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CAPITULO XIII Obeervaciones vari^ae. Pyácticds loaales. Exigen una investigación imparcial, detenida y despreocu- pada las prácticas locales. l^Zuchas de ellas son el resultado de la observación y de la experiencia, al paso que la ciega rutina de una costumbre antigua es el único fundamento para que otras se sigan con tesón. No es fácil convencer con razones al preocupado, si una vez se empeña en la observancia de las ruti- nas infundadas que heredó de sus mayores. Los resultados prác- ticos son los únicos medios de desarraigar ahusos inveterados en las operaciones rurales ; los experimentos decisivos patentes a todos sori los iínicos argumentos que pueden persuadir. Los discursos y la lectura nunca convencen al rutinero, y pocas ve- ces aprovechan al erudito en materias de agricultura. Merecen cierto respeto las prácticas locales y no es menos imprudente el que las desecha sin previo examen que el que las alaba con de- masía y animado del fuego de la preocupación durante algunas generaciones y transmitida de padres a hijos. Es múy digna empresa de la Sociedad patriótica de Sanlú- car el discutir con experimentos el verdadero mérito de las prác- ticas locales, comparando sus resultados con los que rindan las maniobras ejecutadas con acierto, o alabadas y ponderadas en otros distritos. El colono adicto a novedades y emprendedor imprudente de las maniobras desconocidas en su suelo, pero observadas con ventaja en otros pagos, se expone no pocas veces a perder su

CAPITULO XIII Obeervaciones vari^ae. · raz^n, anttlar y pequeño de la mano derecha ; el dedo pulgar descansa sobre la mesilla o escalcín donde está clavada ]a hoja, y el dedo

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  • CAPITULO XIII

    Obeervaciones vari^ae.

    Pyácticds loaales.

    Exigen una investigación imparcial, detenida y despreocu-pada las prácticas locales. l^Zuchas de ellas son el resultado dela observación y de la experiencia, al paso que la ciega rutinade una costumbre antigua es el único fundamento para queotras se sigan con tesón. No es fácil convencer con razones alpreocupado, si una vez se empeña en la observancia de las ruti-nas infundadas que heredó de sus mayores. Los resultados prác-ticos son los únicos medios de desarraigar ahusos inveteradosen las operaciones rurales ; los experimentos decisivos patentesa todos sori los iínicos argumentos que pueden persuadir. Losdiscursos y la lectura nunca convencen al rutinero, y pocas ve-ces aprovechan al erudito en materias de agricultura. Merecencierto respeto las prácticas locales y no es menos imprudente elque las desecha sin previo examen que el que las alaba con de-masía y animado del fuego de la preocupación durante algunasgeneraciones y transmitida de padres a hijos.

    Es múy digna empresa de la Sociedad patriótica de Sanlú-car el discutir con experimentos el verdadero mérito de las prác-ticas locales, comparando sus resultados con los que rindan lasmaniobras ejecutadas con acierto, o alabadas y ponderadas enotros distritos.

    El colono adicto a novedades y emprendedor imprudente delas maniobras desconocidas en su suelo, pero observadas conventaja en otros pagos, se expone no pocas veces a perder su

  • dínero y su trabajo y a ser juguete de sus compatriotas si lesalen mal los ensayos. El labrador que presenció el mal éxitode aquellas innovaciones admite receloso nuevas doctrinas y seacuerda, prudente, del escarmiento ajeno.

    Ue las mudara^as ^rTeteorológioas más bene f iciosaspara la vi^d.

    Desean los de Sanlúcar que sea el otoño poco abundante deaguas, que llueva copiosamente durante los meses de enero, fe-brero y abril, y que el verano sea seco. Este orden de variacio-rres atmosféricas juzgan que es más útil para las viñas y paraIa buena calidad de la uva. Los veranos secos afirman la fibradel sarmiento; transmite éste un jugo más escaso, pero más ela-borado, •que apropia la planta para el nutrirniento y sustentaciónde las yemas de fruto, coadyuvando singularmente para el abun-dante esquilmo del año venidero. Se cura con toda perfección elsarmiento y se madura como corresponde, y en este supuestoconducen asimismo los otoños tardíos. Son los otoños lluviososperjudiciales porque la alumbra no se ejecuta con oportunidad,se apelmaza la tierra, se maneja difícilmente y se impide la sa-zón de las siguientes maniobras y labores. En seguida de losveranos lluviosos salen comúnmente malos vinos.

    Las lluvias de la primera, en ocasión en que cierne la vid,son causa de que se corra el polvíllo y se esterilice la uva, lar-d^ando o ler^dcando. Las anteras son unos receptáculos que con-tienen el polen, y luego que se hiende o rompe su tegY.rmento 0abren las celdillas que lo encierran, sueltan el polvillo que ha deefectuar la fecundación. El polvillo es un saquito o zurroncitolleno de un humor pegajoso seminal. Es necesaria la humedaddel estigma para impregnar el tegumento del polen, que hume-decido se estira, adelgaza, abre, desgca,ja o hiende, vertiendo ellicor que contiene, para que se verifique el f enómeno de la f e-cundación. Este licor se conserva apto para la fecundación siem-pre que se mantenga encerrado en el zurroncito y no le ataquela humedad. Asi, vemos que el polvillo de las palmas, de las fre-

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    sas y de alg^inas otras plantas se recoge y guarda de un añopara otro embotellado, sin que pierda su actividad y virtud pro-lífica. Este licor engendrador se introduce unas veces en las plan-tas por el estigma perforado, y en otras ocasiones lo atrae ychupa como si fuera una esponja. Las aguas lavan el polen, lodesperdician, limpian y destruyen la viscosidad del estigma, y,en consecuencia, no puede pegarse el saquito ni fijarse el licorespermático, faltando necesariamente la fecundación. A vistade estos principios podemos sospechar que chupan los estilos ellicor seminal, bajando la humedad y su virtud hasta el germenque se halla penetrado de este humor. Con proporción a la ab-sorción más fuerte y copiosa de este jugo, engrosa la uva o seesteriliza, resultando la enfermedad de lardear o lerdear.

    Otro de los efectos de las aguas abundantes de la primave-ra es el excitar un movimiento demasiadamente impetuoso yprecipitado de la linfa, manifestando la experiencia que paraque engrose el agraz se requiere un grado moderado de fluidezen la savia. Si esta fluidez es excesiva o el jugo se espesa endemasía, padece el pezoncito de la uva joven, se a^oga o atra-sa, causando la enfermedad de larde^ui-.

    El enemigo más cruel para las viñas son los recios vientosdel I.evante, que penetran, devoran y abrasan las plantas, cau-sando iguales estragos en su vegetacíón que el que ejercen loshielos en otras provincias de España. Estos vientos desolan elpaís y arrastran tras sí un fuego devorador, que todo lo pene-tra con una actividad que sorprende y admira.

    Sob^re las hoc^es b instrumen^tos d^e podar las vides, y sobrr,e l^aaz^a+d,a y^a.z^aidón que se usan en Saitil•úc^r de BKUrram^ed{a.

    He creído que sería muy conveniente hacer mención en estetratado de los varios instrumentos que se usan para podar lasvides, tanto en las provincias de España como en las de Fran-çia ( i); y para la más fácil inteligencia y comprensión de los lec-

    (r) En desuso las podaderas, sustituídas con ventaja por las tijeras de podar,suprimimos los párrafos y figuras correspondientes a las podaderas francesas.

  • tores ac^ml^aña una látnina ( i) en yuc se ^tallan representadoscon sus proporciones y dimensiones correspondientes, Para quede esta suerte cualesquiera Puccla comparar a prinlera vista losunos con los otros y deducir sus ventajas y defectos.

    l.a figura 1 f^ representa la lzoti ^nz ptr jadera (2) que usan en

    Fig. i6•-Hoz de podar empujadera: ri, mango de la hoz; B, hoja de hierro; C, hojade la hoz; ll, filo, o parte cortante; E, peto o hach^ete.

    la It7ancha y otras provincias del reino. La considero muyírtil, tanto l^or su sencilla construcción como por la facili-dad de su manejo. De dos modos trabajan los operarios con esteinstrumento : a^arrándole con una mano o con las dos. Cuandotrabajan con ttna sola mano, empuña el podador la parte infe-

    (i ) Figuras t6 a i^t.(z) Asimismo debo advertir que en muchos pueblos de España se confunden

    los ^ces de podar, Ilamando em^uja^era a la misma que en otras partes conocencon el nombre de tiradera, y al contrario; de manera que ^esto manifiesta la ahsolutar.ecesidad que hay de fijar el ver^ladero signifi ado de aas paabras en tratándosede agricultura, para evitar muchas equivocaciones que en el día son demasiadofrecuentes.

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    rior del mango de 'este instrumento con los tres dedos : ciel cu-raz^n, anttlar y pequeño de la mano derecha ; el dedo pulgardescansa sobre la mesilla o escalcín donde está clavada ]a hoja,y el dedo índice ^ueda extendido sobre el principio de la hojade la hoz. Debe advertirse que toda la hoz es cíe hierro, menos

    el mango, que es de madera, y que la espiga de la hoja de la hoz

    s

    Fig. ^y-Hoz de podar, tiradera: E, mango de madera; B, hoja de hierro; C, filo,o parte cortante de la hoz; D, peto o hachete•

    está clavada en el mango. Dirige el podador horizontalmente elfilo de este instrumento, dejancio el corte clel sarmiento }^erfec-tamente redonclo. Cuando trabajan con las dos manos, emptitiael podador el mango con la mano izquierda, más o menos arri-ba, segiin le acomocla, y con la mano derecha le agarra perfec-tamente hacia el punto B, y tirando desde abajo 1lacla arribacorta los sarmientos cíe la cepa. El peto de este instrumento sedebe ladear siempre fuera del cuerpo, para que no se hiera nilastime el operario si Ilega a resbalar por casualiríad, como sueleacontecer alguna vez a los paco pr^tcticos. C^n el petc^ ^,hacheteqtte tiene este instrumento en el punto C se podan ^^ c^uitan, sa-

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    cudicndo de golpe, como si fuera una hachuela, todos los re-wiejos y brazos secos de las cepas.

    La fig-izra i ^ representa la 110.^ tiradcwa, que usan enmuchos pueblos cle la l^7ancha y otras partes de España.Ls, igt.iahnente muy sencillo este instrumento, y nada des-preciable para palar las cepas de mediana estatura ; para Ias

    'D

    l^ig. ^8.-Hoa usada para podar las vides en sanlú^ar de 13arrameda: A, mango demadera; B, hoja de hierro; C, filo, o parte cortante y acerada de la hoz; D, peto

    o hachete,

    niuy bajas no aprovecha. Con este instrumento se poclan ]os sar-mientos cle arriba abajo; le agarra el operario por el mango conla mano derecha, y con la rnano izquierda coge el sarmietrto quecluiere derribar, y al tienipo de empujar hacia abajo con la hojao parte cortante C del ínstrumento, tira hacia sí el sarmicnto,y se desprende con facilidacL Lc^s cortes de los sartnientos que-clan a manera del pico o corte de una pluma cíe escribir. Con elheto o hachete D se podan los pulgares rewiejos y brazos secosde la cepa, del n^istno nloclo que se ^hace con la hozi empujadera.

    Representa la figura i8 la hoz de podar que usan enSanlítcar de I3arrameda y otros muchos pueblos de Andalu-

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    cía. Tiene este instrumento la ^hoja o boca muy larga, estrecha,delgada, bien templada y acerada. Es muy conveniente que seamuy larga la hoja o boca de esta hoz de podar a causa de la dis-posición y arreglo de las cepas bajas, cuyos brazos arqueadosarman hacia el suelo^ .Lleva el operario la hoz de canto y no ho-rizontal cuando está trabajando, y el corte de los sarmientosqueda precisamente en forma de pico o corte de una pluma deescribir. Puede el podador cortar de golpe el sarmiento con esta^;oz sin necesidad de tomar tiento. Se baja poco el operario paraderribar los sarmientos, no está expuesto a lastimarse ni cor-tarse y'trabajo con mucho desahogo para limpiar los moños ysecos de la cepa, lo ,que facilita la pronta y fácil ejecución deesta maniobra.

    Agarra el podador el sarmiento que intenta derribar conlos dedos índice y pulgar de la mano izquierda, y al tiempo deetnpujar hacia abajo con la hoz que tiene empuñada con la manoderecha, tira hacia si el sarmiento, que salta y se corta con fa-cilidad a beneficio del movimiento que le imprime la mano ^iz-quierda. El arqueo de la boca u^ioja de esta hoz hace que puedadarse más cómodamente el golpe. Vemos, pues, que con esteinstrumento se poda del mismo ,modo ^que con la hoz tiradera,de arriba abajo, y que queda el corte de igual figura.

    El peto o hachete de esta hoz parece a primera vista dema-siadamente grande, pero lo requiere asi la figura singular delinstrumento. El peto ancho y pesado hace equilibrio con la bocaestrecha y larga, y de este modo puede el podador graduar conacierto y dirigir con tino el corte de la cepa ( i).

    Es muy útil la azada de Sanlúcar para los 'terrenos sueltos,sin cantos y fáciles de manejarse. La arman, generalmente, muycerrada, formando con el astil un ángulo de 35 hasta 4o grados.El astil es muy corto, excediendo pocas veces de dos pies delargo; si tuviera alguna comba, fuera tal vez más útil para bi-

    (r) Se suprimen aquí ]os párrafos y Ias figuras de otras hoces de podar o po-daderas empleadas entonces en Francia para podar las viñas, y que pueden verseen el tomo IX del Diccro,nario ^le Agricuótura, d^e Ftozier, traducido aJ castelQanopor D. Juan Alvarez Guerra.

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    nar. Dicen los sanluqueños que el astil corto facilita la ejecu-ción de las labores de azada, por cuanto describe el operariomenor círculo para dar el golpe. Si bien es cierta su observa-ción, no lo es menos asimismo que tíene menos palanca, y, áeconsiguiente, hace menos fuerza el operario. Los de Jerez quie-ren su azada más abierta y el astil más largo. La hoja es másancha hacia la boca, de muy buena figura, bien templada y ace-rada. Sacan filo a la azada en la piedra amoladera, habiendo al-gunos sujetos que viven de este trabajo.

    El azadón de los sanluqueños tiene, por• el contrario, suma-mente largo su astil y la hoja más estrecha. La arman o colo-can muy abierta, de manera que forma un ángulo de 80 ó rnásgrados. Usan del azadón para agostar algunas veces, y para lascavas de las viñas, que verifican después de la alumbra, a laentrada de la primavera ( i).

    (r) Actualmente, sólo se emplea azadas de la forma usual en toda España ycada trabajador gradúa la inclinación a su gusto. (G. F. de B.)