Claudia Cymerman - La Ideología Acarreada Por El Martín Fierro de José Hernández

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  • La ideologa acarreada por el Martn Fierrode Jos Hernndez

    l)urante mucho tiempo Martn Fierro ha sido el libro ms ledo por losarentinos y todava es considerado por mucha gente como la obra que me-

    a a rgen lino que mas co-mentarios crticos supo producir hasta el punto de inspirar la mordaz ironade Borges: Sospecho escribe sin ambages que no hay otro libro argentinoque haya sabido provocar de la crtica un dispendio igual de inutilidades iNo creemos del todo desacertado proclamar que cl Martn Fierro representauna especie de antiFacundo y que. de hecho, la obra ha sido pensada comouna rehabilitacin del gaucho asemejado por Sarmiento al brbaro. Es loque vamos a tratar de demostrar.

    Digamos de entrada que no compartimos el juicio de Lugones, quien veen la obra de Hernndez una lorma de repentismo o de espontaneismo o aundc creacton nconsctente2. El poema no ha sido compuesto en un estado deenalenamient() inspirado y no se aparta para nada de la realidad sociopolticaargentina contempornea. Bien puede escribir Antonio Pags Larraya, a mo-do de refutacin de las aserciones de Lugones: Si alguna obra est lejos de lacreacin inconsciente, sa es el Martn Fierro y si algn pensamiento estlejos de ser fbula balad, se es el de Jos Hernndez, que se expresa enuna prosa sin oropel y problematiza todos los sectores crticos de la existen-

    Jorge i ,uis Borre., A,,pecos d la li/era/uragattc/les95> qtie su poema einpezara la redencin de la cre icin inconsciente.

    Pl ignor siernpre su importancia, y n tuvo genio sino en aquclia casin. Sus escritos an~teric~res y sucesivos, son pginas sensatas e incloras de t no-mia rural. LI poe ma compone toda su vida: y fuera de l no qued i sino el hombre enteramentecomun, con las ideas medianas de su poca. (Ligones, Pl pasadot Caracas, Biblioteca Ayacu-cho, 979. pg. 133)

    Atialcv aneri cano, nm. 25. Servicio de Publicaciones. UC M. Madrid. 1996

  • 50 Clat,de (sntennatt

    cia nacional ~. Queda demostrado que Hernndez ha meditado largamentesu creacin y que no slo sta presenta varios puntos comunes con el contex-to social del momento, sino que se ha desarrollado a veces con un ligerodesfase temporal en forma paralela a los escritos polticos del periodista y alas intervenciones dcl legislador en la Cmara de Diputados. Los artculospublicados por Hernndez en el diario que fund, El filo de la Plata, son sig-nificativos a menudo en cuanto a las preocupaciones sociales del escritor.Cierto articulo dcl 3 dc octubre de 1 896. titulado La ciudad y la campaa,denunca, por ejemplo, los privilegios de os ricos puebleros con respecto alos miserables habitantes del campo El mismo Pags Larraya seala a esterespecto las convergencias entre los escritos periodsticos dc Hernndez y sugran poema gaucho: Una denuncia se escucha en los artculos de 151 Ro ce laPlata, y es la misma que surge de Martn fierro: en el pas existen privilegia-dos y desposedos, ciudadanos e ilotas, hijos y entenados. Misionero, el poe-ta ha asumido el deber dc conjurar esa injusticia. La redencin del gauchocomo persona humana es la idea de ms empuje en cl mundo dc Hernn-dez ~.

    Por su parte, la lectura del Diario tic l)ebates de la Legislatura de la Pro-vncia de Buenos Aires no es menos reveladora. Fijmonos. por ejemplo, enla sesin de la Cmara de Diputados del 30 de mayo de 1879 en la que vienea hablarse de los jueces dc paz. frecuentemente acusados en el Martn FierraHernndez toma la palabra:

    Esta cuestin de los jueces de paz es la ms grave que ha tenido epas desde 1820. 1-lace medio siglo que estamos en esto. ~...]Los juecesvinieron a ser seores de horca y cuchillo, en cada departamento. 1 ...j Lareforma de la Constitucin de lSSj se hizo sentir. ...~ Me acuerdo queyo ocupaba entonces un lugar en la prensa (le Buenos Aires y fui uno delos apsioles ms fervorosos de esa relorma. porque crea que el vecin-daro de cada partido tena el derecho dc elegir su juez de paz, que diri-miera las cuestiones civiles; tena el derecho de elegir el comandante mi-litar que deba vigilar por la guardia nacional; qrte tenia el derecho deelegir el maestro de escuela que haba de educar a sus hijos y que tena elderecho de elegir hasta el cura que babia de dirigir sus familias ~.

    Esa lectura muestra escribe Jos Isaacson a propsito de este texto ~lo entramado que est el hombre que fue Jos Hernndez con cl poeta queestructur el Martn Fierro. Y Halperin Donghi bien puede decir por su par-te: [No podemos) postular que la grandeza potica de Martn fierro exista

    Prosas del Mart/u Ficrrr~ Bucn>s Aires, la Plyade, 1972, pgs. 9 i -92.4 Jbs Aires. La Plata. 1947, pg. 29.

    In Encuentro poltft.:o

  • La ideologa acarreada por el Martn Fierro de Jos Hernndez 51

    separadamente de su inspiracin ideolgica y afectiva ~.Eso es lo que resal-ta, en efecto: las estrofas del poema hernandino de ninguna manera puedensepararse de su contexto. Poltica y poesa vienen, en l. inextricablementemezcladas. Lo literario encuentra su fuente en lo extraliterario.

    Los epgrafes confirmaran, si fuera necesario, las intenciones del poeta.El primer epgrafe, que corresponde a un discurso pronunciado en el Senadocl 8 dc octubre de 1869 por Nicasio Oroo, pone el acento en varios puntosque sern desarrollados en el Martn Fierro: el siniestro servicio de fronteras,los abusos cometidos contra los gauchos y. de modo general, el cuadro dedesolacin y ruina presentado por el campo argentino. El segundo. quetranscribe un artculo de L.a Nacin del 14 de noviembre de 1872, confirmalo que sabamos ya de la situacin de los soldados. Uno y otro llaman la aten-cion del lector sobre la situacin poltica, social, militar.., de Argentina, o seasobre el teln de fondo histrico del Martn Fierro. El tercer epgrafe unalarga composicin en versos del poeta uruguayo Magarios Cervantes. con-sagrada al payador sugiere la otra cara del poema que inserta en una co-rrente gauchesca el alcance, ya no poltico, sino potico del poema. Otra for-ma de hacernos sentir que poltica y potica vienen aqu ntima einextricablemente mezcladas.

    Por su parte, los prlogos de la obra son reveladores de las intencionesdel escritor en el momento de publicar la Ida (1872) y la Vitelo (1879) dclMart,, Fierro. En el primer prlogo, que cobra la forma de una carta dirigidaa D. Jos Zoilo Miguens, Hernndez insiste de entrada en las injusticias quepadece el gaucho: No le niegue su proteccin, usted que conoce bien todoslos abusos y todas las desgracias de que es vctima esa clase desheredada denuestro pas. Y a fin de que se le crea bajo palabra, para que nadie puedaponer en duda la veracidad de la pintura y la realidad de las exacciones, hacehincapi reiteradamente, de manera casi obsesiva, en la fidelidad del retratodel gaucho, el que aparecera tal cual es en la realidad, sin idealizacin ni de-precacion ni deformacin caricaturesca:

    Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar untipo que personificara el carcter de nuestros gauchos, concentrando elmodo tic ser, de sentir, de pensar y de espresarse que les es peculiar, do-tndolo con todos los juegos de su imaginacin llena de imcenes y decolorido. con todos los arranques de su altivez, i nrnotlerados hast el cimen, y con todos los impulsos y arrebatos, hijos de una naturaleza que laeducacon no ha pu lid o y suavizado. 1-1 Mi objeto ha sido dbuj Ir grandes rasgos. at nque jieltnente, sus costu mb res, sus trabajos sus h titos tic vida, su ndole. sus vicios y sus virtudes; ese conjunto q te eonst1 uve el cuat ro ce su fisonornla moral, y los acci cIentes de su existenciallena de peligros. de inqu icttides. de iii segr rielad, de avenru ras y de agta

    1u Iio Hal pe rlo Donghi, Jos Hero dude: s sos no

  • 52 Claude Cv,nerman

    ciones constantes. II Me he empeadol en retratar, en fin, lo ms fiel-mente que me fuera posible, con todas sus especialidades propias, ese ti-po original de nuestras pampas, tan poco conocido por lo mismo que esdifcil estudiarlo, tan errneamente juzgado muchas veces, y que, al pasoque avanzan las conquistas de la civilizacin, va perdiendo casi por com-pen> le subrayado es nuestrol.

    El objetivo de Hernndez es, obviamente, mltiple. Al lado de la preocu-pacion, casi antropolgica o etnolgica. de estudiar a un tipo humano en vade desaparicin, perfilase entre lineas un objetivo poltico: el de defender alcampesino chollo ignorado, incomprendido, despreciado o explotado y. almismo tiempo, salvaguardar los valores que representa frente a los peligrosque implican las pretendidas conquistas de la civilizacin y la realidad de lainmigracin extranjera. En esto. Hernndez se opone claramente a Sarmien-to, apstol del progreso y paladn de la civilizacin de las ciudades europeas,y anuncia los turiferarios del nacionalismo que vern en el gaucho la encar-nacin ce la tradicin.

    En el prlogo de la Vuelta, titulado Cuatro palabras de conversacion conlos lectores Hernndez insiste de nuevo en la de la pintura, atribu-yendo a su voluntad de imitacin del original, zafio e inculto, los defectosformales dc la obra: ... dir que no se debe perder de vista al juzgar los de-fectos del libro que es copia fiel de un original que los tiene, y repetir quemuchos defectos estn all con el objeto de hacer ms evidente y clara la imi-tacin de los que lo son en realidad. Seala sobre todo su preocupacin di-dctica que alcanza todos los aspectos: moral, religioso, cvico, familiar, filial,etc.:

    Enseando que el trabajo honrado es la fuente principal de todamejora y bienestar. Enalteciendo las virtudes morales que nacen de laley natural y que sirven de base a todas las virtudes sociales. Inculcandoen los hombres el sentimiento de veneracin hacia su Creador, inclinn-dolos a obrar bien. LI Recordando a los padres los deberes que la natu-raleza es impone para con sus hijos... [yl enseando a los hijos cmodeben respetar y honrar a los autores de sus das. Fomentando en el es-poso el amor a su esposa, recordando a sta los santos deberes de suestado... Afirmando en t05 ciudadanos el amor a la libertad, sin apartarsedel respeto que es debido a los superiores y magistrados. Enseando ahombres con escasas nociones morales que deben ser humanos y cle-mentes, caritativos con el hurfano y con el desvalido, fieles a la amistad,gratos a los tavores recibidos, enemigos de la holgazanera y del vicio,conformes con los cambios de fortuna, amantes de la libertad, tolerantes,justos y prudentes siempre.

    Seria un error, sin embargo, confundir, en cuanto a la idea general, prlo-go y contenido de la Vuelta. Se ver que sta dista mucho de adherirse a

  • La ideologa marreada por el Martn Fierro de Jos Hernndez :5-,

    todas las ideas expresadas en el prlogo, aunque una evolucin se pereibaentre las dos partes del Martn Fierro.

    El poema, se sabe, es narrativo y autodiegtico. La [da, que consta detrece cantos, cuenta esencialmente los tres aos pasados por Martn Fierroen los fortines de la frontera, antes de que se convirtiera, al lado de Cruz, enun gaucho matrero. La Vuelta, por su parte, se compone de treinta y trescantos y relata, por un lado, la vida de Martin Fierro y de Cruz entre los in-dios, y. por otro lacIo, la vida igual de aventurada cte los hijos de los mismos.ala vez que esboza el retrato singular del viejo Vizcacha.

    Los exgetas de la obra han subrayado unnimemente el cambio de tonoperceptible entre la da y la Vuelta. La primera se dirige, a la vez, al mismogaucho, al que el escritor desea educar y sensibilizar a los problemas tocantesa su condicin social, y a todas las personas cuyas funciones pueden contri-buir a poner un trmino a los abusos que tiene que soportar este paria de lapampw se nota en ella un espritu de rebelin y la voluntad vehemente de de-nunciar los responsables de estos abusos. La segunda se presenta como unaserie de consejos morales dirigidos esencialmente al mismo gaucho. Ya noexpresa cabalmente un sentimiento de rebelin sino mas bien de fatalismo yde sumisin al orden establecido. Esta segunda parte escribe Maria Grisel-da Nuez ~ deja de ser un poema de denuncia para convertirse en un pro-grama orientador de conductas. Qu es lo que pudo motivar esta evolucinentre 1872 y 1879? Digamos, sin querer esquematizar excesivamente, quepor lo menos tres elementos han actuado en esta evolucin: el escritor se haaburguesado, la situacin poltico-econmica del pas ha evolucionado, supersonaje ha envejecido. En el transcurso del perodo considerado, Hernn-dez se ha convertido en un autor consagrado y ha decidido presentarse a ladiputacin. Sus principales adversarios polticos, Mitre y Sarmiento, enearna-cion de la poltica portea y opuesta a! gaucho, ya no ocupan cl poder y lmantiene buenas relaciones con el sucesor, el tucumano Avellaneda. Hatomado conciencia de que es irreversible el proceso que tiende a sustituir elgaucho por el pcn y que conviene por lo tanto preparar el primero a estecambio. Adems. Hernndez ha adquirido una notoriedad y una respectabili-dad que no eran evidentes en el momento en que, proscrito, escriba la Ida.Inverta entonces en su personaje de gaucho rebelde y matrero algo de su re-belin personal y de su espritu independiente. En cuanto a Martin Fierro, haenvejecido cinco anos entre el momento en que, con Cruz, decidi pasar lafrontera y alcanzar las tolderas, y su regreso a tierra cristiana. Tan largo pe-nodo no ha transcurrido en vano. Ha madurado al hombre, lo ha serenado yle ha hecho comprender lo intil de una rebelin y una fuga que, al llevarlode una civilizacin a otra, lo ha hecho salir de Mlaga para entrar en Mala-gn. (Bes esta tierra bendita que ya no pisa el salvaje [I pues infierno

    La rnuje r en Martin i i erro i n: Js 1 lcr,>joder. Lstodios reu ni rl os en e> >n memoraeiondel Ce ni enario dc 61 guacho Mor Fierro. Li nive rsidaddc ia Plata. pg. 143.

  • (Itt le (vinerinan

    por infierno. prefiero cl de la frontera. II, 1537-1538 y 1549-1550-,exclamar al encontrarse de nuevo con la civilizacin cristiana y la tierradc sus antepasados). La evolucin del protagonista no es slo la resultanteCe Lina evolucion paralela del autor o de la nacin: es tambin la conse-cuencia de una necesidad interna del poema. Agreguemos a este cambiootro elemento: la Vuelta no ha sido concebida, como la Ida, en la urgencia yla precipitacion. Hernndez ha dispuesto de mas tiempo para nutrir cl rela-to, cultivar el estilo, cuidar los efectos. De ah los cambios pi oducidos deti ini parte a otra: cl texto es cl doble ce largo, los episodios y los personajesson mas numerosos. la composicori es mas estudiadas myor estructurada,los refianes sc hacen ms presentes (un fenmeno seinqante pucio observarse entre las dos partes del Quijote): en adelante la patada encuentra suiu~ar, ci tono es mas razonable que apasionado, el estilo ni is elaborado.Por va ce consecuencia, esta segunda parte ha perdido l>o de la lozana yla espontaneidad ce la pri mcm.

    Hernndez conoca perfectamente a los gauchos. con quienes se habacodeado en sus aos mozos y con los ciii e haba compartido trabajos y si nsabures . Ademas, como o stibrayo Borges Con la perspicacia que se leetnoce: En mii ochocientos sesenta y tantos, en Buenos Aires. lo difcil noera conocer el gaucho. sino ignorarlo. La campaa se confunda con itt ciucIad y su plebe era criolla> it> Si bien la rellexion se refiere al conocimientoque Estanislao del Campo tena del gaucho, puede igual mente x segura-mente mejor apI icarse al autor del Martn Fierro.

    Habiendo aprendido a conocer a los gauchos, Hernndez simultnea-mente aprendi a quererlos. Y conociendo sus dificultades, sus penas. su de-samparo, ha sabido, mejor que nadie, interesarse por ellos y tomar st> clefensu. El poema es. sin lugar a dudas, una obra polmica. Es un alegato en lavorce los gauchos explotados y perseguidos y una requisitoria contra todos losque los explotan y los persiguen:

    Manuel Glvez precisa: En el campo. junto a su padre [regidor de dos estancias pr>picsasj. ci michach> ncta? en contacto ct>n a materia viva tic sc> futur>> poema. Auncite tt>davic< nim>. no est ca iii estancia como husped ni como cmpleadt> ce escritrio. Trabajaal iguai que lc>s peoncs. tdos gauchos. Vive entre ellos, es ove reteri r sus proezas can pes res o

    ticrrei~is. tocara guitarra x caniar. Asisie a las payadas ce ~>ntrciptinto. participa en las danzasnaivas. Aprende a ic>car la cuitarra. Sc hace hombre ce a caballo. Adquiere niaestria en todasbis faenas tiel campo: la tk>ma de potros. la hierra, el rt>deo. Y tinto a las estancias en t1ueiiconlp:toa a su padre, tina en Camarones y otra en Laguna ce tt>s Padres, combate ms dc unave, contra k>s ntiw>s. La pampa es la principal eseticia en li que se edsea ci mtichacho. En ellacurso su bachilicrat> tic p>eta pico, tic narrador ce la vida campestre tic si> tiempo. Diez aospasa Hernndez en aciueiias estancias. No tiene mticho e ntacit> c>n iii ciudad. Cuandt> viene espor pocos dias. Nt> bstante so enccirnaniicni> con ci canp>, l tio se convierte en un gaucho.La t,artNaie de la pci mp st si existe, segn ecee Sar t]4te ato o to barbaiiza. Abando ts~t el canpt> u lc>s lO anos, sin haber perdido st cultura. (Mantel Glvez. Jos IIer,uindz, Buenos Aires.Huemul. 945.)

    16/ 4/art/o Ejeoo, Bucns Aires, Colomba, 953. pgs. 2324,

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    El anda siempre juyendo. / Siempre pobre y perseguido;no tiene cueva ni nido. como si fuera maldito;porque el sergaucho... barajoU/ el sergaucho es un delito. (1, 1319-1324)

    De hecho, todo el captulo VIII de la Ida merecera citarse> dado queaparece como una denuncia cuasi exhaustiva de las vejaciones e injusticias delas que es vctima el gaucho y como una carga ms que fundamentada de lastropelas y los abusos cometidos por las autoridades. De estas exacciones,una viene puesta de realce porque humilla al gaucho, maltrata la familia y de-sorganiza la sociedad. Es el contingente de soldados gauchos enviados a lafrontera para proteger el territorio de las incursiones de indios (y para casti-gar, si se presenta el caso, a los que sc niegan a votar por el candidato oficial).Hernndez se vale de las palabras ms hirientes para denunciar la impericia yla arbitrariedad de los gobernantes.

    De entrada, la leva del contingente aparece como un escndalo. Los gau-chos caen en una redada organizada a traicin por el juez de paz, que seaprovecha de la sorpresa de gente que se divierte inocentemente, en el mayorel ese uido:

    Cantando estabauna vez en una gran diversin,y aprovech la ocasin / como quiso el juez de paz:se presentyhi no ms! hizo una arriada en montn. (1, 307-312)

    (El atropello sufrido por Martn Fierro se repetir, lo sabemos, con Pi-carda: II, 3405-3409; y la conducta del alcalde no es diferente del comporta-miento del juez: Pues si ust pisa en su rancho y si el alcaide lo sabe, locaza lo mesmo que ave, aunque su mujer aborte...: 1, 259-262). Ese mismojuez les miente impunemente a los pobres infelices que manda a los fortines.(Al mandarnos nos hicieron ms promesas que a un altar: 1, 355-356)Una vez que estn en la frontera, los soldados padecen una situacin indigna:

    Y andbamos de mugrientos / que el mirarnos daba horror:le juro que era un dolor / ver esos hombres por CristolEn mi perra vida he visto/una miseria mayor. (1. 631-636)

    Ya nos tenan medio loco/la pobreza y los ratones. (1, 647-648)Siempre cubiertos de harapos, siempre desnudos y pobres;

    nunca le pagan un cobre / ni le dan jams un trapo. (II, 3609-3612)Tienen que sufrir las peores vejaciones, prestarse a las peores humillacio-

    nes: suplicio de la estaqueada (1, 386-387; 876-888), dcl ltigo (1, 393-396;271-272), del cepo(l, 275-276), etc. Nada extrao, en estas condiciones, si elgaucho, de por s pacfico, se transforma en un gaucho malo: Y despus di-cen que es malo el gaucho si les pelea (1, 269-270). La tentacin de deser-

  • 56 Claude Cytnennan

    tar, a pesar de los peligros mortales que acechan al desertor, permanece, omni-presente y obsesiva. Sabemos que el mismo Fierro desertar y terminar, comootros muchos, por reunirse con los indios a los que antes haba combatido.

    En su lucha contra los indios, los soldados se encuentran desarmados odespojados de sus municiones, que sus propios jefes venden para la caza deland... (1, 46 1-468). Luego, su mision en la frontera se asemeja no tanto auna comedia como a un verdadero asesinato perpetrado por los oficialescontra sus tropas expuestas en adelante a los golpes del enemigo.

    Para que se percibiera mejor el desamparo del gaucho mandado a lafrontera para defender intereses ajenos, mientras los beneficiados permane-cen a cubierto en sus enchufes ciudadanos, el poeta-panfletario (ya que elMartn Fierro es. a su manera, un panfleto) hizo preceder la escena desgarra-dora de la redada de la pintura idlica de la vida de los gauchos de antes,cuando vivan libres y felices, alejados de las humillaciones infligidas por losque lgicamente deberan defender sus intereses. Esta vida, descrita con unaternura nostlgica, es una vida buclica, una vida de gloga, en la que la sen-cilla actividad familiar y unas diversiones inocentes templan la penosa exis-tencia del resero:

    Yo he conocido esta tierra en que el paisano vviay su ranchito tena y sus hijos y mujer...Era unadelicia el ver/como pasaba sus das. (1, 133-138)Y apenas la madrugada empezaba a coloriar.los pjaros a cantar y las gallinas a apiarse,era cosa de largarse cada cual a trabajar. (1. 15t-156)Ricuerdo... qu maravilla! cmo andaba la gauchada,siempre alegre y bien montada y dispuesta pa el trabajo...[ero hoy ea da... barajo! no se le ve de aporriada. (1. 2(15-2 tU)

    Otra manera de hacer notar el contraste (y de denunciar de paso otra in-justicia) consiste en personalizar el desamparo del gaucho, en hacer resaltarel vaco producido en Martin Fierro por el alejamiento forzado de la familiay en representar la miseria material y moral de la mujer y los hijos:

    Sosegan viva en mi rancho. como el pajaro en su nido.All mis hijos queridos iban creciendo ami lao...Slo queda al desgraciao lamentar el bien perdido. (1, 295-300)Los pobrecitos muchachos, entre tantas aflicionesse conchabaron de piones; mas qu ivan a trabajar,si eran comolos pichones sin acabar de emp1umar~ (1, 1039-1

  • La ideologa acarreada por el Martn Fierro de Jos hernndez 57

    Este perdn dc Fierro a su mujer, cuando sta se va a vivir con otro, noes el menos conmovedor de los episodios del poema, capaz dc hacerle tomarconciencia al lector del carcter inhumano del comportamiento del gobiernocon los gauchos.

    Al escndalo de las condiciones de vida en los fortines se aade otro, alque el gaucho no permanece insensible por simbolizar la injusticia cometidapara con l. Al defender la lnea fronteriza, el gaucho tiene la impresin. yano de defender el suelo nacional lo que seria un mal menor sino, msbien, de servir los intereses de una casta de privilegiados y de aventureros sinescrpulos que se enriquecen a sus expensas. Aqu Hernndez se hace unavez ms el portavoz de los desgraciados y denuncia implcitamente la polticacoherente del gobierno y ms precisamente de Sarmiento que tiende a ex-tender las fronteras para atraer la inmigracin y los capitales extranjeros, amenudo en detrimento de los criollos y los gauchos:

    1 lablaban (le hacerse ricos COt campos en la frontera;de sacarla ms ajuera donde haba campos baldidosy llevar de los partidos gente que la defendiera. (1, 2107-21 12)

    lodo se gielven proyetos dc colonias y carriles,y tirar la plata a miles en los gringos enganchaos,mientras al pobre soldao le pean la chaucha ah, viles! (1.2113-2118)

    Sigue, en esas pginas terminales del discurso de Cruz, una crtica en re-gia de los aprovechados, de los puebleros y de la poltica del gobierno. Laconclusin de la Ida parece reveladora de las intenciones del escritor. Hacehincapi, a la vez, en la verdad del testimonio y en el mrito del cantor al ha-ber sido este el primero en testimoniar:

    Por ser ciertas las cont todas las desgracias dichas:es un telar de desdichas cada gaucho que ust ve. (1, 2307-231nocen ttdos, pero que naides cont. (1, 23 15-2316)

    Quedan sin embargo dos versos que bien pueden aparecer como una in-citacin a la resignacin y que ponen sordina a lo que la denuncia tena devehemente:

    Pero ponga [el gauchoj su esperanza ene! Dios que lo form. (1,2315-2316)Ms arriba, Martin Fierro pareca haber sacado ya las consecuencias de

    su situacin de inferioidad con respecto a la autorid>:

    Pero clu iba ahacerles yo, charab

  • 58 Claude (ymerman

    Hace falta recordar que Cruz haba sacado las mismas consecuencias desu estado de inferioridad con respecto al viejo comandante que tom su lu-gar cerca de su mujer? Era el jefe apuntay, ya se ve, no poda competiryo (1, 1785-1786). Es, digamos, mostrar mucha comprensin... El mismodemuestra ms abajo su total sumisin al orden establecido:

    Lo miran al pobre gaucho como carne de cogote;lo tratan al estricote: y si ansi las cosas andanporque quieren los que mandan. aguantemos los azotes. (1, 2095-2100)

    La rebelin, si de rebelin se trata en Fierro o en Cruz, se [imita de hechoa asilarse entre los indios o a convertirse en un gaucho matrero. Cuando elprimero decide huir, lo hace obligado a ello por las circunstancias o por elmismo exceso de su infortunio:

    Nunca se achican los males. van poco a poco creciendo,y ansina me vide pronto obligadoaandarjuyendo. (1. 1127-1130)

    Cuando decida vengarse, no lo har contra los fuertes justamente vilipen-diados, sino contra otros tan infelices como l:

    Mas tambin en este juego voy a pedir mi volada:a naides le debo nada, ni pido cuartel ni doy,y ninguno desde hoy ha de llevarme en la armada. (1. 1093-1098)

    El Negro ser, lo sabemos, la primera y muy inocente vctima de una de-termnaclon digna de mejor causa.

    La obra es, no cabe duda, una clara denuncia de un estado de hecho quesustituy, con respecto al gaucho, a un estado de derecho. Pero si el mensajeimplica una evidente defensa del gaucho y un ataque paralelo contra los po-derosos, si demuestra un afn de rebelin contra los abusos y la arbitrarie-dad, no implica por eso una incitacin a la lucha y a la resistencia sino, msbien, una leccin de pragmatismo y un llamado a la resignacin (ocultado amenudo tras una evocacin del destino y de la fatalidad), en espera de dasmejores.

    La segunda parte acentuar esta tendencia a la resignacin, sin que el es-critor cese sin embargo, por ms que se haya dicho, de denunciar la injusticia.Parece necesario establecer aqu un distingo entre, por un lado, el prlogo ylos consejos ce Fierro a los jvenes y, por otro lado, el resto de la Vuelta. Elprlogo se caracterizaba, se sabe, por su carcter didctico y moralizador ypor su aspecto de cdigo cvico extraamente parecido a una filosofa gene-ral de sumisin y de respeto al orden establecido. Sc encuentran incluso algu-nos versos que expresan claramente una evolucin en cuanto a los juiciosemitidos sobre el gobierno: Me dijo, a ms, ese amigo que andubiera sin

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    recelo, que todo estaba tranquilo, que no persegua el Gobierno (II,1593-1596). Los consejos de Fierro a los jvenes van en la misma dreccion:predica as, sucesivamente, al final de la segunda parte, la fe en Dios (II,4621-4622), la desconfianza hacia los dems (II, 4623-4624), la tolerancia(II, 4629-4630), la buena conducta (II, 4635-4636), el respeto a los ricoscomo a los pobres (11, 4641-4642), el trabajo (II, 4649-4954), el amor frater-no (II, 4691-4692), el respeto a los ancianos (II, 4697-4698) y a las mujeres(II, 4757-4762). Condena con la misma seriedad el robo (II, 4729-4732), elhomicidio (II, 4733-4738), el alcoholismo (II, 4745-4750), el orgullo (II,4753-4754). Predica incluso y esta novedad contrasta evidentemente conla rebelin y la insumisin precedentes la obediencia ya sumislon a instan-cas superiores:

    El que obedeciendo vive nunca tiene suerte blanda;mas con su soberbia agranda el rigor en que padece.Obedezca el que obedece y ser bueno el que manda. (11,4715-472t))Podra pensarse que, por un lado, llegado a cierto grado de popularidad y

    de respetabilidad y, por otro lado, favorablemente impresionado por losavances logrados por la poltica del presidente Avellaneda y la accin militarde Roca tendente a erradicar a los indios y, por consiguiente, a suprimir losfortines, Hernndez se ha olvidado de los motivos de queja que tena contralos gobiernos de Mitre y de Sarniiento.

    Sin embargo, en lo que toca al resto de la Vuelta, la denuncia de los abu-sos y excesos, atribuibles al poder bajo todos sus aspectos, guarda todo su va-br y rigor. Encontramos as una nueva condena de la tirana y la arbitrarie-dad que tienen que soportar los dbiles (el que manda siempre puede hacerle al pobre un calvario, II, 1773-1774), del voto impuesto y de las elec-ciones fraudulentas (11, 3337-3390), de la tortura del cepo (II, 3383-3384) oaun de la trgica situacin que padecen mujeres e hijos cuando el gaucho seve obligado a servir a la patria en los fortines:

    Nada importa que una madre se desespere ose queje;que un hombre a su mtjer deje en el mayor desamparo:hay que cailarse oes claro que lo quiebranpor el eje. (II, 3487-3492)En la segunda parte de la obra encontraremos adems una carga de una

    violencia probablemente inaudita hasta entonces sobre una justicia que notiene de justicia ms que el nombre y una lev del embudo indulgente con lospoderosos y despiadada con los miserables:

    Es seora iajusticia.../ y anda en ancasdel ms pillo! (II, 3395-3396)La ley es tela de araa. En mi inorancia lo explico:no la tema el hombre rico, nunca la tema el que mande,pues la ruempe el bicho grande y slo enrieda a los chicos. (II, 4235-4240)

  • 6 (itudc cI vuiernian

    La ley es como ei cuch i 11 que aplican la del embudo. (II. 4257-4258)

    Aparece adems, como elemento nuevo, una crtica mordaz de las condi-ciones ele. vida inhumanas o infrahumanas cuc son la norma en las peniten-ciaras (II. 1 7072< >84). Comprobamos as, si anal izamos a fondo las cosas,que la condena de los abusos no se ha aflojado entre la primera y la segunda

    ucho sigtic siendo dieserito, en la Vuelta como en la It/ti,parle ele la obra. LI ealxi o los rasgos (le ti 1 plria, cuando no es de tin judo erran te:

    Vive el guila en su nido. el tigre vive en lii selvaci zt>rr(> en la cueva aiena, y en su desuno incostaiite.sc>>o el gaucb ti y xc errante donde la suerte It) lleva. (II. 48 1 74822)

    ti ([LIC ha cam b i gelo es la actitud adoptada en adelante ~()r el cantor narraelti r: a la eon(lena se aaden ahora unos consejos dic prudencia (que pueden a veces, parecerse a una moral de resignacin y de sumision a los valo-res bctrgtieses) y unas proposiciones polticas claras como la supresin delconti neente de fronteras (II. 37053706) y la concesin al gaucho de un m-nimo de ventajas y dc derechos (Debe el gaucho tener casa. escuela, iglesiay derechos; II, 4827-4828).

    1 wgones quiso ver en el Martn [erro un pocma pico porque necesita-ba glori fi ca r al gaucho para hacer dc l la encarnacion de la tradicin y un escuelo nioral cont a el aluvin i n ivigratorio y la di esnatural izacion dIc la ic entielael argentina (a la inversa de Unamuno. para quien el poema deHernndez es de todo It) hispanoamericano que conozco lo ms hondamen-te espstol 2). Borges, que condena sin apelacin la estrafalaria y cndidanecedad de que el Martn fierro sea epco. ve ms bien ah, fuera de toda ve-risini il ituel, tina novela : conocemos, es cierto, la marcada aficin del autorde ficciones po- la houtadc y la paradoja... De hecho, el Martn Fierro aparececomo el drama o la tragedia del gaucho. Ni epopeya, ni novela, es ms bien la

    it>r cst>. porqcit perst>nifica la vida heroica ce la raza cc>n su lenguaje y sus scntiinienismas genuins. encarnandola en un pilaclin. O sea, ci tipo mis perfecto del jtsticiert> y del liberLstel(> r; por~ ce su poesa c /icito esun poe-rut epico. (161 pasnior. cap. Vii. . U gaucho /tlart it, berro, Mt>ntevidet. E.! Galen. i 986. pg. 2, (Ir.l,umbcn sste oirt> uicio de Unamuno: Marln Fierro es la epopeya de los ct>mpanert>s ce AlniiUO \ cl Pizarrt> es el caittt> del luchador espaol c1te. despus ce haber plantuclc> la cruz en(,an.itl i se tic a la Amrica a servir cte avanzada a la civilizacin y a abrir e camino del ce-surto P esc> su cantt> est impregnad>> ce espan>>Iismt>, es espant>la su ltngtia. espaoles susniodsmos espinc>tas suis mximas y sc sabidura. cspantila su dina. t:s un poema qcie apenaslic nc se ni tt> desgtsad o de nuestra literalura, (ibid., pgs. 27-28>

    Noveta. noveia ce i>rgiii>izacit>n instintiva o premed u ada. es ci Mart> hier,n: s ca y que condice sin escd0. N iiini co, It)St). pg. 3 1

  • lo ideologa acarreado por el Martn Fierro de Jos Hernndez 61

    saga en verso de un criollo argentino de los aos setenta que lleva en sushombros toda la condicin de los gauchos desheredados, desplazados por lallegada al suelo argentino de los inmigrantes y por los adelantos de la civiliza-cion. Ahora bien, es el protagonista un hroe? Si, en el primer sentido deltrmino, porque triunfa de todos sus adversarios y arrostra valerosamente sucondicin. No, porque le vence, ya no la adversidad sino la autoridad yporque aparece. en definitiva, como el gran perdedor de la reestructuracindel pas. Acerca del hombre, como dcl poema. Lugones y Borges siguen opo-niendose. Ah donde ste vea un cuchillero individual de mil ochocientossetenta>, aqul percibe un paladn y, al mismo tiempo.