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CANTAR EL YAMBÓ AL SON QUE SE TOCA EL YAMBAMBÉ
Canciones e Instrumentos Musicales Africanos
para Primera Infancia
Laura Cristina Gines Martínez
Código: 20101187050
Trabajo de Grado
para optar por el título de
LICENCIADA EN PEDAGOGÍA INFANTIL
Directora Proyecto de Grado
Dinah Orozco Herrera
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Ciencias y Educación
Licenciatura en Pedagogía Infantil
2015
BOGOTÁ D.C.
Agradecimientos
Le agradezco primero que todo a mi familia, a mi mamá, a mis hermanos Julián y
Sergio por su apoyo, su comprensión y paciencia. A mi papá por su motivación, por la
influencia que ha ejercido en mi vida y aunque no haya alcanzado a ver este proyecto
concluido sé que desde donde se encuentra me ha guiado y acompañado en la
culminación de este proceso.
Le agradezco también a la profesora Dinah Orozco y a mis compañeras de la línea de
profundización Lenguaje, Creación y Comunicación con quienes compartí por más de
dos años este trabajo de investigación en torno a la Cátedra de Estudios
Afrocolombianos.
A los niños, niñas y maestras del Jardín Infantil La Manuelita y del I.E.D. Aulas
Colombianas San Luis, gracias por formar parte de este proyecto y por permitirme
compartir su tiempo, sus experiencias, sus aprendizajes y sus enseñanzas las cuales
día a día me han ido formando como una mejor docente y una mejor persona.
A mis amigos y amigas del coro de la Facultad de Artes ASAB, les doy las gracias por
permitirme adentrarme en el mundo de la música con ustedes, por enseñarme el arte
del canto, pero sobre todo por lo que ello ha implicado en mi vida, como el aumento de
la confianza en mí misma y la capacidad de trabajar en colectivo, cualidades sin las
cuales la realización de este proyecto no hubiese sido posible. En especial agradezco a
su director, el maestro Carlos Pinzón Riveros, por su paciencia, por sus enseñanzas
sobre el canto y la música, pero principalmente por compartir sus experiencias y sus
ideas frente a las implicaciones de la educación musical en la infancia, lo cual ha
representado un punto de referencia importante para mi trabajo pedagógico.
Finalmente, agradezco a Tatiana Villamil, mi mejor amiga, por acompañarme en la
finalización de este proyecto de investigación y por su constante apoyo. A ella como
artista plástica que es le doy gracias por todas sus sugerencias y recomendaciones,
por nutrir mis concepciones sobre el arte y porque juntas día a día vamos creciendo
artística y profesionalmente.
RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO (RAE)
ASPECTOS FORMALES
Tipo de documento
Informe final de Investigación-creación
Acceso al documento
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Ciencias y Educación
Licenciatura en Pedagogía Infantil
Título Cantar el yambó al son que se toca el yambambé. Canciones e instrumento musicales africanos para primera infancia
Autores Laura Cristina Gines Martínez
Director Dinah Orozco Herrera
ASPECTOS DE LA INVESTIGACIÓN
Palabras clave
Cátedra de Estudios Afrocolombianos, Música africana, Primera Infancia, Estrategia artístico-pedagógica
Descripción
El presente proyecto de investigación, enmarcado dentro de la modalidad de creación, tiene como propósito exponer el trabajo artístico-pedagógico realizado durante el año 2014 en el Jardín Infantil La Manuelita con los niños y niñas del grado Párvulos. Allí se realizó la implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos (CEA) por medio de la música africana, específicamente el uso de canciones tradicionales africanas y la experimentación con instrumentos musicales africanos fabricados por quien realiza la investigación, para su posterior integración en el proyecto pedagógico de aula que se llevó a cabo con los niños y las niñas; esto con el fin de contribuir a la erradicación del racismo y todas sus expresiones en la escuela a partir del abordaje de las expresiones artísticas y socio-culturales de las comunidades afro.
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Contenidos
En el primer apartado se describen los procesos históricos que han hecho posible que las comunidades afrodescendientes formen hoy parte esencial de nuestro país y las consecuencias que estos sucesos desencadenaron dentro de la sociedad moderna. Ésta contextualización histórica, permite analizar cómo en la actualidad se presentan fenómenos sociales tales como la discriminación étnico-cultural y el racismo dentro de las instituciones educativas.
Luego se identifica y determina la necesidad que actualmente existe de implementar la Cátedra de Estudios Afrocolombianos en las escuelas; pues es por medio de esta estrategia pedagógica que se plantea la posibilidad de impactar a toda la comunidad estudiantil en busca de la erradicación del racismo y de la discriminación en la sociedad colombiana; esto a través de la integración de contenidos transversales que aborden elementos de las comunidades africanas, afrocolombianas, raizales y palenqueras dentro del aula de clase en general, y que no esté dirigido únicamente a los niños y niñas afro, sino que se constituyen en unos lineamientos dirigidos a todos/as sin distinción racial o cultural.
A continuación se realiza una revisión de algunas experiencias encontradas en Colombia y en otros países hispanohablantes, en donde sus autores han elaborado propuestas que buscan integrar la música afro como un componente esencial en la
formación musical e integral de los niños y las niñas dentro de la escuela, pues reconocen su importancia dentro de la cotidianidad de aquellos países que han formado parte de la diáspora africana, razón por la cual sus culturas también están permeadas por las tradiciones y prácticas sociales de las comunidades afro, al igual que ha sucedido en Colombia.
Seguidamente se realiza una contextualización teórica, en donde a partir de planteamientos e investigaciones realizadas por algunos autores, se evidencie la importancia y relevancia que tienen la Cátedra de Estudios Afrocolombianos y la educación artística y musical en el desarrollo integral de los niños y niñas de primera infancia; para desde allí proponer, a partir de un enfoque artístico-pedagógico, una metodología que, partiendo de la creación artística de canciones e instrumentos musicales, permita que desde los jardines infantiles se implemente la CEA con ayuda de la música africana.
Finalmente se pondrá en evidencia el proceso que se llevó a cabo para lograr poner en práctica la propuesta planteada en este proyecto, para lo cual se describirán el contexto, los sujetos y los procesos que se ejecutaron a lo largo de esta investigación. Se expondrá la metodología pedagógica empleada a lo largo del año 2014 en el Jardín Infantil La Manuelita (SDIS) con los niños y las niñas de los grados párvulos 1 y 2 que comprenden edades entre los 2 y 3 años de edad, en donde por medio de la interacción con instrumentos musicales de origen africano y canciones tradicionales del África Subsahariana; se ha pretendido implementar la CEA, con el fin de erradicar las prácticas racistas desde la primera infancia, y con la intención de que esta propuesta pueda ser implementada en otras instituciones educativas, para lo cual al final del documento se presentan los resultados conseguidos durante este transcurso y las conclusiones a las cuales se han llegado después de analizar todo el proceso creativo y pedagógico que ha hecho posible el planteamiento y la ejecución de este proyecto en pro de una sociedad reconciliadora, pacífica, incluyente y respetuosa de la diversidad.
Metodología
Para este proyecto de investigación enmarcado dentro de la metodología cualitativa, se trabajó a partir de la investigación-acción, lo cual permite que a través de la pedagogía por proyectos por medio de la cual se ha implementado la propuesta pedagógica aquí planteada, se realice una evaluación y reflexión constante de la ejecución del proyecto. Sumado a esto, el proyecto se plantea desde la investigación-creación, lo cual permite que se den procesos creativos dentro del proyecto de
aula, lo que en este caso se evidencia en los instrumentos musicales elaborados por la investigadora, para luego llevarlos al aula de clase con el fin de que los niños y niñas construyan experiencias musicales a partir de estos.
Conclusiones
Al final la investigación se concluyó que:
La implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos por medio de la música, permitió que el proyecto se realizara involucrando elementos de otras disciplinas, como la etnografía, la antropología, la historia y el lenguaje, lo cual evidencia el carácter indisciplinar de la Cátedra considerando que la inclusión de dichos elementos no se dio de forma espontánea, sino de forma consiente y estructurada, ya que fueron éstos los que permitieron que el proyecto tuviera un enfoque contextualizado que acercara a los niños y niñas a las realidades de las comunidades afro y a la importancia social que tiene allí la música.
Las experiencias musicales permiten que se aborden multitud de temas de forma significativa, lo que facilita su interiorización y comprensión, ya que desde allí se trabaja desde la conciencia corporal y sensitiva, desde el movimiento y las relaciones con los otros.
La diversidad étnica y cultural está presente en todos los ámbitos de nuestra vida, por lo que la implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos puede realizarse no sólo desde las artes, sino también en las otras áreas del saber que han sido colonizadas. Depende de nosotros los educadores buscar las estrategias que permitan que esto sea posible en todos los niveles educativos, teniendo siempre presente el contexto en el que nos encontremos y las necesidades que tengan los niños y las niñas, con quienes vamos construyendo poco a poco la sociedad emancipada que queremos.
RESUMEN
El presente proyecto de investigación, enmarcado dentro de la modalidad de
creación, tiene como propósito exponer el trabajo artístico-pedagógico realizado
durante el año 2014 en el Jardín Infantil La Manuelita con los niños y niñas del grado
Párvulos. Allí se realizó la implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos
(CEA) por medio de la música africana, específicamente el uso de canciones
tradicionales del África Subsahariana y la experimentación con instrumentos musicales
africanos fabricados por quien realiza la investigación, para su posterior integración en
el proyecto pedagógico de aula que se llevó a cabo con los niños y las niñas; esto con
el fin de contribuir a la erradicación del racismo y todas sus expresiones en la escuela a
partir del abordaje de las expresiones artísticas y socio-culturales de las comunidades
afro.
Palabras clave: Cátedra de Estudios Afrocolombianos, Música africana, Primera
Infancia, Estrategia artístico-pedagógica.
ABSTRACT
This research project, framed in the form of creation, aims to expose the artistic
and educational work carried out during 2014 in the Kindergarten La Manuelita with
children Párvulos grade. Hence the implementation of the Afro-Colombian Studies
Cathedra’s (CEA) by African music, specifically the use of sub-Saharan African folk
songs and experimenting with African musical instruments made by the person making
the investigation, for further integration took place in the classroom teaching project that
was carried out with the children; this in order to contribute to the eradication of racism
and all its expressions in the boarding school from the artistic and socio-cultural
expressions of African communities.
Keywords: Afro-Colombian Studies Cathedra’s, African Music, Early Childhood
Strategy artistic and pedagogical.
La Canción de los Hombres
Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la
selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño.
Ellas saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad,
unicidad y propósito. Las mujeres encuentran la canción, la entonan y cantan en voz alta.
Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.
Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción.
Luego, cuando el niño va a comenzar su educación, el pueblo se junta y le canta su
canción.
Cuando se inicia como adulto, nuevamente se juntan todos y le cantan.
Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción en voz de su
pueblo.
Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su
cama y del mismo modo que hicieron en su nacimiento, le cantan su canción para
acompañarle en el viaje.
En esta tribu, hay una ocasión más en la que los pobladores cantan la canción.
Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social
aberrante, se le lleva al centro del poblado y toda la gente de la comunidad forma un
círculo a su alrededor. Entonces... le cantan su canción.
La tribu sabe que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo, sino el
amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Cuando reconocemos nuestra propia
canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros.
Tus amigos conocen tu canción, y te la cantan cuando la olvidaste. Aquellos que te aman
no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que a veces
muestras a los demás. Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo, tu totalidad
cuando estás quebrado, tu inocencia cuando te sientes culpable, tu propósito cuando estás
confundido.
Tolba Phanem, poeta africana (2007)
TABLA DE CONTENIDO
1. JUSTIFICACIÓN ...................................................................................... 17
2. OBJETIVO GENERAL ............................................................................. 25
1.1 Objetivos específicos ................................................................................. 25
3. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ...................................................... 25
4. ANTECEDENTES .................................................................................... 33
5. MARCO LEGAL ....................................................................................... 38
6. MARCO CONCEPTUAL .......................................................................... 48
7. METODOLOGÍA ...................................................................................... 83
8. RESULTADOS: ........................................................................................ 96
Djembé ............................................................................................................ 97
Akonting .......................................................................................................... 99
Shekeré ......................................................................................................... 102
Mbira ............................................................................................................. 103
Balafón .......................................................................................................... 105
9. CONCLUSIONES .................................................................................. 108
10. BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................... 110
17
1. JUSTIFICACIÓN
Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de caza siempre glorificarán al cazador.
(Pueblo Igbo – Nigeria)
La investigación que se expone en el presente documento pretende dar cuenta
del trabajo que he realizado en torno a dos ejes esenciales: La Cátedra de Estudios
Afrocolombianos (CEA) y la educación musical inicial, los cuales se constituyen en los
pilares que motivan la formulación e implementación de este proyecto en el Jardín
Infantil La Manuelita con niños y niñas de primera infancia, con el fin de plantear una
propuesta artístico-pedagógica que busca, por medio de la interpretación de canciones
e instrumentos musicales de origen africano, combatir las prácticas y discursos racistas
que se manifiestan a diario en las instituciones educativas de la ciudad de Bogotá.
Las reflexiones que justifican la pertinencia de esta propuesta se basan en un
contexto socio-histórico y cultural por un lado, y el educativo y artístico por el otro. Para
dar a entender la importancia de éstos, en seguida se exponen las motivaciones y los
razonamientos que han dado pie a la concepción de éste proyecto de investigación.
Primero es necesario entender la realidad histórica en medio de la cual hemos
crecido, y en particular la que ha hecho posible la presencia y participación de las
comunidades afrodescendientes en el territorio colombiano. Se parte del hecho de que
desde la llegada de los esclavizados africanos y africanas a Colombia debido al
proceso de colonización española que se dio a partir del siglo XVI, el continente
americano en general se ha visto permeado por las culturas que los africanos/as
trajeron consigo a través del Océano Atlántico, hasta llegar a reproducirse por todos los
lugares a los que fueron llevados y sometidos, siempre conservando una parte
importante de sus raíces ancestrales, las cuales en la actualidad podemos ver
reflejadas en sus prácticas, costumbres tradicionales y expresiones artísticas, en su
lenguaje, su gastronomía, prácticas de crianza, bailes, música e instrumentos
musicales, relatos de tradición oral, su relación del ser humano con la naturaleza y
otros tipos de estéticas culturales como por ejemplo el vestuario y toda la
representación y significado que existe alrededor del trenzado en las comunidades afro.
18
De esta forma nos damos cuenta del hecho ineludible de que, a través del
mestizaje que se dio en América, todos y todas desde esa época hemos crecido
rodeados por la riqueza de esta cultura, así mismo como lo hemos estado de las
culturas indígenas y la española, pero sin embargo aunque somos conscientes de esto,
la sociedad en general siempre las ha jerarquizado dentro de su pensamiento en una
pirámide social.
Aunque claramente la situación ha cambiado en el transcurso de la historia, las
comunidades afrodescendientes siguen hoy día sufriendo las consecuencias de estos
procesos de violencia sistemáticos que se dieron contra sus antecesores, pues esto
quedó marcado en los cimientos sobre los cuales se construyó el Estado colombiano y
la modernidad, y lo podemos ver claramente, por ejemplo, en las expresiones y
eufemismos que las personas utilizan generalizadamente para referirse a una persona
afro y en la escasez de oportunidades que tienen para ascender dentro de la sociedad
común; ya que frecuentemente se les relaciona a trabajos que requieren de fuerza
física, pero no a otros de tipo más intelectual o académico, debido precisamente a que
en Colombia existen muchos prejuicios, estereotipos y categorizaciones
discriminatorias hacia las comunidades afrodescendientes, puesto que seguimos
poniendo en la cima, en el ideal de nuestro pensamiento a la cultura eurocéntrica que
nos ha dominado desde entonces.
Sin embargo, muchas personas se han preocupado por cambiar esta realidad y
se han hecho algunos avances en lo relacionado a la reivindicación de derechos para
las comunidades afro, como lo han sido la abolición de la esclavitud, el derecho al voto,
a la educación, a poder elegir representantes y ser elegidos, y otros mecanismos de
reparación como las acciones afirmativas, pero aun así no se ha logrado que la
discriminación, que el racismo del que son víctimas a diario sea erradicado de la
sociedad, pues son actitudes que para muchos de nosotros y nosotras pueden parecer
muy comunes e irrelevantes, pero que llevan consigo una carga histórica y emocional
muy grande para quien es objeto de ellas.
Es por esto que se piensa que este cambio puede darse desde procesos
sociales fundamentales como lo es el de la educación, pues es allí, junto con la familia
como núcleo de la sociedad y las instituciones educativas como formadoras de sujetos
sociales, en donde es posible generar transformaciones que propendan por la
construcción de un mundo más humano. Ha sido a través de la educación (tanto de la
19
familia, como de la escuela y de la sociedad) que las acciones y actitudes racistas se
han propagado a través del tiempo, y por lo tanto, de esta misma forma se puede
buscar y enseñar lo contrario, el respeto hacia los demás sin importar su procedencia,
su dialecto, el color de su piel, su religión o su cultura; y no solo eso, sino que es
también importante aprender a compartir esas diferencias sin rechazarlas solo por
ignorancia o por prejuicios, porque de todas ellas podemos aprender cosas valiosas e
importantes para nuestro desarrollo, para nuestro crecimiento personal y colectivo. Por
esto es significativo incluir en nuestras prácticas educativas estrategias que busquen
combatir estas formas de violencia, como lo es claramente el racismo y todas sus
expresiones.
Esta preocupación nos traslada entonces a otras instituciones educativas como
lo son las facultades de educación de las universidades y las escuelas normales en
donde se está formando el profesorado del país, quienes tendremos bajo nuestra
responsabilidad la educación de los miles de niños, niñas y jóvenes de Colombia, y con
esto no se trata de pensar en proyectos a largo plazo cuyos frutos se evidencien solo
en el futuro, pues es lo que se suele pensar cuando se habla de educación para la
infancia, sino que son y somos también el presente, por lo que se puede empezar a
realizar ese cambio desde ahora; no hay que esperar a que pasen los años para ver los
resultados que se alcanzan cuando trabajamos con los niños/as, pues ellos/ellas son
capaces de compartir lo que aprenden en la escuela en su día a día, con sus
compañeros, con sus familias, con sus vecinos y sus conocidos.
Así, depende de qué es lo que los maestros y maestras les enseñamos a los
niños/as el tiempo que pasan junto a nosotros, y es aquí donde se vuelve fundamental
que las facultades de educación se preocupen por abordar la temática del racismo en
sus cátedras o de otra forma los y las docentes en formación podríamos pasar por alto
esta problemática, cuando uno de los lugares en donde se manifiesta con más claridad
y crudeza es en la escuela, y nosotras/os debemos saber cómo afrontar esas
situaciones.
Esta es una preocupación que ha empezado a abordarse recientemente en el
Proyecto Curricular de Licenciatura en Pedagogía Infantil de la Universidad Distrital
Francisco José de Caldas, pues es una de las carreras de la cual egresan gran
cantidad de estudiantes quienes posteriormente se vinculan a los colegios y jardines
infantiles de la ciudad de Bogotá, y que a pesar de ello no había tomado la
20
problemática del racismo como un eje fundamental en la formación de sus
licenciadas/os; siendo Bogotá la ciudad más grande de Colombia, donde se vive con
intensidad el fenómeno del desplazamiento y la migración de personas provenientes de
otras partes del país, lo cual la ha convertido en una ciudad pluriétnica y multicultural
que acoge en su territorio a la inmensa mayoría de las culturas que habitan la nación,
pero en donde existe poca tolerancia y respeto hacia la diferencia, lo cual produce
agresiones, discusiones, maltratos y transgresiones en una sociedad ya de por sí
criada en medio de la violencia.
Retomando el abordaje que se ha dado sobre el racismo en la Licenciatura en
Pedagogía Infantil, es importante mencionar que ésta es una cuestión surgida desde la
línea de profundización Lenguaje, Creación y Comunicación a cargo de la docente
Dinah Orozco Herrera1, en donde se establece una convergencia entre las áreas de
Lenguaje y Arte que se encuentran dentro del proyecto curricular, pero que cuenta
además con el enfoque en Cátedra de Estudios Afrocolombianos como un eje
transversal que se ha trabajado desde el periodo 2013-1 hasta el 2014-3 con el grupo
de estudiantes que optamos a partir de séptimo semestre por esta línea de
investigación nombrada ‘‘Una experiencia artístico-literaria como aporte para la Cátedra
de Estudios Afrocolombianos’’ (Orozco H., 2013). A lo largo de estos dos años hemos
atravesado un proceso continuo de sensibilización y reflexión acerca de la diáspora
africana y sus aportes históricos, culturales, intelectuales, académicos, literarios y
artísticos; lo cual nos ha llevado a tomar una postura descolonial frente a las prácticas
pedagógicas canónicas que prevalecen en las instituciones educativas.
Es así como desde la línea de profundización problematizamos y cuestionamos
los contenidos eurocéntricos que se abordan en las escuelas, los cuales invisibilizan
otras formas de pensamiento distintas del modelo occidental establecido en América
desde la conquista, y esto nos ha llevado a plantear nuevas propuestas y estrategias
pedagógicas que, de la mano con la literatura y el arte, posibiliten la circulación de las
prácticas, costumbres y saberes de las culturas afrodescendientes dentro de las aulas
de clase.
1 Magíster en Lingüística y Literatura del Instituto Caro y Cuervo. Docente de la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas de la Licenciatura en Pedagogía Infantil.
21
De esta forma podemos encontrar definido el objetivo general de esta línea de
investigación:
Fundamentar procesos en teoría y práctica pedagógica que les permita a los y
las docentes en formación de la Práctica Formativa I plantear proyectos de investigación
pedagógica en el ámbito del lenguaje (oralidad, lectura y escritura), la literatura y la
creación artística, mediante la formación de niños y niñas en un marco de diversidad
étnica y cultural con el fin de generar impacto social en el Distrito Capital. (Orozco H.,
2013, pág. 3)
Este proyecto se ha planteado a partir de la literatura y las estéticas africanas y
afrodescendientes, enmarcadas dentro de la categoría del lenguaje, debido a la
importancia que tiene dentro de la educación la enseñanza de éste, pero pensado de
una forma más abierta, no solo abordado desde el aprendizaje de la lectura y la
escritura tradicionales, sino entendiendo que de él también se desprenden otras formas
de expresión y comunicación, como lo son la tradición oral, la lectura de imágenes, los
diferentes lenguaje expresivos (el dibujo, la pintura, la escultura, el teatro, la música, el
cine, etc.), e incluso los medios digitales y audiovisuales.
Además, se considera la importancia que tiene la enseñanza del lenguaje dentro
de la formación de sujetos ético-políticos, conscientes de su entorno y de los usos que
pueden hacer del lenguaje para relacionarse con él y con los demás; pues esta
capacidad humana nos permite interactuar en el medio social, ya que hace posible la
construcción de significados compartidos sin los cuales no sería posible la interacción
con otras personas; también facilita la adquisición de conocimientos, saberes, normas,
ideas y conceptos que pasan a formar parte de nuestra subjetividad; pero de esta
misma forma el lenguaje permite replantear y re-estructurar esos esquemas mentales
que nos han sido instaurados por la sociedad desde la infancia, posibilita la
construcción y creación de nuevos saberes y prácticas, de nuevas formas de pensar
que vayan en busca de una sociedad incluyente.
En relación con la interacción, el lenguaje garantiza el intercambio social y el
trato interpersonal dentro de ámbitos (lugares de encuentro) que soportan el ser y el
hacer humanos en contextos sociales, históricos y culturales; ámbitos y contextos
configuran, por igual, la fenomenología del sentido (la visión del mundo) y apuntalan la
construcción de actitudes y valores desde un marco sociocognitivo, nocional, conceptual
y valorativo. (Orozco H., 2013, pág. 5)
22
Acompañada de esta noción de lenguaje, dentro del trabajo realizado en la línea
de investigación, viene la metodología por proyectos empleada para llevar a cabo este
propósito en el aula de clase, la cual está fundada sobre la idea de que los niños y las
niñas son sujetos creativos quienes no sólo aprenden por observación y memorización,
sino que además a través de la experimentación y los procesos creativos ellos
interiorizan y construyen el conocimiento. ‘‘Partimos de una convicción profunda de que
dichos procedimientos lúdicos pueden y deben ir dando forma a un nuevo modelo de
sujeto niño/a, sensible a sí mismo y a cuanto a la diversidad que le rodea, abierto a un
continuo proceso de re-creación de su realidad, por un entorno cada vez más
humanizador’’ (Orozco H., 2013, pág. 12).
Por medio de esta metodología centrada en la experiencia directa y la
creatividad, concebimos el arte en la enseñanza-aprendizaje como una estrategia
fundamental para lograr este objetivo, no con la intención de formar artistas o centrar
nuestras dinámicas en el dominio de técnicas estéticas, sino con la convicción de que
es por medio de las prácticas artísticas y sensibles que podemos impactar y prevenir
de una forma más profunda y catártica las actitudes y discursos racistas que se han
integrado al pensamiento de los niños y las niñas de la ciudad.
Sin embargo, desde mi experiencia a lo largo de las vivencias y las prácticas
formativas que he realizado en distintas instituciones educativas de la ciudad, cuando
se habla de integrar las artes a la educación infantil, especialmente en la primera
infancia, se le suele dar una connotación superficial que ubica la educación artística
como una forma de distracción y distensión dentro del currículo habitual de la escuela,
pero con poca frecuencia se toman en cuenta los beneficios que aporta a la formación
integral de los niños/as, y se recae en la idea de que el arte no tiene una trascendencia
significativa en la educación formal, sino que esta formación corresponde más bien a
ámbitos de enseñanza extracurriculares a la cual pocos estudiantes tienen acceso.
Es por estas razones que la presente propuesta busca que la enseñanza de la
música afro se vincule a los procesos educativos de la primera infancia, visibilizando su
relevancia dentro del desarrollo infantil; lo cual se pretende llevar a cabo desde la
investigación-creación como una modalidad que no solo permite la interacción con el
contexto educativo y el análisis de la problemática que aquí se ha presentado, sino que
además plantea la posibilidad de elaborar una propuesta práctica que junto con un
23
proceso creativo, proporcionará la oportunidad de que los objetos artísticos estén en
contacto con los sujetos que forman parte de la investigación.
Para abordar la investigación-creación, es necesario indicar que ésta es una
modalidad de trabajo de grado que no ha sido asumida ampliamente en la Licenciatura
en Pedagogía Infantil, pues los/las estudiantes recurren con mayor frecuencia a otras
modalidades como la monografía, pero en cambio este tipo de investigación es
abordado con más demanda en la Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en
Educación Artística (LEA) y en la Facultad de Artes ASAB. Por esta razón en el
proyecto curricular no se encuentran trabajos abordados desde esta metodología (a
excepción de uno sobre literatura infantil), lo cual motiva aún más que empiecen a
surgir propuestas artísticas desde diversos ámbitos para las infancias.
En evidencia del vacío que existe en la Licenciatura en cuanto a procesos de
creación, esta propuesta plantea que el investigador/a puede al mismo tiempo ser
creador/a de objetos estéticos, teniendo presente que el objeto central del estudio son
los sujetos/niños con los cuales se pondrá en práctica el proyecto pedagógico y
quienes interactuarán con los objetos a partir de los cuales se implementa la propuesta.
Sin embargo no hay que dejar de lado que este proceso al incluir dentro de sí tanto al
creador, como al objeto y a los receptores activos (los niños, las niñas y las maestras);
involucra una dinámica distinta a la de las demás modalidades de grado, pues no solo
hay que tener en cuenta al niño/a como el receptor/a del producto artístico y las
relaciones que allí se establecen, sino que hay que tener presente también el proceso
artístico que se llevó a cabo y las implicaciones que este hecho tuvo para quien creo el
objeto estético, y es este punto lo que establece la diferencia para la investigación-
creación.
[…] la posibilidad que presenta la creación en el arte como forma de
investigación y generación de conocimiento del propio accionar humano, desde una
nueva forma de investigar en donde el sujeto sea objeto de estudio y sujeto investigador
a la vez, es decir, arte y parte del problema a investigar. En donde no solo el producto
(obra de arte, práctica artística), sea lo relevante, sino también el proceso de
transformación que sufre el creador y los sucesos que se presentan a través de la
investigación. (Daza Cuartas, 2009, pág. 91)
Concretamente durante la formulación y puesta en marcha de este proyecto
artístico-pedagógico, se han planteado como recursos educativos que permitan cumplir
24
los objetivos, la construcción de cinco instrumentos musicales de origen africano, los
cuales representen por su tímbrica y su estética plástica a algunas de las comunidades
afro distintivas del África Subsahariana; y la vinculación de canciones tradicionales de
estas comunidades, las cuales integran dentro de su estructura ritmos y melodías
propias de la música africana, además su letra y los movimientos corporales que
incluyen contienen las prácticas y costumbres tradicionales de las culturas de las que
provienen.
Esta idea para el proceso creativo y pedagógico surge debido a que en los
lugares en lo que he realizado mis prácticas educativas, he observado que se
encuentran pocos materiales artísticos que aborden temáticas de las culturas afro sin
caer en los prejuicios, por lo cual las maestras de las escuelas y jardines infantiles
recurren a las rondas y canciones tradicionales, lo que imposibilita que haya diversidad
musical en las aulas de clases; por esa razón es necesario crear nuevo material
didáctico-pedagógico que haga posible que este cambio se pueda dar a través de la
educación musical infantil. Y lo mismo sucede con los instrumentos musicales, ya que
en las instituciones que cuentan con salones de música especializados se encuentran
en su mayoría instrumentos de origen europeo y muy pocos provenientes de otras
culturas como las indígenas y en ocasiones afrodescendientes como es el caso de los
tambores, pero no se hallan instrumentos de procedencia africana y el costo económico
que representa adquirirlos es muy alto, por lo cual así no sería factible la
implementación de este proyecto.
Por esto se propone que la elaboración de los instrumentos musicales se
realizará a partir de materiales reciclables y de fácil adquisición, para que de esta forma
las y los maestros tengan la oportunidad de integrar sin dificultad la música africana en
la escuela, y así los/as estudiantes podrán experimentar por sí mismos los sonidos y
las posibilidades interpretativas que pueden ofrecer estos instrumentos musicales.
Es así como este proyecto se propone que la educación musical en la infancia
integre en sus contenidos la enseñanza de la música africana al reconocer la
importancia que ésta tiene dentro de la cultura de nuestro país, y al evidenciar los
beneficios que este tipo de música en particular tiene dentro de la formación integral de
las personas a nivel cognitivo, psíquico, motriz y lingüístico, pero especialmente a nivel
afectivo, interpersonal y psico-social; de esta forma se facilita que en la escuela circule
la diversidad cultural que permita a los niños y niñas reconocer a la cultura afro dentro
25
de su cotidianidad y dentro de su identidad para así erradicar los prejuicios y
estereotipos que existen alrededor de ella; y conjuntamente esta propuesta demostrará
que es posible que esta enseñanza y transformación epistémica se empiece a dar
desde la primera infancia en los jardines infantiles del Distrito.
2. OBJETIVO GENERAL
Implementar la Cátedra de Estudios Afrocolombianos (CEA) en los grados
Párvulos 1 y 2 del Jardín Infantil La Manuelita por medio de una estrategia artístico-
pedagógica apoyada en las canciones e instrumentos musicales de origen africano.
1.1 Objetivos específicos
Sensibilizar a la comunidad educativa acerca de la relevancia que tiene la
enseñanza de la música afro en el desarrollo integral de los niños y las niñas
de primera infancia, a través de la realización de talleres y actividades
artísticas.
Buscar y seleccionar canciones tradicionales africanas, y construir
instrumentos musicales de origen africano para primera infancia.
Desarrollar actividades y talleres artístico-pedagógicos con los niños y las
niñas, en donde conozcan y experimenten la música africana por medio de
las canciones y los instrumentos musicales africanos.
Aportar material didáctico-pedagógico a la Cátedra de Estudios
Afrocolombianos (CEA) y a la enseñanza de la música en la infancia para su
uso en las instituciones educativas de Bogotá.
3. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Cuando los elefantes luchan es la hierba la que sufre.
(Tradicional de Uganda)
La concepción de este proyecto de investigación emerge luego de realizar una
observación y análisis profundo acerca de las manifestaciones racistas y
discriminatorias que se presentan desde la infancia en las instituciones educativas de la
26
ciudad, lo cual se ha hecho evidente a través de las vivencias y prácticas universitarias
que se llevan a cabo dentro del plan de estudios de la Licenciatura en Pedagogía
Infantil. Ha sido por medio de estos espacios experienciales, especialmente los
comprendidos a partir de séptimo semestre, que he podido comprobar de primera
mano los discursos y actitudes racistas que existen en la escuela, los cuales son
utilizados abierta y sistemáticamente, tanto por los niños y las niñas como por sus
maestras/os titulares, quienes admiten no tener las estrategias para manejar y
contrarrestar los casos de racismo que se presentan en sus clases.
Partiendo de esta indagación, se ha podido igualmente corroborar a partir de mis
experiencias pedagógicas, que los contenidos que se están enseñando en la educación
infantil, en su mayoría siguen estando orientados hacia el conocimiento de la
predominante cultura eurocéntrica, pues no se abordan con regularidad ni formalidad,
temáticas que posibiliten en las escuelas el reconocimiento de otras culturas como la
afrodescendiente para permitir que se den espacios de encuentro y enunciación de
estas otras concepciones de mundo; por el contrario, se sigue manteniendo un modelo
educativo que las invisibiliza, subalterniza y estereotipa de acuerdo a los estándares
del saber que se han originado desde lugares ajenos a nuestro contexto socio-cultural.
Esta situación dentro de las instituciones educativas de la ciudad y del país es
preocupante, teniendo presente que en Colombia es una obligación que dentro de la
enseñanza formal se integren los saberes históricos y culturales de las comunidades
afro, puesto que desde la expedición del Decreto 1122 del 18 de Junio de 1998 se
establece la obligatoriedad de la implementación de la Cátedra de Estudios
Afrocolombianos (CEA) en todos los niveles de la educación en todo el país. Sin
embargo se ha hecho evidente que este propósito no se ha cumplido como se
esperaba, en parte debido a la falta de preparación y sensibilización de los y las
docentes frente a los procesos históricos y a las prácticas culturales de la población
afrodescendiente.
De la misma manera en que se han visto los vacíos existentes en las escuelas
referentes al abordaje de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, entendiéndola como
una estrategia pedagógica transdisciplinar capaz de contribuir a la erradicación del
racismo en la sociedad; he advertido que dentro de los espacios destinados a la
educación artística, son escasas las experiencias que incluyan el contacto con las
prácticas y expresiones estéticas de las comunidades africanas y afrodescendientes,
27
ya que dentro del currículo de las instituciones educativas en general no existe el
suficiente interés en que las prácticas artísticas formen parte fundamental en la
enseñanza inicial y en el desarrollo humano integral, esto debido a que aún se tiene un
imaginario de que el arte no es un área con trascendencia significativa dentro de la
formación de los sujetos, y en cambio se refiere a éste como un momento de la rutina
escolar en donde los niños y las niñas pueden encontrar un lugar de esparcimiento que
no se relaciona con las demás áreas del saber.
En este caso, he encontrado en mis prácticas que cuando el arte se plantea
dentro de las actividades regulares de los planes de trabajo de los profesores/as, se
descubre que son las artes plásticas las que son trabajadas en mayor medida y con las
cuales los niños/as tienen un acercamiento más directo desde la escuela. Estas
prácticas artísticas desde el lenguaje plástico y visual se pueden ver representadas en
los dibujos y pinturas que elaboran los niños, y en la manipulación de materiales como
la plastilina o la arcilla por medio de los cuales crean situaciones y personajes cercanos
a su contexto familiar, escolar y social. Pero aunque he visto que este trabajo en torno
a las artes plásticas es más bien superficial y se profundiza poco en la experiencia
estética y en el proceso creativo, pues se suele centrar este trabajo sobre el producto
artístico; la situación es preocupante alrededor de las artes musicales en los contaxtos
educativos que he vivenciado.
La música, como elemento propio de la vida humana, es un lenguaje universal
inmerso en la cotidianidad de todos nosotros, pues es innegable el hecho de que
independientemente de un género musical específico, todos la escuchamos en
nuestras casas, en los lugares de trabajo, en la calle, en las escuelas, en el transporte
e incluso gracias a la tecnología actual puede acompañarnos a todos los lugares en
donde estemos. La música es además un medio ampliamente utilizado para comunicar,
experimentar emociones, sentimientos, estados de ánimos y mensajes de todo tipo a
los demás. A pesar de tener tan cerca este lenguaje artístico y expresivo, tanto como el
de tipo plástico, es sorprendente el hecho de que no haya ocupado un lugar importante
en la educación pública en la infancia, pues solo recientemente han surgido proyectos
como ‘‘Música para la Convivencia’’, ‘‘Música para todos’’ o los Centros Locales de Arte
para la Niñez y la Juventud (CLAN), en donde se rescata y se promueve el valor de la
educación musical en las escuelas en donde la música es un eje transversal capaz de
integrar los contenidos de otras áreas o de potenciar otras capacidades y habilidades
28
en los estudiantes desde sus elementos constitutivos (ritmo, melodía, armonía, timbre,
intensidad, etc.). Pero lamentablemente aún en muchas instituciones se le toma más
bien como una herramienta útil para la recreación o para llamar la atención de los niños
y las niñas, pero se dejan de lado todas las implicaciones que las músicas y canciones
que se interpretan en la escuela pueden tener en la construcción de la subjetividad de
los niños.
Como ejemplo de este hecho, algunas de las canciones y el trato que se les da
al enseñarlas y al cantarlas junto a los niños y niñas, pueden contener implícitas en su
letra o en los juegos corporales que utilizan, discursos discriminatorios y estereotipos
que los niños y niñas asimilan así cuando no se les concientiza acerca de los alcances
que pueden tener, y por esto encontramos casos en donde los niños y niñas con
características fisonómicas afro son objetos de apodos como ‘‘Negro Cirilo’’, lo cual
para ellos/as empieza a representar aspectos negativos de su cultura, e igualmente
ocurre con canciones que generan estereotipos distorsionados de la población afro,
como cuando nos referimos a las cosas con colores oscuros de una forma peyorativa
asignándoles relaciones con lo malo, lo malvado, lo inferior, lo peligroso y lo oculto,
mientras que por el contrario al color blanco le conferimos las características opuestas,
generando así que dentro de las subjetividades de los niños y las niñas se valoren de
este modo elementos al parecer tan inofensivos como los colores, pero lo cual
repercute seriamente en la construcción que hacen sobre el mundo que les rodea y las
significaciones que le darán a todo lo que se encuentre dentro de él.
Ahora, para ubicarnos concretamente en el contexto que se ocupa en este
proyecto de investigación, describiré el lugar en el cual se ha ejecutado y las razones
que condujeron a esta decisión.
La institución educativa en la cual se desarrolló la práctica formativa de noveno y
décimo semestre durante el año 2014, fue el Jardín Infantil La Manuelita, el cual está
adscrito a la Secretaría Distrital de Integración Social (SDIS). Este jardín infantil se
encuentra ubicado en la localidad de Suba, en el barrio La Manuelita, sector Suba-
Rincón y se encarga de brindar atención y educación a los niños y niñas del lugar con
edades comprendidas entre los cero (0) y cinco (5) años de edad los cuales abarcan la
primera infancia.
Refiriéndome al contexto socio-espacial en el cual se encuentra ubicado el
jardín, es necesario destacar que Suba es una de las localidades que cuenta con
29
mayor presencia de población afrodescendiente en su territorio, pero que sin embargo
no cuenta con el componente de la CEA (Cátedra de Estudios Afrocolombianos) en sus
instituciones educativas. Además es una localidad con elevada tasa de densidad
poblacional, y en sectores como el mencionado hay altos índices de familias que viven
en condiciones económicas precarias, pero adicionalmente es una zona de inseguridad
donde se viven cotidianamente situaciones de violencia que afectan a toda la
comunidad, y es en este contexto en donde los niños y niñas del Jardín Infantil La
Manuelita habitan a diario.
Sin embargo, las condiciones al interior de la institución les brindan a los
niños/as un ambiente distinto, gracias al cual pueden desarrollar sus capacidades y
habilidades latentes, pues cuentan con salones adecuados a sus necesidades, donde
se les brindan materiales, juguetes, herramientas, libros, títeres e incluso instrumentos
musicales con los cuales ellos pueden experimentar libremente los usos y posibilidades
que pueden descubrir y aprovechar de ellos, además, en el jardín hay espacios tan
fundamentales como una ludoteca, un patio y una terraza de juegos, un salón
audiovisual, baños, cocina y comedor para que los niños puedan recibir los servicios y
la atención que requieren para garantizar los procesos de aprendizaje que allí se dan.
Es relevante resaltar en este punto la adecuación física que se realizó en el
jardín a mediados del año 2014 con el fin de poner en funcionamiento el Jardín Infantil
No Convencional Nocturno La Luciérnaga Feliz, el cual funciona en horario de 5:00 pm
a 6:00 am para brindar atención a los hijos e hijas de los habitantes del sector que
deben trabajar o estudiar durante la noche. Por esta razón el jardín recibió una
importante dotación de libros infantiles, juguetes, muñecos, juegos para la estimulación
temprana, instrumentos musicales, teatrinos y títeres, grabadoras para cada espacio y
la adición de un nuevo salón que cuenta además de lo dicho anteriormente con apoyos
audiovisuales como un televisor y un DVD. Lo mencionado, hace referencia al segundo
piso de la institución educativa en donde se encuentran ubicadas las aulas de los
grupos de Bebés, Caminadores 1, 2 y 3, y Párvulos 1 y 2; pues en el primer piso
también se hicieron algunas adecuaciones pero en este caso me centraré en los
lugares en los que se realizó mi práctica.
La descripción realizada arriba me permite plantear que el jardín cuenta con una
cantidad relevante de instrumentos musicales entre los que se incluyen tambores,
maracas, palos de agua, panderetas, cajas chinas, sonajeros, platillos, flautas dulces,
30
triángulos, claves y guacharacas; los cuales les han permitido a los niños y niñas
experimentar la música por sí mismos. Pero aunque podemos resaltar que varios de
estos instrumentos tienen un origen afro y provienen de culturas afrocolombianas, se
han encontrado dos problemas principales en el manejo que se ha hecho de ellos.
Primero, estos instrumentos musicales son ampliamente conocidos y utilizados
en las escuelas colombianas y se han convertido poco a poco en elementos
tradicionales de la enseñanza o la experimentación de la música, especialmente en la
educación infantil, lo cual se ve claramente si observamos que casi la totalidad de
ellos, exceptuando la flauta dulce, son instrumentos de percusión los cuales son
apreciados como los instrumentos cuya manipulación es ‘‘más fácil, sencilla e intuitiva’’,
razón por la cual es la clase de instrumentos musicales que se ofrecen a los niños de
los niveles de primera infancia, preescolar y educación primaria en las instituciones
educativas. Este hecho pone de relieve la subestimación que existe hacia los
instrumentos percutidos al considerarlos de alguna forma ‘‘más simples’’ que los de
otro tipo como los instrumentos melódicos y armónicos, los cuales parece que solo
deben ser conocidos y manipulados en edades superiores.
Al mismo tiempo esta relación entre los instrumentos de percusión y las primeras
etapas del desarrollo de los niños/as evidencian que en estas edades el único elemento
a potenciar es el del ritmo, dejando de lado la importancia que tienen los demás
elementos de la música y del sonido en su desarrollo integral; pues considero que ellos
pueden y deben tener contacto no sólo con este tipo de instrumentos, sino también con
los demás (melódicos y armónicos) desde temprana edad, y así mismo a lo largo de
todo el proceso educativo, sin establecer una disposición jerárquica de la enseñanza de
estos instrumentos musicales, pues esto contribuye a la creación de estereotipos como
el de la ‘‘superioridad’’ de unos instrumentos sobre otros.
El segundo aspecto hace referencia a la procedencia de los instrumentos que se
encuentran en las instituciones. Si bien es cierto que se están empleando instrumentos
musicales originarios de las culturas de nuestro país, esto pierde toda la relevancia que
pudiera tener en la enseñanza, ya que no se les cuenta a los niños y a las niñas las
historias que relatan el lugar y la cultura de donde provienen, la forma y los materiales
con los que son construidos originariamente, la razón por la cual fueron creados y la
función social que estos instrumentos cumplen dentro de la comunidad. Sin esta
información, sin estos relatos, la presencia de dichos instrumentos musicales dentro del
31
aula se vuelve utilitaria y pierde todo el contenido histórico y sociocultural que los
envuelve, y que puede ser ampliamente aprovechado para establecer relaciones inter y
transdisciplinares con otras áreas del conocimiento del currículo escolar e incluso es
muy propicio para implementar la interculturalidad dentro de la escuela.
Pero no se aprovechan estas ventajas que nos pueden ofrecer los instrumentos
musicales, y específicamente en el Jardín Infantil La Manuelita la utilización de estos se
limita a su experimentación y manipulación, dejando de lado las posibilidades
didácticas que pueden brindar para el desarrollo de las habilidades y capacidades de
los niños y las niñas de primera infancia.
Teniendo en cuenta las problemáticas presentadas en el entorno en el que se ha
desarrollado esta práctica, es decir, la nulidad en la implementación de la CEA, las
falencias del abordaje de la música en primera infancia y el contexto en el cual se
encuentra ubicado el jardín infantil; surgió la necesidad de plantear una propuesta
pedagógica, didáctica y artística que permitiera vincular estos elementos en busca de
un cambio educativo al interior de este tipo de instituciones educativas. Así se presentó
la siguiente interrogante: ¿Cómo implementar la Cátedra de Estudios Afrocolombianos
en el Jardín Infantil La Manuelita por medio de la música afro como estrategia artístico-
pedagógica?
Se debe tener en cuenta que al abordar un área artística como la música en la
infancia, se ven involucrados muchos más elementos que el de la expresión, pues la
experiencia musical es capaz de desarrollar en los niños y las niñas capacidades y
habilidades cognitivas y psicomotoras, como lo son la lateralidad, la espacialidad, el
esquema corporal (pues incluye también el movimiento y reconocimiento del cuerpo), la
coordinación óculo-manual, el lenguaje hablado, el razonamiento lógico, la disociación,
desarrolla también la percepción auditiva, el sentido del ritmo, niveles de concentración,
las relaciones socio-afectivas, etc. Pero a pesar de todas estas posibilidades que nos
ofrece la música, los y las docentes conocen muy poco material pedagógico que los y
las oriente, aunque exista una gran cantidad de estos, para lograr incorporar la música
en el aula como un recurso transdisciplinar, y no solo como entretenimiento o
esparcimiento como sucede por ejemplo en el caso de las rondas infantiles en algunos
casos.
A partir de esta postura, se busca trabajar la música afro no como disciplina, sin
centrarnos únicamente en la métrica o las alturas, pero sí en su carácter como
32
componente social y vital de las comunidades afro, en donde son elementos básicos la
integración de ésta con las prácticas sociales de la vida diaria, la improvisación, la
tradición oral y las relaciones con la comunidad; de esta forma al abordar la música de
las culturas afro, no sólo permitimos que circule en el aula la diversidad artística y
cultural, sino que también se involucran aspectos de la cultura afro que la visibilicen,
quitando los estigmas que la sociedad le ha impuesto, sin verla desde una perspectiva
negativa, sino todo lo contrario, permitiendo así la erradicación del racismo en la
sociedad colombiana desde la primera infancia a partir de una estrategia pedagógica
que gire en torno al reconocimiento del otro por medio de lo que se plantea desde la
Cátedra de Estudios Afrocolombianos (CEA).
Hay que destacar que la música tiene la capacidad de establecer relaciones de
afecto, y al ser un lenguaje expresivo, permite comunicar y percibir pensamientos y
actitudes que de otra forma no son tan evidentes, y sumado a esta habilidad de
expresión y experimentación que ofrece, también se relaciona con la corporalidad de
los niños/as, el cual es un elemento importante para todo lo señalado anteriormente,
pues a través del cuerpo es que nos relacionamos con los otros, y es el medio por el
cual nos conocemos y entendemos a nosotros mismos, y al tener esto presente nos es
posible comprender y evaluar las acciones de los demás; por lo tanto esto se convierte
en un objeto de análisis muy importante al momento de considerar el desarrollo
psicosocial y afectivo, y cómo se reflejan por medio de la música en los niños y las
niñas.
Finalmente, lo que pretende este proyecto al ser implementado en el Jardín
Infantil La Manuelita, no es solo que continúe siendo ejecutado por las maestras que
han hecho el acompañamiento a este proceso, sino que esta propuesta pueda llegar a
otras instituciones de educación formal para implementar la CEA desde una
perspectiva artística y no solo histórica como se ha realizado con mayor frecuencia;
incluso que pueda llegar a otras zonas del país que requieran implementar la Cátedra
de Estudios Afrocolombianos para contribuir a la eliminación del racismo en nuestro
país, y al mismo tiempo desarrollar habilidades artísticas en los niños y las niñas, pues
considero que el arte no debe estar reducido a quienes tengan los recursos
económicos o las oportunidades para acceder a una educación artística de calidad, o a
quienes quieran dedicarse a él y convertirlo en su profesión, sino que el arte debe
formar una parte fundamental de la educación y de la vida de nuestro país, debe estar
33
al alcance de todos, y conjuntamente, el interés de la educación artística en una ciudad
como Bogotá no debe centrarse en la idea de formar artistas, sino que debe dejarse a
un lado este supuesto para permitir que la sociedad en general no se limite a ser
espectadora pasiva, sino que también puede ser creadora y constructora, ya que, si
una forma de expresión artística como la música puede contribuir a eliminar el racismo
desde la infancia, todas las formas de producción artística también pueden aportar a
realizar un cambio profundo en nuestra sociedad.
4. ANTECEDENTES
La luna camina despacio pero atraviesa el mundo.
(Proverbio africano)
Para continuar con el desarrollo del presente proyecto de investigación-creación,
se darán a conocer algunas experiencias educativas que, al igual que esta propuesta,
giran en torno a la música afro dentro de los contenidos que deben abordar las
instituciones educativas. Los autores y maestros que se mencionarán, dentro de sus
prácticas pedagógicas han rescatado los aportes que desde la música nos ofrecen las
culturas africanas y afrodescendientes, pues reconocen el invaluable acervo cultural
que estas comunidades han marcado en nuestra cotidianidad, además de los
beneficios que este tipo de experiencia musical trae consigo en el desarrollo socio-
afectivo de los niños, las niñas y los jóvenes, tanto en Colombia como en otros países
que han sido partícipes de la Diáspora africana.
Para comenzar se citará la experiencia de Pedro Espi-Sanchis titulada ‘‘El tubo
de riego, manantial de música africana’’ (1997). En esta propuesta pedagógica, el autor
plantea la posibilidad de dar a conocer la música africana a los niños y a las niñas de
educación primaria por medio de la literatura infantil, ya sea por relatos de tradición oral
o cuentos creados por el maestro. Al mismo tiempo, Espi-Sanchis (1997) expone en su
texto la importancia y las ventajas que tiene esta música dentro del aula de clases al
decir que: ‘‘Los elementos que hacen de esta música buena música en el contexto de
las tradiciones y como expresión de la unión de la comunidad subyacen en ella y
cualquier grupo que aprenda a interpretarla los aprenderá de forma implícita’’ (pág. 32).
34
Para poner en práctica sus enunciados, el autor propone que junto a la literatura
y la música puede ir incluida la construcción de instrumentos musicales que
acompañen este proceso de enseñanza, y en este caso pone como referencia la flauta
tubular Lekolilo, la cual es uno de los instrumentos musicales más antiguos del mundo
creado por el hombre, ya que es un instrumento muy sencillo de fácil fabricación. Junto
con la elaboración de este instrumento, además, se realizan ejercicios de ejecución e
improvisación con éste, lo que permite que el grupo de niños y niñas participantes
creen en conjunto ritmos y melodías, que al momento de su creación, involucran
aspectos de carácter social provenientes de las culturas africanas, como por ejemplo el
hecho de trabajar en equipo respetando y valorando las contribuciones de cada uno. Al
respecto Pedro Espi-Sanchis (1997) menciona:
Asimismo, esta música constituye un modelo para la enseñanza de valores
democráticos a los intérpretes y va mucho más allá del ya mencionado principio de
<<una persona, una nota>> que se aplica en la ejecución. La música requiere que cada
persona explore sus propias posibilidades y realice una contribución especial y única,
distinta a la de todos los demás. Por consiguiente, cada persona debe aprender a dejar
espacio a los demás. (pág. 32)
Aunque esta experiencia pedagógica sobre la música africana contiene varios
elementos de los que aquí se pretenden trabajar, hay que tener en cuenta que es una
propuesta internacional, que no ha sido implementada en Colombia y que su
metodología de enseñanza está pensada para ser aplicada en la educación primaria,
pero no en la primera infancia, donde los argumentos antes señalados difícilmente
pueden ser aplicados de la misma manera teniendo en cuenta las diferencias que
existen entre las etapas del desarrollo a las que pertenece cada grupo de niños y niñas,
pues, por ejemplo, resultaría problemático exigir a un grupo de estudiantes de primera
infancia que toquen al mismo tiempo un instrumento musical respetando las
contribuciones de los demás, ya que estos niños aún se encuentran en una fase del
desarrollo en la cual impera el egocentrismo, lo cual pone las experiencias propias por
sobre las demás y el niño o niña inevitablemente buscará sobresalir en su
interpretación. Sin duda, este es un aspecto que la música africana nos puede ayudar a
desarrollar, pero siguiendo otra ruta metodológica que tenga presente esta etapa del
desarrollo del niño.
Otro referente que he encontrado acerca del planteamiento que se ha hecho en
las secciones anteriores, es el trabajo realizado por el maestro Augusto Pérez
35
Guarnieri, quien desde Argentina expone un método de enseñanza de la música
africana que él mismo ha llamado ‘‘Método de Percusión Áulica’’. En su trabajo ‘‘África
en el aula. Una propuesta de educación musical’’ (2007), Guarnieri plantea la
posibilidad de integrar la música africana al aula de clases desde una perspectiva
multicultural e interdisciplinar que puede trabajar de la mano con otras áreas del
conocimiento, como la geografía, la historia, las artes plásticas, el lenguaje, etc.; para
de esta forma posibilitar que las culturas afro sean conocidas en la escuela desde
varios ámbitos interrelacionados, y no de manera fragmentada como se ha venido
haciendo también en Colombia.
Adicionalmente, su método presenta la posibilidad de enseñar percusiones de
origen africano a través de la utilización de materiales y objetos cotidianos en la
escuela, como lo es el pupitre, la voz, el cuerpo y básicamente cualquier elemento
susceptible de producir sonidos al ser percutido. El autor propone esta metodología
debido a la falta de recursos con los que cuentan las escuelas y los maestros para
llevar a las aulas instrumentos musicales africanos que permitan la enseñanza y
apropiación de la música.
Igualmente, en su texto, comenta las posibilidades que la música africana ofrece
a los niños y niñas, ya que desarrolla habilidades sociales, como lo son el autoestima,
el compromiso, el sentido de pertenencia, la concentración y la concertación grupal; y
señala además las implicaciones que este lenguaje artístico y expresivo tiene dentro de
las comunidades africanas originarias, resaltando elementos de la música afro, como la
repetición, la polirrítmia y la polifonía, los cuales antiguamente habían sido
deslegitimados por la cultura eurocéntrica, cuando sin embargo la música occidental
también hace uso de estos elementos.
Esta contribución del maestro Guarnieri es muy importante, pues nos permite
entender los alcances que puede tener la música africana al ser implementada en la
escuela desde una perspectiva descolonial y consciente de las múltiples posibilidades
que ofrece en el aprendizaje de los niños y las niñas. Sin embargo hay que subrayar el
hecho de que, como se planteó en páginas anteriores, este método, al igual que
muchas prácticas de enseñanza musical que abordan las músicas folclóricas, se centra
en el elemento fundamental de la música africana, que es el ritmo; pero el cual no
constituye su única posibilidad para abordarla en el aula, ya que la música afro
involucra en sí misma muchos otros elementos como la melodía, en cuyo mayor
36
ejemplo se encuentra la voz, pues las canciones e incluso los dialectos africanos se
basan en fonéticas tonales, y es de hecho éste elemento el que es más relevante
dentro de la cotidianidad de las culturas afro; por esto se suelen escuchar
apreciaciones de que los habitantes de estas regiones del mundo ‘‘pareciera que
cantaran cuando hablan’’. Pero este aspecto será abordado más adelante.
Ahora se presentará la experiencia pedagógica de la maestra María del Carmen
Ararat Córdoba, quien durante su periodo como docente en el Colegio Carlos Arango
Vélez ubicado en la localidad de Kennedy en Bogotá, logró desarrollar junto con sus
estudiantes un proyecto pedagógico entorno a la oralidad afrodescendiente proveniente
de diferentes lugares de Colombia, especialmente del norte-vallecaucano de donde es
originaria la docente. Esta experiencia puede encontrarse documentada en su cartilla
‘‘Con Buen Modo Se Saca El Cimarrón Del Monte’’ (2012), en donde se halla la
recopilación que la maestra María del Carmen Ararat ha realizado sobre la oralidad
afro, lo cual incluye cuentos, leyendas, retahílas, adivinanzas, trabalenguas, refranes,
coplas, poemas, fiestas tradicionales, rondas y canciones; todo lo cual va acompañado
de los talleres de aula que se realizaron para llevar a cabo el proyecto.
Esta propuesta fue desarrollada con niños y niñas en Educación Básica
Primaria, y logra rescatar muchos relatos de tradición oral afrodescendiente, entre ellos
las canciones y rondas propias de las culturas afro que se establecieron en Colombia,
pero que lastimosamente son tradiciones se han empezado a perder con el paso del
tiempo. Por esto el trabajo de esta maestra es muy significativo debido a su labor tanto
de recopiladora como de pedagoga, al conseguir abordar estas temáticas en el aula
desde una perspectiva intercultural y como un valioso aporte para la Cátedra de
Estudios Afrocolombianos dentro de las aulas de clase de los colegios distritales de la
ciudad de Bogotá, buscando con esto abrir caminos para que surjan muchas otras
propuestas que contribuyan a edificar una sociedad respetuosa. ‘‘El proyecto de aula
es un proyecto que permea a toda la institución en los diversos escenarios académicos
y desarrolla un diálogo de saberes interculturales, respetuoso, equitativo y justo, donde
la alteridad es el sello identitario’’ (Ararat Córdoba, 2012, pág. 6).
Para concluir este apartado, es fundamental citar el estudio titulado ‘‘Yo no me
llamo negrito. Racismo, Primera Infancia y Educación en Bogotá’’ realizado por los
investigadores Elizabeth Castillo y Jose Antonio Caicedo (2012) el cual se centra en la
37
situación de la población infantil afrodescendiente en los colegios y jardines infantiles
del Distrito.
Esta investigación, la cual se realizó a partir de talleres con maestras y del
análisis de textos escolares (tanto escritos como visuales, plásticos y sonoros), reveló
la ausencia que existe en las instituciones educativas en cuanto a la presencia de lo
afro, ya que no se encuentran con amplia difusión elementos como dibujos,
ilustraciones, pinturas, canciones o juguetes que hagan referencia a la cultura
afrodescendiente y que la ubiquen dentro de un contexto histórico, social y cultural;
elementos con los que los niños y niñas afro puedan sentirse identificados/as dentro de
la escuela, sin ser víctimas de la discriminación y los estereotipos que giran en torno a
las manifestaciones afrodescendientes en una ciudad tan diversa como Bogotá. Una de
las conclusiones a las que llevó este estudio fue: ‘‘que los textos educativos de
preescolar son dispositivos de reproducción del racismo epistémico, en la medida que
mantienen vigente un modelo de realidad en lo que lo mestizo se naturaliza como
referente paradigmático del mundo, mientras que lo afro se naturaliza también como
referente estereotipado de la realidad’’ (Castillo & Caicedo, 2012, pág. 15).
Otra de las evidencias que arrojó la investigación en mención es la falta de
preparación de las docentes para incluir contenidos referentes a la cultura afro dentro
del aula, y a la incapacidad para afrontar situaciones de racismo entre sus estudiantes,
lo cual causa que esta problemática permanezca con ‘‘naturalidad’’ en las escuelas sin
que se presente como una urgencia para implementar estrategias que resuelvan estos
conflictos. Por esto también me parece pertinente señalar la definición que Castillo &
Caicedo (2012) establecen sobre el racismo escolar:
Por racismo escolar estamos entendiendo el conjunto de prácticas simbólicas y
discursivas orientadas a subvalorar a los niños afrocolombianos a través de todos los
dispositivos que la escuela provee -textos en su acepción más amplia, lenguajes,
políticas de conocimientos y pautas de socialización, así como las interacciones de la
vida cotidiana que se manifiestan en chistes, apodos y rechazo hacia los niños y niñas
afrodescendientes-. (pág. 16)
De acuerdo con esto, podemos advertir la necesidad que existe en la ciudad de
que se implementen programas y propuestas en torno a lo afro por medio de diferentes
medios y lenguajes con los cuales los niños estén en permanente contacto en las
escuelas y jardines, para así ofrecerles la variedad cultural que les permita construir
38
libremente su identidad fuera de los límites y cánones eurocéntricos que les son
impuestos por la sociedad occidental desde la primera infancia.
5. MARCO LEGAL
Cada arroyo tiene su fuente.
(Pueblo Zulú – Sudáfrica)
De acuerdo a lo establecido en el primer eje estratégico del Plan de Desarrollo
Distrital 2012-2016, Una ciudad que reduce la segregación y la discriminación: el ser
humano en el centro de las preocupaciones del desarrollo; se tomarán como referentes
legales para la presente propuesta, primero, el proyecto de la Secretaría Distrital de
Integración Social sobre el Desarrollo Integral de la Primera Infancia en Bogotá (2012),
segundo, los lineamientos generales del Sistema Distrital de Formación Artística de la
Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y la Secretaría de Educación (2013), y
finalmente, el documento sobre la Cátedra de Estudios Afrocolombianos publicado por
el Ministerio de Educación Nacional (2004).
Proyecto 735: Desarrollo Integral de la Primera Infancia - Secretaría Distrital
de Integración Social
Este proyecto desde el Plan de Desarrollo Distrital, teniendo en cuenta la
segregación social que se presenta en la ciudad y el impacto que este hecho tiene en
la formación de los niños y las niñas, considera que:
“[…] debe tenerse en cuenta que las grandes brechas se inician en la primera
infancia, donde hay una diferencia sustancial en el proceso de crianza y de educación
inicial de los niños y niñas, dependiendo de su nivel cultural y socio‐económico. En
esta etapa que va desde la gestación hasta los cinco años se definen las oportunidades
biológicas del desarrollo, relacionadas con la nutrición y salud, así como las
oportunidades para ser partícipes de experiencias significativas que aporten a su
desarrollo integral…” (pág. 1)
A raíz de lo anterior se plantea la Atención Integral a la Primera Infancia (AIPI),
un sistema que busca garantizar a los niños y niñas ‘‘el cuidado calificado, el
potenciamiento de su desarrollo, las experiencias pedagógicas significativas, el acceso
a la cultura, el arte, el juego, la actividad física, la promoción de vida saludable, la
39
alimentación saludable, y la generación de ambientes seguros, sensibles y
acogedores’’ (pág. 3); acciones estas que deben ser realizadas por el Estado, la familia
y la sociedad en general de una forma eficiente y oportuna, de tal forma que no se
vulneren los derechos de los niños y las niñas de la ciudad.
Pero para orientar estos procesos y actuaciones estatales es importante primero
definir a qué nos referimos con exactitud cuando hablamos del concepto de Primera
Infancia. En el siguiente apartado del Artículo 29 de la Ley 1098/2006 (Código de
Infancia y Adolescencia) podemos encontrar la definición que el Estado colombiano
tiene sobre la Primera Infancia y los derechos al desarrollo integral que le acompañan:
La primera infancia es la etapa del ciclo vital en la que se establecen las bases
para el desarrollo cognitivo, emocional y social del ser humano. Comprende la franja
poblacional que va de los cero (0) a los seis (6) años de edad. Desde la primera
infancia, los niños y las niñas son sujetos titulares de los derechos reconocidos en los
tratados internacionales, en la Constitución Política y en este Código. Son derechos
impostergables de la primera infancia, la atención en salud y nutrición, el esquema
completo de vacunación, la protección contra los peligros físicos y la educación inicial.
(pág. 4)
Teniendo en cuenta estas disposiciones del Estado, la AIPI tiene como Misión,
junto con todas las instituciones sociales, los ciudadanos y ciudadanas lo siguiente:
[…] la atención de los niños y las niñas, a reconocerlos y reconocerlas como
seres integrales, sujetos de derechos y co-creadores de su propio desarrollo,
precisando la urgencia de definir su atención en este ciclo de vida con acciones
integrales desde las cuales se promueva la preservación y garantía de todos sus
derechos, sin desconocer la importancia y pertinencia de cada uno de ellos, desde el
respeto y el reconocimiento de la diversidad étnica, cultural y social y con base en la
comprensión de que sus derechos exigen y convocan la presencia y participación
responsable de los adultos e instituciones garantes de los mismos, dadas las
particularidades de este momento del ciclo vital. (pág. 3)
Para alcanzar estos propósitos que involucren el desarrollo integral de los niños
y las niñas en un ambiente incluyente y diverso, el proyecto 735 de la SDIS se propone
como objetivo general:
Potenciar el desarrollo integral de los niños y niñas de primera infancia en
Bogotá, desde un modelo inclusivo y diferencial de calidad, mediante acciones que
garanticen el cuidado calificado, las experiencias pedagógicas significativas, el disfrute
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del arte, la cultura, el juego, actividades físicas, la promoción de vida y alimentación
saludables y la generación de ambientes adecuados, seguros, sensibles y acogedores.
(pág. 10)
Para alcanzar estas metas y teniendo en cuenta las dinámicas propias de la
ciudad de Bogotá, este proyecto se subdivide en siete líneas de acción que buscan
impactar a la población desde distintos ámbitos institucionales y comunitarios que
contribuyan a la mejora de la calidad en la atención a la Primera Infancia. En este caso
me enfocaré en abordar la línea de acción número cuatro, ‘‘Reconocimiento de la
diversidad humana e interculturalidad’’, que se refiere a la implementación del enfoque
diferencial en las dos modalidades de educación que ofrece el Distrito para la
Educación Inicial, es decir el ámbito institucional y el familiar, en donde se ‘‘de garantía
de los derechos de los niños y las niñas, la promoción de la igualdad de oportunidades
en el disfrute de los mismos y la celebración de la diversidad.’’ (pág. 21)
Algunas de las acciones que se plantean para contribuir a que estas metas se
lleven a cabo son:
Realizar procesos de mejoramiento continuo de los estándares y lineamientos de
atención integral en la primera infancia para lograr que los mismos sean sensibles a la
identificación de barreras de inclusión social durante la primera infancia.
Identificación de particularidades que requieran ajustes de los estándares y
lineamientos de atención integral en la primera infancia o el diseño de nuevas
modalidades de AIPI capaces de reconocer necesidades poblacionales y territoriales.
Diseño, implementación y seguimiento de nuevas modalidades de AIPI capaces de
reconocer necesidades poblacionales y territoriales.
Cualificación y mejoramiento profesional permanente de los Equipos de Apoyo a la
Inclusión. (pág. 21)
Las anteriores apuestas pueden ser tomadas como buenos referentes que
orienten nuestro camino en busca de una sociedad sin discriminación étnica y racial
que puede empezar a darse desde los aprendizajes que compartimos con los primeros
infantes de la ciudad, reconociendo su diversidad, sus particularidades y sus
necesidades progresivas y vitales.
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Sistema Distrital de Formación Artística (SDFA). Lineamientos Generales -
Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, Secretaría de Educación Distrital.
A través de la implementación del SDFA, el distrito busca ‘‘Contribuir a elevar la
calidad de la educación y de la práctica y disfrute de las artes en el Distrito Capital
mediante la garantía del derecho a formación artística de excelencia’’ (pág. 8). Además,
integra las prácticas artísticas al currículo escolar con el fin de ofrecer a los niños y las
niñas experiencias sensibles y creativas que les permitan reconocer la diversidad
cultural de la ciudad, para así aportar a la disminución de la discriminación y la
segregación social desde la infancia.
Este proyecto se plantea partiendo de que la educación artística es un derecho
que tenemos todos los ciudadanos y ciudadanas, de que es un área de conocimiento
fundamental para el desarrollo integral de los seres humanos, pero que a pesar de su
importancia aún tiene un acceso limitado para los/as estudiantes, especialmente para
aquellos que pertenecen a las instituciones educativas distritales (2013, pág. 3).
Para la formulación del SDFA se empieza desde una concepción de las
prácticas artísticas que involucre los distintos elementos que constituyen las
experiencias estéticas y sensibles de tal forma que se conviertan en prácticas
contextualizadas que aporten al análisis crítico y reflexivo de la realidad colombiana.
Así lo define el documento:
Las prácticas artísticas, como expresiones de pensamientos, sentimientos y
emociones individuales y colectivas en un contexto histórico, construyen sentidos de
vida y pertenencia a partir de recursos expresivos, creativos y poéticos, y permiten un
mayor diálogo entre las diferencias culturales, promoviendo mecanismos participativos,
de convivencia y respeto así como mejores prácticas entre los diferentes grupos
poblacionales que conforman la ciudad. (pág. 5)
Dentro de este orden de ideas, otra definición que se tiene en cuenta para la
implementación de este sistema, es aquel que ha determinado el Ministerio de
Educación Nacional sobre lo que es la Educación Artística:
La Educación Artística es el campo de conocimiento, prácticas y emprendimiento
que busca potenciar y desarrollar la sensibilidad, la experiencia estética, el pensamiento
creativo y la expresión simbólica, a partir de manifestaciones materiales e inmateriales
en contextos interculturales que se expresan desde lo sonoro, lo visual, lo corporal y lo
42
literario, teniendo presentes nuestros modos de relacionarnos con el arte, la cultura y el
patrimonio. (pág. 7)
Con esta determinación conceptual como base para la construcción del Sistema
de Formación Artística, se hace necesario determinar qué disciplinas artísticas forman
parte de este proyecto que se establece en las instituciones de la ciudad, para así
delimitar el accionar de este proceso. En este documento podemos encontrar que en
esencia se señalan seis áreas artísticas, que son: música, arte dramático, danza, artes
plásticas y visuales, artes audiovisuales y literatura. Estas disciplinas se articulan con
los proyectos educativos institucionales de cada establecimiento de tal forma que
impacten la cotidianidad de la escuela y de sus integrantes (pág. 8)
Por otro lado, de la misma forma en que aquí se reconoce la importancia de las
artes en la formación ciudadana de los niños y las niñas, también se hace relevante
que las prácticas artísticas estén vinculadas con el desarrollo de las dimensiones del
ser humano, que en este proyecto se plantean desde tres aspectos:
A. Aspecto Cognitivo: Desde aquí se asume una postura constructivista,
tomando los postulados de Piaget y Vygotsky, que se refieren al conocimiento como
“un proceso interactivo y dinámico a través del cual la información es interpretada y
reinterpretada por la mente, facilitando la construcción del aprendizaje" (pág. 11). Este
proceso parte de la premisa de que todo aprendizaje es dinámico, lo que quiere decir
que el sujeto construye el nuevo conocimiento a partir de sus saberes previos.
Para fortalecer el desarrollo de la dimensión cognitiva el maestro/a debe brindar
a los niños/as actividades que enriquezcan sus experiencias intuitivas, reflexivas y
analíticas.
Así, el juego se nutre de la imitación; la creación de la tradición; la integración de
conceptos y significados de la capacidad de separarlos; la percepción de la apariencia
de un objeto artístico de la identificación de su estructura; la percepción y el contacto
con los elementos individuales presentes en una obra de la identificación de sus
relaciones, etc. (pág. 13)
B. Aspecto Socio-Afectivo: Este apartado se refiere a las posibilidades que
ofrece la educación artística para el desarrollo de la inteligencia emocional, lo cual se
relaciona directamente con las relaciones interpersonales que se establecen desde la
infancia. También es un escenario propicio para que los niños/as, reafirmen su
autoestima, el libre desarrollo de la personalidad, de la sensibilidad estética, y la
43
capacidad para expresar sus ideas, emociones y sentimientos por medio de los
diversos lenguajes artísticos. (pág. 14)
C. Aspecto Físico-Creativo: Este último aspecto corresponde a:
[…] la interrelación con la naturaleza y la cultura, a la construcción de lenguajes
corporales, a la capacidad de explorar, combinar, experimentar y producir nuevas
posibilidades que abran espacio a la imaginación y a la fantasía, así como a la
exploración desde lo lúdico, a la búsqueda de soluciones creativas y críticas a
problemas cotidianos, a la adecuación a diversos espacios y ambientes, a la utilización
segura del tiempo, de los objetos y de los desarrollos tecnológicos. (pág. 15)
Para lograr que el desarrollo integral de los niños y niñas se dé a través de las
artes considerando los aspectos antes mencionados, se propone trabajar desde los
siguientes cuatro ámbitos de aprendizaje; cuya integración debe permitir la
potencialización de los mismos a través del SDFA, por lo que son dinámicos, flexibles e
interdependientes. Estos son:
· La sensibilidad estética (Actitud sensible - Ser)
· La comprensión de las artes en sus contextos culturales (Conocimientos -Saber)
· La habilidad y destreza artística (Habilidades - Saber hacer práctico)
· La expresión simbólica (Capacidades - Saber hacer comunicativo) formativos.
(págs. 17-18)
Pero para poder llevar a cabo el desarrollo de estos ámbitos dentro del currículo
escolar, se plantea la organización de tres procesos de enseñanza-aprendizaje propios
de la educación artística, en donde además se identifique el papel del estudiante dentro
de cada uno de ellos. A continuación se presente una breve descripción de cada
proceso:
1. Procesos de Recepción: Dentro de este primer proceso pedagógico, el
estudiante recibe información sensorial (visual, sonora, cinestésica, olfativa, gustativa,
etc.); lo cual implica, por un lado, el desarrollo de la percepción a través de los
sentidos, y por otro, la generación de respuestas y/o reacciones intelectuales o
emocionales respecto a los estímulos percibidos, lo cual se relaciona con la
apreciación, que está encaminada a interactuar tanto perceptivamente como
intelectual, mental y emocionalmente con las obras artísticas. Aquí el estudiante tiene
el papel de espectador, lo que involucra, además de lo ya mencionado, una actitud
44
reflexiva, propositiva y valorativa, ligada a las experiencias y conocimientos previos de
cada persona. (pág. 19)
2. Procesos de creación: A través de los procesos creativos los niños y las
niñas, como creadores, se apropian de las destrezas, actitudes, hábitos y
conocimientos técnicos que requiere determinada disciplina artística. ‘‘La apropiación,
en consecuencia, se vale de herramientas pedagógicas como la indagación o
exploración (a modo de búsqueda y juego), la imitación (del maestro, de modelos, de
pares) y la ejercitación (repetición sistemática). (pág. 19)
Adicionalmente, es gracias al proceso de la producción artística que se logra
crear y construir una obra de arte, lo cual permite evaluar e identificar el proceso
creativo que se llevó a cabo para realizarlo.
3. Procesos de socialización: Aquí el estudiante asume el rol de expositor, lo
que le permite exhibir y compartir sus resultados con los demás, teniendo también
como tarea la gestión de cómo va realizar la presentación pública de su obra junto con
sus pares y los docentes que le acompañan. (pág. 20)
Para finalizar, desde el Sistema Distrital de Formación Artística, se formulan
unas preguntas clave que buscan orientar nuestras actuaciones pedagógicas, de tal
forma que los contenidos y las propuestas didácticas que les presentamos a los niños y
niñas sean acordes a los propósitos que allí se plantean y estén contextualizados con
el ambiente socio-cultural en el que están inmersos. Algunas de estas preguntas son:
¿para qué aprender?, ¿qué aprender?, ¿cómo enseñar para propiciar los
aprendizajes?, ¿Con qué enseñar para propiciar los aprendizajes?, ¿cuál es el rol del
estudiante en cada actividad?, ¿Cuál es el rol del docente?, ¿cómo verificar los
aprendizajes? (pág. 25)
Estas orientaciones pedagógicas y educativas hacia el campo de las artes con
enfoque diferencial, en su implementación en las instituciones educativas son un gran
avance para alcanzar la meta de formar sujetos comprometidos con la transformación
social desde el reconocimiento del otro y de sus prácticas y saberes culturales.
Cátedra de Estudios Afrocolombianos (CEA) - Ministerio de Educación
Nacional
La Cátedra de Estudios Afrocolombianos fue creada por la Ley 70 de 1993 (Ley
de Comunidades Negras), y se reglamenta por medio del Decreto 1122 de 1998, el
45
cual ‘‘establece su carácter obligatorio en el área de Ciencias Sociales en todos los
establecimientos educativos estatales y privados que ofrezcan los niveles de
preescolar, básica y media’’. (pág. 11)
La CEA como la define el ministerio es ‘‘una propuesta educativa de amplio
espectro para ubicar no sólo en el plan de estudios, sino en el Proyecto Educativo
Institucional y en todas las actividades curriculares, para impregnar toda la vida
escolar’’ (pág. 29). Este documento del MEN (2004) se crea con el fin de determinar los
lineamientos que deben guiar la implementación de la CEA en los distintos niveles
educativos, de tal forma que afecte la cotidianidad de la escuela para conducir a una
educación intercultural que reconozca y visibilice los saberes y las prácticas de las
comunidades afrocolombianas que constituyen una parte importante de nuestra
identidad nacional.
Entre los objetivos que se propone la Cátedra para lograr este propósito global
encontramos los siguientes:
Conocer y exaltar los aportes histórico-culturales, ancestrales y actuales de las
comunidades afrocolombianas a la construcción de la nación colombiana.
Reconocer y difundir los procesos de reintegración, reconstrucción,
resignificación y redignificación étnica y cultural de los descendientes de los
africanos esclavizados en Colombia, en la perspectiva de nuevas lecturas sobre
la configuración de la identidad nacional.
Aportar al debate pedagógico nacional nuevos enfoques sobre las posibilidades
conceptuales y metodológicas de asumir la multiculturalidad e interculturalidad
desde el quehacer educativo.
Contribuir al fortalecimiento de la identidad, autorreconocimiento y autoestima de
los colombianos en el contexto del sentido de pertenencia a la nación
colombiana.
Propiciar el desarrollo de actitudes de comprensión y respeto de la diversidad
étnica y cultural existente en el país, proscribiendo los prejuicios y estereotipos
discriminatorios.
Replantear los enfoques pedagógicos y didácticos que orientan la elaboración de
textos y materiales de estudio en relación con la realidad del africano,
afroamericano y particularmente de lo afrocolombiano.
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Plantear criterios para la formación y evaluación de docentes con el referente de
la diversidad étnica y cultural de la Nación. (pág. 13)
Para alcanzar estos objetivos, la Cátedra de Estudios Afrocolombianos
determina la posibilidad de abordar temáticas sobre las comunidades afro sin limitarse
al área de las ciencias sociales, sino más bien creando proyectos pedagógicos
transversales e interdisciplinares que permitan la confluencia de diversas áreas del
saber dentro de la construcción de los mismos. Para esto considera la implementación
de la CEA desde varias dimensiones, las cuales se detallan a continuación:
Dimensión Político-Social: Por medio de ésta se busca, como reivindicación
hacia el movimiento social afrocolombiano, el reconocimiento del aporte significativo
que las comunidades afro representan en la construcción de la nacionalidad
colombiana, desde los aspectos culturales, sociales y políticos, desde el patrimonio
material e inmaterial que hace parte de sus tradiciones y costumbres, las cuales llegan
a la cotidianidad de todos los colombianos. La CEA a partir de su vinculación en las
entidades educativas del país debe contribuir a la valoración de las culturas afro, a
reivindicar sus derechos y a visibilizar su situación política, social y económica, para así
participar en la edificación de un Estado colombiano equitativo y democrático.
Dimensión Pedagógica: Es importante que en las discusiones y reflexiones
críticas referentes a posturas, corrientes y metodologías pedagógicas se empiecen a
tener presentes las experiencias educativas que se tienen dentro de otras comunidades
étnicas, pues éstas pueden abrirnos un panorama muy amplio de investigación para
vincularlas a la escuela rescatando los beneficios que tienen para el desarrollo de las
personas. También, en las discusiones pedagógicas se deben analizar los contenidos y
materiales didácticos que les presentamos a los niños y niñas, pues estos pueden estar
cargados de representaciones racistas que reproducen el pensamiento colonial e
invisibilizan la realidad de las y los afrocolombianos.
Dimensión Lingüística: Aquí se hace referencia a la necesidad de rescatar la
historia que envuelve las expresiones lingüísticas de las poblaciones afrocolombianas,
como es el caso de las lenguas criollas como la palenquera, y de recuperar la tradición
oral de las comunidades en las escuelas, permitiendo que por medio de sus cuentos,
cantos y demás relatos se hagan palpables a todos y todas los saberes y las prácticas
tradicionales de las culturas afrocolombianas. A parte de esto, la dimensión lingüística
pretende que se aborde desde una perspectiva crítica la influencia que tiene el idioma
47
castellano en la reproducción de prejuicios y estereotipos que permiten la perpetuación
del racismo en nuestra sociedad a través del lenguaje.
Dimensión Ambiental: El ambiente en esta dimensión es entendido como el
conjunto de condiciones e influencias externas que afectan la vida y el desarrollo de un
organismo, en este caso de un ser humano influenciado por su entorno natural y
cultural (pág. 35). Con la implementación de la CEA se reclama el reconocimiento de
las relaciones específicas que las comunidades afrocolombianas tienen con su
ambiente natural, el cual es diferente a como lo concebimos desde la mirada
eurocentrista, pues sus ideas e interpretaciones sobre el mundo se construyen desde
sus propias experiencias y su cosmovisión, y estos son aportes que vale la pena
rescatar e incluir en la escuela ya que puede ayudar a encontrar alternativas
sustentables que aminoren las problemáticas ambientales que tiene Colombia.
Dimensión Geohistórica: Se plantea la relevancia que tiene el territorio en la
construcción de la identidad cultural, lo cual se relaciona directamente con las luchas
sociales por la tierra de los grupos étnicos. ‘‘Para los Afrocolombianos los conceptos de
etnia, cultura y territorio son interdependientes, y definen el territorio como el espacio
biofísico donde establecen o desarrollan relaciones de pertenencia, parentesco y
aprovechamiento de los recursos naturales’’ (pág. 37). La relación entre estas nociones
se vincula también con su contexto social, cultural, político e histórico, lo cuales les dan
sentido y encaminan su análisis y discusión dentro de las instituciones educativas.
Dimensión Espiritual: ‘‘La Cátedra también debe ocuparse de cuestiones
espirituales trascendentes como los mitos, las leyendas, los ritos fúnebres, los códigos
morales, la solidaridad comunal y familiar, las manifestaciones religiosas, las artes, la
música, la danzas y los juegos’’. (pág. 38) La inclusión de estas prácticas tradicionales
en la escuela permite el afianzamiento de la identidad afrodescendiente y posibilita que
estos saberes ancestrales circulen en los ambientes cotidianos de los niños/as.
Para concluir, y teniendo en cuenta las dimensiones presentadas para incluir la
CEA en los PEI de las escuelas, es de vital importancia la formación de los maestros y
maestras desde la universidad, pues para lograr los objetivos que tiene la Cátedra, se
requiere de docentes que estén preparados para construir proyectos educativos
interculturales, que incluyan los saberes y prácticas de las diversas comunidades
étnicas de nuestro país de manera contextualizada, y que además pueda adaptar sus
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procesos de enseñanza-aprendizaje a las necesidades del grupo estudiantil en
cualquiera de los contextos que se vivencian en todo el territorio.
6. MARCO CONCEPTUAL
La lluvia moja las manchas del leopardo pero no se las quita.
(Pueblo Akan – Ghana y Costa de Marfil)
Para abordar la problemática en América Latina de la discriminación racial,
debemos ubicar sus orígenes alrededor del siglo XVI, cuando, con la irrupción de los
europeos llegó con ellos un modelo ideológico ya determinado, el cual establece aún
hoy en día después de más de 500 años, la dominación y supremacía del pensamiento
eurocéntrico, lo que ha sido denominado por Aníbal Quijano (2000) la colonialidad del
poder, pensamiento que trajo consigo ‘‘la racialización de las relaciones de poder entre
las nuevas identidades sociales y geo-culturales, fue el sustento y la referencia
legitimatoria fundamental del carácter eurocentrado del patrón de poder, material e
intersubjetivo’’ (pág. 374).
Esta racialización, impuesta en Colombia por los españoles al someter a las
comunidades nativas y a las personas esclavizadas traídas de África, estableció una
clasificación social, iniciada primero con la distinción del color de la piel, en donde entre
más oscura fuera ésta, más por debajo se estaba en la escala social; pero luego a esto
se le sumaron cuestiones de poder económico y de género, lo cual ha generado que
desde esa época exista una difundida perspectiva de la condición humana en términos
de la degradación de la pureza de una ‘‘raza’’, la perfección, un modelo ideal de
hombre moderno, términos heredados por el darwinismo social desde los postulados
que presentó Darwin en ‘‘El Origen de las Especies’’, como lo expone Taguieff (2010,
pág. 28), y los cuales fundamentan la idea de subalternizar al otro solo por el hecho de
ser diferente, de pertenecer a una cultura ajena, todo con el fin de conseguir someterla.
En este punto se vuelve relevante el planteamiento que realiza Quijano (2000)
acerca de la corporalidad:
[…] es el nivel decisivo de las relaciones de poder […]. En la explotación, es el
“cuerpo” el que es usado y consumido en el trabajo y, en la mayor parte del mundo, en
49
la pobreza, en el hambre, en la malnutrición, en la enfermedad. Es el “cuerpo” el
implicado en el castigo, en la represión, en las torturas y en las masacres durante las
luchas contra los explotadores. En las relaciones de género, se trata del “cuerpo.” En la
“raza,” la referencia es al “cuerpo,” el “color” presume el “cuerpo.” (pág. 380).
Como lo expresa este párrafo, el pensamiento europeo logra subalternizar a los
hombre y mujeres esclavizados a través de su cuerpo implantándoles la invención de la
idea de ‘‘raza’’, con lo cual no solo consiguen dominar sus cuerpos físicos, sino aún
más su mente, su subjetividad, la cual se ve totalmente alterada por este hecho y
además genera que en la sociedad de entonces surja una argumentación racializante,
la cual, ‘‘consiste en racionalizar prejuicios y estereotipos ‘‘anti-negros’' naturalizando
ciertos atributos negativos de la “raza” deshumanizada, mediante una proyección de las
consecuencias de la explotación racializante sobre la naturaleza específica de la “raza
negra”. (Taguieff, 2010, pág. 24)
Estas formas en las que surgió el racismo en el mundo, y que prevalecen en la
actualidad, pueden encontrarse de varias maneras en nuestra sociedad, como en el
llamado racismo encubierto, el cual De Rudder, (2010) define así:
[…] consiste en manifestaciones no explícitas, indirectas y no violentas de
racismo que se desarrollan en un contexto de reflujo –y de prohibición formal– de sus
formas de expresión explícitas, directas y ofensivas. […] El racismo encubierto también
se caracteriza por tomas de posición “conformistas” (respeto de la ley e imposición de la
asimilación cultural y normativa a los minoritarios) y una tendencia al statu quo (no
hacer nada para mejorar la situación de los minoritarios, no modificar las leyes contra el
racismo…). (pág. 89)
Como vemos, este tipo de racismo no solo permite situaciones de discriminación
implícitas en el actuar de las personas, sino que así, permite que casi ineludiblemente,
la discriminación racial implique de la misma forma desigualdad social, y que quienes lo
sufren no hagan nada al respecto para cambiar esta realidad, pues ven su condición
como algo ‘‘natural’’, que no tienen más remedio que aceptar, e igualmente quienes
discriminan no hacen nada sobre esto por creer que es algo inherente a su diferencia; y
así normalizamos una acción que realmente va en contra de los Derechos Humanos
que regulan este tipo de situación. Pero desafortunadamente es una atmósfera que las
instituciones sociales siguen reproduciendo, entre ellas la escuela.
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Es aquí donde podemos encontrar otra forma de racismo, conocido como
racismo sistémico, el cual:
Se presenta como el resultado o, más precisamente, como el punto de encuentro
entre formas “interaccionales” y formas “estructurales” de racismo. Las primeras
consisten en “micro-desigualdades” repetitivas y corrosivas, pero inatacables
jurídicamente, y las segundas en reglas y procedimientos de tratamiento; ambas están
incorporadas en las reglas éticas y socioculturales del funcionamiento ordinario de las
instituciones, […]. (De Rudder, Poiret, & Vourc'h, 2010, pág. 88)
Es una forma de racismo que ya está socialmente aceptada e incorporada a
nuestra cotidianidad, pero que aunque así sea debe ser erradicada, pues sin importar
qué tan intencional o no pueda ser, es una actitud que atenta contra la idea de los
seres humanos como seres igualitarios, en donde no podemos pasar unos sobre otros
solo por el hecho de ser diferentes, situación que hay que considerar con todas las
minorías que se han visto sometidas a seguir un modelo de vida que no les es propio,
sino que han sido obligados a seguir a las culturas dominantes para sobrevivir.
Sin embargo, incluso dentro de las mismas comunidades discriminadas,
podemos encontrar el racismo cotidiano, el cual se reproduce dentro de las prácticas
cotidianas que llevamos a cabo día a día, prácticas racistas que sin tomar conciencia
asimilamos como normales, pero aun así estas actitudes siguen propiciando que exista
la desigualdad, no sólo en términos de raza, sino también de género y de clase (Essed,
2010), lo cual afecta así a la gran mayoría de la población mundial que de esta forma
sigue sometida al poder económico capitalista, al cual no le conviene cambiar esta
situación de inequidad.
Para empezar a cambiar esta perspectiva, podemos iniciar por presentar el
concepto que sobre la diáspora africana nos plantea Agustín Laó-Montes (2007) quien
la describe como ‘‘un campo histórico multicentrado, como una formación cultural
compleja y fluida, y como un espacio de identificación, producción cultural y
organización política enmarcado en procesos histórico-mundiales de dominación,
explotación, resistencia y emancipación’’ (pág. 55).
Tomando en cuenta esta definición, han surgido propuestas y movimientos que
buscan esa liberación contra el racismo por medio de expresiones políticas y culturales,
como ha sucedido en el caso de grandes literatos afrodescendientes como Nicolás
Guillén, quienes han conseguido ser escuchados y levantar su voz de protesta para
51
poner en conocimiento al mundo de lo que ha sucedido durante tanto tiempo, y no solo
eso, sino también buscando alternativas para contrarrestar esta realidad. Y aunque la
sociedad en general muchas veces realmente no conozca estas historias debido a los
modelos educativos que se han encargado de encubrirlas e invisibilizarlas para que la
hegemonía eurocéntrica no pierda su poder, es necesario buscar estrategias que
permitan a las personas pensar más allá de lo que se les ha impuesto y esto es algo
muy importante que han logrado muchos académicos afrodescendientes desde los
estudios críticos que lleven a una liberación epistémica y ético-política del conocimiento
(Laó Montes, 2007).
Pero esto no puede quedarse allí únicamente, en los círculos intelectuales,
debemos encontrar la forma de que estas experiencias emancipadoras de contenido
histórico, político y cultural lleguen al común de la sociedad, a todos/as aquellos que no
tienen la oportunidad de acceder a este conocimiento surgido desde la diáspora
africana. Existe la necesidad de que estos saberes circulen en la sociedad moderna
para así visibilizar y comprender los procesos sociales que desde allí se han vivido.
Las instituciones educativas pueden permitir que circulen estos conocimientos y
vivencias, sin embargo hay que tener en cuenta que de ser así no puede hacerse
descontextualizando su contenido, pues recaeríamos en el mismo error. Hay que incluir
la diversidad cultural y epistémica teniendo en cuenta las dinámicas que le caractericen
de tal forma que sea significativo para quienes estén involucrados en este proceso
interrelacional; lo cual a la larga posibilitará que las personas reconozcan las
diferencias como elementos constitutivos de la subjetividad humana, lo que hace que
nuestro mundo sea diverso y cooperativo al mismo tiempo; y no como factores que nos
separan los unos de los otros por no tener una conciencia de lo que implican las
particularidades de cada persona, grupo o cultura.
Esta postura, desde la epistemología y la praxis educativa se enmarca
específicamente desde el concepto de la educación descolonial o decolonial, que se
refiere a la visibilización y cuestionamiento de los patrones de poder y control de la
sociedad moderna occidental, de los mecanismos racializados, patriarcalizados y
heterosexualizados; lo que también involucra las políticas geo-económicas y socio-
culturales que han instaurado la colonialidad del poder, del saber y del ser en todos
nosotros. Dicha visibilización desde la descolonialidad se realiza a través de la
integración de ‘‘el cuestionamiento y el análisis crítico, la acción social-política
52
transformadora, la conciencia en oposición, pero también la intervención, incidiendo de
otra manera en los campos del poder; saber y ser, en la vida; aquellas que animan y
podrían animar una actitud insurgente y cimarrona’’ (Walsh, 2007, pág. 34).
Estas prácticas descoloniales requieren de la construcción de un pensamiento
que abarque los conocimientos y las historias negadas de los ‘‘otros’’, de aquellos/as
que han sido sometidos/as a través de la historia para imponer una sociedad
hegemónica. Además implica que esto sea pensado considerando las implicaciones
que estas otras formas de conocer y de ser tienen en nuestra propia subjetividad, tanto
individual como colectiva, y de las contribuciones que estas interacciones pueden
provocar.
En el siguiente apartado Catherine Walsh (2007) nos muestra en qué debe
consistir una educación descolonial que incluya los elementos antes mencionados en
una relación crítica con el pensamiento eurocéntrico ya ampliamente difundido, lo cual
permita lo que ella ha llamado ‘‘un giro decolonial’’:
Pensar en un giro, o mejor dicho, un vuelco decolonial en torno al conocimiento y
a la educación requiere tomar con seriedad tanto las contribuciones como las
implicaciones de historias locales y de epistemologías negadas, marginalizadas y
subalternizadas. Requiere también una atención a la formación de conexiones
dialógicas entre ambas. Pero tal vez más importante aún, una atención política y ética a
nuestras propias prácticas y lugares de enunciación con relación a estas historias y
epistemologías, a las intervenciones que podemos emprender para construir y generar
conciencias políticas, metodologías descolonizadoras y pedagogías críticas. Para
confrontar la hegemonía y la colonialidad del pensamiento occidental, es necesario,
además, enfrentar y hacer visible nuestras propias subjetividades y prácticas,
incluyendo nuestras prácticas pedagógicas. (pág. 33)
Partiendo de este enunciado, el cual evidencia el proceso de confrontación
epistémica que debemos realizar con nosotros mismos para empezar a trabajar desde
una educación descolonial, es necesario reconocer el valor que tiene la implementación
de este tipo de prácticas pedagógicas que rompan con los modelos canónicos
eurocentristas que han permitido que el racismo se instale en los ciudadanos y
ciudadanas desde la infancia; los maestros y maestras entonces debemos ofrecer a
nuestros niños y niñas una variedad más amplia de objetos, lenguajes y
representaciones que incluyan y visibilicen las prácticas y saberes de otras culturas no
eurocéntricas, como en este caso la afrodescendiente. Esta necesidad puede ser
53
definida y abordada dentro del concepto de la Educación Estética, una enseñanza de
vital importancia dentro del desarrollo socio-afectivo de los pequeños infantes, y muy
relevante si nos proponemos un cambio de perspectiva no sólo desde la epistemología,
sino también desde nuestras prácticas cotidianas y las representaciones que tenemos
hacia las comunidades afro.
Para abordar la educación estética como una dimensión que debe ser incluida
dentro de la formación de nuestros niños y niñas, Mario Gennari (1994) ha trabajado
sobre la idea de que la estética en todos los niveles educativos, por medio del arte y la
literatura, constituye en sí un pilar fundamental para la formación de sujetos éticos y
socialmente responsables. Gennari (1994) lo expone de la siguiente manera:
[…] es el juicio del sentimiento el que establece el juicio estético, juicio que no
determina el fenómeno, pero sí refleja (como juicio reflectante) el noúmeno y el
imperativo moral. El principio estético, reflejo de la estructura trascendental del
conocimiento y del postulado moral, es un principio subjetivo, apriorístico, universal,
necesario y no teleológico. La belleza se configura como una <<finalidad carente de
intención>> y de interés; mediante el acto de su contemplación reconducimos la
naturaleza a la libertad, el individuo al mundo, el sujeto a sí mismo y el hombre a la
verdad. (pág. 120)
A través de este postulado, el autor expone la profunda naturaleza que conlleva
la educación de los juicios estéticos, entendidos no sólo como una respuesta hacia ‘‘lo
bello’’, sino como un constructo social a partir del cual el niño interioriza las
concepciones y representaciones que su entorno, su cultura, su sociedad tienen sobre
lo que consideran que representa a la belleza desde sus propias prácticas culturales.
Así, desde la educación estética que brindamos a los niños y las niñas, ya sea explícita
o implícitamente dentro de nuestros comportamientos cotidianos, estamos formando
las estructuras por medio de las cuales ellos y ellas perciben, sienten y juzgan las
acciones y actitudes de su entorno inmediato, estamos formando lo que llamamos más
comúnmente como ‘‘el gusto’’.
Esta formación del gusto estético que proviene de todos los contextos sociales
en los que se encuentra el niño, determina tanto la forma en que se deben realizar las
acciones, como la forma en que éstas deben ser valoradas y calificadas. Usualmente,
creemos que la estética está limitada sólo al campo de las artes, por ejemplo cuando
enseñamos cómo debe ser percibida y apreciada una pintura o una pieza musical, pero
54
lo cierto es que este concepto va mucho más allá abarcando todas las
representaciones que las personas tenemos sobre nuestro entorno, lo cual no solo
incluye a los lenguajes artísticos, sino también todas las costumbres, hábitos, prácticas,
discursos y todas aquellas maneras por medio de las cuales leemos y habitamos el
mundo.
De allí se desprende la importancia que tiene una educación estética que
ofrezca diversidad dentro de los currículos para la primera infancia, en donde
buscamos formar una sociedad responsable e incluyente, pues si desde la niñez
enseñamos a percibir, apreciar, crear y compartir otras expresiones culturales
diferentes a las ya legitimadas por la cultura occidental, como ya se vio en la
investigación de Castillo & Caicedo (2012), será entonces posible formar sujetos,
ciudadanos y ciudadanas que respeten las diferencias étnicas y socio-culturales, pues
se construirá en su subjetividad tanto el afianzamiento de su identidad, como la
sensibilidad y empatía hacia la diversidad y hacia los demás. De esta forma los niños y
las niñas al reconocerse y reconocer al otro, podrán establecer juicios estéticos más
abiertos, profundos y conscientes que les permitan establecer relaciones libres de
discriminación y estereotipos con su entorno socio-cultural.
En las palabras de Mario Gennari esta relevancia que tiene la educación estética
para el desarrollo socio-afectivo de los niños/as la podemos encontrar expresada así:
[…] no existe formación del hombre si éste se encuentra sumergido en la apatía,
en el desinterés y en la insensibilidad que día tras día lo atenaza. El hombre moral y
estéticamente indiferente nunca sabrá entregarse a la percepción de la diferencia,
premisa obligatoria para el ejercicio del diálogo en el que el Yo se reconoce a sí mismo
en un Tú. Si el hombre vive en la indiferencia confunde su identidad y experimenta hacia
sí y hacia el otro una sensación distante. (1994, pág. 230)
Para favorecer estas características de la sensibilidad estética en los niños y
niñas es muy recurrente el trabajo con los lenguajes expresivos en el aula, como lo
señala el autor, ya que posibilita la experimentación de lo diverso a través de distintos
materiales; entre ellos, los plásticos, visuales, lingüísticos, sonoros, gestuales,
corporales, etc.; que le dan al niño la oportunidad de entrar en contacto con la cultura
que le dio origen a los mismos. El desacierto se da cuando no se contextualiza el
material con su fundamento socio-cultural, lo cual ocasiona que se pierda la riqueza de
los saberes y prácticas de las comunidades.
55
Teniendo en cuenta lo anterior y aunque en la comunidad educativa en general
se considera que la inclusión de las artes tiene beneficios en la educación de los niños
y las niñas, cuando se plantea la posibilidad de trabajar áreas artísticas en el aula de
clase, y especialmente en la primera infancia, surgen algunas cuestiones que debilitan
su validez. Entre estas encontramos, primero, que el abordaje y la enseñanza de las
diferentes expresiones artísticas, o como lo llamaré en adelante, la Educación Artística,
no es un eje que se considere fundamental dentro de los currículos en la escuela, sino
que por lo general se plantea como un área complementaria o extracurricular (Gardner,
1994, pág. 69). Debido a esta percepción desvalorizada que se ha tenido sobre la
educación artística, se ha dado más relevancia a otras áreas del conocimiento, lo cual
ha hecho que el arte en general ocupe un lugar poco apreciado en la cotidianidad de la
sociedad.
Otro de los aspectos que ha puesto en crisis a la educación artística es que al
ser considerada como un hecho ajeno a la escuela, aparte de su uso como agente
lúdico y recreativo, quienes desean formarse en alguna de las manifestaciones
artísticas, deben recurrir a instituciones educativas no formales que les ofrezcan los
aprendizajes que les son negados al respecto en las escuelas. Esta recurrente
situación ha provocado que se generalice la idea de que la adquisición de
conocimientos y de habilidades artísticas está reservada sólo para aquellos que poseen
talentos excepcionales o para quienes tienen el poder adquisitivo para asistir a las
academias o conservatorios dedicados a las artes, lo cual, pone la profundización del
estudio en alguno de los lenguajes artísticos fuera del alcance de los niños y jóvenes
pertenecientes a las clases populares. Sin duda este es un escenario que puede
modificarse al entender la naturaleza y el impacto social que tienen las artes al
enmarcarse dentro de un contexto educativo y sociocultural incluyente que permita su
acceso a toda la comunidad.
No obstante, es necesario que dentro de los planteamientos que rodean los
esquemas teóricos y prácticos de la educación artística, los maestros y maestras
reflexionen acerca de las prácticas educativas por medio de las cuales posibilitan el
conocimiento sobre el arte a sus estudiantes; pues aquí es donde encontramos otra de
las problemáticas que han desvirtuado su implementación.
Existen dos grandes tendencias que han definido a la educación en las artes,
pero aunque se encuentran muchas más, en este caso quiero referirme a los dos
56
opuestos que se han generalizado en los procesos educativos. Por un lado se tiene
que la educación artística debe estar encaminada hacia la expresividad, la exploración,
la espontaneidad y la libertad creativa; pero esta corriente, encabezada por la teorías
de Lowenfeld, en la aplicación que se le ha dado, ha demostrado que no satisface las
necesidades del desarrollo artístico, ya que deja de lado la enseñanza de
conocimientos específicos que permitan una utilidad y disfrute cada vez más profundos
de los lenguajes expresivos. (Giraldéz, 2011, pág. 70)
Del otro extremo, se encuentran las propuestas que se plantearon luego de
observar los resultados que dejó la expresión libre en la educación artística. La más
representativa de éstas fue desarrollada por Dwaine Greer en 1984 llamada La
Educación Artística como Disciplina, mejor conocida por sus siglas en inglés DBAE
(Discipline Based Art Education), la cual se constituyó como una propuesta curricular
que busca el perfeccionamiento de las habilidades artísticas por medio de la
adquisición de conceptos, principios, técnicas y teorías que permitan una producción y
apreciación del arte mucho más amplia e intensa. A pesar de su estructurada
organización curricular, esta metodología también ha recibido numerosas críticas que
ponen de manifiesto la rigidez en la que enmarca a la educación artística. Aguirre
(citado por Giraldéz, 2011, pág. 71) al mostrar las reflexiones hechas por Hamblen
respecto a las contribuciones realizadas por la DBAE, resalta su importancia en la
nueva orientación que dio a la educación artística, pero también presenta las tres
principales críticas que recibe su planteamiento:
• La excesiva atención al objeto de conocimiento, en detrimento de la atención a
los procesos individuales del aprendizaje y a la promoción de la particularización
subjetiva en ámbitos tan proclives a ella como el estético, el crítico o el productivo.
Siempre en aras de una uniformidad disciplinar que estandariza contenidos y métodos
de trabajo.
• La excesiva dependencia de concepciones artísticas asentadas en la tradición,
que hacen imprescindible la participación y el control de los expertos en la selección de
contenidos y diseños curriculares. Y, en consecuencia, la escasa cabida que tienen en
estos programas formas culturales más próximas al entorno vital del niño o más abiertas
a la variación y el enriquecimiento de la experiencia artística.
• La estrecha vinculación y dependencia institucional del programa que constriñe
las posibilidades del libre desarrollo, la diversidad en la investigación y la
57
heterogeneidad programática exigida por la adaptación a situaciones o necesidades
locales. (Giraldéz, 2011, pág. 72)
Como se puede observar, desafortunadamente, este modelo de enseñanza ha
traído como consecuencia que se tomen más en cuenta los resultados que consigue el
estudiante al dominar la técnica, que el proceso práctico y creativo que le permitió
llegar a esos resultados o productos:
Pero el verdadero poder del arte no reside en escuchar ni en contemplar la obra
terminada, sino en el acto mismo de la creación. En el proceso de creación artística el
creador se compromete todo entero; entran en juego su razón y su intuición, unidas a la
autocrítica más despiadada y sin excluir una evaluación realista de la situación. (Small,
1989, pág. 219)
Gennari (1994) también se refiere a este aspecto al mencionar que ‘‘no sólo es
importante el producto final, sino todo el proceso, ya que es precisamente en éste
donde se construye la formación; por ello, debe considerarse el conjunto de la
estructura de la formación, y no uno o varios elementos de ella’’ (pág. 97). Lo anterior
se vuelve imprescindible de considerar cuando pensamos en el arte en la infancia;
pues en esta etapa de la vida lo relevante se centra en las experiencias que viven los
niños y las niñas, no en la culminación de alguna tarea en particular, sino en su
desarrollo, en su proceso de realización. Aquí no es importante entonces si el infante
termina o no una actividad o un ejercicio, lo importante es el camino que él o ella siguió
para descifrarlo, explorarlo, experimentarlo, y llevarlo a cabo de acuerdo a sus
conocimientos e ideas, las cuales se irán transformando durante este proceso.
Sin embargo, al mismo tiempo debemos ser cuidadosos de no caer en el otro
extremo metodológico que se refiere a la libertad expresiva, pues es importante que los
y las maestras guiemos y orientemos los procesos expresivos, perceptivos y
productivos de los niños/as, para que de esta forma puedan ampliar su experiencia y
habilidades estéticas las cuales serán muy valiosas durante su desarrollo cognitivo,
psicomotriz, social y afectivo.
Luego de haber mencionado los anteriores enfoques metodológicos y
conceptuales que sobre la educación artística se han planteado, y cómo estos han
contribuido y a la vez frenado las prácticas educativas enfatizadas en las artes, es
pertinente que ahora abordemos el porqué de una educación artística en la infancia;
58
aunque antes cabe aclarar que existen muchos otros modelos educativos entre los que
se encuentran el modelo logocentrista y el filolingüístico.
Como primera medida hay que aclarar que el término educación debe ser
entendido desde una perspectiva que no solo abarque a las instituciones educativas,
sino que incluye a las demás estructuras que forman parte de la sociedad, como lo son
la familia, la comunidad ciudadana, las instituciones económicas, políticas, culturales e
incluso religiosas; todas aquellas partes del Estado y de la sociedad en general que
llevan consigo saberes, prácticas y costumbres socio-culturales que los niños y las
niñas interiorizan desde su nacimiento. La siguiente definición de educación además de
abarcar estas características nos señala la relevancia que ésta tiene dentro de los
propósitos que buscamos alcanzar para la construcción de una sociedad respetuosa,
responsable y fraternal:
La educación se convierte en uno de los sectores de mayor importancia en la
posibilidad de crear valores, habilidades y competencias para la autoexpresión y la
comunicación, para fomentar nuevas formas de convivencia en contextos de diversidad
y desigualdad cultural. Por ello, necesitamos equilibrar las formaciones que reciben
millones de niños y adolescentes en nuestros países, a fin de generar nuevas formas de
autoconocimiento, convivencia, cohesión social, construcción y ejercicio de ciudadanía.
(Jiménez, Aguirre, & Pimentel, 2011, pág. 11)
Si entendemos de esta forma el proceso educativo en el cual está inmerso el
niño, entonces el contacto con su medio cultural, el cual está lleno de significados y
experiencias, se vuelve un eje central a tratar en la escuela, para así promover desde
aquí los comportamientos, acciones y actitudes que formaran sujetos conscientes y
comprometidos con su entorno social. Es en este punto que la educación artística se
manifiesta como un espacio ideal para trabajar estos aspectos desde la educación
inicial y básica a través del arte como mediador, precursor y constructor de ciudadanos
y ciudadanas; rescatando de esta forma el carácter fundamentalmente social que
encierra dentro de sí el arte, lo que debe ser aprovechado dentro de la enseñanza tanto
formal como informal:
La educación artística participa necesariamente en la configuración del conjunto
de valores, creencias y significaciones que nos permiten elaborar sentido, ya que no es
posible entender los procesos educativos sin una participación activa en un contexto
cultural de referencia y en la utilización de los recursos culturales que proporciona para
aprender, recordar, representar o imaginar… (Abad, 2011, pág. 20)
59
Estas ventajas que ofrece la educación artística, pueden ser fructíferamente
aprovechadas para la constitución de una educación descolonial, en donde además de
considerar los beneficios que el arte tiene en el desarrollo integral de los niños y las
niñas, también se tome en cuenta para incluir dentro de los contenidos y programas
curriculares de las escuelas y otras instituciones, saberes y prácticas pertenecientes a
otras culturas que a través de la historia han sido subalternizadas para dar paso a la
dominación de la cultura occidental, dominación que se ha dado no solo a nivel político
y económico, sino también y más profundamente en los conocimientos, ideas, hábitos,
actitudes y en la praxis de quienes hemos sido educados y educadas en medio de este
proceso histórico.
Inevitablemente el arte ha sido también empleado para invisibilizar al otro, para
negar la existencia e importancia de otras culturas, para imponer una sola forma de
pensamiento sobre las demás. Y aunque este panorama ha cambiado favorablemente
en los últimos años, no podemos olvidar el hecho de que las prácticas artísticas de
occidente siempre han sido asimiladas y legitimadas como aquellas que son meritorias
y apreciables por encima de otras; que se nos ha enseñado que sus técnicas son
‘‘superiores’’ y que su historia es mucho más rica e invaluable que las perspectivas
artísticas que nos pueden brindar otras culturas. Lo anterior puede verse expresado en
este argumento:
[…] la educación artística ha ratificado saberes correspondientes a determinadas
corrientes estéticas o sectores sociales, dejando muchas otras formas artísticas y
memorias estéticas fuera de los espacios del saber consagrado. En ese sentido, la
educación artística puede ser tan colonizadora como cualquier otra formación que hinca
sus pilares única y exclusivamente en la cultura occidental. Por fortuna, las cosas están
cambiando, no tan aceleradamente como quisiéramos, pero, al fin al cabo, estos
enfoques están cada vez más cuestionados. (Aguirre & Jiménez, 2011, pág. 31)
Al entender esta forma colonizadora de la educación artística, es posible pensar
entonces que el arte pueda ser utilizado para cambiar esta realidad en un sentido
inverso, es decir, que la educación artística puede ser empleada en la escuela y en los
jardines infantiles para dar a conocer a los niños y niñas las virtudes y contribuciones
que tienen inmersas en sí mismas las otras culturas que por lo general no se bordan en
las clases.
60
Vemos así que un giro conceptual y metodológico en la educación artística
puede contribuir al reconocimiento de la diversidad cultural de nuestra sociedad, pero
no solo eso, sino que permite que los niños/as entren en contacto con esta diversidad y
la diferencia desde sus prácticas culturales, desde sus saberes y experiencias
artísticas; lo cual además de posibilitarles la apropiación de estos conocimientos, les
dará la oportunidad de entrar en diálogo con ellos para así, desde su desarrollo socio-
afectivo y la construcción de su subjetividad, puedan respetar y a la vez compartir con
los demás el amplio bagaje cultural que hace parte de nuestro entorno, especialmente
en un país tan diverso como lo es Colombia.
Respecto a este planteamiento Aguirre & Jiménez (2011) manifiestan:
[…] la educación artística multiculturalista debe incluir entre sus principales
propósitos el de reparar siglos de desigualdad social y cultural, para lo cual no es
suficiente con retocar el currículo, sino que debe proceder a la total transformación de
sus presupuestos educativos y supone la recuperación de las memorias estéticas
negadas. De algún modo tendríamos así, por tanto, disposiciones casi antagónicas: la
educación concebida como oportunidad para la política del reconocimiento, frente a la
educación como forma política de la acción reproductora de la fractura o la injusticia
social. (pág. 36)
De esta manera nos será posible transformar el mundo actual por una sociedad
encaminada hacia la equidad y la interculturalidad, en donde se respete, valore,
promulgue, represente y visibilice a los otros, sin distinción de ninguna clase.
Si tenemos en cuenta estas ventajas y oportunidades educativas que nos ofrece
la educación artística, entonces se puede construir desde allí una base teórica y
metodológica que permita el uso y la implementación de las artes en la escuela, pero al
mismo tiempo de las costumbres, creaciones y saberes culturales de las distintas
comunidades étnicas que hacen parte de nuestro mapa pluricultural, pues su
participación en la escuela no se da desde un punto de vista utilitarista, sino con un
definido propósito y dentro de unos planteamientos delimitados que eviten la
folklorización o abordaje de las prácticas culturales tradicionales fuera de contexto,
para de esta forma no caer en los estereotipos y prejuicios que intentamos erradicar.
No obstante, la variedad y riqueza artística que existe dentro de cada una de las
distintas comunidades étnicas que se encuentran en nuestro país es muy extensa
como para pretender abordarla por completo dentro de un currículo académico, y más
61
aún en una propuesta como la que aquí se presenta con respecto a la cultura
afrodescendiente. Por esta razón, para delimitar este estudio, he decidido enfocarme
en la música, como una manifestación artística que pueda tanto representar a la cultura
afro, como ofrecer aportes significativos para el desarrollo y la formación integral de los
niños y las niñas.
Lamentablemente cuando se habla de la música afro, las personas tienden a
catalogarla como un tipo de música primitiva, incivilizada o salvaje; que no tiene
vigencia dentro de nuestro mundo moderno y la cual debería limitarse a la acción
popular, pero no tiene cabida dentro del contexto académico por su aparente carencia
de complejidad y de seriedad. Contrario a esta percepción generalizada, por lo cual no
quiero decir que la totalidad de las personas lo crean de esta forma; es necesario
rescatar las implicaciones sociales, históricas, artísticas y culturales que la música afro
lleva consigo, pues los elementos que de ella forman parte están intrínsecamente
ligados a su función social dentro de las comunidades a las que pertenece, lo cual
también hace que se actualice constantemente dependiendo de las dinámicas sociales
en la que esté inmersa, ya que es esto lo que le da origen. La música afro tiene
además de esto una complejidad propia de los elementos musicales que la
caracterizan como por ejemplo el ritmo, por lo que es apresurado asegurar que es
simple, sencilla y primitiva.
Pero, antes de entrar en detalles sobre los elementos de la música afro y las
posibilidades que ella nos ofrece, es imperativo primero analizar qué aportes nos da
para el desarrollo integral de los niños/as la música en general, sin distinguir una
tendencia o un género en particular, es decir, ¿qué es lo que puede brindarnos el
abordaje de la música en la escuela?
Para empezar a responder esta pregunta la maestra Violeta Hemsy de Gainza
(1982) señala que ‘‘La música mueve, moviliza, y por eso contribuye al cambio y al
desarrollo’’ (pág. 34). Esto se refiere al poder comunicativo que lleva implícita la
música, pues ella no siempre requiere de las palabras para lograr expresar
pensamientos y emociones, la música es capaz de impactar muy profundamente la
sensibilidad de las personas, llegando incluso a convertirse en un recurso intermediario
entre los sujetos, permitiendo su interacción y su unión comunitaria, lo cual se puede
ver reflejado, por ejemplo, en las músicas y cantos de protesta que surgieron en
Sudáfrica durante el Apartheid o en las plantaciones norteamericanas donde los
62
esclavizados africanos/as por medio de sus canciones podían comunicarse con otros
en busca de caminos que les condujeran a la libertad. De esta forma es como la
música puede movilizar a las personas y a las comunidades para lograr cambios
sociales.
En el siguiente argumento podemos encontrar expresado lo dicho anteriormente
con mayor precisión:
Desde el punto de vista antropológico, la música se presenta como un lenguaje
que conecta subjetividades: tanto a nivel de dos sujetos como a nivel de sociedad. En
este sentido, aparece como un medio privilegiado de expresión y comunicación,
manifestando sentimientos, actitudes, estados de espíritu, manifestaciones exteriores.
Además de eso, no solo los expresa, sino que avanza hacia el plano de la
comunicación, participándolos y comunicándolos. (Ramírez Hurtado, 2006, págs. 104-
105)
Ahora, para comenzar a vincular la música a la educación, es necesario emplear
el término educación musical, pues este nos enmarca dentro de unos lineamientos,
objetivos, prácticas, teorías y conceptos que difieren cuando se considera a la música
en contextos más generales. Para presentar un primer acercamiento hacia esta noción,
Hemsy de Gainza (1982) nos proporciona la siguiente descripción:
La educación musical constituye una contribución significativa y sistemática al
proceso integral del desarrollo humano. Una de sus principales tareas consiste en
estudiar para llegar a influenciar positivamente la conducta del hombre en relación con
el sonido y la música, no sólo a lo largo de todo el proceso vital sino también en frente a
la enorme diversidad de circunstancias humanas. Dichas circunstancias podrán ser de
carácter externo, como el entorno social o cultural, o interno, en tanto se relacionan con
las estructuras psicofísicas del hombre. (pág. 81)
De la misma manera esta autora argentina enuncia que ‘‘El objetivo específico
de la educación musical es musicalizar, es decir volver a un individuo sensible y
receptivo al fenómeno sonoro, promoviendo en él al mismo tiempo respuestas de
índole musical’’ (1982, pág. 97). Este objetivo se vuelve específico de la educación
musical por resaltar el estudio que los educadores en música deben realizar teniendo
en cuenta las particularidades que le son propias a la música (como sus elementos, sus
cualidades, sus metodologías de enseñanza interpretativa, su repertorio, etc.), pero
como disciplina incrustada en el más amplio campo de la educación artística, también
63
posibilita que esas características distintivas entren en juego con los procesos del
desarrollo humano y con las dinámicas sociales en las que se contextualiza.
Para Hargreaves (1998) es importante que estas dimensiones también sean
abordadas por medio de la educación musical y sean planteadas como objetivos
orientadores que guíen su práctica y sus planteamientos epistemológicos,
metodológicos y conceptuales:
La mayoría de los teóricos parecen coincidir en que la enseñanza de la música
debería abarcar mucho más que sólo aprendizaje de destrezas musicales específicas;
entre los objetivos más amplios, podría incluirse la comprensión y apreciación de las
cualidades artísticas de la música; la transmisión de la herencia cultural; la incentivación
de la creatividad; la educación social; la provisión de recreación valiosa; la mejora de la
salud física y mental; el desarrollo de capacidades intelectuales; etc. En otras palabras,
la educación musical debe contribuir al desarrollo intelectual, emocional, sensomotriz y
social y, sin duda, podrían agregarse más dimensiones a esta lista. (págs. 236-237)
La complejidad de este proceso surge aquí cuando buscamos integrar estos
propósitos a la educación musical que reciben los niños y niñas en las escuelas, por lo
que parece un asunto bastante denso de abordar, sobre todo si no se tiene claro
concretamente a qué se refiere cada una de estas dimensiones, y además el cómo la
experiencia musical en la escuela se relaciona a cada una de ellas.
Una estructura plausible que puede orientarnos al respecto es la presentada por
Carmen Ramírez Hurtado (2006), en donde se plantea la siguiente clasificación entre
las dimensiones del ser humano, las características y los elementos musicales, y las
consecuencias que esta unión tiene para la formación integral de los niños y las niñas
desde la escuela:
1. Las capacidades cognitivas e individuales aparecen desde que se empieza a
trabajar con los primeros elementos de lenguaje musical: capacidad de relación,
abstracción, interiorización, etc.
2. Las capacidades motrices están allí donde se trabaja ritmo y movimiento, tanto
en los juegos o la danza como en el aprendizaje instrumental que desarrolla en
algunos casos una motricidad muy fina.
3. El equilibrio personal o afectivo se favorece desde el momento en que la música
es expresión del mundo interior y facilita la percepción de cuanto rodea a la
persona.
64
4. Dentro de esta percepción hay que destacar el papel de las relaciones
interpersonales que están fuertemente motivadas en la estimulación en la
escuela, los juegos de pregunta-respuesta y un poco más adelante, las
agrupaciones instrumentales.
5. Finalmente, la inserción social se trabaja desde el momento en que la música
juega un papel vital en la sociedad y, como hemos dicho, se consolidan las
relaciones interpersonales a través del binomio expresión-percepción, ayudando
al alumno a captar con la mayor profundidad los aspectos de la realidad
circundante. (pág. 132)
Esta categorización es muy orientadora sobre la educación musical,
especialmente la que está dirigida a los niños y niñas que se encuentran en la etapa de
la primera infancia, ya que nos permite dilucidar las posibilidades que como maestros y
maestras tenemos para la enseñanza de la música en el jardín de infantes, sin dejar de
lado la importancia del desarrollo de las capacidades cognoscitivas, sensoriales,
motrices, afectivas, interaccionales y de autoconocimiento, todo lo cual es vital durante
los primeros años de vida.
Ahora me dedicaré a profundizar un poco más en este tema, para entender de
manera más detallada lo que esto implica en nuestras prácticas educativas.
Para comenzar, en cuanto al desarrollo sensoriomotriz Ramírez Hurtado (2006)
expone que éste se da desde las actividades de tipo motriz que realiza el niño, como lo
son las percusiones corporales, el seguimiento del ritmo, y la danza; ejercicios por
medio de los cuales el infante construye los conceptos de espacio y tiempo a partir de
su propia corporalidad, la cual se ve sumamente beneficiada cuando el niño o niña
reconoce, también con la inmediación de actividades musicales, el esquema corporal
que lo constituye como ser humano. De la misma forma, a través de la manipulación de
instrumentos y objetos sonoros, los niños desarrollan sus sentidos y los incorporan a su
estructura cognitiva, lo que permite la formación de habilidades tales como la
coordinación óculo-manual, la lateralidad y espacialidad, la motricidad fina y gruesa, y
la consciencia de las acciones de causa y efecto, todo lo cual va ligado no solo al
desarrollo corporal, sino también a la vinculación sensorial que se da entre varios de
los órganos sensitivos (vista, tacto, audición y propiocepción) y a la inevitable
reestructuración que esto genera en el desarrollo psíquico y cognitivo del niño.
(Ramírez Hurtado, 2006, págs. 141-142)
65
En la misma medida que la experiencia con la música tiene el potencial para
afectar al niño como individuo dentro de su propio esquema subjetivo, también tiene la
capacidad de involucrarse en su desarrollo psico-social y afectivo, tanto de forma
intrapersonal como interpersonal. Las actividades musicales cuando se dirigen a la
formación de sujetos sociales, deben incluir en sus situaciones y en su
desenvolvimiento, la construcción de normas, valores, hábitos y costumbres que se
asemejen a las reglas que se han establecido en la sociedad en la cual vive el niño, de
esta forma se crea una continuidad entre lo que el niño vive dentro y fuera de la
escuela. Algunas de las opciones que se ofrecen desde la educación musical para
permitir que esto se dé son los juegos, las rondas o los cantacuentos, los cuales dentro
de sus dinámicas requieren de la inclusión de normas consensuadas que permitan el
curso normal del juego o ronda.
En cuanto a las relaciones que el niño construye con y para los otros, podemos
hallar que los ensambles musicales, entendido aquí como el momento en que todos los
participantes de la clase se reúnen para interpretar una pieza musical en conjunto,
posibilitan una situación idónea para que los niños y niñas se relacionen entre sí, pero
a la vez siendo conscientes de las contribuciones que cada uno realiza al grupo, lo cual
genera actitudes de respeto, empatía y compromiso hacia sí mismos y hacia los
demás, pues si estas condiciones no se dan durante una interpretación musical grupal,
entonces se reflejara en la desvinculación que existirá entre los miembros del conjunto
(Ramírez Hurtado, 2006, pág. 143).
En esta medida, los ensambles musicales, ya sean corales u orquestales,
permiten a los niños tomar conciencia sobre lo que implica formar parte de un conjunto
musical, de un todo; en donde se adquiere un compromiso no solo con uno mismo, sino
primordialmente con los demás compañeros, y ellos perciben esa misma
responsabilidad, lo cual causa que no se presenten situaciones de burla o rechazo, ya
que aprenden a ponerse en el lugar del otro. Se da entonces una suerte de
camaradería que posibilita la ayuda, la cooperación y el respaldo mutuo en busca de un
fin común. Sin duda estas son actitudes que a través de la interpretación grupal pueden
darse desde la infancia y las cuales el niño o niña replicará en los demás aspectos de
su vida.
Esta misma situación es también notablemente ventajosa en la dimensión
intrapersonal, es decir, en la construcción de la propia identidad, ya que, sea en
66
solitario o en conjunto, el niño al sentirse intérprete y creador de la música, incrementa
su autoestima y desarrolla la capacidad de la autonomía; cree en sí mismo, en sus
habilidades y capacidades; valora su esfuerzo y dedicación, y encuentra que el
sentimiento que consigue al finalizar su intervención es muy satisfactorio y gratificante,
lo cual le impulsará a mejorar cada día más, no solo en las habilidades artísticas, sino,
igualmente en otras áreas que le permitan superarse como persona:
En todos estos procesos vitales que la Música favorece, se va forjando la
inteligencia y también la personalidad. La autonomía personal imprescindible para
administrar rectamente la libertad no sólo se conquista con unos parámetros
individuales y sociales, sino también afectivos. La confianza en sí mismo y el
sentimiento del propio valor se afirman en las relaciones con los iguales, con los que se
tiene que colaborar para construir un producto común, como una interpretación
conjunta, vocal o instrumental. Así el niño adquiere una noción más justa de lo que es
su propia aportación, al integrarla en un conjunto solidario con interacciones recíprocas.
(Ramírez Hurtado, 2006, págs. 137-138)
Lo anterior en su mayoría hace referencia al niño como creador e intérprete,
como un ser activo y participativo, pero estas habilidades sociales también pueden
desarrollarse cuando los niños y niñas se encuentran dentro del rol de espectadores.
Cuando estamos presentes ante una interpretación ya sea en vivo o a través de
grabaciones, por lo general adquirimos una actitud de escucha y contemplación que
nos permita comprender lo que la obra busca transmitirnos; esto no debe ser entendido
como una actitud pasiva, pues de todas formas se están realizando acciones
perceptivas y analíticas, sin embargo es claro que la disposición mental e incluso
corporal cambia cuando somos parte del público. Esto ha sido llamado como audición
activa, lo cual ‘‘supone tomar conciencia del sonido que se percibe. Manipulando,
explorando e investigando los materiales sonoros es como se llega a sentir y a
comprender el sonido’’ (Bernal Vásquez & Calvo, 2004, pág. 29).
Al transmitir este tipo de actitudes en la enseñanza de la música a los niños y las
niñas, lo que se debe promover e imponer no es la pasividad, la quietud o el silencio.
De lo que se trata es de generar comportamientos que demuestren respeto, aprecio,
compañerismo, gratitud, amabilidad, solidaridad, admiración, etc.; y la importancia de
estas actitudes las podemos ver claramente expuestas cuando un estudiante del grupo
canta o toca una canción frente a sus compañeros.
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El niño o niña que se presenta ante los demás a compartirles una pieza musical,
de la categoría que sea, para llegar a hacerlo ha requerido de un esfuerzo personal
muy grande sumado a la valentía, la concentración y la energía que se necesita para
esto. Teniendo eso en cuenta, no sería respetuoso ni amable por parte de los demás
ignorarlo y distraerse con otras cosas, o burlarse de él o ella despreciando su
participación. Al enseñar a los niños todo lo que está detrás del trabajo y el esfuerzo
que cada quien imprime a sus expresiones creativas, entonces entenderán la
importancia de respetar al otro, de apreciarlo y de animarlo para seguir adelante; y esto
lo apropiaran cuando a cada uno le corresponda la oportunidad de compartir sus
creaciones y experiencias ante otras personas, ya sean sus compañeros de clase, sus
maestros o sus padres (Ramírez Hurtado, 2006, pág. 139). Lo que estos valores y
cualidades promueven, no son sólo la apreciación musical, el conocimiento de
repertorio y la formación del gusto por la música, sino que a nivel interpersonal se
constituyen en actitudes empáticas y de pensamiento crítico, las cuales son esenciales
para la vida social que enfrenta el niño en su cotidianidad.
Retomando las dimensiones anteriormente mencionadas por David Hargreaves
(1998), es necesario resaltar la importancia que tiene la educación musical en ‘‘la
transmisión de la herencia cultural’’, ya sea que se dé dentro o fuera de la escuela,
pues la influencia cultural de la música se da desde todos los contextos sociales.
Para este autor la educación musical juega un papel fundamental en el traspaso
de los saberes culturales, ya que permite que los niños y jóvenes puedan tener acceso
a los materiales de tradición que conforman el entorno socio-cultural del que hacen
parte, de esta forma es posible preservar las expresiones artísticas y culturales de cada
comunidad. Además, a través de las investigaciones que Hargreaves (2005) ha
realizado, ha encontrado que las influencias musicales que los niños reciben, desde los
distintos ámbitos sociales, forman una parte esencial en la construcción de la
subjetividad y de la identidad de las personas, pues por medio de la música se
transmiten ideas, comportamientos, valores éticos y morales, costumbres, e incluso
creencias, todo lo cual impacta la formación subjetiva que reciben nuestros estudiantes.
Referente a esto cabe revisar la investigación titulada ‘‘Canción Infantil: discurso
y mensajes’’, realizada por Anna M. Fernández Poncela (2005), en donde a través del
análisis del cancionero popular que manejan los niños en países como México y
España, ella encontró cómo estas canciones llevan consigo códigos y valores sociales,
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que perpetúan imaginarios hegemónicos occidentales, como en el caso de aquellas
canciones que hablan sobre el poder religioso, militar y monárquico, las cuales
imponen a los niños y niñas actitudes de sumisión y control; lo que es propio de la
época y los contextos en los que éstas fueron creadas, pero que aún, a pesar del
tiempo transcurrido, siguen vigentes. Algunos ejemplos que cita la autora son
canciones tan conocidas también en Colombia, como Mambrú y Arroz con Leche.
Dentro de este estudio también encontramos referencias hacia los estereotipos
que existen entorno a la ‘‘raza’’, en donde existen canciones que establecen distancias
y rechazo hacia las personas provenientes de otras culturas o con colores de piel
distintos a los de la fisonomía caucásica, esto por medio de alusiones negativas de sus
características físicas y culturales; elementos que los niños asimilan e integran a su
subjetividad sin tomar en cuenta lo que estos discursos y mensajes racistas conllevan
en el imaginario colectivo cuando hacemos referencia esos ‘‘otros’’, a aquellas
personas que hemos estigmatizado solo por sus diferencias.
En el siguiente fragmento Fernández Poncela expone estas características que
hacen que la música, y en particular las canciones infantiles sean transmisoras de
saberes culturales, en algunos casos resaltando los valores de la sociedad, y en otros
en detrimento de las la diversidad y como forma de colonización:
La canción en general y la canción popular, […] poseen una funcionalidad social
más allá de la función estética o lúdica. Su letra porta una serie de mensajes que
engarzan ideas de la sociedad en que surge y de aquellas personas que la crean y
difunden. Esa función social-didáctico-moral en cierto sentido está atravesada por el
discurso cultural hegemónico de una sociedad, transporta una serie de mensajes que de
él derivan, y a su vez, los contiene. Engarza ideas y conductas morales con arquetipos y
comportamientos ideales y con estereotipos y roles prácticos, adjudicados o asumidos.
Y es que en la letra de las canciones se puede llegar a descifrar los códigos de una
sociedad. (2005, págs. 19-20)
Por esta razón, debe tenerse en cuenta dentro de los currículos de educación
artística y musical la inclusión de materiales étnicos, tradicionales y ancestrales que
visibilicen objetivamente a las comunidades culturales de nuestro país y del mundo,
para de esta forma brindar a los niños y niñas un panorama mucho más amplio y
abierto de la diversidad musical que existe en el mundo sin limitarse únicamente a lo
que la sociedad occidental les ofrece. Al mismo tiempo esto puede contribuir a la toma
69
de una conciencia crítica sobre conocimientos, los contenidos, los saberes, los
materiales y las prácticas con las que ellos están en contacto permanentemente.
Ya habiendo profundizado en las características y en la importancia de las
dimensiones del ser humano antes mencionadas, y en cómo la experiencia musical
influye en ello, otro aspecto que se debe tener presente a la hora de buscar
implementar las vivencias musicales en educación para la primera infancia es la etapa
evolutiva en la se encuentran los niños y niñas de estas edades (0 - 5 años), pues esto
determina las posibilidades y las restricciones que tenemos al momento de enseñarle
nuevos conocimientos y ofrecerles nuevas experiencias.
A continuación, para poder abordar desde una postura teórica y pedagógica la
educación musical en la primera infancia, es necesario que se revisen los estudios que
se han realizado sobre los procesos evolutivos de la música en el niño, es decir, llegar
a comprender de una forma más concreta y específica la forma en la que el niño o niña
llega a adquirir los elementos de la música dentro de su propio desarrollo.
Para orientarnos sobre este tema, han sido muy significativas las investigaciones
realizadas por expertos como Howard Gardner desde el Proyecto Zero de la
Universidad de Harvard, y David Hargreaves con la colaboración de otros importantes
investigadores en la materia; quienes han logrado encontrar ciertos comportamientos y
tendencias que permiten construir un acercamiento al desarrollo musical del niño.
Al momento de realizar este análisis hay que tener en cuenta que estas son
nociones muy generales que pueden encontrar dentro de cada sociedad
particularidades que la distingan de otras, lo cual influye directamente en la
construcción musical que desarrollan los niños dentro de su cultura concreta. Al
respecto es pertinente tener presente la siguiente afirmación de Gardner (1997):
[…] aun las canciones iniciales de los niños reflejan las prácticas melódicas,
armónicas y rítmicas de cada cultura particular. Ningún individuo crece, por lo general,
en un vacío acústico. Las tonadas que cante, al igual que las palabras que inicialmente
repita, reflejarán los sonidos que envuelven a su sociedad, y no algún sistema tonal
universal. (pág. 167)
Con relación a lo anterior, cabe aclarar que el desarrollo musical de los niños y
las niñas no inicia cuando entran al proceso de escolarización, sino que se empieza a
dar desde que se le inserta en el medio social, desde el nacimiento e incluso hay
afirmaciones que sostienen que esto se comienza a desarrollar desde la gestación. Un
70
momento específico que da cuenta de este hecho es cuando la madre entona arrullos y
nanas a su hijo durante las situaciones que comparten juntos, como al momento del
baño, la lactancia o la hora de dormir.
Habiendo esclarecido este aspecto, lo siguiente consistirá en presentar el
desarrollo musical en la primera infancia que proponen tanto Gardner (1997) como
Hargreaves (1998), pues al analizar ambos estudios se pueden encontrar muchas
similitudes y referencias entre sí que pueden conjugarse para facilitar la exposición del
tema que estamos trabajando.
Ambos planteamientos parten del hecho de que el niño construye los conceptos
musicales desde sus experiencias socioculturales, y particularmente abordan este
proceso desde una aptitud musical ampliamente practicada por los niños y niñas de
todo el mundo, el cual se refiere al canto y a las canciones. Se ha tomado este aspecto
como el eje central del desarrollo musical ya que es por medio de las canciones que
escuchan y cantan los niños que fue posible observar el proceso evolutivo que sigue la
música en el desarrollo infantil.
Para presentar de una manera mucha más organizada y comprensible los
aportes dados por estos dos autores, en el siguiente cuadro se mostraran los procesos
musicales que va desarrollando el niño/a de acuerdo a la edad cronológica en la que se
presentan.
Tabla 1 Desarrollo Musical en la Primera Infancia
DESARROLLO MUSICAL EN LA PRIMERA INFANCIA
EDAD GARDNER HARGREAVES
0-12 meses
Los niños demuestran ser capaces de imitar las secuencias de entonación de las estructuras lingüísticas que escuchan a su alrededor.
Parecen poder reproducir tonos específicos con una frecuencia mucho mayor que la que determinaría la mera casualidad.
Estos primeros acercamientos al contorno que define a la canción se
Durante las primeras semanas de vida los bebés son capaces de distinguir la voz humana de otras fuentes de sonido, y muestran preferencia por la voz de su madre a la de otras personas u otros familiares. Esta distinción de la fuente sonora es importante para el desarrollo auditivo, psíquico y socio-afectivo del bebé.
Aparece el balbuceo ‘‘no musical’’,
71
asemeja a lo que en el desarrollo del dibujo infantil se denomina ‘‘hombre renacuajo’’ o ‘‘monigote’’, pues la estructura de la canción aún carece de un sentido rítmico-melódico que le permita al niño reproducirla tal cual es.
considerado como precursor del habla. Al principio no tiene relación directa con el entorno que rodea al niño, luego estos primeros balbuceos muestran algún vínculo con las personas y situaciones concretas.
Entre los tres y seis meses de edad, el bebé responde activamente a los estímulos musicales. Busca la fuente sonora y realiza movimientos corporales (balanceos rítmicos y saltos). Gestualmente también refleja el gusto, disgusto o asombro que le produce una pieza musical.
Después de los seis meses surge el balbuceo ‘‘musical’’ como otra forma de respuesta a la música que el bebé escucha en su ambiente. Esto permite suponer que en esta edad el niño puede distinguir auditivamente e intentar imitar el ritmo y las alturas melódicas de una canción.
12-18 meses
Las producciones musicales de los niños no permiten distinguir un modelo musical determinado.
Sus representaciones melódicas son muy breves y no tienen ritmo ni entonación discernibles.
Aproximadamente a los dieciocho meses es posible reconocer ciertas notas musicales en los cantos de los niños, lo cual es muy similar al paso del balbuceo a las primeras palabras habladas.
18-24 meses
El maestro Leonard Bernstein, en la búsqueda de una melodía básica y primigenia, ha encontrado que la construcción de las terceras menores que hacen los niños ‘‘consiste en una tercera menor descendente y repetitiva, a menudo complementada por un intervalo adicional de una cuarta’’.
Esta tercera menor descendente se construye con las notas sol y mi, y su cuarta adicional la nota la, según lo que
Los cantos de los niños no poseen una distribución rítmica y melódica organizada, carecen de un centro tonal consistente, por lo que los cantos tienen un contorno musical ondulante poco reconocible.
Lo que predomina en una canción para el niño son las palabras pues están mucho más cercanas a él y son más fáciles de asimilar durante este período.
72
menciona Bernstein.
Al finalizar el segundo año se puede observar que el niño ha empezado a incorporar algunos patrones regulares, como el ritmo, que le permiten organizar subconscientemente la música.
Los niños al poder entonar discretamente algunas notas van construyendo pequeños intervalos, entre los cuales se encuentran más comúnmente las segundas mayores, las terceras menores y los unísonos.
2-3 años
Hasta los primeros seis meses del segundo año empieza a presenciarse el canto espontáneo, es decir, la creación propia a partir de sus experiencias, de numerosos fragmentos consistentes de estas segundas, terceras y ocasionalmente cuartas. Sin embargo, carecen de organización, guardan poco sentido de la tonalidad o la armonía y son rítmicamente irregulares.
Aún no predominan las alturas, sino que aún está presente el canto espontáneo y la memorización de las letras de las canciones.
A partir de los dos años y medio, empieza a aparecer la canción aprendida, lo cual supone que el niño ahora puede percibir conscientemente las melodías provenientes de otras personas.
Cerca de los 28 meses de edad, el niño ha logrado adquirir una organización rítmica consistente, lo que hace que el contorno de los intervalos de la canción sea mucho más sólido que antes.
Las canciones de los niños todavía son breves y repetitivas. Tienen un tempo mucho más consolidado, sin embargo aún no muestran un control sobre las alturas y los intervalos, por lo que el elemento melódico todavía es discontinuo y difuso.
Aparecen con frecuencia otro tipo de intervalos melódicos, entre ellos las segundas menores y las terceras mayores, y además empiezan a conformarse las cuartas y las quintas.
3-4 años
El dominio de la canción aprendida permite que el niño no solo pueda aprender la letra, sino que también se apodere de la estructura rítmica de la canción, la cual le es proporcionada por los modelos que ha interiorizado de su cultura.
Al finalizar el tercer año todavía no se ha consolidado el sentido de la tonalidad, por lo que el niño se restringe a lo valores aproximados que ha alcanzado.
Entre los tres y cuatro años de edad, el niño ya puede percibir los momentos en que la canción es ascendente o descendente, y la frecuencia y dimensión con la que lo hace.
Aún queda por desarrollar el sentido
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exacto de la distribución de los intervalos (la capacidad de producir correctamente una cuarta en oposición a una quinta) y el dominio de la clave que le permita mantenerla estable al pasar de una frase a otra.
4-5 años
El niño ya ha adquirido y ha dominado las nociones de distancia, proporción, cantidad y distribución de los elementos de la música dentro de una canción, y esto se refleja en el canto que producen los niños durante esta edad.
Al llegar a los cinco años el niño puede distinguir con más claridad los intervalos que hay en un canción y en ocasiones es capaz de reproducirlos.
Aunque aún hay componentes por perfeccionar, el niño, gracias a lo que recibe de su entorno es capaz de llenar los vacíos conceptuales que tiene.
Como forma de resumir el proceso del desarrollo musical que se ha planteado,
Hargreaves (1998) menciona que ‘‘Al parecer hay consenso en cuanto a que, primero,
se aprenden las palabras, luego, el ritmo, contorno e intervalos, en este orden; con la
edad, el desempeño mejora gradualmente y puede repuntar hacia el final de la
infancia’’ (pág. 89)
Para cerrar este apartado sobre el desarrollo musical infantil que proponen los
autores me parece pertinente tener en cuenta la siguiente afirmación de Howard
Gardner, la cual advierte el relevante papel que tiene dentro de todo este proceso la
influencia social y cultural, lo cual el autor resalta hacia final de este período de vida:
Es en este punto del desarrollo cuando las formas favorecidas por la cultura
vienen a influir, y más tarde a dominar, los trozos característicos que los chicos han
estado produciendo con relativa independencia de las enseñanzas culturales. […] los
significados y las formas provistas por la cultura se imponen sobre los motivos o
fragmentos que el niño ha estado generando de una manera espontánea. […] Contrario
a lo que habría querido Rousseau, los niños parecen estar predispuestos, en cierto
punto de su desarrollo, a adquirir las formas de la cultura, y cabe suponer que si éstas
no estuvieran a su alcance, su desarrollo se detendría totalmente. (págs. 177-178)
Por lo anterior, durante este momento del desarrollo en la primera infancia, es
vital el acompañamiento del maestro/a, para encaminar los subsiguientes procesos que
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le permitirán al niño/a el dominio y la apropiación del lenguaje y de la expresión
musical.
Antes de continuar quiero hacer la salvedad de que el desarrollo musical etario
referido aquí, no pretende de ninguna forma limitar e imponer un modelo evolutivo
restrictivo, universal y aplicable para todos los niños y las niñas, se trata solamente de
proponer, con base a lo que se ha observado desde las investigaciones realizadas al
respecto, algunas generalidades encontradas durante el desarrollo musical de los
niños; sin embargo no hay que olvidar que cada uno de ellos tiene unos ritmos de
aprendizaje distintos, y unas particularidades propias que los caracterizan, las cuales
los maestros y las maestras debemos tener siempre presentes cuando realizamos
nuestro trabajo pedagógico con ellos.
Volviendo a lo anterior y como lo he resaltado a lo largo de este documento, la
herencia cultural debe ser un factor importante dentro de los currículos de la educación
musical, pero es muy poca la diversidad que en este sentido circula en las escuelas. Si
nos proponemos cambiar este panorama y brindar a los niños y niñas experiencias
estéticas y artísticas diversas que les permitan el contacto con la multiculturalidad que
les rodea, si además se quiere que esto vaya ligado de forma contextualizada a su
desarrollo psíquico, motriz, cognitivo y socio-afectivo, entonces es imperativo que se
propongan y se implementen estrategias que permitan que este propósito empiece a
cumplirse dentro de las instituciones de educación.
Recordemos que dentro de este proyecto se ha planteado como aporte para
llenar este vacío institucional el trabajo con la música africana en la escuela. Pero ¿por
qué trabajar la música del continente africano en la primera infancia?, ¿Qué beneficios
y que aportes tiene la música africana para el desarrollo integral de los niños y las
niñas? Estas son dudas que es muy importante responder antes de realizar una
intervención pedagógica con este tipo de música, ya que hay que poner en contexto su
procedencia, su función y sus posibilidades dentro de las comunidades originarias para
luego poder integrar todos esos elementos que la envuelven en el aula de clases, pues
es muy diferente la forma en que se concibe la música en las comunidades africanas, a
como se concibe desde el pensamiento occidental; diferencias que no solo tienen que
ver con la práctica artística como tal, sino también con el entorno social en el que se
desenvuelve la música.
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Para empezar a responder a estas preguntas, debe tenerse en cuenta el
contexto histórico que rodea a las culturas afrodescendientes en la actualidad pues
esto forma parte de la importancia e influencia que tienen las culturas africanas en
nuestra sociedad. Como este tema ya fue abordado con anterioridad me limitaré a
recordar que el proceso de esclavización que sufrieron los africanos y africanas, al
llevarlos a otros lugares del mundo, como América, el Sur de Europa y Asia, tuvo como
consecuencia que junto a ellos llegara a estas otras latitudes una parte de las culturas
africanas que fueron sometidas. Este hecho permitió que algunos de los saberes y
tradiciones de África hagan hoy una parte fundamental de nuestra identidad cultural, lo
cual hace necesaria la inclusión de éstos dentro de los conocimientos que los maestros
promulgamos en las escuelas. La siguiente afirmación puede ayudarnos a entender
más claramente la forma en que se difundieron en nuestra sociedad las costumbres
africanas y la importancia de este hecho:
El africano, en América, se situó en el epicentro de una corriente liberadora de
energía creativa sin parangón en la historia conocida de la raza humana. Dicha
aportación no se circunscribe al hecho musical, sino que envuelve todo un estilo de vida
reconociblemente africano; un estilo de pensar, sentir y percibir, de interpretar, escuchar
y bailar; una forma de concebir la existencia que puede llamarse ‘‘africana’’, lo cual
concilió al africano con las tradiciones de los lugares a los que fue enviado. Este modo
de vivir el hecho cultural y específicamente musical como un proceso antes que como
un resultado, su forma de participar en el mismo, ha pasado a los músicos de jazz en
forma de adagio […] (García Martínez, 2002, pág. 20)
Como se menciona en este párrafo, la llegada de la cultura africana a otras
partes del mundo dio la posibilidad al surgimiento de nuevas formas de hacer música,
pero más importante aún, a la difusión de una forma de vivir ‘‘africana’’, con unas
particularidades que han enriquecido esos puntos de encuentro que se dieron entre
dos, tres o más culturas.
Para empezar a abordar este aspecto y hacer visible el vínculo que existe entre
los elementos propios de la música africana y el estilo de vida de estas comunidades,
me centraré en este documento desde su raíz, en los pueblos originarios del África
Subsahariana y en las características que han sido encontradas dentro de estas
sociedades en lo referente a las prácticas musicales. En seguida detallaré las
características que definen a la música africana, pero primero quiero presentar el
siguiente enunciado que presenta Polo Vallejo (1997), en donde, partiendo de una
76
situación común dentro de una comunidad podemos encontrar integrados los
elementos que particularizan las prácticas sociales y estéticas en África:
A través de las cantafábulas, que tienen lugar a la caída de la tarde, el niño, que
es receptor a la vez que colaborador (participa en las partes cantadas), conoce la
literatura oral que proviene de sus antepasados y desde la cual es informado y advertido
de todo lo que concierne a su existencia (mitos, crónicas, cuentos, leyendas, etc.). A
partir de ese momento él mismo se convierte en el próximo difusor de tan preciado
testimonio. Se puede considerar que el africano aprende antes a cantar que a hablar, y
más aún, que el habla es consecuencia del canto. (pág. 39)
A partir de este relato se puede inferir que la música está directamente
relacionada con la tradición oral y que se da dentro de las actividades cotidianas de la
comunidad sin aislarse a un grupo especializado; además es vital para el desarrollo
lingüístico, corporal y social de los niños que hacen parte de ella.
Para precisar éstas y otras particularidades de la música africana tomaré como
referencia la estructura planteada por Richard Carlin (1993), la cual plantea las
siguientes seis propiedades que la distinguen: La música es comunal o colectiva, es
parte esencial de la vida, reproduce el lenguaje, prefiere las tonalidades turbias, es
polifónica y polirritmia, y no necesita ser analizada.
A continuación describiré cada una estas características para que se entienda su
significado y relevancia en las comunidades africanas.
Tabla 2 Características de la Música Africana
CARACTERÍSTICAS DE LA MÚSICA AFRICANA
CARACTERÍSTICA
DESCRIPCIÓN
La música
es comunal
La música es interpretada por todos los miembros de la comunidad independientemente de si tienen o no habilidades sobresalientes en la ejecución de algún instrumento musical.
Participan todas las personas sin importar la edad o la posición jerárquica que ocupe.
La música es un hecho colectivo integrado a las prácticas cotidianas de la sociedad2.
2 Por ejemplo, podemos encontrar dentro de una de las ejecuciones musicales el formato de
‘‘llamado –respuesta’’, en donde una persona se encarga de cantar una frase o estrofa y las demás personas en coro le responden. Lo importante es que todas las personas participen en la realización
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El repertorio ha sido creado por todos los integrantes de la comunidad, y ha sido transmitido por igual a todos sus miembros y sus generaciones, por lo que no le pertenece a una sola persona como sucede en occidente, sino que hace parte de todos y todas y se convierte en un producto común de la sociedad.
La práctica musical es ‘‘un hecho colectivo, vinculado al devenir de la sociedad que le da origen y sentido y de la que se nutre. La música concebida como el fruto de una relación múltiple y social, vive, evoluciona y se transforma. Se interpreta <<en>> colectivo, y todo el colectivo, canta, toca un instrumento; y aunque no lo haga, participa de un modo u otro en la creación’’. (García Martínez, 2002, pág. 27)
La música
es parte
esencial de
la vida
La práctica musical se realiza durante las tareas diarias (como en la agricultura y la caza) los encuentros sociales, en los rituales, las celebraciones, y en la construcción de sus viviendas; además sus canciones tratan temas habituales de su día a día, como lo son creencias, ideologías, valores morales y relatan su historia y la de sus antepasados. (Small, 1989, pág. 59) y (Carlin, 1993, pág. 86)
La música tiene un carácter funcional, no es vista como un área independiente de la vida, por el contrario, al estar tan compenetrada con todas las actividades diarias no tiene la función contemplativa y artística que le hemos asignado en occidente, allí la música es vinculante de las personas con su entorno y con su historia, por lo que la cotidianidad sin música no es posible.
En las sociedades africanas la música no se percibe desde un valor estético, pues este es secundario, se juzga y se valora desde el uso social que se le pueda dar dentro de la colectividad.
La música
reproduce el
lenguaje
Algunos de los idiomas hablados en el África Subsahariana, como las lenguas bantúes o las sudanesas, son construidas tonalmente. Estas lenguas tonales permiten que al hablar, una misma palabra pronunciada en varias alturas melódicas tenga un significado diferente, es decir, que una palabra pronunciada en una altura baja o grave tendrá una connotación distinta a si esa misma palabra es emitida en una altura más aguda. (García Martínez, 2002, págs. 20-21)
En la voz humana se encuentra la esencia de la música africana. La música vocal se relaciona directamente con el discurso y la técnica que se utiliza busca lograr una interpretación tan fiel como sea posible de un habla más precisa y definida. (Small, 1989, pág. 59)
‘‘Los africanos usan una variedad deslumbrante de formas de cantar, que dependen de la situación dramática que se necesite: tonos que resuenan en la cabeza o en el pecho, gruñidos, susurros, imitaciones de un realismo
musical, ya sea ejecutando un instrumento musical, cantando, bailando, aplaudiendo, etc.; pues la música es un elemento que une a toda la comunidad y permite que cada uno comparta a los demás sus conocimientos y habilidades, de la misma forma que ocurre en otras áreas de la vida como la cacería o los rituales religiosos. (Carlin, 1993, pág. 87)
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sorprendente de pájaros, animales y otros sonidos naturales, sonidos ululantes y yodels, todo eso es parte de su repertorio’’. (Small, 1989, pág. 59)
Los tambores durante su proceso de fabricación son hendidos en diferentes profundidades y espesores para que al golpearlos logren dar distintas tonalidades, de tal forma que consigan dar la impresión de que hablan; razón por la cual se les ha llamado tambores ‘‘habladores’’ como el djembé o el tam-tam. Esta particularidad, a través del tiempo ha hecho pensar a las personas que estos instrumentos guardaban las voces de los espíritus de sus antepasados, por lo que han sido utilizados como instrumentos rituales dotados de un gran valor místico.
Los tambores habladores o parlantes se han convertido en importantes transmisores de mensajes a grandes distancias (Carlin, 1993, pág. 87), y esto mismo puede encontrarse en las formas de comunicación que establecieron los esclavizados africanos y afrodescendientes durante la época de la esclavitud en América.
Tonalidades
turbias
contra
tonalidades
puras
‘‘Una nota es pura cuando se produce al puntear una cuerda, al soplar dentro de un tubo o al golpear la tecla de un xilófono sin interferir en forma alguna son su vibración natural. En cambio, es turbia cuando su sonido se altera adrede. Hay múltiples ejemplos de tonalidades turbias en la música africana, como cuando el ejecutante, en vez de soplar, murmura o canturreo en forma bien audible dentro de una flauta, distorsionando su sonido natural ‘’. (Carlin, 1993, pág. 88)
Otra forma que los africanos utilizan para alterar los sonidos es la colocación de piezas metálicas sobre los instrumentos musicales, lo cual provoca zumbidos, rechinidos y una disminución en la vibración del sonido; pero esto también puede ser producido en el canto al producir estos efectos con la voz, además de otros como los gritos y los vibratos.
Los
polirritmos
y las
polifonías
Dentro de la música africana cada instrumento puede tomar su propio tempo sin tener que igualarse a los demás: ‘‘La música africana puede ser definida como sincopada y polifónica, en el sentido de que en el curso de una ejecución se simultanean dos o más expresiones musicales melódicas y rítmicas. Puede ser la ejecución a un mismo tiempo de varias melodías –polifonía- o ritmos –polifonía rítmica o polirritmia-‘’. (García Martínez, 2002, pág. 24)
Se permite que puedan ejecutarse simultáneamente distintos compases, acentos y melodías dentro de una misma canción sin que esto perjudique la calidad de la interpretación, sino que al contrario, esto la enriquece y permite la expresión individual de cada músico dentro la producción colectiva.
La música
no se
analiza
La música está integrada a cada momento de la vida, por lo que se vive de una manera natural y fluida, se aprende en el día a día gracias a la observación y a la práctica espontánea y cotidiana; no requiere de un lenguaje escrito que explique y visibilice sus reglas, porque éstas ya están integradas a su subjetividad gracias al contacto que han tenido con la música durante toda su existencia.
79
Estas características como se puede ver no solo definen a la música sino que
integran gran parte del pensamiento ‘‘africano’’ en sus formas más generales; pues
presentan cada una las particularidades por las cuales tradicionalmente hemos
distinguido las expresiones estéticas de este continente que son inseparables de sus
saberes y prácticas ancestrales.
Pero para entender cómo es que el niño africano logra aprender e integrar todos
estos elementos a su desarrollo para poder formar parte activa de su comunidad, me
parece pertinente rescatar las observaciones que hace Vallejo (1997) sobre este
proceso que él llama ‘‘culturización musical inconsciente’’. Aquí el autor expone dos
etapas que permiten que este desarrollo se dé desde el nacimiento del niño/a junto con
mediación de la comunidad.
La primera etapa que menciona Vallejo es la del contacto materno, en donde el
bebé a través del acompañamiento de su madre va aprendiendo y viviendo el
fenómeno de la música día a día. Una situación que ejemplifica esto es la siguiente:
En África, los lloros de un bebé se convierten en un diálogo con la madre; ésta
aprovecha su respiración para intercalar entre ellas una sílaba sin significado (por
ejemplo oê) para así llevarlo sutilmente a la regularidad y a la isocronía rítmica (sin
partes contrastadas) y por consiguiente a controlar y dirigir su pulsación hacia un estado
de calma y de sueño. (pág. 41)
También durante la realización de las labores diarias, que como se explicó, casi
siempre están relacionadas con la música; la madre al cargar a su bebé en la espalda
le permite acompañarla y al mismo tiempo participar de sus prácticas cotidianas, entre
ellas la creación musical. Este hecho no causa ninguna interferencia en las actividades
diarias que realizan las mujeres, pero posibilita que el niño interiorice los saberes y las
costumbres de su comunidad, y para este caso en particular los elementos que
caracterizan sus expresiones musicales. A continuación Vallejo (1997)plantea los
procesos que se desarrollan cuando el bebé es integrado de esta forma a la vida de su
sociedad:
- En las situaciones que se baila, el bebé está inserto, mezclado, integrado y
más aún, adherido al cuerpo de la madre y por lo tanto a una parte de la
danza.
80
- Existe una absorción orgánica y natural de la música, es decir, una
asimilación instantánea.
- Existe una identificación de base con los elementos musicales (ritmo,
tipología de escalas, afinación, etc. propios de la etnia) que se encuentran de
forma implícita en la música.
- Se trata de un aprendizaje pragmático y decisivo. (pág. 41)
La segunda etapa que distingue el autor es el contacto con la comunidad, en
donde lo que cobra relevancia es la observación y la imitación de las actividades
sociales, a través de lo cual los niños van aprendiendo y asimilando los conocimientos
que caracterizan a su comunidad, lo que va acompañado de la praxis que ellos realizan
autónomamente para lograr dominar las técnicas que les permitan participar
activamente en su medio socio-cultural.
Sobre este aspecto Vallejo llama la atención sobre el momento posterior a una
ejecución musical colectiva en una población africana, pues se ha visto con mucha
atención que cuando todas las personas finalizan una interpretación musical y se
retiran a realizan otras labores, son los niños, las niñas y jóvenes quienes se quedan
en el lugar para apoderarse de los instrumentos musicales y con ellos imitar y practicar
todo lo que pudieron observar que hacían los adultos anteriormente. Este ejercicio tiene
como resultado los siguientes aprendizajes:
- A partir de la danza se adquieren los movimientos motores básicos (se
aprende casi antes a bailar que a caminar); el manejo del ritmo y la técnica
instrumental (por ejemplo, los tambores) surgen como consecuencia de la
imitación de imágenes gestuales que a modo de movimientos ergonómicos
permanecen retenidas no solo en la memoria auditiva sino también en la
visual y en la muscular.
- La adquisición de dicha técnica es absolutamente autodidacta ya que nadie
se ocupa de corregir a nadie: el modelo está presente a diario y se ejecuta
con la máxima precisión. Esto implica la posesión de un fuerte sentido
autocrítico y la formación de un juicio estético emitido por la sociedad.
(Vallejo García-Mauriño, 1997, pág. 42)
Como se ha podido identificar aquí, la música africana es un hecho social que se
vive tanto a nivel individual como familiar y colectivo, en donde representa mucho más
que una expresión artística, ya que está involucrada con todos los elementos que
81
constituyan una determinada sociedad africana. Está además perpetuada por la
tradición oral, lo que la convierte en un patrimonio inmaterial e invaluable para la
sociedad. ‘‘El hecho de que la memoria sea el único soporte musical implica que ésta
se convierta en algo extremadamente vulnerable, aunque también significa que la
música permanezca viva a pesar de la inclemencia de ciertas acciones ajenas (…) ’’
(Vallejo García-Mauriño, 1997, pág. 40); esto también permite que la música sea
flexible y pueda transformarse de acuerdo a las necesidades de su pueblo, que sea
dinámica y pueda renovarse para reforzar los saberes, las costumbres y los valores
que le dieron origen.
Desafortunadamente también en África se le ha dado mayor reconocimiento a la
música de la tradición occidental, como lo refiere Kwabena Nketia (1997), lo que ha
agudizado la vulnerabilidad de las músicas autóctonas y de su función social. Para
conseguir combatir este fenómeno de la colonialidad del saber y del ser, la educación
tiene la responsabilidad de rescatar estas costumbres ancestrales y transmitirlas a las
nuevas generaciones para preservar este valioso legado que nos han dejado las
culturas originarias de todo el mundo.
Como respuesta ante esta urgencia el maestro Joseph Hanson Kwabena Nketia
(1997) resalta la importancia que tiene la formación de educadores musicales
postcoloniales para hacerle frente a esta problemática social. Para encaminar los
objetivos conceptuales y pragmáticos que el educador debe tener en cuenta en su
labor pedagógica, Kwabena (1997) establece unas cualidades que se deben tener para
lograr una transformación social desde la escuela. Entre éstas el autor resalta la
sensibilidad que el docente tiene que poseer respecto a las potencialidades,
necesidades y aspiraciones culturales de su entorno; debe también tomar conciencia
acerca de los problemas políticos y culturales que predominan no sólo sobre la música,
sino también sobre todas las situaciones de su sociedad; además tiene que convertirse
en un transmisor de los conocimientos de su cultura y ser un mediador que comunique
los saberes de todas las comunidades étnicas que conformen la sociedad en la cual
realiza su intervención educativa (pág. 17).
Estos elementos son lo que deben dirigir los currículos y los materiales pedagógicos
que el educador musical poscolonial emplee en las actividades que desarrolle junto con
sus estudiantes; lo cual también incluye tener presente el desarrollo integral de los
82
niños y las características contextualizadas que orientan los procesos musicales en
cada cultura.
Sobre el valor que tiene la música africana dentro de las prácticas educativas en
nuestra sociedad me parece pertinente concluir con el siguiente enunciado del maestro
Kwabena (1997):
El desarrollo nacional y los procesos institucionales crean marcos adecuados
para que coexistan estos grupos diferenciados. La escuela es una de las instituciones
que permiten dicha coexistencia, ya que reúne a niños de diferentes grupos étnicos con
distintos modos de entender cómo se hace la música. Es aquí, más que en ningún otro
lugar, donde la diversidad africana puede ser asimilada en una experiencia global que
permite que cada individuo extraiga de ella todo lo que desee y que relacione las
distintas variedades de la música de África con comprensión, lucidez y satisfacción.
(págs. 27-28)
Prestando atención a los marcos referenciales mencionados en este texto, me
permito concluir que las experiencias musicales en la primera infancia deben estar
encaminadas al desarrollo de todas las capacidades y las dimensiones que hacen parte
de los niños y las niñas incluyendo elementos como las habilidades motrices,
cognitivas, afectivas, artísticas y sociales; la inclusión en el aula de la diversidad
cultural que rodea la cotidianidad en la que crece el niño/a; y la orientación de las
prácticas y objetivos que orienten la apropiación musical desde un punto de vista que le
dé valor al aprendizaje significativo y no que únicamente se tenga en cuenta la
evaluación de aptitudes y conocimientos desde la perspectiva academicista del
pensamiento occidental.
Teniendo todo lo anterior presente será posible que los/as docentes desde la
enseñanza de la música podamos formar sujetos sensibles y creativos, sujetos
capaces de escuchar al otro y compartir con él; niños y niñas que construyan una
identidad propia, que puedan reconocerse y reconocer a los demás, que encuentren en
sí mismos sus propias diferencias y partiendo de allí aprendan a respetar las de los
otros; personas que puedan vivir en comunidad sin la presencia de fenómenos sociales
tan destructivos como lo son el racismo y la discriminación.
83
7. METODOLOGÍA
Si usted puede caminar, usted puede bailar; si usted puede hablar, usted puede cantar.
(Pueblo Dinka – Sudán)
Para realizar la propuesta artístico-pedagógica de la cual a lo largo de este
documento se ha hecho hasta ahora un abordaje conceptual estructurado, se
estableció en primera medida un marco metodológico basado en la investigación
cualitativa, ya que es un enfoque que permite que el investigador pueda tener un
encuentro cercano y participativo con los sujetos que han formado parte del proceso,
sin por ello desvirtuar la objetividad con la que se ha trabajado.
Al respecto, Elssy Bonilla y Penélope Rodríguez (2005) exponen que ‘‘la
principal característica de la investigación cualitativa es su interés por captar la realidad
social <<a través de los ojos>> de la gente que está siendo estudiada, es decir, a partir
de la percepción que tiene el sujeto de su propio contexto’’ (pág. 84). Las autoras
también recalcan el hecho de que en la investigación cualitativa el investigador/a busca
explicar la realidad que observa, no sólo a partir de teorías determinadas, sino que se
basa principalmente en los comportamientos, las actitudes, y los conocimientos que
revelan las personas que forman parte del estudio. Esto hace que el método de
investigación cualitativa sea predominantemente inductivo y reflexivo para lograr
comprender cómo se orienta el comportamiento humano, lo que a su vez exige de
parte del investigador/a desarrollar habilidades comunicativas y empáticas que le
permitan relacionarse abiertamente con los demás.
La investigación cualitativa al pertenecer fundamentalmente a los campos de las
ciencias humanas y sociales encuentra una gran variedad de enfoques que permiten
estudiar la realidad de los grupos humanos de diferentes maneras de acuerdo a la
intencionalidad que se tenga. Por esta razón, para delimitar y guiar este proyecto, se ha
tomado como eje central el trabajo desde la investigación-acción, que se refiere a:
[…] "el estudio de una situación social cuyo objetivo es mejorar la calidad de las
acciones que se ejecutan dentro de la situación”. Su objetivo es fomentar el juicio
práctico en situaciones concretas, y la validez de sus "teorías" e hipótesis no depende
tanto de las pruebas "científicas" de verdad como de la eficacia para ayudar a las
personas a obrar con más inteligencia y con mayores habilidades. En la investigación-
84
acción las "teorías" no se validan de forma independiente y luego se aplican a la
práctica, sino que son validadas por la práctica misma. (Elliott, 1991, p. 69) citado por
(Blaxter, Hughes, & Tight, 2002, pág. 96)
Como vemos, la investigación-acción permite que el trabajo investigativo se
centre en las experiencias que viven las personas a partir de las prácticas que nosotros
les ofrecemos para intervenir la problemática que se haya encontrado, teniendo
siempre en cuenta el contexto y el grupo social que estamos estudiando; es decir, que
no se limita a la observación pasiva, sino que plantea estrategias que vayan en busca
del mejoramiento de la calidad de vida de la población por medio de la participación
activa de sus miembros, lo que hace que este enfoque metodológico sea pertinente
para ambientes educativos como el que aquí se aborda.
Como ya se mencionó en este texto con anterioridad, otra de las metodologías
que se planteó para este proyecto enmarcado dentro de la modalidad de creación es,
precisamente el de la investigación-creación, cuyas características propias le permiten
al investigador ser al mismo tiempo creador, al igual que a los sujetos participantes,
originando así entornos divergentes que posibilitan, por medio de un producto artístico,
el intercambio de experiencias y conocimientos entre quienes se han involucrado en el
proceso. El siguiente apartado plantea el proceso de investigación-creación así:
A partir de la utilización o experimentación en ambientes envolventes, o
ambientes inmersivos se le está ubicando al participante en nuevas realidades creadas,
fantaseadas, imaginadas, qué es lo que se quiere presenciar, qué posibles mundos
pueden ser construidos, posibilitando nuevos sentidos de realidad, tanto para el que
crea e investiga como para el que vivencia. También, le convierte en co-creador, o
participante activo del proceso creativo investigativo. (Daza Cuartas, 2009, pág. 89)
Pero para que esta metodología investigativa sea validada dentro de las
prácticas educativas, se debe realizar una reflexión e interpretación meticulosa de las
experiencias y de la construcción del pensamiento humano que se está dando allí a
través de la expresión, lo cual permite identificar y conceptualizar los procesos
formativos que se dan gracias a la forma en que haya sido conducida la investigación-
creación.
Un método de la investigación cualitativa que nos permite focalizar este punto
para evitar perder de vista el propósito investigativo, es la etnografía, la cual se centra
en la descripción holística y contextual de las situaciones que se observan, razón por la
85
cual el investigador/a debe estar inmerso en la cotidianidad de la situación-problema
que se estudia, pues esto permite que las posteriores interpretaciones se hagan
partiendo de la experiencia y del entorno cultural específico, de las representaciones,
significados y sentidos propios de la comunidad, ya que es esto lo que permitirá que se
obtenga un conocimiento objetivo y contextualizado de las realidades particulares de
cada población. (Gurdián-Fernández, 2007, pág. 160)
Pero para realizar dichas interpretaciones, antes es necesario obtener y registrar
la mayor cantidad de información posible dentro del proceso investigativo, lo cual
permitirá fundamentar los resultados y análisis obtenidos por medio de las
percepciones, actitudes, conductas y opiniones de las personas partícipes de la
investigación. Para este proyecto la técnica cualitativa utilizada para la recolección de
información ha sido la observación participante (Gurdián-Fernández, 2007, pág. 207),
cuyo desenvolvimiento permite que el investigador/a participe en las actividades del
grupo e interactúe con los integrantes del mismo, a la vez que le facilita la obtención de
información y de datos correspondientes a las experiencias subjetivas de cada
participante.
La observación participante a su vez ayuda a que el investigador construya
relaciones con las personas que está estudiando, a que sea integrado a las dinámicas
poblacionales y a experimentar por cuenta propia la cultura en la que se ha
involucrado. Teniendo en cuenta están características al momento de la recolección y
revisión de la información, será casi inevitable encontrar que allí se han registrado
también las percepciones, reflexiones y conjeturas del propio investigador/a; lo que
posibilitará establecer un diálogo entre la mirada del investigador y del investigado, de
relacionar las vivencias de cada quien para establecer puntos de encuentro y de
desencuentro entre sí, y es este hecho lo que conformará la base interpretativa de las
experiencias observadas a lo largo de la investigación junto con los referentes teórico-
conceptuales.
Con base en los planteamientos metodológicos expuestos para la realización e
implementación de este proyecto, se ha tomado como fundamento para la construcción
de la propuesta artístico-pedagógica el trabajo en la escuela desde la Pedagogía por
Proyectos, cuya metodología plantea la necesidad de vincular los procesos de
enseñanza-aprendizaje con la vida cotidiana de los niños y las niñas. Por lo tanto:
86
[…] se anuncia la necesidad de integrar en la cultura escolar los saberes
experienciales: los proyectos buscan crear estrategias que partan del reconocimiento de
los contextos socioculturales en los que están inmersos los estudiantes; intenta integrar
a la cultura escolar problemáticas, necesidades e intereses de la vida cotidiana o
aquello proveniente del “mundo de la vida”. (García-Vera, 2012, pág. 688)
Esta modalidad de trabajo educativo está apoyada básicamente sobre los
postulados del pragmatismo educativo impulsado por John Dewey y las teorías del
aprendizaje constructivista desde la psicogenética de Jean Piaget hasta la perspectiva
sociocultural de Lev Vygotsky. Concretamente, la pedagogía por proyectos busca que
el estudiante sea partícipe activa y críticamente de la construcción de los contenidos a
abordar en la escuela en donde se integren los saberes previos de los niños y las niñas
con las realidades de sus contextos sociales; esto con el fin de crear espacios
interdisciplinarios que les permitan apropiarse del conocimiento, por lo que este debe
ser significativo para su cotidianidad.
Para lograr su concreción, los proyectos pedagógicos deben ser flexibles y
dinámicos, de tal forma que se permitan cambios dentro de ellos teniendo en cuenta las
necesidades del grupo involucrado, sus intereses, particularidades y su compromiso
tanto individual como grupal frente al mismo. Cabe resaltar que se busca además que
la pedagogía por proyectos no se limite
al aula de clases, sino que se
entrecruce con los demás espacios de
la escuela y con todos los miembros de
la comunidad educativa (directivos,
administrativos, docentes, estudiantes y
padres de familia), quienes desde sus
actuaciones propias pueden contribuir a
la realización de estos proyectos.
En el caso de la propuesta que
aquí se expone, antes de describir la
ruta metodológica que se trazó para
alcanzar los objetivos propuestos, se
mencionarán las experiencias
educativas que se realizaron con Grupo del curso Primero del I.ED. Aulas
Colombianas escuchando el cuento ''La Pequeña Caperucita Africana''
87
antelación a la formulación de esta investigación, pues éstas se constituyeron como los
cimientos que permitieron que se planteara e implementara la propuesta.
La primera experiencia se realizó en el I.E.D Aulas Colombianas San Luis,
ubicado en la localidad Santa Fe, sector Los
Laches durante el año lectivo 2013, junto a
los niños y niñas que se encontraban el
primer grado de básica primaria en la
jornada de la mañana. Se trabajó sobre la
Pedagogía por Proyectos, en donde se
propuso un proyecto pedagógico de aula
cuyo centro de interés giraba en torno a la
Cátedra de Estudios Afrocolombianos, al
igual que el presente proyecto, pero allí se
abordaron con mayor amplitud diversos
lenguajes artísticos entre los que resaltan la
literatura infantil con perspectiva afro, el
dibujo infantil y la música afro.
El propósito de este proyecto fue analizar cómo las diversas manifestaciones
artísticas de la cultura afro se relacionaban con la cotidianidad de los niños y las niñas,
y además, identificar las prácticas racistas que circulan en el aula y las causas de este
hecho. Para lograr estos objetivos, primero se realizó un primer proceso de
sensibilización, a través del cual se pudieran evidenciar las concepciones que los
Deivid y Nicole completando juntos la elaboración de una maraca
Dibujos de María Salomé y Cristian representando el cuento ''Niña Bonita''
88
estudiantes tenían sobre las comunidades afrodescendientes, y los imaginarios y
representaciones que habían construido sobre ellas a lo largo de su vida.
Posteriormente se desarrollaron actividades que buscaban mostrar a los niños otra
perspectiva de la cultura afro, desde la cual se rescataran las prácticas cotidianas que
realizamos y que tienen como origen costumbres tradicionales afrodescendientes.
Dentro de estas actividades se trabajó con materiales literarios como el libro
‘‘Niña Bonita’’ de Ana María Machado, el cuento tradicional ‘‘La Historia de Manbú’’, ‘‘La
Pequeña Caperucita Africana’’ de Niky Daly, y ‘‘Anansi trae las historias al mundo’’.
Igualmente dentro de las dinámicas se incluyeron las canciones ‘‘Funga Alafia, la cual
es tradicional de la cultura Yoruba ubicada en África Subsahariana, y la canción
‘‘Cucurumbé’’ del cantautor mexicano Cri-crí.
Por medio de estos textos infantiles se llevaron a cabo ejercicios artísticos con
pinturas, plastilina y colores que planteaban la posibilidad de que los niños y niñas
representaran y expresaran los pensamientos e imaginarios que les evocaban las
ilustraciones y relatos que contenían características de las comunidades afro. En el
transcurso de este proyecto, a través de las representaciones que ilustraban los niños
se pudo ver cómo sus concepciones discriminativas sobre lo afro iban cambiando a
medida que tenían más experiencias significativas con las ideas y costumbres de estas
comunidades; porque, cabe aclarar, cada una de las actividades realizadas partía de
una contextualización sobre el origen de cada texto, lo cual involucraba contar a los
Las maracas construidas y decoradas por los niños y las
niñas del colegio Aulas Colombianas San Luis
89
niños los lugares de donde provenían y la función social que cada uno tenía; esto se
pudo llevar a cabo con mayor profundidad al trabajar la canción ‘‘Funga Alafia’’ y los
cuentos tradicionales, y también resaltando puntualmente el origen y las características
de los objetos, paisajes y personas que aparecían en los otros textos y que
referenciaban directamente contextos africanos y afrocolombianos.
Este proyecto en el colegio Aulas Colombianas San Luis, reuniendo todas las
experiencias compartidas, concluyó con la fabricación de un instrumento musical: una
maraca, elaborada por cada niño y niña, teniendo presente sus raíces, su importancia
dentro de las comunidades, la forma de su construcción original y su interpretación. A
través de la creación de este producto, los niños y niñas tuvieron la oportunidad de
expresarse a través de símbolos y patrones distintivos de la cultura afrodescendiente, y
de plasmar e interiorizar las representaciones sobre las personas y las comunidades
afro que construyeron durante este proceso.
De la mano a esta primera experiencia de trabajo educativo por medio de la
CEA, se realizó durante la primera semana del mes de Junio de 2013, una salida de
campo a la ciudad de Cali y los municipios de La Balsa y Villa Rica, en donde mis
compañeras de grupo y yo tuvimos la oportunidad de interactuar con niños y niñas que
a lo largo de sus vidas han recibido la influencia de la cultura afro de forma mucha más
abierta y directa debido a la población mayoritariamente afrodescendiente que se ubica
en el litoral pacífico. Esto nos permitió establecer puntos de comparación para
identificar las diferencias existentes entre los prejuicios entorno a lo afro que tienen los
niños y las niñas del Valle del Cauca
y aquellos provenientes de la capital
del país.
Los lugares específicos que
visitamos en Cali fueron la Fundación
Casa Naranja y la casa cultural El
Chontaduro, y en la Asociación
Casita de Niños en sus sedes de La
Balsa y Villa Rica. En los encuentros
que realizamos en estas
instituciones, compartimos con los
niños y niñas vinculados a ellas las Niños y niñas de la Casa Cultural ''El Chontaduro'' pintando su autorretrato
90
experiencias que hasta ese momento habíamos llevado a cabo en el colegio Aulas
Colombianas San Luis, por medio de lo cual evidenciamos las diferencias que cada
grupo poblacional tenía, pues nos encontramos con una disposición y actitud diferentes
a las que vivenciábamos en el colegio, esto tal vez en parte debido a que son contextos
informales que le dan a los niños la posibilidad de ser más espontáneos, cosa que en la
escuela es más restringida; pero se esto un factor determinante o no, nos dimos cuenta
de que las actuaciones de los niños en general en el desarrollo de nuestras actividades
eran alegres, fluidas, graciosas, extrovertidas y afectuosas; cualidades que son
atribuidas a la cultura afrodescendiente y que no son tan comunes en los ámbitos
cotidianos de la vida en el interior del país.
Sin embargo, también por medio de las actividades pedagógicas en las que se
involucraron los niños, observe que había algunos niños y niñas que no se reconocían
como afrodescendientes, lo cual se evidenció, al igual que en el colegio, a través de las
representaciones pictóricas que realizaban de sí mismos/as, en donde, por ejemplo, un
niño o niña que tenía un color de piel café se pintaba con el color blanco o en
ocasiones amarillo, lo que se constató en las conversaciones que mantuvimos con
ellos, en las cuales explicaban que ese era el color que más se acercaba al de ellos,
tras lo que buscábamos motivarlos a experimentar con la mezcla de los colores para
encontrar aquel que en realidad se acercará al color real de su piel.
Desafortunadamente,
para muchas personas
reconocer que su color de
piel no es ‘‘blanco’’ supone
un motivo de vergüenza,
debido al lenguaje peyorativo
que utilizamos para
referirnos al color negro y las
actitudes de discriminación
que reflejamos y
reproducimos al respecto, lo
cual se integra a la
subjetividad de las personas
desde su infancia. Finalmente, Niños y niñas jugando y cantando en la Asociación Casita de Niños - Villa Rica
91
cabe rescatar que esta experiencia nos permitió conocer otros contextos y otros
escenarios educativos con propuestas innovadoras en cuanto al arte y la
interculturalidad, y al mismo tiempo nos mostró que es posible la implementación de
otras formas de educación desde la primera infancia, como es el caso de Casita de
Niños, en donde se rescatan e incluyen en sus aprendizajes y contenidos las prácticas
ancestrales y los quehaceres cotidianos de la comunidad a la que pertenece; por lo que
es posible que en cualquier lugar, incluso en una ciudad como Bogotá se construyan
ambientes y proyectos educativos descoloniales que visibilicen la cultura afro y sus
aportes al país desde los diferentes espacios formativos.
Ahora sí, teniendo en cuenta estos trabajos didáctico-pedagógicos previos
realizados en las prácticas formativas, se procederá a describir la institución educativa,
las personas y el contexto general en el cual se llevó a cabo la formulación e
implementación de este proyecto artístico-pedagógico que tiene como eje central la
música africana.
El lugar en el cual estuve realizando la propuesta fue el Jardín Infantil La
Manuelita, ubicado en la localidad de Suba, en el sector El Rincón. En esta institución
educativa perteneciente a la Secretaría Distrital de Integración Social se atienden niños
y niñas con edades comprendidas entre los cero y cinco años de edad. En este caso,
mi proyecto se realizó con niños y niñas del grado párvulos (1 y 2), quienes en ese
momento se encontraban entre los dos y tres años de edad.
Las docentes titulares que me acompañaron en este proceso fueron, las
profesoras Betty Barragán y Gladys Agudelo, aunque es importante señalar que
también se contó con el apoyo y la participación de las docentes de los grados
Caminadores, quienes son, Rubiela González, Sandra Hernández y Yaneth Munar.
Como ya se explicó al momento de plantear la situación-problema, la localidad
de Suba es uno de los sectores de la ciudad de Bogotá que cuenta con alta densidad
de población afrodescendiente, por lo que en el jardín infantil también se encuentra la
presencia de niños y niñas afro que están iniciando el proceso de escolarización. Como
ya se mencionó, los niños y niñas de los cursos Párvulos 1 y 2 comprendían edades
entre los dos y tres años de edad, y cada grupo estaba compuesto por diez niños y
niñas, cuyos nombres se presentan a continuación organizados por el curso al que
correspondían y la docente titular a cargo de cada uno:
92
Tabla 3 Nombres de los niños y las niñas que participaron en el proyecto
PÁRVULOS 1
DOCENTE TITULAR:
GLADYS AGUDELO
PÁRVULOS 2
DOCENTE TITULAR:
BETTY BARRAGÁN
Ángel Sara
Dana Edward
Daniel Felipe
Dylan Luisa
Kaleth Santiago
Mateo Johan
Melisa Alex
Miguel Ángel Elisa
Shaira Mauricio
Valentina Carol
Antes de empezar a
trabajar directamente el
proyecto sobre música
africana con los niños y niñas,
se realizó una fase
diagnóstica, cuyo propósito fue
conocer a cada uno de los
niños y niñas, identificar las
habilidades y aptitudes que
habían desarrollado hasta ese
momento, y observar el tipo de
relaciones que establecían
entre sí. Con base en esta
información se construyó el Lectura del libro ''Niña Bonita'' con los niños y niñas de párvulos
(de derecha a izquierda: Dylan, Santiago, Daniel, Miguel Ángel y Mauricio)
93
proyecto de aula que permitiría implementar finalmente la estrategia didáctico-
pedagógica sobre la música africana como aporte a la CEA.
Entre la información obtenida en esta fase diagnóstica pude concluir que los
niños y niñas de ambos grupos estaban en el proceso de desarrollo de sus destrezas
motrices, pues la mayoría aún no dominaba del todo acciones como el caminar
erguidos, la motricidad fina aún se encontraba incipiente, la consciencia del esquema
corporal aunque más consistente, todavía requería reforzarse a diario; se estaba
empezando a desarrollar el control de esfínteres en algunos casos; los niveles de
concentración de los dos grupos eran muy bajos, pues el tiempo que dedicaban a la
realización de una tarea era muy corto, de alrededor de cinco minutos; en estas edades
aún no dominaban el lenguaje hablado por lo que sus expresiones eran muy corporales
y gestuales; también en ocasiones eran muy agresivos entre sí y no tenían suficiente
control sobre su propia fuerza (motricidad gruesa), que en algunos de los niños y niñas
era demasiado fuerte y en otros/as era por el contrario muy débil. Adicionalmente, pude
notar que, aunque la comunicación niño-adulto era dificultosa, entre pares era mucho
más fluida y todos se entendían entre sí, por
lo que había grupos de niños que eran muy
unidos al igual que otros niños que eran más
solitarios y apartados. Estos
comportamientos me permitieron ver cómo
se establecían las relaciones sociales desde
la primera infancia, en donde no encontré
que existieran motivos de rechazo entre los
niños por el color de su piel, su forma de
expresarse o su procedencia cultural;
actitudes que si se evidenciaron claramente
en la educación primaria.
Este primer acercamiento a los niños
y niñas y el análisis de los aspectos
descritos, se realizó a través de talleres
similares a los que se realizaron en el
colegio Aulas Colombianas San Luis, pero
readaptando las actividades según las Shaira tocando la pandereta con una maraca
94
capacidades e intereses que tienen los niños en estas edades. Aquí por ejemplo se
trabajó con el libro ‘‘Niña Bonita’’ de Ana María Machado, un fragmento del poema ‘‘La
canción del Bongó’’ de Nicolás Guillén, el cuento ‘‘La sorpresa de Nandi’’ de Eileen
Browne, y la canción Funga Alafia, la cual fue utilizada como la actividad inicial de cada
sesión, ya que, al ser un canto de bienvenida en la cultura Yoruba africana, se usaba
como el saludo que nos dábamos cada mañana, recalcando su origen y su significado,
además de reforzar el esquema corporal de los niños.
Las experiencias durante esta fase de la investigación, permitieron que fuera
posible crear un proyecto pedagógico de aula que tuviera en cuenta las necesidades de
los niños y las niñas sin dejar de lado el propósito de implementar la Cátedra de
Estudios Afrocolombianos en el jardín a través de las expresiones musicales africanas.
Durante las sesiones que se plantearon para desarrollar el proyecto se buscó
entrelazar la música con todos sus elementos (ritmo, duración, intensidad, altura) con la
función que ésta ejerce dentro de las comunidades afro, por eso las canciones
tradicionales que se propusieron tienen ritmos africanos y sus letras reflejan creencias,
acciones y valores importantes en el desenvolvimiento de la vida diaria.
Junto a este trabajo sobre las canciones está la interacción con los instrumentos
musicales de origen africano (Djembé, Akonting, Shekeré, Mbira y Balafón) lo cual
buscaba que se permitiera un mayor contacto con las tradiciones afrodescendientes,
para de esta forma permitir que la diversidad cultural circule en el aula de clase desde
la relación directa con los objetos
artísticos.
Metodológicamente
también se estableció como un
eje fundamental para el
desenvolvimiento de las clases el
trabajo grupal, la cooperación, el
respeto hacia el otro y el compartir
entre pares. Para lograr esto, los
ejercicios en principio era
grupales, en donde todos los
niños interpretaban las canciones Cantando ''Funga Alafia'' con los niños y las niñas en el patio
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y tocaban algunos instrumentos musicales que estaban en el jardín; seguidamente se
realizaba una breve contextualización narrativa del origen y función de una
determinada canción y del instrumento musical africano que se conocería ese día.
Luego, de forma individual, cada niño y niña tenía la posibilidad de tocar dicho
instrumento, de relacionarse con él, con su sonido, su forma, sus materiales y con las
emociones y pensamientos que le evocaba. Para este momento era vital que los niños
fueran comprendiendo la importancia de respetar el turno que cada uno, lo que
asimilaban cuando la experiencia les correspondía a ellos y ellas. Paralelamente,
mientras un niño o niña estaba con el instrumento, otros que ya habían tenido el
contacto con este le mostraban y orientaban sobre cómo se producía el sonido, con
que tanta o menos fuerza y la forma en que se sujetaba para la interpretación.
Finalmente, el último momento era cuando cada participante, esta vez sin la ayuda de
otros, ejecutaba el instrumento en frente de los demás, y entonces era cuando ellos
debían guardar silencio para escuchar a su compañero y una vez finalizada su
presentación, aplaudían y reían para felicitarlo o felicitarla.
Algo que hay que destacar, es que durante el desarrollo de las actividades, las
docentes eran muy participativas y se interesaban mucho por conocer más acerca del
origen y las funcionalidades de las canciones y de los instrumentos. Esta actitud era
muy motivadora para los niños y niñas, quienes al ver el interés y la disposición de las
profesoras, participaban de forma activa y alegre en los ejercicios, lo cual a su vez
facilita que ya finalizado el proyecto, las docentes sigan utilizando estos materiales en
el sus actividades cotidianas en el jardín con todos los y las integrantes de éste.
El último aspecto que considera este proyecto de investigación se refiere al
proceso de creación que dio como resultado los instrumentos musicales africanos con
los que se realizaron las actividades.
Aunque parezca en primera instancia un proceso alejado de la intervención
pedagógica ambas cosas se complementan, y en este sentido fue la fase diagnóstica la
que ofreció los parámetros que se debían tener en cuenta al momento de construir los
instrumentos. El proceso de creación que realicé, requirió de una investigación de cada
instrumento musical, para conocer el lugar del que provenía, los materiales con los que
es fabricado en su contexto original y la función social que cumple allí. Específicamente
la investigación sobre los materiales y el proceso de construcción fue lo que contribuyó
en mayor medida a la creación.
96
Podría pensarse que realizar una réplica de un instrumento musical ya existente
no involucra el pensamiento creativo, y eso sería cierto si los objetos se hubiesen
realizado tal cual lo hacen en las comunidades africanas. Pero, debido a que uno de los
propósitos del proyecto busca que los recursos (entre ellos los instrumentos
musicales), puedan integrarse a cualquier ambiente educativo, desde un principio se
definió que la construcción de éstos se haría a partir de materiales reciclables, que
sean de fácil adquisición para quienes se interesen en tener sus propios instrumentos
musicales africanos sin una gran inversión de capital.
Y es aquí donde surge el proceso creativo, pues se debió buscar y experimentar
con muchos materiales para encontrar aquellos que se adaptaran al diseño del
instrumento y con los que se consiguiera el sonido característico de cada uno de ellos.
Además, al carecer de las herramientas necesarias para la fabricación, también se tuvo
que readaptar el uso de otras herramientas y elaborar otros procesos para obtener el
resultado esperado. Así, por ejemplo, para la construcción del djembé, en lugar de
utilizar el tronco de un árbol para la caja de resonancia, utilice una maceta de plástico
grande que permitió una resonancia similar a la original. En cuanto a las herramientas,
al no contar con una sierra eléctrica de banco para cortar la base de la maceta, hice
varios agujeros alrededor de ésta con un taladro para debilitarla y luego quitarla con
ayuda de una segueta.
Estos procesos de adaptación de acuerdo a los materiales disponibles requieren
de un análisis de los mismos, de estudiar sus características, sus posibilidades y sus
límites para adecuarlos al objeto que se quiere elaborar, siempre teniendo presente
que se mantenga su esencia cultural, pues es esto lo que nos interesa en el proyecto
para implementar la Cátedra de Estudios Afrocolombianos.
8. RESULTADOS:
Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se borran.
(Tradicional del Congo)
En esta sección del documento me dedicaré a presentar los resultados que se
obtuvieron de la implementación del proyecto durante el año 2014 en el Jardín Infantil
La Manuelita partiendo de los referentes conceptuales y metodológicos ya expuestos.
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Para dinamizar la lectura de estos resultados pedagógicos e involucrarlos con el
proceso de creación he subdividido este apartado de acuerdo a los instrumentos
musicales que formaron parte de la investigación.
Djembé
El djembé es un instrumento de percusión
originario del antiguo imperio Mandinga, lo que
actualmente son los países de Malí y Guinea.
Dentro de las sociedades africanas el djembé es
un conocido como un tambor parlante, ya que
gracias a sus hendiduras de distintas dimensiones
puede imitar los sonidos del lenguaje hablado, por
lo que es utilizado en los rituales y ceremonias
espirituales para comunicarse con sus ancestros.
En su fabricación utilice una maceta de plástico y
un tubo de cartón para el cuerpo del instrumento,
una bolsa plástica gruesa para la membrana y un
cordel para tensarla y darle la afinación requerida.
En la activad pedagógica realizada con los niños y niñas la presentación de este
instrumento estuvo acompañado con la canción tradicional de Ghana ‘‘Si ma ma ká’’ y
una canción contemporánea llamada ‘‘En mi tribu’’, la cual fue el punto de partida de la
actividad rítmica. En el taller realizado sobre el djembé, los niños y las niñas se
mostraron muy familiarizados con este instrumento, ya que es muy similar a un tambor,
por lo que no tuvieron problemas para generar su sonido. Ellos una vez que lo vieron
Canción: Si ma ma ka
Si ma ma ka, si ma ma ka
Ruka ruka ruka, si ma ma ka (bis)
Tem be akim bia, Tem be akim bia
Ruka ruka ruka, si ma ma ka (bis)
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señalaron que aquel objeto era un tambor, esto debido a las experiencias que ya han
tenido anteriormente con los instrumentos de percusión del colegio.
El trabajo que se realizó junto con las canciones fue determinante para afianzar
el sentido del ritmo a través de los pulsos que contenía la canción, lo cuales eran
marcados en cada golpe que se daba a los tambores y al djembé. Sin embargo, al ser
la primera sesión en la que los niños debían compartir un mismo instrumento, resulto
problemática en un principio la interacción con él, pues todos querían tenerlo en su
poder todo el tiempo; así que fue desde este punto en donde se empezaron a
establecer rutinas y comportamientos que permitieran que todos pudieran tener la
oportunidad por igual de interactuar con el instrumento. En esta sesión los niños
estuvieron muy atentos y participativos, aunque entre todos Johan sobresalía, por el
interés que tuvo hacia el instrumento, lo cual provocó que los demás también se
interesaran en él y se comprometieran a seguir los parámetros establecidos para su
experimentación. Para lograr esto se hizo mucho énfasis en la importancia que tiene
dentro de las comunidades afro la participación activa y respetuosa de todos los
integrantes, lo cual las maestras también tomaron muy en cuenta en el apoyo que
estaban brindándome durante el desarrollo de los ejercicios, pues lo recalcaban
constantemente cuando los niños se dispersaban.
Interpretación de la canción ''Si ma ma ka'' con los niños y niñas del curso Párvulos 2
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Akonting
El akonting es un instrumento de cuerda originario
del sur de Gambia, utilizado por los pescadores que viven
en las riberas de los ríos para acompañar sus actividades.
En su construcción original, la caja de resonancia es una
calabaza seca seccionada, pero en su lugar utilicé un
recipiente de plástico hondo, como mástil tome una parte
de un palo de escoba, una tela cubre la caja de
resonancia y las tres cuerdas que tiene son hilos de Nylon
de diferentes calibres ajustados a distintas alturas para
conseguir sonidos diferentes en cada una.
Cuando llevé este instrumento al jardín, los niños e
incluso las docentes decían que era una guitarra, pues lo
relacionan en base a los instrumentos que ya conocen y obviamente la imagen de la
guitarra es mucho más conocida en los contextos cotidianos. Debido a la extrañeza que
este instrumento genera, la sesión estuvo acompañada por unos videos en donde se
mostraban músicos africanos interpretando el instrumento junto al paisaje a las orillas
del río que representa su función social, lo cual fue explicado a los niños con
anterioridad y relacionándolo con las prácticas tradicionales de los pescadores con
atarraya que también hacen parte de las comunidades afrocolombianas.
Seguido de esto les enseñé la canción titulada ‘‘Uleme uleme’’, la cual me
permitía trabajar las dinámicas de piano y forte a través de su estructura y de
movimientos corporales que dieran la sensación de ‘suave’ y ‘fuerte’ en la
interpretación; es decir, la primera vez que se cantaba se hacía de forma normal
(mezzoforte), la segunda vez era piano o suave, bajando el volumen de la voz, por lo
que también bajábamos el cuerpo, nos agachábamos para relacionar ambas acciones,
y a medida que la repetíamos subíamos el volumen de la voz, y nos levantábamos
poco a poco hasta llegar a una intensidad más fuerte, hasta casi gritar.
100
Luego, a través de la interacción con el instrumento después de haberlo
observado y ejecutado, los niños y niñas tenían que tratar de dar esa misma sensación
de piano a forte a través de la fuerza que empleaban para pulsar las cuerdas. La
primera parte del ejercicio no representó muchas complicaciones, pero al momento de
tocar el instrumento, los niños no sabían cómo mover las cuerdas, caso totalmente
contrario a lo que se había presentado con el djembé. Por medio de los ejemplos que
yo les di, algunos niños lograron realizar el ejercicio, pero otros por el contrario
expresaban un poco de miedo al creer que podían lastimarse con las cuerdas, así que
cuando finalmente se animaban a participar pulsaban las cuerdas con mucha suavidad
y el sonido era casi imperceptible.
Sara tocando el akonting mientras sus compañeros la observan
101
Este hecho se debe a que, para los niños y niñas de estas edades tener un
instrumento de cuerda es una novedad, ya que solo se les ofrecen instrumentos
percutivos, pero por medio de estas actividades encontraron que hay otros elementos
que permiten generar sonidos
además de los golpes contra
alguna superficie. También me
pareció interesante observar
que los niños distinguían con
mucha claridad las diferencias
que había entre una cuerda y
otra, es decir, como lo plantea
Hargreaves (1998), son
capaces de hacer distinciones
de intervalos melódicos.
Este taller, al igual que el
anterior finalizó con una
interpretación individual frente a los demás compañeros, lo cual resultó, a diferencia del
otro, mucho más organizado, pues los niños prestaban mucha atención a lo que su
compañero estaba realizando, y cuando este terminaba le felicitaban, le aplaudían y
cuando otro compañero pasaba al frente de nuevo tomaban la actitud de escucha, pero
eso sí siempre muy pendientes de su turno, lo cual reflejó su interés y la motivación
que les generó la actividad, especialmente por la particularidad del instrumento.
La ejecución del akonting por parte de Alex ante sus compañeros y compañeras
Canción: Uleme Uleme
Uleme uleme nikutole nene (bis)
Nikugulile khangá
Sanduku imeme (bis)
E le le le lé, e le le le lé
E le le le le le le le le.
102
Shekeré
El shekeré es un instrumento de percusión muy
parecido en su forma a una maraca, pero al contrario de
ésta, lleva las semillas por fuera de la calabaza seca que
la compone. Las semillas van tejidas junto a hilos de
colores que permiten dibujar patrones coloridos en el
instrumento, de manera algo similar a como se teje el
macramé. Para este caso yo reemplacé la calabaza por
botellas de plástico y las semillas por cuentas y chaquiras
que generalmente se usan para hacer accesorios como
aretes, collares y pulseras.
Este instrumento es utilizado dentro de la tradición yoruba (comunidad africana
ubicada en el occidente del continente, Benín, Togo y Ghana y el suroccidente de
Nigeria), en los rituales litúrgicos, pero también acompaña los momentos de diversión
de la comunidad.
Por medio de este instrumento, y gracias a los que ya estaban presentes en el
jardín, incluyendo el akonting y el djembé, se trabajó la discriminación tímbrica y el
trabajo en equipo. Primero se les enseñó la canción ‘‘Aya Ngena’’, la cual hace
referencia a que la unión entre los seres humanos nos hace más fuertes. Partiendo de
esta enseñanza,
posteriormente realizamos la
ejecución del instrumento por
parejas, momento durante el
cual fue muy interesante ver
cómo los niños se orientaban
para tocar el shekeré de la
forma en que yo se los había
mostrado antes, pues
algunos de ellos se limitaban
a agitarlo como si fuera una
maraca, entonces su
compañero o compañera que
le acompañaba le mostraba Felipe y Mauricio tocando los shekerés
103
por medio de su ejemplo la forma en que se hacía, y si no estaban conformes con el
shekeré que les correspondió a cada uno, en algunos casos lo intercambiaban sin
ningún problema. Estas actitudes infundidas desde las prácticas musicales de las
comunidades africanas, generaron que en el aula se construyeran ambientes de
respeto y empatía, al reconocerse el propio yo en el otro/a, es decir, al compartir las
mismas experiencias los niños y niñas se identificaban con lo que percibía su otro
compañero.
Mbira
El mbira es popularmente conocido como piano de pulgar, pues se interpreta
pulsando sus teclas hacia abajo únicamente con los pulgares. Consta de un retablo de
madera que cubre una calabaza partida a la mitad que es lo que permite la resonancia
y de varias láminas de metal de distintas longitudes instaladas en un puente en la parte
superior del trozo de madera. Esas longitudes desiguales de las láminas son lo que
permiten que cada una dé una nota
particular para así construir fragmentos
melódicos.
Se ha establecido que este
instrumento proviene de Zimbabwe, en
donde ha sido utilizado desde la
antigüedad por la cultura shona para
comunicarse con sus antepasados, para
atraer la lluvia, detener inundaciones e
incluso curar enfermedades. Su sonido
fino y dulce permite crear melodías y
Canción: Aya Ngena
Aya ngena
aya puma
aya didi zela
aya saba maguala.
104
acompañamientos para las interpretaciones colectivas, lo cual le da un lugar destacado
dentro del conjunto musical.
Para elaborar este instrumento en particular tuve que realizarle algunas
modificaciones más evidentes que en los anteriores, pues fue difícil dar la forma a la
madera para que encajara en un recipiente circular o tallarla como en la mbira original.
Así que en vez de esto, para darle la resonancia al instrumento, construí una caja con
madera, lo que hace se parezca a la kalimba, que es una variación del mbira. En la
parte superior de la caja instalé las láminas que en este caso fueron los alambres de
una sombrilla cortados en diferentes medidas para conseguir el sonido de las notas
musicales.
En los ejercicios que tuvieron como centro el mbira, se trabajó como elemento
de la música, la melodía. Para introducir este concepto les presenté una canción
llamada ‘‘Banaha’’ la cual tiene variaciones melódicas amplias, lo que permite distinguir
entre una nota y otra, y estos cambios van acompañados de movimientos corporales
sobre todo de los brazos, que se suben cuando la melodía es aguda y se bajan cuando
se vuelve grave, siempre siguiendo la coreografía y el ritmo de la canción.
Canción: Banaha
Si si si si do la da
Yaku sine la du banaha (bis)
Banaha, banaha
Yaku sine la du banaha (bis)
Ha banaha
Yaku sine la du banaha (bis)
Si si si si do la da
Yaku sine la du banaha (bis)
105
Esta actividad fue seguida con mucho entusiasmo por los niños y niñas, aunque
después de un tiempo al volverse monótona iban dispersándose. Entonces pasamos a
la experimentación del instrumento, pero aunque intenté que las láminas fueran lo más
flexibles posibles, para los niños y niñas fue dificultoso pulsarlas para que emitieran los
sonidos, sobre todo para aquellos que tienden aún están desarrollando la tonicidad
muscular. Sin embargo, el instrumento en sí, y la decoración que tenía atrajo mucho la
atención de los niños y las niñas,
quienes observaban las
ilustraciones y los colores con
mucho cuidado. Finalmente,
para escuchar los sonidos
característicos del mbira, se
invitó a las docentes que se
encontraban allí para que lo
conocieran y demostraran a los
niños que sí era posible
conseguir esa música solo
imprimiendo un poco más de
fuerza a las teclas.
Balafón
El balafón, proveniente de Malí, Burkina Faso y Costa de Marfil, es un
instrumento de percusión melódico muy parecido a la marimba de la costa pacífica
colombiana, incluso podríamos decir que esta última se deriva del balafón, como
consecuencia de la diáspora africana. Su sonido busca imitar la caída de la lluvia y se
utiliza para comunicarse con los espíritus de la naturaleza que envuelve a la
comunidad.
Está constituido por listones de madera con diferentes longitudes organizadas
descendentemente sobre una estructura que los soporta y que a su vez contiene las
calabazas que son los resonadores de cada listón. El balafón que fabriqué también
tiene listones de maderas, pero a diferencia de la construcción original no los puse
sobre el fuego, lo que sin duda mejora mucho la calidad de su sonido. La otra
Los niños y niñas de Párvulos 2 observando un video sobre la ejecución del mbira
106
diferencia consiste en que en lugar de utilizar calabazas secas, empleé varias botellas
plásticas de distintos tamaños para amplificar el sonido de cada tecla de madera.
Este fue el último instrumento musical que se abordó en el proyecto y el
elemento musical que se trabajó con él fue el de las dinámicas (alegro-andante), las
velocidades a las que se puede interpretar una pieza musical. Para esto se presentó la
canción ‘‘Fatou yo’’ originaria de
Senegal, la cual cantábamos siguiendo
dinámicas lentas y rápidas. Mientras
realizábamos este ejercicio, durante
los movimientos lentos, los niños
siempre buscaban ir más rápido de lo
propuesto, por lo que al inicio esta
actividad no capturó su atención, pero
a medida que la canción se hacía más
rápida ellos se integraban al grupo que
estaba cantando.
Los niños y niñas de Párvulos 1 jugando con los instrumentos
107
Este mismo ejercicio se realizó con el balafón tocando las teclas de forma rápida
y lenta. Por ser este instrumento más grande que los otros, se pudo lograr que dos o
tres niños lo tocaran al mismo tiempo para conocerlo colectivamente. Fue grato
observar cómo en esta última experimentación grupal los niños y las niñas
compartieron el instrumento de forma amable, sin agredirse como sí lo hacían en las
primeras sesiones.
También cabe destacar la
prioridad que los niños y niñas le
daban a la elección de los
instrumentos musicales africanos
sobre los otros instrumentos con los
que contaba el jardín, pues éstos les
permitieron conocer una variedad
más amplia de sonidos y prácticas
musicales. Esto mismo también se
pudo evidenciar en los cantos
cotidianos que se realizan allí, pues
en varias ocasiones fuera de mi
espacio de intervención los niños/as
pedían que las profesoras les cantaran Niñas del grado Caminadores participando en la dinámica del canción ''Fatou Yo''
Canción: Fatou Yo
Fatou yo si dia dialano
Fatou yo si dia dialano (bis)
Fatou faye faye fatou
Fatou kélémen dio
Fatou yo si dia dialano (bis)
Boutoumbélé boutoumbélé (bis x4)
Boutoumbélé
o ma mi se ra
O Ma mycasse boutoumbélé
O ma mi se ra
O Ma mycasse boutoumbélé
108
las canciones tradicionales que habíamos abordado, y esto considerando que su letra
está en otro idioma totalmente desconocido para todos. Sin duda creo que para que
este hecho se diera fue fundamental que estas canciones incluyeran movimientos
corporales que representaban lo que expresaba la canción, y también que se hiciera la
contextualización socio-cultural de cada uno de los elementos trabajados en este
proyecto, tal vez no tanto para que los niños acumulen ese conocimiento, pero sí para
que las maestras sepan que cada canción que emplean en sus prácticas tiene un
origen y un sentido social, y este involucramiento de las maestras provocará que los
aprendizajes trabajados con ellas, con los niños y las niñas se multipliquen en sus
actividades pedagógicas con todos los estudiantes de esta institución educativa.
9. CONCLUSIONES
La extraña belleza de la música africana radica en que es capaz de levantar el ánimo
aunque cuente una historia triste. Se puede ser pobre, vivir en una inmunda choza
y haber perdido el trabajo, pero la música le da a uno esperanza.
(Nelson Mandela)
Para dar por terminado este proyecto de grado sobre la música africana como
aporte y estrategia artístico-pedagógica para la implementación de la Cátedra de
Estudios Afrocolombianos concluiré indicando que este proceso que puede estar
siempre en reconstrucción, pues sobre la música africana hay muchos más elementos
que no alcanzaron a ser tratados aquí y que pueden contribuir mucho a la formación
integral de los niños y las niñas. También, es importante recalcar el hecho de que la
investigación que se realizó no sólo ha impactado la vida de los niños, las niñas y las
docentes, sino que para personalmente todo este proceso se ha traducido en un
crecimiento personal y profesional, que le da a mis prácticas educativas una orientación
multidimensional, donde no sólo es importante el abordaje de contenidos establecidos,
sino que es igualmente relevante que esas enseñanzas sean significativas para el día a
día de los niños y las niñas, y que se inegren con las necesidades de la sociedad en la
que vivimos
109
En líneas específicas sobre el proceso investigativo, creativo y pedagógico que
se llevó a cabo concluyo qué:
La implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos por medio de la
música, permitió que el proyecto se realizara involucrando elementos de otras
disciplinas, como la etnografía, la antropología, la historia y el lenguaje, lo cual
evidencia el carácter indisciplinar de la Cátedra considerando que la inclusión de
dichos elementos no se dio de forma espontánea, sino de forma consiente y
estructurada, ya que fueron éstos los que permitieron que el proyecto tuviera un
enfoque contextualizado que acercara a los niños y niñas a las realidades de las
comunidades afro y a la importancia social que tiene allí la música.
Durante este proceso se comprobó que la educación musical en la primera
infancia tiene múltiples beneficios en el desarrollo socio-afectivo de los niños y
las niñas, teniendo en cuenta que fue esta dimensión la que se priorizó en el
proyecto con base al desenvolvimiento que tiene la música en las culturas
africanas. Sobre este aspecto es importante destacar que el acompañamiento
de las maestras fue decisivo para que ellas se percataran de que las canciones
llevan cualidades intrínsecas que pueden ser aprovechadas de múltiples formas
en la cotidianidad escolar, y que no se restringen a momentos recreativos y de
ocio, pues las experiencias musicales permiten que se aborden multitud de
temas de forma significativa, lo que facilita su interiorización y comprensión, ya
que desde allí se trabaja desde la conciencia corporal y sensitiva, desde el
movimiento y las relaciones con los otros.
Es necesario que se este tipo de propuestas educativas con enfoque diferencial
sean integrados a los procesos de enseñanza-aprendizaje, haciendo un llamado
a toda la comunidad educativa, pues si el trabajo con las maestras y los
estudiantes fue bien recibido y dio resultados satisfactorios, la posibilidad de
ampliar este tipo de proyectos con las familias y los integrantes de la institución
puede generar que la CEA tenga un alcance más allá del institucional.
A través de las prácticas educativas reflexivas se pueden rescatar y visibilizar
saberes y tradiciones ocultadas en la escuela por la educación tradicional
eurocéntrica, lo cual permite que tanto a nivel colectivo como individual se
reconozca dentro de nuestra identidad la diversidad étnica y cultural que nos
constituye como ciudadanos/as colombianos. Esto posibilita que nos
110
reconozcamos como sujetos de derechos y que reflejemos esto en las actitudes
y en el trato que damos a los otros.
Las experiencias estéticas y artísticas diversas permiten un contacto cercano a
lo que consideramos diferente y promueven, gracias a su apropiación e
interiorización que nos demos cuenta que somos seres creadores, que podemos
contribuir al cambio desde nuestro accionar diario. Por esto se debe fomentar,
tanto en las escuelas como en las universidades la posibilidad de que las
personas sean creadoras de sus realidades, partiendo desde los lenguajes
artísticos que más se acomoden a las necesidades expresivas de cada quien.
Esta es un área de conocimiento que no puede reservarse sólo para los artistas,
sino que debe fomentarse en todas las personas durante todas las edades.
Finalmente, hay que subrayar que la diversidad étnica y cultural está presente
en todos los ámbitos de nuestra vida, por lo que el abordaje de la educación
descolonial puede realizarse no sólo desde las artes, sino también en las otras
áreas del saber que han sido colonizadas. Depende de nosotros los educadores
buscar las estrategias que permitan que esto sea posible en todos los niveles
educativos, teniendo siempre presente el contexto en el que nos encontremos y
las necesidades que tengan los niños y las niñas, con quienes vamos
construyendo poco a poco la sociedad emancipada que queremos.
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