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1 CORRUPCIÓN por Asunción Velilla Definimos corrupción como el manejo desleal de la confianza que fue otorgada a un individuo o grupo de individuos que forman parte de instituciones públicas, las cuales se diseñaron para administrar la convivencia en condiciones de equidad y reconocimiento de derechos y deberes legitimados en legislaciones nacionales e internacionales, y de los que se espera una gestión bajo unos principios éticos de cuidado del bien público. El manejo desleal tiene como finalidad subvertir el orden acordado en las instituciones a las que se pertenece, de modo que se derive un beneficio, generalmente personal, a cambio de sacrificar el beneficio público y común. Esta subversión se realiza aprovechando la capacidad de decisión otorgada al servidor público, y faltando, en consecuencia, a la lealtad propia de la confianza entregada. Si bien la corrupción política es una de las más traumáticas para las sociedades, en buena medida por la cercanía reconocida históricamente entre política y ética, y más virulenta en sociedades democráticas porque cuentan con mecanismos para otorgar el poder, que en última instancia se procura que sea legitimado por la moral; la corrupción no es exclusivamente de carácter político-institucional. Sí es necesario, sin embargo, para poder hablar de corrupción, que exista lo que Ernesto Garzón Valdés denomina “sistema normativo relevante” i , es decir, un entramado de normas vinculantes y de trascendencia para el grupo, que orientan la acción, y para las que existe sanción externa por incumplimiento. Podemos afirmar que la corrupción ha desarrollado mecanismos más eficaces de funcionamiento en la sociedad occidental desde la aparición del concepto abstracto de crédito vinculado al también concepto abstracto de dinero, en el Renacimiento. De modo que, a nivel práctico, quien o quienes cometen corrupción consentirán una doble convivencia con su responsabilidad, acordando aceptarla y faltando a lo acordado, en grados de transgresión que van de la extorsión a la corrupción ii ; y de manera semejante a como se falta al crédito entregado; en la esperanza de que su carácter abstracto permita las suficientes excepciones antes de entrar en riesgo de desestructuración con sus consecuencias, concretas, para el grupo o la sociedad. Por esta misma razón se pueden hallar afinidades entre la corrupción y la revolución iii . Coadyuva también a la corrupción la idea que expresa Maquiavelo, tratando justamente

Corrupción

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Una aproximación al concepto de corrupción por Asunción Velilla

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CORRUPCIÓN

por Asunción Velilla

Definimos corrupción como el manejo desleal de la confianza que fue otorgada a un

individuo o grupo de individuos que forman parte de instituciones públicas, las cuales se

diseñaron para administrar la convivencia en condiciones de equidad y reconocimiento de

derechos y deberes legitimados en legislaciones nacionales e internacionales, y de los

que se espera una gestión bajo unos principios éticos de cuidado del bien público.

El manejo desleal tiene como finalidad subvertir el orden acordado en las instituciones a

las que se pertenece, de modo que se derive un beneficio, generalmente personal, a

cambio de sacrificar el beneficio público y común. Esta subversión se realiza

aprovechando la capacidad de decisión otorgada al servidor público, y faltando, en

consecuencia, a la lealtad propia de la confianza entregada.

Si bien la corrupción política es una de las más traumáticas para las sociedades, en

buena medida por la cercanía reconocida históricamente entre política y ética, y más

virulenta en sociedades democráticas porque cuentan con mecanismos para otorgar el

poder, que en última instancia se procura que sea legitimado por la moral; la corrupción

no es exclusivamente de carácter político-institucional. Sí es necesario, sin embargo, para

poder hablar de corrupción, que exista lo que Ernesto Garzón Valdés denomina “sistema

normativo relevante”i, es decir, un entramado de normas vinculantes y de trascendencia

para el grupo, que orientan la acción, y para las que existe sanción externa por

incumplimiento.

Podemos afirmar que la corrupción ha desarrollado mecanismos más eficaces de

funcionamiento en la sociedad occidental desde la aparición del concepto abstracto de

crédito vinculado al también concepto abstracto de dinero, en el Renacimiento. De modo

que, a nivel práctico, quien o quienes cometen corrupción consentirán una doble

convivencia con su responsabilidad, acordando aceptarla y faltando a lo acordado, en

grados de transgresión que van de la extorsión a la corrupciónii; y de manera semejante a

como se falta al crédito entregado; en la esperanza de que su carácter abstracto permita

las suficientes excepciones antes de entrar en riesgo de desestructuración con sus

consecuencias, concretas, para el grupo o la sociedad. Por esta misma razón se pueden

hallar afinidades entre la corrupción y la revolucióniii.

Coadyuva también a la corrupción la idea que expresa Maquiavelo, tratando justamente

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de atajar sus gérmenes, cuando habla de la dimensión temporal limitada en que se

mueven las necesidades humanas, y de la ceguera con que se persiguen los éxitos

inmediatos. De modo semejante a como se convive con el carácter inaccesible de los

conceptos abstractos, de tal forma que en la zona oscura de la inaccesibilidad se

desarrollan las sustracciones o excepciones al principio acordado, en el presupuesto de

que es un bien renovable.

Ahora bien, de la misma forma que advertimos, aunque a duras penas, que no existen

bienes naturales renovables, tampoco los bienes sociales y políticos lo son. La

devastación realizada por la corrupción en la sociedad tiene características semejantes a

la realizada en la naturaleza. Amparada incluso en el añejo espejismo de la falacia

eurocentrista, que aún afirma que sociedades menos desarrolladas sufren en mayor

medida la lacra de la corrupción; y en paralelo a como la guerra obedece a un frío cálculo

de los que están en capacidad de hacerlo, obedeciendo a su vez a unos incentivos y

desincentivos, parafraseando a Joan Estebaniv .

Nuestras sociedades globales tienen un campo mayor para la corrupción, en palabras de

Clemente Auger “la cibereconomía se caracteriza (...) por una desreglamentación

creciente (...). Se estima que los movimientos especulativos de capitales son cada día de

60 a 100 veces más importantes que los movimientos de capitales correspondientes a

transacciones económicas reales”v. Pero baste recordar a Kant: “¡Es tan cómodo no estar

emancipado! Tengo a mi disposición un libro que me presta su inteligencia, un cura de

almas que me ofrece su conciencia, un médico que me prescribe las dietas, etc., etc., así

que no necesito molestarme. Si puedo pagar no me hace falta pensar: ya habrá otros que

tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa tarea. Los tutores, que tan

bondadosamente se han arrogado este oficio, cuidan muy bien que la gran mayoría de los

hombres considere el paso de la emancipación, además de muy difícil, en extremo

peligroso.”vi La cibereconomía asusta, pero no tiene la exclusividad del ciberespacio,

donde la sociedad civil tiene un ámbito promisorio. Justamente el concepto de democracia

se ha venido ocupando de subvertir el de exclusividad, así como el de ciberespacio abre

caminos a la cooperación e integración internacional.

Esta conclusión permite desandar el camino en sentido inverso. Lo que arrojaría en primer

lugar, que la corrupción no es exclusividad del servidor público, sí de quien tiene

capacidad de decidir por un bien que atañe a otros, de ahí que lo público sea más amplio

que lo Estatal y que remite a la descripción kantiana de Ilustración, donde es posible

hallar la trascendencia del individuo en términos absolutos. Otra vez con Kant: “Porque

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frente a la omnipotente naturaleza o, más bien, a su suprema causa inaccesible, el

hombre es una insignificancia. Pero que los que mandan en el género humano también lo

tomen por una pequeñez y le traten en consecuencia, ya cargándole como un animal e

instrumento suyo, ya empleándole como pieza de ajedrez en sus pugnas, para que se

deje matar por ellos, esto sí que no es una pequeñez, sino genuina inversión del fin último

de la creación.”vii

i GARZÓN VALDÉS, Ernesto, “Acerca del concepto de corrupción” en Claves de Razón Práctica, nº 56, octubre

1995, pp. 2-38

ii El mismo artículo de Garzón Valdés hace un minucioso análisis de los conceptos. Nosotros hemos elaborado un

acercamiento a este artículo en http://www.slideshare.net/AsuncinVelilla/corrupcin-15777769

iii Ibid

iv Investigador del CSIC, secretario general de la International Economic Association. En entrevista publicada por La

Vanguardia el 28 de diciembre de 2012, p 56

v AUGER, Clemente, “La justicia ante el fenómeno de la corrupción” en Claves de Razón Práctica, nº 56, octubre

1995, pp. 40- 46

vi KANT, Emmanuel, “Qué es la ilustración?” en Filosofía de la historia, Bogotá, FCE, 1998, pp 25-26

vii KANT, Emmanuel, “Si el género humano se halla en progreso constante hacia mejor” en Filosofía de la historia,

Bogotá, FCE, 1998, pp 110