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Concurrente (ellos también tienen inconsciente) I. JovenPsi JovenPsi está muy, pero muy nervioso. Se recibió de psicólogo hace unos meses y dentro de unas horas rendirá el examen para la residencia de Psicología Clínica. Después de tres meses de lectura ininterrumpida, hace una semana que no para de practicar con exámenes de años anteriores. El Ministerio de Salud define a las residencias y concurrencias como sistemas de formación de posgrado insertas dentro del Sistema de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Consisten en una práctica intensiva y supervisada en alguno de los 13 hospitales generales de agudos, de los 19 hospitales especializados, de los Centros de Salud Mental o de los Centros de Salud y Acción Comunitaria correspondientes a un área programática. Las residencias duran cuatro años y son remuneradas, de tiempo completo y con dedicación exclusiva. Las concurrencias duran cinco años, corresponden a un sistema honorario (no rentado) a tiempo parcial. Ambas tienen como objetivo formar en el ámbito intra y extrahospitalario profesionales capacitados en beneficio de la comunidad. JovenPsi se enteró de que algunos jóvenes profesionales realizan una crítica a esta definición oficial. ¿No se vela, bajo los eufemismos de “capacitación”, “práctica”, “formación”, que las residencias y 1

Concurrente

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Revista Transversales, número III.

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Concurrente (ellos también tienen inconsciente)

I. JovenPsi

JovenPsi está muy, pero muy nervioso. Se recibió de psicólogo hace unos meses y dentro de unas horas rendirá el examen para la residencia de Psicología Clínica. Después de tres meses de lectura ininterrumpida, hace una semana que no para de practicar con exámenes de años anteriores.

El Ministerio de Salud define a las residencias y concurrencias como sistemas de formación de posgrado insertas dentro del Sistema de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Consisten en una práctica intensiva y supervisada en alguno de los 13 hospitales generales de agudos, de los 19 hospitales especializados, de los Centros de Salud Mental o de los Centros de Salud y Acción Comunitaria correspondientes a un área programática.Las residencias duran cuatro años y son remuneradas, de tiempo completo y con dedicación exclusiva. Las concurrencias duran cinco años, corresponden a un sistema honorario (no rentado) a tiempo parcial. Ambas tienen como objetivo formar en el ámbito intra y extrahospitalario profesionales capacitados en beneficio de la comunidad.JovenPsi se enteró de que algunos jóvenes profesionales realizan una crítica a esta definición oficial. ¿No se vela, bajo los eufemismos de “capacitación”, “práctica”, “formación”, que las residencias y concurrencias son trabajos como cualquier otro? ¿Acaso en un trabajo se deja de aprender, de ganar experiencia, de formarse?

Para lograr un cargo como residente o concurrente, el profesional debe rendir un examen que consta de preguntas multiple choice. A partir de la cantidad de respuestas correctas, se define un ranking llamado “Orden de mérito”. Aproximadamente, de unos 600 postulantes, los primeros 40 del ranking habrán logrado la residencia, y los siguientes 150 la

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concurrencia. Por políticas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, cada año decrece la cantidad de vacantes tanto para residentes como para concurrentes.JovenPsi escuchó que la disminución de cargos está asociada a una política de vaciamiento de la salud pública, de desfinanciación y desmantelamiento que se viene profundizando cada vez más.

Las fotocopias apiladas de la bibliografía obligatoria juntan altura que da miedo. Algunos de los temas: leyes nacionales e internacionales, consejos y tratados de la OMS, metodología de la investigación, familias y terapia familiar, infancia y violencia, realidad y juego, deprivación y delincuencia, la liberación de los pacientes psiquiátricos, notas para pensar lo grupal, el análisis institucional, atención primaria en salud, toxicomanías y psicoanálisis, las formaciones del inconsciente, la demencia precoz, envidia y gratitud, identidad y envejecimiento, psicofármacos y salud mental, duelo y melancolía, la femineidad, tratado de psiquiatría, perfil epidemiológico del suicidio en Argentina, terapia sistémica individual, terapia cognitiva para la superación de retos.

El objetivo de JovenPsi es quedar entre los primeros 40, lograr un cargo rentado y embarcarse en un viaje muy deseado... Este año dejó ese trabajo gris de oficina para intentar vivir de la profesión: lograr la residencia sería un golazo... JovenPsi duda: si en lugar de una residencia adjudicara una concurrencia, ¿la haría o no la haría? Encima que está difícil vivir de la profesión durante los primeros años de recibido, ¿sumarse además un trabajo sin salario? Es que JovenPsi se paga el alquiler, las expensas, los viáticos, la comida, los remedios, algún libro, alguna entrada de cine, el espacio de análisis.

Pecho y garganta se le revuelven de rabia cada vez que JovenPsi se pone a pensar sobre lo absurdo del examen. Responder correctamente una pregunta tiene más que ver con recordar una palabra exacta dentro del mar bibliográfico que con comprender, deducir, intuir, deliberar, argumentar o cualquier otra cualidad del pensamiento clínico. Mientras practica con un

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examen del año pasado, JovenPsi estalla de bronca: ¿qué carajo se evalúa en estas preguntas?

En el texto "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente", Freud señala que en el breve trabajo de un autor están contenidos casi todos los puntos de vista esenciales expuestos en el estudio del caso de Schreber. ¿A qué autor se refiere?

a) A Jung.b) A Ferenczi.c) A Abraham.d) A Rank.

En la caracterización de los modelos de atención custodial y comunitario, ¿qué dimensiones son tomadas para dicha caracterización, según De Lellis y Sosa?

a) El régimen de internaciones; la modalidad de prescripción de psicofármacos; la estrategia de altas, egresos y derivaciones; el tipo de vínculos interinstitucionales que existen; y la lógica de trabajo interdisciplinario.b) El modo de implementación del consentimiento informado; la estrategia de altas, egresos y derivaciones; el tipo de dispositivos asistenciales; la lógica de trabajo interdisciplinario; y el régimen de internaciones.c) La modalidad de prescripción de psicofármacos; la estrategia de altas, egresos y derivaciones; el tipo de dispositivos asistenciales; la lógica de trabajo interdisciplinario; y el régimen de internaciones.d) El tipo de vínculos interinstitucionales que existen; la estrategia de altas, egresos y derivaciones; el tipo de dispositivos asistenciales; la lógica de trabajo interdisciplinario; y la modalidad de prescripción de psicofármacos.

Según el texto "Modelos de atención: un análisis comparado de la legislación provincial y la ley nacional de Salud Mental", ¿Cuántas jurisdicciones

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contaban con leyes específicas de Salud Mental, al momento de la publicación del artículo?

a) Tres. b) Ocho.c) Dieciséis.d) Veinte.

Según la experiencia de Mastandrea referida en "Hospital de día y Salud Mental", ¿cuáles son las características más relevantes de los grupos terapéuticos?

a) Que son abiertos, heterogéneos, mixtos, entre 10 y 12 pacientes, de 1 hora y media de duración y frecuencia según evolución y criterio terapéutico.b) Que son cerrados, hasta 10 pacientes como máximo, de 2 horas de duración y frecuencia quincenal.c) Que son abiertos, con patologías similares, del mismo sexo, hasta 10 pacientes, frecuencia según criterio médico y de 1 hora y media cada encuentro.d) Que son cerrados, con pacientes con patologías similares, conformados por ambos sexos, hasta 15 pacientes, de frecuencia quincenal y de 2 horas de duración.

A JovenPsi le contaron que antes del sistema actual de selección no había un examen, sino largas entrevistas, donde cada postulante se presentaba a conocer el servicio en el que quería trabajar, y donde seguramente en esas citas y diálogos algo del deseo de trabajar en las instituciones públicas podía jugarse distinto. Cuando se calma, JovenPsi razona: entiendo que ahora que el sistema es más masivo en cantidad de postulantes, quizá no sean viables tantas entrevistas individuales, y tal vez sí haga falta evaluar a cada aspirante de algún modo, incluso mediante un examen... Pero –y acá vuelve a engranarse–: ¿cómo puede ser que la evaluación sea de tipo multiple choice? No tienen ganas de encontrarse con la escritura de un otro, prefieren ahorrase tiempo de corrección a mancharse con ideas y formas de pensar. Suponen que para que queden “los más inteligentes”, el examen choice es la mejor alternativa, porque

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poner a los 600 en una isla desierta y pasar a buscar a los 40 más adaptados una semana después sería muy costoso. Quizá no sería la solución ideal, pero, ¿no podría ser, por ejemplo, un examen con preguntas a desarrollar, con la presentación problemática de situaciones cotidianas de lo hospitalario que muevan a pensar, en lugar de preguntas capciosas con cuatro opciones posibles que se aferran casi todas a la suerte de poseer una memoria fotográfica? ¿Así se evalúa la capacidad, idoneidad y predisposición de una psicóloga o psicólogo para trabajar en un hospital público, por un salario o gratis?

II. Concurrente

Pasaron más de dos años. JovenPsi aspiraba a ser residente, pero no logró quedar entre los primeros 40. Decidió tomar la concurrencia que obtuvo, y se convirtió en Concurrente.Concurrente había escuchado casos de residencias obtenidas con un mes de furia estudiantil. O de quienes habían empezado a leer el material seis meses o incluso un año antes. Concurrente ahora se pregunta si hizo bien en oponerse ideológicamente al curso privado especializado para residencias, ese que salía $5600. Según decían, daba más chances de obtener un puntaje alto.

III. El servicio

6:30am, suena el despertador. Concurrente se levanta para ducharse, tomar algo y viajar al Hospital Borda, donde transita su tercer año de la concurrencia como psicólogo. Se hace tarde y no hay tiempo para desayunar: cambia las tostadas con queso untable y el café por galletitas dulces y un vaso de Tang de manzana.

Concurrente a veces se pregunta por qué va a trabajar gratis al hospital. Un día se contesta: porque aprendo mucho.

Concurrente trabaja en un servicio del Hospital Borda donde se atienden pacientes ambulatorios. Las paredes descascaradas,

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vidrios rotos, en invierno mucho frío, en verano mucho calor; falta jabón, biromes, papel, a veces lavandina; las puertas de los consultorios se abren cada cinco minutos para evacuar dudas de pacientes desorientados; las paredes, que no llegan hasta el techo, obligan a escuchar las historias del de al lado; el baño quizá hoy sin agua, la puerta sin traba.Los enfermeros y los médicos escasean, la demanda de atención excede y desborda a todos los trabajadores. Se atiende a gente sin recursos, humilde, pobre o indigente, que viene de lejos, que espera horas para el primer turno, y meses –si tiene suerte– para tener una entrevista de admisión. Hay cinco médicos rentados para cuatro mil pacientes. Sí: cinco médicos rentados para cuatro mil pacientes...

Concurrente asiste al hospital tres mañanas semanales de cuatro horas cada una. Para viajar combina el subte a Constitución con un bondi al hospital.El subte es la lata de sardinas, la violencia instituida del maltrato en el viaje, el empujar/ser empujado para llegar, los cuerpos vomitados de las pibas y los pibes fisurados durmiendo tirados en la galería de la salida de la estación Pellegrini. En la entrada de la boca de subte unas chicas reparten un panfleto que explica que se viaja mal porque faltan vagones y para colmo se abrieron nuevas estaciones, y asegura que la culpa no es de los trabajadores; mientras tanto, por la furia de los usuarios ante las demoras, reparan y blindan el box de atención y carga de tarjetas.Constitución es el hormiguero frenético, los manteros, los sánguches de salame y queso, las prostitutas, los linyeras locos, el frío y las frazadas con cartón, los ciruja, las voces roncas, las caras desencajadas.El bondi es la locura ensordecedora del ejército de metal a paso lento, los cortes y desvíos, las llegadas tarde. Una mañana de invierno, mientras se baja en Constitución, Concurrente recuerda una pregunta del examen:

Según plantean De Lellis, M. y colaboradores, ¿a qué problemas vino a responder la ley de "Creación de Hospitales y Asilos Regionales" promulgada el 28 de Julio de 1906?

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a) La inmigración y los trastornos mentales.b) La indigencia y la marginalidad.c) La pobreza y la inmigración.d) Vulnerabilidad y trastornos mentales.

IV. Ad honorem

Concurrente a veces se pregunta por qué va a trabajar gratis al hospital. Un día se contesta: ¡por el honor!

Fue uno de sus primeros días en el hospital y Concurrente aprendió que hay distintos tipos de trabajadores: el personal de planta, los residentes, los concurrentes, los becarios y los visitantes. El personal de planta trabaja por un salario. Los residentes trabajan por un salario durante cuatro años. Los concurrentes trabajan gratis por cinco años. Los becarios son ex-concurrentes a los que se les permite trabajar algunos años más en las mismas condiciones. Los visitantes son profesionales invitados a trabajar gratis, pero sin siquiera tener una inscripción simbólica en el registro de la institución; pueden quedarse lo que gusten.

Concurrentes, becarios y visitantes son muchos más que los residentes y que el personal de planta, encargándose y sosteniendo así de modo precarizado un porcentaje elevado de la atención de la salud de la comunidad. Ellos trabajan por el honor.

Esa tarde, cuando Concurrente llegó a su casa, googleó la definición de “honor” según la Real Academia Española:

honor.

1. m. Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo.

¡Ah, con que trabajar gratis es un deber de hombre de bien!

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2. m. Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea.

¡Ajá, con que trabajar gratis es un acto heroico de un psicólogo virtuoso!

3. m. Obsequio, aplauso o agasajo que se tributa a alguien.

¡Así que trabajar gratis es un premio!

V. Pre-Admisión1

Concurrente a veces se pregunta por qué va a trabajar gratis al hospital. Un día se contesta: porque soy masoquista.

El viejo entra al consultorio cuando llaman a su número. Está sucio, habla mal el castellano, habla gritando. Está indignado por el precio de la lechuga, dice que no se puede vivir con estos precios. Le cobran $1200 de alquiler. Se pregunta si trabajó en su país natal más de treinta años para esto. Dice que sus compatriotas, inmigrantes como él, acá lo abandonaron, no le dan casa, le pagan miserablemente y en negro. Tiene un problema en el tobillo y del Argerich lo mandaron al Alemán y le quisieron cobrar $900. El psiquiatra le pregunta si tiene obra social. “¿¡Qué obra social!?”. Enojado, pide una pastilla, vino a tomar una pastilla para terminar con su vida. “¡¡¡Así no poder más!!!”. “Esto es absurdo. ¡Absurdo! Quiero morir”.

1 En este parágrafo y el siguiente nos servimos de varios fragmentos de situaciones clínicas, cuyos datos modificamos con el fin de respetar el dolor que en ellos se dice y la identidad de quienes padecen ese dolor. ¿Por qué incluirlos, y por qué tantos? Porque sin ellos nos costaría transmitir la experiencia de algunos enredos del pensamiento, de algunos estados afectivos, de algunas espesuras existenciales. Porque presentan la crudeza de la angustia, del sufrimiento, de la demasía sin rodeos ni eufemismos. Porque necesitamos de la fuerza de esas imágenes para poder pensar algo distinto.

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Concurrente participó por un año de lo que en el servicio llaman dispositivo de Pre-Admisión: diez entrevistas diarias que realizan dos o tres profesionales para evaluar y tramitar la admisión al servicio (admisión que implica el inicio de un seguimiento médico farmacológico y un eventual tratamiento psicológico), o para derivar hacia otros efectores de salud o instituciones idóneas, según la necesidad del consultante. Se llama a las primeras diez personas que sacaron número esa mañana. Aunque las entrevistas comienzan 8:30, para asegurarse el lugar hay gente que va desde las 6. El último número es atendido al mediodía.

Ella viene a la consulta por su hermano que se tira del pelo y de las orejas y se pega con el cinturón en la cara para que se le vayan “los espíritus”. Vive, además, con otro hermano que se alcoholiza, con su marido golpeador, con su madre anciana y con su hijo de 4 años que le dice al padre que si vuelve a tocar a su mamá entonces va a llamar a la Gendarmería. Ella cuenta que aunque no sepa leer, para poder seguir, a veces se queda mirando la Biblia.

Los primeros tiempos fueron chocantes. Cuando se iba del hospital, en el bondi de vuelta, Concurrente necesitaba escribir sobre lo que había presenciado. Para su oído poco acostumbrado esas diez ocasiones de escuchar el sufrimiento ajeno eran a veces demasiado.

Hay gente que es derivada a otros servicios del hospital o a otras instituciones, por ejemplo cuando es necesaria una internación, o cuando el consultante busca un psicodiagnóstico que el servicio no realiza, o cuando se quiere tramitar un certificado que el servicio no otorga, o si se busca una asistencia que otros programas de salud abordan con mayor especificidad, como el programa para personas que estuvieron alojadas en establecimientos penitenciarios, o los programas para personas con uso problemático de drogas.

Es un joven de veintipocos. Dice que se quiere internar, total no se va a contagiar de los locos, ¿no? Consume cocaína y paco. El otro día le tiraron un tiro. Dice que si no

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tiene droga se saca y sale a robar; ya robó dos autos. Vendió faso y merca. Una vez fue al CENARESO. Dice que fue a otro hospital y se lo quisieron sacar de encima. Su madre no lo quiere, ella es re careta y el padre es re limado, lo está volviendo loco. Dice que va a terminar en el cementerio, en la cárcel o en el manicomio.

Otro joven. Tras la consulta relacionada con la temática del consumo de drogas, los profesionales lo derivan a la SEDRONAR. Él pregunta si puede ir al CENARESO en vez de a SEDRONAR. Los profesionales le preguntan por qué. Explica que al CENARESO sí puede llegar porque es más cerca y puede ir caminando, pero a SEDRONAR no porque no le alcanzan las monedas para el bondi.

Después de la segunda entrevista y yendo al baño del servicio, Concurrente recordó una pregunta del examen:

A partir de lo planteado por Bleichmar en "La construcción de legalidades como principio educativo", ¿cuáles son los factores que producen la violencia?

a) La frustración por la falta de trabajo y vivienda, así como elevado consumo de alcohol y otras drogas.b) La falta de educación y acceso a un trabajo digno y el gran número de gente que vive en la pobreza y la indigencia. c) La falta de perspectiva de futuro y el resentimiento por las promesas incumplidas.d) La falta de ética de la sociedad que perdió de vista las responsabilidades que tiene frente al semejante.

A pesar de que muchas entrevistas resultaban en derivaciones hechas por razones legítimas, Concurrente advirtió que la mayor parte de las consultas trataba del pedido de un inicio de tratamiento psicofarmacológico y/o psicológico en el servicio. Muchos de los consultantes estaban o se sentían solos, no sabían qué hacer, querían terminar con lo que les pasaba, algunos con su vida. Algunos llegaban al Borda expulsados de otros hospitales donde se les dijo “no hay turnos”, “no hay médicos”, “usted vive lejos, fíjese en su área programática”,

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“usted tiene obra social y no importa que le den turno para dentro de cuatro meses porque acá priorizamos la atención de quienes no tienen obra social”. Concurrente anotó: el Borda es a veces la última institución pública donde puede ir a parar alguien que está sufriendo y no tiene recursos.

El joven vive en un auto abandonado. No puede ir a su casa porque se peleó con la familia. Cuida coches “en una calle de un paseo donde va gente que anda bien económicamente”. Él cobra a voluntad, no dice “son diez pesos”. Consume drogas desde los 6 años. Ayer consumió paco. También consume marihuana y cocaína. “Alcohol por suerte no”, le da asco. Estuvo preso, después internado dos años en una comunidad terapéutica, después vivió seis años en un servicio del hospital de donde lo echaron porque lo acusaron de haberse robado una almohada y yerba. Busca medicación; ahora se la dan por guardia, pero tiene que venir todas las semanas desde zona oeste. Necesita la medicación porque él sabe que no puede sacarle de golpe al cuerpito los remedios. Trabaja todo el día, hasta que a las doce o una ve que se rajaron todos: “trabajo hasta donde me da el cuerpito”. No puede ir a SEDRONAR porque no tiene plata para viajar, pero le va a mentir al chofer del bondi diciéndole que le dieron recién el alta del hospital, así le dice “bueno, subite”.

Las leyes de salud mental que fueron bibliografía obligatoria para el examen enuncian que cualquier persona, de cualquier nacionalidad, viva donde viva, tenga o no obra social, tiene derecho a ser atendida en cualquier hospital público. Pero el problema –grave– es que el servicio adolece de los mismos problemas estructurales, político-sanitarios-económicos-éticos-institucionales que el resto de los efectores públicos de salud: casi no hay turnos para dar.

Durante los primeros meses de Concurrente en Pre-Admisión, los profesionales volvían a citar al paciente cada dos semanas durante uno, dos o tres meses. Se los recitaba para evaluar la “adhesión al tratamiento”, para ir definiendo el motivo de consulta, también para alojar el malestar sabiendo que de

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momento no había disponibilidad de turnos en el servicio. Si al cabo de ese tiempo los pacientes seguían volviendo sin haberse ausentado, se les terminaba dando (casi como premio) un turno para dentro de uno o dos meses.Concurrente se indignaba: ¿el derecho a ser atendido, un lujo asiático? No se trataba de que sus compañeros de Pre-Admisión fuesen malos o mezquinos. Tampoco de que el jefe de servicio hubiese emitido la orden de hacérsela difícil al paciente. La dificultad era admitir nuevos ingresantes con cinco médicos rentados para cuatro mil pacientes...

Para Rovere, ¿en qué tres equidades se sostiene el derecho a la salud?

a) En la atención, en la calidad de vida, y en la educación.b) En la atención, en la distribución de los riesgos y en la seguridad social.c) En la atención, en la calidad de vida y en la distribución de la riqueza y la morbimortalidad.d) En la atención, en la distribución de los riesgos y en la distribución del saber y del poder en salud.

El hombre pide ayuda. “Tengo ganas de claudicar”. Cuenta del golpe que le significó tener amigos que murieron de SIDA, dice que consume cocaína o sino marihuana, pero el porro le da ansiedad, que a veces compra psicofármacos que consigue en la calle por gente que conoce, que tiene una ansiedad incontrolable, muchísima angustia, que habla solo después de una conversación, habla de ser gay y de tener el diablo adentro. Dice que el otro día no daba más y fue con una soga a colgarse a un cementerio. Dice que tiene unas ganas incontrolables de darse un saque de cocaína. Cuando el paciente se retira, luego de que le dijeran que hay pocos turnos y que vuelva en dos semanas, el psicólogo dice: “Me quedé con el pelo, parecía Curly”.

¿Parecía Curly? Concurrente se preguntaba cómo podía ser, después de semejante relato, que su colega rentado, que trabajaba desde hacía años en el servicio, se hubiese “quedado”

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con el pelo de Curly. ¿Quizá porque el paciente estaba chiflado? ¿Tal vez porque hay una indolencia clínica, una anestesia necesaria que se dosifica sola para poder soportar el trabajo en el manicomio?

El tipo que casi mata a su mujer vino recitado por séptima vez. Dice que está podrido de tener entrevistas, quiere que le den un turno. Le cuesta pasar los días sin mensajearse con ella, trabaja y trabaja para no pensar. Quiere salir de esta situación, tiene miedo de lastimarse. Parece un castigo: como la semana pasada no vino, los profesionales deciden volver a citarlo una vez más para dentro de dos semanas y, aunque en realidad ya registraron en el sistema un turno para darle para el mes que viene, hoy no se lo dicen y le insinúan que la próxima vez seguro que habrá novedades. Un psicólogo le sugiere que no intercambie más mensajes con su mujer. El tipo se va, rendido. Dice: “al menos me dieron un consejo...”.

El hombre cuenta que se peleó sin motivos con un policía, que había empezado a hacer quilombos y no sabe por qué. Antes era así, pero sólo puteaba, no se iba a las manos. Cuenta con mucho dolor que dejó su casa para que la hijita no lo viera así de mal. La extraña mucho, y a su mujer, pero así no puede volver. Se siente muy solo, se angustia, dice que la medicación lo duerme. Le dan un turno para dentro de un mes y medio.

Concurrente no entiende cómo puede ser que algunas personas aguantaran no ser atendidas, cómo podrían esperar tanto tiempo con tanto dolor a cuestas. En una reunión de equipo, un día el jefe de servicio comentó que era llamativo que nadie o casi nadie armara revuelo por no haber recibido un turno de admisión.

Son dos hermanos, el cuerdo y el loco, que vinieron desde Santa Fe, están yirando por hospitales de la ciudad desde febrero: vienen del Álvarez que los mandó al Alvear que los mandó al Borda. Trabajan en una chacra. El loco dice que

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le transformaron el cuerpo en una computadora, tiene un cuerpo robótico y le está agarrando electricidad. El psicólogo les comunica que en este momento no hay turnos para dar. El cuerdo dice: “si yo fuera mi hermano estaría todavía más loco”.

Pasado un tiempo, Concurrente se debate. Es cierto que el dispositivo de Pre-Admisión pensaba en una estrategia de contención que fuese lo menos expulsiva posible. Pero a medida que pasaban los meses se fueron cerrando aún más los turnos por el trabajo a destajo de los pocos médicos del servicio, y la misión de Pre-Admisión devino en buena medida en poder decir del mejor modo posible que en el Borda tampoco hay lugar.

Los profesionales lo derivan a Morón porque le queda más cerca al consultante. El hombre se queja: en Morón dan cuatro entrevistas por mes, no diez por día como acá. “En provincia todo es mucho peor”.

El hombre entra a la segunda entrevista, dice que sigue mal, cuenta que hubo problemas en la casa tomada donde vive, se queja de que en los hospitales lo mandan de acá para allá, dice que acá en el país hubo una guerra sucia, nos pregunta a los profesionales si sabíamos eso, dice que nosotros somos demasiado jóvenes para saber, se pone a llorar, dice que está deprimido, está tomando diazepam, tiene lagunas neurológicas, dice que en esa época le daban picanazos en los huevos, que era como si un nene de 4 años pidiera para comer y se le preguntara hace cuántos días no comés y se le dijera “no te voy a ayudar porque tengo la panza llena”. “Es como si fuera una canilla que gotea a la noche con recuerdos horribles que no te dejan dormir”.

Las personas que no consiguen turno de admisión y necesitan medicación pasan por la Guardia, donde se les da los medicamentos que necesitan según el criterio de un médico. Las pastillas alcanzan para tres o cuatro días, y como no tienen un psiquiatra que los trate y les haga un seguimiento en el servicio, deben volver pocos días después para volver a pedir las

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pastillas. La mayoría tiene horas de viaje al hospital, y hay gente que no puede sostener ese ritmo porque pierde el trabajo.

Pide dejar de ir a la guardia y ser atendido por un médico que lo siga quincenal o mensualmente. Lo externaron hace dos semanas, “tuve veinte años de loquero”. No puede creer lo bien que está. Ver a la novia, a la hija, a los amigos. Está laburando como pintor. Cita frases del Indio, de Hermética, de Almafuerte. Cuando los pensamientos oscuros le hablan en voces, él les dice “está bien, está bien, dale, sí, sí, ¿qué más? Un aplauso para el asador“ y chau, se van. Ahora viene porque se está durmiendo en el trabajo y no es por cansancio; se duerme de rodillas, sentado, de pie. “Hablando en serio, no puedo creer lo bien que estoy”.

Estos son algunos de los derechos que, según Concurrente leyó en la bibliografía del examen, el Estado reconoce a las personas con padecimiento mental desde Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657:

a) Derecho a recibir atención sanitaria y social integral y humanizada, a partir del acceso gratuito, igualitario y equitativo a las prestaciones e insumos necesarios, con el objeto de asegurar la recuperación y preservación de su salud;

d) Derecho a recibir tratamiento y a ser tratado con la alternativa terapéutica más conveniente, que menos restrinja sus derechos y libertades, promoviendo la integración familiar, laboral y comunitaria;

l) Derecho a recibir un tratamiento personalizado en un ambiente apto con resguardo de su intimidad, siendo reconocido siempre como sujeto de derecho, con el pleno respeto de su vida privada y libertad de comunicación;

En un ateneo del servicio, donde se hizo una presentación sobre el dispositivo de Pre-Admisión, el psicoanalista encargado del mismo explicó: “en el servicio no podemos incluir a todas las personas que consultan. Operamos desde el ‘no-todo’ lacaniano,

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tenemos un límite, no somos completos ni totales”. Era el colmo, y Concurrente tiró la toalla... Gritaba para adentro: ¿cómo puede ser que se haga un uso tan ilegítimo de la teoría para abordar los problemas político-institucionales? ¿Cómo se puede justificar así lo injustificable? Decidió dejar de participar de lo que consideró un modo más de exclusión, y prefirió dedicarle energías a otros espacios de la concurrencia.

VI. La clínica, los grupos

Concurrente a veces se pregunta por qué va a trabajar gratis al hospital. Un día se contesta: porque este trabajo comunitario en lo público me mueve, me entusiasma.

En el servicio, Concurrente atiende pacientes en terapia individual y participa también como co-terapeuta en varios grupos terapéuticos. Los grupos son coordinados en co-terapia por al menos dos psicólogos o por un/a psicólogo/a y un/a psiquiatra.

Pensamientos de coordinador: No sé qué decir. La cantidad de información me apabulla. ¡Hoy vinieron demasiados! Y pensar en que los pacientes se dan cuenta de que no estoy interviniendo me pone todavía más nervioso.

Dice Marcelo Percia que escuchar es entrar en un tembladeral.Hay delirios que dan risa. Explicaciones bizarras, rebuscadas, absurdas, inverosímiles.Hay alucinaciones que dan escozor de sólo escucharlas.Hay decires que transmiten la desolación.Cuando se sufre en condiciones de pobreza, de destrato, de destejido social, a veces parece que ya no queda nada.

Concurrente anota: cuántas, pero cuántas texturas, superficies, matices y profundidad que tiene el malestar. Nadie sabe –tampoco– lo que puede sufrir un cuerpo.

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Concurrente se armó un botiquín de frases, propias y ajenas2, hilitos de donde agarrarse antes de bajarse del bondi en el hospital.

Una frase del botiquín: obrar desde el impoder es renunciar a la omnipotencia y a la impotencia. Si impotencia es orgullo herido que pretende todo, impoder es potencia de lo limitado, es un no poder hacer nada que libera potencias de lo clínico.

Cuando Concurrente atiende a ese paciente en terapia individual, a veces tiembla. El paciente parece hecho de cristal. Una palabra demasiado fuerte puede quebrarlo. Una vez, cuando recordó su primera crisis (una fuerza divina se había apoderado de él y empezó a correr, a doblar las piernas, a tirarse al piso, a darse la cabeza contra la pared), comenzó en sesión a agitarse, después a sacudirse y sacudirse cada vez más, como un lavarropas que no paraba. Cuando el arrebato acabó, el paciente dijo: “Me eligieron. No sé si me vas a entender. Es muy grosso lo que me pasa, muy grosso”.

Una frase del botiquín: no tengo un grupo, ni un paciente. Porque no me pertenece, no es mío. Y porque no lo manejo, no lo sostengo, lo que me alivia. Estoy en/con, participo en, analizo, ayudo, escucho, pero no lo cargo ni lo tengo. Ni el paciente ni el grupo son mi propiedad privada.

Como terapeuta en el hospital, Concurrente dio cuatro abrazos. Con cada abrazo le acudieron voces de teorías que lo felicitaban y de teorías que lo criticaban. Algunos pensamientos que lo surcaron mientras abrazaba: “No sé qué hacer”. “Ojalá que no se brote”. “No sé qué decirte, ni cómo ayudarte”. El abrazo como último recurso (no siempre eficaz) cuando la palabra no alcanza. También como experiencia de compartir el peso de lo que un solo cuerpo no soporta.

La joven se sumó al grupo por primera vez. Nunca había hecho terapia, se siente un poco perdida. Vino porque empezó a escuchar que la cortina del local donde trabaja le decía cosas y

2 Directamente copiadas o interferidas por los libros Deliberar las psicosis, Una subjetividad que se inventa y Sujeto fabulado I de Marcelo Percia.

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una médica la derivó al hospital; llora y les pregunta a los psicólogos qué le pasa.

Según Kraepelin señala en el texto "La Demencia precoz", ¿cuál es el tipo de alucinaciones auditivas más frecuente en la demencia precoz?

a) Las alucinaciones auditivas de comando.b) Las alucinaciones auditivas sobre los propios pensamientos.c) Las pseudoalucinaciones auditivas.d) Las alucinaciones auditivas megalómanas.

Una frase del botiquín: decir es decidir. Estar decidido no como certeza, sino como lance de una elección sin garantías.

Pensamientos de coordinador: ¡Me solté! Hoy pude hablar, no sé por qué, me atreví, me la dejaron picando, tuve una idea y... ¡Qué alegría, hice una intervención!

Fragmento de una sesión de terapia grupal.

– El otro día vine a la Guardia porque sentía que la mente me sangraba.– Pero, ¿te sangraba?– No, por dentro. Era algo psicológico.– ¿Alguien más tiene una sensación rara en el cuerpo?– Yo siento lombrices en la espalda. Me hacen bien. Son como las larvas de las moscas en una herida. Me masajean.– Yo antes tenía vibraciones en el cerebro, cada vez que tenía que hablarle a otros.– A mí cuando estoy nervioso me pongo todo tenso y me pongo mal del estómago.– Mis voces me están preguntando cómo puede ser que yo no vea que ustedes están magnetizados.– Esas voces vienen de tu cabeza. Cuando alguien pasa por la calle y las voces le dicen algo malo, yo las contradigo y se callan. Por ejemplo, si me dicen “ese que pasó es un estúpido”, yo les digo “es brillante”.

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– Cuando yo dejé de tomar la medicación escuché voces, el televisor era mi enemigo, me hablaba, y la voz de mi tío me decía que lo rompiera y lo rompí.– Ahora, a la distancia, ¿de dónde pensás que venía la voz?– En este momento no sabría decirlo, pero en ese momento la voz era real.– Yo, cuando las voces me hacen pensar mucho, las puteo y se van.– Cuando me descompensé, escuchaba voces iguales a las de las personas con las que estaba hablando, y para distinguir esas voces de lo que la persona realmente me decía, me fijaba si había correspondencia entre las palabras que escuchaba y los gestos y el movimiento de la boca. A veces cuesta diferenciar entre lo que uno piensa y una voz. Otras veces es fácil distinguir las voces de una voz común de “afuera”.

Una frase del botiquín: dejarme afectar por lo que se dice, y que pugne desde ahí por intervenir, en lugar de oír sólo mis anhelos de quedar bien, que me ensordecen y me muestran todavía más inseguro al hablar.

Pensamientos de coordinador: Acabo de decir una boludez. Me enredo para justificarme, pero la embarro más. Hablo rápido para taparla. ¡Por favor, que algún paciente me mire y asienta como si entendiera!

Una paciente no tiene casi dinero. Vive de mantera vendiendo pulseras. Hace poco la Policía Metropolitana echó a todos los manteros y se quedó sin trabajo, su única actividad. Vive en una pensión. Cuenta que cuando la abandonó su familia se sintió como una ramita flotando en medio del océano. Dice que el problema de la sociedad es que vivimos en la Matrix, y que está ganando la Inteligencia Artificial; el Hombre se está dejando chupar por la tecnología, convirtiéndose en Humanoide. Ella no tiene ambiciones, quiere trabajar para ganarse el pan y nada más, no quiere ganar más de $200. No sabe por qué, pero cuando viene al hospital le hace bien. Dice que el grupo terapéutico “es un oasis en medio del desierto”.

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Siguiendo al DSM IV, ¿cuál es el criterio principal (criterio A) que se plantea para diagnosticar el Trastorno Esquizoafectivo durante un período continuo de enfermedad?

a) La presencia de ideas delirantes, alucinaciones y lenguaje desorganizado (criterio A para Esquizofrenia) con duración menor de 1 mes.b) La presencia de conducta, apariencia e ideación excéntricas y contenidos perceptivos inusuales durante al menos 2 semanas.c) La presencia de un episodio depresivo mayor, maníaco mixto, simultáneamente con síntomas que cumplen criterio A para Esquizofrenia.d) La presencia de síntomas de disfunción social y laboral (criterio B para Esquizofrenia), junto a un componente depresivo intenso.

Reunión de equipo: una psicóloga rentada, dos residentes, dos concurrentes, dos becarias y cuatro visitantes. El diálogo es una vorágine de palabras que pugnan por expresarse todas en apenas una hora y media.

– Tuve que acompañarla a la Guardia, estaba muy mal... ¡Y yo me moría de angustia!– ¡Qué bien que te quedan esas botas! ¿Dónde las compraste?– Este paciente está cronificado, hace años que gira en torno a lo mismo, ya no sé qué hacer...– ¿Qué fecha quedamos para la supervisión? ¿Todos pueden el jueves?– De ahora en más la primera hoja de la historia clínica va a estar foliada, por orden judicial.– Vienen faltando mucho los pacientes del grupo, ¿qué andará pasando?– Ya vengo, voy a buscarme un café que no doy más.– Ese papá es muy mamá, protege al hijo demasiado, le falta la carterita.– Es un grupo de psicóticos de alto rendimiento...

Para Concurrente, si la clínica es un oficio solitario, el Equipo es un sostén necesario, un abrazo imprescindible, una colaboración

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tan ficticia como eficaz que funciona como cuerpo colectivo sin el cual no sería posible el trabajo con personas cuyas vidas han sido saqueadas por las psicosis.

Concurrente abre con llave el consultorio del grupo de las 8:30. Mientras tanto, en la sala de espera, el paciente al que le dijeron que Macri sacó una tarjeta amarilla que te da derecho a tener sexo dos veces por semana se saluda con el paciente que se quedó casi sordo después de tantos años de escuchar la radio a la noche a todo volumen para tapar el murmullo de sus voces. Enfrente y sentada en el banco, cabecea de sueño la paciente que tiene miedo de morirse a la misma edad que se murió su mamá. A su lado, mira fijo al piso el paciente que vive en una villa en una habitación con techo de chapa que gotea. De brazos cruzados y apoyada en la pared habla sola la paciente que todos los días va un rato a la plaza y vuelve a su casa.Se hace la hora, Doctor le pide a Concurrente que vaya empezando solo el grupo, que por una reunión urgente se sumará más tarde. Las sillas en ronda se van ocupando. Concurrente pregunta qué tal, cómo están. El del techo de chapa cuenta que por la tormenta del otro día se le mojó el colchón y que ahora hay ratas, y que la vecina le dijo que su marido lo va a ayudar con el techo porque así, como él, no viven ni los perros. El de la tarjeta amarilla comenta que sólo come arroz porque no tiene plata para otra cosa. La que va a la plaza todos los días dice que come únicamente milanesa porque es lo único que le gusta y se la hace su mamá. La que tiene miedo de morirse a la misma edad que su mamá cuenta que el fin de semana hubo un tiroteo en la cuadra de su casa. El que está casi sordo contesta gritando que él está bien. Mientras asiente, Concurrente piensa: ¡los brazos que hay que tener para remarla en este grupo!

Una frase del botiquín: estar en diálogo analítico es probar estar disuelto. Es estar plenamente presente. Escuchante en las voces de otro.

Antes de empezar con el próximo grupo terapéutico, Concurrente va a hacerse un té a la sala de estar de los profesionales. Dejaron la puerta sin llave, entra un paciente

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internado y va directo a servirse un café. Cuando un profesional lo increpa, el paciente se defiende primero alzando la voz, después gritando: “¡Soy Médico Matriculado! ¡Yo soy Médico Matriculado!”. Se toma el café de un trago, deja el vaso y se va como vino.

Según destaca Clavreul en "El Orden médico", ¿cómo queda posicionado el enfermo respecto del discurso médico?

a) Como alguien que demanda.b) Como alguien que padece.c) Como un sujeto informante. d) Como un indicador de signos.

La psicóloga está atendiendo cuando un paciente internado entra al consultorio y profiere: “Les doy un plazo máximo de diez días para que me devuelvan el otro guante, el encendedor y el monedero con diez pesos”.

Está por empezar la sesión del grupo multifamiliar, un grupo abierto de pacientes y familiares. Concurrente a veces tirita antes de entrar al consultorio. ¿Quiénes vendrán hoy? El delirante cósmico que no escucha, el hijo que se alcoholiza con su madre apabullante, el que se identifica con todos acompañado por su padre indiferente, el cuarentón que nunca pudo dejar de ser niño, el que olía nafta con su hermana, el que persiguió a los primos con un martillo, el que siempre dice que prefiere ser cola de león que cabeza de ratón.

Una frase del botiquín: coordinar un grupo es dejarse incoordinar por un no todos que conjuga tensiones, diferencias y simpatías. Coordinar un no todos es dejarse incomodar. No todos es el principio de la no uniformidad, de la no homogeneización”.

Terminó la sesión del grupo, los pacientes se despiden; Concurrente se siente de maravilla. Hizo dos intervenciones atinadas, un paciente se va dándole las gracias, otro le dice “cada vez que vengo, salgo renovado”, sus co-terapeutas lo felicitan. Hoy, el Yo de Concurrente larga espumita...

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Pensamientos de coordinador: Te quiero matar co-terapeuta, ¿cómo no te das cuenta de lo que le dije a ese paciente antes, por qué no seguís mi línea de ideas y te metés con otra cosa? No acuerdo con lo que decís... ¡Y me parece tan poco importante!

Lacaniano es un psicoanalista renombrado que eligió el equipo para supervisar casos clínicos. El equipo viaja mensualmente a su consultorio en Palermo. Lacaniano se regodea en el dinero que ganó en el Borda trabajando dos o tres horas por día durante cuarenta años. Se deleita en la jubilación que le dio, cuenta que le permitió viajar por el mundo y explica que todos gozamos por tener los bolsillos llenos de billetes. Le encanta la guita y se encarga de transmitirlo, aunque no cobra por las supervisiones.Lacaniano piensa que en el consultorio privado un paciente puede llegar a estar, si así lo requiere, cinco, veinte o treinta años, pero en el hospital no; como máximo dos años. Concurrente se pregunta: ¿la cronificación de un paciente en el consultorio no se problematiza porque es guita? ¿Un criterio elitista donde sólo el que tiene dinero puede analizarse el tiempo que sea necesario? Lacaniano habla de la atención de los pacientes del hospital con entusiasmo: “escúchenlo al paciente como si estuviera en el ámbito privado”, “aunque sea de clase baja, habla del objeto a”, “¡ellos también tienen inconsciente!”.

Con cita en una asamblea del Frente de Artistas, Concurrente entra al hospital a las 15:30. A esa hora no queda ni el loro. Después de las 13 la enorme mayoría de los profesionales se retira y no hay más pacientes ambulatorios. Sólo quedan los pacientes internados, algunos enfermeros y el personal de seguridad. La tarde está soleada, pero a Concurrente lo invade una sensación de soledad y miedo. Acostumbrado al hervidero de la mañana, caminar solo en los pasillos vacíos lo acongoja. Necesita ver a otro psicólogo, a un médico, a una secretaria... Se sorprende del miedo que siente. ¿Miedo a qué? ¿A que le hagan algo? ¿A quedarse adentro? Cruza el hospital hasta el fondo y pasa por unos bancos. Un paciente lo saluda, lo llama y le da un papelito con su nombre y un celular. “Llamame a la

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noche, que no ando bien y quiero hablar. Llamame. Que me gusta tener amigos”.

VII. Salud pública

A Concurrente le llegan por mail denuncias y comunicados urgentes, pedidos de adherencia, convocatorias para movilizaciones por el continuo vaciamiento de hospitales y centros de salud. Los grandes medios apenas hacen eco del estado calamitoso de la salud pública. Algunos retazos:

...recortes en las suplencias de guardia con las cuales se vienen sosteniendo tareas permanentes en los hospitales, centros de salud y programas de la ciudad. Son 1.500 los profesionales a los cuales se les ha rebajado el sueldo o han sido despedidos, entre médicos, psicólogos y trabajadores sociales...

...en el caso de los programas pediátricos que dependen del SAME, el gobierno ha dado a conocer una lista de 34 despedidos y modificó la forma de contratación rebajando un 40% el salario a todos los demás pediatras que seguirían en esos programas. Así, los niños se quedan sin vacantes y sin pediatras...

...en el Hospital Moyano, como el director no aplicó la Resolución porque en ese caso no se podría sostener la atención a la comunidad, fue entonces separado del cargo...

...en el Hospital Álvarez, se despidieron 98 profesionales de la salud, cerrando los programas de Hospital de día para niños autistas, hospital de día para adicciones, violencia familiar, abuso sexual infantil, violencia de género, juego patológico, trata de personas, consultorios externos infantojuvenil, psicoprofilaxis quirúrgica, infectología pediátrica, endoscopía y diálisis...

...el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez sufre el desmantelamiento de los programas del SAME, el intento de instalar una “Casa Ronald McDonald”, la reducción de salarios de médicos, el atraso de meses en el pago a los residentes, el

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no reconocimiento del título universitario a las Lic. en Enfermería; y, por sobre todas las cosas, la caída en la prestación de calidad a los pacientes del hospital, una lista de espera para cirugía que no para de crecer y escasez de sangre debido a que jubilaron a las técnicas que recibían a los donantes los días sábados en el hospital, universidades y lugares de trabajo...

...con la lucha del Gutiérrez se logró que el Gobierno llamara a concurso para 34 cargos de médicos, y que se abrieran cargos para enfermería de acuerdo con lo estipulado en el Amparo. ¿Qué sucedió? Para los 34 cargos se presentó sólo 1 médico. Los cargos de enfermería se cubrieron pero con déficit importante. ¿Cuál es la razón? El problema tiene muchas causas. Una de las principales, es la salarial. En varios sanatorios privados se está pagando más de $5.000 la guardia. El médico del GCBA, después de que tiene que esperar por lo menos un año para que le salga el nombramiento, (si es que tiene suerte y no trabaja sin firma o como suplente varios años) cobra como mucho $2500 la guardia y trabaja mucho más, además de no poder tomarse vacaciones si no tiene asegurado su reemplazo. Para irse tiene que trabajar antes o después lo que se va a tomar de vacaciones para devolver las guardias reemplazadas ya que no hay reemplazos. En enfermería, una enfermera que ingresa a un sanatorio privado cobra $12.000. La que ingresa al GCBA cobra $6.000, y empieza a recibir sueldo después de 5 meses de trabajo, a lo largo de los cuales muchas veces no tienen ni para viajar y tienen que hacer colectas para llegar al hospital...

El 26 de abril de 2013 aconteció un desastre que no tiene nombre.En el marco del megaproyecto inmobiliario del Centro Cívico, el macrismo –con el aval del kirchnerismo– intentaba instalar la sede de las oficinas del gobierno de la ciudad en terrenos del Hospital Borda, donde venía funcionando un taller protegido de herrería y carpintería. Hasta entonces, una medida cautelar dictada por una jueza venía amparando la existencia del taller e impidiendo su demolición y la construcción de los cimientos del Centro Cívico.

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Pero en la madrugada del 26 de abril, forzando una puerta del hospital, un centenar de criminales agentes de la policía metropolitana ocuparon los patios del hospital para concretar la demolición del taller protegido, y ante la resistencia de trabajadores y pacientes, reprimieron bestialmente a todos los presentes: pacientes, trabajadores, periodistas y legisladores. 69 heridos, 8 detenidos por “resistencia a la autoridad”, y efectos de mucho daño en muchísimos pacientes. A más de un año de la represión, los responsables materiales y políticos quedaron por fuera de la causa penal y algunos de quienes ese día resistieron ese avance sobre el hospital público hoy están siendo procesados por la justicia...

Ese día Concurrente estaba supervisando con Lacaniano y se salvó de las balas. Cuando vio todo por la tele, lloró de indignación. ¿Reprimir dentro de un hospital? ¿Instalar un batallón de policías para disparar balas en un hospital? ¿En un hospital de la pobreza, en un hospital donde la vulnerabilidad social se recrudece por la situación psíquica de quienes allí viven o se atienden, donde no puede haber más fragilidad, y a metros del Hospital Tobar García, donde hay niños internados? Ni siquiera en las peores guerras se invaden los hospitales.

Muchos pacientes internados sufrieron descompensaciones, ansiedad, angustia, terror, reacciones paranoides. Todavía continúan los efectos traumáticos de este desastre. Incluso un reconocido psiquiatra de derecha explicó que “Luego vendrán los trastornos postraumáticos, porque estos hechos dejan efectos por mucho tiempo, como insomnios, trastornos del sueño, trastornos de alimentación, desajustes afectivos, conductuales, psicosomáticos, y somáticos, como trastornos digestivos, taquicardia... Porque las situaciones violentas vuelven a la memoria y son revividas por el paciente”.En el servicio de Concurrente hay pacientes ambulatorios que preguntan angustiados si va a cerrar el hospital. El fantasma de quedarse sin atención, sin médicos, sin una casa que los aloje, recorre los pasillos.

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De acuerdo a lo planteado por Kaplan, Sadock y Greb, ¿en qué consiste el pensamiento de los pacientes deprimidos?

a) En rumiaciones no delirantes sobre pérdidas, culpa, suicidio y muerte.b) En ideas de desesperanza.c) En pensamientos enraizados en la vivencia de dolor moral.d) En ideas delirantes de pérdida y ruina.

VIII. Colegas

Concurrente a veces se pregunta por qué va a trabajar gratis al hospital. Un día se contesta: para hacer chapa.

En el servicio, algunos psicoanalistas lacanianos frecuentan la impostura de un personaje lacónico o silencioso, reservado, inaccesible, que emana un aire de superioridad. Concurrente se pregunta: ¿el “lugar del muerto” como figura institucional?

Concurrente toma un té en la sala de estar. Psicoanalista, un analista muy renombrado del servicio, entra a la sala sin devolverle el saludo, como si no estuviera... hasta que se da cuenta que necesita una birome.

Concurrente tenía la esperanza de encontrar en algunos profesionales del servicio una complicidad crítica en relación al estado del hospital, a la represión que aconteció en sus adentros, a las políticas en salud. Si bien varios profesionales del servicio concurrieron a diversas marchas contra el vaciamiento de las instituciones públicas de salud y contra la represión en el Borda, ningún espacio o canal interno, ninguna instancia de discusión formal o de pasillo tuvo lugar. Concurrente esperaba otra participación de los compañeros del servicio en materia de asuntos políticos, un estar más enterados, o quizá con la bronca más a flor de piel.

El compañero del servicio cuenta sobre el nuevo logro de las gestiones del jefe: consiguió que universidades privadas y

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laboratorios financiaran pizarrones, un televisor, sillas y otras herramientas de utilidad para el servicio. Le aconseja a Concurrente que piense y anote rápido qué necesita.

La participación en los asuntos colectivos es un privilegio de pocos. El anuncio de las novedades, las discusiones importantes y la deliberación en torno a diferentes problemas del servicio ocurren solamente en “reuniones de rentados”, de las que quedan afuera los médicos, médicas, psicólogas y psicólogos que trabajan ad honorem. ¿Las enfermeras y enfermeros? Afuera de todo, aunque cobren un salario.

Concurrente participó unos meses de un espacio llamado ARSAM, Asamblea de Residentes de Salud Mental: un espacio de discusión e intercambio para los residentes de salud mental de la ciudad que buscan organizarse para luchar por el pago de sus salarios, para intervenir en los programas de formación, para promover el armado de charlas y jornadas, para debatir sobre las leyes de salud y las condiciones de atención a la comunidad. ARSAM funcionaba así: cada hospital tenía su propia asamblea de residentes, de la que se elegía un representante para que fuera a la asamblea de la ARSAM a llevar los puntos de vista de su hospital y, a la vez, a llevar a la asamblea de su hospital lo discutido en la ARSAM.A diferencia de las residencias, las concurrencias no tienen un programa de formación común, tampoco tienen asambleas ni jefes de concurrencia que oficien de referentes. A partir de la participación de Concurrente en varios encuentros de la ARSAM (era el único concurrente), pensó en impulsar una convocatoria o invitación a conformar una Asamblea de Concurrentes en el hospital. Tras haber hablado con otros concurrentes del Borda, el texto de la invitación por mail fue este:

¿Te gustaría participar de una Asamblea de Concurrentes? Así como lo tienen los residentes, algunos concurrentes estamos pensando en armar un espacio horizontal donde poder juntarnos para intercambiar ideas y experiencias sobre nuestro trabajo en el hospital como concurrentes.

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¿Algunos ejes posibles sobre los que podríamos hablar en las reuniones? Las leyes de salud y nuestra práctica, el estado general de la salud pública y de los escenarios de atención a la comunidad, nuestras condiciones laborales (trabajo sin salario, sin ART, sin viáticos, etc.), la ley de concurrencia, aspectos a mejorar de la formación profesional, situaciones difíciles de la clínica, o lo que vos quieras o andes pensando.

Nos juntaremos el miércoles 19 a las 8:30hs en el hall central del Hospital. ¡Te esperamos!

De los más de cien concurrentes invitados, asistieron tres. La asamblea tuvo dos encuentros en total. Por otro lado, la participación en la ARSAM fue declinando poco a poco, y el espacio dejó de funcionar.

Según define Lemus en "Salud Pública, Epidemiología y Atención Primaria de la Salud", ¿quién es responsable de las políticas de salud?

a) El profesional de la salud.b) El funcionario de salud.c) El funcionario político.d) El ciudadano sufragante.

IX. Tiempo y dinero

La concurrencia requiere formalmente 16 horas semanales. Sin embargo, en la práctica muchos concurrentes hacen 12 u 8 horas, según se lo permitan sus jefes. En la concurrencia del Borda es obligatoria la asistencia a diferentes cursos a elección, los cuales suman puntos. Terminada la concurrencia, es necesario haber llegado a cierto puntaje para obtener la acreditación.Concurrente nunca fue al hospital más de 12 horas. Y en más de dos años, no asistió a ningún curso. Y no porque no le interesen “Semiología y sindromología en Psiquiatría”, “Psicosis y lazo social, dispositivos artísticos y colectivos”, “Acercamiento a la clínica de la locura” o “Introducción a la clínica de familias en

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Psicosis e Internación”, entre otros, sino porque asistir a un curso supone menos horas destinadas a un trabajo pago. Cuando un concurrente vive de su sueldo y debe pagarse un alquiler, es muy difícil poder cumplir con los cinco años de la concurrencia y con las horas obligatorias. Además, el tiempo para formarse, el tiempo para leer, no alcanza.

Un día a Concurrente le salió la posibilidad de un trabajo pago: atender pacientes en una clínica privada. En ese trabajo pedían una de las mañanas en que Concurrente asistía al hospital, y tomar el trabajo implicaba que dejara de co-coordinar dos grupos terapéuticos. Concurrente sufrió un desgarro en el alma. Desde una lógica de la renuncia la decisión hubiese sido quedarse trabajando en lo público y dejar pasar esa oportunidad, así como había dejado pasar otras, quizá menos atractivas, para sostener la concurrencia; pero el nuevo trabajo le daría la posibilidad de un sostén económico más seguro, y le evitaría seguir dividiéndose en tres tipos de trabajos diferentes distribuidos en nueve lugares distintos.Concurrente se decía, entre serio e ingenuo: es una pena que no me paguen por trabajar acá en el hospital. El deseo de trabajar en el Borda era mucho mayor, pero continuar la concurrencia a toda costa resignando la posibilidad de un trabajo pago significaba entrar (o adentrarse aún más) en la lógica del sacrificio. Concurrente masticaba bronca: la lógica del sistema de salud es totalmente absurda, cuando la concurrencia o la residencia terminan, el profesional –formado con recursos del Estado en instituciones públicas donde se curtió durante años en un trabajo altamente calificado con problemáticas y situaciones muy diversas y complejas–, es arrojado a tener que conseguirse un empleo en el sector privado, expulsado de lo público, sin más lugar en ninguna institución del Estado. ¿No deberían los residentes y concurrentes ser aprovechados como recursos valiosos para que el bagaje de lo aprendido sirva para continuar una atención de excelencia a la comunidad en algún efector de salud según las necesidades colectivas? ¿Para qué si no la “capacitación”, la “práctica”, la “formación” de posgrado? ¿Para atender mejor en un consultorio privado? Como si no bastara ya con el criterio exitista de evaluación del deseo choice para poder entrar, unos años después sobreviene el desalojo porque hay

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que irse. El desalojo que significa ser echado de un trabajo, el desalojo que significa no poder seguir obrando vitalmente en lo público. El Ministerio de Salud te desea suerte: ahora que te formamos, andá a rebuscártela en el mercado para hacerte un lugarcito en una empresa... ¡Y ojalá que tengas muchos pacientes en tu consultorio!

En una investigación sobre la inserción laboral de los egresados del Sistema de Residencias de la CABA de los últimos 5 años cuya hipótesis es que la mayoría de los egresados de los últimos 5 años se han insertado laboralmente en el sector privado, con una modalidad contractual precaria y poco remunerada. La variable "modalidad contractual" fue operacionalizada como: estable y bien remunerada; estable y poco remunerada; precaria y bien remunerada, y precaria y poco remunerada. Según la conceptualización de Pineda, Alvarado y Canles, ¿qué escala de medición de variables subyace a dicha formulación?

a) De intervalo.b) De Razón.c) Ordinal.d) Nominal.

Concurrente aceptó el trabajo. La culpa por dejar un día del hospital llevó a plantearle a su jefe la posibilidad de dejar de ser Concurrente y así liberar la vacante, y pasar a ser visitante. La respuesta fue cariñosa: “¿¡Qué!? ¿¡Vos qué tomaste!?”.En aras de redimir un poco su pena y de suplir del mejor modo su ausencia, Concurrente hizo una invitación a colegas que pudieran estar interesados en trabajar en el servicio. Se sumaron algunos visitantes, y la culpa se mitigó.Concurrente piensa: que me sienta culpable es una victoria del sistema actual de salud que, para sostenerse, necesita de trabajadores sacrificados.

El nuevo trabajo en la clínica privada consistía en ser uno más de los quince psicólogos que atendían en sesiones individuales de 30 minutos a cuarenta pacientes por semana cada uno. Los pacientes venían de distintas obras sociales. “Veinte horas no es

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nada”, pero cuarenta pacientes es demasiado, cuando además varios de ellos sufren de patologías graves, cuando algunos son niños, cuando otros están pensando en matarse. Atender a ocho o diez pacientes al hilo a Concurrente le quemaba la cabeza. Cuanto más tiempo se tomaba para descansar o despejarse, más tiempo esperaban los restantes pacientes y más tarde salía él de la clínica. No había reuniones de equipo, ni supervisiones, tan sólo alguna que otra charla de pasillo. Las dueñas de la clínica la levantaban con pala.Si bien había empezado con apenas veinte pacientes, ya en las primeras semanas Concurrente se preguntaba qué hacía ahí y fantaseaba con irse. Tenía tres minutos para evolucionar la historia clínica del paciente anterior, juntar los autitos del piso con los que había jugado con el chiquito de cinco años que podía estar teniendo alucinaciones, ordenar las sillas y así poder hacer pasar al taxista deprimido que sentía que su trabajo era un picadero de carne, sabiendo que después de él vendría la peluquera que cuando no sosegaba su soledad con la compañía que le hacía el ruido de la heladera de su monoambiente, se quería tirar del décimo piso.Al segundo mes se veía haciendo trampa, inventando que tenía algunos turnos ocupados (con pacientes que ya no iban más) para que no le asignaran más pacientes. (Más tarde descubrió que ese recurso lo usaban casi todos los psicólogos de la institución.) Su carpeta con anotaciones clínicas engordaba a un ritmo vertiginoso, y eso que escribía lo mínimo: nombres, edades, relaciones de parentesco, fechas.Al tercer mes planteó a las directoras la posibilidad de dejarse algunos turnos libres para poder respirar; las directoras aceptaron su propuesta porque, decían, “esto no es una máquina de hacer chorizos”, y quedaron en que de los cuarenta turnos, le quedaran cinco libres. A las dos semanas, se dieron cuenta de que Concurrente había liberado siete y no cinco, y lo interpelaron para que poco a poco fuese ocupando todos los turnos porque había muchos pacientes en cola de espera para atenderse en la institución. A los tres meses Concurrente pidió trabajar la mitad de horas porque el trabajo lo sobrepasaba y comprometía su capacidad para atender éticamente a los pacientes. Las directoras le respondieron que así no les servía, que era un todo o nada porque no querían tener tantos

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profesionales contratados, y Concurrente prefirió irse. Una directora le dijo: “qué pena, no va a ser sin consecuencia para los pacientes”.

Una paciente de 79 años, mujer, ingresa a la guardia por intento de suicidio con arma blanca (se cortó con un cuchillo en el cuello). Al examen se encuentra lúcida y coherente. Durante la entrevista su comunicación es parca y breve. No hay signos aparentes de angustia. Refiere que es su cuarto intento en ocho años (con cinco internaciones psiquiátricas por depresión en esos años) y que lo volverá a repetir "porque no quiere ser una carga para sus hijos". El primer intento coincide con el hecho de haber dejado de trabajar debido a una artrosis, que limita su movilidad. No aparecen otros trastornos orgánicos. Según Vallejo Ruiloba, ¿cuál es el padecimiento de esta paciente?

a) Ideación persecutoriab) Tristeza patológica.c) Frialdad afectiva o indiferencia.d) Desinhibición maníaca.

6:30am, suena el despertador. Concurrente se levanta para ducharse, tomar algo y viajar al hospital.

Según lo inferido en el texto, ¿por qué motivo va Concurrente a trabajar gratis al Hospital Borda?

a) Por el honor que socialmente le depara.b) Debido al grado de aprendizaje que la concurrencia conlleva

para su desarrollo profesional.c) Porque supone un alto nivel de prestigio para su currículum.d) Debido a causas internas ligadas al masoquismo.e) Por la satisfacción personal que ese trabajo le proporciona.f) Ninguna de las anteriores.

ARIEL ANTAR LERNER

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