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Conductores TEMA 15 EL PROTOCOLO EN EL COCHE OFICIAL: ACTUACIONES DEL CONDUCTOR EN LA PREPARACIÓN DEL VEHÍCULO, EN LA CONDUCCIÓN CON LA AUTORIDAD, EN LA ESPERA Y EN LA RETIRADA DEL SERVICIO. NORMAS BÁSICAS DE CORTESÍA, ATENCIONES EN EL VEHÍCULO.

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Conductores de Coches Oficiales: Tema 15

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Conductores

TEMA 15EL PROTOCOLO EN EL COCHE OFICIAL: ACTUACIONES DEL CONDUCTOR EN LA PREPARACIÓN DEL VEHÍCULO, EN LA CONDUCCIÓN CON LA AUTORIDAD, EN LA ESPERA Y EN LA RETIRADA DEL SERVICIO. NORMAS BÁSICAS DE CORTESÍA, ATENCIONES EN EL VEHÍCULO.

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EL PROTOCOLO EN EL COCHE OFICIAL: ACTUACIONES DEL CONDUCTOR EN LA PREPARACIÓN DEL VEHÍCULO, EN LA CONDUCCIÓN CON LA AUTORIDAD, EN LA ESPERA Y EN LA RETIRADA DEL SERVICIO. NORMAS BÁSICAS DE CORTESÍA, ATENCIONES EN EL VEHÍCULO

1. El protocolo en el coche oficial: reglas generales 1.1. Protocolo de los asientos Cuando existe un conductor profesional, rige el siguiente protocolo de asientos:

El lugar preferente es el asiento trasero derecho, situado en diagonal con el puesto de conducción. Por tanto, éste será el que ocupe la principal autoridad.

El segundo será el trasero izquierdo, al lado del anterior. Puede asignarse a una segunda autoridad que viaje en el mismo vehículo, o a una persona de gabinete o protocolo.

En tercer lugar, el asiento del copiloto, al lado del chófer, que en vehículos oficiales suele ser ocupado por el escolta.

Si hubiera que ubicar a tres personas en el asiento posterior, la preferencia entre ellas sería: el viajero de mayor rango en el lugar derecho, el segundo en el lugar izquierdo, y el tercero entre ambos. En un coche conducido por un chofer, sólo si le acompañan más de dos personas una de ellas pasará a ocupar la plaza junto al conductor. Si los pasajeros son uno o dos, ese asiento se dejará libre. Este orden de colocación de los viajeros es el mismo que se aplicaba en las antiguas berlinas o carruajes. Suele decirse que el motivo era permitir que el chófer pudiese hablar con su viajero más importante girando levemente la cabeza. Es importante conocer las diferencias protocolarias entre un vehículo conducido por un profesional (acabamos de exponer las reglas) y otro conducido por su propietario. En este último caso, el lugar preferente es el asiento del copiloto, y éste será ocupado en primer lugar (antes que los traseros) cuando conduce el propietario del vehículo. En otro caso, si el o los acompañantes ocupan plaza posterior y dejan libre la del copiloto, estarían relegando al conductor a una posición de chófer que en este caso no corresponde. De hecho, si en el vehículo viajan varias personas y en algún momento abandona el que ocupaba el asiento delantero derecho, alguno de los que viajaba atrás debe pasar adelante para no dejar sólo al conductor. Entre hombres y mujeres, la mujer tiene preferencia sobre el hombre, y por tanto a ella debe ofrecerse el asiento delantero derecho. No obstante, es práctica habitual que, si viajan dos parejas en un coche, los hombres vayan en los asientos delanteros y las mujeres en los traseros. Esta costumbre va en contra de las normas clásicas de protocolo (que aconsejan “peinar” las parejas, es decir, sentar delante a la mujer del invitado, que ocuparía plaza trasera con la mujer del conductor), pero suele admitirse en la medida en que puede facilitar las conversaciones. Sobre

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esto cabe hacer dos precisiones: se evitará esta colocación cuando resulte molesta para quienes sean relegados a la parte posterior; y si quien conduce el vehículo es una mujer, por elemental reciprocidad será la otra mujer quien ocupe el asiento delantero derecho, trasladándose los dos varones a la parte posterior. Téngase en cuenta que, en el ámbito político y profesional, el cargo prima sobre el sexo y la edad, de manera que la persona que ostente el cargo más elevado será la de mayor precedencia, al margen de su sexo y edad. 1.2. Acceso al vehículo En los coches oficiales, la autoridad de rango más elevado es la primera en subir al automóvil y la última en apearse. Para acceder al vehículo, el proceso será:

Entra en primer lugar la autoridad, y si hay varias la de superior rango, auxiliada por el secretario, responsable de gabinete o ayudante que le acompañe, quien le abrirá la puerta y la cerrará cuando se haya acomodado en el asiento posterior derecho. Si viaja solamente con el chófer, será este quien le ayude con la puerta.

Después accederá al vehículo el secretario, responsable de gabinete o ayudante, que rodeará el coche para ocupar el asiento posterior izquierdo, al lado de su jefe.

Si hay un agente de seguridad, éste entrará en penúltimo lugar ocupando el asiento del copiloto.

El último en entrar será el conductor. Como regla general, se facilitará el acceso al vehículo a los distintos ocupantes del mismo. Las puertas se cerrarán con suavidad y cuidando de no pillar la ropa de los ocupantes (problema bastante habitual cuando se viste falda, abrigo o cualquier prenda larga). Una autoridad, mujer o persona mayor que ocupe plaza en el asiento trasero del automóvil no se desplazará en él para dejar paso a otros ocupantes, sino que éstos rodearán en vehículo para entrar por el lado contrario. En un vehículo con tres puertas (dos para los pasajeros), se reservará el asiento delantero (el del copiloto) para la persona de mayor edad, la mujer o la de jerarquía superior. El acceso a las plazas posteriores requiere, en estos modelos, un cierto grado de habilidad física, por lo que se consideran secundarias respecto a las delanteras. Hay que decir que esta situación no es habitual en vehículos oficiales. Si se recoge a una persona durante la marcha, el conductor no esperará dentro del coche sino que, salvo imposibilidad absoluta, detendrá el vehículo y saldrá para recibir y ayudar al pasajero a entrar. El pasajero se acomodará en el asiento con gestos suaves y equilibrados, sin abalanzarse sobre la butaca y sin hacer movimientos bruscos o aparatosos. En el caso de las mujeres, la regla tradicional les aconseja sentarse, en primer lugar, y después introducir las dos piernas juntas a la vez.

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1.3. Salida del vehículo El descenso del vehículo se hará justamente al revés de lo explicado para el acceso al mismo. Es decir:

Bajará en primer lugar, rápidamente, el agente de seguridad, en caso de existir, y casi simultáneamente lo hará el secretario, responsable de gabinete o ayudante, quien rodeará el automóvil para abrir la puerta a la autoridad. Si se acude a un acto sujeto a protocolo, una azafata o persona de la organización estará esperando la llegada del vehículo, en el lugar de destino, para abrir la puerta trasera derecha y facilitar a la autoridad el descenso del coche.

La autoridad será, en todo caso, la última persona en abandonar el vehículo.

Dado que la autoridad ocupará el asiento posterior derecho, y por esta puerta descenderá del coche, el conductor estará atento para detenerse en el lugar y posición adecuados para facilitar que esto se produzca del lado de la acera o del acceso al edificio o recinto que se vaya a visitar. Con carácter general, el conductor tendrá cuidado en detener el coche en un lugar donde facilite la salida de los acompañantes: al lado de una acera, en un lugar donde no estén pasando otros vehículos a gran velocidad, y por supuesto no junto a un charco, una mancha de barro o aceite.

Al aparcar en batería o en un parking, se medirán bien las distancias para permitir que las puertas abran sin golpear a los coches de los lados. Si esto es imposible debido a la escasez de espacio, antes de completar la maniobra se invitará a los acompañantes a abandonar el vehículo (por supuesto, ayudándoles desde el exterior, como ya se ha dicho). Mucho cuidado al abrir la puerta si por ese lado pueden pasar coches. Espere a abrirla al momento en que no pase ninguno, y vuelva a cerrarla lo antes posible. Para salir del vehículo, igual que para entrar en él, se utilizarán movimientos pausados. Lo correcto es sacar primero el pie más próximo a la puerta, girar ligeramente el cuerpo hacia el exterior y salir con un leve impulso. Pero todo esto debe hacerse con naturalidad y sin excesiva gesticulación. A fin de tener una visión completa del tema, hay que decir que el orden de acceso y salida para autoridades se invierte en el caso de barcos, helicópteros o aviones. Por razones de seguridad, a estos vehículos embarcará la autoridad en último lugar y será la primera en desembarcar.

2. Preparación del vehículo Cuando existe un parque móvil, los responsables de éste cuidarán de entregar los vehículos oficiales con todas las revisiones mecánicas y de seguridad, y en perfecto estado de limpieza. No obstante, el conductor, en ejercicio de su profesionalidad, lo revisará antes de hacerse cargo del mismo, y hará las observaciones o requerimientos oportunos, si fuera el caso. Naturalmente, se dará preferencia al cumplimiento de las especificaciones de seguridad (frenos, neumáticos, etc.) así como al correcto funcionamiento de los dispositivos de señalización (luces, bocina, etc.).

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La limpieza exterior del coche, con ser importante, no lo es tanto como la interior. Los pasajeros entenderán que el vehículo se haya ensuciado debido a la lluvia, una carretera en obras o a otras causas similares. Pero es menos disculpable que el interior se encuentre polvo, papeles, herramientas o restos de anteriores viajes, o simplemente los ceniceros sin vaciar. Esto no es admisible en un vehículo oficial. En cuanto a la decoración interior y exterior, es algo subjetivo en los vehículos privados, pero no así en los oficiales. En estos, la prudencia y la moderación deben extremarse: no se incorporará al habitáculo ningún complemento que no sea imprescindible (nada de relojes adicionales, muñecos u objetos diversos), y en el exterior la discreción también será máxima (nada de pegatinas “simpáticas”, embellecedores, falsos alerones, etc.) A la hora de limpiar el interior del vehículo, y aunque pueda parecer un consejo innecesario, no arroje colillas o papeles desde la ventanilla. Es un gesto de profundo incivismo, y puede resultar peligroso si lo hace en marcha pues es probable que otros vehículos vengan circulando detrás del suyo.

3. Preparación del itinerario Antes de cualquier recorrido oficial, debe facilitarse al conductor una información básica acerca de su misión en el acto:

Destinos a visitar y horarios previstos. Cuando hay varias visitas encadenadas, es fundamental medir bien los tiempos en función de distancias, rutas y tráfico. Aunque esto es responsabilidad del jefe de protocolo y no del conductor, éste deberá advertirlo si detecta el problema cuando recibe la información.

Si hay una zona de detención prevista, a la llegada (por ejemplo, una alfombra).

Si alguien recibirá a la autoridad y, en ese caso, posición adecuada para detener el vehículo.

Si hay un estacionamiento reservado para el tiempo de espera. El conductor tendrá siempre acceso a una persona de contacto en la organización (alguien de protocolo o gabinete). Hoy en día los teléfonos móviles facilitan mucho esta comunicación. Si el servicio se presta en el marco de una caravana oficial, los requerimientos son más estrictos. En un epígrafe posterior ampliaremos esta información. Cuando se estima que puedan producirse circunstancias que compliquen el recorrido (manifestaciones, altercados, etc.), habrá que prever rutas alternativas. En todo caso, el conductor recabará previamente información sobre el estado del itinerario, pues hay hechos objetivos que pueden tener influencia en la conducción: obras, cortes de tráfico, desvíos, etc. Además, si participan autoridades atendidas por la seguridad del Estado, todo ello deberá coordinarse con la policía local (para rutas urbanas) o la guardia civil de tráfico (rutas interurbanas). La Delegación del Gobierno juega un papel muy importante en este sentido, como explicaremos con más detalle al tratar sobre las caravanas.

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4. Conducción con la autoridad 4.1. Pautas generales La conducción se realizará con suavidad, a velocidad moderada y respetando en todo momento las señales de tráfico y las estipulaciones generales del Código de Circulación. Se evitarán las maniobras bruscas y, en la medida de lo posible, los frenazos o acelerones. Es probable que la autoridad aproveche el tiempo del viaje para trabajar o avanzar gestiones, ya sea por escrito o telefónicamente, y el conductor contribuirá a facilitarlo en la medida que le corresponda. El conductor no es un amigo de la autoridad que traslada, y por ello no está entre sus deberes el de darle conversación. En cambio, contestará amablemente si es preguntado y no rehuirá la charla en caso de producirse ésta de manera natural. Ampliaremos información sobre las normas básicas de cortesía en el epígrafe correspondiente. 4.2. La llegada al lugar de destino

Como regla general, el vehículo se detendrá unos metros antes del lugar donde esté previsto recibir a la autoridad. Hay que tener en cuenta que las personas que reciben estarán esperando la llegada del vehículo y avanzarán unos pasos para recibir y saludar a la autoridad.

Si se espera la llegada de varios vehículos oficiales, la mejor solución desde el punto de vista organizativo y también la más acorde con el protocolo, es establecer un orden escalonado para la llegada. Ha de evitarse a toda costa la escena de varios vehículos llegando a la vez, con dificultades para encontrar un espacio, complicando la maniobra o incluso arriesgando un choque.

En ocasiones, cuando el vehículo llega desde una localidad distinta, los organizadores pueden ofrecer un vehículo piloto para que, desde la entrada de la ciudad, guíe al coche del invitado hasta el punto de destino.

5. Caravanas oficiales Se denomina “caravana oficial” al conjunto de vehículos que traslada a una autoridad y su comitiva. Puede ir dotada de seguridad o no, según el rango de la autoridad principal y la previsión de posibles incidencias en el recorrido. También pueden ir precedidas de un vehículo policial con facultades para despejar el tráfico y realizar maniobras generalmente prohibidas en la circulación ordinaria, y cerradas por otro vehículo policial; en este caso se denomina “caravana cerrada”. Veamos un ejemplo de caravana cerrada: 1) Vehículo piloto de la policía local o guardia civil. En algunos casos, puede existir un vehículo de avanzadilla, que se adelanta 500 ó 1.000 metros para alertar de la inminente llegada de la

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caravana y advertir al resto de vehículos, si procede, de posibles incidencias en la carretera o el tráfico. 2) Vehículo de protocolo. 3) Vehículo de seguridad. 4) Vehículo que traslada a la autoridad principal. 5) Vehículo de seguridad. 6) Vehículo de incidencias, que no suele trasladar a nadie pero es de gran utilidad en caso de averías o contratiempos no previstos. 7) Vehículo de cierre de la policía local o guardia civil. Con frecuencia, la composición de las caravanas es más sencilla, aunque en la mayor parte de las ocasiones existirá al menos un segundo vehículo, precediendo o siguiendo al que traslada a la autoridad, donde viajará personal de gabinete, protocolo y/o seguridad. El itinerario principal, así como, en su caso, los itinerarios alternativos que puedan existir, se pondrán previamente en conocimiento de la Delegación del Gobierno. Desde este organismo se suele realizar la coordinación, de ser necesaria, con la policía municipal y la guardia civil de tráfico. Los vehículos que componen una caravana estarán comunicados entre sí por radio o teléfono. Esta comunicación, así como la pericia de los conductores, son los factores que aseguran un ritmo uniforme en el desplazamiento. Las caravanas oficiales también han de respetar las reglas básicas de saber estar al volante. Por ejemplo:

Salvo razones excepcionales debidamente justificadas, la velocidad de la caravana respetará los límites legalmente establecidos para la circulación general.

El uso de la sirena policial se restringirá a los casos estrictamente necesarios, para evitar la producción de ruido y molestias al entorno.

6. Espera y retirada del servicio En actos oficiales sujetos a protocolo, los organizadores tendrán previstos lugares de espera para los vehículos que trasladan a las principales autoridades. Denominamos “espera” al tiempo durante el que se desarrolla el acto, y en el cual el conductor aguardará su terminación sin alejarse del vehículo ni del lugar. Aunque es excepcional, puede suceder que la autoridad se vea obligada a abandonar el acto antes de su finalización, y el coche debe estar preparado. La disponibilidad de un área de espera para los vehículos oficiales dependerá en buena medida, como es natural, de las características de la zona concreta. Si las posibilidades son limitadas, lo que sucederá con frecuencia, los aparcamientos inmediatos disponibles se reservarán para las autoridades de rango más elevado. Si no hay una zona reservada por la organización, o las plazas son insuficientes, el conductor retirará el vehículo a un lugar próximo al de celebración del acto, y esperará a la conclusión de éste para acercarlo nuevamente y recoger a la autoridad.

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Para mitigar esta complicación logística, en actos con mucha asistencia de invitados, cada vez es más habitual disponer microbuses o autobuses para trasladar a aquéllos al lugar de destino. Todo lo expuesto en este tema será de aplicación a quienes conduzcan tales vehículos. Naturalmente, lo deseable es restringir el recurso a vehículos oficiales cuando varios de estos deban confluir en un mismo destino. Cabe apelar al buen sentido de los responsables de protocolo, e incluso al de las propias autoridades, para no utilizar el coche oficial salvo que sea realmente necesario. Digamos, por último, que aunque el sistema de llamada de vehículos sea muy eficaz, será mejor que el invitado se dirija a su vehículo, cuyo aparcamiento conoce, que al revés, es decir, que el vehículo busque a su invitado.

7. Normas básicas de cortesía Al volante de un vehículo, muchas personas pierden con frecuencia sus modales y llegan a exhibir comportamientos agresivos con otros conductores, con peatones y con los demás usuarios de las vías públicas. Según distintos análisis, estas transformaciones de conducta pueden tener su origen en la sensación de poder que el automóvil confiere a quien lo dirige y al anonimato que el vehículo proporciona. Precisamente por ello, y haciendo la lectura inversa, aquellas personas que se desenvuelven con cortesía a bordo de un vehículo son consideradas como un ejemplo de máxima educación, ya que constituye motivo de elogio poner en práctica el saber estar en las circunstancias en que menos gente lo hace. Veamos algunas de las normas básicas de cortesía al volante: Convivencia en un espacio reducido Los automóviles son espacios cerrados, más o menos pequeños, que se comparten con otras personas durante un periodo de tiempo determinado. Por tanto, las condiciones de habitabilidad son comunes para todos, y no deben ser modificadas unilateralmente por ninguno de los viajeros sin el consenso de los demás. Esto significa que no es correcto abrir las ventanillas, fumar, conectar la radio, la calefacción o el aire acondicionado sin antes preguntar a los acompañantes. Y piense siempre en las consecuencias que para los demás puede suponer cualquier acción que Vd. desee acometer: por ejemplo, abrir una de las ventanillas delanteras con el coche en marcha puede originar incómodas corrientes de aire en las plazas traseras. En un vehículo oficial, será la autoridad de mayor rango quien pueda tomar la iniciativa. Tabaco La prudencia debe ser máxima en el caso del tabaco. Al igual que en cualquier sitio cerrado, el humo puede ser muy molesto para las demás personas que se encuentren en él. Y la ceniza, por supuesto, es fácil que ensucie vestidos o asientos, cuando no, en el peor caso (ceniza recién quemada que se desprende del cigarrillo), llegue a originar un incendio.

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Una actividad muy legislada En el legislación sobre tráfico (lo que tradicionalmente se conoció como Código de Circulación) se recopilan un gran número de reglas de saber estar al volante. Es obvio que un conductor que cumpla estas disposiciones a rajatabla es un conductor ideal o modélico. Algunas de las prescripciones contenidas en este ordenamiento se refieren a cuestiones técnicas o impersonales, pero otras muchas regulan las relaciones de los automovilistas entre sí, en la medida en que éstos comparten unas mismas vías públicas. Por ejemplo:

“Los usuarios de la vía están obligados a comportarse de forma que no entorpezcan indebidamente la circulación, ni causen peligro, perjuicios o molestias innecesarias a las personas, o daños a los bienes” (artículo 9,1 de la ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial).

Para saber más:

Real Decreto Legislativo 339/1990 de 2 de marzo, por el que se aprueba el texto articulado de la ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial.

Real Decreto 1.428/2003 de 21 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento General de Circulación, modificado por Real Decreto 965/2006 de 1 de septiembre.

Compartiendo vías públicas Al igual que sucede en otras tantas situaciones sociales, salir a la carretera con un coche obliga al conductor a entenderse con los demás conductores que utilizan simultáneamente unas carreteras limitadas. Compartir, ceder, turnarse, esperar, solicitar, etc. son verbos habituales en cualquier ámbito del saber estar, y por supuesto también en el de los vehículos automóviles. Tenga en cuenta que, al volante de un coche, los incumplimientos de estas reglas pueden tener consecuencias trágicas. Cualquier maniobra es importante: adelantamientos, incorporaciones a la calzada, giros en cruces o detenciones inesperadas, y han de ser realizadas con máximo cuidado, señalizando e informando a los demás conductores o peatones del entorno. “Ceda el paso”, por ejemplo, es una señal que encierra en sí misma toda una lección de saber estar. Su grado de cumplimiento o respeto por parte de los conductores es un perfecto indicador para medir los modales de éstos. Importancia de las luces Los indicadores luminosos permiten desplegar un auténtico lenguaje de la cortesía al volante. Si prefiere circular más despacio y facilitar que le adelante el vehículo que viene detrás, indíquelo con el intermitente derecho (por supuesto, después de comprobar que no vienen coches de frente o que no se dan otros problemas que desaconsejan la maniobra). Señalice los giros con suficiente antelación y reduzca la velocidad de manera progresiva, sin frenazos bruscos pero dejando libre la vía cuanto antes. En general, el uso de las luces es también un indicador importante de saber estar al volante. Además de cumplir, por supuesto, todas las prescripciones legales, las luces han de ser utilizadas

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para facilitar nuestra conducción y la conducción de los demás, evitando en la medida de lo posible las molestias que su mala utilización pueden causar. Caso típico es el de las luces largas, que sólo procede usar cuando no haya ningún otro vehículo a la vista. Cómo conducir El conductor pilotará el vehículo con suavidad, lo que no significa necesariamente con lentitud. Dentro de los límites que las normas de circulación y las señales de tráfico permiten, podrá alcanzar la velocidad que en cada caso corresponda, pero lo hará sin aceleraciones ni frenazos bruscos, con equilibrio y mesura. Preguntará a los ocupantes del coche si alguno de ellos tiene tendencia al mareo, y en este caso extremará los cuidados. Obviamente, detendrá el vehículo en caso de necesidad y prestará ayuda al pasajero mareado. Insultos, gestos groseros y modales airados son comportamientos a desterrar y que nunca mostrará un conductor educado. Según han puesto de manifiesto diversos estudios, el coche amplifica con frecuencia las tendencias agresivas, o simplemente los nervios, de muchas personas. De ahí la especial importancia que reviste el saber estar cuando se maneja un vehículo. Este tipo de comportamientos están completamente vedados para un chófer profesional. Siempre que se vea inmerso en una situación difícil, conserve la calma y muestre el mismo respeto hacia el resto de conductores que les brindaría si la relación con ellos tuviera lugar en una reunión social, sin coches de por medio. Piense que son personas, como Vd., aunque a veces nos asalte la tentación de tratarlos como si fuesen una pieza más del vehículo que manejan. Ruidos En mayor o medida, todos los automóviles producen algún nivel de ruido. Téngalo presente, sobre todo cuando circula por ciudad o zonas pobladas, para no hacer mayor la molestia con su estilo de conducción. Por ejemplo, un coche particular no se debe llevar conectada la radio o la música a un volumen alto y con las ventanillas abiertas, pues sería algo molesto además de un detalle de escaso gusto. Si nos referimos a un vehículo oficial, esto es impensable durante un servicio. Los acompañantes Hasta ahora hemos hablado mucho del conductor. Pero… ¿y los acompañantes? ¿tienen alguna obligación desde el punto de vista del saber estar? Pues sí. Además de lo ya dicho respecto a la necesidad de compartir pacíficamente con los demás pasajeros del vehículo un espacio reducido, deberán prestar una especial consideración al conductor. En viajes largos, por ejemplo, no es correcto que todos los pasajeros se duerman y dejen “solo” al piloto. Al menos uno de los acompañantes habrá de permanecer despierto y compartir conversación con el que conduce. De este precepto estaría dispensada la autoridad que realiza un viaje largo en un coche oficial. No se deben hacer comentarios críticos o dictar instrucciones al chófer sobre la conducción: “Adelanta ahora”, “No hagas esto”, etc., pues pueden ponerle nervioso, salvo, claro está, que constituyan una ayuda necesaria o solicitada. Con carácter general, se evitará cualquier comportamiento o comentario que pueda distraer la atención del conductor.

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Adelantamientos Es, quizá, la maniobra más peligrosa de todas las posibles con un coche. En particular, cuando se trata de una carretera con un solo carril para cada sentido de la circulación. Además de las disposiciones generales que al respecto establecen las normas, debemos añadir otras más desde el punto de vista del saber estar:

El coche que desea iniciar un adelantamiento debe advertir de su intención al que va delante, y a los que le siguen, mediante las señales luminosas preceptivas (intermitentes). En algunos casos, por motivos de seguridad, se permite reforzar la señalización con ráfagas cortas de luz o breves toques de claxon.

Aunque no es obligatorio, el vehículo que es adelantado deberá moderar su velocidad, al menos ligeramente. En ningún caso la aumentará al ser consciente de que está siendo rebasado. Es decir, facilitará la maniobra. Si formamos parte de una caravana, y el coche que está adelantando a nuestra altura necesita volver al carril derecho, le haremos un hueco para facilitarle la reincorporación; aunque consideremos que su maniobra no era del todo correcta, ha de primar la seguridad en el tráfico y la evitación de accidentes.

También la facilitará, reduciendo la velocidad e incluso frenando en caso necesario, el vehículo que, en su caso, pueda aproximarse en la dirección contraria, en el carril que transitoriamente ocupa quien está adelantando. Aunque aquél esté circulando por la derecha y con toda normalidad, deberá contribuir al éxito de la maniobra del que adelanta, por el bien de todos y por razones obvias de seguridad.

En una caravana, el que no tenga intención de adelantar se distanciará un poco del vehículo que le precede, para permitir que los de atrás tengan espacio para hacerlo si es su deseo. Además del peligro que supone, constituye una grave descortesía impedir o dificultar el regreso al carril derecho al vehículo que nos ha adelantado. Incluso aunque lo haya hecho con alguna incorrección.

No debe mirarse fijamente al conductor del coche adelantado cuando ambos circulan en paralelo. Puede interpretarse como un desafío.

Si el coche al que ha adelantado le facilitó la maniobra, no estará de más que se lo agradezca, por ejemplo saludando con la mano de manera visible.

Pequeños accidentes sin daños personales Son cada vez más frecuentes, debido a la saturación de las carreteras. Evite las discusiones inútiles, y por supuesto rehúya cualquier conato de enfrentamiento. Por supuesto, es importante aclarar lo sucedido pero no se pierda en debates innecesarios. Si ambos conductores están de acuerdo, se procederá sin demora a cumplimentar el parte amistoso de accidentes. El responsable del golpe tendrá un comportamiento honroso si lo acepta desde el primer momento y facilita los trámites. Si no hay acuerdo, controle su enfado y deje que la policía y las compañías de seguros hagan su trabajo. Atascos y conflictos urbanos de tráfico Son habituales en las grandes ciudades, y sobre todo a determinadas horas del día, por la gran cantidad de vehículos que coinciden al mismo tiempo en unas vías de capacidad limitada. La recomendación principal es la de mantener la calma, los nervios no le ayudarán a solucionar el atasco ni a encontrar plaza de aparcamiento. El autocontrol y la contención en las maneras son

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valores que cobran un especial relieve cuando nos hallamos al volante de un vehículo y en una situación que ponga a prueba nuestra paciencia. Con una buena dosis de calma, respeto y educación hacia el prójimo, las cosas estarán bien encaminadas. En caso de duda sobre el comportamiento más adecuado, hay una regla infalible: compórtese con los demás como le gustaría que ellos se comportasen con Vd. Tenga en cuenta que en las calles de una ciudad un automóvil es lo más parecido a un escaparate. Es decir, los ocupantes de los coches que le rodean estarán viendo todos sus movimientos y conductas. No es el mejor momento, por tanto, para hurgarse las narices. En los semáforos Mantenga también la compostura y sea paciente. Conceda unos instantes al vehículo que tiene delante para que inicie la marcha cuando se enciende la luz verde, no le presione con pitidos y destellos de luz. Mientras esté detenido esperando, no haga sonar el motor con acelerones como si estuviera preparando una salida de competición. Y cuando el semáforo se abra, reanude la marcha de forma progresiva. Aparcamientos Además de estar prohibido por las disposiciones legales, piense que aparcar en doble fila o en un lugar reservado constituye una grave falta de cortesía que, con mucha probabilidad, causará molestias a otros automovilistas o peatones. Obstaculizar la salida de un garaje, una parada de transporte público o un paso de cebra, son conductas irrespetuosas con el prójimo y manifestaciones de egoísmo. A la inversa, si somos víctimas de un desconsiderado que ha bloqueado nuestro coche aparcando en doble fila, intentemos localizarlo en las inmediaciones pero sin recurrir a aspavientos o gritos y sin abusar del claxon. En ocasiones, de manera involuntaria, provocamos algún desperfecto a otro coche mientras aparcamos el nuestro. Si el propietario del vehículo afectado no se encuentra en el lugar, lo correcto es dejar una nota en su parabrisas, pidiendo disculpas por el incidente y con nuestro número de teléfono para facilitar el contacto y solucionar los papeles del seguro. No se debe abrir una puerta sin mirar, pues pueden venir otros coches, motos o peatones. Si aparcamos en batería y hay otro vehículo al lado, se tendrá especial cuidado en no golpearlo con la hoja de la puerta. Ayuda a otros vehículos Si nos encontramos con otro vehículo en una situación de emergencia (con una rueda pinchada, averiado o sin gasolina, etc.), lo correcto es detener nuestro coche y ofrecer ayuda al afectado. Por desgracia, hay desaprensivos que fingen estas situaciones para provocar que otros conductores se detengan y así proceder a robarles, lo cual, junto con las inevitables prisas y cierta sensación de inseguridad, hace que bastantes veces se pase de largo sin prestar ayuda a vehículos que realmente la necesitan. Nuestro consejo es que se practique la solidaridad con los demás conductores, en la medida que en cada caso sea razonable, del mismo modo que nos gustaría recibir la solidaridad de los demás si en alguna ocasión somos nosotros quienes nos vemos en un aprieto similar. Como mínimo, una llamada telefónica a los servicios de emergencia (112) o de

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ayuda en carretera son pequeños gestos que están al alcance de cualquier y no implican ningún riesgo. En caso de accidentes, y sobre todo cuando hay heridos, la obligación de ayudar se convierte en un imperativo no sólo legal sino también moral. Si la policía o los servicios médicos han llegado ya al lugar, poco más se podrá hacer, aunque el ofrecimiento de ayuda nunca sobra. En este caso, se acatarán las instrucciones que dicten los agentes del orden (con frecuencia, despejar la zona). Si aún no han llegado, es cuando nuestra ayuda puede ser más importante: una llamada de emergencia será lo más urgente, así como prestar los primeros auxilios si nos consideramos capacitados para ello. Recuerde que no se debe mover a una persona accidentada sin poseer conocimientos médicos, pues podemos causarle un daño sin querer. Pero, en estas situaciones extremas, siempre es posible prestar algún tipo de ayuda. Con los peatones

No acerque el coche demasiado a los peatones y tenga especial cuidado si en la carretera hay charcos. En este caso, reduzca la velocidad si ve que hay personas en la acera, pues será probable que los salpique.

Respete los pasos de peatones, sobre todo cuando no tengan semáforo o éste se encuentre intermitente. Déles tiempo a cruzar la calle, aunque la luz ya esté verde para los coches, especialmente si se trata de ancianos o personas que carguen con bultos.

Piense también en los vehículos que circulan detrás de Vd. y no haga maniobras que les perjudiquen. Además de señalizar cualquier movimiento distinto a la marcha normal, no les obligue a frenar en exceso si se trata de camiones cargados o coches de escasa potencia, máxime en un tramo pendiente hacia arriba, pues les causará grandes molestias.