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ALGUNAS CITAS DE ELLEN G. WHITE RESPECTO AL PROFESOR HAY dos clases de educadores en el mundo. La una está compuesta por quienes Dios hace conductos de luz; la otra por aquellos a los cuales Satanás usa como sus agentes, que son sabios para hacer el mal. La primera contempla el carácter de Dios y crece en el conocimiento de Jesús. Se entrega completamente a las cosas que producen ilustración celestial, sabiduría celestial, para edificación del alma. Toda capacidad de su naturaleza queda sometida a Dios; aun sus pensamientos son puestos en cautiverio de Cristo. La segunda está en connivencia con el príncipe de las tinieblas, siempre alerta para hallar oportunidad de enseñar el conocimiento del mal, y que, si se le da cabida, no tardará en penetrar en el corazón y la mente. Hay una gran necesidad de elevar la norma de la justicia en nuestras escuelas, de dar instrucción de acuerdo con la orden de Dios. Si Cristo penetrase en nuestras instituciones destinadas a la educación de los jóvenes, las limpiaría como limpió el templo, desterrando muchas cosas que ejercen una influencia contaminadora. Muchos de los libros que los jóvenes estudian serían expulsados, y ocuparían su lugar otros que inculcarían un conocimiento sustancial y que abundarían en sentimientos dignos de atesorarse en el corazón, y en preceptos capaces de regir en forma segura la conducta. ¿Es propósito del Señor que los principios erróneos, los raciocinios falsos y los sofismas de Satanás se mantengan ante la atención de nuestros jóvenes y niños? ¿Deben presentarse los sentimientos paganos e incrédulos a nuestros alumnos como adiciones valiosas a su caudal de conocimientos? Las obras de los escépticos más intelectuales son obras de una mente prostituida al servicio del enemigo; y ¿deben los que sostienen ser reformadores, que procuran dirigir a los niños y los jóvenes en el camino recto, en la senda trazada para que anden en ella los redimidos del Señor, imaginarse que Dios desea que ellos presenten a la juventud para su estudio aquello que representará falsamente su carácter y lo pondrá en una luz falsa? ¿Deben ser defendidos como dignos de la atención del estudiante los sentimientos de los incrédulos, las expresiones de hombres disolutos, porque son producciones de quienes el mundo admira como grandes pensadores? ¿Habrán de obtener de estos autores profanos los hombres que profesan creer en Dios sus expresiones y sentimientos, y atesorarlos como joyas preciosas, dignas de ser almacenadas entre las riquezas de la mente? El privilegio del maestro Los maestros de nuestras escuelas tienen una pesada responsabilidad que llevar. Deben ser en palabras y carácter lo que quieren que sean sus alumnos: hombres y mujeres que teman a Dios y que obren justicia. Si ellos mismos están familiarizados con el camino, pueden enseñar a los jóvenes a andar en él. No sólo los educarán en las ciencias, sino que los prepararán para que tengan independencia moral, trabajen para Jesús, y asuman cargas en su causa. Maestros, ¡qué oportunidades tenéis! ¡Qué privilegio está a vuestro alcance al moldear la mente y el carácter de los jóvenes que están a vuestro cargo! ¡Qué gozo será para vosotros encontrarlos en derredor del gran trono blanco, y saber que habéis hecho lo que podíais para prepararlos para la inmortalidad! Si vuestra obra resiste la prueba del gran día, como la música más dulce en vuestros oídos sonará la bendición del Maestro: "Bien, buen siervo y fiel; ... entra en el gozo de tu señor" (Mat. 25: 21). 1

Citas de Ellen g. Respecto Al Profesor de h.s

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ALGUMAS CITAES DE ELLEN G

AlguNas citAs de Ellen G. White respeCto AL profesor HAY dos clases de educadores en el mundo. La una est compuesta por quienes Dios hace conductos de luz; la otra por aquellos a los cuales Satans usa como sus agentes, que son sabios para hacer el mal. La primera contempla el carcter de Dios y crece en el conocimiento de Jess. Se entrega completamente a las cosas que producen ilustracin celestial, sabidura celestial, para edificacin del alma. Toda capacidad de su naturaleza queda sometida a Dios; aun sus pensamientos son puestos en cautiverio de Cristo. La segunda est en connivencia con el prncipe de las tinieblas, siempre alerta para hallar oportunidad de ensear el conocimiento del mal, y que, si se le da cabida, no tardar en penetrar en el corazn y la mente.

Hay una gran necesidad de elevar la norma de la justicia en nuestras escuelas, de dar instruccin de acuerdo con la orden de Dios. Si Cristo penetrase en nuestras instituciones destinadas a la educacin de los jvenes, las limpiara como limpi el templo, desterrando muchas cosas que ejercen una influencia contaminadora. Muchos de los libros que los jvenes estudian seran expulsados, y ocuparan su lugar otros que inculcaran un conocimiento sustancial y que abundaran en sentimientos dignos de atesorarse en el corazn, y en preceptos capaces de regir en forma segura la conducta.

Es propsito del Seor que los principios errneos, los raciocinios falsos y los sofismas de Satans se mantengan ante la atencin de nuestros jvenes y nios? Deben presentarse los sentimientos paganos e incrdulos a nuestros alumnos como adiciones valiosas a su caudal de conocimientos? Las obras de los escpticos ms intelectuales son obras de una mente prostituida al servicio del enemigo; y deben los que sostienen ser reformadores, que procuran dirigir a los nios y los jvenes en el camino recto, en la senda trazada para que anden en ella los redimidos del Seor, imaginarse que Dios desea que ellos presenten a la juventud para su estudio aquello que representar falsamente su carcter y lo pondr en una luz falsa? Deben ser defendidos como dignos de la atencin del estudiante los sentimientos de los incrdulos, las expresiones de hombres disolutos, porque son producciones de quienes el mundo admira como grandes pensadores? Habrn de obtener de estos autores profanos los hombres que profesan creer en Dios sus expresiones y sentimientos, y atesorarlos como joyas preciosas, dignas de ser almacenadas entre las riquezas de la mente?

El privilegio del maestro

Los maestros de nuestras escuelas tienen una pesada responsabilidad que llevar. Deben ser en palabras y carcter lo que quieren que sean sus alumnos: hombres y mujeres que teman a Dios y que obren justicia. Si ellos mismos estn familiarizados con el camino, pueden ensear a los jvenes a andar en l. No slo los educarn en las ciencias, sino que los prepararn para que tengan independencia moral, trabajen para Jess, y asuman cargas en su causa.

Maestros, qu oportunidades tenis! Qu privilegio est a vuestro alcance al moldear la mente y el carcter de los jvenes que estn a vuestro cargo! Qu gozo ser para vosotros encontrarlos en derredor del gran trono blanco, y saber que habis hecho lo que podais para prepararlos para la inmortalidad! Si vuestra obra resiste la prueba del gran da, como la msica ms dulce en vuestros odos sonar la bendicin del Maestro: "Bien, buen siervo y fiel; ... entra en el gozo de tu seor" (Mat. 25: 21).

En el gran campo de la mies hay abundancia de trabajo para todos, y los que dejen de hacer lo que pueden, sern hallados culpables delante de Dios. Trabajemos para este tiempo y la eternidad. Trabajemos con todas las facultades que Dios nos ha concedido, y l bendecir nuestros esfuerzos bien encauzados.

El Salvador anhela salvar a los jvenes. Quiere regocijarse vindolos en derredor de su trono, revestidos del manto inmaculado de su justicia. Est aguardando para colocar sobre sus cabezas la corona de la vida y or sus voces felices participando en la honra, gloria y majestad que se tributar a Dios y al Cordero en el canto de victoria que repercutir en los atrios del cielo.

El que estudia correctamente la Sagrada Palabra aprender que el intelecto humano no es omnipotente. Aprender que, sin la ayuda que nadie sino Dios puede dar, la fuerza y la sabidura humanas no son sino debilidad e ignorancia.

El que sigue la direccin divina, ha hallado la nica fuente verdadera de gracia salvadora y felicidad real, y ha obtenido el poder de impartir felicidad a todos los que lo rodean. Nadie, sin religin, puede disfrutar realmente de la vida. El amor a Dios purifica y ennoblece todo gusto y deseo, intensifica todo afecto y da realce a todo placer digno. Habilita a los hombres para apreciar y disfrutar de todo lo que es verdadero, bueno y hermoso.

Pero lo que sobre todas las dems consideraciones debiera inducirnos a apreciar la Biblia, es que en ella se revela a los hombres la voluntad de Dios. En ella aprendemos el propsito de nuestra creacin, y los medios por los cuales se lo puede alcanzar. Aprendemos a aprovechar sabiamente la vida presente, y a asegurarnos la futura. Ningn otro libro puede satisfacer los anhelos del corazn o contestar las preguntas que se suscitan en la mente. Si obtienen un conocimiento de la Palabra de Dios y le prestan atencin los hombres pueden elevarse de las ms bajas profundidades de la degradacin hasta llegar a ser hijos de Dios, compaeros de los ngeles sin pecado.

La gran obra de padres y maestros es la edificacin del carcter, el procurar restaurar la imagen de Cristo en los que han sido puestos bajo su cuidado. Un conocimiento de las ciencias se hunde en la insignificancia al lado de este gran fin; pero se puede hacer que toda verdadera educacin ayude al desarrollo de un carcter justo. La formacin del carcter es la obra de toda la vida, y es para la eternidad. Si todos pudiesen comprender esto, como tambin el hecho de que estamos individualmente decidiendo nuestro propio destino y el destino de nuestros hijos para la vida eterna o la ruina eterna, qu cambio se producirla! Cun diferente sera nuestra manera de ocupar el tiempo de gracia, y con cuntos nobles caracteres se llenarla nuestro mundo!

La pregunta que debe preocuparnos a cada uno de nosotros es: Sobre qu fundamento estoy edificando? Tenemos el privilegio de luchar por la vida inmortal; y es de 61 la mayor importancia que cavemos hondo, eliminemos todos los escombros, y edifiquemos sobre la roca slida, Cristo Jess. El es el fundamento seguro. "Porque nadie puede poner otro fundamento que el que est puesto, el cual es Jesucristo" (1 Cor. 3: 11). Solamente en l se halla nuestra salvacin. "No hay otro nombre bajo el ciclo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4: 12).

Una vez asentado firmemente el fundamento, necesitamos sabidura para saber cmo edificar. Cuando Moiss estaba por erigir, el santuario en el desierto, se le recomend: "Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte" (Heb. 8: 5). En su ley, Dios nos ha dado el modelo. Nuestra edificacin del carcter debe hacerse de acuerdo con "el modelo que se te ha mostrado en el monte". La ley es la gran norma de justicia. Representa el carcter de Dios, y es la prueba de nuestra lealtad hacia su gobierno. Y se nos la revela, en toda su belleza y excelencia, en la vida de Cristo. . .

El esmero es necesario para tener xito en la formacin del carcter. Debe haber un ferviente propsito para ejecutar el plan del Artfice maestro. La armazn debe ser slida. No puede aceptarse trabajo descuidado, que no sea digno de confianza, porque arruinara el edificio. Las facultades de todo el ser deben dedicarse al trabajo. Requiere la fuerza y la energa de la virilidad; no debe malgastarse reserva alguna en asuntos sin importancia. . . Debe haber un esfuerzo ferviente, cuidadoso y perseverante para apartarse de las costumbres, mximas y compaas del mundo. La reflexin profunda, el ardiente propsito, y la firme integridad, son esenciales.

No debe haber ociosidad. La vida es algo importante, un cometido sagrado; y todo momento debe aprovecharse sabiamente, porque sus resultados se vern en la eternidad. Dios requiere de cada uno de nosotros que hagamos todo el bien posible. Los talentos que ha confiado a nuestra custodia deben ser aprovechados hasta lo sumo. Los ha 62 puesto en nuestras manos a fin de que los usemos para honra y gloria de su nombre, y para el bien de nuestros semejantes. . . El Seor tiene en esta vida preciosas promesas para los que guardan su ley. Dice: "Hijo mo, no te olvides de mi ley, y tu corazn guarde mis mandamientos; porque largura de das y aos de vida y paz te aumentarn. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; talas a tu cuello, escrbelas en la tabla de tu corazn; y hallars gracia y buena opinin ante los ojos de Dios y de los hombres" (Prov. 3: 1-4).

Pero una recompensa mejor que la terrena aguarda a los que, basando su obra en la roca slida, edifican un carcter simtrico, de acuerdo con la Palabra viva. Para ellos est preparada "la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Heb. 11: 10). Sus calles estn pavimentadas de oro. En ella est el paraso de Dios, regado por el ro de la vida, que procede del trono. En medio de la calle, y a ambos lados del ro, est el rbol de la vida, que da su fruto cada mes; y cuyas hojas son para la sanidad de las naciones. (Apoc. 22: 2.)

Padres, maestros, estudiantes, recordad que estis edificando para la eternidad. Cuidad de que vuestro fundamento est seguro; luego edificad firmemente, y con esfuerzo perseverante, pero en amabilidad, mansedumbre y amor. As permanecer firme vuestra casa, no slo cuando lleguen las tempestades de la tentacin, sino cuando el abrumador diluvio de la ira de Dios arrase el mundo. (Special Testimonies on Education, Pgs. 72-77.) 63

LA VERDADERA educacin significa ms que seguir cierto curso de estudios. Es amplia. Incluye el desarrollo armonioso de todas las facultades fsicas y mentales. Ensea a amar y temer a Dios, y es una preparacin para el fiel cumplimiento de los deberes de la vida.

Hay una educacin que es esencialmente mundanal. Su fin es dar xito en el mundo, satisfacer la ambicin egosta. Para conseguir esta educacin muchos estudiantes dedican tiempo y dinero y llenan su mente de conocimientos innecesarios. El mundo los tiene por sabios; pero no tienen a Dios en sus pensamientos. Comen del rbol del conocimiento mundanal, que nutre y fortalece el orgullo. En su corazn se vuelven desobedientes, y se apartan de Dios; y colocan de parte del enemigo los dones a ellos confiados. Mucha de la educacin actual es de ese carcter. El mundo puede considerarla como altamente deseable; pero acrecienta el peligro para el estudiante.

Hay otra clase de educacin que es muy diferente. Su principio fundamental, segn lo declar el mayor Maestro que el mundo haya conocido, es: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia" (Mat. 6: 33). Su fin no es egosta; su propsito es honrar a Dios, y servirle en el mundo. Tanto los estudios como la preparacin industrial que se procura tienen este objeto en vista. Se estudia la Palabra de Dios; se mantiene una conexin vital con l y se ejercitan los mejores sentimientos y rasgos de carcter. 64 Esta clase de educacin produce resultados tan duraderos como la eternidad. "El temor de Jehov es el principio de la sabidura" (Prov. 9: 10), y mejor que todo conocimiento es la comprensin de su Palabra.

Cul ser el carcter de la educacin en nuestras escuelas? Estar de acuerdo con la sabidura de este mundo, o con la sabidura de lo alto? . . . Los maestros deben hacer por sus alumnos algo ms que impartir conocimiento de los libros. Su posicin como guas e instructores de los jvenes es de la mayor responsabilidad, porque les ha sido confiada la obra de amoldar la mente y el carcter. Los que emprenden esta obra deben poseer un carcter bien equilibrado y simtrico. Deben ser refinados en modales, aseados en su indumentaria, cuidadosos en todos sus hbitos; y deben tener aquella verdadera cortesa cristiana que gana la confianza y el respeto. El mismo maestro debiera ser lo que desea que lleguen a ser sus alumnos.

Los maestros han de velar sobre sus alumnos como el pastor vela sobre el rebao confiado a su cuidado. Deben cuidar las almas, como quienes han de dar cuenta.

El maestro puede comprender muchas cosas con referencia al universo fsico; puede saber lo referente a la estructura de la vida animal, conocer los descubrimientos de la ciencia natural, los inventos del arte mecnico; pero no puede llamarse educado, ni est preparado para trabajar como instructor de los jvenes, a menos que tenga en su propia alma un conocimiento de Dios y de Cristo. No puede ser verdadero educador hasta tanto l mismo no est aprendiendo en la escuela de Cristo, recibiendo una educacin del Instructor divino.

resumEN

a. El profesor de HS necesita desenvolver caractersticas fsicas, mentales, de temperamento y personalidad, sociales y espirituales.

b. El profesor de HS necesita ser creativo. Ser creativo significa: salir de la rutina, despertando en el alumno el inters por el aprendizaje. El profesor creativo: focaliza el significado del hecho en s, produce alumnos activos y es un gua, y no apenas un contador de historias. c. El profesor de HS debe ser actualizado, competente, de buena relacin con todos, adems de sentirse escogido por Dios.

refleXIN.

a. Qu has hecho en estos ltimos tiempos para desenvolver buenas caractersticas mentales, de temperamento y personalidad. Sociales y espirituales?

b. Te consideras una persona creativa? Por qu?.

c. Records alguna situacin en la cual fuiste un gua para algn alumno? Puedes contar la experiencia?d. Luego de leer las citas de EGW sobre el perfil del profesor cristiano, te sientes dispuesto a vivir de acuerdo con esos ideales? De qu manera pretendes suplir tus carencias? Segn tu criterio:

1. Cules son las cosas positivas de las clases de Historia Sagrada?

2. Cules son las deficiencias en las clases de Historia Sagrada?

3. Menciona algunas propuestas para mejorar el proceso enseanza-aprendizaje en las clases de Historia Sagrada:8.1. O professor s professor quando aluno de Cristo.

O professor pode entender muitas coisas com relao ao universo fsico; poder ter conhecimentos quanto estrutura da vida animal, s descobertas da cincia natural, s invenes da mecnica; no poder, no entanto, chamar-se educador, no apto para seu trabalho como instrutor de jovens, a menos que tenha na prpria alma o conhecimento de Deus e de Cristo. No pode ser verdadeiro educador enquanto no se tornar, por sua vez, discpulo na escola de Cristo, recebendo educao do divino instrutor (Conselhos aos Professores, Pais e Estudantes, 65).

8.2. Professor medocre no tem vez!

No preparo da mocidade no deve ter parte pessoa alguma que se satisfaa com uma norma baixa (CPPE, 67).

(No contexto dessa citao, EGW diz que o professor no poupar esforos para atingir os mais altos nveis da excelncia fsica, mental e moral)

8.3. O professor deve formar homens e mulheres de princpios.

Os que tornam seu objetivo educar os alunos de maneira que estes vejam e sintam estar neles prprios o poder de formar homens e mulheres de slidos princpios, habilitados para qualquer posio na vida, so os professores mais teis e de xito permanente (CPPE, 76).

8.4. O professor tem grande influncia.

Desejaria que me fosse dado impressionar todo mestre com um pleno senso de sua responsabilidade quanto influncia que ele exerce sobre os jovens. Satans incansvel em seus esforos por conseguir o servio de nossa juventude. Com grande cuidado est ele armando laos aos ps inexperientes (CPPE, 90).

8.5 O professor deve controlar seu temperamento.

Necessitamos a misericrdia e a pacincia de Deus a toda hora, ficando-nos portanto to imprprio o impacientar-nos com os erros da inexperiente juventude! Enquanto Deus os suporta, ousaremos ns, que tambm somos pecadores, repeli-los? (CPPE, 97).

8.6. O professor deve ter preparo cuidadoso e completo.

Ao professor confiada importantssima obra obra para a qual ele no deve entrar sem cuidadoso e completo preparo. Cumpre-lhe sentir a santidade de sua vocao, e a ela entregar-se com zelo e dedicao. (CPPE, 229).

8.7. O professor precisa do constante auxlio do Esprito Santo.

O lidar com a mente humana a mais delicada tarefa que se haja confiado a mortais, e os professores necessitam constantemente do auxlio do Esprito de Deus, a fim de executarem devidamente sua obra (CPPE, 264).

8.8. O professor responsvel diante de Deus.

Todo professor deve considerar que realiza sua obra vista do Universo Celestial. Toda criana com que o professor posto em contato foi adquirida pelo sangue de Filho Unignito de Deus, e Aquele que morreu por essas crianas quer que sejam tratadas como Sua propriedade. Certificai-vos, professores, de que vosso contato com cada uma dessa crianas seja de tal natureza que no tenhais de envergonhar-vos quando vos encontrardes com elas no grande dia em que toda palavra e ao passar em revista diante de Deus e, com o seu fardo de resultados, patentear-se perante vs individualmente. Comprados com preo Oh! Que preo. S a eternidade o poder revelar! (FEC, 261).

8.9. O professor tambm tem parte na formao do carter de seus alunos, e ser cobrado por isso no dia do juzo.

Os jovens postos sob o vosso cuidado, tereis de encontrar outra vez em torno do grande trono branco. Se permitirdes que vossas maneiras incultas ou o descontrolado temperamento dominem a situao, deixando assim de influenciar esses jovens para se eterno bem, devereis naquele dia enfrentar as conseqncias de vossa obra (CPPE, 95).

8.10. Os professor deve ser escolhido dentre os mais talentosos obreiros.

Ao escolher professores, usemos a mxima cautela, sabendo ser uma questo to solene, como a escolha de pessoas para o ministrio. Essa escolha deve ser feita por homens sbios, aptos a discernirem caracteres, pois para educar e moldar o esprito dos jovens e desempenharem-se com xito das muitas atividades que devero ser desenvolvidas pelo professor de nossas escolas, necessitam-se os melhores talentos que se possam conseguir. No se deve pr testa dessas escolas qualquer pessoa de uma disposio de esprito inferior ou estreita. No se ponham as crianas a cargo de jovens e inexperientes professores, destitudos de aptides para dirigir, pois seus esforos tenderiam para a desorganizao (CSEd, 186 e 187).

8.11. Carter do professor.

Nossas escolas necessitam de professores de elevadas qualidades morais, dignos de confiana, so na f e dotados de pacincia e tato, pessoas que andem com Deus e se abstenham da prpria aparncia do mal (CSEd, 187).

Para estudos mais detalhados sobre as caractersticas do professor adventista de acordo com as citaes de EGW, leia E.M. Cadwallader, Filosofa Bsica de la Educacin Adventista, (Entre Rios: Universidad Adventista del Plata, 1993), 181 a 270. O livro pode ser encontrado na Biblioteca Central do UNASP, Campus 2.

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