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Colombia y Cuba: Una historia común, un camino hacia la integracion caribeña' Roberto González Arana •• Resumen El autor inicialmente describe los antecedentes históricos de los vínculos entre Colombia y Cuba, partiendo del periodo de la independencia de la Nueva Granada. En esa etapa se describe la participación activa de colombianos que se sumaron a la gesta emancipadora de la Isla y la solidaridad latinoamericana con esta causa. Así mismo, muestra cómo pese a existir un pasado común, una identidad, en gran medída desconocemos las singularidades y la naturaleza de las relaciones que nos unen a este país caribeño. Se analiza, en breve, la influencia del conflicto Este-Oeste en las relaciones colombo - cubanas. Finalmente, se realiza un análisis de las perspectivas de las relaciones bilaterales a partir de los años noventa, identificando para ello las áreas de interés común que han readquirido dinamismo, en el actual marco de ampliación de los espacios para la inversión y colaboración internacional generados por Cuba, en los cuales el Caribe y América Latina tienen excelentes opciones para la integración económica de la Isla. Palabras claves: Colombia-relaciones exteriores, Cuba-relaciones exteriores. Abstrae! The author inítiaIly describes the historical antecedents oJtlte tíes between Colombia and Cuba, starting from the process of independence of the New Granada. In that stage, the author describes the active participation of the Colombian citizens that added onto the gestation of the island's emancipating process, as weIl as the Latin American solidarity 'With such cause. The author likewise shows that despitepossessing a common past and identity, Colombians at large do not know the singularities and the origins 01 the reIationship that link them to that Caribbean eountry. Theinfluenceoftheeast-west conflict in theColombian-Cuban relationship is briefly analyzed. FinaIly, an analysis covering the perspective olthe countries' bilateral relationships as of the 1990's is performed, identifying for sueh purpose the areas of eommon interest that have regained dynamism within the current context generated by Cuba, which broadens the space for investment and international cooperation, a condition that grants the Caribbean and Latín Ameríca exceIlent options to contribute with the island's economic integration. Key words: Colombia-foreign relations, Cuba-foreign relations . • Este trabajo fue presentado inicialmente como ponencia en la XXII Conferencia de la Otribbean Studies Assotiation (CSA), realizado en Barranquilla, mayo 26-30 de 1997, y hace parte de una investigación en curso, sobre la Naturaleza de las relaciones entre estos dos países. Dicha actividad se realiza con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, Colciencias y el Centro de Investigaciones de la Universidad del Norte . •• Ph.D en historia. Profesor de la Universidad del Atlántico y la Universidad del Norte. Investigador adscrito al Centro de Investigaciones en Desarrollo Humano de esta última institución. Investigación y Desarrollo. Universidad del Norte. 6: 41-56, 1997 41

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Colombia y Cuba: Una historia común, un caminohacia la integracion caribeña'

Roberto González Arana ••

Resumen

El autor inicialmente describe los antecedentes históricos de los vínculos entre Colombia yCuba, partiendo del periodo de la independencia de la Nueva Granada. En esa etapa se describela participación activa de colombianos que se sumaron a la gesta emancipadora de la Isla y lasolidaridad latinoamericana con esta causa.

Así mismo, muestra cómo pese a existir un pasado común, una identidad, en gran medídadesconocemos las singularidades y la naturaleza de las relaciones que nos unen a este paíscaribeño. Se analiza, en breve, la influencia del conflicto Este-Oeste en las relaciones colombo- cubanas.

Finalmente, se realiza un análisis de las perspectivas de las relaciones bilaterales a partirde los años noventa, identificando para ello las áreas de interés común que han readquiridodinamismo, en el actual marco de ampliación de los espacios para la inversión y colaboracióninternacional generados por Cuba, en los cuales el Caribe y América Latina tienen excelentesopciones para la integración económica de la Isla.Palabras claves: Colombia-relaciones exteriores, Cuba-relaciones exteriores.

Abstrae!

The author inítiaIly describes the historical antecedents oJtlte tíes between Colombia and Cuba,starting from the process of independence of the New Granada. In that stage, the authordescribes the active participation of the Colombian citizens that added onto the gestation of theisland's emancipating process, as weIl as the Latin American solidarity 'With such cause.

The author likewise shows that despitepossessing a common past and identity, Colombiansat large do not know the singularities and the origins 01 the reIationship that link them to thatCaribbean eountry. Theinfluenceoftheeast-west conflict in theColombian-Cuban relationshipis briefly analyzed.

FinaIly, an analysis covering the perspective olthe countries' bilateral relationships as ofthe 1990's is performed, identifying for sueh purpose the areas of eommon interest that haveregained dynamism within the current context generated by Cuba, which broadens the space

for investment and international cooperation, a condition that grants the Caribbean and LatínAmeríca exceIlent options to contribute with the island's economic integration.Key words: Colombia-foreign relations, Cuba-foreign relations .

• Este trabajo fue presentado inicialmente como ponencia en la XXII Conferencia de la Otribbean StudiesAssotiation (CSA), realizado en Barranquilla, mayo 26-30 de 1997, y hace parte de una investigación en curso,sobre la Naturaleza de las relaciones entre estos dos países. Dicha actividad se realiza con el apoyo del BancoInteramericano de Desarrollo, Colciencias y el Centro de Investigaciones de la Universidad del Norte .

•• Ph.D en historia. Profesor de la Universidad del Atlántico y la Universidad del Norte. Investigadoradscrito al Centro de Investigaciones en Desarrollo Humano de esta última institución.

Investigación y Desarrollo. Universidad del Norte. 6: 41-56, 1997 41

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El estudio de la historia contempo-ránea latinoamericana nos permiteapreciar que los vínculos políticos entreColombia y Cuba datan desde los añosde la independencia americana conrespecto a España.

Ya desde la famosa Carta de Jamaica(1815)Bolívar se había pronunciado enfavor de los habitantes de Cuba y PuertoRico, pues «ambas naciones eran ameri-canas y no españolas, y como consecuenciadeberían ser libres». Años atrás, lospuertos de Cartagena, La Habana yVeracruz habían sido testigos mudosde varios siglos de explotación,extermi-nio y saqueo, ysehallabanalaespera devientos liberadores.

Fueron frecuentes las solicitudeshechas a Bolívar por parte de patriotaspuertorriqueños y cubanos para queéste colaborara en la lucha por su índe-pendencia, las cuales tuvieron eco en elLibertador. Como muestra de ellos pro-dujeron las incursiones sucesivas deembarcaciones colombianas (1825 y1826) en Punta Borinquen y el litoralcubano, con el propósito de explorarestos territorios'. Una primera campañaen favor de la liberación de las Antillasespañolas fue posible gracias a la sus-cripción del Tratado de Amistad, Liga yConfederación entre Colombia y Méxicoen octubre de 1823. El gobierno del

I GUERRA VILABOY, Sergio. «Colombia y laIndependencia de Cuba», En:Ministeriode RelacionesExteriores de la República de Cuba, IEPRI, UniversidadNacional. Cuba-Colombia, uno historia Común. Bogotá.,1995, pp. 5ll-51.

presidente Guadalupe Victoria dispusodos años después de 500hombres deci-didos a incursionar en La Habana y a laespera de unos buques que se construi-rían en el exterior. Bolívar y el Consejode Gobierno de la República de Colom-bia aprobaron la misión, para la cual secontó con elbatallón Girardoty las fuer-zas navales colombianas'. Desafortu-nadamente, a todos estos planes y a lossucesivos se opondría el gobierno de losEstados Unidos, utilizando diversosmedios para conjurar la liberación deterritorios, que a su juicio deberían «gra-vitar» necesariamente hacia la UniónNorteamericana. Se trataba de protegerun territorio considerado dentro del áreade interés comercial y estratégico paraellos.

La posición de Estados Unidos semanifestó a través de Henri Clay, Secre-tario de Estado, quien en mayo de 1825envió enérgicas misivas a los gobiernosde Colombia yMéxico «exígiendo la inme-diata suspensión [...] de la salida de laexpedición contra Cuba o Puerto Rico que,según se entiende, se prepara en Cartagena,o de cualquier otra expedición que se puedaproyectar contra cualquiera de estas islaspor Colombia o México»'.

, !bid., p. 51.3IZNAGA,José Aniceto. (Porqué Cuba y Puerto

Rico no fueron liberados por Bolívar. El Congresode Panamá 18261>,En: Sergio Guerra, op. cit., p. 52.

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Solidaridad latinoamericana con laindependencia de Cuba

Las reiteradas incursiones de reconquis-ta organizadas por España y Francia, enespecial durante la segunda mitad delsiglo XIX, condujeron a acentuar el sen-timiento anticolonialista en todo el te-rritorio americano. Es así como a lainvasión francesa a México (1864-1867),ya la restauración del dominio españolsobre Santo Domingo (1882 - 1885), se lesumó la ocupación española a las islasChinchas del Perú (1864), lo cual oca-sionó una contienda armada de Españacontra Bolivia, Chile, Perú y Ecuador,hecho que se prolongó hasta 1866'.

La guerra de independencia de Cuba,entre 1868 y 1878, se enmarcó en laatmósfera hostil hacia España y Europa.Loanteriorexplica la amplia solidaridady el apoyo espontáneo que recibieronlos cubanos en la búsqueda de su eman-cipación. Gobiernos como el de Chile,México (que dispuso la admisión enpuertos mexicanos a los buques debandera cubana), Bolivia, El Salvador yBrasil reconocieron el derecho a labeligerancia de los patriotas cubanos'.

Venezuela y Colombia sobresalieronpor su amplia colaboración, pues ade-más de apoyo político brindaron ayuda

4 GL:ERRA VILABOY, Sergio. «La RevoluciónIndependentista de Cuba y la Guerra de 1898 desdela perspectiva de América), En: Contrastes, Revistade Historia Moderna, Vol. 7 • 8, Universidad deMurcia, 1996, p.M.

5 Ibid., p. 65.

ma terial a los cubanos. El presidente deVenezuela, el liberal Antonio GuzmánBlanco, autorizó el envió de una expe-dición armada con 200 hombres, quellegaron a Cuba el17 de julio de 1871.

Colombia, por su parte, ofreció desde1864 apoyo al antillano Javier Cisneros,quien en representación de su país logróagrupar en el Cauca a cerca dI' 300colombianos decididos a sumarse a lagesta independentistas en la isla caribe-ña. Es asícomoenenero de 1870desem-barcan en Cuba los expedicionarios delbarco Hornet, compuestos por sesentacolombianos y seis cubanos'.

Entre los colombianos que fueron aluchar a territorio cubano se destaca elGeneral José Rogelio Castillo, quien ensu autobiografía narra el inicio y lasmotivaciones desu vinculación al grupoexpedicionario:

A principios de 1869 se encontraba detránsito en Panamá el señor FranciscoJavier Cisneros, hijo de Santiago de Cuba,provincia heroica de la aherrojada isla deCuba. No recuerdo de qué suerte nosrelacionamos, ni cómo llegue aenterarmede la importante misión que allí leconducía. Lo cierto es que a mí, como aotros amigos que luego les presenté, noscomunicó la situación en que se encon-traba su patria cubana y el despotismoasfixiante que sobre ella ejercía elgobierno español, concluyendo pormanifestamos su propósito de ir al

6 Ibid, p. 66.

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interior de Cuba y los fines revolucio-narios que allf llevaban.

y continúa:

Fue tal la impresión que en nosotrosprodujo el relato de las desventuras enque gemía Cuba, colonia de España, ytales las simpatías que en nosotros sedespertaron por aquellos hermanos queen el propio continente americanoestaban sufriendo el yugo de un gobier-no opresor, del que afortunadamente noshabíamos liberado, que, de hecho, sinestipular condiciones, olvidando familia,hogar, intereses, posición, nos compro-metimos a acompañar al señor Cisnerosy a ayudarlo en su abnegada empresa'.

Posteriormente saldría también haciaCuba, del puerto colombiano de Colón(panamá), otro buque expedicionario,el B. Upton, con una carga de aproxi-madamente mil fusiles y 21 hombres.

Es digno de destacar también el pro-yecto de ley presentado a la Cámara deRepresentantes (12 de mayo de 1871)por el diputado en ese entonces CarlosHolguín (quien fuera elegido presidenteentre 1888-1892).En dicha propuesta,Carlos Holguín menciona la urgentenecesidad de asumir una posicióndefinida y no neutral ante la guerra quesostenía Cuba con España. Además, elproyecto de ley instaba a las repúblicas

7 CASTILLO, José Rogelio. Autobiografía delGeneral. 2a oo. La Habana, Editorial de CienciasSociales, 1973, pp. 21-22.

americanas a declararle la guerra aEspaña, cerrarle todos los puertos enAmérica, no admitir a ningún españolen suelo suramericano y unir fuerzashasta tanto no se fuesen éstos de lasAntillas'- Aunque esta propuesta final-mente no pudo aprobarse, lo cierto esque el mensaje solidario de Colombia síllegó hasta la isla de Cuba, y mereció laadmiración de líderes tan importantescomo Carlos Manuel Céspedes.

Los grupos colombianos de apoyo ysolidaridad con Cuba durante la últimaetapa de su lucha emancipadora

Para comprender lo prolongado dela lucha revolucionaria de los patriotascubanos en búsqueda de la indepen-dencia, debemos precisar que la Españacontra quien combatieron en nada separecía al país debilitado por la invasiónfrancesa a comienzos del siglo XIX,sinomás bien al poder imperial en su luchapor mantener a toda costa sus últimosreductos en América. Se trataba ahorano de un enfrentamiento a tropas disper-sas en el Continente, sino un combatecon un poderío concentrado en las An-tillas, aferrado a sus ambiciones de con-trol tras su derrota en el resto de Amé-rica.

Si a lo anterior añadimos los cons-tantes obstáculos y la férrea oposiciónnorteamericana a la participación del

"Proyecto de Ley presentado a la Cámara deRepresentantes en la Sesión del 12 de mayo de 1871por Don Carlos Holguín. En:Ministerio de RelacionesExteriores de la Repúblicn de Cuba, op. cit., pp. 144-145.

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continente en la independencia de lasAntillas -lo cual se prolongaría hastafines de siglo- podemos entender porqué fue un proceso singular.

Al reiniciarse la lucha por la inde-pendencia cubana en 1895,elmovimien-to organizado por el líder José Martí, elPartido Revolucionario Cubano, nom-bró en Colombia como representanteDiplomático del Gobierno de la Repú-blica de Cuba en Armas al señor RafaelMaría Merchán. Este intelectual, espe-cialista en crítica literaria y en humani-dades, había llegado a Colombia encom-pañia de su coterráneo, el ilustre Francis-co Javier Cisneros, de quien ya hicimosmención. Cisneros, ingeniero en ferroca-rriles, intentaba contribuir con su trabajoa la modernización de las comunica-ciones en Colombia'.

Rafael M. Merchán publicó en Bogotáartículos que describían la lucha de lospatriotas de su país en búsqueda de laindependencia, y lideró la causa de lasolidaridad latinoamericana hacia laIsla. Tengamos presente que en esteperíodo gobernaba a Colombia el presi-dente Miguel Antonio Caro (1892-1898),protagonista de un movimiento regene-rador, basado en la moral católica, lacrítica y persecución al liberalismo, y enla disminución paulatina de la libertadespolíticas y civiles. En este sexenio serestablecieron las relaciones diplomáti-

<¡ CARctA GARCÉS, Augusto. «(El PartidoRevolucionario Cubano de José Marti en Colombia».En: Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, IEPRI.op. cit., p. 105 - 106.

cas entre Colombia y España, lo cualpropiciaba una neutralidad de nuestropaís con respecto al conflicto cubanocon la metrópoli. Más aún, en este go-bierno se hicieron dos homenajes a Es-paña en retribución a su participaciónen el laudo arbitral que fijaba los límitesentre Colombia y VenezuelalO•

En este contexto, podemos explicar-nos cómo en este período (en contrastea los comienzos de siglo y a los años1868 - 1878), la administración de Caroprohibiría las colectas hacia Cuba queno fuesen de ayuda humanitaria, yapo-yaría las censuras a la prensa.

Lo anterior no desestimuló a los co-lombianos que se movilizaban solidaria-mente con la causa cubana. Es así comoa través de colectas, artículos de prensay revistas, y con la creación de clubes deapoyo a la independencia, se manifestóuna actitud de respaldo. Surgieron en-tonces los clubes Amigos de cuba (CÚ-cuta); Ríos Rivera (Barranquilla); Inde-pendencia de Cuba (Panamá); EstradaPalma (Chiquinquirá); Patriótico Cu-bano (Barranquilla); Once de Noviem-bre (Cartagena); Máximo Gómez (Bogo-tá); Guillermo Moncada (Panamá), ClubMaceo (Bogotá). Casi todos se fundaronen 1897. También en Barranquilla seorganizó la llamada Sociedad Carolina,dirigida por la ciudadana cubana Caro-

10 Se le obsequió a España un tesoro Quimbaya,compuesto por ciento veintidós piezas de oro, y sedeclaró el12 de Octubre como fiesta nacional en elmarco de la conmemoración de los cuatrocientosaños del «descubrimiento».

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lina Jiménez de Dagand ".

Un hecho que debe destacarse es quepese a lo poco numerosa de la coloniacubana en Colombia, para ese entonces,nuestro país ocupó en compañía deMéxico -donde residían miles de cu-banos- uno de los primeros lugares enrecaudaciones de toda Latinoamérica.Esto pudo darse pese a los continuosataques del gobierno español en Bogotá,el cual, a través de su ministro en Colom-bia, no perdió ocasión para criticar laaparente falta de neutralidad del país,al permitir donativos destinados al ejér-cito libertador cubano, mientras en Co-lombia «había tanta miseria»". Ante es-tas acusaciones, el representante cubanoRafael Merchán organizó una colectaentre varios cubanos y envió doscientospesos, a nombre de los heridos cubanos,al lazareto colombiano que se proyec-taba construir, con lo cual neutralizó lascríticas. Esta acción fue muy bien reci-bida en el país".

Bien sabemos cómo culminó en 1898el proceso emancipador en Cuba, el cualfue posible con el concurso de los Esta-dos Unidos, quienes vieron un buenmomento para sentar bases en los terri-torios deCuba y Puerto Rico,que habíansido siempre de su interés estratégico.

Laprimera mitad del siglo XXrebasalos propósitos de este estudio; pero este

" GARClA GARCÉS, Augusto, op. cit.. p. 116.12 Estas manifestaciones ocultaban que la ayuda

era para los heridos, es decir, ayuda humanitaria."GARClA GARCÉS, Augusto, op. cit., p.113.

aspecto hará parte de un trabajo querealizamos actualmente con la colabo-ración de importantes historiadorescubanos.

Las relaciones colombo-cubanas du-rante la Guerra Fría

Las relaciones exteriores de Colombiaen este siglo se han caracterizado por unlargo período de estrechos vínculos conlosEstados Unidos. Después de lapérdi-da de Panamá, al breve lapso de mani-festaciones antinorteamericanas en elpaís, le seguiría otro caracterizado porla búsqueda de la reconciliación y elacercamiento, liderado por la alta dili-gencia del gobierno nacional. A esto lesucedería el predominio de la doctrinaSuárez, quien como Ministro de Rela-ciones Exteriores de nuestro país, en elgobierno de José Vicente Concha, expu-soen 191410salcances dellema «RespicePolum» (<<mirarhacia el polo»), es decir,mirar a Estados Unidos, «nación que comoninguna otra ejercía una atracción decisivacon relación a todos los pueblos deAmérica»14.

Marco Fidel Suárez, para sustentarelTratado Urrutia -Thompson (del cualfue coautor), acuerdo que ponía fina lasdivergencias con Estados Unidos, porla apropiación norteamericana de lasobras del canal interoceánico, declararía:

,. DlAz-CALLEJAS, Apolinar. El lema .RespicePolum» y la subordinación en las Relaciones con EstadosUnidos. Academia Colombiana de Historia XLII.Santafé de Bogotá, 19%, p. 64.

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Quienquiera que observe el poderío de lanación de Washington, su posición en laparte más privilegiada de este continente,sus influencias sobre los demás pueblosamericanos --de los cuales se ha llamadosu hermano mayor-, lo atenuada queen comparación de esas influencias vansiendo las de las potencias europeas, ylos insignificantes que en nuestro tiempotienen que ser las de los pueblos asiáticos,quienquiera que esto mire habrá dereconocer que ningún pueblo americano,débil ofuerte, puede desatender el cuidadode una constante amistad con los EstadosUnidos. Luego agregó: siendo esto así,el norte de nuestra política exterior debeestar allí, en esa poderosa nación quemás que ninguna otra ejerce decisivaatracción de todos lospueblos deAmérica.Si nuestra conducta hubiera de tener unlema que condensase esa aspiración yesavigilancia, él podría ser «Respice Polu-mi», es decir, no perdamos de vista nues-tras relaciones con lagran confederacióndel norte. Algunos estadistas de los quecomponen el Senado se escandalizan deesta idea, confundiendo el significadoreal de ella con laforma poética que ellosle atribuyen y doliéndose de la suposiciónque hacen cuando afirman que nosotroshemos dicho que los Estados Unidos sonnuestra amada estrella polarl'.

El alineamiento incondicional deSuárez a Estados Unidos, evidenciadoen su postura frente al tratado en men-ción, se convertiría más tarde en uno de

15 suAREz, Marco Fidel, 1940, Tomo XII, p.XVllI. En: DÍAZ-CALLEJAS, Apolinar, Op. Cit., pp.66-67.

los factores que lo condujera a su renun-cia en 1921.

Con lapsos de mayor y menor acer-camiento hacia Norteamérica, perosiempre manteniendo la lealtad haciaésta, transcurrirán nuestras relacionesdurante la primera postguerra. Estosvaivenes finalizaron en favor del con-senso, al iniciarse la Segunda GuerraMundial. La supuesta neutralidad deColombia ante este conflicto internacio-nal, manifestada por el presidenteEduardo Santos (1938-1942),terminaríaen el apoyo a los países aliados, de loscuales hacían parte los Estados Unidos.Luego del ataque japonés a Pearl Har-bour, el país se decidió en favor delalinderamiento hacia el «polo»l', lo cualexplica el bajo perfil de la políticaexterior colombiana en muchos años.El inicio de la década de los cincuentacoincide con un período de recrudeci-miento de la violencia partidista enColombia y, al mismo tiempo, uno delos gobiernos más anticomunistas ycercano a Estados Unidos en su políticaexterior. Sehabía constituido ya laOEAy aprobado el Tratado Interamericanode Asistencia Recíproca (TIAR),mediospara institucionalizar a nivel regional elNuevo Orden Mundial, en el cual segarantizaría la defensa de los interesesnorteamericanos ante las amenazas desus enemigos: el mundo socialista.

16 PARDO, Rodrigo; TOKATLIAN, Juan G.Politica Exterior Colombiana. ¿De la subordinación a laautonomía? Bogotá, Tercer Mundo Editores, Edi-ciones Uniandes, 1988, p. 99.

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El sentimiento anticomunista en elpaís, y la lógica de una relación de aliadonorteamericano, condujeron a la solita-ria participación colombiana en la Gue- .rra de Corea (único país de Latinoamé-rica que intervino en el conflicto), enSuez (1956)y Sinaí (1982).

Los gobiernos de Alberto Lleras Ca-margo (1958-1962) y Guillermo LeónValencia (1962-1966): Una continuidaden su política exterior

Con el triunfo de la Revolución Cubanaen 1959se iniciaría un difícil período enlas relaciones colombo-cubanas. Lodesafortunado para Cuba era lapreexis-tencia en Colombia de un sentimientoanticomunista muy arraigado, ligado atradiciones políticas y religiosas en elmarco de una era de Guerra Fría, en laque jugábamos del lado occidental. Esteescenario condicionaba casi todosnuestros movimientos, hasta el puntoque líderes tan sobresalientes comoAlfonso López Michelsen (Fundadorde MRL y presidente entre 1974-1978)denominara a nuestro país como un«peón de la Guerra Fría».

Sin adentrarnos en pormenores,podemos resumir el proceso que lideróColombia para aislar aCuba del SistemaInteramericano.

Ya recién posesionado el gobiernorevolucionario de Cuba, el canciller co-lombiano, Julio Cesar Turbay Ayala,declaraba a la Cámara de Representan-tes (abril de 1959)que «los Estados Unidostienen la doble condición de ser nuestro más

grande y poderoso vecino y la primerapotencia económica, científica y militar delos tiempos modernos. Nos movemos en lamisma órbita y con ellos compartimos-nosotros en la pequeña proporción quecorresponde anuestras reducidas y limitadascapacidades - la defensa de la civiliza-ción occidental!'. Consideramos queesta visión unilateral del fenómeno seolvidaba de que

nofueron Fidel Castro y los cubanos losque inventaron la lucha armada enAmérica Latina o en el Caribe. En laregión imperaba una larga tradición detomar las armas que data del siglo XIXy se prolonga hasta las vísperas de laRevolución Cubana. Los que forjaronesta tradición fueron los nacionalistas,los liberales radicales y, en ocasiones, losmarxistas. Martí, Mella y Guiteras enla propia Cuba; Villa y Zapata, por su-puesto; Sandino en Nicaragua; en ciertomodo, Farabundo Martí en El Salvador,los levantamientos campesínos colom-bianos;JoséFigueres en Costa Rica; innu-merables intentos de insurrección enRepública Dominicana, Puerto Rico yHaití, que se remontan a ToussaintL'ouverture: Fidel y su 26 deJulio teníanmuchos antepasados. Pero los cubanosredefinieron una tradición y la convir-tieron en una política de Estado y Partido.Sin tradición, el intento deliberado deextender la lucha armada a los sitios más

"TURBA YAYALA,JulioCésar. «Memorias delMinisterio de Relaciones Exteriores)), Bogotá,Imprenta Nacional, 1959. En: PAROO, Rodrigo yTOKA TLlAN, Juan G., op. cit., pp. 101 - 102. Lasnegrillas son mías.

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recónditos hubiera sido arrasado porcompleto»l'.

De lo anterior se colige que la ten-dencia a encontrar en el factor cubanolas causas de toda la inestabilidad enAmérica Latina y el Caribe no nos per-suade a todos por igual. Distinto es quepara justificar el surgimiento de la oposi-ción -a menudo armada- en todo elcontinente, el caso cubano servía debuen pretexto. O mejor; de la mismamanera que el bloqueo norteamericanoa Cuba y la ayuda de Estados Unidos ala Contra nicaragiiense (década de losochenta) fueron hechos desestabiliza-dores, y aunque ciertos, sirvieron tam-bién de excusa para minimizar la respon-sabilidad de estos dos gobiernos en suscrisis internas; de igual manera, el «fac-tor cubano», aunque también evidente,sirvió de cómodo pretexto para explicarel crecimiento del movimiento armadoy la oposición política en América Latinaen el período 1960-1980. Era más fácilesto último que admitir la falta de inver-sión social, de participación política, ode justicia social y oportunidades. Unbuen ejemplo de un gobierno que brin-daba pocas opciones a la participaciónlo constituyó Colombia durante el Fren-te Nacional.

Siguiendo estos razonamientos, elpresidente Alberto Lleras Camargoabandera, como una de las principalesdecisiones de su gobierno, la solicitudde la OEA contra el régimen de Fidel

"CAST AÑEDA, Jorge G. La Utopía Desarmada.Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1994, pp. 83·84.

Castro. Los argumentos eran que seexaminasen las amenazas que creaba la«intervención extracontinental en elhemisferio», sin mencionar a Cuba. Elembajador cubano en la OEA, CarlosLechuga, al oponerse a la propuesta deresolución, presentada a través de Co-lombia, dice que ésta ha sido concebidapor Estados Unidos. En un discursopúblico Pidel Castro atacó, en respuesta,al presidente Lleras, ante lo cual esteúltimo responde rompiendo con La Ha-bana el9 de diciembre de 196119•

Las razones de la actitud colombianalas expuso Lleras Camargo argumen-tando que era preferible una acciónconjunta del continente al mal prece-dente de una acción individual. Estosignificaba algo así como justificar elaislamiento de Cuba a cambio de impe-dir el disgusto de la diplomacia nortea-mericana. Siobservamos detenidamen-te la carta que el presidente Lleras Ca-margo envió a su colega argentino,Arturo Frondizi (diciembre de 1961),comprenderemos mejor esta argumen-tación. Decía Lleras;

Castro se ha convertido en una amenazamuy seria para la paz del hemisferio portres aspectos: ante todo, y tal vez el más

19 Posteriormente, casi todos los gobiernos deLatinoamérica rompieron relaciones con Cuba, laexpulsaron de la OEA (1962) Y le impusieronsandones económicas (1964) en el marco del llAR,ante la supuesta escalada cubana en Venezuela, deapoyo a la guerrilla de este país. Se llegó incluso aamenazar con la utilización de la confrontaciónarmada individual o colectiva en caso de ser nece-saria.

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grave, porque si el sistema interame-ricano no logra aislarlo y reducir supeligrosidad y beligerancia, esfatal quela opinión pública de los Estados Unidospresione vigorosamente a su gobierno,con la ayuda del Pentágono, para aban-donar compromisos internacionales queatan sus manos aún para ladefensa desupropia seguridad. Si ello ocurre, lapolítica de intervención, que causó aalgunas de nuestras naciones, yprin-cipalmente a la mía, los más gran-des agravios, reaparecerá en el he-misferio sin ninguna limitación20.

Si se trataba de ser consecuente, noera lógico criticar lo que se denominabala intervención cubana, argumentandoel derecho a la libre autodeterminacióny, por el otro lado, apoyar la interferenciaal comercio cubano, lo cual es tambiénuna manera de intervención.

No profundizaremos en el papelfundamental que tuvo la Alianza Parael Progreso como política que condi-cionóel apoyo latinoamericano a cambiode unas buenas relaciones con EstadosUnidos. Cabe añadir que ni los pocoslogros alcanzados por esta Alianza, nisu jocoso final fueron obstáculo paraque durante los sesenta y pese al augede los movimientos de oposición institu-cionales, «los gobiernos de América Lati-na, con algunas excepciones, entre las cuales

20 Carta dirigida por el presidente LlerasCamargo al presidente argentino Arturo Frondizi,el 23 de diciembre de 1%1. En: VILLAR BORDA,Leopoldo. Alberto Lleras: El último Republicano. Santaféde Bogotá, EditorialPlaneta,l997, p. 343. Lasnegrillasson mías.

no está Colombia, defendieron la causaoccidental y anticomunista como propia, y ala Alianza para el Progreso como la másencomendable expresión del Nuevo trato deEstados Unidos, para América Latina. Nisiquiera la invasión de Estados Unidos aRepública Dominicana fue suficiente paraconjurar el pronorte americanismo de lamayoria de los gobiernos latinoamerica-nos»21,

El período del presidente Valenciasería también como una continuacióndel gobierno que lo antecedió en materiade políticas exterior. En sus discursos semostró el apoyo a los lineamientos de laAlianza Para el Progreso, mientras anivel interno dio una orientación repre-siva y militarista que ajustó los conflictosdel país dentro de la confrontación Este-Oeste, y opuso la civilización occidentala la «barbarie soviética». Muestra deello fue el nombramiento del GeneralAlberto Ruiz Novoa, quien participó enla puesta en marcha de una Doctrina deSeguridad Nacional en el país. InclusoValencia apoyó la creación de un CuerpoSecreto Interamericano, encargado devigilar los movimientos de afiliados alcomunismo22.

Es de destacar que el país se dividióante las relaciones con Cuba. Huboamplios sectores que aplaudieron la rup-tura de relaciones, entre los cuales cabe

21 LIZARAZO, Nelsy Julieta. (Política ExteriorColombiana 1%2-1966: Anticomunismo, Multilate-ralismo e Integración Fronteriza», Colombia Inter-nacional, N° ID, abril-junio, 1990, Universidad de losAndes, p. 11.

u Op. cit., p. 16.

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mencionar a la Asociación Nacional deIndustriales (ANDI), centrales obrerasysindicatos comola UTC, CTC, UTRAL,algunos congresistas, editorialistas ygrupos de jóvenes universitarios. Inclu-so la Curia de Cartagena le declaró laguerra al comunismo, promoviendo laconstrucción de dos iglesias para «neu-tralizar la influencia de las células co-munistas que han aprovechado el terrenofértil que les representa no haber iglesias yasí convencer más fácilmente a losparroquianos»23,

A éstos se contraponían grupos inte-lectuales, el ala radical del MRL (Movi-miento Revolucionario Liberal), el Par-tido Comunista, periodistas de revistascomo Mito, funcionarios públicos comoel representante Ramiro De la Espriella,quien en 1963 declaraba: «A nosotros nonos interesa el régimen cubano, ni nos hemoscasadocon lasorientaciones del señor Castro,y creemos, en fin, que la revolución co-lombiana como la que estamos viendo llegar,debe tomar otro sentido y otro rumbo; perodefendemos el derecho de Cuba a hacersu revolución como la quiera»24

Los años setenta: Una nueva era de lasrelaciones latinoamericanas

La muerte de Ernesto «Che» Guevaraen Bolivia y la caída del gobierno deUnidad Popular en Chile serían los ante-cedentes deun período de acercamientoprogresivo del gobierno cubano a Amé-

23 La Prensa, noviembre 29 de 1961,24ÚlNueva Prensa,N"96,Abril27-Mayo3,1963,

p. 76. Las negrillas son mías.

rica Latina. El desencanto de la fallidaexperiencia socialista de Salvador Allen-de, así como el exterminio paulatino delos movimiento procubanos, sirvieronde motivo para disipar el temor hacia elgobierno de Fidel Castro. La esperanzade una revolución continental parecíaextinguirse, y llegaron al poder, enalgu-nos países del continente, líderes connuevas ideas en política exterior. En1969, el gobierno de Velazco Alvaradoen Perú reanudó relaciones diplomá-ticas con Cuba, luego Venezuela, Jamai-ca, Barbados, Trinidad Tobago, Chile,Argentina, y posteriormente Colom-bia". La era del «foco» parecía estarllegando a su fin.

Varios hechos muestran el aumentodel interés latinoamericano por diver-sificar sus vínculos exteriores, apoyandopara ello la conformación del FrenteLatinoamericano, con capacidad de ne-gociar las relaciones con Estados Uni-dos y otros países desarrollados. Estepropósito se concretó en el Consenso deViña del Mar de 1969, el cual se cons-tituyó en un buen intento por adquirirmayor autonomía ante el mundo.

Durante el gobierno de Carlos LlerasRestrepo (1966-1970) Colombia estable-ció vínculos con varios países socialistas,intentando con ello adquirir mayor auto-nomía en sus relaciones externas. Deigual manera, se consolidó en este perío-do el Pacto Andino, medio ideal paralograr la integración regional, al menos

25 CASTAÑEDA, Jorge, op. cit., pp. 96 ·97.

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en Sudamérica'6. En 1969, el presidenteUeras planteó la posibilidad de un re-planteamiento de nuestras relacionespolíticas con Cuba, condicionando estecambioaqueel gobierno de Fidel Castrodisminuyera sus vínculos con la insur-gencia colombiana. Otro hecho signifi-cativo con respecto a las relaciones ca-lombo-cubanas se produjo en esa épocadurante el gobierno del conservadorMisael Pastrana Barrero (1970-1974)cuando nuestro país apoyó en el senode la OEA la revinculación de la Isla aeste organismo. Incluso en la Cámarade Representantes de Colombia huboun pronunciamiento mayoritario enfavor del restablecimiento de nuestrasrelaciones diplomáticas bilaterales.

Por iniciativa de varios países, entreellosColombia, enjuliode 1976 se realizóen San José (Costa Rica) una reunión delos cancilleres americanos, en la que seaprobó el dejar en libertad a los Estadosmiembros de la OEA para restablecerrelaciones con Cuba. Para ese períodogobernaba a Colombia el presidente Al-fonso López Michelsen (1974-1978),quien siendo canciller del gobierno ante-rior había señalado la urgencia y via-bilidad de asumir una política exteriormás activa hacia los países americanos,reduciendo así el aislamiento de unasrelaciones preferenciales para con losEstados Unidos. Denominó esta nuevapostura como «Respice simila» I es decir,

26 VAN KLA VEREN, Alberto, El lugar de losEstados Unidos en la Política exterior latinoamericana.CEREC, Universidad de los Andes. Bogotá, 1983,pp. 128-129.

«mirar a los semejantes», refiriéndoseasí a nuestros vecinos latinoamerica-nos. Con Cuba ya habíamos reanudadorelaciones diplomáticas desde 1975, yen asocio con este país Colombia Iiderólo que sería posteriormente el tratadoCarter- Torrijos, que permitiría a finesde siglo devolver a Panamá su soberaníasobre el canal. Transitábamos por unperíodo en el cual nuestro gobierno seinteresó por alcanzar un nivel más altoen los asuntos latinoamericanos.

Vendría después el gobierno del pre-sidente Turbay Ayala (1978-1982), pro-tagonista de la suspensión de relacionesdiplomáticas con Cuba en marzo de1981. Elanálisis detallado que mereceríaesta administración se sale de los obje-tivos de este trabajo.

Belisario Betancur (1982 -1986), los NoAlineados y las coincidencias con Cuba

Luego de las tensiones del gobierno deTurbay27 se iniciaría un período de pro-fundos cambios en la política exteriorcolombiana. En contraste con el bajoperfil que tuvieron las relacionesinternacionales de Colombia en añosanteriores, el presidente Betancur Iideróla búsqueda de soluciones al conflictocentroamericano conel apoyo de gobier-nos amigos como México, Panamá, Ve-

27 A la toma de la Embajada de la RepúblicaDominicana se añadieron las reclamaciones deNicaragua sobre el archipiélago de San Andrés yProvidencia, y a su vez, el enfrentamiento con elgobierno de Fidel Castro por la incursión deguerrilleros del M-19 al sur del país, entrenados alparecer por Cuba.

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nezuela y Panamá, así como Cuba.

Con su vinculación al grupo de losNo-Alineados Colombia intentó mos-trar una imagen de más independenciapolítica frente al conflicto Este-Oeste.En lo relativo a nuestros intereses yCuba, cabe destacar que se logró el con-senso en temas como la negociación dela deuda externa, las negociaciones depaz con el movimiento guerrilleroM- 19, las cuales tuvieron el concursocubano; el proceso de paz centroameri-cano; la importancia de los No Alineadosen la política internacional; la defensade la No intervención; el rechazo a iautilización de la fuerza en política mun-dial; la convergencia al interior de laONU, entre otros aspectos. Asimismo,en la búsqueda de mayor autonomíacon respecto a Estados Unidos tambiéntuvimos posturas semejantes. Un hechoque debe destacarse de este período de«deshielo» fue el ofrecimiento que hizoen 1983 el presidente Betancur del aviónpresidencial a los soldados cubanos quepermanecían en la isla de Granada des-pués de la invasión norteamericana.

Perspectivas de la colaboración colom-bo-cubana y la ampliación de los es-pacios de colaboración sur-sur

La colaboración de Cuba en el TercerMundo ha sido un aporte muy valiosopara el desarrollo de éste. Una evidenciaes el alto porcentaje de becarios proce-dentes de estos países educados en laIsla, los cuales en el ciclo 1989- 1990alcanzaron la cifra de 24.52428.

28 MINISTERIO DE EDUCACIÓN. «Breve

Es conveniente considerar que aunen períodos de distanciamiento diplo-mático, las relaciones comerciales deColombia con la Isla se han mantenidoen beneficio de ambas partes. Muestrade esto es el crecimiento de las exporta-ciones colombianas,29 que entre 1986-1990 aumentaron en un 900%. De igualforma fue significativo que las impor-taciones colombianas provenientes deCuba en 1991 fueran del orden deUS$176 milJO•

La crisis que generó en Cuba la caídadel bloque socialista, aunada a sus pro-blemas económicos estructurales y defuncionamiento, ha conducido a un re-planteamiento de su política económica.En la actual coyuntura, la atracción a lainversión extranjera se presenta comouna meta prioritaria en función de laestabilización del país". Tanto así queen septiembre de 1995 se aprobó unanorma que disminuye ostensiblementelas restricciones existentes a la libertadde inversión de capital extranjero enCuba. De acuerdo con las modificacio-nes constitucionales aprobadas en 1992,el Estado ya no ejerce un control tan

información sobre la adecuación en Cuba)•. LaHabana, 1990.

29 Que corresponden a hilados de algodón,combustible, aceites, maquinarias, material eléctrico,aluminio y manufacturas.

'" MINISTERIO DE COMERCIO EXTERIOR,República de Colombia. Informegeneral sobre Cuba.Mimeo.

31 Se observa que el comercio colombo - cubanoha experimentado un crecimiento sustandal desde1989, y que precisamente, en parte, esto se debe alinterés cubano por diversificar sus vínculoseconómicos exteriores ante el debilitamiento de susrelaciones económicas y comerciales con la antiguaURSS y Europa del Este.

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riguroso sobre el comercio exterior, y sufunción más bien se orienta a dirigiresta actividad.

Consecuencia directa de esta apertu-ra cubana es la incentivación del gobier-no a diversas formas de asociación conel capital privado extranjero (enespecialel latinoamericano). Por este motivo sele han presentado cerca de doscientaspropuestas dirigidas a la explotaciónconjunta de sectores diferentes de sueconomía nacional como el turismo, porejemplo. Las frecuentes visitas a Cubade funcionarios, grupos empresarialesde Francia, Inglaterra, España, Italia,Holanda, Canadá, México, Chile, Vene-zuela, Jamaica y Colombia en 1991sonhechos de esta nueva situación".

En los últimos años, Colombia y Cu-ba han acrecentado su interés por diver-sificar y ampliar sus vínculos internacio-nales. Para el caso cubano, el crecimientode su comercio exterior con laRepúblicaPopular de China colocaba a este paísen 1989como elcuarto socio latinoameri-cano, con un monto de 400 millones dedólares en inversiones por parte de este«gigante» asiático33• Asimismo, en 1997elgobierno colombiano firmó importan-tes acuerdos de inversión con la Repú-blica de China y Japón.

Si queremos comprender mejor el

32 SUÁREZ SALAZAR, Luis, «La crisis cubana:un análisis desde La Habana». Colombia Internacional,W'18,abril-juniode 1992, Universidad de los Andes,p.30.

lJ Luis Salazar. «Cuba: respuestas a un mundo

proceso de integración comercial deColombia al Caribe, tenemos que serconscientes de que hasta comienzos dela década de los setenta Colombia habíamantenido a la Cuenca del Caribe encondiciones de un mercado marginalpara la exportación de sus productos.Hasta 1981, incluso, mirábamos endirección al Grupo Andino exclusiva-mente. Es precisamente en este añocuando se celebró en Bogotá la PrimeraConferencia de embajadores colombia-nos en el Caribe, utilizando como me-dios de colaboración la cooperación téc-nica, la financiación profesional, elmejo-ramiento de la estructura, el transportey la ayuda financiera". El hecho de quereconsiderásemos nuestras políticashacia el Caribe estuvo estimulado porla búsqueda de nuevos mercados luegode la fase crítica de las exportacionescolombianas hacia el Grupo Andino,Estados Unidos y Europa.

Conclusión

Las relaciones colombo-cubanasdurante la segunda mitad del siglo XXestuvieron determinadas, salvo ciertosmomentos excepcionales, porel conflic-toEste-0este (enlocual están de acuerdoinvestigadores como Carvajal, DelloBuono, Díaz-Callejas, Drekonja, Pardo,

cambiante,), En:MUÑOZ, Heraldo (Comp), Anuariode políticas exteriores latinoamericanas 1989-19990.Caracas, Editorial Nueva Sociedad, Prospel, 1990.

).l DREKONJA, Gerhard . «Colombia». En:TOKATLIAN, Juan G. y SCHUBERT, Klauss. Re-laciones Internacionales en la Cuenca del Caribe y lapolítica de Colombia. Ministerio de RelacionesExteriores. Bogotá, 1986, p. 404.

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Ramírez, Tokatlian, entre otros), períodoen el que nuestro país fue un aliadoincondicional de los Estados Unidos ensu confrontación con la Isla. Asimismo,podemos afirmar que la desatenciónhistórica de Colombia al Caribe, con unpredominio de una visión andina de lapolítica exterior, condicionó losvínculoscon Cuba y con el resto de la región.Superada la Guerra Fría, a lo que seañade la reorientación de nuestra actitudhacia esta zona, se nos presenta un buenmomento para dinamizar nuestrosvínculos con Cuba, en particular desde1993,desde la reanudación de relacionesdiplomáticas en el gobierno de CésarGaviria. Cabe añadir que después de lasuspensión de relaciones de 1981, losgobiernos de Betancur, Barco y luegoGaviria contribuyeron a crear las condi-ciones para un clima de mayor entendi-miento con la Isla, y que independiente-mente de las tensiones o el distancia-miento político, el intercambio econó-mico y los acuerdos bilaterales, enparticular desde 1986,han beneficiadoa ambas partes.

América Latina y el Caribe constitu-yen para Colombia y Cuba el espacionatural de su integración económica ypolítica. Tenemos unos lazos históricosen común, una pertenencia geográfica,una comunidad étnica, cultural y lin-gilistica que nos identifican. Si nuestrainserción a la comunidad internacionalno coincide con unos vínculos más am-plios con Europa, Asia y el resto delmundo, no será fácil alcanzar estas me-tas. Tampoco será simple si desaprove-chamos todos los espacios para coo-

perar.

Tenemos una buena oportunidadpara superar las tradicionales prevencio-nes hacia países que como Cuba tambiéndeberían hacer parte de un nuevo Sis-tema Interamericano en el que se revise(como lo propusieron en la recientereunión de la OEA, realizada en Lima,los representantes de México, apoyadospor Brasil y Canadá) la inclusión deCuba en dicho organismo. La coopera-ción Sur-Sur también deberá hacer parteprioritaria de nuestras metas más inme-diatas. En este sentido, organismos co-mo los No Alineados, la OEA, el Grupode Río, el Pacto Andino, el Grupo de losTres y la Asociación de Estados delCaribe deberán posibilitamos unas rela-ciones más equitativas. Con el Grupode losTres,dado que sus países integran-tes -Colombia, Venezuela y México---son los socios latinoamericanos másimportantes de Cuba". Con la Asocia-ción de Estados del Caribe los vínculoseconómicos colombo-cubanos (loscuales tuvieron a partir de 1991 unareactivación con el restablecimiento derelaciones consulares y el compromiso

JSTansignificativa ha sido la diversificación delcomercio cubano en el período 1990-1995, queAmérica Latina pasó a ocupar el segundo lugar,después de la Unión Europea, en su volumen deintercambio. En cifras: Para 1990, el 74,9% delcomercio cubano se realizaba con Europa del Este, el10,4% con la Unión Europea y el 4,9% con AméricaLatina. En 1995, en cambio, el comercio con Europadel Este descendió al 14,1%; con la Unión Europeaascendió a133,1%, y con América Latina alcanzó el nadadespreciable 30,2%. C.f. QUIÑONEZ, Nancy,CARetA, Tania. Oportunidadesde Integración de Cubaen la Cuenca del Caribe. Centro de Estudiosde América,La Habana, 1997

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de la Isla a pagar su deuda al país con el50% de los costos de las compras) sehan estrechado más, dada la importan-cia que para ambas partes tiene suinserción en esta Asociación,y Colombiareconoce a este país como una contra-parte funcional para su posicionamientoen la región. Todo esto será posible sitenemos presente que la integracióncubana al Caribe y América Latina nopuede regir con sus políticas internasde preservar sus márgenes de autono-mía y el control de sus inversiones enplanes estratégicos nacionales.

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