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Cervantes enjuicia su obra: autodesviaciones lúdico-críticas
M. GRAZIA PROFETI Universidad de Florencia
COMO SE SABE, en varias ocasiones Cervantes evalúa su labor literaria, dando una serie de autojuicios sobre sus
obras " pero formulándolos de manera tan ambigua y paradójica, que la crítica sucesiva ha adoptado indistintamente la clave de su defensa o de la matización del juicio, apelando a veces a la palinodia.
Pongo sólo algunos ejemplos muy conocidos: un terceto del Vitlje del Parnaso reza:
Yo he dado en Don Quijote pasatiempo al pecho melancólico y mohíno en cualquiera sazón, en todo tiempo (V, p. 103).
1 Utilizo básicamente los prólogos a la Primera (1605) Y a la Segunda parte del Don Quijote (1615), a las Novelos ejemplares y a las Ocho comedias y ocho entremeses (1615), a Los trabtljos de Persilesy Sigismunda (1617), el capítulo IV del Viaje del Parnaso (1614) y la A4junta al mismo Via;e, con las siguientes abreviaciones, que corresponden a las ediciones:
QI, QII: M. DE CERVAr-.iTES, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. L.A. Murillo, Madrid, Castalia, Parte l, 1978; Parte II, 1990.
NE: M. DE CERVANTES, IVovelas ejemplares, ed. R. Navarro Durán, Madrid, Alianza, '995.
C: M. DE CERVANTES, Teatro completo, ed. F. Sevilla Arroyo y A. Rey Hazas, Barcelona, Planeta, 1987.
V: M. DE CERVANTES, Vitlje del Parnaso, Madrid, Castalia, '990. T: Los trabajos de Persilcsy Sigismunda, ed. J. B. Avalle-Arce, Madrid,
Castalia, '992..
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y Rodríguez .l\farín anota: «Esto, y no más, se propuso lograr y creyó haber logrado Cervantes escribiendo su Quijote» 2.
Un segundo terceto harto citado:
Yo, que siempre trabajo y me desvelo por parecer que tengo de poeta la gracia que no quiso darme el cielo ... (V, p. 54).
ha dado pie a una serie de afirmaciones, como las de SchevillBonilla, según las cuales Cervantes admitiría su escasa capacidad poética 3.
Otro aspecto de los auto-juicios de Cervantes es la exhibición de noticias inexactas, como las que se refieren a las comedias. Entre otras:
Y aquí entra el salir yo de los límites de mi llaneza: que se vieron en los teatros de 1\1 adrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse, La destruición de NumancÍa y La balalla nat'al, donde me atreví a reducir las comedias a tres jornadas, de cinco que tenían; mostré, o, por mejor decir, fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos del alma, sacando figuras morales al teatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes (C, p. 9).
Ha sido demasiado fácil demostrar que tres jornadas presenta ya la Comedia Florisea, de F. de Avendaño, impresa en 1552; Y que Alonso de la Vega utiliza figuras alegóricas en La duquesa de la Rosa, anterior a 1566, como las utiliza el joven Lope 4 .
2 M. DE CERVANTES, Vitye del Parnaso, ed. F. Rodríguez Marin, Madrid, Bermejo impresor, 193 j, p. 257.
3 Un estado de la cuestión en la introducción de V. GAOS a la edición citada, pp. 10-13. También Canavaggio subraya, alegando este terceto: « .. .les déficiences d'une ecriture donl lui-meme s'est toujours dit insatisfait»: J. CANAVAGGIO, Cervantes dramatu~ge. Un tMil/re a na¡/re, Paris, Puf, '977, p. 14·
4 Veáse F YNDURÁIK, Estudio preliminar a M. de Cervantes, Obras dramáticas, BAE, 1962, p. XIII. Para «salvan, el fragmento se ha dicho que Cervantes se alaba no tanto de haber puesto en escena figuras alegóricas, sino de haber presentado las pasiones secretas del alma: E. C. RILEY, The «pensamientos escondidos» and <ifigura.r mora/eS» 01 Cervantes, en Homenaje a w: L. Fichter, Madrid, Castalia, '971, pp. 623-631.
CERVM':TES ENJUIOA SU OBR,\
1. Para deslindar correctamente la «extravagancia» (lúdica o no) de la autocrítica de Cervantes es necesario partir de una consideración previa.
La praxis de la autocita y de la auto evaluación no se puede considerar de por sí paradójica o extravagante. Durante todo el siglo XVI y aún más a principios del sucesivo, asistimos a un cambio radical en la producción y en la difusión de la escritura. Por primera vez en la historia de la cultura el producto literario se puede «vender», y vender masivamente; es necesario por lo tanto que los emisores se dediquen a la promoción del texto a través de varias estrategias, la principal de las cuales es la inclusión del autor dentro del libro.
Puede servirnos como ejemplo Lope de Vega, la piedra de parangón tantas veces presente en las páginas de don Miguel: un intelectual que puede vivir de su trabajo de escritor de textos teatrales, y cuyas estrategias editoriales le permiten llegar a ser el «Fénix de los ingenios», vendiendo su producto literario con metodologías parecidas a las modernas comunicaciones de masa. Recordemos que Lope es uno de los primeros poetas que imprime sus poemas, dicha que no tocó ni a Góngora ni a Quevedo: esta decisión excepcional implica el intento de penetrar en un público más vasto del que podía alcanzar la circulación manuscrita, un público al cual hay que dirigirse de forma más personal, como personaje literario y no sólo como autor. El gran éxito de las Rimas prueba que Lope logró perfectamente su intento 5.
A la inscripción de su experiencia personal en la obra literaria Lope se había dedicado desde los juveniles romances de Gazul y Zaide; y ésta continuará siendo su práctica constante en textos poéticos posteriores. Me parece de gran interés la conclusión de Yolanda Novo al analizar las Rimas sacras (1614):
El lector personaliza en el Lope en crisis religiosa, y en su particular asunción de la misma, cada una de las facetas puramente poéticas exhibidas por el sujeto ficticio dramatizado, y que configuraban su autobiografía lírica
5 M. G. PROFETI, Slral'gú redazionali.d .ditoriali di Lope de Vega, en N.ll' offiCZna di Lop., Firenze, Alinea, '999, PP II-53.
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en un plano puramente inventivo. Tal personalización viene a dotar de rasgos existenciales del escritor Lope al yo neutro, cuyas imágenes o poses diversas pasan entonces a tener un valor similar al de la máscara: ocultar y desvelar al tiempo el perfil subjetivo del escritor en ascesis religiosa 6.
El público responde vivazmente: siete serán las ediciones de las Rimas Sacras 7.
Naturalmente las obras futuras se tendrán que pregonar, a través de anuncios publicitarios ante-Jitteram; incluso para establecer de alguna forma una «secuencia» coherente de textos. Un solo ejemplo, que escojo porque muy evidente, aunque algo tardío: en la Circe, al final de la tercera novela, Lope promete:
Este, señora Marcia, es el suceso de Guzmán el Bravo; si a vuestra merced le parecieren pocos amores y muchas armas, téngase por convidada para El pastor de Galatea, novela en que hallará todo lo que puede amor, rey de los humanos afectos, y a lo que puede llegar una pasión de celos, bastardos suyos, hijos de la desconfianza, ansia del entendimiento, ira de las armas y inquietud de las letras; pero no será en este libro, sino en el que saldrá después, llamado Laurel de Apolo 8.
El pastor de Galatca no se publicará nunca; pero no importa: el autor aparece otra vez inscrito en la obra, como voz narradora que se dirige a Marta de Nevares, y se determina un fenómeno de «obra por entregas» 9.
6 Y. Novo, Las « Rimas sacras» de Lope de Vega, Disposicióny sentido, Universidad de Santiago de Compostela, 1990, P.2-7j.
7 Con fenómenos muy interesantes: el consumo inmediato que produce las ediciones del 1614, 161j, 1616, '9'9, con una difusión radial de Madrid hacia la periferia; después la doble edición de Lérida 161 j, y hasta la presencia de impresiones dudosas y de un apócrifo del siglo XVIII.
8 L. DE VEGA, Novelas a Marcia Leonarda, ed. J Barella, Madrid, Júcar, 1988, pp. 2}0-2F
9 « Il brano che segue, tanto imbarazzante che le varie edizioni moderne ora lo inseriscono, ora lo espungono, ha l'unica funzione di gettare un ponte verso il prossimo novellare dell'autore, in una specie di appello allettare, proponendogli per il futuro il genere pastorale, tutto d'amore, gelosia, disdegno, dice Lope, inglobato in un libro fin d'ora annunciato, il Laurel de Ap%: illibro ci fu, ma in esso la novella non compare ... La voce si affaccÍa
CERVANTES ENJUICIA SU OBRA
Además que como personaje literario, Lope está presente en su obra a través de la autocita y del auto comentario de sus textos: es el caso del soneto La calidad elemental resiste, autocomentado en La dama boba y después más extensamente en la Circe '0; interesante práctica de autopromoción presente en otros autores coevos: por ejemplo Alessandro Tassoni, bajo el nombre de Gasparo Salviati, auto comenta su S ecchia rapita ".
De estas estrategias forma parte también el espacio que los preliminares de libros de Lope reservan a las composiciones panegíricas de nobles, amigos, literatos a la moda; como se sabe la Arcadia (1598) se abre con trece poesías laudatorias; El Isidro (1599) con nueve, La hermosura de Angélica (1602) con doce; El peregrino en su patria (16°4) con ocho. Y en la Angélica firman los preliminares el Príncipe de Fez, el marqués de la Adrada, el conde de Villamor, el conde de Adacuaz, damas como doña Isabel de Figueroa y la propia Camila Lucinda, quizás «ayudada» por Lope IZ: el status social del autor forma parte de una estrategia que subraya su colocación en la élite intelectual de la capital 1,.
dunque sull'orlo della novela, si spenzola verso il vuoto e il futuro, lanciata in una pura promozione pubblicitaria», en lVovela.r a Marcia Leonarda, trad. di P. Ambrosi, a cura di M. G. Profeti, Venezia, Marsilio, '991, pp. 44-45.
10 M. G. PROFETI, Imitaliol admiralio: i'aulocommento in Lope, en I,'autocommento, Atti del XVIII Convegno Interuniversitario, Bressanone '990, Padova, Esedra, 1994, pp. 43-52.
11 O. BESOMI, L' aufocommenlo nella ({ 5ecchia rapita», en L' autocommenlo, cit., pp. 52-67.
12 L. DE VEGA, La hermosura de Angélica, Madrid, P. de Madrigal, 1602: [f. q5T n.n.:] Del Principe de Fez, a Lope de I Vega.[ ... ] Del Marques de la Adrada, A I Lope de Vega.[ ... ] [f. qsv:] Del Comendador Mayor de Maltesa, gentilombre de la cama-Ira del Rey nuestro I señor.[ ... ]- [f. q5+,r n.n.:] Del Conde de Villamor, a Lope I de Vega.[ ... ] Del conde de Adaquaz, a Lope I de Vega.[ ... ]- [f. Q5+IV:] De don Lorenc;:o de Mendoc;:a. [ ... ] De doña Ysabel de figueroa.[sic] [ ... ] [f. q5+u n.n.:]Dc luan de Vergara.[ ... ] De luan de Piña. [ ... ] Lucinda, a Lope de Vega.I ... llf. Q5+IV:] Lopede Vega, a Lucinda.[ ... ] De don Mateo Perez de I Cardenas.[ ... ] [f. q5+3r n.n.:] De don Felis Arias Giron.[ ... ]
[3 En LOPF DE VEGA, Rimas, Do.rciento.r .ronetos, Edición crítica anotada de F. B. Pedran ¡ iménez, vol. 1, Universidad de Castilla la Mancha, Servicio de publicacion~s, '993, pp. 12-23, Pedraza ]iménez recoge algunos de dichos elogios. El análisis teórico de los preliminares puede verse en G. GENETTE, Seuih, Paris, Ed. du Seuil, 1987.
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El Fénix de los ingenios llega a presentar en cada libro, como «marca de fábrica», su propio retrato, que reitera en La Arcadia, El Isidro, La hermosura de Angélica, El Peregrino, La Jerusalén conquistada (1609), Los pastores de Belén (1612), etc. Y que modifica en el tiempo, no sólo con el paso de la edad 14 ,
sino porque quiere modificar su imagen: en sus primeros años se propone como caballero refinado, y añade a su retrato el quimérico escudo con las 19 torres, que excitaba el sarcasmo de Góngora: «aunque todas son de viento, dudo / que tengas viento para tantas torres» Ij. Pero desde 1625 su lector lo verá como digno hombre de letras en los Triunfos divinos y después en el Laurel de Apolo (1630) 16; naturalmente don Miguel no llegará a ver este cambio en la imagen del Fénix.
Pero bien conocía un juego que Lope había montado en los preliminares de La Jerusalén, donde aparece no sólo el retrato grabado, sino unas palabras «a los aficionados a los escritos de Lope de Vega Carpio» de Baltasar Elisio de Medinilla. Este íntimo amigo de Lope advierte:
Habiendo llegado a mis manos este elogio, sacado del libro de retratos que hace Francisco Pacheco en Sevilla, de los hombres en nuestra edad insignes, quise comunicarle a los aficionados a los escritos de Lope, sin voluntad y consentimiento suyo, habiendo quedado a corregir la impresión de su jesusaJén en ausencia suya. Bien sé que habrá algunos que les parezca atrevimiento mío anticipar estas alabanzas a sus días, mas como me ha parecido que ha de ser inmortal en este poema, y que en cualquiera tiempo era alabarle mientras vive, he querido por agradar a muchos disgustar a pocos, entre los cuales sé yo que le cabrá la mayor parte deste disgusto por su natural modestia y humildad tan conocida de todos 17.
14 E. LAFUFNTE FERRARI, Los retratos de Lope, Madrid, Junta del centenario de Lope, 193 j.
15 M. G. PROFETI, Lope, Góngora egli altori, en Atti del Convegno Da Góngora a Góngora, Verona '995; en prensa.
16 M. G. PROFETI, 1 ritrafti del « .hfnix de los ingenios», en Nell' offitina di Lope, cit., pp. 4j-72.
17 L. DE VEGA,jerusalén conquistada, Madrid, J. de la Cuesta, 1609, f. qr. Aquí e infro transcribo modernizando la grafía según las normas de la RAE.
CERVANTES ENJUICIA Sil OBRA
Sigue un perfil biográfico del autor, culminante con su exaltación en competencia con los de la antigüedad clásica, y con la cita de una «estancia» compuesta por Juan Antonio de Vera y Zúñiga, como elogio del lienzo de Pacheco:
Los que e! original no habéis gozado, gozad de! fiel traslado los despojos, dad gracias por tal bien a vuestros ojos, ya Pacheco las dad por e! traslado: será e! uno y e! otro celebrado de! negro adusto a los flamencos rojos, causando ambas noticias igual gusto, desde e! rojo Flamenco al negro adusto 18.
Así Juan Pérez de Montalbán podrá afirmar en Lafama póstuma «no hay casa de hombre curioso que no tenga su retrato o ya en lámina, o ya en lienzo» 19.
Para resumir: el caso de Lope demuestra que para «vender bien» el producto de la escritura se tiene que crear el personaje del autor, asegurando la continuidad y la excelencia del producto con una hábil campaña publicitaria, proponer un «yo» productor de la escritura e inscribirlo dentro de los textos mismos, cuidar -a través de estructuras paratextuales (dedicatorias, composiciones laudatorias al autor)la imagen del productor de literatura, y hasta, a través de los nuevos instrumentos que la imprenta pone a disposición, difundir su imagen.
Son técnicas que parcialmente he estudiado ya, y que pienso examinar más sistemáticamente en un libro: y este anuncio valga para demostrar que algo he aprendido del «monstruo de naturaleza»,
2. Cervantes tiene en común con Lope la técnica de la autopromoción a través del pregón de sus obras futuras:
Si la vida no me deja, te ofrezco los Trabajos de Pers¡les, libro que se atreve a competir con He!iodoro .. , y primero verás, y con brevedad dilatadas, las hazañas de don Quijote y donaires de Sancho Panza, y luego las Semana.r de!
jardín (NE, p. bo)
18 Ivi, ff. qu-q2+2r-qqr. 19 J. PÉREZ DE MONTALBÁN, Fama póstuma a la viday muerte del doctor
¡rey Lope Fel¡x de Vega Carpio, Madrid, Imprenta del Reino, 1636, f. IIV.
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Don Quijote de la Mancha queda calzadas las espuelas en su segunda parte para ir a besar los pies a v.E. ... Luego irá el gran Persiles, y luego Las semanas deljardín, y luego la segunda parte de La Galatea, si tanta carga pueden llevar mis ancianos hombros ... (C, p. 13)'
Olvídaseme de decirte que esperes el Persiles, que estoy acabando, y la segunda parte de GalaIca (Qu, p. 37).
Con esto le despedí y con esto me despido, ofreciendo a Vuestra Excelencia los Trabqjos de Pers¡lesy Sigismunda ... (Qn, p. 39)'
Todavía me quedan en el alma ciertas reliquias yasomos de las Semanas del jardín y del famoso Bernardo. Si a dicha ... me diese el cielo vida, las verá, y con ellas fin de la Galalea (T, p. 46).
y si los comparamos con los de Lope, se pueden considerar normales los halagos excesivos, y para nosotros hasta desagradables, al conde de Lemos. Lope puede decir:
De los papeles que Vuestra Excelencia tiene míos saqué estas doze comedias, que le restituyo impresas, porque se verifique que no le puedo dar cosa mía que no sea suya, y aunque en ellas no hay más que pensamientos míos, por lo menos servirán de que todos sepan que Vuestra Excelencia es dueño mío, hasta de los pensamientos 20.
y Cervantes:
Aora se agoste o no el jardín de mi corto ingenio, que los frutos que él ofreciere, en cualquiera sazón que sea, han de ser de V.E. (C, p. 13)'
Viva el gran conde de Lemos, cuya cristiandad y liberalidad, bien conocida, contra todos los golpes de mi corta fortuna me tiene en pie (Qn, p. 36) .
... emperador por emperador, y monarca por monarca, en Nápoles tengo al grande conde de Lemos, que, sin tantos titulíllos de colegios ni de rectorías, me sustenta, me ampara y hace más merced que la que yo acierto a desear (QII, p. 39)'
20 Doce comedias de Lope de Vega, sacadas de SNS originales por él mismo ... Novena parte, Madrid, Viuda de A. Martín de Balboa-A. Pérez, 1617 f. q2+1V.
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... llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a vuesa Excelencia; que podría ser fuese tanto el contento de ver a vuesa Excelencia bueno en España, que me volviese a dar la vida (T, p. 45).
A las técnicas editoriales de Lope responde una serie de lances de don Miguel: el derroche de exhibición en los preliminares parece irritarle profundamente, tanto que dedica casi todo el prólogo de la Primera Parte del Quijote a burlarse de la ostentación de «erudición y doctrina» y de protecciones:
También ha de carecer mi libro de sonetos al principio, a lo menos de sonetos cuyos autores sean duques, marqueses, condes, obispos, damas, o poetas celebérrimos; aunque si yo los pidiese a dos o tres oficiales amigos, yo sé que me los darían, y tales que no les igualasen los de aquellos que tienen más nombre en nuestra España (QI, p. 53).
Tema que se repite en las Novelas ejemplares:
Yo me levantara a mí mismo dos docenas de testimonios y se los dijera en secreto, con que extendiera mi nombre y acreditara mi ingenio. Porque pensar que dicen puntualmente la verdad los tales elogios es disparate, por no tener punto preciso ni determinado las alabanzas ni los vituperios (NE, p. 58).
Naturalmente, como antífrasis irónica, las composiciones laudatorias de los preliminares de la Primera parte del Quijote las firmarán Urganda, Amadis de Gaula, Belianís de Grecia, Oriana, Orlando Furioso, El Caballero del Febo ... y en los preliminares del Vitije del Parnaso el autor se dirige a su pluma:
Pues veis que no me han dado algún soneto que ilustre deste libro la portada, venid vos, pluma mía mal cortada, y hacedle, aunque carezca de discreto (V, p. 5 o) 21.
2.1 El soneto falta en la mayoría de los ejemplares hoy conservados del Viaje: véase la ed. Rodríguez Marín, cit., pp. XX-XXII. Precedentes de la apóstrofe del autor a su pluma en la ed. del Viqje de M. Herrero García, Madrid, Clásicos Hispánicos, 1983, pp. 327-328.
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y creo que el famoso autorretrato que aparece en el Prólogo de las Novelas gemplares (NE, pp. 57-58), nace como reacción a los tantos retratos del Fénix, y sobre todo al juego de espejos (Medinilla que alude al lienzo de Pacheco, afirmando que Lope desconoce su iniciativa, etc.) montado en la jerusalén, es decir, seis años antes de la publicación de las Novelas:
Quisiera yo si fuera posible, lector amantísimo, excusarme de escribir este prólogo... Desto tiene la culpa algún amigo, de los muchos que en el discurso de mi vida he granjeado antes con mi condición que con mi ingenio; el cual amigo bien pudiera, como es uso y costumbre, grabarme y esculpirme en la primera hoja deste libro, pues le diera mi retrato el famoso don Juan de Jáurigui, y con este quedara mi ambición satisfecha (NE, pp. 57- 58).
En relación y en oposición al modelo corriente, Cervantes desarrolla en efecto una serie de novedades. Procediendo de la estructura hacia la forma de la expresión notaré tres características fundamentales:
a) El autor aparece dentro de la obra, como en el caso de Lope, pero no como personaje 22, sino en los liminares del texto, en lo que Genette llamaría seuils, como presentador del texto mismo. Además este autor-presentador siempre está enmarcado dentro de una estructura novelesca, un fondo concreto y cotidiano:
Te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerla [la historia], ninguno tuve por mayor que hacer esta prefación que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribille, y muchas la dejé, por no saber lo que escribiría; y estando una suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, entró a deshora un amigo
zz Más 'lue revelarse, Cervantes parece esconderse debajo del Saavedra de Los Iralns: « En mettant a la seene une deuxieme image de luí meme, sa seeonde identíté, Cervantes s'est, d'une premíere faCjon, mís a distanee de sa réalité biographíque, et l'a infléehíe>>: F. ZMANTAR, Saavedra el les captifs du « Tratos de Argel» de Miguel de Cervantes J aavedra, en L' aulobographie dans le monde hispanique, Actes du colloqueínternational de la Baume-Les-Aix, 1979, p. 188.
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mío, gracioso y bien entendido ... Oyendo lo cual mi amigo, dándose una palmada en la frente y disparando en una carga de risa, me dijo ... (QI, pp. 51-52).
Como se ve Cervantes monta una escena irónica, a la cual no le falta ningún detalle, una estampa del autor pensativo. O bien recurre a un boceto como el siguiente, con el corrillo de pseudo-intelectuales que discuten para perder el tiempo acerca de un tema de moda:
Los días pasados me hallé en una conversaClOn de amigos, donde se trató de comedias y de las cosas a ellas concernientes, y de tal manera las subtilizaron y atildaron, que, a mi parecer, vinieron a quedar en punto de toda perfección (C, p. 7).
En la Acijunta al Parnaso la escena y la descripción del interlocutor se ensancha y se dilata, con tonos que nos recuerdan las polémicas sobre el exceso de los trajes y sobre las leyes suntuarias 23:
Sucedió, pues, que saliendo una mañana del monesterio de Atocha, se llegó a mí un mancebo, al parecer de veinte y cuatro años, poco más o menos, todo limpio, todo aseado y todo crujiendo gorgaranes; pero con un cuello tan grande y tan almidonado, que creí que para llevarle fueran menester los hombros de otro Adlante. Hijos deste cuello eran dos puños chatos que, comenzando de las muñecas, subían y trepaban por las canillas del brazo arriba, que parecía que iban a dar asalto a las barbas. No he visto yo yedra tan codiciosa de subir desde el pie de la muralla donde se arrima hasta las almenas, como el ahínco que llevaban estos puños. (V, p. 179)'
Una escena de viaje, un viaje simbólico que prefigura el de la muerte (<<Puesto ya el pie en el estribo ... »), monta por fin Cervantes en Los trabajos de Persiles y S igismunda, con un diluvio de detalles minuciosos y gustosos:
23 M. G. PROFETI, Storia di O. Sistema della moda e scrittura sulla moda nella Spagna del Serolo d'Oro. en Iden/itó e metamorfosi del barocco ¡span¡eo, NapoJi 1987, pp. 1 r )-148; después en fmpor/are letteratura, Torino, Edizioni den'ürso, 1993, pp. 27-53·
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sentí que a mis espaldas venía picando con gran priesa uno que, al parecer, traía deseo de alcanzarnos, y aun lo mostró dándonos voces, que no picásemos tanto. Esperámosle, y llegó sobre una borrica un estudiante pardal, porque todo venía vestido de pardo, antiparras, zapato redondo y espada con contera, valona bruñida y con trenzas iguales; verdad es que no traía más de dos, porque se le venía a un lado la valona por momentos, y él traía sumo trabajo y cuenta de enderezarla ... Apenas hubo oído el estudiante el nombre de Cervantes, cuando, apeándose de su cabalgadura, cayéndosele aquí el cojín y allí el portamanteo, que con toda esta autoridad caminaba, arremetió a mí... Y así, abrazándole por el cuello, donde le eché a perder de todo punto la valona, le dije ... (T, pp. 47-48).
Se trata de lo que Barthes llamaría «effet de réel» y Genette aspectos del «discours»; como bien subraya Aldo Ruffinatto son residuos que «se nos presentan como otros tantos paréntesis discursivos implícitos que el autor (Cervantes) dirige a individuos concretos» 24. Aquí, delante de los ojos del lector, la vida de todos los días garantiza la realidad de la escritura y de los hechos narrados, e intenta hacer coincidir la voz de Cervantes (que firma la portada) con la voz del emisor, del que toma la pluma y escribe «el codo en el bufete y la mano en la mejilla».
b) Sin embargo, al mismo tiempo que afirma la coincidencia del autor y del emisor, el autor/Cervantes no llega nunca a la confesión (o a la confesión «literaturizada») como Lope. Por lo tanto se esconde detrás de la práctica de la reticencia:
Tuve otras cosas en que ocuparme; dejé la pluma y las comedias ... Algunos años ha que volví yo a mi antigua ociosidad ... (C, pp. 10-11).
o bien detrás de los cuentos-divagaciones, como en el momento en que podría desahogarse por el «hurto» del Quijote:
24 Cfr. A. RUFFIN ATTO, La última frontera del «(Quijote»: ¿ Réel ou discours?» en Crítica .remioló!!';ca de textos literarios hispánicos, Actas del Congreso Internacional sobre Semiótica e Híspanísmo, Madríd, 1985, vol. n, pp. 181-18 7.
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¡Válame Dios, y con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector ilustre o quier plebeyo, este prólogo, creyendo hallar en él venganzas, riñas y vituperios del autor de! segundo Don Quijote! (Qn, p. 33).
E inmediatamente después de los tonos amargos de su defensa (<<Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco ... ») y de las alusiones antifrásticas a Lope (<<que del tal adoro el ingenio, admiro las obras, y la ocupación continua y virtuosa» Qn, p. 34), recurre a los dos cuentos sentenciosos del loco de Sevilla y del de Córdoba.
La renuncia a la confesión aparece también en la dedicatoria al Conde de Lemos, con el cuento paradójico del emperador de la China:
el que más ha mostrado desearle ha sido el grande emperador de la China, pues en lengua chinesca habrá un mes que me escribió una carta con un propio, pidiéndome, o, por mejor decir, suplicándome se le enviase, porque quería fundar un colegio donde se leyese la lengua castellana, y quería que e! libro que se leyese fuese el de la historia de don Quijote. Juntamente con esto me decía que fuese yo a ser el rector del tal colegio.
Preguntéle al portador si su majestad le había dado para mí alguna ayuda de costa. Respondióme que ni por pensamiento.
- Pues, hermano -le respondí yo-, vos os podéis volver a vuestra China a las diez, o a las veinte, o a las que venís despachado; porque yo no estoy con salud para ponerme en tan largo viaje; además que, sobre estar enfermo, estoy muy sin dineros. (Qn, pp. 38-39)'
y sería demasiado fácil permitirse una desviación al margen de la desviación cervantina, notando cómo la paradoja ha llegado a realizarse, ya que donde se estudie hoy la lengua española no podrá faltar una lectura del Quijote; y que en el mes pasado (24-28 de septiembre de 1998) ha tenido lugar en Nanjing un Simposio Cervantino, en el cual han participado algunos de los aquí presentes.
c) Subrayaré, para terminar, otra característica: este emisor tan minuciosamente presentado no puede actuar solo; ya que el autor I Cervantes necesita desdoblar sus opi-
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niones a través de un diálogo, que permite manifestar varios puntos de vista, como bien saben los lectores de Bajtín: en la Primera parte del Quijote será el «amigo gracioso y bien entendido» (QI, p. 52); en las Comedias las teorías sobre el teatro se enmarcan en la «conversación de amigos», en el Persiles Cervantes va acompañado por dos amigos y sus alabanzas correrán a cargo del desconocido «estudiante pardal».
En las Novelas o/emplares el autorretrato resulta atribuido a un amigo, que se tendría que encargar de redactarlo; sólo la falta de esta ayuda ajena obliga al Cervantes / autor a tomar directamente la palabra, y lo hace con una serie de salvedades:
En fin, pues ya esta ocasión se pasó, y yo he quedado en blanco y sin figura, será forzoso valerme por mi pico, que aunque tartamudo, no lo será para decir verdades, que, dichas por señas, suelen ser entendidas (NE, pp. 58-59)'
En el Persiles Cervantes con sus dos amigos tienen al estudiante como interlocutor; en el Viaje el interlocutor será el propio Apolo (V, pp. 102-106); Y en la Atijunta el joven poeta Pancracio de Roncesvalles (V, pp. 180-185), que a su vez entregará una carta de Apolo al Autor/Cervantes, destinatario último de esta cadena, carta donde vuelven a aparecer los autoelogios y las alabanzas al Conde de Lemas, pero atribuidos nada menos que al Dios de la poesía:
Estoy muy quejoso de la descortesía que conmigo se usó en partirse vuesa merced deste monte sin despedirse de mí y de mis hijas, sabiendo cuánto le soy aficionado, y las Musas por el consiguiente; pero si se me da por disculpa que le llevó el deseo de ver a su mecenas el gran conde de Lemas en las fiestas famosas de Nápoles, yo la acepto, y le perdono (V, p. 186).
Si examinamos el diálogo entre «Miguel» y «Pancracio», que de repente adopta una estructura casi teatral, con sus acotaciones, rompiendo el hilo de la narración, vemos cómo el yo autoral se desdobla:
Miguel: -Desa manera, habrá vuestra merced compuesto algunas comedias.
Pancracio.- Muchas; pero sólo una se ha representado.
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Migue/.- ¿Pareció bien? Pancracio.- Al vulgo, no. Miguel.- ¿Y a los discretos? Pancracio.- Tampoco. Miguel.- ¿La causa?
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Pancracio.- La causa fue que la achacaron que era larga en los razonamientos, no muy pura en los versos y desmayada en la invención.
- Tachas son estas -respondí yo- que pudieran hacer parecer mal a las del mesmo Plauto.
- Y más -dijo él-, que no pudieron juzgalla, porque no la dejaron acabar, según la gritaron. Con todo esto, la echó el autor para otro día; pero, porfiar que porfiar, cinco personas vinieron apenas (V, pp. 181-182).
y no hace falta subrayar que en una correcta lectura no es Pancracio, sino el propio Cervantes, naturalmente, el autor cuyas comedias se han juzgado «largas en los razonamientos, no muy puras en los versos, y desmayadas en la invención». Hay que tener en cuenta que Pancracio es un verdadero alterego del yo autoral: es joven, rico, enamorado, ostenta elegancia, tanto como Cervantes es viejo, sin dinero, escéptico y vestido pobremente: en este marco hay que buscar el verdadero autojuicio cervantino: si Apolo dice del primero «pues es rico, no se le dé nada que sea mal poeta» eV, p. 188) la contra-lectura nos revela que Cervantes se considera pobre, pero «buen poeta»; en efecto Apolo en su carta subraya «cuánto le soy aficionado, y las Musas por el consiguiente», como hemos visto. Y esto sirva para poner en su justa perspectiva las afirmaciones críticas de las cuales hemos iniciado nuestro recorrido, acerca de la autoestimación de Cervantes como poeta.
Así el diálogo muchas veces alimenta una verdadera mise en abíme del acto de enunciación; de forma paralela al desdoblarse de Cervantesfautorfemisor-implícito crecen los des tinatariosfnarratarios: en el primer prólogo son tales sucesivamente el «desocupado lector» y el «amigo gracioso y bien entendido» (QI, pp. 50-52); en el Viaje Apolo y Pancracio son a la vez destinatarios y emisores.
En las Comedias después de la «conversación de amigos» aparece como destinatario implícito «un librero», que a su vez se hace narrador al referir la opinión del «autor de comedias»:
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En esta sazón me dijo un librero que él me las comprara, si un autor de título no le hubiera dicho que de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso nada; y si va a decir la verdad, cierto que me dio pesadumbre el oírlo y dije entre mí: "O yo me he mudado, o los tiempos se han mejorado mucho; sucediendo siempre al revés, pues siempre se alaban los pasados tiempos» (e, p. 12).
Como se ve, a través de la meditación, el autor / Cervantes vuelve a aparecer al mismo tiempo como destinatario (de las palabras del librero) y como emisor (de la reflexión).
Se llega al máximo en el Prólogo a la Segunda Parte, donde el lector es a la vez el destinatario y el intermediario entre el autor / Cervantes y Avellaneda:
Paréceme que me dices que ando muy limitado y que me he contenido mucho en los términos de mi modestia ... Si por ventura llegares a conocerle, dile de mi parte que no me tengo por agraviado ... Y para confirmación desto, quiero que con tu buen donaire y gracia le cuentes este cuento ... (Qn, p. 34)
El lector se hace pues emisor, tanto que debe «contar con su buen donaire y gracia», y Avellaneda llega a ser el destinatario del cuento, en un juego vertiginoso, que continúa englobando las abalanzas al conde de Lemas y a don Bernardo de San do val y Rojas:
Dile también [o lector] que de la amenaza que me hace, que me ha de quitar la ganancia con su libro no se me da un ardite, que ... le respondo que ... Viva el gran conde de Lemos ... Y no le digas más, ni yo quiero decirte más a ti... (Qn, p. 36).
Analógamente, en el Prólogo a las Comedias, será el propio lector quien tendrá que dirigirse al «maldiciente autor»; Cervantes pone en los labios de su destinatario una serie de autoelogios, con el fin de confutar el juicio severo (<<de mi prosa se podía esperar mucho, pero del verso nada»):
Querría que fuesen las mejores del mundo, o, a lo menos, razonables; tú lo verás, lector mío, y si hallares que tienen alguna cosa buena, en topando a aquel maldiciente autor, dile que se emiende, pues yo no ofendo a
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nadie, y que advierta que no tienen necedades patentes y descubiertas, y que el verso es el mismo que piden las comedias, que ha de ser, de los tres estilos, el ínfimo .... y que para enmienda de todo esto le ofrezco una comedia que estoy componiendo y la intitulo El engaño a los f!jos, que si no me engaño, le ha de dar contento (C, p. 12.).
3. Ahora, como último eslabón, examinemos la forma de la expresión: el autojuicio, a menudo el autoelogio, se expresa a través de formas dobles:
Sólo suplico que advierta vuestra Excelencia que le envío, como quien no dice nada, doce cuentos que, a no haberse labrado en la oficina de mi entendimiento, presumieran ponerse alIado de los más pintados (NE, p. 62.).
el cual [Persiles] ha de ser o el más malo o el mejor que en nuestra lengua se ha compuesto, quiero decir de entretenimiento; y digo que me arrepiento de haber dicho el más malo, porque según la opinión de mis amigos, ha de llegar al estremo de bondad posible (Qu, p. 39).
a no ser mías, me parecieran dignas de alabanza (V, p. 182.).
No es un caso que aparezcan fórmas retóricas como la litotes:
Torné a pasar los ojos por mis comedias y por algunos entremeses míos que con ellas estaban arrinconados, y vi no ser tan malas ni tan malos que no mereciesen salir de las tinieblas del ingenio de aquel autor a la luz de otros auto.res menos escrupulosos y más entendidos (C, p. 12.).
estas comedias y entremeses, no tan desabridos, a mi parecer, que no puedan dar algún gusto CC, p. 13).
o la excusa/io:
No puedo dejar, lector carísimo, de suplicarte perdones si vieres que en este prólogo salgo algún tanto de mi acostumbrada modestia ce, p. 7)'
o como la antífrasis irónica:
Y si algunas cosas llevan razonable, es que no van manoseadas ni han salido al teatro, merced a los farsantes que,
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de puro discretos, no se ocupan sino en obras grandes y de graves autores, puesto que tal vez se engañan (C, p. '3).
Si el juicio es positivo, siempre será e! interlocutor (como «los amigos») quien lo proponga, en relación con e! juicio negativo expresado directamente:
y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío sino la historia de un hijo seco, avellanado .... me hallo incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltrón y perezoso .... Oyendo lo cual mi amigo ... me dijo ... «¿Cómo es posible que cosas de tan poco momento y tan fáciles de remediar puedan tener fuerzas de suspender y absortar un ingenio tan maduro como el vuestro?» (QI, pp. 50 ,53) .
... acudiendo a asirme de la mano izquerda, dijo: «Sí, sí; éste es el manco sano, el famoso todo, e! escritor alegre, y finalmente e! regocijo de las musas!» Yo, que en tan poco espacio vi el grande encomio de mis alabanzas, parecióme ser descortesía no corresponder a ellas. Y así.. .. le dije: «Ese es un error donde han caído muchos aficionados ignorantes. Yo, señor, soy Cervantes, pero no e! regocijo de las musas, ni ninguna de las demás baratijas que ha dicho» ( T, p. 48).
4. El análisis se puede repetir examinando los lugares de la obra cervantina donde aparecen los varios autojuicios. Dos ejemplos: en la autocita de La Galatea, que aparece en e! escrutinio de! Quijotc, así contesta e! cura:
Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención; propone algo, y no concluye nada: es menester esperar la segunda parte que promete; quizás con la enmienda alcanzará de! todo la misericordia que ahora se le niega; y entre tanto que esto se ve, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre (QI, pp. 120-121).
Como se ve se repiten todas las técnicas: habla un «gran amigo» de! autor/Cervantes; alude a los casos personales a través de la reticencia (<<más versado en desdichas que en ver-
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SOS»), yal mismo tiempo alude al juicio según el cual «de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso nada», promete la Segunda Parte de La Ga/atea, utiliza la litotes (<<Su libro tiene algo de buena invención»), yen conclusión el libro se salva del escrutinio.
y véase el Capítulo IV del ViaJe del Parnaso, que constituye el autojuicio más extenso, verdadera summa de los autoelogios cervantinos, donde el Yo al inicio del verso se repite nueve veces: el autor inserta su propia alabanza en el diálogo con Apolo, anuncia la publicación del Perú/es, recurre constantemente a la litotes ya las formas dobles:
La confusa, nada fea pareció en los teatros admirable, si esto a su fama es justo se le crea ... con estilo en parte razonable, he compuesto comedias ... (V, pp. 102-103).
Se podría opinar que se trata de técnicas consuetas, ya que Cervantes está rompiendo la norma de cortesía que impide autoalabarse; pero el repertorio de figuras que Cervantes tenía a su disposición era muy amplio, y me parece significativo que escoja justo los medios retóricos donde reina la ambigüedad, el punto de vista doble.
Y si hasta ahora he trabajado sobre los códigos enunciativos y retóricos, para explicar la reiteración absoluta de dichas fórmulas tendría que alejarme de lo que Tynjanov llama «serie histórica», y dedicarme en cambio a una «bajada a los infiernos», hacia una sique atormentada por el casi nulo interés que las pandillas intelectuales de la capital le demostraban, y por el menosprecio de los farsantes, otro tema constante: «sin tener cuenta con dimes ni diretes de recitantes» (e, p. 12). Cervantes parece coaccionado a repetir sus propias alabanzas, sus ataques enmascarados (a Lope, a los cómicos, a la envidia, a la ignorancia), a repetir formas, medios enunciativos, y hasta términos (véase por ejemplo enmiende / enmineda al hablar del «maldiciente autor de comedias»).
Pero nos vamos acercando a terrenos en los que me parece peligroso entrar. Lo que aquí he pretendido es sólo subrayar que las autoevaluaciones de Cervantes se tendrán que analizar en relación con el sistema literario de su tiem-
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po, como se tendrán que tener en cuenta las técnicas de enunciación y retóricas, si se quieren deslindar correctamente los límites de una auto-ironía (¿desviación lúdica?), a veces evidente, pero en otros casos ambigua. Y sobre todo se tendrán que juzgar en relación con la nueva forma de difusión de la escritura, la nueva encrucijada histórico-ideológica, que a veces choca con el sistema de valores tradicionalmente establecidos.
Es cierto que en el Viaje del Parnaso Cervantes repite que el escritor no tiene que «aspirar a ganancia» (V, p. 56), Y que «no procura / llegar a rico como a honroso estado» (V, pp. 56-57); es cierto que afirma «Con poco me contento, aunque deseo /mucho» (V, p. 105); pero sus afirmaciones suenan muchas veces contradictorias:
N o se estima, señor, del vulgo vano el que te sigue y al árbol sacro del laurel se arrima. La envidia y la ignorancia le persigue, y así, envidiado siempre y perseguido. el bien que espera por jamás consigue .. . Con mi corta fortuna no me ensaño ... (V, pp. 102-103).
No es sólo el bien de la fama el que Cervantes quiere conseguir: el «árbol que me conceda algún arrimo» (V, p. 104), la «corta fortuna» aluden evidentemente al éxito, incluso material, de una profesión, la de las letras, que hasta el siglo XVI tenía que ser puro ofium y no negotium, ya que -como bien se sabe- carmina non dan! panem.
La ambigüedad de la escritura corre así paralela a una ambigüedad más profunda: la que -entre el siglo XVI y el siguienterodea el mismo oficio del poeta. ¿Contentar al «vulgo», a los «autores de comedias», o pensar en una fama perdurable? ¿Escribir para muchos o para pocos? Cervantes no sabe o no quiere contestar, asombrado ante el éxito del Quijote y el fracaso de las Comedias; pero indica implícitamente un problema destinado a repetirse en las épocas sucesivas, hasta el Superuomo di massa del cual en nuestros días habla Umberto Eco.