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Carta de Agustín de Iturbide a Félix Calleja, 30 de diciembre de 1814p. 95-100 María del Carmen Vázquez Mantecón Puente de Calderón: las versiones de un célebre combate México Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Históricas 2010 120 p. Ilustraciones y mapas ISBN 978-607-02-1332-8 Formato: PDF Publicado en línea: 10 de diciembre de 2019 Disponible en: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/521/puent e_calderon.html D. R. © 2018, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas. Se autoriza la reproducción sin fines lucrativos, siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa y su dirección electrónica. De otra forma, se requiere permiso previo por escrito de la institución. Dirección: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510. Ciudad de México

Carta de Agustín de Iturbide a Félix Calleja, 30 de …...necesaria para las evoluciones y maniobras militares, está cortado hacia el Sur por un río, cuya circunstancia ayudaba

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“Carta de Agustín de Iturbide a Félix Calleja, 30 de diciembre de 1814”

p. 95-100

María del Carmen Vázquez Mantecón

Puente de Calderón: las versiones de un célebre combate

México

Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Históricas

2010

120 p.

Ilustraciones y mapas

ISBN 978-607-02-1332-8

Formato: PDF

Publicado en línea: 10 de diciembre de 2019

Disponible en:

http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/521/puent

e_calderon.html

D. R. © 2018, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de

Investigaciones Históricas. Se autoriza la reproducción sin fines lucrativos,

siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa

y su dirección electrónica. De otra forma, se requiere permiso previo

por escrito de la institución. Dirección: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n,

Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510. Ciudad de México

III

carta de agustín de IturbIde a FélIx calleja, 30 de dIcIembre de 1814

Excelentísimo Señor:

Desde que recibí las primeras felices noticias, relativas al adveni-miento de nuestro muy amado Rey el Señor Don Fernando 7º, al trono de las Españas, creí propio de mi deber proporcionar a las valientes y fidelísimas tropas que tengo el honor de mandar, una ocasión en que pudiesen desahogar, con tan plausible motivo, los sentimientos de su leal corazón, y manifestarlos al público en al-gunas demostraciones propias de su profesión y carácter; mas las continuas marchas y tareas a que han estado dedicadas con notoria utilidad del servicio Real habían embarazado este justo desahogo, hasta que reunidas en este punto con el fin de consultar a su arre-glo y darlas la conveniente distribución para la presente campaña, pudieran tener algún descanso, y con él la ocasión que todos de-seábamos con ansia.

Aunque este pueblo, así como todos los demás de la provincia de mi cargo, había ya celebrado en dos veces aquellas plausibles y felicísimas noticias, quiso no obstante hacerlo por tercera para que sirviese de más clara demostración de su fidelidad, y en debi-do cumplimiento por la superioridad de Vuestra Excelencia en los Bandos de 15 de septiembre último: resolví pues con acuerdo del Cabildo y Cura juez eclesiástico, el que los días 15, 16 y 17 del próxi-mo pasado Octubre fuesen los consagrados a tan digno objeto.

En la mañana del primero se publicaron dichos Bandos con to-das las formalidades de ordenanza, y a este acto se siguieron tres salvas de artillería, un repique general de campanas, y las alegres vivas y aclamaciones que la tropa y este benemérito vecindario tri-butaban al más amado de los Reyes. Todas las casas se adornaron y colgaron en los tres días consecutivos a proporción de las facultades de sus dueños, y en la de mi morada hice colocar el Real retrato de

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96 PUENTE DE CALDERÓN: LAS VERSIONES DE UN CÉLEBRE COMBATE

Su Majestad bajo un rico dosel con las Reales insignias y la co-rrespondiente guardia que dio el 2º Batallón de la Corona: por la noche se iluminaron las calles, y en la que estaba la Real efigie, se congregaron innumerables gentes a disfrutar de la armonía de una orquesta de música que se mantuvo ahí hasta las diez.

El día 17 por la mañana pasé con toda la Oficialidad a la Igle-sia Parroquial, donde se celebró en acción de gracias una solemne función con asistencia del venerable Clero, Cabildo y un concurso numeroso de la gente distinguida y demás del pueblo, cuanta po-día contener el templo: predicó un excelente sermón el benemérito patriota y diestro orador Don José Antonio López Tejeda, Cura inte-rino de Tingüindín; y se hicieron en principio, medio y fin del Santo Incruento Sacrificio, las correspondientes descargas por la artillería y Compañía de Granaderos de la Corona. Después de este acto reli-gioso, recibí en mi casa a los Señores Oficiales y vecinos principales del lugar: les dirigí mi voz de congratulación por tan digno motivo, y la recibieron con el mayor aprecio, manifestando todos, el gozo y complacencia que inspira el verdadero amor al Soberano.

Para dar fin a las públicas demostraciones, dispuse que en la tar-de del mismo día se hiciese una que, además de ser muy acomodada a las circunstancias actuales, sería también vistosa, y divertida para el público, y al mismo tiempo útil y agradable a la tropa.

Fue un ejercicio general de fuego, dirigido a representar una de las principales victorias de nuestros días.

Cuando medité el proyecto, ocurrió luego a mi memoria la céle-bre acción de Salamanca, que fue la que, variando la suerte de nuestras armas en la Península, fijó desde entonces la felicidad de aquella lucha: no llamaban menos mi atención los brillantes asaltos de Bada-joz y Ciudad Rodrigo; así como el raro triunfo de Victoria, arrastraba violentamente mi deseo, por haber sido uno de los que influyeron más eficazmente en la pronta libertad de nuestro amado Soberano, y aún en la de toda la Europa; finalmente, todos los pasos militares del héroe de este siglo, el inmortal Wellington, eran para mí dignos de representarse, ya se atendiese a la sabiduría con que los ordenó y ejecutó, ya también a los felicísimos resultados en que todas las potencias han tenido con nosotros gran parte… Pero todas estas acciones eran muy complicadas, por los numerosos ejércitos que contendieron, por las diversas posiciones y actos de ataque… de manera que me convencí con dolor, de que no podía mi pequeña

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sección figurar con alguna propiedad en la menor de todas ellas; y no quise dar al público ideas poco exactas y demeritadas de tan grandes sucesos.

En la del Puente de Calderón pude allanar aquellas dificultades, y me decidí a su representación, pues también merece el nombre de decisiva de la suerte de este Reino.

Así lo anuncié en la Orden general, dando a cada cuerpo la instrucción necesaria de lo que habían de ejecutar: el orden en que debían marchar al campo, y el de su establecimiento, antes de dar principio al simulacro.

Los toques de generala, asamblea y tropa dados de la una a las dos de la tarde, anunciaron a la División la marcha, como lo verificó en columna por el orden siguiente: llevaba la vanguardia el Cuerpo de Caballería Ligera de Frontera: seguía después la Compañía de Granaderos de la Corona, la Artillería de la Real Brigada, el resto de la Infantería de la Corona, y toda la Patriótica, el Batallón de Celaya, la Artillería de esta guarnición, una Compañía del mismo Batallón de Celaya, el 5º Escuadrón de Fieles del Potosí, Drago-nes de Moncada, Patriotas de Caballería, Piquete de Sierragorda, Compañías de León y San Fernando, y cerraban la retaguardia los Dragones de Puebla.

Se dirigió la Columna al campo que sale al Oeste de la población, el que además de proporcionar por su extensión toda la comodidad necesaria para las evoluciones y maniobras militares, está cortado hacia el Sur por un río, cuya circunstancia ayudaba para la ilusión, para colocar las baterías y línea que defendieron en Calderón los re-beldes, y no menos para que pudieran imitarse los movimientos que al paso de la barranca o quebrada, ejecutó allá el Ejército del Centro. Luego que la tropa llegó al campo, se colocaron tres baterías en los puntos que de antemano estaban señalados, figurándose el de la de-recha por una pieza de artillería de las tropas de operaciones, defen-dida por Infantes de la Corona y de Celaya, Dragones Fieles del Potosí, de Puebla y de Moncada, todo a las órdenes del Capitán de la Corona Don José Mijangos: el centro o gran batería enemiga se representaba por dos cañones de Irapuato que sostenían infantes de Celaya, Dragones de Frontera, de Fieles y de la Compañía de León, al mando del Teniente Coronel graduado Don Bernardo García: la última batería, que formaba la izquierda enemiga, se colocó a la otra parte del Río y la figuraba un cañón de Irapuato, teniendo para su

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defensa Infantes de Celaya, Dragones de Frontera, de Fieles y de Sierra Gorda, al mando del Teniente Coronel graduado Don Felipe Castañón: finalmente, varios Piquetes de los Cuerpos de Caballería, mandados por el Teniente Coronel graduado Don Bartolomé de la Peña, se colocaron guardando una distancia proporcionada de la línea enemiga, para figurar su cuerpo o pelotón de reserva.

Dispuesto así el campo que había de ser atacado, el resto de la tropa formó un cuadrilongo, de donde a la señal de ataque debían romperse los movimientos, a imitación de los que hicieron los cuer-pos del Ejército, y consultando a la mayor propiedad, se distribu-yó por piquetes en la colocación conveniente, y bajo los títulos de aquellos cuerpos.

Así que sesenta y cuatro Infantes de la Corona figuraban el regi-miento de su nombre, un número igual del mismo cuerpo con otro del Batallón de Celaya hacía las veces del primero y segundo de la Columna de Granaderos y 80 Cazadores de Celaya divididos en dos trozos, representaban a los Gastadores de la Columna y Patriotas de San Luis: el mismo sistema se observó respecto a la caballería; el Regimiento de Dragones de México se figuró por dos tercios del de Moncada; la mitad de la fuerza útil de Puebla tenía el lugar de todo su cuerpo, y 20 Fieles de San Luis ocupaban el punto que en el flanco izquierdo correspondía al Escuadrón de Querétaro; los Dragones de España, San Carlos, San Luis y Lanceros de este nombre, formaban la ala derecha y se representaban por 80 Dragones de Frontera, 20 de León, 30 Fieles y 20 de Sierra Gorda; los Patriotas de Irapuato, con dos Piquetes de Frontera y León, quedaron en la reserva para figurar la del Ejército que se componía de la Frontera y varios Pi-quetes de diversos cuerpos. El tren de artillería se representó por tres cañones de la División.

Comenzó el ataque a las tres de la tarde, saliendo del campo el Regimiento de la Corona con un cañón, y la caballería de la iz-quierda; en su marcha describió una curva hasta ponerse a tiro de la primera Batería; allí desplegó en batalla, atacó decididamente, y el enemigo sostuvo un vivo fuego, aunque de poca duración. A este tiempo se levantó el campo, y el grueso del Ejército marchó por su derecha, de donde se prolongaron hasta el centro los Patriotas de San Luis en partidas de guerrilla. Los nuestros se hicieron dueños de la primera Batería y los enemigos se replegaron hacia el centro de su línea; entonces el Regimiento de Dragones de San Luis pasó de la

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derecha por la espalda del puente a reforzar nuestra izquierda, que habiendo continuado el ataque descubrió la gran batería, a tiempo que cargaron sobre ella los contrarios en gran número, y hallándose falta de municiones, retrocedió un poco para proveerse de ellas.

Como el Jefe del segundo Batallón de la Columna advirtió el mo-vimiento retrógrado de la izquierda, contramarchó rápidamente con su cuerpo, y lo colocó en batalla al frente de la batería grande, con alguna inclinación a su derecha, lo cual puso a cubierto la tropa de la izquierda de un grupo de caballería enemiga, que saliendo de las baterías del centro, e izquierda en persecución de aquélla, fue recha-zado vigorosamente y con la mayor firmeza por el expresado Batallón de la Columna. Al mismo tiempo que esto se ejecutaba en el centro e izquierda, se retiró también la Caballería de la derecha, perseguida por los enemigos; más el primer Batallón de la Columna de Grana-deros, sostuvo a nuestros caballos que se rehicieron en el acto.

Luego que se ordenó la tropa de la derecha, mandé, tomando el nombre y representación con que Vuestra Excelencia presidía el Ejército del Centro, mandé, repito, enganchar la artillería y con ella y el Estado Mayor me dirigí al puente: de allí pasé a la izquierda, reanimando con mis voces y presencia a la tropa, la reuní al segundo Batallón de la Columna, y poniéndome a su frente marché con toda ella y la artillería a tomar la batería grande, que en efecto tomamos en pocos instantes, rechazando a los contrarios, que huyeron en desorden hacia su última posición.

Para desalojarlos de ella y concluir el simulacro, salió la Corona y caballería de la izquierda a tomar aquel punto, el que se rindió con poca resistencia, y los contrarios huyeron precipitadamente y en desorden y fueron perseguidos en poco rato.

Todos los cuerpos se reunieron en el campo que se suponía de Calderón (y a la manera que en aquel glorioso día) prorrumpieron a una voz con alborozo diciendo: ViVa nuestro rey FernanDo, ViVa españa, ViVa nuestro general Calleja, ViVa nuestra ge-nerala; y después, en prueba de marcialidad y unión, se victorea-ron mutuamente los mismos cuerpos, bajo los nombres que habían adoptado para representar al victorioso Ejército del Centro.

Concluido el simulacro, formó toda la tropa en orden de batalla, y después de haber marchado hasta la mitad del campo, dando su frente al pueblo, hicieron alternativamente las descargas los Bata-llones de la Corona y Celaya, mandados por sus inmediatos Jefes;

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en segunda mandé igual maniobra a los mismos cuerpos unidos, los que a mi voz victorearon por tres veces a nuestro amado Rey, el Señor Don Fernando 7º, y lo mismo ejecutaron todos los cuerpos de caballería: se cerró la función con descarga de artillería, después de la cual se formó la columna en el mismo orden con que había salido del pueblo, y se retiró a él a las oraciones de la noche.

Mucho me he difundido, Señor Excelentísimo, en la relación de las demostraciones con que ha celebrado esta División a su amado y suspirado Rey; más a pesar de todo, no he podido dar una idea media del gozo y satisfacción que han manifestado en ellas todos los individuos de que se compone, porque esto, más es para presenciar-se, que para pintarlo en una descripción: pero ya que no he podido hacerlo en ésta, que el público forme el concepto del amor y fideli-dad al Soberano, con que tan digna tropa se gloria de emplearse en el Real servicio, tendré siquiera la satisfacción de protestarlo así a Vuestra Excelencia, como testigo que he sido de sus tiernos afectos en estos tres días, y del gusto que constantemente observó en ella para desempeñar las penosas tareas de su profesión.

He retardado a Vuestra Excelencia hasta hoy esta noticia, porque desde el día inmediato al simulacro en que salí a campaña, he estado en una agitada y no interrumpida movilidad; de modo que apenas he tenido el tiempo muy preciso para despachar en las noches, al dejar el caballo, los asuntos más interesantes y de momento. Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años, Irapuato, 30 de diciembre de 1814. Excelentísimo Señor Agustín de Iturbide [Rúbrica] Exce-lentísimo Señor Virrey Don Félix María Calleja.

Fuente: Documentos para la historia de la guerra de Independencia, 1810-1821. Corre-spondencia y diario militar de don Agustín de Iturbide, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1926 (Publicaciones del Archivo General de la Nación, xI), t. II, p. 318-323.

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