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Cuento de terror, que trata sobre tres amigos de excursion por un viejo pueblo.
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Esta es una historia de terror. Qué ocurrió hace muchos
años, pero yo todavía recuerdo con claridad. Yo siempre lo
recordaré y como mi mujer o cualquiera de los dos nunca lo
olvidaremos.
Después de que nosotros nos casamos, mi mujer Amelía y
yo nos fuimos a Germanía. Nosotros vivíamos en una vieja
ciudad, Nüremberg, Amelía y yo conocimos a un americano.
Nos gusto, él estaba de vacaciones. Su nombre era Elías.
Los tres fuimos buenos amigos y nosotros pasamos todo el
tiempo juntos. Todos los días íbamos de compras mientras
veíamos la ciudad. Era muy antigua y muy bonita.
La construcción más vieja en Nümberg era el castillo. El
castillo estaba encima del centro de la ciudad. Desde el
castillo los visitantes podían ver el mar y la ciudad debajo
de ellos. Bajo sus pies estaban las fosas, en la muralla del
castillo. En un momento, las fosas estaban llenas de agua.
Las fosas aguardan a personas del castillo, los salvaban de
sus enemigos.
Sin embargo, eso fue durante hace millones de años. Hoy,
allí hay árboles con fruta y bonitos jardines. La calle un
poco más arriba del castillo era empinada y larga.
Un día, Amelía, Elías y yo fuimos a visitar el castillo.
Nosotros caminamos por la calle y vimos abajo los jardines
que había en la fosas. Era verano y el sola era caliente. Las
personas estaban sentadas en la sombra de los árboles de
los jardines. Era una bonita escena.
Nosotros andamos aún más lejos, hacía la montaña y vimos
bajar a las fosas. Quedaba poco para bajar, cercano al
fondo del muro, nosotros vimos un gato. Este era un gato
largo y negro y allí estaba jugando con sus cachorros. Sus
cachorros eran de caza, ellos estaban felices juntos. Que
felices son! Dijo Elías. Durante un tiempo nosotros jugamos
con ellos.
Elías, se empeñó en bajar y elegir una piedra.
Mira! Dijo él. Y tiraré esta piedra, y caerá cerca del
cachorro. Y así no sabrán de donde viene la piedra. Ellos
terminaron.
Tener cuidado! Dijo Amelía. Ella miraba triste y asustada,
¡por favor tener cuidado, no hagas daño a los pequeños
gatos!.
¡Yo no golpeo a los pequeños gatos! Replicó Elías. Yo quiero
jugar con ellos. Yo no les podría hacer daño.
¡Pero ellos están muy lejos! Dijo Amelía. ¡Es peligroso!.
¡No, no! Dijo Elías. Mira!, yo tiraré la piedra lejos de los
pequeños gatos y su madre.
Elías torció encima de la pared. El abrió sus manos y
lanzó la piedra. Nosotros al mirar a lo lejos. La piedra
golpeó al uno de los pequeños gatos. Él murió
inmediatamente.
La madre desde los lejos miró. Sus ojos verdes miraron
fijamente. Cuando ella miró su gatito estaba muerto junto a
su cuerpo. Ella miró a Elías de nuevo. Ella abrió su boca y
bañó sus afilados dientes. Sus dientes estaban rojos como
el gatito sangrando.
De repente el gato intentó correr hacía el muero. Ella
quiso llegar. Ella corrió hacía un pequeño camino y entonces
se cayó hacia atrás hacia el suelo. Su piel estaba roja con
sangre del gatito. La gata miró muy aterrada.
Amelía se sentía triste, enferma. Yo miré un asiento
cercano. Ella se sentó en el caliente sol.
Yo paseaba de espaldas a la pared. Elías estaba allí de
pies. Él estaba mirando por encima de la pared. La gata
cansada de correr, ella quería correr más rápido. Cada
momento ella probaba a escalar o subir, ella se cayó al
suelo. Ella miró como cada momento era más horrible.
¨El pobre gato se va a volver loco¨ dijo Elías. Esto ha sido
un accidente.
Perdona yo tiré esa piedra, yo solo quería jugar con los
gatos. Yo no quería matar al gatito. Amelía no se
acostumbró a esos feos momentos. Ella quería estar a solas.
Ellos miraron por encima del muro. La gata les miró. Ella
miró a Elías y probó a saltar el muro.
´Oh, pobre gato` dijo llorando Amelía. Ella tiene hambre.
Ella quería acercarse a ti, Elías, y no matarte.
Elías rió cuando Amelía decía esto. El era un hombre
valiente. Él no tenía miedo al gato. El gato no podía hacerle
daño, escucho a Elías reírse. Inmediatamente ella se paró a
mirar y estaba sentada al lado de su gato muerto. La gata
empezó a lamerle la sangre que tenía en el cuerpo.
Ellos dejaron esa parte del muro y caminaron hacia abajo,
la gata les miraba. Ella nos estaba siguiendo. Ella estaba
caminando, recorriendo el fondo del muro. Al principio, ella
sujetaba su gato muerto con la boca. Entonces ella miró el
gato y se escondió en alguna parte. Ella siguió por sí misma.
Ellos fueron sobre su camino. Llegaron a una gran puerta.
Delante de la puerta había un camino, esta era una
construcción muy famosa, en el suelo del castillo. Esta
construcción era la torre de la tortura. La torre de la tortura
era el edificio o construcción más interesante en la ciudad
de Nürnberg.
Dentro de la torre. Ellos eran los únicos visitantes allí. Un
hombre estaba sentado en una silla. Él era el guía. Su
trabajo era enseñar los alrededores de la torre.
La torre estaba muy oscura dentro. Él solo podía encender
la luz desde la silla. Ellos empezaron a subir las
polvorientas escaleras. En la cumbre de las escaleras, había
una larga habitación.
Hay estaba una pequeña ventana en las paredes de esa
habitación. En frente de la ventana, ellos vieron unas cosas
claramente grandes en la habitación. Había una larga
espada sobre el muro. Esas espadas eran las más grandes
que ellos habían visto. Sobre el suelo, había leños de
madera con manchas de sangre. Años después, había
cortadas cabezas de personas, encima de los leños y como
ellos las hachas tenían sangre.
Casi siempre era horribles instrumentos. Estos
instrumentos se usaban a lo largo de los años para torturar
a las personas. A veces sobre una silla con afiladas puntas
sobre las que se sentaban. Las personas se hacían daño al
ser sentadas en aquellos asientos. Allí había collares
redondos de hierro para poner el cuello de las personas. Allí
había cosas que se veían como estas. Pero esas estaban
hechas de acero.
La cesta estaba puesta encima de la cabeza de la persona
y las cabezas estaban aplastadas.
Esas cosas eran horribles y aterradoras para verlas.
Amelía tenía la cara blanca y ella tenía mi mano.
En el centro de la habitación, allí estaban muy aterrorizados
en aquel lugar. Esto era la Calle de Iron Maiden.
Estos estaban hechos de metal y eran en forma de mujer.
Esto estaba cubierto con polvo y estaba muy sucio. Aquello
era muy viejo.
En frente había un cuerpo de metal que estaba hecho de
acero. Encima tenía la ropa de metal. El otro final y la ropa
estaban sobre la polea sobre la madera del pilar de la
habitación.
El guía enseña a Iron Maiden. El tiró la ropa y en frente la
parte era de metal y el cuerpo se abrió. Ella tenía una
bisagra muy pesada. Nosotros vimos el cuerpo y el cuerpo
se abrió. Allí estaba en la habitación por dentro. La puerta
era muy pesada. Cuando el guía le quitó la ropa, la puerta
talada rápidamente y se cerró con fuerza.
Nosotros estábamos muy asustados!. Por dentro de la
puerta había unas largas espadas de hierro. Esas espadas
tenían largas puntas en el final. Cuando la puerta se cerró,
algunas de las espadas cayeran al lado de los ojos del
hombre. Otras espadas se le clavaron en el corazón y en su
estómago.
Amelia vió esas espadas. Ella era muy miedosa, era muy
débil. Yo la lleve por las escaleras de abajo y dentro el sol
acabó. Yo la veía a ella. Ella pronto se sentía mejor.
Nosotros habíamos ido con Elías. El miraba con cuidado a la
doncella de hierro. ´Yo quiero ponerme dentro de esto´ dijo
Elías. Yo quiero ver como es estar dentro de pie. Pero
primero tú tienes que atar mis manos juntas y luego mis
pies! Elías habló con gran entusiasmo. ´Nosotros tenemos
que encontrar alguna cuerda! Dije él a ellos.
Elías habló con el guía, ´Puede traer alguna cuerda´.
El guía no contestó. Él no se movió. El solo sacudió su
cabeza. Elías cogió alguna moneda de su bolsillo. Él se las
ofreció al guía.
´Aquí, tiene su dinero´ le dijo Elías. ´Y no tenga miedo´
El guía miró el dinero. Entonces él le dio un trozo de
cuerda. Él volvió y ató las cuerdas alrededor de las manos
de Elías.
Entonces Elías dijo, ´Espera un momento´. Ahora no
puedes atar mis pies juntos. Yo soy un hombre pesado y no
será capaz de levantarme dentro de la doncella de hierro.
Entonces tú puedes atar mis pies cuando yo, este dentro.
Mientras él hablaba con nosotros, Elías iba dentro de la
doncella de hierro. Aquello era bastante grande. Y allí no
había nada debajo. Amelía miraba con miedo, pero ella no
decía nada.
El guía ató a Elías, sus pies con la cuerda. Él no podía
moverse de allí. Ambas manos y ambos pies estaban atados
fuertemente. Elías estaba muy feliz y él sonreía a Amelía.
´Esto es genial´ rió él. ´No cierres la puerta, muy despacio!.
´Oh, no´ No! No! Lloraba Amelía. ´Yo no puedo verlo, yo no
puedo!´.
Elías miraba a Amelía y entonces a mí.
´Toma Amelía´ dijo él. Ella asustada. Le cogió para andar.
Amelía no se movió. Ella sostuvo su mano fuertemente y
temblaba con miedo.
Despacio, muy despacio, el guía dejó la cuerda y fue a
coger la polea.
La puerta se cerró poco a poco. Las espadas estaban más
cerca de Elias, su cara y su cuerpo. Él miró más feliz y más
feliz a ellos poco a poco.
Yo miré a Amelía. Sus labios estaban blancos. Ella no
quería mirar a Elias. Ella estaba mirando fijamente
alrededor de la doncella de hierro. Yo lo vi. El gato negro
estaba allí dentro. Los ojos del gato estaban brillantes.
Todavía tenía sangre sobre su piel.
Yo lloraba, ´Mira, allí está el gato!´.
La gata se levanto. Ella lo miró muy feroz.
Elías vio al gato y se rió.
¿Nos ha seguido el gato aquí? rió él. ´Si ella viene cerca de
mí, le daré una patada´. Yo no puedo moverme!
En ese mismo momento, Amelia se desmayó. Yo apoyé mis
manos sobre sus hombres para sostenerla.
Y en poco tiempo, el gato negro dio un grito ruidoso. Ella
saltó encima rápidamente. Pero ella no saltó hacia Elías,
sino sobre el guía. La gata arañó su cara con sus largas
uñas. Sus uñas estaban dentro de los ojos del guía y debajo
de sus mejillas. Sus mejillas estaban rasgadas.
El guía gritó. Él saltó y las cuerdas cayeron sobre sus
manos.
Las cuerdas cerraron la polea. Elías vio las cuerdas
deslizarse hacia él despacio.
Por un segundo, él miró aterrorizado. Sus ojos estaban
perdidos. Sus labios se movieron, pero ningún sonido salió
de ellos. La puerta se cayó y se cerró apretada.
Yo abrí la puerta. Cuando la abrí, las espadas estaban
sobre el cuerpo de Elías y cayó al suelo. Su cara miraba
horriblemente.
Yo agarré a Amelía. Yo vi todo y puse su cuerpo en el
asiento. Yo no quería ver a Elías. Es algo muy horrible.
Entonces, volví corriendo dentro de la habitación. El gato
negro estaba sentado sobre la cabeza de Elias.
Rápidamente choqué con una de las paredes y cogí con
mis manos una gran espada.
Con toda mi fuerza, levanté la espada por encima de mi
cabeza y la dejé caer de repente.
Tuve razón al matar al gato. Estoy seguro de esto. Nadie
puede decir que fui cruel.