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    A T I L I O C H I A P P O R I

    BORDERLAND YLA ETERNA ANGUSTIA

    E D I T O R I A L G U I L L E R M O K R A F T L I M I T A D A - B U E N O S A I R E S

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    BORDERLAND

    ETERNA ANGUSTIA

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    A T I L I O C H I A P P O R I

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    L A E T E R N A A N G U S T I A

    LA NqVELAINMORTAL

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    E D I T O R I A L

    GUILLERMO K R A F T L I M I T A D AF U R D A D A E M 1 8 6 4

    BUENOS AIRES

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    I M P R E S O E N L A A R G E N T I N A

    Queda hecho el depsito que previene la ley N . 11.723.C-opyright by Ed if o n at Gui l le rmo K ra j t Ltda . , c a l l e R e c o n q u i s t a 3 1 9 - 3 2 7 - B u e n o s A i r e s .

    ATLO CHIAPPORI

    La tercera edicin de " Borderland ha de ser una novedadain entre los lectores cultos argentinos. Su autor quegoz de alto renombre literario a comienzos de siglo Ri

    cardo Rojas seal a " Borderland como la mejor obra de

    imaginacin publicada en la primera dcada dedic el resto de su vida a la crtica de arte, actividad en la que descollara tambin y por la que le conocen mejor las actualesgeneraciones. Reacio como Lugones a reeditar, Chippori tuvo, por lo dems, un pblico de " lite, porque, tal comolo sealara Roberto F. Giusti que es quien mejor ha estudiado su obra, sus novelas no pueden atraer sino a los lectoresescogidos que entiendan alusiones no siempre fciles y gusten su estilizacin de la belleza y la vida traspuestas al planodel arte .

    Nacido en Buenos Aires el 7 de junio de 1SS0, abandonalos estudios de medicina casi ctdminados, lo que explica su prodigio descriptivo en lo anatmico y el dominio en lafachira de personajes de torturada psicosis. Algtmos cuentos corno "El Dao integran ya antologas del estilo enidioma castellano. Enrolado en las corrientes modernistas funda rrPallas, la primera revista argentina de arte, dondecolaboran Daro y Rod y sus cuentos y novelas denuncian

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    las influencias de Poe, Flaubert y DAnnunzio. Atilio Chidp-pori integra con leves diferencias de edad y de tendencia la generacin renovadora de Lugones, Ingenieros,Emilio Becher, Alberto Gerchunoff, Horacio Quiroga,Manuel Glvez, Mario Bravo, Rojas y Payr.

    Sus primeros cuentos publicados en "La Nacin en1907, consagraron su nombre. Llevaban el acento de una" literatura de tribulacin , reflejo, en el periodo de anteguerra, de la inquietud finisecular. Devoto de "un anhelocasi insomne de perfeccin estilstica al ao siguienteChippori publica "La Eterna Angustia novela de amplio nexo con los cuentos cclicos de "Borderland , que tam bin integra este volumen. Payr seala la aparicin de"un escritor de raza y alto vuelo y la novela argentina encuentra un cauce diferente. Pero ya por entonces de regreso de Europa a donde el Gobierno le enviara en trance

    de difusin cultural, empieza a sealarse la inclinacin deChippori por los problemas estticos: "La Belleza Invisible, publicada tras expectante silencio en 1919, rene losensayos aparecidos en "L a Naci n . Hasta 1928, a pesar delas instancias que se le formulan, el escritor imaginativo enmudece. Publica no obstante ese ao otro conjunto decue nto s:"La Isla de las Rosas Rojas , como los anterioresrpidamente agotados. Chippori explic ese silencio en un ensayo en ocasin de la muerte de Lugones, sealando cmo su generacin "an a costa del sacrificio de la cohesin formal de la obra que suele confundirse con la falta deunidad central , debi dedicarse a una urgente e intensatarea de "salubridad nacional en el campo de la cidtura.En su conferencia sobre "Los destinos literarios, Chippori puntualiz, por lo dems, el drama de muchos hombres talentosos de su generacin -de acendrada autocrticavctimas del "horror a la pgina blanca en trance de for-, mulacin de un verdadero mensaje intelectual. Crtico de

    arte en "La Prensa, ms tarde, dirige "La Nota del EmirEmin el Arslan; "Ideas de Manuel Glvez, eleva a jerarqua mundial el Museo Nacional de Bellas Artes y desempea los ms encumbrados cargos en la direccin activa de laformacin ctdtural del pas. El escritor dej as paso al

    amante y sembrador de belleza, pero la calidad de su pluma y la eficacia de su adjetivacin polmica se reflejan en laactividad periodstica que ms tarde rene en tres librosque compendian su obra titnica en favor del desarrollo de las artes plsticas: "Luz en el Templo (1942); "La Inmortalidad de una Patria (194 2) y " Maestros y Temperamentos (1943). En 1944 haba reunido sus "Recuerdos dela Vida Literaria y Artstica en un tomo tambin agotado, de prosa gil, amena y de profundo inters documental.

    Esta edicin brindar la oportunidad de gustar a un maestro del estilo que segn Juan Torrendell fue,dentro de la literatura argentina, "nico en su gnero ycuyas novelas han dado la nota ms suntuosa, compleja,sutil, aristocrtica} dentro de una realizacin llena de delicadeza y de trazos finos y duraderos.

    "Borderland libro de poca transitoria y de artepermanente seala despus del largo lapso de "La Bolsa de Mattel, de "Silbidos de un vago de Cambaceres, el comienzo de la europeizacin de nuestra literatura y nuestro refinamiento. Con el andar de los aos ya abierta la senda Chippori retorn, con madurez y opuesto aunquesiempre seorial estilo, al gnero narrativo, al que di entonces relatos de ambiente local tales como "La Mano deDios y el "El Da de la Patrona, an no reunidos en libro.

    Muri, ya acadmico de artes y letras, en Buenos Airesel 13 de marzo de 1947.

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    A LA MEMORIA DE MI MADRE

    RELIGIOSAMENTE.

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    William Stead, usando del derecho deprioridad, ha publicado un libro ocultistacon el ttulo de este volumen. Sin embargo, el autor lo adopta, sencillamente, convencido de que a ninguna tierra, comoa esta de sus personajes, podr aplicrselecon mayor propiedad la designacin expresiva derrBorderland , tierra de confn.

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    BORDERLAND

    Es t e ttulo de "Borderland tierra de frontera conviene como ningn otro a la obra de don Afilio Chiap-pori. El volumen se inicia con las aventuras de Augusto Ca

    ro, pobre alma enferma de paradoja , y termina con lamuerte de Irene, episodio de satanismo criminal. En estas dosfiguras podra representarse como en dos formas opuestasy complementarias el espirita del libro: ambas sealan encierto modo los dos puntos extremos de esa comarca lviday desolada, donde ha hecho vivir a sus personajes una vida" suntuosa y triste .

    Admirable tipo de belleza femenina, Irene es la ms pura y noble de las mujeres imaginadas por el escritor. Es lapoesa misma de ese pas de suplicios, cuya extensin confina

    con los territorios desconocidos de la locura y de la muerte. Ningn detalle trivial ni grosero envilece la dignidad de stiinfortunio. Su " enfermedad absurda es, a miestros ojos,menos el sntoma de una degeneracin hereditaria que elsigno visible de la fatalidad. La muerte la fulmina sin deformarla; y este fin trgico es el desenlace natural de su vida. Frgil y esbelta, en su gracia desfalleciente y su melancola serena, reclama de nuestra piedad el mismo sentimiento que suscita en el coro el espectculo de las vrgenes

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    sacrificadas. a los dioses terribles; y podra ser la Ifigeniade este drama moderno. El autor la ha evocado en el ambiente de la "Villa Engaddi , viejo casern colonial, " consu huerto familiar circuido de una prgola sombra, y su

    jardn olvidado, donde los rosales tenan ramas crdenasy los caracoles negruzcos lustraban la humedad de los arrayanes .

    El mismo jardn presta su decoracin favorable al relatode Augusto, protagonista de "U n libro imposible . De todaslas novelas del volumen, es aquella donde el misterio interviene con mayor evidencia. Es un caso curioso de ruina de la personalidad cuya explicacin correspondera a lasconjeturas de la clnica tanto como a la hiptesis del ocultismo. Ciertas experiencias del doctor Luys o del coronelde Rochas pueden ayudarnos a comprender las tentativas arriesgadas sobre su. propio espritu y sobre el de Anna Mara por Augusto, en el retiro quieto de la isla extendida entre la montaa y el mar. Obsedidos por el deseo de unirseen una identificacin suprema, ambos penetran en la zonadel ms all y abordan el mundo habitado de lo sobrenatural. Sus formas prestan albergue al nmero infinito de los espritus astrales y en sus semblantes se hace visible la presencia de las entidades ocultas. Por el mtodo de la ascensin mgica sus sentidos se aguzan para percibir la realidad deaqjiellas existencias quimricas, y el delirio se prolonga hasta

    el desastre final que comprueba una vez ms el aforismo delos grimorios: " Imitando al fantasma se llega a serlo .En los cuentos subsiguientes, en "La corbata azul y en

    "La mariposa, estudia el seor Chiappori otras formas menos raras y ms explicables de la perturbacin mental. Ambos aparecieron hace ya algunos aos, y el autor de"Borderland ha sido sin duda uno de los primeros en intentar, dentro de nuestra literatura, ese gnero particularde novela que ms tarde ha tenido prestigiosos cultores.

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    Con tales elementos, el seor Chiappori ha hecho novelas de un inters dramtico y una intensidad trgica evidentes.Estas condiciones intrnsecas de su obra se valorizan por las cualidades superiores del estilo. El estilo de "Borderland es

    extremadamente personal. Es el que conviene a la ndole del libro y a la particidaridad de su tema, y la correspondencia entre la forma y el pensamiento es tan constante que no se concibe a este ltimo desarrollado de otro modo que como el autor lo ha querido. Es un estilo claro y preciso, de palabras justas y sobria sintaxis. Su vocabidario copioso busca ante todo la exactitud y no desdea el barbarismo cuandoes inevitable, ni la palabra tcnica cuando es necesaria.Maneja, por otra parte, con la misma habilidad el verbo yel adjetivo, el verbo que fija la imagen activa de los movimientos, y sorprende el signo fugaz de los ademanes; el ad

    jetivo, "t nica transparente que viste y colora el conceptosubstancial . Su elegancia mesurada le permite llegar allirismo sin afectacin y descender a lo trivial sin vtdgaridad. Hay en la obra pginas dignas de un gran escritor, y estebreve pasaje, tomado al azar, podra ser un ejemplo de la manera del seor Chiappori:

    "Caa la tarde y en la penumbra del tea-room desierto los ltimos reflejos moran en las porcelanas diseminadas enbandejas de cobre rojo sobre trpodes de bamb. Aquella soledad envolvame como un manto, y tuve tanta tristeza

    que parecame sentirla como un velo sobre mis ojos y comoun hlito sobre mis manos. Sal al jardn. Poco despus apareci Anna Mara, sola. A su llegada la tarde se poblde armonas. Entonces, sin una palabrala ms casta hubiese sido un pecado tom sus manos y me cubr el rostro.Despus, no s. Cuando volv a la vida, sent sus lgrimasentibiar mi cuello. Pero esas ya eran lgrimas de una alegratriste. Despus nos acodamos, muy juntos, en la barandade un puente y permanecimos, as, mirando cmo el ere-

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    plsenlo aterciopelaba el cielo, desvaneca las colmas lejanas,y, all en la rada, desflocaba los albos copos de las olas sobreel azul violeta del que parta un barco con su penacho de humo. Una ligera brisa, aromada de yerbas salvajes y de

    lluvia reciente, lleg de la montaa y fu como una invitacin al retiro. Nos volvimos. El horizonte arda tras una cadena de montes morados qtie se perfilaban con indecisin fantstica sobre aquel fondo rojogranate. Muy lejos,all muy lejos, el pico de Teide esfumaba su alba cspide en la lividez del cielo. En los valles cercanos, algunas palmeras recortaban en aquella luz cerlea sus copas ya verdinegras de noche. En un jacarand de flores azules queparecan mordoradas, una calandria trin su aflictiva escala.

    "Abajo, por la subida de Santa Cruz a la laguna, ibanlabriegos arrastrando sus madreas, el sombrero en las manos,las camisas abullonadas por el viento, tras una caravana de camellos cargados de cochinilla, tabaco y tomates. Msabajo, volviendo de Watering Place, un grupo de muchachas con sus barrilitos multicolores en la cabeza, pasabacantando una cancin aldeana, monocorde e interminable.Toda la campia pareca cubrirse de cenizas. Los montesya no se perfilaban en el horizonte violceo. Ces la brisay no se mova una hoja en las frondas que costebamos.Entonces, en la ciudad ya negra, las campanas sonaron pausadamente, campanas que omos durante todo el camino

    cada vez ms dbiles, cada vez ms lejanas ..Pero el seor Chippori no tiene slo el arte del estilo,sino el arte, ms difcil aten, de la composicin. "U n libroimposible es, como novela, de primer orden, y el autorha vencido all dificultades muy graves, pues a la exposicinde los hechos se agrega la de las ideas. En cuanto a "La corbata azul es un cuento perfecto, y atestigua en el autorun dominio completo de la forma, en un gnero tan arduo y peligroso como este. El procedimiento es, en todas las

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    obras, ms o menos el mismo. El relato se inicia bruscamente en el centro mismo de la accin y se desenvuelve segn el trazado de una lnea muy original, manteniendola curiosidad del lector y ese inters dramtico sin el cualno existe el verdadero cuento. Se le podra creer a primeravista complicado, pero no lo es, y basta para ello examinarpor medio de qu sencillos recursos se da en "U n libro imposible la sensacin de terror.

    Sensible a las impresiones del mtmdo exterior, el seorChippori las traduce de un modo muy personal, y en un lenguaje que denuncia su aficin a las artes plsticas y un sentimiento muy vivo del color y de la lnea. El dibujo es siempre firme y preciso, an en las figuras ms delicadas,y el rasgo siempre certero, pues el escritor sabe discernirel detalle caracterstico y esencial de las formas. As su procedimiento vara segn los casos, y mientras algunas escenascobran la plenitud corprea de un relieve, en otras los contornos se afinan sin esfumarse en una tenuidad de apariencia irreal. Se ha aplicado al retrato y al paisaje, sobre todo al retrato femenino y al paisaje rstico, de fronda y deagua, de los que hay algunos deliciosos modelos en "U n libroimposible y en "E l pensamiento oculto .

    Pero el autor de "Borderland es tambin un psiclogoy tanto como las imgenes del universo sensible le interesa el secreto de las almas y "el espectculo quimrico de las

    vidas interiores . Ha estudiado en su libro con una prolijidad cruel los fenmenos ms dolorosos de la inteligencia y asidolas transiciones ms ntimas del sentimiento. Ha trazado con lucidez imperturbable el proceso de la demencia reconstruyendo, por el esfuerzo de la lgica, la lnea desvariada y sinuosa de tales pensamientos. A la vez sensual y espiritualista procura abarcar en sus obras imaginadas los dosaspectos de la naturaleza, concebida como forma y comoespritu, como sensacin y como idea. Las cosas no son ante

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    sus ojos sino los signos permanentes y materiales de fuerzas invisibles, y en este sentido habra derecho para tenerlepor un escritor mstico.

    No es por lo menos un escritor realista, en la acepcin que suele darse al vocablo. Con una observacin sumamente fina ha tomado de la naturaleza circundante y de la propia experiencia los elementos necesarios, pero ha elaborado esoselementos segn las leyes de su imaginacin y las exigenciasde su gusto. Es porque el seor Chiappori es ante todo unartista, que aspira a transfigurar en imgenes duraderas lassensaciones fugaces y las impresiones transitorias. Es unespritu aristocrtico, en quien es innata la aficin a las formas delicadas y selectas. Por eso es en l natural el sentimiento del lujo. Si describe un objeto ha de darle una forma

    rara; si busca nombres los ha de querer armoniosos y puros, pites siente la belleza de las palabras tanto como la de las cosas

    As nos presenta espritus extraordinarios y les hace hablar un idioma elegante y noble. Sus personajes son en sumayora hipersensibles, atribulados por dolores excesivos ysobrehumanas angustias. Puestos en la linde de la vida ordinaria, en la temerosa " Borderland que cie por sus cuatrocostados la provincia exigua y populosa de las existencias normales, aquellos personajes "son almas deformes pero nomalas . Una belleza nueva resulta de ese conflicto, que110 hace sino restaurar en un nuevo episodio el eterno choque de la vacilante voluntad htimana y la ciega fatalidaddel universo. "Son bellos, dice Augusto, porque son infortunados . Las mujeres, sobre todo, cobran bajo estainfluencia trgica una hermosura inquietante, y el autorha trazado en su libro ms de un retrato memorable: Irene la plida, la Interlocutora, fina y expresiva, con susmanos afiladas y sus ojos atnitos: Flora Nist, ambigua en su perversidad de libertinaje extenuado y alquimia clan

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    destina; y Anna Mara, casi fantstica en la excelsitud desu dolor irreal y su rostro iluminado por "un destello desuntuosidades extraterrestres . Un pesimismo sereno pareceser en el fondo de esta obra imaginada por un espritu grave y un artista sensible. Una percepcin aguda de la belleza y del dolor, el sentimiento profundo de la impotencia y lafragilidad de los hombres ante lo infinito de las fuerzashostiles, la certidumbre de que el sufrimiento es la condicin del esfuerzo y la esencia de la vida, han inspirado este libro, hecho con tanta probidad como talento.

    E m i l i o B e c h e r .

    La Nacin, noviembre 26 de 1907.

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    LA INTERLOCUTORA

    Fu e l o , durante todo un lnguido otoo, admirable desilencio y de atencin. Qu ansia enfermiza impulsbala a lividecer su alma en la angustia ide tales relatos?Nunca quiso decirlo. Cuantas veces se lo preguntara sonreapenosamente y los ojos se le llenaban de lgrimas. La tardeen que presinti que estaba a punto de adivinar su secreto,cerrronse para m tambin las puertas de Las Glicinas.Desde entonces vive sola en su quinta solariega, sin otroconfidente que un suntuoso cuaderno de cantos dorados,donde escribe una historia resignada y triste que jams verla luz. Y de la misma manera que en aquella emocionanteficcin de Radiana Glanegg, el Tiempo vela su retiro voluntario con su hoz y su reloj de arena, como en las alegoras.

    Alta, fina, singularmente plida, tena las manos afiladas y expresivas y el aire pasmado de esos nios trgicosque pasan con ojos atnitos por los cartones de miss KateGreenaway.

    Era la oyente ideal. Avida de fbulas, su espritu nodestellaba la clarividencia quimrica de sus hermanas extra-terrestres, Morella, Ligeia, pero aquilatbalo, en cambio,sensibilidad tan exquisita, que el sentido de las imgenesabrase para ella con sorpresas de prodigio.

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    Las tardes crudas refugibase en aquel saln de reliquia,donde haba siempre una partitura olvidada en el historiado facistol y grandes rosas exanges en los floreros antiguos. A "la hora del t humeante y de los libros cerrados,cuando la luz mortecina prestaba matiteces de cutis a lasporcelanas de la consola, y el piano ahondaba reflejos deestanque nocturno, y los retratos de los antepasados adquiran esa animacin grave de la vida espectral, acodabasesobre una lacia piel blanca, la cara en las manos, paraescuchar en esa postura tendida de esfinge que adoptan lasgirls juiciosas de los Keepsakes.

    Otras veces, con las primeras sombras abandonaba el recinto. Aun me parece verla a mi lado con su andar elsticolleno de la gracia ceremoniosa de las gavotas. De vezen cuando, una rfaga ms fra propagaba ligero temblor en

    la fronda exhausta del jardn. En todas partes sobre losarbustos de copas perennes, en los bancales contiguos o,a sus pies, en la conchilla menuda del sendero, en todaspartes caa una lamentable profusion de hojas amarillentas.Detenase entonces para recoger alguna, y, en seguida, reanudaba la marcha con un suspiro.

    Sin embargo, rara fu la tarde en que tales paseos nose interrumpieran de improviso. Con frecuencia, en mediode una escena atribulada, inquietbase repentinamente ydeca con su vaga sonrisa ocultadora:

    "Ha refrescado mucho; entremos.

    Bajo nuestros pasos, mientras nos alejbamos en mediode los rboles inmviles, cruja la arena del camino . . .

    UN LIBRO IMPOSIBLE"Je suis perdu dans le vagabondagene sachant ou retrouver lunit de ma vie.

    M a u r i c e B a r r s .

    ECESITO acordarme de nuestros buenos tiempos del1_N Salvador para creer que todava llegar a intere

    sarte. Solamente ahora me doy cuenta de cmo he ido anulndome en mi actitud irreparable, cada da ms. . . Ah,si yo .no hubiese tenido orgullo, qu otro fuera mi destino!A ninguno, ni a ti, quise quejarme de la influencia malignaque fracasara mis mejores propsitos, que me llevara hastael crimen. Comprendo que he pecado contra la amistad.Pero sufro perdidamente; a quin recurrir, sino al quepuede comprenderlo todo, al que puede perdonarlo todo?Ven hoy mismo. Ir a esperarte a Lujn.

    Aquella carta de Augusto Caro llegbame, Seora, des

    pus de seis aos de indescifrable silencio. Desde el da enque embarcara para Europa, ni su familia ni sus amigos,nadie volvi a saber de l. Inquirise, ms tarde, que interrumpiera el viaje en Tenerife, pero all se perda el rastro.

    Con Emilio Flores y Pablo Beraud el corrillo subversivo del colegio emprendimos una verdadera pesquisa internacional. Mantenamos con Irene, a la sazn en Pars,una correspondencia asidua, en la que el retorno de Augusto era el nico afn y la eterna congoja. Todava conservo

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    las cartas de la plida hermana, ungidas de amor fraternaly de tristeza infinita.

    Ah, desde nia, Irene fue una santa! Recuerdo queal finalizar nuestro bachillerato, una grave afeccin a la

    vista impidile a Augusto la mas corta lectura, y aquelmuchacho, a la idea de truncar quiza para siempre susestudios, cay en un abatimiento inquietante. Entoncesella salv su porvenir imponindose la carga, enorme parasus quince aos, de prepararle sus exmenes de alumnolibre. Con una voluntad de madre, sin desfallecimientos,sin impaciencias, amorosamente, una vez cumplidos sus deberes del "Sacr-Cceur, leale y explicbale las leccioneshasta que el hermano las repeta de memoria. Pensar en esaobscura heroicidad de cada da, en dos largos aos, sacrificando al lado del enfermo todas las distracciones, todos

    los gustos el paseo a Palermo, las visitas de las amgaselosdas de sol, para sumirse en la aridez de las cosmografas,las filosofas y las qumicas! Verdad que dan ganas deponerse de rodillas?

    Ella sola, con desesperada pertinacia, requera nuevasde los consulados y agencias martimas. El padre, Don Leopoldo, olvidbase a menudo en la sensualidad turbulentadel bulevard. Viejo alegre que, a los sesenta aos, florecaan su smoking, amanecase, noche a noche, cenando conuna descotada, como en las vietas libertinas de los mens.Digno hijo de aquel don Epifanio Caro, bebedor formidable y mujeriego, famoso en retrucanos y farsas, quien, entrance de muerte y cuando los suyos esperaban una palabracontrita, observ gravemente que el jaquet del mdicopareca cortado con podadera.

    Alguna razn tena Augusto al decir que acaso no hayhombre que no llore por culpa de sus padres.

    Nuestras diligencias fueron vanas. Al cabo de un aodesesperamos de dar con su paradero. Que pensar de aquel

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    espritu romancesco y atribulado, sino que sucumbiera enla ruta de algn viaje fabuloso por comarcas incgnitas?

    Pobre alma enferma de paradoja! La destemplanzaoriginaria del linaje, trasmutrase en l, por retroceso de

    inaptitud orgnica, en instintiva ansia de perfeccin.Quera recuperar en la continencia la plenitud emotivadilapidada por sus genitores. Para lograrlo, obstinbase enadaptarse a la vida natural simplificando sus deseos y conteniendo sus pasiones. Pero como hubiese perdido el tesorode ser ingenuo, slo consigui crearse un tremendo conflicto de alma. Era de ver aquella lucha cotidiana entre lossobresaltos de su hiperestesia y la moderatriz vigilancia dela voluntad. Sacrificio intil que no lleg a tranquilizarsus das, ni lo salv siquiera de que lo agraciasen con elprestigio satanista de la familia. Un ao de aventuras, a

    las que se entregara a fin de aturdirse y olvidarse de smismo, basto para rotularlo de calavera. Sin embargo, acaso no haya existido otro a quien inhibiesen mayores incompatibilidades para un rol donjuanesco. Tena el vino triste,escrupuloso, susceptible, y su voluptuosidad torturada erala exclusiva y conyugal de los sentimentales. La BonneCbanson fuera algo as como su florilegio afectivo. Soabacon una amiga quimrica, que hubiese hecho cosas extraordinarias o sufrido rigurosas vicisitudes, con quien retirarse a cualquier quinta lejana en una vida de entusiasmosde arte y de felicidades domsticas. El tipo de la estudianterusa que va sola por el mundo entre infinitos peligros,"armada de pies a cabeza de su virginidad, obsedaleconstantemente. "Esas mujeres nmades deca a menudo, por la misma ausencia de afectos que las asla, cuandollegan a amar deben ser suaves y consoladoras como hermanas. Yo tengo por ellas un cario genrico que es tambinuna de mis tristezas inexplicables. Pero la suerte siemprefu aciaga para ese pobre amigo. Cuando crey realizar su

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    fbula romntica, el libertinaje subrepticio de cierta proscrita casi le cuesta la vida.

    Ese mismo afn

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    la decoracin crepuscular fue de maravilla. A medida queel horizonte livideca, un ltimo rayo de sol colore las nubes con gradaciones tan vivas del sinabrio al violeta y delrosa al verdemalva que esas nubes fantsticas, en vez de

    recibir luz pareca irradiarla, de encantamiento, de magnificencia nunca imaginada. Pero el milagro desvanecise muypronto. Repentinamente cerr la noche con viento fro y,casi en seguida, una lluvia silenciosa y fina empa los cristales de las ventanillas. Cuando llegamos a Lujn el temporal era desecho.

    No me preguntes nada, despus te dir susurrmeAugusto al odo en el largo abrazo fraternal.

    A su lado, apretndose contra l, hallbase una criatura

    de quien slo distingua, en aquella obscuridad, el rostro lvido y los ojos brillantes. Me inclin a besarlo, pero retrocedi hurao y detuvo mi gesto con su manecita.

    Este nio tiene fro. . . balbuc aturdidamente para disimular el extrao suceso.

    Qu hacer? No quiere separarse ni un segundo dem. Para que no llorase he tenido que traerle con estetiempo. ..

    Rebozle an ms en la esclavina de pieles aue lo envolva y, tomndole en brazos, psose en marcha hacia lasoficinas.

    Ahora aguardaremos a que escampe un poco.Con gran dificultad logramos abrirnos paso en el apiado andn. Como nunca, experiment entonces esa impresin de inquietud indefinible de los arribos nocturnos.Verdad es que el aspecto trgico de las estaciones de campaa a tales horas, complicbase aquella noche con una concurrencia a la chamberga, donde la precaria luz de petrleodestacaba nicamente las cabezas, silenciosas y foscas, so

    B O R D E R L A N D 27

    bre un remolino de ponchos humeantes que el aguaceroimpela bajo el tinglado.

    El despacho del Jefe estaba desierto. Sobre la mesa principal, impidiendo que el viento volase un nmero de "Mi-

    mi, haba.una copa servida de ajenjo; y en la del escribiente brillaba an la tinta fresca en una planilla de guarismosrecin abandonada.

    Al entrar, omos en la habitacin contigua una fuga depasos amortiguados y, poco despus, presentse un muchacho lampio, plido como un muerto. Entre tanto, por lapuerta entornada vise desaparecer en la obscuridad un flotante peinador.

    Buenas noches, Gimnez. Y el Jefe?En el andn. . . por ah. . . no lo han visto?Podemos esperar en la salita?Cmo no! Pasen.Y, hacindose a un lado para anunciarnos, aquel precoz

    personaje de peligrosos decamerones puso en el aplomo desus diecisis aos toda la ingenuidad de'una colegiala.

    Seora. . .La seora apareci al punto trayendo una lmpara que

    depuso en la chimenea. Salud a Augusto con serena desenvoltura; pero, al inclinarse a besar al nio, el peinadordesabrochado se comb en el seno dejando espacio como para una mano.

    He querido verte dijo Augusto cuando quedamossolos por algo muy grave. . .

    Tal insinuaba tu carta.Pero de eso hablaremos luego. Antes es menester que

    te explique mi silencio y la existencia de Mario concluy,sealando al nio con un gesto.

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    Mario se haba acurrucado en el sof para no ver loscontinuos relmpagos que fosforeaban en la ventana. Teniauna cabecita rubia dolorosamente bella, realzada de misterio por la atencin fatdica de los ojos y el silencio medroso

    de los labios lineares. Y en todo l, desde la actitud precavidahasta la transparencia femenina de la tez, se denunciaba esasensibilidad sobresaltada de las seres taciturnos y buenos quevienen al mundo para ser muy desgraciados.

    Para qu remover recuerdos quiz dolorosos? repuse. Hablaremos otro da. . .

    No, no; es necesario que lo sepas hoy.Y mirndome fijo, aadi con lentitud:Quien sabe si podremos hablar otro da.Cunto haba cambiado! Desde mi llegada no me can

    saba de contemplarlo. Sus veintisis aos parecan cuarenta.

    Conservaba an el porte erguido, pero una mscara angustiosa sombreaba de inquietudes sus rasgos juveniles. Habaenflaquecido de manera increble, y estaba tan dbil que, alhablar, oscilbale la cabeza visiblemente. Los ojos, sobre todo, atemorizaban. Agitbanlos movilidades extraas, y enlas pupilas enormes la fiebre lata en alucinaciones.

    De qu hablaba?Vacil un instante, mas era imposible rehuir la respuesta:Hablabas de ti. Ah! es cierto: como cviando estoy solo.A ese punto, Mario, todo azorado, precipitse en sus

    brazos:Pap, vmonos.No ves que llueve todava?Vmonos, vmonos!Qu hay? Por qu tiemblas? Tienes fro?No.Entonces?Ah est!

    B O R D E R L A N D 29

    Quin?Pablo Lasca musit el pobrecito en un sollozo.

    Quin es Pablo Lasca? pregunt levantndome.Ese que ves all, junto a la ventana.Y en voz ms baja:

    Cierra los postigos. Mario es muy impresionable y Ro-sina le llena la cabeza de historias que no deben contarse alos nios.

    Verdaderamente, el aspecto de aquel hombre era comopara inspirar recelo. Enclenque y bajo, tena en sus actitudes esa movilidad convulsiva de los posedos. Nadie hubiera podido precisar su edad. No obstante la estras profundas de las arrugas y el cabello gris, su rostro imberbe,albarazado, ostentaba en los ojos pequeos y agudos un reflejo de juventud siniestra. Jurara conocerle de antao.

    Recordaba confusamente aquel rostro como en esa lejanaimprecisa de los imgenes infantiles.Tiene una facha! dije.

    Verdad eh? confirm Augusto.Y despus de una pausa:Para qu negarlo? Su presencia me hace mal a m

    tambin. . . De todas maneras, hay cosas que no deben contarse a las criaturas. . .

    Cules?Es una leyenda sombra murmur dejando a Ma

    no de nuevo en el sof. Aseguran que el hombre est

    dotado de una potencia nociva. . .Todo un seor brujo, entonces dije sonriendo, notanto por la credulidad de Augusto, cuanto para reaccionarde una impresin indefinible que comenzaba a invadirme.

    Por que sonreir? Haces mal. Qu sabemos nosotros? Claro est que no creo, como el vulgo, que si muereun nio en el vecindario es que Pablo Lasca lo mirara conojos secos ; y si se incendia un campo, porque Pablo Las

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    ca pas por all al obscurecer. Comprendes que eso y preparar bebedizos y vender contrahierbas, sera un diabolismodemasiado de feria para preocuparme... Hay algo ms,que me aterra siempre que Rosina lo repite. Tambin esavieja tiene una manera de ensombrecer las palabras!

    Figrate que ha tenido tres mujeres, y las tres no alcanzaron a vivir medio ao. Las tres murieron, repentinamente, en noches de tormenta... Puedes pensar lo que quieras;pero el hecho es cierto, estrictamente cierto, tanto que, laltima vez, se orden su prisin, seguida, como es natural, delibertad inmediata. Los mdicos comprobaron en la autopsia un sncope cardaco. Con todo, convendrs en que sonmuchas coincidencias... /_No dice la leyenda de qu manera las hacia morir?Llegada la noche propicia, despertaba a obscuras a la

    vctima en lo ms recio de la tempestad. La infeliz recordbase atada a la cama, con los brazos en cruz. Entonces,sin decir una palabra, diablicamente, a lo largo del cuerpodesnudo, desde las axilas abiertas a la curva sobresaltada delos flancos, sus dedos giles y retrctiles, rozando apenas lapiel con pases lentos, casi sin contacto, extendan como uncilicio invisible una desesperante red espasmodica de los talones a la nuca. Al principio, la sorpresa, el miedo, contenan a la pobre. Pero a medida que los dedos se deslizabanms convulsos, errumpa en una carcajada incoercible queel viento ahogaba en la noche, junto con las splicas y los

    sollozos. Y as, exasperando a cada minuto la tortura, ensandose en las regiones ms sensibles, hacala rer horas yhoras en la obscuridad, sin tregua, sin perdn, hasta verlaarquearse toda, el seno erecto, las venas del cuello gruesascomo cuerdas, la cara azul y los ojos propulsados llenos delgrimas... Se puede morir as? ^

    No contest. Y como en ese momento escampara, abren silencio la ventana para no ver el rostro de Augusto.

    B O R D E R L A N D 31

    Afuera no haba un alma. Nada ms que el viento ululandoen los eucaliptus, y las dos pupilas rojas del semforo alllejos, impasibles y fijas en la lobreguez. Salimos.

    bveack.,volvi a preocuparme aquella semejanza de Pablo Lasca con la imagen confusa de mi memoria,y no pude resistir al deseo de cerciorarme:

    Desde cundo est aqu ese hombre?No se sabe...

    Que quieres! Vindolo venir todos los das, a las mismas horas, por el mismo camino, siempre igual, da ms laimpresin de un fenmeno que de una existencia.

    Augusto!

    Creme; esos ojos no parecen temporarios.Callamos. Y mientras el breack segua pesadamente lahuella hacia un lejano retumbar de truenos, aquel parecidoindeciso reveloseme de pronto. Seora, con la nitidez de uncalco. Vi entonces, en inenarrable sorpresa, que el rostro dePablo Lasca era el mismo de aquel mago de UIncantation, de Rops que, en su laboratorio de ambiguas alquimias, reencarna desnuda a la castellana esquiva de sus deseos consolo leer, frente a su retrato, los ensalmos de un enormeCompendium Malceficarum,pomposo e historiado como unsantoral.

    Cuando llegamos a la quinta caa una llovizna tan densaque el viento la ondulaba como a una gasa hmeda. Tomen brazos a Mario aterido, y entramos por el camino degranza bordeado de viejos arrayanes encuyo extremo blanqueaba la escalinata colonial. Rosina, que nos esperaba alpie de ella, precedinos con su linterna temblona a travs

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    del vestbulo; y, al paso de la luz parpadeante, los mueblesde mimbre parecan agitarse en una vida espectral y silenciosa.

    En el comedor ya estaba tendida la mesa y un buen fuego poblaba el recinto de alegres reflejos familiares. Sali

    ia criada llevndose a Mario, y nosotros acercamos lassillas a la chimenea. Hzose un silencio lleno de esperas.En la ventana, de tiempo en tiempo, las rfagas sacudanlos retoos de glicina con murmullo medroso; y en elpiso alto alguna puerta entreabierta bata acompasada ysordamente.

    Cunto tiempo has pasado sin noticias mas?Ms de seis aos.Eso es: la edad de Mario.Y moviendo la cabeza con gesto de desaliento:Por qu no te escrib? Ah! no es fcil decirlo en dos

    palabras. . . Ha sido tan irreal mi aventura que es menesterseguirla en detalle, episodio por episodio. . . De otro modoresulta ilgica y fabulosa.

    E, interrumpindose, quedse absorto en la contemplacin de sus manos apoyadas sobre las rodillas, cuya lividezbordeaba el fuego en las extremidades con vagas transparencias violceas.

    Quin iba a pensar reanud entornando los prpados que al descender en Tenerife por algunas horas,realizara all el sueo ms resplandeciente y triste que pue

    da vivirse sobre la tierra? T sabes qu propsitos llevbanme a Europa. De haber tenido fuerzas para coronarla, laobra imaginada habra expandido mi nombre en todo elmundo.. . No crees?

    -S, s.Yo apenas conoca la idea preliminar por truncas refe

    rencias de otro tiempo: la quimrica obra maestra de losveinte aos, que jams llega a escribirse.

    B O R D E R L A N D 33

    Cmo me alentaba entonces la esperanza! Ah, la fe!prosigui presa de una exaltacin inquietante. La fe!El secreto del triunfo est all. Ambicionar con fe, crearcon fe; apasionarse en la contemplacin de las cosas y, delos seres, encontrar el ideal en todas partes y amarlo perdi

    damente!Volvi a callarse, y esta vez la pausa fu opresora. Porminutos, evidencibaseme el estado de Augusto. Esa faltade afectuosidad en quien fuera el ms carioso de los amigos, recibindome despus de aos como si nos hubisemosseparado el da antes; ese debilitamiento de la atencin, esaveleidad de ideas y las repetidas prdidas de memoria, eransignos suficientes para alarmarme Ansi entonces que alguien llegara a fin de interrumpir un coloquio ya insostenible. Por fortuna, en ese momento entr Rosina conduciendo a Mario a quin sent cautelosamente a la mesa.Despus llegse hasta la chimenea, sobre la que depuso unabandeja de plata donde crepitaban, entre brasas, algunashojas secas y negruzcas. Elevse una tenue espiral de humoazulado y, en seguida, diluyse en el aire un vago olormedicinal.

    Augusto, que segua estupefacto sus movimientos, pregunt:

    Qu es?Laurel bendito, seor.Ya le dije que usted no deba repetirlo.

    Sin embargo, en tiempo de la seora. . .Precisamente, por eso! Llvese la bandeja!Rosina sali murmurando, y mientras nos sentbamos

    a la mesa aadi Augusto con aire misterioso:No le consiento estas prcticas porque, hechas por

    ella, no tienen ninguna virtud. No es el acto lo que valecomprendes? Hay que creer y hay que merecerlo. Y meirrita que recurra a las cosas preternaturales como quien

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    utiliza un remedio. . . En tiempo de la seora. . . Figrate!En tiempo de la seora! Atreverse a pensar en Ella!

    Debes disculparla intervine. Siempre fue buenay servicial. Despus, es tan vieja!

    Yo senta por aquella anciana, bondadosa y rezongona,un enternecimiento casi infantil, al que no era extrao esasugestin de los recuerdos que ella historiara antao con susrelatos sombros del tiempo de Rosas y sus leyendas de duendes gauchescos. Ya en aquel entonces tena ese aspecto apergaminado y cierta jerarqua de abuela postiza en mritoa su ex rol de camarera de la madre de Augusto. Estabaen Engaddi desde muy joven; all se haba casado y allterminara su vida, que apesadumbraran una larga viudezllena de sobresaltos y las calaveradas de su hijo Carlitos, elcochero de la quinta, quien, a todas vistas, abusaba de la

    impunidad consiguiente a haber sido hermano de vacuna ycompaero de juegos del nio.Pareca tan vieja porque haba trabajado mucho, y, sobre todo, sufrido mucho. Trabajos y desgracias que achacaba al designio oculto de potencias malficas, eterno ciclo de sus escasos y sumarios raciocinios. Tan segura estaba de que Dios consenta ciertaintromisin diablica en su malandanza, que practicaba unrito incongruente alternando misas con ensalmos y confesiones con santiguaderas. As iba con la misma uncin a losmisterios sagrados, a fin de asegurar su humilde puesto enel cielo, que a las manosantas y adivinas para arredrar al

    demonio con sus propias armas, preservndose de posibleaojos y hechizos. Y en su actitud, en el tono de la voz, ensus miradas, hasta en sus ms habituales gestos, descubraseel recelo constante a lo que no se ve y que amenaza.

    Un sollozo subitneo hzonos volver hacia Mario. Elpobrecito apretbase los labios con la servilleta para contener su congoja, y en sus grandes ojos alucinados haba unvelo de lgrimas.

    B O R D E R L A N D 35

    Por qu lloras? pregunt Augusto abatidamente. Los nios buenos no lloran cuando hay visitas. . .

    Y si caen rayos? suspir. Yo tengo miedo, mucho miedo, pap!

    No mhijo! nunca caen rayos. Ven, sintate a milado... As. Bueno, ya no tendrs miedo. Verdad que yano tendrs miedo?

    No, pap.Y en el propio momento, un trueno formidable sacu

    di el edificio hasta en sus cimientos. Mario lanz un grito yse prendi desesperadamente al cuello de su padre, hasta queel fragor se perdi en un rolido lejano. Entonces, rompiendoen llanto, comenz a repetir con monotona desgarradora:

    No ves, pap! no ves, pap!Augusto consigui calmarle, al fin, a fuerza de besos

    y de buenas palabras. Durante el resto de la comida, que futriste y precipitada, no volvi a quejarse; pero, cada vezque arriba golpeaba aquella puerta entreabierta, sus pupilas posbanse en m con tal desconsuelo que me hacan undao indecible. A los postres durmise con un gran suspiroy Rosina subi a acostarlo.

    Afuera el viento segua aullando en los eucaliptus. Detiempo en tiempo, huracanadas mangas de lluvia venan aazotar la glicina de la ventana; y la obscuridad era tan den

    sa que pareca filtrarse, como un fluido, a travs de loscristales y empaar un poco la luz amarillenta del interior.Como Rosina dejara apagar la chimenea, un fro malsanoinvadi el aposento y Augusto pasebase agitadsimo enaquel silencio en que la inminencia de la revelacin postergada flotaba como una angustia. Y all arriba, intermitentemente, eternamente, aquella puerta entreabierta que bata su comps sordo!

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    Yo buscaba en tanto, entre los recuerdos comunes, unsucedido que me permitiese reanudar la conversacin sinpeligro de agravar sus preocupaciones. Mas todos agolpbanse en mi memoria de tal manera vinculados a la tribu

    lacin de esa vida, que aun los ms familiares hubiesenprovocado la escena que trataba de alejar. De pronto Augusto se detuvo y pregunt sin mirarme:

    Tienes noticias de casa?S.Siempre en Europa?Siempre en Pars. . .Slo por los diarios, muy de tarde en tarde, he sabido

    de ellos. . .Por qu no escribas? aventur a decirle.Ya s, ya s lo que vas a reprocharme. Mil veces me

    lo he increpado yo mismo. Pero jpor favor! por favor!ahora 110. Yes cmo estoy enfermo? No ves?Echse en el sof y rompi a llorar tan amargamente

    que me acerqu sobrecogido:Y qu ganas con desesperarte? Clmate. Nunca es

    tarde. Todos estn buenos. La nica tristeza era tu desaparicin. Cuando sepan que te hallas aqu, volvern a la pazde otro tiempo. Recuerdas?

    S. s.Quedse largo rato sollozando en mis brazos como un

    nio, y luego murmur, entrecortadamente:Pensar en todo el mal que les he causado querindo

    los tanto! Pero habran ellos aceptado a la madre de Mario? Cmo hacerles comprender que no se trataba de unaaventurera? Siempre la hubiesen mirado como a la enemiga.Lue^o necesitaba aislarme, vivir en el silencio, en la mayorsoledad . . . Tena el derecho de exigirles, en gaje de miobra, el sacrificio de sus costumbres, de su cario, de sumoral? Prefer desaparecer momentneamente. Despus

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    las cosas pasaron de otra manera. Sobrevino aquel da terrible. . . Ya no supe lo que haca. . . Sin embargo, nunca miexclusin fu absoluta. Cuando se ama como yo los amo,se est siempre ligado por las presencias virtuales. . .

    Yo temblaba a la idea de que me obligara a precisar mis

    referencias y tener que confiarle la muerte de su madre.A propsito, dime: alguna vez me creyeron muerto?Vacil. Aos haca que la plida Irene llevaba luto por

    l, y la pobre doa Rosario haba dejado este mundo en esacreencia.

    Dmelo, di mel llanamente; no temas afligirme.Pero si te desesperas a cada palabra!No, ya vers que no. En adelante ser fuerte. Tena

    tantas ganas de llorar! No es lo mismo llorar solo. . . comprendes?

    Como todos, llegaron a pensarlo, pero jams perdieron la esperanza de encontrarte un da. . .Abati la cabeza y permaneci un instante con la mira

    da fija en los tizones que se afelpaban de una capa gris en lasombra del rescoldo. Luego, con voz cansada, repiti:

    La esperanza, la esperanza, la esperanza!Te juro...No, no! replicme. Debieron tener la seguri

    dad de que viva! Para qu estaban sus corazones sino parapresentirlo? Oh, qu cosa horrible! Muerto, es decir: olvidado! Y yo que s que cuando estoy triste es porque Irene

    sufre o est enferma! Mam. . . Espera: t me ocultas unacosa. . .Cul?La muerte de mam.Augusto!No, si lo s; pero quiero que me lo digas.Es cierto!

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    Bueno aadi con aire exaltado y mirndome demanera extraviada, escucha, para que veas que cuando seama intensamente esas cosas no se ignoran. Lo .supe en elpropio momento. Fu en una madrugada. El 12 de octubrehar cuatro aos. Estaba solo en el Mirador, trabajando, yde pronto siento un hlito que me roza la frente. Levantola cabeza y veo a mam que se iba, qu se iba despus debesarme! En ese mismo segundo, Mario, que tena dos aos,se puso a llorar desgarradoramente en su cuna. Corr a sulado y, en sus cortas frases, el pobrecito me dijo que una seora lo haba besado. Todava ahora es uno de sus temoresnocturnos. Pobrecito! Qu noche Dios mo! qu noche!Si a lo menos hubiese estado Anna Mara. ..

    Anna Mara? interrump.S, la madre de Mario. . . Pero ven, subamos al Mira

    dor. Qu fro hace aqu!Fu a cerrar los postigos y se detuvo temblando.Qu hay?No s, afuera ocurre algo. ..Yo sent una onda glida correrme en la mdula y me

    acerqu a mirar. No se hubiera podido decir lo que pasabaafuera. En realidad no haba ningn signo visible. Pero haba algo. Aquel silencio repentino, aquella repentina inmovilidad de los rboles y del viento en medio del temporal,hacan pensar en esos momentos de estupor ambiente quepreceden al de las puertas que se abren solas.

    No hay nada dije con una sonrisa mortal, ququieres que haya?Es extrao: ya van dos noches que acontece lo mismo.Qu acontece? qu?No, nada... Pero ven, subamos.

    B O R D E R L A N D 39

    En lugar del pintoresco mirador de antao, encontruna suntuosa cmara rectangular que ocupaba todo el frente del primer piso, con dos puertas a la solana y ventanalesen ambos lados. La decoracin, al estilo de las de Burne-Jo-nes, era sencilla y, a la vez, fantstica. Tanto en la orna

    mentacin como en el mobiliario combinbanse dos coloresnicos. Las paredes tapizadas de moir blanco no ostentaban otro adorno que una franja violeta al nivel de lacornisa, sobre cuyo fondo, entrecruzndose por los tallos,destacbanse de trecho en trecho dos palmas blancas. Elmismo dibujo matizaba la alfombra; y del florn del cieloraso blanco penda una alba lmpara sostenida por una cadena de acero pavonado. En la parte del este, haba unaamplia mesa de fresno cubierta de libros y papeles. En elcentro, en el espacio comprendido entre las dos puertas,

    una chimenea esculpida en mrmol blanco. A cada ladomnsulas de fresno sostenan vasos de porcelana con violetas y fresias. En los estantes, libros primorosamente encuadernados. En el otro extremo, casi en penumbra, distinguase un piano de cola, algunos mueblecitos muy bajos; y, enel ngulo contiguo, un camarn de reposo formado por colgaduras violetas, en cuyo dosel entrecruzbanse tambindos palmas blancas como un augurio de paz.

    Alejse Augusto un momento para ver si Mario dormatranquilo, y comenc a recorrer aquella extraa habitacinque tena algo de gabinete de estudio y algo de tocador, y

    en cuyo ambiente flotaba ese recogimiento solemne y dulcede los santuarios. En la pequea biblioteca contenida en losestantes, haba una veintena de obras literarias y cientficas cuya afinidad de seleccin explicbanme, mejor que todas mis conjeturas, el estado de nimo del pobre amigo.Hoffmann, Poe, Baudeiaire, Walter Pater, Jules Bois,DAnnunzio, Moeterlinck, Verlaine, Samain, Sar Peladan,en la de la izquierda; y en la otra: Le Dantec, Ribot, Mag-

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    nan Berheim, Crookes, Kardec, Ds Rochas, Pregalmmi,Papus, Sage, Kraft-Ebing etctera. En la primera inspeccin no haba reparado en una leyenda que ostentaba elestante superior. Me acerqu y pude leer en minsculas letras gticas esta sentencia terrible:

    Unque vai, unque ti volti,l camino disper ato.

    L a f i g l i a d i J o r i o : A t t . i i i - i i

    En esto entr Augusto plido como un muerto. A medida que avanzaba oscilbale la cabeza de manera que dabalstima, y tena las manos cadas a lo largo del cuerpo como un hombre que ya no puede mas.

    Qu ocurre? pregunt alarmado._

    Un horror! Figrate que voy a ver si Mario duermey me lo encuentro en la obscuridad, sentado en su canuta,sollozando en silencio! La mariposa se ha apagado y el po-brecito dice que alguien la sopl. Qu l ha visto! ^

    Debes cuidar a esa criatura. Semejantes alucinacionesno son nada bueno. . . _ , ,

    Alucinaciones, alucinaciones. . . Que sabemos.Pero Augusto!Explcame entonces por qu no he podido encender

    la mariposa. En fin, no hablemos. Ahora tiene una lamparay lo he dejado casi dormido.

    Anna Mara, Anna Mara! Ah, si ella estuviese aqu,a mi lado, como lo estaba antes! En vez de este desastre,mi vida fuera un Paraso. Pero su presencia de ahora esmi mayor castigo. Es la eterna y muda increpacin de miculpa; es mi propio remordimiento siempre en acecho.

    B O R D E R L A N D 41

    La exaltacin de Augusto presagiaba extremos de undesenlace inquietante. Ya era intil mi propsito de desviar aquel coloquio de su idea fija. Vealo presa de las fuerzas misteriosas que su mente atribulada desencadenara sobre su vida, y que en ese relato, cien veces interrumpido,

    la misma vaguedad de sus alusiones determinaban en todasu flagrante morbilidad. A medida que penetraba en susrecuerdos, yo iba convirtindome en un personaje impersonal, en un personaje-testimonio, y slo adverta mi presencia durante las repentinas fugas de memoria, siendoentonces una ocasin para reanudar el hilo de su relatodivagante e imposible. Pero en el resto del tiempo, Augustome hablaba como si estuviera solo.

    Por mi culpa, por mi culpa no ms, la he perdido!De no ser un loco, de no haberla profanado, la tendraan, como antes, corporizada. Yo deb pasarme la vida derodillas, adorndola. En cambio la envolv en mi destino,en mi destino que t lo sabes no es ms que una fuerza de disgregacin. Disemin su alma a los cuatro vientos,prest su cuerpo a todas las existencias virtuales que nosrodean, y como esa alma y ese cuerpo apenas estaban ligados por un error de la naturaleza, mi audacia, impelidapor una voluntad siniestra, fu la mano que rompi aquelvnculo tan dbil.

    S; slo un error de la fatalidad pudo condenar a AnnaMara a la existencia! Ser de excepcin, todo era extraor

    dinario en Ella. Cuerpo y alma. Con la belleza, heroicaque florece en las vidas cortas posea la excelsitud de espritu de las elegidas. Y era ese contraste de la envolturavoluptuosa de las formas y las significaciones ideales de lamirada, el que infunda la estupefaccin de que uno erapresa al slo verla. A la edad en que las dems mujeresmaduran turgencias de matronas, conservbase esbelta yflexible, con un vago aire de adolescencia, en la plenitud

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    42 ATILIO CHIAPPORI

    formal de sus cuarenta aos. De articulaciones finas, pareca an ms alta por la sencilla majestad con que erguael cuello; y satinbala esa piel imperial para la que seidearon la batista friolenta y los encajes labrados. Sin em

    bargo, aun completamente desnuda, bastbale para velarla magnificencia sensual de su cuerpo, el simple recato desu distincin suprema. Mas donde se sublimaba su naturaleza de ensueo era en las nostalgias de los ojos y en laperfeccin de las manos. Bajo las abundosas crenchas debano que dolores irreales purificaran, como una luz sobrela frente, como una guedeja blanca; en el rostro serenadoen tonos de marfiles viejos, las pupilas de terciopelo pardodorbanse en el fondo con destellos de quin sabe qusuntuosidades extraterrestres. . . Y las manos, oh! susmanos ungidas de misterio teman la palidez serafica, la

    figura alargada, la movilidad expresiva y, sobre todo, eseefluvio sensible por el cual el Principe de las Imgenes calificara a otras, que debieron parecerle en algo, de racesdel alma.

    Y mientras hiciera este retrato quimrico de la que fusu amiga, desapareci del rostro de Augusto la expresinde angustia que lo laceraba. Un resplandor de gloria ilumin su fisonoma, y su voz temblorosa velse con el tonofrvido de las imploraciones. Durante todo el tiempo mantuvo los ojos fijos en el camarn de descanso, como si entre los pliegues de las colgaduras violetas viese surgir a su

    plida adorada. Cuando call, quedse absorto, exttico,en esa contemplacin alucinante. Y era tal la potencia pattica de sus palabras, tal la ansiedad de su actitud, que porun segundo cre en un posible milagro de encarnacin. Enese silencio aun latente de sus evocaciones, sentase comoun influjo del ms all, al punto de mantenerme suspenso,expectante, mirando pasmado aquel rincn de la cmarafantstica, como si yo tambin esperase algo. Y en la in

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    sistencia de aquella atencin involuntaria, fui distinguiendopoco a poco, en el terciopelo violeta del lecho de descanso,una forma blanca, sin contornos precisos, muy blanca eindecisa, como la estela de un rayo lunar. Un sobresalto

    subitneo ateri mi piel. No pude soportar la tensin deese minuto y me levant para cerciorarme.Que vas a hacer? di jome en voz baja, sobrecogida,

    contenindome por un brazo. Dnde vas?No hall qu contestar. Volv a mi asiento y sin decir

    palabra, sacudido por continuos calofros, me qued mirando el camarn.

    No aadi con triste sonrisa, te equivocas. Nohay nadie todava. . . porque ests t aqu. No hay nada msque su tnica de encajes. Parece agitarse porque es muy fina,es como una espuma de seda, como una llama blanca; fulabrada por sus manos desde el cuello a la orla. . . Es la queusaba durante sus encarnaciones, la que tena puesta en elmomento terrible que te contar.

    Callse de nuevo y, despus de una pausa mortal, implor lastimeramente:

    No te enojes! Escucha: eres mi amigo, casi mi herma-no>Y quiero contarte todo, todo, todo. Pero no me pidas quete deje aproximar a esa reliquia. . . Srazonable! Es sagradacomo un ostensorio. . . Llevbala sobre su cuerpo desnudo,blanco como un cirio. Ah, si supieras! Han pasado seis

    aos y, sin embargo, est embalsamada de su perfume comoel primer da un sutil aroma de fresias y de nardos, muysuave e inextinguible. Y para que el milagro sea perfecto,conserva an el escorzo de sus formas, y en sus plieguestnues ondula todava el ritmo de sus actitudes. Es como sucarne de ahora, misteriosa y vaga. Realzase en ella, en la altanoche, el prodigio inefable de las hostias. Es sagrada como unostensorio...

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    Lo que me mortifica repuse ya sereno es quepersistas en recordar tales vicisitudes. Clmate, hablaremosmaana, pasado, cuando quieras. Pero reposa esta noche.

    Para eso te he llamado.

    Bueno: hablaremos de ti, de tus trabajos.Es que todo, mi vida, mi obra especialmente miobra todo est ligado a Ella.

    Mi obra! Ah! mil veces maldita la hora en que laimagin. Ha sido la causa del crimen que necesito gritar,gritar muy fuerte, con lgrimas, con risas, como quien sesaca un peso enorme de encima! Y es menester que conozcashasta en sus detalles la marcha de esta fatalidad: Un hombreque con sus propias manos perecederas, destruye la Felicidad,el Paraso, la Gloria, por complacer una voluntad perversa;

    por aplacar una sed de dolor, de sacrificio, de sangre; unapetito obscuro que slo se sacia con la voluptuosidad deldao propio ofertado por la misma vctima.

    Desligar mis recuerdos de Ella! Qu locura! Hay quesaber lo que fu ese ao y medio de vida. Acaso no ha existido sobre la tierra otra unin como la nuestra, tan ntima,tan indisoluble, gracias a una efusin total de afectos ydeseos, y a una paridad sublime de ideales. All haba todoel amor, y ese algo ms que el amor que es lo nico queimprime huellas perdurables en las almas que se buscan: Lacomunin con el misterio, con las fuerzas ciegas de la vida,

    las que presiden los gnesis y las disoluciones, las que llevana los orgenes. Slo as es dado identificarse. De otra maneralas almas son casi siempre impenetrables. De all esa recnditainquietud del amor, germen de la eterna tragedia humana.Pero nosotros ramos dos y uno. Dentro del mas acordesincronismo espiritual persista, no obstante, la dualidad sensual necesaria a la insalvable desarmona humana; dos y uno,as como en las aguas de un delta, el verde obscuro de las on

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    das salobres se trasluce en el seno de la corriente cristalinadel rio que se abre al ocano. .. Y todava seguiramossindolo, de no haberla posedo, de no haberla profanado!

    En ese momento oyse un pavoroso grito de Mario,y Augusto corri a su cuarto, separado del gran saln porpesadas colgaduras. Serame imposible analizar la calidaddel silencio que se hizo enseguida. El extrao fenmenoque nos embargara, poco antes, en el comedor, repetaseafuera; y esta vez mi inquietud llegaba a los lindes del miedo.Jamas, jams en mi vida, haba presenciado una inmovilidadms absoluta de los elementos y de las cosas, ni siquiera, Seora en Ia quinta, aquella tarde infausta en que usted meexigi la historia de La Corbata Azul. Y eso en medio del

    temporal, de golpe, como si una mano invisible detuvierarepentinamente el viento desencadenado y, a su influjo,se pasmara toda vida pattica en la naturaleza. Y lo quefiltraba calofros en mis venas era que, en medio de laquietud, de la impasibilidad circundante, pareca despertarseen el fantstico recinto en los ngulos en penumbra, traslos tapices del camarn esa actividad espectral, que sesiente de la manera como se adivina el odio y la antipata.

    Lleg Augusto y, antes de ocupar su puesto, levant elcortinado sin duda para que Mario quedase tranquilo, viendoque no nos alejbamos de all. Dejse caer pesadamente en

    su silla y sin decir palabra comenz a mover la cabeza comoun hombre perdido. Tuve que levantarme y sacudirle, porque aquello era ya insoportable.

    Otra vez la luz! gesticul sin alzar la vista.Pero entonces esa criatura no duerme!S, duerme; pero siempre fu as. Aun en lo ms

    profundo del sueo, si se apaga la luz se despierta en el acto,gritando como si alguien lo martirizara. En los ltimos tiem

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    pos, Anna Mara tambin sobresaltbase durmiendo encuanto la mariposa se extingua. Pero Ella ya haba penetrado en el misterio... Torpemente yo desencadenarasobre su cabeza todo el horror de mi destino...!

    Y antes de que pudiera contener su movimiento, cayde rodillas a mis pies gimiendo:

    Ah! querido, querido . . . ! soy un criminal!Clmate! s fuerte, levntate!Deb de adorarla as, de rodillas, de rodillas toda la

    vida, toda la vida!Eso era ya el desvaro, y me levant haciendo inauditos

    esfuerzos para fingirme sereno:Oye! dije, casi golpendole, si permaneces un

    minuto ms as, me marcho en seguida, y no me volversa ver. Qu locura!

    No, no, qudate! perdname! y perdname ttambin Anna Mara! implor mirando a lo alto.Lentamente, humildemente, fu a su asiento y all llor

    en silencio largo tiempo.

    Fu una tarde, en Tenerife, en los jardines del Qui-sisana Hotel, donde la conoc. Bajaba la montaa serpenteadade terrazas floridas, dando el brazo a un anciano valetudinario y ciego. Era su padre, un sabio italiano que muri,poco despus de conocernos, en una maana luminosa y

    alegre como una aleluya. Desembarcara en la Isla poralgunas horas, no ms, y ya me volva, cuando Ella glorific mis ojos. Haba tal distincin en su porte, tanta exactitud en su mirada, y circundbala no s qu misteriosoaire de melancola y de extratierra que, a su paso, sentdoblrseme las rodillas y a mis labios subi su nombre simplemente: Anna Mara! Aun hoy me pregunto como pudeadivinarlo. Al principio tuve la sensacin indefinible de las

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    cosas nuevas que nos parecen de pronto ya vistas. Pero fualgo muy distinto, fu una verdadera anunciacin. Creme,una anunciacin. Recuerdo que Ella se volvi lentamente,muy plida pero no extraada, y sonrise con tanta tristezaque el crepsculo se angusti sn los alcores. Era Ella, la

    soada, la esperada, la implorada! Ella, que me sonreatristemente como una persona que ya sabe!Volv al Hotel como un ausente y escrib a mis padres

    avisndoles que me quedaba. Caa la tarde y en la penumbradel tea-room desierto los ltimos reflejos moran en lasporcelanas diseminadas en bandejas de cobre rojo sobre trpodes de bamb. Aquella soledad envolvame como unmanto, y tuve tanta tristeza que parecame sentirla comoun velo sobre mis ojos y como un hlito sobre mis manos.Sal al jardn. Poco despus apareci Anna Mara, sola. Asu llegada la tarde se pobl de armonas. Entonces sin unapalabra la ms casta hubiese sido un pecado tom susmanos y me cubr el rostro. Despus no s. Cuando volva la vida, sent sus lgrimas entibiar mi cuello. Pero esas yaeran lagrimas de una alegra triste. Despus nos acodamos,muy juntos, en la baranda de un puente y permanecimos,as, mirando como el crepsculo aterciopelaba el cielo,desvaneca las colinas lejanas, y, all en la rada, desflocabalos albos copos de las olas sobre el azul violeta del que partaun barco con su penacho de humo. Una ligera brisa, aromada de yerbas salvajes y de lluvia reciente, lleg de la montaa

    y fu como una invitacin al retiro. Nos volvimos. Elhorizonte arda tras una cadena de montes morados que seperfilaban con indecisin fantstica sobre aquel fondo rojo-granate. Muy lejos, all muy lejos, el pico de Teide esfumabasu alba cspide en la lividez del cielo. En los valles cercanos,algunas palmeras recortaban en aquella luz cerlea sus copasya verdinegras de noche. En un jacarand de flores azulesque parecan mordoradas, una calandria trin su aflictiva

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    escala. Abajo, por la subida de Santa Cruz a la laguna, ibanlabriegos arrastrando sus madreas, el sombrero en las manos,las camisas abullonadas por el viento, tras una caravana decamellos cargados de cochinilla, tabaco y tomates. Msabajo, volviendo de Watering Place, un grupo de muchachascon sus barrilitos multicolores en la cabeza, pasaban cantando una cancin aldeana monocorde e interminable. Toda lacampia pareca cubrirse de cenizas. Los montes ya nose perfilaban en el horizonte violceo. Ceso la brisa y no semova una hoja en los frondas que costebamos. Entonces,en la ciudad ya negra, las campanas sonaron pausadamente,campanas que omos durante todo el camino cada vez masdbiles, cada vez ms lejanas. . .

    Termin aquel relato en actitud de xtasis: la voztrmula, las manos juntas y la mirada perdida en lo invisible.Era otro. Sus facciones se suavizaron, un vago rosa coloreolas mejillas y de los labios entreabiertos por el fervor delrecuerdo, pareca ascender una llama incolora, muy tenue,como un soplo ardiente, como sube un deseo que no se dice ouna plegaria interior.

    Pero semejante exaltacin embargbame mas que elabatimiento de antes. A todo trance era menester arrancarlode sus episodios pasionales, y no encontr otro recurso queinsinuar la conversacin sobre su libro. No era posible

    que permanecisemos as toda la noche, en aquella tensin deespritu, aumentada por mil sucedidos ambiguos los sobresaltos de Mario, las supersticiones de Rosina y lasvicisitudes de aquella tormenta quimrica, con sus calmasagobiantes y la alterna furia del viento, cimbrando como a

    juncos los enhiestos eucaliptus, en una sucesin de relmpagos tan continua que el recinto pareca invadido de unaatmsfera malsana y fosforecente, donde las tintas violetas

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    del decorado adquiran tonos crdenos y el moir blanco delas paredes se argentaba con fluidas vetas de azogue.

    Hablaste de tu obra dije temblando por el eco demi voz en ese instante, la tienes ya terminada?

    - Desde que Ella se fue, ya nadie podra terminarla sobrela tierra. . . Ni siquiera yo, a quien visita en los silenciosnocturnos.

    Volvamos al tema obsesor y apresreme a preguntar:La titulabas?{Estis Salvados?Un libro mstico?

    Si y no; cada uno ve en los libros, lo que ve en smismo. . . Pero, en todo caso, no es lo que su ttulo sugierea primera vista. Hay all es cierto, una ansia de elevacin,pero no es la de de los Ejercicios Espirituales... Cmo

    podra explicar?. . . Mira, debo confesarte una falla tremenda de mi inteligencia: a causa de esa misma obra, que mearroba y maldigo; a causa de la disgregacin de mi espritu enmil vidas quimricas, a veces, hablando, no puedo concretarmis pensamientos. Se confunden, se desvanecen; he perdidoel don de sensibilizarlos en la palabra. Cmo te dir?. . .Como un escultor cuyas manos no pudieran modelar laimagen que ve cerrando los ojos. . . Prefiero relatarte elorigen de ese ttulo y, acaso, llegue as a darte una idea del obra.

    Le ofrec un cigarro pero lo rechaz tapndose los ojos.

    Sera un veneno dijo azoradamente (un venenoque me atrae como una boca aromada y fatal). Si lo aceptara, minutos despus no recordara un solo nombre, un solositio. Hace aos que el doctor Biercold me lo prohibiera.Atribua ese fenmeno a un efecto de intoxicacin. Hablme de amnesia tabquica aguda . . . Sin embargo, yo sque es otra cosa . . .

    Qu cosa?

    *

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    Suspir profundamente como un hombre a quien obligan a explicar algo que no va a ser comprendido y dijo:

    Sera menester que supieses a qu punto he llegado aexteriorizar mi sensibilidad, para que admitieras la relacinsubstancial que hay entre el humo que se diluye en el airey la fuga de mi memoria .. . y no vayas a creer que reeditoel banal clich romntico . . . Oh, no! . . . Es algo ms profundo . . . Dime: has tomado haschichs, alguna vez?

    No.Bajo su influencia se tiene la sensacin de ser por

    ejemplo, el objeto que uno mira. Comprendes? Mirasun rbol y t ests en el rbol, eres el rbol y sientes lo quedebe sentir el rbol: te agitas si pasa una racha de vientoy tu frente adquiere frescuras de follaje. Qu gloria sentirse brotar en primavera! El haschichs suprime el vinculo

    de cohesin de la individualidad y nuestro ser se diseminahasta en las cosas inertes. Es como si una fuerza extraavenciera la cohesin molecular de un slido: se desvanecera lo mismo que un gas que se expande. Bien, las innumerables transmutaciones y transfusiones de alma a que mesometiera por mi obra, han roto esa unidad personal; yas tengo una voluntad inquebrantable mirando un robley se borran mis pensamientos con el humo. Hazme el servicio de no fumar t tampoco!

    Acced presa de atroz angustia por aquella preocupacin misteriosa hasta en los mas nimios detalles, y l con-tinu.Estis Salvados?es la traduccin literal de un extrao anuncio que vi en grandes letras metalicas en lo masalto de un enorme y gris office de Londres: Are yonsaved?.

    Una secta redentorista, haba puesto all esa preguntaterrible, entre redes telegrficas y chimeneas humeantes,para recordar a los hombres de negocio que con el destino

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    no se opera a plazo fijo . . . Yo le doy otra acepcin.Luego vers...

    Echse a rer siniestramente y dijo:Es curioso eh? que una simple leyenda revele de

    improviso al nimo toda una creacin hasta entonces in

    consciente. Pero soy as. A m me sugiere ms profundasreflexiones sobre la finalidad humana un grabado de Ropsque todos los volmenes de Nietzsche. Soy as. . .

    Y lentamente, moviendo la cabeza, recit el delirio deCandia Della Leonessa:

    E duna tela viense tanta tramae duna fonte viense tanto fiuniee duna quercia viense tante ramee duna madre tante ere ature!

    Are you saved?

    Hay una forma de existencia que no es la locura yque sin embargo, no es la vida natural. Cada da descubresa alguno de tus conocidos, que hasta entonces se comportara correctamente, cometiendo de pronto actos arbitrarios,inmorales o extravagantes. Para todo el mundo es uno msque cae bajo jurisdiccin de los cdigos, vencido por las milconcuspicencias de las ciudades. Es un criminal, es un cnico, es un insensato. Pero obsrvalo bien, inquiere el origen

    de sus faltas, y no encontrars ninguno de los prodromosen que se deslizan aqullos. Ese hombre ha cado comofulgurado.

    Si eres su amigo interrgalo. Entonces te dir que desdeun tiempo atrs sinti un ansia indefinible. Tristezas repentinas, xtasis deslumbradores. Poco a poco, su personalidad, su yo, fu entregndose ms y ms a esas formasdifusas del sentimiento, y a medida que se alejaba en la

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    vida, desapareciendo casi, naca en l otra naturaleza parsita, hasta llegar un mome.nto a levantarse amenazadorafrente a su voluntad. Y all comienza el drama horrible. Noslo se advierte que ese espritu es perfectamente extraoa su yo, sino que comprueba angustiado las modificaciones

    perniciosas que imprimen a su carcter, a sus deseos, a suafectuosidad. Sufre hasta fsicamente: livideces repentinas,sudores fros, insomnios. . . Ya ves, como los endemoniados.

    Con palabras de espanto te referir la lucha horrendacon la intrusa; el conflicto absurdo de dos yo en la direccin de una vida. Uno, insensato, inmoral, preocupado defutesas; y el otro, razonable, contrado al estudio y al trabajo. Y no vayas a creer que es la demencia. Trtase de algoque antao llamrase maleficio, que la medicina calificun da de obsesiones, y que yo he descubierto como unavance sobre la vida personal, desintegrada por cualquiercausa, de las existencias virtuales que en todas partes noscircundan. La prueba la tienes observando que siempreson fallas pasionales o de instinto, es decir: de la sensibilidad y del sentimiento, las dos formas primordiales y mssimples de la vida. Esa intrusin, no obstaculiza en nada elmecanismo general de la inteligencia: la memoria queda intacta, el raciocinio perfecto, la voluntad vigila el posedodiscute con la intrusa, las asociaciones de ideas subsisten. De all resulta que tu amigo, fuera de sus impulsosperversos o antisociales, es un hombre hbil en su profe

    sin, en su arte o en su comercio.Y hay otra particularidad. He observado que esta especiede maleficio ataca solamente * a las naturalezas superiores,vale decir, a las menos naturales, las ms evolucionadas, lasms refinadas, las ms disgregadas. El patan y el gomosocuyo valor espiritual es idntico o son locos de manicomio o normales como filisteos. Es el mismo destino quegener y dirigi sus vidas el que les hace preferir, en ma

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    teria de sensaciones, la conmocion del chock al calofro dela caricia; el brochazo vivo a la desvanescencia de los matices, el melodrama a la tragedia. Cuando beben les ocurrealgo anlogo. No conocen el glorioso delirio de la embriaguez. Enseguida se descomponen del estmago o caen ensopor. Y cuando estn alegres, ren pero no saben sonrer.Es el frecuente defecto que afea a las campesinas hermosas: no saber sonrer.

    Y repara que no te hablo aqu de la locura segn laidea popular. Cuando te digo que no son dementes, sobreentiendo que no son delirantes ni padecen de ideas fijas.La demencia destruye el intelecto, y la idea fija es un pensamiento fro, expectante, que anula la voluntad, la reemplaza y que, hacindose aceptar como real y lgica, noprovoca ningn conflicto penoso.

    Hay que convencerse que es una transfusin de otrasvidas en las nuestras, sin que se requiera que sean malignaspara provocar el conflicto. Basta con la desarmona queprovocan, para desbaratar el viejo dogma de la libertadhumana y, por tanto, la moral tradicional. En esa accinde un espritu sobre otro, hay una especie de impresin fotogrfica, con la nica diferencia de que el objeto sensibilizado es consciente, sin que el tener conciencia del fenmeno que se realiza altere en nada la naturaleza del mismo.

    Y lo terrible es que puede ejercerse sobre cualquiera:lo mismo sobre el que nace disminuido en su integridad

    espiritual, por una herencia de predisposiciones, como sobre el normal que se debilita en excesos o en sufrimientosdolor o placer y sobre todo esas dos dulzuras diablicas del alcohol y de la lujuria.

    Bueno interrump, con eso habrs descubiertouna nueva forma de neurosis o de maleficio como t quieras llamarla; con ellas podrs hacer historias clnicas mso menos literarias, pero no tu obra. . .

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    Ah, cmo te equivocas repsome con una sonrisacompasiva. Si el tremendo conflicto que acabo de referirte se redujera a una simple lucha de clulas, claro estque s. Pero no, aqu hay algo que nunca llegar a ver lahistologa patolgica.

    Historias clnicas! Pero entonces olvidas que esos desgraciados viven en sociedad, que tienen padres, esposas,amigos, queridas, a quienes sus actos arbitrarios pueden lesionar dolorosamente! Olvidas que sintiendo su inteligencia perfecta tienen aptitudes y ambiciones, y que en suarte o su profesin se ven obstaculizados por ese poder extrao que aventa su porvenir! O acaso tales dolores noson dignos del drama? Tendremos que limitarnos a llorareternamente la eterna memoria de la eterna novia de losquince aos?

    Verdad que all hay lo que llaman "substractum degenerativo, pero no se describe. Interviene virtualmente ensus destinos como intervena la fatalidad en las tragediasgriegas, el honor en los dramas espaoles, la perversidad primordial en las historias de Poe, las preocupaciones sociales enla comedia moderna. Es la fatalidad finisecular. Son hombrescomo todos; no se les distingue. Sus taras son nicamenteexpiatorias. No crees?

    Pero aun admitiendo tu teora insist, no piensas que limitas la observacin a un grupo reducido, tanreducido que casi puede decirse que est fuera de la vida?

    Bastara uno slo de esos seres para justificar la obrade arte. Pero te equivocas pensando que son pocos. Sonpocos los que llegan al grado que te he descrito, es decir: alparoxismo. Pero hay miles y miles que viven sin violarningn precepto de la moral corriente y que, no obstante,estn todos los momentos a punto de violarla. Tienen lasuerte de que no se cruce en sus vidas una causa determinante. Si no, dime: cul es el hombre sensato que no ha

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    tenido nunca una idea monstruosa? Quin est seguro deno tenerla un da? Are you saved?

    As, a cada paso, encuentras quien se te queja de nopoder trabajar: que est deprimido, que tiene "la cabezavaca. Custale un verdadero esfuerzo dirigir sus pensa

    mientos, y cada vez que debe tomar una resolucin abr-manle hesitaciones terribles. Es la confusin mental, a veces exaltada al extremo de simular una fecunda actividadintelectiva, pero que siempre se denuncia por la fuga deideas, las incoherencias y las ficciones de un mundo imaginario. Hasta el olvido colectivo de los antepasados lamuerte de la tradicin, el despego por los intereses de la sociedad no es ms que la suma de las incapacidades individuales para precisar los recuerdos.

    Sea!, pero partiendo de esas perturbaciones, vas aremover todas las heces humanas.

    ^ i Ah, no! tranquilzate. No tengo ninguna predileccin por lo feo, lo deforme, lo malo. Por eso no he imaginado refinamientos a lo Sade ni teologas a lo Bradomn.Tranquilzate. Fatalmente castos y abstemios, mis protagonistas nada saben de perversiones, ni se deleitan con rolesde medicina legal. Monsieur de Phocas no tiene all ningnproslito, ni entre ellos se cuenta siquiera un morfinmano.. . Ya ves, por ese lado, como en las novelas para lasmodistas. Bajo su influencia nefasta, ms que en una nomenclatura neuroptica, podra inclurseles en las anti

    guas consejas de los posedos.No son, pues, finiseculares en el sentido concupiscentede la palabra. No se complacen en su degeneracin. Al contrario, quieren ser buenos, sensatos; aspiran a vivir la vidariente que constituye el eterno tema de sus divagaciones;y si no lo consiguen es porque en sus destinos hay algodel horror litrgico del anathema. Dirase que cada unode sus actos cumple un designio anterior. Por eso, melanc-

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    leos o gesticulantes, pasan siempre en actitud punitoria camino del territorio predestinado.

    Sin embargo, a pesar de ese conflico odioso, no son pesimistas. Acontceles lo que a los tsicos que en la maana

    del da de su muerte forjan proyectos de ensueo para elporvenir. De all que sean casi siempre sentimentales, conla nostalgia un tanto rencorosa que les inspira el recuerdo dela destemplanza originaria de los abuelos, y la melancolaproveniente de la preciencia de sus destinos, y de saberque, sin embargo, sus anhelos no estn tendidos hacia esosdestinos.

    Bajo esa influencia obscura viven sobresaltados, tratando de descubrir, en los confines del bien y del mal, cuandoson y cundo no son ellos; cundo estn y cundo no ensu propia responsabilidad y dentro de su conciencia; pues,

    gozando en absoluto de sus facultades directrices, poseenuna penetracin asombrosa para analizar el conflicto interno que los atormenta, "el fardo de lo incomunicableque deca Toms de Quincey.

    Son hombres que sufren y que aman; que hacen sufriry que se hacen querer. Son almas deformes pero no malas.Son peores y mejores que cada uno de nosotros. Hasta sonbellos, porque son desdichados. Dignos de envidia y delstima. Son de este tiempo y son remotsimos ciudadanosde todos los pases. Tienen la edad de todos. Quin no seles parece un poco? Ave you saved?

    Hay una objecin preliminar que hacerte dije,como ltima tentativa, la que opusiera Anatole Francea Hamlet: "Obligas a la gente a pensar, y ese es un errorque de ninguna manera se te perdonara aqu .

    Objecin formidable, si mi libro no fuera otra cosa;que teoras filosficas dialogadas. Mas a parte del nteres,dramtico, encierra la invencible atraccin del espanto,;Hay un aliciente ms tentador? Mira: los hombres de to-j

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    dos Jos tiempos complacironse en cultivar terrores desconocidos que incorporaban a sus ritos y a su arte. Maleficios,obsesiones, "tedium vitas, no son sino distintas fases deun sola influencia, que vemos bajo diversos aspectos siguien

    do las transmutaciones de la sabidura, pero que, en s, essiempre la misma: la eterna angustia humana creada por elmisterio del ms alia fuga mortis; y por las acechanzasde los seres que viven en el ms all los habitantes deShadomand. A ella se deben desde las supersticiones ingenuas hasta los eruditos relatos del mal finisecular. Por esocada poca tiene su literatura de tribulacin. Hoffmann,l'oe, Baudelaire les charmes de l'horrcur nennivrentque les forts. Slo que dicha influencia va tornndosecada vez mas difusa. La supersticin supona una accinobscura pero personal. Era el terror a un espritu, con pa

    siones y actos de hombre, misericordioso para con estos yciuel para con aquellos. Irritabasele o contestbasele segnel grado de atencin que se le prestaba o el honor que sele renda. Pero siempre mal humorado, hostil a la alegrahumana. De all que se le desagraviara sacrificando unaparte de ese placer para que consintiera el resto. Cuandoescriba el primero de aquellos, aun era fcil encontrarfrescas las races de las supersticiones, por eso el terror desus cuentos fantsticos proviene de una accin preternatural. Desapareca la fe, el maleficio muri con el demonio.Ya en la obra de Poe los fantasmas son menos objetivos.Es la perversidad primordial, el "primum movile el queimpera. La alucinacin reemplaza al fantasma. Pero siempre siguen siendo historias extraordinarias. Palacios encantados, pases fantsticos, mujeres extraterrestres. Luego vinoa efmera literatura de detectives; mas Scherlock Holmesfu tan hbil en sus inducciones que ya no hubo porquetener miedo. Y el mundo que no encontraba ya de quhorrorizarse, ni de qu asustarse, enfermse de tedio. Viaj

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    de un lado a otro, busc el olvido en la inquietud, en losrefinamientos, en los parasos artificiales, en las perversiones . . . y para huir de la eterna angustia humana, aristocratizada en spleen, vivi como nos cuenta Jean Lorrain,dilapidando sus energas, infectndolo, todo, gastndolotodo. Mis personajes son los nietos de esos agotados.

    La neurastenia, la melancola sutil, el spleen, las obsesiones y los delirios desvarios de las vidas ocultas queanidan en nuestras almas no son enfermedades de la literatura, sino del individuo y de la poca. Crecieron juntocon el progreso y son, por tanto, flores de civilizacin.Concbese que surjan en las obras de arte, ya que la estticano pertenece a la inteligencia sino a la sensibilidad.

    Pero para externar esa vida interior, sobresaltada, angustiosa, de eterno conflicto continu Augusto enpleno deliquio, era necesario estudiar estados de almapues los signos exteriores son por lo general escasos, yaque quien sufre esa damnacin, as como se defiende ens mismo del pensamiento intruso, trata de despistar a lasociedad; cosa tanto ms fcil cuanto que conserva su equilibrio intelectual. Haba, pues, que observar estados de nimo, sorprenderlos, a pesar del disimulo y de la tcticaocultadora. Y como comprenders era una obra casi irrealizable.

    Por mi parte algo poda hacer. Los aos agitados yaventureros de mi vida, la hiperestesia que me conoces,formaban un substractum bastante apto para encarnaresas vidas ocultas y completar con el examen de mi propiatribulacin las impresiones que deba transmitir. Propensoa los ensueos, al soliloquio, no me fue difcil tensionarmi espritu y aguzar an ms mi sensibilidad para vivirvirtualmente, por algn tiempo, mis desdichados persona

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    jes.De esa manera logr una serie de estudios y bocetos quejams pude ordenar. Vers por qu.

    Mas, no obstante la adquisicin de esa nueva modalidadespiritual, los cuadros quedaban incompletos. Un conjuntoinnumerable de sensaciones preciosas escapaban a mi ob

    servacin. Ante el relieve y vitalidad con que mi esprituconceba los personajes masculinos, las mujeres de mis episodios resultaban simplemente esquemticas. Quin podadarme ese tesoro inapreciable? No bastaba solamente encontrar un espritu extransensible, sino un espritu capaz tambin de analizar sus emociones y sus sentimientos.

    "Por eso, durante cierto tiempo, me dediqu al estudiode los fenmenos inconscientes y del automatismo psquico,a fin de poder insinuarme, infiltrarme en los espritus, yobservar as el espectculo quimrico de las vidas interiores.

    Cuando me volv y hall a Mario parado detrs de misilla, le juro, Seora, que me puse a temblar como un malhechor. El pobrecito mirbanos en silencio, temblando bajosu camisn de batista, y grandes lgrimas corran por susmejillas lvidas.

    Mhijo! Por Dios! grit Augusto levantndose deun salto. Por qu has hecho esto?

    Tomlo en sus brazos y quiso llevarlo nuevamente a sulecho. Entonces Mario, que no haba dicho una palabra, que

    no tuviera una queja, solloz:No pap! no pap! Yo te quiero mucho . . . No meHeves all.

    S, Augusto dije, consiente . . . Ya ves que nopuede dormir. Por qu no se lo dejas a Rosina? Yo mismopodra ir . . .

    ^Mario desprendise del cuello de su padre y tuvo parau una mirada de inmenso reconocimiento que me hel,

  • 7/23/2019 CHIAPPORI, ATILIO, -Borderland y la eterna angustia_PAGS. 000_099____IMPRIMIDO..pdf

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    porque era la mirada de un hombre a quien salvan de unsuplicio atroz.

    Tienes razn; pero ir yo mismo repuso Augusto.Tom del sof una piel de zorro gris, envolvi en ella al

    nio, y se dirigi hacia el piso bajo para entregrselo a Rosina.Qued solo. Nuevos relmpagos inundaron la cmara.Quise cerrar los postigos para evitar esa causa de sobresalto

    fsico, pero los ventanales de vitraux carecan de ellos. Yno tuve ms remedio que quedarme all, viendo cmo aquella luz lvida y azulada envolva en tonos quimricos muebles y tapiceras. Sobre todo ese camarn violeta, donde resaltaba, como un cuerpo muy tenue, la tnica misteriosaque era como una espuma de seda o como una llama blanca.

    Mi arte deba ser de una simplicidad natural en ladescripcin exterior, y el resultado de un anlisis minucioso,de innumerables observaciones en lo espiritual dijo Augusto reanudando sus teoras, como si nada hubiese pasado. Uniendo esas dos impresiones llegara a un realismosutil, de cierta manera anlogo al que proclam the saeteaseven. Es decir: verista no slo en las representaciones visibles escenas, actitudes, fisonomas , sino tambin en lasrealidades de la vida interior conflictos sentimentales omorales; de suerte a dar, en una sntesis preponderante, laexactitud del momento dramtico.

    Claro est que semejante propsito imponame un trabajo inaudito. Para alcanzar esa simplicidad sublime, requerase una intensidad preceptiva, una particular sutileza desensibilidad, que me permitiera deducir de las propias sensaciones y emociones las realidades de vida interior en losdems. Nosotros ignoramos muchos fenmenos y formasde la vida porque nos falta el sentido correspondiente paranotar sus cualidades especiales. Ah! tu ignoras el enjambre

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    de vidas virtuales que nos rodea. Todo espritu linda con elms all. Y para aquellos que lo merecen, hasta en los sucedidos ms nimios se manifiestan las vidas ocultas. Estn entodas partes, nos acompaan a todas partes. Se identificancon nosotros, son desdoblamientos de nosotros mismos, sonalmas de nuestras almas. Son las que dispensan las alegrasespontneas, y las que nos ensombrecen repentinamente conangustias sin motivo. Es el subitneo recuerdo de la ausente,son las caricias que flotan en el aire, las melancolas quedescienden en los crepsculos, son las voces que nos llamanen el silencio. Son las que presiden las horas supremas delamor y de la muerte.

    Para apreciar estas vidas que tan gran importan