CONCLUSIONES

Todo el mundo termina en algún lugar en la vida. Nehemías terminó en algún lugar a propósito. Lo que él creía que podía y debía ser, se convirtió en una realidad. Las murallas fueron reconstruidas. El pueblo respondió positivamente a su llamado a una reforma social y espiritual. El templo funcionaba, y se reverenciaba el día de reposo, tal como quería Dios.

Una vez cumplida su visión, Nehemías termina su mensaje de esta forma; “Acuérdate de mí, Dios mío, para bien”. (Nehemías 13:31b) Una vez más recordamos el sentido de destino que tenía este hombre. Nunca perdió de vista la naturaleza y significación divinas de su obra.

MAS QUE IMAGINACIÓN

Al igual que Nehemías, usted tiene un destino que cumplir. Dios ha puesto ante usted una oportunidad y unas responsabilidades en las que se desborda la significación divina. Le ha dado dones, talentos y relaciones que están esperando ser aprovechadas para su reino. Tiene una imaginación polifacética del futuro que prefiere. Tiene una visión.

Sin embargo, tal como lo ilustra la historia de Nehemías, hace falta algo más que imaginación y pasión para hacer que aquello que puede y debe llegar a ser, se convierta en realidad. La visión exige más que un solo encuentro con Dios. Porque incluso esas experiencias en las que está claro que Él hace nacer una idea en su corazón, no le van a proporcionar los instrumentos o el impulso que hacen falta hasta llevarla a su realización plena. Tengo la esperanza de que los 18 capítulos de este libro hayan esto de una manera abundantemente clara.

La visioingeniería exige paciencia, investigación y planificación. Exige fe de que Dios puede obrar tras bambalinas. Exige la seguridad de que Él va a dirigir la realización de lo que ha originado.

La visioingenieía exige que corramos riesgos y que nos sacrifiquemos. Lo más probable es que va a necesitar compartir su visión con los demás. En esos momentos de revelación pública, va a descubrir hasta qué punto está entregado usted mismo a lo que cree que podría y debería ser.

Las cosas no siempre salen de la forma en que uno espera que salgan. Tenga cuidado de no confundir sus planes con la visión de Dios. Recuerde, los planes hay que revisarlos con frecuencia. No tenga miedo a alterar su estrategia a medida que vayan cambiando las circunstancias a su alrededor.

Como le pasó a Nehemías, usted también va a tener detractores. Habrá quien encuentre que sus visiones son una amenaza. El cambio puede ser perturbador. Responda a las críticas con oración. La oración le ayudará a permanecer centrado en la fuente de su visión.

De vez en cuando se sentirá tentado a hacer concesiones en cuanto a su integridad de carácter por cuestiones de conveniencia. Resístase a hacerlo. Mantenga su autoridad moral. Proteja su autoridad moral y la de su equipo, desarrollando un conjunto de creencias y formas de conducta básicas. Viva y trabaje dentro de esos límites, aunque hacerlo sea un obstáculo a su progreso. De esta forma tendrá la posibilidad de ser bendecido.

Habrá temporadas en las que va a sentir que está progresando muy poco o nada. En esos momentos, va a ser fácil distraerse. Es entonces cuando se debe unir a Nehemías y proclamar; “Yo hago una gran obra y no puedo ir”. Tanto si su visión está orientada hacia su familia, como si lo está hacia su ministerio o negocio, exige una atención constante. Manténgase centrado en ella.

Y lo más importante de todo: recuerde que hay un potencial divino en todo lo que Dios le ha puesto en su corazón que haga. El fin de toda visión originada por Dios, es Dios mismo. Su

gloria es su agenda definitiva. Permita que su padre celestial explote para su gloria las visiones que usted está siguiendo.

COMENZAR A TERMINAR

Cada día de la Independencia de Los Estados Unidos, más de cincuenta mil corredores se reúnen frente al Lenbox Square Mall para participar en la carrera de Pachtree Road. El recorrido de esta célebre carrera de diez kilómetros, leva a los corredores a través del centro de uno de los principales distritos de negocios de Atlanta. Cada mes de marzo, el periódico Atlanta Journal Construction, publica una solicitud para entrar en la carrera. A los primeros cincuenta y cinco mil solicitantes que entreguen sus formularios llenos en el Atlanta Track Club, se les permite participar. Por lo general el cupo está lleno al día siguiente de publicarse la solicitud.

Un año yo decidí correr en el Peachtree, Envié por correo mi solicitud y mi cheque y me los devolvieron unas cuantas semanas más tarde. Entonces fue cuando descubrí que hay que meter al correo el formulario antes de que la tinta del periódico haya tenido tiempo de secarse. Nunca más me molesté en volver a solicitarlo. Pero he participado en la carrera durante los seis años pasados.

Aquel primer año aprendí una lección importante. Hay un montón de gente que quiere correr y que nunca logra pasar más allá del procesamiento de su solicitud. Me imagino que gastan tanta energía para lograr que la solicitud llegue a tiempo, que están demasiado cansados para entrenarse. Por consiguiente, cuando llega el momento de la carrera, hay una gran cantidad de número disponibles para que entremos en la carrera aquellos que no tenemos una conexión interna con el Atlanta Track Club o que no vivimos junto a la oficina de correos. Un año, tuve dos números que ni siquiera tuve a quién dárselos.

Cualquiera que tenga pluma y estampilla de correos puede tomar la decisión de correr en el Peachtree Road Race. Sin embargo, no todo el que tiene pluma y estampilla puede correr diez kilómetros. Sólo los que paguen el precio de prepararse para la carrera.

Todo el mundo tiene una imagen mental de lo que podría y debería ser en su vida, En cambio, no todo el mundo está dispuesto a pagar el precio para convertir en realidad esa imagen mental.

Si usted se siente consumido con la tensión entre lo que es y lo que podría ser, si se encuentra emocionalmente involucrado, frustrado, descorazonado, tal vez enojado, incluso con respecto a la forma en que son actualmente las cosas, y si cree que Dios está tras su angustia, entonces es muy probable que esté a punto de recibir algo divino. Algo demasiado importante para dejarlo de lado. Pague el precio, abrace la visión. Al fin y al cabo, todo el mundo termina en algún lugar en esta vida. Usted tiene la oportunidad de terminar en algún lugar a propósito.