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2015 - Nexos - www.nexos.com.mx Los cuadernos mexicanos de Henri CartierBresson Carlos Fuentes. Escritor. Entre sus libros más recientes, Diana, La cazadora solitaria, Nuevo Tiempo Mexicano y La frontera de cristal. Las heridas de México se asoman por todas partes. Unas son muy antiguas y parecen haber cicatrizado. Otras, a pesar de su antigüedad, aún no se cierran. Las más recientes se confunden con las más viejas. Las más dolorosas son las que laten debajo de la piel del país, a punto de brotar y mezclar su sangre con las de las demás; México es una sola, larga herida, un muro tatuado de metralla, un nopal cortado a navajazos, un altar de lágrimas doradas. Pero frente al muro, un hombre con un cigarro entre los dientes, el sombrero bien puesto, la camisa sin cuello, las manos encajadas en el cinturón, mira al pelotón de fusilamiento con una sonrisa de oreja a oreja. Chinguen a su madre. Y en el corazón de la penca, lo que la navaja ha inscrito es otro corazón y dos nombres. El jugo del desierto baña la unión de los amantes. El agua es escasa, seco el país, duro como un puño cerrado. ¿Cómo vivir aquí, cómo sobrevivir? La respuesta está en el grafito de nopal. José quiere a Lupe. Y en los altares de oro, los dioses que huyeron regresan disfrazados, la falda de serpientes de la diosa indígena se trueca en el manto azul de la virgen católica, las alas de la serpiente azteca se despliegan en el cielo barroco imaginado por Dios para dar cabida a todos los sueños y pesadillas de la humanidad. Sólo la figura yacente, sangrante, sacrificada, es la misma entonces y ahora. Alguien muere para que los demás vivan. No hay héroes vivos en México. Antes vivían los dioses. Ellos también han muerto, esta vez en la cruz. El pueblo que vive todo esto también lo mira, se mira, peligrosamente, mira al mundo, su mundo. A veces el mundo es espectáculo y la gente cuelga como racimos desde los escenarios sagrados de un barroco inventado para satisfacer con su opulencia la carencia radical de los

Carlos Fuentes - Los Cuadernos Mexicanos de Henri Cartier‑Bresson

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Introducción al libro que compiló las fotografías tomadas por Cartier-Bresson durante sus dos estancias en México: 1934 y 1964

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  • 2015 - Nexos - www.nexos.com.mx

    Los cuadernos mexicanos de Henri CartierBresson.(+/1!*0!/

    Carlos Fuentes. Escritor. Entre sus libros ms recientes, Diana, La cazadora solitaria, Nuevo TiempoMexicano y La frontera de cristal.

    Las heridas de Mxico se asoman por todas partes. Unas son muy antiguas y parecen habercicatrizado. Otras, a pesar de su antigedad, an no se cierran. Las ms recientes se confundencon las ms viejas. Las ms dolorosas son las que laten debajo de la piel del pas, a punto debrotar y mezclar su sangre con las de las dems; Mxico es una sola, larga herida, un murotatuado de metralla, un nopal cortado a navajazos, un altar de lgrimas doradas.

    Pero frente al muro, un hombre con un cigarro entre los dientes, el sombrero bien puesto, lacamisa sin cuello, las manos encajadas en el cinturn, mira al pelotn de fusilamiento con unasonrisa de oreja a oreja. Chinguen a su madre.

    Y en el corazn de la penca, lo que la navaja ha inscrito es otro corazn y dos nombres. El jugodel desierto baa la unin de los amantes. El agua es escasa, seco el pas, duro como un puocerrado. Cmo vivir aqu, cmo sobrevivir? La respuesta est en el grafito de nopal. Jos quierea Lupe.

    Y en los altares de oro, los dioses que huyeron regresan disfrazados, la falda de serpientes de ladiosa indgena se trueca en el manto azul de la virgen catlica, las alas de la serpiente azteca sedespliegan en el cielo barroco imaginado por Dios para dar cabida a todos los sueos ypesadillas de la humanidad. Slo la figura yacente, sangrante, sacrificada, es la misma entoncesy ahora. Alguien muere para que los dems vivan. No hay hroes vivos en Mxico. Antes vivanlos dioses. Ellos tambin han muerto, esta vez en la cruz.

    El pueblo que vive todo esto tambin lo mira, se mira, peligrosamente, mira al mundo, sumundo. A veces el mundo es espectculo y la gente cuelga como racimos desde los escenariossagrados de un barroco inventado para satisfacer con su opulencia la carencia radical de los

  • creyentes; arte de la abundancia, pueblo de la necesidad. A veces, el mundo se constituye porla mirada apresurada de un nio que corre por la calle, cronometrado por una relojera, rumboa un destino que lo reclama aunque lo ignore. A veces, los amantes se salvan enlazando suscuerpos para que sean las pieles las que se miren, se reconozcan, nos reconozcan.

    La verdad hermosamente descrita por Jorge Semprn desde la memoria de la guerra y elholocausto se impone universalmente. El mundo y mi mirada se enfrentan, coexisten. Mejor:no existen el uno sin la otra. El mundo da consistencia a mi mirada. Mi mirada le da su luz almundo.

    Pero en Mxico la mirada puede ser peligrosa. Hay miradas que matan. Qu me miras?. Estafrase desafiante, dicha en la hora parda de la cantina, en la medianoche ojerosa y pintada delburdel, de carro a carro en la congestin deletrea del perifrico, puede ser mortal, sobre todosi se le aaden insultos, Qu me miras, pendejo, buey, culero, ojete?.

    Miradas que matan. Hroes muertos. Dioses sacrificados. Muro de metralla, nopal acuchillado.Cmo esconder la mirada para que no mate, no nos mate, y sin embargo nos permita seguirmirando? Cmo salvar la mirada de la amenaza del otro, el verdugo, el explotador, el machoprovocador, el polica corrupto, el funcionario corruptor?

    La respuesta radical es la muerte. Tres fotografas de esta coleccin hacen referencia directa a lamuerte mexicana, deseable porque los mexicanos no vamos a la muerte, regresamos a ellaporque la muerte no es fin sino principio, origen de todo: descendemos de la muerte. Laabrazamos en la fotografa de un muro de fusilamientos, la otorgamos temprana einocentemente en una verdadera portaviandas de fretros infantiles, la vigilamos sentadossobre las tumbas con paciencia y pasin de lutos

    Ciudad de Mxico, 1934

    La excusa intermitente son los dioses. En los cuadernos de Henri CartierBresson, los diosesparecen nacer de la tierra y, una vez en ella, sus fauces sirven de refugio a los animales, a losperros sueltos y expuestos de las calles mexicanas que encuentran su nido en el hocico de undios que les promete la continuidad de la naturaleza.

    Puebla, 1934

  • La actitud ms melanclica es dar la espalda. Siete fotos de esta coleccin, significativamente, ledan la espalda al que mira. La nia de espaldas en el umbral de una zapatera. Los fielescolgando de espaldas desde las rejas y esculturas de una fachada barroca. Los amantesabrazados, de espaldas, en un domingo de flores y trajineras en Xochimilco. La espalda de latraicin: los charros dndose un abrazo antes de sacar las pistolas. Los agachados, loshumillados, comiendo de espaldas bajo la lona de un merendero, vestidos de overol, dndolas.Y dos terribles fotos del pas entero de espaldas. La espalda del campo yermo, la tierra baldasin ms rbol que una cruz cada. Y la espalda de la ciudad amortajada en polvo, miseria,polucin.

    Cmo resguardar la mirada salvadora de la persona y su mundo, cmo darle algo ms que lamuerte, la religin o la indiferencia, el miedo, el agacharse e irse de lado sin dar la cara?

    La maravillosa respuesta est en estos cuadernos mexicanos. Tienen dos fechas, 1934 y 1964. Elartista no ha regresado nunca ms a Mxico, me dice Eric Hazan, su editor, porque teme quetodo haya cambiado. Yo les aseguro: lo que vemos aqu no ha cambiado, porqueCartierBresson no fotografi a Mxico en 1934 y luego en 1964. Fotografi la eternidadmexicana, y la fotografi a partir del instante, que es la eternidad de una visin que se protegede la violencia. Cmo? Aprendiendo a mirar sin ser vista, mirando sin perder la vista, mirandopara constituir al mundo, con la esperanza de que un da, ese mundo externo, lleno de peligros,de violencia, de hambre, de injusticia, nos devuelva una mirada que ata y no mata, una mirada,como dice Semprn, que me constituya como yo constituyo al mundo.

    La defensa es el sueo, entretanto.

    Trece de las treinta fotografas de estos cuadernos son retratos del sueo. Una nia duermesobre el hombro de su madre en un mercado. Un borracho duerme el sueo de la crudaobservado por perros y marchantas. Un hombre duerme a campo abierto sobre una cama depiedra, el sombrero arrojado a un lado. Una pareja exhausta duerme cariosamente unida; ensus cuerpos se distinguen las seas de un largo viaje. Rodeado de muecas y retratos infantiles,un hombre duerme la siesta en la mecedora de un saln tropical. Otra maravillosa pareja:madre an joven, hija bellsima, quinceaera, duermen apoyndose la una en la otra; es elretrato de un ensueo. Una mujer descarnada como una figura de El Greco lleva a su niodormido dentro de un chal transparente, anticipo del sudario. Una nia juchiteca, detenida porlas manos ensortijadas de su madre, mira al mundo con, otra vez, esa mirada de rverie que

  • CartierBresson, como nadie, descubre en la coreografa corprea, salvadora, de los mexicanos.El fetichista sexual, rodeado de zapatos como en una pelcula de Buuel, con la braguetaabierta, Ias manos en puo y la mirada cercenada. Vive el sueo del orgasmo. Dos cuerposentrelazados cierran los ojos para amarse mejor, ms fantasiosa, ms secretamente. El penitentereligioso es conducido de rodillas al altar, la cabeza enmascarada, remitido al siguiente sueo, elsueo de Dios. Y aunque el Cristo de plata, crucificado, cierra los ojos, las madonas de treceaos no miran a Dios. Miran, finalmente, al mundo. Han abierto los ojos.

    Juchitn, 1934

    Una mujer dormida, liberada por el sueo, gloriosamente abandonada al abandono de supropio cuerpo, yacente bajo una mesa, reconstruye al mundo a partir del sueo. El fotgrafo esel partelo de estos sueos que atan, que constituyen, que viven, que crean un mundo posible yslo mejor porque aportan la esperanza a partir del sueo, porque imaginan al mundo graciasal momento interno, soado. Un mundo mejor, un mundo posible slo porque la mirada delotro ha respetado la intimidad profunda, despojada, en la que el sueo es una forma de ladesnudez y la desnudez una forma del sueo.

    Hemos sorprendido, gracias al artista, al mundo y a la persona en el momento en que seconstituyen, resucitan, dejan de darnos la espalda y renacen con vigor inslito. El emblema deeste renacimiento es ese rostro rnexicano, rostro de hombre, moreno, sonriente, con los dosojos ms brillantes que jams han asistido al nacimiento del mundo. Bajo el sombrero de paja.El cuerpo envuelto en la manta. Las manos fuertes, creadoras; una se hace, con vigor, un puo;la otra toca con ternura el propio rostro. Zapatistas en marcha, muchacha vendedora derefrescos, nio que corre vigilado por el tiempo, nia que entra a su casa cargando la fotografaantigua de la abuela: el mundo ha encontrado su mirada, la mirada ha encontrado al mundo,gracias al arte. Las heridas de Mxico se cierran. La sangre deja de manar.

    Santa Clara, 1934

    Arte del instante, y a la vez, de la eternidad.

    Esta aparente paradoja me recuerda una frase de Gaston Bachelard: Para durar, es necesarioconfiarse a los ritmos, es decir, a sistemas de instantes. Habra mejor definicin del arte de lafotografa que sta: un sistema de instantes?

  • Henri CartierBresson fotografi la eternidad mexicana a partir del instante mexicano, que es elnico tiempo acordado, universalmente, a la cmara. El artista se detiene en la cresta de la olade la duracin con un instrumento del tamao de su propia mano, en la mano.

    Las heridas de Mxico se cierran por un momento para que el mundo se constituya bajo lamirada del artista. La pregunta de Bachelard es la nuestra: Tendra el hombre un destinopotico? La respuesta se encuentra en esta suma de instantes descubiertos por la mariposainvisible que es el fotgrafo, a fin de apuntar, sin quererlo, un retrato de la eternidad -pues eltiempo, dijo Platn, no es sino la eternidad que se mueve. Restituir, a la vez, el movimiento delinstante y la inmovilidad de lo eterno, podra ser la manera de figurar un destino potico.

    1996 Febrero.