César Di Candia - Francisco Piria

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FRANCISCO PIRIAPor Csar Di Candia

EL "SEGUNDO FUNDADOR DE MONTEVIDEO"La historia de un hombre que partiendo de la ms absoluta pobreza, lleg a ser el comerciante ms famoso y ms rico del pas, al punto de creerse con ms poder que los mismos gobiernos. Qu extraas circunstancias hicieron posible que un hijo de inmigrantes nacido en un hogar de extrema modestia se convirtiera con los aos, en el empresario ms exitoso y de ms poder que haya conocido el pas? Seguramente una suma de factores: inteligencia, imaginacin, suerte, escrpulos comerciales no demasiado rgidos, eficacsima utilizacin de la propaganda, vinculaciones polticas. Hubo algo ms sin embargo, mucho ms importante: su extraordinaria habilidad para descubrir la potencialidad econmica de un pas vacilante que se debata entre el comienzo de una revolucin y el anuncio de la siguiente. Ms all del optimismo de todo padre, ningn motivo exista para que los inmigrantes Lorenzo Plcido Piria y Serafina Grosso pudieran predecir un destino venturoso para aquel hijo anotado en la iglesia Matriz en noviembre de 1847. Es probable incluso que a esa altura ya estuvieran arrepentidos de haber venido a buscar un porvenir en un territorio que estaba siempre envuelto en guerras que ni siquiera entendan. Lo cierto es que en sus luchas por sobrevivir, se perdieron los rastros de los primeros aos de su hijo. Incluso algn investigador ha pensado que fue llevado a Italia para ser educado por un to, lejos de tierras que no aportaban ninguna seguridad. Los propios relatos de Piria, que escribi durante su vida varios folletos autobiogrficos aunque sus fantasas les han dado poco crdito, lo sitan a los quince aos como fugado de su casa, trabajando en una estancia de la cual se march poco despus en un zaino robado a su patrn. Ms adelante, segn sus recuerdos, ingres a la Guardia Nacional sin tener la edad necesaria y particip en una accin contra el caudillo colorado Fausto Aguilar. Dada la facilidad con que en todos sus folletos y artculos periodsticos, Piria mezclaba la realidad con sus embustes y con la constante exaltacin de su personalidad, no es seguro que el episodio antedicho haya sido cierto. Lo concreto y verificable es que sus veinte aos lo sorprendieron ejerciendo actividades de rematador en aquel Mercado Viejo, ubicado dentro de la Ciudadela que fuera luego demolido para dar lugar a la ampliacin de la Plaza Independencia. All lo descubri Daniel Muoz, escribiendo como cronista de poca, bajo el seudnimo Sansn Carrasco. "Mis recuerdos acerca de los antecedentes de Piria slo alcanzan a su aparicin bajo el arco de salida del Mercado Viejo, donde

estableci su tienda de remates permanente que funcionaba desde las primeras horas de la maana hasta las diez de la noche, hubiese o no concurrentes, con sol o con lluvia, con calor o con fro, oyndose siempre el contnuo pregonar del vendedor, cuya voz se enronqueca a medida que avanzaba el da y que al llegar la noche se haca de todo punto incomprensible. Los dependientes de Piria apenas le duraban una semana. Si se formase una estadstica de los que en Montevideo padecen de la laringe, figuraran en crecida proporcin los que llevaban el martillo en la tienda del arco del mercado. Eran de verse los esfuerzos que haca el martillero para atraer marchantes. -Vamos a ver seores!- repeta con nfasis- Cinco reales, cinco reales! ...No hay quin de ms? Fjense que sto es tirado a la calle... Y al mismo tiempo que con la mano derecha repicaba con el martillo sobre el mostrador, cada vez que ante la puerta pasaba un transente, mostraba con la izquierda en alto un calzoncillo o una camisa cuyas bondades ponderaba intilmente pues ni los bancos ni las sillas, nicos concurrentes por lo general de la tienda, se dejaban convencer por la elocuencia del orador. Pero eso no arredr a Piria. Cuando el pblico no acuda de suyo, l buscaba medio de traerlo y as como los cazadores de jilgueros ponen un llamador para que los que vuelan acudan al reclamo, as tambin Piria alquilaba cuatro o cinco grandules (sic) de esos que haraganean en los bancos de las plazas los cuales servan de reclamo para hacer entrar a los paseantes desocupados que a su vez iban formando un ncleo que poco a poco aumentaba hasta que la concurrencia llenaba todo el local". El mismo Piria afirmaba aos despus que en su comercio de remates, llamado Exposicin Universal haba vendido no solamente ropa de todo tipo sino tambin anillos a los que ofreca como garantidos falsos. Y que cuando aparecieron los relojes de bolsillo, lleg a comerciar ms de siete mil en un ao. La verdad es que en esas transacciones, el joven Piria remataba todo tipo de objetos a muchos de los cuales atribua virtudes absolutamente inventadas. Uno de sus nietos, Ricardo Piria, cont en una ocasin a este cronista que segn recuerdos familiares, su abuelo ofreca un mgico lquido para combatir la calvicie pero previniendo a los posibles usuarios que tuvieran cuidado de no mojarse los dedos porque inevitablemente les creceran pelos en ellos. Ya a los veinte aos y mucho antes que esto fuera considerado un elemento imprescindible en el mundo del comercio, Francisco Piria dominaba a la perfeccin el arte de la propaganda. Como ejemplo, bastara con reproducir uno de los folletos que en los aos sesenta del siglo XIX, haca repartir por la ciudad. "Gran Bazar y Remate bajo el arco del Mercado Viejo. Hay casa que venda tan barato? No! Hay casa que posea un surtido tan variado? No! Hay casa que venda tanto? No! Peines, pauelos de todas clases, cigarros, tabaco, loza, cristales, pianos, lbum (sic) en fin hay de todo. Acuda usted y ver lo que nunca ha visto en Montevideo". En el ao 1870, cuando tena veintitrs aos, el Mercado Viejo tom fuego, en uno de los incendios ms pavorosos de su poca y Piria que aparentemente experiment grandes prdidas debi trasladar su Exposicin Universal a 18 de Julio y Andes (que entonces se llamaba Los Andes ). Lo prximo que se sabe, por sus propios testimonios autobiogrficos fue que abri un taller que venda ropa de

confeccin en Treinta y Tres y Rincn. Dotado de una excepcional lucidez para los negocios a la cual no iba en zaga su inventiva publicitaria, compr miles de yardas de una tela gruesa y mand hacer una suerte de capotes largos a los cuales bautiz Remington. Como en ese momento Montevideo viva bajo la permanente zozobra de los motines militares y ya haban comenzado a divulgarse los fusiles de aquel mismo tipo, los que eran capaces de tirar seis balas sin ser recargados, Piria mand imprimir unos boletines que decan exactamente: "todos los orientales deben ir a buscar su Remington" y debajo puso la direccin de su comercio. Quienes fueron, en vez de un fusil encontraron una levita a buen precio. El recurso de venta lo llev a colocar, de acuerdo a sus palabras, cinco mil Remington. Fue ms o menos por esos aos, que el joven Francisco Piria comenz a vender terrenos a plazos empleando un concepto totalmente diferente del meramente especulativo que rega entonces. Los primeros agentes inmobiliarios compraban, loteaban y vendan. Las posibilidades de imaginar el crecimiento econmico de las tierras corran por cuenta de los compradores. Piria implant un nuevo sistema: comprar, fraccionar, crear barrios nuevos y ofrecerlos a personas de bajos recursos a largos aos de plazo. Para eso aguzando al mximo su imaginacin publicitaria, comenz a ofrecer viajes gratuitos a los lugares donde remataba, culminados con fiestas y comidas sin cargo para los posibles compradores. El primer aviso de sus remates, de acuerdo a los datos aportados por el libro de Jacinto Duarte "Dos siglos de publicidad en el Uruguay", apareci en el diario La Razn el 11 de febrero de 1874, al ao de fundar la compaa La Industrial que le aportara larga fama y mucho dinero. El texto era el siguiente: "FRANCISCO PIRIA. El primero de marzo!! Importante remate! De terrenos en solares! En el recreo de Las Piedras y frente a la estacin de Ferro-Carril Central del Uruguay, los terrenos ms importantes. La mejor localidad. Terrenos con gran porvenir. Unico remate de prueba. Los detalles se publicarn maana". Como se desprende del texto Piria, que siempre tuvo graves problemas con la sintaxis, ya dominaba la tcnica publicitaria de la creacin de expectativas. El da inmediato cumpliendo con lo prometido, explicara detalladamente su proyecto. "FRANCISCO PIRIA -Importante remate de terrenos en solares EN EL RECREO DE LAS PIEDRAS. Unico remate para prueba. Aquello es un cielo. El aire ms puro que se respira. Hay comercios, mdicos, cinco mil habitantes etc. Acaba de construirse un nuevo circo de carreras nacionales a dos cuadras distantes del pueblo. All se goza de la salud y sobra! Slo los doctores en medicina se mueren de hambre. En Las Piedras nadie muere antes de los 100 aos. La tierra prometida. . El dinero mejor invertido. Los bancos pagan un inters insignificante (cuando no quiebran).

Con lo que economiza en cigarrillos se puede salir de pobre de la noche a la maana. Rotschill (sic) el gran Rotschill, el primer banquero del mundo hizo su fortuna con un alfiler de cobre que encontr en la calle". Aparte de la dudosa posibilidad de que los famosos banqueros holandeses Rothschild hubiera iniciado su portentosa riqueza partiendo de un alfiler hallado en el suelo y de la fantstica longevidad que atribua a los pedrenses de aquellos aos, las posibilidades de la zona expuestas en el aviso deben haber seducido a muchas personas porque seis meses despus, el 30 de julio de 1874, Piria realizaba otro remate, inaugurando un sistema de promocin que revolucionara su tiempo. "FRANCISCO PIRIA. - EN EL RECREO DE LAS PIEDRAS! La bondad triunfante. Ni bombos ni farsas. Importante venta de solares en el pintoresco RECREO el domingo 2 de agosto. Salida del Ferro-Carril GRATIS a la 1 y media. GRAN FIESTA CAMPESTRE. Asado con cuero, carreras de sortijas, ricos vinos, buenos habanos. La mejor banda de msica y juegos (sic) artificiales. Todo lo que promete se cumple. Todo se ha cumplido al pie de la letra. Hemos colocado en el RECREO el agua corriente. Formamos la plaza. Colocamos los rboles en las calles. Colocamos la estatua de Garibaldi. Colocamos la nomenclatura de las calles. Colocamos la plaza y construimos veredas en las calles. Colocamos bancos de hierro. Todo se ha hecho, nada falta. Si hay algn comprador que no est conforme, se le devuelve el dinero". Fiel a su filosofa autoritaria, Piria no solamente pretenda crear la ciudad sino plantear su urbanizacin, su amanzanamiento, su ornamentacin y hasta la nomenclatura de sus calles, a su entero capricho y pasando por encima de las disposiciones municipales. Lo mismo hizo con los miles de solares que remat en Montevideo que en total configuraron ms de cien barrios. El aspecto catico y a veces laberntico que caracteriza a varias zonas de la capital se deben precisamente a la forma antojadiza con que Piria subdividi los terrenos y traz las calles. Sin

embargo puede decirse en su favor que su tcnica consista en vender en cuotas, que podan ir de pocos centsimos a tres o cuatro pesos, atendiendo a la capacidad econmica de los compradores y que cuando a algunos de pocos recursos la posibilidad de cumplimiento se les haca difcil, los esperaba todo lo que fuera necesario. En cambio si averiguaba que no le pagaban por otras razones, aplicaba estrictamente el contrato, el cual dejaba bien en claro que quienes dejaban de cumplir las cuotas durante tres meses, perdan todo lo entregado anteriormente. Existe un copioso anecdotario de sus remates. De acuerdo a uno de los recuerdos, en una ocasin que estaba vendiendo terrenos en Punta Carretas con una base inicial de diez centsimos, la oferta comenz a crecer en forma tan desproporcionada que Piria suspendi su trabajo y rezong a los compradores: "Cmo van a pagar tanto por este lote? Estn locos? Dos con cuarenta la vara es mucho ms de lo que vale. Esto no cuesta ms de cuarenta centsimos. Vamos a empezar de nuevo". Esa forma tan liberal de vender seguramente le acarre enemistades entre sus colegas. Lo mismo deba ocurrir con sus convocatorias que iban ms all de todos los lmites. En 1879 remat en solares el predio donde se encontraba la vieja Estacin Pocitos, actuales Rivera y Soca aproximadamente y el texto de los avisos de prensa fue ste. "FRANCISCO PIRIA remata en BARRIO CASTELAR, frente a la estacin Pocitos. A las tres y media gran refresco. La concurrencia ser obsequiada con licores y los famosos alfajores de las Hermanas Catalina de Crdoba. Cigarros habanos. A las tres y cuarente corrida de sortijas a pie. A las cuatro corridas de sortijas a caballo. A las cuatro y media gran carrera entre los famosos bpedos Cabaglieri, Chincholini y Engeltbrekens. Habiendo aceptado el desafo Belizardo Fiasco, Conde de Cremona. Hay quinientos pesos de apuesta. A las cinco gran corrida de los Fericci Romanos (gran sorpresa, merece verse) Enseguida gran baile campestre". Luego obviamente tenan lugar los remates que con las atracciones gratuitas antedichas, atraan enorme cantidad de pblico. Piria no se detena ante ningn obstculo y por esos aos regal un terreno, casualmente el peor situado, al dictador Lorenzo Latorre en un fraccionamiento llamado La Economa. A partir de

ese momento en su propaganda siempre haca mencin a este hecho ocultando lo del obsequio y ubicando a Latorre como alguien interesado en sus ventas. La triquiuela se termin el da en que Latorre que no se andaba con chiquitas se cruz con l y lo increp: "No le parece Piria que ya me ha jodido bastante?" Fiel a su concepto de crear "los pueblos del maana", don Francisco Piria procur la fundacin de Joaqun Surez, en aquellos aos una simple fraccin de campo del departamento de Canelones. No se trataba de una eleccin caprichosa. La extensin de las lneas ferroviarias hacia el este, le otorgaban al lugar un transporte seguro con la capital. No obstante sus buenos propsitos y a la cuantiosa inversin (mand construir a su costo calles, plazas, una escuela y una estacin de ferrocarril) el proyecto no tuvo el xito esperado a causa de lo que el propio Piria llamaba "el espritu cangrejuno de nuestro pas". Enterados los administradores de los ferrocarriles del nuevo fraccionamiento, intuyeron el filn y aumentaron los precios de cargas y pasajes. Consecuencia: las ventas fueron escasas y a bajos precios. Para empeorar las cosas, un tren contratado para trasladar a los interesados descarril y hubo muertos y heridos. El mismo Piria escribira respecto a este fracaso aos despus: "Al da siguiente (...) yo cantaba victoria publicando una lista de compradores imaginarios y haciendo ascender las ventas a sesenta mil pesos. Un cero ms! Qu importa!" Pese a no sentirse apoyado por el gobierno, Piria sigui rematando terrenos sin desmayo. En la ltima dcada del siglo XIX fraccion y vendi una extensa zona que entonces era de chacras cultivadas, que iba desde el Camino Aldea, hoy Avenida Italia, hasta la playa. Fue posiblemente el loteo ms grande que haya tenido lugar en la capital. Partieron de la Plaza Independencia veinte vagones para hombres y seis para damas los cuales segn lo prometido, llegaran al lugar en diez minutos. Los solares ms cercanos al Ro de la Plata, se vendieron a diez y quince centsimos el metro pagaderos a un peso cincuenta por mes. El anuncio puiblicitario de ese fantstico remate en el que hace referencia a personajes y circunstancias de la poca que no conocemos, no tiene desperdicio. "DESPUES DEL REMATAZO LUNCH! Dos mil suculentos pasteles de carne a la VISILLAC. Quinientos alfajores de leche a la MANGONEO. Quinientos pasteles de cremona legtimos A LAS PLAYITAS. Cien botellas de champagne GRANJA AMORTIZABLE. Quinientos litros de vino blanco REVOLUCION. Pan y bizcochos en abundancia. Cinco mil cigarros marca MORAL ADMINISTRATIVA. Toda la inmensa cantidad

de fruta que hay en la quinta queda para postres. No se admiten muchachos ni mamporras. Se suplica a los padres que manden a sus hijos a la doctrina en vez de lanzarse al remate con toda la prole". A poco de pasar los treinta aos, Francisco Piria se haba convertido en un personaje de slida posicin econmica y un poder que segn su propia valoracin lo pona por encima de todo, an de los partidos polticos. No es de extraar entonces que en sus anuncios se diera el gusto de opinar y juzgar dando va libre a su vanidad. De ese modo, cuando subast el barrio Victoria, lindero con Belvedere, incluy en su propaganda escrita crticas muy duras contra los hombres de gobierno de los dos partidos existentes que segn l, entorpecan su accionar. Uno de sus anuncios-editoriales deca lo siguiente. "Las casas han llegado a ese estado por la RAZON DE ESTADO de que antes que el pas est la poltica y ante todo estn los trapos blancos y rojos que de tanto andar con ellos ya parecen fregones de cocina. Nosotros en cambio vivimos a la bartola mientras que con una indiferiencia (sic) rayana con la estupidez, observamos con toda CACHAZA, los rpidos progresos de la Repblica Agentina, de esos YANQUEES SUDAMERICANOS. Se nos cae la cara de vergenza! Nosotros qu hacemos? Tomamos mate, smbolo de la holgazanera y hablamos de polticas, de partidos blanco y colorado, de Oribe, de Rivera, de escndalos y vergenzas, de robos y degellos!"

UN DESIERTO DONDE LOS PERROS DORMAN PANZA ARRIBADe regreso de un paseo por el Mediterrneo, Piria compr mil ochocientas hectreas desiertas y all comenz los tres mayores negocios de su vida: las canteras de granito, las vias y el balneario Piripolis. No es propsito de estas notas detallar todos los barrios montevideanos que remat Francisco Piria. Fueron ms de cien, lo que configura gran parte de la superficie de lo que era la capital en aquellos aos. En todos ellos la descripcin de las presuntas virtudes de lo que venda superaba la realidad. Sin embargo, si hbil publicista de su negocio haba sido hasta entonces, sus esfuerzos dialcticos tuvieron que redoblarse cuando emprendi su obra ms importante: la fundacin de Piripolis. De acuerdo al libro Dos siglos de publicidad en el Uruguay, de Jacinto Duarte, este hecho se debi a un casual encuentro en las calles de Montevideo entre Piria y el fundador del pueblo de Pan de Azcar escribano retirado don Flix de Lizarsa los que entablaron este dilogo: -Por qu, muchacho, no vienes a fomentar la regin de Pan de Azcar tan linda y llena de encantos? -Mire don Flix yo no soy tan tonto como para plantar mis jalones en el desierto. En realidad, esa zona era un inmenso desierto de mdanos que perteneca a la estancia de don Manuel Mara Brum. Aquel dilogo qued en la mente de Piria como otras tantas cosas que oy en su vida sin darle la trascendencia que en realidad mereca. Seguramente la idea anduvo rondndole por el subconsciente, porque en ocasin de un viaje que Piria hizo por Europa durante el cual conoci la Costa Azul, Venecia, Ostende, San Sebastin, Trouville, El Lido y todos los principales lugares de veraneo del Mediterrneo, al regresar ya estaba convencido de la necesidad de explorar la zona costera uruguaya con el fin de realizar alguna experiencia similar. Visit y desech la zona de Punta del Este por considerarla poco extensa y recordando su conversacin con de Lizarsa decidi explorar los campos coronados por cerros que existan unos quilmetros antes. (Cuando la conoc) sent todo el calor ardiente de una pasin de enamorado. - escribi Piria en uno de sus tantos folletos- Desde ese momento surgi en mi imaginacin la Ciudad Balnearia. El campo era un desierto. Una tapera desplomada nica poblacin y algunos alambrados cados cuando lo adquir. Poco despus hice el trazado de la futura Piripolis y cuando el agrimensor Alfredo Lerena vio mi proyecto, exclam: hermano, t ests loco. No dej pasar muchos meses y en el verano de 1890, Piria lleg a aquellas desoladas regiones con un grupo de amigos con el objeto de firmar un compromiso de compraventa con doa Ncida Olivera, esposa del hacendado Manuel Mara Brum. La seora haba heredado el campo de su padre, el legendario coronel Leonardo Olivera, reconquistador de la fortaleza de Santa Teresa, cuando sta se encontraba en poder de los brasileos. Piria relat aquel viaje de carcter comercial con las exageraciones que le eran usuales, en un folleto titulado Excursin al Este, donde hizo referencia a los peligros pasados: la oportunidad en que todos haban

estado a punto de morir despeados en los barrancos, las virtudes de un baqueano que durante las noches poda orientarse tirndose al suelo y oliendo el pasto y el paso por el arroyo Pan de Azcar donde el transporte tirado por caballos en que viajaban fue arrastrado por las aguas y rescatado por los cuarteadores. Al llegar al casero que se llamaba igual que el arroyo, as como ste haba tomado su nombre del cerro cercano, lo estaba aguardando en una fonda que era a la vez confitera, hotel, panadera y botica el matrimonio vendedor para firmar el compromiso de compraventa. Por cierto que a esa altura Piria ya se haba formado una impresin desastrosa del lugar. Maldonado! - escribi ms tarde con humor- Hoy por hoy debiera llamarse abandonado! Hasta los perros duermen panza arriba! (...) Tiene inmensos mdanos y montaas de arena que amenazan tragrsela! Ninguno de esos inconvenientes impidi su entusiasmo. Pag por las mil ochocientas veinticinco hectreas un total de cincuenta mil pesos, el doble de lo que realmente valan. Sin perder el tiempo y an antes de pagar el saldo de la propiedad, Piria fue a Europa llevando muestras del granito que poda extraerse de los cerros y al regreso, ya consolidada la propiedad, se dedic a plantar olivos, vias y montes de eucaliptus que sirvieran de proteccin contra los vientos. Al cabo de cuatro aos tena doscientas hectreas de via en plena produccin y otros tantos aos despus, una de las mayores bodegas del pas. Conocedor de la eficacia publicitaria de las notas de prensa, Piria llevaba con frecuencia al lugar a periodistas complacientes quienes agradecan los agasajos de que eran objeto con notas encomisticas, una desviacin profesional bastante comn que como se observa ya era practicada en el siglo XIX. Sin embargo como aquellos no lo elogiaban suficiente, comenz a escribir l mismo con el seudnimo Hctor Vollo en el diario La Tribuna Popular del cual tambin era copropietario. Hctor Vollo, es decir Francisco Piria, realiz una serie de notas magnificando la importancia de sus vides y plantos en el estilo vanidoso e hiperblico que practicaba el empresario. El panorama que entonces se abre dilatadamente, arranca una exclamacin de asombro pues la transicin entre la campaa casi virgen y la apoteosis de la agricultura cientfica y moderna no podra ser ms brusca y repentina. (...) Todos los postes, los de los alambrados que soportan las parras como los que demarcan las varias fracciones del viedo son de granito procedente de las canteras del establecimiento y el nmero de colocados hasta la fecha alcanza la cantidad imponente de cuarenta mil. (...) La bodega est incrustada en la falda del cerro que flanquea el Pan de Azcar, entrando en un corte de tres metros y medio. Sus cimientos miden tres metros, su luz sesenta por once, sus costados nueve de alto y sus paredes ochenta y cinco centmetros de espesor. Como puede apreciarse, Piria no era parco cuando se trataba de practicar el elogio de su colosalismo empresarial. Pero aunque su autor exagere, las fotos que se han conservado no han dejado lugar a dudas. Otra comprobacin qued evidenciada en el hecho de que en el ao 1910 el Ministerio de Industrias Trabajo y Comunicaciones organiz un concurso para premiar a quienes haban plantado ms rboles en el pas y Piria lo gan con un milln de eucaliptus, superando a plantadores notorios como Durandeau, Antonio Lussich o Gorlero. Pese a sus esfuerzos, tampoco este emprendimiento forestal cont con la buena voluntad de

los gobernantes. Lleg a importar cincuenta mil castaos injertados de dos metros de alto, pero las autoridades portuarias no se los dejaron transportar en barco hasta Piripolis (aunque por va martima haban llegado desde Europa) y sevio obligado a llevarlos en carretas. La lentitud del desplazamiento y el calor que soportaron los estrope. De los cincuenta mil llegaron sanos apenas dos. No obstante el gigantismo de la empresa y a las enormes sumas de dinero invertido en los viedos y en la bodega, los vinos Piripolis -un nombre que estuvo vinculado antes a esta bebida que al balneario- no alcanzaron un nivel de ventas que compensara los gastos. Para resarcirse, Piria elabor entonces una suerte de cognac al que agreg quina e intent colocarlo como panacea de todos los males. La Cognaquina Piripolis es un cognac hecho con las uvas especiales con que se fabrican en Europa los cognacs ms reputados - explicaban sus folletos- Es un licor tnico, aperitivo y reconstituyente. Una copita de Cognaquina en un vaso de leche tomada durante cinco das basta y sobra para probar su eficacia. La persona ms dbil del estmago sentir al quinto da sus maravillosos efectos: los que han perdido el apetito, los que sufren de dolores de estmago prueben durante cinco maanas al levantarse un vaso de leche fresca con una copita de Cognacquina. Si difcil es imaginar como algo agradable el gusto del cognac mezclado con la leche y bebido en ayunas, ms lo es concebir su eficacia. Nadie existe hoy que pueda dar fe de sus virtudes, pero lo innegable es que Piria continuaba siendo un extraordinario publicista. A partir de 1890, el empuje de Piria se concentr exclusivamente en aquella zona perdida del pas. Cientos de obreros se dedicaron a explotar las canteras, a plantar tabaco (un cultivo en el que fracas rotundamente) a cultivar las vides y a elaborar sus vinos. Docenas ms comenzaron a trabajar en el castillo donde vivira. Concebido con grandiosidad en un estilo medieval que el Uruguay desconoca, pero al que Piria probablemente imaginara como el nico capaz de aproximarse a la importancia de su persona, el castillo fue obra del ingeniero Aquiles Monzani. Tena tres pisos con torreones y a su frente corra (corre an) una avenida que se una con una de las carreteras que confluyen hacia el balneario. A cada lado haba otras torrecitas, estatuas y jarrones importados de Europa y al final unas verjas que simulaban un puente levadizo. El riego del parque estaba asegurado por caeras que transportaban el agua desde un manantial y la depositaban en una pileta. Decidido a dotar a su castillo de todas los lujos imaginables para vivir en el campo sin extraar a la ciudad, Piria lo amobl con riqueza y lo pobl de adornos, cuadros, bibliotecas, alfombras persas, bodegas y panoplias con armas de caza. Estaba alumbrado a gas aunque pronto llegara la red elctrica y dispona de telfonos -que an estaban en sus comienzos- capaces de comunicarlo con todas las dependencias de su establecimiento, y hasta con la casilla del guardacosta que vigilaba el puerto. El dinero que Francisco Piria invirti en sus mltiples obras de Piripolis lo convirtieron en el empresario privado ms importante del pas. Para comprobarlo, sera suficiente recordar que mientras dur la edificacin del Argentino Hotel, los obreros que mantuvo trabajando durante mucho tiempo fueron ms de mil, a los que debera agregarse el centenar y medio a quienes daba ocupacin permanente

en sus otras empresas de la zona. Es del caso pensar qu clase de controles sobre su personal se vio obligado a aplicar, en un tiempo en el que las leyes laborales eran apenas una vaga aspiracin de los obreros. Imbuido de un espritu paternalista pero convencido tambin que si no trataba a la gente con rigidez nada iba a lograr, Francisco Piria elabor personalmente un reglamento de cincuenta y ocho artculos donde detallaba las relaciones que deban regir entre sus empresas y quienes trabajaban en ellas. Los primeros ponan en claro sus ideas y no dejan dudas en cuanto a la filosofa que estaba decidido a poner en prctica. El patrn da su dinero para que el pen le devuelva el equivalente en trabajo. As como vencido el mes el patrn debe pagar, es justo que durante el mes el pen trabaje. Aqul que no cumple con su deber y que debiendo trabajar hace sebo, roba a su patrn. El pen que roba a su patrn ser despedido del establecimiento. Las normas expuestas demuestran que dentro de su empresa, Piria se mova de acuerdo a sus propias reglas prescindiendo de cualquier lmite que pudieran imponerle las autoridades, que por otro lado, a considerable distancia de aquel lugar semidesrtico, muy poco podan controlar. Veamos algunos artculos de aquel reglamento interno, lleno de arbitrariedades y autoritarismos que pautaban la relacin de Piria con sus empleados. ARTICULO 28.- Estn absolutamente prohibidas las discusiones polticas sobre los partidos Blanco y Colorado. El que contravenga esta disposicin ser despedido en el acto. ARTICULO 36.- Queda prohibido todo juego de lucro en el establecimiento. Si alguno contraviene esta disposicin ser denunciado a las autoridades para que leapliquen el castigo. ARTICULO 41.- Todo pen que se presente ebrio, ser despedido en el acto del establecimiento. ARTICULO 42.- Es absolutamente prohibido proferir palabras soeces y aquel que una vez amonestado reincida, ser despedido. ARTICULO 57.- Todo pen que orine en el patio o alrededor de la Central o haga sus necesidades fuera del escusado (sic) ser multado en $ 0.25 y si reincide ser despedido. Otras disposiciones confirman que Piria no vacilaba cuando trataba de imponer una disciplina extremadamente severa. Sus obreros trabajaban doce horas por da, de lunes a sbados. Los nicos das de descanso que tenan durante el ao eran los domingos, los Viernes Santos, la Navidad y el Ao Nuevo. Las multas eran frecuentes y alcanzaban a quienes perdan herramientas, dejaban abiertas las porteras y no tenan sus habitaciones bien aseadas. Tampoco pagaba mucho, algo as como ocho o diez pesos por mes, en tanto el salario nacional medio de aquellos aos llegaba a veinticinco. A cambio de esas restricciones y fiel a su concepcin

paternalista, regalaba a sus obreros algo de carne, un cuarto quilo de porotos o de arroz o de fideos cada da y un quilo de azcar y otro de yerba cada mes. Tambin les ofreca solares baratos y les obsequiaba otro para que hicieran su quinta. Adems les brindaba sin costo materiales para que pudieran levantar una vivienda y les prestaba una vaca para que alimentaran a sus hijos. La jornada de trabajo comenzaba por toques de campana. Al primero, los empleados deban levantarse y al segundo comenzar sus funciones. El regreso, tanto fuera al medioda como a la tarde, se rega por otras normas. Uno de sus nietos, don Arturo Piria cont a este cronista que para marcar la hora de regreso no haca tocar ninguna campana sino que ordenaba izar una bandera. Esto era una picarda. Como la extensin era muy grande y la gente se le acostaba a dormir aprovechando la soledad, el trabajo era casi incontrolable. El campanazo los habra despertado, en cambio a la bandera silenciosa haba que verla, no escucharla. Por ms que las organizaciones gremiales estuvieran todava en los comienzos de su desarrollo, las rigideces impuestas por Piria trajeron como consecuencia reacciones que el empresario nunca esper. En aquel momento, la organizacin de trabajadores ms importante era la FORU (Federacin Obrera Regional Uruguaya) que fundada en 1905 se encontraba bajo la influencia anarquista. Uno de los gremios que integraban la FORU eran precisamente los picapedreros, lo cual no era casual porque la mayora de ellos eran inmigrantes europeos que huan de la miseria o del reclutamiento que los conducira a los frentes de guerra en zonas donde el anarquismo ya haba comenzado a desenvolverse como doctrina. En 1916, de acuerdo a lo que detalla el documentado libro de Luis Martnez Cherro Por los tiempos de Francisco Piria, el semanario anarquista El Hombre brind informacin sobre la huelga decretada en Piripolis propiedad del literato y explotador Francisco Piria (donde) los obreros se han levantado en huelga a causa de los miserables salarios que perciben y por los malos tratos a que estn sujetos por los canallas del referido lugar de turismo. Luego la nota saludaba a quienes eran mal tratados y mal comidos y residan en cuchitriles. El da 31 de octubre de 1916, el diario La Tribuna Popular del cual como ya se dijo, Piria era accionista, reprodujo algunas de las revindicaciones obreras: 1)Aumento de $ 0.10 por da. (De $1.00 a $ 1.10) 2)Cumplimiento de la jornada de ocho horas. 3)Poder fumar y beber agua cuando tengan voluntad. 4) No despedir sin motivo justificado. Es preciso reconocer que Piria manifestaba un odio profundo a los hbitos de fumar y tomar mate, dos costumbres a las que atribua gran parte del culto al ocio que achacaba a los uruguayos. La ceremonia de armar un cigarrillo restaba por los menos dos o tres minutos al trabajo la que segn sus cuentas multiplicada por diez o quince veces al cabo de una jornada y por los cuatrocientos obreros que tena en ese momento, le reportaba grandes prdidas. Lo del agua era an peor porque con

este pretexto los obreros se pasaban yendo a beber a los lugares donde sta exista, perdiendo tiempo deliberadamente. Trat de arreglar el problema poniendo aguateros, pero era imposible que stos pudieran recorrer las distancias que implicaba un predio de ms de mil quinientas hectreas. Para redondear las desviaciones a las normas legales en que incurra Piria, hay que recordar que la Ley de ocho horas rega desde haca un ao. Los obreros en huelga iniciaron una marcha a pie hacia Montevideo donde concretaron una gran asamblea callejera. La primera reaccin de Piria fue declarar cesantes a quienes as desobedecan sus rdenes, pero datos posteriores indican que los sueldos fueron aumentados aunque no consta que los huelguistas hayan sido reintegrados a su trabajo. Quienes no vean al empresario con buenos ojos se encargaron de recordar que tiempo atrs haba escrito un folleto de poltica visionaria en el que propugnaba por una mejor distribucin de la riqueza, al que haba titulado El Socialismo Triunfante. Prxima semana: la creacin del balneario Piripolis.

LA RIQUSIMA SUCESIN DONDE NINGN HEREDERO GANA don Francisco Piria se le discuti todo y hasta su muerte fue tema de misterios. Sin crditos oficiales ni hipotecas y pese al obstruccionismo del Estado cre el imperio econmico ms grande del pas. Es obvio que Piripolis creci a partir de la construccin del puerto. Pero ste no haba sido materializado pensando en el desarrollo turstico sino con el fin de que sirviera para la salida de los granitos del cerro San Antonio, un negocio que acrecent enormemente la fortuna de Francisco Piria y le permiti invertir en el crecimiento del balneario. La obra, levantada a partir de la existencia de un viejsimo puerto con un muelle de madera llamado Puerto del Ingls, no le fue nada fcil. Primero, el barco que traa los materiales para la construccin se hundi posiblemente por exceso de peso y se perdi todo lo que transportaba. Luego, cuando ya estaba bastante avanzada la estructura del puerto nuevo, un temporal terrible redujo a ruinas todo lo hecho. Fue necesario recomenzar con las prdidas que son imaginables. El mismo Piria en un folleto que escribi en 1913 describe estas vicisitudes aprovechando la ocasin como le era habitual, para hablar mal de los gobiernos y mostrarse como un perseguido. Se constuy el muelle, se tiraron alrededor de veinte mil pesos. El mar bravo en ciertos momentos, todo lo destruy. Ms tarde se pudo adquirir el terreno donde construir el puerto , pero presentado el proyecto a la cmara, se despach con demasiada calma. Vino la revolucin, se pidi prrroga para empezar la obra y se me oblig a depositar cinco mil pesos de garanta. Haba que castigarme! Para eso era uruguayo! (...) Pero haba que hacer el puerto y deposit la suma! Era para m de tal importancia y de tal colosal porvenir esta obra que ella sola resolvera mi problema, era un pivot de toda mi operacin comercial, de la explotacin de tanta riqueza, la gran explotacin soada durante veintids aos. Pero el puerto slo no arreglaba nada. Tan fundamental como l, era dar solucin a la forma de transportar el granito desde los cerros. A esos efectos, Piria decidi la implantacin de un servicio de tren de trocha angosta que en un principio sirvi para los trozos de piedra, ms tarde para el traslado de los turistas desde la recin inaugurada estacin de ferrocarril de Pan de Azcar hasta los hoteles y por ltimo durante muchos aos, como una atraccin para los veraneantes. Hasta 1957 el famoso trencito de Piria fue el smbolo de Piripolis recorriendo los dieciocho quilmetros que iban desde la estacin al balneario para disfrute de docenas de miles de personas. En el ao sealado una resolucin no muy feliz de la Administracin de los Ferrocarriles del Estado decidi retirarlo del servicio. Termin su existencia en la estacin de Empalme Olmos. Alguien dio la autorizacin para que fuera trozado a soplete y vendido como chatarra. Nada supera a los uruguayos cuando se trata de destrozar su pasado. Luego de los problemas para la construccin del puerto, que debi haber quedado terminado en 1909 y recin pudo habilitarse en 1916, Piria encar ms seriamente

el desarrollo del balneario. En 1912 comenzaron los primeros remates de terrenos y a concretarse el delineamiento de las calles principales , a las que hbilmente design con el nombre de personalidades argentinas. Para compensar un hecho no previsto y todava no solucionado: la prdida de las arenas de la playa como consecuencia de haber cortado el puerto las corrientes naturales, el empresario se dedic a promover otros paseos ms prximos a los cerros, tales como la Virgen de los Pescadores la que segn deca haba sido trada por unos nufragos salvados milagrosamente, la Fuente de Venus, la Selva Negra, donde segn la propagandano penetran los rayos solares , la Cascada, el Templo de San Antonio o la Fuente del Toro. Ya haba comenzado las obras del Hotel Piripolis (donde hoy funciona una colonia de vacaciones) el ms grande en aquel momento de toda la costa este del Uruguay y que no debe ser confundido con el Argentino ms enorme an e inaugurado aos despus. Segn los recuerdos de Ricardo Piria, uno de sus nietos, transmitidos a este periodista en 1996, el hotel Piripolis tena ms de cien habitaciones con bao privado, su vajilla era de porcelana alemana y sus cubiertos de plata inglesa. Los precios eran $ 2,50 diarios por persona con todo incluido y $ 4,00 si las habitaciones daban frente al mar. Pocas personas saben que en aquel primer hotel del balneario tambin funcionaba un casino, lo que significaba un real atractivo para el turismo argentino. Lentamente el hotel se fue transformando en un verdadero centro de la farndula de las dos capitales. Todos los jvenes adinerados se juntaban all para sus bailes y sus juergas. Mi abuelo alcanz a contarme que llegaron a ofrecerle la compra de todo el cerro San Antonio para hacer un barrio super aristocrtico al estilo de Beverly Hills, pero al viejo que era muy puritano no le gust el cariz que estaban tomando las cosas y se neg. Esas familias se afincaron despus en Punta del Este. Mi abuelo literalmente las ech. No le gustaba que el ruido o los escandaletes consecuencia de la vida nocturna echaran a perder el prestigio de su balneario. Todava hoy se achaca a don Francisco Piria el haber cometido varios errores de concepcin al planificar el balneario que lleva su nombre. O bien apostaba a las clases adineradas de ambos pases del Plata y les daba lo que stas queran y estaban acostumbradas a disfrutar: vinos europeos, comodidades excepcionales, cocineros trados de Pars, fiestas suntuosas o bien los llevaba a pasear en charretes o a lomo de caballo por las sierras a gozar de un turismo silencioso, contemplativo y buclico. Ambas cosas al mismo tiempo, no parecan complementarse. La misma equivocacin cometi al edificar el hotel Argentino, el ms lujoso de toda Amrica y al mismo tiempo lotear todos los alrededores para beneficio de clases sociales de menores ingresos. Probablemente la venta de grandes extensiones para que pudieran ser edificadas mansiones de lujo, hubiera facilitado la convivencia de quienes rodeados de una clase social que no era la suya, podan sentirse en el nuevo hotel como refugiados en un gueto para ricos. Ya en 1912, tal como recuerda el excelente libro de Luis Martnez Cherro Por los tiempos de Francisco Piria, el empresario haba hecho referencia a un proyecto hotelero gigantesco que recin habra de concretar dieciocho aos despus. En uno de sus tantos folletos, Piria se refera a un nuevo hotel con capacidad para seiscientas personas con ochenta cuartos de bao calientes y fros de agua dulce y

de ocano, con comedores colosales, seccin gimnasia, seccin ortopdica, electricidad, teatro, saln de baile y jardines de invierno. Pese a esos buenos propsitos, en los aos inmediatos la planificacin del hotel ms importante de Amrica se detuvo. Probablemente la cantidad de emprendimientos simultneos retaceaba el dinero o Piria buscaba ganar tiempo para ver cmo funcionaba el Piripolis ya mencionado. La piedra fundamental del Argentino recin fue colocada en 1920 y al acto concurrieron casi todos los integrantes del Consejo Nacional de Administracin entre ellos su presidente, el doctor Baltasar Brum y el doctor Luis Aberto de Herrera, amigo personal de Piria. A la ceremonia, donde hubo varios discursos, sigui un gran asado campestre. Segn testigos, Piria vesta traje y chaleco oscuro y llevaba un reloj con cadena de oro y Brum levitn y pantaln de fantasa a rayitas finas grises y negras y galera. Pese a que las vestimentas no resultaban las ms apropiadas para un asado, el Presidente del Consejo debe haber quedado muy satisfecho porque escribi en el lbum oficial del hotel: Hombres que como Piria ha consagrado toda su vida a crear una obra de alta civilizacin figurarn con justo ttulo en la galera de los grandes bienhechores del pas. El Argentino Hotel demor diez aos ms en estar pronto. Construido segn el modelo de los grandes establecimientos mediterrneos tuvo un costo total de cinco millones de pesos, una verdadera desmesura para la poca y fue inaugurado el da de Nochebuena de 1930 con una fiesta suntuosa que Piria recordara siempre no slo por la concrecin de su ms anhelada empresa sino porque se dio un tremendo golpe al caer para atrs en el hall excesivamente lustrado. En un reportaje concedido en 1996 al autor de esta nota para el semanario Bsqueda, Ricardo Piria sostuvo: Mi abuelo hizo todo a lo grande, como lo haca siempre. El equipamiento del hotel lo calcul como para cien aos. Muebles, ropa de cama, platera, toallas, mquinas para cocina, frigorficos. Trajo cocineros y patissiers de Francia y panaderos de Europa. Yo recuerdo perfectamente y estoy seguro que la gente de mi edad debe acordarse tambin, que haba trado maquinaria para hacer helados que los sacaban en forma de animalitos. A los nios les servan por ejemplo una gallina con pollitos de todos colores y gustos diferentes. Y los carros de fiambres al estilo de los grandes establecimientos europeos causaban admiracin. Don Francisco Piria que era un manitico detallista, haca hincapi en sus promociones publicitarias, que todas las mquinas del hotel, nicas en el Uruguay impedan que cualquier alimento llegara a las mesas contaminado por el contacto con las manos. Una mquina lavaba, enjuagaba y secaba tres mil platos por hora, las papas se pelaban automticamente, un filtro especial purificaba el agua que vena de los cerros y toda la leche que se consuma era pasteurizada en las instalaciones del propio establecimiento. Como si eso no bastara, existan piletas de agua de mar trada por bombas que podan utilizarse a temperatura natural o calefaccionadas. En lo relativo al equipamiento, los manteles eran italianos, la vajilla alemana, las porttiles de porcelana Rosenthal y las copas de cristal de Bohemia. Puede darse por cierto que jams existi en Amrica del Sur un hotel ms lujoso. Qu qued de aquellas opulencias? Muerto Piria en 1934 y mientras transcurran

los penosos y largusimos avatares de la liquidacin de la herencia, el saqueo se generaliz. Fueron robados desde los caos de la calefaccin hasta las casillas de la cancha de golf de nueve hoyos. Hubo tambin otros aprovechamientos. Cuando el hotel pas a manos del Estado como pago de deudas sucesorias, parte de la riqueza de su equipamiento se traslad a otros lugares que no eran por cierto aquellos imaginados por Piria. De ese modo se beneficiaron la Casa Presidencial de Surez, la estancia Anchorena y el Comando General del Ejrcito. En 1962 cumpliendo tareas para el semanario Hechos este periodista visit el cadver hotelero del Argentino Hotel. Desatendido durante muchos aos, el establecimiento haba llegado a grados de deterioro poco imaginables. Una hbil maniobra delictiva se haba ensaado con los famosos cubiertos de plata inglesa. Algunos de los pocos empleados que quedaban trabajando, los arrojaban a tachos de basura previamente marcados. Los basureros los recogan y los vendan repartiendo las ganancias. La leyenda negra de Piripolis dice que parte de la poblacin estable que habitaba el balneario medio siglo atrs, adquiri cubiertos robados. Otras pertenencias: platos, soperas de plata, toallas, manteles, ollas, utensilios de cocina, sbanas tambin estaban corriendo el riesgo de desaparecer. Las nicas piezas que todava no haban sido saqueadas eran unos servicios que en un nmero cercano a los quinientos, todava estaban en los estantes. Eran suecos, de buena loza y en su fondo tenan impreso un gran ojo en colores con la leyenda te estoy mirando. Hace alrededor de diez aos, en una entrevista que el concesionario del hotel Carlos Mndez Requena, concedi al autor de estas notas, hizo una amarga descripcin del estado en que encontr el lugar al hacerse cargo: Usted no puede imaginar lo que era este hotel cuando lo empezamos a administrar. No tena calefaccin de ningn tipo, los huspedes llevaban cocinillas a las habitaciones y all cocinaban como en cuartos de pensin, la cocina tena tal capa de grasa en las paredes que estuvieron das pasando esptulas. Faltaban platos, cubiertos, manteles, ollas, haba vidrios rotos y goteras por todos lados, las caeras perdan. Hubo que hacer todo y poner todo a punto para el turismo de invierno, ante el escepticismo generalizado. Cuando yo le comuniqu a un grupo de hoteleros y operadores tursticos mi intencin de abrir todo el ao me contestaron que estaba absolutamente loco, que a Piripolis en invierno haba que alambrarlo. La visin y el empecinamiento de Mndez Requena sacaron de su agona al hotel salvndolo de la indiferencia oficial, del abandono y de las rapias. Las depredaciones de la obra de don Francisco Piria, llevadas a cabo al amparo de la desidia del Estado luego de su muerte, fueron tambin una constante en su vida activa. Por cierto que su carcter autoritario, propio de quien estaba convencido de haber sido elegido por Dios, su convencimiento de ser un todo lo puedo, con permiso o sin l, le cre siempre problemas de convivencia difciles de solucionar, al punto de tener que soportar huelgas de sus propios beneficiarios. Cuando plantaba sus vias edific una escuela a su costo total y la don a los nios de la zona, pero los padres de stos se negaron a enviar a sus hijos a ese lugar llevados por viejos resentimientos. Tambin es verdad que el Estado, que nunca lo ayud con crditos, puso piedras en su camino todo lo que pudo. Piripolis ha sido siempre la Cenicienta abandonada toda la vida- escribi Piria en un mensaje enviado al gobierno en 1927- He tenido que luchar a brazo partido contra la ratera

que me rodeaba sin poderme defender (...) Todo el que poda penetraba furtivamente en la playa no slo a caballo sino subiendo la rampa con carretas, rompiendo pilares, escalinata y baranda. Qu vecindario progresista! Desde hace siete aos he tenido que poner serenos alrededor del hotel en construccin, pues el bandidaje irrumpa por el oeste por el boquete sobre la costa de mi propiedad y arreaba con todo lo que poda. A la maana se vean rastros de tablas, tablones y postes, carretillas de mano, etc. Todo les vena bien. Todo se lo llevaron a la cincha de los caballos. Hacer nuevamente los alambrados era perder el tiempo. Los rompan y la invasin a mis propiedades no cesaba. Era imposible defenderse desde que a la polica le faltaban elementos. (...) Tambin me robaban la uva que vendan clandestinamente, otros arriaban con mis cosechas. Hasta las plantas se llevaban! (...) Sobre el cerro del Ingls en la misma cumbre mand construir un templo que me cost una suma crecida. Traje de Europa una estatua de San Antonio (...) Rompieron los cristales, abrieron la puerta, robaron el candado, picanearon la imagen, aquello fue un acto cruel de barbarie. (...) A la mitad del cerro del Toro he gastado un dineral para descubrir una fuente y obtenida esta hice la obra que est all. Coloqu un toro de bronce de tamao natural. La barbarie lleg hasta all bajo el velo nocturno. Le serrucharon una guampa al toro, arrancaron la puerta de la verja que lo circunda sirvindose de ella para hacerse una parrilla. Yo soy la vctima expiatoria de mi generosidad, de mis ideales altrustas! A m Piripolis no ha servido ni sirve sino para mortificarme! Provisto de una excepcional energa creativa, don Francisco Piria tena ochenta y tres aos cuando inaugur el Argentino Hotel y setenta y dos al cometer el mayor error de su vida: la fundacin de un nuevo partido poltico denominado Unin Democrtica con el que pretendi romper el bipartidismo de blancos y colorados. En un reportaje de la poca afirm que llegara a los veinte mil votos, pero tuvo pocos ms de seiscientos cincuenta, menos an que las mil que haba juntado para su presentacin ante las autoridades electorales. Era un hombre mayor tambin cuando pretendi ingresar a la masonera de la cual se desvincul enseguida escribiendo que la primera actividad haba sido una chupandina soberbia. Al morir en diciembre de 1933, de un coma diabtico en el palacio que se haba mandado construir en Ibicuy y San Jos, hoy sede de la Suprema Corte de Justicia, su sucesin constituy una de las ms disputadas y enredadas que recuerdan los anales judiciales. Versiones con mucha fuerza sostienen que los problemas nacieron por dos mujeres: la argentina Carmen Ruiz a quien Piria haba reconocido como hija natural y la yugoeslava Mara Emilia Franz con quien se cas en segundas nupcias. Para reconocer como hija a Carmen Piria (o Ruiz porque los hijos de Piria la consideraban su amante pese a que su padre la trat entre los setenta y seis y ochenta y seis aos) se dice que don Francisco hizo destruir su filiacin argentina aunque esto nunca pudo ser comprobado. Lo de Emilia Franz fue ms complicado. Fallecida un ao despus que su esposo, en ese lapso los abogados la convencieron que tena derecho a la mitad de los bienes gananciales y ella leg diez millones de pesos a unos sobrinos europeos. Todo eso trab la sucesin que dur trece aos y en la que los nicos que ganaron fueron los profesionales intervinientes. Ni los tres hijos legtimos sobrevivientes ni la hija

natural en caso de que lo fuera, quedaron con dinero. Al terminarse la sucesin existan ms de cincuenta herederos contando nietos y bisnietos. Tampoco se comprob si la muerte de Piria la haba ocasionado una inyeccin para la diabetes que le daba a diario Carmen Ruiz ( o Piria) o si como dicen los descendientes de sta, falleci de una pulmona al regresar de La Paloma donde pretenda planificar algo parecido a Piripolis. En uno de sus ltimos folletos, don Francisco Piria escribi algo que suena como toda una definicin: No se lucha toda la vida por dinero. El dinero es necesario como medio. Obtenido, hay que ennoblecer las aspiraciones haciendo obras de gran aliento.

Csar Di Candia