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    ARTCULOS Y SECCIONES ESPECIALES

    Capitalismo y republicanismo: un panorama'FLIX OVEJERO LUCASUniversidad de Barcelona

    El debate republicano reciente se ha ocupado, sobre todo, de las institucionespolticas y de los principios que las regulan e inspiran. Poco se ha dicho acercade los criterios distributivos y, aun menos, de las instituciones econmicas.- Eneste repaso quisiera presentar las principales preocupaciones del republicanismomoderno a la hora de pensar cmo deban organizarse las instituciones econmicas y, en particular, la valoracin que desde esa tradicin se hace del capitalismo. En primer lugar, brevemente, se examinan los debates clsicos, deudorestodos ellos de la quiebra de una sociedad que sera exagerado calificar comofeudal pero que no es todava definitivamente capitalista. Precisamente por esacondicin germinal, los testigos de ese nacimiento estaban en unas condicionesexcepcionales de reconocer en su brusca discontinuidad muchos de losrasgos de un naciente modo de produccin que ms tarde, naturalizado ya, pasaran ms desapercibidos. Con ms detenimiento se examinarn despus lasdiversas dimensiones comprometidas en las relaciones entre republicanismoy capitalismo. En la parte final, se examinan diversas propuestas econmicasrealizadas algunas por republicanos o simplemente susceptibles de encontraren el republicanismo una fuente de inspiracin que tratan de ampliar la reflexin ms all de las instituciones polticas. Aunque la mayor parte de ellastienen un origen previo a la revitalizacin del republicanismo, encuentran en esatradicin una mejor fundamentacin. El republicanismo, a su vez, encuentra enellas un modo de materializarse como ideario, de dotarse de concrecin polticay, con ello, de recuperar su vigor emancipador.

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    Flix Ovejero Liiciix

    Testigos del nacimiento del capitalismo comercialEl republicanismo moderno mostr un notable inters por lo que hoy llamaramos el diseo de las instituciones econmicas. Un inters, eso s, marcado porun horizonte poltico, ms exactamente, por las implicaciones de las formasde produccin y distribucin tanto en el funcionamiento de las institucionesrepublicanas como en el cultivo de una virtud cvica que considera una condicin necesaria para el buen funcionamiento de tales instituciones. Se discuta siel comercio produca mejores ciudadanos, si la propiedad es el mejor modo deasegurar la autonoma y la libertad de los ciudadanos o acerca del grado dedesigualdad que mina la salud de la repblica. Un ejemplo paradigmtico deello es Harrington, quien entiende que el funcionamiento de la repblica requiere una ley agraria a la que otorga la misma relevancia que las propuestas institucionales (gobierno mixto, derecho al voto, rotaciones). Ley agraria que impedira el dominio de los poderosos, estableciendo la propiedad de las tierras sobretal equilibrio que el poder nunca llegar a escaparse de las manos de los ms.-^La ley busca asegurar que todo el mundo acceda a la propiedad, sin que seagudicen las disparidades sociales y, a travs de ciertas penalizaciones sobre laadquisicin, limita las posibilidades de acumulacin. Con todo, aun si la leypretende impedir que el poder quede concentrado en unos pocos, Harringtonconcede un importante papel a la herencia legtima acorde con su idea de preservar una aristocracia natural a la que otorga un notable papel en su teon'a delgobierno mixto. A Harrigton le interesa que los ricos elegibles sean suficientes,para que funcione la rotacin y, as, el senado, una de las dos cmaras en dondereside el poder legislativo y cuya funcin sera la de debatir y proponer leyes,no se convierta en un lugar de intereses corporativos. Para ello la ley agrariaestablece que aquellos cuyos ingresos superen las 2.000 libras estn obligados adividir sus tierras entre sus hijos."

    Seguramente la reflexin ms vertebrada, o al menos ms apegada a loque hoy llamaramos principios de justicia,-^ es la de Thomas Paine en su Justi-cia Agraria (1797) donde, a partir del reconocimiento de que la tierra, enestado natural sin cultivar, fue y debi haber continuado siendo la propiedadcomn de la especie humana y de que es imposible separar las mejoras introducidas por el cultivo de la tierra misma en que stas se hacen, sostiene quetodo propietario de tierra cultivada, por tanto, debe- a la comunidad una rentade suelo, que habra de servir para Crear un fondo nacional con el que sepague a cada persona, que haya cumplido veintin aos, la suma de quincelibras esterlinas, en compensacin por la prdida de su herencia natural por laintroduccin del sistema de propiedad de la tierra."^Las reflexiones de Harrington y de Paine no estn exentas de detalle eincluso de precisin aritmtica y poltica.'' Pero lo que sin duda no hay es unaevaluacin de la compatibilidad de sus propuestas, y en general, del idearioI 14 R IF P/ 23 (2004)

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    Capitalismo y l iberalismo: un panorama

    republicano con el capitalismo. No hay, dicho de otro modo, un diagnsticosobre si la realizacin de sus tesis requiere modificaciones sustanciales de lasrelaciones de produccin. Por supuesto, en la medida que el republicanismo senutre de componentes igualitarios o, ms en general, de crtica a las diversasformas de dominacin, resulta incompatible con ciertas formas de organizar laproduccin, como el esclavismo o el feudalismo, que suponan, en diverso grado, derechos de propiedad sobre las gentes y, por tanto, la existencia de obviassituaciones de subordinacin. En la sociedad esclavista el seor era propietarioabsoluto de la fuerza de trabajo; en la feudal, comparta esa propiedad con elpropio siervo. El esclavo y el siervo podan ser forzados a realizar ciertos trabajos. En ese sentido, desde cualquier sensibilidad republicana, resultaban condenables esos modos de organizar la produccin, que consagran la institucionali-zacin de relaciones de dependencia entre las gentes.La valoracin de la sociedad capitalista resulta ms complicada y aunqueno se d una explcita reflexin sobre las relaciones de produccin que la caracterizan, s que se producen distintas miradas sobre la sociedad capitalista procedentes de las diferentes variantes del republicanismo.** Incluso opuestas. Sucediejemplarmente con los clsicos que alcanzaron a convivir con el naciente capitalismo comercial: mientras algunos, como no sin reservas Thomas Paine,lo vern con buenos ojos, otros, como Rousseau, sin reservas, desconfiarn desus virtudes.'^ Para los primeros el doux commerce suaviza las costumbres brbaras, favorece la tolerancia mediante el trato con otros, alienta virtudes comola moderacin, la honradez, la honestidad, la frugalidad y la laboriosidad.'"Adem s, en el mercado cada uno procura por s mismo de un modo calculado yno se embarca en otras empresas que las que acaban por producir la prosperidad de todos. El republicanismo liberal, menos favorable a la participacindemocrtica, ver en esas virtudes y disposiciones un excelente fermento paralas buenas instituciones: los moderados burgueses buscan sus beneficios y no sedan los peligros revolucionarios del activismo poltico. Para otros republicanos,el comercio corrompe las costumbres y las virtudes ciudadanas: el burgus es elpeor ciudadano, interesado como est slo en su propio beneficio, cobarde yvenal, ajeno a los intereses de la repblica, limitado en una tarea productiva ypor tanto dependiente de los humores de los clientes y los vaivenes del mercado. No est de ms advertir que, en ocasiones, se dan argumentos que no resultan del todo compatibles. As, John Thewall, en una suerte de republicanismocomercial igualitario, preocupado por reducir el exceso de consumo lujoso delos pocos para poder atender a las necesidades de los muchos, defiende unaredistribucin de la propiedad para compensar al modo de Paine la prdidade la herencia natural y reconocer la naturaleza recproca de la produccin."Todos, en el fondo, parecen compartir el objetivo proclamado por Paine: preservar los beneficios de lo que se considera vida civilizada, y remediar, al mismo tiempo, los males que ella ha originado.'^ Pero, lo cierto, es que la pregun-R I F P / 2 3 ( 2 0 0 4 ) 1 1 5

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    ta es inmediata: resultan compatibles propuestas que afectan radicalmente a lospatrones de consumo y a la estructura de la propiedad con el mercado capitalista? Seguramente la respuesta a esa pregunta, e incluso su propia posibilidad,dependa de una teora econmica que no estaba en ese momento a disposicinde aquellos autores.Muy en general, las valoraciones que se hacen del incipiente capitalismocomercial dependern del tipo de virtudes que se consideran importantes para labuena sociedad, del alcance de aplicacin de los principios republicanos, delgrado de desigualdad compatible con el buen funcionamiento de la repblica yde las concepciones antropolgicas, de las posibilidades de comportamiento virtuoso que contemplan. Las versiones ms liberales o elitistas del republicanismorecordarn la importancia de las virtudes burguesas (preocupacin exclusiva porel trabajo, moderacin, disciplina) que actuarn como garanta de cierta saludable apata cvica; limitarn la aplicacin de los principios republicanos al territorio de las instituciones polticas (igualdad de voto, derechos polticos en gener a l ) ; vern en las desigualdades econmicas un saludable mecanismo incentiva-dor para el funcionamiento productivo, de un crecimiento econmico que, conur

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    de poder;''^ la segunda, propicia unos determinados dispositivos motivacionaies(la desigualdad como estmulo productivo, el egosmo) que operan como com-bustible social. Todo ello tiene consecuencias relevantes para la comunidad po-ltica que no apuntan precisamente en la direccin de la buena salud de larepblica. Empecemos por lo ltimo, por los aspectos motivacionaies:

    A) El mercado opera sobre un trasfondo motivacional egosta. En uncomportamiento comunitario o fraterno, como el que, en principio, se da en elseno de una familia, los individuos siguen el principio: yo te doy X o te hagoX porque t necesitas X. En la relacin ms elemental de intercambio se operabajo el principio: yo estoy dispuesto a hacerte X slo si t, a cambio, me hacesY. A slo ayuda a B mientras pueda obtener un provecho de ello. Ms engeneral, en el mercado, las normas o los vnculos emocionales, no tienen cabi-da. El vendedor no est interesado en el bienestar del comprador ni ste en queel primero tenga asegurados unos ingresos mnimos; el empresario no tieneconfianza en la lealtad de sus trabajadores ni stos creen que aquel les propor-cionar unos salarios justos; el accionista no tiene razones para fiarse de que eldirectivo de la empresa no procurar su propio beneficio, incluso corrompiendoal auditor que ha contratado para vigilario y de quien tampoco tiene razonespara fiarse; el enfermo que paga a un mdico puede sospechar que este prolon-gar el tratamiento para obtener ms ingresos; la compaa de seguros teme queslo los que realmente corren peligros busquen asegurarse. En breve, el com-portamiento racional desde el mercado atenta contra valores o disposicionesemocionales como la confianza, la lealtad, la compasin, la generosidad queson el cimiento de la comunidad poltica. A nadie le interesa asumir personal-mente el esfuerzo de respetar las normas, aunque, por supuesto, cada uno estinteresado en su existencia, porque de otro modo sin confianza, compromiso,etc. la vida sera imposible, incluida la vida econmica. Sin normas, el mselemental intercambio exigira unos enormes costos transaccionales: vigilancias,penalizaciones, detalladas leyes, abogados, etc. Se necesita la red moral pero elhomo oeconomicus, alentado por el mercado, es su mayor enemigo. Para l, lamejor estrategia es dejar que los dems respeten las normas y aprovecharse deesa circunstancia. Claro es que, cuando todos adoptan la misma estrategia, y, enun escenario competitivo estn obligados para sobrevivir a aprovechar las opor-tunidades de beneficio, las normas se ven erosionadas.^" No slo las normas,sino el propio respeto a las instituciones democrticas y a las decisiones demo-crticas. De hecho, en un marco de egostas puros ni siquiera la deliberacintiene sentido: si no hay nadie que se crea el inters general, no cabe apelar al en las argumentaciones.

    B) Adems de sobre el egosmo el mercado funciona sobre el trasfondo dela desigualdad. En este caso el principio regulador del comportamiento es: yoslo estoy dispuesto a contribuir en el esfuerzo productivo si puedo obtener por1 1 8 R I F P / 2 3 ( 2 0 0 4 )

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    Capitalismo y liberalismo: un panorama

    ello unas ventajas que les estn negadas a los dems. Es en ese sentido en el quese sostiene que las virtudes del mercado, su eficiencia, en particular, tienen quever con la desigualdad. Si la gente recibe lo mismo tanto si trabaja como si no, nose esforzar. Slo la coaccin podna obligarlo a trabajar seriamente. Si queremospreservar las buenas virtudes del mercado, dado el dispositivo emocional sobre elque opera (egosmo y desigualdad) tendn'amos que escoger entre libertad e igual-dad. Ninguna de las dos opciones resulta compatible con la buena salud de larepblica: si la desigualdad es aguda, resulta difcil que aparezcan vnculos entrelos ciudadanos; si se limita la libertad, se corrompe la repblica.C) La desigualdad econmica impide la igualdad de poder. El mercado,incluso el mercado ms perfecto, no slo funciona con desigualdad sino queproduce desigualdad. Las desigualdades de talento, de informacin o de pre-ferencias y por supuesto, de recursos acaban en desigualdades de riqueza.Y esta ltima atenta de diversas formas contra la igualdad de influencia poltica:solamente una parte de los ciudadanos est en condiciones de sufragar los cos-tos de la participacin activa, de presentar sus propuestas en procesos electora-les; la agenda poltica, los problemas susceptibles de ser abordados, son decidi-dos por medios de comunicacin cuya propiedad no es igualmente accesible atodos; los programas polticos en condiciones de aparecer pblicamente exclu-yen las propuestas de aquellos que estn peor situados en la estructura de poder;la amenaza de cerrar negocios si sus intereses no son atendidos o se venamenazados por parte de los poderosos les proporciona una capacidad de nego-ciacin que, desde luego, no est al alcance de los marginados o desposedos.^'D) La propiedad privada de los medios de produccin conlleva un impor-tante poder y capacidad discrecional. El capitalismo es un sistema de organizarla produccin en el que los distintos actores que participan en la produccintienen distintos derechos sobre los recursos productivos en virtud de los cualesse producen, entre ellos, unas particulares relaciones de produccin. En la em-presa, ciertos sujetos, los propietarios, en virtud de ciertos derechos sobre losrecursos productivos pueden controlar las actividades de otros agentes, los tra-bajadores. Pueden dirigidos, controlados, contratados o despedidos. Significati-vas partes de sus vidas estn regidas por otros, por personas fuera de su propiocontrol. Tener un derecho sobre los medios de produccin es, por una parte,disponer de ciertos derechos sobre los resultados de su uso, de las rentas gene-radas y, por otra, tener ciertos derechos sobre su utilizacin, impedir que otrosles controlen y, por tanto, interferir en el acceso de los otros a ellos o regular suacceso. De ese modo, la peculiar estructura de derechos sobre los recursos pro-ductivos supone un tipo de relaciones entre los agentes que hace posible laexistencia de relaciones de dominacin.^^ Esa estructura de dominacin se dejaver de diversos modos. En primer lugar, histricamente: los empresarios handirigido el proceso de divisin y parcelacin de los procesos productivos (ola separacin entre la concepcin diseo del trabajo y su ejecucin) de

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    tal modo que les asegurase su dominacin sobre unos trabajadores que de esemodo perdan el control de la produccin y del producto.^^ Por otra parte, losempresarios estn en condiciones de imponer su autoridad durante las horas detrabajo, imponer tumos intempestivos, y con ellos pautas de socializacin, incluso estrategias reproductivas, procesos de formacin, desplazamientos de residencias, etc. La empresa es una institucin esencialmente autoritaria, centralizada y jerrquica que nada tiene que ver con los ideales irreales procesos(descentralizados, annimos) de decisin del mercado. Finalmente, la segmentacin de los mercados de trabajo, entre empleos primarios, con salarios altos,estabilidad, derechos sociales, y secundarios, precarios, sin garantas, en condiciones serviles, en ocasiones superpuesta a divisiones sociales (sexo, raza,edad), que acompaa a los procesos dinmicos del capitalismo, crean fronterasde derechos interiores ms acordes con sistemas de castas que con el ideal deciudadana. Tales rasgos no son simples adherencias al capitalismo sino aspectos constitutivos de su naturaleza.

    De este ltimo punto arranca una de las vetas ms interesantes de la crticadel socialismo marxista al capitalismo a la que no sera exagerado interpretarcomo una forma de republicanismo radicalmente igualitario que, junto a la afirmacin del ideario, participa de la conviccin de que ese ideario es irrealizablepara todos es incompatible con la sociedad capitalista.2'' Puesto que lospoderes de dominacin derivan directamente de las relaciones sociales de produccin, la dominacin puede entenderse con una relacin de clases. La estructura de clases de la sociedad capitalista tiene su traduccin no slo en unasformas de apropiacin de los resultados de la produccin, en el hecho de queunos se pueden apropiar de los frutos de lo producido por otros, sino tambinque segmentos importantes de la vida de unos estn controlados por otros. Paralo que aqu los interesa, exi-sten tres relaciones importantes derivadas de esadesigual distribucin de derechos de propiedad, de esa estructura de clases: a) larelacin distributiva, con consecuencias desigualitarias; b) Las relaciones conel proceso de produccin, que se traducen en diversas formas de dominacin;c) las relaciones con lo producido, que separa a los productores de lo que es elresultado de su trabajo. En la tradicin republicana, al menos, en sus versionesms radicales, la configuracin capitalista de esos tres procesos supona verdaderos peligros para la buena sociedad. La primera porque, adems de las consecuencias ya apuntadas para el sentimiento de comunidad, propicia una desigualdad que se entiende patolgica: los individuos que nada poseen se encuentranen peores condiciones para mirar limpiamente su vida, de formar autnomamente sus juicios. La segunda relacin implica dependencia y la dependenciaengendra el servilismo y venalidad, ahoga el germen de la virtud y preparainstrumentos adecuados a los designios de la ambicin.^'' Finalmente, la separacin entre el productor y el producto impide la autorrealizacin: el productor120 RIFP /23 (2004 )

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    Capi lal is ino y l ibeal ismo: un panorama

    no slo no es, en las horas de produccin, seor de su vida, sino que tampococontrola su obra; de un modo u otro, no puede desplegar el ejercicio de suscapacidades. En suma, las relaciones de produccin capitalista minan las condiciones de virtud, de autonoma (o de autogobierno) y de autorrealizacin. Es enese sentido en el que hay que entender la tradicional simpata republicana por lapropiedad de la tierra o por los artesanos: unos y otros disponen de unos ingresos que no dependen, inmediatamente, de sus amos; son dueos y seores desus tareas productivas y de su produccin.^^'En resumen, de diversas formas el mercado complica la realizacin delideal democrtico republicano: sus dispositivos motivacionales socavan el escenario cvico; la desigualdad desde la que funciona atenta inmediatamente contrala igualdad de poder y, no menos, contra el sentimiento de fraternidad; kisrelaciones de produccin que lo definen hacen improbable el autogobierno ypropician la arbitrariedad y el despotismo.-^

    Son compatibles capitalismo y republicanismo?En razn de lo que se acaba de ver no ha de extraar que las propuestas republicanas hayan mantenido una complicada relacin con el capitalismo. Desde elprincipio. A finales del XVlll, en lo que era una excelente conjuncin intelectual,con la revitalizacin del republicanismo y el nacimiento de la moderna economa poltica proliferan las propuestas de reforma econmica como las de Paine.Justo es decir que no todas presentan el mismo grado de vertebracin. Junto alas ms clsicas, diversas formas de asegurar a todos los ciudadanos pequeaspropiedades y de establecer refomias (leyes) agrarias,^'^ hay otras que, de unmodo u otro, suponen intervenir en el libre funcionamiento del mercado:limitaciones al comercio y control de los precios (James Burgh); comunidadesde tamao limitado y autogestionadas (Andrew Fletcher); colectivizacin de losmedios de produccin (Roben Wallace), incluso con la gestin en manos de laspequeas parroquias (Thomas Spence); propuestas para limitar la jomada detrabajo a cuatro horas y para abolir el dinero (John Lithgow).-'' Las propuestasson mltiples pero, las ms consolidadas, resultan variaciones en tomo a unascuantas ideas recuirentes: pequea propiedad, limitaciones a la desigualdad conmoderada riqueza para todos, cierto grado de descentralizacin.-"' En todo caso,andando el tiempo, las reflexiones ms maduras, en lo esencial, adoptarn suspuntos de vista segn los as[5ectos los principios que juzgan ms importantes en la propia tradicin republicana y segn su diagnostico sobre la nitu-raleza de la vinculacin entre los problemas examinados y el naciente capitalismo comercial. As, quienes confan en las vocaciones cvicas de los ciudadi-nos, asumen una idea fuerte de autorrealizacin o, en general, una visinoptimista de la naturaleza humana y critican el trazo fronterizo liberal entreRI FP /23 (2004) I 2 1

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    pblico y privado, y por ende entienden que tambin la produccin es un proceso poltico en donde el despotismo y la arbitrariedad no deben tener cabida,adoptan propuestas poco compatibles con el mercado capitalista. Es lo que su-cedena con la tradicin socialista, que, desde luego, no carece de propuestas.Desde esa perspectiva las patologas anteriores no seran puramente circunstanciales, acompaantes ocasionales del capitalismo, que cabra hacer desaparecersin atentar contra las caractersticas bsicas del modo de produccin: el sistemade produccin capitalista se sustentara en la dominacin, impedira el autogobierno y la autorrealizacin. Asumido ese diagnstico, la implicacin es inmediata: la cabal realizacin del ideal republicano slo se podra dar en un escenario social radicalmente distinto del capitalista.Con todo sera exagerado atribuir al republicanismo, salvo en sus vetasms explcitamente socialistas, un carcter explcitamente anticapitalista. Seaporque se parta de una versin minimalista del republicanismo, que, por elejemplo, juzga que la realizacin de autogobierno no es una condicin necesariade la materializacin social del proyecto republicano o que no cabe esperar, enlos comunes mortales, comportamientos cvicos o voluntades de autogobierno;sea porque se juzgue que el capitalismo suavizado s permite una razonablerealizacin del ideal republicano; sea, en fin, porque, aun si se cree que hay unaincompatibilidad normativa entre el republicanismo y el capitalismo, esto es,que la plena realizacin del primero pasa por la extincin del segundo, delmercado y/o de la propiedad privada, se asuma tambin que hay lugar para unacompatibilidad prctica, para una razonable convivencia, en tanto la plena realizacin del proyecto republicano tendra enormes costos sociales u otras consecuencias normativas indeseables que lo haran poco atractivo, el caso es que porlo comn las iniciativas republicanas no discuten el escenario de fondo ms omenos corregido del mercado capitalista. En todos esos casos, sin abordar elcambio radical del modo de organizacin de la vida productiva, se opta porpropuestas que, de un modo otro, buscan introducir instituciones, mecanismosde asignacin o sistemas distributivos que rompen parcialmente con los procedimientos propios del capitalismo, con los sistemas de autoridad y gestin enlas empresas, con los criterios de decisin (el beneficio, exclusivamente) o conlos principios de distribucin. En otros ocasiones, cuando no es mucha la confianza en la disposicin participativa de la ciudadana, se intenta establecer derechos sociales bienestaristas que aseguren que, por lo menos, se mitigan laspeores consecuencias distributivas del capitalismo, aun si no se contempla uncompromiso cvico en la defensa de esos derechos, ni que la mejor distribucincontribuya a su mayor autonoma o a su autorrealizacin de los ciudadanos.

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    Iniciativas republicanasLo dicho hasta ahora se refiere, fundamentalmente, a la historia. Obviamente, lamayor parte de las propuestas tradicionales la ley agraria, por ejemplosirven de poco en las sociedades contemporneas. La mirada atrs sirve, eso s,para identificar de qu modo las propuestas buscaban materializar los principiosrepublicanos y, en todo caso, anticipar otras que, con la misma inspiracin,resulten ms acordes con nuestros escenarios presentes. Y aqu hay que empezar por reconocer que el republicanismo, a diferencia de lo que sucede con laspropuestas ms directamente referidas a las instituciones polticas, est lejos depresentar un programa de propuestas, un proyecto, medianamente vertebrado.En las lneas que siguen se examinan diversas iniciativas desigualmente incompatibles con el capitalismo y, tambin, ms o menos compatibles entre sque han surgido en lo que laxamente se podra considerar la tradicin republicana.^' Cada de una de ellas, tal y como ahora las presentamos, se relaciona conun principio importante para la tradicin republicana, aunque, obviamente, sepueden justificar desde diversas perspectivas, desde distintos principios. As porejemplo, las propuestas de derechos sociales, bienestaristas, o de ingreso ciudadano se pueden justificar desde principios redistributivos, de sentimiento de comunidad, que rompe con el principio de yo te doy, si t me das, pero tambinse pueden justificar desde (facilitar) la participacin poltica, desde el compromiso con una comunidad que los ciudadanos porque los trata justamentereconocen como suya o, incluso, desde la autorrealizacin, en tanto, liberadoslos individuos del chantaje de la supervivencia, permite escoger tareas y planesde vida con cierto grado de autoiioma, al modo como lo anticipaba la Marquesa de Condorcet, Sophie de Grouchy, cuando escriba, en la edicin francesa deThe Theory of Moral Senments, que ella misma haba traducido, que: Unode los primeros objetivos de la ley debe ser crear y mantener una igualdad deriqueza entre los ciudadanos, que tendr como consecuencia, para cada unode ellos, sin excepcin, un grado de confort tal que las continuas preocupaciones por las necesidades de la vida y por los medios para encaradas no losvuelvan incapaces del grado de reflexin necesario para la perfeccin de todos los sentimientos naturales, y especialmente, el de humanidad.^^

    Ello no excluye, por supuesto, que, a favor de tales propuestas, se puedanencontrar otras razones no republicanas, como la eficiencia que, segn razones no desatendibles, acompaan a las propuestas de democracia econmica. Entodo caso, hay razones para pensar que, como se ver, las propuestas que siguen encuentran un fcil acomodo en la tradicin republicana (y tambin quecuando se miran de cerca y con atencin no son fciles de acomodar con losrasgos definitorios del liberalismo).^-' En ocasiones han buscado la realizacinde algn objetivo en particular, aunque, como se ver, inevitablemente tienenconsecuencias en diversos mbitos. Una propuesta redistributiva no slo suponeR I F P / 2 3 ( 2 0 0 4 ) 1 2 3

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    una mejora en el bienestar; por lo general, tambin propicia la autonoma de losindividuos, que no dependen de nadie en particular o de los azares de! mercado,e incluso pueden favorecer la participacin entre unos ciudadanos que se venliberados de tener atada su vida a las tareas de supervivencia y que, adems, sesienten ms comprometidos con una sociedad que, de este modo, los reconocecomo miembros. Vale decir que la importancia de destacar la compatibilidadcon la inspiracin republicana no debe tomarse como una cuestin escolsticasino por lo realmente importante: explorar las posibilidades de realizacin completa de un ideal emancipador.La radicaiidad de las propuestas depende del diagnostico sobre el modo deproduccin capitalista. Para unos, la tradicin que acaba por derivar en el socialismo radical, los problemas mencionados son consustanciales al capitalismo y,en la medida que atentan inevitablemente contra el ideal republicano, la realizacin de ste exigira por acabar con ese modo de produccin. La plena realizacin de los derechos sociales, que mitigan las desigualdades o las diversas formas de participacin en la direccin de los procesos productivos, que suponenel final de la alienacin, resultan poco acordes con los mecanismos (la desigualdad como incentivo, el sistema de derechos de propiedad y sus consecuenciasdominadoras) que rigen la produccin capitalista. Para las interpretaciones menos radicales los problemas no son consustanciales a la produccin capitalista,se pueden mitigar mediante procedimientos compensatorios o, en todo caso,aun si acompaan inevitablemente al capitalismo, no suponen una amenaza insalvable para una republicanismo que se entiende en su versin ms moderada.

    1. La propiedad republicana justificada a partir de la igualdad y la autonoma.-^ Se corresponde con una vieja tesis que vea en la comunidad de pequeospropietarios el mejor cimiento para la buena salud de la repblica.^^ Convieneprecisar que la propuesta propietarista no exige un compromiso con el capitalismo. Antes al contrario, con frecuencia supone una ruptura con sus justificacionesconvencionales. El propio Jefferson,-^'' al referirse a la propiedad de la tien-a, insista en que las consideraciones de eficiencia no pueden pasar por encima de lasde justicia.^' De hecho, la propiedad republicana presenta en alguna de sus versiones, caractersticas decididamente antimercado. As, en una formulacin modema,ha sido justificada apelando a la extensin a ios dominios econmicos del modelode ciudadana, lo que supone quebrar aspectos bsicos del mercado clsico: delmismo modo que los ciudadanos no pueden enajenar su derecho al voto no podran enajenar su propiedad; del mismo modo que entre los ciudadanos impera unprincipio de igualdad (un hombre, un voto) tampoco cabran distribuciones de-sigualitarias de la propiedad; del mismo modo que la nocin de ciudadana republicana parece exigir algn tipo de compromiso de participacin en la cosapblica, la propiedad republicana tendra que destinarse, en algn sentido, a unbuen uso social.^** Resulta inmediato lo lejos que esta idea de propiedad se sita de124 RI FP /23 (2004)

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    la que resulta propia de la sociedad capitalista.^' De hecho, anda bastante cerca dealgunas propuestas ms abajo, punto 5 de socialismo de mercado, con empresas propiedad de los trabajadores y gestionadas por ellos, pero con severasrestricciones para enajenar sus ttulos.*'2. Derechos sociales justificados a partir de la idea de comunidad poltica.La idea central de esta propuesta, que toma diversas formas, arranca de la conviccin de que una nocin plena de ciudadana no se agota en los derechosciviles (igualdad ante la ley) y polticos (participacin) sino que tambin requiere, para poder hablar en serio de pertenencia a la comunidad poltica, de uncierto nivel de bienestar. Esa conviccin se articula en diversas estrategias defundamentacin:'" la realizacin efectiva del ideal de participacin requiere provisin de medios para asegurar la autonoma de juicio, la correcta formacin delas preferencias o el sentimiento de formar parte de la misma comunidad; laestipulacin de un nuevo ideal de ciudadana, que incluye la garanta de unmnimo bienestar; la idea de que una provisin de bienestar es una condicinnecesaria para poder afirmar que una comunidad poltica trata a todos sus ciudadanos de tal modo que stos se reconocen como miembros de ella.''-

    3. Propuestasredistributivasjustificadas a partir de la autorrealizacin. Setrata de propuestas que, surgidas en el debate contemporneo sobre la igualdad,"*^defienden igualar las capacidades de los individuos para realizar el tipo de vidaque tienen razones para juzgar valiosas. En su trasfondo se reconocen la tesisaristotlica segn la cual el mximo bien para los seres humanos es la realizacinde sus posibilidades, de su naturaleza, reforzada ahora en una direccin igualitariaque reclama intervenciones pblicas. Frente a las concepciones de la igualdad(bienestaristas) que se concentran en igualar el grado de bienestar de las gentes, enel estado final que consiguen con los bienes que disponen, y las que se concentranel igualar los recursos, dejando a cada cual, segn su particular responsabilidad ycondiciones, transformar los recursos en bienestar, estas propuestas tratan de capturar los aspectosreferidosa las habilidades de los gentes pararealizaractos valiosos, para desarrollar su naturaleza, sus capacidades, entendidas como quehaceres de los individuos, y entre las que se incluyen muy fundamentalmente sucondicin de agentes polticos, de sujetos capaces de regiree por la ley ellos mismos, en la comunidad poltica, con otros. En otras ocasiones, la propuesta, msmodesta, buscaria igualar la libertad de los individuos para elegir entre distintosplanes de vida. De un modo u otro, los ciudadanos estan'an en condiciones deactualizar su potencial humano, el despliegue de sus talentos y, entre ellos, demodo muy fundamental, sus talentos cvicos.

    4. Ingreso incondicional permanente vinculado a la nocin de ciudada-na.'*'* Se trata, en este caso, de una puesta al da de la tesis que vimos defendera Paine. Los ciudadanos recibiran un ingreso peridico o de una sola vezen forma de dinero con independencia de cualquier otro ingreso que puedanobtener- y que garantizara un estndar de vida suficiente. La idea, antigua, se haR IF P /23 (2004 ) 1 2 5

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    visto revitalizada en el marco de los modernos debates de teora de la justicia.Las estrategias de justificacin han sido diversas, desde distintas perspectivas defilosofa poltica, incluida la tradicin republicana.'*^ Desde esta perspectiva, seentiende que el ingreso, amen de establecer una forma de participacin, igual, yno enajenable como la condicin de ciudadano, no como las acciones de unaempresa entre los ciudadanos, propicia un suelo mnimo que favorece lascondiciones de la buena comunidad poltica: favorece las condiciones de deliberacin, al liberar de dependencias personales, y de participacin, pues no todo eltiempo, inevitablemente, ha de estar dedicado a asegurar la supervivencia; losciudadanos, que tendran que decidir que hacer con sus ingresos, se sentiranresponsables de sus propios planes de vida; desaparecen algunas de las circunstancias de dominacin especficamente capitalistas, derivadas de dependenciaseconmicas condicionadas (al sometimiento personales frente a los padres, parejas o empresarios despticos que proporcionan los ingresos).5. Democracia econmica justificada a partir del autogobierno.'*^' Diversaspropuestas, procedentes de diferentes tradiciones emancipadoras, pero en lasque es fcil detectar tesis de inspiracin republicana, se muestran crticas con eltrazo liberal entre pblico y privado, que limita el ejercicio de la democracia alas instituciones pblicas, que excluye considerar como escenarios polticos laproduccin o la reproduccin. Tambin la empresa es un proceso de realizacinde actividades pblicas y en ellas se ocupan una parte importante de las actividades cooperativas de los ciudadanos.''^ Una concepcin mnimamente razonable de autogobierno no puede aceptar que hay una suerte de cotos privados endonde operan relaciones de dominacin. De ah que ciertas tradiciones radicaleshayan desarrollado diversas propuestas que apuestan por una mayor participacin de los trabajadores de autogestin en el control de los procesos quetienen que ver con sus actividades.'*" No falta en ellas una aguda reflexin porlas posibilidades de la virtud, por los resultados, procedentes de investigacionespsicobiolgicas, que muestran las disposiciones cooperativas de los seres humanos, y por los escenarios en donde ms fcilmente cuajan esas disposiciones.'*'^La organizacin en forma de unidades relativamente autnomas y autoorganiza-das donde resulta ms probable la aparicin de vnculos de pertenencia derivados de la mayor frecuencia de las interacciones y de la sensacin de estar en elmismo barco presenta apreciables ventajas frene a la empresa autoritaria yjerarquizada (si no policial), incluso desde el punto de vista de la eficiencia:disminuyen los problemas de desconfianza entre los que participan en el proceso productivo, tanto entre los gestores y los que ejecutan la tarea como en lasrelaciones horizontales, entre quienes realizan tareas parecidas (amn de que, enestos escenarios, resulta ms sencillo identificar a quienes evitan cooperar); seproduce un mejor aprovechamiento del conocimiento prctico y de transmisinde ese conocimiento; se ofrece la posibilidad de ensayar respuestas diversas yflexibles frente a los diversos retos productivos."'1 2 6 R I F P / 2 3 ( 2 0 0 4 )

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    Capitalismo y liberalismo: un panorama

    Aunque tenemos suficiente experiencia para saber que algunas de las anteriores propuestas desigualmente precisadas en sus perfiles, resultan realizables en la prctica y, de hecho, en algn grado, han sido realizadas, tampocofaltan las incertidumbres. En la medida que se alejan del mercado capitalista,que suponen violentar sus mecanismos de asignacin y distribucin, sus dispositivos (egosmo) motivacionales, sus criterios de decisin (el beneficio) o susestructuras de propiedad y las consiguientes estructuras de poder, los sistemasde autoridad y decisin de las empresas, aparecen dudas acerca de si serncapaces de cumplir algunas de las tareas que, mal que bien, el m ercado lleva alcabo. Ms complicado resulta el diagnstico acerca de su compatibilidad, sobretodo cuando se planten en radical discontinuidad con el capitalismo. Unos problemas son polticos: la realizacin de tales propuestas conlleva redistribucionesde poder y de renta que encuentran una natural resistencia en los segmentossociales privilegiados. Pero tambin hay dudas acerca de su estabilidad. En elmercado las desigualdades y el egosmo proporcionan un mecanismo de incentivos, la estructura de la propiedad asegura un marco legal para organizar losintercambios, el acceso a los recursos y, todo ello, conjuntamente, motivacionesy estructura jundica, asegura un mecanismo de disciplina social, junto con unosprecios que, sobre todo, operan como un sistema de seales que ayuda a coordinar los procesos econmicos, a saber qu, cuanto y para quin hay que producir. No tenemos la seguridad de que las propuestas que se alejan ms radicalmente del mercado estn en condiciones de proporcionar alternativas duraderasa esos procedimientos: si los humanos tienen dispositivos emocionales distintosdel egosmo (generosidad, sentimientos de justicia, reciprocidad) capaces deproporcionar combustible motivacional a la maquinaria social); si la posibilidadde autogobierno encuentra su equivalente en las disposiciones participativas; sies el caso que los humanos en particular, los trabajadores no prefierenunas actividades rutinarias y, en todo caso, autorrealizarse en otros mbitos desus vidas; si los diversos sistemas fiscales o de disposicin colectiva de la propiedad colectiva no plantean problemas de eficacia o de operatividad; si existeun mecanismo, como el que cumple los precios en el mercado, capaz de transmitir informacin sobre los costes y su variacin, sobre las preferencias de losconsumidores (si es posible preservar el mercado y, por ende, sus virtudes asig-nativas [eficiencia]), sin mantener las estructuras de propiedad capitalista (y sinque el mercado, por las razones ya consideradas, acabe por socavar la virtud).Desde luego, tampoco hay que creerse que el mercado ni siquiera el idealizado mercado de la teora econmica realiza esas tareas de modo impecable,aunque, por supuesto, eso nada nos dice acerca de la viabilidad de las alternativas. En todo caso, lo cierto es que sabemos cules son los problemas y que,como se acaba de ver, muchos de esos problemas se han encarado: la exploracin de los dispositivos motivacionales, los sistemas de propiedad, la vocacinparticipativa y la compatibilidad con el sistema de precios.R I F P / 2 3 ( 2 0 0 4 ) 1 2 7

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    NOTAS1. Una parte de este texto se ha incorporado a la introduccin de Flix Ovejero, Josep LlusMart, Roberto Gargarella (eds.), Nuevas ideas republicanas, Barcelona, Paids, 2004. Agradezco los comentarios de Mart, Gargarella y de Emest Weikert.2. Pocock (1975, 423-505; 1985); Sandel (1996: parte II) S. White (2000); Pettit (2002).R. Whatmorc ha bu.scado en Jean-Baptiste Say una economa poltica republicana, pero ni sucaracterizacin de esa economa poltica resulta suficiente ni, lo que es peor, Say acaba de entraren esa horma de economa poltica, vid. Whatmorc (2000), En general, hablar de economapoltica republicana es, .seguramente, un poco exagerado. Desde luego, carece de sentido si seentiende como una disciplina positiva, que intenta entender los procesos econmicos. Es ciertoque Harrington establece una serie de vnculos entre las estrticturas de propiedad de la tierra sudistribucin y tamao, sobre todo y las formas de gobierno. Pero, en el mejor de los casos, setrata de conjeturas acerca de las condiciones de funcionamiento de las instituciones polticas.

    Nada que, en rigor, se pueda calificar como teora econmica. Otra cosa es que, en la historia delpensamiento econmico, hay autores de inspiracin republicana que han realizado contribucionesa la teora econmica. William Petty, al que Marx, con alguna exageracin, con.sideraba el padre de la economa poltica, .sera un caso. Condorcet, que era un cientfico social mucho msmaduro, otro. En medio de ambos en el tiempo, los fisicratas, entre quienes tambin los hubocon simpatas republicanas, aun si en su mayon'a, en el rcpailo de papeles de la historia delpensamiento poltico, caen del lado liberal.Por lo dems, es razonable esperar que tales contribuciones se produjeran entie gentes interesadas en entender la sociedad. Pero eso no quiero decir que tuvieran una teora republicanade los procesos econmicos. Condorcet, quien funda los cimientos analticos de la teora de laeleccin social, y no pocos de los cimientos de lo que luego renacera como economa neoclsica, se decida, como cientfico social, a entender lo que pasa, pero no extrae de ellos consecuencias republicanas. En ese sentido, las calas histricas que aqu se harn se refieren a las propuestas republicanas nacidas entre los clsicos del pensamiento republicano contem porneo. Y .sehacen con la nica funcin de mostrar la inspiracin normativa y recalar en lo que nos interesa,las propuestas contemporneas.3. J. Harrington (1992) p. 235.4. J. Harrington (1992) pp. 101-ss.5. Una propuesta parecida tambin ha sido recuperada de.sde una perspectiva libertarianapor H.Steiner (1977).6. .hislicia Agraria (1797) en T. Paine (1990), pp. 102, 103 y 106.7. Paine hace unas elementales consideraciones de contabilidad nacional para determinar elmonto del fondo.8. Ejemplo paradigmtico son las distintas miradas acerca de comercio entre los republicanos do finales del XVIII. Debe destacase que el debate se refiere al comercio, que no es lomismo que el capitalismo (que tampoco es lo mismo que el mercado). Sobre ese debate; Honty Ignatieff (1983); P. Ardal et ai. (1984). Los antecedentes en; J.G.A. Pocock (1985) y D. Wool-ton (1994). La introduccin de Wootton a e.se volumen es una excelente reflexin .sobre ladificultad de asir conceptualmenle al republicanismo, ante la diversidad de posiciones y aun deprincipios; John Adams fue uno de los padres fundadores de la repblica americana, el segundopresidente de los Estados Unidos, y el autor de tres volmenes sobre republicanismo. Si inclusol no saba lo que las palabras significan, es claro que, al presentar un libro sobre republicanismo,nos enfrentamos a un .serio problema (p. I).

    9. Un repaso de las distintas opiniones econmicas de los republicanos ingleses en G. Clacys(1994), pp. 249-290. En un exceso de celo, entre los favorables. Clacys incluye a Thomas

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    Paine y, con ms cautelas, a John Thelwall; entre los crticos, a William Godwoii y Charles Hall.Dada la importancia de sus reflexiones sobre la virtud, algunos incluyen a Adam Siiiilh entre losrepublicanos elogiosos del mercado. Para la contraposicin con Rousseau, su distinta mirada sobre la bondad del mercado: M. IgnatietT (1985). El problema Adam Smith, la compatibilidad entre el terico del mercado {An Inquiry hito the Natiire and Causes of ihc Wcallli ofNalions) y el terico de la virtud (The Theory of Moral Seniinienls). es todava un inacabadodebate: S. Darwail (1999). La importancia de la teora de las virtudes, y la coherencia entre susdos obras ms conocidas, fue explorada por Ch. Griswold (1999). Ct'r. el debate suscitado a partirde esa obra y recogido en Perspective of PoH'i'-a! Siiercc, 30,3,-2001. La presentacin mssistemtica de la oinniones econmicas de Rousseau, mucho ms endebles, en J..1. Rousseau(1985). En contra de la general opinin acerca de la falta de consistencia de las opiniones delginebrino, B. Fridn (1998).10. Es la opinin de Montcsquieu. Montesquieu (1964), p. 546.11. The Rigltts ofNahire (1796) citado por G. Claeys (1994), pp. 266-268.

    12. ./l.v/cVM.rann, en Paine (1990), p. 101.13. No est de ms advertir que, al menos en los clsicos republicanos, por lo general, laaplicacin de los principios no alcanza al hogar: Por varias razones derivadas de la naturalezade las cosas, el padre debe m andar en la familia (J.J. Rousseau, 1983, p. 3).14. En e.sc sentido no .se puede dar la dominacin y sera compatible con el republicanismoen la versin de P. Pettit. Lo sera tambin en otro sentido: en la presuncin, por parte de Pcttit,de que la eslmctura de propiedad es justa. De otro modo no se entiende su crtica a las redistribuciones igualitarias porque en ellas el aumento de la igualdad se hace a costa del aumento de ladom inacin sobre los ricos (Pettit. 1997, p. 212). Ello .slo es posible si .se entiende que laestructura de distribucin es la adecuada y la redistribucin la violenta. No .se puede olvidar quela redistribucin de riqueza altera la estaictura de interferencias aceptables: si yo te compro tucasa no estar interferido al hacer uso de ella, para entrar. Una redistribucin de la rema, en lamedia medida que el dinero permite modificar las propiedades, es una modillcacin de la estnic-lura de interferencias. As las cosas, si se define, como hace Pettit, dominacin con interiercnciaarbitraria, sostener que la redistribucin igualitaria aumenta la dominacin es presumir que laestructura de interferencias esto es, la estructura de derechos de propiedad existente es correcta. Otra mirada republicana deben'a empezar por recordar que ni la estaiclura de propiedaddel mercado libre ni la redistribucin fiscal son naturales ni que, por tanto, la intromisinempiece con los impuestos. Las dos constituyen intromisiones y no hay razn para pensar que laprimera es ms justa que la segunda, cf Murphy, Nagel (2002).

    15. Esta brillante imagen como tantas .suya.s es de R. Nozik (1974).16. Si ,se adopta una descripcin idealizada del m ercado de trabajo, la propia de la economaneoclsica convencional, se puede ir ms lejos. En un mercado infinitamente llexible, de puracompetencia, los trabajadores, en el mercado laboral, siempre pueden encontrar trabajo a otrosalario ajienas ms bajo que aquel que les disgusta (no debera pasar desapercibido lo pen'crso deestas descripciones: en realidad, quienes bu.scan trabajo son los empresarios, que son los que lonecesitan; los que ofrecen trabajo son los trabajadores). En tales circunstancias de competencia,los trabajadores estn en condiciones de dar el portazo y, por tanto, no hay lugar para la dominacin. Si el trabajador siempre puede encontrar trabajo sin costes de exploracin, el empresario nopuede ser desptico (Gintis. 2000: 136 .ss.). De hecho, en esa descripcin idealizada, la relacin entre trabajo y capital es absolutamente simtrica, un simple intercambio; incluso se podradecir que es el trabajador quien contrata capital: En un mercado competitivo no importa realmente quin contrata a quin: dejemos pues que el trabajo contrate al capital, P. Samuclson(1957). Frente a esa idealizada y falsa mirada: S. Bowles y H. Gintis (1992) (los trabajos deBowles y Gintis, con .su preocupacin por el poder, la democracia, las normas, las motivaciones

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    humanas, son lo ms parecido a un programa de investigacin de economa poltica republicanaque cabra reconocer).17. Tambin depende de la idea de explotacin que manejemos. Si nos manejamos con laconcepcin estndar de la teora econmica, segn la cual existe explotacin cuando no se retribuye .segn la productividad marginal, no habra nada en contra de mercado perfecto (salvo queconsideremos que el mecanismo fundamental que permite el funcionamiento de los precios marginales es el ejercicio de la coercin). Si es la idea tradicional marxista, segn la cual, lostrabajadores son explotados si realizan plustrabajo, si los no trabajadores ,se apropian de una partedel producto neto, y habida cuenta de que los trabajadores no ceden ese plustrabajo voluntariamente, sino en razn del poder que confieren la propiedad de los medios de produccin, laexplotacin, inherente al capitalismo y a ese poder, sena condenable. En la concepcin neomar-xi.sta de J. Roemer (1989), segn la cual un individuo es explotado (en sentido capitalista) si susituacin mejorara con (situacin contrafctica) una distribucin igualitaria la propiedad de losmedios de produccin, las cosas no estaan tan claras. Desde luego, s estara condenada laexplotacin feudal, dado que en ella la situacin contrafctica es la ausencia de coercin (lalibertad formal).Otra va para valorar con menos optimismo la libertad en el capitalismo .sera la sugerida porG. Cohn (1988), .segn la cual, los trabajadores son forzados a vender .su fuerza de trabajo. Ideaque adquiere precisin cuando .se piensa la libertad como un juego de suma cero: cada uno de lostrabajadores es libre de escapar a su condicin, de ascender en la pirmide social, pero a condicin de que los dems no lo hagan a la vez.18. Por lo dems, el mercado real no es el mercado aqu descrito, el ideal de la teoraeconmica. En contra de lo que a veces .se dice, el problema no es de que en todo proceso deabstraccin se pierda realismo; es algo ms. No es que algunos de los supuestos de la teora seanfalsos, es que son imposibles: cfr. Ovejero (1992).

    19. La atencin que el republicanismo concede al poder exigira una mayor precisin delconcepto. Entre las rellexiones a tener en cuenta habra que incluir: el repaso analtico desde laniosofa poltica de P. Morris (1987); desde la sociologa, D. Wrong (1979); el excelente anlisis,de.sde la teora poltica, pero con sensibilidad analtica, de IVI. Stoppino (2001). Tambin merecera atencin la investigacin experimental de las relaciones de poder en los intercambios sociales.Por ejemplo, el trabajo de L. Molm, que establece una oportuna distincin entre el poder asociado a la recompensa y el poder coercitivo, distincin que debera .ser de mucho inters para losrepublicanos: L. Molm (1996).20. En ese sentido, el comportamiento egof.sta resulta ventajoso y tiende a cxtender.sc, apesar de las resistencias emocionales y normativas: S. Bowles (1998) y Ovejero (1998). Tambindebe tener.seen cuenta que el mercado refuerza ciertas estructuras psicolgicas, modos de mirar yestaicturar las experiencias en una direccin estrechamente calculadora (que, por ejemplo, llevana contemplar las relaciones humanas en trminos de coste y beneficio): R. Lae (1991).21 . Ovejero (2003i).22. La propia existencia de empresa es una anomala para la retrica del mercado capitalistacomo un sistema descentralizado de tomar decisiones. En realidad, se rige de modo opuesto a comosupuestamente funciona el mercado: es planificacin, autoridad, centralizacin, transacciones nomercantiles, normas. Sobre la presencia de los valores en el mercado, la fomiacin (endgena, contrala visin convencional de la teon'a econmica); A. Ben-ner, y L. Putterman (20(X)).23 . Esc proceso no obedece exclusivamente a razones tecnolgicas o de eficiencia; responde muy fundamentalmente al intento de asegurar el control de los empresarios sobre los trabaja

    dores y .sobre el proceso de trabajo: S. Marglin (1974). Para una historia con sensibilidad demo-crtico-republicana del mundo del trabajo: D. Montgomery (1997).24 . Un debate reciente de la relacin entre republicanismo y socialismo, S. Veca y M.

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    Viroli, Rcpubblicanesimo c Iradizionc socialista: dialogo posible? (hUp://www.donuisma7.zi-niana.it/ami/pm/zero3/veca.hlm). Sobre la continuidad del socialismo respecto al rcpublicani.smo.en sus vetas ms democrticas, cl'r. el clsico A. Rcsenberg (1981). Y ms recientemente. Eloy(2002). El clsico ensayo de Rosenberg, centrado en los proceso revolucionarios, desde la Revolucin Francesa, por razones, obvias, resulta muy continental, casi exclusivamente centrado enAlemania y Francia. La continuidad entre las herencias ms radicales de la revolucin francesa yel socialismo (Babeuf, Blanc) es el arranque del revisionismo contra la historiografa marxis-la-jacobina de F. Furet, Furet (1980); asimismo, cfr. su entrada Historia universitaria de larevolucin Francesa, en F. Furet y M. Ozouf (1989). Textos que deben aquilatarse con: E.Hobsbawm (1992). Una exposicin del debate sobre el debate en F. Benigno (2000). pp. 30 yss. Aunque menos estudiada, la continuidadrepublicanismo-sociali.smotambin se encuentra enla tradicin inglesa: M. Bevir (2000). Por lo dems, la herencia republicana de Marx ha .sido bienexplorada por A. Levine (1993). Para notables y breves sistematizaciones del Marx demcrataradical: Gilbeit (1986) y (1993).

    25 . T. Jefferson(1972), 165.26. Conviene en todo caso sealar una dificultad: la idea de propiedad, prccisamcnie paraprotegerse frente a interferencias, aparece, al menos en la tradicin norteamericana, asociadaantes al kceping que al having, a proteger ms que a proporcionar dotaciones. Desde ah noes sencilla la transicin al las redistribuciones bienestaristas y. en general, a cualquier intervencin gubernam ental, cf F. Michelinan (1987, 1.319-s).27 . La distincin analtica entre disposiciones e instituciones (o estiucturas, para expresarse a la antigua), no impide reconocer que las instituciones su diseo refuerzan o reprimenlas disposiciones (Ovejero, 2002, cap. V). Ms en general, ,se podra decir que las in,stitucionesrepublicanas requieren ciertas disposiciones y que, a .su vez, stas slo pueden desarrollarse si sedan ciertos escenarios sociales c in.stitucionales republicano.s (Giner. 2(X)2). Un problema quetambin se da en las instituciones liberales y que en buena parte explica la necesidad deencastillar los derechos desde fuera de la comunidad poltica: si no cabe confiar en el compromiso cvico, se hace necesario asegurar los derechos frente a la democracia (Ovejero, 2003/;).28. Las ideas de Paine, m.s arriba expuestas, resumen un mtxlelo que .se repetir con l're-cuencia: la tierra es propiedad comn de la especie humana; slo lo que es resultado del trabajoaadido, la mejora, es propiedad privada (aun si ,se reconoceque no hay modo de determinar quees lo aportado, lo aadido, por el productor); las herencias, no la industria, son la mayor fuentede desigualdad inaceptable; es necesario un impuesto corrector que restituya a la comunidad suparte y limite las desigualdades.29. G. Claeys(1994).30. Todos .se reconoceran en las palabras de Montesquieu: No basta, en una buena democracia, que los pedazos de tierra sean iguales: es preciso que sean pequeos, Montesquieu(1964), p. 546. A partir de ah empiezan las discrepancias: acerca del comercio, acerca de lasvirtudes .socialmente relevantes.31 . En todo ca.so, hay razones para pensar que las propuestas que siguen encuentran un fcilacomodo en la tradicin republicana. En ocasiones han bu.scado la realizacin de algn objetivoen particular, aunque, como se ver, inevitablemente tienen con.secuencias en diversos mbitos.Una propuesta redistributiva no slo supone una mejora en el bienestar; tambin puede propiciarla autonoma de los ciudadanos pobres, que disminuirn .su deixndencia material de alguien enparticular o de los azares del mercado; incluso puede favorecer la participacin entre irnos ciudadanos que se ven liberados de tener atada su vida a las tarcas de supei-vivcncia y que, adems, se

    sienten ms comprometidos con una .sociedad que, de este itiodo, los reconoce como miembros.32. S. De Grouchy, Lcllres Cabanis .sur la thorie des .senUmcnts moraux, en A. Smith.Tliorie des seiilimciUs inornux oii essai analylique des jiificmens qtie portcnl naiircllemenl es

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    r'elix Ov'j'rii LiKishommes, d'ahord sur les iclioiis des aiilres, et eiisuile su r leurs propres actions, Pars, 1830 (e.o.1796), p. 312, citado por Livesey (2001, p. 54),33. Es obligado advertir que algunas de estas propuestas tambin han encontrado defensasprocedentes de las lilas de los liberales igualitarios. Circunstancia que tampoco debe extraar (yno slo porque, en ocasiones, cuando los liberales igualitarios hacen propuestas, el nico eslabnque parece unirlas con el ncleo duro del pensamiento liberal parece ser la buena voluntad de .susautores). No cabe descuidar que una misma propuesta se puede defender por razones dispares, almodo como un puede .ser vegetariano por razones gastronmicas, porque no le gusta la canie,por razones sanitarias, para evitar ingerir ciertas sustancias, o por razones ticas, por no infringirsufrimiento a otra especie.34. De lodos modos, no debe olvidarse que la idea de propiedad que acaba por tomarcuerpo en las constituciones es la que est en la base del sistema capitalista, en la repblica delmercado de los federalistas, por ejemplo: Cfr. Jennifer Nedelsky (1993), pp. 67 .ss.35. Conviene advertir que en Francia, por las e.spect1cas condiciones del campo francs, no.se produce esa mitificacion del yeomcn como garanta de una ciudadana independiente (lanica excepcin es el movimiento a favor de la divisin de las tierras comunales, parlage, que .seextingui con el 18 Bmmario, y que dio pie a un interesante debate acerca de la relacin entreorganizacin econmica y libertad poltica), c. J. Livesey (2001, pp. 127 ss,).36. Exi.stc una inacabada controversia acerca de la visin de Jeffenson del capitalismo. Unos(Gibbson, 2000, en la formulacin ms reciente) destacan su rechazo hacia la lgica del beneficioprivado y sus malas consecuencias desde el punto do vista de la virtud cvica. Otros recuerdan.sus elogios a un sistema capaz de producir abundantes recursos (Dienstag, 1996). Un rcpa.sodetenido de esa contriversia es el de Katz (2003), quien, por su parte, so.stiene que el rechazo deJeffer.son no es al comercio com o tal, sino a la relacin de dependencia salarial, al mercado detrabajo, para decirlo en trminos modernos. Rechazo que Kaz entiende como de raz liberallockeana.37 . Si para estimular la laboriosidad permitimos que sea objeto de apropiacin, hemos decuidar que exisla otra ocupacin para los excluidos de ella. Si no lo hacemos, el derecho fundamental a cultiva]' la tierra retorna a los desemplados (carta a Madison, 28-oct. 1795 Jefferson(1999), p. 107).38 . Willian Simn (1991) y A. Reed Amar (1990). En ese mismo sentido, en versin moderna de la tierra comn de Paine, cabra entender la propuesta de raz igualitaria de J. Meadc deun dividendo stKial financiado por un fondo de comunidad; vid. Meade (1989).39. Una refinada revisin de las ideas de propiedad, todas ellas, de jacto, .sometidas a distintas obligaciones .sociales, en J.W. Singer (2000).40. J. R'oemcr(1995).

    41. Vase T.H. Marshall, Citizenship and Social Class (1949), en Marshall (1973),C. Sunsiein (1990), S. White (2000/j), L.C. Bressser-Pereira (2001), M.C. Ponthoreau (1991),C. Fabrc (1998, 2000). Por lo general, la fijacin constitucional aparece porque se dcsconlTa de lavirtud cvica de los ciudadanos, de la democracia al fin. Asumir que existen dificultades paracomprometerse colectivamente en la garanta de los derechos no deja de plantear probleinasconceptuales al republicanismo.42. Una sociedad no puede afimiar que trata a todos sus ciudadanos com o iguales o com omiembros a menos que les proporcione unas estaicturas socioeconmicas tales que todos estarande acuerdo en vivir en ella J. Waldron (1993), p. 282. Para una aguda fundamentacin filosfica, vca.seE. Tugendhat (1991).43. Esta veta ha sido explorada .sobre todo por A. Sen, vid. Sen (1985, 1995). Do todosmodos. Sen ha destacado que sus puntos do vista no .se corresponden con el republicanismo, almenos con el de la no-dominacin. Para Sen el incapacitado ayudado por gentes bien dispuestas

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    es libre, tiene la capacidad (de salir de su casa). Para Pettit ese mismo individuo no lo es (esl'avour-dependent). Cl'. la replica de Sen al intento de P. Pettit (2001) de asimilar su propuestadistributiva a la idea de libertad como no dominacin: A. Sen (2001).De todos modos quien ha desanollado ms explfcitamcnte la conexin clsica (republicana)ha sido: M. Nu.ssbaum (1988) y (1990). Para una crtica: R. Mulgan (2000). La rplica deNu.ssbauin en ese mismo nmero: Nussbaum (2000), rplica en la que, entre otras cosas, vale lapena destacar la defensa de la idea democrtica en Aristteles y .su relacin con Marx.44. Hay diversas propuestas, pero la ms elaborada es la de P. Van Parijs (1995). La relacin con el republicanismo ha sido sugerida en F. Ovejero (1997) D. Ravcnts (1999; 2001) y S.W hitc (2()00(i; 2002).45. Incluso cabra pensar cl limdamentaciones hayekianas. Hayek no sera del todo ajeno acierta interpretacin republicana, al menos si se tiene en cuenta su idea de la ley con un mo do decom batir la arbitrariedad (en su caso, la m ayor amenaza de introm isisn procede de las mayoras[1982 pp. 27-28]). En esa obra reaparece de nuevo ,su clsica propuesta de ingreso garantizadociudadano, compatible con su liberalismo (pp. 168). Despus de todo, Hayek consideraba aCicern la principal autoridad del moderno liberali.smo (1960, pp. 166-167). Alguna idea enese sentido en R. Bellamy (1994).46. Va.se S. Bowles y H. G intis (1993).47. No podemos olvidar aqu la excelente argumentacin (liberal) de R. Dahl a favor dela paiticipacin de los trabajadores en el control de la.s empresas: si la democracia est justificada para gobernar el Estado, tambin debe estar justillcada para gobernar las empresas, R. Dahl(1985, p. 110).48. Y adems superar algunos problemas de eficiencia derivados de los piwbleinas de conllan-za, F. Kaen, A. Kaufman y L. Zacharias (1988), M. Kitson, R. Martin y F. Wilkin,son (2000), A.Recio (2001). Desde una iierspectiva ms general, sobre la |X).sibilidad de que un proyecto socialigualitario y pailicipativo, resuelva lo,s problemas de confianza e infomiacin que tiene cl sistemacapitalista: S. Bowles, H. Gintis y B. Gustaftson (1993), S. Bowles y H. Gintis (1998), T.M. Wilkin-son (20{X)), J. Stiglitz (1997), T. Wcisskopf (1992), D. Schweickait (1980) (1993) y (2002).49. Es el caso ejemplar del interesante programa de investigacin acerca del homo recipro-cans realizado por Bowles y Gintis, en conexin con biolgicos y cognitivistas. E.ste modelohumano les parece ms realista, adems de ms interesante normativamente, que el homo oeco-nomiciis que acompaa h abitualmentc a la tesis liberales y que sirve tanto para jus tifica r la apatapoli'tica C01T10 la bondad de no entrometerse en su.s asuntos privados, c fr. S. Bow les, R., Boy d ,E. Fchr y H. Gintis (1997) y S. Bowles y H. Gintis (2001).50 . Quiz aqu habra lugar para aadir otro tipo de propuestas relacionadas con la propie

    dad de lo.s medios de produccin justificada en alguna forma de autosullciencia o independenciaeconmica. Se encuadraran aqu propuestas fronterizas en ocasiones con las mencionadas enel punto anterior que ponen el acento en la propiedad en diverso grado y de diversas formas de medios de subsistencia. En algunos casos se trata de recuperar bajo nuevas formas lapropiedad del clsico ideal republicano, que aseguraba la independencia de los ciudadanos; enotros, de formas de redistribucin de la propiedad (acciones, fondos de pensiones); en otras, deasegurar a los individuos a travs de diver.sas combinaciones de salarios, familias, trasferenciaspblicas y prov isin propia de bienes y ,servicio,s la gestin de un m i'nimo nivel de vida que lesperm ita cl autogobierno (.1. Gard iner, 2000) y en otros, son propuestas directas de soc ializac inde los medios de produccin: la empresa gestionada (lor los trabajadores es quiz el ejemploms conocido de propiedad social republicana (cfr. J. Roemer, 1995, p. 37. Sobre su propuestade socialismo de mercado, cfr. P. Bardhan y J. Roemer, 1995. y .1 . Roemer y E.O. Wright, 1996).

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    Flix Ovejero es doctor en Ciencia.'; Econm icas. Esludios posldoctorales en las Universidades de Chicago (Centerfor Ethics. Rationalily and Society) y Madi.ion. Profciorde tica y Economa y Metodologa de las Ciencias Sociales de la Universidad deBarcelona. Es autor de D e la naturaleza ele la sociedad (1987), Intereses de todos,acciones de cada uno (I9S9), Economa, tica y mercado (1994), La quimerafrtil (1994), Razones para el socialismo (con Roberto G argarella, 2001), Nuevasideas republicanas (con R. Gargarella y Jo.t Luis Mart, 2003), El recurso del mtodo (2004) y Socialismo despus del socialismo (en prensa), [email protected]

    mailto:[email protected]:[email protected]