40
Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011. 1 CUANDO LA RETÓRICA APLASTANTE HACE CONGRUENTE LA PARADOJA… Cristina Marcos Sánchez

Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

1

CUANDO LA RETÓRICA APLASTANTE HACE

CONGRUENTE LA PARADOJA…

Cristina Marcos Sánchez

Page 2: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

2

UNA RECOMENDACIÓN PARA EMPEZAR Como reflejo de la imaginación y haciendo referencia a la adrenalina, os invito, amigos, a posicionar unas tijeras en cualquier enchufe de vuestras preciadas casas. Así, experimentaréis algo nunca vivido. Una descarga recorrerá vuestro cuerpo tan rápidamente que no os daréis cuenta del momento en el que vuestro corazón deje de palpitar y bombear sangre. No obstante, haciendo alusión al humor negro, las demás personas (yo, por ejemplo) emitiremos una carcajada que dejará sordo a cualquier ser que habite en el resto de este degenerativo y absurdo mundo.

Page 3: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

3

Y ahora sí, gracias a Ane, Ariane, Miriam, Nerea, Julen., Ezkiaga, Raúl., Leyre, Iratxe, Martin, Meike, Mike, Vega, Romina y Enrique.

Y algo que añadir antes de empezar…

-Camino y no avanzo. -¡Pues avanza corriendo!

Page 4: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

4

CIERTOS SUCESOS A TENER EN CUENTA… -Saber vivir para poder morir o saber vivir para poder sobrevivir. Sobrevives si vives y sino mueres. Mueres si no vives, así, no sobrevives. Las opciones son fáciles, de poco trabajo, además. Vivir sería aprovechar cada segundo de tu vida, capturando los segundos y convirtiéndolos en recuerdos, o en fotos, de algún fotomatón, por ejemplo. Morir sería el final de una vida, tus segundos vividos y capturados por tu mente o por ese fotomatón. Sobrevivir... ¿Qué sería sobrevivir? ¿Vivir y predicarlo o predicarlo constantemente para poder vivir? No lo sé... -El fotomatón, al parecer, mata los segundos, sino no sería matón. Y si no mata los segundos mata nuestras almas, o las desgasta. -Estoy harta de que todo el mundo crea que tenemos alma, que sólo muere y se pudre nuestro cuerpo, que el cuerpo es una cárcel para el alma... -¿Y quién te ha dicho a ti que no tengamos alma? -¿Me estás diciendo que el alma de Hitler, Beethoven, Gandhi, John Lennon y Gavrilo Princip siguen pululando o en otro cuerpo? -Bueno...Más o menos. -Y si crees en eso...Significa que dentro de poco estarás en el cuerpo de otra persona, así que no debería importarte la hora de tu muerte. ¿Por qué te da miedo morir? -Porque dejaré de vivir... -¡Pues intenta sobrevivir! *Conversación con Ana después de una sesión en el fotomatón.

Page 5: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

5

-Hay tanta mierda en el mundo que hasta podríamos ahogarnos. Lo que ocurre es que la mayoría de la gente prefiere navegar. *Comentario de Charlie antes de acostarse con su hermana. -A las 23:30 en el polígono, ¿no? -No sé si llegaré puntual. -¿Y eso? -Ni siquiera sé si llegaré viva... -¿Qué ocurre? -Pase lo que pase no dejes que te atrapen; te sentirás como en un laberinto sin salida y los que más te aprecian dejarán de hacerlo. Todo tiene un límite.

*Julia a Romina antes de acudir a la manifestación a favor de algunos presos políticos.

-Problemas. Rutina. Sonrisas carentes de verdad. Ansiosa, cariñosa, mimosa y con el ánimo por los suelos. ¿Qué me está ocurriendo? El blanco me parece negro, y el negro blanco. Necesito lo que cualquier persona en mi estado necesita. -¿Qué necesitas? -Un cambio radical y a una velocidad extrema. *Conversación con Sandra antes de que se fuese de casa.

Page 6: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

6

-No era mi primera vez, ni mucho menos, pero me dolió tanto que ansiaba que parara lo antes posible. No era amor lo que sentíamos, necesidad, más bien, y las condiciones no eran las adecuadas. Me miraba detenidamente, como si de toda la vida nos conociéramos. Me hablaba, decía cosas que no logré entender ya que me limitaba a estar concentrada para que no me doliese aún más. Decidí pensar en una de mis canciones favoritas; los Partisans retumbaban en mi cerebro con eso de “James Kelly, you're dead; James Kelly, who cares?”. No era la canción más apropiada para la ocasión, pero sí la que hacía que me distrajera. El final, “James Kelly died”, era lo que más me reconfortaba y lo que hacía que fuésemos al compás. A él se le notaba que estaba cada vez más cansado, sudaba tanto que sentía su calor completamente helado; es difícil explicarlo. Yo no llegaba ni por asomo al infinito. Veía tan lejos el placer absoluto que decidí no poner empeño; mi mirada le fue suficiente para saber que quería irme. Paró, se rindió y decidí morirme. Había sobrepasado el límite. No se pueden olvidar los problemas como lo son el estar embarazada y conducir a más de 90km/h con el fin de que se evaporen y desaparezcan. *Testimonio de la madre de Ricardo, año 1999. -Sería precipitado decir lo que no diré nunca, porque si lo dijera ahora lo dejaría para mañana y si dijese que lo diría mañana probablemente terminaría diciéndomelo a mí mismo. *Yo mismo cuando fumaba porros. -No soy una republicana americana, pero siempre he necesitado sentir qué es lo que se siente al disparar o ser disparada. Dicen que un disparo en el bazo puede ser agonizante... -¿No lo son acaso las armas de fuego? -Perdona, que tú prefieres la navaja; eres violento, delincuente, hijo de uno de los más importantes de esa compañía de abogados...Y menor de edad. *Lara justo antes de morir en un atraco.

Page 7: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

7

-Desearía cortarte, deslizar mi navaja sobre tu cuello y hacer que de pronto, como si de una fuente en el desierto se tratase, un chorro de sangre a presión manchara mi camisa blanca. Así, podría justificar al menos mi tesis, mis razones, mis pensamientos; podría enseñarle al mundo que posees una sangre fría y que también puedes morir. Que debajo de ese disfraz se esconde esa persona que ansiaba tanto descubrir. Y no, no sonrías tan maliciosamente, no fijes tu mirada en mis ojos intentando tentarme. Sé que no tienes miedo, no tienes miedo a apagarte, ¡ni siquiera a sufrir! No tienes miedo a nada, porque sabes que no lo haré, ¿o quizá sí? No dejo de sorprenderme. *Cris, totalmente ida. -Símil, metáfora, hipérbole, sinestesia, ironía, símbolo, paradoja, metonimia, sinécdoque, oxímoron, antítesis, prosopeya... -¡Imprecación! -Un poco de sinestesia, una cucharada de ironía, mucha paradoja, más de oxímoron y la antítesis... ¡Qué gran manjar! -¿Y qué ocurre con la imprecación? ¿No tiene lugar en tu postre? -Claro que sí, pero dejemos la imprecación para después de la muerte... ¡Entonces no podrá defenderse! *Alfonso, rey de la gramática. -¿Por qué ahora? -Es una larga historia... -¿Pero por qué? -Huía de las tentaciones, eso sí, despacio, para que me alcanzaran. -Me descolocas... *Declaración subliminal a Conchita, 13 años.

Page 8: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

8

Exquisito. Me lo encontré al salir de un garito de la zona. Nunca había visto un culo tan perfecto. ¿Un defecto? Esa horrible herida en el dedo pulgar derecho por morderse tanto las uñas. Tenía un ojo morado, y precisamente por eso había salido de la sala, se lo estaba frotando, así que decidí no desaprovechar la oportunidad. -Menudo golpe…-era un perfecto comienzo. -Ya ves… -Están todos locos, se ponen majaras, se emocionan demasiado…-seguí. -Y eso que ha sido un colega, pero bueno, es perdonable, está sonando el mejor tema de la noche. -Sí, ahora iba a entrar…-mentira, salí para calmarme el alma; estaba fumándome un cigarrillo lo más tranquilamente posible mientras meditaba. -Eres una pureta, tronca. Prefieres salir a empaparte con esta lluvia por el asqueroso vicio antes que disfrutar dentro. -Bueno…-seguía sin reconocerme, y eso que decía que nunca olvidaría mi mirada. -Bueno chica, encantado, luego estamos, ¿vale? Si te veo juro que te invitaré a un trago. -Vale, hecho, ¡pero búscame! -¡Por supuesto!-y me guiñó un ojo. Y se marchó. Y me quedé destrozada, aún más. Mi ex novio, bueno, mi ex hermanastro, o…Mi ex novio y ex hermanastro. Éramos unos niños, pero yo no había logrado olvidarlo…Y él a mí sí. Perdí la virginidad con él; sólo tenía 13 años, él era 4 años mayor. Podría comprender que no me recordase con exactitud. Estos últimos años mi cuerpo se había desarrollado. 90 de pecho, 71 de cintura y 99 de cadera, lo comprobé nada más llegar a casa. Hacía trece años, probablemente, mis medidas fuesen 75-60-60, vaya, una puta tabla. Pero mi mirada no había cambiado. La situación era repulsiva. Decidí seguir con mi vida. Entré en la sala y seguí viendo berrear a mi novio, el cantante, que a diferencia de los tópicos, era lo más sencillo que había visto en mi puta vida. *Mónica, destrozadísima.

Page 9: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

9

-No hace falta luz, el brillo de la luna llena es suficiente para que pisemos en el debido lugar. -Yo opto por meter la linterna en la mochila... -Bueno, pues apresúrate, los demás están dormidos y los vas a despertar. Te espero fuera, y recuerda, la cremallera de la tienda de campaña está rota, así que no la bajes del todo, ¿vale? -Que sí... -Bueno, ¿ya estás? -Sí, ¿adónde me llevas? -No seas impaciente, ahora lo verás... -¿Y qué es eso que tenías que decirme? -Bueno, pues... -No te avergüences, estoy aquí para lo que quieras... -Pues... -Adelante, te escucho, yo también tengo que decirte algo... -¿Qué crees que podría llegar a decirte alguien que te mira con los mismos ojos que te miro yo, que te cuida, que te de consejos y que encima te haya despertado porque tenía que conversar contigo muy seriamente? -Sí, yo también siento lo mismo por ti... -Eres gilipollas, todas las personas que vivís esta misma situación sois imbéciles. No te hagas de rogar, no actúes como si no entendieses nada, sois escoria. ¿Esperabas un te quiero? Yo sólo iba a comentarte que tengo cáncer y que me han dado 3 meses de vida, pero adelante, si quieres seguir pensando que eres el centro del puto mundo...¡Por mí estupendo! *Víctor y Claudia… -Qué fácil se me hace imaginarme rompiéndote el cráneo con el puto bate que me regaló papá las Navidades pasadas a pesar de no gustarme ni una mierda el Baseball. Yo siempre he sido más de lucha...Me encanta golpear. Por eso mandé a mi hermano al hospital. -Y por eso estás en este centro de menores, reeducándote y asumiendo tu culpabilidad y las consecuencias. He sufrido mucho, al igual que tu padre... Siempre supimos que eras diferente a las demás personas e hicimos lo mejor que pudimos, ¿para qué? Para nada, absolutamente para nada... -Y como sabíais que era diferente optasteis por abusar de mí cuando aún no había cumplido los 10 ni estaba desarrollada. -Sabes que eso es agua pasada y que tu padre lo lamenta... -Sí, pero tú hacías oídos sordos, ¡dejaste que tu degenerado marido, ese hombre que ha compartido cama contigo, violara a tu hija! -No grites...

Page 10: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

10

-¡Grito si me da la putísima gana! -¡No utilices esas malas palabras! ¡Basta ya! -Quiero que desaparezcas, que no vengas. Quiero que te largues, que olvides que existo porque te debería haber importado desde que nací y ahora que no me tienes te das cuenta. Vete a la mierda mamá, iros a la putísima mierda todos, y ahora dí a toda esa gente asquerosa que te rodea por qué estoy aquí. -¡Estás aquí por golpear a tu hermano! -¡Estoy aquí porque vosotros me habéis obligado! *La conflictiva de Sonia. -Tengo que decirte dos cosas, una positiva y la otra negativa... -Bien, empieza. -Te voy a dejar y me voy a ir a vivir a Malibú con tu hermana que está embarazada, por lo tanto, y sintiéndolo mucho, te quedarás sin coche, entiéndelo, lo necesito. Y para terminar...Acudí a la consulta y...Sí, tengo SIDA, así que...Deberías hacerte algunas pruebas... -Vale, bien, ahora dime, ¿y lo negativo? *Miriam y Álvaro. -¡Oh! Despiadado el recuerdo que me perturba Despiadado el pensamiento que alimenta a mi locura Siete noches son las que incrementan esta tortura Y ocho en las que el verdugo ha acabado con su cordura -¡Maldita puta retrógrada sensible que se lamenta de lo imposible y taladra mi tímpano todas las noches de invierno! ¡Déjame dormir, joder! *Clara y Jara A lo mejor todo esto indica que la vida de J. no fue para nada digna de escribir, aun así…

EMPIEZA EL ESPECTÁCULO

Page 11: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

11

PROBLEMA NÚMERO 1 Arranqué el coche y sólo lo volví a parar cuando llegué a aquella gasolinera. Mantenía mi meta cada kilómetro que recorría, la de olvidar, olvidar todo lo ocurrido hasta ese mismo instante. Tenía unos 80 pavos en la cartera, en la guantera, aún no lograba entender por qué entre tanto ajetreo no se me había olvidado la pasta en casa. Para mi (poca) fortuna, vi a un tipo llamado Jandro, sabía que se llamaba así porque unos años atrás intentó tener algo conmigo, pero para ese entonces yo amaba (o eso creía) demasiado a Borja, el tío con el que había compartido dos años de mi vida hasta ese mismo día, que lo eché todo por la borda. Opté por ponerme las gafas de sol, pero, ¡ya las llevaba puestas! Así que se notó bastante la estupidez que hice. Él me vio, y se acercó: -Hola Ana, ¿adónde vas?-¿y a él qué coño le importaba? -Hola Jandro. Me voy por una temporada, creo.-Decidí contestar. -¿Por una temporada? ¿Y Borja? ¿No vais juntos o qué?-Eran demasiadas preguntas en una sola frase. -¿Borja? Pues le lancé el secador antes de marcharme, a no ser que haya muerto…Seguirá en casa, quiero decir, seguirá vivo en casa. Y me marché sin ni siquiera despedirme, pero ¿para qué? No me apetecía despedirme de ese tío. Era mono, es decir, era bastante guapo, pero nunca hubiésemos tenido nada serio, y para mi gusto los hombres tienen que ser más tranquilos que yo… Tardaron 4 segundos cuando ya me había olvidado de esa mini conversación que tuve con él, así que pensé en mi vida; bueno, la verdad es que mi mente estaba en blanco, sólo que os escribo aquí esto para que os enteréis por qué decidí marcharme y por darle un poco de chispa a esta historia. Lo dicho. Me llamaba Ana, y tenía 24 años, por lo tanto empecé con Borja a los 22, bueno, 21, pero me faltaba un mes para cumplir los 22. Yo trabajaba en un bar y él siempre se tomaba su café descafeinado (algo que siempre odié, el café es sólo a secas, al igual que pasa con el Nestea, ¿Nestea desteinado? Vaya bazofia) antes de ir a trabajar. Y yo se lo servía. En realidad nunca me había fijado en él, pero un día dejó su número de teléfono apuntado en una servilleta. A mí no se me ocurrió llamarle, nunca he tenido muchas luces, y es que veía estúpido que le tuviese que llamar cuando no sabía ni su nombre. Qué podría preguntar, “oiga, ¿quién es usted?”. Definitivamente…No me apetecía. A la mañana siguiente volvió, y me miró, y me volvió a mirar, y me habló. Ese fue nuestro primer contacto; ese día libraba, así que me acompañó a casa y todo se revolucionó un poco bastante. Acabamos en la cama. No me gustó que fuese un chico precavido, llevaba condones en la cartera,

Page 12: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

12

¿acaso se creía que era una puta? De todos modos, los días y noches siguieron pasando y hasta hubo un momento en el que fuimos felices, pero él se enamoró más de mí que yo de él. De hecho yo no me he enamorado nunca. Los últimos meses fueron un desastre. A penas hablábamos, no había comunicación y yo me esforzaba tremendamente para que la poca conversación que teníamos fuese un tanto sentimental. Y él decidió follarse a Elena, mi mejor amiga. Así que discutimos, me pidió perdón, le lancé la lámpara, después la sartén y por último el secador cuando estaba en el baño recogiendo mi cepillo de dientes, entre otras cosas. Pensé en irme a casa de mis padres, y recordé que no tenía padres. Mi madre murió cuando yo tenía 11 años, y la vida junto a mi padre fue una mierda. Me fugué a los 16. Y mi hermano…Mi hermano llevaba 4 años en la cárcel por haber robado en una joyería; se puso demasiado nervioso y decidió golpear al dependiente con tan mala suerte que lo dejo seco, es decir, muerto. Mi vida era una basura, así que decidí marcharme. Empecé a ver señales en francés, lo cual significaba que había pasado ya la frontera y ni siquiera me había dado cuenta. Tenía que parar, me meaba y tenía hambre. Aparqué al lado del contenedor de la basura, qué mal olía…Bajé del coche con el bolso puesto y antes de cerrar la puerta dejé mi chaqueta encima del móvil y algunos CDs, por miedo a que me robaran, aunque no tardé mucho en percatarme de que en ese local como mucho estaríamos 4 desgraciados. El restaurante tenía una puerta giratoria, por eso pensé que había parado en el restaurante más caro de toda Francia. Conclusión: el restaurante era una puta mierda. Tres hombres barrigones (los camioneros) jugaban al Poker en una de las mesas, una pareja de infelices (sólo había que mirarles las caras) tomaban café, y un chico sentado en la barra se dignó a mirarme y siguió bebiéndose la cerveza sin alcohol que había pedido. Yo también me senté en la barra. Se acercó la camarera, y ¡horror! ¿Cómo se pedía en francés “un zumo de piña, por favor”? Empecé: -Zumo-mientras gesticulaba comos si estuviese exprimiendo una naranja- de piña-eso ya no sabía gesticularlo- por favor, please-era lo único que sabía decir en inglés. La imbécil de la camarera no me entendía, y es que no tendría que ser yo la que por obligación tenía que saber más de dos idiomas…Lo intenté demasiadas veces, y cuando opté por pedir agua (supongo que sería más fácil de gesticular) sonó una voz masculina:

Page 13: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

13

-Jus d'ananas.-En efecto, me sacaron un zumo de piña. Miré y era el tipo de las cervezas sin alcohol. Tenía percha, todo hay que decirlo, bueno, y unos ojos verdes preciosos, y era alto…Y era guapo. Pero lo último que me apetecía era conocer a un gabacho que supiese hablar en castellano. -Gracias-dije. Mierda, ya empezaba a entablar una conversación con él. -Qué, ¿huyendo de la realidad?-me preguntó. -¿Cómo? -Una chica como tú no viaja sola a no ser que sea por trabajo, y tú no sabes francés, así que no creo que te hayas movido por tu curro. -¿Tú no se suponía que eras francés? Ya te he dado las gracias. -Soy hijo de madre francesa, que no es lo mismo. -Bien, me alegro. Hubo un silencio de 3 segundos. -Vaya, así que huyendo de la realidad. Parece que es una moda, ¿eh? Todas las mujeres de hoy en día sufrís crisis en vuestras relaciones. -Mira tío, puedes perderte si quieres. -No quiero perderme, decido. -Déjame en paz. -Recuerda que gracias a mí has tomado tu zumo. -Recuerda que tú ni siquiera me has pagado el zumo. -Así que estás enfadada porque querías que te invitase ¿no? -En fin…-Mierda, me había pillado. -Bueno, podría invitarte a otro zumo si no tienes mucha prisa, que creo que perdiste hace tiempo la noción del tiempo. -¿Por qué te importa mi puta vida? Y sí que quiero otro zumo, pero esta vez de melocotón. -La chica refinada ha perdido los modales. Soy Frédéric, a mi madre se le antojó ese nombre de marica. -Hola Frédéric, soy Ana. -Y dime Ana, ¿qué edad tienes? -¿Estás intentando ligar conmigo?-Yo suelo ser bastante directa. -Puede. Yo tengo 28 y deduzco que tú…¿23? -24. -Y acabas de romper con tu novio. -¿Qué pasa contigo? ¿Qué haces en un bar de carretera? -Quiero huir de la realidad. -Sí, eso suena fácil. -Verás, mi novia decidió tirarse a un chaval que tenía una relación con otra persona. -¿Bromeas? Mi novio me ha puesto los tubos con mi mejor amiga. -Elena es una furcia-Y le pegó un trago a su cerveza. -¿Elena?-me sorprendí. -Sí, esa era mi novia hasta hace 23 horas.

Page 14: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

14

-Bromeas…Mi novio me ha puesto los tubos con una Elena.-Me reí, ¡esto era el como! -Y ahora me dirás que llama muchísimo la atención por el lunar que tiene en la punta de la nariz.-Se rió, y vi su preciosa y limpia dentadura. -Venga ya tío, me estás asustando. Mi Elena, quiero decir, la Elena de mi ex tiene un lunar en la punta de la nariz. -Bromeas tú…El chaval que se ha tirado se llama Borja, es lo único que sé. -¡Así se llama mi ex!-Esto sonaba a casualidad, ¿o causalidad? -Pero a ver, si Elena era tu mejor amiga deberías saber que tenía novio, ¿no? -Era mi mejor amiga, pero quedábamos muy de vez en cuando para… -…Para tomaros una copa en el bar de Sergio mientras escuchabais el monólogo de Luis. -¡Esto no puede ser!-No me lo podía creer y me bebí de un sorbo el zumo de melocotón que la camarera acababa de sacarme. -A mí ni siquiera me sorprende. Hoy me han ocurrido muchísimas cosas. Las cervezas me están haciendo efecto… -Pero si son sin alcohol-le recordé. -Salgo de mi casa para olvidar y me encuentro en esta situación.-Sonó a sollozo, y me preocupé. -Oye, que yo estoy igual y no lo estoy lamentando en alto.-Parecía que no se alegraba de haberme conocido. -Yo no lo lamento. Ahora sólo me queda preguntarte si quieres compartir la realidad conmigo, aunque sea un día, sólo. Esto no puede quedarse así, suena a peli americana, tiene que acabar bien; al menos nos tenemos que acostar. -¡Jajaja! Qué gracioso eres…-Me pareció tan chistoso… -Hablaba en serio. Así que nos alojamos en el motel que se situaba 2 km más allá. Sí, en la misma habitación. En la misma cama. Y creamos nuestra propia realidad. Bromeamos con el teléfono y nos pasamos parte de la noche llamando a Elena y a Borja, para reírnos un rato. Luego hablamos de bandas de música, ambos odiábamos el Pop. Por último hablamos de nuestro futuro; nos hicimos preguntas, muchísimas preguntas. Decidimos quedarnos juntos siempre y cuando todo fuese bien. Hubo un breve silencio. Luego me besó. Y luego nos acostamos.

Page 15: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

15

PROBLEMA NÚMERO 2

-Siendo conscientes de que esto no es un simple juego y que todos tendremos el mismo final, deberíamos intentar progresar y no sucumbir, evolucionar y no retroceder, regenerar y no degenerar. Actualmente, teniendo en cuenta que esos actos se nos quedan un poco grandes, les invito, sí, a ustedes, sucia y hostil humanidad, que intenten acabar con sus vidas lo antes posible. Entonces habrá paz. Entonces habrá felicidad, y la naturaleza, les aseguro, no volverá a equivocarse. No volveremos a ser creados, es más, las cuatro estaciones harán lo posible por repudiarnos; los animales, más racionales que nunca, no tendrán por qué reconstruir guaridas por si el peligro acecha; el viento soplará con total libertad, y nuestros restos, huellas e incluso pertenencias, llevará a la inmensa y más triste soledad.

Page 16: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

16

PROBLEMA NÚMERO 3 -Mamá ha dicho que debes quedarte en casa. -Mamá también dijo que nos cuidaría... -Mamá no está en condiciones de hacerlo. -Yo tampoco estoy en condiciones de quedarme... -¿Y adónde vas? -No lo sé. -Vuelve pronto... Fue lo último que escuché salir de la boca de mi hermana. Arranqué el coche y decidí no volver a entrar en ese portal, Nº 45. No sé si hice bien, porque la dejé sola. Ella era más humilde que yo, y tenía mucha paciencia, así que supuse que podía aguantar viviendo en ese calvario. Me marché lejos. Me apetecía oler el Mediterráneo, ¿qué mejor que un pueblito costero y casi abandonado? Por cierto, RENFE ha sido lo peor que se ha establecido en España. Me cobraron más de la cuenta, y cuando me quejé me dijeron algo así como que mi queja podían catalogarla como "fraude", así que desistí, y opté por adentrarme en aquellas calles sin asfaltar. Lo primero que hice fue descalzarme; unos metros más adelante percibí cómo los granos de arena me hacían cosquillas entre los dedos de los pies. Dentro de lo que cabe era un día perfecto. Pasaron semanas, pasaron meses. Aunque parezca mentira conseguí un empleo. Sí señores, era dependienta en el estanco de aquel diminuto lugar. Los ancianos me pedían tabaco de liar. Los más jóvenes papel OCB. También vendía libros. Había libros de todos los tamaños, colores y para todas las edades. Nunca había visto tantas páginas juntas; hubo momentos en el que el olor de aquellas novelas me recordaba a la papelera de Tolosa. Y me volví a acordar de mi hermana. Así que la llamé. -Bai? -Hola... Mantuvimos una conversación bastante larga. Me dijo que mamá había vuelto a las andadas, y que de papá seguía sin saber nada. También me dijo que había llegado una carta del Ayuntamiento, la cual me recriminaría mi mal comportamiento en un pleno en el que llamé “zorra” a la alcaldesa. Tras un par de horas, justo cuando no sentía la oreja y había colgado el teléfono, me dijo una voz:

Page 17: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

17

-Tienes la oreja extremadamente roja. Me pareció un comentario estúpido y pueril. Así que afirmé sin ni siquiera fijarme en su rostro. Me dispuse a caminar. -Se dice adiós. Y contesté: -¿Pero qué quieres? Casi muero. Lo vi sonriendo. Seguía manteniendo su sonrisa blanca, así que sin ni siquiera saludarlo me abalancé sobre él y le dí un fuerte abrazo. -¿Pero qué tal estás, tío? ¡Cuánto tiempo...! ¿Qué tal todo? ¡Qué guapo estás! Era Jandro. Algo más mayor que la última vez que hablamos. Qué alegría me dio verlo. Creí que nunca volvería a saber de él. Él había tenido algo con mi hermana, y ella, tan orgullosa como siempre, nunca llegó a reconocer que se había enamorado de él. Yo sabía que sí, y él también lo sabía. Mi hermana me contó que se conocieron en Madrid, en su viaje de fin de curso. Estuvieron saliendo como un par de meses, pero todo fue demasiado intenso, Jandro pasó un mes en mi casa. Nos hicimos amigos, éramos de la misma edad. Ella decidió dejarlo por Juan, el tonto de clase, y él, algo destrozado llegó a acostarse con una monja según me dijeron. Le pregunté a ver qué hacía por esa zona, y como siempre, con esos ojos tan brillantes hizo un gesto de desesperación y dijo "soy un culo inquieto, ya lo sabes, probablemente me vaya dentro de dos semanas otra vez a Madrid". En efecto, pasaron catorce días y volvió a su ciudad natal. Pasó un mes desde su despedida y me sentía demasiado incómoda, así que volví a casa. Mi madre estaba hospitalizada a causa de una sobredosis, mi padre seguía sin aparecer, y encontré a mi hermana sollozando mientras leía el periódico: "Un joven llamado Alejandro Sánchez Ramajo ha sido asesinado por una menor que intentaba atracar...".

Page 18: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

18

PROBLEMA NÚMERO 4 Jandro despreciaba lo ortodoxo y amaba la heterodoxia; amaba lo prohibido y despreciaba lo ilimitado. Anhelaba el olvido y olvidaba pronto el recuerdo. Un día había salido para comprar 15 kilogramos de harina, y gracias a él pude llevarlos al recinto. Pesaba muchísimo y el hombre de la tienda no fue capaz ni de prestarme dos bolsas de plástico por si se me rompía una. A Jandro tampoco le gustaba que utilizase bolsas de plástico, por eso, en un principio, se negó a sujetar de sus asas; él sólo pretendía mostrar su fuerza e ingenio para poder conquistarme. Se percató de que mi hogar quedaba a unas seis manzanas, así que dejando de lado su terquedad se planteó utilizar esas malditas bolsas (y perdonadme por mi mal habladuría). -¿Quedamos?-me dijo una vez más. No desesperaba, él quería conquistarme, quería enamorarme, porque él ya estaba totalmente cegado por mi figura. -Sabes que no puedo Alejandro… -Jandro, llámame Jandro. Y dime, ¿y si en este mundo no existiese absolutamente nadie? -¿Qué quieres decir?-no entendía su pregunta, no entendía qué fin ocultaba. -Pregunto a ver si quedarías conmigo, totalmente a solas, en mi piso, o donde tú quieras, si no existiese nadie en este planeta. -¿Por qué me haces estas preguntas, Jandro?-no quería responder a semejante disparate, no quería ni imaginarlo. -Pero no me has respondido a la pregunta… -Ni pienso hacerlo. -¿Entonces es un sí? -Yo no he dicho eso…-insistí. -Sabes que por conseguir un día entero a tu lado soy capaz de exterminar esta sociedad. -¡No digas groserías, joven! -¿Joven? ¡Pareces una anciana depresiva! Pero si soy un año mayor que tú… -¿Y eso cómo lo sabes? -Me lo dijiste aquella vez que nos conocimos, después te fuiste… -Sabes que no me he ido nunca, podemos seguir siendo amigos. -Pero yo no quiero una simple y aburrida amistad…Y tú tampoco querías, o eso parecía, o eso me insinuaste mientras bebías la cuarta copa… -Eso es el pasado… Se hizo un silencio eterno. Él no hablaba, me miraba y sonreía. Me sonrojaba, mi cara era de color escarlata. Habíamos llegado a mi hogar, así que rompí el hielo:

Page 19: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

19

-Bueno, hemos llegado. Gracias por tu ayuda. -¿Cuándo vas a salir de este convento? Además de aparentar ser más mayor has perdido tu espontaneidad, tu felicidad y tus ojos no brillan como antes lo hacían. Y tu hábito te sienta fatal, las únicas curvas que he podido apreciar en ti son tus senos, ¡y ni siquiera eso! -¡No seas grosero! -Vente conmigo…No digas un “no”. Coge mi mano y ven conmigo… Como habéis imaginado, acertados aquellos que hayan acertado; cogí el saco de harina como pude y entré en el convento. Podía verlo a lo lejos, desolado, afligido… Pero no podía serle infiel a mi Dios, a pesar de que si hubiese insistido un poco más hubiese sido capaz de cometer una obscenidad. Nunca más llegué a saber de él, excepto aquel día de invierno. El periódico decía que una joven desesperada lo había matado con un arma.

Page 20: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

20

PROBLEMA NÚMERO 5 ¿Qué es capaz de hacer una chica cabreada? Esa era la cuestión, eso era lo que más preocupaba al entorno de Diana. Ésta había cumplido los dieciocho hacía un mes, pero su madurez era obvia desde que tenía a penas 9 años. A los 10 preguntó a su madre cómo sería la vida si ella no estuviese, si se hubiese ido; su madre no quiso ni siquiera responderla, se quedó perpleja ante la pregunta. A los 16 se lo volvió a preguntar, y su madre, sincera ante todo, dijo que la vida seguiría adelante para todos, que quedaría en el recuerdo y sería doloroso, pero que tendrían que seguir sus caminos. Diana comprendió entonces la vida misma, y prometió disfrutarla hasta más no poder. Los días pasaban y todo le parecía absurdo. No comprendía por qué toda su familia empezaba a leer la revista desde la última página hacia la primera, tampoco comprendía por qué salían manchas negras en la pared de su habitación, y tampoco entendía por qué lloraba con películas como Sleepers, Esencia de mujer o La vida es bella. Ella observaba todo, no dejaba escapar el mínimo detalle, y miraba, y miraba, y miraba, pero no encontraba sentido alguno a nada. Odiaba cómo su madre gritaba y se quejaba de la vida que llevaba todos los domingos por la mañana; odiaba también que para poder salir de su casa tuviese que utilizar el transporte público, así que también odiaba no tener el carné de conducir-no sabía ni siquiera arrancar un coche, porque se le calaba-, y odiaba ante todo odiar. Llegó el momento en el que tuvo que dejar su pasado para empezar una etapa nueva en su vida. Abandonó su ciudad para trasladarse a otra a estudiar. Compartía un piso con un chico llamado Jandro, majo, la verdad. Más tarde llegó otra llamada Mery; ésta era inglesa, de las ricas, de las que se codean con jugadores de rugby o amantes del waterpolo. Diana pronto empezó a odiar llegar a las tantas de la madrugada, abrir el grifo para poder saciar su sed y tener que encontrase con sospechosos pelos negros rizados en la fregadera; Mery era rubia, pero su novio, Andrés, era totalmente moreno. Odiaba despertarse, calentar su leche y no encontrar el croissant que había comprado el día anterior. Odiaba que Jandro no la defendiese cuando gritaba a Mery y le ordenaba que fuese un poquito más limpia. Pronto empezó a sentirse sola. Pronto empezó a sentir lo que había olvidado. Su actitud era arisca, chulesca e incluso prepotente, y a ella le daba igual. Era 28 de septiembre cuando se dirigió a la papelería que había cerca de la calle donde residía. Tenía que entregar un trabajo que determinaría cuál sería su nota en antropología. Hizo sus compras y pensó en hacer

Page 21: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

21

una parada en un bar en el que nunca había entrado. Abrió la puerta, se apoderó de una mesa y pronto apareció el camarero (aproximadamente de su edad) ofreciéndole su servicio. -Una cerveza. -¿Pipas o cacahuetes? Invita la casa. -Pipas, por favor…-Diana odiaba los cacahuetes, los pistachos, las nueces y las avellanas. Sacó un papel y el bolígrafo de su bolso e hizo un esquema sobre el trabajo. Sacó punta a todo y enseguida captó la idea que la llevaría a no sacar menos de un 8. No habían pasado más de 10 minutos cuándo se dio cuenta de que había llamado la atención a un chico que estaba sentado en la barra. Él fue quien rompió el hielo. -Hola, me llamo Aitor, tengo 24 años y creo que eres totalmente digna de conocer. Sé que vives por la zona porque no es la primera vez que te veo, pero ya que me he dado cuenta que estás haciendo como que escribes he decidido acercarme para peguntarte a ver si quieres dar una vuelta conmigo. -Hola Aitor. Resultas un poco mayor para mí, a pesar de que sepa que cumpliste ayer los 24. Creo que eres totalmente excitante y que podría llegar al climax fácilmente. No hace falta que monte en tu coche porque en mi piso no hay nadie, así que, si quieres podrías acompañarme hasta casa. -Es verdad, se me había olvidado que eres una mocosa que acaba de empezar la universidad y cree saber todo respecto a la vida. Aunque sé tú eres diferente; no te importa salir desaliñada de casa a diferencia de todas las niñatas de tu edad. -La verdad es que tú aparentas ser más joven, y tu comportamiento es más infantil de lo que debería, pero me atraes y no creo que tenga que darte más explicaciones. -Tienes toda la razón. Bueno, pues te acompaño a casa y… -¿Y luego qué? Prométeme que vas a olvidar que existo y que seguirás con tu vida. -No puedo prometerte nada porque llevo analizándote desde el día que llegaste y me gustas cada día más. -Prométeme, por favor, que vas a olvidarte de mí. ¿Qué ocurriría si yo me fuese? Nada. Podría resultarte doloroso, pero acabarías olvidándome. -¿Quién te ha enseñado eso? -No lo sé, simplemente lo creo. -Quien te lo haya enseñado es totalmente inútil. Supongo que acabaré olvidándote, y no, no me resultará para nada difícil.

Page 22: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

22

PROBLEMA NÚMERO 6 Desde aquí hago un comunicado a todas esas personas que me queréis, bueno, y a las que no me queréis tanto -tengo entendido que sois más-. La cuestión es que creo que me queda poco tiempo de vida. Podría contaros millones de cosas respecto a mis vivencias o anécdotas, pero como no quiero dramatizar, resumiré mi estado anímico, o más bien mi estado físico, en cuatro palabrejas: Me duelen los huesos, me duele la cabeza y me duele todo en sí. Además, por si eso no fuera poco, hoy me he despertado hacia las 3:00 creyendo que alguien me había soplado en la oreja, así que supongo que ya estoy en una fase terminal y esquizofrénica (si esto no es acertado, serán delirios, que suenan un poco mejor). He decidido encender la luz y me he dado cuenta de que había sangrado por la nariz, cosa que nunca me ha ocurrido exceptuando aquella famosa vez en la que casi me la rompí. Me dolía mucho la barriga (palabra a resaltar ya que me hace muchísima gracia), así que he concluido que iba a vomitar. Me he apresurado y cuando he conseguido llegar al retrete, era demasiado tarde, pues he notado como la cena del día anterior había subido hasta mi paladar, y también había bajado a una velocidad extrema. He vuelto a la cama con intenciones de descansar. Se han quedado en intenciones, porque nada más arroparme ha sonado el teléfono. Jandro, que quería hablar conmigo; ahora mis famosas ojeras y mi famosa vena ojeriza está más morada que nunca, e incluso resulto más impactante (doy miedo). No, no estoy enferma, pero estas cosas pasan cuando algo (malo) se aproxima. Probablemente muera por culpa de mi permanente torpeza (ésa que todos habéis experimentado alguna vez si os habéis topado conmigo); están haciendo obras cerca de mi casa, y me da un poco de miedo morir aplastada o ser violada y después matada por ese viejo gordo seboso que siempre me da los buenos días con un “fiu-fiu” y al que llevo sacándole el dedo una eternidad. Bueno, estáis avisados. Ahora deberíais avisarme de vuestros futuros planes en mi ausencia: el festín que os vais a montar. Si no escribís nada supondré que es porque tanta frase junta debe cegaros, y bastante. Unas últimas palabras: si optáis por enterrarme espero que no me llevéis flores (odio eterno a las flores).

Page 23: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

23

PROBLEMA NÚMERO 7 Una fría gota recorrió todo su cuerpo sin dejar escapar el más mínimo rincón. Su vello se erizó y empezó a sentirse totalmente lleno, lo acompañaba el bienestar y la armonía. Llegó a sentir incluso que era válido...

Page 24: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

24

PROBLEMA NÚMERO 8

Page 25: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

25

PROBLEMA NÚMERO 9

-No me sorprende que te lo tomes todo a la tremenda, siempre estás a la defensiva, buscando una razón, y da igual que sea de poco argumento, para contestarme como creo que no me lo merezco. -Intento ser justo contigo, no lo hago con maldad. -¿Justo? Cada contestación que me das actúa como una bala en mi pecho, me haces daño. No sé qué hacer contigo... -Quizás deberías dejar de verme, de hablarme, de escribirme, y de llamarme...

Page 26: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

26

PROBLEMA NÚMERO 10 Tenía la tripa demasiado revuelta como para concienciarme de que me esperaba un viaje de 4 horas en tren. Odiaba viajar, odiaba los viajes largos, odiaba ser consciente de ello. Había probado con todo para no marearme; alguna vez tomé una aspirina y no tuvo efecto. También probé eso de ponerse una tirita en el ombligo, y tampoco funcionó. Mi hermana dice que cada vez que me encuentre mal debo cerrar los ojos y apuntar mi dedo menique al norte (aún no sé muy bien por qué). Eran las 07.30 en punto cuando entré en el tren. Sus vagones eran viejos y el ruido que hacía perturbaba mi cerebro. Intenté alejarme de la gente, así que después de caminar a través de dos vagones, encontré mi lugar. Me senté y en seguida me di cuenta de que había elegido el peor sitio de todos. La silla tenía un chicle y no me percaté hasta que me senté. Me levanté, voceé, maldije a la persona que pegó su asqueroso Boomer sabor a menta en el asiento, y por fin, me fui a otro vagón. Ese también estaba vacío. Me senté en la silla más próxima; cuando logré despegar el chicle de mi abrigo, el tren paró, era la siguiente parada. Entraron unas pocas personas. Cuando me quise poner los cascos, alguien me estaba hablando: -Hola-me dijo totalmente mojado. Era un día de abril, y ya sabéis...Aguas mil-¿Puedo sentarme?-me preguntó. -Sí, claro-respondí, a regañadientes, no quería que me mojase. Tras un largo rato, comenzó a hablarme otra vez, nada más de que se terminaran las pilas de mi walkman. Charlamos sobre todo, sobre la vida misma, era un ser genial. Podría afirmar que me había enamorado de un anciano, Justo, se llamaba. Creo que durante toda su vida había sido una persona muy diplomática, su nombre lo describía a la perfección. Estaba algo disgustado con su nieto Jandro; me dijo que era un chico que cuidaba desde los conflictos entre sus padres. Me dijo que era un dejado, y que a pesar de su fracaso escolar, era un chico inteligente, que su único problema era la “h”; llevaba luchando una eternidad en la misma batalla, y que por eso decidió perder su tiempo tocando la guitarra en vez de inventando letras para canciones. Nuestra conversación fue interrumpida por alguien que había llamado al pobre Justo. Se le veía disgustado. No me gusta pensar en lo que le voy a decir, pero sabía perfectamente que a ese anciano le quedaban pocos días de vida, es algo que se nota, malas vibraciones, supongo. Me daba lástima, así que cuando terminó su conversación con el individuo del teléfono (sí, masculino, escuché el tono de su voz) me apresuré y le pregunté:

Page 27: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

27

-¿Qué le ocurre? Era Jandro, no sé qué le llegó a decir. Nunca olvidaré el momento en el que el hombre se desplomó y calló al frío y mojado suelo del vagón. Empecé a gritar y a pedir ayuda, pero ya era tarde. Este hombre había muerto. Una parada cardiaca, me dijeron. Me hicieron preguntas, y fue poco lo que pude responder, ¡no lo conocía de nada! Más tarde ví a su nieto, se le veía angustiado. Nos hallábamos más allá de Burgos y el chico no había tardado absolutamente nada en llegar. Le dí el pésame y traté de olvidarme de ese día. Lo que más me llamó la atención es que este chico me propuso tomar una cerveza con él-su agonía desapareció, no me preguntéis cómo-, y que me pidió el número de teléfono, y que esa misma noche la invertimos en hacer locuras cerca del anatómico forense de la mencionada capital.

Page 28: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

28

PROBLEMA NÚMERO 11 -Creo que deberíamos parar, pensar, reflexionar y seguir caminando. -¿Y eso por qué? Llevamos una vida muy ajetreada, no tenemos tiempo para hacer tonterías. -De verdad, es un buen método. -¿Un buen método para qué? -Para observar. -¿Observar? -Sí, te pondré un ejemplo. Esta mañana hemos ido al supermercado a hacer las compras, ¿verdad? -Sí, sigue. -¿Te has fijado dónde se sitúa la puerta de la entrada? -La verdad es que no...Pero, ¿qué tiene que ver el supermercado con esto? -Escúchame, no seas impaciente. La puerta se situaba en la derecha; de hecho, todas las puertas de cualquier supermercado se sitúan en la derecha. ¿Por qué? El ser humano tiende a caminar hacia la derecha. -Eso no es verdad... -Al entrar en un supermercado siempre quedan las cajas en la izquierda. Tendemos a ir a la derecha. ¿No te das cuenta de que nos tienen totalmente manipulados? -Parecemos ratas de laboratorio... -Somos sus experimentos. Además, la comida más básica la sitúan en el fondo del local, así, observamos todos los demás productos por el camino, y obviamente, acabamos comprando lo que no nos hace falta. -Como las patatas y las pipas de esta mañana... -¿Y dónde se situaban? -Cerca de la caja... -Podría darte muchísimos ejemplos, pero como tú dices, llevamos una vida tan ajetreada que preferimos ser objeto de los más grandes...

Page 29: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

29

PROBLEMA NÚMERO 12

Se enfrentó a la nada, al silencio, al viento, a la tormenta y a un pasado con una historia interesante. Jandro detestaba la multitud. Una mañana cualquiera decidió arrancar el coche para así poder llegar a un lejano lugar. Él, a duras penas, recordaba aquel solitario espacio, tenía algunas fotografías donde se le veía sonreír, pero aun no sobrepasaba los 115 centímetros de altura. Papá y mamá eran felices en aquel entonces, y nuestro protagonista, al parecer, también. Nada había cambiado en aquel lugar; las mismas puertas, el mismo frío, y el mismo sentimiento: libertad con una pizca de lástima e indiferencia por todo lo que conllevaba estar allí. Había demasiadas tumbas, de todos los tamaños además, algunas eran de adultos y otras eran de niños, aunque ninguna alcanzaba la altura del chico, pues, esos "lechos" pertenecían al siglo XII, según habían concluido los historiadores, y en aquella época el ser humano era menos robusto. Aquel derruido castillo perturbaba a Jandro...Desde allí se podía observar toda la comarca, se podía observar la vida a unos pocos kilómetros... Eso era exactamente lo que le molestaba, necesitaba sentirse lleno de aire puro, y sin embargo, se sentía totalmente vacío. Al otro lado del castillo había un cementerio, del siglo XXI, obviamente. Pudo calcular entre doce o quince cadáveres, y unos dos ramos de flores por cada epitafio. Aquello era deprimente. Jandro dudó por unos instantes, y no supo si tomar el camino por el que había llegado a aquella altura sería la mejor opción...Podía haberse lanzado al vacío, pero era lo suficientemente cobarde para hacerlo. Tenía demasiados pájaros en la cabeza. Jandro era un puto desgraciado.

Page 30: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

30

PROBLEMA NÚMERO 13 -Bienvenido a nuestra empresa. -Gracias. -Empezará con un sueldo de 1000€, más adelante será de 2500. -Entonces...¿Puedo empezar más adelante?

Page 31: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

31

PROBLEMA NÚMERO 14 -Me encanta que estés tan enamorado de mí. -¿Es que...Tú no lo estás de mí? -¡Jajajaja, qué ocurrencias! ¡Pues claro que no!

Page 32: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

32

PROBLEMA NÚMERO 15 -Venga, entra, así adelantamos tiempo. -No hay sitio para dos. -Bueno, si es ese el mayor problema me dejas muchísimo más tranquilo. -¿Entro? -¡Pues claro! -Date la vuelta y no me mires... -¡Te he visto un millón de veces! Y la última vez fue ayer, ¿no lo recuerdas? -Qué vergüenza... -Pero si eres preciosa... -¡Calla, no mires! -Qué, ¿el agua fría ha empezado a actuar? -¡Eres un cerdo! -Oye, que lo último que quiero es que te enfades antes de ir a la entrevista de trabajo... -¡No me enfado! -Bueno, entonces...¿Hablaste ayer con él? -No me dio tiempo. -¿Pero qué dices? ¡Era el mejor momento! -Estaba con Mónica. -Bueno, ¿y qué? -Estaba comiéndole la boca a Mónica... -Em...Vale. Eso lo cambia todo. Dile que se vaya a tomar por el culo. -No puedo... -¡Eres tonta! ¿Cuándo vas a comprender que a los hombres nos cuesta más enamorarnos? -Lo sé...Pero es que no puedo... -Deberías pasar de él. -Bueno, ¿y tú qué tal? -Es difícil expresarlo. -¿Cómo? -Me he estado acostando con una monja. -¿Qué? -La acompañé a llevar las bolsas de la compra, pesaban demasiado. -¡Sois unos cerdos! -No...Me gustaba, de verdad. Tendré que salir más, ha sido un palo para mí, en serio... -No me extraña... -El abuelo quiere ir a Huelva. Vendrá conmigo en coche, espero conocer a alguna andaluza. -El abuelo me dijo que te había dicho que iría contigo en coche pero que saldría un día antes para ir en tren. -¿Y eso? -Dice que no sabes conducir.

Page 33: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

33

-Joder... Bueno nena, ya he terminado. ¡Mira mi cuerpo serrano! -Tápate, ¡asqueroso! -Pero qué guapa eres... -¡Lárgate! -Ya me voy, ya me voy... Fue de las últimas veces que pude hablar seriamente con mi primo, Jandro. Siendo niños jugábamos juntos, nos reíamos juntos y no le dábamos tanta importancia a los problemas. Más que un primo era un amigo...Era un hermano. Siempre había intentado mantenerme a salvo de todo aquel que quería hacerme daño. Además de ser mi primo y actuar como un hermano, era mi subconsciente. Nunca me decía lo que quería escuchar, y por eso he de decir que desde aquella mañana la vida me ha ido muchísimo mejor. Soy eurodiputada.

Page 34: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

34

PROBLEMA NÚMERO 16 -Nunca me había sentido tan satisfecha como aquel día en el que te pegué un guantazo verbal mientras tú renegabas de la realidad justo cuando tu vecino mató a su mujer en el mismo instante que tú defecabas sangre antes de que te diagnosticaran cáncer de colon. Anda, venga, no llores. Límpiate con esta agua esas lágrimas de actitud contumaz que te vituperan...

Page 35: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

35

PROBLEMA NÚMERO 17 Nunca me había parado a mirar todo lo que me rodeaba. Bueno, miento, en realidad sí, pero nunca me había dado cuenta de que el lodo llegaba prácticamente hasta mi cuello; semanas eternas, viernes y sábados rutinarios, los mismos problemas…En fin, “K” al cuadrado. El ritual siempre era el mismo: oír, ver y callar. Esto tampoco es totalmente cierto, porque me gusta escuchar, pero en ciertos momentos no puedo mantener el pico cerrado…No sería yo. Por culpa del aburrimiento había adelgazado, algo poco común, pues la gente tan simple como yo tiende a acabar con todo lo que hay en la nevera. Si mis vaqueros antes eran perfectos pitillos, solamente puedo decir que se habían convertido en un mar de tela; cada cinco minutos tenía que subírmelos, y eso que soy de las que utiliza cinturón…Además, nunca me ha gustado enseñar las bragas, y muchísimo menos el tanga. Era tal la frustración que en poco menos de una semana había devorado tres libros…Para mi fortuna sabía antes de tiempo que Bodas de sangre no terminaba muy bien, así que ni siquiera me apenó esa tragedia, o drama, según cómo el autor lo considere. Tenía un poco de dinero ahorrado, el cual utilicé para elevar mi ego, y lo conseguí, pero duró sólo media hora (suficiente para telefonear desde la cabina a mi hermana, que residía en Madrid). Nada contrastaba, nada tenía sentido, todo me parecía vomitivo. Incluso jugué con unos niños que me encontré en el parque, ¿increíble, verdad? Descubrí que se me daría bien ser madre, o más bien lo contrario, aún seguía dependiendo de mi madre, la cual había muerto hacía poco más de dos años (hoy ha cumplido los 3 años, 5 meses y 9 días). Sí, estáis en lo cierto. No era sombra de lo que fui. Mi sonrisa, mi alegría, mi vitalidad…Se habían esfumado por arte de magia; incluso la magia me había abandonado. Mi cordura estaba en la cuerda floja, y mis ganas de vivir…A la misma altura de los restos de mi madre (bajo tierra, por si no lo habéis entendido). Y entonces apareció él. Era mi salvador, un mesías para los más religiosos. Fue el causante de mi dulzura, el que me devolvió esa iniciativa que había tenido por todo. Lo veía antes de dormirme, y volvía a encontrármelo al despertar. Era muy detallista conmigo… ¡Me preparaba una crema de calabacín exquisita! Paseábamos juntos por el mismo parque donde jugaban esos mocosos… ¡No había ninguna actividad que no compartiésemos! Lo quería tanto, una lástima que muriese de aquella forma. Hoy en día sigo sin tener a nadie a mi lado, y cada día me veo más cerca

Page 36: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

36

de la muerte. Esta enfermedad degenerativa está haciendo que empiece a olvidar los rasgos de Jandro, y mis ochenta y tres primaveras me debilitan. Mis huesos crujen más que nunca. ¿Debería volver a ver el amanecer desde mi lecho o es mejor que duerma para siempre?

Page 37: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

37

PROBLEMA NÚMERO 18 -Tápate, vas a provocar... -Lo cierto es que me gusta abrir el telón, pero elijo yo a quién enseñarle su función. -Decía que vas a provocarte una caída. Llueve demasiado, ¡abre el paraguas! Y deja de abrocharte la camisa.

Page 38: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

38

PROBLEMA NÚMERO 19 -Supongo que un golpe puede desfigurarte la cara. Un buen golpe puede destrozarte la mandíbula, el tabique nasal, fracturarte un pómulo e incluso romperte el cráneo. Pero... ¿Acaso puede cambiar tu forma de pensar?

Page 39: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

39

PROBLEMA NÚMERO 20 Jandro era un tipo corriente; corriente pero único. Tan corriente que pasaba desapercibido, y tan único que en su adolescencia tuvo a casi todas las chicas de clase detrás de sus huesos. Tenía 26 años. Vivía en Lavapiés, aunque para él hubiese sido más cómodo alojarse en el Barrio de Salamanca, pero su economía no se lo permitía; trabajaba en un taller de reparación de coches. Odiaba su trabajo. A él le gustaba dibujar, dibujaba todo tipo de cosas, y dibujaba demasiado bien. También sabía escribir; se le olvidaba acentuar algunas palabras y tenía un grave problema con la H, pero eso daba igual. ¿Su perdición? La música. O el ruido, como él bien decía. Coleccionaba vinilos, pósters de bandas o de portadas, chapas de las mismas bandas…Le gustaban demasiado, más bien porque decían lo que él quería escuchar…Sus gritos eran fruto de la rabia creada por los defectos y problemas de la humanidad. Jandro era un rebelde (eso le gritaban de vez en cuando las ancianas vecinas). Subía el volumen a tope cada vez que escuchaba música; gritaba, saltaba, volvía a gritar y…Volvía a destrozar su viejo colchón. Por suerte tenía uno hinchable en el armario. Las únicas personas que podían reñirle eran las pesadas vecinas, porque él no tenía padres, o al menos no sabía nada de ellos. Su madre lo abandonó con tan sólo 6 años, y se quedó a cargo de su padre. Su padre decidió dejarlo en casa de sus abuelos. Su abuelo murió cuando éste tenía 22 años, su abuela, en cambio, cuando tenía 24. Eran las 6:37 de la mañana cuando salió de casa, martes, un frío martes de invierno. Bajó las escaleras del metro y allí se encontró con unas cuatro muchachas jóvenes, algo menores. Eran extranjeras, todas rubias, todas miraban. ¿Quién se resistía a mirarlo? 1.86, 78kg, ojos verdes, nariz recta, dentadura perfecta. . ¿Y el pelo? El pelo, como siempre, despeinado. Lucía una bufanda color granate a conjunto de un abrigo de cuero (obviamente era artificial) negro. Sus pitillos no podían faltar, ni sus botas algo viejas. Las chicas seguían mirando, y él se dispuso a encenderse un cigarrillo. Me atrevería a decir que ni siquiera se dio cuenta de ello, a él le daba igual, no era de esos chavales que necesitan constantemente meterla en algún puto agujero. Jandro era diferente. Eran las 7.04 cuando llegó a su trabajo. Las 18.27 cuando salió de aquel sucio local. Antes de irse dirección a casa decidió hacerle una visita a Joaquín, dueño de una pequeña tienda de souvenirs, comida, tabaco y compresas. Vaya, tenía todo lo que pueden tener las típicas tiendas que puedes encontrar en un barrio cualquiera. -Hola Joaquín-dijo. -¿Qué pasa Jandro? ¿Winston, verdad? -Ponme dos. Y entonces alguien entró. Era una mujer, algo nerviosa, la verdad. Corría una gota de sudor por su frente. Se podría notar a kilómetros que estaba a punto de

Page 40: Cuando la retórica aplastante hace congruente la paradoja (1)

Cristina Marcos Sánchez. Insensateces escritas entre 2009 y 2010. Publicadas el 21 de abril de 2011.

40

cometer una locura, y en efecto, así fue. -¡Dadme el puto dinero!-gritó mientras sacaba un arma de su caro bolso. Ninguno de los dos dijeron nada. Joaquín, asustado, empezó a llenar el bolso de la chica con los pocos billetes que tenía en la caja. Jandro reaccionó: -Mira, creo que esto no es necesario…-se atrevió a decir. -¡Cállate! ¡Cállate la puta boca o te pego un tiro!-se alteró demasiado. Jandro, desgraciadamente, intentó acercarse a ella. Jandro sabía que era una chica que estaba en un estado poco habitual. Se notaba demasiado que era la primera vez que lo hacía. Esa mujer nunca había gritado palabrotas de esa forma. Esa chica vivía en un barrio de niños pijos, y es que ese vestido de Adolfo Dominguez y esos complemetos de cualquier otro modista amanerado la delataban. Ella reaccionó, y le pegó tres tiros en el pecho. Para ser la primera vez había dado en el clavo. Jandro había muerto. Ella corrió, salió de la tienda. Huyó. Joaquín hizo llegar una ambulancia, era demasiado tarde. Pasaron dos semanas cuando decidí acudir a comisaría. Yo maté a un chico que no se merecía morir. Tenía 18 años. Estaba enfadada con el mundo. Mis padres no me dejaban irme de vacaciones con mis amigas, o más bien interesadas, a Roma. Mi novio se lo había estado montando con su ex novia. Y yo había decidido largarme de casa. No tenía ni un duro, necesitaba robar. Era la primera tienda a la que decidí entrar. Y joder, lo maté. Maté a alguien que con una cuarta parte de mi vida se habría conformado. Con una cuarta parte de mi paga tendría para una semana. Y yo, tan egoísta como siempre, decidí hacer de ese día un puto infierno. El único vicio de Jandro era el tabaco, y eso lo mató. Mis vicios eran otros; mi Ferrari, mi piso en el centro de Madrid, mis rutinarias fiestas los viernes por la noche, los baños en casa de Raúl los sábados por la mañana, ¡incluso alguna que otra mariscada los domingos! Era una niña consentida. Soy alguien que no supo apreciar lo que tenía. Arrebaté la vida a Jandro, un tipo corriente. Corriente pero único…