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Conferencia - Geohistoria y Transformacion Universitaria

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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADORINSTITUTO PEDAGÓGICO DE MATURÍN

MESTRÍA EN EDUCACIÓN, MENCIÓN ENSEÑANZA DE LA GEOHISTORIASeminario Geohistoria y Transformacion Universitaria

Mayurín, 13 de abril de 2012

Conferencia inauguralEN DEFENSA DE UNA GEOHISTORIA PARA LA TRANSFORMACIÓN UNIVERSITARIA

Dr. Luis R. Peñalver BermúdezUniversidad Pedagógica Experimental Libertador

[email protected]

“Una civilización es, en su base, un espacio trabajado por los

hombres y la historia” (F. Braudel, 1979, p. 107)

ResumenEn el ámbito de las ciencias sociales, las creaciones de propuestas científicas siempre han estado bajo cierta sospecha de carácter múltiple. Desde las añejas distancias entre las ciencias sociales y las ciencias naturales, el reconocimiento de lo científico es un dato siempre pendiente en las primeras; no solo porque exclusivamente atienden efectos, interioridades y procesos de la condición humana, sino por el orden de las cuadraturas epistemológicas. Así, también ha sucedido con la geohistoria y los debates siguen tan vivos como en sus inicios. En esta oportunidad, esperamos impulsar un debate, con el debido reconocimiento de la geohistoria como nueva ciencia y sus posibilidades en la educación y en la investigación, en el contexto del proceso histórico-político de la Venezuela contemporánea. Este ensayo ha sido concebido y escrito desde las experiencias académicas del autor, quien ha sido organizador, ponente, conferencista y asistente en eventos internacionales, nacionales, regionales e institucionales, vinculados directa o indirectamente con la geohistoria. Al final, interesa destacar la vigencia y la importancia de la geohistoria, no solo en el ámbito de las ciencias sociales, sino en la educación nacional y en la investigación que nos corresponde para la transformación de nuestra realidad.

Introducción

Abrir el cause para la transformación universitaria, requiere de una especial condición: la voluntad de diálogo auténtico, expresado desde una ética de cuentas transparentes, con amplia e irrestricta visibilidad, con mayúscula claridad. La voluntad de diálogo que puede construirse, al menos desde donde monitoreamos el movimiento transformativo, que en

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ciertos lugares como nuestra Universidad tomaría cuerpo y aire fresco, no puede culminar en “otra reunión más”, sino en el apuntalamiento de un trabajo serio que exprese la ética de la responsabilidad como una de sus fuentes. El dato múltiple de la presencia colectiva y las expresiones de pensamiento, serán evidencias suficientes para que no queden dudas en lo que andamos: la preocupación por la universidad.

La Institucionalización de la Geohistoria

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la geografía y la historia tienen un área de intercambio, una especie de zona de frontera, a través de la geografía histórica. Con muy poca presencia en Francia, la geografía histórica se va consolidando como disciplina con identidad y vida institucional propia en la educación universitaria inglesa y alemana, a través de cursos, cátedras, textos e investigaciones y “para finales del siglo XIX, constituye una reflejo fiel de los límites de la historia positivista” (Dumoulin en Burguière, 1991, p. 314)Por su parte, A. Longon, en Francia, en su seminario de la Escuela Práctica de Altos Estudios IV y en sus clases en el Colegio de Francia, por ejemplo, centra su trabajo en la elaboración de atlas históricos, aunque la representación cartográfica queda circunscrita a los límites fronterizos de carácter administrativo.Para finales del siglo XIX, en Alemania, el geógrafo Federico Ratzel, fortalece la perspectiva de la geografía histórica, haciendo énfasis en dos dimensiones capitales, como posición y espacio, que en los inicios del siglo XX, conducen a la formación de la geopolítica.Entre las dos guerras mundiales, los esfuerzos de intercambio entre la geografía y la historia, particularmente en Francia, se enriquecen notablemente. Las monografías de las regiones, escritas por historiadores como Febvre y Marc Bloch, dan cuenta de nuevos ámbitos de investigación, referencias espaciales determinadas y métodos hasta ese momento ignorados. En este escenario, la entidad regional inicia su consolidación como centro donde se va conformando una historia económica y social subyacente a un paisaje1.

Sin embargo, este intercambio de técnicas y de problemáticas sólo es posible en gran parte a causa del abandono de todos los postulados deterministas. En este aspecto, la aparición de La terre et l’evolution humaine, en 1920, asesta un golpe fatal a una visión fijada del espacio y le confiere un carácter histórico. Describiendo las relaciones dialécticas entre sociedades y entorno, Lucien Febvre hace del paisaje el producto tanto como el marco de la historia. [Asi se] abre la vía a una “historia

1 Mora García (2004), explica el asunto de esta manera: “Comencemos señalando que Fernand Braudel hereda de la tradición fundada por Marc Bloch y Lucien Febvre los fundamentos teóricos del término geohistoria. De Bloch, retoma para la geohistoria el estudio de las estructuras económicas, es decir, una reflexión de las estructuras capitalistas y de la economía de mercado. En cuanto a Febvre, lo sigue en torno al tema geográfico… “ (p. 56)

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concebida como una sucesión de geografías” (Dumoulin en Burguière, 1991, p. 315)

Según la exposición que sobre este tema expone Dumoulin en Andrè Burguière (idem)

Este diálogo ha sido aparentemente llevado a su extremo por Fernand Braudel, que hizo de un personaje geográfico el tema de su tesis (La Mediterranée et le monde médirerranéen à l’époque de Philippe II) En un llamamiento Vibrante, F. Braudel reclama una verdadera geohistoria: “De la tradicional geografía histórica a la manera de Longnon, dedicada casi únicamente al estudio de las fronteras de los Estados y de las circunscripciones administrativas, sin preocuparse por la tierra misma, del clima, del suelo, de las plantas y de los animales (…), hacer una verdadera geografía humana retrospectiva (pp. 315-316)

Fernand Braudel, en la línea de trabajo de su maestro Lucien Febvre, paternidad que comparte con Marc Bloch, termina asumiendo el sentido geohistórico,. Cuando ingresa en la Academia Francesa, no hace más, en principio, que reconocer a sus maestros: “En primer lugar”, dice, “reconozco gustoso a Marc Bloch y a Lucien Febvre como los más grandes historiadores de este siglo. Si he innovado, ha sido siguiéndoles a ellos” (Braudel, 1985). A propósito de esta nueva perspectiva para el estudio de las sociedades, François Dosse (pp. 129-130) señala que la geohistoria, aparte de irradiar un horizonte insuperable y no centrarse exclusivamente en la realidad humana, engloba tanto los fenómenos climáticos como la vida cultural. Los debates contemporáneos que involucran transformaciones geográficas ocurridas en el tiempo, han venido privilegiando, desde el punto de vista del procedimiento, “el denominado corte vertical (vertical approach) de varios períodos de actividad humana en un lugar determinado“ (Rodríguez, 2000, p. 47). Así, por ejemplo, al geohistoriador o a la geohistoriadora, desde su presente, debe fortalecer las potencialidades epistemológicas y metodológicas, que hagan posible ver el espacio, el paisaje, también, desde la visión de habitantes anteriores, según sus determinaciones sociales, sus necesidades y sus posibilidades.

La Geohistoria en VenezuelaDesde los postulados primarios del pensamiento geográfico de Paul Vidal de la Blache (1845-

1918), vinculados a la noción de región y dando lugar a los estudios regionales como espacios

homogéneos, hasta la consolidación científica de la propuesta por vía del historiador Fernand

Braudel, particularmente en su estudio El Mediterráneo y Felipe II, y hasta el presente, la

geohistoria no ha dejado de estar sometida a los vaivenes de los acuerdos y desacuerdos,

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entusiasmos y desilusiones, sinuosidades y extravíos. A riesgo de parecer exagerados, ello ha

ocurrido tanto en Francia como en Venezuela. Si buscáramos alguna culpabilidad, sería del mismo

Braudel, pues tuvo la ocurrencia de dar vida histórica a un espacio geográfico.

Los alientos iniciales colocaron a la geohistoria en el sitial de una nueva ciencia geográfica e

histórica, simbiosis interdisciplinaria la denomina Ramón Tovar, dirigida al estudio desde las

vertientes del espacio y del tiempo, en realidades económicas, sociales, políticas y culturales.

Ahora también se incluyen los valores y las mentalidades.

Esta herencia braudeliana, con influencias del célebre geógrafo Pierre George, entre otros, es la

que recibe Tovar cuando realiza sus estudios en el Instituto de Geografía de la Universidad de

Estrasburgo (Francia) y vuelve a Venezuela con una pasión desmedida por la geohistoria, que ya

quisiéramos tener nosotros, compartida por otros investigadores venezolanos como Marco

Aurelio Vila y Pedro Cunill Grau. Tanta es la determinación de Tovar en los sesenta, setenta y

ochenta, akilatada por sus libros y artículos, que la tentación geohistórica desplegada en el

Instituto Pedagógico de Caracas, va cerrando filas, formándose un grupo de investigación que aun,

con sus altas y bajas en cuanto a la producción científica, se mantiene en todo el país. El

discipulado de Tovar, bajo el impacto de las enseñanzas y las creaciones teóricas y metodológicas

del maestro, permite la fundación de núcleos geohistóricos en Maracay, Maturín, Rubio,

Maracaibo, Cumaná, cohesionados por las actividades del Centro de Investigaciones Geodidácticas

de Venezuela (CIGV), las Jornadas Nacionales de Ciencias Sociales y la Revista Geodidáctica.

Ahora, gracias a la presencia de diversas maestrías en geografía y una de enseñanza de la

geohistoria, el tema de lo geohistórico tomó cuerpo, presencia e institucionalidad, pero también

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trajo particularidades que aún subsisten y que en algún momento, con los detalles necesarios2, nos

permitiremos explicar, gracias a la cercanía que hemos tenido en este medio académico.

Como síntesis del proceso de conformación, estructuración y reestructuración, se pueden destacar

componentes sustantivos de la geohistoria3:

1. Visión interdisciplinaria, no como enfrentamiento a las disciplinas, sino como estrategia

epistemológica de relaciones entre las ciencias.

2. Explicación fundada en el proceso de múltiples vinculaciones ser humano / naturaleza.

3. Afianzamiento de la unidad tiempo / espacio.

4. Orientación metodológica que parte del presente al pasado, (visión retrospectiva), donde

el presente se constituye como sucesión integrada de presentes.

Algunas voces nos serán más familiares que otras y la experiencia de trabajo con la geohistoria

puede colocarnos frente a categorías como: Integridad ser humano / naturaleza,

interdisciplinariedad, el sistema mundial de relaciones, la presencia de permutaciones, la

centralidad en el ser humano, la integración de espacio y del tiempo, partir del presente al pasado

como orientación metodológica, concebir el presente histórico como resultado de presentes

sucesivos, las regiones geohistóricas, la dinámica témporo-espacial, la larga duración. Por

supuesto: la profundidad de los análisis teóricos y epistemológicos, también podrán llevarnos por

2 Algunos de esos detalles: a) Presencia de grupos cerrados, donde hay que cubrir ciertas etapas de vida y producción intelectual para tener reconocimiento pleno. Son alcabalas del conocimiento, que legitiman o deslegitiman investigaciones y ensayos para catalogarlas de geohistóricas o no. b) La apropiación de la geohistoria por parte de profesionales de la geografía, descalificando cualquier intento con profundidad histórica, antropológica o social; llegando a afirmarse, incluso, que la geohistoria es un tipo de geografía. Esto ocurre, porque se impone una visión donde la geografía es suprema a la historia y el espacio concentra el mayor rasgo de importancia, olvidando que la auténtica centralidad es el ser humano. c) La exclusión de importantes creaciones nacionales que no llegan a ser tomadas en cuenta para citaciones, críticas o reflexiones. Y producciones de envergadura, realmente memorables, evitan citarse, nombrarse o ser referidas. Lo ideal pareciera que es citarse entre quienes integran determinado grupo. d) Los débiles debates referidos a la geohistoria como enfoque, metodología, propuesta, disciplina, herramienta de diagnóstico; por ausencia declarada de las reflexiones epistemológicas, obligatorias en toda ciencia social. e) Una fuerte tendencia pregona que toda investigación geohistórica debe llevar cartografía y una propuesta pedagógica. Esto implica no solo la versión geográfica del asunto, sino la exagerada pedagogización o didactismo de la geohistoria. f) Y la más escandalosa de todas las particularidades: negar que la geohistoria existe. Profesionales de las más diversas ciencias sociales aun hacen gala de semejante “sabiduría”. Sobre el particular, puede leerse el artículo siguiente: Tomás Straka (2005), Geohistoria y microhistoria en Venezuela. Tzintzun, Revista de Estudios Históricos, julio-diciembre, nº 42, Morelia: Universidad Michoacana, pp. 87-112.3 Para estas y otras ideas, consultar: Mari Paz Regueiro, María D´Nico y Nelly Guilarte (s/f), El enfoque geohistórico en la nueva república. Ideas que orientan. Disponible en http://fundaaldeas.org

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los senderos de la creación conceptual y categorial. Solo falta una condición: atrevernos de verdad

en un espacio como la Maestría en Enseñanza de la Geohistoria.

La Transformación Universitaria

Si hay un elemento general y de fondo que puede ser considerado en el debate sobre transformación, es la circulación primaria de interrogantes para la reflexión, por ejemplo: ¿Para qué transformar la universidad? ¿Desde donde pensar la transformación de la universidad? ¿Hay un proyecto, una visión de país en la intención transformadora? ¿Quiénes serán protagonistas en ese proceso de transformación? ¿Podrán acordarse áreas críticas, urgentes e ineludibles para el trabajo transformativo? ¿Hay disposición al riesgo de una auténtica transformación? ¿Qué le corresponderá al Estado y a sus organismos, a los gremios, a los cuerpos profesionales y no profesionales, al poder popular, a los estudiantes, a los obreros? Y, de ser el caso, entre las áreas probables de transformación ¿Cuál serán las más urgentes, las que no pueden postergarse más? ¿Cuál sería, en este ámbito de transformación, el papel de las ciencias sociales y de la geohistoria?

En términos generales, un acto transformativo auténtico, no de larga duración, sino como vida universitaria, tendrá que enfrentar los vicios distintos que moran en los ámbitos universitarios, con los espacios de poder que se han instalado, con parte de la comunidad académica de docentes y estudiantes que impedirá, a cualquier costo, que ocurra algo original e interesante en la universidad; con el escepticismo, con el pesimismo, con la apatía. Además, habrá que enfrentar (y afrontar): la excesiva burocracia, las violaciones normativas, las ausencias reiteradas, los permisos permanentes, los repitientes crónicos, los abusos, la corrupción4, etc., etc.

En términos específicos, una transformación universitaria que tenga parte de su referencia estratégica en las ciencias sociales y la geohistoria, conseguirá en el camino: las modas curriculares como mecanismos de poder en los diseños y estructuraciones discursivas5, la formación fundada en la disciplinariedad geográfica o histórica, la desactualización de fuentes de estudio e investigación, la ausencia de investigaciones interdisciplinarias, los esquemas personalistas con pocos argumentos sobre la geohistoria, el extrañamiento de las fuentes originales para el estudio de las ciencias sociales y la geohistoria en Francia y en Venezuela, los procedimientos metodológicos sin anclajes epistemológicos ni teóricos; la ausencia del presente y de las sucesión de presentes (como visión retrospectiva) en los trabajos pretendidamente geohistóricos; el análisis de preferencia espacialista, la ausencia

4 Sobre esta última parte, revisar: Luis Fuenmayor Toro. La “famosa” transformación. Documento disponible en: http://www.letrasenlinea.com.ve/Reforma/transformación16.htm5 El más reciente empeño, impuesto con fuerza impresionante, viene del denominado “diseño por competencias”, que tiene sus orígenes en el Proyecto de Bologna.

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de reflexiones ontológicas y epistemológicas en eventos u encuentros de geohistoria, incluidos los estudios de postgrado, la “conversión” de la geografía en geohistoria, entre otras.

La efervescencia del espíritu de la transformación universitaria, está ronde más de un cerebro y más de una institución, no está en sus mejores momentos. La mejor constatación de tan deplorable hipótesis es la total ausencia decisiones y acciones al respecto. Se ha favorecido en un trecho muy importante la inclusión y la equidad. Las misiones educativas y la creación o refundación instituciones de educación universitaria, están a la vista. La investigación permanente del profesorado universitario, el desarrollo de proyectos, las redacciones científicas, las respuestas a la ciencia y a la sociedad, las creaciones teóricas y epistemológicas de interpretación y cambio social, los aportes en la construcción del proyecto país, entre otros, aun siguen pendientes.

Geohistoria y Transformación UniversitariaAprovechando este espacio, que como si de un presente geohistórico se tratara, en una legítima

representación de presentes sucesivos, me permitiré ahora exponer unas ideas relacionadas con el

tema que involucra educación e investigación geohistórica, pero quisiera compartirlas no solo

como referencias operativas, metodológicas, de instrumentación. Lo que realmente aspiro, en

términos generales, es situar el asunto de investigar la geohistoria en una clave que la vincule,

precisamente, con vivir la geohistoria. Estoy diciendo, en otras palabras, que una buena y

estupenda oportunidad para vivir la geohistoria, es investigárla de manera seria, de manera

responsable. Por el contrario, una geohistoria investigada irresponsablemente, sin referentes

éticos para la transformación, terminaría en una geohistoria enmascarada, disfrazada; es decir, en

una anti-geohistoria.

Por eso espero que cada una y cada uno de ustedes oiga (y lea) mis palabras con espíritu crítico,

con mente amplia, pues si algo debemos revisar de manera inmediata, relacionado con la

investigación geohistórica, son nuestras formas de leer, nuestras formas de escribir, nuestra

formación para investigar y nuestra actitud ante otras perspectivas de aprender.

Déjenme establecer una aclaratoria previa, quizás extrema pero necesaria. La cosa dice más o

menos así: podemos tener nuestras cabezas repletas de referentes teóricos y de instrucciones

metodológicas, recibidas del profesorado upelista más brillante; nuestros brazos pudieran quedar

agotados de tanto cargar libros y guías metodológicas de las más claras e ilustrativas; pudiéramos

tener los cuadernos y libretas con perfectos apuntes, nuestros bolsillos y carteras pudieran quedar

vacías de gastar dinero en fotocopias o en horas de internet; tendríamos los pies extenuados de

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recorrer las bibliotecas de la ciudad; pero si en nuestro cuerpo, en nuestro ser, no hay un lugar

para que se despliegue una actitud ética y creadora ante la investigación de la geohistoria,

entonces es posible que liquidemos las esperanzas de transformación.

Lo que estoy diciendo es bien serio, porque allí pudiera estar involucrado un amor por la vida, una

lucha por la vida, una lucha para la vida. Una vida que podemos comenzar a construir hoy en

Venezuela, sabiendo que la vida del futuro, amigas y amigos, que podemos leer como la Venezuela

del futuro, no se construye en el futuro, se construye en el presente. Evidentemente, la

investigación geohistórica puede ayudarnos en eso.

Así, investigar la Geohistoria de Venezuela, por ejemplo, es un asunto que va más allá de aprobar

un Seminario y el respectivo informe de investigación, que, por lo general, pudiera ser un artículo

o un ensayo. Pues mucha atención: investigar la geohistoria venezolana, es también problematizar

nuestra propia existencia, como seres humanos, como ciudadanos, como venezolanos; es

reconocer nuestra responsabilidad en la unidad témporo-espacial, en esa geohistoria que

acontece y nos acontece, en esa geohistoria de este tiempo.

Cometiendo un atrevimiento con un pensamiento de Frederich Nietzsche, Intercalando algunas

palabras en una frase suya, pudiéramos decir: “Necesitamos una [geo]historia para la vida y la

acción, no para apartarnos cómodamente de la vida y la acción y menos para encubrir la vida

egoísta y la acción vil y cobarde. Tan sólo en cuanto la [geo]historia está al servicio de la vida,

queremos servir a la [geo]historia”6.

Un asunto primario en esto de la investigación geohistórica, es el relacionado con la

responsabilidad, con otro tipo de responsabilidad. Entrometerse en una investigación geohistórica

seria, tiene sus implicaciones en todo un conjunto de tareas que hay que realizar y ello debe ser

asumido, tanto en el ámbito personal como en el colectivo. La elaboración y entrega de proyectos,

de avances, de la monografía; el estudio externo y la participación crítica en las exposiciones de

lecturas, las relaciones los pensamientos de otros autores, el permanente espíritu de cooperación

y de formación, representan, por lo general, el corpus que exige el trámite a tiempo de la

responsabilidad y su gestión oportuna. Esa pudiera ser una palabra clave: quienes se dediquen a

investigar la geohistoria, deberán gestionar responsablemente, al menos, una triple

responsabilidad: con el país, con la geohistoria y consigo mismo.

6 Friedrich Niezsche. (2000). Sobre la utilidad y los perjuicios de la historia para la vida. Madrid: EDAF, p. 2.

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Un segundo aspecto, disculpen la aclaratoria, es que la investigación geohistórica es para

investigar; es decir, para pensar profundamente y dar cuenta crítica de un asunto de máximo

interés. Los textos, esos por donde circula la geohistoria registrada, son importantes pero no

suficientes. La gran diferencia con el enfoque documentalista clásico, es que un texto no es solo

palabra escrita, impresa o no, también son textos las entrevistas, las fotografías, los monumentos,

los espacios, una estructura, un objeto, el cuerpo, los gestos, los valores, los sentimientos, las

pasiones, las ideas. Eso es lo que llamamos aprender a leer, que también implicará aprender a

escribir; una aprender a escribir escribiendo, con palabras que serán torneadas, acariciadas,

sentidas; es decir, con nuestras propias palabras.

Un tercer aspecto está referido a la temática del tiempo o, mejor, a como lo asumimos. Un dato

crucial es ese donde el presente geohistórico es una sucesión integrada de presentes. En algunos

casos puede correrse el riesgo de tener una investigación geohistórica que no nos dirá

absolutamente nada de nuestro presente, de lo que hoy somos, de cómo nos estamos

constituyendo, de cómo nos hacemos ciudadanos en este momento contemporáneo.

La cuarta referencia está relacionada con los discursos geohistóricos que leemos. A veces, cierto

espíritu investigador de corte regional, por ejemplo, se entrega excesivamente a la configuración

territorial inmediata, colocándola como excusa para quitarse de encima toda lectura que no esté

relacionada con “mi” región, lugar o tema. Sin querer agotar esta preocupación, creo que un

investigador regional serio debe leer a los clásicos de la geohistoria mundial y nacional y todo

aquello que se ha construido desde las regiones y las localidades, para ser revisado en su

concepción geohistórica, en la construcción de su discurso, uso de fuentes, visión del tiempo, de

los seres humanos.

Por eso, justo en este tiempo, ratificamos un dato recurrente en el desarrollo de las ciencias

sociales: las exigencias y requerimientos científicos, también son para interpretarnos y propiciar

las transformaciones. Podemos, inclusive, hacernos los distraídos con determinados procesos,

pero la aceleración de la vida social, política y cultural, nos coloca frente a otros retos; retos de

urgencia por el impacto que están dando a la vida diaria y al futuro. Vemos esos retos como

campos posibles de investigación.

1. Territorio, poder popular y comunalización.

2. Misiones, alfabetización y espacios de educabilidad

3. Dinámica: sociedad, Estado, territorio.

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4. Permutaciones geohistóricas y organización territorial

5. Vivienda, espacio y hospitalidad.

6. Topofilia y organización popular

7. Dinámica témporo-espacial y potencialidades del pueblo.

8. Pueblos y lugares en el sistema mundo

9. Geohistoria e identidad

El mar, la agricultura, las creencias, las creaciones literarias, la hidrografía, la pesca, las

producciones artesanales, los problemas ambientales, los sistemas de comunicación, los servicios,

la dinámica sociopolítica, son temas que también pueden acompañar la lista anterior. Pero

recordemos, a punto de culminar, que el centro del asunto no es ni el espacio ni el tiempo, ni la

geografía ni la historia; es el ser humano esa unidad témporo-espacial que nos ofrece la

geohistoria.

Conclusiones

Bueno, vamos a nuestras conclusiones:

1. La geohistoria, en su ámbito investigativo-pedagógico, puede ser la oportunidad para

interpretar la génesis y las transformaciones de los sistemas que orientan nuestra vida

como pueblo, como país, como nación.

2. La geohistoria puede ser una excusa para develar como se vertebra la sociedad capitalista

– liberal y dar cuenta de procesos político – ideológicos emergentes, en proceso de

constitución.

3. La exploración de las condiciones de formación que hace común ciertas formas de vivir, de

pensar, de hacer y el descubrimiento de las prácticas sociales y mecanismos que las

impulsan, puede comenzar a intentarse desde la nueva ciencia de la geohistoria.

4. La geohistoria seria, comprometida, militante, en su vertiente pedagógica-investigativa,

puede ayudarnos a pensar y a construir nuestro presente, ese presente cargado de pasado

y de futuro.

5. El espacio de esperanzas, de nuevas oportunidades, está desplegado en la investigación y

en la pedagogía de la geohistoria. Lo que está esperando es por nuestra incorporación.

Fuentes Recomendadas.

Ardao, Arturo. (1983). Espacio e inteligencia. Caracas: Editorial de la Universidad Simón Bolívar.

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Cunil Grau, Pedro. (2007). Geohistoria de la sensibilidad. Caracas: Fundación Empresas Polar.

Cunil Grau, Pedro, Las transformaciones del espacio geohistórico latinoamericano, 1930-1990, México, FCE, El Colegio de México, 1996.

Cunill Grau, Pedro. (1995). Las transformaciones del espacio geohistórico latinoamericano. México: Colegio de México.

Dosse, Francois. (2006). La historia en migajas. México: Universidad Latinoamericana.

Hurtado Rayugsen, Omar. (1986). Geohistoria de Villa de Cura y su área de influencia. Caracas: Los Heraldos Negros.

Pino Iturrieta, Elías y otros. (1997). Venezuela, geohistoria y futuro. Caracas: Universidad Central de Venezuela.

Ríos, Josefina y Carvallo Gastón. (2000). Análisis histórico de la organización del espacio en Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela.

Rodríguez, José Ángel. (Comp., 2000). Visiones del oficio. Historiadores venezolanos en el siglo XXI. Caracas: UCV.

Rojas, Reinaldo. (1995). Historia social de la región de Barquisimeto. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Santaella Yegres, Ramón. (2005). Diálogo entre sociedad e historia. Caracas: Universidad Central de Venezuela.

Santaella Yegres, Ramón. (1986). La dinámica del espacio de la cuenca del Lago de Maracaibo. Caracas: UCV.

Santiago Rivera, José Armando. (2007). Rubio, la geohistoria de una comunidad. San Cristóbal: Universidad de Los Andes.

Tovar, Ramón. (1986). El enfoque geohistórico. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Final

En dos de los párrafos del documento intitulado: Pacto por las Reformas Universitarias7, los autores señalan lo siguiente: 7 Documento preliminar realizado por Rigoberto Lanz, fechado en Caracas el 18 de marzo de 2004.

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“La envergadura de los cambios que están planteados exige de una manera clara esfuerzos crecientes de creación de consenso alrededor de la agenda de reformas. El camino recorrido hasta hoy permite valorar un importante activo en lo que concierne a los diagnósticos y evaluaciones diversas de las que disponemos en la actualidad. Se ha acumulado suficiente experticia en todos los campos de desempeño de la vida universitaria como para propiciar consistentemente programas de transformación.

“No obstante, la experiencia indica que esos procesos requieren una inducción permanente, una alta dosis de direccionalidad en la que se ponen en juego, no sólo visiones y sensibilidades diversas, sino una voluntad organizada capaz de concitar la participación creciente de los más variados sectores de vida universitaria. Sin este componente los planes de reformas derivan fácilmente en letra muerta o en iniciativas fallidas.”

Por supuesto, los teodolitos cognitivos con los cuales (creemos que) contamos, las referencias epistemológicas y teóricas que traman parte de nuestros pensamientos, la democracia socialista como asunto político, la pulsión ética que nos alienta, el gesto permanente de / por la humanidad, la utopía socio-histórica como ejercicio, como cultura; la educación como escenario de transformación y la fuerza desgarradora de la pasión, permiten acercarnos, con mayor fuerza, a unos puntos de encuentro y a unos puntos de reflexión. Ello permitiría decir, que podría desatarse un juego de deliberación crítica, profundamente democrático.

La conclusión preliminar de esta presentación no es, precisamente, respetables amigas y amigos, afirmar la existencia difusa, la pre-existencia o in-existencia de la transformación en la universidad, sino la urgencia de acentuar las disposiciones para su impulso impostergable. Hoy más que nunca, volver al tema de la transformación no significa re-actualizar un debate, sino construir el sentido de la universidad en pro de una sociedad de justicia, solidaridad y participación.

Fuentes de InformaciónBraudel, Fernand. (1979). Civilisation matérielle, économie et capitalisme. Tomo 2. Paris:

A. Colin.Braudel, Fernand. (1985, 2 de junio). Discours du récipiendaire, Académie française. Le

Monde. Burguière, Andre. (1991). Diccionario de ciencias históricas. Madrid: Ediciones Akal.Dosse, François. (2006). La historia en migajas. México: Universidad Iberoamericana. Mora García, José Pascual. (2004). La dama, el cura y el maestro en el siglo XIX. Mérida:

Universidad de Los Andes.

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Rodríguez, José Ángel. (2000). El hombre en el espacio. En Rodríguez, José Ángel (Comp.). (2000). Visiones del oficio: historiadores venezolanos en el siglo XXI. Caracas: Universidad Central de Venezuela.