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Cargar las pilas a 37º C Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net) Cargar las pilas a 37º C Enviado por marta el Mié, 09/12/2012 - 00:00 Antetítulo (dentro): Con el final del verano llega la polémica Sección principal: Culturas Cuerpo: No quiero alarmar a nadie, pero hay gente que está triste porque se acaba el verano. En efecto, los veranófilos son una realidad social por la que deberíamos mostrar preocupación: “qué ganas de veranito”, “qué ganitas de cañitas en una terracita al solecito con los colegas”. Exacto: uno de los síntomas más absurdos y enervantes de la llegada de las buenas temperaturas (¿buenas?, ¿en serio?) es que a la peña le da por flanderizarse cuando se refiere a cualquier término del campo semántico estival. ¿A que nunca habéis oído a nadie comentar “qué ganas de tirarme en trineito por la nievecita” o “me encantan las tormentitas de otoñito”? Pues eso. Por alguna extraña razón que mi ídem no acierta a comprender, hay personitas que le tienen cariño al verano. Quiero pensar que esta parafilia tan estrafalaria es el resultado de una descontrolada enajenación provocada por la idealización, durante el duro invierno mesetario, de los largos días de sol que, al fin y al cabo, no son más que eso: insufribles jornadas de calor insoportable que parecen no tener fin. En otras palabras: que el verano es un mierdote de proporciones, pero se nos olvida de un año para otro. Los veranófilos: 1er enfoque Adentrémonos un poco más en el estudio de este subgénero humano. Una de las señales inconfundibles de que estás frente a un veranófilo es su irritante optimismo. Abres Twitter: “@chupimaji32 Venga chicos!, un par de semanitas más y vacaciones!”. En efecto, ese sujeto al que decidiste followear, (ahora no sabes ya muy bien por qué razón, lo comprendemos) es con toda seguridad un veranófilo. Estos individuos son irritantemente alegres y vitales, siempre sonríen y dan los buenos días. Creepy. Os preguntaréis que lleva a una persona de vida aparentemente normal a convertirse en un amante del calorcito rico. Se trata de una simple cuestión de asociación de ideas: los veranófilos relacionan verano con vacaciones, sin reparar en que éstas últimas vienen a durar sus 15 días escasos, mientras que la insufrible estación de las cucarachas y las mínimas nocturnas de 25º se desparrama cual señora en tumbona a lo largo de tres interminables meses de desorden vital y comercios cerrados. La clave está en que los cándidos veránofilos son incapaces de ver la trampa. Tomando el todo por la parte, convierten a la estación en símbolo del merecido descanso, aunque éste suela consistir, en el mejor de los casos, en un par de semanitas compartiendo apartamento con toda una tropa de parientes cojoneros, en un pueblo costero superpoblado y superespeculado; en seguir haciendo camas (“Tiene que ser apasionante hacer otras camas para variar” le dice Lisa Simpson a Marge en el capítulo en el que Ned Flanders les presta su casa de Página 1 de 4

Cargar las pilas a 37º C - Diagonal

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Cargar las pilas a 37º CPublicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

Cargar las pilas a 37º CEnviado por marta el Mié, 09/12/2012 - 00:00 Antetítulo (dentro): Con el final del verano llega la polémicaSección principal: CulturasCuerpo:

No quiero alarmar a nadie, pero hay gente que estátriste porque se acaba el verano. En efecto, los veranófilos son unarealidad social por la que deberíamos mostrar preocupación: “qué ganasde veranito”, “qué ganitas de cañitas en una terracita al solecito conlos colegas”. Exacto: uno de los síntomas más absurdos y enervantes dela llegada de las buenas temperaturas (¿buenas?, ¿en serio?) es que a lapeña le da por flanderizarse cuando se refiere a cualquier término delcampo semántico estival. ¿A que nunca habéis oído a nadie comentar “quéganas de tirarme en trineito por la nievecita” o “me encantan lastormentitas de otoñito”? Pues eso.

Por alguna extraña razón que mi ídem no acierta acomprender, hay personitas que le tienen cariño al verano. Quiero pensarque esta parafilia tan estrafalaria es el resultado de unadescontrolada enajenación provocada por la idealización, durante el duroinvierno mesetario, de los largos días de sol que, al fin y al cabo, noson más que eso: insufribles jornadas de calor insoportable que parecenno tener fin. En otras palabras: que el verano es un mierdote deproporciones, pero se nos olvida de un año para otro.

Los veranófilos: 1er enfoque

Adentrémonos un poco más en el estudio de este subgénerohumano. Una de las señales inconfundibles de que estás frente a unveranófilo es su irritante optimismo. Abres Twitter: “@chupimaji32 Vengachicos!, un par de semanitas más y vacaciones!”. En efecto, ese sujetoal que decidiste followear, (ahora no sabes ya muy bien por qué razón,lo comprendemos) es con toda seguridad un veranófilo. Estos individuosson irritantemente alegres y vitales, siempre sonríen y dan los buenosdías. Creepy.

Os preguntaréis que lleva a una persona de vidaaparentemente normal a convertirse enun amante del calorcito rico. Se trata de una simple cuestión deasociación de ideas: los veranófilos relacionan verano con vacaciones,sin reparar en que éstas últimas vienen a durar sus 15 días escasos,mientras que la insufrible estación de las cucarachas y las mínimasnocturnas de 25º se desparrama cual señora en tumbona a lo largo de tresinterminables meses de desorden vital y comercios cerrados.

La clave está en que los cándidos veránofilos sonincapaces de ver la trampa. Tomando el todo por la parte, convierten ala estación en símbolo del merecido descanso, aunque éste suelaconsistir, en el mejor de los casos, en un par de semanitas compartiendoapartamento con toda una tropa de parientes cojoneros, en un pueblocostero superpoblado y superespeculado; en seguir haciendo camas (“Tieneque ser apasionante hacer otras camas para variar” le dice Lisa Simpsona Marge en el capítulo en el que Ned Flanders les presta su casa de

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veraneo). Y cocinando. Y barriendo, sobre todo barriendo. Pero en lugarde pelusas, arena. Toneladas de arena. En todas las familias hay algúncuñado gracioso que, mirando al recogedor, pregunta “¿has dejado algo enla playa?”. Muy LOL, sí señor (el verano se presta a los ranciofactscomo ninguna otra estación).

A modo de tesisDe la veranofilia a la perpetuación del sistema capitalista de producción.

El caso es que, investigando aquí y allá, de Gandía a laCosta Brava, de Matalascañas a Laredo, he llegado a la previsiblementepolémica conclusión de que los veranófilos son el garante primordial dela continuidad del sistema capitalista de producción.

Cuando formas parte de la clase obrera (y la claseobrera no son sólo señores con mono azul, ojo, que no me entere yo deque ese desclasamiento pasa hambre), el período vacacional no es sino unmito absurdo hábilmente inoculado por la upper class(cuyas vidas son una vacación constante, como deberían serlo las detodos los seres de la creación, que yo no he venido a este mundo apartirme el lomo, oiga usted) para mantener a los trabajadores contentosy calladitos.

Dice mi madre que si no existiera la lotería losoprimidos saldrían a las calles armados con horcas y antorchas, y algoparecido ocurre con las vacaciones: en el mejor de los casos son unapropinilla que el patrón no tiene más remedio que dar para evitar que lemates y colectivices la empresa; una galletita para la foca del circoque se ha pasado once meses dando el callo; el merecido descanso,sintagma nominal cínico donde los haya. En el peor, una especie debarbecho del currante, unos días de desconexión para volver con ganas,con las pilas cargadas. Ni el lenguaje se molesta en ocultar eltrasfondo perverso del concepto moderno de vacación. Somos los conejitosde Duracell del sistema, a los que hay que darles unos días de descansopara que recarguen las baterías con el único objetivo de seguir siendoproductivos.

En Calibán y la bruja (lo hemos leído ya todos, ¿no?)Silvia Federici establece una interesante relación entre la“transición” al capitalismo y el sistema mecánico cartesiano. Por lo quecreo haber entendido, que a la vuelta de las vacaciones el jefe tedé una palmadita en la espalda al ritmo de un grimoso “qué pasa,máquina” no es en absoluto casual. Es recochineo puro y duro. Es todauna declaración de intenciones. Se puede decir más alto, pero no másclaro: estás al mismo nivel que la fotocopiadora y la máquina de café.Con la salvedad de que, al contrario que estos dos ejemplares robots quenunca se quejan, el currito de los cojones necesita vacaciones.Qué leches, García, ¿por qué no tomará usted ejemplo de la sumisagrapadora?

CodaDonde se explica la sublimación de la energía veranófila con fines revolucionarios.

La mala noticia es que, debido a los recortes en I+D+ i,aún no se ha encontrado una cura definitiva para la veranofilia. Labuena es que la desbordante energía de los infectados puede ser empleadacon fines revolucionarios. Si el veranófilo medio aprovechara todo esecaudal de entusiasmo para cuestionarse por qué su vida no es unavacación continua, por qué el mundo es un valle de lágrimas en el que

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hay que vender la fuerza de trabajo para poder comer; si se preguntaracon ahínco quién murió y nombró jefe al que inventó el trabajoremunerado, si además no existiera Loterías y Apuestas del Estado, si elveranófilo empleara toda la fuerza que emplea en contar los días quequedan para pillar (agarrar, ahí, con ansia) las vacaciones; si estapasión sirviera para cuestionarse este sistema esclavo, ay, otro gallocantaría (muy probablemente el rojo).

Recuadro:

Los peores veranos

Un ventilador estropeado, unasvacaciones echadas a perder, un vueloperdido, un vecindario ruidoso, la soledad de estar en casa sinvacaciones... El cine y la literatura han tomado algunos de los tópicosveraniegos para cuestionar el liderazgo de esta estación como elmejor periodo del año.

- ¿HAY ALGO MÁS HORTERA? Deprimente conga

Aunque esté usted pensando en hacerloporque “uno sólo se casa una vez”, antes de plantearse siquierazambullirse en el proceloso mar del sucedáneo del lujo, es recomendableque lea la novela corta de David Foster Wallace Algo supuestamente divertido que nunca volveré ahacer(2010, Mondadori). Planteado como un ejercicio de reporterismo, cercanoal periodismo gonzo, el malogrado Foster Wallace se embarcó —sin muchoentusiasmo, todo hay que decirlo— en un crucero por el Caribe. Wallaceno sólo nos quita las ganas, si es que teníamos algunas, de crucero sinoque, en un doble loop con pirueta, consigue que algunos de suscompañeros de viaje pierdan las ganas de sonreír, ponerse sombrerosdivertidos y bailar la conga.

- NO ME CALIENTES QUE COBRAS. Entrar en calor

Las temperaturas al máximo, lostelediarios recomiendan beber, las redes neuronales se recalientan yocurre el incendio. Primero con Haz lo que debas y Fiebre salvaje –dedicada a un joven negroasesinado por salir con una blanca en agosto de 1989— y más tarde con El verano de Sam,Spike Lee recurrió a una de las constantes del verano, una violenciasorda más incontenible que en cualquier época del año. Pero lacombinación de altas temperaturas y malos humos no es exclusiva delgueto, si no revisen la fabulosa La jauría humana,alfa y omega de los géneros “pueblo que se vuelve loco”. Asimismo, laavería del sistema de aire acondicionado también juega un papelimportante en la locura colectiva que se desata en la novela de J.G.Ballard, Rascacielos.

- AQUEL VERANO EN EL QUE X MURIÓ. Hola tristeza

Otro de los tópicos del cine ambientadoen el verano es el de la iniciación a la vida. Los días largos, lasnuevas amistades y las excursiones a lugares peligrosos se combinan paracrearesos relatos que, si hay voz en off, se resumen en la frase hecha“después de aquel verano nada volvió a ser igual”. Deben establecersediferencias entre películas del género fantástico (como Viernes 13 o Jóvenes ocultos) y aquellos

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melodramas hechos para toda la familia como Mi chica o Barrio,en los que la muerte se produce sólo después de unas cuantasrevelaciones trascendentales sobre el sentido de la vida. En este últimosubgénero nos quedamos con Cuenta conmigo, adaptación de un relato de Stephen King sobre laexcursión de cuatro chicos en busca de un fiambre.

Temáticos: filosofíaNúmero 181Edición impresa:

Licencia: CC-by-SAPosición Media: Cuerpo del artículoCompartir:

Tipo Artículo: NormalAutoría: LUCÍA MUÑOZ MOLINA

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