13
Artículo publicado en LiberAddictus núm. 51, julio de 2001. ISSN 1405-6569 Prácticas de la crianza y cuidado de los hijos en una comunidad en riesgo para el consumo de drogas Bruno Díaz N., Juan David González S., José Luis Chacón M., Edith Flores P. y Verónica Pérez I. Centros de Integración Juvenil, A.C. (cij) es una institución de carácter social cuyos objetivos comprenden la prevención, el tratamiento y la rehabilitación del consumo de drogas en la población mexicana, tomando como base las premisas de la salud pública y la educación para la salud. Estos objetivos integran tanto esfuerzos institucionales como comunitarios, orientados ambos a crear una cultura preventiva de las adicciones, desarrollar estilos de vida saludables y fortalecer las estructuras sociales, como la familia, que pueden ejercer un efecto protector frente al problema. En apoyo a estas actividades, se realizan investigaciones cuyos objetivos están orientados a retroalimentar al programa preventivo institucional mediante el estudio de los factores asociados al consumo de drogas. Estos estudios han permitido una mejor aproximación a la complejidad del problema, ya que una vez que se conocen los factores que sitúan al sujeto en condiciones vulnerables para el uso de drogas, pueden ser contrarrestados, o bien, pueden ser fortalecidos aquellos factores que hacen menos probable que se presente el consumo. No obstante los alcances de esta perspectiva, surgen múltiples dificultades cuando se trata de definir y sobre todo de comprender qué son y cómo interactúan los factores de riesgo y protección. En este contexto, el ámbito familiar si bien puede ser construido como una fuente abundante y fértil generadora de pautas de interacción que promueven el desarrollo del individuo y de la sociedad, también, cuando presenta características disfuncionales, puede propiciar el

crianza

Embed Size (px)

DESCRIPTION

practicas de crianza

Citation preview

Page 1: crianza

Artículo publicado en LiberAddictus núm. 51,julio de 2001.

ISSN 1405-6569

Prácticas de la crianza y cuidado de los hijos en una comunidad en riesgo para el consumo de drogas

Bruno Díaz N., Juan David González S., José Luis Chacón M.,Edith Flores P. y Verónica Pérez I.

Centros de Integración Juvenil, A.C. (cij) es una institución de carácter social cuyos objetivos comprenden la prevención, el tratamiento y la rehabilitación del consumo de drogas en la población mexicana, tomando como base las premisas de la salud pública y la educación para la salud. Estos objetivos integran tanto esfuerzos institucionales como comunitarios, orientados ambos a crear una cultura preventiva de las adicciones, desarrollar estilos de vida saludables y fortalecer las estructuras sociales, como la familia, que pueden ejercer un efecto protector frente al problema.

En apoyo a estas actividades, se realizan investigaciones cuyos objetivos están orientados a retroalimentar al programa preventivo institucional mediante el estudio de los factores asociados al consumo de drogas. Estos estudios han permitido una mejor aproximación a la complejidad del problema, ya que una vez que se conocen los factores que sitúan al sujeto en condiciones vulnerables para el uso de drogas, pueden ser contrarrestados, o bien, pueden ser fortalecidos aquellos factores que hacen menos probable que se presente el consumo. No obstante los alcances de esta perspectiva, surgen múltiples dificultades cuando se trata de definir y sobre todo de comprender qué son y cómo interactúan los factores de riesgo y protección.

En este contexto, el ámbito familiar si bien puede ser construido como una fuente abundante y fértil generadora de pautas de interacción que promueven el desarrollo del individuo y de la sociedad, también, cuando presenta características disfuncionales, puede propiciar el surgimiento de factores de riesgo para el consumo de drogas entre sus integrantes.

En razón de ello, la Subdirección de Investigación de CIJ realizó un estudio cuyo interés se centró en la exploración de las prácticas y nociones de los padres de familia para el cuidado y la crianza de los hijos dentro de un contexto específico, identificado como una zona de alto riesgo para el consumo de drogas. Así, el presente artículo pretende exponer algunos de los aspectos más relevantes encontrados en el estudio.

De acuerdo con lo antes mencionado, consideramos oportuno acercarnos a los factores de riesgo y protección asociados al uso de drogas propios del ámbito familiar, desde la propia perspectiva de los padres de familia, lo cual nos llevó a posicionarnos desde un enfoque cualitativo.

El trabajo de campo se desarrolló a lo largo de seis meses y las técnicas y estrategias utilizadas consistieron en observación focalizada, diarios de campo, entrevistas

Page 2: crianza

individuales a informantes institucionales1 y comunitarios2, entrevistas a grupos focales y entrevistas a profundidad, donde la participación de las madres de familia fue mayoritaria, cuando no exclusiva respecto de los padres.

El escenario del trabajo de campo fue una unidad habitacional ubicada en el norte de la ciudad de México. Se trata de un espacio urbano de clase media baja, caracterizado particularmente por la existencia de relaciones vecinales construidas sobre la base de un acentuado individualismo expresado a través de anonimato, superficialidad, dispersión y resistencia de los habitantes de la unidad para resolver problemas en forma colectiva.

Desde el punto de vista de los informantes llevarse bien con los vecinos significa no meterse con nadie, así como mantener una mínima interacción entre las personas debido a que "cada quién hace lo que quiere... no hay amistad posible, sólo el reconocimiento de que hay que convivir".

Además, en un gran número de edificios se ha modificado el diseño arquitectónico original, mediante la instalación indiscriminada de bardas, rejas y jardines privados; que ha derivado en la disminución de los espacios comunes. El sentido de lo privado se manifiesta al grado de que algunos vecinos optan por esparcir aceite en las bancas que están fuera de sus departamentos para evitar que se siente gente ajena a ellos.

De esta suerte, la fragmentación y privatización del espacio refleja la fragmentación de las relaciones sociales. De hecho, el contacto ocasional entre los vecinos investido de amabilidad, establece un límite ante la posibilidad de contactos más cercanos. Son las explanadas, los pasillos y las escaleras, los lugares públicos donde se realizan los saludos obligados o forzados, lugares en donde no hay una apropiación del espacio público debido al sentido de extrañeza que se experimenta.

Adicionalmente, la inseguridad percibida por la comunidad la ha llevado a una cotidianidad signada por el temor, donde las acciones tienden a ser individuales y se le otorga escasa o nula credibilidad a las actividades colectivas. Al respecto, un informante señala: "la inseguridad entre los edificios es espantosa y yo creo que esto ha motivado que mucha gente se aleje de todo lo que sea participación comunitaria".

La perspectiva individualista ha favorecido el ocultamiento del origen social de fenómenos como la violencia, la inseguridad o el consumo de drogas. En opinión de los informantes, la dimensión del problema se encuentra en el plano de la responsabilidad individual-familiar, "todo se deriva en otros problemas como la drogadicción; esta problemática de delincuencia, se deriva del problema original que es la casa chica, la desintegración familiar".

No obstante, son dos los sentidos en los que la comunidad identifica el consumo de drogas, ya sea en los agentes externos a la comunidad, o bien, en el extremo del ámbito privado de la vida familiar, considerando a este último como una de las principales causas del consumo de drogas. Estos significados generan una asimetría entre la percepción del problema en cuestión y sus posibilidades de solución, donde la incertidumbre, el temor y la

Page 3: crianza

inseguridad señalan causas sociales generales, como la delincuencia, mientras que las alternativas de solución que se proponen tienen un carácter individual y aislado, como las medidas de control y vigilancia familiar.

Este panorama forma parte del contexto en el que se entretejen las relaciones familiares descritas por los informantes, entre quienes prevalece una representación de la familia nuclear como una estructura normativa fundamental, un modelo o paradigma que funciona como una suerte de gramática para darle sentido al mundo y organizar la experiencia cotidiana de sus miembros.

Para los informantes, el cuidado y la crianza de los hijos consiste en "tratar de inculcarles más que nada las buenas costumbres o los cimientos; soy de la idea de que vienen desde el hogar, de papá y mamá". Sin embargo, de acuerdo con lo observado y lo referido en las entrevistas, esta estructura familiar nuclear articulada sobre la base de la presencia de ambos padres en muchos casos no existe. Muchas de las familias que habitan la unidad son por lo regular uniparentales, conformadas por la madre y sus hijos; o bien, con una estructura biparental, pero inmersas en conflictos tales que determinan la virtual ausencia funcional de alguno de los miembros de la pareja. Por otra parte, la referencia a la idea de la familia nuclear es paradójica,ya que aún cuando en los informantes predomina esta noción de familia como lo más importante para el sano desarrollo de sus integrantes, la refieren también como la principal causa responsable del consumo de drogas, así como de otras problemáticas.

En consecuencia, se hace presente la estigmatización y el prejuicio frente a las familias uniparentales a las cuales se señala como familias desintegradas o casas chicas por la ausencia del hombre-padre de familia. Tipologías en las que subyace la idea del fracaso como esposas o mujeres, o bien, su ubicación en una relación basada en la conyugalidad ilícita.

Dado que en estas familias la mujer es la columna del sustento familiar, los vecinos piensan que no pueden vigilar a sus hijos, a quienes se les atribuyen comportamientos inaceptables como el consumo de drogas debido a la ausencia del padre y la deficiente educación que aporta la madre en el poco tiempo que le queda para atenderlos: "cuando la madre llega de trabajar tiene que planchar, lavar, tiene que hacer la comida y con todo esto se le olvidan los hijos".

En esta situación, la versión de las propias madres es: "yo tengo doble trabajo, porque aparte de ser la proveedora económicamente... educación, vestido, calzado... comida... todo, pues me siento doblemente responsable de sacarlas adelante yo sola, de inculcarles valores".A pesar de lo cual, para los informantes, la posición de la mujer queda señalada por la incapacidad para cubrir ambas demandas sin la presencia del hombre.

Esto significa que los esquemas de pensamiento sobre el ideal de familia están sustentados en un modelo familiar patriarcal ejercido por la autoridad/dominación del hombre sobre toda la familia y que su ausencia apunta y define una estructura incompleta y una experiencia no sólo difícil para la mujer y los hijos, sino predestinada a la desintegración

Page 4: crianza

familiar.

Aún más, el rechazo y la estigmatización hacia las familias uniparentales son compartidos por las propias madres de familia que las conforman. Tal es el caso de una mujer divorciada que afirma que la familia"es la base de todo... de la sociedad... de una vida tranquila... de una vida feliz... porque... los padres son muy importantes para los hijos, tanto el hombre como la mujer".

A esta forma de representación del mundo inmediato subyace una desvalorización de la mujer hacia sí misma en el contexto de su realidad como familia uniparental. En tanto que la imagen introyectada de la estructura familiar como un espacio de dominio masculino subsista como eje fundamental de la vida cotidiana, la ausencia material del hombre tenderá a ser sustituida por la mujer, adoptando roles masculinos y cubriendo sus funciones. Sin embargo, la sustitución de roles y funciones no es el problema, éste aparece cuando la mujer se ve a sí misma como representando al hombre y devaluando su propio hacer, en la medida en que no se modifica la imagen de poder que inviste al hombre y subyace a la funcionalidad de la estructura familiar.

Por otro lado, en las familias estructuradas de manera biparental, la concepción e imagen de familia prevaleciente es referida sobre la base de una relación de pareja estable y solidificada con el nacimiento de los hijos. Concepción que está sustentada sobre un modelo de vida familiar que perfila las relaciones hombre-mujer en una articulación equilibrada y equitativa aunque la realidad cotidiana muestra actividades claramente diferenciadas para el padre y la madre en condiciones de desequilibrio y desigualdad. Una madre de familia comenta: "el hombre se la pasa fuera de la casa... pues quién realmente lleva ahí casi todo es la mamá... entonces desgraciadamente estamos en una sociedad en que decimos... si el niño nació aplicado, nació con un cerebro de eminencia, el niño salió al papá, pero eso sí, si el niño es flojo, va mal en la escuela o el día de mañana es borracho... ¡todo lo tiene de la mamá! ¡Tú eres la que está con él, tú eres la que le tienes que decir y tú no le enseñas!, dice el papá, ¡por eso, el niño es así! Desgraciadamente vivimos así y la sociedad es difícil de cambiar... uno podrá cambiar como persona en su casa, dentro de ésta, pero ¿fuera? Es muy difícil, pero sí, la latota realmente la lleva la mujer, porque el hombre está fuera de la casa".

Los quehaceres cotidianos de la vida familiar se realizan en función de las tipificaciones sociales que marcan roles tradicionales dinamizados por la presión social de cumplir con ellos. Mientras que a los padres se les exige que cumplan con su papel de proveedores de la familia, a las madres les corresponde la obligación social de la crianza y el cuidado de los hijos, además de mantenerse subordinadas al dominio masculino.

La división del trabajo existente dentro de la estructura familiar está reforzada por la idea de la determinación social basada en la diferencia sexual de la pareja. Esta división posiciona asimétricamente tanto al hombre como a la mujer en lugares desde los cuales se asumen y asumen al otro, con una visión estereotipada y además contradictoria con respecto a las exigencias de la vida actual. Así, la mujer tiene a su cargo el cuidado de los hijos, pero también el de trabajar ante la insuficiencia de los medios económicos para

Page 5: crianza

sostener a la familia, lo cual ha cambiado la dinámica familiar tradicional en la que la madre sólo se circunscribía al quehacer doméstico y materno. Situación que también ha modificado la forma de relacionarse con sus hijos, sobre la cual, los informantes piensan que en las familias donde ambos padres trabajan"están formando a los hijos de manera indiscriminada, pues llegan cansados y sin ganas de convivir con la familia", señalando que las alternativas de estos padres son las menos adecuadas para la educación de sus hijos, ya que se adoptan medidas ineficaces para una buena educación, como lo ilustra el siguiente comentario: "lo más fácil es prenderles la tele y que vean lo que quieran",o bien,"los corren del departamento, que se vayan a jugar y de ahí pues también van a encontrar de todo, desde muchachos que fuman y se drogan, hasta escenas pasionales y de amor que van asimilando además ¡cómo si fuera lo más natural!".

Por su lado, los padres de familia viven como el principal sostén de la economía familiar y como los depositarios del poder, además de legitimar la autoridad de la madre. Una mujer comenta: "a veces mi esposo y yo no estamos muy de acuerdo, porque no respeta mi autoridad, yo digo una cosa y si él llega no respeta la orden que yo di, porque cuando no está él, lógicamente la que está al mando soy yo. Entonces si él llega y le dije a los niños ¡no pueden salir!, si platican con su papá, él los deja salir y nos hemos peleado por esta cuestión". Tanto mujeres como hombres piensan que el padre debe ser el proveedor, pero por su parte, las mujeres señalan que el peso de la educación de los hijos lo llevan sólo ellas: "nosotras como madres llevamos la mayor carga porque la mayoría del tiempo estamos con los hijos, ahí es donde surgen los problemas" y agregan: "yo creo que la mayor parte la tiene la mujer... la mujer es el pilar más poderoso para que esté bien la familia".

Algunas narraciones indican que los padres se involucran cada vez más en el cuidado y crianza de sus hijos, no obstante, lo viven como una ayuda que le proporcionan a su pareja. Mientras que las mujeres, colocan a la madre en un importante lugar de prestigio y organización dentro de la estructura familiar, pero dentro de los marcos que le otorga un modelo patriarcal. Puede observarse entonces que en las actividades familiares cotidianas, se concretizan los valores culturales asignados en función del género, y aún cuando se presentan sentimientos de insatisfacción en la pareja, la identidad de la mujer sigue definiéndose como un ser para sus hijos, un ser para su esposo, un ser para su hogar.

Por otro lado, el cuidado de los hijos es representado bajo la forma del ejercicio de la autoridad como control, dirección, establecimiento del orden y toma de decisiones acerca del modo de ser y hacer de los hijos. Así pues, es frecuente que entre los padres se manifieste una constante lucha por el poder, propiciando indefinición en los rolesy, por ende, ambigüedad y debilidad de las figuras parentales frente a los hijos.

En suma, indicadores tales como el debilitamiento del modelo de familia nuclear, el prejuicio hacia hogares uniparentales por ausencia de la figura del hombre, la fragilidad y conflicto en las relaciones de pareja y en consecuencia, la frustración experimentada por el grupo familiar, reflejan tendencias de cambio de la estructura y dinámica de la familia nuclear, pero sobre el fondo del predominio de la cultura patriarcal.

Podemos considerar que las condiciones de vida descritas por los informantes ponen de

Page 6: crianza

manifiesto los obstáculos de tipo ideológico a los que nos enfrentamos las mujeres y los hombres hoy en día, ejemplo de esto es la actual imagen masculina como dominante sobre la femenina, lo cual ha generado un sistema de valores que inscribe en los sujetos estilos de vida signados por la frustración, el sometimiento y la dependencia.

Así, la emancipación de las mujeres y las relaciones equitativas entre los sexos quedan en buena medida confinadas al nivel discursivo, pues como lo expresan nuestras informantes, las mujeres continúan centrando sus expectativas, emociones, afectos y representaciones de sí mismas y del mundo en torno a su hogar, a los integrantes del núcleo familiar y a la legitimidad otorgada por el hombre, esto es, al ámbito privado de la vida familiar, aún cuando la existencia femenina transcurra también en los amplios espacios de lo social, como lo es el mundo laboral, profesional, económico y político.

A los sentimientos de culpa, frustración e insuficiencia contribuye la manipulación de la afectividad por los medios masivos de comunicación y las instituciones sociales a través de la promoción del esquema de familia nuclear (y el hombre como su centro) como un grupo que por sí mismo constituye una estructura sana, positiva y de contención para la continuidad y el fortalecimiento de la sociedad.

Las prácticas consuetudinarias de crianza y cuidado de los hijos definen, por la función, el lugar del hombre y la mujer dentro de la familia y eternizan las relaciones de poder subyacentes al modelo de familia nuclear con sus connotaciones de frustración y dominio.

La falta de consistencia entre el pensamiento y la acción, es decir, la no correspondencia entre lo que se hace y lo que se piensa de lo que se hace, se materializa en la discontinuidad entre lo existente y lo deseable. Así, la vida cotidiana puede convertirse en una permanente fuente generadora de estrés y anomia, colocando a los sujetos en condiciones de vulnerabilidad ante las adicciones.

Reflexiones de este tipo pueden ser incorporadas a los procesos de planeación de programas de intervención comunitaria que realizan las instituciones de salud, creando así la posibilidad de dar una respuesta crítica a la disposición manifiesta de las madres de familia para participar en actividades institucionales con la expecativa de aprender a ser mejores madres. Expectativas como ésta, implican una posición ante el aprendizaje que recubre al experto con una investidura de poder sustentada en el conocimiento que se le atribuye. El conocimiento aparece entonces como propiedad y como un instrumento mediante el cual alguien puede transformar la vida cotidiana de otras personas, independientemente de si este cambio corresponde o no a su realidad.

En este orden de ideas, consideramos que es tarea de las instituciones fundar sus intervenciones comunitarias, en un conocimiento capaz de incorporar la idiosincrasia y principios de realidad propios de las comunidades. Asimismo, deben considerarse elementos tales como la influencia de los medios de comunicación, las medidas de control social, la cultura patriarcal y los esquemas de pensamiento tradicional. De esta forma, se busca que los programas integren el reconocimiento de las condiciones de vida actual, fundando en este conocimiento la posibilidad de construir esquemas de normatividad

Page 7: crianza

alternativos y dinamizando procesos de resignificación asociados con el propio sentir de los involucrados.

Surge entonces la necesidad de llevar al plano de la acción una reconcep-tualización del modelo de familia, que lejos de estar en pos de un deber ser prescrito, pueda reconocer las capacidades de ajuste propias de cada estructura familiar. La acción institucional deberá entonces tomar en consideración necesidades tales como el desarrollo de un sistema de cuidado de los niños en edad preescolar o el fortalecimiento de formas emergentes de organización comunitaria de apoyo a la familia, como pueden ser las que Castells ha llamado "redes solidarias de mujeres".

En este mismo sentido, cabría fomentar críticamente una mayor adopción de los roles femeninos por parte de los padres de familia, como por ejemplo su participación en el cuidado de los hijos y en su formación psicoafectiva; mientras que por otra parte, en las madres de familia debe reconocerse su apropiación de elementos que han pertenecido tradicionalmente al rol masculino.

Notas1.- Se consideró como informantes institucionales a profesores, médicos, enfermeras, trabajadores sociales, dirigentes religiosos, etcétera, residentes o que ejercieran sus funciones constantemente en la comunidad.2.- Se consideró como informantes comunitarios a jefes de manzana, líderes informales, padres de familia de ambos sexos, que conviven con sus hijos entre 10 y 18 años de edad, residentes de la comunidad en cuestión.

Referencias BibliográficasAguilar, M.A., Vivienda multifamiliar, ciudad y vida cotidiana. Una exploración sobre hábitat y fronteras, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México,Arizpe, L., Cultura y desarrollo. Una etnografía de las creencias de una comunidad mexicana, Miguel Angel Porrúa, México, 1989.Berger P. y Luckmann T., La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1968.Bertalanffy, L.V., Teoría general de los sistemas, Fondo de Cultura Económica, México, 1968.Castells, M., La cuestión urbana (segunda parte: la ideología urbana), 14ª. ed., Siglo XXI Editores, México, 1997.Castells, M., La era de la información, Vol. II, El poder de la identidad, Siglo XXI Editores, México, 1999.Centros de Integración Juvenil, A.C., Subdirección de Investigación, Estudio básico de la comunidad objetivo, 4a.ed., México, 1995.Centros de Integración Juvenil, A.C., Subdirección de Investigación, Programas de prevención del consumo de drogas centrados en factores de riesgo. Informe de investigación núms. 96-68, México, 1996.Centros de Integración Juvenil. A.C., Subdirección de Investigación, Evaluación cualitativa del impacto del Programa preventivo y de participación comunitaria y redes sociales de apoyo en colonias de alto riesgo de la ciudad de Mazatlán. Informe de investigación núms.

Page 8: crianza

97-20, México, 1997.Delgado, J.M. y J. Gutiérrez (coords.), Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales, Síntesis, Madrid, 1994.Denzin, N.K., The Research Act: A Theoretical Introduction to Sociological Methods, McGraw Hill, Nueva York, 1978.Fernández Christlieb, P., La psicología colectiva un fin de siglo más tarde, Anthropos-El Colegio de Michoacán, Colombia, 1994.Festinger, L. y D. Katz (comps.), Los métodos de investigación en las ciencias sociales, Paidós, México, 1953.Galindo C.J. (coord.), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, CNCA-Addison Wesley Longman, México, 1998.Guinsberg, E., Normalidad, conflicto psíquico, control social. Sociedad, salud y enfermedad mental, Plaza y Valdés, México, 1990.Heller, A., Sociología de la vida cotidiana, Ediciones 62, España, 1977.LeCompte, M.D. y J.P. Goetz, "Problems of reability and validity in ethnographic research", en Review of Educational Research, 52 (1), 1982.Lincoln, Y. y E. Guba, Naturalistic inquiry, Sage Publications, Beverly Hills, 1985.Matrajt, M., La salud mental pública, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México, 1992.Miles, M.B. y A.M. Huberman, Qualitative Data Analysis: An Expanded Sourcebook, Sage, Newbury Park, CA, 1994.Nigenda, G. y A. Langer, Métodos cualitativos para la investigación en salud pública, Instituto Nacional de Salud Pública, México, 1995.Ruíz Olabuénaga, J.I., Metodología de la investigación cualitativa, Universidad de Deusto, Bilbao, España, 1999.SSA-Conadic, El consumo de drogas en México: diagnóstico, tendencias y acciones, México, 1999.Taylor, S.J. y R. Bogdan, Introducción a los métodos cualitativos de investigación, Paidós, España, 1987.