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CAPITULO 1
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Captulo 1: Volver a Comenzar
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Captulos
Captulo 1: Volver a Comenzar
Captulo 2: Pesadilla con olor a Sangre
Captulo 3: Rescatando la Vida
Captulo 4: Promesas Dulces
Captulo 5: Compartiendo Noche Otra Vez
Captulo 6: Nuevamente Dos
Captulo 7: Real o No?
Captulo 8: Crisis y Entendimiento
Captulo 9: Invitacin
Captulo 10: Reunin en el Capitolio
Captulo 11: Tratado con los Resistentes
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Volver a renacer de entre las cenizas, no es nada fcil, aunque ya pueda volver a salir al bosque
y cazar, no mitigar nunca por completo el dolor que me atormenta seguidamente, o las
pesadillas que no me dejan dormir tranquila.
Hace ya algunas semanas Sae la Grasienta ni su nieta vienen a visitarme, pues estn ocupadas
en un nuevo negocio que Sae ha montado, su propio restaurant de comidas extraas.
Haymitch sigue "cuidando" sus pavos y bebindose lo que encuentre a su paso. No le veo muy
seguido, pues yo tampoco me veo muy a menudo a la luz del da. Me gusta deambular cerca
de la casa por las noches. Estar cansada es una estrategia que a veces logra adormecer a mis
pesadillas.
Mi madre sigue trabajando en el 4, y me llama de vez en cuando.
De Gale no he tenido muchas noticias, solo que est en el 2. Bueno, no quiero pensar en l.
Peeta abri una panadera, sus especialidades son los glaseados y el pan con queso que tanto
me gusta. Casi no hablamos cuando nos topamos, quizs porque yo no tengo el valor de
mirarlo a los ojos. No puedo mirarlo y no sentirme culpable. No puedo mirarlo sin recordar la
frase que me dijo Haymitch ya hace tanto: "Ni viviendo cien vidas llegaras a merecerte a ese
chico. Lo sabes no?" S que lo s.
Creo que el tratamiento en el capitolio ha surtido efecto, bueno eso es lo que me coment
Effie cuando l regres al 12, aunque me dijo que los ataques eran impredecibles, pues se iban
y volvan; que el mismo tiempo los eliminara, quizs del todo.
Oh Peeta, cuantas cosas has tenido que pasar por mi culpa, y no solo t. Una lista de nombres
se forma en mi cabeza:
Rue, Cinna, Darius, Finnick, Jackson, el distrito 12, Peeta, Prim, gente que jams llegu a
conocer en persona
. . .
De noche, es donde me siento ms sola.
Me despierto envuelta en un sudor fro; me dorm en la silla frente a la chimenea. No quiero
volver a cerrar los ojos, porque Prim est grabada en mi retina, an siento sus gritos en mis
odos -Katniss! - Me tapo los odos con las manos y salgo corriendo hasta afuera, a la fra
noche que comienza.
Me tiro al suelo, a la tierra que an conserva restos de cenizas del antiguo distrito 12.
Caigo de rodillas, pero no me importa que la tela de mi pantaln ceda al roce, y que mi piel
quede abierta, hacindome heridas sangrantes. Consigo lo que quiero: el fro penetra por mis
poros, y pone fin al sueo y cansancio que me consumen.
Me siento y me abrazo con fuerza las piernas, ocultando mi rostro en ellas, empiezo a llorar, a
gemir, a llorar otra vez, con un nudo en la garganta y con el pecho oprimido.
Me sobresalto cuando oigo su voz:
-Katniss? - susurra Peeta; yo levanto la cabeza.
-Peeta- digo a penas, entre sollozos
-Qu ests haciendo aqu? Mrate - me dice con tono de preocupacin en la voz. Su voz,
hace cunto hace que no la oa? En ella no hay rastro del Peeta que intent asesinarme.
Levanto la mirada y me encuentro con la suya, me veo a mi misma, demacrada y sucia,
reflejada en sus azules ojos.
-Ven Katniss, te llevar a tu casa - dice. Duda un poco, pero me ofrece su mano, para ponerme
de pie y conducirme a casa.
Creo que han pasado mil aos desde la ltima vez que estuvimos tomados de la mano.
Cuando llegamos, Peeta me hace sentar en un silln y trae un pao hmedo para limpiar mis
rodillas, le pido que no se moleste y empiezo a pasar el pao con cuidado por las zonas
daadas. l se sienta frente a m, observndome, sin decir palabra.
-Cmo supiste que era yo? -pregunto
-Es fcil reconocerte Katniss, nunca podra confundir nada tuyo.
Me quedo observndolo, escuchndolo, siento que el chico del pan por fin est regresando.
-Segura que ests bien?
-S, no te preocupes - le digo sin mucha conviccin. En sus ojos veo que no confa mucho en mi
respuesta.
-Como digas, Katniss. -dice ponindose de pie.
No quiero que se valla, no ahora que creo que ha vuelto, lo nico que se me ocurre decirle
para retenerlo un poco ms es:
-Cmo van esos recuerdos Peeta?
-Ya casi han dejado de brillar - contesta mientras sale, camino a su casa, sin siquiera mirarme.
Captulo 2: Pesadilla con olor a Sangre
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Captulo 1: Volver a Comenzar
Captulo 2: Pesadilla con olor a Sangre
Captulo 3: Rescatando la Vida
Captulo 4: Promesas Dulces
Captulo 5: Compartiendo Noche Otra Vez
Captulo 6: Nuevamente Dos
Captulo 7: Real o No?
Captulo 8: Crisis y Entendimiento
Captulo 9: Invitacin
Captulo 10: Reunin en el Capitolio
Captulo 11: Tratado con los Resistentes
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Me pongo pijama, un camisn, un pantaln ancho de tela y me tiendo sobre la cama. Observo
el reloj sobre el velador: 11:45 pm. Me doy muchas vueltas, antes de poder dormirme.
Dos ojos de serpiente me observan, su asqueroso olor a sangre y rosas me impregna la nariz.
Me quedo paralizada al ver que Snow se acerca peligrosamente a m, esbozando una prfida
sonrisa.
-As que derrocaste al Capitolio Eres feliz? Conseguiste lo que queras?
Mis entraas se empiezan a revolver, mientras l sigue hablando.
-No te sigas engaando, ya no te queda nadie
-No es cierto -le escupo como respuesta
-A s? A ver quin ser El borracho de Haymitch?, Gale ya no est, l acab con Prim y te
abandon sin poder mirarte a la cara o tal vez Peeta?
Al pronunciar su nombre pareciera que me apuala el estmago. No puedo contestarle.
-Nunca ms volver a ser como antes, yo me encargu de eso. T lo sabes. No te sigas
engaando - repite.
Empiezo a tratar de lanzarle cosas, de pegarle, morderlo, escupirlo. Parezco un animal salvaje,
pero algo me impide acercarme a l, una especie de barrera invisible.
-Ay, mi querida seorita Everdeen, crea que habamos acordado no volver a mentirnos
Despierto de golpe, gritando, son las 7:30 am. An escucho su risa de reptil, me tiembla el
cuerpo descontroladamente, y lo comprendo
Viva jams podr huir de Snow, ni de los Juegos. Debo estar muerta.
En mi cabeza ya no hay nadie, estoy solo yo, intentando terminar de una vez con mi vida.
Estoy sola, nadie puede hacer nada ahora para impedir lo que planeo.
An no decido que hacer, cuando Snow me da la respuesta. Frente a m, est el jarrn roto que
contuvo su rosa blanca, su maldita rosa.
Recojo un pedazo de vidrio y me dirijo al bao, cierro el pestillo tras de m, y me meto dentro
de la ducha, sin importarme el no sacarme la ropa que llevo puesta.
Me siento y hago que corra el agua, hasta que me llega por sobre los tobillos. La corto, y
empiezo a observarme detenidamente los brazos. Las quemaduras ya casi no se notan, la piel
sonrosada de los injertos ya tom el color de mi piel natural, aceitunada, como la mayora de
la gente de la Veta. La Veta creo que por fin voy a poder reencontrarme con mi padre, con
Prim
La luz del sol matutino empieza a colarse por una ventanilla.
-Mi ltimo amanecer - digo casi en un susurro.
Sin mirar mis movimientos, hago el primer corte sobre mi mueca izquierda y lo remato en
un segundo corte ms profundo. El dolor hace que tenga que morder loa tela del pijama para
no gritar.
Con la poca fuerza que le queda a mi brazo izquierdo, hago los mismos cortes en mi mueca
derecha, pero con menos precisin, antes de soltar el vidrio.
Me quedo observando el agua, que de transparente empieza a tomar un color rosado. No s
bien por qu, pero con la poca energa que tengo, empiezo a cantar:
En lo ms profundo del prado, all bajo el sauce,
Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recustate en ella, cierra los ojos sin miedo
Y, cuando los abras, el sol estar en el cielo
Tomo un respiro y me doy cuenta de que me duele hacerlo.
Este sol te protege y te da calor,
Las margaritas te cuidan y te dan amor,
Tus sueos son dulces y se harn realidad
Y mi amor por ti aqu perdurar
Abro un poco los ojos (ya casi no puedo), el agua ya es roja. Mis ojos empiezan a cerrarse del
todo, pero siento como el sol inunda la habitacin.
Captulo 3: Rescatando la Vida
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Captulo 1: Volver a Comenzar
Captulo 2: Pesadilla con olor a Sangre
Captulo 3: Rescatando la Vida
Captulo 4: Promesas Dulces
Captulo 5: Compartiendo Noche Otra Vez
Captulo 6: Nuevamente Dos
Captulo 7: Real o No?
Captulo 8: Crisis y Entendimiento
Captulo 9: Invitacin
Captulo 10: Reunin en el Capitolio
Captulo 11: Tratado con los Resistentes
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Por Peeta:
Me despierto sobresaltado, los gritos me arrebatan el sueo, SUS gritos.
Todas las noches puedo or a Katniss gritar entre pesadillas, pero estos gritos suenan
desgarradores.
Intento volver a dormirme, an son las 7:30 am. Simplemente no puedo dormir sabiendo que
ella tampoco lo hace. Debera haberme quedado cuidndola, no estaba bien cuando la
encontr. No! Debo alejarme de Katniss, eso he hecho hace meses, no quiero hacerle dao,
no quiero volverme un muto cerca de ella. Lo ms seguro es la distancia.
7:50 am sigo despierto, me siento extrao, no puedo sacrmela de la cabeza.
-Katniss - susurro. Ya no lo aguanto ms, siento que tengo que verla, comprobar que sigue
bien.
Salgo con paso apresurado hacia su casa. Entrar es fcil. Jams cierra las puertas con llave.
Subo las escalas.
-Katniss? - pregunto tras la puerta de su cuarto. Nadie responde.
A mi segundo llamado sin respuesta, entro pero ella no est aqu.
Su cama est desecha y cerca del armario hay un jarrn hecho pedazos.
-Katniss?! - grito. Como respuesta, solo silencio.
S que no hay nadie abajo, empiezo a desesperarme. Corro hasta la puerta de su bao e
intento abrirla.
Est con la llave puesta.
-Katniss!!! Katniss!!! Abre la puerta!! - clamo, mientras golpeo la puerta con los puos.
Sigue habiendo solo silencio, cortado por mis propios gritos.
Con todo el peso de mi cuerpo derribo la puerta de madera pintada; al entrar, solo consigo
introducirme en mi peor pesadilla. Nunca podra haberme preparado para esto.
Me quedo paralizado del horror, Katniss est frente a m, plida como un papel, envuelta en
sangre que fluye de sus muecas. Est inconsciente (no quiero, no puedo imaginar otra cosa).
Salgo de mi parlisis momentnea, y con todas mis fuerzas me acerco a ella, an me cuesta
tocarla, sin dejar de sentir la estpida sensacin de extraeza que me infundi el veneno de las
rastrevspulas del capitolio.
No s mucho de primeros auxilios, pero de un tirn rasgo las mangas de mi polera y le hago
una especie de torniquete en ambas manos, para tratar de luchar contra el desangramiento.
Con todo el cuidado del que soy posible en estos momentos, (me tiemblan las manos y las
piernas) la saco en brazos del agua sanguinolenta de la tina, y acerco mi odo a su pecho. Unos
dbiles latidos que se distancian cada vez ms uno del otro, me devuelven un poco el alma al
cuerpo.
Me lanzo a correr hacia el sencillo hospital con el que el distrito 12 cuenta. Noto como palidece
cada vez ms, como mis torpes torniquetes en sus brazos se empapan de sangre.
Sigo corriendo, murmurando solo una cosa en mi desesperacin.
-Katnissresiste.
Por Katniss:
-Katniss!!! Katniss!!! Abre la puerta!!
Un fuerte golpe inunda mi cabeza, tambin su voz. Acaso Peeta puede seguirme hasta la
muerte? Porque eso estoy, muerta. Como lo quera Snow, como lo quera Coin, como lo quera
el Capitolio
Una brillante luz me hace abrir lentamente los ojos, lo primero que veo es un rostro. Qu
hace Haymitch aqu? Por qu el cielo tiene forma de hospital?
Entonces lo noto, esto no es el cielo, precisamente, s, estoy en un hospital, y no estoy muerta,
estoy viva y en una camilla. Me siento psimo, mareada y sin energa. Un enredo de tubos,
salen de mis brazos, y tengo puesta una mascarilla.
-Por fin despiertas preciosa - dice Haymitch a mi lado.
No puedo articular palabra, siento que abrir la boca significara perder la poca energa que
siento. Solo puedo mirar a Haymitch aturdida.
-A s que trataste de matarte - lo dice como si fuera lo ms lgico del mundo - casi lo logras, de
no ser por el chico.
-Pee Peeta - logro articular.
-Exacto - confirma Haymitch.
Mi mirada recorre la habitacin, y en una esquina, dormido sobre lo que parece una incmoda
silla, est Peeta.
Sigo sin comprender nada, y Haymitch lo nota. Veo que arrastra otra silla y se sienta al lado de
mi camilla.
-Peeta te encontr medio muerta en tu casa y te rajo hasta aqu, habas perdido demasiada
sangre. Los mdicos dijeron que necesitabas una donacin urgente de sangre
Un donante, pienso, ahora comparto sangre con quien sabe quin. Antes de poder seguir
imaginando nada, Haymitch sigue hablando.
-Adivina quin fue el primer voluntario -dice, y mira de soslayo a Peeta - solo haba un
pequeo problema, aqu no tenan ninguna oportunidad de poder tratarte, porque les hacan
falta las mquinas necesarias. Es aqu donde tu humilde servidor entra en juego. El muchacho
me llam desesperado para que te ayudara. Llam al Capitolio; a Paylor. No tengo idea que es
lo que hizo, pero logr que llegaran esos aparatos a tiempo.
A s que no comparto sangre de un desconocido estoy viva gracias a l. Por mis venas corre
SU sangre y la ma.
-Hace cuanto estoy aqu - digo con todas mis fuerzas, pero an as, solo consigo hablar casi en
un susurro.
-Llevas dormida una semana.
Me pongo a observar como Peeta duerme, se ve cansado y abatido.
-Le recomendaron reposo luego de la transfusin, pero nadie logr moverlo de esa silla
Tengo que ir a atender algunos asuntos.
Descansa preciosa - dice Haymitch y luego sale de la habitacin.
Sin fuerza alguna, me quedo mirando a Peeta, hasta que me vuelvo a dormir
Captulo 4: Promesas Dulces
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Captulo 1: Volver a Comenzar
Captulo 2: Pesadilla con olor a Sangre
Captulo 3: Rescatando la Vida
Captulo 4: Promesas Dulces
Captulo 5: Compartiendo Noche Otra Vez
Captulo 6: Nuevamente Dos
Captulo 7: Real o No?
Captulo 8: Crisis y Entendimiento
Captulo 9: Invitacin
Captulo 10: Reunin en el Capitolio
Captulo 11: Tratado con los Resistentes
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Me despierto en mi cama, ya sin cables salindome del cuerpo, pero con las muecas
vendadas. Deben de haberme dado de alta mientras dorma.
Al parecer Sae vino a visitarme, porque reconozco su comida sobre mi velador, y no solo la
suya. A mi lado descansa un panecillo con queso.
Muy despacio se abre la puerta de mi habitacin. Sus ojos se encuentran con los mos.
-Hola - dice - pens que an dormas.
-Hola, estoy mejor - digo con una dbil sonrisa.
Peeta se sienta a los pies de mi cama y me observa, est serio pero lo noto ms aliviado que la
ltima vez. No puedo descifrar que le pasa por la cabeza, hasta que l vuelve a hablar.
-Por qu lo hiciste Katniss?
Cierro los ojos un momento, para digerir sus palabras y poder contestarle. Lo miro a los ojos.
-Porque me cans Peeta, no quiero seguir luchando. Ya nada importa, no le importo a nadie.
-No es cierto
-T tendras que haberme dejado ir - le digo con el tono ms neutro del que soy posible.
Nos quedamos en silencio. Peeta cambia la direccin de su mirada, hasta posarla en mi
armario. Tambin cierra los ojos, y tras lo que creo una lucha interna dice:
-No puedo - una pausa - ya te lo haba dicho antes.
Me quedo callada, l se levanta, y antes de bajar me dice:
-Necesitas reposo. Yo estoy abajo. Si quieres algo solo llmame - y aade - por favor.
Si que soy egosta. Jams pens en Peeta cundo tom aquel vidrio entre las manos. Por mi
culpa toda su familia est muerta, el est tan solo como yo.
No. No voy a dejar solo a Peeta, ya lo hice una vez y mira los resultados. No puedo pretender
que matarme sea una solucin. Es una solucin para los cobardes, y yo no soy una. No le dar
esa satisfaccin a todos los que me queran ver muerta y trastornada.
Me levanto, me coloco una polera verde claro y unos pantalones de tela caf. No me peino el
cabello en mi trenza de siempre, dejo que caiga por mi espalda, suelto.
Bajo casi corriendo los escalones. Quiero abrazarlo, decirle que no lo dejar solo.
Lo encuentro en la cocina, preparando masa. Sin pensarlo dos veces, sin importarme como
vaya a reaccionar, me lanzo a abrazarlo, y apoyo mi cabeza en su hombro.
Noto como se sorprende y a su vez como se le tensan los msculos. Pero an as, me abraza. Es
de esos abrazos clidos de siempre, de Peeta, solo de l.
-Prometo nunca ms hacer una estupidez como tratar de matarme - le susurro al odo -
prometo no dejarte solo Peeta.
Entonces siento como Peeta entierra su rostro en mi cabello, y me abraza con fuerza.
Es casi un murmullo, pero lo escucho decir:
-Yo te prometo que nunca voy a dejarte ir.
Nos quedamos abrazados as, durante un rato. Muy pocas veces he sentido querer
permanecer al lado de Peeta, como en la cueva de nuestros primeros juegos, o en la playa de
los segundos, pero ahora que nos abrazamos de nuevo, despus de tanto, no quiero soltarlo
ms. A pesar de eso, soy yo quien rompe nuestra unin.
-Qu hacas? - le pregunto.
-Galletas - dice encogindose de hombros y volviendo a la masa.
-Puedo ayudarte? Tal vez no soy excelente en esto como t, pero podra intentarlo -digo, y
creo ver que una fugaz sonrisa le cruza por el rostro.
-Te dejo ayudarme, pero con los moldes. Recuerda que tendras que estar haciendo reposo
Katniss - dice entre normal y divertido.
-Como digas - digo resoplando - Qu hago ahora entonces?
-Lo nico que puedes hacer ahora es esperar. Tengo masa casi lista en tu horno. Cuando la
saque, t puedes ponerle encima los moldes. Vale?
-Vale - respondo.
Me siento a su lado y observo cmo trabaja, como mezcla, bate y junta ingredientes. Tiene las
manos llenas de harina. Caigo en cuenta de que al abrazarme tambin las tena as, y me doy
cuenta de que mi polera tiene polvo blanco encima, al igual que l.
Empieza a salir un exquisito olor dulce del horno y llena la cocina. Noto que Peeta me mira
cada cierto tiempo, de reojo, y luego vuelve a trabajar.
Mientras observo sus fuertes y musculosos brazos, esos que lograban espantar a mis
pesadillas, Peeta saca del horno una humeante bandeja. La masa est dorada y se ve
realmente apetitosa.
-Tu turno de actuar -dice mientras me acerca la bandeja y un par de moldes con diversas
formas - debes presionar los moldes encima - pronuncia con tono amable.
-Entendido.
Despus de terminar mi parte del trabajo, Peeta empieza a hacer glaseados sobre las galletas.
Est serio y concentrado.
Tomo un puado de harina de la bolsa y le hablo par que se de vuelta.
-He Peeta!
-Qu pasa? -dice mientras me mira, y no alcanza a pronunciar ms palabras, antes de que le
sople toda la harina en la cara.
Despus de muchos aos vuelvo a escuchar mi propia risa. Peeta tambin re, no sin antes
dejarme como un empolvado.
Despus de dejar la cocina hecha un lo, y para de rer como dos nios pequeos, nos
quedamos observndonos, frente a frente en silencio. Yo alzo mi mano y le sacudo la harina
del cabello rubio. l acerca su mano a mi rostro, y con su pulgar, suavemente limpia la harina
de mi cara. Tengo sus profundos ojos clavados en m
-Te extra mucho Peeta -digo con voz suave -Por qu dejaste de hablarme? - l duda un
segundo.
-Tema hacerte dao.
-Nunca lo has hecho no conscientemente.
-Sigo temindolo - confiesa apesadumbrado.
-No vuelvas a distanciarte as - digo posando mi mano en su rostro.
-Katniss no
-Promtemelo -suplico
-Es una promesa - responde triste.
-Te la cobrar Es bueno volver a tenerte, Peeta.
Captulo 5: Compartiendo Noche Otra Vez
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Captulo 2: Pesadilla con olor a Sangre
Captulo 3: Rescatando la Vida
Captulo 4: Promesas Dulces
Captulo 5: Compartiendo Noche Otra Vez
Captulo 6: Nuevamente Dos
Captulo 7: Real o No?
Captulo 8: Crisis y Entendimiento
Captulo 9: Invitacin
Captulo 10: Reunin en el Capitolio
Captulo 11: Tratado con los Resistentes
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Han pasado un par de das. Poco a poco comienzo a recuperar mi fuerza, y tambin poco a
poco, Peeta me deja ayudarlo en la cocina cuando est en mi casa. (Soy un asco en Repostera,
pero a Peeta parece no importarle) Me gusta ayudarlo, pues me despejo de algunos
pensamientos y puedo estar ms tiempo con el chico del pan.
S, ltimamente no quiero despegarme de su lado, aunque l siga con su cautela a la hora de
hablar e interactuar conmigo.
Por las noches claro, sigo sintindome sola, y como solo estoy yo en mi inmensa casa, se hace
ms grande an.
Peeta duerme en su casa, llega temprano a la ma, me deja algo de comer y luego va a abrir la
panadera. No le veo hasta el da siguiente.
Recuerdo nuestra ltima conversacin
-Peeta? -le pregunt
-Si Katniss? - respondi
-Puedo acompaarte maana a la panadera?, ya que an no puedo cazar, pens que eso
podra ser mejor para despejarme un poco de todo.
-No veo por qu no -dijo sencillamente.
As que heme aqu en la panadera, haciendo algo que antes podra haber credo impensado:
Ayudar en la cocina y atender pblico.
Estamos en el mostrador, cuando l habla
-Creo que no se te da mal esto Katniss -me dice divertido.
-Y yo creo que ests ciego Peeta -digo rindome.
Ambos estamos riendo y gastndonos bromas, cuando entra alguien. Nada menos que Delly
Cartwright. Creo ver que se sorprende bastante al vernos a m y Peeta en un lugar comn, sin
que ste ltimo intente asesinarme; sin embargo no comenta nada.
-Hola! -saluda con una sonrisa
-Delly! Hola -la saluda Peeta alegre, de vuelta
-Hola Delly, que gusto verte - digo
-A s que ahora s son novios de verdad? - suelta de la nada la rubia, enarcando las cejas,
juguetona.
-Katniss solo me est ayudando aqu Delly - responde Peeta serio. Yo permanezco callada.
-Ahlo siento, fue un comentario inoportuno. Solo lo dije por que los vi riendo, se vean tan
felices Bueno basta de pltica, he venido aqu a otra cosa, quiero pan dulce -termina
-Enseguida - contesta Peeta, quien le entrega el pedido.
Despus de que Delly se marchara Peeta mir el reloj y habl
-Es domingo Katniss, hemos terminado por hoy.
Yo miro el reloj que cuelga en la muralla. Marca las seis de la tarde.
l cierra todo y apaga los hornos y las luces. Vuelve a estar serio. Reconozco que yo tambin lo
estoy. El comentario de Delly si que fue inoportuno. Justo cuando Peeta estaba empezando a
hablarme y tratarme sin tener que guardar distancia.
-Por qu no damos una vuelta antes de irnos a casa? - pregunto
-Claro, vamos -concede
Caminamos con pasos lentos, aunque en realidad no hay mucho que ver en esta "vuelta", ya
que el 12 est surgiendo de entre el polvo, con lentitud. Pasamos algunas cuantas casas,
algunos negocios, el hospital
Al llegar a la pradera, que florece y crece otra vez, me lleno de nostalgia, y le pido a Peeta
parar un momento. Me siento sobre el csped y lo acaricio con las manos. l se sienta a mi
lado, pero guardando un poco de distancia, como acostumbra.
Mi cabeza vuelve a volcarse en Peeta. Realmente detesto que se comporte tan reservado,
callado y distante. Me hace falta su cercana, sus abrazos, sus palabras dulces.
An no tengo de vuelta a Peeta en su 100 por 100; me disgusta, me entristece Siento un
montn de sentimientos revueltos y embutidos dentro de m, acerca de l.
Por primera vez me lo cuestiono. Qu siento realmente por Peeta? Su voz interrumpe mis
pensamientos.
-Mira la puesta de sol - dice apuntando al horizonte.
-Es realmente hermoso - digo con toda sinceridad. El sol fundindose en el cielo, apagndose
lentamente El color naranja suave que desprende El color que a Peeta ms le gusta.
-Ya veo por qu es tu color favorito -apunto
-Te gusta? - me dice mirando directamente a mis ojos grises.
Esa mirada, por un instante parece que estoy sumergida en un lago cristalino. Despierto de mi
pequeo trance, l me mira an, esperando mi respuesta.
-Es maravilloso Peeta - respondo.
En silencio me pongo a observarlo, mientras l mira an, como los ltimos rayos dorados del
da, se disuelven en el cielo.
Cuando termina de oscurecer, nos levantamos y seguimos rumbo a casa.
Estoy exhausta, y apuesto que l tambin lo est. Ha trabajado durante todo el da.
Al llegar a la puerta de mi casa, tomo valor y le digo lo que hace mil noches he querido rogarle.
-Por favor, qudate Peeta las pesadillas me atrapan da tras da desde que no ests a mi lado
-admito
l vacila un momento, asimilando mi peticin, pero logra esbozar una sonrisa. Me sonre
cuando contesta
-Entonces no dejar que vuelvan a aparecer.
Cansados como estamos, solo subimos a mi cuarto y nos quitamos el calzado. No pretendo
ponerme pijama, y l tampoco, pues lo tiene a varios metros, en su casa.
Cuando Peeta abre los brazos, me lanzo hacia ellos, que me rodean perfectamente, en un
ademn protector.
Como una nia pequea me acurruco entre sus brazos, y apoyo mi cabeza en su pecho. Puedo
sentir el acompasado palpitar de su corazn. Tan sereno, que tambin puede tranquilizarme a
m. Cierro los ojos, y mis sentidos despiertan, se alegran de sentir otra vez el calor de su cuerpo
junto al mo. Siento como sus dedos acarician mi cabello, y se enredan en l.
-Katniss...
-Si? - digo abriendo los ojos y dirigiendo mi mirada a su rostro que me observa.
-Te quiero - me dice
-Me agrada volver a orlo -digo sonrindole
Sus ojos, su mirada est empapada de cario, y debo admitirlo, me siento feliz de que vuelva a
ser as, me hace sentir diferente.
Por Peeta:
Luego de mis palabras, Katniss se acurruca an ms a mi lado. Con mis brazos la estrecho an
ms hasta m.
Siempre pens que me costara muchsimo ms, poder volver a estar as de cerca con ella, sin
sufrir una recada.
Le acaricio el cabello, hasta que ella cierra nuevamente los ojos y se queda dormida. Se ve tan
serena, tan hermosa cuando duerme. Me doy cuenta cuanto extraaba verla as. De alguna
manera extraamente infantil, vulnerable y frgil; tan dependiente de mis brazos, dependiente
de m. Suavemente para no despertarla, acaricio su mejilla. Su piel aceitunada y tersa me
fascina. Todo en ella despierta en m una llama incendiaria, que me devora por dentro. Un
efecto perfecto para la chica en llamas
Deposito en su frente un beso, y con cuidado apoyo mi frente en la suya. Casi al instante me
quedo dormido junto con ella.
Captulo 6: Nuevamente Dos
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Al despertar por la maana, lo primero que veo es su rostro, estamos casi pegados el uno al
otro, tanto que me es posible percibir su aroma. Siempre he pensado que el aroma de Peeta es
una mezcla de pan dulce y menta fresca. Cuntas veces haba querido que al despertar del
sueo l estuviera abrazndome? Mil, eso queda poco. As que no intento levantarme, ni si
quiera moverme. Solo lo observo. Su cabello rubio y algo rebelde, su rostro sereno, y su boca.
Esa boca que he besado tantas veces fingiendo amor, y tan escasas sintiendo calor en el pecho.
No me asusto para nada, cuando abre de pronto los ojos y los clava sobre m.
-Sin pesadillas? - pregunta.
-Sin pesadillas -reitero con una sonrisa.
Ambos bajamos a desayunar. Peeta cocina, claro.
Tomo asiento en la mesa y me pongo a revolver con una cucharilla, la leche que Peeta me
ofrece al sentarse a mi lado.
Debo de haberlo hecho por mucho tiempo, pues su voz me trajo de nuevo a la realidad.
-Katniss? Hey! creo que te pasa algo.
-A m? Estoy bien -digo rechazando su idea.
-Has estado toda la maana mirando a la nada y revolviendo esa leche -dice divertido.
-Enserio? No lo not.
-Lo ves, ni siquiera t sabes en que piensas -re, mientras le pega a un par de mordiscos a su
pan. Yo empiezo a sorber mi leche.
Bueno, claro que s que ltimamente me la paso pensando.
oigo a mi propia voz en mi cabeza.
En nada especial.
me corrijo.
No me puedo mentir a m misma. Despus de la guerra, y despus de desprenderme de Gale,
mi madre, el Capitolio, el asunto del Sinsajo y de la muerte de Prim, no hago ms que pensar
en Peeta
-Aqu vamos de nuevo Katniss? Segura de que ests bien?
-S, s, despreocpate, quieres? -digo sin darle importancia.
Mientras l termina su desayuno, vuelvo a mi labor de quedarme mirndolo como si fuera la
cosa ms maravillosa del mundo.
me escucho.
No s por qu, pero pienso que Peeta es muy guapo. Tan fuerte, varonil, y a la vez, tan tierno y
sincero
Oh vamos Katniss! Ests pensando nuevamente en l.
-Maldicin - murmuro para mis adentros, pero sin querer tambin lo articulo.
-Qu dices? -pregunta.
-A, no nada Peeta?
-S? - responde dejando su taza a un lado y concentrndose en m.
-Te vas a quedar aqu? - Suelto - es decir, como duermes ac, tu podras, claro, si quieres
Es su risa lo que hace detener mis frases entrecortadas.
-Eso es una invitacin seorita Everdeen?
-Llmalo como quieras, sabes? mejor olvdalo -digo ponindome seria, por rerse.
-He! Katniss, lo siento -dice, y sin previo aviso captura mis manos entre las suyas.
-Crea que me tenas miedo -digo, sin apartar mis manos.
-Bueno, ayer pude abrazarte y dormir junto a ti. Estoy probando hasta dnde puedo llegar
Le clavo una dura mirada. l vuelve a rer.
-No me has entendido! Digo que estoy probando hasta donde mi tratamiento ha funcionado
Katniss.
-Aj -digo an seria, aunque por dentro est sonriendo.
-Qu tratabas de decirme? -me sonre. Siento como se me acelera el ritmo del pecho.
-Bueno, lo que dijiste. Pasas todo el da en la panadera, y ya que duermes ac -la sonrisa se
acenta en su rostro - quera saber por qu no te vienes a vivir aqu.
-Contigo? -dice alegre
-No, con Buttercup, tonto -digo riendo - claro que conmigo.
-Entonces claro, preciosa - me estrecha las manos con cario.
Luego levantamos la mesa, son las 8:40 am. Caigo en cuenta de que despertamos temprano.
-Antes de ir a la panadera, voy a ir a buscar unas cuantas cosas a mi casa me acompaas? -
me pide.
-Vamos - digo a modo de confirmacin.
Peeta mete su ropa en una maleta, mientras yo recorro su casa. Est llena de cuadros, de los
Juegos, de paisajes pero la mayora de ellos son mos. Me veo pintada en un sinfn de veces
en las telas. Usando mi arco, apoyada en un rbol, con mi vestido de la cosecha, o
simplemente mi rostro, con una expresin de calma y tranquilidad.
No me doy cuenta cuando Peeta entra en la habitacin donde me encuentro.
-Creo que siempre has sido mi inspiracin Katniss. En mis cuadros eres siempre mi musa.
-Peeta -no puedo hablar, pues me interrumpe.
-Siempre adoro cuando sonres. He tratado de pintarte as, pero cuando trato de hacerlo, no
logro recordar como luce tu rostro quizs sea por aquel veneno
-Es raro -digo.
-Qu cosa? -pregunta.
-Que yo sea tu musa ahora. Pens que me encontrabas "no muy guapa" -digo recordando sus
palabras cuando permaneca en vigilancia por el distrito 13.
-Jams he pensado eso Katniss -se acerca a m.
-T lo dijiste -digo bajando la mirada.
-Mi mente estaba confundida. Bueno confundida no, totalmente extraviada. No lograba
distinguir casi nada. Todos mis recuerdos estaban alterados.
-Lo s! Lo s Peeta y todo eso fue por mi culpa -los recuerdos inundan mi cabeza, y no
puedo evitar que los ojos se me llenen de lgrimas. Lgrimas de ira y tristeza -perdname.
-No por favor, no llores -Peeta queda frente a m y levanta mi barbilla, y con cuidado sus dedos
secan mis lgrimas -no tienes que pedirme perdn Katniss, ese tendra que ser yo. Jams en mi
vida me voy a poder perdonar que casi te asfixio con mis propias manos, lo mal que te trat.
Secuestrado o no, jams debera haber sido capaz de hacerlo.
-Eso no importa, yo no s que habra hecho si algo malo te hubiera pasado -digo en un tono
demasiado frgil para mi gusto. Nunca me ha gustado verme dbil para nadie.
-Es suficiente, no vinimos aqu a sufrir por cosas que ya pasaron -y como si nada hubiera
pasado, agrega - vas a tener que posar para m con una sonrisa, cueste lo que cueste, y ahora
vmonos, que se me hace tarde para abrir la panadera
Captulo 7: Real o No?
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Captulos
Captulo 1: Volver a Comenzar
Captulo 2: Pesadilla con olor a Sangre
Captulo 3: Rescatando la Vida
Captulo 4: Promesas Dulces
Captulo 5: Compartiendo Noche Otra Vez
Captulo 6: Nuevamente Dos
Captulo 7: Real o No?
Captulo 8: Crisis y Entendimiento
Captulo 9: Invitacin
Captulo 10: Reunin en el Capitolio
Captulo 11: Tratado con los Resistentes
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Camino a la panadera nos vamos conversando, pero aunque suene extraamente ilgico, no
tengo idea de lo que me dice. Es como si a cada pregunta suya, mi boca le respondiera algo
que an no he pensado, mientras que mi yo consiente, solo lo observa al hablar. Una
estupidez, sin duda.
Me despido de Peeta en la panadera, pues decido ir al bosque. Hace tiempo que no voy. Le
prometo que me encontrar con l antes de que cierre.
Despus de algunos minutos, me encuentro sumergida entre el frondoso bosque. Sin duda,
siempre me ha dado tranquilidad.
Camino pisando suavemente y casi sin hacer ruido (virtud que Peeta no posee) las hojas cadas
y algunas ramas. Compruebo que mi carcaj y mi arco an siguen en los troncos huecos, y sigo
mi camino. Lentamente llego caminando a la casita cerca del lago, lugar en el que ya hace
tantos aos, comparta con mi padre, aunque no quiero entrar, as que me recuesto sobre el
csped bajo un rbol y me pongo a examinar el cielo. Puedo ver su extenso color Calipso, y casi
desapareciendo, un par de nubes parecidas a motas de algodn. Cierro los ojos y me pongo a
pensar.
Cuando vuelvo a abrir los ojos me llevo una gran sorpresa, el cielo Calipso de la maana ya se
empieza a poner anaranjado. Y me grue de forma muy audible el estmago. Al parecer me
dorm por bastante.
Vuelvo a mi antigua meditacin de antes de dormirme. As que ahora sta es mi vida
> Trato de buscar la respuesta en mi cabeza, pero no logro
encontrarla.
Ya no soy parte de la rebelin, ya no debo cuidar de Prim, ni vigilar que mi madre lo haga. Ya
no debo cazar para nadie ni para nada; no tendr que ser mentora porque los juegos del
hambre acabaron. Entonces Qu hago con mi vida? Es como si viviera solo con ese propsito,
respirar.
>
La pregunta sera Cmo puedo lograr serlo despus de todo lo que he pasado?
Ya se me hace tarde para reunirme con Peeta, as que me levanto y sacudo la tierra de mi
cuerpo.
Al llegar a la panadera s que estoy a buena hora ya que l an no cierra. Y mientras voy a
entrar, veo en el suelo un brote de diente de len, lo arranco antes de seguir mi camino.
-Cmo te fue? - pregunta Peeta.
-Supongo que bien, pero me estoy muriendo de hambre -contesto.
-Eso es solucionable - me dice, mientras me tiende un pastelillo que no me demoro en devorar
- creo que s tenas mucha hambre -me dice divertido.
-Tena, gracias -digo.
Antes de la hora de cierre llegan varias personas, as que me siento en la primera silla que
encuentro y me pongo a mirar el diente de len que arranqu de la tierra. Tan frgil, pero tan
bello a la vez, capaz de dar tantas semillas que hacen florecer nuevamente ms dientes de
len. Luego sin proponrmelo empiezo a alternar mi mirada, primero a la flor, luego a Peeta, la
flor, Peeta, y as hasta que ste ltimo despus de atender seguramente al ltimo cliente, me
sorprende en pleno acto. De inmediato aparto mis ojos de los suyos y hago como si mirarme
las manos fuera lo ms entretenido del mundo.
Puedo sentir la mirada de Peeta clavada sobre m durante varios segundos ms, antes de dar
una vuelta y desaparecer de mi alcance, camino a la puerta de salida.
Lo sigo, pensando que nos vamos ya, pero me detengo extraada al comprobar que est
cerrando la tienda, s, pero con nosotros adentro an.
-Qu ests haciendo? Cmo se supone que vamos a salir?
-Quin te dijo que bamos a salir ahora? -pregunta de vuelta.
-Qu pasa Peeta? -pregunto.
-A m no me pasa nada, tal vez podra decir que estoy mucho mejor que hace un tiempo.
-Entonces? -insisto.
-Entonces, quiero saber que te ocurre a ti.
Eso me deja totalmente confundida.
-A m no me ocurre nada.
-Has estado actuando bastante extrao ltimamente -da un paso hacia m.
-Me comporto como siempre Qu quieres decir? -retrocedo un poco, casi mecnicamente.
-Se sincera Katniss, por favor -dice con una voz profundamente aterciopelada, que hace que se
me erice la piel. Da ms pasos en mi direccin.
-Sincera con respecto a qu? -sigo retrocediendo.
-Oh, vamos, t lo sabes -ya casi se encuentra a mi lado.
-no tengo la ms mnima idea sobre lo que ests hablando -s que estoy atrapada, cuando
noto la muralla a mi espalda.
-Estoy hablando sobre tus sentimientos -dice suavemente al llegar a escasos centmetros de m
- yo siempre te he dicho lo que siento por ti, pero creo que t nunca lo has hecho, ah!, me
confunden mucho tus miradas -agrega.
Ha notado como lo miro? Su cercana hace que sienta mi corazn acelerado como si
estuviera corriendo.
Y cuando al terminar su frase, me aparta un mechn de cabello del rostro, siento que me
hormiguean las manos y el estmago.
Maldicin por qu siento esto ahora? Jams haba sentido nada cuando l me tocaba o me
besaba en los juegos y las entrevistas del Capitolio.
-No vas a responderme? -dice con voz malditamente seductora.
Desde cundo demonios se volvi seductora su voz y el modo de mover los labios?!
-No no lo s Peeta -digo, y muy a mi pesar, con mucho esfuerzo.
Sus profundos ojos azules estn clavados en los mos, y para empeorar el asunto, con su mano
acaricia mis mejillas, que se encienden con solo el roce de las yemas de sus dedos.
-Podra esperar lo que fuera con tal de saberlo, sea lo que sea -dice.
S que sera tan fcil empujarlo y salir de mi "encierro temporal", pero el cuerpo no me
responde y creo que la cabeza, solo hasta cierto punto.
-Peeta, por favor -tcnicamente estoy implorndole que se aleje.
-Yo te pido por favor una respuesta, di lo que sea Katniss.
No s si es consciente de lo que me ocurre, aunque creo que si lo fuera, jams me hubiera
besado la mejilla.
Cierro los ojos (si lo sigo mirando, pronto no podr hablar) e intento calmar el calor interior
que siento, el hormigueo, y los pensamientos revueltos, aclarar mis ideas para darle una
respuesta sencilla.
Mientras rebusco en mi cabeza, le digo todo lo que va saliendo, an con los ojos cerrados.
-Creo que siempre te voy a deber cosas Peeta, por ti estoy viva an me has salvado de la
muerte en muchas ocasiones.
Recuerdo el pan bajo la lluvia, la jaula de noche en el Capitolio
-Has sabido como calmarme y hacerme sentir bien conmigo misma, tienes el poder de darme
una paz que nadie me da, con solo abrazarme, hablar
Hago una pausa, l est en silencio, pero an noto su mirada sobre m, y su respiracin tibia.
Siguen pasando por mi cabeza tantos momentos junto a l.
-Haces que me enfade, me alegre, llore o ra, con todo lo que haces me preocupas, no puedo
estar tranquila sabiendo que t no ests bien
-Katniss- me interrumpe en un susurro, pero no logra cortar el flujo de mis palabras.
-Y cuando t ests bien- abro los ojos, por fin lo comprendo - Yo tambin lo estoy.
Me doy cuenta de lo que realmente necesito para ser feliz.
Lo que necesito es el diente de len en primavera, el brillante color amarillo que significa
renacimiento y no destruccin. La promesa de que la vida puede continuar por dolorosas que
sean nuestras prdidas, que puede volver a ser buena. Y eso solo puede drmelo Peeta.
Observo su rostro otra vez, apreciando lo que realmente es hermoso en Peeta. Su bondad, su
alegra, su cario. Y de m se apodera un hambre voraz, esa que experiment en la playa del
reloj al besarlo.
Acaricio su cabello con dulzura y reposo mi mano libre en su rostro.
-Esto es lo que siento
Digo antes de besarlo, por primera vez con ansias, con deseo, con amor.
Sus labios no tardan en acoplarse perfectamente a los mos. Sonro al pensar que sus labios
tambin son dulces.
Me abraza, me estrecha contra l, y toma el control de mi beso, presionando su boca an ms
contra la ma, con todo ese amor a flor de piel que siempre quiso entregarme.
Es un beso que me gustara fuera eterno, pero lo rompemos lentamente en busca de aire para
nuestros agitados pechos.
Los dos sonremos, y apoyamos nuestras frentes en la del otro, l me acaricia el rostro y yo
descanso mis manos en su pecho.
Ya no tengo dudas. As que cuando me susurra:
-Me amas. Real o no?
Yo respondo:
-Real.
Captulo 8: Crisis y Entendimiento
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Demostrarle a Peeta mis verdaderos sentimientos, me cambi por completa. Creo que ahora
lo veo de un modo diferente, le veo como algo muy mo, como si siempre me hubiera
pertenecido, pero solo ahora lo he reclamado. Tengo todo el derecho de abrazarlo, de cogerle
de las manos y de besarlo. Dormir con l a mi lado y despertar mirndole a los ojos es ahora
por completo distinto. Sin desearlo l se ha vuelto completamente mi mundo, y mi razn de
seguir adelante
-Siempre que me miras te hundes en tus pensamientos -dice Peeta dejando a mis reflexiones
de lado.
-Y t entras en ellos todo el tiempo, es as siempre, hasta he temido que mi cabeza se haya
vuelto adicta a ti -sonro, su risa clida inunda mis odos.
-As que tu cabeza es mi adicta?- pregunta divertido
-Creo que no es solo mi cabeza -digo contra sus labios
-Yo soy adicto a ti desde hace aos, no s como soport tanto tiempo - me dice entre dientes.
-Pero vali la pena esperar?
-Claro que s, hubiera esperado toda mi vida por esto
Luego, seguimos besndonos primero con ternura y luego con ansias, juntando y separando
los labios, y tan abrazados como nada. Este es nuestro ritual de todas las noches, sinceramente
es el mejor remedio para un buen sueo.
Mientras nuestras bocas chocan descontroladas, siento como sus manos recorren mi espalda,
no creo que pueda nunca superar la sensacin que me produce su tacto, esta electricidad que
me recorre la piel, sentir como se me contrae el estmago, el hormigueo de las manos, el calor
de mi piel. Me aferro con fuerza a su cuello y enredo mis dedos en el cabello rubio.
Despegamos de a poco nuestros labios y l descansa su rostro en mi hombro, estrechndome
an entre sus brazos.
-Nunca voy a cansarme de tus besos -susurra contra mi cuello, que de inmediato siente la
sensacin de electricidad sobre l.
-Nunca - digo afirmando sus palabras.
Mis ojos se cierran por el sueo, Peeta es mi ltima imagen del da, como siempre desde hace
ya varias noches, sus manos acarician mi pelo y bajan hasta mi rostro.
-Te quiero
El susurro es lo ltimo que recuerdo antes de quedarme dormida.
. . .
Me despierto temprano, ha sido un sueo tranquilo, como la mayora desde que tengo el calor
de Peeta a mi lado por las noches.
l sigue durmiendo, pero veo que se da vuelta en la cama un par de veces algo inquieto.
Me levanto sin hacer ruido o movimiento y bajo hasta la cocina, s de un agua de hierbas que
tranquiliza, creo que a Peeta le sentara bien, hace algunas noches lo he notado intranquilo.
Como no tengo muchas cosas que hacer, casi nada en realidad, me entretuve buscando
plantas curativas y guardndolas en la cocina, hay un rincn en donde las tengo todas
separadas por clase, as que empiezo a preparar el lquido, cuando oigo un estruendo, cosas
chocando contra el piso, el corazn se me agita, pero lo que me hace correr, es su grito, que
rompe el silencio en el que me encuentro.
-Peeta!! -grito, mientras subo corriendo la escala.
-No!!! No es cierto!!! Aaaah!!
Cuando entro en la habitacin veo por todas partes desorden, la mesita tirada, la lmpara
tambin, la cama deshecha y Peeta arrodillado en el piso agarrndose la cabeza con las
manos.
Mi cerebro tarda en procesar la imagen unos escasos segundos: Peeta est sufriendo una
recada. Por qu siempre cuando las cosas van bien, cae sobre nosotros otro golpe ms?!
Clavo mis ojos sobre los suyos, sus pupilas estn dilatadas y un sudor perlado le empapa el
rostro, logro identificar en su mirada desesperacin, clera, ira
-Peeta -es lo nico que logro articular mientras me acerco a l. Su cuerpo se sacude en
bruscas convulsiones, siento miedo, miedo de que vuelva a tratar de estrangularme, miedo de
que me vuelva a ver como un muto.
-Aljate Katniss!! -vocifera apartndose de m hasta llegar a un rincn, agarrndose an con
ms fuerza la cabeza y cerrando fuertemente los ojos.
Las dos palabras me atraviesan como un cuchillo afilado.
-No voy a dejarte Peeta!! -digo con una fortaleza interna inimaginada.
Sus ojos azules vuelven a abrirse, su rostro contrae los msculos, entre frico y febril. Peeta
empieza a arrojarme los objetos esparcidos por el cuarto, entre gritos sordos. La frase "no es
cierto" escapa de su boca un sinfn de veces, cualquiera que lo viera dira que estaba
trastornado, respondiendo a voces en su cabeza. Intento esquivar lo que me arroja y llegar a
su lado.
-Vete, vete!!-se que Peeta an sigue consciente de sus propios pensamientos cuando vuelve
a gritarme - Soy un monstruo!! Katniss, sal de aqu, no quiero lastimarte!!!
Eso me hace llegar hasta el rincn en donde se encuentra, y sin importarme ya si me
estrangula o no, lo abrazo con toda la fuerza de la que soy capaz, intentando controlar los
espasmos de su cuerpo atormentado por los recuerdos infectados.
Al sentir mi cuerpo aferrado al suyo, intenta zafarse con brusquedad, no me importa sentir
dolor en ambos brazos, pues Peeta los oprime con fuerza bruta. S que si hubiera sido de
nuevo mi cuello, posiblemente no estara respirando.
-Es solo un mal momento Peeta, no eres un monstruo, no eres nada de lo que te dijo el
Capitolio
Su respiracin agitada comienza poco a poco a regularizarse.
- eres mi chico del pan, valiente, fuerte, tierno, sincero, feliz, recurdalo Peeta, recurdalo -
su agarre empieza a ceder - tranquilo, yo estoy aqu, no voy a dejarte solo.
Sus manos dejan mis brazos, y entierra su rostro en mi cabello. Me abraza.
-Estoy aqu, no voy a dejarte solo -repito. La crisis pierde terreno.
-Perdname, no quera hacerte dao -dice en un susurro ya sin la voz ronca.
-Shhh calla - digo mientras le sigo abrazando.
Yo necesito a Peeta, l me necesita a m, en las buenas y en las malas.
Estamos unidos por el destino.
Me doy cuenta de que estoy irremediablemente enamorada de l.
Captulo 9: Invitacin
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Cre, por algunos das, que haba sido capaz de superar las crisis del todo. Me equivoqu
rotundamente.
Katniss trata de que no me sienta mal por ello, me dice que es normal que los malos recuerdos
no se esfumen del todo, y menos en un lapso de tiempo as, relativamente corto.
Tal vez no me importara sufrir recadas y parecer un manaco, pero lastimarla a ella es lo que
me hace desesperar. Estar semiconsciente o inconsciente no es escusa para m. Me sent
realmente mal despus de ver como dej de amoratados sus brazos gracias a mi agarre de
bestia. Creo que eso sera en este minuto, una bestia trastornada y enferma si no fuera por
Katniss y sus cuidados.
Desde la crisis se ha alejado discretamente de m. Eso me derrumba por dentro, y aunque
seguimos durmiendo juntos, siento que estamos separados por una barrera invisible.
-Peeta? Qu tienes? - pregunta Katniss
-Nada, estoy bien - miento descaradamente, con un tono seco en la voz
-Una vez me dijiste que yo no saba mentir, digamos que a ti no se te da demasiado bien
tampoco; dime que ocurre -insiste
-No es nada, enserio -evito mirarla, s que observar su rostro har que mi barrera de orgullo
herido se vuelva humo. En verdad que soy un idiota, es ella la que debera estar enfadada
conmigo, no yo con ella.
-Peeta, por favor -su voz trmula hace que ceda del todo. No puedo disgustarme, ella es mi
todo.
-No es nada, solo que despus de m recada que que te he notado un poco apartada
ltimamente - para mi sorpresa sonre.
Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos grises, profundos, hermosos, como todo en
ella. Katniss toma mi mano y entrelaza sus dedos con los mos, yo se los estrecho.
-Peeta ves esto? -levanta nuestras manos hasta la altura del pecho y comprime suavemente
su mano contra la ma - esto nos representa a nosotros no s donde termino yo y comienzas
t - sus mejillas adquieren un leve tono rosa -quiero decir ha, diablos! jams se me ha dado
bien decir lo que siento -masculla frustrada. Yo sonro, y con mi mano libre acuno su mejilla -
Peeta t eres muy importante para m, no sabes cunto quisiera poder haberte correspondido
antes, pero pero lo hago ahora sabes? si es que me alej un poco es solo porque no quera
activar recuerdos infectados, nunca nunca me podra alejar, estoy unida a ti Peeta! -Katniss
me abraza, siento sus manos aferradas con fuerza a mi camisa. La abrazo por la cintura. Como
siempre, descanso mi cabeza sobre su hombro y entre su cabello perfumado.
Me siento completo, como si sus palabras fueran mi felicidad. No, no son sus palabras, es ella
Me acerco con cautela a su rostro, a su boca de diosa, rozo con delicadeza la suave piel de sus
labios, es como si por vez primera la fuera a besar. La siento unida a m, como ella dijo.
Beso la comisura de su boca fugazmente, y luego pausado. Ella despega lentamente sus labios
y con suavidad los une a los mos. Su dulce boca se transforma en la guarida de mis besos.
-Ehem! Ya terminaron de besuquearse el par de tortolitos, o quieren que vuelva ms tarde?
Nos separamos de un salto. Es oficial, desde este momento odio a Haymitch.
-Qu haces aqu? -pregunta Katniss - y desde cundo?!
-Lo suficiente para ver una tpica escenita de cursilera pura -el tono de Haymitch y sus
respuestas punzantes me da certeza de que est sobrio.
-Ocurre algo? -pregunto
-S, de no ser por algo importante, no estara sobrio -responde Katniss con aire de broma y
realidad.
-Miren, Paylor nos ha invitado al Capitolio -Katniss y yo estamos a punto de lanzar mil
preguntas, pero l nos corta -no tengo idea del porqu, pero debe ser algo importante.
Quiere que estemos all a mas tardar dentro de 3 das, as que alstense, nos vamos maana
por la tarde. Mientras ms rpido lleguemos, ms rpido regresaremos.
-Soy solo yo o esto me parece extrao? -pregunto
Haymitch se encoge de hombros, y se despide con un ademn rpido de manos.
Katniss y yo volvemos a quedar solos.
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Volver al Capitolio, el lugar al que ms desprecio le tengo en el mundo, el peor ubicado en mi
lista de cosas desagradables, (tal vez est compartiendo lugar con l, el 13) no es el mejor
panorama que pueda tener. Luego de que Haymitch nos avisara a Peeta y a m que Paylor nos
solicitaba, cogimos algo de ropa y nos metimos al primer tren con destino al centro de Panem.
Con la mirada recorro el paisaje verde y sombro que velozmente queda atrs mientras
avanzamos casi sin sentirlo por los rieles mientras oscurece, no estoy segura de cmo me
siento, creo que es similar a un can cuando alguien que no conoce se acerca para acariciarlo y
el perro le ensea los dientes y sus mejores gruidos. Estoy as, a la defensiva contra algo que
desconozco.
Sigo observando por la ventana de mi compartimento cuando Peeta se sienta a mi lado.
-No te tortures ms Katniss sabremos que sucede, solo cuando estemos all, no voy a dejar
que nada malo te pase -me asegura, mientras acaricia una de mis manos. Parece leerme los
pensamientos como si fuera un libro abierto.
Sonro un poco, aunque no reconfortada, si no solo para que l se sienta mejor. En verdad lo
nico malo que podra pasarme es que l dejara de existir. El solo pensarlo me da una punzada
de dolor en el pecho, as que alejo los pensamientos y trato de encontrar un tema de
conversacin.
-A qu hora dijo Haymitch que llegaramos? -pregunto
-No lo dijo exactamente pero se supone que por la maana -responde con una sonrisa.
Peeta deja de acariciar mi mano y entrelaza nuestros dedos, me da un suave apretoncito, que
le devuelvo, logro tranquilizarme un poco ms.
-A s que ests unida a m? -pregunta mientras me muestra nuestras manos estrechadas -
me ro, son las torpes palabras que utilic el da anterior para tratar de describirle lo que
pasaba por mi cabeza con respecto a los dos.
-Creo que las palabras jams fueron mi mejor don -digo como respuesta
-Y yo creo que esas palabras son unas de las mejores que he escuchado -dice con dulzura.
Me acerco ms a Peeta y le peino con los dedos sus rubios mechones rizados. S que es uno de
esos momentos especiales junto a l que quisiera que no acabaran nunca, los dos juntos,
tomados de las manos, mi tacto sobre su piel, la certeza de que se encuentra a mi lado en
todos los sentidos, pero la puerta al abrirse revienta la pequea burbuja de tiempo detenido
en el que nos hallbamos.
-Venga ya, vamos a cenar, se hace tarde-dice Haymitch con apremio en la voz, de seguro
piensa que puede haber licor como acompaamiento de la comida, su humor no se mantiene
demasiado si no bebe.
-En seguida Effie, no pretendemos causar retrasos en tus horarios -dice Peeta mientras me
ayuda a parar. Haymitch lo mira entre asombrado y enojado.
Sonro divertida. Son comentarios como ste los que de verdad me animan a pensar que Peeta
podra ponerse bien del todo.
La cena se alarga bastante despus de que nos ponemos a hablar de las muchas mejoras que
est presentando el 12 y segn lo que sabemos el resto de los distritos, y tambin lo hace por
la cantidad de manjares que hay presentes en el men. As que cuando nos retiramos todos a
descansar, Haymitch a su cuarto y Peeta y yo al nuestro, no me sorprende que nos durmamos
de inmediato.
El Capitolio no presenta cambios en su infraestructura, est igual a como antes de que los
rebeldes se infiltraran en sus defensas y lograran activar la gran cantidad de vainas que
destruyeron gran parte del lugar. Bueno, de eso va ms de un ao. No comprendo como el
tiempo puede empeorar una cosa y como de la misma manera puede repararla por completo.
Tal como Peeta haba dicho llegamos en la maana, a las 9:12 am para ser exactos. La estacin
en donde bajamos est limpia y bien adornada, nos reciben un par de hombres que trabajan
para Paylor, aunque van bien uniformados no estn armados. Pienso.
Nos metemos en un coche lujoso de color azul marino que nos conduce al edificio presidencial,
por las ventanas polarizadas logro ver a gran cantidad de gente caminando por las calles, sigo
distinguiendo una gran masa de personas con tatuados brillantes, pelucas de colores y vestidos
incrustados, pero la mayor diferencia se encuentra en que hay muchos otros individuos que
visten ropas ms sencillas, gente de los distritos y del Capitolio, que poco a poco se vuelven
una misma gente, sin importar las diferencias entre ellos.
No tardamos en llegar a la presencia de Paylor, la ex Comandante del 8 que ahora gobierna
Panem.
-Tomen asiento por favor -dice indicndonos a Peeta, Haymitch y a m un largo silln burdeo
de terciopelo.
-Qu es lo que pasa? -suelto sin poder contenerme, de mi voz se desprende un miedo mayor
del que me imaginaba.
-No os les dir que no ocurre nada, porque no sera cierto, pero tampoco es un asunto que
deba alarmarlos- empieza Paylor sentndose pesadamente en su silln presidencial.
-Y si no debe alarmarnos Qu debemos hacer entonces? -pronuncia Peeta, antes de que se
abra la puerta del saln en que nos encontramos y entre Johanna y Beetee.
-Por que nos miras as descerebrada?- dice Johanna a modo de saludo, mientras se sienta en
otro silln junto a Beetee.
Los Juegos pienso de pronto, pero Haymitch se me adelanta.
-Ya, lo tengo, la junta de "Los ltimos Juegos del Hambre" solo que faltan dos personas
Es cierto, no estn aqu ni Annie ni Enobaria. Veo que Peeta endurece la expresin de su rostro
al escuchar a nuestro antiguo mentor.
-Bueno ya que estis todos aqu, proseguir. S que ustedes votaron a favor de que hayan
unos ltimos Juegos del Hambre, ya que la gente an est sedienta de venganza contra el
Capitolio, no s quien vot a que cosa, y no lo preguntar, s que tambin algunos de ustedes
pensaron que como Coin est muerta los Juegos no procederan a ver la luz -exactamente
eso es lo que estoy pensando en este momento, mientras observo los ojos profundos, duros y
cafs de Paylor. Ya haba incluso olvidado el acuerdo de unos ultimos juegos - pero los
ciudadanos de Panem an estn lastimados y piden venganza, adems queda un gran grupo de
personas del Capitolio, viejos agentes de la paz, ciudadanos y personas de alto poder que
estn contra ste nuevo gobierno que se logr gracias a los levantamientos y stos juegos son
lo nico que lograr aplacarlos, as que deben realizarse a menos que
-No pueden ser la nica solucin- la corta Peeta- o acaso cada vez que surjan viejos y nuevos
resentimientos contra el Capitolio se celebrarn unos juegos nuevos?! eso sera retroceder en
todo! La guerra y las muertes no habran tenido sentido.
-Pienso como el muchacho -dice Beetee hablando por fin - me parece algo ilgico
-Qu ms da que mueran unos cuantos del Capitolio! Seran los ltimos juegos! Unos en que
ellos por fin seran los protagonistas! -grita Johanna como extasiada por la idea.
-Decas -comienzo a elevar la voz entre los que discuten sus puntos de vista- decas que haba
otra posibilidad Paylor.
Todos los vencedores me quedan observando extraados, saben muy bien que vote a favor de
unos ltimos Juegos del Hambre en memoria de Prim, mi sugerencia les debe dar a entender
que quiz estoy cambiando de opinin. No s en verdad si lo estoy haciendo.
-Ya no hay vuelta atrs Katniss! No puedes retractar tu voto -chilla Johanna en mi contra pero
Paylor la silencia.
-Personalmente no es mi mayor deseo tener unos nuevos Juegos del Hambre, pero es cierto
que lo que ustedes mismos votaron hace ya casi un ao no puede dar marcha atrs, aunque
existe una nica posibilidad de que pueda cambiarse -No s por qu pero siento que se me
aprieta el estmago - Queremos que Peeta Mellark hable con el grupo de resistentes del
Capitolio.
-No! -grito parndome casi instintivamente - eso sera exponerlo demasiado, ustedes lo
saben bien! - digo mirndola a los ojos
-Contara con un gran grupo de guardaespaldas en todo momento mientras intentaran llegar a
un acuerdo -responde sin inmutarse la mujer.
-Acepto -escucho la voz de Peeta a mis espaldas, antes de que logre articular mi contraataque
de ideas para Paylor - Katniss, no me ocurrir nada -dice volvindome para que lo mire - Estar
protegido siempre, y no durar mucho. Es mejor eso a que se monte una nueva masacre
televisada.
-No me refera a ese tipo de exposicin -susurro casi inaudiblemente, sin ms ganas de gritar,
y menos con l.
-Excelente, Peeta lo solucionar todo -dice Johanna en tono irnico
-Y qu ocurrir si no los convence de un trato? -pregunta Beetee
No es Paylor, si no Haymitch el que contesta
-La respuesta es sencilla, le daremos la bienvenida a los ltimos, a los Septuagsimo sextos
Juegos del Hambre.
Captulo 11: Tratado con los Resistentes
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Captulos
Captulo 1: Volver a Comenzar
Captulo 2: Pesadilla con olor a Sangre
Captulo 3: Rescatando la Vida
Captulo 4: Promesas Dulces
Captulo 5: Compartiendo Noche Otra Vez
Captulo 6: Nuevamente Dos
Captulo 7: Real o No?
Captulo 8: Crisis y Entendimiento
Captulo 9: Invitacin
Captulo 10: Reunin en el Capitolio
Captulo 11: Tratado con los Resistentes
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Nos hospedan en un lujoso edificio del Capitolio, no hay el exceso que recuerdo haber
conocido en mis primeros juegos, los muebles son finos, y la comida abundante, pero nada es
desorbitante como antes.
No es lo que imaginaba pero la visita a Paylor me ha dejado aturdida, no me explico an el por
qu de la extraa sensacin en el pecho. Ya no quiero luchar por unos nuevos Juegos del
Hambre, se que Prim lo entendera Lo nico que de verdad quiero es que Peeta se quede a
mi lado. Cuando terminamos de hablar en conjunto y Peeta accedi a tratar de formar un
acuerdo con los resistentes, Paylor se qued a solas con l para hablar de una estrategia.
Aunque Haymitch y yo (sobre todo yo) protestamos para poder quedarnos, nos sacaron en
volandas del lugar. Sentir que la puerta se cerraba tras de m, me hizo sentir que lo perda.
Miedo. Esa es la palabra que ronda en mi cabeza. El sentimiento que reflejan mis ojos.
Escucho sus pasos al entrar en la habitacin.
-Qu ha pasado? Qu te ha dicho? Por qu has aceptado? -mis preguntas no lo toman por
sorpresa
-Calma Katniss, tranquila, no ha pasado nada, la estrategia en s es bastante sencilla, pero
supongo que precisa, quieren que les hable de lo que ya he dicho esta maana, que les diga el
retroceso que significa que nos dividamos ahora, que sigan las luchas y la sed de sangre.
No pregunto por qu lo han escogido a l, eso ya lo s yo de sobra, su talento con las palabras.
Miro sus profundos ojos azules y repito mi pregunta anterior.
-Por qu has aceptado?
-Porque no quiero que muera ms gente. No quiero -dice con sencillez, luego se recuesta
sobre la cama y extiende sus brazos en mi direccin.
-Yo tampoco lo deseo -digo metindome entre sus brazos, que instantneamente me rodean y
me dan calor -pero tampoco quera que fueras.
-Ser rpido, luego volveremos a casa.
Volver a casa, la frase solo cobra sentido cuando me lo imagino a l, horneando pan en la
estufa, a l a mi lado
-Cundo ser? -vuelvo a las preguntas
-Maana cerca del medio da -responde
Como ninguno de los dos quiere ir al saln a comer, pedimos por un parlante la comida que
queremos, sin salir de la habitacin. Nos mandan pur de zanahorias acompaado de pato en
salsa de frambuesas, y un jugo muy dulce de una fruta que soy incapaz de reconocer por el
sabor.
Luego de la cena me pongo el pijama en el bao mientras Peeta se cambia en el cuarto. Nos
metemos bajo las sbanas para darnos calor, pues la temperatura es poca esta noche.
Cierro los ojos sintiendo los fuertes brazos de Peeta aferrados a m, y su respiracin tibia en mi
cuello. Mi piel sufre un agradable cosquilleo cuando l me susurra contra el cuello
suavemente
-Qu somos nosotros en realidad?
-Supongo que solo somos Peeta y Katniss -susurro mientras una sonrisa se dibuja en mi
rostro
-Solo Peeta y Katniss -susurra l
Me agrada como suena aquello.
...
Es tarde, me doy cuenta con solo abrir los ojos, el sol ya alumbra intensamente por la ventana.
Peeta no est conmigo, eso me enfada, no me despert para acompaarlo. Me visto con lo
primero que saco de mi maleta y me dirijo al saln de nuestro piso; Haymitch ya est en pie, es
otro buen dato de lo tarde que he despertado
-Que tal preciosa, veo que decidiste ponerte en pie -dice al verme llegar
-Por qu no me han despertado? -digo con tono de pocos amigos
-El chico prefiri dejarte aqu, quera que te relajaras -explica al ver mi expresin de furia.
Lanzo un bufido como los de Buttercup antes de sentarme junto a l en el silln.
-Va a ser televisado? -pregunto
-Por supuesto -responde
Era de suponerse despus de todo, si Peeta logra calmar a los resistentes y la gente queda en
paz podramos olvidarnos al fin de los juegos del hambre.
-Qu tipo de acuerdo es el que tratan de establecer con esas personas? -pregunto
-Algo as como que si se entregan ahora sin luchas, sern juzgados sus actos en la rebelin y en
base a ellos determinarn su castigo, y que si lo hacen no se celebrarn unos nuevos juegos del
hambre con sus hijos.
-Si no los matan sera prisin de por vida -le digo despus de analizarlo
-Es lo ms probable -contesta
-No creo que vayan a aceptar un trato de ese tipo -digo
-Sinceramente yo tampoco -dice apesadumbrado
Me imagino que aunque a Haymitch que lo hicieron pasar por tantas penurias que tuvo que
sumergirse en el alcohol, no le agrada demasiado la idea de unos ltimos juegos, pienso que
en la votacin estaba tan dolido como yo cuando acept su realizacin.
Despus de algunos programas a los que no coloco atencin, empieza la transmisin especial
del Capitolio con el himno de Panem, y all est l, Peeta con un traje formal, sobre una tarima,
y me aterra ver la gran cantidad de personas que han llegado a verlo.
Comienza a hablar cuando el himno acaba.
-Quiero comenzar dicindoles a ustedes, los resistentes del Capitolio, que una nueva guerra
entre nosotros no nos conducira a nada, solo provocara mayor enemistad y prdidas. La
rebelin por la que acabamos de pasar fue un acto necesario para lograr acabar con las
profundas diferencias entre los distritos y el centro de Panem
Pierdo el hilo de las palabras de Peeta, observando los rostros duros de la gente, con solo sus
expresiones me doy cuenta de que no van a cambiar de parecer.
Observo que empiezan las protestas en contra de l, en contra de la nueva "administracin"
del pas, los gritos de la multitud, la antes parte poderosa del Capitolio, entonces algo pasa,
Peeta empieza a perder el control de la situacin y s que no es porque no sepa que ms decir
o que hacer, algo pasa en su cabeza, no de nuevo, no una crisis nerviosa ahora, pienso antes
de que Haymitch susurre
-Tienen que sacarlo de all ahora
Me levanto y me acerco a la pantalla del televisor, como si me pudiera acercar as a Peeta, veo
que se agarra la cabeza con ambas manos, antes de que alguien entre el pblico le dispare.
Luego se corta la seal.