Chungara Vol. 46.1 - p-25

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Cerámica y Contextos de Tránsito en la Ruta Calama-Quillagua, Vía Chug-Chug, Desierto de Atacama, Norte de ChilePottery and Stopping Points Along the Calama-Quillagua Route, Via Chug-Chug, Atacama Desert, Northern ChileItaci Correa y Magdalena García

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  • Volumen 46, N1, 2014. Pginas 25-50

    Chungara, Revista de Antropologa Chilena

    CERMICA Y CONTEXTOS DE TRNSITO EN LA RUTA CALAMA-QUILLAGUA, VA CHUG-CHUG, DESIERTO

    DE ATACAMA, NORTE DE CHILE

    POTTERY AND STOPPING POINTS ALONG THE CALAMA-QUILLAGUA ROUTE, VIA CHUG-CHUG, ATACAMA DESERT, NORTHERN CHILE

    Itaci Correa1 y Magdalena Garca2

    La amplia distribucin y abundancia de restos cermicos asociados a la ruta prehispnica que comunic el oasis de Quillagua con el oasis de Calama, cuenca del ro Loa, indica que estos contenedores cumplieron un rol importante para los viajeros del pasado. La alta restaurabilidad de la fragmentera permiti desarrollar un estudio a nivel de vasijas semicompletas, entendiendo que su depositacin en la ruta, intencional o accidental, constituye el momento final de una larga biografa. A travs de anlisis tipolgi-cos, morfofuncionales y contextuales, as como la incorporacin de documentacin etnogrfica y etnohistrica, concluimos que los contenedores cermicos estudiados fueron utilizados para el servicio y almacenaje de bebidas y alimentos, principalmente en contextos ceremoniales que intentamos precisar. En trminos cronolgicos, los contextos cermicos estudiados datan del periodo Intermedio Tardo (ca. 900-1.350 d.C.), evidenciando ocupaciones menos intensas en pocas previas y posteriores. Finalmente, constatamos un predominio indiscutible del componente alfarero Loa-San Pedro en todos los sitios, al que se agrega el componente Tarapac y, en menor medida, tradiciones alfareras altiplnicas, del Noroeste Argentino y del Cuzco. Palabras claves: cermica prehispnica, vialidad, desierto de Atacama, ceremonialismo, anlisis morfofuncional.

    The wide distribution and large number of fragmented pottery along the Prehispanic route that connected the Quillagua and Calama oases in the Loa river basin show that these recipients played an important role for travelers in the past. The high frequency of vessel restorability allowed study of semi-complete vessels, with an understanding that their deposition along the route whether intentionally or accidentally constitutes only the final stage of a long life history. Through typological, morpho-functional, and contextual analyses, and the use of ethnographic and ethnohistorical documentation, we conclude that the ceramic recipients under study were used for food and beverage service and storage, mainly in ceremonial contexts that we attempt to define. Chronologically, the ceramic assemblages presented here date to the Late Intermediate Period (900-1,350 AD), suggesting previous and subsequent occupations were less intense in character. Finally, the Loa-San Pedro pottery tradition predominates at all the sites, accompanied by a Tarapac component and, to a lesser extent, examples of Altiplano, Northwestern Argentinan and Cuzco ceramic traditions. Keywords: Prehispanic pottery, mobility, Atacama Desert, ceremonialism, morpho-functional analysis.

    1 Programa de Doctorado en Arqueologa, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires. [email protected] Programa de Doctorado en Arqueologa, Universidad Catlica del Norte-Universidad de Tarapac. San Pedro de Atacama-

    Arica, Chile. [email protected]

    Recibido: agosto 2011. Aceptado: octubre 2013.

    Durante las ltimas dcadas han existido importantes avances en la identificacin y regis-tro de la compleja red de caminos que articul el rea Centro Sur Andina en tiempos prehispnicos, abriendo un fecundo campo de investigacin para la arqueologa, sobre todo en el desierto de Atacama donde la preservacin de esta clase de sitios es incomparable. Siguiendo a Berenguer (2004) y Nez y Nielsen (2011), estas rutas representan una manifestacin concreta de las prcticas vinculadas a la interaccin social y la circulacin de bienes y, en este sentido, constituyen una lnea de evidencia novedosa para abordar problemticas arqueolgicas tradicionalmente tratadas desde la funebria y los contextos habitacionales.

    El reciente inters por los caminos ha contribuido a enriquecer el viejo problema de la movilidad y el intercambio en los Andes, el cual tiene sus orgenes en el modelo de la Verticalidad de Murra (1975 [1972]). ste, construido a partir de datos obteni-dos de censos coloniales tempranos de Huanuco y Chucuito, daba cuenta de una estrategia econmica y territorial mantenida por los Lupaqa, aparente-mente desde tiempos prehispnicos. Dicha estrategia se caracterizaba por la mantencin de terrenos productivos en espacios lejanos al lago Titicaca, en los valles clidos de ambas vertientes andinas, desde donde se provean de productos como maz, aj y algodn, entre otros. Esta dinmica, basada en el acceso directo, habra conformado verdaderos

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    archipilagos territoriales y tnicos, articulados por un trfico continuo entre el ncleo y sus islas perifricas, ubicadas en distintos pisos ecolgicos (Murra 1975 [1972], 1976).

    Posteriormente, un segundo modelo que tuvo gran impacto fue la Movilidad Giratoria (Nez y Dillehay 1979), el cual ofreci una alternativa para los territorios del rea Centro Sur Andina, consi-derados en el primer modelo como perifricos. Este puso especial nfasis en los vectores y rutas de movilidad, desplazando el foco de atencin desde los centros habitacionales y funerarios hacia los espacios intermedios, que se visualizaban como vacos. El modelo, construido a partir de ml-tiples evidencias de arte rupestre, especialmente geoglifos, asociados a las rutas prehispnicas permiti dimensionar la importancia de la domes-ticacin de la llama ms all de la produccin de alimentos y textiles, destacando su capacidad de transporte en relacin con un movimiento intensivo de poblaciones y objetos en el rea (Nez 1976). La Movilidad Giratoria se bas en la supuesta existencia de asentamientos-ejes emplazados en distintos pisos ecolgicos y articulados por medio del excedente generado por cada comunidad, el cual era movilizado a partir del trfico de caravanas generando una dinmica que en ltima instancia no slo motiv el intercambio econmico, sino tambin la interaccin social, cultural y religiosa (Nez y Dillehay 1979).

    Con el avance de las investigaciones se han elaborado exmenes detallados de estos modelos, destacando sus virtudes y falencias, y proponien-do enfoques ms flexibles en consonancia con la variabilidad cultural que caracteriza a lo andino y, en especial, posicionando las relaciones humanas por sobre lo ecolgico (Angelo 2006; Berenguer 2004; Lazzari 2005; Martnez 1998; Nielsen 2006; Salomon 1985; Uribe 2006, Van Buren 1996). Con ello, estos espacios vacos se han ido llenando de contenido, a partir del registro de una gran diversidad de sitios vinculados al trnsito, como: recintos de descanso, paskanas, simples parapetos o aprovechamiento de abrigos rocosos; estructuras en U destinadas a facilitar el manejo de los cargueros; corrales; geoglifos y petroglifos; estructuras ceremo-niales; y enclaves temporales de tarea (Berenguer 2004; Nielsen 1997, 2011; Nez y Nielsen 2011; Pimentel 2009).

    Basndose en estos antecedentes, el objetivo del presente trabajo es estudiar la fragmentera

    cermica asociada a la ruta Quillagua-Calama, la cual atraviesa un extenso espacio hiperdesrtico an poco conocido para la arqueologa surandina aunque de enorme relevancia patrimonial, al con-centrar el mayor nmero de geoglifos de la regin de Antofagasta (Briones y Castelln 2005; Nez 1976; Pimentel 2011a). Junto con ello, la ruta se asocia a una importante diversidad de objetos muebles, entre los cuales la cermica constituye el material ms recurrente, y, en este sentido, privilegiado para abordar aspectos culturales, cronolgicos y funcionales de los sitios asociados.

    En trminos especficos, intentaremos, por una parte, mostrar cmo estos objetos pueden transitar por diferentes trayectorias durante su vida social (Appadurai 1991 [1986]), ampliando su funcin primordial de contenedor segn los parmetros de cada contexto. En complemento, ser importante comprender desde dnde, cmo y cules vasijas fueron transportadas, as como evaluar en qu medida las vasijas pueden constituir una proyec-cin social sobre el espacio de trnsito, haciendo referencia a acciones y sentidos especficos ins-critos por los mismos usuarios (cf. Amuedo 2010; Gell 1998). Desde la estrategia anterior haremos frente a nuestro principal desafo que se centra en el esclarecimiento de la funcionalidad de los sitios y, con base en ello, contribuir a la identificacin de las prcticas sociales (sensu Nez y Nielsen 2011) vinculadas a la ruta.

    La Arqueologa Vial de la Regin de Antofagasta

    Ms all de ser el espacio ms rido del mundo, el desierto de Atacama est compuesto por mlti-ples oasis que, aunque acotados, presentan climas agradables, muy beneficiosos para la vida vegetal, animal y humana. En consecuencia, las poblaciones prehispnicas construyeron all sus residencias principales, desde donde accedan a residencias se-cundarias o lugares de tarea, entre otros, ubicados en otros oasis menores, en medio del desierto (bajo los 2.500msm) o en la estepa punea (ca. 3.000-4.000 msm). Desde la arqueologa vial, los trabajos han reproducido el binomio nodo-internodo, el primero en referencia a las reas de asentamiento permanente y el segundo en relacin con las grandes extensiones de desierto atravesadas por las rutas prehispnicas (Berenguer 2004; Nielsen 2011; Nez y Nielsen 2011; Pimentel 2012).

  • 27Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

    En la regin de Antofagasta, la arqueologa vial se ha orientado a la realizacin de una tipologa de rutas y al estudio sistemtico de los contextos arqueolgicos asociados. Con ello, se ha logrado relevar distintos segmentos de caminos que en el pasado prehispnico contribuyeron a la integracin socioeconmica de la cuenca del Loa, y de sta con la costa pacfica y el altiplano meridional. Entre ellos destacan las vas que conectaron la costa norte de Tocopilla con el Loa Medio va Pampa El Toco y la ruta que une Tocopilla con Quillagua (Cases et al 2008; Pimentel 2003, 2012; Pimentel etal. 2010, 2011). Esto ha permitido constatar que, adems de las caravanas, hubo otras estrategias de movilidad, como la de los costeros, quienes se adentraban al desierto en busca de materias primas lticas y recursos vegetales sin hacer uso de llamas cargueras (Briones etal. 2005; Pimentel etal. 2011). Junto con ello, se ha estudiado la ruta que comunic San Pedro de Atacama con Quetena, en el Altiplano Sud Lipez (Pimentel etal. 2007) y recientemente, las rutas Caleta Hueln-Quillagua va Calate, as como Quillagua-Calama va Chug-Chug (Pimentel 2009, 2012).

    La prospeccin intensiva realizada en esta ltima ruta aport contextos arqueolgicos novedosos, siendo especialmente elocuentes aquellos vincu-lados al ceremonialismo de los viajeros (Pimentel 2009). Esta situacin tiene cierta coherencia con los antecedentes etnogrficos referidos a la ritualidad en la que se enmarcan los viajes de los caravaneros en otras regiones del rea Circumpunea (Lecoq 1987; Nielsen 2000).

    Resulta evidente que el emplazamiento de algunos de estos sitios se relaciona con puntos de transicin entre paisajes contrastantes o lugares que poseen una amplia visibilidad del entorno. En estos casos encontramos pequeas estructuras no habitacionales donde se ha depositado una canti-dad significativa de mineral de cobre triturado y fragmentos de cermica. De acuerdo con Pimentel (2009; Pimentel etal. 2011), los sitios ceremonia-les operaran dentro de sistemas de diferenciacin regional donde las estructuras de tipo muros y cajas referiran a la tradicin Loa-San Pedro, las lneas de piedras podran vincularse a la costa y las oquedades artificiales o sepulcros a un sistema circumpuneo ms amplio.

    Las caractersticas especficas de los sitios con presencia de material cermico asociados a la ruta se sintetizan en la Tabla1. Hemos incluido, adems, cuatro hallazgos aislados que constituyen

    fragmentos o piezas fragmentadas sin otras aso-ciaciones. Una de ellas se registra en las cercanas del sitio de geoglifos Chug-Chug Este 1, mientras que los otros fueron recuperados en los tramos Aguada/Chug-Chug 1, Chug-Chug/Montecristo y en Quebrada Montecristo (Figura1).

    Criterios Metodolgicos Utilizados para Analizar la Fragmentera

    Para documentar los contextos de uso y descarte de las vasijas a lo largo de la huella se consider indistintamente toda la muestra recuperada, tanto de colectas de superficie como de sondeos, la cual arroj material solo en el primer nivel. Esto se condice con contextos arqueolgicos derivados de actividades muy acotadas, al paso de los viajeros.

    La fragmentera fue registrada de acuerdo con sus caractersticas tecnolgicas, morfofuncionales, decorativas y de conservacin (Rice 1987; Shepard 1985 [1956]). Para aproximarnos a la cronologa y proveniencia del material, se llev a cabo una adscripcin tipolgica que se realiz siguiendo los trabajos de V. Varela (1992, 2002) y de M. Uribe y colaboradores (Uribe y Ayala 2004; Uribe 2004; Uribe etal. 2007). El considerable nmero de frag-mentos que pudieron ser ensamblados (10,1%), y el alto nivel de asignacin de fragmentera a piezas individuales (89,4%), permitieron una buena des-cripcin morfolgica tanto de las piezas como de las categoras de vasijas, adems de la identificacin del nmero mnimo de vasijas (NMV) presente en los sitios.

    Se gener tambin una cuantificacin que deno-minamos nmero calibrado de fragmentos (NCF), que reduce a uno el nmero de fragmentos que pertenecen a una misma vasija. En otras palabras, los grupos asignados a piezas individuales son repre-sentados como un solo fragmento y contabilizados de esa manera junto al resto de fragmentos que no pudo ser asignado a vasijas individuales. Lo anterior permite calibrar las frecuencias tipolgicas, ya que, de otro modo, el tamao y espesor variable de las vasijas produce diferenciales considerables en la cantidad de fragmentos resultantes, sobrerrepresen-tando algunos tipos cermicos, especialmente los relacionados con vasijas de mayor tamao (p.ej., TRB), problema ya sealado en la literatura (p.ej., Rice 1987:198).

    Para identificar qu tipo de vasijas fueron usadas en los sitios, el material cermico fue abordado a

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  • 29Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

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    partir de las categoras morfofuncionales presentes, las cuales fueron construidas a partir de un anlisis mltiple que incluy la aplicacin de proyecciones generales de tamao y capacidad de contencin derivadas de los dimetros de borde y cuerpo disponibles, la observacin de huellas de uso y la revisin de documentacin etnohistrica y etnogr-fica pertinente. Complementariamente, se incluy informacin propia del contexto arqueolgico, con especial atencin a los procesos de formacin de sitio y los otros materiales culturales asociados.

    Las Tradiciones Alfareras

    Los restos cermicos recuperados en los sitios suman un total de 2.888 fragmentos, de los cuales el 92,04% proviene de recoleccin superficial y el 7,96% proviene de sondeos. Esta marcada di-ferencia se explica por la ausencia de secuencias estratigrficas domsticas, detectndose slo sitios superficiales. Asimismo, ms del 80% del material se concentra en el sitio Abra Norte Chug-Chug, especficamente al interior de las estructuras, en asociacin a geoglifos y lneas de piedra o disperso en distintos puntos del Abra (Figura2). Del total de fragmentos analizados en la ruta se identific un mnimo de 131 vasijas (NMV) y se defini un NCF de 434 unidades (Tablas2 y 3).

    Por otra parte, se reconocieron 27 tipos cermi-cos pertenecientes a cinco tradiciones alfareras que abarcan unos mil aos de historia, desde alrededor del siglo IV de nuestra era hasta el periodo colonial o etnogrfico. De ellas, el componente Loa-San Pedro constituye el ms representado con un 84,8% del NCF. Considerablemente menores son las frecuencias del componente Tarapac (4,5%), seguido por los tipos del Noroeste Argentino (3,1%), del Altiplano Circumtiticaca y Meridional (1,6%) y del Cuzco (0,4%) (Tabla2, Figura3).

    Componente Loa-San Pedro

    En primer lugar registramos fragmentos ce-rmicos del periodo Medio (ca. 400-900 d.C.), asociados a la influencia Tiwanaku en el Salar de Atacama. Estos se encuentran representados por dos piezas no restringidas del tipo Coyo (COY) halladas sobre la ruta en Abra Norte y en Sierra Montecristo. Hay tambin tres piezas del tipo San Pedro Negro Pulido (SNP), correspondientes a ta-zones o variantes NP3 (sensu Uribe 2004) en Abra co

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  • 31Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

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    Norte y un fragmento aislado en Quebrada Seca. Las piezas Coyo presentan la caracterstica decoracin incisa con diseos geomtricos y campos reticula-dos en el cuerpo y banda de borde (cf. Munizaga 1963; Tarrag 1989; Uribe 2004). Las SNP son

    representativas de la especializacin alfarera en el oasis San Pedro, apareciendo en sitios funerarios de este periodo (Uribe 2004).

    Para el periodo Intermedio Tardo (ca. 900-1.450 d.C.) se registraron ocho tipos cermicos,

  • Itaci Correa y Magdalena Garca32Ta

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  • 33Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

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  • Itaci Correa y Magdalena Garca34

    predominando los cntaros Turi y variantes, as como las escudillas. El ms abundante corresponde al tipo Turi Rojo Alisado (TRA) con un NCF de 186 dentro de los cuales se identifica un mnimo de 38 vasijas distribuidas en la mayor parte de los sitios, 28 de ellas en Abra Norte. TRA constituye la cermica ms caracterstica en las cuencas del Loa y el Salar de Atacama, presentando en general formas restringidas. Le siguen en frecuencia las escudillas del tipo Ayquina (AIQ), contabilizndose un NCF de 64 y un mnimo de 27 piezas distribuidas en Chug-Chug 1, Chug-Chug Este 5, Chug-Chug Este 6, Chug-Chug Este 8, Quebrada Seca, Sierra Montecristo y Abra Norte, este ltimo concentrando 19 ejemplares. De este tipo, destacan dos piezas grabadas post-coccin de grandes dimensiones, con dimetro de 220 a 240 mm en el borde. Una de ellas presenta al interior la figura esquemtica de un camlido, mientras que la otra posee diseos reticu-lados burdos en la superficie interior, grabados con una herramienta cortopunzante muy fina (Figura4a). Por otra parte, se registran cuatro escudillas del tipo Dupont (DUP) nicamente en Abra Norte. Tal como las vasijas TRA, ambos tipos de escudillas poseen

    una amplia distribucin incluyendo San Pedro de Atacama, Alto Loa, Toconce, Caspana, Turi, Lasana, Chiu Chiu, Chacance, Quillagua, Caleta Hueln y Pica, en un rango temporal situado entre el 800 y 1400 d.C. (Uribe 2004). Les siguen en frecuencia las escudillas del tipo Turi Rojo Revestido Pulido (TRP), con ocho vasijas identificadas y un NCF de 22, distribuidas en los sitios Chug-Chug Este 5, Sierra Montecristo y Abra Norte. Estas piezas presentan cierta relacin tecnolgica con los tipos AIQ y DUP, aunque aparentemente predominan en poca posterior al 1.400 d.C. (Uribe 2004).

    Por otra parte, si bien fueron adscritos 533 fragmentos al tipo TRB, estos dan cuenta slo de un NCF de 18, identificndose un mnimo de 11 piezas, lo que se explica por la enorme cantidad de fragmentos provenientes de cada una de estas vasijas de gran tamao. Nueve de ellas se concentran en Abra Norte, mientras que el resto se registra en Quebrada Seca, Sierra Montecristo y Chug-Chug Este 6. TRB se asocia a vasijas restringidas inde-pendientes con asas remachadas laterales, a veces con un revestimiento blanco exterior, datadas entre el 980 y 1560 d.C. (Uribe 2004).

    Figura 3. Tipos cermicos segn sitios arqueolgicos.Ceramic types by archaeological sites.

  • 35Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

    En una proporcin similar se registraron diez piezas (NCF de 32) del tipo Turi Rojo Revestido (TRR), principalmente en Abra Norte, aunque tam-bin en Quebrada Seca, Chug-Chug 1, Chug-Chug Este 5, Quebrada Montecristo 1 y como hallazgo aislado en el tramo Aguada/Chug-Chug 1. TRR es tecnolgica y morfolgicamente similar a TRA, pero presenta un revestimiento rojo exterior que le conferira un carcter ms ceremonial, recurrente en contextos funerarios y sitios con arte rupestre de la regin (Varela 1992; Uribe 2004).

    Asimismo, hay seis fragmentos del tipo San Pedro Rojo Violceo (SRV) en los sitios Abra Norte, Quebrada Seca y Sierra Montecristo. SRV corresponde a piezas restringidas pulidas y con cuello, muchas veces abultado, donde pueden

    registrar decoraciones modeladas antropomorfas. Se distribuye por toda la cuenca del Loa y el Salar de Atacama en un rango temporal entre el 800 y 1300 d.C. (Tarrag 1989; Uribe 2004).

    Por ltimo, el tipo atacameo menos represen-tado del Intermedio Tardo es el Turi Gris Alisado (TGA), con un NCF de 12 y tres vasijas identifica-das, distribuidas en Quebrada Montecristo 1 y en la Estructura 1 de Abra Norte, donde varios fragmentos de una sola pieza presentan abundantes residuos de una sustancia resinosa reducida por quema en la superficie interior. TGA corresponde a ollas de cuerpo esfrico con asas labio-adheridas, datadas hacia el 1.200-1.500 d.C. (Uribe 2004), cuya baja frecuencia en la ruta consideramos coherente con la ausencia de contextos domsticos.

    Figura 4. (a) Fragmento AIQ decorado con grabado abstracto de camlido (Abra Norte). (b) Pieza TCA etnogrfica reconstruida (Chug-Chug Este). (c) Pieza PCH reconstruida (Abra Norte). (d) Fragmento modelado PCZ (Qda. Montecristo 1). (e) Fragmento de pequeo arbalo Yavi La Paya (Abra Norte). Escala: 5 cm.Decorated AIQ sherd with abstract camelid engraving (Abra Norte). (b) Reconstructed ethnographic TCA (Chug-Chug Este). (c) Reconstructed PCH vessel (Abra Norte). (d) Modeled PCZ sherd (Qda. Montecristo 1). (e) Small Yavi La Paya arbalo sherd (Abra Norte). Scale: 5 cm.

  • Itaci Correa y Magdalena Garca36

    Los tipos tardos (ca. 1.450-1.530 d.C.) se asocian principalmente a expresiones inka locales correspondientes a Turi Rojo Revestido Exterior-Negro Alisado Interior (TRN), Turi Rojo Revestido Ambas Caras (TPA) y Lasana Caf Rojizo Revestido Pulido Ambas Caras (LCP). El primero es el ms abundante, con seis piezas (NCF de 10) distribuidas en Abra Norte y Sierra Montecristo. Se trata de arbalos de cuerpo ovoide o elipsoide con cuellos marcadamente hiperboloides y un par de asas en arco de correa adheridas en caras opuestas del dimetro mximo del cuerpo. Uno de sus rasgos ms caractersticos es el tratamiento diferencial de las superficies, pulidas y revestidas con pigmento rojo exterior hasta el interior del cuello, y alisadas, rasmilladas y oscurecidas por dentro (Uribe 2004). Por su parte, TPA se registr en Abra Norte a partir de tres fragmentos, mientras que LCP se contabiliz una pieza en Caadn Chug-Chug. TPA y LCP se asocian a escudillas decoradas, entre las cuales las TPA reproducen formas clsicas incaicas de aspecto ornitomorfo (Uribe 2004).

    Finalmente, se registraron tres unidades NCF adscritas al tipo Turi Caf Alisado (TCA) en su variante etnogrfica. Una de ellas corresponde a una vasija restringida independiente, que presenta un alto nivel de restauracin, hallada de forma aislada en el sector de Chug-Chug Este (Figura4b). Dicho tipo cermico conformara una tradicin alfarera etnogrfica propia de las tierras altas heredera de los tipos tardos mencionados donde se combinan elementos indgenas y europeos, caracterstica por sus pastas con abundante mica (Uribe 2002; Varela 1992).

    Componente Tarapac

    Prcticamente contemporneos a los tipos Loa-San Pedro del periodo Medio son los del Formativo Tardo de Tarapac (ca. 0-900 d.C.). De este periodo registramos un total de dos vasijas del tipo Quillagua Tarapac Caf Amarillento (QTC) con un NCF de 7 y dos fragmentos del tipo Quillagua Rojo Pulido (QRP). El primero constituye la cermica ms representativa del Formativo Tardo en el oasis de Quillagua y valles de Tarapac, mientras que el segundo constituye ms bien una expresin poco frecuente. QTC incluye una variedad considerable de formas, incluyendo miniaturas, como cuencos, pocillos, ollas o vasos-floreros usados en contextos funerarios y domsticos (Ayala 2001; Ayala y Uribe

    2001; Agero 2004; Uribe 2004; Uribe etal. 2007). Por su parte, el tipo QRP se asocia a piezas no res-tringidas y restringidas independientes, vinculadas a vasos y botellas que pueden presentar mamelones en el borde o cuello (Uribe etal. 2007).

    Los fragmentos QTC se registran en Abra Norte, en Quebrada Seca y Chug-Chug Este 6. Por otra parte, los fragmentos QRP fueron registrados aislados en el tramo Aguada/Chug-Chug 1 y en el tramo Chug-Chug/Montecristo.

    El perodo Intermedio Tardo (ca. 900-1.450 d.C.) est representado a partir de los tipos Pica Charcollo (PCH) y Pica Chiza (PCZ), ambos con rango temporal entre 750 y 1.450 d.C. (Uribe etal. 2007). PCH constituye la cermica ms popular de Tarapac, presentndose en contextos domsticos y funerarios de todos los pisos altitudinales de la regin, a saber, costa (p.ej., cementerios Bajo Molle, Los Verdes y Patillos), valles bajos (p.ej., Caserones, Huarasia, Tilivilca, Arias, Pachica), oasis interiores (p.ej., Pica 8,), quebradas precordilleranas (p.ej., Camia, Nama, Chuzmiza y Jamajuga) y altiplano (p.ej., Pukar Coyu) (Nez 1965; Moragas 1995; Uribe etal. 2007). Se contabilizaron ocho piezas PCH (NCF=10) distribuidas en Abra Norte, Quebrada Seca, Chug-Chug 1 y Sierra Montecristo. Para PCH son comunes las botellas de cuello angosto, cuerpo esfrico, superficie rasmillada con restos de revesti-miento rojo disparejo y protberos o mamelones en la unin cuello/cuerpo (Figura4c). El tipo PCZ est representado por un nico fragmento que muestra un rostro modelado antropomorfo hallado en super-ficie, al interior de una estructura ortogonal en el sector sur de Quebrada Montecristo 1 (Figura4d).

    Componentes Altiplnicos, Noroeste Argentino e Inka

    Se registr un fragmento polcromo Tiwanaku (TIW) en la superficie de Abra Norte. Se trata de un pequeo fragmento de kero con decoracin abstracta conformada por una lnea blanca fina entre dos campos rojizo y negro, que nos remite al Altiplano Circumtiticaca o posiblemente a sus centros perifricos de Moquegua o Cochabamba. Vasijas de este tipo han sido previamente registradas en contextos funerarios del oasis de San Pedro de Atacama en los cementerios de Larrache, Quitor 5, Solor 3 y Solcor 3 (Tarrag 1989; Uribe 2004). En este sentido, es importante sealar que los con-tactos de San Pedro con este mbito se manifiestan

  • 37Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

    ya desde el Formativo Tardo, con la aparicin de tabletas con iconografa tiwanaku, nexos que se intensifican y diversifican durante el Periodo Medio con circuitos de interaccin que incluyen adems el Altiplano Meridional y el Noroeste Argentino (Llagostera et al. 1988; Tarrag 1989).

    De la tradicin altiplnica tambin se registr un fragmento de vasija tipo Chilpe (CHP) y un fragmento de pieza no restringida del tipo Taltape (TAL), hallados en Chug-Chug Este 6 y Abra Norte, respectivamente. Ambas se vinculan al altiplano de Carangas con fechas entre el 1.200 y 1.400 d.C., siendo TAL tambin vinculado etnogrficamente a comunidades Quillacas. Estos tipos han sido anteriormente hallados en la sierra y altiplano de Tarapac en asociacin a alfarera de tipo Isluga y variantes (Sanhueza y Olmos 1981; Uribe etal. 2007).

    Por otra parte, se registraron piezas provenientes del Noroeste Argentino vinculadas a los periodos Intermedio Tardo (ca. 900-1.450 d.C.) y Tardo (ca. 1.450-1.530 d.C.). Con relacin a las primeras, se cuantific un mnimo de tres vasijas restringidas (NCF de 11) de tradicin Yavi (YAV), en Abra Norte y Sierra Montecristo. Se caracterizan por pastas arcillosas muy compactas y coladas de coloracin anaranjada, en general pulidas por el exterior y, en un caso, con revestimiento rojo. Por ltimo, se identific un fragmento del cuerpo medial y unin cuello/cuerpo de un arbalo Yavi La Paya en Abra Norte, propio de la quebrada de Huamahuaca y los valles Calchaques en tiempos incaicos. Se caracteriza por una pasta muy colada y compacta, superficie exterior pulida con pintura negra sobre revestimiento rojo, delineando trazos muy finos que configuran un espiral, volutas y rectas paralelas muy caractersticas de este tipo cermico (Figura4e).

    Por ltimo, se hallaron dos fragmentos de piezas restringidas incaicas (INK) en Abra Norte. Ambos presentan pasta colada y resistente, de coloracin anaranjada, cuyas superficies exteriores se encuentran pulidas o bruidas y revestidas de rojo.

    En sntesis, podemos sealar que las vasijas del componente Loa-San Pedro del Intermedio Tardo son las ms frecuentes, predominando el tipo TRA, seguido por AIQ y luego TRB, TRR y TRP. Las cermicas formativas y del Periodo Medio as como los otros componentes alfareros (Tarapac, altiplnico, Noroeste Argentino e Inka) poseen una representacin menor, no obstante, vienen a complementar los antecedentes que disponemos sobre las relaciones de interaccin de Atacama con

    sus regiones vecinas y con los principales centros de poder durante la hegemona Tiwanaku e Inka (Tabla2).

    Morfologa, Uso y Patrones Distribucionales de las Vasijas

    El anlisis cuantific un mnimo total de 131 vasijas (NMV), a partir de las cuales se reconocie-ron tres categoras morfofuncionales (Rice 1987; Shepard 1985 [1956]): restringidas independientes o con cuello (cntaros, urnas, botellas, jarros, ar-balos, ollas), no restringidas de contorno simple (escudillas y vasos) y restringidas no determinadas (n/d). Estas ltimas son fragmentos con rasgos pro-pios de piezas restringidas, pero que no permiten determinar si presentan gollete. Sin diferenciar tradicin o perodo, las vasijas ms frecuentes corresponden a formas restringidas independientes con un mnimo de 64 piezas (64% del NCF). Le siguen las escudillas con 38 piezas (23,9%) y, en menor medida, se registran vasijas restringidas n/d (7,4%). Asimismo, la variante vasos incluye slo 2 piezas y algunos fragmentos (0,9%). Un 6,9% de la muestra qued indeterminada.

    Por otra parte, de acuerdo con la relacin de forma y tamao de las vasijas, pudimos distinguir tres grandes grupos: las escudillas, que representan piezas medianas a pequeas con dimetros mximos de borde entre 120 y 240 mm (Figura5a); los gran-des contenedores restringidos independientes con dimetros de boca entre 120 y 300 mm (Figura5b); y los contenedores restringidos independientes de tamao mediano, con dimetros de gollete meno-res a 80 mm, en general jarros de cuello angosto, botellas y arbalos.

    Las piezas restringidas independientes corres-ponden principalmente a cermica Loa-San Pedro, donde los contenedores TRA son los ms frecuentes (64,8%), seguidos por TRR y TRB (11,1% y 6,3%), todos ellos del periodo Intermedio Tardo, adems de piezas TRN (3,5%) del periodo Tardo. El componente Tarapac se ve representado por las botellas PCH (3,5%). Al considerar las proyecciones de tamao, los tres primeros tipos se asocian a piezas de mediano a gran tamao, con dimetros de boca que oscilan entre los 90 y 300 mm. En cambio, las piezas TRN y PCH, asociadas a arbalos o aribaloides y botellas respectivamente, evidencian tamaos menores y golletes ms angostos (80 mm), con lo cual podemos hablar de dos subgrupos morfofuncionales.

  • Itaci Correa y Magdalena Garca38

    Los tamaos ms bien pequeos de las escu-dillas podran asociarse al uso individual. Estas se encuentran representadas por el tipo AIQ (59,8%), TRP (20,6%), TPA (2,8%), DUP (13,1%) y COY (1,9%). Cabe mencionar la existencia de vasos, representados por SNP y TIW del perodo Medio. A pesar de que Abra Norte concentra la mayor parte de la cermica estudiada, se observa que tanto escudillas como contenedores restringidos se distri-buyen prcticamente en todos los sitios de la ruta.

    En trminos generales, se considera que las vasijas restringidas independientes de mayor tamao, como urnas, tinajas y arbalos, presentan un diseo ptimo para el almacenaje. Asimismo, las vasijas para consumir y servir alimentos seran tpicamente menores, de paredes ms delgadas y no restringidas para optimizar el acceso al contenido, con bases

    estables, como platos y cuencos. Las piezas para procesamiento de alimentos poseen morfologas ms bien globulares o cnicas, carentes de ngulos y de bocas anchas, como ollas y cuencos (Eerkens 2004; Henrickson y McDonald 1983; Rice 1987). Esto se condice con las caractersticas generales de las dos categoras morfofuncionales ms representativas de la muestra. Los grandes contenedores restringidos independientes evidencian escasas huellas de uso, entre los cuales slo TGA registr adherencias de holln, mientras que las escudillas muestran en algunos casos rasmillados diametrales en el interior.

    Complementariamente, desde la informacin etnohistrica y etnogrfica disponible (Tablas4.1 y 4.2) reconocemos que los tipos TRA y TRR, que enfatizan conductas de almacenamiento (Uribe 2004), pueden ser vinculadas con algunos

    Figura 5. Dimetros de borde segn categora de vasija y referentes morfolgicos: (a) Grandes contenedores restringidos (TRA). (b) Vasijas no restringidas (AIQ y TRP). Dibujos referenciales modificados de Uribe 2004. Escala: 5 cm.Rim diameters by vessel category and morphological type. (a) Large restricted urns (TRA). (b) Non restricted vessels (AIQ and TRP). Reference designs modified from Uribe 2004. Scale: 5 cm.

  • 39Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

    Tabl

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    ella

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  • Itaci Correa y Magdalena Garca40Ta

    bla

    4.2.

    Alg

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    2003

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    el

    abor

    aci

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    chi

    cha.

    Ung

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    bas

    e an

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    e se

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    anch

    a a

    una

    boca

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    2003

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  • 41Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

    ejemplares etnogrficos denominados wirkes y cntaros (Grupo1, sensu Varela 1992) utilizados en la manufactura de la masa de maz para la preparacin de chicha y para su almacenamiento. Las urnas TRB se relacionan funcionalmente con el almacenamiento y conservacin de lquidos (Varela 1992). Por otro lado, los distintos tipos de escudillas se asocian al servicio y consumo, pu-diendo corresponderse con los platos etnogrficos de servicio individual o turu documentados por Varela (1992). Cabe sealar que las ollas TGA se registran de manera escasa dentro de la muestra, y pueden asociarse a los tiestos utilizados para tostar habas o maz (Varela 1992). La baja frecuencia de este tipo de vasijas con holln es coherente con la ya mencionada ausencia de contextos de descanso o fogones domsticos.

    A partir de varios casos observados en el mundo andino, se desprende que las escudillas y platos se utilizan para procesar alimentos slidos o semis-lidos, como tostar granos o elaborar tortillas, pero fundamentalmente para servirlos y consumirlos en situaciones domsticas y ceremoniales (Cobo 1964 [1653]; Lehnert 1988 en Uribe 2004; Tschopik 1950 en Bray 2003; Varela 1992). En los contextos de trnsito de Chug-Chug, las piezas no evidencian exposicin al fuego, pero s rasmillado interior por uso. Por su parte, los grandes contenedores restringidos han sido descritos en la literatura para el procesamiento, almacenamiento y transporte de chicha de maz (Cobo 1964 [1653]; Uribe 2004; Varela 1992), como el arbalo o maka incaica (Bray 2003) o el phuo aymara (Uribe 2004), siendo el primero usado tambin para almacenar y servir. Teniendo en cuenta el contexto de movilidad en el que se registran estas vasijas, consideramos que el subgrupo de botellas y/o arbalos de mediano tamao y cuello ms angosto (TRN y PCH) pu-dieron ser utilizados para transportar esta clase de bebidas o agua. Los registros sobre el fomento del comercio caravanero del vino y el aguardiente durante el apogeo de la minera en Potos siglos XVI y XVII sealan que este se llev a cabo me-diante el uso de contenedores cermicos de estas dimensiones, con capacidad de hasta nueve litros cada uno (Lecoq 1998).

    Las vasijas mayores (TRA, TRR y TRB) pudieron ser usadas para transportar lquidos, pu-diendo tambin incluir alimentos, como harinas. Sin embargo, el peso de la carga, sobre todo en el caso de TRB, nos lleva a pensar en la posibilidad

    de que estas vasijas fueran trasladadas vacas para cumplir otras funciones en los lugares de destino, como almacenaje o procesamiento de alimentos, ya que en la literatura etnohistrica y etnogrfica se reconoce que el peso mximo que soporta la llama no supera los 35 kilos (Lecoq 1987, 1998).

    Relaciones Contextuales de la Cermica en los Sitios de Ruta

    En primer lugar, se observa la existencia de cinco contextos que tienen en comn la presencia de mineral de cobre triturado o challa, disperso a modo de ofrenda en estructuras de tamao pequeo: Chug-Chug Este 5, Chug-Chug Este 6, Chug-Chug Este 8, Quebrada Seca y Sierra Montecristo. A pesar de que los sitios presentan otros materiales culturales (Tabla5), es fuerte la asociacin entre cermica fracturada y mineral de cobre. Esto sucede en las dos estructuras de Chug-Chug Este 5, en una de las cuatro estructuras en Chug-Chug Este 6 y en tres de los cuatro amontonamientos de piedra de Chug-Chug Este 8 que presentan fragmentera cermica. Los 53 sepulcros de Quebrada Seca presentan ambos elementos, registrndose tambin desechos lticos, pigmento, cuentas discoidales, algarrobo, maz, restos malacolgicos y leosos (Figura6). Por ltimo, en Sierra Montecristo, ocho de los 19 amontonamientos de piedra presentan esta asociacin, siendo que en cuatro de ellos existen otros materiales (Tabla5).

    En segundo lugar se registraron tres sitios que presentan estructuras y rasgos que evidencian un carcter multifuncional: Chug-Chug 1, Aguada Chug-Chug y Abra Norte, los dos ltimos asociados a geoglifos. A pesar de que Aguada Chug-Chug se relaciona con el abastecimiento de agua, no encontramos all contextos de descanso, sino una gran cantidad de estructuras no habitacionales como lneas, amontonamientos de piedra y sepulcros. Al igual que el anterior conjunto de sitios, la cermica se encuentra asociada a challa de mineral de cobre y, en algunos casos, a restos lticos, malacolgicos y vegetales.

    En Chug-Chug 1, dos estructuras colindantes ptimas para el descanso y resguardo presentan escasos fragmentos cermicos junto a desechos lticos, pero la mayora del material se registra sobre un amontonamiento de piedra challado con mineral de cobre.

    El caso del sitio Abra Norte es ms complejo, ya que hay gran cantidad de concentraciones de

  • Itaci Correa y Magdalena Garca42

    Tabla 5. Sitios arqueolgicos y materiales asociados.Archaeological sites and associated materials.

    Geoglifos, estructuras y materiales culturales

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    Geoglifos x x x Amontonamiento de piedras x x x x x x x

    Muros y cajas x x x Lneas de piedra x x

    Oquedades artificiales (sepulcros) x x x Depresiones o estructuras a ras de suelo x x x x x x

    Recintos pircados y parapetos x x x xEstructuras de sealizacin x

    Estructura de almacenaje o collca x Plaquitas de oro y plata x

    Figurilla femenina de piedra x Cuentas x x x x

    Pigmento rojo x Fsiles x

    Challa de mineral de cobre x x x x x x x x Malacolgico x x x x

    Desechos lticos x x x x x x xVegetales x x x x x

    Cordelera y restos de textil x Plumas y vellones x

    Osteofauna x xOsteofauna peces x

    Fecas x

    cermica en toda la superficie del sitio. Sin em-bargo, en su mayora se relacionan espacialmente a sectores representados por algn tipo de estructura, geoglifos o la va misma (Figura2). El ltimo es el caso ms abundante, luego los primeros. Destacan los sepulcros de la estructura 35 en ladera noreste a 10 metros de un geoglifo y de las estructuras 23A a 23R, al costado sureste de la ruta. Tambin son notorios los amontonamientos a ras de suelo estructuras 4A y 4B ubicados cercanos a los primeros sepulcros y un grupo de alineamientos de piedra ubicados en la misma ladera entre dos geoglifos. Otro sector que merece atencin es un rea cercana a la va con importante evidencia de pigmento. No menos relevantes son las concentraciones cermicas registradas en la ladera junto a cajitas y amontonamientos a ras de suelo en las cercanas de geoglifos (estructuras

    58A y B, 59 y 60). En la mayora de estos casos, la cermica se registra junto a mineral de cobre y cuentas lticas, a excepcin de las estructuras 23, donde los materiales son ms variados (Tabla5). Por ltimo, resulta importante la estructura 1 o ca-machico (sensu Pimentel 2012), la cual corresponde a un montculo de piedras con diversas ofrendas depositadas en sus intersticios y en pequeas ex-cavaciones probablemente hechas a mano antes de completarse su construccin (Figura7). Adems de cermica, el sondeo permiti recuperar challa de mineral de cobre y hematita, plaquitas de oro y plata, abundantes instrumentos y desechos lticos, fsiles, una litoescultura fracturada que representa una mujer, cuentas de malaquita, crisocola y tur-quesa, chaar, algarrobo, maz, vellones, cordelera, plumas, vidrio, fecas y huesos de pescado, entre otros (Blanco 2012; Rees etal. 2010). La cermica

  • 43Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

    Figura 6. Ejemplo de Sepulcro y ofrendas asociadas, sitio Quebrada Seca. Foto: G. Pimentel.Example of sepulchreand associated offerings, Quebrada Seca site. Photo: G. Pimentel.

    registrada consiste mayoritariamente en fragmentos depositados de la misma manera que el resto de las ofrendas, incluida una olla cuya restaurabilidad sugiere que fue fracturada y ofrendada en las pe-queas excavaciones del costado de la estructura.

    A pesar de que en Abra Norte existen estructuras que parecen ser de refugio o pernocte, la cermica asociada a ellas es escasa, como sucede, por ejemplo, en la estructura 3, correspondiente a un muro semi-circular en cuyas cercanas se registraron adems desechos e instrumentos lticos y restos seos. Las concentraciones cermicas en asociacin a la va son abundantes, constituyendo el espacio desde donde son visibles los geoglifos (Figura2), por lo que postulamos que su fractura no obedece solo a un accidente en el camino.

    En la gran mayora de los casos, la cermica se registr a partir de conjuntos de fragmentos con alta restaurabilidad y asignables a vasijas nicas, sobre o junto a estructuras cuya morfologa no ofrece refugio para el viaje. En estos contextos,

    la cermica no se ve asociada a actividades de consumo y/o preparacin de alimentos o a estruc-turas de combustin, sino ms bien directamente relacionada con la challa de mineral de cobre, la que se reconoce ampliamente como el elemento ms comn del ceremonialismo del viajero en el mundo andino (Pimentel 2009). Lo anterior permite inferir que las vasijas fueron fracturadas tambin a modo de challa en directa relacin a cajitas, sepulcros, amontonamientos de piedra, camachico y geoglifos.

    En el nico sitio donde la cermica se rela-ciona con un contexto aparentemente habitacional es Quebrada Montecristo 1, con dos sectores diferenciados de estructuras que podran no ser contemporneos: uno, compuesto de depresiones subovales alineadas que nos recuerdan las llamadas paskanas y el otro, a unos 10 m del anterior, com-puesto por recintos pircados de planta ortogonal. Se registraron fragmentos del perodo Intermedio Tardo (TRR, TRA, TGA, TRP y PCZ) en la superficie

  • Itaci Correa y Magdalena Garca44

    Figura 7. Vista general, excavacin y corte transversal del Camachico, sitio Abra Norte. Modificado de Blanco 2012: figuras 3, 6 y 7.General view, excavation and schematic view of Camachico, Abra Norte site, Chug-Chug. Modified from Blanco 2012: figures 3, 6 and 7.

    de ambos sectores, encontrndose tambin restos seos, vegetales y lticos.

    Por ltimo, el sitio Caadn Chug-Chug refiere a una estructura abovedada junto a la va que puede ser vinculada al almacenaje (tipo collca), en la cual la nica evidencia material fueron escasos restos de una pieza LCP.

    Cronologa y Contextos

    Las ocupaciones alfareras iniciales de la ruta Chug-Chug se expresan en tipos cermicos propios del Periodo Medio de Atacama (ca. 400-900 d.C.) y del Formativo Tardo de Tarapac (ca. 0-900 d.C.). Los tipos SNP y QTC, correspondientes a una y

  • 45Cermica y contextos de trnsito en la ruta Calama-Quillagua, va Chug-Chug, desierto de Atacama, norte de Chile

    otra tradicin respectivamente, aparecen asociados tanto en los sepulcros de Quebrada Seca como en dos puntos cercanos a la va en la superficie de Abra Norte, uno de ellos relacionado con el sector de pigmentos. En otros puntos de este ltimo, SNP apareci aislado mientras que QTC se hall aso-ciado a las lneas de piedra que se ubican entre dos geoglifos, uno de ellos con motivo antropomorfo propio del componente Tarapac (cf. Pimentel y Montt 2008). De acuerdo con la literatura estos tipos son, hacia el ao 500 d.C., las expresiones ms comunes de sus respectivas tradiciones alfareras, no obstante, su asociacin contextual no haba sido antes documentada. En el oasis de Quillagua, por ejemplo, que hacia el Intermedio Tardo se cons-tituye como un espacio de frontera y negociacin entre ambas tradiciones, los contextos funerarios ms tempranos nunca evidenciaron esta asociacin (Agero 1999, 2004; Uribe y Ayala 2004). Por otra parte, la asociacin de los tipos anteriores con el tipo COY se registr slo en la superficie de Abra Norte en el sector de pigmentos, pero no en los sepulcros de Sierra Montecristo, donde slo se registr COY. Al mismo tiempo, todos los tipos mencionados se asocian a TRA, TRB y AIQ, hasta ahora documen-tados para tiempos posteriores, desde los inicios del Intermedio Tardo (Uribe 2002, 2004), dando cuenta de una reutilizacin de los espacios. Por su parte, QRP lo encontramos slo en hallazgos aislados en dos puntos de la ruta: en los tramos Aguada/Chug-Chug 1 y Chug-Chug/Montecristo. Finalmente, es destacable la presencia de un fragmento TIW en la superficie de Abra Norte, a unos 10 metros de la estructura camachico.

    Al mismo tiempo, los tipos Loa-San Pedro del Intermedio Tardo parecen utilizarse en todo tipo de contextos, y no slo en los ceremoniales como es la tendencia ms temprana de la misma tradicin. Ello refuerza una idea ya planteada anteriormente, referida al cambio que se produce en los inicios del Intermedio Tardo, cuando comienzan a incorporar-se vasijas domsticas a los espacios ceremoniales (Agero etal. 1999; Uribe 2004).

    Siguiendo con el anlisis, los contextos cer-micos del Intermedio Tardo pueden segregarse en dos clases de patrones: uno, asociado a tipos locales (TRA, TRR, TRP, TGA Y AIQ), y otro, donde estos se combinan con los tipos altiplnicos y del NOA. El primer caso lo observamos en Quebrada Seca, que se mantendra en uso desde la poca anterior, Chug-Chug 1, Aguada Chug-Chug, Chug-Chug Este 5,

    Chug-Chug Este 8, geoglifos de Abra Norte adems de otros puntos sobre la va y aislados, y Quebrada Montecristo 1. Todos estos poseen un componente ceremonial destacable, excepto el ltimo sitio de carcter ms bien habitacional.

    Tanto en Abra Norte como en Chug-Chug 1 y Quebrada Montecristo 1 se registr adems alfa-rera del componente Tarapac contempornea a los tipos anteriores, fragmentos de botellas PCH y un modelado PCZ. Destaca la botella hallada en una estructura subcircular a ras de suelo del primer sitio (estructura 40), que fue restaurada a partir de la presencia de 156 fragmentos (Figura4c). La vasija presenta un orificio acotado y subcircular en la seccin inferior del cuerpo desde donde se orientan las lneas de fractura de la pieza, indicio de que esta fue quebrada intencionalmente o matada.

    Por ltimo, los sepulcros de Abra Norte es-tructuras 23A-R y 35 tambin reflejan este patrn, aunque cuentan con fragmentos YAV y TRN.

    El patrn anterior puede ser comparable con otros contextos de la regin, como el campamento minero Chu-2 (Nez etal. 2003), el primer momento del pukara de Turi o Turi I (Uribe 2002; Varela 1992), los cementerios de Quillagua y Chacance (Agero etal. 1999; Uribe y Ayala 2004; Uribe 2002), la aldea La Capilla (Cervellino y Tllez 1980) y la ruta que conect Calama con Chuquicamata (Correa y Garca 2011). Todos ellos han sido datados en los inicios del Intermedio Tardo (fase Yaye, ca. 950-1.200 d.C.), en los cuales hay un protagonismo de las escudillas Ayquina y Dupont en asociacin con tipos Turi y variantes y ausencia de tipos forneos, que en cierto modo expresan una mayor circunscripcin espacial en relacin con lo que ocurrir a partir del siglo XIII (fase Solor o Turi II, ca. 1.350-1.560 d.C.), cuando ingresan con mayor intensidad las cermicas forneas.

    Los contextos que hemos relacionado con este segundo patrn y/o fase se encuentran representados en Abra Norte, en especial con la estructura camachico y geoglifos, Caadn Chug-Chug, Chug-Chug Este 6 y Sierra Montecristo. En ellos, los tipos locales aparecen combinados con cermicas del Altiplano Meridional (CHP, TAL), del Noroeste Argentino (YAV) y de tiempos incaicos (TRN, TPA, LCP, YAV La Paya e INK) y etnogrficos (TCA). Un patrn similar ha sido registrado para el segundo momento del pukara de Turi o Turi II y en otros sitios de la cuenca del ro Salado (Varela 1992; Uribe 2002).

    En relacin con lo anterior, en el camachico de Abra Norte, los tipos Loa-San Pedro muestran

  • Itaci Correa y Magdalena Garca46

    un alto grado de restaurabilidad, muy posiblemente quebrados in situ, mientras que las cermicas for-neas corresponden ms bien a fragmentos aislados. Asimismo, la ausencia de tipos de Tarapac y la alta densidad de carozos de chaar, bastante escasos en los contextos de esta ltima regin (Cf. Garca y Uribe 2011; Garca etal. 2014), as como la abun-dancia de challa de mineral de cobre y cuentas, permite plantear que el ceremonialismo asociado a la estructura se vincula al componente Loa-San Pedro de tiempos tardos. Por su parte, sobre y muy cerca (8 a 20 m) de los geoglifos de Abra Norte, se registran principalmente vasijas fragmentadas de tradicin Loa-San Pedro del Intermedio Tardo y Tardo (TRA, TRP, TRR, AIQ y TRN). Algo si-milar sucede con el sector de sepulcros ubicado al noroeste del sitio, con la excepcin de escasos fragmentos Pica Charcollo y Yavi.

    Finalmente, los sitios con cermica de tiem-pos incaicos corresponden a Abra Norte, Sierra Montecristo y Caadn Chug-Chug. Estos pueden ser comparados con los contextos de trnsito asocia-dos al Qapaqan, como los estudiados en el tramo Mio-Lasana, donde las escudillas constituyen la categora de vasija ms representada, en especial las decoradas (TPA), seguido por los cntaros TRA y las ollas TGA (Uribe y Cabello 2005). La mayor frecuencia que alcanzan estas ltimas es coherente con la presencia de actividade