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San Alberto Hurtado SJ LA VIDA AFECTIVA EN LA ADOLESCENCIA E STUDIO DE PSICOLOGÍA PEDAGÓGICA 1

Crisis de La Adolescencia

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San Alberto Hurtado SJ

LA VIDA AFECTIVA EN LA ADOLESCENCIA

Estudio de psicologa pedaggica

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INTRODUCCIN

La adolescencia y el educadorpoca trascendental en la vida es la adolescencia. Nacimiento de una nueva personalidad. Profunda crisis fisiolgica, sentimental y moral. Primeras concepciones de un plan de vida que encuadre su personalidad naciente. Ensayos de adaptacin al ambiente social. Fijacin de normas de vida. Eso es fundamentalmente la adolescencia.Todo este proceso psicolgico, profundo y extenso, va realizndose como a tientas al principio, en medio de ensayos ms o menos dolorosos. Una multitud de tendencias, contradictorias muchas de ellas, bullen en el alma del adolescente y le tirantean en todas direcciones: tendencias a lo noble, a lo generoso, hasta el herosmo, junto muchas veces con inclinaciones egostas, de indolencia, de pereza. Una alegra turbulenta cede el paso a una honda melancola; a una descarada insolencia, una timidez invencible. As alternan tambin la sociabilidad y la tendencia a la soledad; la fe en la autoridad y el radicalismo revolucionario; el impulso aventurero y la tranquila reflexin. Es un ser nuevo que nace en medio de dolores, los dolores propios de todo nacimiento. La naturaleza se acerca con sus ensayos al centro mismo de la personalidad que est formndose. Y antes de centrarse ve ante s todos los caminos que le brinda la vida y que le atraen con fuerzas desconocidas.No se ha visto a nadie que haya designado los comienzos de la adolescencia como aos felices, aunque todos recuerden en ellos aos de una alegra desbordante. Y naturalmente el joven que se encuentra en medio de este desorden interior tan complejo, no se comprende a s mismo y siente un anhelo inmenso de ser comprendido. La educacin no puede darse en esta poca de la vida sin una comprensin profunda del alma del adolescente. El que lo comprende, por el slo hecho de comprenderlo influye sobre l porque seala, subraya, afirma en l determinados rasgos entre la multitud de formas contradictorias. Esta comprensin puede rebajar y destruir si acenta y valoriza a los ojos del adolescente los rasgos menos valiosos; y puede engrandecer, llevarlo an al herosmo, si afirma los rasgos nobles y los encausa dentro del plan de la Providencia.El nico mtodo de educacin en estos aos es la comprensin elevadora; y padres y educadores no podrn educar por ms que amen a los jvenes si no quieren hacerse cargo de sus problemas, escucharlos vibrando con las preocupaciones de su alma, apoyar con su experiencia ms fuerte las debilidades de un alma tierna que lucha como a ciegas.Comprensin llena de respeto necesita el adolescente. El es medio hombre y medio nio: a veces enteramente nio, y otras enteramente hombre; pero en todo caso exige que se le tome en serio, que se le respete como si fuese un hombre. Susceptible en extremo tiene un sentimiento exagerado de su propia dignidad, que necesita ser tratado con mucha indulgencia. El alma que florece por primera vez solicita tanto ms respeto de los dems, sobre todo de los adultos, cuanto que no est todava enteramente segura de s.Tomar en serio al adolescente, penetrar dentro de su alma, respetar su personalidad naciente, comprender sus problemas, orientarlos suavemente, eso es educarlos. El tomar en serio al adolescente es lo que caracteriza la educacin inglesa y alguna de las tendencias de la Educacin Nueva en lo que tienen de ms aceptable. Por desgracia esta comprensin no es el patrimonio innato de todo padre de familia ni de todo educador. Su alma est muy lejos de su propia adolescencia: ha madurado en exceso, como dice Holderlin. Pertenece a otra generacin; y cada generacin tiene su psicologa propia, su manera de ver, su manera de sentir. Por eso es que muchos adolescentes no se sienten comprendidos por sus padres y educadores, no se atreven a acudir a ellos en los momentos difciles de su vida y han de resolver slos problemas trascendentales que requieren una experiencia ms vasta y un juicio ms sereno que el suyo. Cuntos daos graves se habran impedido si en su crisis de adolescencia hubiesen encontrado estos jvenes una mano ms fuerte que la suya que los guiase con seguridad y con cario! Al menos cuntos pasos intiles habran ahorrado si hubiesen conocido la experiencia de los que les han precedido en el mismo camino!Adolescencia y afectividadEntre las tendencias nuevas que solicitan al adolescente las de orden afectivo son las que ms vivamente exigen ser orientadas por el educador. Aspectos completamente nuevos para l aparecen repentinamente en sus relaciones con las personas que le rodean: entusiasmo desbordante por algunas, sentimientos de intimidad nunca antes gustada con algunos compaeros, afectos tiernos, delicados, caballerosos para con adolescentes del otro sexo, rachas de pasin que le perturban, necesidad de ser completados, guiados por personas mayores que encarnan para l todo un ideal, multitud de tendencias que suben y bajan, alternan fcilmente con sentimientos contrarios y que les traen profundamente desorientados.Todo lo que le rodeaba cuando nio no le preocupa. Hasta ahora haba vivido sumergido en este mundo gozando de sus encantos, casi sin distinguirse de l, sin tender a los objetos como a algo distinto de s mismo, como a algo que l debiese poseer o perfeccionar. Pero adolescente, cosas y personas adquieren para l una coloracin del todo diferente: se refieren a su persona, le invitan a colaborar con ellas, se le muestran como un bien apetecible. Comienza una lucha en su alma, un desgarrarse ante tendencias que le solicitan de todas partes, muchas de las cuales l lo comprende han de ser sacrificadas.Feliz el adolescente que en estos momentos encuentra un amigo, cabe s que le descubre el sentido de su vida y le esclarece el plan providente de Dios sobre todo lo que le rodea!Modesta colaboracin a la educacin de los adolescentes son estas pginas, resumen de las conclusiones de la moderna psicologa y de observadores avisados, que en esta materia son psiclogos de mayor valer que los de laboratorio. Spranger, Mendousse, Aspiazu, Foerster, los conferencistas de la Association des parents, son los autores que ms directamente nos han inspirado. Con frecuencia son citados textualmente an sin cuidar de hacer referencias. Cuando un pensamiento cristaliza una idea, no hay por qu buscar otro mejor, en una obra que no aspira a la originalidad, sino a difundir las sanas ideas que orienten a la adolescencia en el ms ntimo de sus problemas.Una discusin terica sobre la naturaleza de la vida afectiva ha parecido necesaria dado el enorme auge de modernas teoras, espiritualistas slo en apariencia, que pretenden reducir toda la floracin afectiva del alma a una pasin de los sentidos. Vindicar la espiritualidad de los afectos ms nobles ayudar a comprender mejor su pleno significado y su funcin en la vida.

I. NATURALEZA DE LA VIDA AFECTIVA

Dualismo de tendenciasMucho se ha discutido estos ltimos aos y la discusin contina todava sobre la naturaleza de la vida afectiva. Hasta ahora se admita comnmente la existencia de afectos de orden superior, y de otros de orden meramente sensible. La conocida metfora de Platn del alma humana comparada a un carro llevada por dos caballos era entendida casi sin discusin en el sentido de las dos series de tendencias que agitan el alma una de orden ideal, superior, esttico, y otras de carcter corporal entre las cuales se cuentan las libidinosas. Ambas tendencias son igualmente primarias e irreductibles entre s. Pero ha venido el psicoanlisis y, aunque mucho pueda discutirse sobre el pensamiento definitivo de Freud en esta materia, es indudable que gran nmero de psicoanalistas y de vulgarizadores del psicoanlisis han querido reducir todas las actividades humanas en su ltimo substratum psicolgico al impulso sexual, entendido en el sentido del impulso dirigido a la consecucin de la libido. Toda actividad espiritual, toda creacin ideal, todas las manifestaciones del amor y la amistad son concebidas por estos autores como meras transformaciones de la sexualidad. El fundamento ontolgico ltimo de estas manifestaciones a primera vista ms espirituales, sera por tanto sexual. Un estudio sobre la evolucin de los instintos superiores nos confirmara, segn los psicoanalistas, en la creencia que las pasiones superiores no son sino un estadio de dicha evolucin, aquel precisamente en que los instintos sexuales se espiritualizan, se subliman.Los psicoanalistas hablan de sublimacin por estimar, adhiriendo a la opinin general, que los objetivos sociales a que aspiran las tendencias sublimadas son superiores a los mviles de suyo egostas que orientan los instintos ms inmediatamente sexuales.La teora psicoanaltica en cuanto sostiene la unidad primitiva absoluta de las tendencias afectivas es rechazada en el terreno de la psicologa. Con razn afirma Max Scheler que si la opinin de Freud es que los actos espirituales, as los que intervienen en todo como conocimiento y actividad artstica, como en las labores profesionales, provienen de una libido reprimida es innecesario discutir tal opinin, pues una alquimia espiritual que transforme la libido en pensamiento, en bondad y otras actividades semejantes es algo completamente inexplicable. Es adems ininteligible cmo en la hiptesis freudiana que la libido sea la energa psquica total, pueda la libido dar origen a fuerzas y energas destinadas a reprimir y poner diques a la misma libido... Aqu aparece la libido como un ser mitolgico, semejante hasta en los detalles al "yo" fichtiano que se limita a s mismo".Spranger explica el extravo terico del psicoanlisis por el hecho que Freud aunque ha superado el materialismo fisiolgico, no ha salido, sin embargo, del campo del materialismo psicolgico. La tcita suposicin metafsica freudiana sera sta: la existencia del impulso sexual es comprensible por s misma, no as la naturaleza de los impulsos que necesitan hacerse comprensibles, y para hacerlos comprensibles introduce gratuitamente la hiptesis que la sexualidad est a la base de todas las dems tendencias, que no son sino sus transformaciones. Pero, notmoslo bien, no es sta sino una afirmacin gratuita. Y las afirmaciones gratuitas no se refutan: se niegan, mientras no se las pruebe. Con razn dice Spranger que "semejante psicologa no es psicologa de fondo, sino en verdad, psicologa de superficie. Se atiene a lo ms asequible sensiblemente, y afirma que esto se halla detrs de todo, como verdadera fuerza generadora".La sexualidad es evidentemente un componente de la vida afectiva, un elemento de especial importancia que se halla en ntima relacin con los otros elementos de afectividad dada la indisoluble unidad del compuesto humano, pero no la fuente nica de la vida afectiva. Al establecer esta afirmacin no caemos en el error de considerar la sexualidad como una degeneracin, como una cada del espritu en lo natural y material. Lo corporal no es como lo sostenan los maniqueos y los gnsticos el ngel cado. En la totalidad del alma son ambos aspectos: el ertico ideal y el sexual sensible, igualmente primitivos. Slo el amor ideal, como una fuerza distinta de la sexualidad es el que puede interpretar el sentido del proceso de la generacin corporal, como un destello del contenido espiritual de la naturaleza creadora. Ambas tendencias estn llamadas no a luchar sino a completarse. Slo en el amor ideal se realiza plenamente el sentido de la sexualidad.Una consecuencia inmediata de la multiplicidad de fuentes de la vida afectiva es que el amor esttico y la sexualidad pueden andar separados. Tendremos entonces que pueden existir por un lado el afecto ideal puro, ignorante de la vida sexual y que receloso se mantiene lejos de ella con infinito pudor y timidez para realizar ms plenamente el sentido del amor trascendente que le embarga; y por otro una mera sexualidad sin afectividad ideal, que ser nicamente un fenmeno natural, vaco del sentido que debe llenarle. El amor puramente ideal puede ir tan lejos en su separacin de la sexualidad que trascendiendo todas las bellezas creadas ame nicamente la belleza misma, la belleza increada que su mente ha conocido como infinitamente superior a todas las bellezas creadas. Otras veces este ideal trascendente sin dejar de ser l la fuente principalsima de traccin ir unido a un objeto emprico accidental en que se incorpore el ideal mismo, muchsimo ms perfecto que la forma material en que se transparenta.El adolescente conoce ambas manifestaciones de la vida afectiva, pero mientras contine siendo espiritual en un rincn de su ser no puede contentarse con la sola sexualidad, sino que aspirar a un amor ms ideal y trascendente. Ms aun, se sentir deprimido al verse solicitado por intereses puramente corporales, condenado a una lucha que le impide realizar plenamente la integracin armnica de su personalidad.El amor esttico o ideal no es por tanto una funcin de la vida sexual, ni la vida sexual es una degeneracin de la vida afectiva superior. Ambas se diferencian en su origen y en su fin, pero se unen por cuanto residen en el mismo sujeto; se renen adems en los momentos en que nace en el alma ese amor que es a la vez espiritual y corporal que lleva al ser humano a perpetuarse en este mundo.El amor estticoAntes de estudiar la naturaleza ntima del amor esttico no est dems indicar las notas propias del instinto sexual para que aparezca ms claramente la diferencia entre ambos. No es ciertamente sexual toda tendencia en la cual el cuerpo aparece como fuente de placer ya que la nutricin y el movimiento dan origen a satisfacciones corporales de orden muy diferene a las libidinosas. Dejando a un lado las controversias psicolgicas nos contentaremos con apuntar aqu que en sentido estricto esta nocin coincide con el placer producido por los rganos destinados a la generacin. Otra clase de conmociones podrn ser sensibles, pero no sexuales en sentido estricto.Una tendencia afectiva en cambio es amor ideal cuando sin apetencia de goce o posesin real y corporal une al sujeto a un objeto visto ya sea real, ya imaginariamente. Esta intuicin del objeto es elemento necesario del goce esttico. El amor esttico es originariamente una unin de las almas facilitada por la transparencia de las mismas en la apariencia del cuerpo. La raz del amor esttico es la gracia de la fuerza corporal, pero no nicamente en cuanto belleza sensible, en cuanto forma, en cuanto lneas, en cuanto ritmo, ni en cuanto colorido, sino en cuanto todos estos elementos son la expresin de un alma. Es la forma del alma la que hace hermoso el cuerpo al brillar a su travs. La forma fundamental del amor esttico es por tanto la contemplacin del cuerpo animado.Se distingue claramente este amor del amor paterno, del amor fraternal no menos que del sentimiento religioso de caridad, o amor cristiano.Es un amor a algo bello; y no simplemente amor al arte, o amor a la idea sino en primer trmino amor a una belleza viva. Tiene su punto de partida en la contemplacin de la belleza del cuerpo humano. En los grados superiores de su evolucin el amor esttico se hace ms hondo convirtindose en el amor a la pura belleza psquica.Junto a este sentimiento de admiracin de la belleza corporal se mezcla en el amor esttico un sentimiento de gratitud indefinible porque puede el hombre contemplar algo tan bellamente organizado, sentimiento que en ltimo trmino tiene un fondo religioso. A este aspecto va tambin unido un infinito temor ante la revelacin de la naturaleza que le hace reprimir deseos ms bajos tan pronto aparecen. La fuerza nostlgica de este amor haca arrancar al poeta de la Divina Comedia armonas sublimes. Goethe ya anciano recordando sus amores de mocedad escriba:Ante su mirada, como ante el poder del sol,ante su aliento como ante las auras de la primavera,se derrite, por largo tiempo que se haya mantenido glacialmente rgido,el amor propio, hundido en sus cavernas invernales.No hay egosmo ni obstinacin que dure;ante su llegada desaparecen estremecidos.... de esta venturosa elevacinme siento partcipe cuando estoy ante ella.Un ntimo temblor, la adoracin de algo elevado, una profunda timidez, y la vergenza de la propia insignificancia caracterizan al amor esttico. El cual se dirige, a travs de la apariencia humana, hacia la idea eterna que la anima y la convierte en la forma que tiene, en la medida que la armoniza, en la vida que la anima. Todo esto lo expresa bellsimamente Platn, y con razn la humanidad ha dado a este amor el nombre de Platnico.Evolucin del amor estticoLo primero que atrae la atencin del adolescente es la contemplacin de la belleza corporal, las lneas, la forma, el color y no tanto el espritu que se transparenta por medio de ellas, aunque en todo momento la transparencia del alma es un elemento fundamental de este amor. A medida que la evolucin psquica se va acentuando aprende el adolescente a ver la belleza ms y ms espiritualizada y entonces puede una forma que en el sentido corporal no era bella llegar a resultar bella en el sentido ideal. Hay estudios interesantes sobre la impresin producida por personas feas que resultan bellas tan pronto hablan y su interior se transparenta de alguna manera sensible. Platn refirindose a Scrates dice que exteriormente pareca un stiro, pero que era en su interior un dios de hermosas proporciones; Alcibades, en cambio, joven de lneas armoniosas, pero de alma ruin, produca una impresin de repulsin al ser conocido ntimamente. Las almas ricas ascienden espontneamente a este plano del amor esttico y llegan a penetrar lo espiritual a pesar de su smbolo material, o por lo menos llegan a aprehenderlo sin necesidad de la belleza corporal. Esta forma de amor ideal es evidentemente ms fecunda que la primera.La contemplacin de la belleza corporal es, pues, el acto preparatorio, inaugural, por decirlo as, del amor esttico. Viene despus el descubrimiento de las cualidades espirituales del sujeto, hecho que ms que del carcter de descubrimiento participa del de adivinacin de su alma. En la adolescencia esta adivinacin es con frecuencia irreal: el amante cree haber descubierto realmente las cualidades del sujeto amado, pero en el fondo no ha hecho ms que proyectar en otra alma las cualidades que l desea ardientemente encontrar en ella.Cuando la ntima penetracin de las almas ha sido obtenida, vibrarn stas al unsono, sonarn acordes. Habr brotado entre ellas la simpata comprensiva, la armona profunda de las almas. Esta simpata crecer o disminuir segn se funde en una adivinacin real o irreal de las almas. El fundamento de la simpata es la contemplacin externa de la belleza que llega a convertirse en una compenetracin de las almas, en una comunidad de las vidas que participan de los mismos valores profundos y espirituales.A medida que avanza el hombre tiende a desprenderse cada vez ms de la envoltura sensible que simboliza el ideal esttico y busca en el ms all una persona de alma ilimitadamente bella, que l pueda comprender y con la cual pueda simpatizar. El trmino ideal de este proceso es el presentimiento de lo divino, incluso bajo el disfraz de la realidad, y una aspiracin inmensa de unirse a la divinidad. Esto es propio de la edad adulta. El descubrimiento de lo divino en algunos va unido a errores pantestas, en otros est libre de esta equivocacin, pero no es menos cierto que el ltimo trmino del amor esttico trasciende al hombre.Fundamento del amor estticoQu es lo que hace que la forma corporal nos aparezca bella en ciertas ocasiones, bella en cuanto refleja un alma hermosa? A esta pregunta planteada en el terreno filosfico no podemos responder sino que la causa reside en el poder de adivinacin que poseemos para captar lo psquico a travs de su envoltura corporal. La belleza psquica que cautiva consiste en que el alma ha podido seguir libremente la ntima ley de su desarrollo, evolucionando en armona con todas sus tendencias fundamentales.Podemos con todo avanzar una precisin ulterior sobre el fundamento del amor ideal y es la polaridad de las almas, sobre la cual descansa ordinariamente. Un alma tiende espontneamente a amar ms bien que aquella que se le parece, otra alma que le ofrezca un complemento espiritual. El alma ingenua, natural, sencilla, la que florece en la inconsciencia de s misma siente un ansia ardiente de la forma clara, fundada en la conciencia neta de s misma. La que es en s indivisa y oscura siente el anhelo de lo dividido y consciente de s mismo. El espritu maduro, por el contrario, siente el anhelo de un alma plstica. Estas dos formas de alma se buscan para completarse, para dar y recibir mutuamente las cualidades que han de perfeccionar su personalidad mediante un recproco dar y recibir. As se explican esas afectividades entre seres a primera vista completamente diferentes, que los observadores superficiales no suelen comprender y que tienen, sin embargo, en la misma diferencia de caracteres su explicacin psicolgica ms profunda.Realismo e irrealismo en el amor estticoEl amor esttico no siempre se funda en la realidad. Al brotar por primera vez los efectos de una manera particular, aunque a veces tambin despus, el amor ideal se alimenta de elementos que no se encuentran realmente en la persona amada. La comprensin de la realidad por el adolescente est muy lejos de ser total y con frecuencia cree l descubrir en la otra persona los rasgos psquicos que inconscientemente desea encontrar en ella. No considera a la persona que ama tal como es, sino tal como quisiera que fuese. Para distinguir el ideal de la realidad sera necesaria una madurez fsica mucho mayor.Hay en este procedimiento psicolgico un elemento educativo de gran valor, pues el amante ve en la persona amada el propio modelo dotado de las cualidades que l ha de imitar.La persona que transparenta un ideal esttico es para la otra persona la encarnacin viviente del valor del mundo y de la vida. Eso va a veces tan lejos que el valor que uno busca cree encontrarlo realizado en forma completa en la persona viva objeto de su afecto. La fe del adolescente en el ideal es la fe en una persona. Ay si esta persona no cumple lo que promete! El mundo entero puede aparecer al desilusionado adolescente como reducido a escombros. El adolescente es exigente; reclama del otro lo absoluto, lo perfecto. La mujer, aun pasada la juventud, persiste en considerar el mundo a travs de la persona que refleja el ideal esttico que se ha forjado. Puede tambin decirse que los jvenes que continan encarnando los valores en una persona y no se acostumbran a estimar el valor en s mismo tienen un rasgo que no es masculino y que habrn de corregir.La afectividad en la adolescencia es de suyo inconstante precisamente a causa de su falta de realismo. Los afectos de adolescencia pasan necesariamente por una crisis. Al avanzar en la vida el joven penetra ms profundamente la realidad, cambia interiormente, desarrolla ms su verdadera individualidad y todos estos factores hacen que la proyeccin sentimental que cimentaba el afecto no pueda mantenerse ms tiempo y que la crisis afectiva no tarde en producirse. Esta crisis acaba con muchos afectos.En ningn caso, con todo, los afectos de adolescencia sucumben totalmente. Los que han sido conmovidos por un mismo afecto durante estos aos no pueden desprenderse despus ntima y totalmente el uno del otro. De las relaciones de adolescencia penden demasiadas cosas que recuerdan aos muy hermosos de la vida, hermosos precisamente por ese carcter de ensueo, de irrealidad. Los aos de adolescencia son aos de mucha confianza en la vida, confianza que fue encarnada en los afectos que entonces brotaron. Queda, pues, una tranquila nostalgia, quizs en la superficie un lazo flojo, mientras en el fondo de las naturalezas afectivamente ricas sigue ardiendo quizs tenuemente el recuerdo de los afectos de la primavera de la vida. El ideal que se ha amado en esos aos no muere totalmente.Carcter ideal del amor esttico en la adolescenciaEl hecho ms importante de la psicologa de la afectividad en la adolescencia es que en los aos de evolucin la naturaleza mantiene separado el amor esttico al instinto sexual. Al madurar plenamente el hombre, esto es al dejar de ser adolescente, ambos aspectos pueden unirse y armonizarse, lo cual no quiere decir que si el amor persiste exclusivamente espiritual sin ninguna tendencia corporal ese amor sea de suyo menos fuerte ni menos valioso. En el alma del adolescente el amor esttico y el instinto sexual estn, pues, rigurosamente separados en el terreno de la conciencia. En la adolescencia la sexualizacin de lo ertico destruira el amor ideal. Esta es una afirmacin de gran trascendencia y cuyas consecuencias pedaggicas estudiaremos prximamente.Esto no quiere decir que no exista una unin subconsciente, que se traduce a veces por los arrebatos de celo, que muestran que si no en la conciencia al menos en la subconciencia hay un enlace entre ambas tendencias. El amor esttico puro, tal como se puede concebir por su nocin misma, no da ocasin a celos ya que la participacin de un goce esttico es de suyo ilimitada. No hay que olvidar con todo que el ser humano es uno y que hay una ntima unin entre todos los procesos anmicos y que esta unin substancial hace que el objeto de atribucin de nuestras acciones experimente simultneamente tendencias diferentes, que no por existir al propio tiempo se destruyen ni se estorban, ni afean las inferiores a las superiores con tal que el mpetu pasional inferior no sea plenamente querido por la voluntad libre del individuo.Los fundamentos tericos de la afectividad en la adolescencia que hemos estudiado nos han sido suministrados por la psicologa emprica y en particular por Spranger. La psicologa behaviorista no menos que la psicologa profunda tienen pocas conclusiones que ofrecernos sobre el particular.Pasemos ya a estudiar las diversas manifestaciones de la vida afectiva que se presentan durante la adolescencia: la amistad, el amor, las relaciones entre los adolescentes de edad diferente, el entusiasmo afectivo. Terminaremos esta materia considerando la variabilidad de la vida afectiva en la adolescencia.

II. LA AMISTAD

Rousseau hace notar que el primer sentimiento de que es capaz un joven educado cuidadosamente no es el del amor, sino el de la amistad.Las camaraderas entre nios no dejan casi nunca un rastro. Se hacen y se deshacen al azar de los encuentros. Las amistades de los adolescentes en cambio, las amistades de colegio como se las llama, son tan tenaces a veces que resisten a la mayor parte de las causas de destruccin, a las diferencias de gustos, de intereses, de profesiones, de ideas, hasta a las largas separaciones. Los amigos de adolescencia no se desprenden nunca totalmente el uno del otro. Entre los catorce y los dieciocho aos el impulso que lleva a un adolescente a buscar la amistad de otro compaero es un sentimiento tan fresco, tan rico a pesar de su imprecisin, tan vivamente sentido y tan nuevo que todo el hombre se conmueve.Las grandes obras de la literatura mundial estn llenas de recuerdos de amistades profundas. Virgilio nos recuerda en la Eneida la escena de la amistad fiel hasta la muerte de Niso y Euralo. Ya antes la Sagrada Escritura nos hablaba llena de emocin de la amisad de David y Jonats, San Agustn, en sus Confesiones, con palabras tan bellas en su original, que es imposible traducirlas sin descolorarlas llora la muerte del "amigo que floreca junto conmigo en la flor de la adolescencia... Mi corazn se ha entenebrecido de dolor y todo cuanto vea era muerte para m. Y la patria me era suplicio, y la casa paterna asombrosa infelicidad, y todo lo que haba comunicado con l, sin l me era gran tormento. Mis ojos le buscaban en todas partes y no le encontraban; y odiaba todo porque no le tena a l y porque no podra decir: ya viene l, como cuando viva y estaba ausente".Michelet hablando de una amistad de adolescencia califica el primer encuentro con su amigo como el mayor acontecimiento de su juventud. Y quin recordando sus aos de adolescencia no se detendr conmovido ante esas impresiones llenas de frescura y de emocin como despus difcilmente volver a encontrar?La plasticidad del carcter es tal en esta poca que es casi imposible que un rgimen y una educacin idnticos no creen, aun en las almas ms diferentes, una especie de parentesco espiritual que muy difcilmente puede obtenerse entre los que se acercan a la veintena. La camaradera entre estudiantes universitarios es totalmente diferente de las amistades de colegio. Los universitarios viven juntos, pasean juntos, forman parte de las mismas asociaciones y, sin embargo, el vnculo formado entre ellos no es de ordinario tan durable ni tan fuerte a no ser en las almas ms sensibles, ms depuradas, que conservan su adolescencia psquica algunos aos ms.Amor y amistadUna duda asalta con frecuencia a los educadores sobre la naturaleza de los sentimientos que unen a los adolescentes entre s. Cundo hay amor, cundo amistad? Cicern defina la amistad: "El perfecto acuerdo de dos almas sobre las cosas divinas y humanas junto a una benevolencia recproca"; y San Francisco de Sales deca que la amistad es un mutuo y manifiesto afecto por el cual nos deseamos y procuramos el bien los unos a los otros, segn las reglas de la razn y de la honestidad. Aristteles ms brevemente an la llama "un alma en dos cuerpos". La simpata juvenil ser por tanto amistad cuando domine en ella una mutua confianza, la necesidad de estima, la comunin de ideas, la prosecucin comn de fines ideales. Estos son los elementos ms propios y caractersticos de la amistad.A los sentimientos propios de la amistad se mezcla, sin embargo, a veces un amor ms sensible, que llega a parecerse al amor sexual, por el deseo de confidencias, por los celos, por el ansia de posesin exclusiva, y por las tormentas interiores. Estos afectos por el slo hecho de presentarse a la mente no desvirtan, sin embargo, la amistad de su carcter de pasin espiritual, ya que dada la ntima unin del ser humano, en todos sus afectos reacciona el hombre entero y no cada una de sus partes por separado. Hasta para formar las ideas exclusivamente espirituales, realiza de alguna manera el alma humana el axioma de los escolsticos "anima corporata". El alma en esta vida obra como informando ntimamente al cuerpo. Es de todo punto falsa la concepcin de Descartes que imaginaba el alma como unida extrnsecamente al cuerpo, como el cochero est unido al coche en que uno viaja, o el marinero al barco que dirige, pudiendo por tanto prescindir en sus operaciones superiores del cuerpo en que est prisionera. La concepcin escolstica en cambio nos afirma que el cuerpo y el alma son dos principios substanciales incompletos que se unen para formar un solo sujeto, una sola naturaleza, una sola sustancia. No es, pues, de extraarse que an los sentimientos espirituales traigan consigo su repercusin orgnica, que por el slo hecho de existir no los vician ni contaminan.Pero si bien es cierto que puede subsistir el sentimiento de amistad a pesar que se introduzcan subrepticiamente sentimientos de orden superior, corre, con todo, peligro de degenerar si se consiente voluntariamente en ellos. La aceptacin plenamente querida de elementos de orden libidinoso, tales como la bsqueda de caricias, los celos consentidos, la prolongacin de confidencias tiernas, indican una ansia de posesin exclusiva que desvirta la pureza de la amistad y la convierte en un amor peligroso.Resulta difcil a veces distinguir entre amor y amistad y es, sin embargo, necesario ensayar una delimitacin de los campos para estar seguros de encauzar correctamente la afectividad del adolescente. El P. Arturo Veermeersh, S.I., universalmente conocido como una de las mayores autoridades en materias morales en su hermoso libro De castitate, desgraciadamente agotado, pretende distinguir as el amor y la amistad:"El amor quiere una posesin absolutamente exclusiva. La amistad en cambio admite una participacin afectiva con otros, aunque restringida a un grupo pequeo. El amor nace ms bien de la simpata fsica. La simpata fsica no basta a la amistad, no es necesaria, ni suficiente, ni requerida en absoluto. El amor nace sbitamente: una mirada, un encuentro determina el incendio, aunque a veces una larga incubacin pueda preceder la declaracin. La amistad nace poco a poco, a medida que se descubren las cualidades morales. El amor se funda entre caracteres opuestos: uno que domina, otro que obedece; uno fuerte y otro dbil. La amistad existe preferentemente (no dice exclusivamente) entre jvenes del mismo carcter y de la misma edad.El amor es inquieto, la amistad es serena, desinteresada.El amor pide declaraciones repetidas, despus adopta el lenguaje mudo. Es celoso; busca las peleas profundas, despus acercamientos que reanimen la llama. Se pelea buscando la dulzura de la reconciliacin. La amistad est menos cortada por incidentes; es tan poco celosa que los amigos sirven de confidentes; no tolera los sobreentendidos.El amor se expresa por cartas. La amistad, menos, o no las emplea. El amor se pierde por el alejamiento fsico, ya que la causa fsica que lo ha producido no existe. La amistad subsiste a pesar del alejamiento.El amor causa cierto escrpulo. La amistad no lo causa.El amor est ansioso de ver, de abrazar, de estrechar la mano, ya que el tacto tiene un papel muy importante. La amistad no busca caricias.El amor afecta cierto misterio, aparenta ocultar el sentimiento, incubarlo en secreto. La amistad en cambio no afecta secreto alguno.El amor provoca fcilmente pensamientos y movimientos malos. La amistad, no.Valor pedaggico de la amistadNo cabe duda despus de lo que acabamos de exponer que las amistades entre adolescentes traen consigo el peligro de hacerse demasiado sensibles y aun de degenerar en pasiones vituperables, y sin llegar a tanto pueden disminuir la plena expansin de la personalidad, retenindola atada dentro de los lmites egostas. Este peligro existe sobre todo en los internados que no ofrecen los medios adecuados para que el joven pueda llevar una vida no slo intelectual y religiosamente plena, sino tambin sentimental o fsicamente adaptada a sus aos.La manera de combatir las amistades peligrosas no consiste tanto en insistir constantemente en el peligro que ofrecen, sino ante todo en poner al joven en un ambiente donde respire amor a lo grande, a lo bello, amplitud de corazn, herosmo. En segundo lugar hay que ofrecerle objetos nobles que atraigan y cristalicen las fuerzas afectivas exuberantes de su alma, que nadie podr extinguir sin destruir al propio tiempo su personalidad. Si esto no bastase, porque el ambiente ha sido anormal, estrecho, mezquino y el corazn se ha prendido de lo primero que ha encontrado a su paso, hgasele ver cunto lo empequeecer tal efecto desordenado y ofrzcasele al propio tiempo un campo apropiado a su vida afectiva donde encuentre una compensacin superior a la pasin que le domina. Si el remedio es aun insuficiente y la pasin tiene verdaderamente los caracteres de anormal, hgase ver al joven por un mdico psiquiatra, pues tal curacin excede el dominio de los consejos de los padres y del sacerdote y requiere la ayuda de un mdico especialista. El mdico y el sacerdote unidos sern los mejores auxiliares del padre de familia en la orientacin de la afectividad desordenada de su hijo.Por lo que respecta a las amistades ordenadas, a aquellas que revisten las cualidades de la verdadera amistad que seala el P. Veermeersch, no hay por qu temerlas, sino que al contrario hay que alentarlas entre adolescentes llamados a luchar juntos en el mundo.La amistad bien atendida es la manifestacin ms espontnea de los sentimientos altruistas, con frecuencia comprometidos por la sequedad de una educacin demasiado intelectualista. Ella nos permite prever el grado de generosidad de que ser capaz un sujeto y salvo casos anormales de pubertad retardada puede decirse que un joven incapaz de amistad en los aos que siguen a la adolescencia, da pocas esperanzas que sea un hombre que llegue alguna vez a olvidarse por algo que valga la pena.La buena amistad incita poderosamente a la virtud, porque convida a imitar las buenas cualidades del amigo; ya que como dice Santo Toms: "Cualquiera virtud puede atraernos la amistad de los hombres, pues toda virtud es un bien y el bien es amable para todos y vuelve amables a los que lo poseen. Mas, ya que sola la virtud puede hacernos amables, sguese que todo defecto, todo vicio en el objeto amado es un obstculo para la amistad, de donde se infiere igualmente por la razn contraria que la amistad crece, aumenta y se afirma a medida que la virtud va desarrollndose".El P. Gillet, General de los Padres Dominicos, basndose en estas mismas ideas de Santo Toms insiste en que por regla general el aislamiento es perjudicial al adolescente que lo cultiva y perjudicial a los dems. Sufre el que se asla porque en la edad en que comienzan la pasiones fuertes es necesario domarlas y cambiarlas en virtudes, tarea en que el adolescente ser inmensamente ayudado por el ejemplo de los jvenes apasionados y virtuosos. Un joven se desanima menos en esta lucha por la vida moral y divina cuando tiene ante sus ojos el ejemplo reconfortante de sus compaeros de batalla. Pero aunque el aislamiento no paralizase las actividades del estudiante, sino que hasta las intensificase "yo me alzara todava contra l dice el P. Gillet no por sus inconvenientes sociales". En una poca en que todas las fuerzas del mal se unen para realizar sus esfuerzos, es de todo punto necesario que los que participan de un mismo ideal superior, se unan, es decir, se amen, para satisfacer esas necesidades sociales.

III.EL AMOR ENTRE ADOLESCENTES

La amistad es el primer sentimiento que se presenta en la adolescencia, pero no el nico. Relativamente pronto comienza tambin a hacer su aparicin un sentimiento indefinido que pasa por vicisitudes, que ocasiona a veces crisis violentas en el alma, verdaderas tragedias, que fortifica otras veces su voluntad para el bien, la regenera y la ensalza. Es el amor.En los primeros aos, hasta los diez aproximadamente, los nios viven ajenos al amor: sus relaciones y sus juegos se basan ms que en la gracia del sexo en la fuerza y atrevimiento que descubren en el otro. El incentivo completamente inconsciente de la dualidad de sexos se hace con todo sentir en ciertas ocasiones y se exterioriza en alguna delicada consideracin u homenaje infantil, que rompe la lnea general de la conducta egocntrica tan propia de la niez.De los diez a los trece aos es normal que exista entre los nios de ambos sexos una huraa y orgullosa separacin. A ellos "no les importa nada las chiquillas"; ellas los encuentran "tontos groseros". Detrs de esta aparente repulsin puede advertirse, sin embargo, el inters inconsciente que una parte siente por la otra, inters oculto an para los compaeros ms ntimos, pero que se echa de ver en el cambio de actitud de los nios al ser observados por las muchachas, para causarles impresin con sus fanfarronadas. Ellas en cambio se vuelven ms silenciosas, ms compuestas y en ocasiones, si estn varias reunidas y son de carcter vivo, se tornan provocativas y se atreven a atacar de palabra. El atractivo sexual no existe en esta edad, como algo consciente.Despus de este perodo, que se prolonga en algunos durante varios aos, sucede una etapa en que los sentimientos sociales tan propios de la adolescencia, comienzan a hacerse sentir con fuerza. El joven siente un ansia de sobrepasarse que se traduce por manifestaciones altruistas, como renunciar a satisfacciones personales en favor de otras personas, el interesarse por causas nobles, el hacer servicios a los dems aunque esto signifique privaciones y sacrificios. Entre estos sentimientos sociales hacen sus primeras apariciones las manifestaciones de amor, que no es al principio el sentimiento que mueve una persona hacia otra de distintos sexo para poseerla con exclusin de todos los dems, sino un afecto vago que le empuja a salir de s mismo, a buscar un derivativo a la inquietud que producen en l las sensaciones nuevas que comienza a experimentar y que, al propio tiempo, permita cristalizar esos deseos generosos que brotan en su alma de buscar algo mejor que l y semejante a l. No todos conciben ese objeto como una persona de distinto sexo a la cual hayan de amar. Los que sienten nacer en s esta pasin se dividen entre los que buscan conscientemente al adolescente de otro sexo, los que flirtean; y los que se retraen.Los adolescentes que flirtean se exponen a llevar una vida muy superficial, a gastar el tiempo, las energas y el dinero en exterioridades, sobre todo en arreglarse para impresionar a la persona que pretenden. En el fondo su actitud es egosta. Los adolescentes que llevan esta vida de paseos, de fiestas, de pololeos son en general los de menos valor en ambos sexos, lo que hace que lejos de enriquecer su personalidad con el trato mutuo, la empobrezcan, y se contenten con manifestaciones puramente exteriores de amor. Estas almas que no aman profundamente tampoco tienen fe en ninguna causa grande. Quien se contenta con dar el gran capital de su alma por cosas de poco precio no conserva caudal para adquirir objetos de verdadero valor.Los adolescentes que se retraen ante las personas del otro sexo les rinden homenajes menos exteriores, pero ms profundos. La imagen amada les impide hundirse en el fango, forma en su alma una fuerza generadora y les inspira un concepto de confianza en la vida que les ayudar poderosamente a luchar y a triunfar.Spranger no cree que en estos aos de adolescencia pueda aparecer un grande y verdadero amor, porque en estas exaltadas manifestaciones se busca demasiado el joven a s mismo, y porque el alma humana no ha madurado todava suficientemente para abrazar en un mismo afecto la persona total, sino que se detiene tan slo en las perfecciones aisladas. Esta consideracin va adems agravada del hecho que las cualidades que cautivan el corazn en esta poca no son propiamente las que el individuo descubre realmente en la persona amada, sino las que su fantasa ha proyectado en ella, las que habra deseado encontrar... y no siempre, por desgracia, el deseo se conforma a la realidad.Pedagoga del amor en la adolescenciaLa primera consecuencia pedaggica que brota de todo lo expuesto es la necesidad de orientar estos primeros impulsos afectivos, indicando al adolescente tan pronto se presenten cul es su naturaleza, cul su funcin en la vida, cul la actitud de alma que ha de tomar ante ellos.En ningn caso puede aceptarse la actitud simplista de indignarse ante el nio que se atreve a manifestar cndidamente a sus padres o educadores el estado de su alma y de pretender poner silencio a sus agitaciones interiores con una palabra de autoridad, con un decirle que de esos asuntos no se habla, que se le va a castigar si contina pensando en pololeos, o que se le va a poner interno en un colegio. Esa pedagoga demasiado simplista y antinatural no obtendr su resultado. El nio, aunque de cortos aos, es una persona humana que merece respeto y la nica manera posible de educarlo consistir en entrar dentro de su alma, procurando con delicadeza darse cuenta de cul es su estado de espritu, cul la profundidad o superficialidad de sus sentimientos y con la experiencia de padre o maestro, pero, con el cario de amigo hacerle caer en la cuenta de los designios de Dios sobre su vida, y del valor pedaggico de cada uno de sus procesos afectivos.El nio ha nacido en un ambiente de familia donde forzosamente ha de vivir. En ese ambiente ha de encontrarse con las amigas de sus hermanas, sus primas, otras nias que cautivarn sus afectos. El educador ha de prever esta situacin y no pretender solucionarla en los casos normales por el aislamiento, sino por la educacin progresiva de sus instintos dentro del ambiente social en que Dios lo ha colocado.Una de las primeras indicaciones que ha de darle es que el "flirt" ha de ser combatido enrgicamente, pues l expondra su vida afectiva an no llegada su madurez, a una catstrofe y a un desengao fatal, al darse cuenta que el primer ideal de su vida se deshace sin dejar huella. Al idealismo podra substituir un escepticismo profundo de la vida.Una pregunta surge espontneamente despus de lo expuesto: Cul es el camino de impedir las manifestaciones prematuras del amor? Luchar con l hasta aniquilarlo? O ms bien orientarlo, sublimarlo? El P. Gillet, en su hermoso libro L'education du coeur se hace tambin esta pregunta: una vez que la educacin ha plantado en el alma del joven la honradez humana, la belleza moral, debe excluir de su vida los bienes de orden sentimental o sensible?, debe sacrificarlos, o simplemente subordinarlos? Subordonns, oui; sacrifis non es su respuesta. La sensibilidad del joven, sus sentidos tan afinados, su corazn impaciente de latir son una riqueza incomparable, un don que Dios le ha dado para ayudarle a darse con ms bros y generosidad all donde le llama su deber de hombre honrado y de estudiante catlico. Estos sentimientos en su forma plena han de tener un sitio en su vida cuando llegue el momento oportuno. Entretanto conviene que el joven proceda con cautela para no dejarse tomar por el corazn. Puede realizar una vida social conforme a su edad, pero habr de aplicar la mayor parte de sus energas, an las de orden afectivo al rudo cumplimiento de su deber de estado, animndose en su empresa por un gran ideal claramente visto.Pascal ha dicho que los grandes pensamientos nos vienen del corazn. Esto es verdad sobre todo tratndose del joven. Cuando un ideal elevado cae en un alma ardiente, pronta a inflamarse, todas sus energas se agrupan a su rededor. Un joven, sano de espritu y de corazn, no va de ordinario a la verdad y al deber con un espritu tranquilo y un querer seco, sino todo entero, con su espritu, su corazn y an sus sentidos. Todo esto vibra en l y le da ese no s qu de irradiante que impresiona aun a los ms cobardes.Pero para obtener esta actitud es menester que el educador haga vibrar el alma del adolescente con todos los grandes ideales, utilice las energas totales de su ser y no se contente con proponerle un fro razonamiento que le dejar indiferente.El educador le har comprender los graves problemas que agitan a la humanidad y que solicitan su colaboracin: la miseria del pobre y dems dolores humanos le ofrecen un campo donde ejercer su sed de amor. Para ello ha de consagrar entre tanto sus energas a completar e intensificar su formacin intelectual, sentimental, literaria, religiosa y artstica que le permitan realizar despus una obra eminentemente altruista y generosa. No podr hacer l nada grande por los dems, si l no es antes una persona de valer, un alma cultivada en todos sentidos. Hasta los estudios ms fros y desligados de la vida afectiva del joven adquirirn as un realce y un nuevo motivo para ser abrazados.En este trabajo de orientacin de las fuerzas afectivas de la adolescencia los estudios sociales deberan tener un lugar preferente, si no en la amplitud de su desarrollo, por lo menos en la intencin de los educadores, pues contribuyen poderosamente a formar el espritu de simpata y de colaboracin social. La comprensin de la solidaridad humana es un poderoso derivativo al sentimiento vago de amor que apunta en el alma.La contemplacin de la miseria humana, la visita a los hospitales, a las crceles y sobre todo a los hogares pobres sern de gran eficacia para hacer comprender a los jvenes las posibilidades de accin que se les presentan y que solicitan su colaboracin generosa. Esta colaboracin consistir en su limosna, sus consejos, en sus visitas, pero sobre todo en el don total de su amor al pobre que les mueva a estudiar y a formarse convenientemente para trabajar por una solucin de justicia social que levante el nivel material y moral de sus protegidos. El amor ideal que bulle en el alma del joven encontrar as un objetivo digno, apropiado a su edad, y ser el mejor estmulo para cumplir su deber de estudiante. Es mala poltica, la poltica de los anti, la poltica de las negaciones. En lugar de matar los sentimientos o de ponerles barreras por todas partes ofrzcaseles un campo de accin ms elevado.Esta resolucin supone que el adolescente encuentra en su casa y en el colegio un ambiente de idealismo generoso. Por desgracia ocurre con frecuencia que los hijos viven en un ambiente demasiado preocupado del lucro, de la situacin material y donde se cierra la puerta a toda idea que no se traduce en dinero o en comodidades. Padres hay que condenan como quijotadas todas las manifestaciones de generosidad de sus hijos y que no aprecian mientras estn en el colegio, sino las notas de exmenes, los premios, lo que despus se traducir en una mejor situacin social. Es cierto que el gran deber del estudiante es el estudio, cierto tambin que la pereza es muy astuta y se disfraza a veces de deseos de apostolado para dar pbulo a actividades ms atrayentes que las montonas del estudio, pero no es menos cierto que el corazn del nio si ha de secarse definitivamente necesita ponerse en contacto con los grandes problemas que despierten su espritu de sacrificio. El ambiente de egosmo que por desgracia se respira en tantos hogares, entierra muchos idealismos de la juventud y causa despus neurosis profundas, acompaadas de egosmo, avaricia, espritu de casta, y termina con considerar la vida como un mercado. El remedio est en ofrecer al nio y al joven un ambiente donde sus aspiraciones espontneas encuentren cabida, donde su vida afectiva pueda desarrollarse y donde el deber de estado no sea propuesto como una imposicin exterior, sino como una realizacin de lo ms sublime del amor.El ideal religioso ofrece un campo aun ms vasto donde puede actuarse el sentimiento del amor: en primer lugar en la persona adorable del Hombre-Dios, cuya vida no fue sino amor, cuya actuacin toda se resumi en esta frase: "pas por el mundo haciendo el bien", cuyo smbolo ms perfecto es el corazn, insignia del amor. Al propio tiempo ese ser, que es Dios, quiere ser amado de sus criaturas. Las invita a una felicidad perfecta, a la plena satisfaccin a todas sus aspiraciones. Slo El podr saciar la sed infinita de amor que tortura sus almas, y, sin embargo, es desconocido de tantos hombres, perseguido por muchos otros, que se ven sumidos en la tristeza, en la desesperacin y expuestos a un eterno odio y sufrimiento. Estos sufrimientos expuestos gradualmente fortalecern la voluntad del nio y canalizarn sus aspiraciones amorosas. Su vida religiosa, que ha de ser el fundamento ms firme de todas sus vivencias, no slo le ofrecer un fundamento intelectual, sino tambin un apoyo afectivo, y ella misma al propio tiempo ser la mejor salvaguardia para impedir que se agote prematuramente el amor ideal que nace en su alma.La pedagoga del amor en la adolescencia exige, pues, como elemento fundamental, no la destruccin de su vida afectiva, sino su orientacin hacia ideales superiores en un ambiente de generosidad y de belleza que preparen la eclosin oportuna del afecto llegado a su plenitud.Los conocidos versos de Rubn Daro resumen muy bien esta actitud:Yo me contento, Amor,con sembrar rosasen el camino azul por donde vas.T, sin mirarlas,en su sedaposas el pie,quizs maana las vers.Yo me contento, Amor,con sembrar rosas... Dios har lo dems...La orientacin que acabamos de indicar es fundamental en la pedagoga del amor, pero no la nica. Esos ideales superiores que el adolescente ha procurado vivir con toda su alma impedirn que se agote en flor su vida afectiva y la irn haciendo madurar gradualmente dentro de una vida social ordenada. Pero vendr un momento en que muchos jvenes llegados ya a su pleno desarrollo se sentirn atrados a actuar con exclusividad su afecto sobre una joven. Cmo orientar esos pasos decisivos de la vida? He ah un problema no menos importante que el anterior.Una de las tesis ms fecundas de la psicologa experimental moderna es la de la influencia de la motivacin en la formacin de un plan de vida. Las teoras de Lindworsky tan bien fundadas sobre las experiencias de Michotte y de Prn afirman que el primer valor por el que se determina el hombre una lnea de conducta es el motivo de la misma claramente visto. No son las actuaciones externas, la repeticin de actos, los factores determinantes en la educacin de la voluntad, sino antes que todo la clara visin de un motivo poderoso que inspire la accin.El gran motivo que ha de mover al joven a organizar su vida afectiva es ante todo el conocimiento claro de lo que esta vida afectiva es en s, de la funcin humana y social del amor, distinguiendo para ello el afecto noble de sus parodias y caricaturas. Vamos a exponer claramente estos conceptos sirvindonos con frecuencia de las ideas tan bien expuestas por el P. Aspiazu en su hermoso libro "T y Ella".La parodia del amorEl educador ha de hacer comprender al adolescente que ese delicado y sublime sentimiento que se llama amor, no es un afecto egosta que se cultiva para pasar el rato, para darse importancia, o para ilusionarse pensado que ha llegado a la madurez del "hombre". El amor verdadero no es ese sentimiento bullanguero de que se jacta el joven, que se ostenta con vanidad en los paseos pblicos... Eso es una parodia del amor.Ms atrevida caricatura del amor es an la de aquellos que se atreven a llamar amor a lo que es la negacin misma del amor. Llamar amor al egosmo que no teme, ni se avergenza de prostituir un ser humano a sus caprichos para depararle un rato de placer! Amor a la pasin salvaje, sin freno ni control alguno! Ojal leyeran los jvenes la hermosa novela de Hugo Wast Flor de Durazno y meditaran a solas el contraste de las dos pasiones: la callada, honda y respetuosa del gaucho de las sierras; la salvaje codicia del futre capitalino que no aspira sino a cosechar prematuramente el rbol, para luego abandonarlo desecado. Y al leer esas pginas no podrn menos de pensar:Cul mayor culpa ha tenidoen una pasin errada:la que cae de rogada,o el que ruega de cado?O cul es ms de culparaunque cualquiera mal haga:la que peca por la paga,o el que paga por pecar?Con razn el poea melanclico Bcquer se horroriza ante este muladar, que pretende cubrir con el nombre del amor:... de un corazn llegu al abismoy me inclin por verlo,y mi, alma y mis ojos se turbaron:tan hondo era y tan negro!Duramente ha de ser trabada esta concepcin egosta de la vida, censurada por la sociedad en los rdenes, menos en la vida afectiva.Caza el nio inocente pajarillos y los lanza desplumados al arroyo... Y el padre, el maestro y la sociedad le vituperan, porque es crimen daar al pajarito... Y a los que despluman y echan al arroyo... corazones e inocencias... Eso es amor? Dnde hay sublimacin ni grandeza en semejante brutalidad? Aire y agua limpia! dan ganas de gritar al encontrarse con tanta porquera etiquetada con nombre sagrado. Aire que purifique y agua que lave y escurra la suciedad escondida en esos corazones cazadores nocherniegos y traficantes sin conciencia. Eso es amor? No profanes sagrado, ni utilices de ese modo tu corazn, acostumbrndolo a paladear gustos rastreros que lo inhabilitan para gozar despus la miel de la vida deleitosa. No le cortes las alas; djale subir y planear en las regiones de lo grande y de lo bello". Qu abominacin merece esa horrible parodia del amor a la que rinden culto a millares los jvenes cobardes de una sociedad afeminada, que no conserven del amor sino el nombre y el deseo de poseerlo!AmorosNo son la pasin repugnante que marchita cuanto encuentra a su paso. Son ms bien las primeras ligeras conmociones del alma que comienza a florecer; las primeras chispas que brotan del corazn juvenil y que en su inexperiencia las toma por el fuego que es el amor. Ansia indefinida de amar, presentimiento extrao que conmueve con suavidad y a veces dolorosamente su ser.La inexperiencia de la vida lanza al adolescente por el camino del amor sin freno, ni gua en un camino peligroso. Hay, pues, que ponerse en guardia contra este abuso de las frecuentaciones amorosas comenzadas prematuramente, en una edad en que no puede todava nacer un verdadero amor. La moda, el ambiente artificial en que viven nuestros nios y adolescentes, la vida social verdaderamente ridcula que se les hace vivir desde pequeitos hacindoles creer que son hombres, la ligereza de conversaciones que escuchan continuamente, el cinematgrafo al que van a una distribucin imprescindible son causa de esa mala costumbre de considerar autorizados esos amoros de jvenes. Aunque en s no constituyan una falta moral acarrean con todo graves inconvenientes. Se toma la vida a la chacota, se mira todo con ligereza, se acostumbra a mirar a las personas de otro sexo como objeto de diversin, como perritos japoneses para divertirse, que pueden ser abandonados o cambiados sin dificultad. Y todo esto produce un vaco, un cierto escepticismo de la vida, que perseverar despus al andar de los aos, a ms de acarrear una gran prdida de tiempo y el descuido de los deberes primordiales. Un estudiante habituado desde chico a esa vida de pololeos no se acostumbrar nunca a tomar nada en serio, no har nada grande en la vida, ser siempre superficial, inquieto, juguete de la sensibilidad.Esas ligerezas de joven, son liviandades que despus se pagan caro, quebrantan el corazn para el amor verdadero, que tiene tanto de regalo como de sacrificio y le obligan a la gran penitencia del no poder, ni saber amar... como y cuando se quiere y se debe. El flirteo como el juego y el vicio no cesan ni siquiera en el matrimonio. Flirtear es caminar al borde del precipicio en el que aparecen muchas... muchas vctimas.Por este motivo los jvenes de la "Nueva Alemania", pujante movimiento de juventud, estamparon en sus declaraciones este principio: "El nuevo-alemn rehusa decididamente el llamado flirteo. Y esto apoyado en tres principios: el primero, biolgico: es un hecho en la biologa que lo mismo el tipo viril que el femenino, deben durante los aos de crecimiento desarrollarse por separado, segn su peculiaridad. El segundo principio es psicolgico, o "ley de gaste y desgaste en el amor". Cada hombre tiene una cantidad de amor que gastar. Si un joven gasta en flirteos la ms preciada parte de su amor, la gran tensin generadora no existir ms tarde en el matrimonio... y esta es la causa de la catstrofe de tantas uniones. El tercer principio es de orden moral: lo que en los primeros aos de instituto parece inocente lo es en los ltimos? Los hechos y estadsticas dicen lo contrario. Asentamos, pues, el principio que, quien a pesar de los avisos no renuncia al flirteo, no debe seguir en la Federacin. Un galanteo prematuro debilita adems las facultades creadoras del joven". As piensa esa legin de millares de adolescentes de cuerpos robustos y de alma sana que recorre cantando las montaas de Alemania, profesando una fe optimista y viril.El joven que desahoga prematuramente su afectividad no podr despus cuando quiera reconcentrar toda la sangre de su corazn para entregarla de verdad a otro corazn: advertir entonces con dolor que en el camino de la vida la perdi gota a gota al ir deshojando amores ligeros.Lo que hasta aqu llevamos dicho no significa que todo afecto que despierta temprano sea amoro y no amor. El amor en absoluto no tiene edades. Y cuando el afecto es amor legtimo, oro puro, es indudable que podr ayudar y estimular al adolescente que lo cultiva. En l encontrar un estmulo para su pureza, un aliento para su vida de estudio, un ideal que le haga superarse y ennoblecerse. Pero en la adolescencia esos afectos son raros. Esas manifestaciones si son verdadero amor sern discretas, delicadas, no bullangueras:Amores para ser buenoscalladitos han de ser.Verdadero concepto del amorCun pocos saben lo que es amor! La palabra anda de boca en boca, pero la realidad qu desfigurada aparece! Los sabios del corazn son harto menos en nmero que los sabios de la ciencia, con ser stos escasos.Qu es amor? Ley de la vida. Pureza. Deseo de cumbres. Aire sutil de las alturas que aspira a lo ms excelso. Eso es amor.Deseo de superarse a s mismo. Deseo de perfeccionar todo lo que a l debiera unirse. Un nuevo sentido de la vida: no el gozar egostamente, no el saciar las pasiones brutales, sino una donacin total de s. Amor es ansia de felicidad, pero ms ajena que propia. Sacrificio. Necesidad de complemento en una amistad que sea una entrega total. Eso es amor.Amor es bondad. Y la bondad no es un perfume hecho para estar encerrado en un frasco, sino para vivir dando cuanto tiene, difundindose y entregndose ms que exigiendo y pidiendo. Y se preparar para dar, y trabaja para poder dar ms y se muestra en obras, ms que en suspiros y palabras, porqueYo digo que si el cariono es macho y no se acompaade actos, pues que no hay raznpara salirlo a contar,no es cario; eso es hablar,y hablar... es conversacin.Amor es perennidad. Lazo que no se resuelve nunca, fuego que hunde dos corazones, que enrojece las almas y las transforma.Amor es abnegacin, la medida del amor es entregarse entero, hasta los jirones de su propia alma.Si un da el amorno es el vivo fulgorque enardece el viviry hace suave el dolorde su mismo sufrir, como flor sin olorbien merece morir.Amor es silencio; pasin honda y recatada. Afecto silencioso como las aguas profundas; aprieta el pecho y no lo rompe. Coincide tambin con el sentimiento del que escribeNunca sabr decirte que te quiero.Un amor sin palabras es el mo;limpio como una gota de roco,grato como una flor en el sendero.Con qu profundidad describe Benavente lo que es amor!: "Hilo sutil que baja del cielo como tejido de luz y de sol y de luz de luna... que a los humanos hace parecer divinos y trae a nuestra frente resplandores de aurora y pone alas en nuestro corazn, y nos dice que no todo es farsa, en la farsa que hay algo de divino en nuestra vida que es verdad y es eterno, y no puede acabar cuando la farsa acaba".Hilo sutil que baja del cielo, y no fango de pasin que sube a borbotones de los bajos instintos.Que a los humanos hace parecer divinos, y no salpicados de la cinaga del vicio.Y trae a nuestra frente resplandores de aurora, no fuegos fatuos de amoros, ni hogueras incendiarias de brutal pasin.Y pone alas en nuestro corazn, nos hace subir camino del cielo donde todo se purifica, y no duda en sacrificarlo todo por llegar all en compaa de quien ama.Amor es ley de la vida, y como ley, recta, imperiosa.Hilo del cielo. Fortaleza. Sacrificio. Eso es amor.Amoros? Hojas sueltas de flores distintas... Amores, hojas juntas de una sola flor. Inquietan y fatigan el corazn los amoros; en el amor el corazn descansa.Por desgracia qu raro es encontrar este amor!La eleccin de la compaeraElegir la compaera de la vida es un problema que imprimir un sello imborrable. El poder elegir, deca Dante, es el mayor don que Dios ha dado al hombre. De su recto uso depende una suma inmensa de felicidad, de aqu que este problema ha de ser tratado con suma seriedad. Esta seriedad de la vida no hay que cansarse de inculcarla a los adolescentes para que no se dejen llevar por las ilusiones aparentes, por el encanto de un rostro terso, que pronto se surcar de arrugas, por el brillo de unos ojos que la menor tristeza puede empaar, sino que sean las cualidades verdaderas las que le decidan a unir indisolublemente su vida a otra vida. Para no engaarse en tan grave problema buscar el consejo de sus padres, de un amigo fiel y experimentado, considerar el paso que va a dar a la luz de la fe e implorar el auxilio de Dios por la oracin continua. Humillado con estas claridades sus ojos se tornarn a buscar la joven ideal.Quieres que te indique sus cualidades? Las entresacar, completndolas de las pginas escritas por un gran amigo de los jvenes. Medtalas.Modestia en el rostro, carmn pudoroso que emerge del alma limpia e inocente, espejo de vida juvenil no manchada.Dulzura en los labios. La sonrisa es flor del alma cuando nace y se asienta en labios que no saben de palabras speras, ni conocieron frases manchadoras, ni forjaron crticas insanas.Pureza del corazn... Un corazn que sepa amar sacrificndose, que no busque el amor para s, sino para ti.... Con aquella larguezaque se ignora a s misma porque es grande y sencilla.La mujer se resigna, se sacrifica, reza,sabe elevarse siempre sobre su propia arcilla.Trabaja con sus manos: sabe de cocina, de puericultura, sabe poner inyecciones, ordenar una casa. Ayuda a sus padres, es hermana mayor de los pobres y de los desvalidos y ansa convertirse en su madre, para darse ms a ellos.Es bella. Y cultiva su belleza como se cultiva un don de Dios. La ama no por loca vanidad, no por ella, sino por ti su futuro esposo para unirte ms a s, para llevarte ms a Dios. No es una soberbia y altanera mujer que solicite cumplimientos, que pase el da en el tocador y ante el espejo, es la hermosa violeta del campo, bella y fragante sin artificio extrao.Sabe pensar. Sin haber penetrado nunca en los intrincados sistemas filosficos que continuamente inventa la sabidura humana, ha pensado muchas veces en el problema fundamental, el problema de la vida, tiene su filosofa del vivir, cultiva su espritu.Sabe alimentar continuamente la llama del amor, en s y en el que ama; y sabe que no hay peor camino para acabar presto con el amor que entregarse entera y brutalmente. Ama, pero con reserva y dejar libre cauce al mpetu de su corazn puro slo cuando la seguridad del camino comenzado d satisfaccin cumplida a la tranquilidad de su vida futura. Y entonces estar dispuesta a seguir amando siempre... aunque la lmpara del amor no arda sino con una llama.Comprende que la vida es mezcla de deber y de sueo. Endulza el deber, con el sueo del amor, pero sabe matar el sueo cuando impide el paso al deber aunque el sueo sea gozo, y el deber sea dolor.Y por encima de todo es piadosa; cristiana, no beata; profundamente cristiana. Conoce su religin, se esfuerza por vivirla. Saca de ella los grandes mviles de su vida y ha meditado en sus ricos veneros. Cristiana, hija de Dios, templo del Espritu Santo, miembro de Cristo: lo sabe, lo vive... No temas: te ser fiel hasta la muerte, ser para ti la dulce compaera que te amar con la ternura, con la fidelidad con que Cristo am a su Iglesia, que dio su vida por ella.Estas bellas cualidades pueden resumirse en estos llanos pensamientos, programa de la esposa ideal:Sencilla para pensarprudente para sentir,recatada para amar,discreta para callary honesta para decir;robusta cual una encina,casera cual golondrinaque en casa canta la paz...algo arisca y mortecina como paloma torcaz.Una mujer as puede hacer feliz al hombre que le confa su vida. A ella podr decirle como Gabriel y Galn:Ven, alma virgen, al reclamo amigode un alma de "hombre" que te espera ansiosa,porque presiente que vendrn contigoel pudor de la virgen candorosa,la gravedad de la mujer cristianay el casto amor de la leal esposa.El autor de estas estrofas escribi tambin una poesa bellsima que los jvenes que estn preocupados por la eleccin de la compaera de su vida deberan leer y releer. "El Ama", resumen de la concepcin cristiana del hogar. Cuando el poeta quiso "ser como su padre era", busc una mujer "como su madre" entre las hijas de su hidalga tierra. Y fue como su padre...Y fue mi esposaviviente imagen de la madre muerta,un milagro de Dios que ver me hizootra mujer como la santa aquella...Ella no pensaba en pasear y divertirse, sino en compartir con su marido las duras obligaciones de su vida, en acompaarle a la soledad de los campos, en atender con solicitud maternal a los que con el sudor de su frente regaban sudando los campos de la familia. Ella era el ama buena, la esposa amante que llenaba de alegra la casa. Cuando ella desaparece la vida se tie de tristeza y deja un vaco en el alma que nada puede curar sino la esperanza de reunirse con ella un da.Pero bien se conoceque no vive ella; el corazn, la vida de la casa,que alegraba el trajn de las tareas;la mano bienhechoraque con las sales de enseanzas buenas,amas tanto pan para los pobresque regaban, sudando nuestra hacienda...Desde que ella muri,la vida en la alquerase ti para siempre de tristeza!...En familia todos rezanreunidos, el rosario,sin decirnos por quin...pero es por ella!Esa es la esposa que han de soar los jvenes que se plantean para un porvenir ms o menos lejano el problema de fundar un hogar. Y el que desea encontrar una mujer "como su madre" ha de realizar en su corazn las virtudes de su padre y cultivar en su alma las mismas cualidades que l suspira encontrar en su futura compaera. Si l anhela recibir una esposa virgen, que le entregue todo su cario, de la cual nunca tenga que avergonzarse, procure a su vez vivir en pureza y lealtad y entrega total a la compaera de su vida. Y el matrimonio vendr as a ser la unin de dos almas en un comn amor:Ya se va la noche bellaYa viene alumbrando el da.No queda ms que una estrella;Esa es la tuya y la ma.Vmonos los dos a ella.El respeto en el amorEl amor verdadero viene siempre vestido de respeto. Es es la valla que defiende la pureza de los que se aman. Si se rompe el cerco del respeto el amor se ha convertido en egosmo y en placer.El tiene derecho a concentrar todos sus carios en su joven amada. Ella ser para l la persona ms querida, la de las ntimas confidencias, la de los planes futuros llenos de ensueos. Ella ser la esposa, la madre de los hijos...Pero, lo ser, no lo es. Hoy todava es la flor no deshojada que ha crecido en el jardn de una familia cristiana y honestsima, rodeada de exquisitos cuidados paternales, prevenida con el cario de Dios, que desde la eternidad la preparaba para l. Con qu respeto debe mirar esta flor intacta! Con qu agradecimiento ha de elevarse a Dios que se la ha guardado, a sus padres que con desvelos incesantes se la han formado y se la han entregado!Y antes que llegue el da de la bendicin de Dios, se va a atrever a deshojar esa flor, a turbar esos ojos limpios y transparentes, a inquietar su corazn para siempre, a abusar de su confianza que inocente se entrega creyendo tratar con un cristiano y un caballero?Deshojar esa flor es audacia, no es amor! Es placer indmito y salvaje, que abusa de la confianza, se escuda en el silencio de un pecado humillante y en ltimo trmino se goza no en la flor, sino en el vicio egosta. Amar es del alma, codiciar del cuerpo. Esta es la idea que hermosamente expone Benavente en "La propia estimacin" parangoneando la actitud del que sacrifica todo su egosmo, y la actitud del que dice "El mo es egosmo tambin, pero es otro egosmo ideal; es sacrificarlo todo, aunque el sacrificio destroce nuestra vida".Esta actitud generosa y llena de respeto est hermosamente resumida en estos versosA las mujeres respetacomo cumple un caballero,tus labios siempre sinceros,tu mente siempre discreta;mrala como el poeta,que juzga de ngel su ser,y, si llegas a temerque te impulse otra corriente,acurdate solamenteque tu madre fue mujer.La poetisa italiana Alinda Bonacci compara hermosamente el alma amada con una gotita de roco, blanca, linda y transparente. Qu no acontezca que un pajarillo roce audazmente la rama donde est suspendido, tiemble la gota, caiga, se encuentre con el polvo del camino y se convierta en lodo! Quin podr devolver a la gota inmaculada antes su prstino esplendor. L'anima humana e la caduta stilla. Qu triste cosa ver convertido el objeto de los amores en una gota cada y cada por aqul a quien ella se entrega repleta de confianza y de aspiraciones de felicidad!Cuando el amor se trueca en codicia, los ojos de los dos ya nunca se encuentran con la intimidad de antes... Tienen algo que ocultarse. El amor se enfang y naci el pecado. Y andando el tiempo qu amargos ratos reservan esas faltas de respeto! La confianza del uno en el otro est perdida. La mujer sabe y lo mismo dgase del marido respecto a la mujer que no es amor sino codicia la pasin de su marido... No vive tranquila de su felicidad. Teme a cada momento una triste sorpresa. La primera sombra en sus ojos es un indicio revelador y no puede menos de pensar: "quin a m me falt antes, quin no fue caballero guardando mi debilidad... quin no pudo sacrificarse por m!... ahora que ya lejano el juramento, quizs borrado de la memoria el da sagrado... ahora?... quin falt por m ni podr faltar contra m?... Y el raciocinio es lgico.Si el hombre va nicamente tras la codicia, llega un momento en que ella no puede ser codiciada. Es madre, ha nevado en su cabeza, sus encantos de juventud los ha traspasado a los hijos en herencia... Pero si el hombre va tras el amor, ella es la nica que debe continuar siendo amada, ella que ha dejado marchitar su belleza, sacrificar sus diversiones, perder su salud, agotar su vida por cuidar a su marido y darse toda a sus hijos.Los hijos han de poder saberlo todo el da de maana de labios de sus padres; cuando nios y tambin cuando mayores, cuando se den cuenta por s mismos de todo lo pasado... Que no tengan que avergonzarse de nada ante ellos. Que nada les haga perder la autoridad para exigir a los que llevan su nombre que lo lleven con dignidad, que puedan siempre decirles "sed como nosotros".Qu hermosa resulta una paternidad trabajosamente preparada en este ambiente de respeto para realizar el plan divino de la creacin! Feliz el padre que pudo como Gabriel y Galn decir con sinceridad:Quiero vivir y a Dios voy,y a Dios no se va muriendo,se va al oriente subiendo,por la breve vida de hoy;de luz y de sombra soy,y quiero darme a las dos;quiero dejar en m en posrobusta y santa semilla,de esto que tengo de arcilla,de esto que tengo de Dios.Para adquirir esa actitud de respeto que prohba al individuo hasta la ms mnima accin incorrecta nada podr suministrar argumentos tan poderosos como la religin. El gran pedagogo suizo, Foerster, dice: "Quien estudie con atencin la patologa de este peligro, hallar que la nica defensa verdaderamente eficaz est en impedir que la tentacin conquiste en nosotros el mundo de las imgenes. Pero slo la religin penetra tan hondamente y por tantos caminos en toda el alma, y puede mantener tan pura la fantasa que es el campo ms expuesto al peligro y educarla, de modo que la atencin no halle por donde prender en el nimo: El alma consagrada por la presencia de Dios adquiere un hbito de defensa inconsciente, comparable al movimiento reflejo que hacen los prpados para defender nuestros ojos del polvo de la calle".En materia de afectividad desordenada la lucha consiste no en reforzar las imgenes, sino en apartarlas, y echar cuanto antes sobre ellas el manto del olvido, a fin de que se vayan borrando de la fantasa. Hay por lo tanto que evitar el concurso del pensamiento en la cuestin; porque si la pasin consigue la complejidad de la inteligencia, inmediatamente crea en provecho propio un movimiento torrencial de ideas y sentimientos accesorios, que perturban an las voluntades ms firmes. Con razn ha dicho Payot que las grandes conquistas intelectuales se hacen pensando mucho en ellas; las grandes conquistas sobre la sensualidad se hacen no pensando nunca en ellas.La perennidad del amorUna ltima idea que interviene en el verdadero concepto del amor que hay que inculcar a los jvenes es la de la perennidad del amor. El primer amor debe ser el ltimo, o, como deca Marquina: "Vivir de un nico amor, morir de una sola herida". Tres cosas hay en el mundo que no se olvidan jams deca Fucini la juventud, la madre, el primer amor.Pero el primer amor no es la primera chispa. Es el primer fuego. Como el pedernal, el corazn va sintiendo golpes, pero por ms que d chispas no prende por lo general al primer golpe. A los dieciocho aos hay simpata, ansia de gozo, pero difcilmente amor.Si el primer amor se falsea y se convierte en instrumento de egosmo fcilmente los siguientes continuarn llevando la misma marca de fbrica: parodias de amor o amoros, que no nacen del alma.Jugar con un corazn inocente es un acto criminal; cortar los frutos y abandonar luego la planta es un egosmo propio de un malvado. Desviar el primer amor por otros que le parecen ms llenos es equivocarse lamentablemente. Amar santamente para consagrar ese amor al pie del altar y serle fiel hasta la muerte, debe ser el bello ideal del joven cristiano. Ese amor le traer la paz, sublimar su alma. Y rechace toda tentacin contra l recordando que hay amores que comienzan gustando y acaban hiriendo, mordiendo y matando.Fuerte como la muerte slo ser el amor preparado en la lucha y renuncia de los aos de juventud. Slo l permite realizar el ensueo que describe Aspiazu: "El tiempo corre en su desenfrenada carrera. Con l la vida huye tambin; y, poco a poco, a la primavera de los dos se sucede un verano de virilidad y un otoo de fortaleza y... un invierno... Como los cuerpos, las almas se robustecern tambin; las alegras vividas entre los dos, lo mismo que las lgrimas bebidas por ambos habrn contribuido a hundir en el alma las races de mutuo cario, que interesa cada vez ms a los esposos y a los frutos del amor que son los hijos. El amor se torna ms recio y ms sufrido, ms firme y ms sacrificado; perdido el brillo encantador de los primeros das, se cubre de la ptina del tiempo, ms fuertemente bella, aunque menos aparente. No es otro amor, pero es otra belleza y otro encanto. Se ha transformado y depurado por la vida comn y por la cantidad de un juramento exquisitamente oculto en dos cofres que conservan intactos los sellos de la promesa y entero el lazo de la fidelidad. As nace, como hiedra que abraza a la vida del cario verdadero, una confianza fuerte, acrecentada a diario en el ajetreo del vivir, lejos de los celos y temores, que mientras existen no sirven sino para daar la vida y roer el ms hermoso de sus frutos la seguridad del amor".Benavente nos ofrece para terminar esta materia un pensamiento que resume muy bien nuestra tesis:Los amores fciles y alegres que slo conocen la ilusin y el deseo, ven deshojarse todas sus flores en una breve primavera; pero para el amor de los esposos, para los amores santos y fieles que saben esperar, son nuestras flores, flores tardas, las rosas de otoo, no son las flores del amor, son las flores del deber, cultivadas con lgrimas de resignacin, con aroma del alma, con algo de eterno".Estas son las ideas fundamentales que podrn servir de base al educador para orientar la vida amorosa de los adolescentes y para sugerirles motivos que arrastren su voluntad a un plano de pureza e idealismo. Sin esta concepcin noble del amor ayudada por la gracia divina, es cosa imposible que un joven tenga la energa suficiente para vencer las pasiones bajas tan vehementes en la primavera de la vida.Despus de haber estudiado con alguna atencin la psicologa del amor, trataremos brevemente de otras manifestaciones de la vida afectiva que se echan de ver en la adolescencia.

IV.RELACIONES AFECTIVAS ENTRE ADOLESCENTES Y PERSONAS DE EDAD DIFERENTE

El complemento psquicoHay una primera manifestacin de esta afectividad que no es en el fondo ms que una desviacin del sentimiento que lleva a la persona de ms edad a buscar a la joven, reemplazada por el nio gracioso o por el adolescente. Sentimiento enfermizo que no produce sino efectos perniciosos a pesar de las desgraciadas protestas de algunos autores de mentalidad tambin enfermiza. Felizmente reuniendo diversas observaciones de educadores chilenos y de algunos otros pases americanos nos parece que podemos llegar a la conclusin que esta forma anormal de la afectividad no se ha desarrollado entre nuestra juventud, en la forma alarmante que reviste el mal en otros pases europeos tenidos generalmente por ms ordenados en su vida sentimental. Es de alegrarse que se haya introducido una cierta tradicin en nuestro ambiente escolar que descalifica esas relaciones sentimentales entre compaeros que no son de la misma edad. Estos afectos ofrecen un desahogo menos normal a las tendencias superiores del espritu debido a la dificultad de proseguir en comn un ideal superior impersonal lo que hace que ms fcilmente el afecto pueda seguir las vas del instinto animal.Otra forma hay de afectividad entre personas de edad diferente que no ofrece los peligros de la anterior. Es un amor espiritual en el cual las cualidades sensibles influyen menos y en el que la influencia predominante corresponde a la polaridad de las almas, al complemento psquico.La persona mayor busca a la ms joven para darle algo que a esta le falta, y sta a su vez ofrece a la persona de mayor edad la nativa pureza que ya no posee y que echa de menos dolorosamente. El de ms edad quisiera guiar al adolescente, preservndole de extravos y al propio tiempo es atrado por el recuerdo nostlgico de los aos idos. El alma joven medio adormecida an e ingenuamente receptiva busca inconscientemente al alma fuerte, concentrada en una direccin y por tanto dominadora.En este afecto hay un fondo altamente educativo buscado por la naturaleza: un acercamiento del adulto al joven para que ambos se completen y se enriquezcan comunicndose la experiencia, la belleza de la sabidura en el sentido platnico, la solicitud de una parte y la diferencia de parte de otra, que recuerda los vnculos que unen al hermano mayor y al pequeo, o al padre y al hijo cuando el primero ha guardado la adolescencia de corazn.Este afecto para que pueda desarrollarse sin peligro exige que los interesados no ofrezcan en s nada de reprochable y que la educacin de la castidad del mayor haya sido realizada convenientemente. De lo contrario este afecto puede revestir una forma demasiado apasionada, como ocurre con mayor frecuencia entre las adolescentes y sus maestras. Los diarios ntimos de muchachas, muchos de ellos publicados, demuestran cmo el alma femenina no slo siente gratitud por sus maestras sino que adhiere a ellas como a una explicacin del mundo de la vida.Los educadores no se han de cerrar a las confidencias de las almas jvenes que acuden a ellos en busca de experiencia, de fuerza, de direccin y les han de abrir los tesoros de su alma ms conocedora de la vida. Pero esta comunicacin no podr realizarse sino ponindose a tono con el adolescente, vibrando con sus entusiasmos, con sus ideales... siendo joven de corazn. Un "viejo desilusionado", pesimista, regan, que no sabe sino recordar sus desengaos que renuncie a educar; su experiencia carece de sentido para los problemas del joven.Las formas de este afecto se acercan tanto ms a un amor puramente espiritual cuanto mayor resulta la diferencia de edad. Slo subsiste entonces el contacto polar de las almas que buscan su complemento psicolgico para los fines queridos por el Autor de la naturaleza.El entusiasmo de los adolescentes por los mayoresOtro de los elementos que intervienen para despertar y cimentar las relaciones afectivas entre los adolescentes y personas de edad diferente es el entusiasmo que los jvenes sienten por las cualidades superiores que creen ellos descubrir en los mayores: valor intelectual, valor moral, valor de accin o cualquier superioridad aun en el juego, en la fuerza, en la simpata.Como dice Wagner, el entusiasmo juvenil no es ms que otra forma del amor esttico, es una tendencia hacia el ideal de la virilidad, de la gracia, de la fuerza que resplandece en la causa noble que sirve la persona admirada. La juventud dice Platn es una embriaguez espiritual producida por lo que es grande y noble y bello y todos los vinos sobre todo los ms generosos y finos pueden producir esta embriaguez.El entusiasmo de los adolescentes se manifiesta no slo con las personas con las cuales entran en contacto cotidiano sino a veces tambin por personajes extranjeros a los cuales ni siquiera han conocido, pero a quienes aman de verdad, y a veces an por las grandes figuras de la antigedad como Scrates, Alejandro, Csar, en los tiempos ms modernos el Gran Capitn, Napolen, O'Higgins, hasta por personajes legendarios como don Quijote que apenas es tomado como un personaje cmico.Todo lo que hay de sublime en las grandes acciones de la humanidad interesa y enamora al adolescente y su alma vibra de entusiasmo. De ah el valor pedaggico extraordinario de las lecturas durante la adolescencia, de las biografas en particular, que sin darse ellos cuenta, van modelando su alma. Con frecuencia yese decir a los jvenes inexpertos que pueden ellos leer y ver en el bigrafo lo que quieran porque eso no daa sus almas, sin darse cuenta de la ruina inmensa que una pgina ha podido producir en su alma. Uno de los elementos pedaggicos de mayor valor no nos cansamos de repetir es la lectura bien escogida y cun de desear es que tengamos en Chile biografas interesantes que prestar a nuestros jvenes para encauzar sus sentimientos generosos!

V. VICISITUDES DE LA VIDA AFECTIVA DEL ADOLESCENTE

Desde Aristteles viene continuamente hablndose del humor inconstante de los adolescentes. Sus aspiraciones son tan mudables como los accesos del hambre y sed de un enfermo. Un obstculo inesperado, alguna falta descubierta en el amigo, o simplemente el paso de nuevos deseos al primer plan de la conciencia, puede substituir la indiferencia al amor. Algunas veces los dos estados alternan sucesivamente y llegan hasta a subsistir juntos en un estado complejo que no encuentra su equivalente en ningn otro momento de la vida. Las oscilaciones entre el amor y el odio, la admiracin y el desprecio y generalmente entre las formas extremas del sentimiento son frecuentes. Algunos sujetos despus de una traicin vulgar, una decepcin, o un fracaso caen en un cinismo afectado y parecen querer matar en ellos mismos todos los sentimientos delicados que haban cultivado hasta entonces. Otras veces a un perodo de exaltacin afectiva sucede un perodo de sequedad de espritu y de aridez interior, que les mueve a quemar sus escritos, sus poesas, a renunciar hasta a los vestigios de un estado de espritu que ya no pueden comprender. Muchos son los que han pasado, por esas alternativas.Cambios en las emociones familiaresLas emociones familiares estn sujetas a las mismas vicisitudes. A pesar del afecto vivamente sentido por los padres y el hogar, la monotona de la vida domstica molesta al joven aun al que es bueno, sobre todo si es emotivo, hasta el punto de hacerle difcil y aun intolerable la vida de familia y de mostrarse duro con sus padres y hermanos. Michelet dice: "que esta crisis del afecto familiar se deja sentir aun en las familias mejor equilibradas". A veces el tono demasiado autoritario de la voz paternal, y la falta de delicadeza en hacer sentir su autoridad agrava este estado de cosas. Por otra parte el instinto social comienza a hacerse sentir en los adolescentes no menos que la tendencia a la autonoma y son causa de que los que comienzan la pubertad prefieran la compaa de los amigos a la de los padres y hermanos. Y cun conveniente es que los padres de familia conozcan esta crisis normal en el espritu de sus hijos para que les ayuden a atravesarla y no la agraven con exigencias infundadas!Los espritus retardados en su evolucin intelectual o moral llevan estas marcas de desafeccin para con sus padres hasta lmites extremos. No es raro encontrar que molestan sin cesar a sus padres pidindoles dinero, y, una vez obtenido, les agradecen su generosidad con insultos y amenazas. Mendousse cita el caso del hijo de una pobre viuda que echado del liceo y mantenido por su madre en un colegio que le costaba mucho dinero, reconoce los sacrificios de la pobre mujer, en una carta como sta: "Cuando no se puede dar a los hijos con qu se diviertan, no hay que mandarlos al mundo". Rousseau hace ya muchos aos, notaba esta conducta refirindose sobre todo a los jvenes viciosos y deca: "Que su imaginacin llena de un solo objeto se rehsa todo lo dems; ellos no conocen ni la piedad filial, ni la misericordia, y sacrificarn el padre, la madre y todo el universo al menor de sus caprichos". Son constataciones bien tristes, pero es necesario no cerrar los ojos para no verlas, pues slo as se puede desviarlas mediante una educacin solcita. Felizmente una educacin recta, un ambiente familiar afectuoso, respetuoso, comprensivo y firme a la vez puede encauzar tan perfectamente al alma humana como tenemos ocasin de constatarlo todos los das en jvenes que no desvan ni un pice en sus relaciones familiares y sociales.Sentimientos sociales alternosDispuestos a colaborar en las obras de beneficencia, a compadecer los sufrimientos fsicos y morales, y con frecuencia hasta con sacrificios considerables, ofrecen los adolescentes en otros momentos sntomas de un espritu de ligereza y de crueldad. Por un capricho hacen sufrir a los pobres profesores y vigilantes que tienen una personalidad menos apta para tratar con ellos, maltratan a los jvenes compaeros recin llegados, crueldades que en algunos establecimientos son muy conocidas, y que en muchas fbricas de Europa constituan una verdadera vergenza entre los aprendices a la cual ha venido a poner remedio la Juventud Obrera Cristiana.Al llegar los adolescentes a los 17 18 aos dan sntomas con frecuencia de una vanidad muy caracterstica, mezcla de orgullo y jactancia que se gloria de sus cualidades intelectuales, de su situacin social, real o ficticia y hacen que sean despiadados con otros que ellos consideran inferiores. Cuando no poseen estas cualidades las afectan de una manera ridcula como no volvern a hacerlo en otras pocas de la vida en que los verdaderos valores son mejor comprendidos.No faltan tipos, es cierto, que no parecen reflejar ninguna de estas alternativas tan caractersticas, sino que parecen viejos precoces. Hay que reconocer que algunos son as porque tal es su organizacin psico-fisiolgica, por lo dems, perfectamente normal; pero de ordinario esos tales no son otra cosa porque tienen un gran defecto de vitalidad congnita, debido a una educacin familiar muy defectuosa que ha muerto la personalidad del hijo a fuerza de constantes reprensiones, o exagerando los mimos y caricias que han impedido al nio que llegue a ser un hombre.

Causas de la variabilidad afectiva del adolescenteHay quienes creen encontrar la causa de esta variabilidad en el deseo de afirmarse que apunta en el adolescente y esta teora est en los fundamentos de toda la construccin ideolgica de Adler. Otros piensan q