dolor a Walter, esto no es

    una metfora...

    Por todo esto, estas Cuestiones sobre... son ms que la suma de sus varias

    partes, son ms que la representacin de los innumerables textos que quedaron afuera

    de las selecciones, son ms que un mojn en un camino frtil de produccin y

    distribucin de conocimientos... son la concrecin de un sueo que tom la

    materialidad de muchas fuerzas histricas y las puso operativas para un proyecto

    poltico-acadmico que vive, supervive y se transforma en el conjunto humano,

    militante, popular y Sociocultural de la Facultad de Periodismo y Comunicacin

    Social de la Universidad Nacional de La Plata. Todo esto a caballo de un cambio de

    siglo que no espera por nosotros para dar y merecer noticias sobre cambios, justicias e

    injusticias, independencias y dependencias, esclavitudes y soberanas... pero que nos

    tiene como protagonistas por decisin propia, original, consciente de los riesgos y de

    la responsabilidad con que la Historia toca una vez ms a nuestra puerta

    latinoamericana. Quizs sea sta... la segunda... aquella de Garca Mrquez... la que

    construyamos... la del sueo de los patriotas... la de todos.

    Cuestiones, como preguntas s... pero como asuntos cuestionadores y crticos

    mucho ms.

    Carlos Giordano

    julio de 2011

  • INTRODUCCIN

    Pamela Vestfrid

    A continuacin se presentan 11 artculos que fueron publicados en la Revista

    Question y comparten la caracterstica de tratar y reflexionar sobre cuestiones

    tericas, epistemolgicas y prcticas vinculadas al campo de la comunicacin /

    educacin. Se abordan temas y problemas como las prcticas y representaciones de

    alumnos y docentes en torno a la diversidad, la incorporacin en los procesos

    educativos de herramientas y contenidos vinculados a los medios masivos y las

    tecnologas de la informacin y la comunicacin, los cambios estructurales en el

    sistema educativo argentino, entre otros procesos sociales y culturales que se

    construyen como objetos propios de esta rea de conocimiento.

    Los trabajos se constituyen en disparadores que permiten reflexionar en torno a

    las problemticas que recorren el campo de la comunicacin y la educacin, siendo

    notoria la recurrencia de discusiones que incluyen las tensiones entre la cultura escolar

    y la cultura meditica, la necesidad de integrar nuevos saberes en la formacin

    docente relativos a los medios y las nuevas tecnologas de la informacin y la

    conectividad.

    En ese sentido, es posible distinguir un primer grupo de trabajos que retoman el

    tema meditico como nudo principal y aquellos que abordan otras cuestiones.

    De este modo, entre los trabajos que refieren a la tensin entre la cultura escolar y

    la cultura meditica se encuentra la produccin de Jorge A. Huergo Fernndez

    titulada Comunicacin/ Educacin: del desorden cultural al proyecto poltico en la

    cual se describe con precisin los cambios que en las ltimas dcadas se han

    producido en la escuela y obligan a pensar nuevas estrategias de abordaje frente a la

    complejidad del escenario actual.

    Por otra parte, en el artculo La Comunicacin como contenido de enseanza en

    la Educacin Media de Donado, Echeverra, Daz y Ferreyra se analiza el lugar que

    ocupa la comunicacin tras la implementacin del Polimodal en el nivel medio en la

    Argentina de los 90, dando cuenta de la relacin entre cultura escolar y cultura

  • meditica, con el fin de analizar cmo los temas de comunicacin son integrados en el

    curriculum escolar.

    En la misma lnea, Mara Victoria Martin en el artculo La formacin docente y

    las culturas mediticas retoma conceptos de distintos autores que posibilitan conocer

    y distinguir los principales desplazamientos culturales y sus variables que se plasman

    en la sociedad contempornea para investigar sus influencias en el mbito educativo.

    Por su parte, Luis Alfredo Argello en su trabajo Cortar y pegar. La produccin

    textual de trabajos escolares universitarios expone el fenmeno que se denomina

    Cortar y pegar y se relaciona con el proceso de produccin textual de trabajos

    escolares universitarios en el contexto de los nuevos medios electrnicos. Seala los

    factores que promueven el copy page, la fragmentacin del texto, el nuevo rol de los

    lectores y la crisis del concepto de autor desde la composicin textual.

    Por otro lado, Cielo Luciana Ormachea y Francisco Javier Cardozo en el artculo

    La apropiacin de las TIC en los futuros docentes. El caso de los estudiantes de

    profesorados de la Universidad Nacional de General Sarmiento exponen los

    resultados parciales obtenidos a partir de la investigacin Medios informticos en la

    formacin docente dirigida por la Dra. Roxana Cabello. En ese sentido, indagan los

    niveles de apropiacin de Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin (TIC) que

    presentan los jvenes futuros profesores de escuela media, que se forman en los

    profesorados universitarios de la Universidad Nacional de General Sarmiento durante

    el ao 2009.

    En el artculo se presenta y problematiza la nocin de apropiacin para luego

    analizar su vinculacin con el trabajo de campo realizado referido al uso de los

    medios informticos en el mbito de los profesorados de la UNGS. Posteriormente se

    examinan los resultados obtenidos en las encuestas centrndose en cuestiones relativas

    al acceso, el conocimiento y las competencias de los entrevistados.

    Por ltimo, dentro de este primer grupo de trabajos se encuentra el de Adrin

    Matas Pino, Ana Mara Bartet y Mariano Rozados titulado TIC y formacin

    docente: la comunicacin en los procesos de alfabetizacin digital. Los autores

    sostienen que en el marco de un contexto hipermediatizado se torna necesario que los

    formadores de las nuevas generaciones estn lo suficientemente capacitados en cuanto

    a la utilizacin de las nuevas tecnologas para incluirlas en sus prcticas educativas.

    En ese sentido, comparten los resultados de un relevamiento realizado en Concepcin

  • del Uruguay (provincia de Entre Ros, Argentina) en relacin a los planes de estudio

    de las Carreras de Formacin Docente y la presencia en las mismas de contenidos

    relativos a las nuevas tecnologas.

    Por otra parte, se hallan los trabajos pertenecientes al segundo agrupamiento que

    se caracterizan por no centrarse en temas vinculados a los medios y las tecnologas.

    En ese sentido, Anala Alejandra Sofa Umpierrez en su artculo Cambiar la

    imagen de la escuela. Una lectura institucional de una escuela suburbana, a partir de

    las representaciones y las prcticas de los docentes presenta una experiencia

    extensionista de capacitacin a docentes de una institucin educativa de Tandil

    (Argentina) que recibe a nios de sectores sociales desfavorecidos que le permiti

    recuperar los sentidos que los propios actores construyen respecto de su tarea, de los

    alumnos, los padres, el conocimiento y la sociedad.

    Por otro lado, Aritz Recalde en su ensayo Reflexiones sobre la Reforma

    Universitaria del ao 1918: 7 hiptesis para el anlisis refiere al manifiesto generado

    por el movimiento estudiantil que se inici en 1918 en la Universidad Nacional de

    Crdoba (Argentina) y que se extendi por toda Latinoamrica. Da cuenta de los

    sentidos que se desprenden de dicho documento en cuanto al rol de la universidad y

    su relacin con el Estado. No obstante, hace referencia a la relacin que la

    universidad ha tenido con el gobierno en diferentes contextos polticos en la

    Argentina. Su visin posibilita al lector desnaturalizar ciertas lecturas hegemnicas

    que circulan sobre dicho documento.

    Jessica Malegarie y Romina Tavernelli en su artculo Educacin para la

    integracin. Cmo se aborda la diversidad en el aula? se centran en los procesos

    migratorios y de empobrecimiento y su impacto dentro de la institucin educativa.

    As, exponen los resultados de una indagacin sobre la intervencin docente frente a

    la diversidad con el fin de dilucidar si esta tiende ms bien a buscar una integracin de

    los alumnos, o conducen hacia procesos de discriminacin y prejuicio que tendran

    como consecuencia la limitacin de un derecho.

    Para las autoras reconocer que las desigualdades sociales atraviesan tambin las

    paredes de las escuelas, y que el prejuicio de los docentes hacia los alumnos diferentes

    por condiciones migratorias y/o socioeconmicas es un hecho que se manifiesta en la

    realidad, es un paso indispensable para trabajar con la diversidad.

  • Por su parte, Laura Tavella, Diana Lujn Fonseca, Gabriela Mollo, Cecilia Ins

    Nbile y Paula Tom en su trabajo Pensar antes de pensar. Nuevas estrategias de

    ingreso a la Universidad Nacional de La Plata abordan la problemtica de la

    desercin universitaria durante los comienzos de la carrera y presentan la experiencia

    llevada a cabo al frente de un taller optativo de adaptacin para ingresantes que han

    implementado en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina) para superar dicho

    obstculo.

    Por ltimo, Julieta Mara Capdevielle en su ensayo (Re) pensando el sistema

    educativo argentino en el neoliberalismo reflexiona sobre el lugar de la escuela en la

    sociedad actual. Con ese fin se retrotrae a las condiciones socio histricas de su

    construccin y transformacin; para considerar las polticas educativas que

    condicionaron y condicionan las prcticas educativas diarias, otorgando ciertas

    posibilidades de realizacin y materializacin, y dejando de lado otras. As caracteriza

    al Estado de Bienestar y su derrumbe para centrarse en la esfera educativa donde

    observa una mercantilizacin del sistema educativo que fue acompaada por una

    fragmentacin en su interior. La institucin educativa deja de constituirse como el

    espacio de lo comn que posibilita la construccin del lazo social.

    De este modo, se propone un posible agrupamiento y recorrido para la lectura de

    los materiales que se presentan a continuacin, aunque seguramente es posible

    establecer otras relaciones.

  • Captulo I

    Comunicacin/Educacin: del desorden cultural al proyecto poltico1

    Jorge A. Huergo Fernndez

    Universidad Nacional de La Plata (Argentina)

    Introduccin

    La escolarizacin est en crisis; esa crisis se evidencia como relacionada con el

    desorden sociocultural que vivimos y a travs de mltiples microprocesos. Qu

    hacer y qu pensar frente a esa crisis y a esa revoltura cultural?

    El requisito para recorrer este trabajo es suspender las evidencias construidas por

    una infinidad de proyectos y prcticas que han invadido y estn saturando un

    imaginario sobre Comunicacin y Educacin que habla de educacin para la

    comunicacin o de comunicacin para la educacin, sentidos que estn ligados a

    la empresa de la escolarizacin. En el para de ambos sentidos, aparece como evidente

    un anudamiento significativo que atribuye a la comunicacin una situacin de causa

    para lograr efectos educativos, o a la educacin una funcin para alcanzar la

    comunicacin armoniosa. Suspender esas evidencias significa disminuir el peso de la

    gravedad causal y desarreglar las relaciones funcionales (cfr. Piccini, 1999); las

    lecturas y las soluciones fsicas han sido desbordadas por la revoltura sociocultural

    que vivimos. Qu significados adquiere la relacin entre Comunicacin y Educacin

    en el desorden sociocultural de fin de siglo? Cmo est atravesando a la institucin

    educativa esa revoltura sociocultural? Cules son las provocaciones para la

    1 Este artculo se public en la Revista Question N 1 del ao 2000. El presente trabajo es un adelanto del Captulo 3 del libro de Jorge A. Huergo, con la colaboracin de Mara Beln Fernndez y Prlogo de Jess Martn-Barbero, Territorios de Comunicacin/Educacin (ttulo provisorio) que est en proceso de edicin por la Universidad Pedaggica Nacional de Bogot, Colombia.

  • investigacin en Comunicacin/Educacin en medio de esta constelacin

    aparentemente catica de problemas?

    Suspender las evidencias de innumerables proyectos y prcticas destinados por el

    para, que les otorga sentido, significa atravesar los lmites impuestos al futuro

    interrogndonos por la escolarizacin como un modo material de comunicacin en

    la educacin; es decir, preguntndonos por el sentido del pasado en la constitucin

    histrica de determinados dominios de saber y regmenes de verdad que se producen,

    distribuyen, circulan, reproducen y consumen en torno a la escuela.

    En la lucha moderna entre razn y saber ancestral, los procesos educativos se

    desarrollaron principalmente en una institucin: la escuela: uno de los ncleos

    organizacionales que permiti la insercin de las personas, los grupos y las sociedades

    en la modernidad (junto con los mercados, las empresas y las hegemonas; cfr.

    Brunner, 1992). La escuela, que signific y significa una revolucin en la manera de

    organizar los procesos de socializacin, de habilitacin para funcionar cotidianamente

    y de transmisin y uso de conocimientos, debe entenderse en relacin con los otros

    ncleos organizacionales, y con los rasgos propios de la modernidad: la sociedad

    capitalista, la cultura de masas, la configuracin de hegemonas y la democracia.

    La escolarizacin alude a un proceso en que una prctica social como la escolar,

    va extendindose a nivel masivo en las sociedades modernas. De este modo, la escuela

    se va constituyendo como institucin destinada a producir un determinado orden

    imaginario social y a reproducir las estructuras y organizaciones sociales

    modernas existentes.

    A la escolarizacin tenemos que percibirla como ntimamente emparentada con: el

    disciplinamiento social de los sujetos y sus cuerpos y de los saberes, la racionalizacin

    de las prcticas culturales cotidianas, oscuras y confusas, la construccin e

    identificacin de un estatuto de la infancia, la produccin de una lgica escritural,

    centrada en el texto o en el libro, la guerra contra otros modos de educacin

    provenientes de otras formas culturales, la configuracin de un encargado de la

    distribucin escolarizada de saberes, prcticas y representaciones: el maestro

    moderno, la definicin de un espacio pblico nacional y la consecuente formacin de

    ciudadanos para esos Estados.

    Al sostener que la escolarizacin est en crisis, lo que queremos afirmar es que

    todos y cada uno de estos elementos ha sido desbordado, cuestionado o desordenado

  • en la actualidad, no tanto por un cuestionamiento intrnseco a la institucin escolar,

    sino como fruto del desorden sociocultural que se produce la crisis de la modernidad.

    Entrada: La comunicacin en el entramado de la revoltura cultural.

    Microprocesos de crisis de la escolarizacin

    En la comunicacin en la educacin percibimos cmo la revoltura sociocultural ha

    puesto al descubierto el desborde de la escolarizacin y ha evidenciado su agona; y lo

    percibimos en los microprocesos cotidianos, para los que los conceptos consagrados

    ya no nos sirven del todo. Atravesamos esta situacin como itinerantes nmadas; y es

    una clave que la recorramos as, porque lo que se revuelve junto con los procesos y

    prcticas socioculturales son los saberes, a los que no tenemos que cerrar y

    sacralizar prematuramente.

    Desarreglo del disciplinamiento social

    En la actualidad el disciplinamiento ha sufrido un corrimiento hacia novedosas

    formas relacionadas con un nuevo rgimen de la visibilidad, por un lado, y con la

    atomizacin de los cuerpos, por otro (Piccini, 1999). La desmaterializacin de los

    contactos, a partir de las novedosas tcnicas de la velocidad, hace que lo real se haya

    convertido en un lugar de trnsito, un territorio en el que el desplazamiento es un

    imperativo. Vivimos bajo el imperio de la inestabilidad social articulada con la

    fluctuacin y la fugacidad, donde el mundo vivido es, en buena medida, el mundo

    visible gracias a los artificios de la tcnica, que hacen del mundo un objeto de visin.

    El mundo vivido se convierte gradualmente en imagen que acontece afuera y, a la vez,

    se integra como una secuencia ms dentro de las escenas de lo privado. Incluso el

    otro, como exterioridad irreductible, se desmaterializa, se deslocaliza y se ve sometido

    a la esttica de la desaparicin, diluyndose su carcter concreto e histrico.2

    2 Para los argentinos, hay otra esttica que posee un contenido trgico. El arquetipo de nuestra posmodernidad es nada ms ni nada menos que la desaparicin de los cuerpos, pero no en una forma figurada o virtual, sino como entramado del genocidio, que inaugur una nueva forma de hacer poltica desde la resistencia: las Madres de Plaza de Mayo, encarnacin de los cuerpos desaparecidos (de sus hijos).

  • La experiencia cultural actual (ms all del diseo panptico y de los imperativos

    pedaggicos de olvido del cuerpo) marca una novedosa forma de control del cuerpo

    que ha tomado la figura del peep-show (Urresti, 1994). La figura del peep-show sigue

    el sistema general de la discoteca; la discoteca como nueva crcel: la crcel de la

    liberacin, donde se encierran sujetos que estn obligados a divertirse. Muy diferente

    a la fiesta, donde se intentan satisfacer los deseos, la discoteca es ms bien el lugar de

    creacin de deseos, pero como nueva forma del control. Ya no es uno el que mira sin

    ser visto (como en el panptico) sino uno que est en el centro obscenamente (en el

    centro de la escena) buscando ser mirado, para que otros gocen de esa posibilidad de

    mirarlo. Llamativamente, el que est en el centro supone que lo miran, pero no puede

    ver (por la luz que lo encandila, o por vidrieras oscuras) efectivamente a los otros. El

    peep-show inaugura una forma de control del cuerpo centrada en la atomizacin, en

    las iniciativas de autocontrol, en la bsqueda de autosatisfaccin, donde el otro

    encarna una forma de vouyerismo.

    Esta experiencia se revela en la llamativa competencia entre los nios y entre los

    jvenes para ser sancionados en los espacios escolares. Pero siempre con una sancin

    que se reconoce revelndose como un juego, en el cual la norma carece de sentido

    regulador de las prcticas (o, al menos, se redefine su sentido). La figura del peep-

    show en la escuela parece tambin anudarse, por un lado, con la cultura de la

    impunidad y la corrupcin (como imponente burla nacional de los adultos a la

    sancin) y, por otro, con prcticas que, excediendo o burlando la legalidad, se

    legitiman y se hacen pblicas como formas de prestigio y trascendimiento

    socioeconmico. De este modo se trastoca el sentido del derecho: los derechos vienen

    a representar ventajas relativas y privilegios sectoriales.

    Los corrimientos aparecen en las escenas escolares desarreglando las relaciones

    disciplinarias y sus imperativos. Pese a estas revolturas, el mpetu disciplinario y

    normalizador permea en mltiples proyectos educativos. En concreto, la educacin

    pretende disciplinar la entrada del mundo en la conciencia, un supuesto de la

    concepcin bancaria denunciado por Paulo Freire, lo que implica dos cosas: que el

    educando es pasivo y que la institucin escolar es la portadora y guardiana de lo

    culto. Este disciplinamiento opera no slo en el orden del conocimiento, sino en el de

    la cultura y de las prcticas. Como tal, conserva en el nicho escolar a lo culto,

  • escamoteando la realidad: ya no existe lo culto, sino la cultura como complejidad y

    como pugna.

    Impotencia de la racionalizacin

    El escenario escolar se ha transformado en campo de juego donde se evidencia

    (de manera persistente) el conflicto entre el horizonte cultural moderno (racional) y

    los residuos culturales no-modernos (no racionales; cfr. Huergo, 1998). Los residuos

    culturales no-modernos, que no han alcanzado a ser ordenados y controlados por la

    racionalizacin moderna, revelan el modo en que se juega la hegemona en el

    escenario escolar y en que es desafiada y contestada la cultura dominante. Estos

    residuos se redefinen a travs de diferentes tcticas (de los dbiles), aunque existen

    como dos formas paradigmticas posmodernas. Una, las formas resistentes de

    afirmacin de determinadas matrices culturales, que hacen problemtica el anlisis

    de las resistencias exclusivamente en trminos de negacin (cfr. Huyssen, 1989: 312) y

    que evidencian la pugna por hacer reconocibles determinadas seas de identidad; de

    modo que no son simples resentimientos, ms propios del pulcro burgus (Kusch,

    1975), sino formas afirmativas de resistencia. La otra, la emergencia de nuevas formas

    de exclusin sociocultural articuladas con una efectiva situacin de condena a ser

    inferior, resultante del cruce entre condiciones socioeconmicas de pobreza y

    empobrecimiento y matrices culturales o identitarias de los sujetos.

    Pese a los esfuerzos (a veces paranoides) de la racionalizacin como obsesin por

    la claridad y la distincin frente a la oscuridad y confusin de los procesos y las

    prcticas culturales, con el desorden sociocultural emergen tres fenmenos a los que

    tenemos que prestar atencin. El primero es que el ser alguien, caracterizado como

    una libertad rodeada de objetos, se articula con las nuevas modalidades de consumo

    que redefinen el horizonte del progresismo civilizatorio. Pero, adems, que hacen que

    el ser alguien, un modo estable e hipostasiado de ser, sufra un corrimiento hacia el

    estar siendo fluctuante, evanescente y no localizable.

    El segundo fenmeno es la creciente percepcin de los jvenes como violentos,

    delincuentes, desviados sociales o incorregibles (en el sentido de Foucault), lo que

    contribuye a tejer una criminalizacin de la juventud. En general, como seala Jess

    Martn-Barbero, esto se debe a la imposibilidad de identificar a lo juvenil hoy desde

    las disciplinas (Martn-Barbero, 1998). Pero se suma esto tambin la criminalizacin

  • de los nios que, como actores de una guerra contra los adultos, adquieren conductas

    que son interpretadas como un reflejo o como un efecto de lo que ven por televisin o

    de las acciones virtuales en las que se forman consumiendo los videogames.

    El tercer fenmeno es el de la violencia como desarregladora de los procesos

    escolares en cuanto accin destructora, invasora o depredadora contra las escuelas o

    sus materiales (al menos esto es notable y creciente en el Conurbano bonaerense

    argentino, en San Paulo, etc.). Como una revancha de lo brbaro, algunos grupos

    sociales emprenden un intento de destruccin de los precarios edificios escolares, de

    invasin de los mismos o de depredacin de los magros materiales didcticos

    existentes en ellas. Pero, adems, este fenmeno ha contribuido a la percepcin de la

    violencia ms all de la rutinaria agresividad de la vida escolar; una violencia

    interpretada, en principio, como manifestacin del distanciamiento y la prdida del

    sentido de pertenencia de la escuela a la comunidad.

    Desborde del estatuto de la infancia

    La educacin del nio entendida como preparacin para, ignora y acalla las

    revolturas socioculturales contemporneas: una cultura de lo efmero, una imagen del

    joven que deviene deseo para los adultos, una desarticulacin entre educacin

    para el trabajo y el mundo del empleo, una desigualdad globalizada en el mercado.

    Ignora y acalla, adems, la emergencia de una cultura pre-figurativa en la que se

    produce un cambio en la naturaleza del proceso cultural: los pares reemplazan a los

    padres (Martn-Barbero, 1996). Sobre todo, la educacin como preparacin para

    ignora o acalla una revoltura en el estatuto de la infancia. La revoltura, que alcanza

    a los sujetos de la educacin, implica una crisis, corrimiento y redefinicin de lo que

    fue el estatuto de la infancia, no slo originada por el consumo cultural de los nios

    (que no se corresponde con las los productos/ofertas del mercado para nios) o por la

    aparicin (como expresan algunos europeos azorados) de los telenios, sino como

    consecuencia de la total depredacin y precariedad sociocultural producida por los

    modelos neoliberales (cfr. Barberena y Fernndez, 1997).

    Jess Martn-Barbero, siguiendo ideas de la antroploga Margaret Mead, habla de

    la emergencia de culturas pre-figurativas. Sin embargo, necesitamos percibir y trabajar

    cmo se configuran esas culturas en una economa cultural ms amplia: cmo esas

    emergencias culturales tienen un carcter diferenciado cuyo dramatismo est

  • emparentado con las nuevas condiciones socioeconmicas del complejo

    globalizacin/neoliberalismo. Asistimos al dramtico carcter socioeconmico de las

    culturas pre-figurativas, donde la pobreza y el empobrecimiento ha llevado al

    reemplazo del adulto por el nio y por el adolescente en el sostn econmico de la

    familia. Con lo que cambia la naturaleza del proceso socioeconmico: el futuro, las

    edades y las etapas se alteran y provocan la configuracin del desorden cultural.

    En Argentina, al menos, cada vez ms deben modificarse las condiciones de

    escolaridad o reformularse los contratos pedaggico-didcticos en algunas

    instituciones, debido a las caractersticas del nio-trabajador (precario), que -de paso-

    subvierten la idea de la educacin del nio para el mundo del trabajo. Otra alteracin

    est representada por las becas otorgadas por el gobierno de la Provincia de Buenos

    Aires a los nios y jvenes escolarizados cuyas familias han sido caracterizadas como

    pobres por ciertos organismos de control y gestin de la accin social estatal. Frente a

    esas becas, se producen mltiples situaciones de uso y consumo de las mismas,

    configuradas por verdaderas tcticas de los dbiles, de las cuales se valen cada vez ms

    estos sectores para procurar quedar colgados, ms que insertos, en las nuevas

    condiciones del sistema socioeconmico. Esas becas se han convertido en el principal

    ingreso familiar, lo cual modifica los contratos de aprendizaje y de evaluacin y

    promocin entre docentes y alumnos (ya que una desaprobacin, por ejemplo,

    significara el no cobro de la beca-salario percibido por los nios para el sostn

    familiar); pero, fundamentalmente, desordena y subvierte la misin de la institucin

    escolar y las caractersticas de la escolarizacin.

    Por otra parte, estn perturbando crecientemente el orden de la infancia

    escolarizada los casos de nias embarazadas, por ejemplo, a los 12 aos; situacin que

    no slo pone en crisis la normalidad esperada en la institucin escolar y en la

    escolarizacin, sino que desafa la construccin curricular; pero, adems, en la

    tramitacin burocrtica trastoca la categora de adulto encargado y responsable de

    la educacin del nio. Todo lo que contribuye a percibir que, de ser un derecho

    (que se corresponda con un deber de los padres en la legislacin del siglo XIX), la

    educacin pas a ser a la vez un producto cultural objeto de consumos diferenciados

    acordes con la segmentacin social y un escenario de resolucin precaria y

    depredadora del ajuste social, donde el menor necesita actuar como un adulto.

  • Obsolescencia de la lgica escritural

    El tradicional centramiento en el texto, en el libro como eje tecnopedaggico

    escolar y en el modo escalonado, secuencial, sucesivo y lineal de leer (que responde a

    una cierta linealidad del texto y a las secuencias del aprendizaje por edades o etapas),

    sumado al solipsismo de la lectura y la escritura, ha desencadenado una pavorosa

    desconfianza hacia la imagen, hacia su incontrolable polisemia, hacia la oscuridad de

    los lazos sociales que desencadena y hacia la confusin de las sensibilidades que

    genera (Martn-Barbero, 1996). La crisis de la lectura y la escritura, atribuida

    defensivamente por la escolarizacin a la cultura de la imagen, debera comprenderse

    como transformacin de los modos de leer y escribir el mundo (no ya slo el texto),

    como des-localizacin de los saberes y como desplazamiento de lo culto

    por las culturas.

    A esto se suma el conflicto entre la lgica escritural y la hegemona audiovisual.

    En general las mayoras populares latinoamericanas han tenido acceso a la

    modernidad sin haber atravesado un proceso de modernizacin econmica y sin haber

    dejado del todo la cultura oral. Se incorporan a la modernidad no a travs de la lgica

    escritural, sino desde cierta oralidad secundaria como forma de gramaticalizacin ms

    vinculada a los medios y la sintaxis audiovisual que a los libros. Y esto emerge

    incontrolablemente en el escenario educativo. Aunque la pedagoga persista en un

    afn imperialista de lo escritural, de tal modo que la escritura siempre permita la

    inscripcin o fijacin del significado de los acontecimientos (lo cual siempre fue

    condescendiente con tiempos largos y grandes relatos) los fenmenos, los

    acontecimientos, los procesos y las prcticas de nuestra situacin latinoamericana de

    fin de siglo son tan evanescentes, tan fugaces y tan veloces, que casi siempre es

    imposible fijar o inscribir su significado. Por lo que una pedagoga posmoderna debe

    (intuyo) inaugurar una trayectoria donde lo dicho sea subvertido por el decir, donde

    la utopa restrictiva pueda ser desbordada, desafiada y resistida por un arco de sueo

    social en el que todas las voces puedan reconocerse, superando la injusticia de las

    narrativas desde las que son habladas.

    Las culturas toman su revancha: las resistencias

    En tiempos de desorden cultural, de destiempos en la educacin irrumpe una

    verdadera revancha de las culturas que evoca la imagen del palimpsesto como

  • memoria borrada que borrosamente emerge en las entrelneas con que escribimos el

    presente (Martn-Barbero, 1996). El conflicto se evidencia en las resistencias y las

    formas de lucha por las identidades culturales. Los mbitos educativos son escenarios

    de pugnas culturales que las exceden; son los lugares donde diversas formas de

    resistencias se ponen de manifiesto (Huergo, 1998). As, es imprescindible poner

    atencin a la autonoma parcial (o autonoma relativa) de las culturas que juegan

    en el escenario escolar, y al papel del conflicto y la contradiccin existente en el

    proceso de reproduccin social. Por este camino es posible comprender los modos en

    que trabaja la dominacin poltica aun cuando los estudiantes rechacen desde sus

    culturas la ideologa que est ayudando a oprimirlos. En esos casos, puede observarse

    en perspectiva cmo la oposicin que impugna activamente la hegemona de la cultura

    dominante pone en conflicto a la reproduccin, pero puede tambin asegurar un

    destino de relegamiento a situaciones de desventaja socioeconmica. Particularmente

    en el escenario escolar, adems, se visualiza cmo el drama de la resistencia

    (emparentado con el drama del reconocimiento) est directamente relacionado con

    el esfuerzo de incorporar la cultura callejera al saln de clases (McLaren, 1995).

    Las resistencias, en ese caso, son formas de pelea en contra de que la escuela borre las

    identidades callejeras; son luchas contra la vigilancia y el disciplinamiento de la pasin

    y el deseo.

    Debilitamiento de la legitimidad del maestro

    Estamos presenciando un perodo de acelerada desarticulacin entre la escuela y el

    imaginario de ascenso socioeconmico. Esto ha transformado a la escuela en un

    producto cultural, objeto de consumos diferenciados de acuerdo con la segmentacin

    socioeconmica. La situacin material que a la salida del trayecto escolar era

    modificada en virtud de la movilidad social (al menos en el imaginario) es hoy

    naturalizada a la entrada al trayecto escolar: segn la situacin material al momento

    de la matriculacin, el consumo del producto cultural escolar ser desigual.

    En este contexto se modifica radicalmente la figura del maestro, que de apstol

    pasa a ser dispensador de productos culturales; pero no ya como propietario de un

    saber, sino simplemente como un nuevo tipo de empleado de comercio. Esto se ve

    agravado por las condiciones materiales y simblicas en las cuales el maestro realiza

    su tarea; si bien el maestro nunca fue un trabajador bien remunerado, la

  • legitimacin social de su tarea docente haca que fuera una figura de prestigio para

    toda la sociedad.

    Por otra parte, la microprocesualidad docente aparece en el imaginario

    crecientemente desajustada con los intereses de diferentes grupos o clases que

    eventualmente delegaran el derecho de violencia simblica, y all radica una de las

    claves de la creciente deslegitimacin de la docencia. Su poder fue arbitrario, como lo

    seala Pierre Bourdieu, para imponer una arbitrariedad cultural (Bourdieu y Passeron,

    1981); pero la accin pedaggica implicaba como condicin social para su ejercicio la

    autoridad pedaggica y la autonoma relativa del docente que la ejerca (Ib.: 52). En

    ese sentido, los maestros (como emisores pedaggicos) aparecan automticamente

    dignos de transmitir lo que transmitieran y, por lo tanto, autorizados para imponer su

    recepcin (Ib.: 61). Esta descripcin est absolutamente revuelta y la legitimidad del

    maestro est debilitada. El problema parece ser ms amplio: en qu sentido la escuela

    sigue siendo un sistema legtimo que ejerce violencia simblica a travs de la

    autoridad pedaggica, disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia

    fuerza (Ib.: 44)?. En otros trminos, de qu modo contina la escuela siendo un

    aparato ideolgico del Estado?.

    Redefinicin del espacio pblico y nuevos modelos de ciudadana

    Hoy la palabra (argumentacin pblica y discusin racional3 que constitua lo

    pblico, aparece en los medios. Existen diversos modos de distincin entre lo pblico

    y lo privado en la actualidad. El modelo econmico liberal sostiene que la

    administracin estatal significa lo pblico y la economa de mercado es el recinto de lo

    privado. El modelo de la virtud republicana asocia lo pblico con la comunidad

    histrica y con la ciudadana. Para un gran nmero de autores, lo pblico es un

    espacio fluido y polimorfo ligado a los medios, que garantiza la opinin pblica; es

    decir: lo pblico se constituye en espacios massmediticos. Con la sociedad de masas y

    de medios, se redefine el espacio pblico como "el marco meditico gracias al cual el

    dispositivo institucional y tecnolgico propio de las sociedades posindustriales es

    capaz de presentar a un pblico los mltiples aspectos de la vida social" (Ferry, 1992:

    19). En esta concepcin, el espacio pblico no obedece a las fronteras nacionales de

    3 Vase sobre esta cuestin, y la relacin entre lexis y praxis en la constitucin de lo pblico, Hannah Arendt, La condicin humana, 1993 (Captulo II: "La esfera pblica y la privada").

  • cada sociedad civil, sino que es un medio de la humanidad mundializada. Lo que

    trae aparejadas dos consecuencias: el espacio pblico est en gran medida atomizado

    y se multiplica y fragmenta, y se caracteriza por el espectculo: la espectacularizacin

    del espacio pblico acontece en la medida de su massmediatizacin.

    Hacia fines del siglo XX, y ligado con el problema de lo pblico y lo privado, se

    presenta otro problema crucial. Es el problema acerca de qu ciudadano

    (queremos/podemos) formar (o estamos formando) en los procesos educativos. En el

    siglo XIX, Domingo Faustino Sarmiento y otros pioneros de la educacin pblica

    tuvieron una percepcin fundacional en torno a la formacin de ciudadanos acordes a

    la etapa de organizacin nacional. La organizacin nacional requera cierta

    homogeneizacin de la cultura, una moralizacin de los trabajadores, orden y

    disciplina en la vida social cotidiana... Sarmiento anuda esas finalidades con la

    formacin de un argentino capaz de ejercer la ciudadana en un sentido moderno.

    Afirma Sarmiento en su obra Educacin popular, en 1849, que la educacin ha de

    "preparar a las naciones en masa para el uso de los derechos que hoy no pertenecen

    ya a tal o cual clase de la sociedad, sino simplemente a la condicin de hombre".

    Pero, qu ocurre en los albores del siglo XXI?. Para Nstor Garca Canclini, el

    espacio pblico se constituye no ya por relaciones vinculadas al trabajo (como en

    Hegel y Marx) sino en los mbitos de consumo. En el consumo se ejerce y constituye

    la ciudadana (Garca Canclini, 1995). Los ciudadanos, en muchos casos, son

    considerados como clientes. La lucha por la ciudadana como lucha por el consumo

    es ciertamente un aspecto determinante en la significacin de los modelos neoliberales

    cuya narrativa obedece a la moral del mercado. Para formar al ciudadano-

    consumidor, en la educacin debe trabajarse la mayor libertad posible del

    consumidor frente al aumento constante de oferta de bienes. En otros casos, para

    formar al ciudadano-cliente se propone la formacin de agentes microeconmicos que

    puedan desenvolverse con la mayor racionalidad posible en el mercado; a la vez

    amplan la categora de clientes a un usuario de servicios que tiene que ejercer

    nuevos derechos.

    En el marco de la sociedad mediatizada, para John Keane existen tres tipos de

    esferas pblicas (Keane, 1995): 1) las micropblicas, donde centenares o miles de

    disputantes interactan a nivel sub-Estado nacional (desde la charla de caf, las

    Comunidades Eclesiales de Base, las aulas escolares, etc.); 2) las mesopblicas, donde

  • disputan millones de personas en el marco del Estado-nacin (los peridicos, la

    televisin, etc.); y 3) las macropblicas, donde disputan cientos de millones (desde

    coproducciones multinacionales, pasando por Reuter, por ejemplo, hasta Internet

    donde los disputantes estn copresentes en forma virtual, como netizens en lugar de

    citizens). Las tres esferas interactan y vuelven poroso al espacio pblico, y marcan el

    paso de la lexis como crtica y argumentacin, al mundo de la opinin y el

    espectculo. Cmo formar ciudadanos (o netizens?) en este panorama del nuevo

    espacio pblico con tres esferas?.

    Salida: Hacia un proyecto poltico en Comunicacin/Educacin

    Repensando la comunicacin en la educacin

    Las verdaderas revolturas culturales actuales, permiten (como mnimo) pensar en

    un nuevo rgimen de la educabilidad. El concepto de educabilidad haba sido

    desarrollado por el pensamiento realista (especialmente neotomista) y por el

    pensamiento espiritualista, como la capacidad de ser educado, que responda a una de

    las preguntas fundamentales de la pedagoga: es posible educar?, y que se

    complementaba con la capacidad de educar o educatividad.

    Seguramente si nos preguntamos hoy: es posible educar?, nos pueda asaltar

    la tentacin de elaborar una propuesta racionalizadora, normativa y regulativa

    de las prcticas educativas respecto del desorden cultural emparentado con las

    nuevas formas de la comunicacin. Las obsesiones pedaggicas que ligan a la

    educacin con una escolarizacin con sentido de disciplinamiento, han insistido en

    organizar racionalmente la revoltura cultural, cuando no la han negado. Pero las

    obsesiones de la pedagoga moderna se han visto desbordadas por una situacin

    imposible de soslayar.

    Desde all nuestra respuesta a la pregunta ira por el lado de la comunicacin

    para la educacin entendida como, por un lado, la incorporacin de medios de

    comunicacin en la educacin y, por otro, un cmulo de estrategias que tienden a una

    armona en la comunicacin para favorecer la tarea educativa, que en general se ha

    sustentado en el desplazamiento hacia el receptor y el desplazamiento de la

    concepcin bancaria hacia el feed-back o retroalimentacin.

  • Aqu podemos observar un carcter instrumental en el uso de medios e incluso en

    el uso de la comunicacin interpersonal o grupal para la educacin. Recordemos que

    lo instrumental se centra en el instrumento, en la tejne desprovista de poiesis. La

    racionalidad instrumental tiene como inters propio de fondo la organizacin y

    disposicin de lo a la mano (en el sentido heideggeriano), es decir: la manipulacin,

    que implica el diseo de estrategias, que aspiran al control y dominio de la naturaleza

    y, por extensin, de los otros.

    Sin embargo, no es en esta lnea en que necesitamos pensar un nuevo rgimen de

    educabilidad. As como Georg Simmel pens la socialidad como trama de diferentes

    relaciones e interacciones condensadas en la nocin de sociedad4 (Simmel, 1939),

    no es posible mantener nuestra vieja idea de educacin, tan presente en las

    persistentes concepciones bancarias. El aporte de Simmel al pensar la socialidad ha

    de ser una huella para pensar los nuevos modos de comunicacin

    (transmisin/formacin) de prcticas, saberes y representaciones en la trama de la

    cultura, como espacio de hegemonas.

    Pero, qu comunican, es decir, qu significados producen y qu sentidos

    adquieren todas estas formas de desorden o de oposicin que se instalan en la

    educacin y, de paso, dan una estocada mortal a la escolarizacin (que parece insistir

    en reformular estrategias agnicas de defensa)?.

    En primer lugar, lo que comunica esta revoltura, todo este desorden, es que la

    comunicacin, lejos de haber contribuido a configurar un mundo ms armonioso, se

    encuentra con un mundo infinitamente ms complejo y conflictivo: revela un mundo

    ms desdichado. La utopa tecnolgica segn la cual los avances y las nuevas

    modalidades de comunicacin mediada por tecnologas cada vez ms sofisticadas

    estaran directamente vinculados con una vida social ms armoniosa y ms justa, no

    parece ser ms que una ilusin.

    En segundo lugar, el desorden cultural que irrumpe en los escenarios educativos

    comunica que la comunicacin para la educacin, entendida como incorporacin

    de medios de comunicacin en la educacin o como estrategias de armonizacin de la

    comunicacin para educar, no haran ms que reforzar la concepcin instrumental en

    el uso de medios y tecnologas, la ilusin de la modernizacin por la manipulacin de

    4 La sociedad constituye una representacin imaginaria que contiene la totalidad de las variedades y la cristalizacin de la mutabilidad de toda/cualquier sociedad.

  • herramientas separadas de un proyecto pedaggico o el imperialismo racionalizador

    de la escolarizacin, lo que significa un placebo a una escolarizacin herida de muerte.

    En tercer lugar, todo este desorden comunica que los nios cuentan, como

    sostiene el sugestivo ttulo de un libro de Maritza Lpez (Lpez de la Roche y Gmez

    Fries, 1997). Ms all de la propuesta prctica de la autora, la idea de que los nios, o

    los educandos, cuentan contiene distintos sentidos:

    los educandos cuentan como el otro: toda prctica de

    Comunicacin/Educacin tiene que partir del otro, de sus condiciones, de su

    universo vocabular,5 de las construcciones discursivas de que es objeto, de

    las situaciones que lo han oprimido y lo configuran como diferente. Pero

    cuentan como un otro no hipostasiado, separado, pura exterioridad, sino

    como un otro que pertenece a la trama del nos-otros. Una trama cultural de la

    que estamos hechos y de la que, definitivamente, no estamos separados los

    educadores/comunicadores;

    los educandos cuentan en cuanto relatan su realidad, hablan el mundo, lo

    dicen. Es decir: pronuncian su palabra. Esto tiene que llevarnos a lo que

    significa provocar el pronunciamiento de todas las voces y provocar la

    pregunta, como formas de generar una formacin educativo-comunicacional,

    ms all de lo que ya ha sido dicho, de los encasillamientos o las

    estigmatizaciones;

    los educandos cuentan en el sentido en que construyen una memoria como

    acumulacin narrativa que excede los discursos desde los que son narrados y el

    entrampamiento de la gran conversacin neoliberal, que exalta la diversidad

    y entiende al dilogo como un modo de dilatar y suspender el conflicto.

    En cuarto lugar, este desorden alienta a imaginar formas de mayor expresividad

    cultural en nuestras producciones mediticas, sean estas educativas o no, donde sea

    posible el conocimiento del contexto, el reconocimiento de nuestra situacin y las

    posibilidades de transformacin de una sociedad crecientemente depredadora.

    Para esto, alentar en la produccin el proceso clave propuesto por el uruguayo

    5 Entendido como campo de significacin y no slo reducido al vocabulario.

  • Mario Kaplun: la prealimentacin (Kapln, 1989), incluso como prctica de

    investigacin participante, que permite el reconocimiento del a quin de nuestra

    comunicacin, para que el proceso no adquiera las caractersticas bancarias de

    comunicacin/educacin, donde se deposita en el otro lo que ha sido creado para el

    otro y no con l. Este tipo de producciones realizadas desde la prealimentacin,

    alienten a su vez el dilogo, la participacin y la creatividad como formas de

    democratizacin del espacio audiovisual y virtual, y que trabajen como respuesta

    alternativa frente a la proliferacin de producciones que cercenan esas posibilidades

    vehiculizando las trampas ideolgicas de la globalizacin e invadiendo el espacio

    audiovisual y virtual.

    En quinto lugar, todo este desorden permite pensar la comunicacin en la

    educacin desde las rupturas y las discontinuidades, sin encasillar o estatuir

    prematuramente sus sentidos. Como lo propone Ilya Prigogine, ante el desorden y la

    inestabilidad en los procesos es necesario pensar una dinmica ampliada, que vaya

    ms all de la dinmica caracterstica de un estado de orden (cfr. Carletti, 1996). En

    realidad, con el alejamiento del equilibrio se entra en una situacin de desorden, de

    caos o de crisis; las obturaciones que proclaman el regreso a formas ya desordenadas

    de enfrentar esa situacin no hace ms que retardar el surgimiento de estructuras

    disipativas, en las cuales el desorden aparece como un generador productivo, como

    una promisoria esperanza que desafa nuestra creatividad, nuestra imaginacin crtica

    y nuestra autonoma.

    Pero, en sexto lugar, necesitamos situar el problema en trayectos de

    comprensibilidad (como la globalizacin, la revolucin cientfico-tecnolgica, la

    sociedad de la comunicacin y las polticas neoliberales) y comprender la tensin entre

    escolarizacin y autonoma en la trama comunicacional de la microesfera pblica

    educativa, enmarcada en dos macro-atravesamientos:

    un atravesamiento diacrnico que considere los tiempos largos que van de la

    protoglobalizacin (la conquista de Amrica) a la tardoconquista (la

  • globalizacin),6 en un entramado que se resignifica y se rearticula

    continuamente a travs de la historia;

    un atravesamiento sincrnico, considerando el juego entre una imagen

    posmoderna de los efmero y lo equivalente en las relaciones de poder, por un

    lado, y una narrativa poscolonial que construye una trama donde no se diluye

    la observacin de la materialidad pesada del poder denso, por otro.

    La constelacin de propuestas, de trayectorias de nuestra prctica, ms que

    continuar el camino de las inscripciones, o contribuir a formular estrategias en el

    sentido de diseos y dispositivos de un lugar para que otros recorran, debe -acaso-

    permitir que los sujetos se reconozcan, que las voces se pronuncien y que las tcticas

    se articulen, traspasando las fronteras creadas por la escolarizacin y entretejiendo

    una comunicacin que se reavive en formas de resistencia y transformacin.

    De la educacin para la comunicacin a la educacin en comunicacin

    Repensar la comunicacin en la educacin en el sentido que venimos

    proponiendo, significa reconocer esa comunicacin, en la trama del desorden cultural,

    en los mbitos educativos. Pero, inmediatamente, significa desordenar todo un

    imaginario que ha sido tejido alrededor de la representacin de educacin para la

    comunicacin, poner en crisis ese imaginario y esa representacin cristalizada y

    hacerlo, precisamente, desde la situacin de las revolturas que revuelven el sentido de

    la educacin misma.

    El obstculo clave en la mayora de los proyectos de educacin en comunicacin

    ha sido, y es, naturalizar la dimensin escolarizante de la educacin, haciendo que

    slo fuera posible pensar y proyectar la educacin en comunicacin desde el

    anudamiento de un significante (la educacin) con un significado (la escolarizacin).

    Como todo anudamiento imaginario, ste responde a determinados intereses de una

    lgica identitaria conjuntista construida a lo largo de la historia, que hace que esa

    representacin imaginaria obture otras posibles y obnubile diferentes sentidos que

    quedan acallados.

    6 Cuyo arquetipo, en nuestro caso argentino y en muchos pases de Amrica Latina, es la desaparicin del otro.

  • Anudar la educacin a la escolarizacin significa reducir el sentido de la

    educacin: el alcance de la significacin de la educacin no logra sobrepasar la idea de

    escolarizacin, y esto penetra fuertemente en los proyectos de educacin en

    comunicacin. En este horizonte restrictivo (represivo) naturalmente se producen

    ciertos desplazamientos representativo-conceptuales adyacentes: la educacin en

    comunicacin es entendida solamente como educacin para la comunicacin, y

    esta significa, regularmente, escolarizar la comunicacin.

    Esta significacin, sin embargo, ha tenido dos alcances; el primero es el

    anteriormente enunciado: el sentido de educacin en comunicacin es educacin

    para la comunicacin; el segundo ha sido percibir los problemas y los procesos desde

    esa matriz restrictiva de sentido, es decir, percibir a la comunicacin en la

    educacin como una significativa perturbacin a la educacin; la comunicacin, en

    la trama de la cultura, es la que viene a desordenar la educacin. Pero, en realidad,

    lo que viene a perturbar y desordenar la comunicacin es la escolarizacin,

    contribuyendo a poner en crisis la hegemona de una forma histrico-social de la

    educacin: la esolarizada. Con todo, esta situacin tambin permite alentar la

    reconstruccin de sentidos olvidados, perdidos o reprimidos por ese anudamiento

    entre educacin y escolarizacin: la comunicacin, en la trama de la cultura, viene a

    desordenar la matriz restrictiva de sentido y a producir estructuras disipativas de

    sentido, de manera que instaura la posibilidad de pensar, recrear e imaginar nuevos

    sentidos de la educacin ms all de la escolarizacin. Esos nuevos sentidos tienen que

    reconectarse con la matriz de sentido que articula, en una dimensin histrico-social,

    a la educacin con la autonoma.

    La autonoma significa la "instauracin de otra relacin entre el discurso del Otro

    y el discurso del sujeto" (Castoriadis, 1993a, I: 178). Significa que nuestra palabra

    debe tomar el lugar del discurso del Otro (discurso que est en nosotros y nos

    domina, nos configura y nos acta). En la educacin en comunicacin, autonoma

    significa, entonces, instituir un campo para la palabra.

    En el sentido psicoanaltico, la autonoma no debe entenderse como que lo

    inconsciente sea conquistado por la conciencia (como parece sugerir la mxima de

    Freud: "Wo es war, soll Ich werden"), lo cual constituye la finalidad de la lgica

    identitaria conjuntista (Castoriadis, 1993a) cuando instituye el pensamiento como

    razn (reconocible en todas las empresas histrico-sociales civilizadoras de

  • brbaros, desde las conquistas hasta la globalizacin de la nueva derecha). Para

    Castoriadis, la frase de Freud debe completarse con "... donde Yo soy/es, Ello debe

    emerger" (Castoriadis, 1993b: 93), ya que con el surgimiento continuo, incesante e

    incontrolable de nuestra imaginacin radical nos hacemos humanos y vivimos una

    existencia autnoma. Pronunciar la palabra no es ordenar racionalmente el mundo;

    la palabra no es logos. Pronunciar la palabra es liberar el flujo de las

    representaciones y los sueos; es, como afirmaba Paulo Freire, pronunciar el

    mundo, un mundo que no se apoya en ninguna re-presentacin dada, sino en un

    sueo comn. Porque la creacin de la sociedad instituyente es, en cada momento,

    mundo comn (kosmos koinos): posicin (ms all de lo puesto) de individuos y

    relaciones, de voces y sujetos, de significaciones y aprehensiones comunes.

    La educacin en comunicacin es, inmediata y regularmente, imposible (al

    menos en relacin con la autonoma), desde el punto de vista lgico (de la lgica

    identitaria). Esa imposibilidad consiste en que debe apoyarse en una autonoma an

    inexistente, pero para ayudar a crear la autonoma del sujeto. Es decir: la

    imposibilidad de volver autnomos a quienes estn en el marco de una sociedad

    heternoma instituida, a la cual han interiorizado. La salida de esta aparente

    imposibilidad es la poltica, como hacer pensante que "tiene por objeto la institucin

    de una sociedad autnoma y las decisiones relativas a las empresas colectivas"

    (Castoriadis, 1993b: 97). Un hacer pensante que sabe que no hay sociedad autnoma

    sin mujeres y hombres autnomas/os, ni a la inversa. La educacin en

    comunicacin, entonces, es siempre poltica; es institucin de la democracia

    como rgimen del pensamiento colectivo y de la creatividad colectiva; es proyecto

    de autonoma en cuanto liberacin de la capacidad de hacer pensante, que se crea en

    un movimiento sin fin (indefinido e infinito), a la vez social e individual

    (cfr. Castoriadis, 1993c).

    La educacin en comunicacin, en cuanto poder instituyente, trabaja

    postulando a los sujetos como autnomos (como punto de partida) para que, en la

    conquista y desarrollo de su autonoma, instituyan una sociedad autnoma con

    individuos autnomos, que rebasen las expectativas de efectividad, funcionalidad,

    organizacin racional, eficiencia, claridad y distincin, y que construyan la

    autonoma: imposibilidad lgica (del legein instituido) a la vez que ntegra y radical

    posibilidad creativa.

  • BIBLIOGRAFA

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  • Captulo II

    La Comunicacin como contenido de enseanza en la Educacin Media7

    Alejandro Daz, Luis Donado, Mara de la Paz Echeverra y

    Mara Lourdes Ferreyra

    Universidad Nacional de La Plata (Argentina)

    La educacin argentina inici durante la dcada del noventa un proceso de

    profunda transformacin que fue reconocido por muy diversos actores (Puigross,

    Tiramonti, Sarlo, Huergo, Fernndez, Kapln), pero interpretado en formas

    diferentes. Mientras para algunos fue el resultado de la instalacin de un

    proyecto neoconservador (Tiramonti, 2001), para otros daba cuenta de importantes

    aos de esfuerzos en busca de cambios consensuados y programados (Varela y

    lvarez Ura, 1991).

    Sin embargo, nadie puede negar que esta transformacin surge en un campo

    educativo muy diferente al de hace algunos aos, que se configura como un territorio

    confuso en el que coexisten mltiples miradas (Huergo, S/D). Uno de los factores que

    mayor incidencia tuvo en los profundos cambios que se estn dando al interior de este

    campo fue el surgimiento de los medios de comunicacin como nuevos socializadores

    (Barbero, 2002), que dieron origen a nuevas formas de expresiones culturales en un

    proceso llamado cultura meditica (Mata, 1999).

    7 Este artculo se public en el N 3 de la Revista Question, en el ao 2002. Al momento de escritura, los cuatro autores eran estudiantes de cuarto ao de la Licenciatura en Comunicacin Social de la UNLP e integraban el equipo docente de la materia Comunicacin y teoras, Ctedra II, de la FPyCS, UNLP, en la que se desempeaban como ayudantes alumnos de Florencia Saintout, Nancy Daz Larraaga y Alfredo Alfonso. El artculo fue escrito en el ao 2002 en el marco del proyecto Los materiales educativos y la enseanza de comunicacin: perspectivas y abordajes dirigido por Nancy Daz Larraaga, perteneciente al Programa de incentivos, cdigo P/073, Facultad de Periodismo y Comunicacin Social, Universidad Nacional de La Plata. Los autores Donado, Echeverra y Ferreyra, avalamos y agradecemos su publicacin y queremos dedicarla a la memoria de nuestro amigo Alejandro Daz.

  • En la era de la globalizacin, las diferencias al interior del sistema educativo

    argentino se definen como su principal caracterstica: mientras algunas escuelas

    trabajan con los elementos de tecnologa ms avanzados, otras se encuentran en

    condiciones sumamente precarias en las que esos alumnos, solamente acceden a la

    tecnologa en el mejor de los casos- a travs de un televisor.

    Diferentes miradas

    La insercin de los medios de comunicacin en el espacio educativo plantea una

    zona de conflicto generando una polmica que divide a quienes estudian las

    consecuencias de esa interaccin: mientras un nmero creciente de especialistas

    promueve la inclusin de las nuevas tecnologas en las escuelas porque consideran que

    puede ayudar a la educacin, otros mantienen sus reservas sobre sus beneficios y las

    definen como un elemento obstaculizador (Caruso y Dussel, 1996).

    Quienes se oponen a la presencia de los medios de comunicacin, por ejemplo

    autores como Giovanni Sartori (2000), en una posicin que podramos definir como

    tecnofbica, sostienen que a los tres aos, todo nio es como una esponja y que si

    el primer contacto que tienen con el mundo es lo que ven a travs de una pantalla,

    entonces sus relaciones con este mundo sern un cosmos reducido a todo lo que sea

    visible. En este sentido, los tecnofbicos afirman que se destruye la capacidad de

    abstraccin y, por lo tanto, de pensamiento.

    Desde una perspectiva tecnocrtica completamente opuesta, se sostiene que es

    muy simplista decir que un chico agredi a otro por consumir productos violentos por

    televisin o en juegos de computacin (Quiroz, 1993; Orozco Gmez, 2001).

    Debemos reconocer que vivimos en un contexto de violencia en la familia y la

    sociedad, que se hace presente en el mbito escolar, y no adjudicar a la masividad de

    los medios y a la televisin todos los males de las sociedades actuales. En realidad la

    televisin tiene numerosos efectos positivos (Garca Canclini, 1993). Desde que

    democratiza la cultura y canaliza numerosas necesidades, hasta que permite un

    momento de distensin a personas quiz abrumadas por su vida cotidiana.

    Dejar de pensar en los medios como maquiavlicos da lugar a una tercera

    posicin, en zonas de grises donde se considera que la denominada teleadiccin se

  • puede prevenir si se fomenta en los ms chicos la lectura, los juegos y la vida al aire

    libre (Gutirrez Prez, Francisco, 1975). Si bien la televisin es un ejemplo de la

    insercin de las nuevas tecnologas en los procesos de aprendizaje, Internet y los

    videojuegos; tambin sirve para analizar el fenmeno actual de la relacin

    medios/educacin (Buckingham, 2000; Matto, 2000).

    En una postura intermedia, y desde la idea de Comunicacin/Educacin, Beln

    Fernndez y Jorge Huergo sostienen que no se puede reducir la relacin entre

    recepcin y educacin a la relacin entre los individuos o grupos y los medios, porque

    la cultura meditica no slo refiere al acceso a estas tecnologas, sino que implica

    reconocer que los sentidos mediticos se han hecho cultura (Huergo y Fernndez,

    2000). A lo que agregan que tiene que trabajarse desde el reconocimiento de los

    propios sujetos en el dilogo porque en palabras de Paulo Freire (1999), el dilogo es

    un fenmeno humano que revela la palabra como algo ms que un medio para que el

    dilogo se produzca, como el modo en que se procura buscar la esencia en la

    interrelacin entre accin y reflexin, un dilogo que significa la puesta en juego del

    lenguaje y la cultura que evidenciando una pluralidad de valores y de intereses

    polticos que pueden tanto converger como estar en contradiccin (Huergo y

    Fernndez, 2000).

    Estas contradicciones cambian de acuerdo al contexto poltico, econmico y social

    en el que cada escuela est inserta. Debemos reconocer las diferencias que se dan al

    interior del campo de Comunicacin / educacin y que tienen que ver con la existencia

    de mltiples culturas. Esta postura propone pensar en los medios como otro elemento

    socializador dentro del contexto cultural en el que los nios estn inmersos, para

    poder trabajarlo como un factor decisivo en la construccin de su identidad (Kapln,

    1996). Quizs escuchando la palabra de los nuevos tele-nios (Alonso, Vzquez

    Freire, y Garca Matilla, 1995) se pueda comenzar a desenmascarar la censurada

    relacin entre los alumnos y los medios de comunicacin, convirtindose en una

    mediacin ms, tal vez la ms importante, en su vida cotidiana. Tal como afirman

    Alonso, Vzquez Freire, y Garca Matilla, (1995), seguir negndole a los alumnos

    herramientas para vivir el da a da con su teleciudadana es carente de un modelo

    sociocultural que como sociedad pregonamos: el democrtico.

    Si nos basamos en las teoras anteriormente propuestas, podramos decir que la

    mayora de las escuelas argentinas siguen pensando desde una postura tecnofbica,

  • que no reconoce a los medios como emergentes de la cultura, como mediadores, ni

    como educadores; porque sigue pensando de forma lineal e instrumentalista. Sin

    embargo, es creciente el nmero de establecimientos que comienza a reconocer a los

    medios como un nuevo socializador. En este contexto de revoltura cultural (Huergo

    y Fernndez, 2000) en el que estamos inmersos, la Nueva Ley Federal de Educacin,

    intenta unificar y homogeneizar al sistema educativo argentino. La propuesta de

    incorporar una mirada transversal de la comunicacin responde a este objetivo.

    Reforma Educativa: la Ley Federal de Educacin

    La Ley Federal de Educacin 24.125 tiene vigencia desde Abril de 1993 y

    reorganiza el sistema nacional de educacin desde el Jardn de Infantes, hasta el nivel

    superior, transformando la estructura de siete grados de la escuela primaria desde los

    seis aos, y de cinco de escuela secundaria, en una nueva organizacin que se inicia a

    los tres aos de edad siendo obligatorio el ltimo curso del nivel inicial, que contina

    con nueve aos de Educacin General bsica (EGB) y termina con tres aos de

    Educacin Polimodal. Este sistema, establece diez aos de obligatoriedad: el ltimo

    del nivel inicial (nios de cinco aos) y los nueve de la EGB.

    La EGB se divide en tres ciclos de tres aos cada uno. La educacin Polimodal

    incluye dos tipos de formacin:

    Una Formacin General de Fundamento (FGF) que se traduce en Contenidos

    Bsicos Comunes (CBC) que representan aproximadamente el 50% de la carga

    horaria del nivel.

    Una Formacin Orientada (FO) que se manifiesta en Contenidos Bsicos

    Orientados (CBO) que tienen como funcin contextualizar y profundizar los

    CBC. Representan aproximadamente el 30% de la carga horaria del nivel, y se

    articulan con Contenidos Diferenciados (CD) que sern definidos por las

    instituciones en torno a proyectos que vinculen a la escuela con su entorno.

  • La FGF junto con la FO permiten configurar cinco modalidades:

    Ciencias Naturales

    Economa y Gestin de las organizaciones

    Humanidades y Ciencias Sociales

    Produccin de Bienes y Servicios

    Comunicacin, Artes y Diseo

    Otra de las reformas que este modelo implementa est dada porque, en paralelo con el

    nivel polimodal, las escuelas pueden ofrecer un Trayecto Tcnico Profesional (TTP)

    que habilita para tareas laborales especficas. Este circuito habilita para el ttulo de

    tcnico.

    La puesta en marcha de los cambios en las escuelas, comenz de manera masiva, en

    Marzo de 1996 con la transformacin del ltimo ao del Nivel Inicial y de los tres

    primeros aos de la EGB. En 1997 algunas provincias agregaron el segundo ciclo, y

    otras las primeras experiencias del tercer ciclo.

    Esta reforma se tradujo en la siguiente transformacin curricular que organiza los

    contenidos de la educacin argentina en tres niveles de adecuacin:

    Los CBC que son obligatorios en toda la Nacin

    Los Diseos Curriculares Provinciales que adecuan el CBC a las realidades

    regionales y rigen en cada provincia (y en la ciudad autnoma de Buenos Aires)

    Los Proyectos Educativos Institucionales (PEI) que suponen la formulacin de

    un proyecto propio de cada institucin.

    La Ley federal de Educacin propone como eje de cambio a la escuela en su

    conjunto. Es considerada el eje de la transformacin constituyndose as un modelo

    escolar que reafirma el compromiso de lograr aprendizajes concretos apoyados en una

    nueva propuesta de aula. Se propone ensear a conocer y a saber hacer.

    Segn la versin oficial, a partir de los nuevos modelos de gestin, se han

    logrado cambios:

  • en el aula (trabajos grupales variados segn distintos criterios; nueva

    distribucin de los tiempos y espacios; utilizacin de diversas fuentes de

    informacin; trabajo ms autnomo de los alumnos; propuestas de integracin

    de reas en proyectos articulados);

    en las escuelas (trabajo en equipo de docentes; elaboracin participativa de

    proyectos institucionales; acompaamiento personalizado a los docentes;

    disminucin significativa de las tareas burocrticas; gestin democrtica con

    indicadores de logros);

    en la supervisin (apoyo a la capacitacin docente; manejo gil y democrtico

    de la informacin; trabajo en equipo de supervisores; acompaamiento

    personalizado a los docentes y directivos; gestin de recursos para facilitar la

    tarea de enseanza).

    Sin embargo, estos cambios parecen no ser tales a la hora de pensar en su

    implementacin en las escuelas del pas y se han registrado una serie de inconvenientes

    que van desde problemas edilicios hasta una cuestin de fondo que es el presupuesto

    asignado a la educacin en la Argentina.

    El lugar de la comunicacin en la reforma educativa

    Sin lugar a dudas, la comunicacin en estos ltimos aos ha devenido un campo

    emergente, que propone repensar las prcticas sociales y redefinir o al menos redebatir

    el significado de las mismas, en el contexto de las grandes transformaciones que se

    han dado en nuestro pas, con el paso del estado benefactor al postsocial, sobre todo

    en el campo de la educacin.

    En la Estructura Curricular Bsica para el Nivel Polimodal, se propone una matriz

    abierta que permite organizar y distribuir en el tiempo los contenidos a ensear en un

    tramo del Sistema educativo, de acuerdo con reglas comprensibles. Define un

    conjunto de espacios curriculares dentro de los cuales se pueden agrupar esos

    contenidos.

    Un espacio curricular organiza y articula en funcin de criterios pedaggicos,

    epistemolgicos y psicolgicos, un conjunto de contenidos seleccionados para ser

  • enseados y aprendidos en un tiempo institucional determinado. Puede adoptar varios

    formatos (taller, seminario, laboratorio, proyecto) o integrar varios de ellos.

    Constituye una unidad autnoma de aprendizajes, tendencialmente a cargo de un

    profesor/a.

    La estructura curricular bsica para la educacin polimodal de todo el pas se

    enmarca en las definiciones de los acuerdos federales previos, respecto de los tipos de

    formacin que integran la educacin polimodal (FGF y FO) y de las modalidades que

    abarca: Ciencias Naturales, Economa y Gestin de las organizaciones, Humanidades

    y Ciencias Sociales, Produccin de Bienes y Servicios y Comunicacin, Artes y Diseo.

    En la caracterizacin de la estructura curricular bsica, coexisten tres tipos de

    espacios curriculares que se constituyen en referencia para la organizacin de las

    distintas propuestas curriculares del nivel:

    Espacios curriculares de todas las modalidades: son aquellas materias que

    garantizan una formacin general centrada en el desarrollo del ncleo de

    competencias fundamentales. Las propuestas curriculares de cada una de las

    modalidades de la Educacin Polimodal, debern incluir entre 18 y 20 espacios

    curriculares de todas las modalidades seleccionadas de un listado de 25 materias,

    entre las cuales figura Comunicacin. De esta lista, algunas materias sern

    obligatorias de acuerdo a la modalidad del Polimodal.

    Espacios curriculares propios de cada modalidad: son aquellos espacios que

    aportan los contenidos especficos del campo. En el caso de la orientacin en

    Comunicacin, Artes y Diseo, estas materias son: Lenguajes II, Diseo,

    Imgenes y contextos, y Produccin y gestin comunicacional.

    Espacios curriculares de definicin Institucional son aquellos que tienen la

    funcin de incorporar los requerimientos y particularidades de cada contexto

    institucional y las demandas, necesidades e intereses de los /as alumnos/as. Estos

    espacios, sern definidos por las instituciones a partir de las pautas establecidas

    en este acuerdo marco para la educacin polimodal y de los criterios que

    establezcan las provincias.

    En teora, la Reforma incluye a la comunicacin como un contenido que debe

    estar presente en todas las orientaciones, y que debe ser trabajada a partir del

  • contexto particular en el que la institucin se encuentra inmerso, como una forma de

    incluir y reconocer las diferencias culturales. Esto supone tener en cuenta la cultura

    meditica o videocultura, como la llaman desde esta ley, como parte constitutiva

    de los sujetos. Sin embargo, estas cuestiones que estn presentes en las palabras,

    siguen ausentes en el contexto real de su aplicacin.

    Desde la Reforma Educativa se le asigna a la comunicacin, en el nivel Polimodal:

    Una orientacin especfica que la comparte con Arte y Diseo, es la denominada

    Arte, Diseo y Comunicacin. Esta orientacin propone a los estudiantes un

    conjunto de saberes que les posibiliten una aproximacin a la realidad desde la

    perspectiva de las artes y la comunicacin, reconociendo los cdigos y lenguajes

    utilizados en las diferentes formas de expresin y comunicacin, en cada contexto

    espacio-temporal y en el amplio marco de la cultura.

    Materias relacionadas con la comunicacin en las diferentes orientaciones del

    Polimodal:

    - Tecnologas de la informacin y la comunicacin: (lo que antes era

    informtica), est en todas las orientaciones.

    - Cultura y comunicacin: es una materia nueva de la orientacin

    Humanidades y Ciencias Sociales.

    - Comunicacin: surge para la orientacin Arte Diseo y Comunicacin.

    Con respecto a la incorporacin en los planes curriculares de materias de

    comunicacin, se plantea tener una mirada abierta de la comunicacin que la entiende

    como un proceso de produccin de sentidos, en el cual es muy importante tener en

    cuenta las caractersticas y los sentidos que crean los sujetos que forman parte de este

    proceso educativo, pero en la forma de plantear estos contenidos se vuelve a tener una

    mirada instrumental que piensa a la comunicacin como una funcin y a los medios

    masivos como herramientas.

    En teora, desde la Reforma Educativa se reconoce la existencia de los medios

    masivos, en especial de la televisin pero sin dejar de tener en cuenta los videojuegos,

    videoclips, etc., como emergentes de este nuevo lenguaje- como un nuevo socializador

    que coexiste con otras fuentes habituales en las cuales nios y jvenes nutren su

    cultura y sus conocimientos, con la actitud de no angelizarlos ni demonizarlos; la

  • utilidad de valorarlos en cuanto incorporacin de competencias audiovisuales nuevas,

    y como motivacin para aprovecharlos de manera activa en actividades y proyectos;

    la necesidad de es