crítica social en García Márquez

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  • FORMAS DE CRITICA SOCIAL EN GABRIEL GARCA MRQUEZ

    KENRICK E. A. MOSEUniversity of Guelph, Ontario

    Cuando en la dcada de los setenta se present una sucesin de novelas his-panoamericanas de gran calidad sobre la figura del dictador, represent sola-mente un desarrollo llamativo de una larga tradicin en la literatura social de laregin. Se haba buscado repetidamente en distintas pocas representar esta fi-gura mtica del poder que haba ido adquiriendo en Hispanoamrica ciertos per-files muy acusados desde el colonialismo hasta nuestros das.1 El mito es, enefecto, tan persuasivo y tan constantemente nutrido de presencias histricas quetal vez sea difcil hallar un autor que no quiera hacerlo pasar a su obra artsticaen algn momento.

    Con Garca Mrquez, sus temas latentes reciben un impulso a la concrecincuando una imagen nuclear se presenta a sus ojos o a su mente. As, el impulsode escribir su novela de dictador adquiri peso y direccin al hallarse l en Ca-racas, Venezuela durante el derrocamiento del dictador Marcos Prez Jimnezen 1958. En su entrevista con Plinio Apuleyo Mendoza, el autor describe ciertomomento cuando esperaban los periodistas en el palacio presidencial de Mira-flores:

    Eran cerca de las cuatro de la madrugada, cuando se abri la puerta y vimos aun oficial, en traje de campaa, caminando de espaldas, con las botas embarradasy una metralleta en la mano... apuntando con su metralleta, y manchando la alfom-bra con el barro de sus botas. Baj las escaleras, tom un auto que lo llev al aero-

    1. Las tres novelas de dictador sobresalientes de los 70 son: A. ROA BASTOS, YO, el Supremo,Mxico, Siglo XXI, 1974; A. CARPENTER, El recurso del mtodo, Mxico, Siglo XXI, 1974; y G.GARCIA MRQUEZ, El otoo del patriarca, Barcelona, Plaza y Janes, 1975. Las referencias a esta no-vela de Garca Mrquez en este artculo vienen de esta edicin.

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  • puerto y se fue al exilio... Fue en ese instante cuando tuve la intuicin del poder,del misterio del poder.2

    Juntando a esta imagen de miedo y de suciedad la imagen visual que GarcaMrquez cuenta como punto de partida del libro: Es la imagen de un dictadormuy viejo, inconcebiblemente viejo, que se queda solo en un palacio lleno devacas (El olor, p. 120), podemos apreciar que en la misma concepcin del dic-tador hay una perspectiva seleccionadora de detalles incongruentes, degradantesy extremos que implica una crtica negativa. Lo que escapa de cualquier visinrutinaria de la figura son los detalles del barro de las botas y de la presencia devacas que acompaan, en el primer caso, el miedo y la inseguridad del poder y,en el segundo, el poder solitario de largusima duracin. El mismo autor hamostrado lo que puede haber detrs de sus imgenes improbables al hacer la co-nexin entre el ganado como base del poder dictatorial y las vacas en el palaciopresidencial: Se trata de los dictadores latinoamericanos que son dictadoresfeudales y ganaderos, dictadores agropecuarios... En Latinoamrica los dictado-res son vacunos.3

    La tendencia degradante es una de las vertientes de la costumbre del mama-gallismo, costumbre caribea que tiene una presencia marcada en muchas obrasde Garca Mrquez.4 El mamagallismo ya haba hecho un papel en el retrato delcaudillo, dictador en escala menor, en La mala hora, Los funerales de la Ma-m Grande y en Cien aos de soledad.

    En La mala hora, se nos muestra que no puede tener xito una reforma su-perficial de un sistema de abuso cuando los reformadores son los violentos abu-sadores del pasado.5 La costumbre de la violencia est agazapada siempre detrsde la paz reciente, buscando una razn para salir. El alcalde violento de la nove-la pierde progresivamente su mscara de paz hasta revelarse como el mismoasesino que era antes del perodo de calma provisional. El alcalde, personajecentral de la novela, nos muestra el caudillo militar en el primer peldao de laescalera, a nivel de alcalde de pueblo. Ya en esta obra temprana, hallamos latendencia de minar la figura del dspota. Queda clara con la intervencin nota-ble del narrador en ciertas instancias. Es el caso cuando el alcalde est extorsio-

    2. G. GARCIA MRQUEZ con P. APULEYO MENDOZA, El olor de la guayaba, Barcelona, Brugue-ra, 1982, pp. 117-118.

    3. E. GONZLEZ BERMEJO, Cosas de escritores, Montevideo, Marcha, 1982, p. 34.4. K.E.A. MOSE, Defamiliarizalion in he Work of Gabriel Garca Mrquez, Lewiston, Edwin

    Mellen Press, 1989, p. 237. Aqu el trmino se describe as: one of the frequent modes of "mamaga-llismo" is to make fun of a person, telling him the opposite of what is true, by painting a glowing butironic picture of someone or something. Flattering language or language inappropriately high-soun-ding and complimentary and a false tone of praise or respect may be features of the phenomenon. Abathetic or ironic barb of deflationary intent may also characterze it.

    5. Las referencias al texto vienen de La mala hora, Buenos Aires, Sudamericana, 1968.

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  • nndole dinero al asesino Csar Montero y tenemos el comentario simblico:En ese instante, una tufarada nauseabunda invada la habitacin (p. 85) dondela corrupcin literal de una vaca se usa para sealar la corrupcin moral del al-calde. En otro caso, al macho dominador que se desplaza con autoridad se lemuestra un solitario atrapado por su propia autoridad: inconsciente de la invi-sible telaraa que el tiempo haba ido tejiendo a su alrededor, le habra bastadouna instantnea explosin de clarividencia para haberse preguntado quin esta-ba sometido a quin (p. 160). Su machismo se reduce a la mofa cuando es im-potente frente a sus deseos en la presencia de Casandra, la adivinadora del cir-co. La direccin crtica de esta impotencia se aclara cuando Garca Mrquez ledice a Plinio Apuleyo que dej en su libro la posible interpretacin homosexualpara la incapacidad de amor del alcalde, lo que implica cierta reduccin para unmilitar en una sociedad machista (El olor, p. 160).

    La figura del caudillo oligrquico se hace objeto de mamagallismo msfuerte en Los funerales de la Mam Grande.6 Usando un tono popular, festivo,se somete a la irrisin la figura del caudillo regional, la Mam Grande, con lasinstituciones del gobierno y la iglesia. La conclusin del cuento muestra quetiene un designio moral que es el de ser leccin y escarmiento de las genera-ciones futuras (p. 147). Esta leccin se da a travs de una perspectiva popular,burlona que, a la vez que critica los abusos del caudillo oligrquico, dueo de latierra, le presta un color nuevo por procedimientos estructurales y estilsticosque tienden a desfamiliarizar lo familiar del tema.

    As, el poder local de la Mam Grande se representa como un reino de no-venta y dos aos. El mismo estiramiento se aplica a su cuerpo qu se pone en elplano irrisorio del gigantismo. De manera que sus tetas matriarcales se defi-nen como aptas para amamantar ella sola a toda su especie (p. 133). Y se bur-la de su autoridad por identificar sta con su trasero rabelaisiano. No se escapani en el momento de su muerte que es precedida por un eructo sonoro. Con unainventiva calculadora, se mofa de las maniobras que us la Mam Grande paraejercer control, agrupndolas bajo lemas jocosos como parte de su testamento.Como patrimonio invisible se enumera toda una larga lista de clichs que en-mascaran la hipocresa y el abuso del poder. Y hay un patrimonio secreto tam-bin, que no es nada menos que el fraude electoral que permite votar por losmuertos que ha habido en todo un siglo.

    Existen varios puntos de contacto entre esta stira del caudillo local y la delpatriarca. El punto de partida de la narracin es la hora de la muerte de la MamGrande y su muerte trae simblicamente la destruccin de su casa, como si lajusticia potica debiera esperar la defuncin del caudillo. La nota ms acusadade semejanza entre las dos obras es el estiramiento de detalles que revelan una

    6. Las referencias vienen de Los funerales de la Mam Grande, Buenos Aires, Sudamericana,1968.

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  • actitud corrosivamente discordante con el poder que el caudillo representa. Elcadver de la Mam Grande corrompindose en burbujas de podredumbre en laferoz cancula tropical es comparable al del patriarca comido por los buitres.Sin embargo, el tono es distinto. En Los funerales, se re, se divierte con un re-trato ms superficial. El retrato ms divertido de la Mam Grande es el resulta-do de un mayor distanciamiento debido a la perspectiva de la voz callejera quese pone al margen de la historia, en El otoo, uno queda sorprendido, maravilla-do, atnito por el cuadro de la barbarie desmesurada que hermana con la risa.La inventiva fantasiosa, a la vez que nos divierte con sus caricaturas, no nos de-ja olvidar que la mentalidad del patriarca, con su trasfondo patolgico, es unarealidad y que el ropaje expresivo, lingstico es lo que la hace derivar en laburla de la desfamiliarizacin.

    El coronel Aureliano Buenda de Cien aos de soledad es otra figura de cau-dillo. El coronel se desarrolla subordinado al desarrollo histrico de Macondo.Tiene dimensiones ms profundas, humanamente ms profundas, que la figurade la Mam Grande cuyo retrato es epidrmico y social. A travs del coronelAureliano se ve especialmente la evolucin de la soledad y de la deshumaniza-cin del lder. Adems, se refleja lo absurdo de la vida que se reduce a una ima-gen mtica de la futilidad cuando el coronel hace para deshacer, fabricando suspescaditos de oro para fundirlos y rehacerlos en un proceso incesante. La figuradel coronel tiene sus ribetes de mamagallismo tambin. Un lder que promuevetreinta y dos levantamientos armados para perderlos todos, que sufre de golon-drinos y alrededor del cual se traza un crculo de tiza para guardarle a todo elmundo a una distancia de tres metros muestra cualidades risibles. Pero es unmamagallismo de tipo ms benigno porque no muy lejos de la risa queda simbo-lizado algo ms serio, la falta de xito de los hroes populares de Hispanoam-rica, las aflicciones y la soledad del poder. El coronel es ms bien pattico queridculo. Si tenemos que buscar figuras de mamagallismo en Cien aos, tendre-mos que recurrir ms bien a tipos como los eternos abogados eternamente vesti-dos de negro.

    Con la figura del patriarca la voluntad creadora y crtica del novelista cam-bia. Adopta la actitud despectiva de La mala hora combinado con un mamaga-llismo an ms desenfrenado que el de Los funerales de la Mam Grande. Lasdos imgenes nucleares de la novela, el militar que huye embarrando la alfom-bra y el dictador inconcebiblemente viejo en un palacio con vacas se confabulanen la generacin de una tendencia denigrante, extravagante donde muchos ele-mentos de la verdad son llevados a la desfamiliarizacin por la lente de aumen-to de una fantasa irrestricta. Siendo el dictador una figura ya mitificada e hiper-bolizada por sucesos extraordinarios de la vida real y por los numerososesfuerzos de captarla en previas obras literarias, ser original en retratarlo pideestratagemas novedosas. Garca Mrquez ofrece como solucin una inflacinconstante de la realidad. El otoo del patriarca propone un conjunto apretado

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  • de extremosidades de las cuales unas pocas harn la leyenda de cualquier dic-tador extremo.7 Se destaca por esa inflacin voluntaria que se basa en verdadesesenciales.

    Desde la primera pgina de la novela, ya no sabemos a qu atenernos. Lomilagroso, lo inesperado nos asaltan al acercarnos al cadver de un dictadorms viejo que todos los hombres y todos los animales viejos de la tierra y delagua a cuyo cuerpo se adhieren liqenes y otros parsitos del mar (El otoo, p.8). Para cohabitar el mundo del patriarca, el lector tiene que abandonar la incre-dulidad.

    Una de las estructuras fundamentales del mamagallismo de largo aliento eselevar a alguien para rebajarlo despus con el picn del ridculo. Como centrode la novela, el patriarca es blanco constante de un mamagallismo extravagantey reductor. Todos los crculos de la realidad que le encierran al patriarca de-muestran la negatividad. Su pas se llama repetidamente un reino de pesadum-bre (pp. 103, 147, 174, 186, 208, 241). Tambin se llama pas de mierda (p.9). Su palacio, confuso laberinto de estancamiento y putrefaccin, se describecomo mercado pblico y muladar. Invadido a menudo por hediondos leprosos,tullidos y ciegos, por perros, gallinas y vacas devoradoras de cortinas y mue-bles, es una casa de nadie (pp. 130, 234, 264), una casa de cementerio (pp.213, 225), una inmensa casa en tinieblas (p. 253). La figura que da su raznde ser a este palacio se reduce por diversas maneras y en todas las esferas de suaccin a un tirano de burlas (p. 270). Es animalizado, pero no en la tradicinsudamericana que hace de los hombres leones o yaguares, animales notables porsu poder, fuerza y capacidad combativa. Ms bien se usan comparaciones peyo-rativas o repugnantes. As, el patriarca termina siendo una bestia decrpita (p.262) y en varios momentos tiene escamas en el cuerpo, tiene belfos con hilos debaba, se le compara a la tortuga, al elefante y al armadillo. Tambin tiene ojosde iguana, labios de murcilago, y un testculo herniado que se asemeja al de unbuey. En el nivel intelectual, es un iletrado que firma documentos con el pulgary cuya idea genial se reduce al establecimiento de escuelas de barrer en todaslas provincias. Socialmente, se siente ms cercano de los criados de palacio y serodea de gente repugnante. Sus modales son primitivos y su acto sexual preferi-do es asaltar brutalmente a las obreras de palacio envite rudimentario, que ter-mina sin satisfaccin en su llantito de perro. En su decrepitud, se le pinta comoun anciano verde y perverso que comete actos inolvidablemente repugnantes.

    El propsito de ridiculizar al patriarca como representante de un tipo detes-table se afirma cuando el mamagallismo est estructurado en series de detallesafines. Es el caso con las conexiones entre el patriarca y Dios. En sus giras depopularidad, donde la popularidad est organizada solapadamente por las fuer-

    7. El trmino extremosidades se toma del libro de R. GULLON, Garca Mrquez o el olvidadoarte de contar, Madrid, Tauros, 1970, p. 43.

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  • zas de seguridad, la gente lo acoge como sentado a la diestra de la SantsimaTrinidad (p. 19), pero la yuxtaposicin de detalles descriptivos desfavorableshace de la conexin una burla. En otro lugar hay esta parodia de la Biblia: bas-taba que l sealara con el dedo a los rboles que deban dar frutos y a los ani-males que deban crecer y a los hombres que deban prosperar, y haba ordena-do que quitaran la lluvia de donde estorbaba las cosechas y la pusieran en tierrade sequa, y as haba sido (p. 93). Aqu la identificacin con el poder divinoest enmarcado por detalles como su andar de armadillo y su miedo de pronun-ciar discursos, y por eso se disuelve en una escena risible. La reputacin que re-clama el patriarca para s mismo, de controlar la naturaleza, de ordenar el uni-verso y de controlar la Divina Providencia, resulta ridicula cuando sabemos quesu favorito Saenz de la Barra est controlndolo a l. Las comparaciones conCristo logran el mismo efecto de ridculo. Ejemplo sobresaliente son los textosque lo proclaman un prodigio, un hombre sin padre (p. 51), porque, dicen, sumadre, Bendicin Alvarado, lo concibi sin concurso de varn. La verdadque descubre el lector es que Bendicin se prostituy para no pasar hambre y nosaba cul de sus amantes fuera su padre.

    Otra serie estructural, an ms denigrante, es la que conecta al patriarca conlas heces, definindolo como un dictador de mierda. En sus momentos de mayorgloria y placer, el patriarca es incontinente. Se enfrenta con un asesino en po-tencia y lo subyuga, pero al volver a su dormitorio, la mscara de la sangre fracae para revelar unos pantalones ensopados de mierda. No goza de mayor fortu-na en el amor. Despus de una espera interminable de dos aos para hacerle elamor a Leticia Nazareno, llega el momento anhelado. Luego de un paroxismode amor finamente elaborado, la pasin se disuelve en una lluvia patriarcal deheces. La conexin entre patriarca y heces es constante. Hasta llega a recitar lapoesa de Daro en el estircol de una caballeriza y en su decrepitud recibe suinformacin de lo escrito en las paredes del excusado.

    La incongruencia es otro aspecto frecuente del mamagallismo reductor. Pue-de ser una incongruencia de tono. Por ejemplo, la proclamacin de una poca depaz se hace risible cuando el zumbido en el odo del patriarca se denomina elzumbido de la paz (p. 41). Puede ser una incongruencia entre los mismos deta-lles descriptivos. As, el cadver del patriarca tiene el pecho blindado de falsasmedallas de victorias imaginarias de guerras de chocolate inventadas por susaduladores impvidos (p. 219).

    El mamagallismo imperante en El otoo del patriarca ridiculiza la mismaforma de gobierno que es una dictadura. Envueltos en las imgenes extremas,narradas con detalles tremendistas, se hallan simbolizados rasgos esenciales,universales del dictador que se nutren en cierta perspectiva ideolgica. GarcaMrquez ve en el tipo algo enfermo, producto y causa de la corrupcin en la so-ciedad. Esta actitud crtica estuvo presente en la misma concepcin de la nove-la. Como Garca Mrquez haba dicho en su coloquio con Vargas Llosa: el es-

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  • critor ... tiene su formacin ideolgica y si ella es firme y es escritor sincero enel momento de contar su historia ... esta posicin ideolgica se ver en su histo-ria ... va a alimentar su historia y es a partir de este momento que esa historiapuede tener esa fuerza subversiva ... No creo que sea deliberada pero s que esinevitable.8 En las dos imgenes nucleares de la novela, una de la realidad ve-nezolana y la otra de la fantasa inspiradora del escritor, se halla la actitud arts-tica que guiar su acercamiento creativo al dictador. Esta actitud es una desfa-miliarizacin con elementos de mamagallismo.

    8. G. GARCA MRQUEZ y M. VARGAS LLOSA, La novela en Amrica Latina: Dilogo, Lima,Universidad Nacional de Ingeniera, 1967, p. 9.

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    InfoAIH: AIH. Actas X (1989). Formas de crtica social en Gabriel Garca Mrquez. KENRICK E. A. MOSE