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Convento e iglesia de San Francisco. Cortesía del Fondo Fotográfico de Jorge Amaya. Historia Social 33 34 Historia Social Capellanías del Convento San Diego: Auge Minero y Élites en el Real de Minas de Tegucigalpa durante el siglo XVIII Por Mirian Leavel Fernández Sagastume 1 1. Docente e Investigadora en el departamento de Historia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Los Franciscanos se constituyeron como una de las primeras órdenes religiosas en hacer presencia en Honduras y la primera orden religiosa en edificar su convento en el Real de Minas de Tegucigalpa, bajo la advocación de San Diego de Alcalá. El incremento de la explotación minera atrajo a pobladores españoles, quienes se consolidarán como elite pudiente que posteriormente, durante los siglos XVII y XVIII, legaron a la iglesia cuantiosos bienes, ya sea mediante escritura o testamento. Fundando capellanías dando como garantía tierras, ganados, trapiches, esclavos, ornamentos de plata, imágenes, etc. el convento e iglesia fueron enriquecidos y las misas por almas de los fundadores de estas capellanías garantizarían también el bienestar material del clero. Palabras claves: capellanías, elites, patrono, inquilino, censo. Resumen Abstract Franciscans were established as one of the first religious orders to make presence in Honduras and the first religious order in building their convent in the Real de Minas de Tegucigalpa, under the dedication of San Diego de Alcalá. The increase in mining attracted Spanish settlers, who will be consolidated as a wealthy elite that later, during the seventeenth and eighteenth centuries, bequeathed to the church substantial assets, either by writing or Wills. Founding chaplaincies giving as collateral lands, cattle, trapiches, slaves, silver ornaments, images, etc., the convent and church were enriched and the massesforsoulsofthefoundersofthese chaplaincies would also guarantee the material welfare of the clergy. Keywords: chaplaincies, elites, patron, tenant, census.

Capellanías del Convento San Diego

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Convento e iglesia de San Francisco. Cortesía del Fondo Fotográfico de Jorge Amaya.

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Historia Social

Capellanías del Convento San Diego: Auge Minero y Élites en elReal de Minas de Tegucigalpa durante el siglo XVIII Por Mirian Leavel Fernández Sagastume1

1. Docente e Investigadora en el departamento de Historia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Los Franciscanos se constituyeron como una de las primeras órdenes religiosas en hacer presencia en Honduras y la primera orden religiosa en edificar su convento en el Real de Minas de Tegucigalpa, bajo la advocación de San Diego de Alcalá.

El incremento de la explotación minera atrajo a pobladores españoles, quienes se consolidarán como elite pudiente que posteriormente, durante los siglos XVII y XVIII, legaron a la iglesia cuantiosos bienes, ya sea mediante escritura o testamento. Fundando capellanías dando como garantía tierras, ganados, trapiches, esclavos, ornamentos de plata, imágenes, etc. el convento e iglesia fueron enriquecidos y las misas por almas de los fundadores de estas capellanías garantizarían también el bienestar material del clero.

Palabras claves: capellanías, elites, patrono, inquilino, censo.

Resumen AbstractFranciscans were established

as one of the first religious orders to make presence in Honduras and the first religious order in building their convent in the Real de Minas de Tegucigalpa, under the dedication of San Diego de Alcalá.

The increase in mining attracted Spanish settlers, who will be consolidated as a wealthy elite that later, during the seventeenth and eighteenth centuries, bequeathed to the church substantial assets, either by writing or Wills. Founding chaplaincies giving as collateral lands, cattle, trapiches, slaves, silver ornaments, images, etc., the convent and church were enriched and the masses for souls of the founders of these chaplaincies would also guarantee the material welfare of the clergy.

Keywords: chaplaincies, elites, patron, tenant, census.

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Introducción Iglesia en Honduras: Historiografía1 2El presente trabajo tiene como objetivo dar

a conocer un tema muy poco estudiado en la historia eclesiástica de Honduras durante la época colonial: las capellanías, esos fondos que fueron otorgados a la iglesia por testamentos o por escrituras ante escribanos. Dependía de la voluntad, los motivos y sobre todo la capacidad económica del otorgante para legar diversos bienes: dinero, tierras, ganado, esclavos etc.

La selección del convento de San Diego del Real de Minas de Tegucigalpa como objeto de estudio, se debió a varias razones. Primero, el tema de los franciscanos poco se ha investigado, contrario a la orden de La Merced, de la que sí hay aportes. Segundo, la disponibilidad de documentos, principalmente testamentos y escrituras. Tercero, dar continuidad al tema para comprender el contexto y las condiciones geográficas para el establecimiento de conventos básicamente en el centro, sur y oriente de Honduras y cuarto, complementar y dar un visión de conjunto con otros trabajos que he realizado sobre esta orden religiosa, escasamente investigada, pero con una presencia muy importante en los valles y montañas de Yoro y Olancho, en donde fundaron misiones a partir de 1611 y luego en 1700 el Colegio de Propaganda Fide hasta los conventos en los centros urbanos. Estos funcionaron con fondos de obras pías, principalmente cofradías y capellanías, y con ellos el pueblo y las elites manifestaron su acompañamiento económico y espiritual a vivos y muertos.

Desde inicios del periodo colonial la Iglesia desempeñó un papel importante en todos los aspectos: administrativo, económico y sobre todo ideológico. El objetivo fundamental era la conversión de los indígenas a la nueva fe cristiana. Es por eso que las encomiendas debían tener curas doctrineros, si bien, para ello el número de frailes en Honduras fue escaso desde el principio, tal como lo manifiestan las numerosas cartas del obispo Cristóbal de Pedraza. Posteriormente llegan las órdenes religiosas de los mercedarios y franciscanos, quienes mantendrían su presencia hegemónica en la provincia, edificando sus casas conventuales e iglesias. Para 1574, los franciscanos ya tenían establecidos los primeros conventos en San Andrés de Nacaome, Nuestra Señora de las Nieves en Amapala, el Convento San Diego en Tegucigalpa y el Convento San Antonio en Comayagua. Este último les permitirá la creación de la custodia de Santa Catarina Mártir. Por su parte los

mercedarios para finales de ese mismo siglo ya se encontraban ubicados en Trujillo, en el valle de Tencoa, Gracias y Comayagua. Posteriormente se ubicaron en Santa Lucía y luego se trasladaron al Real de Minas de Tegucigalpa. Al final del período de conquista existe ya una organización eclesiástica donde se manifiesta la jurisdicción y distribución de estas dos órdenes: franciscanos en lo que hoy corresponde al sur, centro y oriente de Honduras, y mercedarios en el sur, centro y occidente. Hasta el momento no se tiene comprobado la presencia de conventos e iglesias franciscanas en el occidente de Honduras, pero sí está presente su influencia en la iconografía. Un claro ejemplo se encuentra en la fachada de la iglesia de Colohete.

El trabajo misionero y doctrinal se dio inicialmente entre los indígenas y posteriormente mestizos y criollos. Fue constante la preocupación de los obispos y las órdenes religiosas por que

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los indios aprendieran la nueva fe cristiana. Por esa razón se crean escuelas para que aprendan la doctrina católica. A mediados del siglo XVI, las ordenanzas reales mandan que los indios aprendan el castellano, pero ante los pocos resultados los sacerdotes se vieron obligados a aprender las lenguas indígenas. Estas escuelas inicialmente eran para varones, principalmente para los hijos de los caciques. Muy tardíamente en el siglo XVIII se insistió por parte de los prelados diocesanos que se establecieran escuelas en las casas parroquiales de los pueblos de indios en las que se impartió el catecismo como materia única (Palma Murga, 1993).

El tema acerca del papel de la Iglesia en Centro América y particularmente en nuestro país durante la colonia ha sido abordado por diversos autores, desde las crónicas del siglo XVI, donde destacan el trabajo de los curas en los primeros años de la conquista, hasta la bibliografía de diversos autores actuales. Importante es el estudio de José

Cecilio del Valle en su Memoria de la educación en Honduras. También está el trabajo de Rafael Bardales (1957) con apuntes importantes sobre los antecedentes de la educación. En el ámbito cultural y artístico religioso, Mario Felipe Martínez Castillo publicó varios libros referentes al tema de la Iglesia Católica en el período colonial en Honduras. Muchos de sus aportes van desde la educación (con su ensayo acerca de la fundación del Colegio Tridentino de Comayagua) así como la transcripción y publicación de varios documentos coloniales paleografiados íntegros o en los apéndices de sus trabajos.

Otro autor es Marcos Carías (1991), que, aunque no profundiza en el periodo colonial, sí brinda más detalles de la Iglesia desde 1821 hasta 1975. Por su parte, José María Tojeira (1990) profundiza más en las relaciones Iglesia-Estado y la problemática entre el clero regular y el clero secular. Para el siglo XVIII hace una caracterización social y económica haciendo énfasis

en el crecimiento económico de la iglesia proveniente de los fondos de capellanías y cofradías además de las limosnas. Interesantes son sus aportes sobre cultura y otras realizaciones de la iglesia, principalmente durante el periodo del franciscano Guadalupe López, y la preocupación de las elites por tener casas de estudios y los aportes de la iglesia a la cultura popular. Este último tema también es abordado por Leticia Oyuela en sus diversos libros que nos permiten introducirnos al estudio de las mentalidades de la época.

La Revista del Archivo y Biblioteca Nacional es un recurso muy importante porque en ella se publicaron documentos relativos a la fundación de instituciones educativas por parte del clero secular y regular. Por su parte, Evelio Inestroza (2003), en su libro La Escuela Hondureña en el siglo XIX, tiene un apartado sobre la educación en el periodo colonial, especialmente las escuelas en pueblos de indios a finales del siglo XVIII.

En su libro Fuentes y bibliografía para el estudio de la historia de la Iglesia en Honduras, Rolando Sierra (1993) dividió en tres apartados los libros, materiales mimeografiados e inéditos, revistas, boletines y periódicos y los documentos de la conferencia episcopal de Honduras. Del mismo autor es el libro Iglesia y Liberalismo en Honduras en el siglo XIX con dos importantes trabajos: “Clero y política en Honduras: el padre Francisco Antonio Márquez”, y el segundo: “La reorganización de la iglesia ante el estado Liberal: El Sínodo diocesano de Comayagua de 1890” (Sierra, 1993).

La tesis de licenciatura en Historia de la UNAH t i t u l a d a : “ Características y funcionamiento de las capellanías en el obispado de Comayagua (1770-1779)” (Ucles, 1986) constituye también un valioso aporte a la historia eclesiástica del siglo XVIII. Otra importante fuente es el censo del padre Antonio R. Vallejo (1997), con datos demográficos sobre curatos,

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cofradías y capellanías: censos desde 1791 hasta 1889.

José Reina Valenzuela (1990) por su parte, es el autor de dos tomos sobre historia de la Iglesia. El primer tomo trata sobre los intentos de organización eclesiástica en el siglo XVI y la llegada de las primeras órdenes religiosas. El segundo tomo abarca dos temas: las misiones en la Taguzgalpa y las actividades de los obispos destacando la ciudad de Comayagua como sede del Obispado. No brinda detalles sobre los curatos y doctrinas en el norte y occidente de Honduras, muy importantes para comprender la administración y jurisdicción eclesiástica del obispado. Víctor Cruz Reyes tiene dos trabajos importantes sobre el tema el primero sobre las escuelas de primeras letras y el segundo sobre el papel de la mujer en la educación (Cruz Reyes, 2002; 2008).

Con respecto al contexto centroamericano, el tema de la secularización ha sido abordado en el contexto

general del Reino de Guatemala en investigaciones realizadas sobre todo por autores extranjeros, como Cristophe Belaubre en La educación en el Reino de Guatemala: primeros pasos hacia una secularización de la enseñanza (1759-1821).

Para la temática de las Reformas de los Borbones, es ampliamente recomendado el trabajo: “Gobierno y Sociedad en Centroamérica: 1608 – 1840)”, de Miles Wortman (1991), donde se compara el desarrollo de los sistemas de gobierno de los Habsburgo y los Borbones y las consecuencias que tuvieron para la economía y la sociedad de la Centroamérica española.

Las Reformas Borbónicas se plantearon el control de la Iglesia, que incluyó también las propiedades. En la década de los años cuarenta del Siglo XVIII, la Corona ordenó

“…que todas las órdenes religiosas-masculinas y femeninas-presentaran informe sobre el estado material de cada una de ellas, así como los capitales que poseían…” (Wortman, 1991: 292).

Estas, a través de las cofradías, participaban en la distribución de la riqueza con unos 200 mil pesos colocados en préstamos y un poco más de 50 mil cabezas de ganado (Carias, 1991).

En su artículo: “Del capellán al arzobispo: acercamiento a la terminología de la jerarquía y de las funciones eclesiásticas en la diócesis de Guatemala (Siglo XVIII)” 1, Belaubre aborda el problema de la naturaleza de las taxonomías en uso para estudiar el clero y su significado para los que las construyen y para los que las usan durante el siglo XVIII, así como los principios de diferenciación social. El XVIII es denominado como el siglo de las luces en el aspecto académico, contrario a la decadencia, pestes y hambrunas del siglo anterior. El descubrimiento de nuevas vetas mineras en la Alcaldía mayor de Tegucigalpa hace que se desarrolle un comercio dinámico.

En términos generales

la sociedad que inaugura el nuevo siglo borbónico era marcadamente rural, con predominio de mulatos, pardos y mestizos (Sagastume, 2003). Los Borbones encaminaron sus medidas al aprovechamiento de los abundantes recursos de América, la centralización del poder a través de la creación de las intendencias, construcción de fortalezas en el Caribe para frenar el contrabando y evitar el ataque de piratas y mejorar la calidad de la educación en el reino, que era liderada por la Universidad San Carlos de Guatemala y por supuesto tenía un fuerte contenido teológico. Tal como explica Belaubre, “…podemos también suponer que hubo un esfuerzo colectivo para elevar la cultura en todos los niveles del Reino: difusión de libros y folletos, debates en tertulias sobre el arte de enseñar, fomento de colegios, afrancesamiento de los comportamientos en las diversiones públicas, etc…” 2

El reformismo ilustrado,

http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php La educación en el Reino de Guatemala: primeros pasos hacia una secularización de la enseñanza (1759-1821) en http://afehc-historia-centroamericana.org

1.2.

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principalmente durante el periodo de Carlos III y Fernando VI, se encaminó a romper los lazos de dependencia con la iglesia a partir de la firma del Concordato con el Vaticano en 1753, dando a la Corona la potestad para controlar las hermandades religiosas, cofradías y capellanías y así acceder a estos recursos que al final fueron intervenidos con la desamortización de los bienes eclesiásticos, para ser

No existe evidencia documental que nos indique la fundación formal de Tegucigalpa, pero sí se sabe que con el descubrimiento de ricos yacimientos de plata finales del siglo XVI la región fue poblándose paulatinamente por españoles. Tegucigalpa fue erigida como Alcaldía Mayor en 1578 y es para los siguientes siglos el más importante centro minero en la Capitanía General de Guatemala. En 1743, el entonces Alcalde Mayor Baltazar Ortiz de Letona en su Relación Geográfica 3, indica que Tegucigalpa comprende los siguientes partidos:

trasladados del clero regular al secular. De esta manera los cuantiosos bienes (haciendas, minas, tierras y hasta esclavos) fortalecerán económicamente al clero diocesano y del poder episcopal en general. Se trata de imponerse como monarquía y tener el control de sus dominios coloniales reafirmando su poder político, que la iglesia había compartido en el reinado de los Habsburgo. Se rompe esta unión y se reorientan las medidas a nuevos modelos y patrones de conductas.

Real de Minas de Tegucigalpa 3

1. Tegucigalpa: 100 españoles, 890 negros y mulatos, 54 indios en Tegucigalpa, 186 indios en Comayagüela y 18 en Támara. 2. Cantarranas: 50 españoles, 30 mestizos, 130 negros

y mulatos.3. Danlí: 1,200 personas de confesión, 90 españoles, otros tantos mestizos y los demás negros y mulatos y el pueblo de indios de Teopazenti, que se compone de setenta indios e indias de confesión. 4. Choluteca: 78 españoles, 130 mestizos y 400 negros y mulatos pueblos de indios: Texíguat 550 indios, Linaca 36 personas, Orocuina 22 y Yusguare todos de confesión de uno y otro sexo. 5. Nacaome: no hay españoles, hay entre 300 a 400 negros y mulatos. Pespire: 12 indios de confesión. 6. Ojojona: 218 indios e indias de confesión, Lepaterique 225 indios, Santa Ana 176 indios, 70 españoles, 112 mestizos y 500 negros y mulatos. 7. Doctina de Aguanqueterique 224 mulatos, indios de Aguanqueterique 82, Locterique 18, Curarén 224, Alubarén 136, Reitoca 110. 8. Doctrina de Orica: corta feligresía; Tatumbla 28 indios, Orica 18, Agalteca 12, Santa Lucía 35 negros y mulatos ,18 mulatos en el pueblo de [ilegible]9. Doctrina de Goascorán: 42 personas, Langue 94,

Aramecina 18, Valle de Santa Inés 300 mulatos.Resume que en toda la jurisdicción hay doce compañías de

milicianos, 406 españoles, 742 mulatos, [ilegible] 177 negros y 1,370 indios tributarios. Indica que los curatos son administrados por franciscanos y mercedarios. Tegucigalpa, Cantarranas, Danlí y Choluteca tienen como autoridad religiosa al Juez Eclesiástico mientras que la doctrina de Orica, Goascoran están administrada por franciscanos y la doctrina de Aguanqueterique por mercedarios. La presencia de franciscanos como curas de doctrina y coadjutores es mayoritaria en la Alcaldía Mayor. De acuerdo a Leticia de Oyuela, el Padre José Simeón de Zelaya “…siempre dio una situación preferencial a los franciscanos, […] fue distribuyendo obispos como coadjutores misioneros, en Relación geográfica de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, 1743, BAGGG, T1, N1,1935,

p. 29-403.

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Convento e iglesia de San Francisco. Cortesía del Fondo Fotográfico de Jorge Amaya.

todos los poblados de la alcaldía mayor y asistentes del juzgado sinodal…” (Oyuela)

Entre los principales vecinos del Real de Minas y según nómina de 1762, aparecen en rango de importancia, el Capitán Miguel Cervellón de Santa Cruz, Teniente General de Alcalde Mayor, El Coronel Miguel Midence, el Comisario Francisco de Celaya, el Capitán Joseph de Celaya; el sargento Mayor, Luis Manuel de Rivera, el capitán Miguel de Lardizabal, Francisco de la Rosa Aguayo y Aguilar, Joseph de Castro Verde, y la lista de 51 vecinos principales continúa. Diez de ellos son peninsulares, la mayoría destaca su origen por ser descendientes de los primeros pobladores de Comayagua y Tegucigalpa, también se resaltan los rangos militares (Durón, 1982: 105). Para ese mismo año el gobernador Alonso Fernández de Heredia, a solicitud de los vecinos del Real de Minas de Tegucigalpa confiere el título de Villa por auto del 18 de junio de 1762, además que le agrega su último apellido (Oyuela).

La petición y otorgamiento del nuevo título respondía al florecimiento de la minería durante la primera mitad del siglo, lo que impulsó también el comercio y el aumento de la demanda de productos. La mayoría de los comerciantes traían sus recuas de mulas cargadas de mercaderías desde Comayagua. Muchos de estos mineros tenían relaciones comerciales con importantes familias criollas y peninsulares guatemaltecas. Para el sostenimiento de estas relaciones, el puesto de alcalde mayor era considerado un importante medio de intercambio de influencias. Esto explica porque una buena parte de guatemaltecos relacionados familiarmente entre sí fueron Alcalde Mayores de Tegucigalpa (Taracena Arriola, 1998). Estas alianzas -muchas veces matrimoniales- fortalecieron el posicionamiento económico y social de estas familias, al igual que el de muchas familias criollas guatemaltecas, que por su parte fundan capellanías en Guatemala. Es el caso de las familias Arroyabe y Beteta, que crean fondos de capellanías en el convento

de la concepción de Guatemala. Durante el Régimen de Intendencias, en la segunda mitad

del siglo XVIII, Tegucigalpa se incorpora a la gobernación de Comayagua. La centralización del poder en Comayagua, tras las disposiciones centralizadoras de 1788, había dejado a Tegucigalpa sin autoridades propias y la había puesto de hecho, a merced de la burocracia de Comayagua (Barahona, 1996).

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Aspectos generales de las capellanías

4La capellanía fue una fundación eclesiástica instaurada

por cláusula testamentaria en la que el testador designaba los bienes que integrarían el capital de esa fundación. Esos bienes se colocaban en arrendamiento y devengaban un rédito de 5% anual, que el capellán cobraba por celebrar misas rezadas o cantadas en memoria del fundador para la salvación de su alma. Generalmente, eran personas acaudaladas quienes mediante vía testamentaria otorgaba dichos bienes; es común encontrar personas declarando heredera universal de todos sus bienes a su alma, y para que dichos espíritus pudieran beneficiarse de esos bienes, se encargaba a los curas o las monjas de administrarlos. Por eso la corona prohibió que frailes y curas estuvieran al lado de los moribundos, sobre todo cuando no habían dictado su última voluntad (Palma Murga, 1993).

El fundador de la capellanía donaba una cantidad para el sostenimiento de un capellán y dicho capellán quedaba obligado a decir cierto número de misas en su memoria. La cantidad donada se invertía y el capellán recibía la renta que producía la inversión. El fundador obtenía el beneficio espiritual de que el capellán rezara por su alma y, además, tenía la posibilidad de lavar algunos de sus pecados, ya que, mediante la donación del capital de la capellanía, podía “restituir” dineros obtenidos en forma usuraria (Wobeser, 1999). La lógica espiritual de este sistema se basaba en la mentalidad religiosa-barroca de la época, en donde la donación de bienes para fundar la capellanía se entendía como acto supremo de piedad religiosa, cargado de una densa significación redentora, que perseguía como objetivo último, la salvación eterna del donante, e incluso se convertía en un acto de expiación al restituir al final de su vida “unos bienes” que se juzgaban injustamente adquiridos o sobre cuya licita posesión cabían algunas dudas (Wobeser, 1999).

El miedo al purgatorio después de la muerte se manifiesta en los preámbulos de los testamentos. Se creía que, después de morir, el alma de una persona pasaba por el purgatorio para pagar sus pecados, de modo que, después de la purificación por medio de las oraciones de los vivos y de las misas, se podía obtener la salvación eterna y el cielo. Solo los fieles podían garantizar y acelerar esa transición, entre más misas en menor tiempo más seguridad para salir del purgatorio.

Los testamentos inician en su mayoría con la invocación a los santos y santas de su devoción, Jesucristo, la Virgen María etc. Es el momento, en algunos casos, de perdonar a los enemigos, liberar esclavos, otorgar bienes y obras de caridad, incluso se pide que el féretro sea cargado por las personas más pobres de la ciudad, en descargo de su conciencia. Estipulan también si las misas serán cantadas o rezadas, indicando la iglesia donde debe hacerse.

Mediante las capellanías se atendieron necesidades espirituales y materiales. A la vez que se obtenían sufragios para las almas del purgatorio, se generaban rentas para los sacerdotes y se dotaba de medios de vida a los hijos, u otros allegados. El capital de las capellanías circulaba a través de préstamos y las familias lograban perpetuar su nombre al vincularlo con la fundación de una capellanía.

El Juez Eclesiástico era una autoridad con amplio poder para autorizar capellanías y llevaba un registro detallado de las mismas en un libro. En otro se llevaban los informes que los sacerdotes enviaban al juez eclesiástico, tipo de capellanías y numero de ellas. Los sacerdotes cumplían escrupulosamente estas disposiciones jurídico-eclesiásticas, indicando en sus informes los réditos que recibían, fundadores, patronos y todas las informaciones referentes a las capellanías (Ucles, 1986).

En la provincia de Honduras se fundaron capellanías de

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carácter laico, en las cuales el inquilino o patrón era el familiar de un religioso que estudiaba para serlo o ya estaba ordenado como tal, en espera de un beneficio de curato. En estos casos, el beneficio era mutuo tanto para la parroquia como para el cura. También existían las capellanías colativas que se dieron más en el siglo XVII. El contrato se efectúa entre laico y obispo. Uno de los casos es el que aparece en el testamento de Don Francisco Gonzales Travieso, casado con Doña María Tomasa de Rivera y padre del joven José Esteban Travieso (cuya viuda se casa con Francisco Morazán), quien envía su hijo a estudiar a Guatemala con la colación “...que le corresponde por los cuatro ramos de capellanías mixtas y colativas fundadas por sus ancestros de ambas ramas de su linaje...” (Oyuela L. D., 1992:34).

Entre 1574 a 1586, la orden franciscana funda en Tegucigalpa su convento bajo la advocación de San Diego de Alcalá. Para su construcción, recibió la donación de varios vecinos, entre ellos Francisco Venegas, que ofrece 100 tostones para la construcción del edificio; Diego Juárez promete una campana con costo de más de 100 tostones; Diego Hernández otra campana que cuesta 100 tostones; Hernando Núñez 20 pesos de minas; Luis de Archaga 100 tostones; Carlos Ferrufino 100 tostones; Alonso Rodríguez Bravo 100 tostones. Los dos últimos como heredero uno y albacea el otro de Cristóbal Rodríguez Bravo, el 2 de abril de 1590 fundan una capellanía con cargo de 40 misas rezadas y una cantada (Oyuela L. , 1996).

En el siglo XVII y XVIII el convento fue enriquecido por las constantes dádivas de los vecinos, consistentes en imágenes, dinero, objetos de plata, pero sobre todo con la fundación de

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una serie de capellanías y cofradías que hasta mediados del siglo XVIII, convierten el convento e iglesia en la institución religiosa más rica del Real de Minas (Martínez Castillo, 1992). Para finales del siglo XVIII, el convento tiene un excelente triunvirato de sacerdotes: Fray José María Rojas, Andrés de Lazo y Andrés López. Este último copió algunas de las pinturas y restauró las imágenes que la orden había ido adquiriendo en la capital del Reino. Incluso hizo para el convento un excelente retrato de gran tamaño del Obispo Antonio López de Guadalupe y Portillo. Para el convento trabajaron los primeros pintores criollos que vivieron en el Real de Minas: como Juan de Soto, Miguel Rafael Cepeda y Manuel Muñoz. Un vecindario selecto, entre los que se contaban los terratenientes y mineros Ferrari, Ugarte y Ariza, fueron las familias que trabajaron permanente para el sostenimiento del convento (Oyuela L. , 1996).

Es de resaltar las numerosas capellanías que ofrecieron sobre el valor de esclavos negros y mulatos de diversas edades. Los esclavos hipotecados en virtud de una capellanía no podían ser vendidos ni cedidos a persona e institución alguna, salvo el caso en que el interesado aceptara la obligación del censo o previamente los redimiera4 (Velásquez, 2001). Los esclavos constituyeron una garantía importante para la creación y sostén de las capellanías y una fuente segura de ingresos para las cofradías. Desde muy corta edad eran hipotecados a censo perpetuo para el sostenimiento de ambas instituciones religiosas. En tal virtud no podían ser vendidos, salvo que el interesado aceptara la obligación del censo, que se pagaba a razón de un 5% anual, o que previamente los redimiera. Las capellanías eran fundadas generalmente por españoles, aunque ya a finales del siglo XVIII se encuentra uno que otro mulato o pardo instituyendo la suya.

Especialmente útiles fueron los dineros otorgados para

N. del A “Redimir un esclavo”: Rescatar o sacar de esclavitud al cautivo mediante precio. 4.

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sufragar los gastos de la estadía de jóvenes hombres y mujeres que sus padres enviaban a Guatemala a formarse para el servicio religioso. Al presbítero Baltasar Denche Durón, sus padres Antonio Denche Durón y Thomasa de Ferrufino le asignaron por patrimonio para sus estudios la cantidad de 1500 pesos, de los cuales los primeros 700 tenían de respaldo tres esclavos y los 800 restantes se impusieron sobre la casa de habitación de sus progenitores. Una situación similar pasó con doña María de la Pas, religiosa formada en el convento Capuchinos de Guatemala, a quien sus padres Joseph de la Pas y Marsela Beltrán, le heredaron dos esclavas que permanecieron con ella en Guatemala mientras completaba su formación. Una vez culminados los estudios, una de las esclavas fue devuelta a su padre por renuncia de la profesa a su herencia, y la otra fue dejada en Guatemala “…por estar ya vieja y enferma…” (Velásquez, 2016:106).

Tomando como referencia el censo del Obispo Fray Fernando de Cadiñanos (Vallejo, 1997), en 1791 la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa tenía los siguientes curatos, con los respectivos dineros de las capellanías de cada uno:

Las escrituras de capellanías investigadas en el fondo de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, del Archivo Nacional de Honduras, son fundadas con capitales desde 100 hasta 1,200 pesos. La mayoría de los bienes otorgados como hipoteca lo constituyen tierras, haciendas con casas de teja o paja, corrales, trapiches, cañaverales y en algunos casos el mobiliario y utensilios de la casa.

En resumen, 16 fundaciones de capellanías dan como prenda a censo, ganado de todo tipo y de todas las edades, en suma, un total de 1,040 cabezas de ganado. La mayoría de los donantes son poseedores de haciendas en Olancho, Danlí, Cantarranas, Sabanagrande, en el valle de Cuscateca y en el valle de Estelí, Nicaragua. Mostramos a continuación un cuadro resumen de dicho fondo:

Se destaca Choluteca con la mayor cantidad de dinero en capellanías. Las minas de El Corpus, pertenecientes a ese partido, eran consideradas las más productivas de la provincia.

Fuentes del Archivo Nacional.6

Archivo Nacional de Honduras (en adelante, ANH). Diligencia sobre la venta de un esclavo para establecer una capellanía. Expediente #101, C.181, mayo 1714. ANH. Carta de reconocimiento de Juana de Naba y Hernández a favor del convento San Diego, Tegucigalpa. #240, C.184, junio 1731.ANH. Fundación de capellanía del convento San Diego, # 199C 183, 10 octubre 1726. ANH. Don Agustín de la Paz falleció dejando un principal de capellanía de 600 pesos pertenecientes al Convento San Diego, Tegucigalpa, #233 C184, 1730. ANH. Francisco Delgado, reconoce 290 pesos a censo redimible a favor de nuestro padre San Diego, 331, C. 186, 24 julio 1739. ANH Fragmento de capellanía fundada por Doña Lorenza de Naba de 125 a favor del Convento San Diego. # 425 C 189 1746

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Historia Social

ANH Testimonio de censo de 100 pesos a favor del convento San Diego. #410, c 188,8 febrero, 1747.ANH Fragmento de Capellanía fundada por Gaspar de Artica al convento de San Diego. #436C 189,1747.ANH En el convento de San Diego a cargo de Joseph de Aguilera se haya un principal de capellanía de 700 pesos, los cuales recibió en la Hacienda San Lorenzo. #444, c.189, 24 de junio 1749. ANH Reconocimiento de un principal de 350 pesos que se haya en poder de Pantaleón Bonilla a favor de este convento de San Diego. #697, C 196, 28 abril 1758, ANH Lucas Valladares reconoció un censo perteneciente al convento San Diego. # 903, C 2011, 1763ANH Escritura de un censo de capellanías otorgado por Doña María Zelaya y Don Diego Mejía convento San Diego#960, c 203, 20 agosto 1766. ANH Don Miguel González síndico del convento San Diego comparezco y digo que a cargo de Don Bernardo Mascareño está un principal de 1200 pesos pertenecientes a dicho convento. # 1067, c.208, 5 junio 1769ANH Reconocimiento hecho por Don Blas López, vecino de Danli de trecientos pesos de capellanías pertenecientes al convento de San Diego. #1145C 210 ,23 de octubre 1770, ANH. Blas López es un rico hacendado de Danlí.ANH Capellanía fundada por Don José Simón de Zelaya de 1200 pesos a favor de San Francisco, La Merced y la parroquia. #1540 C 220,1776Véase Testamento publicado en RABN, sep.-nov 1907, (Reina Valenzuela J.,1981) manifiesta una profunda devoción a la Virgen de Guadalupe y la denomina Patrona de los mineros.

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El 5 de diciembre de 1797 muere Don Pedro Mártir de Zelaya probablemente el hombre más rico del Real de Minas como lo manifiesta su testamento con un capital de 220,000 pesos, regidor perpetuo de la alcaldía mayor por 35 años. Propietario de una tienda donde además de géneros y mercancías se hacían transacciones de préstamos. Su testamento inicia con un largo exordio de invocación a todos los santos para que intercedan por su alma y bulas de compasión por 5000 pesos sobre el convento San Francisco su voluntad es la siguiente… declaro que es mi voluntad que al convento de San Francisco de esta villa se le confirme una obligación que manda que tengo hecha de 1300 pesos, los cuales sacaran de mi caudal.21

En el índice de Protocolos de notario Don Lucas Romero de 1776, instrumento numero 32: Escritura de fundación de una capellanía de 500 pesos. otorgada por el Bachiller y provisor Don Miguel Rafael Lardizabal y Don Gabriel de Irías a favor del convento de San Francisco de esta villa, a favor de las almas de sus padres y deudos, en el tránsito de la Virgen María, siendo capellanes e inquilinos, los dichos padres guardianes de ese convento. En el mismo protocolo instrumento numero 100 escritura por dos principales: Uno de 1700 pesos por cuenta de nuestra señora de la esclavitud del convento de la merced de esta villa y otro de 350 pesos del convento de San Francisco que reconoce el primero Don José maría de Agüero y el segundo Don Balthazar de Maradiaga.22

Instrumento N 142, Escritura de censo por 1200 pesos que reconoce Don Nicolás Giran de Cocoyo a favor del convento de San Francisco de esta villa de Tegucigalpa, y al señor cura de Orica.

(RABNH, 1907) Véase también Capellanía fundada por Don José Simón de Zelaya, #1540, caja 220, 1776, ANH (Oyuela L. D., 1992)

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Historia Social

Conclusiones71. El Convento San Francisco del Real de minas obtuvo el

beneficio de la fundación de varias capellanías, que permitieron el incremento del culto, asegurar el beneficio del párroco y el ornato y mejoras de iglesia y convento.

2. Los fundadores de capellanías vivían o tenían propiedades en las zonas donde la orden franciscana tenía guardianía o misiones establecidas, oriente de Honduras y Nicaragua

3. Los intereses se establecieron en 5% que cobraba la iglesia a los inquilinos y veinte mil el millar según la Ley Pragmática.23

4. La actividad minera permitió el desarrollo de otras actividades como el comercio y la ganadería. Por la gran cantidad de ganado otorgado como censo deducimos que sus fundadores preferían darlo como capital en lugar de tierras (7 caballerías de tierra).

5. Los esclavos también fueron otorgados a capital por su valor, las fuentes investigadas no indican si los libertos fundaron capellanías.

6. La mayoría de las capellanías del convento fueron laicas.

(Ucles, 1986) p.6023.

Terminología248Capellanía: Fundación en la que ciertos bienes quedan

sujetos al cumplimiento de misas y otras cargas pías.

Capellanía colativa: Capellanía que el ordinario erige en beneficio, reservando para sí la colación.

Capellanía laical: Capellanía en que no intervenía la autoridad eclesiástica.

Capellán: Eclesiástico que obtiene alguna capellanía. Cualquier eclesiástico, aunque no tenga capellanía. Encargado de decir las misas.

Principal: Capital de una obligación o censo, en contraposición a rédito, pensión o canon. Suma de los bienes a disfrutar ya sea en metálico o en especies. Vigencia o reproducción de los bienes eclesiásticos.

Fundador: Creador del legado al cual se le decían misas.

Beneficio: Lugar en que pedía ser enterrado, lugar dentro de la iglesia, numero de misas, misa cantada rezada.

Patrono: Persona que recibía el usufructo de la capellanía Si era laico o religioso.

Fiadores: Familia que pertenecía, garantía hipotecaria, posesión de esclavos.

Consultas en http://www.rae.es/recursos/diccionarios/nuevo-diccionario-historico25.

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