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325 años con la luz del monserrat el colegio fundado en 1687 sigue apostando por una educación pública, inclusiva, plural y democrática. Identidad y pertenencia, valores de esta escuela preuniversitaria que el tiempo no erosionó entre sus alumnos y egresados. Suplemento especial Córdoba, Argentina. Martes 31 de julio de 2012.

Córdoba, Argentina. Martes 31 de julio de 2012. … años con la luz del monserrat el colegio fundado en 1687 sigue apostando por una educación pública, inclusiva, plural y democrática

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325 años con la luz del

monserratel colegio fundado en 1687 sigue apostando por una educación

pública, inclusiva, plural y democrática. Identidad y pertenencia, valores de esta escuela preuniversitaria que el

tiempo no erosionó entre sus alumnos y egresados.

Suplemento especialCórdoba, Argentina. Martes 31 de julio de 2012.

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Entrada la segunda década del siglo 21 y a 325 años de su nacimiento, el Colegio

Nacional de Monserrat se plan-tea renovar su estatura de insti-tución emblemática para la edu-cación, que ha trascendido las fronteras de Argentina hacia América y el mundo.

Entre sus desafíos, resaltan hoy sus autoridades, están los de solidificar valores como la democracia, la participación, la inclusión y el pluralismo, desde una visión humanista y con un colegio público cuyo reconoci-miento se traduce cada año en el interés que despierta entre cientos de aspirantes al ingreso o en el destacado rendimiento posterior de sus egresados.

“La educación humanista parece hoy una utopía, pero

apostamos a ese humanismo hecho realidad en un contexto difícil, pese a modelos impues-tos en los medios que apuntan a la superficialidad y el facilis-mo”, resumen los directivos.

El Monserrat, referente cla-ve en la historia de esta provin-cia y el país, celebra además es-te aniversario con la intención de derribar prejuicios que lo es-tigmatizan como un centro eli-tista y conservador.

Los domicilios registrados de los 1.673 alumnos que hoy cursan el secundario, de los que 908 son mujeres y 765 varones, reflejan un mosaico de los más diversos sectores sociales.

Otro tanto ocurre con los 545 asistentes a las carreras de pre-grado (martillero y corredor público, tecnicatura superior

en Bromatología y Comunica-ción Visual), que por la noche son también parte de la oferta educativa de esta institución, junto al trayecto técnico profe-sional del curso de preceptor y auxiliar docente.

Para intentar su cometido de brindar una educación pública de calidad, en este colegio liga-do a la Universidad Nacional de Córdoba trabajan cerca de 35 no docentes y 200 docentes, entre autoridades, profesores, precep-tores y ayudantes de gabinetes tales como los de Física, Quími-ca, Ciencias Naturales o Infor-mática. Además, a las aulas vir-tuales y de proyección ya exis-tentes se sumó este año la posi-bilidad de que cada alumno y docente cuenten con su propia netbook suministrada por la Nación a través del programa Conectar Igualdad, lo que per-mitió, tras la adaptación del edi-ficio, la conexión a Internet en

cada curso y el uso de nuevas tecnologías como herramienta.

A ello se suman talleres y ac-tividades opcionales, que inclu-yen idiomas que no están en los planes de estudio, teatro, coro, plástica, grupos musicales, in-tegración de escuadras deporti-vas en distintas disciplinas o la práctica de esgrima y tiro, más allá de la Educación Física co-mo asignatura curricular.

Todo este menú de opciones se brinda en un colegio al que

muchos imaginan con alto pre-cio en su matrícula, pero cuyo costo anual (entre cooperadora y gastos administrativos) no lle-ga a la mitad de lo que se paga por mes en algunas institucio-nes privadas de la ciudad, ade-más de contemplarse casos de eximiciones de pago cuando las circunstancias lo ameriten, co-mo recordó en la web de este diario Francisco Gelonch, hoy jefe de preceptores y quien hace 32 años ingresó al “Monse” con 10 años para no irse ya más.

Tal vez una mezcla de todo lo antes expresado contribuye a que, cada año, cerca de mil aspi-rantes se inscriban para rendir el examen de ingreso de diciem-bre, en el que están en juego al-go más de 250 vacantes y para el cual se brinda desde mayo un curso nivelatorio cada sábado.

Así es hoy el Monserrat, 325 años después, y de ese modo afronta desafíos de este tiempo.

El humanismo como bandEraEl Monserrat afronta el siglo 21 con nuevos desafíos y una valorada apuesta educativa.

El patio mayor,con la estatua de Ignacio Duarte y Quirós, centro de actos solemnes y

del festejo más esperado.

El 25 de julio, el edificio fue declara-do Monumento Histórico Nacional

(ley 12.365). Es custodiado por la Comisión Nacional de Museos, Mo-

numentos y Lugares Históricos.

1938A comienzos de año y con la pre-

sencia de la rectora de la Universi-dad de Córdoba, Carolina Scotto,

alumnos y docentes recibieron net-books de la Nación.

monumEnto histórico nacional

2012nEtbooks sobrE

cada pupitrE E intErnEt En

todas las aulas.

Son los estudiantes que cursan hoy en el Colegio Nacional de Monserrat y aspiran a su título de bachiller humanista. 908 de ellas son mujeres; 765, varones.

1.673

Diseño: Ricardo Heredia. Fotografía portada: Martín Baez. Producción fotográfica interior: José Gabriel Hernández. Agradecimiento archivo fotográfico CNM. Producción periodística: Juan Carlos Carranza y Marcelo Taborda.

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Un recreo en el segundo piso, donde se hallan las aulas de los primeros, segundos y algunos terceros años del secundario, tanto a la mañana como por la tarde. Es el primer

“paisaje” de quienes ingresan desde 5° o 6° grado. Por la noche, en el colegio se dictan clases de diferentes carreras de pregrado y del Curso de Preceptor y Auxiliar Docente.

El mural del salón de actos. Situado en el primer piso, fue pintado por el artista plástico Claudio Bogino, quien fuera alumno del establecimiento. En ese ámbito, diversas

promociones han celebrado a lo largo de los años su cena de fin de curso y luego han conmemorado sus bodas de plata o de oro de egresados.

La otra fuente. Ubicada en el segundo patio, junto a añejos pinos y recién restaurada, la música de su agua vuelve a acompañar a quienes se detienen a leer las placas evocativas,

a los que van hacia la reubicada biblioteca o a quienes acuden al gabinete psicopedagógico.

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ambientes singulares en cada rincón

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Gente de laboratorio. Estudiantes de pregrado en plena actividad

(foto) durante clases de la Tecni-catura Superior en Bromatología que se brinda en el turno noche.

1979Los festejos por los 300 años con-

vocaron a toda la comunidad y contaron como invitado al enton-

ces presidente de la República, que izó ese 1° de agosto la Bandera.

Por iniciativa de alumnos de 7°

año, se volvió a izar la bandera

cada mañana.

1987el Presidente raúl alfonsín

asistió a los actos Por el

tricentenario.

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MONSERRATENSES DIXERUNT

Galería de fotos. Más imágenes.LaVoz.com.ar. Los monserratenses pueden enviar mensajes en Facebook.

MigueL cLariá,

periodista

Pertenencia. De eso se trata el perdurable espíritu del Mon-serrat, no importa en qué cruces de tiempos propios y aje-nos se hayan transitado sus claustros ni cuáles los caminos recorridos al cabo. Se puede pertenecer de muy distintos modos. El riesgo es el espíritu de cuerpo que induzca al en-cierro y no a la apertura.Y no siempre se ha logrado evitar la confusión entre apego a las tradiciones y simple oscurantismo o sentimientos me-nores de elitismo mal entendido.

El Monserrat nos ha marcado y perdura, en cada uno de los que lo vivimos, en mínimos gestos que permiten recono-cernos en el respeto y el amor por sus aulas, su patio y su fuente. Es una sensación de parentesco aun entre genera-ciones tan distantes como las de quienes ya hemos cele-brado los 50 años de egresados y las chicas y chicos que alborotan la Obispo Trejo. Ellos hoy, y todas las promocio-nes anteriores desde hace 325 años, somos, simplemente, monserratenses.

Una marca que perdura

carLos ouLton,

médico

Ser ex alumno del Monserrat es tener el orgullo siempre vivo de pertenecer a una de las escuelas más prestigiosas e influyentes de Córdoba, Argentina y Latinoamérica.Basta recordar que por sus aulas pasaron eminencias y dirigentes políticos, y desde allí surgieron los primeros manifiestos de la Reforma Universitaria de 1918 liderados, entre otros, por Deodoro Roca.Considero de inestimable valor la formación humanística

de que fuimos dotados, que sin duda contribuyó a la for-mación de los valores individuales y colectivos que man-tienen viva la llama monserratense.Querría resaltar que el gran debate que se formuló por la incorporación de mujeres allá por 1997 tenía anteceden-tes, ya que personalmente cursé mi sexto año en el turno noche y ya era mixto: teníamos tres compañeras mujeres, en 1959.

el orgullo de pertenecer

Pancho Marchiaro, Gestor cULtUraL

Lunes, 7.45 am. Saco de un tío, pupitre de madera y hie-rro forjado. Corbata con el nudo más grande de Córdo-ba y correcto peinado “lami-do de vaca”. Entra un señor y nos trata de señores. Mie-do. Entra otro señor y dice: “Salvete alumni”. Casi al borde de hacernos pis, nos paramos y empieza la pri-mera clase del primer día del Monserrat, un mundo misterioso de palmeras infi-nitas y adultez. Especial-mente para un niño de 10 años. Después, todo es compañe-rismo y eminencias que, en sus clases, aportaban las bases intelectuales que de-berían construir a esas per-sonas que empezaban a eri-girse. También había perver-sos y conservadores, pero del “Monse”, lo que queda no es de los otros sino pro-pio: la convicción de que el conocimiento es libertad.

Huella interna

Franco Patiño envió la foto, egresado de la promoción 1993. Ingresó cuando “el Monse” cumplía 300 años. “Recuerdo que aquella vez estuvo como invitado el presidente Raúl Alfonsín. Fue muy emocionante”, contó.

Cuenta Juan Carlos Antuña que la imagen es del viaje a Bariloche de la promo 74 turno tarde. En círculos, aparecen Eduardo Chalimond, secretario de Salud de Colonia Caroya, y Jorge Lawson, ministro de Producción.

Comienzos del siglo 20. Los chicos de primero y segundo años del Colegio Monserrat del año 1900. La fotografía fue tomada en uno de los patios internos de la institución. El saco y el moño eran parte del atuendo distintivo de aquella época; después, vinieron el saco y la corbata. En el centro de la escena, no podía faltar una pelota de fútbol.

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En sus galerías dio sus primeros pasos parte del movimiento que derivó en la gesta de 1918. Deodoro Roca, Arturo Orgaz y Arturo Capdevila, protagonistas de esa épica estudiantil.

José Camaño Landaeta (*)

t estigo de los aconteci-mientos que configura-ron nuestro destino de

Nación, el Colegio Nacional de Monserrat continúa dando testimonio de su compromiso y entrega no sólo a la educa-ción sino también a la cultura de nuestro país y de toda La-tinoamérica. En él se amalga-man la memoria y la utopía con las que se entretejieron las tramas de su rica historia.

Muchos de sus alumnos fueron protagonistas de su tiempo. Quizá porque el sue-ño de Duarte transmitió una misión en el espíritu monse-rratense que pervive encar-nado en la formación huma-nista de su legado.

El Colegio Nacional al cual señalaran de conserva-

dor y reaccionario sin embargo dio albergue y cobi-jó también al espíritu revolu-cionario, reformista y progre-sista.

Así, podemos decir que la épica estudiantil que repre-sentó la Reforma del ‘18 empe-zó a balbucear sus reivindica-ciones en las galerías del “Monse”, en la visión de tres compañeros de promoción protagonistas de aquella ges-ta: Deodoro Roca, Arturo Or-gaz y Arturo Capdevila.

Los muros del Monserrat incentivaron aquellas ideas de justicia y de rebeldía que van a enarbolarse en el famo-so Manifiesto Liminar.

También ellos intervinie-ron en representación del centro de estudiantes de De-recho, en el escrito firmado por Deodoro Roca el 5 de julio de 1912, ante la prohibición

del Consejo Superior de la Universidad de una conferen-cia de Alfredo Palacios, aus-piciada por los alumnos del Monserrat, en el que expresa-ban su solidaridad.

Los tres monserratenses estarán ligados, asimismo, en la constitución de aquel Co-mité Córdoba Libre que se funda en la casa de Arturo Capdevila en 1916 y cuyas conferencias en la Biblioteca Córdoba son la antesala del movimiento reformista.

Por eso, al celebrar los 325 años de su fundación, el Mon-serrat no puede dejar de hon-rar a sus ex alumnos, que brindaron a Córdoba y a su Universidad el hito intelec-tual por el cual es reconocida en todo el mundo.

(*) Licenciado en Filosofía, profesor del Monserrat.

Del Monse a la RefoRMa

El hogarencendido y un café

a disposición para los profesores en su

sala, durante el recreo de una

mañana de invierno de 2012.

Voces de mayo con tonada En los claustros del Colegio Monse-rrat están sus nombres, pero la le-yenda respecto de su participación en el Cabildo de Mayo no da mayo-res pistas de la historia subyacente. Un grupo de jóvenes estudiantes que, después de leer a escondidas libros prohibidos, imaginó un país libre y soberano.Ocultos en arcones, contraban-deados entre equipajes y vituallas, los libros de la libertad entran al colegio, circulan de mano en mano con toda discreción y determinan así la formación de secretos gru-pos para su lectura y discusión, fuera de la vigilancia de las autori-dades. Las lecturas prohibidas re-querían escondites que brindaran la seguridad de abrir las páginas que empezaran a escribir una nue-va historia. El 25 de mayo de 1810 se formaba

el primer gobierno elegido en es-tas tierras, con tres monserraten-ses entre ellos.Acometer desde nuestro presente la evocación de la Primera Junta es rendir tributo a aquellos alum-nos que forjaron sueños y utopías en las aulas del colegio, en sus ca-minatas hasta la huerta de Santa Ana o bien en sus cabalgatas por la estancia de Caroya.Los nombres de Castelli, Paso y Alberti ocupan los sitios privilegia-dos de aquel primer gobierno, pero también participaron en ese Cabil-do y con su voto pidieron el reem-plazo del virrey otros monserra-tenses, como Domingo Belgrano, Joaquín Campana, Agustín de Elía, Juan Dámaso Fonseca, Mariano Yrigoyen, Juan Seguí, Pascual Silva Braga, Andrés Ramírez, Ramón Vieytes y José de Zeide.

Los docentes hicieron una huelga y los estudiantes tomaron el cole-gio por los cambios realizados en el plan de estudios. El rector de la

UNC era Rogelio Nores Martínez.

1969Muchos de los instrumentos y pie-

zas alojados en el actual Museo del Colegio (foto) eran, hasta hace só-

lo algunos años, parte de los ele-mentos del gabinete de física.

siete hoRas estuvo ocupaDo

el MonseRRat, tituló la voz el 11

De DicieMbRe.

2005se plantea la

iDea De un Museo pRopio, anexo al Museo históRico

De la unc.

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OPINIóN

El Monserrat es hoy un edificio emblemático de la ciudad de Cór-

doba, testigo fiel de la his-toria, sin dejar de lado el as-pecto de tradición educati-va para el que el Colegio fue creado, en 1687.Lo que hoy admiramos des-de su exterior, su imponente torre reloj enclavada en el vértice, que ofrece un rema-te visual y se transforma en un ícono de la arquitectura urbana –como su hermosa y elegante fachada, su por-tal de ingreso, sus balcones, sus rejas de hierro forjado, sus múltiples molduras,

El EsPlENdOr dE uN EdIfIcIO

Hernán MoyaVicedirector administrativo del Colegio Monserrat

guirnaldas, escudos y me-dallones–, no pertenece a aquel viejo y derruido edifi-cio en que funcionara el an-tiguo Colegio de Nuestra Señora de Monserrat, tras-ladado al actual emplaza-miento en 1782.Con anterioridad, funciona-ba en la actual calle Case-ros, frente a la Capilla Do-méstica de la Compañía de Jesús, donde era la casa pa-terna de Ignacio Duarte y Quirós, fundador del Cole-gio, hoy Museo de Arte Reli-gioso San Alberto.Fue en 1927 cuando se dio al Colegio su aspecto monu-

mental, tomando acerta-das decisiones que conju-gaban la historia con la ar-quitectura.El diseño del arquitecto Jai-me Roca utiliza y sintetiza a la perfección un lenguaje denominado como restau-ración nacionalista o bien neocolonial, es decir que el arquitecto utiliza en pleno siglo 20 una arquitectura historicista que ha dado co-mo resultado uno de los edificios más bellos de Cór-doba.Claro está que en el propio período colonial se encon-traban presentes elemen-tos provenientes de Europa, como era el Renacimiento (siglos XIV, XV y XVI) y el Barroco (siglo XVII).El arquitecto Jaime Roca realizó una intervención im-pecable, supo captar el es-píritu del colonial y respetar la historia, aun en momen-tos en que lo colonial no era muy aceptado por la socie-dad, que prefería mirar al progreso de las nuevas ciu-dades europeas.Por ello, la impronta de lo clásico, arcos de medio punto, tipologías de claus-tro, patio central, galerías con amplios muros y lumi-nosas arcadas, elementos del renacimiento italiano, y los elementos barrocos, ta-les como la decoración del portal, que enmarcan y je-rarquizan a la puerta de do-ble hoja que constituye el ingreso principal.El barroco se hace presente en cada moldura, en cada columna. Estas tienen la clara particularidad de ser sólo ornamentales, ya que no llegan al piso, es decir son decorativas y no es-tructurales. Se pueden ob-servar, además, columnas de fuste retorcido o salo-mónicas, armoniosamente en ambas fachadas; han si-do decoradas de modo cui-dadoso las ventanas, algu-nas de las cuales poseen balcones con rejas y otras sólo rejas de gran belleza. En conjunto, se trata de un edificio que para 1928 lucía esplendoroso en el comien-zo del nuevo siglo 20.Fue declarado monumento histórico nacional en 1938 y Patrimonio de la Humani-dad por la Unesco en di-ciembre de 2000.

A la derecha, la construcción de

la torre del reloj. Abajo, el edificio,

con la calle Trejo abierta al paso

de los autos y los tranvías. Al

fondo, la Compañía luce

cúpulas distintas a las de hoy.

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Ex rector de la UNC

El tiEmpo hizo lo suyo

Antes que nada, debo de-cir que cursé la escuela primaria en la Olmos,

por esa época escuela de va-rones. Y, por añadidura, hice la secundaria en la escuela in-dustrial de la Nación número 1, “Otto Krause”, en la ciudad de Buenos Aires, también por en-tonces enteramente masculi-na. Pero no toda mi iniciación escolar fue unívoca, ya que a la tarde estudiaba inglés en la Cultura Británica y aún recuer-do con afecto su enseñanza mixta.La introducción vale para en-tender lo que sobrevino des-pués. Al final, los inconvenien-tes son como una bendición, como diría Rita Levi. Después de todo, eso es la evolución: un cambio permanente. Y si es necesario, hay que estar dis-puesto a navegar a contraco-rriente.Un día de 1995, a poco de asu-mir el rectorado, dirigentes de Franja Morada me pregunta-ron qué pensaba del ingreso de chicas en el Monserrat. Y así empezó todo.Los recuerdos que me pueden quedar de la discusión no me parecen que estuvieran cen-trados en aspectos pedagógi-cos, sino más bien en una es-pecie de “tradición”. A lo largo del proceso, he procurado respetar todos los sentimien-tos, pero manteniendo la con-vicción de que tenía el dere-cho (y el deber) de expresar mis ideas. Y lo que para mí fue una especie de tramo final, transcurrió al final de una se-sión de tablas del Consejo Su-perior. Unas personas ama-blemente pidieron conversar sobre el Monserrat y en un momento dado una dama ex-presó algo así como: “¡Ay, rec-tor, usted va a convertir el co-legio en un burdel!”. En 1998, el 20 por ciento de los ingre-santes fueron niñas. En el pre-sente año, ingresó el 52 por ciento. Parece que el tiempo hizo su parte.

Eduardo Staricco

opiNióN

En 1997, el Consejo Superior habilitó el ingreso de alumnas al colegio, en medio de una gran

polémica que llegó hasta la Corte Suprema de Justicia / Hoy, las chicas son más numerosas.

E l 6 de mayo de 1997, a las 18.30, el Consejo Supe-rior de la Universidad

Nacional de Córdoba (UNC) habilitó el ingreso de mujeres al Colegio Nacional de Monse-rrat. A la misma hora, padres, docentes y alumnos ocupaban el colegio en protesta por esa decisión.

El entonces rector Eduardo Staricco apoyó la iniciativa presentada por los estudiantes de Franja Morada, que desató una gran polémica en la insti-tución. El tiempo fue extin-guiendo el descontento y nun-ca hubo problemas de integra-ción entre varones y mujeres. “Fue un problema de los adul-tos, no de los chicos”, reflexio-na el actual director del Mon-serrat, Aldo Guerra.

Aun así, la resistencia de quienes se oponían al ingreso mixto del “Monse” llegó hasta la Corte Suprema de Justicia y se zanjó en septiembre de 2000 con un lapidario fallo unáni-me a favor de lo dispuesto por la UNC.

En sus extensos conside-randos, uno de los ministros de la Corte, Enrique Petrac-chi, sostuvo: “Tengo la tran-quila sospecha de que existen quienes añoran el pasado y re-chazan la radical igualación de la mujer y el hombre en cuanto al goce de los derechos humanos y las libertades fun-damentales (...)”.

Con mirada retrospectiva, el actual director administra-tivo del Monserrat, Hernán Moya, señaló que no había ar-gumentos pedagógicos para oponerse al ingreso de muje-

res al colegio. Pero recordó que las críticas a esa iniciati-va se basaban en que las auto-ridades universitarias nunca consultaron ni tuvieron en cuenta las inquietudes de la comunidad monserratense.

Pocas, al principioEl primer año (1998) apenas

ingresaron al Monserrat 45 chicas, sobre un total de 247 alumnos. Los ecos del conflic-to desalentaron la inscripción de mujeres, pero esa tendencia luego se fue revirtiendo y hoy son más numerosas que los va-rones.

En la actualidad, represen-tan el 52 por ciento del total de alumnos. Y también son más las mujeres que año a año se

presentan a rendir el examen de ingreso. Esto ocurre desde 2007.

Como era de esperar, las mujeres cambiaron la vida del colegio, pero, según ellas mis-mas aseguran, se integraron rápidamente a la idiosincrasia de la institución.

Las heridas de aquel con-flicto quedaron atrás y todos miran para adelante.

El dEbatE quE trajo a

las chicas

Los alumnos protestaban en el

colegio, mientras el Consejo Superior

debatía la inclusión de las chicas.

Fue el número inicial de mujeres ingresantes al Colegio Monserrat en 1998. En 2007, el número de ingresantes mujeres fue superior al de varones: 148 contra 112. En los años siguientes, se mantuvo esta tendencia.

45

En 1921, María Krasner de Yankile-vich ingresó al colegio preuniver-sitario con otras 13 compañeras.

Pero sólo ella siguió en la escuela hasta que egresó, en 1925.

1925En 2000, el edificio del Colegio

Monserrat fue declarado, junto con el resto de la Manzana Jesuítica,

Patrimonio Cultural de la Humani-dad por la Unesco.

la primEra mujEr

EgrEsada dEl monsErrat

2000patrimonio

cultural dE la humanidad

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MujeresAño Ingresantes Aspirantes Totalalumnos Ingresantes Totaldealumnos Mujeresingresantes Aspirantes Totalde Mujeresaspirantes aspirantes mujeres ingresantes /matrícula mujeres aspirantes /matrícula /matrícula1998 45 247 18%1999 84 244 34%2000 89 246 36% 192 549 35% 223%2001 87 243 36% 285 686 42% 282%2002 116 248 47% 280 639 44% 258%2003 115 252 46% 286 634 45% 252%2004 100 248 40% 294 765 38% 308%2005 125 248 50% 349 751 46% 303%2006 116 254 46% 362 737 49% 290%2007 148 260 57% 437 809 54% 311%2008 140 261 54% 502 885 57% 339%2009 149 255 58% 556 1.015 55% 398%2010 131 263 50% 552 1.024 54% 389%2011 138 260 53% 624 1.145 54% 440%2012 140 267 52% 609 1.088 56% 407%

Evolución dE la matrícula fEmEnina

Fue una de las primeras 45 chicas que ingresó al “Monse” en 1998 / Y en 2004 se convirtió en primera escolta / Se graduó luego en Recursos Humanos y volvió al colegio como preceptora.

Y ohana Belén Zdero fue la primera mujer en lle-gar al podio académico

del “Monse”, en 2004, como primera escolta de la Bandera. Ella fue una de las 45 chicas de la primera camada que ingre-só al Colegio Nacional de Mon-serrat en 1998.

Belén nunca se enteró de la polémica que rodeó el proyec-to que propició el ingreso de mujeres al Monserrat. Sólo re-cuerda que la hicieron inte-rrumpir sus vacaciones para ponerse a estudiar para el exa-men de ingreso.

Como hija de un albañil, Belén destierra el mito sobre la existencia de una “élite” en el Monserrat.

“La conexión que los alum-nos logramos con el colegio es increíble. Hay que vivir la ex-periencia ‘Monserrat’ para sentir la identidad y pertenen-cia al colegio. Algunos ven es-to como una pedantería, aun-que se trata de un sentimiento, como llevar la camiseta de un club”, confiesa.

Belén agrega que ese senti-miento se construye a partir de las vivencias compartidas y un entorno que los contiene. “Las primeras dos semanas, el colegio asusta a los ingresan-tes; después, lo sienten suyo”.

Dice entender lo que sintie-ron aquellos que se oponían al ingreso de las chicas. “Fue una medida inconsulta, mal canalizada por las autoridades universitarias”.

Después de egresar del cole-

gio, Belén se licenció en Re-cursos Humanos en el IUA y hace algunos años volvió como preceptora. Y se la nota feliz. “En el Monserrat, somos como una gran familia. No somos ni mejores ni peores que otros”.

Belén zderoinició una tendencia

Belén Zderoestá feliz de

haber vuelto al “Monse”, como

preceptora.

Ex dirigente de Franja Morada

mixto, como la vida

El6demayode1997,elConsejoSuperiordelaUNC,enplenoejercicio

desuautonomíaydentrodelasfacultadesacordadasporsuestatuto,aprobóelproyec-toqueordenabaquelasins-cripcionesenelColegioNacio-naldeMonserrat“seefectua-ransindistincióndesexo”.Deestamanera,materializóelmandatoconstitucionaldeigualdadantelaleyynodiscriminación.Estosargumentosbastaríanparajustificarlaposicióndequienespromovimosaqueldebate,peronoconsiderólamultiplicidaddevalores,ideasypasionesqueinvolucró.Noexistíaunanormarestrictivaplasmadaenunreglamento,sólounainveteradacostum-brequehabíasobrevividomásdetressiglos,sinquecasina-dielacuestionara.Simple-mentenosparecióinjustoynospropusimoscorregirlo.Ensutrabajoretóricasdelaintransigencia,eleconomis-taAlbertO.Hirschmanidenti-ficatrestiposdeargumentosquesehanutilizadocontralosavancessocialesyqueresu-menlasobjecionesquesees-grimieron:seargumentóelefectoperverso,diciendoquebrindarlamismaeducaciónsindistincióndegénerossóloibaaprofundizarlainnatadesigualdadentreellos;senosdijoquelapropuestaerafútil,pronosticandoquelasaspirantessimplementenoseibanainscribir,ysenosadvir-tiósobreelriesgodesacrificarlacalidadeducativadel“Monse”enelaltardelaccesoigualitario.HoypodemosverificarqueningunadeesasprevisionessecumplióylaUNCcuentaconuncolegioquesupoincluiralasmujeresentodaslasins-tancias,manteniendosubienganadoprestigio.Hoy,lashijasdemuchosdelosquetemie-ronporel“Monse”cursanensusaulasyesparafestejar.

marcos duarte

oPinión

Elescudo.Ungrancipréssimboli-zaalMonserrat,queabresusra-

masyseextiende.Laestrellaalu-dealaVirgenylasllavesquesecruzansonlavirtudylasletras.

1984LaestatuadeDuarteQuirósenel

patiocentraldelMonserratesobradelescultorRobertoDelgado.LosrestosdelfundadordescansanenlaCriptadelaCompañíadeJesús.

Se conforma el centro de

eStudianteS, que Se afianzará al

año Siguiente.

1703el 2 de feBrero

murió en caroya el fundador

ignacio duarte y quiróS.

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Pérez no se olvida del día en que vio al

fantasma.

El reloj, traídode Alemania en 1926,

es una joya de la ingeniería mecánica y

los sones de sus campanadas emulan a

su par de la torre deWestminster.

Túneles interminables, celdas de castigo, ruidos en pasillos, una falsa creencia en el carácter religioso de su educación actual y un espíritu que prevalece; ficción y realidad

conviven entre estos muros.

“E n los túneles que pa-saban hacia la Com-pañía, a veces Juan

José Castelli y otros hombres de Mayo leían documentos o li-bros que forjaron el pensa-miento revolucionario de este país. Eso es verdad. Ahora, que los túneles llegaran hasta las estancias jesuíticas de Ca-roya o Alta Gracia es parte de los mitos que se han tejido en torno a la historia del colegio”, explica uno de los profesores que ha investigado su evolu-ción.

“Cada tanto entra alguien, turista o cordobés, y nos pre-gunta: ‘¿Cómo? ¿No es de curas el Monserrat?’”, sonríe un alto directivo que todos los años suele tomar los hábitos, pero sólo para personificar a un protagonista emblemático de hace tres centurias en la bien-venida con excursión incluida que se da a los flamantes alumnos de primer año.

Mitos y leyendas se alimen-tan y transmiten a través de generaciones por quienes han pasado o aún habitan su impo-nente edificio. Otras son histo-rias que sus protagonistas ju-ran como verdaderas.

Hay quienes aseguran tener alguna moneda de un miste-rioso cofre hallado cuando se ejecutaban demoliciones y re-formas estructurales previas a la peatonalización de la calle Obispo Trejo.

Otros, más intrigantes, mencionan enigmáticos rui-dos de cadenas que se arras-tran y evocan quizá a habitan-tes de otros siglos que fueron a dar a las celdas de castigo; o tacones de una prostituta que –dicen– fue degollada junto a la entrada de lo que era la anti-gua intendencia del Colegio (por calle Duarte Quirós) y cu-yo caminar sonoro y presuro-so en los pasillos más de uno aseguró sentir cuando el cole-gio está vacío y en penumbras.

Algo parecido cuenta que le pasó hace unos años Segundo Leonides Pérez, hoy director de servicios generales de man-tenimiento y producción y en

el Monserrat desde hace casi 41 años.

“Una tarde, en vísperas de un paro de transporte, estába-mos por cerrar el colegio con otros compañeros. Cuando me disponía a apagar el tablero de luz del primer piso, me di vuel-ta y vi la figura de un cura, con su hábito oscuro y un som-brero, y atiné a salir corrien-do, bajar y decirles a los otros que se apuraran a cerrar todo para que nos fuéramos. Me di-jeron que estaba blanco, pero mi palidez tenía explicación, aunque no me creyeron que vi un fantasma…”, dice Pérez, que vino a suceder en funcio-nes a Pantaleón Albornoz (quien décadas atrás como ca-sero vivía en el colegio) y a Pe-dro “Negro” Domínguez, el en-trañable intendente y portero fanático de Instituto que, tras 43 años ligado a su “Monse”, se fue hace un par de años de este mundo. Ellos, como las autori-dades, profesores, preceptores y demás empleados que han visto pasar tantas promocio-nes por las majestuosas puer-tas de entrada, coincidirían sin embargo en confirmar la presencia de un “duende”.

Y “el duende del Monse-rrat”, como una suerte de espí-ritu que invade a quienes pa-san por sus aulas, acaso sea el que, más allá de épocas, dife-rencias y vaivenes de toda ín-dole, reafirma un sentido de pertenencia tan poco común.

Los mitos, Las Leyendas y eL duende

Cuando la institución estuvo a cargo de los franciscanos, se apli-

caban castigos en celdas espe-ciales (foto) que hoy se pueden

visitar en recorridos guiados.

1937La campana, oportuna salvadora si no se sabían las traducciones ante

Viotto, o enemiga en esos trimes-trales de Análisis Matemático aún sin resolver. No la toca cualquiera.

Los festejos por Los 250 años se reaLizaron en

Córdoba y CoLonia Caroya.

1956La Voz deL

interior CroniCó: “graVe atentado

Contra eL CoLegio”.

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El Consejo Superior aprobó la creación de un consejo asesor en el Monserrat. En realidad, se trata

de dos órganos consultivos, uno para el nivel secundario y otro pa-

ra el pregrado, aunque para te-mas generales sesionan en plena-

rio. Las funciones son asesorar al director del colegio, formular pro-puestas sobre cuestiones acadé-

micas, administrativas, económi-co-financieras, de extensión y es-

tudiantiles. Además, el Consejo Asesor elige a las autoridades del

establecimiento.

2009En sEptiEmbrE

sE crEó El consEjo

asEsor dEl colEgio

Las instituciones con historia, día a día, marcan su presen-

cia en la sociedad. Hoy, a 325 años de aquel 1° de agosto de 1687, reforza-mos nuestro compromi-so de seguir construyen-do un modelo educativo público, pluralista, exi-gente, de calidad, de compromiso y solidari-dad hacia la sociedad. Para ello, hay una comu-nidad comprometida en seguir forjando el cami-no democrático de la li-bertad, garantizado en todos los jóvenes que valoran la educación co-mo la luz protectora que permanecerá encendida para modelar una nación más justa.El Monserrat ha podido

superar la barrera de los años; ha podido per-manecer con esa juven-tud añosa que le brinda el transcurrir por distin-tas etapas de nuestra historia, potenciando este presente auguroso con un sentido de iden-tidad y pertenencia que pueden transponer to-dos estos claustros del saber. Hoy deseamos celebrar esta fecha con la im-pronta de festejar un acontecimiento que da a nuestra institución un origen y un destino. Es compartir en cada rincón donde se valore el humanismo, el ser mon-serratense y su compro-

miso.El paso del tiempo ha permitido reforzar la fir-meza de los muros de nuestra Casa, impreg-nados por la alegría co-tidiana de sus jóvenes estudiantes. En ellos, sin distinciones de ninguna naturaleza y represen-tando a la diversidad de nuestra sociedad, está el legado de seguir transmitiendo para las próximas generaciones la memoria y el discur-so como guías por las que van a transcurrir los derroteros de nuestra institución, en “Virtud y Letras”.

CompromisoMonserrat es sinónimo de compromiso; lo tuvi-mos con la historia como demuestran las gestas de la Independencia y los destinos de nuestra patria, que se nutrieron con muchos hombres que transitaron por es-tos claustros, así tam-bién como la memora-ble Reforma Universita-ria que revolucionó los ideales estudiantiles americanos. Nuestro compromiso es palabra dada, perdurará en el tiempo porque se ins-taura como una misión, y así lo proyectaremos ha-cia el futuro, con ideas renovadas que cultivan el espíritu del hombre como protagonista de la razón de ser, pero con un sentimiento y un estilo que sólo los años pue-den transmitir.Para quien añora el soni-do de la campana, el murmullo del agua de la fuente, el perfume añejo de las aulas, sus claus-tros vetustos o simple-mente para los que adoptaron a esta Casa como propia, este es nuestro Monserrat.

OPINIóN

MOdelO de educacIóN

PúblIcaAldo GuerrADirector del Colegio Monserrat

el compromiso es seguir con un

modelo educativo pluralista, de

calidad y solidario hacia la sociedad.

clásicos y conEctadosEn el plan de estudios, Latín y Griego mantienen su vigencia.

La llegada de las netbooks del programa Conectar Igualdad y la adaptación del edificio potenciaron a Internet como recurso.

El profesor de Latín Miguel

Nievas supervisa las declinaciones

que escribe su alumna de primer

año.

Alumnosde 4° año reciben

consignas y almacenan datos de

Físico-Química dados por la profesora

MónicaBonaterra.

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EntrE ritualEs, símbolos y cambiosTirarse a la fuente como principio de una despedida, un rito que atravesó el tiempo en un espacio lleno de historias.

D icen que hay algunos que al cantar el himno del colegio aún pronun-

cian “Duartessss”, para ver si el maestro Alberto Grandi, lle-gado algún día de Italia, se aparece de nuevo con su sobre-todo gigante, su figura encor-vada y, mordiéndose el dedo índice de su mano derecha que ha quitado del piano, les grita: “¡Infames, es Duarte, sin “s”…!”, en un reto que no es tal y mueve a risa. Y aunque ni él ni los músicos que lo acompa-ñaban en esa pequeña orques-ta tan encantadora y noble co-mo la del Titanic irrumpen ya en los actos, su sonido se dis-para en la memoria de egresa-dos que peinan canas y vuel-ven al salón de actos del pri-mer piso o al patio central de la gran fuente.

La fuente. Ahí sí se renueva cada fin de año un festejo que es, a la vez, el inicio de la des-pedida de una etapa de estu-diante a la que se entra de niño y se sale más o menos adulto, según cada quien. Dicen que ahora, cada viernes, los/as de séptimo esperan la campana

del recreo para juntarse a can-tar, mientras en los muros de más de un metro de espesor de la planta baja cuelgan almana-ques caseros que cuentan cuán-to falta para “ese” último vier-nes, en noviembre.

Los muros, las galerías, las aulas, no parecen tan fríos co-mo hace 35 años, a partir de al-gunas reformas edilicias. ¿Quedarán profes que lleguen al curso casi en mangas de ca-misa y pidan abrir las venta-nas en pleno julio? ¿Seguirá ha-biendo alumnas/os que apenas aprenden el alfabeto griego uti-lizan su nuevo conocimiento para producir ingeniosos ma-chetes, ante docentes despreve-nidos que los ven como inocen-tes apuntes de otras asignatu-ras? ¿Cuántos habrá fuera del cole que sepan que el “Gaudea-mus” que se entona como him-no universitario se llama “Himno Goliárdico” y exhorta en latín a alegrarnos mientras somos jóvenes, porque después nos tragará la tierra?

Bajo la sombra oscilante de una palmera que sigue crecien-do en busca del cielo, algunas

voces parecen repetir rituales y tradiciones que despiertan nostalgia de la buena. También hay recuerdos de los otros, que no merecen repetirse, de cuan-do en tiempos de dictaduras u oscurantismo se confundía au-toridad con autoritarismo o respeto con miedo. Por eso, bienvenidos los cambios que integraron y democratizaron este colegio tan emblemático.

Que el debate y la plurali-dad hagan a cada integrante de esta comunidad predicar el humanismo con el ejemplo, porque de eso se trata aquello de “en Virtud y Letras”.

Ya no sé si los sobrenom-bres siguen reemplazando las verdaderas identidades de do-centes conocidos con apodos como los que acompañaron a “la Momia”, “la Morsa”, “Ca-chilo”, “el Tata”, “el Titi” y tantos otros. Los chicos y chi-cas de hoy tampoco se conec-tan por su apellido. Si este des-ordenado repaso fuera un tri-mestral, no sé si llegaría al “7 (siete)”, y tal vez debiera fir-marlo simplemente como “Ca-cho, promoción 1982”.