Catequesis Espiritu Santo y Novena 2015

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Catequesis Papa Francisco

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  • Venga Tu Reino!

    PAPA FRANCISCO

    CATEQUESIS SOBRE

    LOS DONES DEL ESPRITU SANTO

    Y NOVENA AL ESPRITU SANTO

    AUDIENCIA GENERAL 9 de abril al 11 de junio de 2014.

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    Contenido

    Inicio catequesis: Don de Sabidura .................................................. 3

    Segunda catequesis: Don del Entendimiento .................................... 6

    Tercera catequesis: Don de Consejo ................................................. 8

    Cuarta catequesis: Don de Fortaleza ............................................... 11

    Quinta catequesis: Don de Ciencia ................................................. 13

    Sexta catequesis: Don de Piedad .................................................... 16

    Sptima catequesis: Temor de Dios ................................................ 18

    NOVENA AL ESPRITU SANTO ................................................ 21

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    Inicio catequesis: Don de Sabidura

    PAPA FRANCISCO

    AUDIENCIA GENERAL

    Plaza de San Pedro Mircoles 9 de abril de 20141

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!

    Iniciamos hoy un ciclo de catequesis sobre los dones del Espritu Santo.

    Vosotros sabis que el Espritu Santo constituye el alma, la savia vital de la

    Iglesia y de cada cristiano: es el Amor de Dios que hace de nuestro corazn su

    morada y entra en comunin con nosotros. El Espritu Santo est siempre con

    nosotros, siempre est en nosotros, en nuestro corazn.

    El Espritu mismo es el don de Dios por excelencia (cf. Jn 4, 10), es un regalo

    de Dios, y, a su vez, comunica diversos dones espirituales a quien lo acoge. La

    Iglesia enumera siete, nmero que simblicamente significa plenitud, totalidad;

    son los que se aprenden cuando uno se prepara al sacramento de la Confirmacin

    y que invocamos en la antigua oracin llamada Secuencia del Espritu Santo.

    Los dones del Espritu Santo son: sabidura, inteligencia, consejo, fortaleza,

    ciencia, piedad y temor de Dios.

    El primer don del Espritu Santo, segn esta lista, es, por lo tanto, la sabidura.

    Pero no se trata sencillamente de la sabidura humana, que es fruto del

    conocimiento y de la experiencia. En la Biblia se cuenta que a Salomn, en el

    momento de su coronacin como rey de Israel, haba pedido el don de la

    sabidura (cf. 1 Re 3, 9). Y la sabidura es precisamente esto: es la gracia de

    poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es sencillamente esto: es ver el

    mundo, ver las situaciones, las ocasiones, los problemas, todo, con los ojos de

    Dios. Esta es la sabidura. Algunas veces vemos las cosas segn nuestro gusto o

    segn la situacin de nuestro corazn, con amor o con odio, con envidia... No,

    esto no es el ojo de Dios. La sabidura es lo que obra el Espritu Santo en

    nosotros a fin de que veamos todas las cosas con los ojos de Dios. Este es el don

    de la sabidura.

    1 http://m2.vatican.va/content/francescomobile/es/audiences/2014/documents/papa-

    francesco_20140409_udienza-generale.html

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    Y obviamente esto deriva de la intimidad con Dios, de la relacin ntima que

    nosotros tenemos con Dios, de la relacin de hijos con el Padre. Y el Espritu

    Santo, cuando tenemos esta relacin, nos da el don de la sabidura. Cuando

    estamos en comunin con el Seor, el Espritu Santo es como si transfigurara

    nuestro corazn y le hiciera percibir todo su calor y su predileccin.

    El Espritu Santo, entonces, hace sabio al cristiano. Esto, sin embargo, no en

    el sentido de que tiene una respuesta para cada cosa, que lo sabe todo, sino en el

    sentido de que sabe de Dios, sabe cmo acta Dios, conoce cundo una cosa

    es de Dios y cundo no es de Dios; tiene esta sabidura que Dios da a nuestro

    corazn. El corazn del hombre sabio en este sentido tiene el gusto y el sabor de

    Dios. Y cun importante es que en nuestras comunidades haya cristianos as!

    Todo en ellos habla de Dios y se convierte en un signo hermoso y vivo de su

    presencia y de su amor. Y esto es algo que no podemos improvisar, que no

    podemos conseguir por nosotros mismos: es un don que Dios da a quienes son

    dciles al Espritu Santo. Dentro de nosotros, en nuestro corazn, tenemos al

    Espritu Santo; podemos escucharlo, podemos no escucharlo. Si escuchamos al

    Espritu Santo, l nos ensea esta senda de la sabidura, nos regala la sabidura

    que consiste en ver con los ojos de Dios, escuchar con los odos de Dios, amar

    con el corazn de Dios, juzgar las cosas con el juicio de Dios. Esta es la

    sabidura que nos regala el Espritu Santo, y todos nosotros podemos poseerla.

    Slo tenemos que pedirla al Espritu Santo.

    Pensad en una mam, en su casa, con los nios, que cuando uno hace una cosa el

    otro maquina otra, y la pobre mam va de una parte a otra, con los problemas de

    los nios. Y cuando las madres se cansan y gritan a los nios, eso es sabidura?

    Gritar a los nios os pregunto es sabidura? Qu decs vosotros: es sabidura o no? No! En cambio, cuando la mam toma al nio y le rie

    dulcemente y le dice: Esto no se hace, por esto..., y le explica con mucha

    paciencia, esto es sabidura de Dios? S! Es lo que nos da el Espritu Santo en

    la vida. Luego, en el matrimonio, por ejemplo, los dos esposos el esposo y la esposa rien, y luego no se miran o, si se miran, se miran con la cara torcida: esto es sabidura de Dios? No! En cambio, si dice: Bah, pas la tormenta,

    hagamos las paces, y recomienzan a ir hacia adelante en paz: esto es

    sabidura? [la gente: S!] He aqu, este es el don de la sabidura. Que venga a

    casa, que venga con los nios, que venga con todos nosotros.

    Y esto no se aprende: esto es un regalo del Espritu Santo. Por ello, debemos

    pedir al Seor que nos d el Espritu Santo y que nos d el don de la sabidura,

    de esa sabidura de Dios que nos ensea a mirar con los ojos de Dios, a sentir

    con el corazn de Dios, a hablar con las palabras de Dios. Y as, con esta

    sabidura, sigamos adelante, construyamos la familia, construyamos la Iglesia, y

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    todos nos santificamos. Pidamos hoy la gracia de la sabidura. Y pidmosla a la

    Virgen, que es la Sede de la sabidura, de este don: que Ella nos alcance esta

    gracia. Gracias!

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    Segunda catequesis: Don del Entendimiento

    PAPA FRANCISCO

    AUDIENCIA GENERAL

    Plaza de San Pedro Mircoles 30 de abril de 20142

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!

    Despus de reflexionar sobre la sabidura, como el primero de los siete dones del

    Espritu Santo, hoy quiero centrar la atencin en el segundo don, es decir, el

    entendimiento. No se trata aqu de la inteligencia humana, de la capacidad

    intelectual de la que podemos estar ms o menos dotados. Es, en cambio, una

    gracia que slo el Espritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la

    capacidad de ir ms all del aspecto externo de la realidad y escrutar las

    profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvacin.

    El apstol Pablo, dirigindose a la comunidad de Corinto, describe bien los

    efectos de este don es decir, lo que hace el don de entendimiento en nosotros, y Pablo dice esto: Ni el ojo vio, ni el odo oy, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman. Y Dios nos lo ha revelado

    por el Espritu (1 Co 2, 9-10). Esto, obviamente, no significa que un cristiano

    pueda comprender cada cosa y tener un conocimiento pleno de los designios de

    Dios: todo esto permanece en la espera de manifestarse en toda su transparencia

    cuando nos encontremos ante Dios y seamos de verdad una cosa sola con l. Sin

    embargo, como sugiere la palabra misma, el entendimiento permite intus

    legere, es decir, leer dentro: este don nos hace comprender las cosas como

    las comprende Dios, con el entendimiento de Dios. Porque uno puede entender

    una situacin con la inteligencia humana, con prudencia, y est bien. Pero

    comprender una situacin en profundidad, como la entiende Dios, es el efecto de

    este don. Y Jess quiso enviarnos al Espritu Santo para que nosotros tengamos

    este don, para que todos nosotros podamos comprender las cosas como las

    comprende Dios, con la inteligencia de Dios. Es un hermoso regalo que el Seor

    nos ha hecho a todos nosotros. Es el don con el cual el Espritu Santo nos

    introduce en la intimidad con Dios y nos hace partcipes del designio de amor

    que l tiene con nosotros.

    Est claro entonces que el don de entendimiento est estrechamente relacionado

    con la fe. Cuando el Espritu Santo habita en nuestro corazn e ilumina nuestra

    2 http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140430_udienza-

    generale.html

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    mente, nos hace crecer da a da en la comprensin de lo que el Seor ha dicho y

    ha realizado. Jess mismo dijo a sus discpulos: yo os enviar al Espritu Santo y

    l os har comprender todo lo que yo os he enseado. Comprender las

    enseanzas de Jess, comprender su Palabra, comprender el Evangelio,

    comprender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo,

    pero si leemos el Evangelio con este don del Espritu Santo podemos

    comprender la profundidad de las palabras de Dios. Y este es un gran don, un

    gran don que todos nosotros debemos pedir y pedir juntos: Danos, Seor, el don

    de entendimiento.

    Hay un episodio del Evangelio de Lucas que expresa muy bien la profundidad y

    la fuerza de este don. Tras asistir a la muerte en cruz y a la sepultura de Jess,

    dos de sus discpulos, desilusionados y acongojados, se marcharon de Jerusaln

    y regresaron a su pueblo de nombre Emas. Mientras iban de camino, Jess

    resucitado se acerc y comenz a hablar con ellos, pero sus ojos, velados por la

    tristeza y la desesperacin, no fueron capaces de reconocerlo. Jess caminaba

    con ellos, pero ellos estaban tan tristes, tan desesperados, que no lo

    reconocieron. Sin embargo, cuando el Seor les explic las Escrituras para que

    comprendieran que l deba sufrir y morir para luego resucitar, sus mentes se

    abrieron y en sus corazones se volvi a encender la esperanza (cf. Lc 24, 13-27).

    Esto es lo que hace el Espritu Santo con nosotros: nos abre la mente, nos abre

    para comprender mejor, para entender mejor las cosas de Dios, las cosas

    humanas, las situaciones, todas las cosas. Es importante el don de entendimiento

    para nuestra vida cristiana. Pidmoslo al Seor, que nos d, que nos d a todos

    nosotros este don para comprender, como comprende l, las cosas que suceden y

    para comprender, sobre todo, la Palabra de Dios en el Evangelio. Gracias.

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    Tercera catequesis: Don de Consejo

    PAPA FRANCISCO

    AUDIENCIA GENERAL

    Plaza de San Pedro Mircoles 7 de mayo de 20143

    Queridos hermanos y hermanas:

    Hemos escuchado en la lectura del pasaje del libro de los Salmos que dice: El

    Seor me aconseja, hasta de noche me instruye internamente (cf. Sal 16, 7). Y

    este es otro don del Espritu Santo: el don de consejo. Sabemos cun importante

    es, en los momentos ms delicados, poder contar con las sugerencias de personas

    sabias y que nos quieren. Ahora, a travs del don de consejo, es Dios mismo, con

    su Espritu, quien ilumina nuestro corazn, de tal forma que nos hace

    comprender el modo justo de hablar y de comportarse; y el camino a seguir.

    Pero cmo acta este don en nosotros?

    En el momento en el que lo acogemos y lo albergamos en nuestro corazn, el

    Espritu Santo comienza inmediatamente a hacernos sensibles a su voz y a

    orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones

    segn el corazn de Dios. Al mismo tiempo, nos conduce cada vez ms a dirigir

    nuestra mirada interior hacia Jess, como modelo de nuestro modo de actuar y

    de relacionarnos con Dios Padre y con los hermanos. El consejo, pues, es el don

    con el cual el Espritu Santo capacita a nuestra conciencia para hacer una

    opcin concreta en comunin con Dios, segn la lgica de Jess y de su

    Evangelio. De este modo, el Espritu nos hace crecer interiormente, nos hace

    crecer positivamente, nos hace crecer en la comunidad y nos ayuda a no caer en

    manos del egosmo y del propio modo de ver las cosas. As el Espritu nos ayuda

    a crecer y tambin a vivir en comunidad. La condicin esencial para conservar

    este don es la oracin. Volvemos siempre al mismo tema: la oracin! Es muy

    importante la oracin. Rezar con las oraciones que todos sabemos desde que

    ramos nios, pero tambin rezar con nuestras palabras. Decir al Seor: Seor,

    aydame, aconsjame, qu debo hacer ahora?. Y con la oracin hacemos

    espacio, a fin de que el Espritu venga y nos ayude en ese momento, nos

    3 http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140507_udienza-

    generale.html

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    aconseje sobre lo que todos debemos hacer. La oracin! Jams olvidar la

    oracin. Jams! Nadie, nadie, se da cuenta cuando rezamos en el autobs, por la

    calle: rezamos en silencio con el corazn. Aprovechamos esos momentos para

    rezar, orar para que el Espritu nos d el don de consejo.

    En la intimidad con Dios y en la escucha de su Palabra, poco a poco, dejamos a

    un lado nuestra lgica personal, impuesta la mayora de las veces por nuestras

    cerrazones, nuestros prejuicios y nuestras ambiciones, y aprendemos, en cambio,

    a preguntar al Seor: cul es tu deseo?, cul es tu voluntad?, qu te gusta a ti?

    De este modo madura en nosotros una sintona profunda, casi connatural en el

    Espritu y se experimenta cun verdaderas son las palabras de Jess que nos

    presenta el Evangelio de Mateo: No os preocupis de lo que vais a decir o de

    cmo lo diris: en aquel momento se os sugerir lo que tenis que decir, porque

    no seris vosotros los que hablis, sino que el Espritu de vuestro Padre hablar

    por vosotros (Mt 10, 19-20). Es el Espritu quien nos aconseja, pero nosotros

    debemos dejar espacio al Espritu, para que nos pueda aconsejar. Y dejar espacio

    es rezar, rezar para que l venga y nos ayude siempre.

    Como todos los dems dones del Espritu, tambin el de consejo constituye un

    tesoro para toda la comunidad cristiana. El Seor no nos habla slo en la

    intimidad del corazn, nos habla s, pero no slo all, sino que nos habla tambin

    a travs de la voz y el testimonio de los hermanos. Es verdaderamente un don

    grande poder encontrar hombres y mujeres de fe que, sobre todo en los

    momentos ms complicados e importantes de nuestra vida, nos ayudan a

    iluminar nuestro corazn y a reconocer la voluntad del Seor.

    Recuerdo una vez en el santuario de Lujn, yo estaba en el confesonario, delante

    del cual haba una larga fila. Haba tambin un muchacho todo moderno, con los

    aretes, los tatuajes, todas estas cosas... Y vino para decirme lo que le suceda.

    Era un problema grande, difcil. Y me dijo: yo le he contado todo esto a mi

    mam, y mi mam me ha dicho: dirgete a la Virgen y ella te dir lo que debes

    hacer. He aqu a una mujer que tena el don de consejo. No saba cmo salir del

    problema del hijo, pero indic el camino justo: dirgete a la Virgen y ella te dir.

    Esto es el don de consejo. Esa mujer humilde, sencilla, dio a su hijo el consejo

    ms verdadero. En efecto, este muchacho me dijo: he mirado a la Virgen y he

    sentido que tengo que hacer esto, esto y esto... Yo no tuve que hablar, ya lo

    haban dicho todo su mam y el muchacho mismo. Esto es el don de consejo.

    Vosotras, mams, que tenis este don, pedidlo para vuestros hijos: el don de

    aconsejar a los hijos es un don de Dios.

    Queridos amigos, el Salmo 16, que hemos escuchado, nos invita a rezar con

    estas palabras: Bendecir al Seor que me aconseja, hasta de noche me instruye

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    internamente. Tengo siempre presente al Seor, con l a mi derecha no vacilar

    (vv. 7-8). Que el Espritu infunda siempre en nuestro corazn esta certeza y nos

    colme de su consolacin y de su paz. Pedid siempre el don de consejo.

  • 11

    Cuarta catequesis: Don de Fortaleza

    PAPA FRANCISCO

    AUDIENCIA GENERAL

    Plaza de San Pedro Mircoles 7 de mayo de 20144

    Queridos hermanos:

    En las catequesis precedentes hemos reflexionado sobre los tres primeros dones

    del Espritu Santo: sabidura, inteligencia y consejo. Hoy pensemos en lo que

    hace el Seor: l viene siempre a sostenernos en nuestra debilidad y esto lo hace

    con un don especial: el don de fortaleza.

    Hay una parbola, relatada por Jess, que nos ayuda a captar la importancia de

    este don. Un sembrador sali a sembrar; sin embargo, no toda la semilla que

    esparci dio fruto. Lo que cay al borde del camino se lo comieron los pjaros;

    lo que cay en terreno pedregoso o entre abrojos brot, pero inmediatamente lo

    abras el sol o lo ahogaron las espinas. Slo lo que cay en terreno bueno creci

    y dio fruto (cf. Mc 4, 3-9; Mt 13, 3-9; Lc 8, 4-8). Como Jess mismo explica a

    sus discpulos, este sembrador representa al Padre, que esparce abundantemente

    la semilla de su Palabra. La semilla, sin embargo, se encuentra a menudo con la

    aridez de nuestro corazn, e incluso cuando es acogida corre el riesgo de

    permanecer estril. Con el don de fortaleza, en cambio, el Espritu Santo libera

    el terreno de nuestro corazn, lo libera de la tibieza, de las incertidumbres y de

    todos los temores que pueden frenarlo, de modo que la Palabra del Seor se

    ponga en prctica, de manera autntica y gozosa. Es una gran ayuda este don de

    fortaleza, nos da fuerza y nos libera tambin de muchos impedimentos.

    Hay tambin momentos difciles y situaciones extremas en las que el don de

    fortaleza se manifiesta de modo extraordinario, ejemplar. Es el caso de quienes

    deben afrontar experiencias particularmente duras y dolorosas, que revolucionan

    su vida y la de sus seres queridos. La Iglesia resplandece por el testimonio de

    numerosos hermanos y hermanas que no dudaron en entregar la propia vida,

    con tal de permanecer fieles al Seor y a su Evangelio. Tambin hoy no faltan

    cristianos que en muchas partes del mundo siguen celebrando y testimoniando su

    fe, con profunda conviccin y serenidad, y resisten incluso cuando saben que

    ello puede comportar un precio muy alto. Tambin nosotros, todos nosotros,

    conocemos gente que ha vivido situaciones difciles, numerosos dolores. Pero,

    4 http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140514_udienza-

    generale.html

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    pensemos en esos hombres, en esas mujeres que tienen una vida difcil, que

    luchan por sacar adelante la familia, educar a los hijos: hacen todo esto porque

    est el espritu de fortaleza que les ayuda. Cuntos hombres y mujeres nosotros no conocemos sus nombres que honran a nuestro pueblo, honran a nuestra Iglesia, porque son fuertes: fuertes al llevar adelante su vida, su familia,

    su trabajo, su fe. Estos hermanos y hermanas nuestros son santos, santos en la

    cotidianidad, santos ocultos en medio de nosotros: tienen el don de fortaleza para

    llevar adelante su deber de personas, de padres, de madres, de hermanos, de

    hermanas, de ciudadanos. Son muchos! Demos gracias al Seor por estos

    cristianos que viven una santidad oculta: es el Espritu Santo que tienen dentro

    quien les conduce. Y nos har bien pensar en esta gente: si ellos hacen todo esto,

    si ellos pueden hacerlo, por qu yo no? Y nos har bien tambin pedir al Seor

    que nos d el don de fortaleza.

    No hay que pensar que el don de fortaleza es necesario slo en algunas ocasiones

    o situaciones especiales. Este don debe constituir la nota de fondo de nuestro ser

    cristianos, en el ritmo ordinario de nuestra vida cotidiana. Como he dicho, todos

    los das de la vida cotidiana debemos ser fuertes, necesitamos esta fortaleza para

    llevar adelante nuestra vida, nuestra familia, nuestra fe. El apstol Pablo dijo una

    frase que nos har bien escuchar: Todo lo puedo en Aquel que me conforta

    (Flp 4, 13). Cuando afrontamos la vida ordinaria, cuando llegan las dificultades,

    recordemos esto: Todo lo puedo en Aquel que me da la fuerza. El Seor da la

    fuerza, siempre, no permite que nos falte. El Seor no nos prueba ms de lo que

    nosotros podemos tolerar. l est siempre con nosotros. Todo lo puedo en

    Aquel que me conforta.

    Queridos amigos, a veces podemos ser tentados de dejarnos llevar por la pereza

    o, peor an, por el desaliento, sobre todo ante las fatigas y las pruebas de la vida.

    En estos casos, no nos desanimemos, invoquemos al Espritu Santo, para que

    con el don de fortaleza dirija nuestro corazn y comunique nueva fuerza y

    entusiasmo a nuestra vida y a nuestro seguimiento de Jess.

  • 13

    Quinta catequesis: Don de Ciencia

    PAPA FRANCISCO

    AUDIENCIA GENERAL

    Plaza de San Pedro

    Mircoles 21 de mayo de 20145

    Queridos hermanos y hermanas

    Hoy quisiera poner de relieve otro don del Espritu Santo: el don de ciencia.

    Cuando se habla de ciencia, el pensamiento se dirige inmediatamente a la

    capacidad del hombre de conocer cada vez mejor la realidad que lo rodea y

    descubrir las leyes que rigen la naturaleza y el universo. La ciencia que viene del

    Espritu Santo, sin embargo, no se limita al conocimiento humano: es un don

    especial, que nos lleva a captar, a travs de la creacin, la grandeza y el amor de

    Dios y su relacin profunda con cada creatura.

    Cuando nuestros ojos son iluminados por el Espritu, se abren a la

    contemplacin de Dios, en la belleza de la naturaleza y la grandiosidad del

    cosmos, y nos llevan a descubrir cmo cada cosa nos habla de l y de su amor.

    Todo esto suscita en nosotros gran estupor y un profundo sentido de gratitud. Es

    la sensacin que experimentamos tambin cuando admiramos una obra de arte o

    cualquier maravilla que es fruto del ingenio y de la creatividad del hombre: ante

    todo esto el Espritu nos conduce a alabar al Seor desde lo profundo de nuestro

    corazn y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de

    Dios y un signo de su infinito amor por nosotros.

    En el primer captulo del Gnesis, precisamente al inicio de toda la Biblia, se

    pone de relieve que Dios se complace de su creacin, subrayando repetidamente

    la belleza y la bondad de cada cosa. Al trmino de cada jornada, est escrito: Y

    vio Dios que era bueno (1, 12.18.21.25): si Dios ve que la creacin es una cosa

    buena, es algo hermoso, tambin nosotros debemos asumir esta actitud y ver que

    la creacin es algo bueno y hermoso. He aqu el don de ciencia que nos hace ver

    esta belleza; por lo tanto, alabemos a Dios, dmosle gracias por habernos dado

    tanta belleza. Y cuando Dios termin de crear al hombre no dijo vio que era

    bueno, sino que dijo que era muy bueno (v. 31). A los ojos de Dios nosotros

    somos la cosa ms hermosa, ms grande, ms buena de la creacin: incluso los

    5 http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140521_udienza-

    generale.html

  • 14

    ngeles estn por debajo de nosotros, somos ms que los ngeles, como hemos

    escuchado en el libro de los Salmos. El Seor nos quiere mucho. Debemos darle

    gracias por esto. El don de ciencia nos coloca en profunda sintona con el

    Creador y nos hace participar en la limpidez de su mirada y de su juicio. Y en

    esta perspectiva logramos ver en el hombre y en la mujer el vrtice de la

    creacin, como realizacin de un designio de amor que est impreso en cada uno

    de nosotros y que hace que nos reconozcamos como hermanos y hermanas.

    Todo esto es motivo de serenidad y de paz, y hace del cristiano un testigo gozoso

    de Dios, siguiendo las huellas de san Francisco de Ass y de muchos santos que

    supieron alabar y cantar su amor a travs de la contemplacin de la creacin. Al

    mismo tiempo, el don de ciencia nos ayuda a no caer en algunas actitudes

    excesivas o equivocadas. La primera la constituye el riesgo de considerarnos

    dueos de la creacin. La creacin no es una propiedad, de la cual podemos

    disponer a nuestro gusto; ni, mucho menos, es una propiedad slo de algunos, de

    pocos: la creacin es un don, es un don maravilloso que Dios nos ha dado para

    que cuidemos de l y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con gran

    respeto y gratitud. La segunda actitud errnea est representada por la tentacin

    de detenernos en las creaturas, como si stas pudiesen dar respuesta a todas

    nuestras expectativas. Con el don de ciencia, el Espritu nos ayuda a no caer en

    este error.

    Pero quisiera volver a la primera va equivocada: disponer de la creacin en

    lugar de custodiarla. Debemos custodiar la creacin porque es un don que el

    Seor nos ha dado, es el regalo de Dios a nosotros; nosotros somos custodios de

    la creacin. Cuando explotamos la creacin, destruimos el signo del amor de

    Dios. Destruir la creacin es decir a Dios: no me gusta. Y esto no es bueno: he

    aqu el pecado.

    El cuidado de la creacin es precisamente la custodia del don de Dios y es decir

    a Dios: Gracias, yo soy el custodio de la creacin para hacerla progresar, jams

    para destruir tu don. Esta debe ser nuestra actitud respecto a la creacin:

    custodiarla, porque si nosotros destruimos la creacin, la creacin nos destruir.

    No olvidis esto. Una vez estaba en el campo y escuch un dicho de una persona

    sencilla, a la que le gustaban mucho las flores y las cuidaba. Me dijo: Debemos

    cuidar estas cosas hermosas que Dios nos ha dado; la creacin es para nosotros a

    fin de que la aprovechemos bien; no explotarla, sino custodiarla, porque Dios

    perdona siempre, nosotros los hombres perdonamos algunas veces, pero la

    creacin no perdona nunca, y si t no la cuidas ella te destruir.

  • 15

    Esto debe hacernos pensar y debe hacernos pedir al Espritu Santo el don de

    ciencia para comprender bien que la creacin es el regalo ms hermoso de Dios.

    l hizo muchas cosas buenas para la cosa mejor que es la persona humana.

  • 16

    Sexta catequesis: Don de Piedad

    PAPA FRANCISCO

    AUDIENCIA GENERAL

    Plaza de San Pedro

    Mircoles 4 de junio de 20146

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!

    Hoy queremos detenernos en un don del Espritu Santo que muchas veces se

    entiende mal o se considera de manera superficial, y, en cambio, toca el corazn

    de nuestra identidad y nuestra vida cristiana: se trata del don de piedad.

    Es necesario aclarar inmediatamente que este don no se identifica con el tener

    compasin de alguien, tener piedad del prjimo, sino que indica nuestra

    pertenencia a Dios y nuestro vnculo profundo con l, un vnculo que da sentido

    a toda nuestra vida y que nos mantiene firmes, en comunin con l, incluso en

    los momentos ms difciles y tormentosos.

    Este vnculo con el Seor no se debe entender como un deber o una imposicin.

    Es un vnculo que viene desde dentro. Se trata de una relacin vivida con el

    corazn: es nuestra amistad con Dios, que nos dona Jess, una amistad que

    cambia nuestra vida y nos llena de entusiasmo, de alegra. Por ello, ante todo, el

    don de piedad suscita en nosotros la gratitud y la alabanza. Es esto, en efecto, el

    motivo y el sentido ms autntico de nuestro culto y de nuestra adoracin.

    Cuando el Espritu Santo nos hace percibir la presencia del Seor y todo su amor

    por nosotros, nos caldea el corazn y nos mueve casi naturalmente a la oracin y

    a la celebracin. Piedad, por lo tanto, es sinnimo de autntico espritu religioso,

    de confianza filial con Dios, de esa capacidad de dirigirnos a l con amor y

    sencillez, que es propia de las personas humildes de corazn.

    Si el don de piedad nos hace crecer en la relacin y en la comunin con Dios y

    nos lleva a vivir como hijos suyos, al mismo tiempo nos ayuda a volcar este

    amor tambin en los dems y a reconocerlos como hermanos. Y entonces s que

    seremos movidos por sentimientos de piedad no de pietismo! respecto a quien est a nuestro lado y de aquellos que encontramos cada da. Por qu digo

    no de pietismo? Porque algunos piensan que tener piedad es cerrar los ojos,

    poner cara de estampa, aparentar ser como un santo. En piamonts decimos:

    hacer la mugna quacia. Esto no es el don de piedad. El don de piedad significa

    6 http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140604_udienza-

    generale.html

  • 17

    ser verdaderamente capaces de gozar con quien experimenta alegra, llorar con

    quien llora, estar cerca de quien est solo o angustiado, corregir a quien est en

    el error, consolar a quien est afligido, acoger y socorrer a quien pasa necesidad.

    Hay una relacin muy estrecha entre el don de piedad y la mansedumbre. El don

    de piedad que nos da el Espritu Santo nos hace apacibles, nos hace serenos,

    pacientes, en paz con Dios, al servicio de los dems con mansedumbre.

    Queridos amigos, en la Carta a los Romanos el apstol Pablo afirma: Cuantos

    se dejan llevar por el Espritu de Dios, esos son hijos de Dios. Pues no habis

    recibido un espritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habis

    recibido un Espritu de hijos de adopcin, en el que clamamos: Abba, Padre! (Rm 8, 14-15). Pidamos al Seor que el don de su Espritu venza nuestro temor,

    nuestras inseguridades, tambin nuestro espritu inquieto, impaciente, y nos

    convierta en testigos gozosos de Dios y de su amor, adorando al Seor en verdad

    y tambin en el servicio al prjimo con mansedumbre y con la sonrisa que

    siempre nos da el Espritu Santo en la alegra. Que el Espritu Santo nos d a

    todos este don de piedad.

  • 18

    Sptima catequesis: Temor de Dios

    PAPA FRANCISCO

    AUDIENCIA GENERAL

    Plaza de San Pedro

    Mircoles 11 de junio de 20147

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!

    El don del temor de Dios, del cual hablamos hoy, concluye la serie de los siete

    dones del Espritu Santo. No significa tener miedo de Dios: sabemos bien que

    Dios es Padre, y que nos ama y quiere nuestra salvacin, y siempre perdona,

    siempre; por lo cual no hay motivo para tener miedo de l. El temor de Dios, en

    cambio, es el don del Espritu que nos recuerda cun pequeos somos ante Dios

    y su amor, y que nuestro bien est en abandonarnos con humildad, con respeto y

    confianza en sus manos. Esto es el temor de Dios: el abandono en la bondad de

    nuestro Padre que nos quiere mucho.

    Cuando el Espritu Santo entra en nuestro corazn, nos infunde consuelo y paz, y

    nos lleva a sentirnos tal como somos, es decir, pequeos, con esa actitud tan recomendada por Jess en el Evangelio de quien pone todas sus preocupaciones y sus expectativas en Dios y se siente envuelto y sostenido por

    su calor y su proteccin, precisamente como un nio con su pap. Esto hace el

    Espritu Santo en nuestro corazn: nos hace sentir como nios en los brazos de

    nuestro pap. En este sentido, entonces, comprendemos bien cmo el temor de

    Dios adquiere en nosotros la forma de la docilidad, del reconocimiento y de la

    alabanza, llenando nuestro corazn de esperanza. Muchas veces, en efecto, no

    logramos captar el designio de Dios, y nos damos cuenta de que no somos

    capaces de asegurarnos por nosotros mismos la felicidad y la vida eterna. Sin

    embargo, es precisamente en la experiencia de nuestros lmites y de nuestra

    pobreza donde el Espritu nos conforta y nos hace percibir que la nica cosa

    importante es dejarnos conducir por Jess a los brazos de su Padre.

    He aqu por qu tenemos tanta necesidad de este don del Espritu Santo. El

    temor de Dios nos hace tomar conciencia de que todo viene de la gracia y que

    nuestra verdadera fuerza est nicamente en seguir al Seor Jess y en dejar que

    el Padre pueda derramar sobre nosotros su bondad y su misericordia. Abrir el

    7 http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140611_udienza-

    generale.html

  • 19

    corazn, para que la bondad y la misericordia de Dios vengan a nosotros. Esto

    hace el Espritu Santo con el don del temor de Dios: abre los corazones. Corazn

    abierto a fin de que el perdn, la misericordia, la bondad, la caricia del Padre

    vengan a nosotros, porque nosotros somos hijos infinitamente amados.

    Cuando estamos invadidos por el temor de Dios, entonces estamos predispuestos

    a seguir al Seor con humildad, docilidad y obediencia. Esto, sin embargo, no

    con actitud resignada y pasiva, incluso quejumbrosa, sino con el estupor y la

    alegra de un hijo que se ve servido y amado por el Padre. El temor de Dios, por

    lo tanto, no hace de nosotros cristianos tmidos, sumisos, sino que genera en

    nosotros valenta y fuerza. Es un don que hace de nosotros cristianos

    convencidos, entusiastas, que no permanecen sometidos al Seor por miedo, sino

    porque son movidos y conquistados por su amor. Ser conquistados por el amor

    de Dios. Y esto es algo hermoso. Dejarnos conquistar por este amor de pap, que

    nos quiere mucho, nos ama con todo su corazn.

    Pero, atencin, porque el don de Dios, el don del temor de Dios es tambin una

    alarma ante la pertinacia en el pecado. Cuando una persona vive en el mal,

    cuando blasfema contra Dios, cuando explota a los dems, cuando los tiraniza,

    cuando vive slo para el dinero, para la vanidad, o el poder, o el orgullo,

    entonces el santo temor de Dios nos pone en alerta: atencin! Con todo este

    poder, con todo este dinero, con todo tu orgullo, con toda tu vanidad, no sers

    feliz. Nadie puede llevar consigo al ms all ni el dinero, ni el poder, ni la

    vanidad, ni el orgullo. Nada! Slo podemos llevar el amor que Dios Padre nos

    da, las caricias de Dios, aceptadas y recibidas por nosotros con amor. Y podemos

    llevar lo que hemos hecho por los dems. Atencin en no poner la esperanza en

    el dinero, en el orgullo, en el poder, en la vanidad, porque todo esto no puede

    prometernos nada bueno. Pienso, por ejemplo, en las personas que tienen

    responsabilidad sobre otros y se dejan corromper. Pensis que una persona

    corrupta ser feliz en el ms all? No, todo el fruto de su corrupcin corrompi

    su corazn y ser difcil ir al Seor. Pienso en quienes viven de la trata de

    personas y del trabajo esclavo. Pensis que esta gente que trafica personas, que

    explota a las personas con el trabajo esclavo tiene en el corazn el amor de

    Dios? No, no tienen temor de Dios y no son felices. No lo son. Pienso en quienes

    fabrican armas para fomentar las guerras; pero pensad qu oficio es ste. Estoy

    seguro de que si hago ahora la pregunta: cuntos de vosotros sois fabricantes de

    armas? Ninguno, ninguno. Estos fabricantes de armas no vienen a escuchar la

    Palabra de Dios. Estos fabrican la muerte, son mercaderes de muerte y producen

    mercanca de muerte. Que el temor de Dios les haga comprender que un da todo

    acaba y que debern rendir cuentas a Dios.

  • 20

    Queridos amigos, el Salmo 34 nos hace rezar as: El afligido invoc al Seor,

    l lo escuch y lo salv de sus angustias. El ngel del Seor acampa en torno a

    quienes lo temen y los protege (vv. 7-8). Pidamos al Seor la gracia de unir

    nuestra voz a la de los pobres, para acoger el don del temor de Dios y poder

    reconocernos, juntamente con ellos, revestidos de la misericordia y del amor de

    Dios, que es nuestro Padre, nuestro pap. Que as sea.

  • 21

    Venga tu Reino!

    NOVENA AL ESPRITU SANTO

    PRECES INICIALES PARA TODOS LOS DAS

    V/ Mranos aqu reunidos, oh Espritu Santo, como la primera comunidad

    cristiana, junto con Mara, la Madre de Cristo, y escucha las oraciones que te

    dirigimos con un solo corazn y una sola alma por esta obra a la que t nos has

    llamado.

    Espritu Santo, aydanos a amar a Dios sobre todas las cosas, a hacer su

    Voluntad en todo, a vivir siempre en comunin con la Iglesia y en filial

    obediencia al Santo Padre.

    R/ Enciende en nosotros el fuego de tu amor.

    V/ Espritu Santo, ven a sostenernos con la gracia, compadecido de nuestra

    pequeez y pobreza.

    R/ Enciende en nosotros el fuego de tu amor.

    V/ Espritu Santo, te suplicamos que ilumines nuestras mentes, cures nuestras

    debilidades y nos des la fuerza para renovar el ideal de santidad y apostolado por

    el que nos comprometimos a vivir en el Movimiento Regnum Christi.

    R/ Enciende en nosotros el fuego de tu amor.

    V/ Espritu Santo, haznos discernir los medios con los que quieres que

    cumplamos nuestra misin en la Iglesia, aquellos que nos lleven a crecer en la fe,

    la esperanza y la caridad, a buscar el bien y la verdad.

    R/ Enciende en nosotros el fuego de tu amor.

  • 22

    Viernes de la VI Semana de Pascua: Espritu Creador

    V/ Al principio cre Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vaca,

    la tiniebla cubra la superficie del abismo, mientras el espritu de Dios se cerna

    sobre la faz de las aguas (Gn 1, 1-2).

    R/ Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envas tu espritu, y los

    creas, y renuevas la faz de la tierra (Sal 104, 30).

    V/ T, Espritu Santo, por amor creaste el mundo de forma admirable, y lo

    recreaste de forma todava ms admirable. Despus de haber suscitado por amor

    esta obra en tu Iglesia, danos tu gracia para plasmarla todava ms hermosa a tus

    ojos.

    R/ Envas tu espritu, y los creas, y renuevas la faz de la tierra.

    Sbado de la VI Semana de Pascua: Espritu Parclito

    V/ Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Parclito, el

    Espritu Santo, que enviar el Padre en mi nombre, ser quien os lo ensee todo

    y os vaya recordando todo lo que os he dicho (Jn 14, 25-26).

    R/ El Espritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos

    pedir como conviene. Pero el Espritu mismo intercede por nosotros con

    gemidos inefables (Rom 8, 26).

    V/ Experimentamos tu presencia entre nosotros, Espritu Santo, como

    compaero, consejero, protector, defensor, intercesor, mientras peregrinamos por

    la tierra camino al cielo. Acude hoy en nuestra ayuda, sostennos para no

    desfallecer, danos fuerzas, luz y consejo para realizar tus planes sobre esta obra

    tuya.

    R/ El Espritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.

    Domingo de la VII Semana de Pascua (o Domingo de la Ascensin):

    Espritu de Cristo

    V/ Jess, gritando de nuevo con voz potente, exhal el espritu. Entonces el velo

    del templo se rasg en dos de arriba abajo; la tierra tembl, las rocas se

    resquebrajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que haban

    muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas despus que l resucit, entraron

    en la ciudad santa y se aparecieron a muchos (Mt 27, 50-53).

  • 23

    R/ Si el Espritu del que resucit a Jess de entre los muertos habita en

    vosotros, el que resucit de entre los muertos a Cristo Jess tambin dar vida a

    vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espritu que habita en vosotros (Rom 8,

    11).

    V/ Tu Espritu, Jess, lleva al mundo tu victoria sobre todas las situaciones de

    muerte. Que l mismo cure nuestras heridas y la de todos los que sufren, seque

    nuestras lgrimas, consuele nuestros dolores y traiga al corazn la alegra de

    contemplar el triunfo de tu gracia.

    R/ El que resucit de entre los muertos a Cristo Jess tambin dar vida a

    vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espritu que habita en vosotros.

    Lunes de la VII Semana de Pascua: Dulce husped del alma

    V/ Yo le pedir al Padre que os d otro Parclito, que est siempre con

    vosotros, el Espritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque ni lo ve

    ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocis, porque mora con vosotros y est

    en vosotros (Jn 14, 16-17).

    R/ El hombre natural no capta lo que es propio del Espritu de Dios, le parece

    una necedad; no es capaz de percibirlo, porque slo se puede juzgar con el

    criterio del Espritu (1Cor 2, 14).

    V/ T, Espritu Santo, construyes en nosotros templos vivos que te complaces

    habitar. Aydanos a rodear nuestras vidas de una amorosa atencin a tu

    presencia en nosotros mediante el silencio, para que nunca nos sintamos solos.

    Que la conciencia de tu dulce compaa por la gracia nos haga fuertes ante toda

    tentacin y toda adversidad, nos haga testigos de la misericordia e ilumine

    nuestros juicios con tu luz sobrenatural.

    R/ Slo se puede juzgar con el criterio del Espritu.

  • 24

    Martes de la VII Semana de Pascua: Promesa del Padre

    V/ Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros,

    por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistis de la fuerza que

    viene de lo alto (Lc 24, 49).

    R/ Despus de todo esto, derramar mi espritu sobre toda carne, vuestros hijos

    e hijas profetizarn (Jl 3, 1).

    V/ La Promesa de tu Espritu, Padre bueno, nos abre a la esperanza de un

    porvenir lleno de fecundidad espiritual, en el que muchos hombres y mujeres,

    engendrados a la fe por la oracin y las fatigas de nuestro apostolado, den al

    mundo el testimonio proftico de quien se ha dejado con-quistar totalmente por

    Cristo.

    R/ Vuestros hijos e hijas profetizarn.

    Mircoles de la VII Semana de Pascua: Dedo de Dios

    V/ Si yo echo los demonios con el dedo de Dios entonces es que el Reino de

    Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su

    palacio, sus bienes estn seguros, pero cuando otro ms fuerte lo asalta y lo

    vence, le quita las armas de que se fiaba y re-parte su botn (Lc 11, 20-22).

    R/ Los magos dijeron al faran: Es el dedo de Dios (x 8, 15).

    V/ T, Espritu Santo, eres la fuerza sobrenatural que nos plasma y hace de

    nosotros una obra maestra de tu misericordia. Haz que nos dejemos moldear por

    tu dedo, mientras abrimos los ojos admirados a la divina artesana de tu gracia y

    nos prestamos para hacer presente tu misericordia entre nuestros hermanos.

    R/ Es el dedo de Dios.

    Jueves de la VII Semana de Pascua: Espritu vivificador

    V/ Entonces me dijo: Conjura al espritu, conjralo, hijo de hombre, y di al

    espritu: Esto dice el Seor Dios: Ven de los cuatro vientos, espritu, y sopla sobre estos muertos, para que vivan. Yo profetic como me haba ordenado; vino sobre ellos el espritu y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud

    innumerable. Y me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son la entera casa de

    Israel, que dice: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, ha pere-cido, estamos perdidos. Por eso profetiza y diles: Esto dice el Seor

  • 25

    Dios: Yo mismo abrir vuestros sepulcros, y os sacar de ellos, pueblo mo, y os

    llevar a la tierra de Israel (Ez 37, 9-12).

    R/ El Espritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las pa-labras que

    os he dicho son espritu y vida (Jn 6, 63).

    V/ Espritu Santo y Vivificador, que derribas de su trono a la muerte y

    manifiestas tu poder infundiendo vida nueva en los miembros ridos del hombre,

    haznos revivir en la escucha de las palabras de Cristo, divina medicina que sana

    las heridas del alma, enciende nuestros corazones de amor e ilumina nuestros

    ojos con la esperanza.

    R/ Las palabras que os he dicho son espritu y vida.

    Viernes de la VII Semana de Pascua: Agua viva

    V/ Jess le contest: El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que

    beba del agua que yo le dar nunca ms tendr sed: el agua que yo le dar se

    convertir en l en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. La mujer

    le dice: Seor, dame esa agua, as no tendr ms sed, ni tendr que venir aqu

    a sacarla (Jn 4, 13-15).

    R/ El ltimo da, el ms solemne de la fiesta, Jess en pie grit: El que tenga

    sed, que venga a m y beba el que cree en m (Jn 7,37-38).

    V/ Espritu Santo, agua que calma nuestra sed de Dios, nuestra sed de un amor

    que no nos falle, nuestra sed de eternidad, haz que bebiendo siempre de tu fuente

    nos convirtamos en manantiales de verdadera vida para el mundo,

    consagrndonos por entero a anunciar a Cristo, fuente de la autntica felicidad.

    R/ El que tenga sed, que venga a m y beba el que cree en m.

    Sbado de la VII Semana de Pascua: Suave brisa

    V/ Entonces pas el Seor y hubo un huracn tan violento que henda las

    montaas y quebraba las rocas ante el Seor, aunque en el huracn no estaba el

    Seor. Despus del huracn, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el

    Seor. Despus del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Seor.

    Despus del fuego el susurro de una

  • 26

    brisa suave. Al orlo Elas, cubri su rostro con el manto, sali y se mantuvo en

    pie a la entrada de la cueva (1Re 19, 11-13).

    R/ Apacigu la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar. Se

    alegraron de aquella bonanza, y l los condujo al ansiado puerto (Sal 107, 29-

    30).

    V/ Que sepamos reconocer tu presencia, Espritu Santo, por la suavidad de tu

    brisa, que reconforta; que hinche las velas del alma, aplacando las pasiones

    desordenadas, el desconcierto y el bramido del espritu mundano. Guanos con

    dulzura y firmeza al puerto de tu voluntad.

    R/ Se alegraron de aquella bonanza, y l los condujo al ansiado puerto.

    ORACIN FINAL

    V/ Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividan, posndose

    sobre cada uno de ellos.

    R/ Se llenaron todos de Espritu Santo (Hch 2, 3-4).

    V/ Que la gracia de tus siete dones, oh Espritu Santo, ilumine nuestras mentes,

    fortalezca nuestras almas y gue nuestras acciones para que conozcamos con ms

    hondura tu Plan sobre nosotros y realicemos lo que agrada al Padre, en la

    conformacin cada vez ms perfecta con nuestro Seor Jesucristo, que vive y

    reina por los siglos de los siglos.

    R/ Amn.