Cuento Para Corregir

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  • 8/15/2019 Cuento Para Corregir

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    Continuidad de los parques -  Julio Cortázar

    Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuand

    regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Es

    tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías

    volvió al libro en la tranuilidad del estudio ue miraba !acia el parue de los robles. "rrellanado en su sillón

    favorito, de espaldas a la puerta ue lo !ubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dej

    ue su mano izuierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los #ltimos capítulos. $

    memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las im%genes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó cas

    en seguida. &ozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo ue lo rodeaba, y sentir a l

    vez ue su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, ue los cigarrillos seguían aalcance de la mano, ue m%s all% de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. 'alabra

     palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los !éroes, dej%ndose ir !acia las im%genes ue se concertaban

    aduirían color y movimiento, fue testigo del #ltimo encuentro en la caba(a del monte. 'rimero entraba l

    mujer, recelosa; a!ora llegaba el amante, lastimada la cara por el c!icotazo de una rama. "dmirablement

    resta(aba ella la sangre con sus besos, pero él rec!azaba las caricias, no !abía venido para repetir la

    ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de !ojas secas y senderos furtivos. El pu(al s

    entibiaba contra su pec!o, y debajo latía la libertad agazapada. )n di%logo an!elante corría por las p%gina

    como un arroyo de serpientes, y se sentía ue todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias u

    enredaban el cuerpo del amante como ueriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura dotro cuerpo ue era necesario destruir. *ada !abía sido olvidado+ coartadas, azares, posibles errores. " partir d

    esa !ora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpí

    apenas para ue una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anoc!ecer.

    $in mirarse ya, atados rígidamente a la tarea ue los esperaba, se separaron en la puerta de la caba(a. Ella debí

    seguir por la senda ue iba al norte. esde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pel

    suelto. -orrió a su vez, parapet%ndose en los %rboles y los setos, !asta distinguir en la bruma malva de

    crep#sculo la alameda ue llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo n

    estaría a esa !ora, y no estaba. $ubió los tres pelda(os del porc!e y entró. esde la sangre galopando en su

    oídos le llegaban las palabras de la mujer+ primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada

    En lo alto, dos puertas. *adie en la primera !abitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces e

     pu(al en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza de

    !ombre en el sillón leyendo una novela.

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