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Había una vez un país tan tan tan tan tan pequeño, que cabía en el bolsillo de los niños del país de al lado. Todos sus habitantes eran niños y niñas de Educación Infantil que eran muy muy muy felices en aquel pequeño país. En una de aquellas pequeñas casitas vivía Martina, una niña con la cara llena de pecas, y con una sonrisa muy grande que dejaba ver sus grandes dientes blancos. Cada día, Martina salía a pasear por la ciudad, y le gustaba pararse frente al escaparate de tartas de limón que estaba al lado de la casa de la señora Pot. Uno de estos días que Martina fue a ver el escaparate de las tartas de limón, algo sorprendente ocurrió. En la tarta de diez pisos de color amarillo había algo raro. La miró y la miró sin parar hasta que de repente de su interior salió un marcianito de color rosa. El marciano miró a Martina y pegando las manos al cristal la sonrió con su boca sin dientes llena de nata con sabor a limón. Martina chilló asustada y corrió, corrió, corrió sin parar. Pero el marcianito salió detrás de ella, por cierto se llamaba Rebi, corrió tras ella y al final consiguió alcanzarla. Martina muy asustada no conseguía articular palabra, solamente llamaba llorando desconsolada a su mamá. Rebi le dijo que no se asustará, que él solo quería ser su amiguito, y quería enseñarla los rincones más bonitos de Toledo, una ciudad que Martina no conocía. Martina accedió a irse en su nave espacial que les transportaban a diferentes lugares, primero estuvieron en Zocodover, luego en el Alcázar, y no se fueron de Toledo sin visitar sus maravillosos patios Toledanos y como ya sabéis Martina era muy golosa y no podía irse sin comer el delicioso mazapán. Martina se sentía muy feliz con su nuevo amigo Rebi y se lo pasaban muy bien juntos, cada día se transportaban a una ciudad diferente y conocían todos los lugares más importantes de ella. Uno de esos días, a la vuelta de uno de sus trepidantes viajes, Martina y Rebi estaban jugando en el parque oyendo los pájaros cantar. Rebi le dijo a Martina:

Creación artística Música

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Cuento

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Page 1: Creación artística Música

Había una vez un país tan tan tan tan tan pequeño, que cabía en el bolsillo de los niños del país de al lado.

Todos sus habitantes eran niños y niñas de Educación Infantil que eran muy muy muy felices en aquel pequeño país. En una de aquellas pequeñas casitas vivía Martina, una niña con la cara llena de pecas, y con una sonrisa muy grande que dejaba ver sus grandes dientes blancos. Cada día, Martina salía a pasear por la ciudad, y le gustaba pararse frente al escaparate de tartas de limón que estaba al lado de la casa de la señora Pot.

Uno de estos días que Martina fue a ver el escaparate de las tartas de limón, algo sorprendente ocurrió. En la tarta de diez pisos de color amarillo había algo raro. La miró y la miró sin parar hasta que de repente de su interior salió un marcianito de color rosa. El marciano miró a Martina y pegando las manos al cristal la sonrió con su boca sin dientes llena de nata con sabor a limón. Martina chilló asustada y corrió, corrió, corrió sin parar.

Pero el marcianito salió detrás de ella, por cierto se llamaba Rebi, corrió tras ella y al final consiguió alcanzarla. Martina muy asustada no conseguía articular palabra, solamente llamaba llorando desconsolada a su mamá.

Rebi le dijo que no se asustará, que él solo quería ser su amiguito, y quería enseñarla los rincones más bonitos de Toledo, una ciudad que Martina no conocía.

Martina accedió a irse en su nave espacial que les transportaban a diferentes lugares, primero estuvieron en Zocodover, luego en el Alcázar, y no se fueron de Toledo sin visitar sus maravillosos patios Toledanos y como ya sabéis Martina era muy golosa y no podía irse sin comer el delicioso mazapán.

Martina se sentía muy feliz con su nuevo amigo Rebi y se lo pasaban muy bien juntos, cada día se transportaban a una ciudad diferente y conocían todos los lugares más importantes de ella.

Uno de esos días, a la vuelta de uno de sus trepidantes viajes, Martina y Rebi estaban jugando en el parque oyendo los pájaros cantar. Rebi le dijo a Martina:

- Ojalá yo supiera cantar como ese pájaro.

Martina le dijo.

- ¡Claro que puedes! Todo el mundo tiene un instrumento dentro de sí que es la voz y podemos hacer sonidos con nuestro cuerpo.

Y Rebi le dice:

- ¡No puede ser! ¿Con el cuerpo?

Martina:

- ¡Claro!

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(Canción)

Con las manos damos palmas (palmas)

Con los dedos hago pitos (pitos)

Con los pies pataleamos (pataleamos)

Y con la boca (Silbido) silbamos

Rebi:

- ojalá pudiera cantar como tú.

Martina:

- Claro que puedes! Solo tienes que dejar que la música fluya por tus antenas. ¡Vamos inténtalo!

Rebi (sonidos de palmas, golpes en las piernas, etc aleatorio)

Martina:

- Muy bien ¡Cantemos juntos!

(Canción)

Con las manos damos palmas (palmas)

Con los dedos hago pitos (pitos)

Con los pies pataleamos (pataleamos)

Y con la boca (Silbido) silbamos

Martina y Rebi se hicieron inseparables, jugaban todas las tardes juntos en casa de Martina, en el parque de al lado, le gustaba muchísimo cantar y bailar porque les ponía alegres y les divertía un montón.

De pronto una tarde, Rebi no apareció por casa de Martina para jugar como habitualmente solían hacer, Martina se preocupó mucho y salió a buscarlo.

El pobre Rebi, estaba llorando desconsoladamente en su pequeña nave. Martina le preguntó que qué le pasaba y él contestó diciendo:

-Porque todo el mundo me mira como un bicho raro, y yo quiero estar siempre contigo, eres una amiga muy especial y divertida.

Martina muy triste también, le consoló, y le prometió que nunca se separarían el uno del otro.

Page 3: Creación artística Música

Rebi le dijo a Martina que por que no se marchaba con el en busca de otros planetas y lugares en su nave, pero Martina pensó, que lo mejor sería disfrazarse de marciana siempre que estuvieran juntos y así ser dos marcianitos divertidos.

Pasados unos días, llegó el cumpleaños de Martina, de repente sonó la puerta de su casa (¡Martina no se lo podía creer era Rebi con un gran paquete!)

-Martina estaba muy sorprendida y le dijo; ¿pero qué haces aquí?

-Rebi dijo; felicidades Martina quería darte una gran sorpresa…

Martina abrió el gran paquete y dijo muy contenta:

-¡no me lo puedo creer es el mejor regalo de mi vida!

Era un traje de marciana que la familia de Rebi había creado para ella, con el que Martina y Rebi podían salir juntos a jugar.

Aquel día Rebi estaba muy feliz y contento por que ya no se sentiría solo y diferente.

SONIDOS DE LAS EMOCIONES

Feliz/contento: música con muchos instrumentos agudos y rápida

Triste: música lenta e instrumentos de percusión grave

Asustada: música tenue y con música grave y de persecución