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7/26/2019 Cartagena y El Caribe
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CARTAGENA Y EL CARIBE: RAZONES Y EFECTOS
ACTUALES DE UNA IDENTIFICACIN
ELISABETH CUNIN
Instituto de Altos Estudios de Am rica Latina, Pars,
Instituto Francs de Estudios Andinos, Bogot)
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En este texto presentar algunas reflexiones alrededor del trmino
Caribe y me detendr un momento sobre la significacin y la denicin
misma de esta nocin a partir del anlisis de la ciudad de Cartagena, en el
Caribe colombiano. Lejos de buscar una den icin del Caribe, el propsito
es,
al contrario, estudiar los discursos y prcticas que se reclaman, hoy, en
el caso de Cartagena, del Caribe para subrayar la multiplicidad de lgicas
e intereses que se ocultan detrs del trmino Caribe. A travs de este
anlisis cuestionar tres evidencias ligadas al Caribe: el Caribe son islas,
el Caribe es msica, el Caribe es mezcla de razas.
En trminos ms metodolgicos, se necesita hacer dos precisiones. Pri
mero, el Caribe es una produccin social: mi tarea, como sociloga, es de-
construir los mecanismos de esta construccin. As que ni los estereotipos
negativos asociados al Caribe en su oposicin con el interior andino (visto
como el epicentro de la nacionalidad colombiana), ni los estereotipos po
sitivos asociados hoy con el Caribe (el Caribe es isla, msica, armona ra
cial, gente alegre, fiesta...) son una realidad objetiva o natural. Segundo,
se dice a veces que las ciencias occidentales no pueden entender las socie
dades y culturas caribeas, o se les acusa de imponer sus conceptos y ma
nera de pensar. Al contrario, el Caribe, con su diversidad, la multiplicidad
de sus identidades, la no-definicin de su territorio, obliga a los cientficos
(caribeos y no caribeos) a adaptar y revisar sus conceptos y anlisis, a
cuestionar su racionalidad cientfica, sin abandonarla y sin encerrarse en
ella.
Esta presentacin naci de una observacin hecha durante un semina
rio que tena com o propsito confrontar los estudiantes e investigadores
trabajando, en el sector de las ciencias sociales, sobre el Caribe. Entre
cerca de treinta personas presentes, era yo la nica que trabajaba sobre el
Universit de Juillet, CRPLC-Universit Antilles-Guyane, juillet 1998.
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Caribe continental Colom bia), el resto de los participantes estaban intere
sados en las islas Martinica, Guadalupe por supuesto, com o islas francesas,
pero tambin C uba, Hait y Puerto Rico). La heterogeneidad y la diversidad
eran obvias en cuanto al contenido disciplinario, a las metodologas, a las
teoras, pero parece que un consenso impKcito haba sido establecido para
definir el Caribe en su sola dimensin insular. Las reflexiones sobre el es
pacio caribeo hicieron de la dimensin insular un pasaporte casi natural
hacia la caribeanidad. En este contexto, parece que haba que demostrar
la legitimidad de las investigaciones sobre Colom bia en un sem inario rela
cionado al Caribe.
Es esta asociacin entre Caribe e isla, presentada como obvia, la que
constituye el origen de estas reflexiones. Interesndose po r uno de los m r
genes de este espacio, Colombia, a veces integrada en el Caribe, a veces
rechazada, e l objetivo es cuestionar la definicin y los atributos de esta ca
ribeanidad, considerad a en otras partes com o si fuera natural y evidente. El
caso de Colom bia, precisamente po rque es am biguo, permite una reflexin
que evita cualquier riesgo de reificacin de la identidad y del territorio ca
ribeos; obliga a escapar a la tentacin d e la referencia exclusiva a un a in
sularidad que naturaliza la caribeanidad y la define en trminos esenciales.
Y e s finalmente el concepto de identidad caribea el que es as desubs-
tancializado y cuya lgica y con tomo s se pueden analizar.
El propsito de este texto es deconstruir unas evidencias h gadas a una
supuesta identidad caribea, a travs de tres temas: la isleanidad, la m
sica, la mezcla de razas. Por eso me interesar primero a la multiplicidad de
los actores que contribuyen, por sus prcticas y sus discursos, a la defini
cin
y,
ms all, a la objetivacin del Caribe, a partir del estudio del caso de
la ciudad de Cartagena: tras este trmino nico se oculta una realidad con
caras m ltiples. Luego evocar un o de los efectos de la identificacin al Ca
ribe en trminos de pertenencia tnica y racial, basndome en el estudio de
una m sica ligada a Cartagena, la champeta. Si el Caribe es una construc
cin social resultando de la coexistencia de varios intereses y lgicas, este
artefacto produce tambin efectos sociales: la historia de la champeta nos
ensea que la identificacin al Caribe puede modificar la significacin y la
recepcin de una expresin cultural com o lo es la m sica.
1. CONVERGENCIA DE INTERESES
Las reivindicaciones caribeas, muy fuertes hoy en da en Cartagena,
resultan d e una convergencia d e discursos e intereses, cada uno con su l-
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gica propia, que contribuyen a construir esa asociacin al Caribe. Sera in
teresante hacer un estudio sobre las palabras costeo y caribeo para
ver la evolucin de la utilizacin del primero hacia el segundo. La costa
es uno de los espacios-fronteras del pas, marginalizado, aislado, atrasado
en la oposicin entre la costa y los Andes, entre el margen y el inte
rior. Al contrario, el Caribe es una proyeccin hacia un nuevo espacio;
Cartagena, como ciudad del Caribe, se vuelve en una posicin central, in
termediaria entre Amrica Latina y el Caribe, pasa as de la periferia al
centro. Lo que es interesante en este proceso, es que no sigue una ruta di
recta, sino que pasa por caminos tortuosos y mltiples. Por eso m encionar
aqu algunos de los actores que hoy en da hablan del Caribe en C artagena,
para dar una imagen de esa lgica de construccin heterognea y con dis
tintas significaciones del Caribe.
1 1 LA CARIBEANIDAD COMO DESQUITE POLTICO
En 1991, Colom bia adopt una nueva Constitucin: muchos subraya
ron su carcter moderno e innovador, en particular en el campo del reco
nocimiento de derechos humanos, en trminos de participacin popular o
en la afirmacin del carcter pluritnico y multicultural de la nacin. Pero
lo que interes a los responsables polticos de la costa Caribe, son los tex
tos que conciemen las medidas de descentralizacin que confirman el pro
ceso introducido a mitad de los aos 1980. La descentralizacin existente
desde hace algunos aos ofrece as una garanta a un proceso de regionali-
zacin y de redistribucin del poder poltico que encuentra en la pertenen
cia al Caribe un vector de reivindicacin ms fuerte que las referencias an
teriores a la costa Atlntica o a la costa Norte de Colombia.
Reivindicarse como caribeo, volver a escribir la historia de la regin, de-
construir los estereotipos impuestos por el interior, es tambin darse los
medios para reclamar, de una manera legtima, un control ms fuerte de la
regin por sus propios habitantes.
En esta lgica, el Caribe no es ms la regin subdesarroUada de Co
lombia, una carga econmica, social y cultural, para el resto del pas. Al
contrario: aparece de all en adelante, si no como el actor principal de la
historia colombiana, al menos como el que tuvo el papel ms determinante,
y trata de posicionarse, no slo como el polo de desarrollo de la Colombia
del futuro, sino tambin como uno de los pilares del Caribe.
Volviendo a escribir la historia para hacer de ella una serie de luchas
heroicas por la libertad contra los piratas, contra las flotas francesas e in-
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glesas, contra la corona espaola, contra el centralismo republicano), po
niendo al da los ndices de una larga tradicin independiente declaracin
de independencia de 1811, apoyo a la independencia de Panam al princi
pio del siglo 20), la nueva generacin de polticos de la regin encuentra
as en la referencia al Caribe una legitimacin y un horizonte para sus exi
gencias de autonoma y de revancha poltica.
1 2 CULTURA CARIBEA
Antes considerada como un folklore local, con un sentido desprecia
tivo,
la cultura caribea se alaba hoy por su dinam ismo y su riqueza. Es su
ficiente evocar, para convencerse, la valoracin de la cumbia, del porro,
del mapale o el xito popular y nacional encon trado, por ejemplo, por C ar
los Vives o el vallenato en general, el xito internacional de Toto la Mom-
posina o de Joe Arroyo y ms recientemente, el xito de la champeta en
Colombia, tema al que regresar luego. La cultura constituye un lugar fa
vorable en la aparicin de una reivindicacin identitaria y de una valora
cin del Caribe en una escala nacional.
Es con Gabriel Garca Mrquez con qu ien el Caribe regresa con fuerza,
y de una m anera positiva, en la escena nacional, convirtindose en un vec
tor de contestacin regional. Garca Mrquez fue uno de los primeros en
valorar cierta identidad caribea, para desarrollar una originalidad cultural.
Lo interesante es que en Cien aos de soledad por ejemplo, se mezcla lo
particular con lo universal, o sea que la idiosincrasia de la costa ya no es
vista com o una incapacidad p ara integrarse al modelo cultural andino, im
puesto por el interior del pas. Ya la cultura costea no es tanto una cultura
atrasada, sino un smbolo de contestacin regional y de apertura al rea del
Caribe con su diversidad y su riqueza.
1 3 CARTAGENA TURSTICA
Cartagena fue clasificada como patrimonio mundial de la humanidad
por la UN ESC O en 1984; adems, desde el 3 de noviembre de 1987, Car
tagena goza de un estatuto especial: el de distrito turstico y cultural, que
otras ciudades obtendrn luego especialmente Barranquilla y Santa M arta
que son tambin ciudades del C aribe). De hecho, en Cartagena, el turismo
es una estaca de talla: es la ciudad turstica de Colombia, la postal magn
fica de un pas estigmatizado a nivel internacional. Es precisamente la ra-
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zn por la cual Cartagena se presenta como una ciudad caribea, porque
turismo y Colombia son dos trminos incompatibles. Los grupos de turis
tas que hacen una etapa en Cartagena durante su cruce alrededor del Ca
ribe,
casi olvidan que estn en Colombia. En las agencias de viaje de Eu
ropa o de los Estados Unidos no se presenta a Cartagena como ciudad de
Colombia, sino como ciudad del Caribe. Es all el objetivo de los respon
sables del Cartagena de Indias Convention and Visitors Burean (CI-
CAV B), primero de este tipo en Co lombia, oficina de turismo local nacida
de iniciativas privada s, cuyo nombre en ingls atestigua su voluntad de in
sercin internacional. Tiene como propsito hacer de Cartagena una ciu
dad del Caribe m s que una ciudad colombiana. De hecho , cuando uno co
noce la reputacin de un pas marcado por los conflictos, se entiende mejor
lo que significa identificarse con el Caribe para una ciudad como Carta
gena. De un lado, la postal asoleada de un refugio de paz; de otro lado, un
resumen de todos los males del tercer mundo.
1.4. LA DIMENSIN ECONMICA
Adolfo Meisel Roca, historiador especialista del Caribe colombiano,
en su libro
Econom a regional y
pobreza.
El caso del Caribe colombiano
se hace preguntas sobre los motivos del atraso de la economa de la re
gin^. El diagnstico establecido es similar a una condena de las pocas
coloniales y republicanas que habran favorecido la desolacin y la margi-
nalizacin de la costa; implcitamente, una recuperacin econmica posi
ble se entiende com o una ruptura con el interior andino y un anclaje siem
pre ms fuerte en el espacio Caribe.
La pertenencia al rea Caribe es sinnima, para los responsables eco
nmicos de la ciudad, de modernizacin de la economa, de desarrollo del
com ercio exterior, de mejora de las infraestructuras y de los servicios. Pro
mesas fciles, indudablemente, pero promesas que revelan bien lo que uno
entiende por caribeanidad en Cartagena: la referencia al Caribe, tanto
como una distanciacin de la crisis que toca el resto del pas, es un signo
de competitividad y de dinamismo econmicos.
^ El autor recuerda, por ejemplo, que el PIB de la regin caribea represent el 73,8
del PIB nacional (1992: 12), que el ndice NBI (Necesidades Bsicas Insatisfechas) es de
60 para la regin Caribe y de 45,6 a nivel nacional, que la tasa de analfabetismo es de
18,5
en la regin Caribe contra 10,8 para la regin centro, 13,4 para la regin orien
tal y 12,7 para la regin pacfica (1992: 31).
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1 5 LOS ACADM ICOS
Los investigadores no slo reflexionan sobre el Caribe sino que con
tribuyen tambin a construirlo, a darle una legitimidad cientfica y a defi
nir sus lmites y su contenido. Al origen del movimiento de estudio/valo
racin del Caribe, se encuentran varios intelectuales, especialmente
acadmicos quienes hicieron del Caribe el centro de sus actividades cien
tficas e institucionales. Al mismo tiempo, sus anlisis cientficos dan una
legitimidad nueva al trmino caribeo y a las reivindicaciones polticas
o culturales. Estos trabajos simbolizan la renovacin de la investigacin
colombiana, que pasa de all en adelante por la afirmacin de las especifi
cidades regionales, especialmente caribeas. Los aos 1990 fueron marca
dos,
en Cartagena, por la aparicin de un gran nm ero de iniciativas como
coloquios sobre el Caribe Seminario Internacional de Estudios del Caribe,
con su primera edicin en agosto de 1993, luego cada dos aos; primer
simposio sobre la economa de la costa Caribe en octubre de 1998) o la
creacin de centros de investigacin destinados al estudio del Caribe: el
Instituto de Estudios Internacionales del Caribe fue el primero que naci,
bajo la iniciativa, en particular, de Alfonso Muera; luego, en 1997, apa
reci el Observatorio del Caribe Colombiano, dirigido por Alberto Abello
Vives, cuyo objetivo es dedicarse al anlisis de la realidad y el desarrollo
social y econmico de la costa colombiana del Caribe. Se puede mencio
nar tambin la creacin, en 1999, de la primera Ctedra del Caribe Co
lombiano, programa de formacin universitario especializado en la costa
colombiana del Caribe, con el apoyo de las Universidades de Cartagena,
Barranquilla Atlntico) y Bogot Nacional).
El Caribe se refiere as a una multiplicidad de discursos, prcticas, in
tereses y, ms all, a una multiplicidad de definiciones. Inscribindose en
un espacio que no es definido, refirindose a una identidad que no es defi
nida, los actores, por diferentes que sean, encuentran en el Caribe un nuevo
marco de pertenencia que, precisamente porque es vago, fluido e indeter
minado, permite a cada uno encontrar los principios normativos que le
convienen . Al mismo tiempo, esta convergencia de intereses m ltiples pro
duce territorios e identidades que se renen bajo el trmino de Caribe. A
nivel ms terico, las reflexiones sobre el Caribe llevan a preguntas sobre
la relacin entre proceso de identificacin social y proceso de identifica
cin territorial.
Para concluir esa primera parte, se puede regresar a nuestro punto de
salida inicial y a la primera evidencia destacada: la asociacin del Caribe
con la insularidad. U no podra preguntarse, de forma paradjica, si Carta-
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gena no es tambin una isla en Colombia, con estos procesos de descen
tralizacin, de afnnacin de una autonoma poltica y cultural, de inde
pendencia turstica. Al mism o tiempo que construye su caribeanidad, cons
truye tambin su insularidad, en relacin con el resto del pas. Reg resamo s
finalmente a la pregunta del principio: sera que para afirmar su identidad
caribea hay que definirse como isla? O sea, no ser isla sino ms bien
construirse, identificarse como isla, en un proceso dinmico^.
Adems la asociacin al Caribe no es neutra, produce efectos sociales,
transformaciones de normas, renegociaciones de estatutos. Estudiar uno
de estos efectos sociales: la disminucin o redefinicin de las tensiones ra
ciales, a travs del anlisis de la champeta, considerada como la msica ca
ribea de Cartagena. El objetivo no es tanto hacer un estudio de la cham
peta (ver Pacini; Mosquera y Provensal) como anaUzar dos temas bien
especficos: su relacin al Caribe y su dimensin racial.
2.
DE LA CHAMPETA A LA TERAPIA O LOS EFECTOS
POSITIVOS DE LA IDENTIFICACIN AL CA RIBE
Hoy, en Bogot, se escucha champeta en las emisoras, se consiguen to
dos tipos de CDs de champeta en las tiendas y hasta se dictan cursos de
champeta. La champeta se tom a Colombia como lo dicen las promo
ciones. Pero hay que recordar que no siempre ha sido as. La cham peta era,
hasta hace unos pocos aos, una msica marginal, estigmatizada, asocial.
Y, adem s, la msica de los negros, esta palabra dicha con un sentido de
discriminacin y de rechazo fuerte.
Presentar rpidamente las etapas de la evolucin de la champeta e in
tentar mostrar que su asociacin al Caribe ha desempeado un papel im
portante para su aceptacin social *.
M sica africana, cham peta, terapia: son los nombres dados a un m ismo
fenmeno musical. Indudablemente hay ciertas diferencias entre la msica
africana, la champeta y la terapia, especialmente en trminos de cronolo-
^ Hay que recordar que las islas de Martinica y Guadalupe, aunque sein islas en tr
minos geogrficos, no se identificaron durante mucho tiempo como islas sino como terri
torios lejanos de Francia, con una voluntad de continuacin territorial e institucional con la
metrpoli. Martinica y Guadalupe se definen como islas desde hace pocos aos, precisa
mente al mismo tiempo que afirman su identidad caribea.
'' En este sentido, habra que recordar tambin el rol jugado por su legitimacin inter
nacional, especialmente a travs de la produccin de un C D y de un video en Francia.
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ga la msica africana es el antepasado de las otras), de producc in cham
peta y terapia son producidas a nivel local) o de ritmo . Pero estos tres nom
bramientos se refieren a un mismo fenmeno musical, basado en el Sou-
kous y q ue se escucha a travs de los picos.
Sin embargo, estas variaciones semnticas no son neutrales. Porque lo
que est cambiando, de la msica africana a la champeta y de la champeta a
la terapia, no es solamente la msica sino ms bien su estatuto social. Y esta
modificacin est ligada, entre otras, a la aparicin de la referencia al Caribe.
2 1
LA MSICA AFRICANA
Los actores cantantes, productores) y los aficionados a la msica afri
cana estn de acuerdo con fijar la aparicin de esta msica en Cartagena en
los aos 1970-80, trada desde frica, pero tambin desde Francia, Ingla
terra o los Estados Unidos, por los marineros de la ciudad. Esto obvia
mente no significa que las influencias musicales africanas no estuvieran
presentes mucho antes de esta fecha, a travs de msicas y bailes tradicio
nales como la cumbia, el mapale, el porro o expresiones m usicales m s re
cientes como Toto M omp osina, Joe Arroyo o el Sexteto Tabal, para men
cionar slo las ms cercanas a Cartagena. Pero el Soukous, que viene de
Congo con matiz de Mbaqanga y Highlife), el gnero musical al origen de
la msica africana, de la champeta y de la terapia slo aparece en esta
poca. Al principio m arginal, esta msica va a conocer m uy rpido una dis
tribucin im portante, especialmente dentro de los barrios popu lares, donde
se encuentran copias pirateadas.
En la actualidad, la msica africana designa a la vez la msica impor
tada de frica, generalm ente va Pars y Lo ndres , y la producc in local di
rectamente basada en las sonoridades africanas, cuyo ritmo se acelera ge
neralmente. La msica africana conserva as un sabor de exotismo y
permanece asociada al otro venido de frica. Es revelador constatar que
las canciones son casi incom prensibles con una mezcla de francs, ingls
y lenguas africanas), como si la particularidad de las palabras fuera una
prueba de africanidad. La incomprensibilidad de los textos, el alejamiento
geogrfico de la fuente de produccin de esta msica, el misterio planean
do sobre su llegada y su difusin en Cartagena contribuyen a dar a la m
sica africana una fuerte dimensin racial al mismo tiempo que se asocia a
un mundo distante y poco amenazante. La msica africana se tolera en
Cartagena, como expresin de un exotismo tnico y smbolo de una alteri-
dad cultural que no viene a molestar el orden social.
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2.2. LA CHAM PETA: DIM ENSIN LOCAL Y ESTIGMATIZACIN RACIAL
En los aos ochenta, con el desarrollo de una produccin local, la apa
ricin de nuevos grupos, la introduccin de canciones en espaol, la m
sica africana se transforma para convertirse en champeta. Ya no es la m
sica de la alteridad desencamada sino la del otro cercano, presencia fsica
inquietante. Ya no es la msica venida de otra parte sino que est a punto
de aparecer como la msica de Cartagena, ciudad que rene hoy cantan tes,
msicos, vendedores y productores.
Al transformarse en champeta, la msica africana no adquiere slo una
dimensin local. Pasa a ser ms bien el reflejo del espacio concedido a lo
negro cuando ste molesta y no respeta las convenciones ordinarias. Ya
que el otro no es esta imagen distante y estereotipada que acompaaba la
msica africana, sino una presencia, cercana y amenazante, mvil e incon
trolable. La champeta es la msica de los negros estigmatizada racial y
socialmente. En un editorial del principal diario colombiano.
El Tiempo
Enrique Santos Caldern escribi: alego, adems, que est cientfica
mente demostrado que esta cacofnica algaraba ...) prop icia comporta
mientos violentos y degenera en alteraciones del orden pblico
{El
Tiempo 1
de febrero de 1999).
Su nombre de champeta le viene de un cuchillo utilizado tradicio-
nalmente por los pescadores y los vendedores ambulantes; por extensin,
la champeta es ante todo un smbolo de violencia y delincuencia, seal de
reconocimiento de bandas que rodeaban la ciudad en medio de los aos
ochenta. El champetuo es a la vez el ladrn, el delincuente, que viene de
los barrios pobres, como el que escucha champeta. Se establece as una
asociacin directa, en la representacin colectiva, entre la msica, la vio
lencia y las poblaciones negras.
2.3. LA TERAPIA O LA NUEVA MSICA CARIBEA DE CARTAGENA
En 1982, se lanz, en Cartagena, el primer Festival de Msica del Ca
ribe. Tiene por ambicin convertirse en la escena de la msica africana y
caribea. Junto con unos programas radiales precursores, desempear un
papel considerable, no slo en la difusin y el reconocinento de la cham
peta en Cartagena, sino tambin en la transformacin de su imagen. De he
cho, el festival y los programas radiales como
Farndula Caribe Caribe
Son o Arriba caribeo
tienen un objetivo pedaggico explcito: no slo el
soukous, la msica africana, la champeta, tienen derecho a la escena p-
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blica de Cartagena, sino que se trata tambin de informar sobre sus orge
nes,
de reflexionar sobre la cultura musical afrocaribea, en un proceso
que contribuye al mismo tiempo a transformar una subcultura estigmati
zada y despreciada en fenmeno mundial digno del inters de los intelec
tuales y universitarios de todo el mundo. El festival y las emisoras van a
contribuir a la transformacin de la champeta en terapia, a travs de su aso
ciacin al Caribe.
A partir del segundo ao de existencia del festival, en 1983, en medio
de las msicas tradicionales de la costa del Caribe colombiano, del reggae,
del calipso, del zouk, aparecan, por primera vez en un acontecimiento o-
cial, y por primera vez en el centro de la ciudad, unos cantantes de cham
peta, con el grupo Son Palenque. En 1991, en la dcima edicin del festi
val,Viviano Torres se presenta com o un autntico m onarca afrocaribeo,
de nido como el rey de la Terapia Festival de msica del Caribe,
1991).
En tre estos dos momentos pasaron diez aos durante los cuales el Ca
ribe hizo irrupcin, sustituyndose progresivamente a la referencia a
frica. Diez aos durante los cuales la champeta se transform en terapia.
Sin que se sepa muy bien de dnde viene el trmino terapia, ni a quien
asignar su paternidad, no se puede ignorar la eleccin de la palabra, que re
mite a una terapia tanto fsica como moral. Al mismo tiempo, su carcter
socialmente conveniente se acompaa de la definicin de un negro cada
vez ms plido.
En otros trminos, por un lado la champeta personifica el peligro de
una afirmacin racial incontrolable, y por otro lado en la msica africana,
cada uno, blanco y negro, ocupa un lugar bien determ inado. La terapia, al
reivindicar su inscripcin en el espacio Caribe, es la expresin de un mul-
ticulturalismo a la diferenciacin aliviada. Porque el Caribe ofrece un es
pacio en el seno del cual la variedad y la diversidad no slo se reconocen,
sino que tambin son factores de promocin y valoracin a nivel nacional
e internacional; por eso la champeta se convierte en terapia, la madre
frica se transforma en hermana Caribe, la msica africana en msica ca
ribea. Es en eso en que acta la caribeanidad: permite pasar del antago
nismo racial a la multiplicidad, de la polarizacin a la armona. Pasar del
blanco y negro al color, sin que este color sea peligroso o conflictivo. La
terapia aparece precisamente como una tentativa para reconciliar los ex
tremos, para sacar la champeta del gueto y para volverla aceptable por el
resto de la poblacin, en particular, la que tiene los medios de difundirla y
de comercializarla. Tengamos en cuenta que, desde que la champeta se
llama tambin terapia, aparecieron C Ds, la venta de tienda en el centro de
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la ciudad comenz a desarrollarse, las emisoras aceptaron difundirla. Cuando
la champeta se viste de aparato, cuando la msica africana se transforma en
msica caribea, adquiere un nuevo estatuto y, en esa ocasin, un nuevo p-
blico y una difusin ms amplia.
En relacin con la segunda evidencia que hemos planteado, el Caribe
es msica, se ve, a travs de la champeta, que la msica se vuelve cari-
bea, de una manera que no es ni evidente, ni natural, ni inmediata, y que
pasa por un largo proceso de definicin y transformacin que responde a
lgicas econm icas, sociales, poltica s...
3 . CONCLUSIN
As, hoy en da, la champeta sali de su marginalizacin social y geo-
grfica, despus de su transformacin a travs de la terapia, que la valor
y la limpi; esta msica ya es aceptable como champeta, se puede lla-
marla as y se tom a Colomb ia. Pero queda una pregunta pendiente (y
eso nos remite a la tercera evidencia): cmo es posible pasar, casi de un
da al otro, de una msica racialmente discriminada a una msica smbolo
de integracin racial? No sera la identificacin al Caribe otra forma del
mito de la armona racial, como lo es, por ejemplo, el mestizaje asociado
a Cartagena, que oculta los antagonismos raciales y el racismo tras una su-
puesta nueva identidad caribea o raza caribea? Precisamente, la
multiplicidad de los discursos y de las prcticas asociados al Caribe, nos
muestra que esa identidad caribea es una construccin, un convenio entre
intereses diferentes que no impiden la jerarquizacin y la dominacin so-
ciales o raciales. En otros trminos, una ciudad como la de Cartagena pa-
sara de un primer mito, el del todos somos mestizos, aqu no hay ra-
cismo, a un segundo mito, el del todos somos caribeos, que implica
tambin el aqu no hay racismo, sin dejar ningn espacio para pensar la
diferencia y el antagonismo.
4.
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