12
151 CAPÍTULO VI PRINCIPIOS BÁSICOS DEL LIBERALISMO* El liberalismo es una corriente de pensamiento (filosófico y económico) y de acción política que propugna limitar al máximo el poder coactivo del Estado sobre los seres humanos y la sociedad civil. Así, forman par- te del ideario liberal la defensa de la economía de mercado (también de- nominada «sistema capitalista» o de «libre empresa»); la libertad de comercio (librecambismo) y, en general, la libre circulación de perso- nas, capitales y bienes; el mantenimiento de un sistema monetario rígi- do que impida su manipulación inflacionaria por parte de los gobernan- tes; el establecimiento de un Estado de Derecho, en el que todos los seres humanos —incluidos aquellos que en cada momento formen parte del gobierno— estén sometidos al mismo marco mínimo de leyes entendi- das en su sentido «material» (normas jurídicas, básicamente de dere- cho civil y penal, abstractas y de general e igual aplicación a todos); la limitación del poder del gobierno al mínimo necesario para definir y defender adecuadamente el derecho a la vida y a la propiedad privada, a la posesión pacíficamente adquirida, y al cumplimiento de las prome- sas y contratos; la limitación y control del gasto público, el principio del presupuesto equilibrado y el mantenimiento de un nivel reducido de * Este artículo corresponde a la voz «Liberalismo» que redacté para la Gran En- ciclopedia de España, Volumen XII, pp. 5759 a 5761, Barcelona 1999. Posteriormente, una versión algo corregida de este trabajo fue publicada en el volumen número IV correspondiente a primavera-verano de 1999 en la Revista Hispanocubana (pp. 103- 116), habiéndose introducido varios miles de ejemplares de esta revista en la isla de Cuba y debiéndose señalar que el autor ha recibido diversas cartas de agradeci- miento de intelectuales disidentes cubanos (algunas de ellas escritas desde las cár- celes castristas) que comentan diversos extremos del mismo. Igualmente, otra ver- sión de este mismo trabajo se ha publicado en forma de separata en Venezuela por el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (CEDICE) en Caracas, abril del año 2000.

cap6

Embed Size (px)

DESCRIPTION

capitulo 6

Citation preview

  • 151

    CAPTULO VI

    PRINCIPIOS BSICOS DEL LIBERALISMO*

    El liberalismo es una corriente de pensamiento (filosfico y econmico)y de accin poltica que propugna limitar al mximo el poder coactivodel Estado sobre los seres humanos y la sociedad civil. As, forman par-te del ideario liberal la defensa de la economa de mercado (tambin de-nominada sistema capitalista o de libre empresa); la libertad decomercio (librecambismo) y, en general, la libre circulacin de perso-nas, capitales y bienes; el mantenimiento de un sistema monetario rgi-do que impida su manipulacin inflacionaria por parte de los gobernan-tes; el establecimiento de un Estado de Derecho, en el que todos los sereshumanos incluidos aquellos que en cada momento formen parte delgobierno estn sometidos al mismo marco mnimo de leyes entendi-das en su sentido material (normas jurdicas, bsicamente de dere-cho civil y penal, abstractas y de general e igual aplicacin a todos); lalimitacin del poder del gobierno al mnimo necesario para definir ydefender adecuadamente el derecho a la vida y a la propiedad privada,a la posesin pacficamente adquirida, y al cumplimiento de las prome-sas y contratos; la limitacin y control del gasto pblico, el principio delpresupuesto equilibrado y el mantenimiento de un nivel reducido de

    * Este artculo corresponde a la voz Liberalismo que redact para la Gran En-ciclopedia de Espaa, Volumen XII, pp. 5759 a 5761, Barcelona 1999. Posteriormente,una versin algo corregida de este trabajo fue publicada en el volumen nmero IVcorrespondiente a primavera-verano de 1999 en la Revista Hispanocubana (pp. 103-116), habindose introducido varios miles de ejemplares de esta revista en la islade Cuba y debindose sealar que el autor ha recibido diversas cartas de agradeci-miento de intelectuales disidentes cubanos (algunas de ellas escritas desde las cr-celes castristas) que comentan diversos extremos del mismo. Igualmente, otra ver-sin de este mismo trabajo se ha publicado en forma de separata en Venezuela porel Centro de Divulgacin del Conocimiento Econmico (CEDICE) en Caracas, abrildel ao 2000.

  • 152

    NUEVOS ESTUDIOS DE ECONOMA POLTICA

    impuestos; el establecimiento de un sistema estricto de separacin depoderes polticos (legislativo, ejecutivo y judicial) que evite cualquieratisbo de tirana; el principio de autodeterminacin, en virtud del cualcualquier grupo social ha de poder elegir libremente qu organizacinpoltica desea formar o a qu Estado desea o no adscribirse; la utiliza-cin de procedimientos democrticos para elegir a los gobernantes, sinque la democracia se utilice, en ningn caso, como coartada para justi-ficar la violacin del Estado de Derecho ni la coaccin a las minoras; yel establecimiento, en suma, de un orden mundial basado en la paz y enel libre comercio voluntario, entre todas las naciones de la tierra.

    Estos principios bsicos constituyen los pilares de la civilizacin oc-cidental y su formacin, articulacin, desarrollo y perfeccionamiento sonuno de los logros ms importantes en la historia del pensamiento delgnero humano. Aunque tradicionalmente se ha afirmado que la doc-trina liberal tiene su origen en el pensamiento de la Escuela escocesa delsiglo XVIII, o en el ideario de la Revolucin Francesa, lo cierto es que talorigen puede remontarse incluso hasta la tradicin ms clsica del pen-samiento filosfico griego y de la ciencia jurdica romana. As, sabemosgracias a Tucdides (Guerra del Peloponeso), cmo Pericles constataba queen Atenas la libertad que disfrutamos en nuestro gobierno se extiendetambin a la vida ordinaria, donde lejos de ejercer ste una celosa vigi-lancia sobre todos y cada uno, no sentimos clera porque nuestro veci-no haga lo que desee; pudindose encontrar en la Oracin fnebre dePericles una de las ms bellas descripciones del principio liberal de laigualdad de todos ante la ley. Posteriormente, en Roma se descubre que el derecho es bsicamenteconsuetudinario y que las instituciones jurdicas (como las lingsticasy econmicas) surgen como resultado de un largo proceso evolutivo eincorporan un enorme volumen de informacin y conocimientos quesupera, con mucho, la capacidad mental de cualquier gobernante, porsabio y bueno que ste sea. As, sabemos gracias a Cicern (De re publi-ca, II, 1-2) cmo para Catn el motivo por el que nuestro sistema pol-tico fue superior a los de todos los dems pases era ste: los sistemaspolticos de los dems pases haban sido creados introduciendo leyese instituciones segn el parecer personal de individuos particularestales como Minos en Creta y Licurgo en Esparta ... En cambio, nuestrarepblica romana no se debe a la creacin personal de un hombre, sinode muchos. No ha sido fundada durante la vida de un individuo par-ticular, sino a travs de una serie de siglos y generaciones. Porque noha habido nunca en el mundo un hombre tan inteligente como para

  • 153

    preverlo todo, e incluso si pudiramos concentrar todos los cerebrosen la cabeza de un mismo hombre, le sera a ste imposible tener encuenta todo al mismo tiempo, sin haber acumulado la experiencia quese deriva de la prctica en el transcurso de un largo periodo de la his-toria.

    El ncleo de esta idea esencial, que habr de constituir el corazndel argumento de Ludwig von Mises sobre la imposibilidad terica dela planificacin socialista, se conserva y refuerza en la Edad Media gra-cias al humanismo cristiano y a la filosofa tomista del derecho natural,que se concibe como un cuerpo tico previo y superior al poder de cadagobierno terrenal. Pedro Juan de Olivi, San Bernardino de Siena y SanAntonino de Florencia, entre otros, teorizan sobre el papel protagonistaque la capacidad empresarial y creativa del ser humano tiene comoimpulsora de la economa de mercado y de la civilizacin. Y el testigode esta lnea de pensamiento se recoge y perfecciona por esos grandestericos que fueron nuestros escolsticos durante el Siglo de Oro espa-ol, hasta el punto de que uno de los ms grandes pensadores liberalesdel siglo XX, el austriaco Friedrich A. Hayek, Premio Nobel de Econo-ma en 1974, lleg a afirmar que los principios tericos de la economade mercado y los elementos bsicos del liberalismo econmico no fue-ron diseados, como se crea, por los calvinistas y protestantes escoce-ses, sino por los jesuitas y miembros de la Escuela de Salamanca duran-te el Siglo de Oro espaol. As, Diego de Covarrubias y Leyva, obispode Segovia y ministro de Felipe II, ya en 1554 expuso de forma impeca-ble la teora subjetiva del valor, sobre la que gira toda economa de li-bre mercado, al afirmar que el valor de una cosa no depende de sunaturaleza objetiva sino de la estimacin subjetiva de los hombres, in-cluso aunque tal estimacin sea alocada; y aade para ilustrar su tesisque en las Indias el trigo se valora ms que en Espaa porque all loshombres lo estiman ms, y ello a pesar de que la naturaleza del trigo esla misma en ambos lugares.

    Otro notable escolstico, Luis Saravia de la Calle, basndose en laconcepcin subjetivista de Covarrubias, descubre la verdadera relacinque existe entre precios y costes en el mercado, en el sentido de que sonlos costes los que tienden a seguir a los precios y no al revs, anticipn-dose as a refutar los errores de la teora objetiva del valor de Carlos Marxy de sus sucesores socialistas. As, en su Instruccin de mercaderes (Medinadel Campo 1544) puede leerse: Los que miden el justo precio de la cosasegn el trabajo, costas y peligros del que trata o hace la mercaderayerran mucho; porque el justo precio nace de la abundancia o falta de

    PRINCIPIOS BSICOS DEL LIBERALISMO

  • 154

    NUEVOS ESTUDIOS DE ECONOMA POLTICA

    mercaderas, de mercaderes y dineros, y no de las costas, trabajos ypeligros.

    Otra notable aportacin de nuestros escolsticos es su introduccindel concepto dinmico de competencia (en latn concurrentia), entendi-da como el proceso empresarial de rivalidad que mueve el mercado eimpulsa el desarrollo de la sociedad. Esta idea les llev a su vez a con-cluir que los llamados precios del modelo de equilibrio, que los teri-cos socialistas pretenden utilizar para justificar el intervencionismo yla planificacin del mercado, nunca podrn llegar a ser conocidos. Ray-mond de Roover (Scholastics Economics, 1955) atribuye a Luis de Molinael concepto dinmico de competencia entendida como el proceso derivalidad entre compradores que tiende a elevar el precio, y que nadatiene que ver con el modelo esttico de competencia perfecta que hoyen da los llamados tericos del socialismo de mercado ingenuamen-te creen que se puede simular en un rgimen sin propiedad privada.

    Sin embargo, es Jernimo Castillo de Bobadilla el que mejor exponeesta concepcin dinmica de la libre competencia entre empresarios ensu libro Poltica para corregidores, publicado en Salamanca en 1585, y enel que indica que la ms positiva esencia de la competencia consiste entratar de emular al competidor. Bovadilla enuncia, adems, la siguien-te ley econmica, base de la defensa del mercado por parte de todo li-beral: los precios de los productos bajarn con la abundancia, emula-cin y concurrencia de vendedores.

    Y, en cuanto a la imposibilidad de que los gobernantes puedan lle-gar a conocer los precios de equilibrio y dems datos que necesitan paraintervenir en el mercado, destacan las aportaciones de los cardenalesjesuitas espaoles Juan de Lugo y Juan de Salas. El primero, Juan deLugo, preguntndose cul puede ser el precio de equilibrio, ya en 1643concluye que depende de tan gran cantidad de circunstancias especfi-cas que slo Dios puede conocerlo (pretium iustum mathematicum licetsoli Deo notum). Y Juan de Salas, en 1617, refirindose a las posibili-dades de que un gobernante pueda llegar a conocer la informacin es-pecfica que se crea, descubre y maneja en la sociedad civil afirma quequas exacte comprehendere et pondedare Dei est non hominum, esdecir, que slo Dios, y no los hombres, puede llegar a comprender yponderar exactamente la informacin y el conocimiento que maneja unmercado libre con todas sus circunstancias particulares de tiempo ylugar. Tanto Juan de Lugo como Juan de Salas anticipan, pues, en ms detres siglos, las ms refinadas aportaciones cientficas de los pensadores

  • 155

    liberales ms importantes (Mises, Hayek). Por otro lado, tampoco de-bemos olvidar al gran fundador del Derecho Internacional, Franciscode Vitoria, a Francisco Surez y a su escuela de tericos del derecho na-tural, que con tanta brillantez y coherencia retomaron la idea tomistade la superioridad moral del derecho natural frente al poder del esta-do, aplicndola con xito a mltiples casos particulares que, como el dela crtica moral a la esclavizacin de los indios en la recin descubiertaAmrica, exigan una clara y rpida toma de posicin intelectual.

    Pero, sin duda alguna, el ms liberal de nuestros escolsticos ha sidoel gran padre jesuita Juan de Mariana (1536-1624), que llev hasta susltimas consecuencias lgicas la doctrina de la superioridad del dere-cho natural frente al poder del estado y que hoy han retomado filsofosliberales tan importantes como Murray Rothbard y Robert Nozick. Es-pecial importancia tiene el desarrollo de la doctrina sobre la legitimi-dad del tiranicidio que Mariana desarrolla en su libro De rege et regisinstitutione, publicado en 1599. Mariana califica de tiranos a figuras his-tricas como Alejandro Magno o Julio Cesar, y argumenta que est jus-tificado que cualquier ciudadano asesine al que tiranice a la sociedadcivil, considerando actos de tirana, entre otros, el establecer impuestossin el consentimiento del pueblo, o impedir que se rena un parlamen-to libremente elegido. Otras muestras tpicas del actuar de un tirano son,para Mariana, la construccin de obras pblicas faranicas que, comolas pirmides de Egipto, siempre se financian esclavizando y explotan-do a los sbditos, o la creacin de policas secretas para impedir que losciudadanos se quejen y expresen libremente.

    Otra obra esencial de Mariana es la publicada en 1609 con el ttuloDe monetae mutatione, posteriormente traducida al castellano con el t-tulo de Tratado y discurso sobre la moneda de velln que al presente se labraen Castilla y de algunos desrdenes y abusos. En este notable trabajo Marianaconsidera tirano a todo gobernante que devale el contenido de metalde la moneda, imponiendo a los ciudadanos sin su consentimiento elodioso impuesto inflacionario o la creacin de privilegios y monopo-lios fiscales. Mariana tambin critica el establecimiento de precios mxi-mos para luchar contra la inflacin, y propone la reduccin del gastopblico como principal medida de poltica econmica para equilibrarel presupuesto.

    Por ltimo, en 1625, el padre Juan de Mariana public otro libro ti-tulado Discurso sobre las enfermedades de la Compaa en el que ahonda enla idea liberal de que es imposible que el gobierno organice la sociedadcivil en base a mandatos coactivos, y ello por falta de informacin. Ma-

    PRINCIPIOS BSICOS DEL LIBERALISMO

  • 156

    NUEVOS ESTUDIOS DE ECONOMA POLTICA

    riana, refirindose al gobierno, dice que es gran desatino que el ciegoquiera guiar al que ve, aadiendo que el gobernante no conoce laspersonas, ni los hechos, a lo menos con todas las circunstancias que tie-nen, de que pende el acierto. Forzoso es se caiga en yerros muchos, ygraves, y por ellos se disguste la gente, y menosprecie gobierno tan cie-go; concluyendo que es loco el poder y mando, y que cuando lasleyes son muchas en demasa; y como no todas se pueden guardar, niaun saber, a todas se pierde el respeto.

    Toda esta tradicin se filtra por los ambientes intelectuales de todoel continente europeo influyendo en notables pensadores liberales deFrancia como Balesbat (1692), el marqus DArgenson (1751) y, sobretodo, Jacques Turgot, que desde mucho antes que Adam Smith, y si-guiendo a los escolsticos espaoles, ya haba articulado perfectamen-te el carcter disperso del conocimiento que incorporan las institucio-nes sociales entendidas como rdenes espontneos. As, Turgot, en suElogio a Gournay (1759) escribe que no es preciso probar que cada indi-viduo es el nico que puede juzgar con conocimiento de causa el usoms ventajoso de sus tierras y esfuerzo. Solamente l posee el conoci-miento particular sin el cual hasta el hombre ms sabio se encontrara aciegas. Aprende de sus intentos repetidos, de sus xitos y de sus prdi-das, y as va adquiriendo un especial sentido para los negocios, que esmucho ms ingenioso que el conocimiento terico que puede adquirirun observador indiferente, porque est impulsado por la necesidad. Ysiguiendo a Juan de Mariana, Turgot concluye que es completamenteimposible dirigir mediante reglas rgidas y un control continuo la mul-titud de transacciones que, aunque slo sea por su inmensidad, no pue-de llegar a ser plenamente conocida, y que adems dependen de unamultitud de circunstancias siempre cambiantes, que no pueden contro-larse, ni menos an preverse.

    Desafortunadamente, toda esta tradicin liberal del pensamiento his-pano fue barrida en la teora y en la prctica, como indica FranciscoMartnez Marina (Teora de las Cortes o Grandes Juntas Nacionales de losReinos de Len y Castilla) por los Austrias y los Borbones, que han pro-ducido una monstruosa reunin de todos los poderes en una persona,el abandono y la abolicin de las Cortes y siglos de esclavitud del mshorroroso despotismo. Se termina de consolidar as en nuestro pas unmarco poltico y social intolerante e intervencionista ajeno a las msgenuinas tradiciones representativas y liberales de los viejos reinos deEspaa: la antigua tolerancia y modus vivendi entre las tres religiones dejudos, moros y cristianos de la poca de Alfonso X El Sabio es sustitui-

  • 157

    da por la intolerancia religiosa de los Reyes Catlicos y sus sucesores,que Amrico Castro (La realidad histrica de Espaa) y otros han interpre-tado como una desviacin mimtica de la cultura y sociedad espaolasque paradjicamente terminan reflejando e incorporando en su esenciams ntima las caractersticas ms negativas de sus seculares enemi-gos: el integrismo religioso musulmn justificador de la Guerra Santacontra el infiel, y la obsesin por la pureza de la sangre, propia del pue-blo judo.

    No se absorben, por contra, la proverbial iniciativa y espritu empre-sarial de los comerciantes y artesanos hebreos y moriscos que hasta suexpulsin constituyeron la mdula econmica del pas. En Espaa setermina menospreciando, por considerarse impropia de cristianos vie-jos, la funcin empresarial y prcticamente hasta hoy el xito econmi-co se valora negativamente a nivel social y se critica con envidia des-tructiva, en vez de ser considerado como una sana y necesaria muestradel avance de la civilizacin, que es preciso emular y fomentar.

    Si a todo esto aadimos la Leyenda Negra, que, impulsada por elmundo protestante y anglosajn, tuvo como objetivo desprestigiar todolo espaol, se comprender la soledad y el vaco ideolgico con que sehallaron los ilustrados espaoles del siglo XVIII, como Campomanes yJovellanos, y los padres de la patria reunidos en las Cortes de Cdiz quehabran de redactar nuestra primera Constitucin de 1812, y que fue-ron los primeros en el mundo en calificarse a s mismos con el trmino,introducido por ellos, de liberales.

    La situacin en el resto del mundo intelectual europeo no evolucio-n mucho mejor que en Espaa. El triunfo de la Reforma protestantedesprestigi el papel de la Iglesia Catlica como lmite y contrapeso delpoder secular de los gobiernos, que se vio as reforzado. Adems, el pen-samiento protestante y la imperfecta recepcin en el mundo anglosajnde la tradicin liberal iusnaturalista a travs de los escolsticos pro-testantes Hugo Grocio y Pufendorf, explica la importante involucinque respecto del anterior pensamiento liberal supuso Adam Smith.

    En efecto, como bien indica Murray N. Rothbard (Economic Thoughtbefore Adam Smith, 1995), Adam Smith abandon las contribucionesanteriores centradas en la teora subjetiva del valor, la funcin empre-sarial y el inters por explicar los precios que se dan en el mercado real,sustituyndolas todas ellas por la teora objetiva del valor-trabajo, so-bre la que luego Marx construir, como conclusin natural, toda la teo-ra socialista de la explotacin. Adems, Adam Smith se centra en ex-plicar con carcter preferente el precio natural de equilibrio a largo

    PRINCIPIOS BSICOS DEL LIBERALISMO

  • 158

    NUEVOS ESTUDIOS DE ECONOMA POLTICA

    plazo, modelo de equilibrio en el que la funcin empresarial brilla porsu ausencia y en el que se supone que toda la informacin necesaria yaest disponible, por lo que ser utilizado despus por los tericos neo-clsicos del equilibrio para criticar los supuestos fallos del mercado yjustificar el socialismo y la intervencin del Estado sobre la economa yla sociedad civil. Por otro lado, Adam Smith impregn la Ciencia Eco-nmica de calvinismo, por ejemplo al apoyar la prohibicin de la usuray al distinguir entre ocupaciones productivas e improductivas. Fi-nalmente, Adam Smith rompi con el laissez-faire radical de sus antece-sores iusnaturalistas del continente (espaoles, franceses e italianos)introduciendo en la historia del pensamiento un liberalismo tibio tanplagado de excepciones y matizaciones, que muchos socialdemcra-tas de hoy en da podran incluso aceptar.

    La influencia negativa del pensamiento de la Escuela Clsica anglo-sajona sobre el liberalismo se acenta con los sucesores de Adam Smithy, en especial, con Jeremas Bentham, que inocula el bacilo del utilita-rismo ms estrecho en la filosofa liberal, facilitando con ello el desarro-llo de todo un anlisis pseudocientfico de costes y beneficios (que secreen conocidos), y el surgimiento de toda una tradicin de ingenierossociales que pretenden moldear la sociedad a su antojo utilizando elpoder coactivo del Estado.

    En Inglaterra, Stuart Mill culmina esta tendencia con su apostasa dellaissez-faire y sus numerosas concesiones al socialismo, y en Francia, eltriunfo del racionalismo constructivista de origen cartesiano explica eldominio intervencionista de la Ecole Polytechnique y del socialismo cien-tificista de Saint-Simon y Comte (vase F.A. Hayek, The Counter-Revo-lution of Science, 1955), que a duras penas logran contener los liberalesfranceses de la tradicin de Juan Bautista Say, agrupados en torno aFrdric Bastiat y Gustave de Molinari.

    Esta intoxicacin intervencionista en el contenido doctrinal del libe-ralismo decimonnico fue fatal en la evolucin poltica del liberalismocontemporneo: uno tras otro, los diferentes partidos polticos liberalescaen vctimas del pragmatismo, y en aras de mantener el poder a cortoplazo consensan polticas de compromiso que traicionan sus princi-pios esenciales confundiendo al electorado y facilitando en ltima ins-tancia el triunfo poltico del socialismo.

    As, el partido liberal ingls termina desapareciendo en Inglaterraengullido por el partido laborista, y algo muy parecido sucede en el restode Europa. La confusin a nivel poltico y doctrinal es tan grande queen muchas ocasiones los intervencionistas ms conspicuos como John

  • 159

    Maynard Keynes, terminan apropindose del trmino liberalismo que,al menos en Inglaterra, Estados Unidos y, en general, en el mundo an-glosajn, pasa a utilizarse para denominar la socialdemocracia inter-vencionista impulsora del Estado de Bienestar, vindose obligados losverdaderos liberales a buscarse otro trmino definitorio (classical libe-rals, conservative libertarians o, simplemente, libertarians).

    En este contexto de confusin doctrinal y poltica, no es de extraarque en nuestro pas nunca haya cuajado una verdadera revolucin li-beral. Aunque en el siglo XIX se puede distinguir una seera tradicindel ms genuino liberalismo, con representantes tan notables como Lau-reano Figuerola y Ballester, lvaro Flrez Estrada, Luis Mara Pastor, yotros, se desarrolla doctrinalmente muy influida por el tibio liberalis-mo de la Escuela Anglosajona (la traduccin espaola de Jos AlonsoOrtiz de La Riqueza de las Naciones ya se haba publicado en Santanderen 1794), o por el racionalismo jacobino de la Revolucin Francesa.

    En el mbito poltico el liberalismo espaol se enfrenta primero a laspoderosas fuerzas absolutistas y despus al pragmatismo disgregadorde los moderados, todo ello en un entorno continuo de guerra civildesgarradora. De manera que el triunfo de la Gloriosa Revolucin Li-beral de 1868 es efmero, y cuando se produce la Restauracin Canovistade 1875, triunfa el arancel proteccionista y se traicionan principios libe-rales esenciales, por ejemplo en el mbito de la autodeterminacin delpueblo cubano, con un coste tremendo para la nacin en trminos desufrimientos humanos.

    Y ya entrado el siglo XX la prdida de contenido doctrinal del Parti-do Liberal Democrtico se hace cada vez ms patente y en cierta medi-da culmina con el reformismo social de Jos Canalejas que impregnasu poltica de medidas intervencionistas y socializadoras, restablece elservicio militar obligatorio y sigue adelante con la inmoral y nefastapoltica de gradual implicacin militar de nuestro pas en Marruecos.En este contexto de vaco doctrinal no es de extraar que los pocos es-paoles que continan aceptando calificarse de liberales crean que elliberalismo, ms que un cuerpo de principios dogmticos a favor de lalibertad, es un simple talante caracterizado por la tolerancia y aper-tura ante todas las posiciones.

    As, para Gregorio Maran (vase el Prlogo a sus Ensayos libera-les), ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispues-to a entenderse con el que piensa de otro modo; y segundo, no admitirjams que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son losmedios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta y,

    PRINCIPIOS BSICOS DEL LIBERALISMO

  • 160

    NUEVOS ESTUDIOS DE ECONOMA POLTICA

    por tanto, es mucho ms que una poltica. Posicin que en gran medi-da es compartida por otros grandes liberales espaoles de la primeramitad del siglo XX, como Jos Ortega y Gasset o Salvador de Madariaga,y que en gran parte explica por qu el protagonismo poltico, primerodurante la Dictadura del General Primo de Ribera, despus durante laRepblica y ms tarde durante el Franquismo, nunca estuviera en ma-nos de verdaderos liberales, sino ms bien en la esfera de ambos extre-mos del intervencionismo (el socialismo obrero o el fascismo o socialis-mo conservador o de derechas), o bajo el control de polticos racionalistasjacobinos como Manuel Azaa.

    A pesar de que el siglo XX ser tristemente recordado como el siglodel Estatismo y de los totalitarismos de todo signo que ms sufrimientohan causado al gnero humano, en sus ltimos veinticinco aos se haobservado con gran pujanza un notable resurgir del ideario liberal quedebe achacarse a las siguientes razones. Primeramente, al rearme teri-co liberal protagonizado por un puado de pensadores que, en su ma-yora, pertenecen o estn influidos por la Escuela Austriaca que fuefundada en Viena cuando Carl Menger retom en 1871 la tradicin li-beral subjetivista de los escolsticos espaoles.

    Entre otros tericos, destacan sobre todo Ludwig von Mises y Frie-drich A. Hayek, que fueron los primeros en predecir el advenimientode la Gran Depresin de 1929 como resultado del intervencionismomonetario y fiscal emprendido por los gobiernos durante los felicesaos veinte, en descubrir el teorema de la imposibilidad cientfica delsocialismo por falta de informacin, y en explicar el fracaso de las pres-cripciones keynesianas que se hizo evidente con el surgimiento de lagrave recesin inflacionaria de los aos setenta.

    Estos tericos han elaborado, por primera vez, un cuerpo completoy perfeccionado de doctrina liberal en el que tambin han participadopensadores de otras escuelas liberales menos comprometidas como lade Chicago (Knight, Stigler, Friedman y Becker), el ordo-liberalismode la economa social de mercado alemana (Rpke, Eucken, Erhard),o la llamada Escuela de la Eleccin Pblica (Buchanan, Tullock y elresto de los tericos de los fallos del gobierno).

    En segundo lugar, cabe mencionar el triunfo de la llamada revolu-cin liberal-conservadora protagonizada por Ronald Reagan y MargaretThatcher en Estados Unidos e Inglaterra a lo largo de los aos ochenta.As, de 1980 a 1988 Ronald Reagan llev a cabo una importante refor-ma fiscal que redujo el tipo marginal del impuesto sobre la renta al 28por 100 y desmantel, en gran medida, la regulacin administrativa de

  • 161

    la economa, generando un importante auge econmico que cre en supas ms de 12 millones de puestos de trabajo. Y ms cerca de nosotros,Margaret Thatcher impuls el programa de privatizaciones de empre-sas pblicas ms ambicioso que hasta hoy se ha conocido en el mundo,redujo al 40 por ciento el tipo marginal del impuesto sobre la renta, acabcon los abusos de los sindicatos e inici un programa de regeneracinmoral que impuls fuertemente la economa inglesa, lastrada durantedecenios por el intervencionismo de los laboristas y de los conservadoresms pragmticos (como Edward Heath y otros).

    En tercer lugar, quizs el hecho histrico ms importante haya sidola cada del Muro de Berln y el desmoronamiento del socialismo enRusia y en los pases del Este de Europa, que hoy se esfuerzan por cons-truir sus economas de mercado en un Estado de Derecho.

    Todos estos hechos han llevado al convencimiento de que el libera-lismo y la economa de libre mercado son el sistema poltico y econmi-co ms eficiente, moral y compatible con la naturaleza del ser humano.As, por ejemplo, Juan Pablo II, preguntndose si el capitalismo es la vapara el progreso econmico y social, ha contestado lo siguiente (vaseCentessimus annus, cap. IV, num. 42): Si por capitalismo se entiendeun sistema econmico que reconoce el papel fundamental y positivo dela empresa, el mercado, de la propiedad privada y de la consiguienteresponsabilidad para con los medios de produccin, la respuesta es cier-tamente positiva, aunque quiz sera ms apropiado hablar de econo-ma de empresa, economa de mercado, o simplemente economa li-bre.

    El pensamiento espaol no se ha mantenido ajeno a este resurgirmundial del liberalismo. Pensadores como Lucas Beltrn o Luis de Ola-riaga supieron mantener viva la llama liberal durante los largos aosdel autoritarismo franquista, llevndose a cabo un importante esfuerzode estudio y popularizacin del ideario liberal por parte de los profeso-res, intelectuales y empresarios aglutinados en torno a la sociedad libe-ral Mont Plerin, fundada por Hayek en 1947, y al proyecto de UninEditorial que, a lo largo de los ltimos 25 aos, ha traducido, publicadoy distribuido incansablemente en nuestro pas las principales obras decontenido liberal escritas por pensadores extranjeros y nacionales.

    Dada la trgica trayectoria del socialismo a lo largo de este siglo, noes aventurado pensar que el liberalismo se presenta como el ideariopoltico y econmico con ms posibilidades de triunfar en el futuro. Yaunque quedan algunos mbitos en los que la liberalizacin sigue plan-teando dudas y discrepancias como, por ejemplo, el de la privatizacin

    PRINCIPIOS BSICOS DEL LIBERALISMO

  • 162

    NUEVOS ESTUDIOS DE ECONOMA POLTICA

    del dinero, el desmantelamiento de los megagobiernos centrales a tra-vs de la descentralizacin autonmica y del nacionalismo liberal, y lanecesidad de defender el ideario liberal en base a consideraciones pre-dominantemente ticas ms que de simple eficacia el liberalismo pro-mete como la doctrina ms fructfera y humanista. Si Espaa es capazde asumir como propio este humanismo liberal y de llevarlo a la prc-tica de forma coherente, es seguro que experimentar en el futuro unnotable resurgir como sociedad dinmica y abierta, que sin duda podrser calificado como Nuevo Siglo de Oro espaol.