29
Por una sociología pública* For public sociology* Michael BURAWOY 1 Universidad de California en Berkeley Recibido: 1.03.05 Aprobado: 15.03.05 RESUMEN En respuesta a la creciente separación entre el ethos sociológico y el mundo que estudiamos, el desafío para la sociología pública son las diferentes formas en las que comprometerse con sus públicos. Estas sociologías públicas no deberían estar en los márgenes sino que deberían formar parte del marco de tra- bajo de nuestra disciplina. De esta manera haremos de la sociología pública una empresa legítima y visi- ble y, por ende, reforzaremos en todo su conjunto a nuestra disciplina. Según esto, si observamos la divi- sión del trabajo sociológico, descubriremos una interdependencia antagónica entre cuatro tipos de conocimiento, a saber: profesional, crítico, práctico y público. En el mejor de los mundos posibles, el flo- recimiento de cada uno de los tipos de sociología es condición fundamental para el florecimiento de todos ellos, A pesar de que puedan asumir formas patológicas o ser víctimas de exclusiones o subordinaciones. Este campo de poder nos impulsa a explorar las relaciones entre los cuatro tipos de sociología según su transformación histórica y nacional, así como la manera en que permiten carreras individuales divergen- tes. Por último, la comparación entre disciplinas apunta al cordón umbilical que conecta la sociología con el mundo de los públicos, subrayando el interés particular de la sociología en la defensa de la sociedad civil afectada por la acción de los mercados y Estados. PALABRAS CLAVE: ethos sociológico, sociología pública, conocimiento, profesional, crítico, práctico y público, sociedad civil. ABSTRACT Responding to the growing gap between the sociological ethos and the world we study, the challenge of public sociology is to engage multiple publics in multiple ways. These public sociologies should not be left out in the cold, but brought into the framework of our discipline. In this way we make public sociology a visible and legitimate enterprise, and, thereby, invigorate the discipline as a whole. Accordingly, if we map out the divi- sion of sociological labor, we discover antagonistic interdependence among four types of knowledge: profes- Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 197 1 Michael Burawoy, Departamento de Sociología, Universidad de California, Berkeley, CA 94720 (b ura w o [email protected] e - le y .edu ). Han sido incontables las personas que han hecho posible este proyecto y es casi imposible recordar todos sus nombres. Sin embargo, desearía agradecer a Sally Hillsman, Bobbie Spalter-Roth y Carla Howery de la administración de la American Sociological Association su ayuda en diferentes tareas, no sólo aportando datos y cifras sino también organizando mis compro- misos públicos. Agradezco a Barbara Risman, Don Tomaskovic-Devey y a sus estudiantes así como a Chas Camic y Jerry Jacobs sus comentarios realizados a un borrador previo de este artículo. La grabación de este discurso puede obtenerse a través de la Ame- rican Sociological Journal. * Este artículo va a publicarse, en su versión inglesa, en la American Sociological Review vol. 70 (Febrero 2005).

BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

Por una sociología pública*

For public sociology*

Michael BURAWOY1

Universidad de California en Berkeley

Recibido: 1.03.05Aprobado: 15.03.05

RESUMEN

En respuesta a la creciente separación entre el ethos sociológico y el mundo que estudiamos, el desafíopara la sociología pública son las diferentes formas en las que comprometerse con sus públicos. Estassociologías públicas no deberían estar en los márgenes sino que deberían formar parte del marco de tra-bajo de nuestra disciplina. De esta manera haremos de la sociología pública una empresa legítima y visi-ble y, por ende, reforzaremos en todo su conjunto a nuestra disciplina. Según esto, si observamos la divi-sión del trabajo sociológico, descubriremos una interdependencia antagónica entre cuatro tipos deconocimiento, a saber: profesional, crítico, práctico y público. En el mejor de los mundos posibles, el flo-recimiento de cada uno de los tipos de sociología es condición fundamental para el florecimiento de todosellos, A pesar de que puedan asumir formas patológicas o ser víctimas de exclusiones o subordinaciones.Este campo de poder nos impulsa a explorar las relaciones entre los cuatro tipos de sociología según sutransformación histórica y nacional, así como la manera en que permiten carreras individuales divergen-tes. Por último, la comparación entre disciplinas apunta al cordón umbilical que conecta la sociología conel mundo de los públicos, subrayando el interés particular de la sociología en la defensa de la sociedadcivil afectada por la acción de los mercados y Estados.

PALABRAS CLAVE: ethos sociológico, sociología pública, conocimiento, profesional, crítico, práctico ypúblico, sociedad civil.

ABSTRACT

Responding to the growing gap between the sociological ethos and the world we study, the challenge of publicsociology is to engage multiple publics in multiple ways. These public sociologies should not be left out inthe cold, but brought into the framework of our discipline. In this way we make public sociology a visible andlegitimate enterprise, and, thereby, invigorate the discipline as a whole. Accordingly, if we map out the divi-sion of sociological labor, we discover antagonistic interdependence among four types of knowledge: profes-

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 197

1 Michael Burawoy, Departamento de Sociología, Universidad de California, Berkeley, CA 94720 ([email protected]). Han sido incontables las personas que han hecho posible este proyecto y es casi imposible recordar todos sus nombres.Sin embargo, desearía agradecer a Sally Hillsman, Bobbie Spalter-Roth y Carla Howery de la administración de la AmericanSociological Association su ayuda en diferentes tareas, no sólo aportando datos y cifras sino también organizando mis compro-misos públicos. Agradezco a Barbara Risman, Don Tomaskovic-Devey y a sus estudiantes así como a Chas Camic y Jerry Jacobssus comentarios realizados a un borrador previo de este artículo. La grabación de este discurso puede obtenerse a través de la Ame-rican Sociological Journal.

* Este artículo va a publicarse, en su versión inglesa, en la American Sociological Review vol. 70 (Febrero 2005).

Page 2: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

Michael Burawoy Por una sociología pública

198 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

sional, critical, policy, and public. In the best of all worlds the flourishing of each type of sociology is a con-dition for the flourishing of all, but they can just as easily assume pathological forms or become victims ofexclusion and subordination. This field of power beckons us to explore the relations among the four types ofsociology as they vary historically and nationally, and as they provide the template for divergent individualcareers. Finally, comparing disciplines points to the umbilical chord that connects sociology to the world ofpublics, underlining sociology’s particular interest in the defense of civil society, itself beleaguered by theencroachment of markets and states.

KEY WORDS: sociological ethos, public sociology, professional, critical, policy and public sociological kno-wledge, civil society.

Page 3: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

Y éste deberá ser el aspectodel ángel de la historia.

Ha vuelto el rostro hacia el pasado.Donde a nosotros se nos manifiesta

una cadena de datos, él veuna catástrofe única que amontonaincansablemente ruina sobre ruina,

arrojándolas a sus pies.Bien quisiera él detenerse,

despertar a los muertosy recomponer lo despedazado.

Pero desde el paraíso soplaun huracán que se ha enredado

en sus alas y que es tan fuerteque el ángel ya no puede cerrarlas.

El huracán le empuja irremisiblementehacia el futuro, al cual da la espalda,

mientras que los montones de ruinas crecenante él hasta el cielo. Ese huracán

es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin (1968)Illuminations: Essays and Reflections

[Tesis de Filosofía de la Historia]

Walter Benjamin escribió su famosa novenatesis sobre la filosofía de la historia al tiempoque el ejército nazi llegaba a su querido París,santuario sagrado de la promesa de civilización.Retrata esta promesa en la figura trágica delángel de la historia, luchando en vano contra lalarga marcha de la civilización hacia la destruc-ción. Para Benjamin, en 1940 el futuro nuncahabía parecido tan oscuro para todo el mundo: laderiva del capitalismo en fascismo a la vez quela deriva del socialismo en estalinismo. En losalbores del siglo XXI aunque el comunismo seha disuelto y el fascismo es un mal recuerdo, lasruinas siguen creciendo hasta el cielo: el capita-lismo descontrolado alimenta la tiranía del mer-cado, se producen incontables desigualdades aescala global, la democracia resurgente se estáconvirtiendo en un delgado velo que oculta losintereses de los poderosos, pérdida de derechos,aumento de la mentira y de la violencia. Denuevo, el ángel de la historia está atrapado porun huracán, un huracán terrorista sopla desde elParaíso.

En sus inicios la sociología aspiraba a sercomo el ángel de la historia, buscar orden en losfragmentos rotos de la modernidad, tratar de sal-

var la promesa de progreso. Así, Karl Marxrecuperó al socialismo de la alienación, EmileDurkheim redimió la solidaridad orgánica de laanomia y del egoísmo, Max Weber, a pesar delas premoniciones de «una noche polar de hela-da oscuridad», pudo descubrir la libertad en laracionalización y extraer el significado del des-encantamiento. En este lado del Atlántico,W.E.B. Du Bois encabezó el pan-africanismocomo reacción al racismo y al imperialismo,mientras que Jane Addams trató de buscar la pazen las mismas mandíbulas de la guerra. Peroentonces el huracán del progreso se enredó enlas alas de la sociología. Si nuestros predeceso-res trataron de cambiar el mundo nosotros alcontrario hemos tratado de conservarlo endemasiadas ocasiones. En la lucha por un lugaren el olimpo académico, la sociología ha des-arrollado su propio conocimiento especializado:la brillante y lúcida erudición de Robert Merton(1949), el arcano e ingente diseño de TalcottParsons (1937, 1951), los primeros tratamientosestadísticos de la movilidad y estratificación queculminaron en el trabajo de Peter Blau y OtisDudley Duncan (1967). En su revisión de losaños cincuenta, Seymour Martin Lipset y NeilSmelser (1961: 1-8) declararon triunfalmenteque la prehistoria moral de la sociología habíaconcluido y que el camino hacia la ciencia esta-ba despejado. No era la primera vez que la visio-nes comteaneas habían calado en la elite profe-sional de la sociología. Ya con anterioridad sehabía experimentado este anhelo de lograr una«ciencia pura» sociológica. Pocos años después,los campus universitarios —especialmenteaquellos en los que la sociología estaba másarraigada— estallaron en protestas políticas enfavor de la libertad de expresión, de los derechosciviles y de la paz y acusaron a la sociología depactista y de acoger acríticamente la ciencia. Elángel de la historia una vez más había sidoarrastrado por el huracán.

La dialéctica del progreso gobierna nuestrascarreras individuales así como nuestra discipli-na. La pasión primigenia de la sociología por lajusticia social, la igualdad económica, los dere-chos humanos, la sostenibilidad del entorno, lalibertad política o, simplemente, por un mundomejor se torna en un esfuerzo por obtener cre-denciales académicas. El progreso se convierteen una batería de técnicas disciplinarias —asig-naturas estandarizadas, bibliografías normaliza-das, clasificaciones burocratizadas, exámenes

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 199

Michael Burawoy Por una sociología pública

Page 4: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

continuos, reseñas de la literatura, tesis doctora-les a medida, publicaciones evaluadas, el todo-poderoso CV, búsqueda de trabajo, estabiliza-ción laboral y posterior politización de los cole-gas y de los sucesores para asegurarnos de quetodo va según lo establecido. Pues bien, a pesarde las presiones para la normalización de lascarreras, el ímpetu moral originario raramentees vencido en su totalidad, el espíritu sociológi-co no puede extinguirse tan fácilmente.

Aún produciéndose tales constricciones, ladisciplina, individual y colectivamente hablan-do, ha dado sus frutos. Llevamos un siglo cons-truyendo conocimiento profesional, convirtien-do el sentido común en ciencia. Por ello, esta-mos más que preparados para embarcarnos enuna re-traducción sistemática de nuestra disci-plina, esto es, devolver el conocimiento a susinspiradores haciendo públicas las cuestionesreferentes a problemas privados y así regenerarla fibra moral de la sociología. En esta accióndescansa la promesa y el desafío de la sociolo-gía pública, ser complemento y no negación dela sociología profesional.

Para comprender qué es la sociología pública,sus posibilidades y sus peligros, sus potenciali-dades y sus contradicciones, sus éxitos y sus fra-casos, he discutido y debatido acerca de estascuestiones en los últimos 18 meses a lo largo demás de 40 eventos, en institutos, asociacionesestatales, departamentos importantes en losEstados Unidos —así como en Inglaterra, Cana-dá, Noruega, Taiwán. Líbano y Sudáfrica. Lallamada en pos de una sociología pública haresonado en todas las audiencias a las que me hedirigido. Se han celebrado debates sobre lasociología pública en diferentes simposios,algunos de ellos recogidos por las revistasSocial Problems (Febrero, 2004), Social Forces(Junio, 2004) y Critical Sociology (Verano,2005). La revista de la American SociologicalAssociation (ASA), Footnotes, dedicó unacolumna especial a la sociología pública, las dis-tintas aportaciones se han recogido en An Invi-tation to Public Sociology (American Sociologi-cal Assocation 2004). Los Departamentos hanorganizados diferentes premios y bitácorassobre sociología pública. La ASA ha creado supropio sitio web para la sociología pública y loslibros de texto introductorios están dedicandoespacio al tema de la sociología pública. Lossociólogos han aparecido con una mayor regula-ridad en las páginas de opinión de los periódicos

nacionales. La reunión anual de la ASA en2004, dedicada al tema de las sociologías públi-cas, batió de lejos todos los registros de asisten-cia y participación anteriores. Estos oscurostiempos han despertado al ángel de la historia desus sueños.

Así pues, ofrezco 11 tesis. Comenzaré con lasrazones de porqué apelar a las sociologías públi-cas actuales y consideraré su multiplicidad y surelación con la disciplina como un todo —disci-plina entendida como división del trabajo ycampo de poder. Examinaré la matriz de lasociologías crítica, pública, práctica y profesio-nal, sus variaciones históricas y geográficas.Compararé la sociología con otras disciplinas. Yfinalizaré considerando qué es lo que conviertea la sociología en algo tan especial no comociencia sino como fuerza moral y política.

TESIS I: EL MOVIMIENTO DE TIJERAS

La aspiración por la sociología pública es másfuerte aunque su consecución es más difícil si cabe,en tanto la sociología se ha movilizado hacia laizquierda y el mundo hacia la derecha.

¿A qué atribuimos la presente petición de unasociología pública? Si la sociología pública llevaya un tiempo entre nosotros ¿por qué ahorapodría tener más éxito?

En este último medio siglo, el centro de gra-vedad político de la sociología se ha movido enuna dirección crítica mientras que el mundo alque estudia lo ha hecho en una dirección contra-ria. En 1968, se consultó a los miembros de laASA sobre la Guerra de Vietnam. Dos terceraspartes de los votantes se opusieron a que la ASAtomara una postura al respecto mientras que el54% expresó su oposición individual a la guerra(Rhoades 1981: 60) —una proporción similar ala existente en la población norteamericana enaquellos momentos. Treinta y cinco años des-pués, en 2003, se planteó una cuestión parecidaen relación con la guerra de Irak. En esta oca-sión, dos terceras partes estuvieron a favor deuna resolución por la que la ASA asumiera unapostura contraria a esta guerra (Footnotes Julio-Agosto 2003). Más significativo aún, en lacorrespondiente encuesta de opinión, el 75% desus miembros se mostraron en contra de la gue-rra, momento (finales de Mayo, 2003) en el queel 75% de la población norteamericana apoyaba

Michael Burawoy Por una sociología pública

200 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

Page 5: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

la guerra2.Dada la deriva hacia la izquierda en los años

sesenta se trata de un resultado inesperado. Apesar de la turbulenta Reunión Anual de 1968 enBoston, en la que se produjo el famoso y valien-te ataque de Martin Nicolaus a la «sociologíaopulenta» así como las peticiones del Caucus deSociólogos Negros, del Caucus Radical y delCaucus de Mujeres Sociólogas, las voces queconstituían la oposición eran aún una minoría.La mayoría de los miembros habían crecidoimbuidos por el conservadurismo liberal de lasociología de posguerra. A lo largo del tiempo,sin embargo, el radicalismo de los años sesentase difundió por toda la profesión aunque deforma diluida. La cada vez mayor presencia yparticipación de las minorías raciales y de lasmujeres, el ascenso de la generación de lossesenta a posiciones de liderazgo en los departa-mentos y en nuestra asociación, marcó una deri-va crítica que se reflejó en el contenido de lasociología3.

Por ejemplo, la sociología política pasó decentrarse en las virtudes de la democracia elec-toral americana al estudio del Estado y su rela-ción con las clases y movimientos como proce-sos sociales y la profundización de la participa-ción democrática. La sociología del trabajo pasóde analizar los procesos de adaptación a estudiarla dominación y los movimientos laborales. Laestratificación cambió el estudio de la movilidadsocial en un sistema jerárquico basado en elprestigio ocupacional por el análisis de los cam-bios en la estructura producidos por la desigual-dad social y económica —en la clase, raza ygénero. La sociología del desarrollo abandonóla teoría de la modernización en favor de la teo-ría del subdesarrollo, de los análisis de los siste-mas mundiales y del crecimiento organizado porel Estado. La teoría de la raza pasó de la teoríade la asimilación a la economía política de lasformaciones raciales. La teoría social introdujointerpretaciones más radicales de Weber y Dur-kheim e incorporó a Marx al canon, lo que supu-so un impacto dramático en las áreas más

importantes de la sociología. La globalizaciónestá causando estragos en la unidad básica delanálisis sociológico —el Estado-Nación— loque está provocando una mayor amplitud demiras en nuestra disciplina. Obviamente, tam-bién se han producido contramovimientos —porejemplo, el dominio de los estudios sobre asimi-lación en el caso de la inmigración o el neoins-titucionalismo que documenta la difusión mun-dial de las instituciones norteamericanas— sibien en la última mitad del siglo veinte el movi-miento de la sociología ha sido abrumadora-mente crítico.

Si la sucesión de las generaciones políticas yel cambio de los contenidos de la sociología esuno de los dos brazos de las tijeras el otro, el quese acciona en dirección contraria, es el mundoque estudiamos. A pesar de la intensificación dela retórica de la igualdad y de la libertad lossociólogos han documentado una cada vezmayor y más profunda dominación y desigual-dad. A lo largo de los últimos veinticinco años,los logros en seguridad económica y en dere-chos civiles se están revocando por la expansióndel mercado (con el consiguiente aumento de lasdesigualdades) y el incremento de la coerciónpor parte del Estados viola cada vez más losderechos civiles tanto dentro como en fuera.Tanto mercado como Estado han actuado encontra de la humanidad en lo que comúnmentese ha conocido como neoliberalismo. Los soció-logos se han mostrado más sensibles, más vigi-lantes ante los elementos negativos y ello hasupuesto que la evidencia acumulada al respec-to indique una regresión en muchos ámbitos dela vida. Y, por supuesto, estamos gobernados porun régimen que es profundamente antisociológi-co en su ethos y hostil ante la propia idea de«sociedad».

Ante nuestras propias narices, la universidadha sufrido numerosos ataques por parte de laNational Association of Scholars por el hechode acoger a liberales. Al mismo tiempo, hemostenido que afrontar la reducción de presupues-tos. Bajo una competencia cada vez mayor, las

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 201

Michael Burawoy Por una sociología pública

2 Los datos sobre el apoyo público a la Guerra de Vietnam proceden de Mueller (1973: Tabla 3.3) mientras que los datos sobreel apoyo público a la Guerra de Irak proceden de los estudios de Gallup.

3 En 1968, los 19 miembros electos del Consejo de la ASA eran hombres y blancos excepto una mujer, Mirra Komarovsky. En2004, de los 20 miembros del Consejo, exactamente el 50% son mujeres y el 50% son minorías. Como en el resto de la profesión,entre 1966 y 1969, el 18,6% de los doctorados en sociología eran obtenidos por mujeres mientras que en 2001 se supuso el 58,4%.El ascenso de las cifras en el caso de las minoría raciales se produjo más tarde. En 1980, el 14,4% de los doctorados en sociolo-gía fueron obtenidos por las minorías, mientras que en 2001 suponía el 25,6%.

Page 6: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

universidades públicas han respondido con solu-ciones de «mercado» —acuerdos con empresasprivadas, campañas de publicidad para atraer aestudiantes, servilismo ante los donantes priva-dos, mercantilización de la educación en el casode la educación a distancia, precarización delempleo (temporalidad, bajos salarios, subcontra-tación de los servicios) (Kirp 2003; Bok 2003).¿Es el mercado la única solución? ¿Tenemosque olvidarnos de la idea de universidad comoun bien «público»? El interés en una sociologíapública es, en parte, una reacción y una respues-ta al avance de la privatización generalizada. Suvitalidad depende de la resurrección de la propiaidea de lo «público», otra herida producida porel huracán del progreso. Por tanto, la paradoja esque si bien el aumento de la brecha entre elethos sociológico y el mundo que estudiamosinspira la necesidad de una sociología pública,al mismo tiempo crea los obstáculos para sudesarrollo. ¿Cómo deberíamos actuar?

TESIS II: LA MULTIPLICIDAD DE SOCIO-LOGIAS PÚBLICAS

Existen múltiples sociologías públicas que refle-jan diferentes tipos de públicos y formas de accedera ellos. Las sociologías públicas tradicional y orgá-nica son dos tipos opuestos pero complementarios.Los públicos pueden destruirse pero también puedencrearse. Algunos nunca desparecerán —nuestrosestudiantes son nuestro primer, y al mismo tiempo,cautivo público.

¿Qué deberíamos entender por sociologíapública? La sociología pública pone a la socio-logía en conversación con los públicos a la vezque trata investiga cómo se produce esa conver-sación. Esto supone una doble conversación.Candidatos para esta forma de sociología sonW.E.B. Du Bois (1903) The Souls of Black Folk,Gunnar Myrdal (1994) An American Dilemma,David Riesman (1950) The Lonely Crowd yRobert Bellah et al. (1985), Habits of the Heart.¿Qué tienen estos libros en común? Están escri-tos por sociólogos, han transcendido la acade-mia y se han convertido en el vehículo de unadiscusión pública sobre la naturaleza de la socie-dad norteamericana —sus valores, la brechaentre sus promesa y su realidad, su malestar, sustendencias. En el género que he denominadosociología pública tradicional podemos ubicar a

los sociólogos que escriben en las páginas deopinión de nuestros periódicos nacionales sobreasuntos de importancia pública. Alternativamen-te, los periodistas pueden llevar a cabo investi-gación académica dentro del ámbito públicocomo hicieron, por ejemplo, Chris Uggen y JeffManza en su artículo sobre el significado políti-co de la privación del derecho al voto a los cri-minales publicado en la American SociologicalReview y la Tesis doctoral de Devah Pager sobrela forma en la que la raza incrementa los efectosdel registro criminal en las posibilidades deempleo de los jóvenes. Con la sociología públi-ca tradicional los públicos a los que se dirige songeneralmente invisibles pues no producenmucha interacción interna, pasivos pues noconstituyen un movimiento u organización ygeneralmente son mayoritarios. El sociólogopúblico tradicional instiga debates dentro de oentre los públicos, aunque podría perfectamenteno participar en ellos.

Existe, sin embargo, otro tipo de sociologíapública —la sociología pública orgánica— enla que el sociólogo trabaja en estrecha conexióncon un público visible, denso, activo, local y amenudo a contracorriente. De hecho, la mayoríade la sociología pública es de tipo orgánico —sociólogos que trabajan con movimientos labo-rales, con asociaciones vecinales, con comuni-dades de fe, con grupos a favor de los derechosde los inmigrantes, con organizaciones de dere-chos humanos. Entre el sociólogo público orgá-nico y el público se produce diálogo a la vez queun proceso de mutua educación. El reconoci-miento de la sociología pública debe extenderseal tipo orgánico que suele mantenerse invisible,privado y separado de nuestras vidas profesio-nales. El proyecto de tales sociologías públicases hacer visible lo invisible, hacer público lo pri-vado. Así pues, dar validez a estas conexionesorgánicas es parte de nuestra vida sociológica.

Las sociologías públicas tradicional y orgáni-ca no son antitéticas sino complementarias.Cada una de ellas informa a la otra. Los grandesdebates en la sociedad, por ejemplo los valoresfamiliares, pueden formar parte de nuestro tra-bajo a la vez que pueden ser objeto de nuestracolaboración con nuestros clientes benefactores.Los debates sobre el NAFTA pueden formarparte de la colaboración del sociólogo con lossindicatos, los trabajos con presos en defensa desus derechos pueden contribuir a los debatespúblicos sobre el sistema carcelario, etcétera.

Michael Burawoy Por una sociología pública

202 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

Page 7: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

Los estudiantes de Sociología de la Universidadde California-Berkeley, Gretchen Purser, AmySchalet y Ofer Sharone (2004) analizaron lagrave situación del mal pagado personal de ser-vicios de su universidad, sacándolos de las som-bras y constituyéndolos como un público ante elque la universidad debería responsabilizarse. Elestudio supuso una importante plataforma parael desarrollo de debates más generales sobre eltrabajo barato, el trabajado de los inmigrantes yla privatización y comercialización de la Uni-versidad, a la par que alimentaba la discusiónpública sobre la academia en tanto comunidadde principios. En las mejores circunstancias lasociología pública tradicional encuadra la socio-logía pública orgánica, mientras que ésta últimafundamenta y dirige a la primera.

Si bien podemos distinguir entre diferentestipos de sociólogos públicos y diferentes públi-cos, ¿cómo se pueden poner en diálogo ambaspartes —la académica y la extra-académica?¿Por qué alguien debería escucharnos en vez dea los medios de comunicación? ¿Somos sufi-cientemente críticos para atrapar la atención denuestros públicos? Alan Wolfe (1989), RobertPutnam (2001) y Theda Skocpol (2003) van másallá y alertan de que los públicos están desapa-reciendo —destruidos por el mercado, coloniza-dos por los medios de comunicación o bloquea-dos por la burocracia. La propia existencia de unamplio surco de sociología pública empero hacepresuponer que no existe esa falta de públicos sinos preocupásemos de ir en su búsqueda. Peronos queda mucho por aprender sobre su com-promiso. Estamos aún en un estadio primitivode nuestro proyecto. No deberíamos pensar enlos públicos como algo ya dado sino como algofluido, algo en lo que podemos participar tantoen su creación como en su transformación. Dehecho, parte de nuestra labor como sociólogoses definir las categorías humanas —gente conSIDA, mujeres con cáncer de pecho, mujeres,gays— y si lo hacemos con su colaboración cre-aremos públicos. La categoría de mujer se con-vierte en la base de un público —un públicoactivo, denso, visible, nacional, mejor dichointernacional y a contracorriente— puesto quelos intelectuales, y los sociólogos entre ellos,definieron a las mujeres como marginadas,excluidas, oprimidas y silenciadas, esto es, lasdefinieron tal como ellas se reconocían. Desdeesta breve excursión a través de la variedad depúblicos es más que evidente que la sociología

necesita desarrollar una sociología de los públi-cos —que trabaje a través y más allá de un lina-je que incluiría a Robert Park (1972[1904]),Walter Lippman (1922), John Dewey (1927),Hanna Arendt (1958), Jürgen Habermas(1991[1962]), Richard Sennett (1977), NancyFraser (1997) y Michael Warner (2002) —paraasí apreciar mejor las posibilidades y peligros dela sociología pública.

Más allá de crear otros públicos podemosconstituirnos nosotros mismos como un públicoque actúa en la arena política. Durkheim insistíaen que las asociaciones profesionales deberíanser un elemento integral de la vida políticanacional —y no sólo defender sus propios ylimitados intereses profesionales. Por estarazón, la American Sociological Associationtiene que mucho en lo que contribuir al debatepúblico y así ha sido. Casos como, por ejemplo,la remisión de una Amicus Curiae brief a laCorte Suprema en el caso de la Michigan Affir-mative Action, su defensa de que la investiga-ción sociológica demostraba la existencia deracismo y que el racismo tenía tanto causascomo consecuencias sociales, las resolucionesadoptadas tanto en contra de la Guerra de Irakcomo de una enmienda constitucional quepodría ilegalizar el matrimonio entre personasdel mismo sexo y, por último, la protesta delConsejo de la ASA por el encarcelamiento delsociólogo egipcio Saad Ibrahim. Ahora bien,hablar en nombre de todos los sociólogos esdifícil y peligroso. Deberíamos estar seguros dealcanzar posiciones públicas negociadas a travésde un diálogo abierto, de la participación iguali-taria y libre de nuestros miembros y de la pro-fundización de nuestra democracia interna. Lamultiplicidad de sociologías públicas no sólorefleja diferentes públicos sino también diferen-tes compromisos axiológicos por parte de lossociólogos. La sociología pública no tiene otravalencia normativa intrínseca más que el com-promiso con el diálogo sobre aquellas cuestio-nes suscitadas en y por la sociología. Puede apo-yar tanto el fundamentalismo cristiano como lasociología de la liberación o el comunitarismo.Su apoyo a causa más liberal o a una sociologíapública crítica es una consecuencia del desarro-llo del ethos de la comunidad sociológica.

Existe un público que no desaparecerá antesque nosotros-nuestros estudiantes. Cada añocreamos aproximadamente 25.000 nuevos licen-ciados en Sociología. ¿Qué significa pensar en

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 203

Michael Burawoy Por una sociología pública

Page 8: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

ellos como público potencial? Esto no significaque debamos tratarlos como recipientes vacíossobre los cuales verter nuestro maduro vino ocomo prístinos encerados en los cuales escribirnuestro profundo conocimiento. Más bien debe-mos pensar en ellos como portadores de una ricaexperiencia vivida elaborada gracias a una pro-funda comprensión propia de los contextos his-tóricos y sociales que les han hecho como son.Con la ayuda de nuestras grandes tradicionessociológicas, convertimos sus problemas priva-dos en cuestiones públicas. Y lo hacemos gra-cias a su compromiso y no a su exclusión, par-tiendo de donde ellos están no de dónde estamosnosotros. La educación se convierte en una seriede diálogos que fomentamos sobre la sociología—un diálogo entre nosotros y los estudiantes,entre los estudiante y sus propias experiencias,entre los propios estudiantes y, por último, undiálogo de los estudiantes con los públicos demás allá de la universidad. Su aprendizaje deloficio es nuestra garantía: según aprenden losestudiantes se convierten en embajadores de lasociología en el mundo, de igual manera queellos traen al aula su compromiso con los dife-rentes públicos4. En tanto que docentes todossomos potenciales sociólogos públicos.

Reconocer su existencia valida y legitima a lasociología pública. Al pasar de la esfera privadaa la esfera abierta puede ser examinada y disec-cionada. Ésta es otra cuestión para convertirlaen una parte integral de nuestra disciplina, locual me lleva a la TESIS III.

TESIS III: LA DIVISIÓN DEL TRABAJOSOCIOLÓGICO

La sociología pública es parte de una divisiónmás amplia del trabajo sociológico que tambiénincluye a la sociología práctica, a la sociología pro-fesional y a la sociología crítica.

El líder de la sociología pública tradicional C.Wright Mills (1959), y otros tantos como él,podrían convertir toda la sociología en sociolo-gía pública. Mills recordaba que para los padresfundadores de la sociología la empresa académi-ca y moral eran indistinguibles. Si embargo, no

hay vuelta atrás posible a ese período inicial pre-vio a la revolución académica. Hoy trabajamos yavanzamos desde otro lugar, desde la divisióndel trabajo sociológico.

El primer paso es distinguir la sociologíapública de la sociología práctica. La sociologíapráctica es sociología al servicio de una metadefinida por el cliente. La raison d’etre de lasociología práctica es suministrar soluciones aproblemas que se nos presentan o legitimar solu-ciones tomadas de antemano. Si bien algunosclientes especifican la tarea del sociólogo en unesquemático contrato otros definen una agendapráctica mucho más amplia. Ser un testigoexperto, por ejemplo prestar un importante ser-vicio a la comunidad, es una relación relativa-mente bien definida con un cliente mientras queinvestigar las causas del terrorismo o de la mise-ria gracias a la financiación procedente delDepartamento de Estado permitiría estableceruna agenda de investigación mucho más abierta.

La sociología pública, por contra, entabla unarelación dialógica entre el sociólogo y el públi-co en la que cada parte pone su agenda sobre lamesa y trata de ajustarla a la del otro. En lasociología pública, la discusión suele implicarvalores o metas que no son compartidos auto-máticamente por ambas partes. Por esta razón, lareciprocidad, o como la denomina Habermas(1984): la «acción comunicativa», suele ser difí-cilmente sostenible. A su pesar, la meta de lasociología pública es desarrollar tal conversa-ción.

Ejemplos de sociología pública, el libro másvendido de Barbara Ehrenreich (2002) —Nickeland Dimed—, una etnografía del trabajo preca-rizado en el que acusó, entre otras empresas, aWal-Mart por sus prácticas de empleo. Por elcontrario, como caso de sociología práctica esta-ría el testimonio en calidad de experto deWilliam Bielby (2003) en la demanda por dis-criminación sexual presentada contra dichacompañía. Las aproximaciones de la sociologíapública y de la sociología práctica no son nimutuamente excluyentes ni antagónicas. Comoen este caso, pueden ser perfectamente comple-mentarias. La sociología práctica puede conver-tirse en sociología pública. En especial cuandola política fracasa, caso de las propuestas sobre

Michael Burawoy Por una sociología pública

204 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

4 Existe una amplia literatura sobre el aprendizaje del oficio. Dos referencias de especial relevancia son Ostrow et al. (1999)y Marullo y Edwards (2000).

Page 9: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

transporte escolar realizadas por James Cole-man (1966, 1975), o el rechazo del gobierno alas propuestas políticas de creación de empleocon el fin de aliviar la pobreza por causas racia-les —recomendación de William Julius Wilson(1996)—, o la implicación de Paul Starr en lasreformas sobre la asistencia sanitaria en loscasos de aborto durante la administración deClinton. De la misma manera, la sociologíapública puede convertirse en sociología práctica.Es el caso del conocido compromiso de DianeVaughan con los medios de comunicación en elcaso del desastre del transbordador Columbia,basándose en su investigación inicial sobredicho accidente consiguió que sus ideas setomaran en consideración para la elaboracióndel informe que realizó la Columbia AccidentInvestigation Board (2003). En particular, sucrítica a la cultura organizativa de la NationalAeronautical and Space Administration(NASA).

No puede existir ni sociología práctica nipública sin una sociología profesional que sumi-nistre los métodos adecuados y ya experimenta-dos, los cuerpos de conocimiento acumulados,las orientaciones necesarias y los marcos con-ceptuales. La sociología profesional no es elenemigo de la sociología práctica y pública sinotodo lo contrario, es la condición sine qua nonde su existencia —proveer tanto de legitimidadcomo de expertez a la sociología práctica ypública. La sociología profesional consiste antetodo en la múltiple intersección de programas deinvestigación con sus supuestos, ejemplares,definiciones, conceptos y teorías5. Muchassubáreas contienen programas de investigaciónbien establecidos —la teoría de la organización,de la estratificación, la sociología política, lasociología de la cultura, la sociología de la fami-lia, los estudios sobre la raza, la sociología eco-nómica, etcétera. Asimismo, existen programasde investigación dentro de las subáreas —porejemplo, la ecología organizativa dentro de lateoría de la organización. Los programas deinvestigación avanzan tratando de solucionaraquellos problemas procedentes de anomalíasexternas (inconsistencias entre las prediccionesy los resultados empíricos) o de contradiccionesinternas. Así, el programa de investigación sobre

movimientos sociales se estableció gracias aldesplazamiento de las teorías «irracionalistas» ypsicológicas de la conducta colectiva en favor deun nuevo marco construido sobre la idea de lamovilización de recursos, el cual a su vez haconducido a la formulación de un modelo deproceso político que ha enmarcado el intentomás reciente de incorporar las emociones. Den-tro de cada programa de investigación, los estu-dios canónicos resuelven, por un lado, un con-junto de enigmas a la vez que crean otros nue-vos, impulsando al programa de investigaciónen nuevas direcciones. Los programa de investi-gación degeneran bien porque se inundan deanomalías y contradicciones, bien porque losintentos por resolver los problemas se convier-ten en un mero dispositivo para salvar las apa-riencias del programa. Goodwin y Jasper (2004,cap. 1) sostienen que ése ha sido el destino de lateoría de los movimientos sociales dada su exce-siva generalización e introversión.

Éste es el papel de la sociología crítica, micuarto tipo de sociología, examinar los funda-mentos de los programas de investigación de lasociología profesional —tanto explícitos comoimplícitos, tanto normativos como descriptivos.Pienso en el trabajo de Robert Lynd (1939) y ensu queja de que la ciencia social estuviese abdi-cando de su responsabilidad en el abordaje delos problemas culturales e institucionales impe-rantes en su época, obsesionada por la técnica yla especialización. C. Wright Mills (1959) acusóen los años cincuenta a la sociología profesionalde irrelevante, de cambiar de dirección en posde la «gran teoría» abstrusa o del «empirismoabstracto» sin sentido que consideraba los datosal margen del contexto. Alvin Gouldner (1970)criticó al estructural funcionalismo su supuestode una sociedad regida por el consenso que noestaba para nada en consonancia con la escaladade los conflictos sociales durante los años sesen-ta. El feminismo, la teoría queer y la teoría crí-tica de la raza han criticado a la sociología pro-fesional su actitud de pasar por alto la ubicuidady profundidad de las opresiones por razón degénero, sexo y raza. La sociología crítica inten-ta hacer una sociología profesional reconocedo-ra de sus prejuicios, de sus silencios, promo-viendo nuevos programas de investigación erigi-

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 205

Michael Burawoy Por una sociología pública

5 En la formulación de la idea de programas de investigación sigo el trabajo de Imre Lakatos (1978) y sus debates con Tho-mas Kuhn, Karl Popper y otros.

Page 10: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

dos sobre fundamentos alternativos. La sociolo-gía crítica es la conciencia de la sociología pro-fesional en tanto que la sociología pública es laconciencia de la sociología práctica.

La sociología crítica también nos da las cla-ves para fijar las relaciones entre nuestras cuatrosociologías. La primera ya la planteó AlfredMcLung Lee (1976) en su discurso presidencial:«¿sociología para quién?» ¿Nos dirigimos anosotros mismos (una audiencia académica) onos estamos dirigiendo a los otros (una audien-cia extra-académica)? Plantear esta cuestiónsupone ir en contra de una disciplina hermética-mente sellada y de la búsqueda del conocimien-to por el conocimiento. Es necesario defender elcompromiso con las audiencias extra-académi-cas, sirviendo a los clientes o hablando para lospúblicos. Esto no es negar los peligros y riesgosde este tipo de sociología, todo lo contrario,necesitamos hacer sociología a pesar o por culpade tales peligros y riesgos.

La segunda cuestión es la pregunta de Lynd:«¿sociología para qué?» Deberíamos compro-meternos con los fines de la sociedad o simple-mente interesarnos por los medios para alcanzartales fines. Ésta es la distinción subyacente en ladiscusión de Max Weber sobre la racionalidadtécnica y la racionalidad valorativa. Weber y,posteriormente, la Escuela de Frankfort estabanpreocupados porque la racionalidad técnicasuplantase la discusión sobre los valores, Hor-kheimer (1974[1947]) se refirió a esta situacióncomo el eclipse de la razón, y en colaboracióncon Theodor Adorno (1969[1944]) definieroncomo la dialéctica de la Ilustración. Denomino a

este tipo de conocimiento, conocimiento instru-mental, bien sea para resolver los enigmas de lasociología profesional o la resolución de proble-mas de la sociología práctica. Denomino al otrotipo de conocimiento, conocimiento reflexivo,porque está interesado en un diálogo sobre losfines, tome lugar dicho diálogo dentro de lacomunidad académica y aborde los fundamen-tos de sus programas de investigación o entreacadémicos y los diferentes públicos en torno ala dirección de la sociedad. El conocimientoreflexivo interroga el valor de las premisas de lasociedad así como también nuestra profesión. Elesquema total se resume en el Cuadro 16.

En la práctica, cualquier obra de sociologíapuede montarse sobre estos tipos ideales omoverse por ellos a lo largo del tiempo. Porejemplo, ya he apuntado que la distinción entresociología pública y práctica puede difuminarse—la sociología puede servir simultáneamente aun cliente y generar debate público.

Las categorías son productos sociales. Estacategorización del trabajo sociológico redefinela forma en la que nos vemos a nosotros mis-mos. Me siento comprometido con lo que PierreBourdieu (1986[1979], 1988 [1984]) denominócomo lucha clasificatoria, al desplazar los deba-tes sobre las técnicas cuantitativas y cualitativas,sobre las metodologías positivistas e interpreta-tivas y sobre la sociología macro y micro, susdos cuestiones fundamentales fueron: ¿paraquién y para qué ejercemos la sociología? Lastesis que restan intentan justificar y expandireste sistema clasificatorio.

Michael Burawoy Por una sociología pública

206 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

6 Este esquema tiene un extraño parecido con las famosas cuatro funciones de Talcott Parsons (1961) —Adaptación, Goalattainment [consecución de metas], Integración y Latencia [mantenimiento de patrones] (AGIL)— que cualquier sistema tiene quecumplir para sobrevivir. Si la sociología crítica se corresponde con la latencia basada en los compromisos con los valores y lasociología pública se corresponde con la integración donde la influencia es el medio de intercambio, entonces la sociología prác-tica se corresponde con el goal attainment [consecución de metas] y la sociología profesional y su economía de las credencialesse corresponden con la adaptación. Habermas (1984, cap. 7) le otorga a Parsons un giro crítico al refererirse a la colonización delmundo-de-la-vida (latencia e integración) por el sistema (adpatación y goal attainment). Tal como veremos más adelante, la TESISVII combina las tesis de la colonización de Habermas con los análisis del campo académico de Bourdieu (1988[1984]).

Cuadro 1

División del trabajo sociológico

Audiencia Académica Audiencia Extra-académica

Conocimiento Instrumental Profesional Práctica

Conocimiento Reflexivo Crítica Pública

Page 11: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

TESIS IV: LA ELABORACIÓN DE LA COM-PLEJIDAD INTERNA

Las cuestiones ¿«conocimiento para quién»? y¿«conocimiento para qué»? definen el carácter fun-damental de nuestra disciplina. No sólo dividen a lasociología en cuatro tipos diferentes sino que nospermite comprender cómo se construye internamen-te cada tipo.

Nuestros cuatro tipos de conocimiento repre-sentan no sólo una diferenciación funcional dela sociología sino también cuatro perspectivasdiferentes. La división del trabajo sociológicoparece muy diferente desde el punto de vista dela sociología crítica comparado, por ejemplo,con la perspectiva de la sociología práctica. Dehecho, la sociología crítica se define a sí mismapor su oposición con la sociología («dominan-te») profesional. Ésta a su vez se ve inseparablede la renegada sociología práctica. Sociologíapráctica que se restituye atacando a la sociologíacrítica por politizar y por desacreditar a la disci-plina. Así pues, desde cada categoría tendemosa esencializar, homogeneizar y estereotipar a lasotras. Debemos, por tanto, procurar reconocer lacomplejidad de los cuatro tipos de sociología. Ylo podemos hacer mejor planteándonos una vezmás dos cuestiones básicas: ¿conocimiento paraquién y conocimiento para qué? Esto produceuna diferenciación interna de cada tipo de socio-logía y, por tanto, una imagen más matizada.También nos permite aprender sobre las tensio-nes a las que conduce su respuesta en cada tipode conocimiento.

Comencemos con la sociología profesional. Ensu núcleo está la creación, elaboración y degene-ración de los múltiples programas de investiga-ción. Pero también existe una dimensión de la

sociología profesional que defiende la investiga-ción sociológica en el mundo —la defensa defondos para la investigación políticamente con-testada como por ejemplo el estudio de la con-ducta sexual, la determinación de los protocolosde comportamiento de los seres humanos, la bús-queda de apoyo gubernamental, los programas debecas para minorías, etcétera. Esta dimensiónpolítica de la sociología profesional se concentraen la sección de la American Sociological Asso-ciation y se muestra a través de las páginas de surevista Footnotes. Existe una cara pública de lasociología profesional bien definida: presentarlos resultados de investigación de forma accesiblepara la audiencia lega. Ésta fue la propuesta de lanueva revista Contexts, aunque también se realizaen las sesiones informativas celebradas asidua-mente en los congresos organizados por la ASA.Por otro lado, nos encontramos con la mayor departe de los profesores que diseminan los resulta-dos de la investigación sociológica y, por supues-to, con los libros de texto. La línea que separaesta cara pública de la sociología profesional dela propia sociología pública es muy sutil, pero laprimera está íntimamente interesada en asegurarlas condiciones de nuestras actividades profesio-nales centrales.

Por último, existe una cara crítica de la sociolo-gía profesional —los debates internos y entre losprogramas de investigación. Por ejemplo, la relati-va importancia de la clase o de la raza, los efectosde la globalización, los patrones del trabajo degra-dado, las bases sociales de la política electoral, lasfuentes del subdesarrollo, etcétera. Tales debatesson el tema de los artículos de la revista TheAnnual Review of Sociology, los cuales inyectan eldinamismo necesario en nuestros programas deinvestigación. Las cuatro divisiones de la sociolo-gía profesional se representan en el Cuadro 2.

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 207

Michael Burawoy Por una sociología pública

Cuadro 2

Disección de la Sociología Profesional

ProfesionalInvestigación realizada dentro de los programas deinvestigación que definen los supuestos, teorías,conceptos, cuestiones y enigmas.

CríticaLos debates críticos de la disciplina dentro y entrelos programas de investigación.

PrácticaDefensa de la investigación sociológica, de los suje-tos humanos, de la financiación así como organiza-ción de sesiones informativas en los congresos

PúblicaInterés por la imagen pública de la sociología, pre-sentación de los resultados de forma accesible,enseñanza básica de la sociología y escritura de loslibros de texto.

Page 12: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

Debido a su tamaño, podemos discernir unadiferenciación funcional (para Abbott 2001«fractalización») de la sociología profesionalaunque, puesto que los otros tipos de sociologíaestán menos desarrollados internamente, esmejor hablar de diferentes aspectos o dimensio-nes. Por ejemplo, la actividad central de lasociología pública —el diálogo entre los soció-logos y sus públicos— se basa (o no) enmomentos profesionales, críticos y políticos.Tomemos el caso del Proyecto de Acción eInvestigación en Medios de Comunicación de laFacultad de Boston que une a sociólogos con losdirigentes de la comunidad para buscar la mejormanera de presentar las cuestiones sociales antelos medios de comunicación. Existe un momen-to profesional basado en la idea de WilliamGamson de enmarcar el asunto, un momento crí-tico basado en las formas limitadas en las quelos medios operan y un momento político que seaferra a los objetivos concretos de los dirigentesde la comunidad. Charlotte Ryan (2004) descri-be las tensiones dentro del proyecto provenien-tes de las contradictorias demandas entre lainmediatez de la sociología pública y los ritmosde la carrera de la sociología profesional. Almismo tiempo, Gamson (2004) subraya el limi-tado compromiso económico de la universidadcon un proyecto que incremente la actuación ypoder de las comunidades locales.

La sociología práctica también tiene susmomentos público, crítico y profesional. Uncaso interesante es la experiencia de Judy Stacey(2004) como testigo en calidad de experta en ladefensa del matrimonio de personas del mismosexo en Ontario, Canadá. Los opositores legalesal matrimonio de personas del mismo sexo seinspiran en su conocido artículo publicado en laAmerican Sociological Review (Stacey yBiblarz 2001). Los autores sostenían que mien-tras los estudios muestran algunas ligeras dife-rencias en los efectos de la paternidad/materni-dad de los gays —mayor apertura a la diversidadsexual— no se encontraron evidencias de quelos efectos fueran «perjudiciales». Los oposito-res al matrimonio entre personas del mismosexo sostenían que Stacey y Biblarz habían rea-lizado su estudio de forma poco científica por locual no se podían extraer tales conclusiones.Judy Stacey, por tanto, se encontró en la tesiturade tener que defender el rigor científico de susconclusiones. Además, su defensa de las liberta-das civiles de los gays entrañaba la defensa del

matrimonio- una institución a la que había infli-gido una severa crítica en sus escritos académi-cos. En este caso, vemos cómo las constriccio-nes de la sociología práctica y su dependenciade la sociología profesional pueden colocarla encontra de las sociologías críticas y públicas.Puede ocurrir, por tanto, que las cuatro caras decualquier tipo dado de sociología no estén enarmonía.

Podemos ver esto de nuevo en el caso de lasociología crítica. En su clásico artículo, «ASociology for Women», Dorothy Smith (1987,cap. 2) partiendo de la sociología llevó a cabo unanálisis de la universalización del punto de vistamasculino, especialmente el de los hombresgobernantes que toman decisiones en el nivelmacroestructural de la sociedad. A partir de losescritos canónico de Alfred Schutz, elaboró elpunto de vista de las mujeres enraizado en lasmicroestructuras de la vida cotidiana —el traba-jo invisible que sirve de soporte a las macroes-tructuras. Patricia Hill Collins (1991) desarrollóposteriormente el análisis de este punto de vistaal insistir en que la mirada interna de la sociedadproviene de aquellos que son múltiplementeoprimidos —mujeres negras pobres— pero tam-bién empleó la teoría social convencional, en sucaso no a Schutz sino a George Simmel yRobert Merton, para llevar a cabo una críticaelaborada de la sociología profesional. Además,para ella también existía un momento público —la conexión de las mujeres intelectuales negrascon la cultura de las mujeres negras pobres paraotorgar mayor universalidad a la sociología pro-fesional. Así pues, se pueden apreciar losmomentos profesional y público de la sociologíacrítica, pero ¿cuál es su momento político?¿Podríamos afirmar que en él descansa la real-politik de los espacios de defensa del pensa-miento crítico dentro de la universidad, espaciosque incluirían programas interdisciplinares, ins-titutos de investigación y lucha por la represen-tación?

Estos son sólo unos ejemplos que ilustran lacomplejidad de cada tipo de sociología y quereconocen sus dimensiones académica y extra-académica así como instrumental y reflexiva.No deberíamos olvidar que esta composicióninterna compleja volvemos a focalizarla sobrelas relaciones entre los cuatro tipos principales.

Michael Burawoy Por una sociología pública

208 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

Page 13: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

TESIS V: SITUAR AL SOCIÓLOGO

Se debe hacer una distinción entre la sociología ysus divisiones internas por un lado y los sociólogosy sus trayectorias por otro. La vida del sociólogoestá impulsada por la falta de acople entre su hábi-tus sociológico y la estructura del campo disciplinarcomo un todo.

Deberíamos distinguir entre la división deltrabajo sociológico y los sociólogos que habitanen uno o más lugares dentro de dicha división.En torno al 30% de los doctores en sociologíatrabajan fuera de la universidad, principalmenteen el mundo de la investigación política y desdeel cual pueden adentrarse en el ámbito público(Kang 2003). El 70% de los doctores que ense-ñan en las universidades ocupan el cuadranteprofesional dirigiendo investigaciones o disemi-nando sus resultados, pero también puedenmantener posiciones distintas en otros cuadran-tes, especialmente en el caso de que tenganposiciones estables en la carrera académica. Porcontra, el contingente de trabajadores —profe-sores ayudantes, eventuales o a tiempo parcial—se encuentra atrapado en la carrera académicacon salarios míseros (de 2000 a 4000 dólarespor curso), con un empleo precario y sin benefi-cios sociales (Spalter-Roth y Erskine 2004).Este grupo es más numeroso en las universida-des de reconocido prestigio donde pueden llegara suponer el 40% del profesorado e impartirhasta el 40% de las asignaturas. Son la fuerza detrabajo precaria que permite la investigación ylos elevados salarios del personal docente per-manente al liberarles de las múltiples activida-des rutinarias de la docencia y la investigación.

Ésta es la razón por la que muchos de nues-tros más distinguidos sociólogos han podidoocupar múltiples posiciones en el ámbito socio-lógico. James Coleman, por ejemplo, simultáne-amente trabajó en el mundo profesional y políti-co mientras era hostil con las sociologías públi-ca y crítica. El caso de Christopher Jencks, queha trabajado en similares campos, es pococomún al combinar los momentos público y crí-tico con sus compromisos profesional y prácti-co. La sociología de las emociones de Arlie

Hochschild se encuentra a medio camino entrela sociología crítica y la profesional mientrasque su investigación sobre el trabajo y la familiacombina la sociología pública y la práctica. Porsupuesto, estos sociólogos gozan o han gozadode cómodas posiciones académicas en prestigio-sos departamentos de Sociología en los que lascondiciones de trabajo les han permitido múlti-ples puestos. Sin embargo, muchos de nosotrossólo ocupamos uno de los cuadrantes en cadamomento, por ello, deberíamos centrarnos ennuestras posibles trayectorias.

Los sociólogos no sólo pueden situarse simul-táneamente en posiciones diferentes, sino queasumen a lo largo del tiempo trayectorias distin-tas en nuestros cuatro tipos de sociología. Previoa la consolidación de las carreras profesionales,el movimiento entre los cuadrantes era muchomás errático. El incremento del desafecto haciala academia y la marginación provocada por suraza, (después de finalizar su libro The Phila-delphia Negro en 1899 y de crear y poner enmarcha el Atlanta Sociological Laboratory en laUniversidad de Atlanta entre 1897 y 1910),W.E.B. Du Bois abandonó la academia para fun-dar la National Association for the Advance-ment of Colored People (NAACP) y se convirtióen el editor de su revista, Crisis. En su papelpúblico escribió innumerables ensayos divulga-tivos inevitablemente influenciados por susociología. En 1934 regresó a la academia comodirector del Departamento de Sociología enAtlanta donde finalizó su también conocidolibro, Black Reconstruction. Después de laSegunda Guerra Mundial volvió a abandonaruna vez más la academia para impartir confe-rencias nacionales e internacionales. Sus ince-santes campañas en favor de la justicia racialfueron la cima de la sociología pública, aunquepor supuesto, su objetivo último fue siemprecambiar la política. La sociología pública es amenudo una avenida marginal y exterior de laarena política y suele estar condenada al ostra-cismo en la academia.

Mientras que W.E.B. Du Bois tomaba unaruta ajena a la academia, su castigo, otra de lasgrandes figuras en la sociología de la razaRobert Park, viajaba en dirección opuesta7. Des-pués de años como periodista, en los que reveló

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 209

Michael Burawoy Por una sociología pública

7 Agradezco a Stephen Steinberg su sugerencia sobre esta coincidencia. Aunque jugó un papel principal en la profesionaliza-ción de la sociología, Park no realizó ninguna reforma social y esto a pesar de su respaldo de la ciencia social imparcial y su pro-clamada oposición a la sociología de la acción de las mujeres de Hull House.

Page 14: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

las atrocidades belgas en el Congo, se convirtióen el secretario privado de Booker T. Washing-ton y analista de investigación hasta su entradaen el Departamento de Sociología de la Univer-sidad de Chicago, en el que llevaría a cabo unalabor crucial de profesionalización (Lyman1992).

C. Wright Mills perteneció a una generaciónposterior, aunque como Du Bois también tuvosus desavenencias con la academia. Después decompletar sus estudios de Filosofía en la Uni-versidad de Texas se trasladó a Wisconsin dondetrabajó con el emigrado alemán Hans Gerth. Enesta universidad escribió su tesis doctoral sobreel pragmatismo. Robert Merton y Paul Lazars-feld le reclutaron para la Universidad de Colum-bia en tanto que gran promesa de sociólogo pro-fesional. Incapaz de tolerar la «utilidad mezqui-na» del Bureau of Applied Research de Lazars-feld, cambió la sociología instrumental por lasociología pública —New Men of Power, WhiteCollar y Power Elite. Al final de su breve vidavolvió a reflexionar sobre la promesa y traiciónde la sociología en su inspirado The Sociologi-cal Imagination. Esta vuelta a la sociología crí-tica coincidió con un paso más allá en la socio-logía dentro del ámbito de la vida intelectualpública con el libro Listen, Yankee! y The Cau-ses of World War Three— libros lejanamenteconectados con la sociología8.

Las carreras actuales en la sociología estánmucho más reglamentadas que lo que ocurría entiempos de Mills. Hoy en día, un licenciado aluso quizá alentado por un profesor de la licen-ciatura, quizá quemado por su militancia enalgún movimiento social, (los estudiantes entranen la Facultad con una disposición crítica, conuna pretensión de aprender más sobre las posi-bilidades del cambio social —bien sea paralimitar el avance del SIDA en África, para redu-cir la violencia juvenil, para facilitar las condi-ciones del éxito de los movimientos feministasen Turquía e Irán, para mantener a la familiacomo fuente de moralidad, para conseguir variarel apoyo a la pena de muerte, cambiar la tergi-versación pública del Islam, etcétera), tiene queenfrentarse a una serie de asignaturas, cada unade ellas con abstrusos textos que aprender y/oabstractas técnicas que dominar. Después de tres

o cuatro años tiene que afrontar su evaluación entres o cuatro áreas y posteriormente llevar acabo su trabajo de licenciatura. Todo el procesopuede suponerle hasta cinco años. Éste es elpanorama ante el cual se enfrenta un estudianteque trata de mantener y extender aquellos com-promisos morales que le motivaron su interéspor la sociología.

De la misma forma en la que Durkheim poníael acento en los elementos no contractuales delcontrato —el consenso y la confianza subyacen-te sin los que los contratos no sería posibles—debemos apreciar la importancia de aquelloscomponentes que sin formar parte de nuestracarrera son fundamentales para los sociólogos.Entre el 50% y el 70% de los licenciados queconsiguen obtener su título de doctor, mantienensu compromiso inicial con la sociología pública—a menudo ocultándoselo a su director de tesis.He escuchado en infinidad de ocasiones a losdocentes aconsejar a sus estudiantes que dejenapartada la sociología pública hasta que no con-sigan su plaza fija —sin darse cuenta (¿o sí?) deque la sociología pública es lo que mantieneviva la pasión sociológica. Si siguieran el conse-jo de sus directores, estos estudiantes formaríanparte del contingente laboral que dispondría,paradójicamente, de mucho menos tiempo parala sociología pública. Además, en el caso de quetuvieran la fortuna de conseguir la tan ansiadaplaza fija tendrían que preocuparse casi exclusi-vamente de publicar artículos en revistas acredi-tadas o libros en reconocidas editoriales univer-sitarias. Una vez obtenida la plaza fija, sonlibres de satisfacer sus pasiones juveniles peropara entonces ya no son jóvenes. Puede que yahayan perdido todo el interés en la sociologíapública al optar por el más lucrativo mundopráctico de la consultoría o por un nicho en lasociología profesional. Lo mejor sería podersatisfacer el compromiso con la sociologíapública desde los inicios y de esa manera encen-der posteriormente la antorcha de la sociologíaprofesional.

La diferenciación del trabajo sociológico consu inevitable especialización puede crear ansie-dad en el hábitus sociológico que anhele poste-riormente la unidad del conocimiento reflexivoe instrumental, o un hábitus que desee tanto

Michael Burawoy Por una sociología pública

210 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

8 La distinción entre «sociólogo público» e «intelectual público» es importante —el primero es una variedad de especialistadel último, limitando el comentario público a áreas de expertez establecidas en vez de referirse a temas de un mayor interés (Gans2002).

Page 15: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

audiencias académicas como extra-académicas.La tensión entre institución y hábitus conduceagitadamente a la sociología de cuadrante encuadrante, de su acomodo ritualista al abandonototal de la disciplina. No obstante, siempre exis-tirán aquellos cuyo hábitus se adapta bien a laespecialización y aquellos cuya energía y pasiónes infecciosa y se desborda por todos los cua-drantes. Tal como muestro a continuación sos-tengo que la especialización no es enemiga de lasociología pública.

TESIS VI: EL MODELO NORMATIVO Y SUSPATOLOGÍAS

El florecimiento de nuestra disciplina depende deun ethos compartido que sustente la recíproca inter-dependencia de las sociologías profesional, práctica,pública y crítica. Sin embargo, al ser hipersensible asus diferentes audiencias cada tipo de sociologíapuede asumir formas patológicas que amenacen lavitalidad del conjunto total.

Aquellos que han respaldado la sociologíapública a menudo se han mostrado abiertamentedesdeñosos con la sociología profesional. Ellibro de Russell Jacoby (1987), The Last Inte-llectuals, inició una serie de comentarios quelamentan la retirada del intelectual público allimbo de la profesionalización. Es el caso deOrlando Patterson (2002) en su elogio de lafigura de David Riesman como «el últimosociólogo». Riesman y algunos de sus compañe-ros se enfrentaron con cuestiones de gran caladopúblico mientras que hoy en día la sociologíaprofesional se limita a la comprobación de hipó-tesis limitadas en clara imitación de la actividadde las ciencias naturales. Ante la pregunta ¿«quéle ha ocurrido a la sociología»? Peter Berger(2002) responde que el campo ha caído víctimadel fetichismo metodológico y de una obsesióncon los temas más superficiales. Pero al mismotiempo se queja de que la generación de los añossesenta convirtió a la sociología en ideología.Nos muestra la fría recepción de la sociologíapública entre muchos sociólogos profesionalesque temen que tal implicación pública corrompaa la ciencia y amenace tanto a la legitimidad dela disciplina como a los recursos materiales delos que disponen.

Tomo la postura opuesta —esto es, entre lasociología profesional y la pública debería

haber, y a menudo es lo que acontece, respeto ysinergias. Lejos de ser incompatibles son her-manas siamesas. De hecho, mi visión normativade nuestra disciplina es de interdependenciarecíproca entre nuestros cuatro tipos —la soli-daridad orgánica que permite que cada tipo desociología obtenga energía, significado e imagi-nación gracias a su interrelación.

Tal como ya he insistido, en el corazón denuestra disciplina se encuentra su componenteprofesional. Sin una sociología profesional nopuede haber ni sociología práctica ni pública, nipor supuesto sociología crítica —¡no habríanada que criticar! De la misma manera, la vita-lidad de la sociología profesional depende delcontinuo desafío de las cuestiones públicas quese canalizan a través de la sociología pública.Fue el movimiento por los derechos civiles elque transformó la comprensión de la políticapara los sociólogos, fue el movimiento feminis-ta el que permitió nuevos caminos para tantasesferas de la sociología. En ambos casos fueronlos sociólogos comprometidos con tales movi-mientos y gracias a su participación en ellos losque infundieron las nuevas ideas en la sociolo-gía. De igual forma, la defensa pública delmatrimonio de Linda Waite (2000) generó unvivo debate dentro de nuestra profesión. Lasociología crítica puede ser una espina clavadaen la sociología profesional, pero es fundamen-tal para forzar la conciencia sobre las asuncio-nes que continuamente realizamos y gracias aella podemos cambiarlas. Si audaces y estimu-lantes fueron los desafíos de Alvin Gouldner(1970) al estructural-funcionalismo, la sociolo-gía práctica también podría convertirse en unagente involuntario del control social opresivo.De este modo, hoy en día podríamos incluir den-tro de la rúbrica de la sociología crítica al movi-miento en favor de una «sociología pura», entanto que sociología científica libre de todocompromiso público. Lo que en el pasado erasociología profesional hoy puede ser sociologíacrítica. La sociología práctica, por su parte, hareactivado la sociología de la desigualdad gra-cias a sus investigaciones sobre la pobreza y laeducación. Más reciente es el compromiso de lainvestigación médica con las cuatro sociologíasa través de su colaboración con los grupos deafectados de enfermedades tales como el cáncerde pecho, construyendo nuevos modelos de par-ticipación en la ciencia (Brown et al. 2004;McCormick et al. próxima publicación).

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 211

Michael Burawoy Por una sociología pública

Page 16: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

El conocimiento que asociamos a la sociolo-gía profesional se basa en el desarrollo de pro-gramas de investigación, es diferente tanto delconocimiento concreto que requieren los clien-tes de la sociología práctica como del conoci-miento comunicativo intercambiado entre lossociólogos y sus públicos y que a su vez es dife-rente del conocimiento fundacional de la socio-logía crítica. De esto se deriva la noción de ver-dad a la que cada uno se adhiere. En el caso dela sociología profesional el objetivo se centra enproducir teorías que se correspondan con elmundo empírico, en el caso de la sociologíapráctica el conocimiento tiene que ser «prácti-co» o «útil», mientras que el conocimiento de lasociología pública se basa en el consenso entrelos sociólogos y sus públicos y por último laverdad para la sociología crítica no es nada si noexiste una base normativa que la sustente. Cadatipo de sociología tiene su propia legitimación:la sociología profesional se justifica sobre labase de las normas científicas, la sociologíapráctica sobre la base de su efectividad, la socio-logía pública sobre la base de su relevancia y lasociología crítica tiene que aportar visiones

morales. Cada tipo de sociología también tienesu propia responsabilidad. La sociología profe-sional se apoya en el sistema de pares, la socio-logía práctica ante sus clientes, la sociologíapública ante su público, mientras que la sociolo-gía crítica es responsable ante una comunidadde intelectuales críticos que pueden trascenderlas fronteras disciplinares. Además cada tipo desociología tiene su propia política. La sociologíaprofesional defiende las condiciones de la cien-cia, la sociología práctica propone intervencio-nes políticas, la sociología pública entiende lapolítica como un diálogo democrático mientrasque la sociología crítica está comprometida conla apertura de un debate dentro de nuestra disci-plina.

Por último, y más significativo si cabe, cadatipo de sociología sufre de su propia patologíaprocedente de su práctica cognitiva y de su enca-je en instituciones divergentes. Aquellos quesólo hablan para un círculo reducido de compa-ñeros de la academia están destinado a la insu-laridad. En la consecución de la resolución deaquellos enigmas definidos por nuestros progra-mas de investigación, la sociología profesional

Michael Burawoy Por una sociología pública

212 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

Cuadro 3

Elaboración de los Tipos de Conocimiento

InstrumentalConocimientoVerdadLegitimidadResponsabilidadPolíticaPatologíaReflexivoConocimientoVerdadLegitimidadResponsabilidadPolíticaPatología

Académico Sociología ProfesionalTeórico/empíricoCorrespondenciaNormas científicasParesInterés profesional propioAuto-referencialidad Sociología CríticaFundacionalNormativoVisión moralIntelectuales críticosdebate internodogmatismo

Extra-académicoSociología PrácticaConcretoPragmáticoEfectividadClientesIntervención prácticaServilismo Sociología PúblicaComunicativoConsensoRelevanciaPúblicos designadosDiálogo públicoModa pasajera

Los ejemplos de estas sinergias son abun-dantes, pero deberíamos ser precavidos a lahora de pensar que la integración de nuestradisciplina es fácil. Muy a menudo, las cone-xiones de las cuatro sociologías suelen serdifíciles de obtener puesto que están com-

puestas por prácticas cognitivas profunda-mente diferentes en sus distintas dimensiones—formas de conocimiento, verdad, legitimi-dad, responsabilidad y política, que culminanen sus propias patologías distintivas. El Cua-dro 3 subraya estas diferencias.

Page 17: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

puede convertirse fácilmente en algo aparente-mente irrelevante9. En el intento de defendernuestro lugar en el mundo de la ciencia, el inte-rés por monopolizar el conocimiento inaccesiblepuede conducirnos a una grandilocuenciaincomprensible o a un «metodologismo» estéril.No menos que la sociología profesional, lasociología crítica tiene sus propias tendenciaspatológicas hacia el sectarismo involucionista—comunidades de dogma que ya no ofrecenningún compromiso serio con la sociología pro-fesional o la infusión de valores dentro de lasociología pública. Por otro lado, la sociologíapráctica es fácilmente atrapable por los clientesque imponen las estrictas obligaciones contrac-tuales en su financiación, distorsiones que porotro lado pueden reverberar en la sociología pro-fesional. Si la investigación de mercados termi-na dominando la financiación de la sociologíapráctica, como de hecho Mills temía que pudie-ra ocurrir, entonces nos encontraríamos en unasituación muy comprometida. La migración delos sociólogos a las facultades de empresariales,de educación y de ciencias políticas puede haberatemperado esta patología aunque no ha conse-guido aislar a la disciplina de tales presiones. Lasociología pública no menos que la sociologíapráctica puede sentirse libre de estas fuerzas. Enla búsqueda de popularidad, la sociología públi-ca se ve tentada de complacer y adular a suspúblicos y, por lo tanto, de poner en entre dichosus compromisos profesionales y críticos. Exis-te, por supuesto, el otro peligro de que la socio-logía pública reduzca sus públicos en una espe-cie de vanguardismo intelectual. De hecho, estapatología se puede notar en el desprecio que C.Wright Mills tenía a la sociedad de masas.

Estas patologías son tendencias reales y porello las visiones críticas de Jacoby, Patterson,Berger y otros tantos hacia la sociología profe-sional tienen su fundamento. Estas críticas seequivocan, sin embargo, al reducir lo patológicoa lo normal. Evitan convenientemente referirse ala importante y relevante investigación realizadapor la sociología profesional reflejada, porejemplo, en las páginas de la revista Contexts,de la misma forma que pasan por alto las pato-logías de sus propios tipos de sociología. Losprofesionales no tienen menos culpa en su acu-

sación de patología a la sociología pública cuan-do la denominan «sociología pop» sin fijarse ensu robustez y ubicuidad. Hemos batallado entrenosotros con demasiada facilidad, ciegos ante lanecesaria interdependencia de nuestros diver-gentes conocimientos. Necesitamos unirnos enuna empresa común, hacer que nuestras sociolo-gías profesional, práctica, pública y crítica seanmutuamente responsables. De esa manera tam-bién podríamos contener el desarrollo de laspatologías. La institucionalización del intercam-bio recíproco requeriría de nuestra parte el des-arrollo de un ethos común que reconociera lavalidez de los cuatro tipos de sociología —uncompromiso basado en la urgencia que tienenlos problemas que tratamos. En el mejor de losmundos posibles, en esta visión normativa, notendríamos que ser sociólogos públicos contri-buyentes de la sociología pública, podríamosserlo siendo sencillamente buenos sociólogosprofesionales, críticos o prácticos. El floreci-miento de cada sociología permitiría el floreci-miento de todas las demás.

TESIS VII: LA DISCIPLINA COMO CAMPODE PODER

En la realidad las disciplinas son campos depoder en los que la interdependencia recíproca seconvierte en asimétrica y antagónica. El resultado,al menos en los Estados Unidos, es una forma dedominación en la que el conocimiento instrumentalprevalece sobre el conocimiento reflexivo.

Nuestro ángel de la historia, habiendo surgi-do en los años setenta, fue atrapado por otra tor-menta durante los años ochenta. La sociologíaestaba en crisis —la caída en picado de lasmatrículas de los estudiantes de licenciatura, elempeoramiento de la oferta de trabajo para lossociólogos, rumores de cierre de departamentose intelectualmente la disciplina parecía haberperdido el norte. De la pluma de Irving LouisHorowitz (1993) surgió el trabajo The Decom-position of Sociology quejándose de la politiza-ción de la sociología. James Coleman (1991,1992) dedicó sendos artículos a los peligros de

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 213

Michael Burawoy Por una sociología pública

9 Hablo de «aparentemente» porque ante todo el programa de investigación de cada uno define qué es anómalo o contradicto-rio. Si los resultados pueden parecer triviales, entonces el programa de investigación debe aguantar la carga de la relevancia y dela perspicacia.

Page 18: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

lo políticamente correcto y la invasión de la aca-demia por parte de la norma social. El libro deStephen Cole (2001) What’s Wrong with Socio-logy? reunió a distinguidos sociólogos como porejemplo Peter Berger, Joan Huber, RandallCollins, Seymour Martin Lipset, James Davis,Mayer Sald, Arthur Stinchcombe y Howard Bec-ker. Todos ellos lamentaban la fragmentación dela sociología, la incoherencia y la falta de acu-mulación como en el caso de la verdadera cien-cia —utilizando la imagen de la ciencia naturalo de la economía— ¡siempre integrada, cohe-rente y optimista! Su optimismo de los años cin-cuenta se deterioró ante el aluvión de desafíoscríticos que en los años sesenta y setenta recibióel consenso de la disciplina. Ahora podemosapreciar las consecuencias y la sociología, o suconcepción, estaba en peligro.

Quizá el ejemplo más interesante y minucio-so de este género de escritura fue el libro de Ste-phen Turner y Jonathan Turner (1990) TheImpossible Science que reconstruyó la historiade la sociología desde este sombrío punto devista. Desde sus inicios, estos autores afirmabanque la sociología no dispuso de una audienciasostenible ni de clientes y patrones fiables. Con-tinuamente se vio invadida por las fuerzas polí-ticas e interrumpida por una ascendencia cientí-fica transitoria durante el período posterior a laSegunda Guerra Mundial. Si existe una amena-za común para todas estas narraciones sobre eldeclive de la sociología es aquélla que atribuyesu malestar al poder subversivo de su conoci-miento reflexivo bien sea en su forma de socio-logía crítica o pública.

En un aspecto estoy de acuerdo con los parti-darios del «declive»: nuestra disciplina no essólo una división potencialmente integrada deltrabajo también es un campo de poder, unajerarquía más o menos estable de conocimientosantagónicos. Mi desacuerdo, no obstante, seencuentra en su evaluación del estado de lasociología y el equilibrio de poder dentro denuestra disciplina. El declive de la sociología enlos ochenta fue breve. Lejos del abatimiento, lasociología nunca ha estado en mejor momentocomo en el momento actual. Las cifras de titula-dos en sociología se han incrementado ininte-rrumpidamente desde 1985 y están por delantede Económicas y de Historia y casi al alcance deCiencias Políticas. Sin embargo, la producciónde doctores aún se encuentra por detrás de estasdisciplinas, si bien su número sigue crecimiento

desde 1989. Presumiblemente continuará su cre-cimiento para así responder a la demanda deprofesores universitarios cuya tendencia nomuestra signos de reducirse. El número demiembros de la American Sociological Associa-tion ha crecido rápidamente en los últimos cua-tro años, devolviéndonos al nivel de los añossetenta. Estos indicadores resultan sorprenden-tes dado el hostil clima político en torno a lasociología, aunque pudiera ser que este mismoclima estuviera atrayendo a la gente hacia losmomentos crítico y público de la sociología.

Mi segundo punto de desacuerdo con los par-tidarios del «declive» estriba en su amenazapara la sociología. Creo que es la dimensiónreflexiva de la sociología la que está en peligroy no la dimensión instrumental. Al menos en losEstados Unidos las sociologías profesional ypráctica —una articula las carreras profesiona-les, la otra los fondos— dictan la dirección de ladisciplina. La oferta de valores que supone lasociología crítica y la oferta de influencias porparte de la sociología pública no encajan con elpoder de las carreras profesionales y del dinero.Puede existir diálogo a lo largo de la dimensiónvertical del Cuadro 1, pero los vínculos reales desu simbiosis descansan en la dirección horizon-tal, la creación de una coalición dirigente de lasociología profesional y práctica y una mutuacolaboración subordinada de la sociología críti-ca y pública. Este modelo de dominación derivadel entronque de la disciplina en una constela-ción más amplia de poder y de intereses. Ennuestra sociedad el dinero y el poder hablan másalto que cualquier otro valor e influencia. Elcapitalismo en los Estados Unidos es especial-mente duro con una esfera pública que no essólo débil sino que está invadida por un ejércitode expertos y por una plétora de medios decomunicación. La voz sociológica es fácilmenteahogada. De igual manera que la sociologíapública tiene que afrontar una esfera públicacompetitiva, la sociología crítica se tropieza conla balcanización de las disciplinas y como resul-tado de la discusión crítica se priva del acceso asu más potente promotor —las disposicionesparalelas en otras disciplinas.

El equilibrio del poder puede ser sopesado enfavor del conocimiento instrumental, pero aúnpodemos hacer nuestra disciplina, creando losespacios para fabricar una visión más audaz yvital. Existe una contradicción entre la respon-sabilidad de la sociología profesional con sus

Michael Burawoy Por una sociología pública

214 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

Page 19: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

pares y la responsabilidad de la sociología públi-ca con sus públicos, pero ¿debe llevarnos alcampo de batalla —cada una patologizando a laotra? Para estar seguros de que las sociologíascrítica y práctica están en desacuerdo —unadependiente de su autonomía, la otra de susclientes— pero si cada una reconociera algo dela otra en su interior, la relación mutua podríadesplazar al antagonismo. En vez de conducir ladisciplina hacia esferas separadas podríamosdesarrollar una variedad de sinergias y compro-misos muy fructíferos.

No existe lugar para explorar ninguno de losantagonismos potenciales y alianzas dentro deeste campo de poder. Baste decir que si nuestradisciplina puede permanecer unida sólo bajo unsistema de dominación, permitamos que ese sis-tema sea el de la hegemonía en lugar de el deldespotismo. Esto es, se debería permitir que losconocimientos subalternos (crítico y público)tuvieran espacio para desarrollar sus capacida-des y para inyectar dinamismo en los conoci-mientos dominantes. La sociología profesional ypráctica deberían reconocer su interés ilustradoen el florecimiento de las sociologías crítica ypública. Sin embargo, a corto plazo puede serperjudicial mientras que a largo plazo el conoci-miento instrumental no puede prosperar sin losdesafíos de los conocimientos reflexivos, estoes, desde la renovación y redireccionamiento delos valores que sustentan su investigación, valo-res que tienen su origen y se recargan gracias ala sociedad más amplia.

Hemos esbozado el campo de poder que com-prende las relaciones entre las cuatro sociologíasde una manera relativamente abstracta. Su com-binación específica variará entre los departa-mentos a lo largo del tiempo dentro un únicopaís, entre países, e incluso asume una configu-ración globalmente cambiante. Por consiguiente,las siguientes tres tesis exploran la especificidadde la configuración contemporánea de la socio-logía en los Estados Unidos al abordar una seriede comparaciones y así profundizar en nuestroencuentro con las fuerzas nacionales y globalesque conforman los campos disciplinares.

TESIS VIII: HISTORIA Y JERARQUÍA

En los Estados Unidos la dominación de la socio-logía profesional surgió gracias a sus sucesivos diá-logos con las sociologías pública, práctica y crítica.

Pero incluso aquí la fortaleza de la sociología profe-sional se concentra en los departamentos de investi-gación más prestigiosos y encuadrados en un siste-ma educativo universitario muy estratificado,mientras que en los niveles inferiores la sociologíapública a menudo es más importante cuanto menosvisible es.

Hoy en día aceptamos la dominación de lasociología profesional como una característicanormal de la sociología en los Estados Unidos.Pero esto es un fenómeno bastante reciente.Podemos trazar la historia de la sociología en losEstados Unidos a través de la profundizaciónpaulatina de la sociología profesional a lo largode tres períodos sucesivos.

La sociología profesional comenzó a media-dos del siglo diecinueve como un diálogo entregrupos filantrópicos en pos de reformas y mejo-ras sociales por un lado y los primeros sociólo-gos por otro. Estos últimos a menudo poseíanuna herencia religiosa y transfirieron su celomoral a una ciencia laica en ciernes, la sociolo-gía. Después de la Guerra Civil la exploraciónde los problemas sociales se desarrolló a travésde la recopilación y del análisis de las estadísti-cas laborales así como también gracias a lasencuestas sobre la pobreza. La recopilación dedatos para demostrar la grave situación de lasclases más bajas puso las bases para la funda-ción de la sociología profesional. Los sociólo-gos estaban en contacto directo con todos losgrupos de una sociedad civil floreciente inclusodespués de la formación de la American Socio-logical Association, tal como se denominó en1905. En sus orígenes, por lo tanto, la sociologíaera inherentemente pública.

La segunda fase de la sociología supuso uncambio de compromiso pasando de los públicosa las fundaciones y al gobierno. A principios delos años veinte del pasado siglo, el apoyo de laFundación Rockefeller al Institute for Socialand Religious Research (que patrocinaría losfamosos estudios de Middletown) y posterior-mente su apoyo a la comunidad investigadora dela Universidad de Chicago y de la Universidadde North Carolina marcó el inicio del activopapel de las fundaciones en la actuación de lasociología. Al mismo tiempo, la sociología ruraltrataba de crea una base de investigación dentrodel propio Estado (Larson y Zimmerman 2003).Como director del President’s Research Com-mittee (1933) William Ogburn promovió unenorme trabajo titulado Recent Social Trends in

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 215

Michael Burawoy Por una sociología pública

Page 20: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

the United States. Durante la Segunda GuerraMundial, el Estado patrocinó la continuación dela sociología gracias a, entre otras investigacio-nes, el amplio estudio de Samuel Stouffer(1949) sobre la moral dentro del ejército de losEstados Unidos. Después de la guerra surgióuna nueva fuente de financiación, a saber, lasempresas financiaron la investigación cuantitati-va, personificada en el trabajo del Bureau ofApplied Social Research dirigido por Lazarsfelden la Universidad de Columbia. La mayor partede la sociología dependía de la financiaciónempresarial y gubernamental y su trabajo secentraba en generar rigurosos métodos estadísti-cos para el análisis de los datos empíricos, locual suponía, por otro lado, recibir críticas demuchas partes.

La tercera fase de la sociología norteamerica-na, por último, estuvo marcada por el compro-miso de la sociología crítica con la sociologíaprofesional. Su inspiración fue Robert Lynd(1939) y su crítica tanto a la limitación delámbito sociológico como a la pretensión de neu-tralidad valorativa de la sociología. Su continua-dor más famoso quizá fue C. Wright Mills(1959), quien se refirió al compromiso inicial dela sociología con los públicos como «utilidadgenerosa» y al segundo período, al de la finan-ciación empresarial y estatal, como «utilidadmezquina». No se dio cuenta, sin embargo, deque él estaba inaugurando una tercera fase de la«sociología crítica» que redirigiría tanto las ten-dencias teóricas como metodológicas dentro dela disciplina. Alvin Gouldner (1970) produjo unhito en esta tercera fase con su ataque a los fun-damentos del estructural funcionalismo y de lassociologías allegadas, así como también al crearun espacio para las nuevas tendencias teóricasinfluenciadas por el feminismo y el marxismo.Esta sociología crítica dotó de la energía y laimaginación subyacente necesaria para lareconstrucción de la sociología profesionaldurante los años ochenta y noventa.

¿Cuál será el origen del próximo impulsopara la sociología? La tesis I planteaba que labrecha entre el ethos sociológico y el mundoestá lanzando a la sociología a la arena pública.Además, la sociología profesional ha alcanzadoen estos momentos un nivel de madurez y con-fianza en sí misma que puede devolverla a susraíces cívicas y promover una sociología públi-ca desde una posición de fortaleza —un com-promiso con las profundas y agitadas tendencias

globales de nuestro tiempo. Recordar que lasociología pública original del siglo diecinueve,a pesar de su provincianismo, supuso el funda-mento de la ambiciosa sociología profesionaldel siglo veinte. Y ésta, a su vez, ha creado lasbases para su propia trascendencia —una socio-logía pública del siglo veintiuno de dimensionesglobales.

Esto no supone obviar la importancia de lasociología pública local, las conexiones orgáni-cas entre sociólogos y comunidades próximas.Todo lo contrario. Después de todo, lo globalsólo se manifiesta a través de y se constituyefuera de los procesos locales. Debemos recono-cer que gran parte de la sociología pública localestá incorporada en nuestros sistemas estatalesde educación en los cuales los profesores sopor-tan el peso de grandes cargas de docencia. Sipueden disponer de algo de tiempo más allá dela enseñanza, llevan su sociología pública fueradel aula y se dirigen a la comunidad. No cono-cemos nada de esas sociologías públicas extra-curriculares porque sus practicantes rara vez tie-nen tiempo de hablar o escribir de ellas. Afortu-nadamente, Kerry Strand, Sam Marullo, NickCutforth, Randy Stoecker y Patrick Donohue(2003) han alumbrado este terreno oculto al reu-nir en un libro las sociologías públicas orgánicaso lo que ellos denominan investigación basada-en-la-comunidad. El volumen expone un con-junto de principios y prácticas así como nume-rosos ejemplos, muchos de los cuales combinanla investigación, la enseñanza y el servicio paracon la sociedad.

El punto es que el sistema educativo superiornorteamericano es un enorme conjunto en rápi-do crecimiento de instituciones, muy jerarquiza-do y con una enorme diversidad. Por lo tanto, laconfiguración de nuestras cuatro sociologías esmuy diferente según los diferentes niveles ylugares donde se establece. La concentración deinvestigación y de profesionalización en la cimade nuestro sistema universitario es debido, enparte, a la sobrecarga de nuestras institucionesde enseñanza, las facultades de cuatro y dosaños. La configuración de las sociologías enestas instituciones es análoga a la de lugares conmenos recursos en el mundo. Tal como se plan-tea en la siguiente tesis, la diversidad dentro delos Estados Unidos no hace sino reflejar ladiversidad en el mundo.

Michael Burawoy Por una sociología pública

216 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

Page 21: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

TESIS IX: LA PROVINCIANIZACIÓN DELA SOCIOLOGÍA NORTEAMERICANA

La sociología en los Estados Unidos se presentacomo universal pero es particular —no sólo en sucontenido sino también en su forma, esto es, en laconfiguración de nuestros cuatro tipos de sociología.Al mismo tiempo ejerce una enorme influencia sobreotras sociologías nacionales y no siempre en sufavor. Así pues, necesitamos remodelar no solo ladivisión del trabajo sociológico nacional sino tam-bién global.

El término «sociología pública» es una inven-ción norteamericana. Si, en otros países, es laesencia de la sociología, para nosotros no essino una parte, y más bien pequeña, de nuestradisciplina. De hecho, para algunos sociólogosnorteamericanos no llega a ser parte plena denuestra disciplina. Cuando viajo a Sudáfrica ahablar sobre la sociología pública —y esto ocu-rriría en muchos países del mundo— misaudiencias me miran desconcertados. ¡Quépodría ser sino la sociología, un compromisocon diversos públicos sobre diferentes cuestio-nes públicas! Que la American SociologicalAssociation dedicara nuestro último encuentroanual a las sociologías públicas habla bastantede la fortaleza de la sociología profesional enlos Estados Unidos. Además, en un mundo en elque las sociologías profesionales nacionales sona menudo más débiles que las sociología públi-cas, centrarse en éstas últimas significa un de-safío para la hegemonía internacional de lasociología norteamericana y apunta a la recons-trucción de las sociologías tanto nacional comoglobalmente.

La configuración de nuestros cuatro tipos desociología varía según los países. En el sur delplaneta, tal como he podido constatar, la socio-logía a menudo tiene una fuerte presencia públi-ca. En mi visita a Sudáfrica en 1990 me sor-prendí al descubrir las estrechas conexionesentre la sociología y las luchas anti-apartheid,especialmente del movimiento obrero pero tam-bién de diversas organizaciones cívicas. Mien-tras que en los Estados Unidos estábamos teori-zando sobre los movimientos sociales ¡en Sud-áfrica, los sociólogos estaban creando movi-mientos sociales! Este proyecto condujo susociología, estimulando un nuevo campo deinvestigación —el movimiento social sindicalis-

ta— que los sociólogos norteamericanos redes-cubrieron como nueva etiqueta ¡veinte años des-pués! Pero la sociología sudafricana no sólo secentró en la movilización social también lo hizoen el objetivo de tales movilizaciones. Lossociólogos analizaron el carácter y las tenden-cias del Estado del apartheid, debatiendo laestrategia a seguir por el movimiento anti-apar-theid. Se preguntaron si deberían ser siervos ocríticos del movimiento. Sin embargo hoy endía, diez años después del apartheid, Sudáfricapresenta un contexto menos favorable para lasociología pública, los sociólogos se están diri-giendo a las ONGs, empresas y aparatos delEstado, el nuevo gobierno les reclama su retira-da de las trincheras de la sociedad civil y cen-trarse en la enseñanza. Asimismo, la investiga-ción social se está canalizando a través de lainmediatez de las cuestiones políticas o por la«referencia» a los estándares profesionales«internacionales», por ejemplo, caso de los de lasociología norteamericana. La desmovilizaciónde la sociedad civil ha ido de la mano con elcambio de la sociología reflexiva a la instru-mental (Sitas 1997; Webster 2004).

Se pueden encontrar tendencias similares enmuchos otros lugares, pero cada uno de ellostiene su propia especificidad nacional. Tome-mos el caso de la Unión Soviética. La sociologíase clandestinizó en la era de Stalin y sólo volvióa la superficie cuando fue considerada como unarma de la crítica oficial y no oficial por losregímenes post-stalinistas. La investigación dela opinión pública se convirtió en una forma desociología pública durante la distensión de losaños sesenta antes de su monopolización por losaparatos del Estado. Bajo el fuerte liderazgo deTatyana Zalavskaya, la Perestroika sacó a la luzla fuerza de los sociólogos. La sociología llegó aestar íntimamente conectada con la erupción dela sociedad civil. Con el destripamiento de lasociedad civil en el período pos-soviético sinembargo la incipiente sociología se mostró inde-fensa ante la invasión de las fuerzas del merca-do. Con unas pocas excepciones, la sociologíafue desterrada de las escuelas de negocios y delos centros de investigación de opinión pública ymercados. Sólo en centros financiados por fun-daciones occidentales y con sociólogos forma-dos en Inglaterra o en Estados Unidos se man-tiene una empresa intelectual seria.

La situación es muy diferente en los paísesescandinavos dadas sus fuertes tradiciones

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 217

Michael Burawoy Por una sociología pública

Page 22: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

socialdemócratas. Aquí la sociología se desarro-lló con el Estado del Bienestar, el cual conferíauna fuerte orientación política en un tambiénfuerte momento público. La sociología noruegamuy influenciada por la sociología norteameri-cana, no obstante, se orientó también hacia elmundo político y aquí la influencia feministafue muy importante. Con una población de sólo5 millones de habitantes y menos de 200 soció-logos registrados, la comunidad profesional esmuy pequeña. Por esta razón, el objetivo másambicioso de la sociología es la consecución deun lugar en la sociedad bien en el gobierno ocomo intelectuales públicos. Los sociólogosparticipan asiduamente en los periódicos, radioy televisión. Los noruegos han conseguidoexportar su sociología pública convirtiéndose enun nudo con conexiones no sólo con los EstadosUnidos sino también con Europa y con otrospaíses del sur del planeta.

El resto de Europa es muy variada. Franciatiene una de las tradiciones más longevas desociología profesional y al mismo tiempo culti-va una sociología pública tradicional con figurasseñeras como Raymond Aron, Pierre Bourdieu yAlain Touraine. En Inglaterra la sociología pro-fesional es más reciente, a partir de la SegundaGuerra Mundial, y fue fácilmente vulnerable alrégimen de Margaret Thatcher quien trató deamordazar las iniciativas pública y prácticamientras fortalecía una profesión provincianaque sólo miraba hacia el interior. El retorno delgobierno laborista hizo revivir a la sociologíagracias a la expansión de la investigación prác-tica y reconocer a su sociólogo público más ilus-tre y prolífico, Anthony Giddens, como miem-bro de la Cámara de los Lores.

Al cartografiar los campos de las sociologíasnacionales uno aprende no sólo cuán particulares la sociología de los Estados Unidos sino tam-bién lo poderosa e influyente que es. La produc-ción de 600 doctores al año la convierte en ungigante de la sociología en el mundo. Muchosde los sociólogos más influyentes que enseñanen otras partes del mundo se han educado enEstados Unidos. La American SociologicalAssociation tiene casi 14.000 miembros con unequipo directivo de 24 personas a tiempo com-pleto. Pero no son sólo las abrumadoras cifras yrecursos los que muestran este hecho. Cada vezmás los gobiernos de todo el mundo se guíanpor los estándares «internacionales» de calidadacadémica lo que significa la publicación en

revistas «occidentales», en particular, revistasnorteamericanas. Esto ocurre en Sudáfrica y enTaiwán pero también en países con recursosconsiderables como el caso de Noruega. Dirigi-das por las conexiones con Occidente y por lapublicación en inglés, las sociologías nacionalespierden su compromiso con los problemasnacionales y con las cuestiones locales. Dentrode cada país, los Estados alimentan las presionesglobales que fracturan la división nacional deltrabajo sociológico, abriendo una brecha entrelas cuatro sociologías. Gracias a la conspiracióno deliberada implicación por parte de sus practi-cantes, la sociología norteamericana se ha con-vertido en hegemónica en el mundo. Por tanto,tenemos una responsabilidad especial en reenfo-car nuestra propia sociología, bajarla del pedes-tal de la universalidad y reconocer su carácterdistintivo y su poder nacional. Tenemos que des-arrollar un diálogo, una vez más, con las otrassociologías nacionales, reconocer sus tradicio-nes locales y sus aspiraciones a generar unasociología indígena. Tenemos que pensar en tér-minos globales para reconocer la emergentedivisión global del trabajo sociológico. Si losEstados Unidos llevan la batuta con su sociolo-gía profesional tenemos que fomentar las socio-logía públicas del Sur del planeta y las sociolo-gías políticas de Europa. Tenemos que alentarlas redes de sociologías críticas que trasciendanno sólo las disciplinas sino también las fronterasnacionales. Deberíamos aplicarnos nuestra pro-pia sociología para ser más conscientes de lasfuerzas globales que están conduciendo nuestradisciplina y para que podamos encauzarlas no-sotros en vez de que nos dirijan.

TESIS X: DIVIDIR LAS DISCIPLINAS

Las ciencias sociales se distinguen de las huma-nidades y de las ciencias naturales por su combina-ción de conocimiento instrumental y reflexivo —unacombinación que es variable y por lo tanto otorgadiferentes oportunidades a las intervenciones públi-ca y práctica. El conocimiento interdisciplinarioasume formas diferentes en cada cuadrante delcampo sociológico.

Se dice que la división de las disciplinas es unproducto arbitrario de la decimonónica historiaeuropea, que la presente especialización discipli-nar es anacrónica y que deberíamos avanzar

Michael Burawoy Por una sociología pública

218 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

Page 23: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

hacia una ciencia social unificada. La fantasíapositivista fue resucitada recientemente porImmanuel Wallerstein et al. (1996) en el Informede la Comisión Gulbenkian sobre la Reestructu-ración de las Ciencias Sociales. El proyecto pare-ce bastante inofensivo pero dado su fracaso en larespuesta a las cuestiones —¿conocimiento paraquién? y ¿conocimiento para qué?— supone quela nueva ciencia social unificada disuelve condemasiada facilidad la reflexividad, esto es, losmomentos crítico y público de las ciencias socia-les. En un mundo de dominación, la unidad seconvierte con demasiada facilidad en la unidaddel poderoso. Manifestar que la división de lasdisciplinas es arbitraria porque se crearon en unmomento determinado de la historia, es noentender el desarrollo y los cambios de signifi-cado así como los intereses que representandicha división. Es cometer la llamada falaciagenética. Para subrayar las bases de la divisiónde las disciplinas, y en interés de la brevedad,retrocederé sobre un retrato esquemático de loscampos académicos, sacrificando inevitable-mente la atención sobre la diferenciación internay la variación a lo largo del tiempo y del espacio.

Las ciencias naturales se basan ampliamenteen el conocimiento instrumental enraizado en losprogramas de investigación cuyo desarrollo estágobernado por las comunidades científicas. Laaudiencia extra-académica se encuentra en elmundo práctico —industria o gobierno— dis-puesto a explotar los descubrimientos científi-cos. Cada vez más, esta audiencia extra-acadé-mica se adentra en la academia para dirigir osupervisar su investigación, provocando oposi-ción a las relaciones de connivencia, ya se hallenen el área de la investigación médica, de la físicanuclear o de la bioingeniería (Epstein 1996;Moore 1996; Schurman y Munro 2004). Talreflexividad crítica, que a menudo se extiende aldebate público, no es la esencia de la ciencianatural como en el caso de las humanidades. Lasobras de arte o de literatura se validan en últimoextremo sobre la base de un diálogo entre peque-ños grupos de expertos o dentro de públicos másamplios. Su verdad se establece a través de suvalor estético basado en una evaluación discursi-va, esto es, como conocimientos crítico y públi-

co, aunque por supuesto puedan elaborarse enfacultades de conocimiento instrumental y pos-teriormente entrar en el mundo práctico.

Las ciencias sociales están en un cruce decaminos entre las humanidades y las cienciasnaturales dado que su propia definición bebe delconocimiento instrumental y reflexivo. El equi-librio entre estos dos tipos de conocimiento, noobstante, varía entre las ciencias sociales. Laeconomía, por ejemplo, es la más cercana entrelas ciencias sociales a lo que podríamos deno-minar ciencia paradigmática, dominada por unúnico programa de investigación (economíaneoclásica). La organización de la disciplinarefleja este hecho en su escasez de premios(Medalla Clark y Premios Nobel), la élite con-trola las principales revistas, las clasificacionesno sólo de departamentos sino de economistasindividuales y la ausencia de subáreas organiza-das de forma independiente acentúan dichocarácter. Los economistas disidentes sólo sobre-viven si pueden establecerse por su cuenta entérminos profesionales. De hecho, se podríacomparar la economía profesional con la disci-plina del Partido Comunista para con sus disi-dentes y con su doctrina coherente cuyo objeti-vo es expandirse por todo el mundo en nombrede la libertad10. Su prestigio en el mundo acadé-mico se sustenta en su coherencia interna y en elmundo práctico gracias a su elevada efectividad.

Si la economía es como el Partido Comunis-ta, la sociología norteamericana se parece más alanarcosindicalismo, una democracia participati-va descentralizada. Se basa en múltiples ysuperpuestas tradiciones reflejadas en sus 43secciones y en la proliferación de premios(Ennis 1992), así como en las más de 200 revis-tas sociológicas (Turner y Turner 1990: 159).Nuestro modo institucional de operar reflejanuestras múltiples perspectivas —aunque nosiempre de la manera más adecuada. La disci-plina, aunque sea un sistema jerárquico y elitis-ta de castas (Burris 2004), sin embargo es másabierto que el de la economía de acuerdo con lascifras de movilidad de profesores entre departa-mentos y los patrones de reclutamiento de licen-ciados (Hans 2003). La disciplina es más demo-crática en la elección de sus dirigentes. Las reso-

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 219

Michael Burawoy Por una sociología pública

10 Marion Fourcade-Gourinchas (2004) ha documentado la enorme influencia internacional de la economía norteamericana.Con su desprendimiento de las ideas de Amartya Sen (1999), Peter Evans (2004) se ha esforzado valientemente por empujar a laeconomía hacia un compromiso orgánico público, una economía sensible a las cuestiones locales y a la democracia deliberativa.

Page 24: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

luciones de los miembros no se restringen aintereses profesionales y sólo requieren el apoyodel 3% de sus votos. Así pues, si la economía esmás efectiva en el mundo práctico, la estructurade la disciplina de la sociología se organiza deacuerdo con la sensibilidad de los diversospúblicos. Nuestras ventajas comparativas des-cansan en la esfera pública, probablementeinfluimos más en el mundo práctico a través denuestros compromisos públicos.

Cuando se observan otras ciencias sociales, laciencia política es un campo balcanizado aunquemás inclinado hacia la práctica que hacia lospúblicos, más hacia el conocimiento instrumentalque hacia el reflexivo. Las tendencias actualeshacia los modelos de elección racional han con-ducido a una reacción reflexiva. El movimientode la Perestroika dentro de la ciencia políticamantiene una aproximación más institucional a lapolítica y apoya la teoría política en tanto que teo-ría crítica. La antropología y la geografía estánbalcanizadas en torno a la división instrumental-reflexiva. Así por ejemplo, la antropología cultu-ral y la geografía humana a menudo reaccionanen contra de los modelos científicos de sus cole-gas, mientras sirven de puentes a las humanida-des. La filosofía, otro paso entre las cienciassociales y las humanidades, encuentra su nichodistintivo en el conocimiento crítico.

Las divisiones disciplinares son más fuertesen los Estados Unidos que en cualquier otrolugar. Esta es la razón por la que el conocimien-to «interdisciplinar» tiene una existencia preca-ria en las fronteras de nuestras disciplinas. Cadauno de los cuatro tipos de sociología desarrollaun intercambio distintivo y una colaboracióncon sus disciplinas vecinas. En el interfaz delconocimiento profesional existe un préstamomultidisciplinar. El resultado de la sociologíaeconómica y de la sociología política es todavíaparte distintiva de la sociología —las basessociales de los mercados y de la política. En lainterfaz del conocimiento crítico, existe unainyección transdisciplinar. El feminismo, elpostestructuralismo y la teoría racial crítica handejado toda su impronta en el compromiso de lasociología crítica con la sociología profesional.Pero esa inyección siempre ha sido limitada. El

desarrollo del conocimiento público a menudose produce a través de una colaboración multi-disciplinar como, por ejemplo, el caso de la«investigación participativa» que pone en comu-nicación tanto comunidades como académicosde disciplinas complementarias. Una comuni-dad define una cuestión —vivienda, contamina-ción ambiental, enfermedad, salario mínimo,escolarización, etcétera— y entonces trabajaconjuntamente con un equipo multidisciplinarpara enmarcar y plantear las aproximaciones atal cuestión. Por último, en el mundo prácticoexiste una coordinación conjunta disciplinarque suele reflejar una jerarquía de disciplinas.Por ejemplo, el Estado financia un área de estu-dios que suele funcionar con metas políticasbien definidas que otorgan prioridad a la econo-mía y a la ciencia política.

Una vez reconocido el poder de la divisióndisciplinar y atrapados por las variadas combi-naciones de conocimiento instrumental y refle-xivo, ahora debemos preguntarnos por el signi-ficado de estas variaciones. En concreto, ¿exis-te algo distintivo en el conocimiento sociológi-co y en los intereses que representa? ¿Podríamostambién ser economistas o politólogos y porcasualidad acabar siendo sociólogos —un asun-to sin importancia, un accidente biográfico?¿Disponemos de identidad propia dentro de lasciencias sociales? Estas preguntas me conducena mi tesis final.

TESIS XI: EL SOCIÓLOGO COMO PARTI-SANO11

Si el punto de vista de la economía es el mercadoy su expansión, y el punto de vista de la ciencia polí-tica es el Estado y la garantía de estabilidad políti-ca, entonces el punto de vista de la sociología es lasociedad civil y la defensa de lo social. En los tiem-pos de la tiranía del mercado y del despotismo delEstado, la sociología —y en particular su facetapública— defienden el interés de la humanidad.

Las ciencias sociales no son un crisol de dis-ciplinas puesto que las disciplinas representan

Michael Burawoy Por una sociología pública

220 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

11 Tomado del ensayo con el mismo título de Alvin Gouldner (1968). Igualmente pertinente para la Tesis XI son las palabrasdesafiantes de Pierre Bourdieu: «el etnosociólogo es un tipo de intelectual orgánico de la humanidad que, como agente colectivo,puede contribuir a la desnaturalización y desfatalización de la existencia al poner su competencia al servicio de un universalismoenraizado en la comprensión de los particularismo» Citado en Wacquant (2004).

Page 25: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

intereses diferentes y opuestos —ante todo inte-rés en la preservación de los fundamentos sobrelos que se asienta su conocimiento. La econo-mía, tal como la conocemos en la actualidad,depende de la existencia de los mercados, tieneinterés en su expansión, la ciencia políticadepende del Estado y está interesada en la esta-bilidad política, mientras que la sociologíadepende de la sociedad civil y su interés es laexpansión de lo social.

Pero ¿qué es la sociedad civil? De acuerdocon mi argumentación, la podemos definir comoun producto del capitalismo occidental de fina-les del siglo diecinueve que produjo asociacio-nes, movimientos y públicos que estaban al mar-gen tanto del Estado como de la economía —lospartidos políticos, los sindicatos, la institucióneducativa, las comunidades religiosas, losmedios de comunicación impresos y una ampliavariedad de organizaciones de voluntarios. Estasagregaciones de vida asociativa son el punto devista único de la sociología, así que cuando desa-parecen —caso de la Unión Soviética de Stalin,la Alemania de Hitler, el Chile de Pinochet— lasociología también desaparece. Al contrario,cuando la sociedad civil florece —caso de laRusia de la Perestroika o la Sudáfrica del finaldel Apartheid— también lo hace la sociología.

La sociología puede estar conectada con lasociedad por un cordón umbilical pero, porsupuesto, esto no es decir que la sociología sóloestudia la sociedad civil. Más que esto. Estudiael Estado o la economía desde el punto de vistade la sociedad civil. La sociología política, porejemplo, no es lo mismo que la ciencia política.Examina las precondiciones sociales de la polí-tica y la politización de lo social de igual formaque la sociología económica es muy diferente dela economía. De hecho, observa lo que los eco-nomistas pasan por alto, las fundaciones socia-les del mercado.

Esta división tripartita de las ciencias sociales—no dispongo de espacio aquí para incluir avecinos tales como la geografía, la historia y laantropología— podía asumirse en el momentode su nacimiento durante el siglo diecinueve,pero se ha difuminado en el siglo veinte (con lafusión y solapamiento de las fronteras del Esta-

do, la economía y la sociedad). Durante los últi-mo treinta años, sin embargo, esta separacióntripartita ha experimentado un renacimientoencabezada por el unilateralismo del Estado deuna parte, y por el fundamentalismo del merca-do de otra. Durante este período, la sociedadcivil ha sido colonizada y cooptada por los mer-cados y los Estados. Aún hoy, la oposición aestas fuerzas gemelas tiene su origen, si es quetodavía existe, en la sociedad civil tanto local,nacional como transnacional. En este sentido lafiliación de la sociología con la sociedad civil,esto es, la sociología pública, representa losintereses de la humanidad —intereses que tratande mantener acorralado el despotismo del Esta-do y la tiranía del mercado.

Permítanme ahora matizar lo que he dicho.En primer lugar, creo que la ciencia económicay la ciencia política han elaborado diferentesbombas de tiempo ideológicas que han justifica-do los excesos de los mercados y de los Estados,excesos que están destruyendo los fundamentosde la universidad pública, esto es, las condicio-nes académicas de existencia tanto de ellascomo de otras tantas disciplinas. Mientras sereconoce este hecho no querría que esto repre-sentara a todos los economistas y politólogos.Las disciplinas, después de todo, son campos depoder. Cada una con sus fuerzas dominantes yopositoras. Pensemos en el movimiento de laPerestroika en la ciencia política o en la red deEconomistas Post-autistas —una economía quereconoce a los individuos como seres humanosmaduros y con múltiples inquietudes. Comosociólogos podemos encontrar, y de hecho haocurrido, aliados y colaboradores en estas for-maciones opuestas.

El campo de la sociología también se encuen-tra dividido. La sociedad civil, después de todo,no es una comunidad armónica sino que estáescindida por segregaciones, dominaciones yexplotaciones12. A lo largo de la historia, lasociedad civil ha sido masculina y blanca. A lavez que integradora también ha sido invadidapor el Estado y el mercado lo que se ha refleja-do en la sociología a través del uso de conceptosacríticos tales como capital social. Si bien lasociedad civil es aún un terreno disputado, afir-

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 221

Michael Burawoy Por una sociología pública

12 Es aquí donde comparto la perspectiva durkheimiana del comunitarismo según Amitai Etzioni (1993) y Philip Selznick(2002). Su atención se centra en la relación moral del individuo con la sociedad y la observación de las jerarquías, dominaciones,exclusiones, etcétera como interferencias desafortunadas. De igual manera que no se centran en las divisiones de la sociedad tam-poco lo hacen con las divisiones internas de la sociología y de la academia en general.

Page 26: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

mo que en la coyuntura actual es el mejor terre-no posible para la defensa de la humanidad —una defensa que estaría socorrida por el cultivode una sociología pública críticamente dispues-ta a esta labor.

¿Cómo podemos alcanzar esta meta? Talcomo he sugerido en la Tesis VII la división ins-titucional del trabajo sociológico y el correspon-diente campo de poder han restringido hastaahora la expansión de las sociologías públicas.No tendríamos que defender la sociología públi-ca si no hubiera obstáculos para llevarla a cabo.Su superación requiere del compromiso y sacri-ficio que muchos ya han hecho y continúanhaciendo. Esta es la razón de su vocación socio-lógica —no para hacer dinero sino para crear unmundo mejor. Así pues, ya existe una plétora desociologías públicas. Pero también existen nue-vos desarrollos. Es el caso de la revista Contextsque ha dado un paso fundamental en pos de lasociología pública. La dirección de la ASA harealizado enormes esfuerzos de publicitación einfluencia a través de sus reuniones congresua-les y sus continuas notas de prensa, pero tam-bién a través de las páginas de nuestra revistaFootnotes. Este año la ASA ha presentado unnuevo premio que reconocerá la excelencia de lainformación sobre la sociología en los mediosde comunicación. Necesitamos cultivar unarelación de colaboración entre la sociología y elperiodismo. Para los periodistas somos su públi-co a la vez que ellos son puente entre nosotros yuna multitud de públicos.

La ASA también ha establecido un grupo detrabajo para la institucionalización de las socio-logías públicas con la consideración de tres ele-mentos fundamentales. En primer lugar, consi-derar cómo reconocer y validar la sociología

pública ya existente —hacer visible lo invisible,hacer público lo privado. En segundo lugar, elgrupo de trabajo considerará el modo de intro-ducir incentivos en favor de la sociología públi-ca para recompensar la consecución de talsociología, a menudo menospreciada en losméritos y promociones. Los departamentos yahan creado premios y bitácoras y han comenza-do a diseñar programas de cursos de sociologíapública. En tercer lugar, si vamos a reconocer ypremiar a la sociología pública entonces debe-mos desarrollar criterios que nos permitan dis-tinguir la buena de la mala sociología pública.Debemos alentar la mejor sociología públicapues ésta no puede ser una sociología de segun-da categoría.

Una cuestión importante para estos cambiosinstitucionales es que el éxito de la sociologíapública surja desde abajo. Esto ocurrirá si lasociología pública es capaz de atrapar la imagi-nación de los sociólogos y cuando estos reco-nozcan la importancia de la sociología públicaen sí misma y por las gratificaciones que prestaasí como cuando los sociólogos la asuman comoun movimiento social que va más allá de la aca-demia. Preveo un sinnúmero de nodos, cada unode ellos forjando colaboraciones de sociólogoscon sus públicos, fluyendo todos juntos a travésde una corriente única. Inspirados por un siglode extensa investigación, de elaboración de teo-rías, de intervenciones prácticas y de pensa-miento crítico lograremos alcanzará un entendi-miento común a lo largo de múltiples fronterasincluidas las nacionales. Y al lograrlo de estamanera eliminaremos las viejas insularidades.Entonces, nuestro ángel de la historia desplega-rá sus alas y remontará el vuelo por encima delhuracán.

Michael Burawoy Por una sociología pública

222 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ABBOTT, Andrew (2001): Chaos of Disciplines. Chicago, IL: University of Chicago Press.AMERICAN SOCIOLOGICAL ASSOCIATION (2004): An Invitation to Public Sociology. Washington, DC: American

Sociological Association.ARENDT, Hannah (1958): The Human Condition. Chicago, IL: University of Chicago Press.BELLAH, Robert; RICHARD Madsen; WILLIAM M. Sullivan; ANN Swidler, and STEVEN Tipton (1985): Habits of the

Heart: Individualism and Commitment in American Life. Berkeley, CA: University of California Press.BENJAMIN, Walter (1968): Illuminations: Essays and Reflections. Edited and with an introduction by Hannah

Arendt. New York: Harcourt Brace Jovanovich.BERGER, Peter (2002): «Whatever Happened to Sociology». First Things 126: 27-29.BIELBY, William (2003): Betty Dukes, et al. v. Wal-Mart Stores, Inc.BLAU, Peter and Otis Dudley DUNCAN (1967): The American Occupational Structure. New York: John Wiley.

Page 27: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

BOK, Derek (2003): Universities in the Marketplace. Princeton, NJ: Princeton University Press.BOURDIEU, Pierre (1986) [1979]: Distinction: A Social Critique of the Judgment of Taste. New York: Routledge and

Kegan Paul.— (1988) [1984]: Homo Academicus. Stanford, CA: Stanford University Press.BROWN, Phil; STEPHEN ZAVESTOSKI; Sabrina MCCORMICK; Brian MAYER; Rachel MORELLO-FROSCH and Rebecca

GASIO ALTMAN. 2004. Sociology of Health and Illness 26: 50-80.BURRIS, Val (2004): «The Academic Caste System: Prestige Hierarchies in PhD Exchange Networks». American

Sociological Review 69: 239-264.COLE, Stephen (ed). (2001): What’s Wrong with Sociology? New Brunswick, NJ: Transaction Publishers.COLEMAN, James (1966): Equality of Educational Opportunity. Washington, DC: United States Department of

Health, Education and Welfare.— (1975): Trends in School Segregation, 1968-1973. Washington, DC: Urban Institute.— (1991): «A Quiet Threat to Academic Freedom». National Review 43: 28-34.— (1992): «The Power of Social Norms». Duke Dialogue 3.COLLINS, Patricia Hill (1991): Black Feminist Thought. New York: Routledge.Columbia Accident Investigation Board. 2003. Report. Vol. I. Washington, DC: Government Printing Office.DEWEY, John (1927): The Public and Its Problems. New York: Henry Holt.DU BOIS, W.E.B. (1903): The Souls of Black Folk. New York: A.C. McClurgEHRENREICH, Barbara (2002): Nickel and Dimed. New York: Henry Holt.ENNIS, James (1992): «The Social Organization of Sociological Knowledge: Modeling the Intersection of Special-

ties». American Sociological Review 57: 259-65.EPSTEIN, Steven (1996): Impure Science. Berkeley, CA: University of California Press.ETZIONI, Amitai (1993): The Spirit of Community. New York: Simon and Schuster.EVANS, Peter (2004): «Development as Institutional Change: The Pitfalls of Monocropping and the Potentials of

Deliberation». Studies in Comparative International Development 38: 30-53.FOURCADE-GOURINCHAS, Marion (2004): «The Construction of a Global Profession: The Case of Economics»,

Department of Sociology, University of California, Berkeley, CA. Unpublished manu-script.FRASER, Nancy (1997): Justice Interruptus. New York: Routledge.GAMSON, William (2004): «Life on the Interface». Social Problems 51: 106-10.GANS, Herbert (2002): «More of Us Should Become Public Sociologists». Footnotes (July/August) 30: 10.GOODWIN, Jeff and Jim JASPER, eds. (2004): Rethinking Social Movements. Lanham, MD: Rowman and Littlefield.GOULDNER, Alvin (1968): «The Sociologist as Partisan: Sociology and the Welfare State». American Sociologist 3:

103-6.— (1970): The Coming Crisis of Western Sociology. New York: Basic Books.HABERMAS, Jürgen (1984): The Theory of Communicative Action. (Two Volumes). Boston, MA: Beacon.— (1991) [1962]: The Structural Transformation of the Public Sphere. Cambridge, MA: MIT Press.HAN, Shin-Kap. (2003): «Tribal Regimes in Academia: A Comparative Analysis of Market Structure Across Disci-

plines». Social Networks 25: 251-80.HORKHEIMER, Max (1974) [1947]: Eclipse of Reason. New York: Seabury Press.HORKHEIMER, Max and Theodor ADORNO (1969) [1944]: Dialectic of Enlightenment. New York: Seabury Press.HOROWITZ, Irving Louis (1993): The Decomposition of Sociology. New York: Oxford University Press.JACOBY, Russell (1987): The Last Intellectuals: American Culture in the Age of Academe. New York: Noonday

Press.KANG, Kelly (2003): Characteristics of Doctoral Scientists and Engineers in the United States: 2001. Arlington,

VA: National Science Foundation. Division of Science Resources Statistics.KIRP, David (2003): Shakespeare, Einstein, and the Bottom Line. Cambridge, MA: Harvard University Press.LAKATOS, Imre (1978): The Methodology of Scientific Research Programmes. Cambridge, England: Cambridge

University Press.LARSON, Olaf and Julie ZIMMERMAN (2003): Sociology in Government: The Galpin-Taylor Years in the U.S. Depart-

ment of Agriculture 1919-1953. University Park, PA: University of Pennsylvania Press.LEE, Alfred McClung (1976): «Sociology for Whom?». American Sociological Review 41: 925-36.LIPPMANN, Walter (1922): Public Opinion. New York: Harcourt, Brace and Company.LIPSET, Seymour Martin and Neil J. SMELSER (1961): Sociology: The Progress of a Decade. Englewood Cliffs, NJ:

Prentice-Hall.LYMAN, Stanford (1992): Militarism, Imperialism, and Racial Accommodation: An Analysis and Interpretation of

the Early Writings of Robert E. Park. Fayetteville, AK: University of Arkansas Press.LYND, Robert (1939): Knowledge for What? The Placeof Social Sciences in American Culture. Princeton, NJ: Prin-

ceton University Press.

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 223

Michael Burawoy Por una sociología pública

Page 28: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

MARULLO, Sam and Bob EDWARDS (eds.). «Service-Learning Pedagogy as Universities’ Response to TroubledTimes». Special issue of American Behavioral Scientist 43: 741-912.

MCCORMICK, Sabrina; Julia BRODY; Phil BROWN and Ruth POLK: Forthcoming. «Public Involvement in Breast Can-cer Research: An Analysis and Model for Future Research». International Journal of Health Services.

MERTON, ROBERT (1949): Social Theory and Social Structure. Glencoe, IL: Free Press.MILLS, C. Wright (1959): The Sociological Imagination. New York: Oxford University Press.MOORE, Kelly. 1996. «Organizing Integrity: American Science and the Creation of Public Interest Organizations,

1955-1975». American Journal of Sociology 101: 1592-1627.MUELLER, John (1973): War, Presidents and Public Opinion. New York: John Wiley.MYRDAL, Gunnar (1944): An American Dilemma: The Negro Problem and Modern Democracy. New York: Harper

and Row.OSTROW, James; Garry HESSER and Sandra ENOS (eds.) (1999): Cultivating the Sociological Imagination: Concepts

and Models for Service-Learning in Sociology. Washington, DC: American Association for Higher Education.PAGER, Devah (2002): The Mark of a Criminal Record. Ph.D. dissertation, Department of Sociology, University of

Wisconsin, Madison, WI.PARK, Robert (1972) [1904]: The Crowd and the Public. Chicago, IL: University of Chicago Press.PARSONS, Talcott (1937): The Structure of Social Action. New York: McGraw Hill.— (1951): The Social System. New York: Free Press.— (1961): «An Outline of the Social System»; pp. 30-79 in Theories of Society edited by Talcott Parsons, Edward

Shils, Kaspar Naegele, and Jesse Pitts. New York: Free Press.PATTERSON, Orlando (2002): «The Last Sociologist». The New York Times, May 19th.PRESIDENT’S RESEARCH COMMITTEE ON SEARCH TRENDS (1933): Recent Social Trends in the United States. New

York: McGraw-Hill.PURSER, Gretchen; Any SCHALET and Ofer SHARONE (2004): Berkeley’s Betrayal: Wages and Working Conditions at

Cal. Presented at the annual meeting of the American Socioogical Association, August 16, San Francisco, CA.PUTNAM, Robert (2001): Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community. New York: Simon and

Schuster.RHOADES, Lawrence (1981): A History of the American Sociological Association, 1905-1980. Washington, DC:

American Sociological Association.RIESMAN, David (1950): The Lonely Crowd: A Study of the Changing American Character. New Haven, CT: Yale

University Press.RYAN, Charlotte (2004): «Can We Be Compañeros». Social Problems 51:110-13.SCHURMAN, Rachel and William MUNRO (2004): «Intellectuals, Ideology, and Social Networks: The Process of

Grievance Construction in the Anti-Genetic Engineering Movement». Department of Sociology, University ofIllinois, Urbana-Champaign, IL. Unpublished manuscript.

SELZNICK, Philip (2002): The Communitarian Persuasion. Baltimore, MD: Johns Hopkins University Press.SEN, Amartya (1999): Development as Freedom. New York: Random House.SENNETT, Richard (1977): The Fall of Public Man. New York: W.W. Norton.SITAS, Ari (1997): «The Waning of Sociology in South Africa». Society in Transition 28:12-9.SKOCPOL, Theda (2003): Diminished Democracy: From Membership to Management in American Civic Life. Nor-

man, OK: University of Oklahoma Press.SMITH, Dorothy (1987): The Everyday World As Problematic. Boston, MA: Northeastern University Press.SPALTER-ROTH, Roberta and William ERSKINE (2004): Academic Relations: The Use of Supplementary Faculty. Was-

hington, DC: American Sociological Association.STACEY, Judith (2004): «Marital Suitors Court Social science Spin-Sters: The Unwittingly Conservative Effects of

Public Sociology». Social Problems 51:131-45.STACEY, Judith and Timothy BIBLARZ (2001): «(How) Does the Sexual Orientation of Parents Matter?». American

Sociological Review 66: 159-83.STOUFFER, William et al. (1949): The American Soldier. Princeton, NJ: Princeton University Press.STRAND, Kerry; Sam MARULLO, Nick CUTFORTH; Randy STOECKER, and Patrick DONOHUE (2003): Community-

Based Research and Higher Education. San Francisco, CA: Jossey-Bass.TURNER, Stephen and Jonathan TURNER (1990): The Impossible Science: An Institutional Analysis of American

Sociology. London and Newbury Park, CA: Sage Publications.UGGEN, Christopher and Jeffrey MANZA (2002): «Democratic Contraction? Political Consequences of Felon Disen-

franchisement in the United States». American Sociological Review 67: 777-803.VAUGHAN, Diane (2004): «Public Sociologist by Accident». Social Problems 51: 115-18.WAITE, Linda and Maggie GALLAGHER (2000): The Case for Marriage. New York: Doubleday.

Michael Burawoy Por una sociología pública

224 Política y Sociedad, 2005,Vol. 42 Núm. 1: 197-225

Page 29: BURAWOY Michael - Por Una Sociologia Publica

WALLERSTEIN, Immanuel; Calestous JUMA; Evelyn Fox KELLER; Jurgen KOCKA; Domenique LECOURT; V. Y. MUD-KIMBE; Kinhide MIUSHAKOJI; Ilya PRIGOGINE; Peter J. TAYLOR and Michel-Rolph TROUILLOT (1996): Open theSocial Sciences: Report of the Gulbenkian Commission on the Restructuring of the Social sciences. Stanford,CA: Stanford University Press.

WACQUANT, Loïc (2004): «Following Bourdieu into the Field». Ethnography 5(4).WARNER, Michael (2002): Publics and Counterpublics. New York: Zone Books.Webster, Edward (2004): «Sociology in South Africa: Its Past, Present and Future». Society in Transition 35: 27-41.WILSON, William Julius (1996): When Work Disappears. New York: Knopf.WOLFE, Alan (1989): Whose Keeper? Berkeley, CA: University of California Press.

Política y Sociedad, 2005, Vol. 42 Núm. 1: 197-225 225

Michael Burawoy Por una sociología pública