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7/25/2019 Celso Contra Los Cristianos
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Celso
rra
en
tanto que de sus lgrimas brotaban calien-
tes manantiales. Cuentan tambin que
en
el t-
mulo de su maestro se vio unos dicen uno otros
dicen dos para anunciar a las mujeres que l ha-
ba resucitado; porque el Hijo de Dios segn pa-
rece no tena fuerza para erguir l slo la losa del
tmulo; tena necesidad de ayuda para removerla.
Vino incluso un ngel junto al carpintero por
causa de la gravidez de Mara e igualmente
otro
para advertir a los padres que cogiesen
al
hijo y
huyesen lo ms deprisa posible. Habr necesidad
aqu de citar todos los que fueron enviados antes
a Moiss y a otros? Ahora bien si otros fueron
enviados sguese que Jess tambin lo fue
por
el
mismo Dios. Concedamos
si se
quiere que l lo
haba sido para un objetivo ms elevado para re-
dimir algn pecado de los Judos culpados de co-
rromper la religin o de cualquier otra maldad del
gnero como los Cristianos dan a entender; no es
menos cierto que l no fue el nico
en
ser en-
viado a los hombres; que hasta los que
en
nom-
bre de
la
doctrina de Jess abandonaron el de-
miurgo como un dios subalterno y reconocieron
como un Dios superior al padre del Mesas no
dejaron todava de reconocer que antes de Jess
el demiurgo haba enviado a otros varios a los
hombres.
63. Ellos y los Judos reconocen
por
tanto
al
mismo Dios. Los de la gran Iglesia lo reconocen
abiertamente y tienen por verdicas
las
tradiciones
de los Judos sobre el origen y la formacin del
mundo los seis das de la creacin y el sptimo
en
Discurso verdadero
77
que Dios descans el nombre del primer hom-
bre el orden genealgico de sus descendientes
las querellas y disensiones entre los hermanos y
la entrada y residencia en Egipto as como el
xodo de este pas.
64. Resulta todava difcil de creer que entre
los Cristianos unos confiesan
tener
el mismo
Dios que los Judos otros 1 niegan pues afirman
que el que envi al hijo es un Dios opuesto al
primero.
65. Conozco igualmente muchas otras divi-
siones y sectas entre ellos: los Sibilistas los Simo-
nianos
y
ent re scos los Helenianos del nombre
de Helena o de Helenos su maestro; los Marceli-
nianos de Marcelina; los Carpocratianos salidos
unos de Salom otros de Mariana otros de
Marta; los Marcionistas ntrense de Marcin;
otros incluso se imaginan unos a tal demonio
otros a tal maestro aqullos a tal otro y se su-
mergen
en
espesas tinieblas se entregan a desde-
nes peores y ms ultrajantes an para la moral
pblica que aquellos que en Egipto practican los
compaeros de Antnoo. Se injurian hasta la sa-
ciedad los unos a los otros con todas las afrentas
que les pasan por las mentes rebeldes a la menor
concesin
en
son de paz y estn animados de un
mutuo odio mortal. Todava estos hombres en-
carnizados los unos contra los otros intercam-
bindose los ms encarnizados ultrajes tienen to-
dos
en
la boca
las
mismas palabras: El mundo fue
crucificado por m y yo soy por el mundo ..
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elso
[Aqu Celso insisda largamente
en
la diversidad
de sectas cristianas y en las objeciones que de ah
se podran derivar.]
66. Examinemos a pesar del despecho de la
falta de fundamentos serios
en su doctrina el
contenido de lo que se proclama. Fijmonos por
lo dems en esos restos de sabidura que recogie-
ron y por ignorancia estropearon pues tienen la
cabeza llena de principios que no comprendieron
ni siquiera
en
su primera palabra.
e
aqu cmo
hablan.
[Aqu Celso citaba probablemente varias frases
evanglicas acerca del conocimiento y del amor de
Dios sobre la caridad y las comparaba con las
mximas de los filsofos pretendiendo que estas
ltimas tenan ms claridad naturalidad y fuerza.]
Todo esto fue dicho y mucho mejor por los Grie-
gos sin esa afectacin y ese tono proftico como
si se hablase
en
nombre de Dios y de su hijo.
67.
El
sumo bien escribi Platn no es un
conocimiento que se pueda transmitir por pala-
bras. Es despus de un largo trato y una medita-
cin asidua cuando l brota sbitamente como
una chispa y se torna
en
alimento para el alma y la
sostiene por s solo y sin otra ayuda... Si acredi-
tase que esta ciencia poda ser enseada al pueblo
por escritos o palabras qu ms bella ocupacin
podra yo dar a mi vida que escribir sobre cosa tan
til a los hombres y exponer su naturaleza a plena
luz para todos? Mas creo que tales enseanzas
slo convienen al pequeo nmero de los que
Discurso verdadero
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con leves indicaciones saben descubrir
por
s
mismos tales enseanzas. Porque
en
lo que res-
pecta a la gran mayora se
ha de llegar a esta
conclusin: llenos de un inicuo desprecio por los
dems humanos e inflados con una injusta y vana
confianza
en
s mismos imaginaran cada vez
que
enunciasen una cosa poseer conocimientos mara-
villosos. Y Platn aunque haba enseado lo que
es til saber no impregn sus libros de prodigios
ni tapa la boca a los que quieren averiguar lo que
l promete ni ordena que se crea antes que cual-
quier cosa que Dios es esto o aquello que tiene
un hijo de tal naturaleza y que ese hijo enviado
expresamente convers con l.
Quiero sostiene Platn detenerme ms en
este asunto y lo que acabo de deciros os pare-
cer an ms evidente. Hay de hecho una razn
que reprime la temeridad de los que quieren es-
cribir sobre estos asuntos:
ya
la he expuesto mu-
chas veces y segn me parece no es til repe-
tirla. Hay
en
todo espritu tres condiciones para
que
la
ciencia sea posible;
en
cuartO lugar viene la
propia ciencia y en quinto lugar lo que se trata de
conocer: el ser verdadero. La primera cosa es el
nombre la segunda la definicin la tercera la
imagen la ciencia es la cuarta. As se ve cmo
Platn aunque tiene cuidado en decir primera-
mente
que
estas altas verdades no podran ser ex-
puestas para que no parezca que procura una dis-
culpa va alegando lo inefable presentando in-
cluso
las
razones. En efecto podr el mismo ex-
plicarse algo? Y Platn jams quiso exagerarlo o
imponrselo a nadie; l no dice que encontr algo
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eelso
de nuevo, ni que viene del cielo para trarnoslo,
sino que reconoce de dnde lo tom. l no im
pone dogmticamente la verdad, sino que la in
vestiga, hacindola surgir de los espritus por inte
rrogaciones bien dirigidas. No procede
al
estilo
de
los
que dicen: Acreditad que aqul de quien os
hablo es verdaderamente el ijo de Dios, aunque
haya sido atado vergonzosamente y sometido al
suplicio ms infamante, aunque haya sido tratado
con la mxima ignominia. Creedlo an ms por
eso mismo.
68. Si ellos al menos llegasen a entenderse en
tre
s
acerca de la persona dl Mesas .. ; pero es
tn muy lejos de eso. Unos garantizan esto,
otros aquello, y todos tienen en la boca la misma
recriminacin: Creed si queris salvaros, y segui
damente idos
Qu harn los que verdadera
mente deseen salvarse? Debern echar los dados
para saber a qu lado tornarse y a quienes jun
tarse?.
69.
En vano, para dispensarse de buscar
la
verdad y para justificar su perversidad, alegan que
la sabidura humana es locura a los, ojos de
Dios. Algunos dicen cul es la razn que les hl c;.e
hablar as, es q u e ' q u e r e n c o n q u l s t ~ a . l o s
rantes y a los simples. Pero ni siquiera esa mxima
laencontraron
poc'+s solos. Antes de ellos los
griegos supieron distinguir con bastante precisin
la
sabidura humana
de
la sabidura divina. Fue
Herclito quien dijo: La conducta del hombre es
sin razn, mas la conducta de Dios es racional. Y
Discurso verdadero 81
l
mismo
en otra
ocaslOn aade: Oh hombre
simple, aprende- como un daimon, como un nio,
como un hombre . Y Platn
en
su Apologa
pone en boca de Scrates:
a
reputacin que
~ q u i r ,
oh Atenienses, me viene de una cierta
sabidura que est
en
m. Pero qu sabidura es
esa? Segn parece es una sabidura puramente
humana, y corro el gran peligro de no ser sabio
sino en eso. Ahora bien,
de
esa sabidura divina
que no osaba Scrates reivindicar para s, preten
den e
Uos
abrir los ,arcanos a los ms .estpidas.y a
los
1 . ~ 1 n . 9 l ~ - ~
esos charlatanes que eyita.n tanto_
cuanto pueden a los hombres
c u l t o ~ ,
porque estos
ltimos no se dejan tan fcilmente engaar, para
prender
en
sus redes a las personas de ms baja
condicin.
70. a falsa humildad que ensean confunde
.servilismo con modestia, lo que no pasa de una
imitacin desnaturalizada de lo que Platn escri
bi sobre esa virtud: Dios, dice l, de acuerdo
con una vieja tradicin, es el comienzo, el medio
y el
fin
de todos los seres. l sigue siempre una
lnea recta, de acuerdo con su naturaleza, al
mismo tiempo que abarca el mundo, la justicia se
desprende de l, vengadora de las injurias hechas
a la ley divina. Quien quisiera ser feliz
debe
ape
garse a la justicia, siguiendo humilde y modesta
mente sus huellas. Importa tambin esta sentencia
de Jess contra los ricos: Es ms fcil a un came
llo pasar
por
el agujero
de
una aguja que a un rico
entrar en el Reino de Dios, est directamente
sacada de este pasaje de Platn, al que Jess al
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Celso
ter los trminos: Es imposible ser
al
mismo
f
tiempo extremadamente rico
y
extremadamente
virtuoso .
71. Ellos hablan del reino de Dios, pero ofre
cen de l una idea mezquina
y
despreciable. en
todo inferior a lo que Platn opina cuando es
cribe: Todos los seres estn agrupados alrededor
del rey del universo.
l
es su fin comn y el prin
cipio de toda la belleza; lo que es de segunda
categora se corresponde con el segundo puesto, y
lo que es de tercera categora
se
corresponde con
el tercer puesto. El alma humana desea apasiona
damente penetrar estos misterios: para conse
guirlo, dirige los ojos hacia todo lo que tiene afi
nidad con ella; pero no encuentra nada que la
satisfaga absolutamente. Por lo
que
respecta al rey
y a las cosas de que habl, no hay nada que se le
asemeje. Yen
otro
lugar manifiesta: Lo que es
divino, es lo bello, lo verdadero, el bien y todo lo
que se le compara. l es el
que
alimenta y fortifica
los entresijos del alma:
por
el contrario, todo lo
que es feo y malo, las debilita y las arruina. Mas el
jefe supremo, Zeus, viene
en
primer lugar, con
duciendo su alado carro; l lo ordena y gobierna
todo. Detrs de l avanza el ejrcito de los dioses
y de los daimones, dividido en once cohortes.
Hestia queda sola en el palacio de los Inmortales.
as otras once grandes divinidades siguen cada
una a la cabeza de una cohorte segn el lugar
que
les fue reservado.
u
espectculos encantadores
entonces, qu majestuosas evoluciones animan el
interior del cielo, donde los dioses bienaventura
8,
cumplen la funcin atribuida a cada uno,
acompaados de todos los que quieren y pueden
porque la envidia reside lejos del coro
los dioses!. Esta religin supra-celeste, ningn
la cant todava, ninguno jams la celebrar
Pero en realidad as es,
y
no debe
publicar la verdad, sobre todo cuando se ha-
de la propia verdad.
a
verdadera esencia, sin
sin forma, impalpable, no puede ser con
~ m p l a d a
sino
por
el gua del alma, la nteligen
Ahora bien, a semejanza del pensamiento de
que se alimenta de lo inteligible y de la cien
absoluta, el pensamiento de cualquier alma,
procura recibir el alimento conveniente, se
al ver de nuevo el ser del cual hace mucho
separada y alimentarse con las delicias de la
,ntemplacin de la verdad, hasta el momento en
, el movimiento circular la reconduce al punto
partida. Durante esa revolucin circular, el
contempla la justicia
en
s, que no est sujeta
bdevenir, ni difiere segn los diferentes objetos
aqu abajo califican de reales, sino
la
ciencia
tiene
por objeto
el ser absoluto.
\'12. Y, a lo que parece, partiendo de algunas
'estas ideas de Platn, de
las que
tenan alguna
nocin, ciertos cristianos proclaman
al
Dios
est
en
lo altO del cielo, y se elevan as por
de los Judos. Platn ense que, para
. ~ e n d e r del cielo a la tierra, o para ascender de
al cielo, las almas pasan
por
los planetas.
~ " ' ' . r s a s
representan la misma idea
en
los mis
de Mitra. Ellos tienen una figura
que
repre