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Brañas - Antonio Larrazabal

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CESAR BRANAS

Antonio Larrazábal

Universidad de San Carlos

27

Guatemala, 1953.

Colección Luis Lujan MuñozUniversidad Francisco Marroquin

www.ufm.edu - Guatemala

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Un Documento sobre Larrazábal

El Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, enCabildo de 1? de agosto de 1810, decidió man-dar noticia a su Maiestad Fernando VII, delnombramiento de su Diputado a Cortes, Doc-tor y Canónigo Antonio de Larrazábal yArrivillaga. Esta representación del Ayun-tamiento de Guatemala, que se encuentraen los libros de correspondencia del ArchivoGeneral del Gobierno, tiene en el mismo las

siguientes cifras de clasificación. AGG. Al.2.8-2835-25943-1810.

(Nota de Héctor Samayoa Guevara)

Señor

:

Guatemala Capital del Reino de este nombre repre-

sentada en su Cabildo da cuenta a V.M. de haber proce-

dido el día 24 del próximo pasado julio al nombramiento de

Diputado para las próximas Cortes, conforme a lo preve-

nido en Real Orden de 14 del último Febrero: y habiendo

resultado electos para la terna el Doctor Don Antonio La-

rrazábal Canónigo Penitenciario de esta Santa Iglesia

Metropolitana, Provisor Vicario Capitular y Gobernadordel Arzobispado Sede Vacante, el Doctor Don José de Ayzí-

nena Coronel del Batallón de Milicias de Infantería de ella,

y Don Antonio Juarros Teniente Coronel de Dragones yRegidor de esta Ciudad, recayó la suerte en el primero.

Es natural de esta Capital, de cuarenta años de edad,

hijo legítimo de Don Simón de Larrazábal y Galvez Regi-

dor perpetuo que fue de este Ayuntamiento y de Doña Ma-riana de Arrivillaga y Montufar, ambos de noble y escla-

recido linage. Instruido desde sus tiernos años en el te-

mor Santo del Señor y educado en el estudio de las ciencias

con que cultivó sus sobresalientes talentos se dispuso para

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6 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ser un Sacerdote ejemplar, y un Doctor en las Sagradas Fa-

cultades de Teología y Cánones, virtuoso con ilustración, ysabio con humildad, que haciendo se admiró grande en esta

Iglesia por el desempeño del Curato del Sagrario que sirvió

muchos años con utilidad y beneficio de sus feligreses,

quienes así en lo espiritual, como en lo temporal lo recibie-

ron sin medida de la Caridad de Dios que residía en su

Párroco. Su distinguido mérito proclamado por todos, le

dio título de Justicia para que fuese promovido hace poco

tiempo a Canónigo Penitenciario, Provisor, Vicario Capi-

tular; y Gobernador del Arzobispado de cuya vasta exten-

sión se ha formado el Teatro, en que puesto sobre el Can-delero luce hoy para todos los que habitan esta Casa del

Señor, como antes para los del recinto de su Parroquia.

En estas circunstancias le ha recaído la elección de

Diputado para las Cortes que ha sido celebrada por todo

el Pueblo, con muy particulares demostraciones de aplauso

y regocijo, a él que para mayor realce solamente han dadosombra las muchas lágrimas vertidas por su ausencia al

nuevo destino, con la justa consideración de la falta que

hace a todos; y la de que él mismo solo puede admitirlo

impelido de su virtud y patriotismo. Estos son los únicos

y exclusivos agentes capaces de inspirarle que sin aliciente

de interés alguno particular, se resuelve a emprehender unviaje tan dilatado con desprecio de los peligros y trabajos

a que se expone, con abandono de las comodidades que le

proporciona la tranquilidad de su casa en unión de su

Parentela, y con renuncia de los honores que aquí disfruta

por la alta Dignidad de Gobernador Eclesiástico.

El Cabildo tiene por tanto la satisfacción de haber

llenado sus obligaciones al constituirlo su Diputado, comode poderlo manifestar a V. M. cuando da cuenta del cum-plimiento de la citada Real Orden.

Dios Nuestro Señor Guarde a V. M. muchos años.

Sala Capitular de Guatemala, Agosto 3 de 1810.

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CÉSAR BRAÑAS

Doctor Antonio Larrazábal

Un nativo de Antigua que presidió las Cortes deCádiz, representó a Centroamérica en el CongresoAmericano de Panamá y gobernó el Arzobispado

de Guatemala.

NOTA DEL AUTOR

La Universidad de San Carlos de Guatemalaró ya, señaladamente, la ilustre memoria del

doctor Antonio Larrazábal, hijo distinguido de

sus aulas, miembro conspicuo de su claustro y su

rector en dos lapsos, la segunda vez elegido en

aclamación al patriota que se había sacrificado

por Guatemala en las Cortes de Cádiz y por su

brillayitísima actuación, liberal y americanista,

sufrido seis años de duras penalidades e inme-

recido encarcelamiento, vuelto glorioso al triunfo

de la libertad.

Ha querido también la Universidad recoger

en las páginas de su ameritada revista, en ho-

menaje a Larrazábal, el trabajo que el autor le

dedicara a tan alta y sin embargo obscurecida

figura histórica, en ediciones sucesivas de El Im-

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REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

parcial, del 10 de octubre al 1 de diciembre de

1953. Profundamente obligado de gratitud, el

autor expresa aquí su reconocimiento a la Uni-

versidad y su Revista por el honor que le alcanza

y en todo su valor aprecia.

La Índole y destino original de este trabajo,

para urgentes y efímeras páginas de periódico, ex-

plican al buen lector repeticiones y otros defectos

patentes con que tropezará, y que la bibliografía

consultada vaya diluida en el texto y no puntua-

lizada en su sitio como el rigor del método lo

demanda y aconseja. Todo se disculpará —así

lo espera— en gracia a la intención cumplida:

enaltecer la memoria de un hispanoamericano

eximio a quien olvidaban un tanto su patria,

Guatemala, y su terruño, Antigua.

Gracias sean dadas a la Universidad de San

Carlos de Guatemala, por el entusiasmo eficiente

con que a ese fin contribuye: ha dado el nombrede Antonio Larrazábal a una de las calles de su

naciente Ciudad Universitaria y ha de recordar-

lo en alguna forma en la sala de lectura con que

dota a Antigua junto al hermoso monumento que

su celo construyó para que reposen las cenizas

de otro excelso americano de Antigua, Rafael

Landívar, cenizas por ella memorablemente re-

patriadas, y aun agrega la presente publicación,

con que abruma de gratitud a este devoto de las

tradiciones universitarias de su país.

CÉSAR BRAÑAS.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZABAL

A LA MUNICIPALIDAD DE ANTIGUA:

porque un día recogerá como tu-

yo el honor que dio al país unhijo ilustre de la ciudad.

"El señor Larrazábal era de color moreno y su

mirada muy viva y penetrante: corté* en sus modales ysumamente sencillo en su habitación y su persona. Suexactitud y puntualidad habían venido a hacerse pro-

verbiales; así no toleraba la informalidad. Su virtud era

real y sin ostentación, y sus costumbres siempre puras

y ejemplares; no obstante lo cual, si en el gobierno fué

rígido, no por esto fué áspero ni intratable. Su conver

sación, amenizada frecuentemente con los recuerdos yobservaciones de sus v ; ajes, era instructiva y agradable;

íunque, como anciano, era tenaz en sus juicios, y con

dificultad admitía réplica o contradicción. El señor

Larrazábal era de constitución vigorosa y conservó hasta

su muerte toda lucidez de su razón".

Gaceta de Guatemala, 16 de diciembre de 1853

Palabras de introducción 1/ fuentes de referencia

En todos los escritos guatemaltecos en que se men-ciona al ilustrísimo señor doctor don Antonio Larrazábal,

con la excepción explicable de los inflamados papeles del

doctor don Lorenzo Montúfar, se .habla de él con invariable

respeto, y comúnmente en concepto de una de las más cons-

picuas figuras de la Iglesia y procer de la nacionalidad yla política de los caóticos lustros iniciales de la república.

Lo primero, por su larga y eficaz actuación y sobre-

salientes méritos en el orden de su ministerio, habiéndole

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10 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

correspondido dirigir por varios años, con todos los incon-

venientes de la interinidad y más en época política en ex-

tremo tormentosa, la entonces tan combatida, pero no poco

combatiente Iglesia guatemalteca. Lo segundo, por haber

representado con máximo honor a Guatemala en las Cortes

de Cádiz y en el congreso bolivariano de Panamá, "mo-

mentos estelares", para repetir consagrada frase, de la

génesis constitucional de América; otro tanto por haber

acudido con su consejo, con su prestigio, y a tiempos con

su actividad ejecutoria a la solución de graves crisis por

que atravesó el país en los primeros decenios de su vida

independiente: prácticamente, en los turbulentos años que

precedieron al definitivo encumbramiento y consolidación

del régimen conservador del General Rafael Carrera, ré-

gimen con razón tan discutido y vituperado quizá con exce-

so, que constituyó indispensable tregua en las incesantes yaniquiladoras contiendas civiles que arruinaron a Guate-

mala, y en las que tanto fuego echó el propio Carrera en

sus revoltosas correrías de guerrillero y caudillo.

Sin embargo de ese general respeto que le rodeó en

vida y persiste en cien años de su mortal desaparición a

pesar del mismo transcurso del tiempo y de las mudanzasideológicas y de todo orden que apareja, no ha existido

hasta ahora una biografía completa ni trabajos más pro-

fundos sobre sus actos e ideas y los consiguientes más fun-

dados juicios históricos acerca de su persona. Lo mismosucede, es verdad —y es lamentable— con tantos otros

hombres significados de su época. Las nuevas generacio-

nes se ven privadas, en consecuencia de esta falta, de ele-

mentos tal vez preciosos para un conocimiento cabal de la

verdadera historia del país, que no es ni debe ser la histo-

ria de las banderías y los sectarismos que han dividido yempobrecido al pueblo y cuyo apasionamiento ha desfigu-

rado y llenado de oscuridades y contradicciones la historia

que corre como válida y es enseñada en las escuelas, varían-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 11

do de color, simplemente, según cambien de signo las pa-

siones que triunfan e imperan en cada tiempo.

La ausencia, o si se prefiere, la escasez de ese linaje de

trabajos biográficos y estudios —con la más acusada ca-

rencia de memorias y autobiografías, aún de colecciones

epistolares y otros documentos íntimos— hace incierto el

conocimiento de los proceres del país y determina una

injusta devaloración de sus actos a diferencia de la con-

tinua exaltación de que son objeto los prohombres de otros

países hasta sublimar en éstos el sentimiento nacionalista.

Se llega acá a ignorar los hechos y significación de valores

ilustres guatemaltecos y centroamericanos en tanto se co-

nocen y ensalzan hasta fruslerías no sólo de los grandes

valores humanos universales, lo que es natural y corriente,

sino de otros situados no muy alto en la escala del mérito

I veces, de mérito inferior a por lo menos algunos de los

grandes centroamericanos mal dibujados en la conciencia

popular.

Larrazábal es de éstos, y muchas circunstancias con-

tribuyen a su oscurecimiento y preterición. Sin enumerarfactores políticos adversos, baste recordar que una figura

eclesiástica, que no se empina a las cumbres de la santidad

o de otras formas de sublimidad, por muchos respetos de

que en vida disfrute, con el tiempo tiende a desvanecerse

en la memoria general y más en tiempos en que la irreli-

giosidad se ha extendido. A Larrazábal le perjudica la

falta o pérdida de una copiosa correspondencia o de escri-

tos en que la posteridad pudiera ahondar en su espíritu

y descubrir los resortes secretos de su actuar en distintas

contingencias que le tocó vivir y decidir. Le perjudica la

falta, o desvanecimiento, de una familia numerosa que

hubiera mantenido con calor su recuerdo viviente. Leperjudica, en su biografía, porque la torna muy severa,

concentrada e isleña, la ausencia, por su carácter de célibe

virtuoso, del animador elemento femenino que de algún

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12 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

modo influyera simpatía o pasión en torno de él : la misma

figura blanca de las dos hermanas monjas se disuelve en

el tiempo con algo de intangibilidad, casi de inexistencia.

Le perjudica la carencia de aventuras, de cualquier tipo,

pues la fácil popularidad exige algo de tortuoso y sólo se

satisface y crece y perdura con el alimento del escándalo.

Le perjudica, en fin, la dura gracia que le fue dada de una

longevidad que sólo se calentaría de memorias en su largo

crepúsculo, mientras amigos y contemporáneos se rendían

a la muerte y el recuerdo de sus hechos se marchitaba en

manos de generaciones surgientes que se interesaban en

hacer su propia historia y no habían sido impresionadas

por la conmoción o el comentario que provocaran los su-

cesos del anciano tembloroso que rehuyó, además, el esplen-

dor arzobispal . . .

Biografías breves y juicios consagradores pero par-

ciales de Larrazábal apenas hay, como los apuntes necro-

lógicos publicados a raíz de la muerte, en diciembre de

1853, por la Gaceta de Guatemala (reproducidos por El

Imparcial en 1940) atribuidos por algunos a la pluma de

don José Milla; un folleto de 1859: Un recuerdo a la me-

moria del ilustrísimo señor doctor don Antonio Larrazábal,

por el presbítero bachiller D. José Antonio Urrutia y Jáure-

gui; los artículos que se le dedican en la sección intitulada

El Clero Católico, en la Revista La Fe, de 1895; dos en la

Revista El Ideal por don Pedro Arce y Rubio en 1912, yalgunos ocasionales como el de don Manuel Valladares —El

Doctor Fences Redish— en discusión con el Diario de Cen-

troamérica a propósito de cierta pifia de éste al publicar

un retrato del canónigo Castilla como del canónigo Larra-

zábal. En casi todos éstos y en otros trabajos semejantes

se sigue poco menos que a la letra el escrito de la Gaceta.

En la torrencial y perdida labor de don Víctor Miguel

Díaz se encuentran diversas referencias a Larrazábal, lo

mismo que las obligadas en los textos de historia general

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 13

que tratan de su época, debiendo hablarse aparte de la Re-

seña Histórica del doctor Lorenzo Montúfar. Francisco

Fernández Hall (Haroldo) sustentó en septiembre de 1928

una conferencia bajo el título de : Las Cortes de Cádiz y la

actuación de diputado por Guatemala en ellas, publicada en

diciembre del mismo año en Anales de la Sociedad de Geo-

grafía e Historia. El Libro de las Efemérides, de Federico

Hernández de León, dedica, por supuesto, cálido y debido

capítulo al procer (1929). Sofonías Salvatierra, de Nicara-

gua, habla abundante y encomiásticamente de Larrazábal

en el capítulo sobre las Cortes de Cádiz de su meritoria

obra: Contribución a la Historia de Centroamérica —mo-

nografías documentales, dos tomos— , Managua, 1939, que

agregó para el conocimiento de la participación de Larra-

zábal, y de toda Centroamérica en dicho congreso, valiosos

datos que estaban acá en olvido y él los obtuvo en el Archivo

de Indias. David Vela consagra a Larrazábal, comprensi-

vo y entusiasta capítulo en su Literatura Guatemalteca,

1943.

Y antes de hablar con más extensión de dos diferentes

aportaciones nacionales sobre el tema, precisa decir que

de referencias extranjeras poco cabe apuntar, porque o no

se conocen bien, o nunca fueron destacadas en la patria,

donde sólo se alude a ellas a bulto. Fernández Hall lo hizo,

por ejemplo, con las del Conde de Toreno —de cuya Histo-

ria habrán de hacerse copiosas citas en los presentes apun-

tamientos— . Del diario de las sesiones de las Cortes poco

se ha investigado en Guatemala hasta la fecha, y si en

España es sobremanera difícil encontrar colecciones com-

pletas de los años 11 a 14, lo es más aún en Guatemala

desde luego, donde sólo parecen quedar, dispersos tomos

aislados. Y no se diga nada de los periódicos peninsulares

de aquellos días, desaparecidos los más de sus ejemplares,

por suerte común a todos los impresos de ese género, pero

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14 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

también por obra de la enconada persecución de que fueron

objeto durante las reacciones fernandinas.

De época más reciente, debe señalarse cuando menos

el capítulo caluroso que corresponde a Larrazábal en los

presidentes americanos de las Cortes de Cádiz, trabajo de

Rafael María de Labra premiado en el certamen de la Real

Academia hispanoamericana, en 1912. Es excusado con-

fesar que saqueamos minuciosamente tan meritorio libro,

como las noticias atañederas a Larrazábal contenidas en,

La Imprenta en Guatemala, de José Toribio Medina, pu-

blicado en Chile en 1910.

En las desbordantes bibliografías española y europea

sobre los sucesos de España en la década en que se sitúan

las Cortes de Cádiz, podrían localizarse algunas alusiones

al diputado guatemalteco, pero es de presumir no se le con-

ceda sino reducida importancia: el localismo europeo fue

siempre, es, y sigue siendo, miope para apreciar figuras yhechos americanos aún los más salientes. Qué mucho si el

localismo americano también excluye o ignora, disminuyeo tergiversa datos sobre hechos y figuras de Guatemala.

Acerca de esto hay una larga experiencia, que no debe

decepcionarnos.

Pero es más. Papeles del propio Larrazábal no qu3-

dan muchos que se conozcan : algunos folletos y otros im-

presos de su época de gobernador del arzobispado, y, accs-

sibles, poquísimas cartas, y para eso de circunstancias u

oficiales. Su intimidad se escapa, pez inaprehensible. Muyvalioso fue el hallazgo de la documentación del congreso de

Panamá de 1826, dado a conocer en 1938, por cuanto hace

a la actuación de los diputados guatemaltecos doctores An-tonio Larrazábal y Pedro Molina, acervo publicado por

José Rodríguez Cerna en su importantísima obra: Centro-

américa en el Congreso de Bolívar —contribución docu-

mental, inédita, para la historia de la primera asambleaamericana— . Este libro del gran escritor guatemalteco

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 15

enriqueció de verdad la cuantiosa pero por lo regular par-

cial bibliografía del congreso, cuya historia a pesar de

dicha abundancia estaba incompleta antes de tan capital

aportación.

Del mismo año de 1938 es otra aportación guatemal-

teca que tiene que ser aprovechada intensivamente por

cuantos estudien los sucesos de la independencia de la

América Central, enraizada naturalmente con los sucesos

de la liberación de España de la invasión napoleónica, epi-

sodio trascendental de los cuales fueron las Cortes de Cádiz

<iue tan distinguidamente figuró el diputado guatemal-

teco Larrazábal.

En abril de 1933, en efecto, inició el profesor J. Joa-

quín Pardo, Director del Archivo General del Gobierno, en

el Boletín que por entonces editaba con regularidad, AñoIII. N9 8, la publicación de una serie de documentos, muycopiosa, acerca de la "cooperación" de Guatemala en la

independencia de Centroamérica, con el objeto de que los

estudiosos de la historia patria pudieran tener a la manola fuente para escribir sobre aquel acontecimiento y acerca

de los hombres que desde 1808 trabajaron por la libertad.

Con lo cual se conseguiría desvanecer errores transmitidos

de continuo, honrar a quienes lo merezcan, poner a luz

hechos y figuras opacados u omitidos en la historia parti-

dista o superficial que se nos ha enseñado, y en el caso par-

ticular desechar la idea errónea de que la independencia

nada costó a Guatemala y se obtuvo sencillamente con la

firma del acta del 15 de Septiembre, olvidando y menospre-

ciando sacrificios anteriores y posteriores a esa fecha car-

dinal.

La mayor parte de los documentos en referencia eran

generalmente poco conocidos, si no del todo desconocidos,

e inéditos muchos. Su publicación ordenada constituyó

recomendable servicio a la historiografía guatemalteca,

centroamericana, continental. Como era de rigor, figuran

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16 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

en esa documentación numerosos escritos alusivos a la

elección y trabajos del señor Larrazábal como diputado a

Cortes. Aportan grandes luces al conocimiento de las cir-

cunstancias en que fue designado, de las instrucciones de

toda especie que le fueron dadas por sus comitentes, y de

la manera como se desempeñó en el elevado cargo, con

honor para Guatemala y pública utilidad para España yAmérica.

En la colección mencionada se incluyen las reales ór-

denes sobre la abdicación de Carlos IV, la asunción de

Fernando, la doble abdicación de Bayona, etcétera, y las

actas y puntos de actas sobre la gallarda postura asumidapor el Ayuntamiento y demás autoridades coloniales en re-

lación a esos sucesos: Guatemala y sus provincias se com-portaron con entereza y uniformidad en tales trances comopor desgracia no lo hicieron ya independientes, salvo en

la magnífica gesta contra el filibustero, al promediar el

siglo XIX.

Inclúyense también en la indicada colección las pro-

videncias tomadas ante los problemas derivados de la anó-

mala situación creada, oficios de las juntas de gobierno de

España, medidas de guerra, y muchos documentos másque sería prolijo cuanto innecesario enumerar, y menosextractar aquí. Para el objeto de señalar la figuración

de Larrazábal, nos reduciremos a las más escuetas men-ciones que sea posible, remitiendo para su ampliación ypormenor a los lectores interesados, a esa rica fuente: no

se agradecerá bastante el haberla puesto a tan fácil alcance.

La nota discrepante, pero hay que confesar que nece-

saria en los juicios y apreciaciones sobre el canónigo La-

rrazábal la da, era de esperarse, el doctor don Lorenzo

Montúfar en su, por tantos conceptos, valiosísima Reseña

Histórica pero inaudita explosión de pasiones.

Los juicios del doctor Montúfar tienen que ser puestos

inevitablemente, en todos los casos, en cuarentena. Es

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 17

imprescindible decantarlos cuidadosamente, para que dejen

fuera sus densos sedimentos de partidismo y sectarismo:

el que tanto condena la pasión de partido, es el historiador

más apasionado y partidista, uno de los más violentos de

América del siglo pasado, que ya es decir. Entregó las

dotes de su soberbio talento, su erudición y su facundia

al quebrantamiento implacable, sin cuartel, de sus adversa-

rios, sus enemigos, la sombra que le perseguía en el día yen la noche: los "serviles" —conservadores, retrógrados,

reaccionarios . . . feudales— y a la de cuanto de algún mo-

do estuviese tocado o contaminado de "servil", y a la deifi-

cación de sus caudillos, Morazán, Barrios, los liberales sal-

vadoreños y los liberales guatemaltecos, más a éstos con

estrecha deducción de sus errores.

Su temible verbo de fuego, anticipo dialéctico de los

lanzallamas de las modernas guerras, hizo estragos irrepa-

rables en las filas y reputación de los hombres de "los

treinta años". Es verdad que nunca se detuvo a tratar de

comprenderlos: su misión histórica era destruirlos, y lle-

vaba prisa. La injusticia, hija bastarda de la pasión, acom-paña a sus aciertos, y, a menudo, les gana toda delantera

y señorea el mundo de su historia.

Al señor Montúfar hay que leerle situándose en su

hora y en su línea de combate : comprender —comprender

:

¡cuan difícil cosa!— su enardecimiento. Y no hay que

olvidar que hizo mucho bien, si bastante mal, a la juven-

tud a la que se le dio por maestro incontrovertible de la

historia nacional de una época, justamente la época que él

combatía, los protagonistas, los actos, las instituciones, que

él aniquilaba. Ni regatearle méritos ni excusarle injusti-

cias. El no estar de acuerdo con él, no debe cegar para

no reconocer su razón y su verdad y sus cualidades; pero

concederle el crédito absoluto y la infalibilidad que le hanconcedido historiadores políticos y repetidores de ligera

pluma, es no querer ver cómo la pasión que lo inflama

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18 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

contornea los acontecimientos que narra y deforma los jui-

cios, fogosos, rotundos, inapelables, que emite, así sobre los

ángeles de las tinieblas, los "serviles" sus enemigos, como

sobre los ángeles de la luz, los liberales, sus amigos, cuyos

lejanos epígonos lo designarán patriarca del liberalismo

guatemalteco.

Si no ha sido muy fecunda la exégesis del patricio

Antonio Larrazábal, la ocasión del primer centenario de

su muerte y el surgimiento de activos investigadores e his-

toriógrafos más metódicos que los del pasado y más des-

nudos de prejuicios, en lo posible, permiten hacer esperar

que se harán ahora y en lo venidero indagaciones ahonda-doras encaminadas a revivir y a revalorar esa figura his-

tórica, alumbrando con nuevas luces su tiempo, tan sumidoen convencional tiniebla, y saldrán a la estampa trabajos

valiosos, dignos de su tema.

El modesto ensayo que aquí se emprende sólo aspira

a reunir provisionalmente y señalar numerosos datos ais-

lados, sueltos, a veces inconexos del todo, de la vida de La-

rrazábal, menudencias tal vez, con la forzosa reproducción

o indicación de otros datos y documentos más conocidos, ypasajes de ajenas obras, de forma que puedan ser de algu-

na utilidad a quienes, capacitados, deban escribir sobre la

materia. Por esto no se apetece originalidad, galanura li-

teraria ni ningún otro mérito adjetivo: deliberadamente

se hace uso y abuso de las comillas, casi exclusivo trabajo

que, con hilvanes necesarios y breves intermedios de refle-

xiones acaso impertinentes, acusará la mano del autor.

No aspira tampoco a sublimar el pasado y menos a

presentarlo de modelo para el futuro. Harto sabe el autor

que los guatemaltecos de ayer no fueron en todo mejores

que los de ahora, ni podría esperar que la lección de los

errores de aquéllos sirviera de mucho a los nuevos ciuda-

danos para ahorrarse y ahorrar a la patria funestas repe-

ticiones. Pero cree que precisa y conviene conocer más al

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL lt

por menor el pasado, y de él, la acción de los hombres

selectos. Y debe declarar que no desea ni se propone hacer

apología alguna, por el carácter religioso del protagonista,

de la Iglesia católica: sería el menos indicado y el másinepto para ello.

Ambiciona sí, puede confesarlo, que este sea un home-naje más, cuan humilde resulte, al antigüeño ilustre quecon su saber, su discreción característica y múltiples otras

prendas de su carácter y virtudes de su espíritu, ambasreconocidas justicieramente de sus contemporáneos, enal-

teció el nombre de Guatemala en la madre patria en unode los más trascendentales momentos de su dramático siglo

XIX, penetrando de lleno en su historia, que es historia

nuestra alcanzando el honor de presidir sus cortes e in-

fundir en los votos de éstas con notable acierto, y no dice

desinterés, porque impulsábalo un alto interés patriótico

y americano, cuando no, sencillamente un noble interés hu-

manitario, de hombre de bien, de eclesiástico rectilíneo yde español americano educado bajo indudables influencias

de la Ilustración: con todo lo bueno y progresivo y todo lo

aventurado y discutido de la Ilustración.

Discúlpese que en esta parte de la inspiración del ho-

menaje se mezcle un tanto cuanto al tributo nacional ynacionalista del centenario y predomine un poco tambiénel impulso "terronista", del mínimo escritor antigüeño al

máximo antigüeño conmemorado. Lo que bien sabe que

no podrá disculparse es el tedio que provoque la forzosa

y desmañada prolijidad y redundancia de estas notas, ysus demás notorias deficiencias.

Y, en fin, una advertencia indispensable. Las más de

ias fuentes que aquí se citan y aprovechan con usura, y son

muchas, originarán lo que de apreciable pueda tener este

trabajo: débense a generosa solicitud y colaboración inva-

luable que nunca podrá agradecer bastante el glosador quede ellas se beneficia. Y más cuando a la gratitud impa-

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20 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

cíente de cumplir con el deber de expresarse, siquiera en

voz baja, se le sellan amistosamente —habría de decir:

despóticamente— los labios . . .

Primeros años. Genealogía de estudios y de honores

Se le recordaba, todavía muchos años después de su

muerte, recorriendo una y otra vez, grave y pausado, las

naves procesionales de la Catedral, solemne y uncioso, abs-

traído en inacabables meditaciones que interrumpirían tí-

midos los saludos reverentes y las sonrisas afectuosas de

los fieles que entraban a orar al templo, habituados a aque-

lla presencia tutelar.

El señor Larrazábal, en las horas tranquilas y doradas

de su ancianidad dilatada, dejaría discurrir su pensamiento

bajo el encanto arquitectónico de su iglesia amada e im-

ponente, y el tumulto de sus recuerdos se le apaciguaría

en la luz tamizada que se derramaba sobre los grandes

lienzos y sobre el oro de los altares, el gris aplacador de

la piedra del tercio bajo de las pilastras y las losas del

pavimento. Grata tonalidad aquella de la piedra y la pintu-

ra que hacían vibrar la inmaculada blancura de cal. Blan-

co, gris, oro. Nada desentonaba en algazara de colores

mundanos. La plata y el oro apagaban sus resplandores

benignamente, y en los días de fastuosas festividades en

que la noble cera de Castilla ardía en profusión, los cortina-

jes de Damasco guarnecidos también de oro, no detonaban

de suntuosidad sino comunicaban al conjunto una cálida

nota de severidad. El ambiente se llenaba de fragancias,

de flores e inciensos, sobre todo en los mayos estremecidos

de cánticos a María, en el fausto del Corpus, el día de San-

tiago, el 15 de septiembre, y sólo las ricas arañas tintinean-

tes de almendrones de cristal en que se multiplicaban los

Page 23: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 21

reflejos de concentrados iris ponían, tal vez, una ráfaga

lidad encantadora.

El señor Obispo de Comana que inalterable en su hu-

mildad no aspiró a ser el Arzobispo de Guatemala, se sen-

tiría en sus glorias, en los lentos años de su ocaso, respi-

rando la pacífica gracia de aquel recinto, al abrigo de las

pasiones y asechanzas del mundo que tan de cerca había

conocido y tan de hondo le habían herido. "Moreno" (¿mo-

reno?), "de pupilas oscuras y pelo corto, boca contraída

de carnosos labios, reveladora de firme carácter; cejas ymirada que denotaban la seriedad del ánimo y lo incon-

trastable de las resoluciones", lo pintaba, prestando los por-

menores fisonómicos a referencias tradicionales, a las de

la vieja Gaceta, a las sugestiones de los retratos subsisten-

y un tanto también a la paleta de la imaginación, don

Manuel Valladares, ya en este siglo. Sí. Los datos de esa

semblanza sin duda podían verificarse, o deducirse., frente

a los dos retratos conservados del canónigo penitenciario,

no limpios tampoco de sospechas de infidelidad: el másconocido y repetidamente publicado, el que grabó en cobre

la pericia artística de José Casildo España para la tarja

de graduación en Derecho Civil de don Juan Fermín de

Ayzinena (19 de octubre de 1810, con dedicatoria del gra-

duando a Larrazábal) —la mano aferrada al breviario al

pecho: caballero de la mano al pecho— ,prolija leyenda de

títulos y cargos, armas nobiliarias —¿suyas?— , y sendas

ramas envolventes, aún más alusivas que los blasones: de

laurel la una, de olivo la otra; el segundo, aquel que prefe-

ría Valladares, como mejor efigie, un lienzo que se encuen-

tra en la sala capitular de la Catedral de Guatemala, tam-

bién con escudo muy decorado, libro en la diestra y en la

siniestra tarja que declara su nombre recargado de apelli-

dos, la fecha de su nacimiento y la de su salida para Espa-

ña, lo cual permite colegir su época.

Page 24: Brañas - Antonio Larrazabal

22 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Hubo cuando menos otras dos figuras de Larrazábal:

el retrato que se mandó reponer en la sala del Ayuntamientoen 1820 (si tuvo efecto la disposición, que cuántas seme-

jantes no lo tienen nunca, quedando de ellas sólo el recuer-

do en una pasajera efusión pública u oficial), y el meda-

llón de relieve con que lo honró la Sociedad de Amantes de

la Patria, de la cual fuera designado socio honorario. Este

medallón, según memoria de 1861 de la entidad, ya por en-

tonces denominada "Sociedad Económica de Amigos del

País" y con ilustre aunque interrumpida tradición, hallábase

en la fachada del edificio social terminado poco antes, yera uno de los seis que la condecoraban: con ellos se hon-

raba a tres fundadores: Villaurrutia, Dighero y Liendo y

Goicoechea, y a tres directores eminentes que fueron de

la sociedad: Larrazábal, Castilla y Valle.

Si el paradero del retrato municipal se ignora, es fácil

suponer la destrucción de estos medallones "reaccionarios"

al modificarse para otros usos el edificio, del cual se apro-

pió el Estado durante la reforma liberal. La dicha refor-

ma gustaba de los edificios, tanto mejor si eran de conven-

tos, pero no de sus edificadores: no transigía en esto con

vestigios del pasado, así se tratase de eximios guatemalte-

cos benefactores del país. Una condena más para Larrazá-bal. Y no ha de extrañar que don Lorenzo Montúfar viese

en la Sociedad Económica de Amigos del País, como en el

Consulado de Comercio y otras instituciones del caído ré-

gimen, simplemente una estantigua, un anacronismo, cosas

así. Con otras gafas, las ultramontanas, el magno donMarcelino Menéndez y Pelayo miraría en esas sociedades

baluartes del enciclopedismo nefando asentados en mediode la tradición española por galicanistas y utopistas entre-

gados a Voltaire, D'Alembert y Rousseau . . .

Nació Antonio Larrazábal el 8 de agosto de 1769 enla capital del reino, hoy Antigua: es decir, cuatro añosantes de la ruina de 1773 que decidió el traslado de la ciu-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 23

dad al Valle de la Ermita, donde se fundó la Nueva Guate-

mala de la Asunción en 1776.

Venía emparentado con las más prominentes familias

del país, así por raíz paterna como por línea materna. El

padre, don Simón Larrazábal y Gálvez había nacido en An-

tequera, Oaxaca, hijo del Capitán don Simón de Larrazá-

bal, oriundo de San Milán de la Cogulla, Logroño, y doña

Francisca Gálvez Corral, hija de Bartolomé de Gálvez Co-

rral Carmona y Paniagua, nacido en Málaga el 20 de marzo

de 1659, y muerto el 16 de mayo de 1715, y doña Francisca

Barón de Berrieza y López Ramales nacida en 29 de mayode 1673, que casaron en el Sagrario el 29 de junio de 1688.

Don Simón se avecindó en Guatemala y fue alcalde en 1762,

regidor perpetuo de la ciudad y correo mayor del reino,

empleo en aquel tiempo muy conceptuado K

La madre fue doña María Ana Arrivillaga y Montúfar,

nacida el 11 de mayo de 1739 y muerta el l9 de septiembre

de 1801, hija de don José Manuel Arrivillaga Roa y de doña

Luciana Montúfar y González Batres, casados el 8 de di-

ciembre de 1733.

El matrimonio tuvo 9 hijos, en este orden: Francis-

co José Larrazábal y Arrivillaga (19 de octubre de 1762)

María de las Mercedes Clara (5 de septiembre de 1764)

María Josefa (10 de junio de 1766), profesó de clarisa

José Ignacio (21 de abril de 1768), teniente de milicias

Antonio (8 de agosto de 1769 y murió 2 de diciembre de

1853), canónigo penitenciario; María del Pilar Micaela

(6 de mayo de 1771) ; Mariano (26 de julio de 1772) ; Ger-

trudis (3 de febrero de 1776 y murió 12 de mayo de 1802) ;

1 Otro diputado americano a Cortes y primer ministro del Perúal Congreso de Panamá, don Manuel Pando, fue también hijo deun correo mayor, y él mismo lo fue a su vez tras haber servido

otros distinguidos cargos, entre ellos el de ministro de relaciones

de su país.

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24 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

y Mariana (19 de julio de 1777), quien también entró en la

religión como clarisa.

Únicamente Gertrudis tomó estado matrimonial, ca-

sando el 8 de diciembre de 1795 con don José del Barrio

González, originario de Málaga, abogado y oidor de la

Audiencia, hijo de Juan del Barrio y Cotes y Teresa Gonzá-

lez y Sáenz: procrearon cuatro hijos, de los cuales tres

varones actuaron en la diplomacia : José María del Barrio

y Larrazábal, quien casó en México y dejó descendencia;

Felipe Neri (30 de mayo de 1797 y murió 2 de abril de 1864

en México), se graduó de abogado en 1818 y en 1824 se

desposó con doña Rafaela Rangel y Fagoaga, segunda con-

desa de Alcaraz y tercera marquesa del Apartado; Rafael

(1798 y muerto en México el 27 de abril de 1854). Se

graduó también de abogado en 1818 y fue el secretario de

Larrazábal en el Congreso de Panamá; Concepción, esposa

del Coronel José Francisco Valdés y Lacunza, uno de los

emigrados de 1829; no dejó sucesión.

Tanto en los retratos mencionados como en la tumbade Larrazábal en las bóvedas de la Catedral Metropolitana,

debajo de la Capilla de Nuestra Señora del Socorro, éste

podría decirse una bella miniatura a colores, se ostentan

escudos de armas. A solicitud nuestra, sobre datos de los

apellidos Larrazábal y Arrivillaga, el distinguido heral-

dista español don Antonio Nieto de León, que ha popula-

rizado en diversas naciones americanas, y desde luego en

España, el seudónimo de Antonio de la Rábida en trabajos

muy meritorios de recopilación y divulgación genealógico-

heráldica de apellidos de España —vale decir de América

y de investigación en archivos, bibliotecas, hemerotecas ymuseos, tuvo la gentileza de proporcionarnos los siguientes

datos

:

Las armas corresponden al apellido Larrazábal, "o

sean, en campo de plata, dos fajas de sable (negras). Bor-dura de gules (roja) con ocho rosas de plata" no viéndose

Page 27: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 25

las armas de los Arribillaga en los demás cuarteles, en las

copias defectuosas que de los retratos pudimos enviarle,

señor de la Rábida se sirve indicarnos que el apellido

Arribillaga se encuentra escrito con b, a diferencia denuestra costumbre americana que sustituye esa letra porla v dental. A ,< regaremos que en todos los papeles consul-

tados, hasta de muy adelantada la segunda mitad del siglo

pasado, y en las firmas autógrafas del doctor Larrazábal,

este apellido nunca aparece con tilde. He aquí las notasdel culto genealogista y heraldista:

«Larrazábal.—El linaje Larrazábal es vasco y muynoble y antiguo. Es apellido compuesto, pues Larra en

vasco significa lirio del campo, yerba medicinal y también

pasto, y zabal, anchuroso y de gran dimensión.

Tuvo casa solar infanzona en la anteiglesia de Guecho

de la antigua merindad de Busturia del partido judicial de

Bilbao, en Vizcaya.

El año 1393, en la lucha de la Atalaya en Bilbao, lu-

chas que sostenían las banderías de las familias de Zurba-

rán y Leguizamón, murió el caballero don Juan de Larra-

zábal.

El apellido se extendió primeramente por el norte de

España, pasando más tarde a América.

Doña Juana de Larrazábal, nacida en Buenos Aires yoriginaria de la casa de Guecho, fue esposa del Marquésde Sobremonte y Virrey del Río de la Plata y de las perso-

nalidades más ilustres que ostentó apellido en América fue

el ilustre procer guatemalteco don Antonio Larrazábal yArribillaga».

«Arrivillaga.—Según los tratadistas Juan Baños de

Velasco, en su "Nobiliario General"; Juan Carlos de Gue-

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26 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

rra en "Estudios de Heráldica Vasca" y también en el

"Nobiliario Vascongado" manuscrito que se conserva en

la Biblioteca Nacional de Madrid, el apellido de Arribillaga

es vasco y tuvo su primera casa solar en Irún Iranzu, en

Guipúzcoa.

Todos los tratadistas señalan a este apellido las si-

guientes armas: en campo azul, una banda de oro, engo-

lada en cabezas de dragones del mismo metal y acompa-

ñada de dos flores de lis, una en lo alto y otra en la parte

inferior de la banda».

Primer acto público y social de Antonio Larrazábal es,

naturalmente, en familias y tiempos tan catolicísimos, el de

su bautismo.

"Cual correspondía a la elevada posición de los padres

del recién nacido —dice don Pedro Arce y Rubio—, el

bautizo de éste se efectuó con gran pompa en la Santa

Iglesia Catedral Metropolitana, el día 17 del mismo mes(del de su nacimiento), oficiando como bautizante, con

beneplácito del cura semanero, el señor chantre doctor don

Miguel de Montúfar, ilustre tío abuelo de aquel niño que

recibió los nombres de Antonio Justo José de las Mercedes,

y a quien apadrinó en aquel solemne acto el muy ilustre

señor deán de la S. I. M., doctor don Francisco José de

Patencia".

Hacen notar los biógrafos que Larrazábal, como su

familia más inmediata, no tuvo grandes bienes de fortuna,

pero que supo vivir como si los tuviera, y sí protectores

eficaces y relaciones preciosas, tal el Obispo de Honduras,

Monseñor Cardiñanos, y luego el de León, don Juan Félix

de Villegas, más tarde Arzobispo de Guatemala. Indican

asimismo que se advirtieron tempranamente las inclinacio-

nes del niño al estudio, y la firmeza de su carácter. No

Page 29: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL

sonría el incrédulo. Es suerte de los buenos biógrafos

que la infancia de los grandes hombres descubra siempre

indicadoras precocidades.

Afírmase que fue alumno del Colegio de San Francisco

de Borja, de dilatada memoria en los anales de la instruc-

ción guatemalteca, fundado por los jesuítas en 1700, dícese

que figuró en él entre los sobresalientes.

(En trabajo posterior a la publicación de estas notas,

el Presbítero Carmelo Sáenz de Santa María, S. J., escri-

bió: "Tal vez inició sus estudios entre los belemitas o en

el edificio, casi intacto, del Seminario Tridentino; no es

posible los hiciera en San Borja porque éste había quedado

completamente deshecho". ¿El Colegio de San Borja sub-

sistió a la expulsión de los jesuítas? Es de lamentar que

los biógrafos más cercanos no hayan puntualizado estos

hechos. El autor citado añade que Larrazábal comenzó

sus estudios de Filosofía a los trece años y a los diez y seis

presentó su examen y ganó su Bachillerato en Artes; que

sus tesis de examen fueron aprobadas por el franciscano

Fray Félix Castro, O. F. M. El Imparcial, 7 de diciembre

de 1953).

Graduado de Bachiller en Filosofía en 1785 y en Teolo-

gía en 1789, siguió la carrera sacerdotal a que se sintió

atraído para siempre, recibiendo el orden del subdiaconado

en 1790 de manos del Arzobispo (1779-1792) don Cayetano

Francos y Monroy, prelado de insignes méritos a quien

mucho debió Guatemala en materia de enseñanza, de bene-

ficencia, y en la construción de sus principales primeros

templos: Larrazábal, joven, veía crecer con él la ciudad,

que apenas tendría unos veinte mil habitantes (el padrón

Page 30: Brañas - Antonio Larrazabal

28 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de 1795 le atribuía 24,434, cifra que Valle hará subir esti-

mativamente a treinta mil por los años 20), y como a tocia

la juventud de su época, llamada a vida tan agitada, el

esfuerzo constructor le animaría energías y le despertaría

ideas y esperanzas. El sino de esa joven generación, según

ocurre con todas aquéllas que en la etapa de su formación

espiritual atraviesan por una catástrofe o una gran crisis

colectivas, la empujaría a la inquietud, a la apetencia de

las grandes acciones y al peligro de los grandes fracasos:

fue la generación de la independencia y de las tormentas

y el desastre de la república federal.

En agosto de 1791 se ordenó de diácono, y, terminados

sus estudios eclesiásticos y Licenciado en Teología en 1792,

en Cánones en 8 de febrero de 1793 en la Real y Pontificia

Universidad de San Carlos Borromeo, se graduó en Leyes

el 15 de abril de ese último año y hubo de marchar a León,

Nicaragua para recibir allí el presbiteriado, del Obispo

Villegas, por muerte del prelado guatemalteco en julio an-

terior y hallarse en consecuencia vacante la sede.

El señor don Juan Félix de Villegas, promovido en 22

de septiembre de 1793 al arzobispado metropolitano (1794,

hasta su muerte el 3 de febrero de 1800), supo apreciar el

talento y las dotes de Larrazábal y trájolo consigo de fa-

miliar; poco más tarde lo designó su secretario de cámara

y gobierno, cargo que desempeñó con lucimiento durante

toda la prelacia del señor Villegas, abriéndose con ello bri-

llante camino y haciendo honor al honor recibido.

Pondera el señor Urrutia y Jáuregui en su opúsculo

biográfico el reconocimiento del sacerdote al pastor: la

gratitud fue siempre rasgo característico en Larrazábal,

que mucho le enaltece; tendrá otras oportunidades de de-

mostrarlo particularmente en el escabroso caso del señor

Page 31: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 29

Casaus y Torres. ' Vivió siempre reconocido al ilustrí-

-imo señor Villegas, escribe el autor citado, y cuando ha-

blaba de este benemérito prelado, se gloriaba en llamarle

amo y señor, trasluciéndose en su semblante el amor y

peto que profesaba a su memoria". En las exequias que

t le hicieron en 18 de noviembre de 1800, el doctor Anto-

nio Larrazábal, cura rector del Sagrario de la S. I. C, pre-

dicó el sermón fúnebre, que se imprimió en 1804 por Aré-

valo con grabado en cobre de Villegas en la portada.

(En diciembre del año 1796, el señor Villegas hizo la

;i ion de los desposados don Joseph del Barrio y doña

Gertrudis Larrazábal y Arrivillaga en su oratorio, asociado

de los doctores y maestros don Juan José González Batres,

deán de la metropolitana, y don Juan de Dios Juarros,

chantre de la misma: el joven secretario recibiría en esa

oportunidad una doble emoción, eclesiástica y familiar. Aél mismo le correspondería, el 31 de mayo de 1797, con

beneplácito del cura semanero, hacer los exorcismos, poner

óleo y bautizar solemnemente y poner crisma a un infante

pacido el día anterior, hijo de aquellos esposos, Felipe Neri

Fernando, a quien andando el tiempo vería ministro de

Guatemala y encumbrado a distinguida posición social en

México).

Continuó Larrazábal sus estudios y se doctoró en Teo-

logía y Derecho Pontificio (12 de febrero de 1797), "Aman-

te de las ciencias, y especialmente de las que pertenecían a

su carrera, comenta Urrutia y Jáuregui, procuraba culti-

varlas en sí por medio de un asiduo estudio, de cuya ma-

nera logró adquirirse el renombre de sabio y ser condeco-

rado con la borla de doctor en sagrados cánones, y tan

luego como entró a formar parte del ilustre claustro de

Page 32: Brañas - Antonio Larrazabal

SO REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

doctores, conociendo éstos su distinguido mérito y relevan-

tes prendas, fue nombrado rector de la Real Universidad

de San Carlos", (para el año de 1805). "Grandes fueron

las mejoras que durante su época rectoral introdujo en

este asilo de las ciencias, dedicando en su favor todo el

tiempo que le dejaban libre las ocupaciones de su apostó-

lico ministerio".

Había obtenido, por oposición en 1797, el curato rec-

toral de la Parroquia de los Remedios, y en 1803 la rectoría

del Sagrario de la Catedral 2. En 1810 obtuvo la elevada

dignidad de canónigo penitenciario en el cabildo eclesiás-

tico metropolitano. "Publicados los edictos para los exá-

menes de oposición —dice Sofonías Salvatierra, documen-

tado en el Archivo General de Indias, Audiencia de Gua-temala, 489—, concurrieron los presbíteros Buenaventura

Rojas, Antonio Larrazábal, José Valdés, Crisanto Tejada

y Antonio Cróquer. Larrazábal sostuvo su tesis el 16 de

junio de 1809, a las siete de la mañana, en presencia del

arzobispo elector, del Cabildo eclesiástico y muchas per-

sonas distinguidas particulares y eclesiásticas. La mate-

ria que desarrollaban los opositores, era tomada del Libro

de las Decretales, en los lugares en que un niño picaba

tres veces con un cuchillo. Larrazábal venció en la justa,

2 El Presbítero Doctor José Mariano Méndez —de grata recor-

dación en El Salvador—, asumió el cargo de cura rector más anti-

guo de la Parroquia del Sagrario. En lo proveído consta que con-

forme a la última relación de beneficio más antiguo del Sagrario,

que libre de todo gasto producía setecientos treinta pesos, se le

reguló de mesada sesenta pesos con seis y medio reales, que con

once pesos correspondientes al diez y ocho por ciento de conducción

hacía setenta y uno y seis y medio reales, cantidad que de noenterarla desde luego, debía afianzarla dentro de cuatro meses.

Cifras y requisitos impositivos que debieron corresponder en su

turno al señor Larrazábal.

Page 33: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 31

y fue electo canónigo penitenciario de la Catedral Metro-

politana de Guatemala".

Al trámite que se cumple para la colación del alto cargo

capitular, después de la presentación real hecha de acuerdo

con preceptos del concordato de 1753 en vigor, pertenece el

siguiente documento:

"El Dr. D. Antonio Larrazábal cura más antiguo del

Sagrario de esta Sta. Yglesia Metropolitana, como más

haya lugar ante V. S. digo: que como parece del Rl. Des-

pacho qe. manifiesto, se ha servido el Rey Ntro. Sor. de

presentarme para la Canongía Penitenciaria de esta misma

Sta. Yglesia; y adeudando por esta gracia la media annata

de su renta, para asegurarla en competente forma, propon-

go por fiador al Sor. Márquez de Ayzinena, de notorio

abono y facultades qe. firma con migo. Y por tanto —A V.S.

suplico se sirva admitir esta fianza, y mandar que puesta

la razón necesaria en el Rl. Despacho, se me devuelva para

el uso de mi Derecho, qe. en todo reciviré merced &a.—An-tonio Larrazábal—El Marques de Ayzinena".

"Por presentado el Real título que acompaña : admíta-

se la fianza que propone para el seguro pago de la media

annata que corresponde a la canongía penitenciaria, que

deberá satisfacer dentro del término de dos años sobre que

se ratificará a continuación, y puesta razón en el mismoReal Despacho, devuélvase al interesado para que ocurra

por la colación, poniéndose en noticia de los Sres. Ministros

Generales de la Real Hacienda.—Carbonell".

"Al decreto que antecede, lo proveyó y firmó el Sr. Dr.

Dn. Antonio Carbonell, Chantre de esta Sta. Yglesia Me-

tropolitana, y sub-colector de medias annatas y mesadas

eclesiásticas de este Arzobispado, en la Nva. Guatemala

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32 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

a quince de junio de mil ochocientos diez, de qe. doy fe.

J osé Franco. Gavarrete" 3.

El año de 1810, será para Larrazábal un gran año de

su vida sacerdotal, a la puerta de una nueva vida, inespe-

rada, la política. El 31 de diciembre de 1809 ha muertoel Arzobispo, Doctor don Rafael de la Vara de la Madrid,

a los dos años justos de su apostolado. El canónigo peni-

tenciario es elevado a provisor, vicario capitular y gober-

nador de la arquidiócesis. Con tan respetables títulos ecle-

siásticos y uno civil que por primera vez lo usa un guate-

malteco y un eclesiástico, encabeza el 11 de septiembre

de 1810 un edicto sobre dispensas matrimoniales: "Nos el

Dr. D. Antonio Larrazábal Canónigo Penitenciario de esta

Santa Yglesia Metropolitana de Guatemala, Provisor, Vi-

cario Capitular, Gobernador del Arzobispado, y Diputadoa Cortes por el Muy Noble y Leal Ayuntamiento de esta

Capital, por quanto . .. ".

3 En enero de 1813 se dirige una comunicación al subcolector

de mesadas y medias anatas en cumplimiento de lo asentado enReal Cédula de 1777 "y con la justa mira de proveer a la falta

de caudales que, aun para sus más precisas atenciones, hay en esta

tesorería general del erario público" haciéndole presente habervencido el plazo para satisfacer la mesada del Arzobispo, señor

Casaus, y las medias anatas del maestrescuela Doctor BernardoPavón, del penitenciario Doctor Larrazábal, la del señor Carbonell,arcediano, y del Doctor Isidro Sicilia, por el deanato. Se muevetoda la maquinaria de la contaduría real de diezmos para presentarlos estados del quinquenio a efecto de sacar la renta anual de la

mitra y dignidades y canonjía en la gruesa decimal del arzobis-pado deducida de los repartimientos formados, etcétera. De las

complicadas cifras se tenía que a la del penitenciario tocaban al

año tres mil cuarenta y tres pesos siete y tres cuartillos reales yque había tomado posesión el canónigo señor Larrazábal el 24 dejunio de 1810, debiendo como todos cubrir la media anata, quese le reguló en mil quinientos veintiún pesos siete y tres cuartillos

reales. Esta y otras cantidades de los dignatarios parece que aunestaban pendientes por agosto del año referido. Por lo que toca a

Larrazábal, ausente, tuvo que hacerse saber el caso a su apoderadoel marqués de Aycinena para efecto de su cubierta. (La mediaanata, como se sabe, era el descuento de la mitad de la renta enel primer año de un beneficio, a favor del fisco).

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 33

Llegaba con todo esto a la cumbre de su nombradla

local y honores sacerdotales. Pero propiamente entonces,

a los cuarenta y un años de su edad, comenzaba su gran

carrera y notable figuración, su deslumbrante paréntesis

de vida política como diputado a las Cortes españolas, ydiplomática, como ministro luego en el Congreso Americanode Panamá. Altos honores le esperaban, pero también

amarguras de un largo vía crucis: como siempre, bajo la

rama de laurel, la corona de espinas. Los hados sonrien-

tes que se complacían en agasajarlo, le harían conocer toda

su hiél y toda su crueldad. Pero, mientras tanto. . .

La España de Fernando VIL Repercusiones en Guatemala

Es insoslayable dar para fondo del cuadro de la actua-

ción del diputado por Guatemala, siquiera concentrado

resumen de la situación de España y sus dramáticas vicisi-

tudes de los años que determinaron la reunión de las Cortes

extraordinarias de Cádiz. Por muy sabido que todo esto

sea de las historias generales.

Gobernaba España y sus Indias desde 1788 a la muerte

de Carlos III su hijo Carlos IV (1748-1819), Rey bonda-

doso e inepto, subyugado a la voluntad y designios de su

esposa, la Reina María Luisa, y del favorito don Manuel

Godoy, un día guarda de corps, al otro Príncipe de la Paz

y Arbitro del Imperio.

La política de alianzas funestas con Francia —mo-

nárquica o republicana— contra Portugal, cuya división

y reparto convinieran secretamente por el Tratado de

Fontainebleau en octubre de 1807, y contra Inglaterra, másun cúmulo de otros desaciertos, llevaron a España bajo ese

reinado a desastrosa situación, hasta producirse la cons-

piración del Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII,

contra su padre, y el motín de Aranjuez (17 de marzo de

1808), episodio de aquélla, contra Godoy.

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34 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

El descontento general y el ansia de salir de la en-

crucijada, hacían suponer en esos hechos la aurora de una

etapa mejor, y en la persona de Fernando —foco ya de

activo proselitismo— , un salvador. De donde el epíteto

de El deseado con que se le apellidó y que él sabría infamar

y encenagar tan cuidadosamente.

Para salvar a Godoy de los subditos amotinados, Carlos

IV abdica en Fernando el 19 de marzo de 1808 (se dirá

un día en Guatemala, en la tribuna de la Sociedad Económi-

ca de Amantes de la Patria, cuando fué restablecida, e hiper-

bolizando la bondad borbónica (bien típica debilidad, de

consecuencias trágicas) que Carlos de tan bueno que era,

no había sabido gobernar, y su mejor acto de gobierno

había sido adelantar el reinado de Fernando . . . para fe-

licidad de sus vasallos: la Sociedad tenía buena cuenta de

agravios que cobrar al soberano que la había clausurado).

Sin embargo, el 21 Carlos se retracta, aconsejado por

los franceses que, a pretexto de su alianza e ir a batir a los

portugueses, habían ocupado prácticamente la península

burlando la buena fe real, o la real inepcia. Fernando por

su parte, había aceptado la corona y nombrado ministerio

y trataba de granjearse la aquiescencia de los invasores yla amistad de Napoleón. En esto llegará al colmo de la

ignominia: andando los días pediríale en matrimonio, con

penosa vehemencia y repugnante insistencia, una princesa

de su familia para esposa, llamándose su sobrino, y mere-

cedor, por su acatamiento y fidelidad, de ese honor, con lo

cual probaría al mundo su respeto y sumisión, contraria-

mente a la rebeldía de un pueblo, el español, ofuscado e

indigno . . .¡que se desangraba por su indepandencia y por

la libertad de su rey! Fastidiaríase el emperador de esos

repetidos testimonios de miseria, y sólo reconocía a Fer-

nando el título de Alteza; en cambio, quería que le llamara

Sire, señor. Ordenaba a sus emisarios que siguieran con-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 35

siderando rey al desdichado Carlos, y dábale a éste la ilu-

sión de apoyarlo en su contienda con el hijo.

Páginas tristísimas de la historia de la monarquía son

los incidentes de esa familia en que padres e hijos se odian,

se recelan y se acusan frente al enemigo que juega con ellos

y los desprecia. Por el camino del temor y la ambición toda

la familia real y Godoy marchan camino de Bayona, don-

de la calculadamente traidora invitación imperial se con-

vertirá en cautiverio : para Fernando, un hermano y un cío,

primero en Bayona y luego en el Castillo de Valencey;para

Carlos, María Luisa y Godoy, en destierro dorado en Roma.

Fernando ha dejado en Madrid una junta de gobierno

para mientras dura su ausencia. Los franceses insistían

en que la junta reconociese como rey a Carlos IV, y éste

por su lado reclama la corona, a su protector: Napoleón.

En eso están, acorralados por la intriga y la coacción del

todopoderoso Bonaparte y por sus propias querellas y te-

rrores, cuando ocurre el levantamiento popular del 2 de

mayo, gloria inmarcesible de España, y afrenta de los fran-

ceses, que ejercen inicuas represalias. Goya inmortaliza

con sus pinceles trágicos las escenas de ese día que tiene

dos héroes renombrados, Daoiz y Velarde, y uno innomi-

nado, titánico, el pueblo de Madrid, los manólos, los chis-

peros, las obreras, los empleadillos.

En Bayona continúa el sombrío melodrama, desprovis-

to de toda grandeza. Renuncia Fernando a la corona, el 6

de mayo, y la retoma de su padre para cederla el día 8 a

Napoleón, que así, más fácilmente que en sus planes, se

apodera de un inmenso imperio cuyo valor —material y

moral— él mismo ignora y desestima.

Napoleón designa a José Bonaparte Rey de España,

con una Constitución otorgada, la de Bayona, bastante

liberal pero repudiada por los españoles a consecuencia de

su origen, como odian y denigran y hasta calumnian a José

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36 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

por lo mismo: el suyo será un reinado intruso, precario ydesventurado.

Desde el primer momento, el país está contra el fran-

cés, aunque haya un grupo de hombres, incluso ilustres,

que colaboren con él: los afrancesados, se llamarán y no

para su bien. El humilde alcalde de un humildísimo pueblo,

el de Móstoles, declara la guerra nada menos que al do-

minador de Europa. A lo cual seguirá una guerra de seis

años, con múltiples reveses para los españoles, y para sus

tan activos cuanto interesados aliados los ingleses, pero

mucho mayores y, en definitiva desastrosos, para los fran-

ceses, que no logran sofocar el espíritu rebelde de aquel

pueblo ni el celo de sus autoridades confinadas en unaisla, que improvisan ejércitos de la nada gracias al patrio-

tismo español y al oro que América le envía.

España se convierte en el campo de batalla de Europa,

y allí se sella irremediablemente la suerte del emperador

que gasta a sus mejores mariscales y ve caer a millares de

sus mejores soldados. El nombre de Wellington, el general

inglés a quien al cabo las Cortes harán generalísimo de

las tropas aliadas angloespañolas, se cubre de gloria, y haybatallas y capitulaciones honrosas que se vuelven clásicas

en cuanto ocurren: Bailen, Zaragoza, Gerona, Tarragona,

Salamanca . .

.

España se desangra y lucha con increíble heroísmo pa-

ra recobrar su independencia —dando así la más viva ymejor aprovechada lección a sus colonias para su propia

independencia, como ya la había dado, equivocadamente

para ella, al ayudar a la emancipación de los Estados Uni-

dos— , y por recobrar a su rey a quien con pasmosa y repe-

tida equivocación ama y lo llama El Deseado, atribuyéndole

virtudes de que en absoluto carecía, e ignorando extraña-

mente su perfidia y bajeza. Cautivo en Valencey con su

hermano y tío, y rodeado de tortuosos consejeros, Fernan-

do congratula a Napoleón por sus triunfos, en cuenta los

Page 39: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 37

obtenidos en España misma, decora e ilumina su residen-

cia para festejarlos, hace repugnantes alardes de sumisión

y trama, lentamente, su conspiración que ha de tomar cuer-

po en 1814.

Los acontecimientos de España tenían natural pero

tardía resonancia en Guatemala, por dificultad en las co-

municaciones. En 30 de junio de 1808, en junta de las

autoridades representativas del reino se conoció de la ab-

dicación de Carlos IV en Aranjuez y el 3 de julio, con la

misa solemne y Te Deum de rigor, fue reconocido FernandoVII como rey. En la noche del 13 de agosto se reunió el

presidente gobernador y capitán general, don Antonio Gon-

zález Mollinedo y Saravia, con la Real Audiencia para tra-

tar de las renuncias de Bayona, de que tuvieron conocimien-

to por oficio reservadísimo del virrey de la Nueva España

y deciden convocar para el día siguiente una junta en que

participan además de las autoridades civiles, el arzobispo

y el cabildo eclesiástico, cuerpos, prelados y jefes de nota,

y tras un examen del texto de la abdicación y las considera-

ciones pertinentes, acuerdan unánimemente no reconocer por

válida ninguna de las dos renuncias, renovando su jura-

mento de fidelidad al soberano y a las leyes y disponiendo

medios para guardar el orden y evitar la infiltración de

emisarios del invasor.

Poco después se acordó levantar suscripciones en ayu-

da de la madre patria, teniéndose por sagrado e intocable

lo que para ese fin se colectase. Distinguiéndose por la

liberalidad en su óbolo no sólo personas de viso sino indí-

genas y comunidades apartadas. Estas recaudaciones con-

tinuaron durante el curso de la guerra, en dinero y en

especie, y fueron muy importantes bajo el mando de Busta-

mante, cuya esposa las dirigía. En la Gaceta del 7 de mayode 1811 figura el canónigo penitenciario don Antonio La-

rrazábal con un donativo de cien pesos. Y en la de 18 de

diciembre de 1812 se da cuenta de haberse concedido una

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3H REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

medalla al indígena Jorge Sepan de Patzún, por el suyo de

mil quinientos, más uno menor de su esposa. . .

Más adelante se acordó reconocer a la Junta Central

gubernativa. El 19 de septiembre, de 1808, se celebró con

ceremonia religiosa en la Catedral la noticia de la rendición

del General Dupont, en Sevilla. . Y el 12 de diciembre el

ayuntamiento con la venia de la audiencia hizo la procla-

mación solemne de Fernando VII, que dio* oportunidad a

que se publicase un libro admirable ornado de numerosas

ilustraciones por los grabadores más preclaros que ha te-

nido Guatemala, crónica de los festejos que comprendieron

iluminaciones, fuegos artificiales, desfiles, paseo del pen-

dón, carroza con una efigie del rey, en cedro y lujosamen-

te ataviada; tiraron de la carroza diez y seis adolescentes

de las familias de la nobleza, que después descollarían en

la política y en otras actividades : fué tal el entusiasmo, que

el paseo de la carroza hubo de repetirse y en dos ocasiones

los religiosos de Santo Domingo y San Francisco disputa-

ron a los jovenzuelos el honor de tirar de aquel simbólico

artefacto. . .

Tanto la jura como los demás actos del gobierno cen-

tral repercutían en las provincias, repitiéndose a su turno

las ceremonias correspondientes. Como en otras partes de

América, a la vista de lo que ocurría en España, en Gua-temala quisieron los criollos más inquietos y despejados

formar una junta de gobierno, pero el presidente se opuso.

Refiere el historiador Sofonías Salvatierra, por documento

del archivo de Indias, que esto y otros manejos de Gonzá-

lez Mollinedo y Saravia le valieron una denuncia ante la

junta central, por uno de los oidores sospechándolo de infi-

delidad "en carta del 3 de enero de 1809; el mismo oidor,

sospechando también de otro, acusaba de contrabandistas

a los Pavones y a los Irisarris . .. ", dos de las más ricas

familias del país.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 39

En esos turbulentos años guatemaltecos medraron a

maravilla las intrigas: lo dejan entender así los señores

historiadores. Pero ¿cuándo no?

Elección de Diputado por Guatemala, y sus Poderes

El 25 de septiembre de 1808 y cuando han surgido nu-

merosas juntas locales que obran inspiradas por el patrio-

tismo y la lealtad al rey, pero sin cohesión, lo mismo en la

península que en América, se organiza la Junta Central de

Gobierno, con voto de fidelidad a Fernando también, en,

Aranjuez, y que luego pasa a Sevilla, donde dicta la real

orden del 22 de enero de 1809 por la cual se convoca por

primera vez a los pueblos de América para elegir repre-

sentantes que se integren a ese cuerpo. Este acuerdo no

llega a realización, porque luego es sustituida la Junta —29

de enero de 1810— por un Consejo provisional de regencia

compuesto de cinco individuos, que funciona desde el 2 de

febrero. La Junta en la primera fecha indicada, y en se-

guida su sucesora en 14 de febrero, convocan a los ameri-

canos a elegir diputados, por primera vez en la historia de

España, a las cortes que se reunirán el 24 de septiembre,

en la Isla de León.

En la elección de diputado vocal por el muy noble y

leal Ayuntamiento de esta ciudad de Santiago de los Ca-

balleros a la suprema Junta central gubernativa, el 11 de

noviembre de 1809, los capitulares votaron por tres candi-

datos de sus simpatías cada uno, según las papeletas que

firmaron ; dos proceres, el marqués de Aycinena y don Mi-

guel Alvarez de las Asturias, incluyeron en las suyas el

nombre de Larrazábal: comenzaba a sonar su nombre en

asunto público. La elección final por el reino se hizo el 3

de marzo del año siguiente, y fue designado el señor don

Manuel Pavón, cuyo nombramiento no tuvo efecto, como se

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40 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ha dicho, pero dio lugar a ciertos reclamos del electo, más

adelante.

Mientras se efectuaban en América y Filipinas las elec-

ciones para diputados a Cortes, se acordó que en Cádiz se

escogieran suplentes. Por el reino de Guatemala corres-

pondieron dos, y lo fueron los señores Andrés y Manuel de

Llano.

Los diputados propietarios eran seis. Chiapas eligió

primero al licenciado Sebastián de Esponda, elección que

fue objetada y no surtió efecto por haber fallecido el titu-

lar, camino a España; lo sustituyó el presbítero Mariano

Robles, secretario del obispado de Ciudad Real, electo el 4

de noviembre de 1811 ;partió en 1812, y sus credenciales

fueron aprobadas por las cortes en octubre.

El Salvador eligió a don Ignacio Avila.

Honduras a don Francisco Morejón, quien salió para

Cádiz el 7 de febrero de 1811. (Entre otros asuntos, se

ocupó con especialidad de las minas, de trasladar de Gua-

temala a Honduras la casa de moneda, de la fundación de

un banco mercantil).

Nicaragua a don José Antonio López de la Plata.

Por Costa Rica, renuncia del electo antes don Nicolás

Carrillo, nombróse al presbítero don Florencio Castillo,

quien se hallaba en León y salió para La Habana, de Tru-

jillo, el 3 de abril; llegado a Cádiz el 29 de junio, tomó

asiento en cortes el 11 de julio. (Fue diputado distingui-

dísimo, sobresalió en la defensa de los indios, y figuró tam-

bién en las cortes de la restauración liberal en 1829).

La elección por Guatemala se describe en el acta res-

pectiva del Ayuntamiento que figura entre los papeles pu-

blicados en el Boletín del Archivo General del Gobierno

(año II, número 4, de julio de 1938). En el mencionado

Boletín, tras una nota en que se lamenta no poder repro-

ducir las Instrucciones que llevaría Larrazábal, por no

Page 43: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 41

existir ejemplar de ellas en el archivo ni en el país, se in-

sertan, alusivos a las Cortes, el acuerdo de 23 de mayo de

1810 en que se manda promulgar la real cédula por la cual

se estableció la junta de regencia, el decreto convocando a

elecciones para las Cortes extraordinarias fechado en la

Real Isla de León el 22 de febrero de 1810 y mandado cum-

plir en Guatemala el 22 de mayo, un significativo expedien-

te en que se reclamaba el nombramiento de americanos en

igual número que europeos en el tribunal de vigilancia es-

tablecido para contrarrestar la acción de emisarios fran-

ceses, etcétera. Y luego, el acta memorable.

En la junta de 24 de julio de 1810, "los señores del

Cabildo, justicia y regimiento de esta M. N. y L. Ciudad

de Santiago de los Caballeros congregados en la sala capi-

tular presididos del Excmo. Sr. Don Antonio González,

Teniente General de los Reales Ejércitos, Gobernador y Ca-

pitán General, en concurrencia del señor Regidor Alguacil

Mayor de Quezaltenango don Francisco Gregorio Pinillos,

con el objeto de dar cumplimiento al Real Decreto de veinte

y nueve de enero próximo que previene se remitan de las

Américas Diputados en Cortes, que se ha convocado para

la Isla de Mallorca, y estando impregnados de la gravedad

del caso, bajaron los referidos SS. a mi mesa y externaron

sus votos de esta manera", reza el acta de aquel día en que

aparecen votando por el señor Larrazábal —siempre en la

forma de terna— los señores Lorenzo Moreno, segundo al-

calde; marqués de Aycinena, Miguel Ignacio Alvarez As-

turias, José de Isasi, Sebastián Melón y Juan Antonio

Aqueche, regidores.

(Los otros capitulares que participaron en la votación

fueron el alcalde Josef Antonio Batres, el regidor decano

depositario general de penas de cámara don José MaríaPeinado, el alguacil mayor de Quezaltenango, don Francis-

co Pinillos, "a quien de ejemplar y de gracia se concedió

venir a votar por su Cabildo, como consta de expediente";

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42 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

y los regidores don Luis Francisco Barrutia, don Antonio

de Juarros y Lacunza y don Miguel González).

El resultado, regulados de nuevo los votos, fue el si-

guiente: "El Sr. Regidor don Antonio de Juarros con 010;

el Sr. Dr. Coronel don José Aycinena 010; el Sr. Regidor

aon José María Peinado, 004 el Sr. don Antonio Larrazá-

bal y Arrivillaga, Canónigo Penitenciario de esta Sta. Igle-

sia 006; el Sr. Dr. don Bernardo Pavón, Tesorero de esta

Sta. Iglesia, 001; el Excemo. Sr. don Manuel José Pavón,

Diputado electo que fue a la Junta Central, 002; el Dr.

don José Bernardo Dighero, Catedrático de Escritura de

esta Real Universidad, 006.— 0.36".

Y concluye el acta:

"En cuya forma aparecen los treinta y seis sufragios

de los doce SS. Capitulares; en esta virtud, habiendo en-

trado al Cántaro los SS. Juarros, Aycinena y Larrazábal

en tres Cédulas con sus respectivos nombres introducidos

en otros tantos globilóteros por el Excemo, señor Presiden-

te y sacudido varias veces por mí el Secretario, sacó de

la jarra el niño don Manuel González de edad de seis años

que estaba preparado para el caso, uno de dichos globitos

entregándolo a S. E. que extrajo la Cédula y se encontró

el nombre del Sr. DR. DON ANTONIO DE LARRAZÁ-BAL, Canónigo Penitenciario y Gobernador del Arzobis-

pado. Extraídas las otras dos, se vieron los nombres de

los SS. Juarros y Aycinena, mediante lo cual quedó el

sorteo en favor del primero manifestándose al pueblo de

que se hallaba gran parte en la puerta de la Sala Capitular,

por haberse hecho éste a puerta abierta; y concluido salie-

ron los SS. Regidor Decano y Síndico Procurador a traer

al Sr. Electo quien dio gracias al Cuerpo por la distinción

que le merecía, con lo que salieron para la Santa Iglesia

Catedral a darlas a Su Divina Magestad y a su Santísima

Madre en su advocación del Socorro y vueltos los señores

a esta Sala Capitular, el Sr. Larrazábal repitió sus espre-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 43

siones de reconocimiento y firmaron disolviéndose el Con-

greso de que certifico".

En el ínterin ocurre una demanda del celoso ayunta-

miento, a que se refiere el historiador Salvatierra, y aun-

que sus consecuencias se producen bastante más adelante

haciendo llegar a España como consejero real a promi-

nente guatemalteco amigo y familiar de Larrazábal, cabe

dejar aquí el hecho: disuelto por las Cortes el antiguo

Consejo de Indias y sustituido por un Consejo de Estado,

se acordó que la Regencia admitiera como representante

por Guatemala al de México, don Miguel López Lardizábal

;

con este motivo el ayuntamiento de la capital envió con

fecha 10 de julio de 1810 un memorial reclamando la

representación directa. Decía en apoyo de su justa y dig-

na pretensión que "este Reino de Guatemala, aunque situa-

do en la américa Setentrional, muy diverso del de Nueva Es-

paña, es independiente de éste en lo eclesiástico, político ymilitar y compuesto de muchas y dilatadas provincias".

La firma del marqués de Aycinena es una de las que cubren

esta representación. Fue atendido el ayuntamiento, y se

nombró por consejero de Estado a don José Aycinena, en

1812.

(Don José Aycinena, grande amigo en verdad de

Larrazábal, fue hijo del primer matrimonio de don JuanFermín de Aycinena, con doña Ana Carrillo y Gálvez;

casó con doña María Ana Micheo. Doctor en leyes y hom-bre muy ilustrado, en 1811 fue enviado por el Ayuntamientoen compañía del regidor Peinado a San Salvador a ejercer

el gobierno de la provincia y pacificarla después de los

disturbios de noviembre, que fueron el primer grito de

libertad en la América Central.

Se comportó con celo y prudencia encomiables según

dan fe sus cartas y otros documentos. Al marchar a Es-

paña dejó al señor Peinado al frente del gobierno salvado-

reño pero conservó el título. Pedía a los subalternos que

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44 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

las tropas sólo se usasen para infundir respeto, y no para

hostilizar a los pueblos, y se procediera con sigilo en la

conducción de presos a fin de no ocasionar alarma. Enun gran cuadro suyo que le fue dedicado por el Ayunta-miento se lee esta inscripción honorífica: "El Exmo. Sor.

Dr. Don José de Aycinena Consejero de S. M. en el Real

y Supremo de Indias, Caballero Gran Cruz de la Real Or-

den Americana & de Isabel la Católica & Sirvió al Rey ya la Patria y se hizo digno de que el Ayuntamiento de

Guatemala eternice su memoria en este Monumento". Hayotro retrato de Aycinena, pintado por Rosales en 1812,

en cuya leyenda se alude a su nombramiento de consejero

por las Cortes y a sus servicios de muchos años en la

Audiencia. Se encuentra en el museo colonial de Antigua,

donde un día deberá haber también un retrato del anti-

güeño Larrazábal).

En el cabildo ordinario número 86 del viernes 28 de

septiembre de 1810 se confirió el "poder con que ha de

caminar el señor Diputado a Cortes". Es un documentoque precisa transcribir íntegro:

"Nos el Cabildo, Justicia y Regimiento de la M. N. yL. Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala Ca-

pital del Reino &.

Habiendo procedido este Cabildo en el día veinte y

cuatro de Julio del presente año a elegir Diputado para las

próximas Cortes Generales de la Nación por esta M. N. yL. Ciudad en la forma prescrita en la Real Orden de 14

del último Febrero entre los tres sugetos que resultaron

electos, recayó la suerte en el señor Doctor en Sagrada

Teología y Cánones Don Antonio de Larrazábal y Arrivi-

llaga, natural de esta ciudad, Canónigo Penitenciario de

esta Santa Iglesia Metropolitana, Provisor Vicario Capi-

tular, y Gobernador, como consta de la acta de elección.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 45

En su consecuencia le otorgamos y conferimos poderes am-

plios y generales, e ilimitados, para que ejerciendo en las

Cortes las augustas funciones de su nombramiento con los

demás señores Diputados, pueda acordar, y resolver todo

cuanto en ellas se proponga y trate para el bien del citado

y utilidad pública bajo los principios fundamentales de

que en toda la España así Europea como Americana se ha

de conservar inviolablemente por única la verdadera reli-

gión de Jesucristo crucificado, católica, apostólica, romanacomo hasta ahora por la misericordia de Dios N. S. se ha

conservado : que ha de manifestarse constantemente la mo-

narquía reconociendo en ella por Rey y Soberano al señor

don Fernando de Borbón 7? de este nombre (a quien Dios

guarde) y por su falta a sus legítimos sucesores: que para

evitar que el despotismo deshonre en tiempo alguno la

Magestad, y oprima a los pueblos, se instituya y excija

constitución formal, en que restableciéndose los derechos

de estos, tenga siempre la nación parte activa en las deli-

beraciones y materias de estado, en la formación de las

leyes, y en los demás asuntos del Gobierno, y que en esto

y en todo lo demás sin la menor limitación sean las Amé-ricas consideradas y tratadas como partes esenciales de

la Monarquía, guardándoles sus derechos y libertad civil

como a la Península, sin diferencia alguna y con toda la

extensión que corresponde, y confiere le compete por de-

recho natural, y le está justamente declarado por cuyas

reglas también al establecimiento del Gobierno que haya

de fijarse y permanecer durante el cautiverio de nuestro

deseado Soberano : y finalmente que en ningún evento pue-

da separarse este Reino de Guatemala de la Monarquía

Española y entregarse a otro Soberano extranjero, sobre

cuyos puntos se trata y habla en las instrucciones que for-

madas por este Cabildo se entregarán a nuestro Diputado

el señor don Antonio de Larrazabal, de las cuales no podrá

separarse en lo que toca a la soberanía de los principios

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46 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

fundamentales expresados, pero sí en lo que respecta al mo-

do en las materias que son susceptibles de esta variación,

pudiendo en ellas adoptar el que va puesto en las mismas

instrucciones, o el que S. S. estime más conveniente y opor-

tuno en las circunstancias y nos obligamos por nosotros

mismos y por el vecindario de N. Ciudad y su distrito que

representamos en tener por válido y obedecer y cumplir

lo que el referido señor Diputado hiciere y resolviere a

virtud de este poder que le damos por triplicado (quedan-

do testimonio en el acta capitular del día) firmado de

nuestras manos, sellado con el sello de nuestras armas, yrefrendado por el infrascrito Secretario Escribano Mayorinterino de Cabildo quien en "todo testifica, como de la elec-

ción que va citada, teniendo testigos al señor Dr. don José

Aycinena Coronel de Milicias de esta Capital, el señor don

Juan Payés y Font, Prior del Real Consulado, y don Gre-

gorio de Urrutia de este Vecindario —Sala Capitular de

Guatemala y Septiembre veinte y ocho de mil ochocientos

diez.—Antonio González.—José Antonio Batres.—Lorenzo

Moreno.—José María Peynado.—Antonio Isidro Palomo.

El Marqués de Aycinena.— Luis Francisco de Barrutia.

—Miguel Ignacio Alvarez de Asturias.—Antonio de Jua-

rros y Lacunza.—José de Isasi.—Sebastián Melón.—Mi-

guel González.—Juan Antonio de Aqueche.—Francisco de

Arrivillaga.— José García de Zelaya, Secretario y Escri-

bano Mayor de Cabildo".

El pensamiento de los concejales guatemaltecos y los

derechos que en su nombre iba el señor Larrazábal su co-

misionado a sostener y reclamar, respecto a la igualdad

de América, prueba patente de su justificación y opor-

tunidad, tuvieron, por cierto, primera expresión formal

en las Cortes, ya reunidas, a pocos días de esa fecha, el

15 de octubre de 1810 en esta declaración —orden al Con-

sejo de Regencia— que llegaría a Guatemala tres meses

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 47

después y que, a pesar de su latitud, para cumplirse y con-

solidarse necesitó de empeñadas luchas en aquel congreso:

"Las Cortes generales y extraordinarias confirman ysancionan el inconcuso concepto de que los dominios espa-

ñoles de ambos hemisferios forman una sola y misma mo-

narquía, una misma y sola nación y una sola familia: y

que por lo mismo los naturales que sean originarios de

dichos dominios, europeos o ultramarinos, son iguales en

derechos a los de esta península; quedando a cargo de

las Cortes tratar con oportunidad y con un particular in-

terés de todo cuanto pueda contribuir a la felicidad de los

de ultramar, como también sobre el número y forma que

deba tener para lo sucesivo para la representación nacional

de ambos hemisferios". A continuación se decretaba olvi-

do de cuanto hubiese ocurrido en los países en que se pro-

dujeron movimientos insurgentes, al reconocer la legítima

autoridad establecida en España.

oxidados del Ayuntamiento. Sociedad Económica. Grana

Si bien las instrucciones formales del diputado Larra-

zábal están fechadas a 16 de octubre de 1810, (y de ellas

se hablará en otros capítulos de estos apuntamientos), con

la misma fecha, en reunión capitular, se suscribieron con

carácter de por ahora unas más concisas que luego se am-pliarían o refundirán en el texto mayor: estas compren-

dían:

Procurar por todos los medios posibles la continua-

ción de la guerra hasta la vuelta "de nuestro amado So-

berano" y real familia, y si el enemigo estuviese anuente

a hacer paces, siempre devolviendo a las augustas perso-

nas, se accedería a dar cualquier cantidad de dinero que

se pidiese, dichosos de libertar a los reyes y a la patria

de los males de la guerra.

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48 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Contra la venta de empleos —oficios— y con ella los

aranceles, desorden que debería abolirse; que la justicia

se administrara gratuitamente en toda la monarquía, con

otros pormenores sobre organización judicial.

Arreglo de la renta del papel sellado, que debía hacerse

extensivo a todo documento fehaciente, como obligaciones,

cédulas de crédito, fees de bautizo, confirmación u otras,

pero reformando a pequeña monta su valor y evitando des-

perdicio de papel, con gravamen de los vasallos.

"Pero si la recta Administración de Justicia, es un

bien de la Sociedad, no es menor que la Educación de los

ciudadanos, y su razón ilustrada evite las desavenencias,

para lo cual ha sido notable en América la falta que ha

hecho la Compañía de Jesús, cuyos ejemplares individuos

dedicados con el más santo celo a la educación de la juven-

tud, y a la dirección de las almas, dejaron en su extinción

un vacío en estas Repúblicas, que no ha sido posible se

llene y que las obliga a suspirar por su restablecimiento ya este Cabildo a suplicar se resuelva".

"Porque en este vasto Reino de Guatemala no hay

más que una Universidad, y los Colegios Tridentinos mal

dotados, y hace pocos años que en tan grande extensión,

no había otra Escuela de primeras letras, que la que esta-

bleció la piedad del Venerable Hermano Pedro de San José

de Bethancourt. Este Venerable Varón fundó en esta Ca-

pital la Religión Betlemítica, cuyo instituto todo de caridad

ferviente, comprende la asistencia de los enfermos conva-

lecientes, y la enseñanza de primeras letras. La utilidad

que ha traído a estos Reinos, particularmente en los Puer-

tos mal sanos, y a los Europeos que arriban a ellos, es tan

notoria, que cualquiera discusión sería impertinente. Baste

que el reconocimiento de tales beneficios: el haber tenido

origen una Religión tan útil y abundante de personas ejem-

plares, y el haber florecido el Patriarca en Guatemala, hamovido a esta Ciudad a solicitar de la Santa Sede su ca-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 49

nonización, y esto la mueve a representarlo a las Cortes,

para que la Nación le recomiende al Gobierno para cuando

las circunstancias lo permitan, por ser Gloria de Españacontar entre sus hijos a este Patriarca Bien aventurado".

(Los intereses piadosos se entremezclaban inextrica-

blemente a los materiales y políticos. Si en la cuestión

— ¡ tan controvertida !— de los jesuítas había una nostalgia

de la grandeza perdida de la capital trasladada, en la de-

manda en favor del Hermano Pedro palpitaba una másconmovedora nostalgia y un deseo patriótico incumplido

hasta hoy).

Otro punto que se tocaba y sólo mencionaremos a la

ligera, concernía a la elección y frustrado viaje del señordon Manuel José Pavón y Muñoz, regidor a quien desdeentonces se llamaba excelencia, como miembro de la juntacentral de gobierno : se había pedido que su elección sirvie-

se para integrarlo a la junta de regencia y ahora se opi-

naba que al erigirse un Consejo Supremo Nacional com-puesto por individuos de todos los reinos, quedara en él.

En cabildo del 16 de octubre (1810) los regidores Ay-cinena y Juarros solicitaron añadir a las Instrucciones del

Ayuntamiento a su diputado cuatro puntos sobre materiade religión, de que aquí se hablará en capítulo indepen-

diente, al tratar del discutido copatronato de Santa Teresa,

obra ya de las Cortes.

También se acordó en esa sesión que el 19 prestara

juramento el señor Larrazábal, y para ello se proveyó enel auto que dice: "Viva la constitución fundamental de la

Monarquía", o sean las Instrucciones compuestas por el

regidor Peinado, indicándose que después de ser cuidado-

samente examinadas individualmente por los capitulares

y en cabildos de 13, 15 y 16 de octubre según se hizo cons-

tar en las actas respectivas, "considerados y controvertidos

cada uno de sus capítulos con la madurez que exige C3ta

materia, dijeron: se aprueba el voto de Constitución: '¿¿n-

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50 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

gase por parte de las instrucciones que deben darse al se-

ñor Diputado: y entregúesele desde luego", y con acuerdo

de su Señoría se fijó la fecha del juramento.

Este fue prestado solemnemente por Larrazábal ante

el Ayuntamiento reunido en la fecha expresada, en su sala

capitular; juró in verbo sacerdotis tacto pectore, "defen-

der exterior e interiormente el Misterio de la Purísima

Concepción de María Santísima nuestra señora, y cumplir

el cargo de Diputado a Cortes, que tiene aceptado, y des-

empeñar el poder que al efecto le ha conferido este M. N.

Ayuntamiento. Y los señores respondieron Amén, y man-daron que de este acto se ponga testimonio en el Cabildo

del día, y se agregue otro al de elección para entregar a

dicho señor Diputado, y lo firmaron con su Señoría".

El acta suscrita por el señor Melón, agrega este por-

menor: "Concluido el juramento expuso el señor Diputado

que con el favor de Dios partirá a su destino el miércoles

veinte y cuatro del corriente, y en consecuencia se despidió

entre los tiernos afectos que mutuamente inspiraba su au-

sencia, y el señor Peynado contestó en los términos conve-

nientes: le entregó el voto de Constitución que se ha san-

cionado; y saliendo de la Sala, le acompañó el Cuerpo hasta

las escaleras".

Conforme a los datos de la Gaceta de Guatemala —un

tanto alterados en otras fuentes— , el 24 de octubre de 1810

partió el señor Larrazábal con rumbo a España, en viaje

azaroso por lo extenso del trayecto y las dificultades que

a ese tiempo habían de sortearse en el transporte maríti-

mo. Si siempre fueron difíciles las comunicaciones con la

metrópoli, el estado de guerra las tornaba más precarias.

Apenas tocaban barcos en Trujillo o en Veracruz, para La

Habana, y el mar estaba plagado de corsarios que los in-

terceptaban.

Larrazábal tomó el camino de Veracruz. Al pasar por

Tuxtla, en territorio de Chiapas, que pertenecía al reino de

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 51

Guatemala, pudo observar el notable desarrollo de la grana

o cochinilla obtenido gracias al celo del cura del lugar yrecomendó a la Sociedad Económica de Amantes de la Patria

extender esa industria a Guatemala, ligando así, gracias a

tan plausible preocupación patriótica, su nombre al prin-

cipio mismo de la historia de esa riqueza que por muchosaños fue tan principal en el país. La Sociedad Económica

relata con fervor este hecho en la memoria de la Octava

junta pública, primera después de su reestablecimiento,

celebrada el 12 de agosto de 1811.

"Cuando nuestro Diputado en Cortes pasó por Tuxtla

—escribe— quedó altamente penetrado del celo de su CuraDon Manuel Antonio Figueroa, que deseando proveer a sus

feligreses de un ramo de industria tan lucrativo se dedicó al

plantío de nopales y a la cría de la grana. Recomendó el Sr.

Larrazábal tan distinguido servicio a la Sociedad, y cuando

esta especie recalentaba los deseos que abrigó en otro tiempo

de hacer a la capital partícipe de su riqueza, recibió el

Exmo. Sr. V. Protector —el capitán general— un expedien-

te que comprueba que aquel benemérito párroco tenía ya

logrados 25 C. nopaleras y calificada su grana de clase supe-

rior a la de Oajaca". Se le pidieron y mandó semilla e ins-

trucciones ; no lográndose la primera se repitió el envío con

un práctico, y pronto comenzó a cultivarse en Guatemala,

Antigua y Amatitlán. No hay que olvidar, pues, en la histo-

ria de la grana guatemalteca, la feliz y oportuna interven-

ción del Sr. Larrazábal que, como tantos otros ilustrados

eclesiásticos de su tiempo, se interesaba por el desarrollo de

las ciencias, las artes y la agricultura, bajo el influjo máso menos directo de las ideas de progreso y del utilitarismo

que venían de Europa y eran rectoras de las sociedades

económicas, entre cuyos miembros descollantes contábanse

tales eclesiásticos, que allí se codeaban con los laicos un

si es no es descreídos y volterianizantes . . .

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52 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

De paso, intercalamos aquí, adelantando un tanto he-

chos en la narración a fin de completar los pocos datos que

de este aspecto se nos alcanzan de los empeños de Larrazá-

bal, otro servicio eminente suyo a la Sociedad que tanto

prestó al adelanto de Guatemala. Al levantarse la suspen-

sión que pesaba sobre dicha entidad desde 1799, y reorga-

nizada en días de entusiasmo constitucionalista, el 3 de

febrero de 1811 celebró con una función religiosa esa gra-

cia concedida, y, dice la memoria: "Cumplida esta obliga-

ción religiosa, ocurrió al Supremo Gobierno nacional por

medio de nuestro Diputado en Cortes, el Sr. Socio honora-

rio Dr. Don Antonio Larrazábal, a implorar la confirma-

ción de su restablecimiento, y la espera con. canta mayorconfianza, cuanto son más frecuentes y luminosos los tes-

timonios, que cada día recibimos de la sabiduría y patrio-

tismo de la mano bienhechora que nos gobierna".

La gratitud de la ilustre corporación tuvo otras ex-

presiones muy honrosas para la actividad y celo con que

el señor Larrazábal procuró su restablecimiento, que can

beneficioso habría de ser para Guatemala. Así, en la

relación impresa de la novena junta pública —segunda de

la nueva época— celebrada el 5 de abril de 1812, se inclu-

yeron estos conceptos:

"Restablecida la Sociedad Económica de Guatemala

en los términos que manifiesta su primera acta de 19 de

enero de 1811, número 102, que corre impresa, el primer

cuidado que la ocupó fue implorar del Supremo Gobierno

su confirmación. —En la junta general de 24 de agosto,

que asimismo publicó, dimos cuenta de haberse dirigido el

ocurso con muy expresivo apoyo de esta superioridad, yparticular encargo a nuestro socio honorario el señor doc-

tor don Antonio Larrazábal, para que promoviese en el

Consejo de Regencia la apetecida sanción del instituto.

Todo ha correspondido felizmente al colmo del deseo. El

Supremo Gobierno oyó benigno nuestros votos, y se expidió

Page 55: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 53

la Real orden de 23 de noviembre del mismo, aprobando

y confirmando con nuevas gracias el restablecimiento de

la Sociedad. El señor diputado, aunque a la sazón tenía

en las manos las riendas del gobierno, y se hallaba ocupando

el sublime y primer cargo de presidente del augusto Con-

greso nacional, no perdió momento en darnos un consuelo

lan dulce e inefable. Usurpó un instante al cuidado de la

nación que gobernaba, y en la propia fecha se sirvió di-

rigirnos el diploma".

En el extracto de las actas del semestre que leyó don

Antonio de Juarros, se agregaba: "La gestión ha tenido el

suceso más feliz y más glorioso, y sus resultas colmando

la satisfacción de los patriotas han dado a todo el mundoun testimonio irrefragable de la sabiduría y cordura del

gobierno nacional: instruido por esta superioridad de la

importancia y necesidad del instituto y cerciorado por

nuestro Diputado en Cortes el señor socio honorario don

Antonio Larrazábal de los ardientes votos de su patria,

ha dispensado la real aprobación que demandábamos, y el

digno presidente del congreso soberano aprovechando los

momentos con aquel zelo que sólo es privativo del verdade-

ro y acendrado patriotismo, el mismo día 23 de noviembre

de 1811, en que el supremo consejo de regencia selló a nom-bre del Rey nuestro diploma, se sirvió hacerlo volar a nues-

tras manos".

El Viaje a España. Gastes. Preocupaciones Económicas

Volvamos al viaje —no menos moroso que lo es y lo

será esta relación perdida en grato e inhábil vagar por las

ramas. . .— Larrazábal pasó por Oaxaca, estuvo en Méxi-

co, donde dio a conocer las Instrucciones que llevaba del

Ayuntamiento y fueron muy alabadas, y se le localiza en

Jalapa el 21 de marzo.

Una fragata inglesa lo condujo a la neblinosa Ports-

mouth, y hubo de esperar varios meses para salir hacia

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54 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Cádiz en el navio de guerra español San Jerónimo del Asia,

desde Londres, en compañía de los señores don Andrés de

la Vega, diputado por Asturias y don Francisco Salazar y

Carrillo, diputado por la Ciudad de los Reyes del Perú

(Gaceta de Guatemala, número 249, tomo XVI, del 3 de

diciembre de 1811). Agrega el periódico que "en conse-

cuencia los señores don Andrés y don Manuel de Llano,

diputados suplentes por Guatemala, hicieron presente ha-

ber llegado el quinto representante de los seis señalados

a estas provincias . . . para que se verificase la salida de

uno de dichos dos suplentes ..."

En Londres, centro de nutrida inmigración de españo-

les y americanos a consecuencia de la guerra, debió rela-

cionarse con muchas personalidades, de las cuales algunas

figuraron luego intensamente en los sucesos de la penín-

sula. Allí se firmó por esos días un famoso manifiesto

sobre la representación y problemas de América. La pro-

pia personalidad de Larrazábal no debía pasar inadvertida.

El comandante del navio que lo condujo a Cádiz, escribía,

por ejemplo, desde Veracruz al capitán general de Gua-

temala (dato de La Gaceta): "...la feliz casualidad de

haber conducido desde Inglaterra a Cádiz a bordo de este

navio Asia al recomendable diputado don Antonio Larra-

zábal, el haber sido inmediato a mi arribo, elegido por la

reunión de sus bellas circunstancias para Presidente de

las Cortes; y haber verificado en el tiempo de su gobierno

la salida de las expediciones de tropas para las posesionss

de nuestro amado Fernando VII . 1.

"

En la documentación publicada por el Boletín del Ar-

chivo General del Gobierno se dan algunas otras noticias

más concretas del viaje. Las glosamos aquí a sabiendas

de incurrir en repeticiones, y de romper el buen orden cro-

nológico.

Recoge en primer término una carta del diputado, en

marcha a su destino, fechada el 7 de diciembre de 1810 en

Page 57: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 55

Oaxaca, adonde indica haber llegado el 4 ; acusa recibo de

papeles oficiales y se desborda en agradecimientos: "Re-

pito a VS. las más respetuosas gracias, por el honor que a

cada paso me dispensa, y suplico al Cuerpo de Ayunta-

miento, y de cada uno de sus Beneméritos Capitulares, que

unidos sus votos con los míos pidan al cielo me dé acierto

en el desempeño de la comisión que está a mi cuidado, para

la que continuaré adelante el día 13 o 14 del presente mes".

La gratitud era su debilidad y la modestia su fuerte . . .

En otra carta, el 21 de febrero de 1811 en Jalapa (Ve-

racruz) avisaba recibo de las tres partes últimas de las Ins-

trucciones, aprobadas el 12 de enero. Y explica la causa

de su demora: "Entretanto, no omito manifestar a VV.SS. que me hallo detenido en esta Villa de Jalapa, por no

haberse proporcionado Buque de Guerra español o inglés

para embarcarme, siendo todo mi anhelo dar principio al

desempeño del cargo, que ese Muy Ilustre Cabildo por unefecto de su bondad se dignó confiarme".

Los señores Andrés y Manuel de Llano, diputados su-

plentes, participan en 5 de septiembre (1811) la incorpo-

ración del propietario, señor Larrazábal, en el congreso,

"con tanta más satisfacción cuanto vemos reunidas en su

digno diputado todas aquellas calidades que pueden de-

searse para el completo desempeño de su encargo". No-ticiaban de que aunque ya estaban en sus puestos los otros

diputados, las cortes habían dispuesto que los suplentes

permanecieran aún en su seno.

A fecha de 20 de septiembre y desde Cádiz, el señor

Larrazábal informa de su feliz llegada a esa ciudad el 17

de agosto y su posesión el 25, desde cuyo día había asis-

tido sin interrupción. Pero venían las siempre graves

cuestiones de dinero, que debían apurar sus escrúpulos.

Manifestaba que a más de los cinco mil pesos que para su

viaje se le habían asignado, había gastado otros dos mil,

y pedía que se diese providencia para que se le reintegra-

Page 58: Brañas - Antonio Larrazabal

56 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ran, "sin que esta cantidad total parezca exorbitante me-

diante las siguientes consideraciones:

"En México, Jalapa y Veracruz tuve que estar dete-

nido cuatro meses por falta de buque de guerra para em-

barcarme.

"La Fragata de guerra en que me embarqué en el

puerto de Veracruz era Inglesa y venía destinada a Porst-

mouth, puerto de Londres. En esa ciudad permanecí mes

y medio aguardando de día en día que saliera para este

puerto de Cádiz el navio de guerra Español "San Jeró-

nimo del Asia", pues su comandante don Anselmo Gomen-día me había asegurado que entre diez o doce días se haría

a la vela. Londres, en dictamen de muchos viajeros es la

Corte más cara para sostenerse, y sea de esto lo que fuere,

sin embargo que procuré conducirme con economía, gasté

mucho.

"Agravaría la justificación de V. S. M. I. si preten-

diera apoyar mi solicitud comparando la cantidad que a

mí se me asignó con la que México y otras ciudades asig-

naron a sus Diputados, cuando casi a la lengua el agua,

mi intento no es otro que satisfacer la deuda que con este

motivo he contraído, pues a V. S. M. I. consta cuál es la

situación de mi familia y que carezco de facultades (re-

cursos) asegurando desde luego que si tuviera otros arbi-

trios, excusaría este que me es vergonzoso y a él me obliga

la necesidad solamente".

(Rara vez, y no siempre adecuadamente, la liberalidad

ha sido distintivo de las autoridades guatemaltecas para

con sus representantes en el exterior).

El 29 de octubre escribe de nuevo al Ayuntamiento yreitera la afirmación de que desde el 25 de agosto ha asis-

tido puntualmente a las sesiones así públicas como secre-

tas. Enviaba números de El Redactor General con artícu-

los aprobados de la Constitución, y otros impresos. "Enesto verá V. S. M. I. que con la declaratoria de no gozar

Page 59: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 57

las castas de derechos ciudadanos se ha rebajado en gran

parte el número de diputados de América. Yo a más de lo

que expuse en la sesión pública y consta en el diario de las

Cortes, pasé a informar verbalmente a los señores de la

comisión; pero el artículo 22 aunque se mudó en los térmi-

nos quedó lo mismo en la sustancia. Este artículo concuer-

da con el 29. También quedó sancionado el 91. Sobre que

solicité en contra de él, que los diputados debían ser no

sólo vecinos sino también originarios por parecerle másconforme y conveniente a los intereses de América".

(Esta carta se interrumpe, por mutilación del origi-

nal y falta de los impresos mencionados, en un punto en

que se refiere a la falta de . . . ¿ dinero ? El profesor Pardo

sólo apunta el hecho de la falta de la continuación del

original . ..

)

El celo del Ayuntamiento, que seguía tan de cerca

como entonces era posible los debates de las Cortes, no se

dormía en la seguridad de la buena gestión de su diputado

;

quería que tuviese todos los informes accesibles para su

mayor ilustración en los puntos económicos que hubiere detratar en relación con los intereses del reino, y así le envió

en 13 de agosto de 1811 compendioso pliego de instruccio-

nes de ese orden, que hoy mismo son de sumo interés para

conocer los problemas que aquejaban a la colonia y a los

cuales se deseaba remedio.

Al efecto le remitía estados de un quinquenio —reuni-

dos con grande dificultad y, en casos, incompletos algunos

datos— de los valores y rentas del tabaco, de las cosechas

de añil, de alcabalas y derechos de añil, de tributos, de la

renta decimal del arzobispado y otros, inclusive un estado

general de la Real Hacienda, que manifestaba un déficit

de 418,912 pesos siete y medio reales, "sin haberse reci-

bido este año ni en el anterior el situado de cien mil pesos

de la tesorería de México, con que se aliviaba la precaria

Page 60: Brañas - Antonio Larrazabal

58 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

situación guatemalteca, por las ocurrencias de esa sección

de la monarquía" —el levantamiento de Hidalgo—

.

"Los referidos documentos suministran bastantes lu-

ces —le decía el diputado— para que la perspicaz pene-

tración de V. S. en su sublime ilustración pueda deducir

de ellos los conocimientos necesarios a fin de promover en

las Cortes todo lo concerniente a beneficio de este Reino",

añadiendo consideraciones que estimaba oportunas sobre

cada ramo. Insistía en condenar la existencia de estancos

como el del tabaco —que debía abolirse— y contra el cual

clamaban los economistas. Sus daños eran enormes para

Guatemala no se cultivaba sino en una pequeña región por

temor al contrabando, y se quemaban las sementeras he-

chas fuera de ella; sus gastos en administración, por el

cuantioso personal que exigían, eran dispendiosos, al gra-

do que más del cincuenta por ciento del producto de la

renta se empleaba en hacerla efectiva, etcétera.

El derecho de alcabalas había sido aumentado del tres

al cuatro por ciento con la promesa de suprimirlo en las

reventas, pero el mal persistía y contra él protestaban co-

mercio y autoridades por el gravamen oneroso que oca-

sionaba. El derecho de alcabala era mayor "en este pobre

Reino que en el opulento de México" y en todo le eran apli-

cables las reflexiones hechas sobre el tabaco. En general,

apoyábase esperanzadamente la tendencia al comercio li-

bre, como desiderátum de tantos daños. Idea que seguiría

enérgicamente en marcha.

El sistema de tributos era objeto de especiales preo-

cupaciones, y se hacía su historia; la erección de cuatro

intendencias en el Reino, antes dos gobiernos militares

—León y Comayagua— y dos alcaldías mayores —SanSalvador y Ciudad Real— había creado nuevos problemaseconómicos por sus crecidos gastos se aconsejaba ser pre-

ferible volverlas alcaldías mayores las cuatro dichas sec-

ciones.

Page 61: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 59

Al reseñar el déficit anual, los capitulares defendían

al reino de la tacha posible de gravoso, por el situado de

fondos que debía hacerse, y de que no produjera utilidad

alguna : "pero debe reflexionarse, decían, que esto proviene

de que como la mayor parte de su riqueza consiste en los

preciosos frutos que de él se extraen, especialmente el añil,

estos van a pagar sus derechos a su introducción en la

península, y siendo para el Real Erario indiferente que los

paguen en estas o en las otras tesorerías, es visto que este

Reino no le es gravoso sino que le produce muchas utilida-

des al estado o Real Hacienda sin embargo de dicho défi-

cit". "Por otra parte, añadían más adelante, las Cajas

Reales de este Reino se denominaban antiguamente las

"Ricas de América" por los cuantiosos sobrantes que en

ellas resultaban para despacharse a España, sin embargode que sus ingresos en aquel feliz tiempo no tenían com-

paración con los actuales, pues eran mucho menores y así

es visto que el mencionado déficit proviene de los excesivos

gastos que posteriormente se han causado".

Concluía el oficio después de otros pormenores sub-

rayando la lealtad del reino a la metrópoli a pesar de las

oscilaciones del gobierno "y de las insurrecciones de los

Reinos nuestros vecinos", para que, en vista de todo, el

diputado practicara "las diligencias que estime oportunas

en beneficio de este Reino".

Cualesquiera que sean los puntos de vista con que se

juzgue la actuación de aquellos hombres, hay que poner

en su abono honda preocupación patriótica y deseo —aún

por interesado que fuese— de mejorar la situación apura-

da por que pasaba el país, dentro del marco de la lealtad

al régimen metropolitano. Al decir de varios historiado-

res, Guatemala atravesaba por una profunda crisis eco-

nómica desde principios de siglo; los capitulares no lo de-

cían desnudamente, pero harto lo dejaban comprender al

puntualizar los problemas económicos principales que se

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60 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

confrontaban. La crisis por otra parte era natural, sin

necesidad de atribuirla a desaciertos del gobierno : pesaban

duramente sobre el país los efectos de la ruina de la anti-

gua capital y los más onerosos de la traslación y construc-

ción desde sus cimientos, de una nueva ciudad; las trabas

al comercio todavía vigentes a pesar de lo que se suaviza-

ran en la época de Carlos III, el derrumbamiento de la

producción de cacao, los sistemas centralizadores de la ri-

queza, el aislamiento de Guatemala por la falta de barcos

durante largos años de guerras con el consiguiente auge

del corso, y tantos otros elementos de pobreza y depresión,

que tenían que influir, al estímulo de la agitación política

de España y América, y de las primeras, tímidas interven-

ciones del pueblo en asuntos públicos que hacia entonces

comienzan a producirse, en el proceso evolutivo del pensa-

miento emancipador y revolucionario. Los años de ab-

solutismo, que en Guatemala se caracterizan por la acción

rigurosa de don José de Bustamante sólo apresurarían la

maduración de este proceso.

Los aspectos económicos de las Instrucciones dadas al

señor Larrazábal revelan al vivo la situación y las ideas

y actitudes de los hombres responsables ante ella. El mis-

mo gobernante expresaría al Ayuntamiento deseos de que

se pusieran remedios a los males existentes al pedirle su

cooperación ilustrada, haciendo hincapié precisamente en

los capítulos económicos de esas Instrucciones, que en los

políticos tanta desazón y agrura le ocasionarían. En ofi-

cio del 24 de marzo (1811), a menos de un mes de su ins-

talación en el gobierno (29 de abril) y después de afirmar

sus buenos propósitos, escribía a los ayuntamientos del

reino :

"En este concepto y el de que V. S. con motivo de las

instrucciones que acaba de formar para el diputado en

Cortes por esta provincia, tendrá hecho un examen puntual

de su estado político, habrá inquirido las causas de su deca-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 61

dencia y pensando los medios adaptables para la mejora y

perfección de todos los ramos públicos ; espero que sobre ca-

da uno de estos puntos me informe cuanto se le ofreciere y

pareciere contrayéndose especialmente a la agricultura, in-

dustria y comercio, las minas o a los artículos que puedan

hacer la riqueza de estos pueblos, a la policía de estos, admi-

nistración de justicia, y generalmente a todo lo que influya

en su riqueza y pobreza respectiva; proponiendo con la

decorosa liberalidad que es permitida y conveniente, cuan-

to V. S. alcance y le dicte su celo a beneficio público; en

inteligencia de que me anima el más fervoroso deseo de pro-

moverlo y ejecutarlo en toda la extensión de mis facultades,

y de que estoy bien persuadido y convencido de que tal es

igualmente el anhelo paternal de los que rigen el estado en

nombre del Rey N. S. don Fernando VII, de quienes espe-

ramos su rescate y la futura dicha del Imperio español".

Tan buenas disposiciones pronto se desviarán de esa

línea por desacuerdos o animadversión, posiblemente mu-tua : la del gobernante se precisará en sus acotaciones ren-

corosas a las Instrucciones, al regreso y golpe de estado del

Rey. Mientras Cortes y Constitución funcionan, el gober-

nante tiene que avenirse a ellas y, lo que es más, aplaudir-

las: para su futuro mal.

Cortes Extraordinarias. Diputados Americanos

Hay que recordar que las Cortes habían sido convo-

cadas el 28 de octubre de 1809 y que el decreto respectivo

se publicó en noviembre, pero la convocatoria definitiva

hasta el l9 de enero de 1810 por la Junta Suprema Guber-

nativa (que después se mudó en regencia), para reunirse

"si la de defensa del reino ... lo permitiere", el l9 de mar-

zo de 1810. La regencia no se hallaba bien prevenida a

cumplir este decreto, hasta que a instancias directas y cla-

mor general que ya se levantaba en reclamo de la convoca-

Page 64: Brañas - Antonio Larrazabal

62 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

toria, hubo de hacerla, promulgándose el 18 de junio de 1810

disposición para que se formalizaran las elecciones que no

se hubiesen efectuado aún conforme al decreto de 29 de

enero, y para reunirse en la Isla de León, en agosto (ha-

biéndolo hecho en 24 de septiembre).

Se incurrió a . última hora en omisiones que tendrían

serias consecuencias aprovechadas por los tradicionalistas

adversos a las Cortes y las influencias innovadoras que en

ellas prevalecerían, como al no convocar segunda cámarao estamento de nobles y del brazo eclesiástico, aunque de

unos y otros entraron en abundancia en la cámara única

como resultado de las elecciones. Los opositores tomaronpie en esa omisión, desde un principio, para alegar nulidad

o ilegalidad de los actos de las cortes, aduciendo la tradi-

ción seguida de antiguo sobre la reunión de estos congre-

sos en España; pero, por el momento, la opinión general

se manifestó favorable al nuevo sistema, después de nume-rosas consultas, cabildeos y vacilaciones.

La forma de elección, aparte de otros pormenores, es-

tablecía que fuera de tercer grado —juntas sucesivas de

parroquia, de partido y de provincia— , haciéndose por sor-

teo la última entre los candidatos que hubiesen obtenido

mayoría de sufragios. Para ser electores, se requería que

fuesen vecinos, con casa abierta, mayores de veinticinco

años, etcétera, nombrándose un diputado por cada veinti-

cinco mil habitantes, o "almas" como en aquellos benditos

tiempos se decía. . .

Las facultades de los diputados comprendían, además

de restablecer y mejorar la constitución de la monarquía,

poder acordar y resolver cuanto se propusiese en las cortes

conforme a la convocatoria y a otros cualesquiera asuntos

"con plena, franca, libre y general facultad, sin que por

falta de poder dejasen de hacer cosa alguna, pues todo el

que necesitasen les conferían, los electores, sin excepción

alguna".

Page 65: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 63

A tal amplitud de poderes sumábase el hecho históri-

co de que por primera vez concurrían diputados a los terri-

torios hispánicos de América y Asia, que por este paso

cambiaban sustancialmente su status, sin contar con la

influencia que tal modificación tendría como catalizador de

los sentimientos y personalidad de estos pueblos —sobre

todo en el caso de los americanos— que se hallaban ya en

decidida maduración y trabajados por corrientes de ideas

—y no menos de intereses— extrañas, y que ante ese reco-

nocimiento, y frente a la decadencia y ruina ostensibles de

la metrópoli que se hacía incapaz para gobernarlos, y aún

para regirse ella misma, se verían justificados para hacer

más impositivos y perentorios sus legítimos reclamos.

La concurrencia de esos diputados era, por otra parte,

imprescindible para España. "Requeríalo así —reflexio-

na el Conde de Toreno en libro en extremo interesante,

que tendremos de citar muchas veces— la justicia, reque-

ríalo el interés bien entendido de los habitantes de ambosmundos, y la situación de la península, que para defender

la causa de su propia independencia debía granjear las

voluntades de los que residían en aquellos .países, y de cuya

ayuda había reportado colmados frutos. Lo dificultoso era

arreglar en la práctica la declaración de la igualdad. Re-

giones extendidas como las de América, con variedad de

castas, con desvío entre éstas y preocupaciones, ofrecían en

el asunto problemas de no fácil solución. Agregábase la

falta de estadísticas, la diferencia y confusa división de

provincias y distritos, y el tiempo que se necesitaba para

desenmarañar tal laberinto, cuando la pronta convocatoria

de Cortes no daba vagar, ni para pedir noticias a América

ni para sacar de entre el polvo de los archivos las mancas

y parciales que pudieran averiguarse en Europa".

En verdad, todo lo excusaba la situación de emergen-

cia por que se cruzaba pero detrás de todo estaba el cuadro

sombrío del atraso y abandono de América por obra de

Page 66: Brañas - Antonio Larrazabal

64 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

dinastías antiespañolas que sólo pensaban en sus guerras

de Europa y en extraer para derrocharlas en ellas las ina-

gotables riquezas de este continente, sin darse cuenta de

que, contra viento y marea, en América surgían promocio-

nes de hombres ilustrados y ya imbuidos de un patriotismo

americano por esencia, que habría de enfrentarse fatal-

mente al egoísmo y a la incomprensión de los gobernantes,

y a la indiferencia de los propios españoles.

El primer decreto sobre Cortes dejaba a la comisión

preparatoria el menester de resolver la participación ame-ricana. No se previo que éste sería uno de los puntos que

más largamente embargarían la atención del congreso ymás acalorados debates ocasionaría dentro y fuera de él.

El decreto siguiente, de enero de 1810, según instrucciones

de febrero y septiembre del mismo año, daba a América yAsia sólo una representanción supletoria de 28 individuos

—dos a Filipinas— escogidos entre naturales de esos paí-

ses, residentes en Europa, debiendo ser electos por los

ayuntamientos los propietarios, a diferencia de lo hecho

en la península. Luego se quiso elegir un representante

por cada capitanía o virreinato, pero al fin se decidió que

cada provincia eligiera un diputado, resultando así ya bas-

tante numerosa la delegación americana, lo cual, sin em-

bargo, no satisfizo enteramente a los americanos, mientras

los peninsulares veían con sobrado temor el aumento de tal

delegación que podría prevalecer con sus votos y de hecho

gobernar a España. Las controversias subirían de punto

cuando se tratara no sólo de la representación de los indí-

genas que no parecía tan grave aunque se reconociera la

diferencia de educación, sino de los negros, y los pardos

que darían predominante influencia a ciertas regiones.

La elección de suplentes hecha en Cádiz fue movidísi-

ma y manifestó al vivo la corriente revolucionaria que ya

se ensanchaba, y ello inspiró temores nuevos a la regencia

del reino y medidas, poco afortunadas, para revalidar an-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 65

tiguas instituciones, de carácter conservador. La juven-

tud entró a participar de lleno en la política. Tras inci-

dentes y agitaciones, fijóse el 24 de septiembre para la

apertura de las Cortes, "origen de grandiosas mudanzas,

verdadero comienzo de la revolución española" (Toreno).

De acuerdo con lo establecido por la junta central, la

regencia trasladóse a la Isla de León, el 22 y en la mañanadel 24 se reunieron los diputados en las casas consistoria-

les, pasaron a la iglesia mayor, donde después de la misa

del Espíritu Santo se tomó juramento por el Cardenal Ar-zobispo de Toledo, a los diputados, muchos de los cuales se

habían opuesto al texto de dicho juramento hasta que se

les convenció de que sus términos finales ( . . . "Juráis de-

sempeñar fiel y legalmente el encargo que la nación ha

puesto a vuestro cuidado guardando las leyes de España,

sin perjuicio de alterar, moderar y variar aquellas que exi-

giese el bien de la nación?") "dejaban ancho campo a las

novedades que quisieran introducirse".

Entre aplausos y espontáneas manifestaciones de albo-

rozo se dirigieron luego al coliseo, sin que faltaran las sal-

vas de los cañones españoles y los tiros de los franceses

sitiadores, que en ningún momento lograron abatir el áni-

mo alegre de los gaditanos. La solemnidad de la instala-

ción fué imponente y desde el primer día se acordó que las

sesiones fueran públicas y poco después, en diciembre, se

dispuso el empleo de taquígrafos.

Consideróse que la Regencia estaba empeñada en que

fuesen públicas dichas sesiones, "con la intención aviesa

de desacreditar a las Cortes el mismo día de su congrega-

ción", plan que se frustró por entero lo mismo que otras

maniobras que no es el caso referir aquí. Don Miguel de

Lardizábal y Uribe, en ocasión ulterior diputado suplente

por Guatemala y entonces miembro de la Regencia y co-

rifeo declarado del absolutismo, hubo de confesar en ma-

nifiesto público provocador de intenso revuelo, que nada

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66 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

pudieron hacer para modificar la situación que se creaba,

por no contar con el pueblo ni con las armas. El Obispo

de Orense, Presidente de la Regencia, no quiso prestar ju-

ramento al principio, prevaliéndose de enfermedad, y este

incidente originó grandes complicaciones, y tanto más la

resolución de asumir las Cortes, con valentía y eficacia, la

soberanía de la nación, lo cual se tuvo por atentatorio con-

tra la potestad del rey.

A la primera junta, concurrieron unos cien diputados,

de ellos dos terceras partes propietarios y la otra suplen-

tes : por esto se motejó también de ilegítimas a las Cortes.

Pronto llegaron nuevos representantes y el entusiasmo cun-

día dondequiera.

El peso de las tradiciones obraba sobre los diputados:

siguiendo una añeja, se dio el título de majestad, y trata-

miento en tercera persona, a las cortes, y el de alteza a los

regentes hasta en las de 1820 se desecharía esta costumbre.

Los presidentes debían renovarse cada mes. El total de

diputados llegó a ser de 303.

La importancia que en las cortes generales y extraor-

dinarias de Cádiz tuvieron los americanos la subraya Ra-

fael María de Labra en expresivo recuento, al reseñar que

63 de sus diputados fueron americanos de 37 presidentes

hubo diez americanos —Antonio Larrazábal por Guatemalauno de ellos, Florencio Castillo por Costa Rica, es decir el

Reino de Guatemala, otro. . .— . De 35 vicepresidentes que

tuvieron, 12 fueron americanos; de 38 secretarios, 11 ame-

ricanos. La comisión para el proyecto de Constitución es-

tuvo formada por 9 españoles y 5 americanos. La diputa-

ción permanente compuesta de 9 individuos, tuvo cuatro

americanos: Antonio Larrazábal, Mariano Mendiola, José

Olmedo y José Antonio Navarrete. La actuación de estos

diputados, por otra parte, fue brillante lo mismo en asun-

tos puramente americanos que en los relativos a toda la

monarquía. " . . . en las primeras cortes españolas del

Page 69: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 67

siglo XIX no sólo fueron los Presidentes americanos con-

siderables por su número, sino por las deferencias y res-

petos de que fueron objeto de parte de todos los demás di-

putados peninsulares". (Labra).

Por esa vez, Guatemala eligió con acierto a su repre-

sentante . .

.

Entre los primeros grandes decretos de las Cortes,

figura el de la libertad de imprenta, que comenzó a discu-

tirse el día del cumpleaños del Rey, 14 de octubre: se bus-

caba la coincidencia de las fechas reales con cierto fetichis-

mo, o acaso con el propósito de dar la impresión de mayorfidelidad, pero resultó que muchas de las leyes nacidas bajo

esa advocación fueron justamente las más tachadas de

atentatorias a la soberanía del Rey, y de consiguiente las

que peor suerte correrían al reasumir éste la absoluta po-

testad.

La discusión se prolongó hasta el 10 de noviembre en

que, electa la junta suprema de censura que se creó para

el conocimiento y la represión de los delitos de imprenta,

en virtud de acusación formal, no para la censura previa,

y en defecto de los jurados, que no se consideró oportuno

instituir todavía, promulgóse el decreto famoso que "dejan-

do al margen las cuestiones de dogma, permitió el giro de

las ideas y el desarrollo de la revolución". Las consecuen-

cias de esta ley en América —tal el caso particular de Gua-

temala— tuvieron que ser de mucha mayor repercusión

que en España misma, a pesar del eclipse que sufriría su

vigencia de 1814 a 1820. O por eso mismo, pues conocida

una vez la libertad de expresar el pensamiento, se aspirará

siempre a ella. La historia enseña que toda represión vio-

lenta y sistemática de la libertad lleva en sí el germen de

futuras explosiones.

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68 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Trataban las Cortes de sancionar lo existente —escri-

be Salvador Cánovas Cervantes en Episodios políticos del

siglo XIX, Las Cortes de Cádiz, Constitución de 1812—

.

Fué don Agustín Arguelles el hombre a quien cupo el honor

de promover el debate, exponiendo la necesidad de legali-

zar el problema en la reunión celebrada el 27 de septiem-

bre de 1810. Pidió Arguelles el nombramiento de unacomisión que redactase el proyecto de ley regularizando

el uso de la libertad de imprenta, diciendo:

«Va siempre la libertad de imprenta unida a la liber-

tad política y civil, como indispensables consecuencias. Pormucho que se declame contra los abusos, contra los excesos

de esta libertad, es inevitable su promulgación, entre otras

muchas razones por la sencillísima de que es inaceptable,

imposible, la censura previa; de que es imposible, decimos,

que un hombre, por recto e ilustrado que sea, trace una línea

divisoria entre el uso y el abuso, entre lo bueno y lo malo,

entre lo útil y lo que puede ser funesto . .

.

«Hay errores que todos perciben, escenas que para to-

dos resultan escandalosas; mas cuando se trata de corre-

gir abusos, y, sobre todo, de emitir ideas en que los par-

tidos se dividen ¿qué individuo, qué corporación puede eri-

girse en juez infalible de lo que debe y no debe ser per-

mitido ?

«El debate producido con motivo de la aprobación de

esta ley fué en extremo interesante, con discursos llenos

de saber y de ciencia. El discurso cumbre lo pronunció

Muñoz Toreno, defendiendo la libertad de pensamiento yconcluyendo su notable oración con esta frase lapidaria:

"La previa censura, es el último asidero de la tiranía".

«El 5 de diciembre de 1810 quedó aprobada la ley de

imprenta, que garantizaba a los españoles su libre expre-

sión de ideas, arrancando a la Inquisición la facultad de

ejercer la censura eclesiástica, que entregaba por completo

a los tribunales ordinarios eclesiásticos».

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 69

Curioso es recordar al paso que en en esos días na-

cieron las denominaciones de los partidos contrarios, que

también en América iban a florecer con tanta fuerza. Es-

cribe el Conde de Toreno: «Durante esta discusión y la

anterior sobre América —igualdad de derechos y amnistía

ilimitada—, manifestáronse abiertamente los partidos que

encerraban las cortes, los cuales como en todo cuerpo deli-

berativo principalmente se dividían en amigos de las refor-

mas, y en los que les eran opuestos. El público insensible-

mente distinguió con el apellido de liberales a los que per-

tenecían al primero de los dos partidos, quizá porque em-

pleaban a menudo en sus discursos la frase de principios

o ideas liberales, y de las cosas, según acontece, pasó el

nombre a las personas. Tardó más tiempo el partido con-

trario en recibir especial epíteto, hasta que al fin un autor

de despejado ingenio calificóle con el de servil». (DonEugenio Tapia en una composición poética bastante nota-

ble, y separando maliciosamente con una rayita dicha pa-

labra, escribióla de este modo: "Ser - vil" —llamada de

Toreno— . En los periódicos "reaccionarios" se ridiculi-

zaba el origen de la palabra liberal, encontrando su origen

en documentos franceses ingratos a España).

Hay aquí un juicio de Toreno interesante a nuestro

objeto, al destacar las principales figuras del naciente libe-

ralismo: "Existía aun en las Cortes un tercer partido de

vacilante conducta, y que inclinaba la balanza de las reso-

luciones al lado adonde se arrimaba. Era este el de los

americanos : unido por lo común con los liberales, desam-

parábalos en algunas cuestiones de ultramar, y siempre

que se quería dar vigor y fuerza al gobierno peninsular".

Toreno, por supuesto, se contaba entre los liberales, aun-

que ocupó su puesto hasta marzo de 1811 ; era "todavía

tan mozo que tuvieron las Cortes que dispensarle la edad".

Los juicios de este apasionado mozo, que tanto figuraría

Page 72: Brañas - Antonio Larrazabal

70 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

después en la política española, son valiosos y muy afilados.

"Entre los americanos divisábanse igualmente diputados

sabios, elocuentes, y de lucido y ameno decir". Subraya la

flexibilidad pasmosa de uno de ellos, don José Mejía, en

lo político; cita a los que le seguían de seglares, y de ecle-

siásticos a Alcocer, Arispe, Larrazábal, Gordoa —mexica-

no ilustre— y Castillo —el costarricense— diciendo de es-

tos dos que eran "a cual más digno". Y agrega: "Apenas

puede afirmarse que hubiera entre los americanos dipu-

tado que ladease del todo al partido antirreformador. Unía-

se a él en ciertos casos, pero casi nunca en los de inno-

vaciones".

Las discusiones sobre igualdad de representación de

América y la península en las Cortes, establecida en prin-

cipio pero que se quería aplicar a las ya reunidas, lo cual

aparejaba un cúmulo de problemas que amedrentaba a unos

diputados y a otros irritaba, se resolvió por fin que lo

fuera para las próximas, tras largos y encendidos debates

aue duraron varias semanas y sirvieron para sacar a luz

y poner en circulación los juicios más enconados contra

la dominación ejercida por la metrópoli, y sus errores,

exacerbando las tendencias, de día en día mayores y ya

manifiestas hacia la emancipación. Como que a ese tiem-

po ya en diversos puntos de la América española se desa-

rrollaban movimientos cívicos y armados por la libertad.

Entre tanto, se dieron decretos beneficiosos para Amé-rica, como la libertad de siembras, la eliminación de mitas

y otras favorables a los indios y al comercio : "Así que las

Cortes decretaron sucesivamente para la América todo lo

que establecía igualdad perfecta con Europa —escribía el

Conde de Toreno en su Historia, no sin cierto reconcomio

y dejo de español que se sentía lastimado, prenotando ya

la creciente influencia del separatismo— : pero no decre-

tando la independencia poco adelantaron, pues los promo-

vedores de las desavenencias nunca en realidad se conten-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 71

taron con menos, ni aspiraban a otra cosa". Y porque los

mediadores exigían la parte del león, tampoco podía pro-

gresar la mediación inglesa, ofrecida más adelante y novista de buena gana por los españoles por intransigente

punto de decoro.

El primer período de sesiones terminó el 20 de febre-

ro de 1811 en la Isla de León, reanudándolas en Cádiz el

24, en la Iglesia de San Felipe Neri, arreglada al efecto

(y donde al cabo del tiempo estableceríase un museo de las

Cortes, en que figura distinguidamente el nombre de La-

rrazábal). La iglesia, transformada, con tribunas para el

público, fué teatro de los más acalorados debates y conmo-ciones. La participación del público era una novedad ydio color y agitación a toda la vida de las cortes constitu-

cionales. Escritores adversos dirían y dicen aún que ese

público formábanlo turbas pagadas y azuzadas . . . Recogela versión, con su conocida hostilidad y vehemencia, Me-néndez y Pelayo por ejemplo al referir un caso de arbitra-

riedad y confusión de las Cortes en asunto de prensa que se

debió haber entregado al organismo que para tal materia

se creara : ... dejáronse "intimidar las Cortes por unaminoría facciosa y por los descompuestos gritos y vocife-

raciones de la muchedumbre de las galerías, pagada yamaestrada ad hoc por las logias y círculos patrióticos de

Cádiz"... (Heterodoxos, VII, II).

De las numerosas discusiones y actos sobresalientes de

ese período vale recordar, fuera desde luego de la emisión

de la Constitución y las leyes de libertad de prensa y de

igualdad de españoles y americanos, junto a otros siguien-

tes pasos legislativos que enlazados a éstos tuvieron natu-

rales y las más animadoras repercusiones en Centroamé-

rica, debiendo influir sobremanera en la modelación del

pensamiento de los proceres que no tardarían en tener co-

yunturas propicias, imperativas, para actuar: la abolición

de la tortura, de los señoríos jurisdiccionales y de los dic-

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72 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

tados de vasallo y vasallaje, de la pena de azotes, de las

bartolinas para los reos, del paseo de estandarte o pendónreal —7 de enero de 1812—, de apremios, prestaciones per-

sonales y otros residuos del feudalismo aún vigentes en

alguna forma a ese tiempo, de la información de sangre

para el sacerdocio y para el ingreso en cuerpos estatales

—1813— y los debates y negociaciones sobre discordias ylevantamientos de América.

Ha olvidado Guatemala, o no lo puntualizan bastante

y bien sus historiadores por lo general, lo que la indepen-

dencia debió a la conmoción política y espiritual de Cádiz.

De otra suerte, exaltaría mucho más a Larrazábal en fun-

ción de procer.

Por lo que hace a nuestro representante, en la sesión

del 15 de febrero "se aprobó el nombramiento del diputado

en Cortes, hecho por la ciudad de Goatemala, por lo res-

pectivo a aquel reyno en la persona de D. Antonio Larra-

zábal y Arrivillaga", dice el Diario de las discusiones y

actas de las Cortes, tomo III, de 1811.

En la del 24 de agosto fueron aprobadas sus creden-

ciales y el 25 tomó asiento entre los diputados. Los de El

Salvador, Nicaragua y Costa Rica lo habían hecho el 11

de julio.

Aquel día debió ser de indelebles impresiones para

Larrazábal. Examinaría a sus colegas ilustres ya foguea-

dos en las batallas parlamentarias, tantearía el terreno,

indagaría afinidades y diferencias. A buen seguro, iba ya

preparado con lecturas y referencias precisas de cuanto

en las Cortes bullía. Su cultura general no desaprovecha-

ría el paso por México y Londres para ahondar en porme-

nores de la vida política que le serían de utilidad inmedia-

ta en su cargo. Se empaparía de las ideas, y los inacaba-

bles pleitos ya en sazón, de los profusos periódicos o "pa-

Page 75: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 73

peles", que proliferaban en Cádiz e insensiblemente iría

tomando partido, es decir, consolidando simpatías, forta-

leciendo diferencias ... Su primera docena de días gadi-

tanos, entre saludos, presentaciones, conocimientos, debió

aprovecharlos también sagazmente, y la tarea de reimpri-

mir las Instrucciones de su Ayuntamiento para difundirlas

entre los diputados y personajes que en la abarrotada Cá-

diz se agitaban en torno de la cosa política, coadyuvaría en

buena parte a familiarizarlo con el ambiente.

Luego, su despierta inteligencia, su recia voluntad, la

conciencia de su personalidad ya madura, en los días si-

guientes en el seno del congreso, donde halló numerosos

eclesiásticos como él, le afirmarían el hecho grato e incon-

trastable: podía sentirse entre iguales, por encima de cual-

quier resabio de provinciana cortedad. El nombre de don

Antonio de Larrazábal y Arrivillaga podía sonar, y sona-

ría a fe, sin matiz de desdoro al lado de los más sonoros

de aquel mundillo hirviente de grandes, de mitrados, de

famosos jurisconsultos, de audaces revolvedores, de poetas

ya consagrados, de jóvenes hombres de letras arrebatados

de inquietud. Si algo pudiera detenerlo, su sentido de la

responsabilidad y su rectitud lo empujarían a primeros

planos de figuración. Para eso ostentaba la representa-

ción del Reino de Guatemala, de un Ayuntamiento ilustre

que lo había munido de un vigoroso repertorio de ideas

avanzadas, que despertaban admiración simpática, y era,

en fin, un americano.

El ser americano en esas Cortes parecía dotar de

privilegios especiales al afecto. Para las numerosas ca-

bezas calientes de Cádiz detrás de cada americano palpi-

taba, con toda su magia, la inmensidad de una cierra que

se descubría entonces mismo, que mandaba a la patria des-

venturada cuantiosos contingentes de oro para sostener

la guerra contra el invasor, y por si fuera poco, y lo que

parecía más inusitado y sorprendente, legiones de hombres

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74 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de pensamiento libre, despiertos, atrevidos, ganosos de dar

batallas decisivas a las fuerzas de la opresión. ¡Qué esti-

mulo encontraban en ellos los Quintana, los Toreno, los

Martínez de la Rosa y tantos más ! Su moda era bien ga-

nada. Y si en el fondo se les reprochaba un poco de jac-

tancia (como en otra ocasión histórica el "¡Aquí estamos,

Laffayette !" de los norteamericanos en trance de acudir a

salvar a Francia), y se hacía un poco de broma (que en

Andalucía estaban) a sus reales o supuestas ingenuidades,

no es menos cierto que se les envidiaba un algo y se les

veía con su gota de sorpresa encantada.

Cuando Larrazábal llegó a las Cortes, por culpa de las

demoras de viaje, ya se habían librado muy serios comba-tes en favor de la causa americana, en aspectos esenciales;

eso que le mortificaría, favorecería empero su pronta aco-

modación en aquel caldeado ambiente. Habíase concedido

ya libertad de siembras, cultivos, industrias, a los ameri-

canos; se había debatido en sesiones incluso tormentosas,

en las que se oyeron todos los agravios de América, la es-

pinosa cuestión de la igualdad en su representación con la

de los europeos, saliendo a colación todos los problemas

que, más o menos suavizados o encubiertos, siguen en pie

en el continente a la hora de las revoluciones democráticas

para los efectos de comicios : si universales, si restringidos,

si el indio, si el analfabeto . . . Habíase tratado de la igual-

dad con los europeos en la opción a todos los empleos y des-

tinos. De la exención de tributo a los indios. Y se habían

también tomado provisiones que señalaban la ruta de los

vientos que de más en más orientarían la labor de las dis-

cutidas Cortes, como, por ejemplo, al desechar casi unáni-

mente una proposición encaminada a la restitución de los

jesuítas en América (expulsados de España y sus domi-

nios por Carlos III el 27 de febrero de 1767), asunto tra-

tado con insistencia, reputándolos —la dicha proposición

derrotada— "de la mayor importancia para el cultivo de

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 75

las ciencias, y para el progreso de las misiones que intro-

ducen y propagan la fe entre los indios infieles . .. ". ¡ Con

los señores liberales —enciclopedistas, volterianos, sin fal-

tar eclesiásticos, también—, que se tenían entre ceja y

ceja a los señores jesuitas!

Instiiicciones divulgadas más de un siglo después

El historiador nicaragüense Sofonías Salvatierra en

su ya citada Contribución a la Historia de Centroamérica

monografías documentales, prestó meritorio servicio, entre

otros muchos, al conocimiento de la actuación de Larrazá-

bal en las Cortes de Cádiz, de la que casi ya no se recorda-

ba, propiamente, entre nosotros, sino el hecho en sí de haber

sido el diputado de Guatemala y haber sufrido prisión al

término violento de su mandato. Ese mismo servicio al-

canzó en parte a los demás diputados centroamericanos,

también víctimas de olvido, con excepción parcial del cos-

tarricense ilustre Francisco de Castillo a quien entre sus

compatriotas, el historiador Ricardo Fernández Guardia

lo había recordado con merecida exaltación.

Al publicar, en 1939, sustancioso extracto de las Ins-

trucciones del Ayuntamiento para Larrazábal, fruto de su

laboriosa y fructífera investigación en el Archivo gene-

ral de Indias, donde tuvo la fortuna de encontrar un ejem-

plar único de ese impreso, entre los papeles de la Audiencia

de Guatemala (número 495), despertó mayor atención so-

bre dicho documento y sobre la personalidad del diputado

guatemalteco. El señor Salvatierra amplió más ¿arde ese

distinguido servicio al facilitar el texto íntegro por él ob-

tenido en fotocopia, para su publicación en Anales de la

Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala por el Li-

cenciado J. Antonio Villacorta C, (tomo XVII; I, marzode 1941; II, junio del mismo año, y V, de marzo de 1942).

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76 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

El conocimiento de esas Instrucciones, llamadas por

antonomasia de Peinado, era imprescindible para conocer

a la vez la forma en que Larrazábal se condujo en el con-

greso, pues es sabido que se ciñó estrictamente al espíritu

y en muchos puntos a la letra de esas Instrucciones, lo cual

fue de modo grande parte de su fuerza y de su debilidad

en el éxito vario de su gestión, tratando de cumplir con

buen éxito su difícil encargo, lográndolo a menudo, y ga-

nándose en consecuencia no poca hostilidad cuando sus

puntos de vista e insistencia chocaban con las ideas o los

intereses del absolutismo recalcitrante, y en casos con las

ideas y los intereses del liberalismo, al que, en consenso ge-

neral, se le tuvo por simpatizante, si no por adscrito, pues

en medio de las tormentas supo conservar una digna inde-

pendencia, bastantemente respetada por los extremismos

de los partidos batallantes, línea ésta que fue regla de oro

de su vida.

El doctor Ramón A. Salazar, uno de los hombres másfogosos del liberalismo del 71, había dado a publicidad al-

gunos de los puntos de la declaración contenida en las Ins-

trucciones con ligera referencia y más de un elevado juicio

acerca de ellas, en medio de sus acritudes, en la biografía

de don Mariano de Aycinena incluida en su obra : Los Hom-bres de la Independencia (1899). De Larrazábal decía que

"dio muestras de energía y de inteligencia, figurando al

lado de los liberales y haciéndose notar por sus ideas que

no eran otras que las contenidas en las instrucciones", aun-

que también: «Larrazábal era miembro de "las fami-

lias. .." ¡y había sido electo por el influjo de ellas». Y es

sabido el concepto tan enconoso de Salazar sobre "las fa-

milias".

Por mucho que su liberalismo violento lo ofuscara, re-

conoce dicho notable escritor no haberse equivocado en

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doctor Antonio larrazábal 77

que en el Ayuntamiento de Guatemala se inició nuestra li-

bertad. "Allí en sus salones resonó por vez primera el

sacrosanto nombre de libertad —dice— ; allí algunos de

aquellos aristócratas de quienes tanto hemos tenido que

quejarnos después, iluminados por la luz del siglo tuvieron

por un instante las visiones de una patria regenerada por

las nuevas ideas" . . . "Por supuesto, aquellos señores con-

cejales, no eran republicanos, ni mucho menos. No eran

ni siquiera demócratas . .. " "Eran monárquicos, mas no

absolutistas ..." Hay reticencia en el parecer, pero, proce-

diendo de parte tan contraria, el reconocimiento se avalora.

Y en cuanto a las Instrucciones —que habían de serle

simpáticas en tanto seguían huellas de la revolución fran-

cesa, del pensamiento de los enciclopedistas—, escribía:

"Hemos consultado varios historiadores de América, y en

ninguno de ellos encontramos que se haga relación a las

instrucciones comunicadas por los cabildos a sus diputados

a Cortes". "Creemos que debe ser motivo de legítimo or-

gullo para los guatemaltecos el poder mostrar que nues-

tros municipales de principios del siglo, profesasen prin-

cipios tan avanzados de derecho público; y si es verdad que

seguían siendo monárquicos, también lo es que no podía

exigirse más de ellos, dada la educación que habían reci-

bido y las preocupaciones de que no habían podido des-

prenderse".

Volvamos a Salvatierra. En su citada obra, expresa:

"La convocatoria incluía, el mandato de que las Provin-

cias por medio de sus Ayuntamientos, dieran instrucciones

a sus diputados. Cada una aprobó las suyas, de orden pu-

ramente administrativo, excepto Guatemala, cuyo Ayun-tamiento, elevándose a una altura extraordinaria, propo-

nía en sus instrucciones las normas de una Constitución

avanzada, sobre las bases de los Derechos del Hombre de-

cretados el 4 de agosto de 1789 por la Asamblea Nacional

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78 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

francesa. Como no fue uniforme el parecer del Ayunta-miento, se formaron dos grupos: uno menor, de cuatro de

sus miembros, y otro mayor, del resto. Aquél elaboró las

suyas, que no fueron adoptadas y que hicieron imprimir

sus autores en la imprenta de don Manuel Arévalo, en unfolleto de 67 páginas, más doce de prólogo, en pequeño for-

mato. El proyecto de la mayoría, que es el oficial, fue

elaborado por don José María Peinado, regidor perpetuo

del Ayuntamiento, con la cooperación de don Antonio Jua-

rros y bajo la revisión del Licenciado don Miguel Larrei-

naga. Esto último se sabe, por la denuncia que Busta-

mante y Guerra elevó al Rey contra el revisor algún tiem-

po después. Fue escrito en casa de don Manuel José Pa-

vón, revisado también por el provisor de la Arquidiócesis,

don Bernardo Pavón, y aprobado y firmado por el Ayun-tamiento, del cual formaba parte el marqués de Aycinena".

Fue uno de los cuidados del canónigo Larrazábal en

Cádiz hacer la reimpresión en referencia. Es, según Sal-

vatierra, un folleto de 65 páginas, formato grande, con

este rótulo: INSTRUCCIONES/para/la Constitución fun-

damental/de la/Monarquía Española/y su gobierno/De la

que ha de tratarse en las próximas Cortes Generales/de la

Nación/Dadas por el M. I. Ayuntamiento/de la M. N. y L.

ciudad de Guatemala/A su Diputado el Sr. Dr. D. Antonio

de Larrazábal,/Canónigo Penitenciario de esta Sta. Iglesia

Metropolitana./Formadas/Por el Sr. D. José María Pei-

nado, Regidor/perpetuo, y Decano del mismo Ayuntamien-

to./Las da a luz en la ciudad de Cádiz/el referido diputa-

do/en la Imprenta de la Junta Superior. Año de/1811.

Van precedidas, en esta edición, por la siguiente dedi-

catoria: "M. I. Ayuntamiento de la M. N. y L. ciudad de

Guatemala.—Las presentes instrucciones que divididas en

quatro partes formó el Sr. Regidor D. José María Peinado

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 79

para la constitución de la monarquía y su gobierno, y adop-

tó ese M. I. C. han merecido la aprobación de muchos sa-

bios de una y otra España.

Convencido yo de su mérito, de justicia ofrecer este

pequeño obsequio a ese M. I. C. que tanto se distingue por-

que con un corazón verdaderamente noble, y leal voluntad

pospone sus propios intereses al bien de esa ciudad velan-

do de continuo entre los afanes y fatigas para su mejor

conservación.

Espero se servirá V. S. M. I. admitir esta insinuación

de mi verdadera gratitud, y reconocimiento.

Cádiz, Agosto 21 de 1811.

M. I. A.

Antonio Larrazábal"

En el original aparecen notas de puño y letra del

capitán general de Guatemala, señor Bustamante y Gue-

rra, y forma parte del cuerpo de su denuncia contra el di-

putado y los autores del documento. Esas llamadas son

muy instructivas de las ideas y prevención con que fue

analizado y vienen a realzar la importancia de dicho docu-

mento, el cual, de haber sido escrito en otra sección de

América, sería a estas horas no sólo divulgadísimo sino

consagrado con máximos honores como pieza de alto valor

histórico del pensamiento político de nuestro hemisferio.

Pero fue escrito en Guatemala y presentado por un guate-

malteco. . . y no tuvo posteriormente más eco que alguna

referencia de haber sido quemado por mano de verdugo

como libelo sedicioso... La primera llamada de Busta-

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80 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

mante incrimina a Larrazábal en estos términos: "a) Esta

carta cuando no existiesen los Diarios de Cortes sería do-

cumento auténtico de las opiniones del Diputado Larrazá-

bal y de sus deseos de circularlas por ambos mundos. Con

ella se preparó la opinión antes de instalarse las cortes;

y la América viéndolas publicadas a la faz del Gobierno

supremo debía adoptarlas sin embozo, y marchar rápida-

mente al término que se había propuesto en sus ' movi-

mientos".

Aun restando un poco de exageración y temor que

puedan contenerse en las apreciaciones del gobernante gua-

temalteco, y harto de enojo y resentimiento, en los alcan-

ces que les da, es indudable que aquellas Instrucciones de-

bieron ejercer influencia en la mente preparada de buen

número de los diputados americanos y peninsulares anti-

absolutistas : parte muy significativa de la avalancha de

literatura liberal que inundaba al mundo culto de la época

y que en Cádiz hacía furor. Y no debió dejar de parecer

un tanto sorprendente que desde rincón tan apartado de

América, llegaran y se hiciesen oir, con tanta autoridad,

voces tan libres y sensatas, apoyadas por la acción inme-

diata y el talento eficaz de diputados como Larrazábal yFlorencio Castillo.

El diligente bibliógrafo chileno, de justa fama univer-

sal, José Toribio Medina, gran arrebañador de impresos

antiguos, pudo consignar en su importantísima obra "La

Imprenta en Guatemala" (1910), el folleto de las Instruc-

ciones, su reimpresión en España por Larrazábal, y los

de los otros concejales. El primero se encuentra en la Bi-

blioteca Medina en Santiago de Chile, y tiene el pie de

Page 83: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 81

imprenta siguiente: En la Imprenta de D. Ignacio Beteta.

Año de 1811 4.

Los otros folletos son : Instrucciones del Ilustre Ayun-

tamiento de Guatemala a su diputado en Cortes, por don

Antonio García Redondo, impreso por Arévalo, 1811, Apun-

tes Instructivos . . . que le dieron los regidores don José de

Isasi, don Sebastián Melón, don Miguel González y don

Juan Antonio de Aqueche; impreso "en la oficina de don

Manuel de Arévalo", 1811; Apuntamientos sobre la agri-

cultura y comercio del Reyno de Guatemala, que el señor

Larrazábal pidió al Real Consulado de Comercio, por Aré-

valo el mismo año.

Los apuntes instructivos, fechados el 20 de diciembre

de 1810. o de la minoría, son bastante apreciables, pero

de un carácter conservador que tiende a lo extremoso en

muchos puntos, particularmente en cuanto alude a la sobe-

ranía, a la persona real y sus prerrogativas absolutas, a la

religión, a la nobleza, y manifiestan en otros grande temor

a las innovaciones. Sin embargo de todo eso, hay cuestio-

nes como la de la libertad de imprenta, tratadas con am-

plitud, síntoma evidente de la necesidad por todos sentida

y de un avance incontenible de las ideas, que se apoderaba

4 En diciembre de 1953 y con ocasión del centenario de la muer-te del canónigo Larrazábal, el Ministerio de Educación Pública dio

a luz las Instrucciones en un bello y decoroso volumen que honraa su Editorial. (86 páginas más XX de advertencia y prólogo,

éste del autor del presente trabajo). En la Advertencia se lee

entre otras cosas: "La presente edición de las Instrucciones se

hace con el propósito de pagar parte del tributo debido a su glo-

riosa memoria, y para que la presente generación de sus compa-triotas conozca la noble conducta de uno de sus mayores y las

altas ideas políticas que dinamizaron su conducta cívica. Que nues-tro pueblo y sus directores actuales, emulen y superen como es sudeber, a los hombres que como Larrazábal dieron armonía a r>u

vida, unificando el pensamiento con la acción". Toda esa Adver-tencia tiene la particular importancia de haber sido, como delMinisterio, la voz oficial que se dejó oir en elogio de Larrazábalen su centenario.

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82 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de los mismos que parecían los más llamados a conjurarlo,

o, cuando menos, a moderarlo.

Representante de todos, el señor Larrazábal como di-

putado de Guatemala debió estudiar, sin duda, así las másliberales como las más "retrógradas" o morigeradas ins-

trucciones, para desempeñarse equilibradamente en su

cargo.

(Los Apuntes Instructivos fueron reproducidos en

1939 en una sección de divulgaciones históricas, servida

por el profesor J. J. Pardo, de la Revista de la Facultad de

Ciencias Jurídicas y Sociales de Guatemala, época III, tomo

II, 1. Insértase allí también copia del retrato de Larrazá-

bal existente en la curia, el cual por cierto había sido pu-

blicado en 1925 por Víctor Miguel Díaz en su libro sobre

el doctor Mariano Gálvez).

Iba, pues, el señor Larrazábal, como lo quiso, aseso-

rado por el consejo de los hombres más entendidos y de

mayores conocimientos, no fiado exclusivamente de sus

luces, y apoyado por una entereza extraordinaria que no

desmayó nunca. A todo ello precisa agregar la influencia

y el estímulo que recibiría en su viaje y en España en ma-teria de ideas, en contacto con tantos y tan importantes

cuanto variados acontecimientos y personalidades en ac-

ción, en circunstancias de todo excepcionales.

El fondo político: húrgalo Bustamante con animosidad

Las Instrucciones dadas por el Ayuntamiento de Gua-

temala a su representante en Cortes, señor Larrazábal, tu-

vieron que llamar poderosamente la atención de los hom-

bres públicos que actuaron en Cádiz y en las emergencias

americanas de la emancipación, así disintieran en algunos

puntos de vista y proposiciones en ellas expresados porque

a los espíritus conservadores pareciesen aventuradamente

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 83

liberales, y a liberales más avanzados o radicales muy te-

ñidas de resabios aristocráticos.

Su interés histórico de ahora, era a su tiempo viva

actualidad filosófica, política, sociológica, económica (por

supuesto, calificada con los términos de la hora). Losmunicipales guatemaltecos tuvieron sobrada ambición demiras y no se concretaron a emitir un grupo de recomen-daciones protocolarias con que su diputado o procuradorpudiese desenvolverse más o menos airosamente. Se dabanplena cuenta del momento que vivía la nación y, lúcidos,

quisieron proponer todo un esquema de la Constitución quedebería adoptar la monarquía, a su leal saber y entender,

y las más diversas consideraciones sociales y de otros ór-

denes para poner en evidencia el atraso y necesidades deestos pueblos, al mismo tiempo que la clara visión de sus

hombres ilustrados, que en nada resultaban inferiores aios de la península o de los demás reinos hispánicos, dicho

sea en justo honor de Guatemala.

(Que en las Instrucciones se mezclaran sutilmente los

intereses del conspicuo grupo de familias predominantes

no era sino algo natural y lógico que había de suceder, en

cualquier parte, en cualquier tiempo: es conveniente repe-

tirlo. La política más idealista alberga siempre alguna

simiente de intereses egoístas. Y los guatemaltecos eran

bien realistas, y por cierto, en el doble sentido del vocablo.

Quedaba, de todos modos, en sus cuidadosas recomendacio-

nes, el fondo de dramática realidad que se presentaba y de

nobles aspiraciones y levantadas miras).

Pintaron, en efecto, un cuadro —bastante sombrío, nocabe discutirlo— de las realidades americanas, y españolas,

a la par que establecían sugestiones avanzadas para resol-

ver los problemas de la situación y remedios a los inve-

terados males. Esa labor tenía que agradar, y aún admi-

rar, a los hombres progresistas, y que desconcertar y alar-

mar a los españoles apegados a añejos prejuicios y pre-

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84 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

rrogativas, y desde luego a los agentes de la opresión. El

hecho de que (al producirse el real golpe de estado de 1814)

el impreso que contenía tales Instrucciones llegara a ser

perseguido y quemado, pretendiéndose borrar todo rastro de

ellas, que se ordenara recogerlo y retirarlo de documentos yarchivos donde se hallara, y la persecución que le valió a

Larrazábal, su adalid, habla suficientemente del resenti-

miento y los recelos que despertaron.

En Guatemala fueron prácticamente desconocidas o

más bien injustamente olvidadas con posterioridad a la in-

dependencia, y aparte de Salazar, sólo se las menciona de

paso como las "Instrucciones de Peinado ,

', por el nombrede su autor principal. Fue benéfico azar que la mismapersecución suscitada hiciera conservar un ejemplar, en

los archivos de Sevilla, y que ese ejemplar fuera precisa-

mente el que marginó con llamadas explicativas, harto

expresivas, como se ha apuntado, el capitán general o jefe

político, señor Bustamante y Guerra, notas que le dan unnuevo y muy distinto valor, permitiendo apreciar el efecto

producido en la mentalidad de los gobernantes.

No hay que asombrarse de la intención, acritud yanimosidad de Bustamante en sus comentarios; él era unespañol, realista, militar de temperamento despótico, y que

había sufrido quebrantos en su amor propio y presumía

males futuros por lo menos para su persona, con las alte-

raciones traídas por las Cortes, si bien a estas mismas de-

bió al principio de su nuevo encumbramiento, al reconocer

la Regencia sus servicios y la inquebrantable lealtad al rey

manifestada en los peores días de la invasión francesa yal no aceptar destinos del rey intruso, circunstancias que

le fueran aplaudidas en Guatemala y no sólo por sus secua-

ces y aduladores.

Era regular que hombre como don José de Bustaman-te no pudiera ver con buenos ojos las tendencias del docu-

mento que condenaba y en cuya condena fiaba mucho del

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 85

afianzamiento de su poder y situación futura, que lo in-

quietaba con razón. El que había tratado con mano dura

los incipientes movimientos de rebelión en sus dominios, nopodía ser benigno con la expresión de las ideas que a su

entender conspiraban contra la dominación española y ha-

bían llevado fuego a las hogueras libertarias en Españamisma y en otras secciones de América, cuyos movimientosde rebelión miraba con alarma. Hasta el insistir en el

origen francés de muchas de aquellas ideas era parte obli-

gada de su juego, de su estrategia política. Y en el señalar

al ayuntamiento compuesto por americanos como falange de

detentadores de la soberanía española y ahincados en man-tener sus privilegios, vengaba agravios y resentimientos.

Bueno es reparar en que más atacaba a esos america-

nos en conjunto, que al señor Peinado, el ilustre regidor

perpetuo y decano del Ayuntamiento, a quien se le atribuye

la paternidad íntegra de las Instrucciones y quien junto

con Aycinena, tuvo en los días del levantamiento de SanSalvador una actuación conciliatoria, apaciguadora, que le

fue muy reconocida, pero que, sin embargo, no le valió

tampoco gracia para llegar a ejercer la representación en

cortes ordinarias para que fue electo solemnemente y con

indudable acierto, pues en 12 de noviembre de 1813 tra-

taron las extraordinarias de la renuncia presentada por

dicho señor Peinado, basándose en imposibilidades "físi-

cas y políticas", apoyado por el jefe político Bustamante—lo cual no dejó de parecer sospechoso y aún lo parece a

estas fechas—

.

El señor Fernández Hall achacaba a esa renuncia, o

forzosa renuencia, el que Larrazábal hubiera tenido que

continuar como diputado en las Cortes ordinarias en vez de

regresar a su pacífica canonjía, y por ello mismo haber pa-

decido los rigores que padeció. De todas maneras, Busta-

mante debió considerar a Peinado tan "peligroso" comoLarrazábal si no más, y que llegaría de refresco, más pre-

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86 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

parado para pelear por los intereses "americanos' ' que en

los años de libertad y experiencia política habían encontra-

do una oportunidad de afirmar y desenvolver aspiraciones

cada día más claras y absolutas hacia la independencia.

Las Instrucciones se dividen en cuatro partes, suscri-

tas en dos fechas y por personas distintas, como que entre

unas y otras han mediado cambios edilicios, y acaso por

otras circunstancias que escapan al investigador somero.

La primera parte, después de una Introducción —que Bus-

tamante marginó con esta acotación elocuente: "Los ex-

tranjeros que más han deprimido la gloria de la Península

:

Rainal y Maison no han hecho de España un cuadro tan

negro"— trae una Declaración de los derechos del ciudada-

no: "Es copia literal de la Declaración de los derechos ydeberes del hombre y del ciudadano formada por la Asam-blea Nacional de Francia y puesta al frente de la Constitu-

ción", comenta la reticente inquina del gobernante, que a

continuación puntualiza nueve o diez artículos de tal de-

claración en las treinta proposiciones que contiene. Sobra

decir que estas proposiciones forman en el día la base de

las constituciones de casi todos los países democráticos yaún de no pocos totalitarios . . . cuyos gobernantes hacen

caso omiso de sus mandatos, y también están incluidos yampliados sus conceptos en la Declaración universal de los

derechos del hombre, de la Organización de las Naciones

Unidas. En fin, una serie de ciento doce artículos o pre-

ceptos de Constitución.

Esta primera parte está fechada: "Guatemala en su

cabildo a diez y seis de Octubre de mil ochocientos diez" yla suscriben: "José Antonio Batres, José María Peinado,

Luis Francisco de Barrutia, Antonio de Juarros y Lacunza,

Sebastián Melón, Juan Antonio de Aqueche, Lorenzo More-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 87

no, El Marqués de Aycinena, Miguel Ignacio Alvares de As-

turias, José de Ysasi, Miguel González, Francisco Arribilla-

ga. Por mandato de Guatemala, José Francisco de Córdo-

ba, su secretario".

Los hombres de Guatemala querían —según reza la

Introducción de las Instrucciones— "una constitución, pues,

que prevenga el despotismo del jefe de la nación; que señale

los límites de su autoridad : que haga del Rey un padre y un

ciudadano : que forme del magistrado un simple executor de

la lei: que establezca unas leyes consultadas con el derecho

natural, que contiene en sí todas las reglas de lo equitativo

y de lo justo, y que se hallen revestidas de todos los carac-

teres de bondad absoluta, y de bondad relativa a los objetos

primarios de la sociedad: que enseñen a los pueblos sus

deberes: que circunscriban sus obligaciones; y que a estas

y a sus derechos señalen límites fixos e inalterables, que

establezcan una administración clara, sencilla y cimentada

en los principios de propiedad, libertad y seguridad: que

baxo tales principios, e ilustrada con la filosofía guarden

proporción entre los delitos, y las penas, y no establezcan

otras que las absolutamente necesarias y útiles a la socie-

dad. Un sistema económico y político, que auxilie los tres

sagrados principios de propiedad, libertad y seguridad. Unainstrucción pública y metódica que disipe la ignorancia de

los pueblos, y que difundiendo las luces promueva la utilidad

general. Este es el único medio que a juicio del Ayunta-

miento de Guatemala debe adoptarse para lo futuro si se

ha de establecer la felicidad nacional . .

.

"

Era un lenguaje nuevo para estas materias en España

y más en boca de subditos de la casi ignorada colonia, el

de los hombres de Guatemala, y al desenvolver las pres-

cripciones constitucionales que deseaban se advertía que,

como en general los grupos ilustrados y progresistas de

toda América de aquella década, no pretendían la separa-

ción, sino la unidad, mas bajo pie de igualdad, lo que sig-

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88 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

nificaba una atención que nunca antes habían tenido de

lleno, a pesar de las Leyes de Indias, los asuntos de Amé-rica, y de ahí que sugirieran tanta y tan cuerda restricción

a la potestad real. Para el absolutismo triunfante en mayode 1814, esto era, sencillamente, un crimen.

La soberanía devuelta a la nación, el poder real sujeto

más que asesorado por un consejo nacional, las garantías

sociales, las libertades de comercio y de expresión, etcétera,

eran atentados contra la tradición y los intereses del ab-

solutismo. Por eso los señala con ensañamiento Busta-

mante y el mejor medio de hacerlos odiosos resultaba el

acusarles su origen francés a estas ideas, tal como hacían

todos los opositores a los actos de las Cortes, pues era na-

tural que cuando se luchaba a muerte, con tanto heroísmo,

en los campos de batalla contra el invasor francés y se

denunciaban sus atrocidades, nada indispusiera tanto la

voluntad pública, y sobre todo la voluntad del rey y su ca-

marilla —que poco antes se humillaran hasta lo inverosí-

mil ante el corso emperador de los franceses— contra leyes

y sistemas, que proclamarlos nacidos de la revolución fran-

cesa.

De intento no queremos esforzarnos en hacer un pálido

extracto de las Instrucciones, ya que han sido publicadas ín-

tegras, pero conviene a nuestro propósito recoger las acota-

ciones del jefe de Guatemala, acotaciones de un poder ilus-

trativo y sugestivo eminente. Ellas reflejan con netitud

el contenido de las Instrucciones y el alcance real que se le

dio.

Sobre el artículo 24 que trata de que todo extranjero

que quiera radicarse en territorio español, y fuese católico,

será gratamente admitido y auxiliado para su estableci-

miento de fondos públicos, siendo labrador, fabricante o

artesano, y el siguiente, sobre que los individuos de la na-

ción española, residentes en Europa como en América, en

uso de sus derechos naturales, pueden tratar y contratar,

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 89

sembrar y comerciar activa o pasivamente con todas las

naciones del universo, amigas o neutrales —principios de

la inmigración y libre comercio que favorecidos más tarde

por gobiernos lúcidos harían la prosperidad de varias na-

ciones del continente— , Bustamante dice: "El mismo pen-

samiento fue presentado después como proyecto de lei a

la Asamblea revolucionaria de Buenos Aires. Las leyes

de Indias expedidas sobre esto son sabias y dignas de

observancia", y "también este pensamiento —el del segun-

do artículo citado— fue presentado del mismo modo en la

misma asamblea. Abriéndose las puertas de América atodas las naciones del Universo, su independencia será efec-

to necesario".

Como contera del artículo 30 de esta primera parte

hay esta expresión: "La lei no puede ordenar sino lo que

es justo y útil a la sociedad ni prohibir sino lo que la es

perjudicial", que merecía a Bustamante fina reticencia:

"El Art. 4 de los deberes del hombre de la Declaración de

la Asamblea francesa dice, que ninguno es buen ciudadano,

si no es buen hijo, buen padre, buen hermano, buen amigo,

buen esposo: y el 5 añade que ninguno es hombre de bien

si no observa religiosamente las leyes. Estos artículos nofueron copiados en la Instrucción de Guatemala".

Veamos ahora las apostillas, aún más sustanciosas,

desde su punto de vista, que Bustamante dedica a los pre-

ceptos constitucionales sugeridos por Guatemala; comienza

con enfática y alarmante afirmación: "Esta constitución

es contraria a la Declaración precedente de los derechos

del Ciudadano, porque la una es democrática, y la otra

aristocrática". Va por buen camino a lo que desea demos-

trar . . .

Insiste en su pensamiento: "Este artículo es destruí-

do por la misma constitución que se publica", con mayorsuspicacia: se refiere al 7 sobre la forma de gobierno mo-nárquico establecido, que subsistirá en la dinastía de Bor-

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9U REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

bón. Más grave a su reflexión resulta el 13, sobre vacan-

tes regias, en que asumiría el poder, en la forma que se

determinaba, un regente anual designado por el consejo

supremo nacional y que sería irreelegible : "Según este

artículo, expresa Bustamante, y el 67 el gobierno de la

monarquía durante la ausencia del Sor. Ferdo. 79 debía que-

dar en el Consejo supremo nacional: y siendo este Consejo

compuesto en su mayor parte de los Americanos electos a

la época en que la opinión estaba viciada, resulta que en el

período más delicado el Consejo de Americanos resumía los

dos poderes legislativo y executivo". Y más aún, en comen-

tario al artículo siguiente: "Decir que el Consejo de Ame-ricanos debía nombrar un Inter-Rex para que exerciese

todo el poder soberano es hablar idioma muy claro". ¿Há-

bil el tiro? ¡A moro muerto, gran lanzada, señor!

Atando corto la potestad real. Miras Americanistas

Los municipales guatemaltecos estatuían la forma y

requisitos con que se harían la coronación y el juramento

del rey, y en el artículo 18 el juramento del consejo nacio-

nal ante el rey. "De este acto se remitirá testimonio au-

téntico firmado por los consejeros del consejo supremo na-

cional, y refrendado por los secretarios de él a todas las

juntas y ayuntamientos del reino, y hasta que se reciban

no se procederá al reconocimiento y juramento del nuevo

rei", establecían en el artículo 19: "Este artículo, glosa

Bustamante, es sin duda el que las Cortes tuvieron pre-

sente para decir en el decreto de 2 de febrero (1814) que

no se obedecería al Rey mientras no jurase la Constitu-

ción". Larrazábal hizo valer en las Cortes como se ha

dicho en otro lugar, rituales que sus Instrucciones le man-

daban pedir: la comunión del rey antes del juramento, que

no demandaría relajación de él al papa, y que si éste se la

diere de motu proprio no la admitiría sino la repulsaría

(artículo 17).

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 91

En el artículo 25 fijaban que "aunque todos los empleos,

u oficios y dignidades eclesiásticas, políticos y militares

sean de provisión real, no podrá S. M. proveer alguno, sin

propuesta del consejo supremo nacional, que tendrá una

cámara donde se examinarán los méritos y servicios de los

pretendientes, y se formará la terna que se ha de presentar

a S. M. para su soberana elección". Como se ve, y son

numerosos los casos similares, se estrechaba al extremo la

potestad real, en procura de una monarquía moderada,

ciñéndola a un constitucionalismo riguroso, por más que

en la apariencia quedaran incólumes las facultades del so-

berano. "Este artículo, comenta Bustamante, es contrario

a la misma base de esta Constitución: anonada las facul-

tades del Rey menguadas por los anteriores; y tiende a

que los Virreynatos, Gobiernos y Capitanías generales se

provean en los hijos favoritos de cada Capital de América".

Para elegir a los miembros del consejo nacional "todos

los ayuntamientos, decía el artículo 34, de una provincia

reunidos al de su capital por medio de dos diputados, nom-brarán dos regidores para que en la capital del reino con

los electos por ésta que serán dos regidores y dos vecinos

principales, por su mayor extensión y con los electos de

las mismas provincias del reino, y presididos portel presi-

dente Gobernador de él, que no tendrá voto, procedan en

la sala capitular a la elección, que harán canónicamente".

"Por este artículo queda realmente la elección de los legis-

ladores y regentes de la monarquía no en el pueblo comoprometía el lenguaje democrático de la Declaración de los

derechos del hombre, argumenta Bustamante, sino en los

Ayuntamientos". Pero iban más lejos los municipales gua-

temaltecos y más de cerca persigue su pensamiento Busta-

mante : Artículo 53 —Los miembros de este supremo conse-

jo dependerán solamente de los reinos y provincias que los

hayan nombrado: ellos solos los podrán juzgar y remover,

y substituir otros quando no hayan correspondido a la

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92 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

alta confianza de esta misma comisión ,

\ Y Bustamante:

"Sabiendo los Consejeros que sólo dependen de sus paisa-

nos, ¿quál sería la libertad de sus opiniones y acuerdos?La misma constitución francesa no era tan libre y abso-

luta en este punto".

Como el artículo 55 establecería los cuidados del con-

sejo en materia económica, Bustamante indica que "este yotros artículos evidencian el influjo que esta Constitución

ha tenido en la que sancionaron las Cortes". Lo dice comoculpa para los guatemaltecos; el tiempo lo transforma en

su elogio más cumplido.

El artículo 59 creaba una comisión de "personas sa-

bias, cristianas, y que gocen del concepto público, dedicada

a examinar nuestras leyes y formar de ellas un cuerpo

breve, claro y sencillo, capaz de la común inteligencia",

comisión que entre otras funciones tendría la de formar

"un catecismo en que metódicamente se contenga breve,

clara y sencillamente las virtudes sociales: las obligaciones

de un ciudadano para con el rei, para con la patria, para

con sus conciudadanos, y para consigo mismo: los princi-

pios fundamentales de la constitución y el código criminal,

y aprobado por los censores se mandará pasar a las juntas

provinciales, y ayuntamientos para que los niños lo den de

memoria, y se les explique en las escuelas de primeras le-

tras un día a la semana". Tal cartilla cívica no podía me-

nos que desplacer a Bustamante: "También este artículo,

dice, fue adoptado en España para que hasta los niños de

escuela supiesen de memoria todo lo que era depresivo de

las regalías del trono".

68: "Para que la máquina del gobierno no salga com-

plicada y tenga en todas sus partes los resortes y muelles

convenientes a fin de que por la suma distancia no pierdan

las provincias su vigor y elasticidad, habrá en cada capital

del reino una junta cuya formación y objetos, a que deba

atender serán los siguientes:

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 93

69: 'Todos los ayuntamientos de cada provincia reu-

nidos al de su capital por medio de diputados, nombrarándos personas de su confianza el uno capitular, y el otro

capitular o vecino para miembros de la junta superior

residente en la capital del reino, cuyo ayuntamiento eligirá

por sí sus dos capitulares, o un capitular y un vecino ..."

Comentarios de Bustamante: "La creación de estas

juntas es el sello de la obra grande de la independencia.

Residiendo en ellas el gobierno, quedarían anonadadas )as

relaciones de América con España". Y "los ayuntamien-

tos son siempre los agentes originarios de todo; y el centro

de donde se deriva la Autoridad".

73: "El presidente y gobernador del reino lo será de

esta junta sin gozar por ello aumento alguno de sueldo".

"Pero este Gobernador, insiste Bustamante, ha de ser nom-brado a propuesta del Consejo de Americanos".

Después de señalar otras atribuciones de la junta pro-

yectada, el artículo 83 expresa: "Aunque la obligación de

promover la felicidad general incluye la de todas las cía-

ees del estado, sin embargo, a la piedad española debe me-recer una mención particular la de los indios. Será puesuna de las primeras atenciones de las juntas en Américapromover por todos los medios posibles la instrucción yfomento de estos naturales", artículo que con los preceden-

tes merece esta consideración del gobernador: "Las atri-

buciones de estas juntas manifiestan que las diputaciones

provinciales creadas por la Constitución son estas mismasjuntas con diverso nombre y alguna modificación en la

autoridad".

Y como pidieran que dos terceras partes de sus regi-

dores fueran vitalicias por elección del Ayuntamiento y la

otra tercera parte bienales, que eligiría el cabildo . . . , Bus-tamante sutiliza su pensamiento: "Meditando este artículodice, se descubre más espíritu del que manifiesta su letra.

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04 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Han de ser vitalicios los regidores para que no se varíe el

sistema del Ayuntamiento, tan claro en esta institución".

Coinciden, ciertamente, con el gobernante, antiguos ymodernos comentaristas de nuestros hechos históricos ysociales en reconocer la importancia y predominio de los

criollos, de las grandes familias aristocráticas, en el Ayun-tamiento guatemalteco, que de tanta autoridad se hiciera.

Y asimismo, del papel trascendente que tuvieron en la pre-

paración de la independencia. Virgilio Rodríguez Beteta

entre otros, hace hincapié en ello en sus libros sobre LaMentalidad Colonial. En Ideologías de la independencia

(París, 1926) dice, por ejemplo: ".. .La revolución iba a

tener por armas las ideas que se agitaron en el seno del

Ayuntamiento cuando dictó sus instrucciones a sus repre-

sentantes en las Cortes de Cádiz, y que cristalizaron en las

páginas de los periódicos de la independencia. Era unanhelo general en el grupo de criollos ilustrados, por dis-

putarle sus privilegios a los funcionarios y empleados es-

pañoles;por remover los obstáculos que se oponían al bien-

estar del país.; por alinearse con los principios más avan-

zados de libertad que se proclamaban en Europa. Los pe-

riódicos de la independencia encarnaron ese anhelo y lo

difundieron . .. " Tal vez Bustamante no necesitó de mu-

cha sagacidad lo cierto es que sabía hacia dónde soplaban

los vientos y se encaminaban los pasos . . .

Cada diez años se celebrarían Cortes, convocadas por

ministerio de la propia constitución; el rey podría prorro-

gar su término de cuatro meses a seis en caso necesario,

pero no podrían ser disueltas antes de los cuatro. "Otras

Constituciones dexan a los reyes el derecho de convocar a

Cortes, Estados, o Parlamentos. En la de Guatemala se

les niega aún esto, y se mengua el de disolverlos". Y unachinita: en América los diputados serían nombrados por

"los cabildos de españoles" (artículo 108) "en número res-

pectivo a población e igual en proporción al de la Penín-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 95

sula". "Si se ha dicho que todos son iguales, ¿por qué se

excluye a los indios?", pregunta intencionadamente el in-

tencionado comentador.

Y como el proyecto concluye con estas palabras : "Es-

ta constitución se declarará sólida, firme, permanente o

inviolable", el señor Bustamante se explaya en su acota-

ción final, en ruda crítica muy a propósito para encance-

rar la prevención e inquina y fomentar más la violencia del

rey y de los grupos absolutistas que lo rodeaban e instiga-

ban contra los diputados americanos : en el caso particular,

contra el diputado guatemalteco y las Instrucciones que

no habían dejado de ejercer influencia en decisiones capi-

tales de las Cortes:

"Esta es la Constitución del Ayuntamiento de Guate-mala que de tiempo inmemorial ha estado estancado en las

familias de los Americanos que la firman. De ella resulta

que en sus artículos se deprime la autoridad del Rey, se

exalta la de los Ayuntamientos : que los Ayuntamientos son

los que debían nombrar a los individuos de las Juntas

serenísimas en quienes debía residir el gobierno de cada

provincia en todos sus ramos; y el derecho de informar

para la provisión de empleos: que los Ayuntamientos de-

bían hacer la elección de los individuos del Consejo supre-

mo nacional en el que debía estar el poder legislativo, exe-

cutivo, y el de dar todos los empleos políticos, militares yeclesiásticos: que los Ayuntamientos de América, mayoresen número que los de España, eran por consecuencia el

centro de las autoridades que habían de dictar leyes, pro-

veer los empleos, gobernar la monarquía, y administrar las

provincias: que a este respecto la Soberanía quedaba real-

mente en la América quando su situación era tan crítica

:

que disponiendo de todas las autoridades, abriendo sus cos-

tas a todas las naciones del Universo, teniendo relaciones

con el Extrangero, y siendo libre la imprenta, su indepen-

dencia era efecto necesario de semejante plan: que este

Page 98: Brañas - Antonio Larrazabal

96 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

sistema se publicó en Guatemala antes de instalarse las

Cortes: que su Diputado Larrazábal lo circuló en España

y América y preparó con él la opinión : que en la CONSTI-TUCIÓN DE LAS CORTES influyeron malignamente las

ideas de Guatemala : y que si el Rey Nuestro Señor, no hu-

biera regresado dichosamente antes que se hubiesen difun-

dido y radicado más en ambos continentes, la ruina de la

Monarquía habría sido el resultado triste de todo" . .

.

Aunque respira áspera malquerencia el análisis acusa-

torio de don José de Bustamante y Guerra, precisa reco-

nocer honradamente, que es en gran modo razonable desde

su personal punto de vista de español y de gobernante por

España de un reino en que germinaban ideas tan contra-

rias a las suyas y se manifestaban intereses que herían de

muerte los intereses por él representados. Por interesados

que, humanamente, fueran los hombres del Ayuntamiento,

las familias dirigentes vinculadas al poder local, ambicio-

sas de conservarlo y fortalecerlo, tenían razón también, y

sus puntos de vista son para su posteridad patrióticos, no

importe que a esa hora —pero esto sucedía en toda Amé-rica, urge repetirlo— aún no pudieran librarse de la magiade la monarquía y no vislumbraran, tan cercana como es-

taba, la hora de la independencia absoluta, y lo que es peor,

encandilados los pueblos por el prestigio de un rey modelo

:

modelo de perfidia. .

.

Pero, a pesar del derrumbamiento de las Cortes en

que las ideas de Guatemala, con las de las otras secciones

de América, habían influido tan poderosamente, como lo

denunciaba español tan capacitado para ver así las cosas,

y a pesar del éxito fulminante, más pasajero, de la reac-

ción fernandina y restauración del absolutismo en 1814,

los acontecimientos se precitaban y las ideas evolucionaban

de manera incontenible a favor de los triunfos de las ar-

mas americanas ya en abierta contienda en el sur, ilumi-

nadas por el rayo de la guerra de Bolívar, y a favor tam-

Page 99: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 97

bien de las irresistibles corrientes, para entonces, del in

teresado apoyo británico y de la influencia masónica —ya

tan señalada durante el ejercicio de las cortes doceañistas—

.

A todo lo cual daría vuelo inusitado bien pronto, la restau-

ración, también pasajera, pero para América decisiva, de

la Constitución deturpada y de la libertad de imprenta por

el tornadizo rey estrechado a jurarlas bajo la presión del

pueblo liberalizado y del ejército que se pronuncia en 820.

(Rey, pueblo y ejército que recaerían en 823 en una nueva

y mayor vesania absolutista, por fortuna ya sin alcances

directos ni avería para las antiguas colonias, proclamadas

repúblicas y en vísperas de ver sellada su independencia

en los campos de Junín y de Ayacucho).

Quedaban muy atrás las previsiones y sagacidades in-

quisitoriales de Bustamante, y quedaban atrás también mu-chas de las ideas y fórmulas de gobierno de las Instruccio-

nes que tan avanzadas y peligrosas parecieron: se habla

ya otro lenguaje, el de la emancipación, que era el hecho

inminente, inmediato. De la Gaceta de Guatemala del 814

a El Editor Constitucional, de 820, hay una distancia abis-

mal. Y no menos de don José de Bustamante y Guerra

que jura y denuncia la Constitución de 1812, y don Gabino

Gaínza, que jura la independencia y se pliega también a un

imperio advenedizo y precario como el de Iturbide, arras-

trados por pasiones atropelladas, que los cegaban a la rea-

lidad naciente ante ellos» pero ya no de "su tiempo".

Lúcidamente contemplados los intereses económicos

La segunda parte de las Instrucciones formadas por

el regidor perpetuo don José María Peinado para la procu-

ración que como diputado ejercería en Cádiz el canónigo

penitenciario don Antonio Larrazábal lleva por título Sis-

tema económico o segunda parte, etcétera, (repite en lo

general la leyenda de la primera portada) y comienza con

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98 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

un epígrafe de Demóstenes, de palabras dirigidas a los ate-

nienses, y la proposición siguiente: "Decía Confucio que el

arte de gobernar a los hombres es en el fondo lo mismoque el arte de sustentarlos", sobre la cual giran y se de-

senvuelven con derroche de erudición, elocuencia y serie-

dad las ideas que sobre materias de economía política y lo

más adelante llamado sociología, sustentaba el cabildo gua-

temalteco.

Pueden parecer un algo pedantes y un algo anticuadas

muchas de las páginas de esa exposición y los economistas

de hoy día les meterían buenas dentelladas ; mas es notorio

que prevalece un criterio liberal, para su tiempo, avanzado,

y que los hombres de la remota Guatemala hacen alarde de

mostrarse informados y comprender los múltiples proble-

mas de la monarquía vastísima que era España, procuran-

do aportar conforme sus luces, soluciones racionales, con

la ingenua creencia de que podrían ser escuchados sus con-

sejos, atendida su crítica constructiva, útiles sus pareceres,

en un tiempo devorado por la política y la incertidumbre.

Obvio es que tuviera más resonancia la parte política que

la económica, en tales circuntancias, pero aún así es de

notar que alguna porción de los pensamientos allí resumi-

dos logró interesar e influir de alguna manera. Es claro

que a estas fechas sería imposible precisar hasta qué punto

pudo ocurrir eso y en qué medida las ideas de los guate-

maltecos pertenecían también a conspicuos españoles, que

las hicieron operar unívocamente, o estaban en el ambiente

y por eso pudieron dejar cierta huella en debates y decisio-

nes, y en la polémica constante que rodeó la agitada vida

de las Cortes : apoyo fuerte, en todo caso, a las tendencias

y los intentos reformistas.

Basta reseñar unas cuantas de las materias tocadas en

ese documento para reconocer el empeño de los capitulares

:

la población como la mayor riqueza del estado y medios de

aumentarla; cultivo de primeras materias indígenas y pro-

Page 101: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 99

tección a la agricultura e industrias, con muchos estímulos

pero evitando el proteccionismo que cerraba puertos y fron-

teras para beneficio de unos pocos y perjuicio de las gran-

des mayorías; preocupación sincera por la libertad sobre

todo, productos capitales, dinero; particularismos de las

provincias ; salarios e impuestos ; dignificación del comercio

y la agricultura;graduación de los consumos, etcétera.

Interesantes sugestiones, no poco arriesgadas para el

momento, se referían a la necesidad de limitar los ejércitos

con arreglo a estrictas necesidades y no arrebatar al tra-

bajo los brazos más juveniles, procurando que mediante la

ocupación en la construcción de obras castrenses, caminos

y otras, los soldados no se habituasen a disimulada holgan-

za ni se separaran por demasiado tiempo de su misión de

incrementar la población. Otro lote de reformas respecto

a los religiosos, en cuyos conventos, de uno y otro sexo

—y esto pasó a realidad haciéndose hincapié en que la su-

gestión procedía de Guatemala— debería difundirse la ense-

ñanza : "Deberían ponerse en todos los conventos y monas-terios de varones escuelas de primeras letras, latinidad, fi-

losofía, matemáticas, historia y política; y en las de mu-geres de leer, escribir y contar, coser, bordar, hilar, iiexer,

y algunas otras habilidades, como encages, blondas, etcéte-

ra. La educación es la base de la felicidad pública. El go-

bierno debe proporcionarla, y debe velar no sólo por que

la haya, sino sobre el método de ella". (En lo cual barrun-

tábase el estatismo actual, que era el regalismo pugnaz de

esa época).

Si estas preocupaciones parecen de ahora, no era me-

nos importante para el progreso de estos países la suges-

tión de ensanchar la flota mercante y dotar de astilleros

a las costas de Campeche y norte de Guatemala donde ha-

bía preciosas maderas y planteando astilleros las obras

navales resultarían más durables y menos dispendiosas.

Junto a ellas, el desarrollo de la pesca, hasta recomendar

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100 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

más rigor en el sistema de comida de vigilia en las cuares-

mas, con el fin de que fomentase el consumo de los produc-

tos marítimos insistiendo sobre la abolición de impuestos

de aduanas interiores, y en especial de estancos, predomi-

nantemente el de la sal.

Firmaban esta parte del documento, de tan sucinto

modo aquí condensada, a doce de enero de 1811 los señores

José María Peinado, Antonio Isidro Palomo, Pedro José

Beltranena, José Aycinena, José Antonio Arrivillaga, Do-

mingo Josef Pavón, Gregorio de Urruela, Juan Bautista

de Marticorena, Juan Francisco de Taboada, y "por man-dato de Guatemala, José Francisco de Córdoba su secre-

tario".

Una reflexión incidental asalta al desprevenido co-

mentarista. Si se considera la abundancia de sanos razo-

namientos, de experiencia, de buenos consejos, de informa-

ción cuidadosa y sólidos principios de que hacían gala los

exponentes, y se hace cuenta que muchos de ellos, si no to-

dos, tuvieron posteriormente movida figuración política

y social, y que a semejanza de ellos, muchos participando

por entero de esas ideas, había en Guatemala un amplio

y vigoroso núcleo de personalidades ilustradas, inteligen-

tes, con clara comprensión de los problemas y las tenden-

cias de su época, no puede menos que causar extrañeza en

el observador situado a más de un siglo de distancia, que

en la marcha económica y política del país formado de un

fragmento de la monarquía en 1821, no se impusieran en

su medio y para su beneficio esas ideas de cordura, esos

empeños constructores, esas generosas aspiraciones de rec-

tificación de los sistemas funestos de tres siglos y se apli-

caran, en pequeño, con más facilidad en unos casos, con

más dificultad en otros indudablemente, las soluciones que

parecían acertadas y que con tanto ardor como sincero con-

vencimiento, y no importe que con un poco de interés loca-

lista por debajo de todo, se recomendaban a la nación de

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 101

que procedemos, reunida en las memorables cortes de Cá-

diz, donde Guatemala, Centroamérica, tuvo tan eficaces

voceros como el señor Larrazábal.

Los mismos individuos que la anterior, firmaron la ter-

cera y cuarta partes de las Instrucciones, en igual fecha.

La primera de estas últimas trata de un Proyecto de con-

tribución, con reflexiones sobre los principios generales

de las contribuciones, establecimiento de única contribu-

ción, método de recaudación y rentas provinciales.

Hay que confesar que aunque bien intencionada, esta

exposición y las sugestiones en ella contenidas dan la im-

presión de que sus autores pecaban de idealistas, de inge-

nuos, a despecho de la bambolla científica con que cubrían

su docto empirismo, para decirlo paradójicamente. El sis-

tema simplista de la contribución única tenía por entonces

numerosos partidarios, y en las Cortes se discutió el asun-

to con calor: hubo también folletos sobre la materia, pero

es evidente que las excelencias que en la teoría se le atri-

buían resultaban poco menos que inaccesibles en la prác-

tica, en un pueblo tan heterogéneo y dilatado en tan inmen-

sos territorios como el de la monarquía española. En es-

tados donde luego se aplicó bien pronto evidenció su fraca-

so y bien pronto hubo de retornarse a los antiguos sistemas.

Acaso no era tiempo.

Los municipales guatemaltecos preveían la disminu-

ción de gastos, y esto no pasa de ser un sueño en las nacio-

nes. Carecían de datos presupuéstales recientes y acomo-

daban sus cálculos a los de más de cincuenta años antes.

Suponían la eficacia de los más dudosos arbitrios. Y a

todo ello entremezclaban principios filosóficos y divagacio-

nes interesantes, sí, pero de una debilidad manifiesta ante

la fuerza de las costumbres y los intereses inveterados. Y

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102 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ante las fuerzas ciegas de la política y los apremios de la

guerra.

"Limitando la nación sus necesidades, decían, por

ejemplo, y la satisfacción de ellas en términos que no sólo

no dañen a su conservación, sino que se le aseguren, son

infinitamente menores los gastos anuales que impenderá,

comparados con los de los tres siglos anteriores, y quanto

economize del exército, marina y administración, es otro

tanto fondo con que puede extender los límites de las facul-

tades de su territorio, ya aumentando sus fortificaciones, yarsenales, ya facilitando sus comunicaciones, ya fertilizan-

do sus campos; y ya por último fomentando con maestros,

con la introducción e invención de máquinas, con suple-

mentos y con premios, la agricultura, la pesca, las artes,

las fábricas y las ciencias, a cuyos interesantes objetos

deberán destinarse anualmente algunas sumas considera-

bles de las rentas del estado, fuera de lo que se destine para

ellas de las rentas provinciales; pues como decía el empe-

rador Constantino: "Las haciendas están mejor en manos

de los vasallos, porque fructifican, que en las arcas de los

príncipes porque están ociosas". Pero en los pasos del go-

bierno es necesario conciliar el lleno de las necesidades, sin

exceder las facultades, no como quiera, sino las de la gene-

ración presente, pues esta no tiene derecho a gravar las

futuras, ni a consumir las rentas que no le pertenecen ypor ello es necesario en materia de tan grave entidad, con-

servar religiosamente la más sabia y prudente economía \

"Por no haber considerado esto, decían, los anteriores

gobiernos gravaron a la nación con deudas, de las que ha-

bía que libertar al estado, sugiriendo algunos remedios

al caso. En el capítulo de las rentas provinciales venían a

reafirmar las facultades de gobierno propio concedidas a

las provincias en el proyecto de constitución, y apuntaban,

reserva hecha de ser absolutamente necesaria la manu-tención de los párrocos dignamente, que no debían estar fin-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL * 103

cadas sobre administración de sacramentos, hacia la supre-

sión de derechos sobre matrimonios, nacimientos y entie-

rros, e iban más lejos al propugnar la abolición de los diez-

mos —una cuestión en que años adelante el señor Larrazá-

bal tendrá que participar decididamente, y en contra, por

cierto, como cabeza de la iglesia, al reordenar los que en

Guatemala habían sido restablecidos—

".

"No es menos justa, útil y conveniente la existencia

de los cabildos eclesiásticos, para que se celebren los divi-

nos oficios de las catedrales con el decoro y explendor co-

rrespondiente al soberano señor que se sirve y alaba en

ellos, pero de ningún modo lo es la multitud de dignidades,

canónigos, prebendados, etcétera, que se mantiene en ellas.

Su número debe reducirse a lo justo y decoroso con respec-

to al rango de las catedrales y aumentar el número de obis-

pados particularmente en América, satisfaciéndoles de fon-

dos públicos la misma dotación que hoi alcanzan en los

diezmos, y aboliendo estos cuya exacción sobre ser su-

mamente gravosa al labrador es perjudicial a la nación,

porque alzando el valor real de todos los productos un dé-

cimo sobre su costo natural, les hace perder las ventajas,

que podrían alcanzar en los mercados nacionales y extran-

geros".

En otro higar de las Instrucciones se había dicho que

las primicias, o diezmos, dejando de ser voluntarios, quita-

ban a la ofrenda piadosa su virtualidad religiosa. En esto

como en otros puntos que rozaban de algún modo delicadas

cuestiones de intereses y aún de jurisdicción, eclesiásticas,

los municipales se mostraban a la vez muy católicos (¿un

tanto jansenistas, se diría?), muy prudentes, pero enérgi-

cos y decididos en el camino de la innovación; así, en ma-

teria de superabundancia de feriados, en su inmensa mayo-

ría de origen religioso, que debían disminuirse, con miras

al progreso material de la nación. En el fondo, ellos co-

nocían, como hombres prácticos que eran en su siglo, esos

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104 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

problemas, que venían de tan lejos y sobre muchos de los

cuales sus antecesores y otras autoridades civiles de la co-

lonia lucharon incluso con gran vehemencia en diversas

épocas, como en España particularmente bajo los gobier-

nos "ilustrados" de los Carlos III y IV, sino que en este

caso —el de la península— , bajo influjos muy diferentes

y que orillaban lo cismático. Lo difícil era darles solución

a tales problemas, que no lastimase intereses y sentimien-

tos respetables desafiándolos a reaccionar peligrosamente

(que fue lo que en última instancia ocurrió con las Cortes).

No era la hora, que llegaría, de los espadones cortadores

de nudos gordianos. . . y de cabezas.

Proponían en seguida una reorganización y depuración

administrativas que redujesen las frondosas dependencias

a lo racionalmente necesario, aboliendo los derechos de ad-

ministración de justicia y otros, empleando en cambio el

papel sellado, cuyo precio debía modificarse y llevar el sello

y brevete de su bienio al margen y no en la cabecera: junto

a las grandes líneas de los principios, las minucias de orden.

Concluían en la siguiente forma:

"De este modo el sumo alivio que recibe el ciudadano

en sus contribuciones, al mismo tiempo que el gobierno le

facilita los medios de subsistencia, y de mejorar su fortuna

aumentará la población de la monarquía, y le dará el ex-

plendor correspondiente a su dignidad, a su riqueza, y a la

vasta extensión de sus dominios. La dulzura del gobierno,

la sabiduría de las leyes, la pronta, recta y fácil adminis-

tración de justicia, y la moderación de los impuestos, son

el manantial de la población. Esta produce la abundancia

;

la abundancia produce la población; y de este círculo de

causas y efectos, y de efectos que se tornan en causas es

centro el gobierno de que deben salir continuos impulsos

que aumenten su esfera, la cual constituye la felicidad, el

rango, la consideración de un estado".

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 105

La última parte, Discurso sobre la reforma de algu-

nas leyes, es la más concisa y concentrada de las Instruc-

ciones. Comienza con la premisa de que "Entre codos los

males a que ha estado sujeta la humanidad, no hai alguno

comparable con los que le ha causado la arbitrariedad de

las leyes sociales.

... el abuso del poder minó la libertad de los pueblos,

reduciendo a la más vergonzosa esclavitud a aquellos mis-

mos hombres libres que para su conservación lo habían

creado". Bajo el influjo de aduladores partícipes momen-táneos del despotismo, se erigieron los señores de vidas yhaciendas y se perpetuaron errores que se aceptan como

verdades o como fatalidades, sumergiéndose la razón hu-

mana en tenebroso caos: "en tal estado no es extraño se

conserven aún entre nosotros, algunas leyes bárbaras, con-

cebidas en el seno de la usurpación, establecidas en el

furor del despotismo, dictadas en las tinieblas de la másgrosera ignorancia, en medio de las más vergonzosas cos-

tumbres, a estímulos de la más vil adulación, y de la másdepravada malicia'\

"Tales son, y tal fué el origen del tormento, de la infa-

mia, de la confiscación de bienes, de las delaciones, de los

estancos, de las aduanas y de la ampliación de la pena de

muerte. Aún se ven en los códigos y en la historia ins-

tituciones más horribles y depravadas; pero no hace el

Ayuntamiento mención más que de aquellas que deshonran

nuestros códigos, y el digno buen nombre de nuestros sobe-

ranos, conservándose en ellos". (¿Apuntaban a la Inqui-

sición?).

"... La filosofía ha declamado contra unas institu-

ciones tan contrarias al bien de los hombres, como desnu-

das de razón y de justicia pero ha sido acallada y perse-

guida por la preocupación y el interés. Dichoso el momento

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106 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

en que ella puede obrar unida al poder. Dichoso una y

mil veces el siglo a cuyas luces estaba reservado por la

providencia examinar los códigos y purgarlos de las heces

de veinte y tres siglos de usurpaciones, ignorancia y bar-

barie . .. ".

El síndico del Ayuntamiento de Quezaltenango, señor

Domingo Antonio Estrada, pidió a su cabildo que se ad-

hiriera a las Instrucciones dadas por Guatemala a Larra-

zábal, haciendo un examen somero de ellas y particulari-

zando su interés en las cuestiones económicas, de instruc-

ción y eclesiásticas y en el punto de que se repudiase cual-

quier enajenación que del reino pudieran hacer los sobe-

ranos españoles. Su proposición tiene fecha 29 de no-

viembre de 1811 y constituye una prueba más de la unidad

de ideas reinante y de lo bien vistas que fueron entonces

las Instrucciones, además de sólido apoyo al diputado gua-

temalteco.

Larrazábal diputado por Guatemala, vocero de estos

hombres ilustrados, uno de ellos él mismo y de los másilustrados, y con él una pléyade de ilustres americanos,

contribuirían resueltamente a la supresión radical o re-

forma de leyes anticuadas y monstruosas, y de ignominio-

sas instituciones, preparando el difícil advenimiento de la

democracia en que han de ser finalmente realidades incon-

trastables la libertad y la dignidad del hombre y el uni-

versal respeto que les es debido.

En aquellos principios, estas demandas y esas suges-

tiones del cabildo de Guatemala del 811 alboreaba en sus

primeras luces la emancipación de la patria y su ideal de

una patria mejor, tan acariciado siempre como arduo de

realizar. . . Pero el pensamiento avanzado de los hombres

que lo concretaron en el texto y el espíritu de las Instruc-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 107

ciones no podía escapar al postulado del epígrafe de su Dis-

curso, tomado de El espíritu de las leyes, de Montesquieu

(significativa advocación a que se ampararan) : "Todas

las instituciones humanas tienen el sello del siglo en que se

hicieron". Este pensamiento, en lo que alentaba de pro-

gresivo, y en lo que aún veneraba como resabio del pasado,

tenía el sello de aquellos años revueltos que continuaban yesparcían por el mundo la revolución francesa, pero en que

se alzaban también, harto poderosas, las fuerzas sombrías

de la restauración. Elementos contrapuestos, que, bajo

nuevas y diversas formas, bajo nuevos y diversos nomores

y disfraces, siguen combatiendo hasta hoy.

Constitución de 1812. Su promulgación en Guatemala

Desde diciembre de 1810 quedó electa en las Cortes la

comisión redactora de la Constitución; la primera parte

del anteproyecto, o minuta como se decía entonces, fue leída

el 18 de agosto de 1811, el 6 de noviembre la segunda y el

26 de diciembre la última; durante las discusiones se le

introdujeron algunas reformas y el proyecto definitivo se

leyó en enero y febrero de 1812 : el 18 de marzo fue firma-

da por los diputados, en dos ejemplares. La promulgación

se hizo el 19.

El entusiasmo prevaleció en esas jornadas. Un en-

tusiasmo cuasi bélico, a fe. Cuando se dieron las primeras

lecturas era presidente de las cortes un americano, JuanJosé Güereña, por la Nueva Vizcaya, y "aunque desafecto

a reformas, dice el conde de Toreno, arrastrado como los

demás por el torrente de opinión, señaló para principiar los

debates el 25 del propio agosto, plazo sobradamente corto.

Duró la discusión por espacio de cinco meses . . . fue grave

y solemne, y de suerte que afianzando la autoridad de las

cortes, ensalzó al mismo tiempo la fama de los individuos

de esta corporación". No faltaron obstrucciones, sin em-

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108 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

bargo, pero fueron vencidas fácilmente por la voz pública

y el vivo común deseo de gozar pronto de una constitución

libre, dice el mencionado autor, y refiere que uno de los

diputados que había asistido a la aprobación de las princi-

pales bases, no quiso firmar el proyecto. Los contrarios a

dicho proyecto —continúa— "frustradas las esperanzas que

habían fundado en el presidente Güereña, reemplazaron a

éste el 24, día de la remoción de aquel cargo, con don RamónJiraldo, a quien tenían por enemigo de novedades, y no me-

nos resuelto para suscitar embarazos en la discusión, que

fecundo, a fuer de togado antiguo, en ardides propios del

foro. Mas también en eso se equivocaron. Jiraldo, luego que

se sentó en la silla de la presidencia, mostróse muy adicto a

la nueva constitución, y empleó su firmeza en llevar a cabo

y sostener con tesón las deliberaciones". La táctica de la

oposición se desarrolló entonces en una serie de discusio-

nes sobre artículos y frases, pero no tuvo mejor fortuna:"

. . . sábese —comenta el conde de Toreno— que éñ uncongreso, como en un ejército, si se malogran los ímpetus

de una embestida, cuanto más fogosos fueren estos :n unprincipio, tanto más aflojan después y del todo cesan".

Los diputados americanos participaron con ardor en

los trabajos de elaboración de la constitución. Ya se hadicho cómo Larrazábal, diputado puntualísimo, además de

intervenir en los debates, según su propia confesión se

acercaba a las comisiones continuamente a defender o su-

gerir puntos de sus instrucciones. "En comisiones tan

importantes como fue la comisión constitucional, de vein-

tiún miembros, cinco eran diputados americanos", recal-

caba el profesor de la Universidad de Valladolid, historia-

dor y sociólogo Vicente Gay en estudio suyo La EspañaModerna (tomo 287, Madrid, 1? de noviembre de 1912).

No es esta la historia (¡cuan mal podría serlo!) de las

Cortes ni examen de la Constitución, acerca de las cuales

abundan juicios encontrados: son asuntos que estas notas

Page 111: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 109

tratan incidentalmente, en lo que más se relacionan a actos

de Larrazábal, y eso sin fuentes esenciales d? consulta;

pero hay que referirse por lo menos a los principales he-

chos y casos, aunque sea en forma superficial, para cono-

cer, y a veces sólo presumir, los pasos y conflictos del di-

putado guatemalteco, que, por sacerdote y por americano,

tuvo, sin duda, sobrados motivos de inquietud y de acción

en el bullente y bullicioso congreso gaditano.

Uno de los mayores problemas de la constitución con-

sistía en la declaratoria sobre la religión del país. El

pueblo era inquebrantablemente católico, tradicionalmente

educado en la doctrina y prácticas del catolicismo, y la

Iglesia española poderosa e imponente a despecho de in-

ternas debilidades y principios de escisión, contaba con la

adhesión sumisa de las almas. Había en la península,

reflejo del movimiento antirreligioso, y especialmente an-

ticatólico, que se personificó en la Francia de los enciclo-

pedistas y de la revolución, grupos bastante activos, in-

fluyentes y con descollantes personalidades, de escépticos,

übre-pensadores, revolucionarios bien intencionados que

pensaban en la necesidad de cambios profundos en la es-

tructura espiritual y marcha de la monarquía, descon-

tentos con el atraso y la corrupción política, con las "preo-

cupaciones", como se decía, del pueblo, y con instituciones

como la Inquisición, a que achacaban el origen global de

los males de España . . . Había también, por supuesto,

muchísimos indiferentes y no menos despreocupados y am-biciosos; pero el número de unos y otros realmente debió

ser reducido en proporción a la mayoría: lograron, sin

embargo, con audacia y resolución, victorias sorprenden-

tes; pero cometieron imprudencias y excesos que determi-

naron la mortal irritación que los abatió repetidas veces

e hicieron que no prosperasen sino dificultosa y parcial-

mente, a io largo de más de un siglo, las reformas e ins-

tituciones nuevas que propugnaron.

Page 112: Brañas - Antonio Larrazabal

110 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

En la América española ocurría y ocurrió otro canto.

Los grupos de hombres ilustrados de los últimos cuarenta

años de la colonia —años de doble vertiente : al siglo XVIII

y al XIX— fueron los hombres de la gran revolución y la

independencia. Las semejanzas con los españoles son pro-

fundas y, naturalmente, no casuales ; mas no se ha agotado

ni con mucho su estudio, mejor se diría que apenas se mero-dea en él. Las semejanzas son de todo orden : de ideas, deerrores, de impaciencias, de extremismos, de caídas. PeroHispanoamérica ganó a la madre patria en algunos adelan-

tos que en ella han sido más obstaculizados, si también en la

mayor acentuación de los caudillos producidos por el mili-

tarismo y la anarquía conjugados: España los ha tenido en

abundancia y los tiene; pero los americanos lograron ser

más truculentos, más pintorescos y más crueles . . .

En las Cortes se salvó el tropiezo con sacrificio de las

aspiraciones más radicales del liberalismo, forzados todos

por las realidades. Si la Constitución comenzaba con unafórmula piadosa e invocatoria ("En el nombre de Dios

todopoderoso, Padre, hijo, y Espíritu Santo, autor y su-

premo legislador de la sociedad") que era en sí una defi-

nición de la fe española, el capítulo de religión hubo de

escribirse todavía con más rigurosa y ceñida forma de com-

prometimiento : "Artículo 12.—La religión de la Nación es-

pañola es y será perpetuamente la católiea, apostólica, ro-

mana, única verdadera. La Nación la protege por leyes

sabias y justas, y prohibe el ejercicio de cualquiera otra".

Mas si la primera fórmula podía ser vaga en su generali-

dad de respetuoso cumplimiento, y la segunda era termi-

nantemente y obligatoria, la misma tendencia a fortifi-

carla, si no la habilidad contraria, alcanzó a dejar en el

texto un portillo, una debilidad, que sería sagazmente apro-

vechada por los liberales al correr de sus proyectos refor-

madores. ¿Qué Constitución, por rigurosa y habilidosa

que se la conciba, no se presta a las argucias y a las desvir-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 111

tuaciones, a las sutilezas y a las violencias más escanda-

losas de los audaces? Por ser aquélla como la primera

Constitución de España y América, y asunto aquel de la

religión tan grave siempre pero entonces particularmente,

sus vicisitudes tenían que producir tantos asombros, lu-

chas, polémicas ... e indelebles enseñanzas para bien ypara mal.

El historiador a quien venimos citando, Toreno, y pa-

rece superfluo recordar que se trate de uno de los más fo-

gosos elementos de la juventud liberal que campó en las

cortes doceañistas, comenta muy sustanciosamente el caso

del precepto sobre religión, como se verá: "Ha excitado

entre los extranjeros ley de intolerancia tan insigne un

clamor general, no haciéndose el suficiente cargo de las

circunstancias peculiares que la ocasionaron. En otras na-

ciones en donde prevalecen muchas y varias creencias, hu-

biera acarreado semejante providencia gravísimo mal;pero

no era este el caso de España. Durante tres siglos había

disfrutado el catolicismo en aquel suelo de dominación ex-

clusiva y absoluta, acabando por extirpar todo otro culto.

Así no hería la determinación de las cortes, ni los intere-

ses, ni la opinión de la generalidad, antes bien la seguía yaún la halagaba. Pensaron sin embargo, varios diputados,

afectos a la tolerancia, en oponerse al artículo, o por lo me-

nos en procurar modificarle. Mas, pesadas todas las razo-

nes les pareció por entonces prudente no hurgar el asunto,

pues necesario es conllevar a veces ciertas preocupacione3

para destruir otras que allanen el camino, y conduzcan al

aniquilamiento de las más arraigadas".

El historiador, que más claro no podía hablar, se ex-

tiende en explicaciones sobre este punto, y después de in-

dicar que quedaba abierto el camino a la abolición de la

Inquisición, paso próximo y de momento el más delicado

a que se tendía en aquella contienda de las Cortes, y de

indicar también que con libertad de imprenta y asegura-

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112 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

dos los derechos políticos y civiles de los ciudadanos (se

pregunta) : "¿podrá nunca el fanatismo ahondar sus raí-

ces, ni menos incomodar las opiniones que le sean opues-

tas? Cuerdo, pues, parecía no provocar una discusión en

la que hubieran sido vencidos los partidarios de la tole-

rancia religiosa. Con el tiempo y fácilmente creciendo la

ilustración, y naciendo intereses nuevos, hubiéranse pro-

pagado ideas más moderadas en la materia, y el español

hubiera entonces permitido sin obstáculo que, junto a los

altares católicos, se alzasen los templos protestantes, al

modo que muchos de sus antepasados habían visto durante

siglos no lejanos de sus iglesias mezquitas y sinagogas".

Si el pueblo estaba aferrado a su religión católica,

bueno es recordar también que el número de grandes ecle-

siásticos en las cortes era muy considerable y hasta hom-bres tan liberales como Larrazábal y otros americanos,

como tales eclesiásticos a buen seguro no iban a aprobar

ciegamente leyes vejatorias o disminuidoras de su religión,

aún cuando no pocos de ellos manifestaban transigencia en

cuestiones de disciplina y reconocían la ingente necesidad

de determinadas reformas. De los clérigos intolerantes ni

qué hablar. De todas suertes, debió plantearse, como en

otros casos, gravísimo conflicto de conciencia a prelados,

sacerdotes y seglares de muy cimentado catolicismo, al

llegar a ese punto. Larrazábal debió experimentarlo muygrande : lástima es no poseer sus impresiones que nos pres-

tarían luz preciosa en esta tiniebla en que nos movemos al

rondar por su biografía.

Interesa transcribir las referencias de Toreno sobre

los debates suscitados en torno al concepto de ciudadanos

y calidades necesarias para el uso de los derechos políticos.

Aunque prolija la cita, pareciera tener aún actualidad y a

nuestro propósito la tiene especial porque en ella va im-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 113

plícito un elogio suyo a Larrazábal, por un voto que cierta-

mente hoy no le sería aplaudido:

"Con este motivo se promovieron largos debates res-

pecto de los originarios de África, cuestión que interesaba

a la América, pues por aquella denominación entendíase

sólo los descendientes de esclavos trasladados a aquellas

regiones del continente africano, a quienes no se declaraba

desde luego ciudadanos como a los demás españoles, sino

que se les dejaba abierta la puerta para conseguir la gracia

según fuese su conducta y merecimientos. En un princi-

pio los diputados americanos no manifestaron anhelo por-

que se concediese el derecho de ciudadanía a aquellos in-

dividuos, y húbolos, como el señor Morales Duárez, que

se indignaban al oír sólo que tal se intentase. En el de-

creto de 15 de octubre de 1810, cimiento de todas las de-

claraciones hechas en favor de América, no se extendió

la igualdad de derechos a los originarios de África, y en

las proposiciones sucesivas que formalizaron los diputados

americanos, tampoco esforzaron éstos aquella pretensión.

No así ahora, queriendo algunos que se concediese en las

elecciones a los mencionados originarios voz activa y pa-

siva, aunque los más no pidieron sino que se otorgase la pri-

mera, motivo por el que se sospechó que en ello se trataba

más bien que del interés de las castas, de aumentar el núme-ro de los diputados de América; pues debiendo ser la base

de las elecciones la población, claro era que incluyéndose

entre los ciudadanos a los descendientes de África, crecería

el censo en favor de las posesiones americanas.

"No tenían los españoles contra dichas castas odio ni

oposición alguna, lo cual no sucedía a los naturales de

Ultramar, en cuyos países eran tan grandes la enemistad

y el desvío que, según dijo el señor Salazar diputado porel Perú, se advertía hasta en los libros parroquiales, ha-

biendo de estos unos en que se sentaban los nombres de los

españoles y de los reputados por tales, y otro en que sólo

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114 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

los de las castas. Lo mismo confirmaron varios diputados

también de América, y entre ellos el señor Larrazábal por

Goatemala, y de los más distinguidos, quien, a pesar de que

abogaba por los originarios, decía : '.'Déjese a aquellas cas-

tas en el estado en que se hallan, sin privarlas de la voz

activa. . . ni quererlas elevar a más alta jerarquía, puesconocen que su esfera no las ha colocado en el estado deaspirar a los puestos distinguidos ,, 5

.

"Era espinosísima la situación de los diputados euro-

peos en los asuntos de América, en los que caminaban siem-

pre como por el filo de una cortante espada. Negar a los

originarios de África los derechos de ciudadano era irritar

ios ánimos de estos; concedérselos ofendía sobremanera las

opiniones y preocupaciones de los demás habitantes de Ul-

tramar. Al contrario la de los diputados americanos, quie-

nes ganaban en cualquiera de ambos casos, inclinándose el

mayor número de ellos a excitar disturbios que abreviasen

la llegada de su independencia".

Aunque reconociendo que muchos de los argumentosde los americanos eran de grave peso, Toreno elogia los

razonamientos de otro diputado, que se impusieron, y que

hacían ver que "los principios abstractos no pueden tener

una aplicación rigurosa en la política", tomando ejemplos

vivos de la situación de las castas en territorios ingleses,

y por fin se aprobó el artículo en una forma que eludía

"escudriñamientos de origen, y de no asustar a los muchos

que por allá derivan de esclavos, y se cuentan entre los

libres y de sangre más limpia".

Respecto a los analfabetos, dice Toreno: «Honró a las

Cortes también exigir aquí que "desde el año 1830 debieran

5 Aunque de fecha posterior, traemos a cuento esta curiosa

cita de El Procurador, punzante periódico gaditano, reveladora delas preocupaciones raciales: "Dicen los americanos en América,con mucha suavidad y lisura, "Llámale mulato, que aunque se

cure la herida, le quedará la cicatriz".

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 115

saber leer y escribir los que de nuevo entrasen en el ejer-

cicio de los derechos de ciudadano", señalando de este modocomo principal norte de la sociedad la instrucción y buena

enseñanza», como lo tenían establecido en Guipúzcoa yNavarra que prohibían la obtención de empleos y cargos

municipales a quienes no supiesen leer y escribir.

La cuestión de división política fue también muy de-

batida y especialmente por los americanos. El conde de

Toreno les echa una fisga, diciendo que a veces no podían

ni entenderse entre sí: "cada uno presentaba una división

distinta de territorio, y quería que se multiplicasen sin

fin ni término las provincias y sus denominaciones. Pro-

venía esto del deseo de agasajar vanidades de la tierra

nativa, y también la confusión y alteraciones que habían

habido en la repartición de regiones tan vastas, soliendo

llevar el nombre de provincia lo que apenas se diferenciaba

de un desierto o paramera". En efecto, estos errores eran

notorios y lo han seguido siendo después de la independen-

cia. Pero nos interesa más señalar, al sesgo, por el caso

centroamericano, la existencia de los localismos, que aquí

encendieron su lucha tenaz contra la metrópoli apenas

ganada la libertad.

Si las Cortes con su intensa agitación de ideas y con

el conocimiento que de las realidades de España permitie-

ron a los americanos, merced principalmente al uso de la

libertad de imprenta, robustecieron, si no crearon, las ten-

dencias emancipadoras, las pequeñas provincias istmeñas

pudieron sentir magnificada su importancia respecto a

España misma, pero sobre todo respecto a la metrópoli

colonial, Guatemala, contra la cual tenían reclamos de

agravios y descuido, y cuya capital había sufrido la mermatremenda en respetabilidad y riqueza que le impuso el tras-

lado de su asiento.

La ciudad de Guatemala, corte del reino de Guatema-la, entre los años 10 y 20 —y más tarde aun. . .— del siglo

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116 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

pasado, es decir, en los años críticos de la gestación de la

campaña emancipadora, la libertad, la anexión a México

y la larga y sangrienta, desastrosa guerra civil que acabó

con la unidad colonial que en mala hora se quiso mantener

con una federación artificiosa cuando acaso sólo se habría

mantenido mediante una república unitaria, había descen-

dido enormemente en poder y prestigio desde la antigua a

la nueva Guatemala: esta es una de las consecuencias más

graves y que menos se ha querido advertir, de la equivoca-

da traslación.

Guatemala, abismada en endémica crisis económica,

distraídos sus recursos en la construcción de una ciudad to-

talmente nueva, para su capacidad, era en esos días una ciu-

dad mezquina, precaria, apenas naciente, pueblo más que

ciudad, dispersos muchos de los elementos humanos de su

grandeza, suspensas o sólo trabajosamente restauradas de

sus instituciones, y mal podía aglutinar a la nación en torno

suyo. Esto debió ser evidente a ojos de los otros centroame-

ricanos desde un principio, como lo fue para todos la inca-

pacidad en que cayó España para imperar sobre el mundocreciente que era la América de Bolívar y los demás cau-

dillos libertadores.

Las provincias tomaron arrogante cuerpo frente a la

disminuida capital, y sus más prominentes hijos se deja-

ban arrastrar del localismo y sus estímulos pretendiendo

curar los males y problemas del antiguo sistema con las

quiméricas virtudes de la droga mágica, de tanta bogaen América y que bien pronto revelaría su falacia e inefi-

cacia, del federalismo de importación anglosajona : una sor-

prendentemente contienda de ideas entre el grupo de menta-lidades cultivadas, tan por encima de la negativa condición

cultural del pueblo, el cual sólo participó en ella cuandose le reclamó su sangre y sus míseros recursos para hacer

triunfar alternativamente a los dos bandos con un ardor

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 117

y una furia que removió hasta los más bajos fondos de los

instintos humanos.

Tal sucedió en toda América; pero cupo al Centro la

desventura de no poder mantener su cohesión a diferencia

de los otros pueblos que, unitarios o federales —de un

federalismo por demás discutible, aparente^— la conserva-

ron con sólo menor deterioro. Como si el destino geográ-

fico y la debilidad congénita del istmo y su pueblo hubieran

obrado de consuno contra la unidad y contra los intentos

de unificación —hasta hoy— . Proceres y dirigentes, altas

cabezas tempestuosas, con Francisco Morazán en primera

línea, amontonaron errores y combustibles de pasiones a

ese fin, dramáticamente convencidos de seguir cada uno

la única línea de razón y salvación.

La promulgación de la Constitución provocó un des-

bordamiento de entusiasmo en Cádiz —no amenguado por

el bombardeo enardecido de los sitiadores franceses— , en

las provincias liberadas, y en América. Hubo medallas y

versos, misas y actos académicos en profusión. Acordóse

dar, y se reconoció tardíamente que era un error, a las

plazas principales de las poblaciones el nombre de Plaza

de la Constitución, colocándose las respectivas lápidas, que

serían arrastradas y rotas por las turbas al regreso de Fer-

nando. Los juramentos de ahora se trocarían también en

denigraciones y vejámenes para los diputados y su obra.

Es lección constante de la historia.

En Guatemala ocurría lo mismo. El acto de la jura

fue preparado con entusiasmo oficial aparatoso: el de los

criollos sería más íntimo y esperanzado. Circuló invita-

ción impresa con estos conceptos: "El Presidente y Capi-

tán General de Guatemala, de acuerdo con el M. N. y L.

Ayuntamiento de esta ciudad, ha señalado el día 24 del

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118 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

corriente para la solemne publicación de la Constitución

política de la Monarquía Española. Y deseando que este

acto tan augusto se execute con todo el esplendor y luci-

miento mandado por las Cortes generales y extraordina-

rias, y que requiere tan digno e importante objeto; espera

concurra V. a las 8 de la mañana de dicho día al acompa-

ñamiento que saldrá del Real Palacio, para aumentar el

decoro de esta plausible función".

(No sólo en esos momentos tenía Bustamante tan

buena opinión de la Constitución. En bando publicado el

7 de enero de 813 relativo a elecciones de diputados a las

cortes ordinarias, expresaba al menos oficialmente: "LaConstitución política de la Monarquía Española, diversa de

las de otros Reynos que propenden al bien de individuos,

o clases, sólo mira a establecer sobre bases firmes el uni-

versal de todos los pueblos. . .").

Se batieron medallas conmemorativas, como era cos-

tumbre en los grandes acontecimientos: en una cara os-

tentaban el escudo de la ciudad de Santiago, con corona, yla leyenda: La ciu. de Guatemala. 24 de Sept. de 1812.

Al reverso, un libro abierto entre resplandores; en una pá-

gina la palabra Justicia en la del frente, Equidad; circun-

dándolo, esta otra leyenda: Por la Constitución política

de las Españas 6.

6 En ese año de 1813, en folleto sin foliación, se reimprimió

en Guatemala, en la Imprenta de Arévalo, el Catecismo político

arreglado a la Constitución de la Monarquía Española: para ilus-

tración del pueblo, instrucción de la juventud, y uso de las escuelas

de primeras letras. Por D. J. C, verdadero manual de enseñanzacívica, de los más adelantados y liberales principios, cuya in-

fluencia en el desarrollo de las ideas emancipadoras e igualitarias

parece no haber sido estimada aún. Consecuencia obligada de la

Constitución y nuevas leyes dadas por las Cortes, se reimprimieronen Guatemala también, con otros documentos, la ley sobre arreglode tribunales y juzgados, la Instrucción para el gobierno econó-mico-político de las provincias, etcétera.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 119

Bien efímero habría de ser aquel primer júbilo consti-

tucional de Guatemala. Y acaso no más duraderos y jus-

tificados tantos de los posteriores.

Presidente de las Cortes. Sus discursos. Opiniones

Se ha sostenido la idea de que Larrazábal no descolló,

ni en Cádiz ni en Guatemala, como orador, exceptuada la

opinión de don Antonio Batres Jáuregui. En Cádiz los

hubo arrebatadores. No era en modo alguno culpa suya

el no haber sido un gran orador, y su esfuerzo era merito-

rio en todo caso. Se dice que Larrazábal padecía de cierto

impedimento que hacía un tanto difícil su dicción. La

Gaceta, discretamente hablaba de "su voz temblorosa",

aunque aludía ya al anciano. De todos modos, cuando de-

bía hablar en público, lo hacía con brevedad, cargando de

razones juiciosas su discurso: a lo persuasivo de éstas se

unía para reforzarlas la gravedad natural del orador y su

ostensible sinceridad, de acuerdo con opiniones que no pue-

den ser tachadas de parciales.

Débese al ahincado americanista José María de Labra

y Martínez la recordación centenaria y divulgación de tres

discursos de Larrazábal dichos en señaladas ocasiones de los

debates de las Cortes, incluidos en la semblanza que de él

traza en Los presidentes americanos de las Cortes de Cádiz

(Cádiz, 1912), y no sin señalar su corta extensión. El pri-

mero de ellos fue pronunciado al tomar posesión de la presi-

dencia del congreso, el 24 de octubre de 1811". (". . .Fueelegido presidente del mismo sublime Congreso por 79 vo-

tos. .." informaba la buena Gaceta de Guatemala). Pocos

diputados hablaron en casos semejantes, las palabras de

Larrazábal están impregnadas de emoción y gratitud; de

digna sencillez y de legítimo temor ante la magnitud del

cargo con que se le honraba tan pronto

:

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120 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"Hoy 24 de octubre, día para mí de perpetua memoria,

salí de mi patria bajo la protección y guía del Arcángel

San Rafael, a ejercer en este soberano Congreso la dipu-

tación por Guatemala. Al momento que por aquella elec-

ción me vi elevado hasta la cumbre del honor, adoré los

designios de la divina Providencia con el Real Profeta,

cuando dijo: Suscitans a térra inopem, et de stercore eri-

gens pauperem: ut collocet eum cum principibus populi sui.

Sí, señor, porque los resplandores de la dignidad no medeslumbran para perder de vista mi pequenez, falta de

luces y circunstancias, que forman los sujetos para los en-

cargos. ¿Cuáles, pues, deberán ser ahora las expresiones

de mi lengua balbuciente? ¿Cuáles los sentimientos de micorazón? Diré sin detenerme que mi reconocimiento a V.

M. por esta elección, con mejor acierto lo manifiesta un

profundo silencio que retórica más sublime. Callo, señor,

confuso y avergonzado, al verme ocupando el primer lugar

en este supremo Congreso.

"Mas ya que V. M. así me honra, a fin de que mis

desaciertos no se atribuyan a lo pródigo de su bondad, es-

pero los contenga, dándome la dirección necesaria par;;

obrar en todo conforme a los derechos que son debidos a

Dios, a la Nación y al Rey. Estas son las leyes invariables

que deseo observar para el desempeño de la alta confianza

que he merecido y por la que con todo respeto y sumisión

tributo a Vuestra Majestad el más vivo reconocimiento".

Hasta aquí la corta oración, sincero voto de gracias

y humildad.

"Su labor como parlamentario fue muy considerable

—añade el señor Labra—, ocupándose principalmente de!

proyecto de Constitución, respecto del cual pronunció vein-

tiséis discursos, y además intervino en las discusiones ha-

bidas sobre el reglamento del poder ejecutivo, función del

estandarte real, facultades de las diputaciones provincia-

les de Ultramar, reemplazo de un Consejo de Estado, re-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 121

partimiento de baldíos, diputaciones provinciales, convo-

catoria de Cortes, derrota de Castalia, abolición de mitas,

la representación del Consulado de México, libertad de im-

prenta, abolición de la Inquisición, reformas de Filipinas,

expedición de reales cédulas, elección de Guatemala, pas-

torales de varios obispos al gobierno canónico de la pro-

vincia, de recurso de nulidad, traslación de las Cortes a

Madrid, de las responsabilidades de los infractores de la

Constitución, sobre reglamento de las Cortes y sobre tras-

lación de las Cortes fuera de Cádiz".

Y este juicio elevador: "La intervención de Larrazá-

bal fue la de discutir la política de principios, separándose

de la política menuda. Se asemejaba mucho en los proble-

mas que trataba, a Muñoz Toreno y Pachón". La sola

mención de estos nombres y sobre todo la del primero, másconocido y universalmente enaltecido, es superior elogio

para el guatemalteco.

De Labra y Martínez reproduce más adelante el dis-

curso de Larrazábal pronunciado el 10 de enero de 1812,

al aprobar las Cortes por unanimidad un decreto del go-

bernador de Guatemala en que adelantó la libertad de 600

esclavos negros que obsequiaron de sus ahorros, 1,280 pesos

para la guerra de España. (Esta es, dice el autor, unahermosa nota de la historia de Guatemala, que registra

también el honor de ser el país del continente americano

que primero abolió la esclavitud de los negros).

"Señor: en favor de los negros esclavos residentes en

Omoa, a que se dirige la consulta de la Regencia, en apoyode la pretensión del Presidente de Guatemala, debo hacer

presente a V. M. que aquellos miserables negros han contri-

buido de donativo voluntario a la Península con 1,280

pesos fuertes, que constan por menor en suplemento a la

Gaceta de Guatemala de 6 de abril de 1811. Y ¿qué cosa

más justa que V. M. en remuneración de tan distinguida

liberalidad, les conceda lo que clama y pide por ellos el

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122 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

derecho natural? Pido a V. M. les conceda la preciosa

joya de la libertad.

"No es menester más para desterrar la esclavitud de

una Nación libre y generosa como la española, que atender

a que ella es un efecto vergonzoso de las leyes dictadas

contra la humanidad y que siempre que se oiga entre nos-

otros que la esclavitud es constitutio juris gentium qua

quis dominio alieno contra naturam subjicitud, debemos

aborrecer tan detestable marca de los que son nuestros

hermanos. Las leyes más sabias y activas son las del

ejemplo; por eso dijo Séneca: Difficilis via proecepta mag-

na et efficax per exempla. Dando V. M. el ejemplo en esta

ocasión, acredita que la piedad es inseparable del corazón

español, y con esta dádiva generosa fincará mayor ganan-

cia. Así lo pido y suplico a todos los señores del Congreso,

se verifique por aclamación universar\

(El sentimiento adverso a la esclavitud, y eso que en

Guatemala fue relativamente reducido el número de los

esclavos, honra a ilustres patricios del reino, que lucharon

por la abolición y lograron tan levantado propósito desde

los comienzos del primer congreso nacional. Se olvida que

el trato y gobierno de los negros bajo el régimen español

fueron pronunciadamente más benignos que bajo otras

naciones. Pero la esclavitud era oprobio de la civilización,

que urgía hacer desaparecer. Ya en 1820, al restablecerse

la constitucionalidad bajo el dominio español todavía DonMariano de Aycinena incluye la de la libertad de esclavos

en un grupo de proposiciones presentadas como miembrodel Ayuntamiento guatemalteco).

Otro discurso de Larrazábal fue pronunciado el 14 de

febrero de 1812, sobre establecimiento de escuelas para in-

dios en América y su moción mereció favorable acogida en

dictamen del 24 de junio, que turnó el asunto a la Regen-

cia. Se recordará que para Guatemala se proveyó espe-

Page 125: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 123

cialmente que en los conventos se estableciesen escuelas.

Dijo

:

«La adjunta Memoria a favor de los indios es un apo-

yo de las siguientes proposiciones que presento a Vuestra

Majestad, para que, en el caso que merezcan la aprobación

soberana, se sirva expedir el correspondiente Decreto:

Primera. Que sean abolidas las gracias, pensiones,

salarios y cualesquiera otros impuestos hechos en el go-

bierno anterior y que nuevamente se hubieren concedido en

el presente sobre el ramo de comunidad de indios, sin que

se pueda jamás aplicar a otro destino que el inmediato a

la utilidad y socorro de sus necesidades, como está preve-

nido por las leyes.

Segunda. Que para el debido cumplimiento del ar-

tículo 25, número 69 de la Constitución española, con los

fondos de este ramo, incluyendo los que se han introducido

en Caja de Consolidación, se construyan en todos los pue-

blos de indios a que pertenezcan, seminarios o casas dondese les enseñe el idioma castellano, leer, escribir y contar, yel catecismo de la Religión Católica, con los demás que dis-

pone el artículo 364 de la Constitución.

Tercera. Que sea a cargo de las diputaciones provin-

ciales formar los reglamentos y estatutos que deban obser-

varse en estos seminarios, así en orden a los maestros yalumnos, método el más sencillo para la enseñanza y go-

bierno interior de los seminarios con arreglo a dicha Me-moria, caso que V. M. adopte la idea.

Cuarta. Que no siendo los fondos suficientes para

la perfección de estos establecimientos, se autorice a las

mismas diputaciones para valerse de aquellos arbitrios quesean proporcionados con las circunstancias de los pueblos,

como para que puedan establecerse también por medio de

otros arbitrios en los demás pueblos que carezcan de estos

fondos.

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124 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Señor: por el N9 6? del citado artículo 21 se manda que

desde el año 1830 deberán saber leer y escribir los que de

nuevo entren en el ejercicio de los derechos de ciudadanos

y conociendo V. M. que el que manda el fin debe propor-

cionar los medios conducentes al mismo fin, por el artículo

364 ha dispuesto que en todos los pueblos de la monarquíase establezcan escuelas de primeras letras, etcétera. Laeducación es la primera base de las virtudes y de la pública

felicidad de los pueblos; y el gobierno, no sólo debe pro-

porcionarla y velar sobre ella, sino conciliar el menor gra-

vamen posible de los individuos del Estado con el socorro

de sus necesidades. La ignorancia, que particularmente en

los indios se halla tan radicada, necesita para desterrarla

de los medios más prontos, activos y eficaces, después de

trescientos años que no han salido de un estado infeliz,

justo es que V. M. llevando al cabo de la perfección sus

paternales providencias, las conduzca a la verdadera feli-

cidad: a esto se dirigen las proposiciones expuestas.

Mas como quiera que en las Américas hay otra nume-rosa clase del Estado que pide el pan de la instrucción ycarece de maestros y arbitrios para conseguirla, guiado de

los antecedentes principios, concluyo con esta proposición.

Quinta. Que en todos los conventos de regulares se

pongan escuelas de primeras letras y cátedras de gramá-

tica castellana y latina, y en los Monasterios de religiosos,

conforme al breve expedido por el Sumo Pontífice Pío VI,

a instancias del Rey Carlos IV, se añada al establecimiento

de dichas Escuelas la enseñanza de las labores propias del

sexo mujeril, siendo a cargo de las diputaciones velar su

cumplimiento y dar cuenta a las Cortes por medio de la

Diputación permanente de los progresos de estos estable-

cimientos».

Por lo regular, las intervenciones de Larrazábal fue-

ron breves, comedidas, sensatas y oportunas, tendientes a

encauzar las discusiones, a recordar los caminos legales, a

Page 127: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 125

aconsejar cordura, o bien discursos tácticos encaminados a

desviar tormentas o ganar minutos preciosos que podían de-

volver la serenidad a los atumultuados e impacientes, como

ya en vísperas de la catástrofe, el más moroso discurso en

que recomendaba las buenas disposiciones del nuevo salón

de Cortes de Madrid, mientras estaba por descargarse una

tempestad de violencia en el propio seno del congreso, y que

el reaccionarísimo diario El Procurador General de la Na-

ción y del Rey ya francamente hostil a Larrazábal, subrayó

con lápiz rojo de gruesa ironía.

No resistimos a la tentación de exprimir el capítulo

de Labra y Martínez sobre el diputado guatemalteco y re-

producir a nuestra vez una reproducción suya para traer

otra cita y otro juicio de distinta procedencia: «El duro ymordaz Le Brun dice de Larrazábal en su libro Retratos

políticos de la Revolución de España : "Sacerdote y diputado

americano en las Cortes constituyentes. Todo sinceridad

y amor a la libertad de España que creía él entonces que

era la libertad de su país. Era acaso el diputado que sos-

tenía de más buena fe sus opiniones en el congreso. Sus

instrucciones eran la pauta de que nunca salía y fué por

ellas el primero que propuso a las Cortes el Patronato de

Santa Teresa; medida que sin duda hubiera podido salvar

y hacer felices a los españoles. En las discusiones borras-

cosas en que los partidos se acaloraban y hacía la parcia-

lidad las veces de la razón, Larrazábal era el sólo a quien no

se le conocía el calor, porque no tenía partido, y por esa

razón el más apto para disipar la tempestad, como sucedía

las más de las veces, a lo que concurría la prevención de

honradez y de indiferente con que se le oía. Su continente,

hablando, abonaba su buena intención, y su expresión ymaneras no dexaban dudas de que era su corazón y su

Page 128: Brañas - Antonio Larrazabal

126 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

deseo del bien los que le inspiraban. Convencido, cedía

con una sinceridad admirable: y se vio alguna vez en la

materia que había sostenido con más calor y ayre de con-

vencimiento después de votada contra él en el congreso,

apurar todos los resortes de su eloquencia y buena fe, para

probar ya su utilidad y que se debía estar a lo decidido por

las Cortes, aunque contra su opinión ,,>>.

Aconsejado por respetables consideraciones, el señor

Labra corta la cita ahí donde su veneno de impiedad se

acendra . . . Completémosla para lectores inmunizados con-

tra la impiedad y porque es útil conocer el juicio entero:

así pueden estimarse más equilibradamente sus extremos.

Sigue diciendo, pues el autor, Le Brun, en Retratos polí-

ticos de la Revolución de España, publicados en castellano

en Filadelfia, año de 1826, con esta elocuente dedicatoria

:

"Patriae Libertatem vindicat armis. Manuel José Arce dux

et civis. Dedica con el más alto respeto esta obra al vir-

tuoso ciudadano don Manuel José Arce presidente de la

República de Guatemala su apasionado y admirador Carlos

Le Brum".

"Si tenía algunas surrapas su liberalismo, no era sin

duda por parte de su entendimiento que era despejado yclaro. Sus instrucciones pudieron tener alguna parte en

alguna de las opiniones vulgares que sostuvo en el congreso.

El entendimiento más privilegiado se preocupa también,

cuando la situación no favorece a su razón para discutir,

o la educación le ha confundido con tiempo el camino dal

bien".

"Este hombre, así como lo hemos descrito, que es

como es, ha sido también el objeto del odio de Fernando

y de sus sayones, y fué encarcelado, juzgado y sentenciado

a reclusión en un convento a aprender religión (¡qué ata-

que a la religión misma!) y fidelidad al monarca" (este

párrafo lo cita Labra hasta aquí, pero continúa en la en-

conada pluma de Le Brun) : "como si en los conventos se

Page 129: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 127

pudiera aprender más que ignorancia, envilecimiento, su-

perstición que se equivoca con la piedad ..." etcétera : la

andanada antifrailesca es de las gordas, y muy del gusto

de la época. Concluye: "Podía haberlo enviado Fernando

a un convento para enseñar virtudes y caridad cristiana a

aquellos frailes díscolos y groseros, que viven y mueren

en los odios, y aún en la ignorancia de sus obligaciones de

honradez, e ir también allá mismo Fernando a tomar lec-

ciones de honradez y de temor de Dios, del criminal a sus

ojos Larrazábal, que podía poner cátedra de estas ciencias

dentro de su mismo palacio".

Discúlpese la demasía en apurar las reproducciones en

gracia al deseo de recoger todas las voces que dibujen la

figura del diputado guatemalteco, y su actuación, y lo hon-

ren —incluso en esto las denigrantes o depresivas—,ya

que tanto olvido acumuló su patria sobre su memoria, des-

pués de haberla reconocido justicieramente digna de per-

petuación, y ya que documentos y testimonios de sus días

se han dispersado o desvanecido y quedan tan fuera del

alcance de la escasa curiosidad del buen lector guatemal-

teco de estos tiempos . .

.

El mismo deseo se complace en poder reproducir otra

referencia al corto período presidencial de Larrazábal en

las Cortes, gracias a feliz casualidad y a la amistosa soli-

citud que pone a su mano el tomo 285 de la España Mo-derna, famosa revista que dirigió por más de un cuarto de

siglo José Lázaro en Madrid. En ese número, del primero

de septiembre de 1912 hay un interesante ensayo de Juan

Pérez de Guzmán y Gallo, de la Real Academia de la His-

toria, sobre las sesiones secretas de las Cortes de Cádiz,

trabajo en medio de su objetividad de fondo poco afectuoso

hacia el congreso cuyo centenario se conmemoraba, pero

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128 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

cuajado de inestimables datos, el primero de ellos, que du-

rante su funcionamiento celebraron 891 sesiones secretas,

muchas turbulentas, no pocas graves, y otras perdidas en

dialécticos derroches. El secreto de lo en ellas tratado se

prometía guardarlo bajo el más estricto juramento.

Topamos allí con el nombre de Larrazábal, y copiamos

:

"Sobre los desórdenes del público de las galerías, en la se-

sión del 26 de octubre, presidiendo don Antonio Larrazá-

bal, se dio cuenta de que el oficial de la guardia había avi-

sado que se observaba algún bullicio en la calle, dimanado

de haberse levantado la sesión pública, porque el presidente

notó el murmullo que en la galería se hacía contra algunos

oradores. El Artículo 10 del Capítulo I del Reglamento,

preceptuaba lo que en tales casos había que hacer, y a esta

regla se ajustó la resolución tomada; pero como se promo-

viese discusión sobre el asunto, pues había diputados de-

fensores del derecho del pueblo hasta el tumulto, se acordó

fijar en las esquinas una especie de justificación y de con-

minación juntamente, concebida en estos términos:

«Al Publico.—Su Majestad ha visto con sentimiento

que en la sesión de hoy no haya guardado el público su

acostumbrada y justa moderación; pero espera que no fal-

tará a ella en las demás sesiones, en la inteligencia de que

en la pública de mañana se continuará la discusión pen-

diente».

La publicación de este papel, lejos de calmar el albo-

roto, lo excitó más, dándose vivas y mueras, y estos últimos

contra el diputado señor Valiente. La mayoría de la Cá-

mara clamaba porque se tomasen las determinaciones opor-

tunas para garantizar la independencia, la seguridad y el

honor de cada uno de sus individuos. En vista de esto, las

Cortes acordaron quedar constituidas en sesión secreta

permanente, mientras delegaba en el Obispo de Mallorca,

el cura de Algecilas y el Marqués de Villafranca, el salir

a la calle a persuadir a las gentes que se hallaban reunidas

Page 131: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 129

y alborotando que se retirasen a sus casas "valiéndose dela austeridad de sus personas y del talento y energía quelos caracterizaba". En efecto, sus discretas amonestacio-nes bastaron para apaciguar el motín, y al entrar de nuevoen la Cámara a dar noticia de su cometido, hallaron al

gobernador militar de la plaza, que previa la venia de las

Cortes, desde una tribuna explicaba las voces que habíaoído. A pesar de la protesta de todos de que el sosiego

público estaba restablecido, los diputados se negaron a salir

del salón hasta que estuviese completamente asegurada la

inmunidad del señor Valiente, y el gobernador tomó sobre

sí el garantirla de una manera inviolable".

Mal rato debió ser aquel para Larrazábal. . . Otros

muchos tendría, aunque ya no como presidente. El mismoautor citado, después de narrar varias escenas y medidasde seguridad que se produjeron más adelante, añade que

sería candido creer que bastasen a asegurar la inviolabi-

lidad de los diputados "de las agresiones de la plebe". Ymás cuanto mayormente fué trabajada "la plebe" por la

demagogia —¡de uno y otro bando!— por el fanatismo ypor la interesada pasión de los absolutistas y conforme las

Cortes veían mermar su prestigio por culpa de errores

grandes de que no estuvo exenta su larga actuación, y de

la violencia en el fragoso camino de las reformas, como es

de rigor en toda revolución en marcha. .\

Actuación honrosa al País. Una revolución frustrada

Espigando en el Diario de las discusiones de las Cor-

tes, el historiador Salvatierra señaló de brillante la labor

de Larrazábal en ese ilustre congreso, con sólo insinuar

algunas de sus intervenciones. Copiemos sus concisos yjusticieros apuntamientos, tanto más útiles cuanto está porhacer, desde el punto de vista guatemalteco, el examen de

ios numerosos volúmenes de aquel Diario y documentosconexos.

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130 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"Cuando en las Cortes se trató de la soberanía del Rey,

Larrazábal sostuvo que la soberanía residía en la nación,

y apoyó con toda energía la limitación de las facultades

reales.

El Artículo 172 del proyecto de Constitución prevenía

que el Rey para casarse debía dar parte y obtener el con-

sentimiento previo de las Cortes. Larrazábal propuso en

la sesión del 15 de octubre la adición de que el Rey no sólo

debía jurar la Constitución, sino también comulgar el día

del juramento, y prestarlo de que no pediría relajación al

Papa ni la admitía aunque su Santidad se la diese motuproprio. (Obsérvese cómo cumplía aún en el por menorexpresos mandatos de sus Instrucciones. La proposición

sabría agridulce por igual a liberales y absolutistas).

Cuando se discutieron los artículos por los cuales que-

daban los reyes sujetos a la voluntad de las Cortes, Larra-

zábal pidió que eso se tratara en sesión secreta.

Lo mismo pidió Miguel Ramos Arispe, uno de los di-

putados por el Virreinato de México, que había sido su-

plente por el Reino de Guatemala antes de la llegada de los

electos y que compartió con Larrazábal las responsabilida-

des de una reforma política necesaria y de una Constitución

avanzada. Y así los vemos a los dos, a Larrazábal y a

Arispe, denunciar con brillante generosidad ante las Cor-

tes la opresión que sufría el indio, y pidieron que los mu-latos fuesen declarados ciudadanos con voto activo para

elegir en las juntas electorales y para ser electos regidores,

alcaldes y diputados.

En la sesión del 14 de diciembre, Arispe dijo, que las

castas, como parte de la nación "tienen necesariamente

una parte de la soberanía y el derecho de formar sus leyes",

y en la del primero de febrero de 1812, el mismo Arispe

expresó que "los mexicanos debían gozar el derecho de la

libertad de imprenta y el de criticar en papeles públicos

la conducta política del congreso, de la regencia y de todo

Page 133: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 131

funcionario público, sosteniendo sus derechos y contra-

pesando la autoridad de estos"; en la del 10 de junio,

que América ya no podía ser engañada, porque ya sabía

hacer valer sus derechos; en la del 19 de diciembre "que

no había sido ni sería jamás la América una cosa subal-

terna de la península, y que ya no era tiempo de las pala-

brotas hinchadas ni de los títulos de virreyes"; y en la del

7 de Abril de 1813, que "los pueblos de América tenían

derecho de exigir con las bayonetas en la mano la obser-

vancia de la Constitución contra la tiranía de cualquiera

sin excepción".

(Esta referencia de Salvatierra que parece alejarse

del tema de la actuación del diputado guatemalteco, resalta

el clima ideológico de las Cortes y la calidad de compañe-ros con quienes solía compartir su voto el señor Larrazá-

bal, si bien sin arranques tribunicios de gran efecto como

los de Ramos Arispe o Mejía y de tantos otros insignes

americanos, entre ellos otro centroamericano, Castillo, que

por lo menos en un momento alcanzó, en la defensa de los

indios, altura y fulgencia oratorias de primera categoría).

(La proposición del diputado Florencio del Castillo

—como Larrazábal eclesiástico— , defendida en brillantes

discursos, comprendía seis puntos: abolición de mitas o

mandamientos ; exención para los indios del servicio a curas

o funcionarios públicos, obligándose a satisfacer derechos

parroquiales : repartición proporcional entre todos los veci-

nos de las cargas públicas, como reedificación de iglesias, ca-

sas parroquiales o municipales, caminos, etcétera; reparti-

ción de tierras a los indios casados o mayores de veinticinco

años, para hacerlos propietarios y estimularlos al trabajo:

se les daría de la mitad de tierras de la comunidad y donde

no alcanzaren, de realengas o baldías; que jefes políticos ycuras cuidaran de que en cofradías y sacristías no se invir-

tieran más que los indispensables indios, para evitar la cre-

cida pérdida de jornales que eso significaba; que los semina-

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132 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

rios conciliares de América se proveyera indispensablemen-

te en indios la cuarta parte de las becas de merced. Fue pre-

sentada el 4 de abril de 1912 y el 21 de octubre propugna-

da con los informes de las comisiones. El gran discurso

del diputado costarricense terminaba con estas palabras:

"Ha visto V. M. que las mitas son contrarias a los princi-

pios de la sociedad; que destruyen la libertad civil, la

propiedad y la seguridad individual; que causan la pobreza,

la destrucción y la degradación de los indios; en una pala-

bra, que son una verdadera servidumbre personal. Decre-

te, pues, V. M. su abolición y restituirá a los indios los

derechos de hombres libres de que tan injustamente han sido

despojados". El canónigo Larrazábal apoyó tan humani-

taria moción, contribuyendo a su triunfo: otra gran vic-

toria de los americanos).

Prosigue Salvatierra:

«Larrazábal en la sesión del 6 de septiembre de 1811,

dijo: "Que Guatemala se oponía formalmente a que se

dictaran leyes sin su concurso, y que no se debía seguir

manteniendo a las infelices Américas en la ignorancia,

\

En la del 26 del mismo septiembre, el propio Larra-

zábal apoyó la moción de que se multiplicasen los ayun-

tamientos y se ampliasen sus atribuciones, aún más de lo

que prevenía el proyecto de Constitución;que se privase de

voz y voto en las diputaciones provinciales a los jefes po-

líticos e intendentes; que se aumentara el número de estas

diputaciones, las cuales debían actuar como cámaras para

proponer al consejo de Estado las personas aptas para los

empleos, presentar a las Cortes lo que juzgasen conducente

para la legislación civil, criminal, mercantil y fiscal, con

derecho a intervenir en todos los ramos de hacienda y gue-

rra, el de nombrar jefe político superior interino, caso de

que falleciese el propietario, y la de pedir la derogación

de las leyes que considerase dañosas.

Page 135: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 133

En la sesión del 10 de enero de 1812, al tratarse de

la venta de los llamados oficios de república, o de los oficios

vendibles, Larrazábal elevó hasta el cielo la protesta con-

tra este tráfico absurdo y corruptor, diciendo: "Arbitrio

escandaloso, que de no haberlo visto, jamás lo creeríamos".

Todas estas opiniones se hacía circular en toda la

América y encendían los entusiasmos libertadores. De

Arispe decía el Capitán General Bustamante y Guerra "que

hablaba como Graco en Roma", y Larrazábal, en una de

las sesiones de enero de 1814 fué insultado por un dipu-

tado de apellido Gil, llamándolo "mordaz y reo de Estado"».

Hasta aquí Salvatierra. Séanos permitido un ligero

comentario a la inclinación de estos pareceres de Larra-

zábal, que no fueron, por supuesto, los únicos por él verti-

dos en las Cortes.

Para nosotros, americanos de hoy, educados en una

ya larga tradición republicana y dados sobremanera a la

frivolidad que todo lo disminuye, todo lo atinente a reyes,

realeza y nobleza nos parece cosa de leyenda y antigua-

llas, aunque hayamos tenido los dos efímeros imperios me-

xicanos y el más duradero del Brasil y se homologuen en

la historia y en ciertos fantaseos indigenistas a reinos e

imperios los cacicazgos, estados y sistemas político-sociales

de los indígenas precolombinos, ajustándolos, casen o no

casen, a las formas europeas, porque por comodidad lo

hicieran a su tiempo conquistadores e historiadores, que

hacían lo propio con frutos y animales de las tierras ame-

ricanas, extremando y admitiendo el parecido por idéntica

razón.

Si para nosotros, nietos del liberalismo, reyes y aris-

tocracia tienen a lo sumo un prestigio romántico, novelesco,

para los hombres de aquellos días, europeos y americanos,

las cuestiones que a esos particulares tocaban eran proble-

mas vivos y candentes, tanto más a tan corta distancia de

la revolución francesa y bajo su influjo, extendido para-

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134 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

dójicamente, por el absolutismo imperial de Napoleón. Lacuestión de soberanía era capital y originaba las luchas

más tempestuosas, y las más sordas. La juventud y los

hombres de ideas avanzadas de las Cortes pugnaban en

todo momento por imponer la soberanía de la nación con-

tra la soberanía de la persona real. Fueron adelantando

dificultosamente en ese camino, teniendo que escudarse en

la adoración universal al rey cautivo, al Deseado, que ten-

dría que ser restituido a su trono, suponiendo que se le

podría hacer acatar la voluntad nacional para ejercer sus

facultades en el marco de una constitución liberal: rey, en

lo sucesivo, de una monarquía moderada.

La revolución de España y América, de 1812, se frus-

tró trágicamente por esa duplicidad, por esa incompatibi-

lidad. Aun con un rey de otra pasta, hubiera sido de

esperar la reacción por el recobro de la soberanía absoluta

:

estaba dentro de lo humano que así aconteciera, pero acon-

teció en forma peor por la calidad del soberano desacon-

sejado y perjuro. No fue, pues, sólo un error de circuns-

tancias de los constituyentes el no llegar o no poder llegar

al fondo de la cuestión, rompiendo el nudo gordiano en

sagaz aprovechamiento de la crítica coyuntura en que se

encontraban España y Europa entera: fue un error radi-

cal, pero irremediable, que apresuró para España el afian-

zamiento de la tiranía y el derrumbamiento de su imperio

colonial y de su categoría de potencia mundial. España—y América— no tenían en aquel momento ni el pueblo ni

la burguesía que hubieran sido menester para la gran

empresa, y los grupos liberales e innovadores, aunque vi-

vaces, no pudieron dominar por entero a la clase gober-

nante, llena de lacras pero todavía demasiado poderosa ycarecieron de la unidad que habría multiplicado su fuerza:

todo lo cual se ha visto después, al estudiar su fracaso.

Con más arrojo, decisión, clarividencia ¿habrían po-

dido las Cortes desplazar al rey, llevar a su extremo cabo

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 135

la revolución que estaban haciendo, transformar la mo-

narquía secular en lo único posible en que no se pensaba, la

república? Fuera del próximo pero efímero y desastroso

ejemplo de la república francesa, pues del erudito de Romasólo cabía hablar como tema académico, el otro gran ejem-

plo de república lo tenían de este lado del Atlántico, los

Estados Unidos, y aunque considerable ya, era mal cono-

cido y tal vez en el fondo poco estimado por los españoles,

por los europeos, y por los mismos americanos españoles,

gran número de ellos verdaderos aristócratas. Por lo de-

más, en efecto, hasta ese momento diputados y políticos

liberales o serviles, estaban imbuidos de la idea de monar-

quía, hacia la cual mantenían un respeto que podría ser

supersticioso, pero no convencional: ansiaban, sí un poder

moderado y progresista. Acaso subconscientemente sa-

bían que sólo estaban en los comienzos de su revolución yque el camino sería largo y azaroso.

Frente a esos diputados y políticos "progresivos", mu-chos de ellos sacerdotes como el mismo Larrazábal, alzá-

banse, sin embargo, las moles enormes de la tradición, los

fueros, las instituciones que se resistían a transmutarse ya morir aunque caducas; los intereses y las ambiciones yprerrogativas de nobleza, clero, ejército, quebrantados en

mucho, sí, pero harto poderosos y sutiles en sus métodos

de lucha hasta imponer su predominio con el auxilio de

un pueblo generoso pero ignorante y fanatizado,» que era

el primero en sufrir ese predominio.

Ahora nos parece estupenda, increíble, la manera con

que aquel pueblo coadyuvaba a su opresión, cuando, azu-

zado, enronquecía en aclamaciones a Fernando, a la Inqui-

sición, y quemaba la Constitución y vitoreaba o reclamaba

la ejecución de patriotas o caudillos la víspera populares,

ebrio de insana alegría en las plazas de las ciudades, lle-

gando al límite insuperable de infamarse gritando el pa-

voroso grito, como de delirio de "¡Vivan las cadenas!"

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136 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Apenas hacia 1823 se escucharán en España, y pronto aho-

gados en sangre, gritos por la república.

Las Cortes restringieron, como se sabe y se ha recor-

dado aquí, la soberanía del rey. A esto se le apellidó usur-

pación. Los diputados no ignoraban que así ocurriría. Enel extenso, copioso Discurso preliminar de la comisión al

presentar el proyecto constitucional, se salía al paso de

esa acusación, por el contado en vano: "La ignorancia, el

error y la malicia alzarán el grito contra este proyecto

—se decía allí— . Le calificarán de novador, de peligroso,

de contrario a los intereses de la nación y derechos del

Rey. Mas sus esfuerzos serán inútiles, y sus impostores

argumentos se desvanecerán como el humo al ver demos-

trado hasta la evidencia que las bases de este proyecto hansido para nuestros mayores verdades prácticas, axiomas

reconocidos y santificados por la costumbre de muchossiglos. Si Señor, de muchos siglos, por espacio de ios cua-

les la nación elegía sus reyes, otorgaba libremente contri-

buciones, sancionaba leyes, levantaba tropas, hacía la paz

y declaraba la guerra, residenciaba a los magistrados y em-pleados públicos, era en fin soberana, y ejercía sus derechos

sin contradicción ni embarazo. Pues estos y no otros son

los principios constitutivos del sistema, que presenta la

comisión en su proyecto. Todo lo demás es accesorio, su-

bordinado a máximas tan fundamentales, correspondientes

sólo al método y orden que se tiene que seguir para preca-

ver con el tiempo vuelvan a ofuscarse verdades tan santas,

tan sencillas y tan necesarias a la gloria y felicidad de la

nación y del rey, cuyos derechos nadie compromete másque los que aparentan sostenerlos, oponiéndose a las salu-

dables limitaciones que le harán siempre padre de sus

pueblos y objeto de las bendiciones de sus subditos".

Los diputados que en ello participaron más visible-

mente, habían de sufrir la inquina de las clases que soste-

nían la absoluta soberanía del rey como desiderátum de

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 137

su propia situación y privilegios, y luego los efectos del

rencor y la venganza del monarca dos veces restaurado:

en esa encrucijada se vio cogido el canónigo guatemalteco

y no es extraño que le señalase con tanto furor en España,

como acá en Guatemala por el Capitán General apremiado

de hacer méritos y cobrar agravios.

Si los absolutistas, del rey abajo, tenían que ver entre

ojos a Larrazábal y a los diputados americanos más des-

collantes por su liberalismo, en él de ideas, no de partido,

no estaban menos resentidos contra ellos los que por pa-

triotismo auténtico de españoles o por logrería política,

repugnaban las ideas libertarias de América y veían avan-

zar en la actuación de los representantes americanos, la

hora de la disolución del imperio, fuente de su grandeza yriquezas, ya marcada, pero todavía no unísona ni lograda,

en los levantamientos de Santa Fe y Caracas, de Chile yMéxico, en las insurgencias de San Salvador, Nicaragua

y Guatemala misma.

En fin, otra causa de odio tenía que sumarse y confa-

bularse contra los reformadores: los tiros asestados en la

Constitución, en otras leyes y sobre todo en el curso de

los debates parlamentarios, a las preeminencias y preocu-

paciones eclesiásticas y religiosas, por religiosos y ecle-

siásticos que fueran muchos de los diputados, Larrazábal

el primero, y muy buenos cristianos.

Reclamo del Ayuntamiento por dignidad. Pendón Real

Si el Ayuntamiento de Guatemala vigilaba con cuida-

do los intereses cívicos y económicos del país, no era menosintransigente en defender honores y prerrogativas que le

competían o a que se consideraba con derecho, y Larrazá-

bal, su eficaz procurador en Cortes, debió entender en

asuntos de esa índole, que hoy parecen futilidades poco

menos que sin sentido pero que en su hora representaban

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138 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

problemas de calidad dentro una organización política ysocial de signo aristocrático. Las cuestiones de tratamien-

to dieron origen a continuas controversias y reclamos

—¡cuándo no se ha lastimado por naderías la vanidad hu-

mana!— a lo largo de toda la época colonial, lo que ha

servido de pasto a muchos cronistas para urdir los másregocijados, y a menudo malignos comentarios, sin cuenta

de la razón que asistía a los no tan candorosos de nuestros

abuelos . . .

Así, no causa extrañeza el memorial presentado al Su-

premo Consejo de Regencia —Cádiz, 17 de diciembre de

1811— por el apoderado del Ayuntamiento don Tomás Ca-

sado en reclamo de honores y tratamiento de Grande de

España, y el de Señoría a sus individuos, en igualdad con

los de la ciudades de México y Lima, cuando el rey había

condecorado con los títulos de Capitán General a éstas y a

Montevideo y Santiago de Chile, y el Consejo de Regencia

en abril del año. anterior, a las ciudades de Panamá, Popa-

yán, Cuenca, Guayaquil y Loja con el tratamiento de exce-

lencia y más recientemente al de La Habana.

En su representación el señor Casado recordaba y re-

saltaba la exquisita y constante fidelidad de Guatemala,

desde su fundación; hacía mérito de dos exposiciones en

que ratificaba su lealtad y encarecía que no sólo estaba

pronta a cumplir todos sus deberes sino a continuar sus

esfuerzos y agotar sus recursos por la defensa de la penín-

sula y el soberano "sin reservar ni aún la sangre que corre

por las venas de sus ciudadanos".

Y por si todo ello pareciere poco, recordaba que aménde sus viejos títulos, y su continua adhesión, y de las ins-

tituciones que la ilustraban, tenía el más reciente de los

auxilios incesantes que enviaba a la madre patria en su

"santa insurrección,,

, viéndose por el Diario de Cortes de

26 de octubre "que en sólo este año ha remitido ciento

treinta y cinco mil pesos, ciento ochenta y cinco por fondos,

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 139

diez y seis sobornales de añil, y cincuenta tercios de cacao,

a más de cincuenta y dos mil quinientos noventa y tres

pesos, fondos que aquella ciudad remitió para ésta regis-

trados en Veracruz que todo consta", etcétera. Tocaba in-

cluso la fibra de la generosidad del Consejo, y advertía

que el honor reclamado era "para perpetua memoria y cons-

tancia de haber sido agradable a V. A. su fidelísima con-

ducta y particulares servicios; y como una recompensa de

que ha desempeñado los títulos que le distinguen de MuyNoble y Muy Leal Ciudad".

Es posible —ha de incurrirse en la conjetura— que

alguna sombra de reclamo a la gestión del señor Larrazá-

bal le alcanzara por la preterición que Guatemala sufría

en materia de honores, pues el 10 de febrero (1812) escribe

al Ayuntamiento una carta muy protocolaria y ceñida en

que después de acusar recibo de oficio para que solicitara

la suspensión de un decreto sobre exacción de plata labra-

da de las iglesias y particulares, y de otro oficio y repre-

sentación —de 11 de octubre— sobre su solicitud el tra-

tamiento de Excelencia para el Ayuntamiento, y del curso

que había dado a la primera, escribía, declarándose así au-

tor del memorial aludido del apoderado.

"Por lo que respecta a la segunda solicitud la tengo

entablada desde el 17 de diciembre del año inmediato pa-

sado como verá V. S. M. I. por la copia N? 2 que lo es del

escrito que yo formé e hice que lo presentara Casado comoapoderado de ese Ayuntamiento: yo desearía que la con-

testación de este oficio fuese la remisión de la gracia; pero

aún no se ha concluido el expediente que pende en la Re-

gencia: el Fiscal ha hecho un pedimento muy favorable yno dudo sea conforme la resolución de la Regencia. Meha parecido que hacer uso de la representación citada en

el estado que tiene el expediente sería demorarlo más ycausar nuevos gastos, por lo que solamente haré uso de

ella en el caso de que se negara la gracia, lo que no espero".

Page 142: Brañas - Antonio Larrazabal

140 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Frenaba la impaciencia y el orgullo herido y ambi-

ciosillo de los ilustres municipales con su acostumbrada

característica discreción. Trataba también en ese oficio

de unas peticiones sin efecto sobre juntas provinciales, que

habían sido abolidas, y subrogadas por las diputaciones

de provincia se refería a envíos de impresos "en paquete

separado a fin de que su porte cueste menos" (los portes

eran, en efecto muy costosos aún bastantes años después),

y da idea de la frialdad con que escribía en esos momentos

al hablar con extraño laconismo para el caso, de la elección

del señor Aycinena, conocidos los antecedentes de sus es-

trechas relaciones y vínculos con la distinguida familia:

"Ha sido electo Consejero de Estado el señor Dr. Dn. José

Aycinena y no dudo que V. S. M. I. hará cuanto fuere de

su parte a fin de que no renuncie y que cuanto más antes

se ponga en camino".

Reclamos debían de haber de por medio cuando una

carta anterior, de 31 de enero, acusando recibo de oficios

que llegaban con extrema tardanza —los suyos los hacía

por triplicado—, a menudo primero el duplicado que el ori-

ginal, en que se le pedía instar se estableciesen las juntas

provinciales conforme a lo sugerido e:i las Instrucciones,

no era menos escueta. Indicaba las gestiones hechas en

común con otros diputados de América y la decisión de las

Cortes de suprimir las juntas en la península. Recordaba

que en anteriores comunicaciones había manifestado que la

primera diligencia que hizo luego de llegar a Cádiz fue im-

primir las Instrucciones y distribuirlas a todos los dipu-

tados : "Los señores de la comisión del proyecto de la Cons-

titución las tuvieron presentes al formar la segunda y ter-

cera y yo hablé en particular a algunos de ellos, todo lo que

me pareció conveniente en orden a las facultades en dichas

juntas que se establecen en la Constitución con el título de

Diputación provincial", pero que ni esas ni otras proposi-

ciones americanas al efecto habían sido admitidas.

Page 143: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 141

Y se disculpaba, con su buen dejo de susceptibilidad

lastimada tal vez : "No obstante siendo todo mi deseo satis-

facer el encargo y la confianza que V. S. M. Y. ha depositado

en mí sin el mérito correspondiente, daré cuenta en las

Cortes con el citado oficio; esperando no dudará de que

cuanto he omitido en las discusiones públicas sobre los

artículos de la Constitución ha sido por carecer de luces y

conocimiento en estas materias, siendo por lo tanto cual-

quiera omisión que en mí pueda advertirse hija de la igno-

rancia mas no de la indiferencia: y puedo asegurar que

desde el día que me posesione hasta el presente no he fal-

tado ni uno al Congreso". (Exactamente. . . lo contrario

que los diputados de otros tiempos).

En la misma carta hablaba del asunto de Casado, de

remesas de periódicos y colecciones de decretos de las Cor-

tes, y de una petición de armamento para el reino que esta-

ba pendiente y en la que entendía que nada se conseguiría,

"sin informe en que apoye la solicitud ese Excmo. señor

Presidente" ; de la memoria que sobre extinción de estancos

pronunció el Ministro de Hacienda señor José Canga Ar-guelles —una de las grandes figuras de la época— "cuyaimpresión deseosos de sacar el fruto de que es digna la

hemos costeado entre cuatro americanos", y finalmente

una cuestión personal: un disentimiento respetable, pero

que no le favorecería ni en el momento ante los exaltados

ni históricamente después . . . : en explicable contradicción

de sentimientos religiosos del sacerdote e ideas del patriota.

Decía

:

"Con motivo del adjunto decreto de 7 del corriente

sobre abolición del paseo del Estandarte Real a que siem-

pre me opuse por que esta función más la considero como

una acción de gracias por el establecimiento de la fé (pues

ningún país ha nacido junto con el catolicismo) que como

símbolo colonial; no habiendo prevalecido mi dictamen al

contrario que casi fué universal y recelando, por otra par-

Page 144: Brañas - Antonio Larrazabal

142 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

te, algún mal efecto con los indios de la Ciudad Vieja, hablé

por última vez lo que consta a su continuación y no omito

comunicar a V. S. M. I. para que lo tenga presente cuando

se le pida informe para la ejecución del decreto por ese

Excmo. señor Presidente".

El decreto de abolición del paseo del estandarte real

fue dado por las Cortes el 7 de enero de 1812, comunicado

por real orden a Guatemala el 5 de julio y mandado cum-

plir el 23 del mismo. Era una medida conveniente pero

estaba caldeada de ardor demagógico para atraer a los

americanos, resaltando que existía ya la perpetua igualdad

entre los pueblos españoles de la península y de ultramar

y que aquel paseo, instituido ley en la Recopilación "como

un testimonio de lealtad y monumento de la conquista de

aquellos países" era superfluo cuando tantas muestras ds

esa lealtad daban espontáneamente estos pueblos en favor

de la nación y de Fernando. Se suprimía, pues, el paseo,

y sólo quedaba su memoria en una función religiosa que

!o acompañaba, pero sí se haría con oportunidad de pro-

clamación de nuevo monarca. En Guatemala tomaban par-

te en él y principal los indios de Ciudad Vieja de Sacate-

péquez, descendientes de los tlaxcaltecas que acompañaron

a don Pedro de Alvarado en la conquista de estas tierras.

En su tiempo, Bernal Díaz del Castillo fué por varios áftoj

el portaestandarte. La solemnidad, por cierto, había veni-

do muy a menos, y es curioso recordar que en una forma

simbólica, y un si es no es incongruente, fue repetida en

marzo de 1943, en ceremonia conmemorativa del cuarto

centenario de la fundación de Antigua, la Guatemala des-

truida en 1773.

Del mismo estilo, pero acaso más decisiva en sus efec-

tos por la época en que se emitió fue una disposición ulte-

rior. En efecto, una real orden, de 29 de abril de 1820,

magnífica lección para los americanos empeñados ya en

su lucha de independencia, mandaba que conforme el decre-

Page 145: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 143

to de las Cortes, de 26 de mayo de 1813 y al espíritu de la

Constitución, y más aún, en obediencia a deseos manifes-

tados por los pueblos, se procediese a quitar y demoler

"todos los signos del vasallaje que hubiesen en las entra-

das, casas capitulares o cualesquiera sitios, puesto que los

Pueblos de la Nación Española, no reconocen ni reconoce-

rán jamás otra Soberanía que la de la Nación misma, y que

su noble orgullo no sufrirá tener a la vista un recuerdo

continuo de su humillación".|Que tuviera que escribir estas

palabras el bueno de Fernando, rubricándolas "de su real

mano"

!

Ebullición de periódicos políticos de todo linaje

El establecimiento del gobierno y las cortes en Cádiz,

bajo el asedio de los franceses, toda España en lo másenconado de la guerra contra el invasor, y también bajo el

insidioso asedio del cólera —que obligó a que las sesiones

del congreso comenzaran durante mucho tiempo con la

fúnebre relación del número de los enterramientos de la

víspera según el parte de sanidad, y que también alcanzó

al propio congreso atacando el mal a varios de sus indivi-

duos, algunos de quienes murieron de sus terribles resul-

tas—, y a favor de la libertad de prensa recién decretada

y que por primera vez daba ocasión y amplitud a los bullan-

gueros españoles para expresar por ese medio a gusto y

entero su pensamiento, la fuerza expansiva de su espíritu

polémico, su afición perenne a la crítica (¡fuego iban a

necesitar los españoles!), y por si todo ello fuera poco,

cuando repuntaban movimientos ideológicos tan comba-tivos como los que darían fisonomía tan peculiar al siglo

XIX, determinó en la ciudad andaluza una verdadera pulu-

lación de periódicos de todos los matices y de folletos ymanifiestos comúnmente llamados "papeles", de carácter

político los más, incluso los sacrilegos, que abundaron:

Page 146: Brañas - Antonio Larrazabal

144 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

desde las farragosas parloterías de sacristía hasta las másdesparpajadas lucubraciones y los más injuriosos libelos.

Periodismo en el que se mezclaban la erudición de buena

y de mala ley, y en que la filosofía y los latines servían con

denuedo a la pasión.

Este y otros aspectos de Ja vida e influencia de las

Cortes tienen que ser traídos a estas páginas siquiera en

alusiones, y con todo el desorden que se quiera, porque

son ineludibles elementos del ambiente, más que telón de

fondo, del medio y momento en que actuó el canónigo La-

rrazábal como diputado por Guatemala, y explican muchas

de las circunstancias y de los motivos y limitaciones de su

actuación. Y bien podrían rastrearse allí los orígenes de

futuras manifestaciones de su vida pública y de jerarca

eclesiástico, que de otro modo desconciertan más de un

tanto el juicio sobre sus ideas.

Los periódicos en referencia, como era natural, traba-

ron entre sí, y con los diputados —muchos de éstos a su

vez periodistas o animadores subterráneos de algunos de

esos periódicos— enardecidas campañas. Galdós da una

imagen de esa proliferación periodística en su libro ¡Cádiz!,

de los Episodios Nacionales, así como de otras facetas de

la vida gaditana de aquellos días, ridiculizándola por cierto

sin piedad. Los varapalos de Menéndez y Pelayo a aque-

llos periodistas, con excepciones, por supuesto, hijas de su

justicia y de sus simpatías, como la que comprende a El

Filósofo Rancio, traducen no sólo su ojeriza a las Cortes

sino su habitual malquerencia a todo periodista, pues para

todos tiene los más despectivos epítetos, al envolverlos en

un desprecio digno de él, es decir, olímpico. Veamos, a

título de intermedio, y por interesante y para morigerar

un tanto (si ello fuere posible. . . ) los fuegos de mis amigos

los periodistas, siquiera unas muestras del desabrimiento

del admirado polígrafo:

Page 147: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 145

Hablaba, y no del todo bien, de Feijóo, y decía quefué "más que filósofo, pensador, más que pensador, escri-

tor de revistas o de ensayos a la inglesa". Y acentuaba:

"No quiero hacerle la afrenta de llamarle periodista, aun-

que algo tiene de eso en sus peores momentos, sobre todo

por el abandono del estilo y la copia de galicismos".

En otro lugar :"Desfacedores de supersticiones co-

menzaban a ser, en tiempo de Montegón" —el autor de

Eusebio, novela pedagógica, nacido en 1745, muerto en

1821— "los periodistas, mala y diabólica ralea, nacida pa-

ra extender por el mundo la ligereza, la vanidad y el falso

saber, para agitar estérilmente y consumir y entontecer

a los pueblos, para halagar la pereza y privar a las gentes

del racional y libre uso de sus facultades discursivas, para

levantar el polvo y servir de escabel a osadas medianías yespíritus de fango, dignos de remover tal . .

. " vaya | etcé-

tera! Con lo cual prueba don Marcelino que los extremos

se tocan, ofuscados de pasión contra el periodista, que sue-

le servirlos: idéntica a la suya, pero por motivos diversos,

y menos dignos, es cierta fraseología demagógica tan cara

al nazismo y tendencias congéneres, que hoy se hace circu-

lar en diatribas y denigraciones contra la prensa y los

periodistas ... de la ribera opuesta.

De pequeño formato y sobrios de tipografía, tales pe-

riódicos doceañistas fueron de cierto el modelo de los gua-

temaltecos de la época de la independencia, trasuntado ycon el mismo aire de familia un siglo después, por El Unio-

nista y sus filiales y secuaces en la lucha de liberación de

1920. Por el estilo fueron la mayoría en el resto de Amé-rica, porque gustaba su tamaño manuable y por lo caro

y escaso del papel, que todavía no era "papel periódico". .

.

Los de Cádiz dedicaban sus páginas principales a "ar-

tículos comunicados", de discusión política, y a las noticias

de la guerra, llegadas, aún en la propia península, con re-

gular retraso, no se diga las de Europa, también relacio-

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146 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

nadas con la guerra y la política internacionales que a Es-

paña interesaban y con razón de modo preferente. Dos o

tres planas aparecían consagradas a la crónica compendia-

da de las prolijas sesiones de las Cortes. Los nombres de

varios de esos órganos de publicidad, El Conciso, El Con-

cisin, El Robespierre Español, por ejemplo, suenan ahora

a extravagantes, como suena a extraordinario su apasiona-

miento; que salieran incluso los domingos y días de tan

señaladas fiestas como el de Navidad, da clara idea de la

urgencia y el denuedo con que se vivía, y se peleaba, en

esos años.

Y que en las reducidas crónicas legislativas figurase

a menudo entre los nombres más descollantes de los dipu-

tados, el de Larrazábal, diputado por Goatemala —comose escribía generalmente el nombre de este país hasta 1814,

y, ocasionalmente aún bastante después de esa fecha— , es

indicio de que se reconocía especial valimiento a sus inter-

venciones, breves y certeras por punto general, y por lo

demás, casi siempre encaminadas a llevar orden y claridad

a las discusiones y a los textos legales que emanaban de

las Cortes.

Por otra parte, se le trataba a Larrazábal con respe-

tuosa consideración, a pesar de que se sintiera palpitar el

desacuerdo: lo cual sólo llegó a manifestarse a las claras

y con zahiriente forma, para señalarlo y desconceptuarlo,

ya en las postrimerías de las Cortes ordinarias, cuando es-

taba sellado el destino de éstas y, aparentemente para siem-

pre, el de la constitucionalidad en España. Así se deduce

al menos de la lectura de tomos de alguno de esos periódi-

cos, El Procurador General de la Nación y del Rey, justa-

mente un adalid del absolutismo, acaso el más caracterizado.

Se nos ocurre que nada puede ofrecer mejor semblan-

za de las actuaciones de Larrazábal, que transcribir las

notas de tal periódico alusivas a él, aún a riesgo de caer

en insondable monotonía y prolijidad mayor: lo descono-

Page 149: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 147

cido que es hoy un periódico de esa índole y época, da algún

valor adicional de curiosidad a esas referencias. Y es de

advertir, además, que Toreno, al dolerse de los excesos en

que incurrió en materia de libertad de prensa, acusa a El

Procurador de haber llegado a "los límites de la procacidad

y las personalidades".

Del interés con que en su hora se leían esas páginas

—siquiera en los medios clericales y de mayor oposición

en la península y en los dominios— nos permite juzgar unpárrafo de carta de Guatemala, fechada el 18 de diciembre

de 1813, que publicó El Procurador el 27 de mayo de 1814,

ya canceladas las Cortes por el zarpazo real, regodeándose

de lo lindo: los medios monacales españoles y guatemalte-

cos estaban cargados de la misma electricidad. Decía ese

párrafo apologético, tan significativo y que no embozabasu procedencia conventual:

"Los libros que V. envió del Procurador General de

la Nación y del Rey, y el Filósofo Rancio, únicos que hanllegado a esta ciudad, han hecho una rara conmoción en

los ánimos: desde que se recibieron hasta la fecha no hanparado en el convento, y cada día se leen con más gusto,

andando de mano en mano por toda la ciudad. Debía el

gobierno a toda costa repartirlos por todos los rincones de

los quatro ángulos de la tierra; pues me parece que son el

único antídoto contra la presente irreligión, que es uni-

versal, y que atacan a nuestra santa fe, no por las ramas,

como las heregías que ha habido hasta ahora, sino por el

tronco".

Triunfante la reacción, El Procurador se solazará enrevisar condenatoriamente la obra de las Cortes, en decla-

mar sobre su ilegitimidad, en revalorar las persecuciones

de que ciertamente fueron objeto los editores del periódi-

co por aquellos "hombres vomitados por el infierno", do-

noso epíteto para los liberales constitucionalistas y sus

simpatizantes. Es triste pero necesario confesarlo y re-

Page 150: Brañas - Antonio Larrazabal

148 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

petirlo: éstos, ofuscados cometieron graves inconsecuen-

cias con los principios proclamados, particularmente al

tratar de reprimir o castigar o investigar desafueros, rea-

les o supuestos de la prensa, por medios inconstitucionales yen dúplice función de jueces y partes. Es sino de la liber-

tad de prensa en todos los tiempos irritar a sus mismos ymás denodados sostenedores. Y que haya periódicos ad-

versos a la libertad de prensa . . .

En un balance que aquel periódico hace de la situación,

pintada de pavorosa, que crearon las Cortes recién caídas,

se leen entre otros los conceptos que se trasladan aquí, por

expresar vividamente el pensamiento adverso y rencoroso

del conservatismo realista ante la obra y suerte de los libe-

rales derrotados. No faltaban, por supuesto, las crónicas

encendidas de los delirios populares con que se restauraba

la Inquisición, se quemaba la Constitución, se anatemati-

zaba a los diputados "intrusos" y se vivaba al angélico

Fernando, a quien como salvador, cantaban todas las liras

oficiales y anónimas de la reacción. (Ya se verá, a su turno,

cómo dio ese periódico redactado por clérigos en su mayorparte la noticia del arresto de Larrazábal y otros diputa-

dos y funcionarios non gratos).

He aquí, pues, parte del editorial de dicho periódico

al iniciar su tercera época el l9 de junio de 1814; se titu-

laba Alocución del Procurador a los españoles . . . etcétera,

y es vivo reflejo del estado de virulencia que siguió a la

caída de las Cortes: al anticipar aquí estos conceptos se

define sobradamente al periódico monárquico que no ocul-

taba su respeto hacia el diputado Larrazábal, aunque ter-

minó incriminándolo acerbamente con los demás reforma-

dores.

"Ha llegado el feliz término, en que, El Procurador

General del Rey y de la Nación, os pueda hablar con toda

la grandeza que corresponde a vuestras heroicas virtudes

y sacrificios. En su primera y segunda época se ha em-

Page 151: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 149

pleado en descubrirnos los lazos y duras cadenas a que nos

conducían unos hombres, sin «otro sistema, que la impiedad,

la subversión del Trono, la dilapidación, de las fortunas,

la proscripción de la nobleza, el aniquilamiento de los Mi-

nistros de Dios, y por último el establecimiento del reyno

del despotismo. Vuestros mismos ojos veían ya verificados

nuestros anticipados anuncios, y los pueblos enteros derra-

maban lágrimas sobre su suerte, y la desgraciada que es-

peraba a su posteridad; pero el terror y el espanto recon-

centraban en vuestros pechos los más tiernos afectos hacia

nuestro Rey y Religión, que indelebles habéis conservado,

como grabados por el mismo Dios. La libertad decretada

en los conventículos de la iniquidad estaba reducida a una

pequeña porción de hombres criminales, y el destino de

todos nosotros no era otro, que sufrir los rayos y destellos

de una porción de hombres pervertidos".

"Desde el aciago día 24 de septiembre de 810, que-

damos ya marcados para la esclavitud, para la ignominia

y vilipendio. Entonces se echaron los cimientos de quan-

tos trastornos han presenciado nuestros ojos, y que desen-

vueltos después progresivamente, habían puesto fin a nues-

tra existencia política. Nada se le ocultó al Procurador

General, el que hallándose a la sazón en un puerto con

treinta Diputados (se refiere a los suplentes primeramente

elegidos) en un escrito los hizo ver, que la celebración de

las Cortes en la forma que se habían establecido, eran a su

juicio unos funerales de la Patria. "¿Qué Gobierno se

puede consolidar (les decía) con la licencia de censurarlo?

¿Qué libertad en los Diputados, con el desenfreno, que ha

cíe introducir el tiempo en las galerías? ¿Y qué impulso

concertado a la máquina desconcertada del Estado en una

plaza sitiada por el mismo enemigo, el que al par que el

estruendo del cañón sugerirá los medios de seducción yengaño? Así habló el Procurador...", etcétera. Y másadelante

:

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150 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"Desde Cádiz se encendió la tea de la discordia, entre

las Américas, se les provocó a la sedición, al desprecio de

la Metrópoli, al degüello de los españoles europeos, y a pri-

varnos de los únicos recursos que nos quedaban para sos-

tener los más sagrados de la nación más heroica de todo

el mundo. En Cádiz se prostituyeron varios Ministros de

la Religión, y formando alianza con los filósofos de Napo-león, juraron no perdonar medio para hacer desaparecer

nuestras leyes, nuestros magistrados, nuestros tribunales

y todo lo que fuimos, subrogando en su lugar los planes

mismos infernales con que Napoleón había derribado los

Tronos del Norte de la Europa, y nos amenazaba a noso-

tros . .

.

". Etcétera.

El copatronato de Santa Teresa: anverso y reverso

En busca de referencias a Larrazábal en tomos sueltos

de El Procurador General de la Nación y del Rey, que nos

ha sido dado a conocer, topamos con dos que, si no lo men-

cionan explícitamente como otras, aluden a un empeñotriunfante del diputado guatemalteco en cumplimiento de

expreso mandato de sus comitentes: la institución del co-

patronato de Santa Teresa de Jesús, que tanto revuelo oca-

sionaría entre tirios y troyanos. La primera es una cró-

nica piadosa y efusiva en el primer aniversario de esa

consagración, y apareció en Cádiz el 16 de octubre de 1812.

Luego irá el reverso de la medalla, y algo más sobre la

historia del pedimento guatemalteco por el cual Larrazábal

trabajó con redoblado entusiasmo de diputado y de sacer-

dote de su religión, empeño que le valió más de alguna

afilada crítica.

En El Procurador, del viernes 16 de octubre, se lee

esta crónica del día anterior en Cádiz: era el^ primer ani-

versario de la proclamación y hablaba sólo el sentimiento

piadoso de los católicos redactores:

Page 153: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 151

"La Regencia del Reino ha asistido a la Iglesia de los

Padres Carmelitas a celebrar la fiesta de Santa Teresa,

Compatrona de las Españas. Esta función ha sido tanto

más augusta, cuanto más lucido y numeroso el acompaña-

miento de los señores Embajadores, Ministros. Los tiernos

recuerdos que han hecho con esta ocasión los piadosos co-

razones de la felicidad que se ha notado en nuestra Españadesde los momentos que fue declarada por nuestro augusto

congreso Compatrona, han contribuido sobremanera a ha-

cer más sensible su devoción en todos los concurrentes, y no

dudamos sean comunes en todos los españoles tan señalados

ejemplos de religión, y reconocimiento, empeñando con rue-

gos desde la tierra a una Santa Española que tan alta pro-

tección nos puede alcanzar del Cielo para acabar de exter-

minar las hordas de vándalos, que han manchado con sus

crímenes el mismo suelo edificado con sus virtudes" (las

de la Santa, desde luego).

Bajo otros aires, los reaccionarios, en cambio, en el

mismo Procurador, número 124, segunda época, del viernes

20 de mayo de 1814, en un artículo comunicado de primera

plana, se recuerda el haber sido extrañado el obispo de

Santander "porque además de no haber permitido publicar

el manifiesto de las Cortes sobre la extinción de la Inqui-

sición, en el ofertorio del santo sacrificio, prohibió el pa-

tronato de Santa Teresa de Jesús, decretado por las Cortes

extraordinarias en 28 de junio de 1812. La conducta de

este venerable pastor en ambos puntos ha sido examinada,

y se ha encontrado digna de este procedimiento". Y el

comunicante advertía que no era su ánimo defenderlo, sino

presentar lo que acerca del patronato había ocurrido en las

Cortes de 1617 y 1626.

En el primero de dichos años a propuesta de Felipe

IV y muy encarecida, la eligieron por patrona "pero con

la mayor circunspección y miramiento a la autoridad ecle-

siástica y pontificia, que debería intervenir en tan grave

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152 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

«negocio», y hasta tanto, quedó sin efecto un acuerdo tan

religioso" ; repetida la elección nueve años después, se man-

daron procuradores ante el pontífice para pedir su confir-

mación, pero como hubo opositores, se dejó que la causa

siguiese en la curia romana.

"Ahora bien: supuesto que en el decreto de 28 de junio

de 1812 las Cortes extraordinarias tuvieron por objeto

llevar a efecto el patronato de santa Teresa, citándose en

el mismo lo resuelto en las celebradas en 1617 y 1626, comoejemplar, ¿se ha contado como en aquéllas con la aproba-

ción de la autoridad espiritual de la Iglesia? ¿Se ha con-

servado aquel justo respeto y consideración que exige la

materia? ¡Ah! entonces aquellos célebres españoles se

contentaron con elegirla: aquí terminaron sus votos, y el

piadoso desahogo de su devoción los llevó a la Santa Sede

a exponer la justicia de sus ruegos, o a pedir un concilio.

Pero en estas todo se ha suplido, y se manda con un poder,

que no conocieron aquellos, el que tenga todo su efecto.

Tan lejos de apreciar el juicio de los Obispos, que se per-

siguen, se extrañan, se les impide la comunicación con sus

objetos, y de un golpe de mano se decide lo que entonces no

se atrevieron aquellos pobres hombres".

Los tiempos habían cambiado. Lo que se recibió con

plácemes era ahora condenado: exaltados los disidentes de

ayer, vituperados los ayer exaltados por ese rasgo de

religioso celo. A Larrazábal, canónigo penitenciario, le

alcanzaban bien de cerca, por su voto, los reproches. El

conde de Toreno, en su escepticismo liberal, sonreiría en

su destierro.

Vale la pena de citar completa la página que el Condede Toreno dedica en su Historia, tomo V, a la declaratoria

del patronato de España a la santa de Avila:

"Tres meses antes (del decreto de extinción del voto

de Santiago, a que más adelante nos referiremos también)habían adoptado las Cortes una resolución muy diversa,

Page 155: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 153

de índole extraña, ajena al parecer de los tiempos actuales

y de las tareas que incumben a los cuerpos representativos,

declarando solemnemente por un decreto patrona de Es-

paña a Santa Teresa de Jesús. Pidiéronlo los carmelitas

descalzos de Cádiz en conmemoración de haberse celebrado

en su templo las festividades eclesiásticas de la jura de la

Constitución, y también otras con motivo de acontecimien-

tos plausibles. Apoyaron su solicitud en dos acuerdos de

las Cortes de 1617 y 1626, aunque no llevados a efecto, porla oposición que hizo el cabildo de Santiago en defensa del

patronato de su apóstol, cuyo origen, según asentaban aque-

llos capitulares, se perdía en la oscuridad de los tiempos.

Abogaba no menos por Santa Teresa el señor Larrazábal,

diputado por Guatemala, conforme a especial encargo de su

provincia; pues es de notar y curioso para la historia quelas regiones españolas de Ultramar, que tan ansiosa y des-

venturadamente se han lanzado por el despeñadero de las

revueltas, mezclaron entre instrucciones prudentes dadasentonces a sus representantes, otras sólo propias de la ig- «

norancia y atraso del siglo onceno. La comisión eclesiásti-

ca en un largo y erudito informe se inclinó a que se apro-

base la propuesta, y así lo decidieron las Cortes el 27 dejunio sin deliberación alguna, declarando patrona de las

Españas, después del apóstol Santiago, a Santa Teresa deJesús. El silencio guardado probó en unos el respeto con

que acataban el nombre de una religiosa esclarecida, a quien

por sus virtudes había canonizado la iglesia, y en otros la

persuación en que estaban de cuanto convenía no empeñardiscusión acerca de un decreto que, sin perjudicar al bien

público, halagaba las aficiones de la nación por una santa

hija de su suelo, y en cuyos suavísimos escritos (como dice

el obispo Palafox) "primero nos hallamos cautivos que ven-

cidos, y aprisionados que presos".

La moción guatemalteca había partido de los señores

regidores marqués de Aycinena y don Antonio de Juarros

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154 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

en cabildo del martes 16 de octubre de 1810 en que propu-

sieron se añadiesen a las instrucciones que llevaría el dipu-

tado la referente a trabajar por que se declarase misterio

de fe el de la Concepción en Gracia de María Santísima,

la del copatronato de Santa Teresa haciéndola en especial

patrona de la nueva Constitución que se dictaría, y otras

dos también de orden religioso, que encaja recoger aquí:

"3?—Que se solicite también que en las Cortes se re-

suelva, que se pida a la Silla Apostólica la restitución en

España y América de la Sagrada Religión de la Compañíade Jesús, como el medio más obvio y oportuno para la edu-

cación y enseñanza pública. 4?—y que finalmente se en-

cargue al señor Diputado a Cortes que procure se pro-

mueva con toda eficacia cuando sea posible la canonización

pendiente del venerable Siervo de Dios, Pedro de San José

Bethancourt, fundador de la religión Betlemítica, que flo-

reció en esta ciudad. Se acordó : que así se hiciere en todos

los cuatro puntos, poniendo los dos primeros en la instruc-

ción para la Constitución, y los dos últimos en otra por

separado".

En su carácter de eclesiástico, estos pedimentos com-placerían la religiosidad del diputado y le llenaría de satis-

facción la buena acogida que tuvo por lo menos la moción

teresiana; pero si en las Cortes, y en Cádiz toda, había

numerosísimos elementos eclesiásticos y general fervor ca-

tólico, no dejaría por eso de sentir de refilón las reacciones

escépticas, y algo más, de los abundantes liberales avanza-

dos o exaltados, de los volterianos impenitentes y de los

mismos fríos católicos más interesados en las apasionantes

cuestiones políticas del momento que en las de piedad.

Aunque éstas solían caldearse también de pasión política.

El texto de las Instrucciones que llevaba Larrazábal

era preciso al respecto. Los seis primeros artículos de plan

de Constitución de esas instrucciones estaban consagrados

a cuestiones religiosas, que tanto preocupaban a los es-

Page 157: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 155

pañoles en aquellos tiempos. Guatemala ha tenido antigua

devoción por el dogma, al fin proclamado en 1854, de la

Inmaculada Concepción. El segundo artículo de las cita-

das instrucciones lo recomendaba explícitamente: "La na-

ción, decía, alcanzará la felicidad que apetece y afianzará

su permanencia acogiéndose al sagrado patrocinio de Ma-ría Santísima Madre de Dios y Señora nuestra, y continuan-

do su devoción al misterio de su Inmaculada Concepción

acia el qual debe encargar el gobierno haga en la Santa

Sede quanto las presentes amargas circunstancias lo per-

mitan la instancia que el Sr. D. Carlos II dejó encargada

en su testamento a sus sucesores hiciesen sobre que se de-

clare misterio de fe católica".

Y respecto a la doctora de Avila:

"3.—El mismo señor Don Carlos II a los tres días de

otorgado aquel testamento por un condicilio entre otras co-

sas, y en la clásula 6^ se expresó así: "Habiendo deseado

toda mi vida el compatronato de mis reinos de España la

gloriosa Santa Teresa de Jesús, por la especial devoción que

la tengo, encargo a mi sucesor, y a mis reinos lo dispongan

como tan importante para sus mayores beneficios que debe

esperar por la intercesión de esta santa , .

. " En ninguna

ocasión mejor que en la presente pueden, y deben cumplir

este encargo los reinos congregados en sus cortes, enten-

diéndose sin perjuicio del patronato del Apóstol San-Tiago,

como manifestó el Sr. D. Carlos II, y teniendo presente

este Cabildo que Santa Teresa nació y floreció en Castilla,

y que dotada de ciencia divina y de mui particulares prerro-

gativas fue enviada por Dios nuestro Sr. al mundo para

reformadora, desearía que se la eligiese, y nombrase, tam-

bién por patrona de la nueva constitución que ha de esta-

blecerse en las cortes para bien y felicidad de la monar-quía". . .

Page 158: Brañas - Antonio Larrazabal

156 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"i Preocupaciones del siglo onceno !", señor conde de

Toreno... por encima y por debajo de la lectura de los

señores enciclopedistas.

El voto de Santiago. Otros conatos antieclesiásticos

En las sesiones del 12 al 14 de octubre (1812) se

discutió encarnizadamente la abolición del voto de Santia-

go, pedida por varios diputados. El voto consistía en una

concesión atribuida al rey Ramiro por un sueño que tuvo,

al cabildo metropolitano de Santiago de Compostela para

cobrar un tributo de sus frutos a los compesinos de varias

provincias, exacción que producía cuantiosa suma de dinero

y que se prestaba a crueldades e iniquidades de quienes

efectuaban el cobro. Sin embargo de datar de siglos, sólo

desde el mil quinientos se hacía efectivo, pero con general

protesta de los tributarios y habiendo motivado largos yenojosos litigios, uno de los cuales, de la época de Carlos

III aún estaba pendiente. Los diputados liberales alegaban

que el voto era falso en su origen y no debía pagarse más

;

combatiendo de paso la superstición y los beneficios ecle-

siásticos. Los que llamaríamos ahora reaccionarios ha-

cían elocuentes y eruditos discursos reclamando que las

Cortes no interviniesen en materia que competía a los altos

tribunales de justicia. Trinfaron aquéllos, en la sesión

del 14 de octubre en que precisamente se habían celebrado

los días del "amado Fernando", con asistencia de la Re-

gencia. Votaron por la extinción 85 diputados y 26 en

contra. Larrazábal votó entre los primeros: buen cargo

a su cuenta, que no le perdonaron.

Como nota curiosa y significativa de la actitud "reac-

cionaria", trasladamos unos conceptos del artículo publicado

en El Procurador, de fecha 26 de octubre (1812), en an-

danada violenta contra los periodistas . . . liberales : "Estoy

aburrido con la imprudencia de la mayor parte de los pe-

Page 159: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 157

riodistas de Cádiz —escribía el articulista— , y si no en-

treviera que obran con un plan concertado, para conseguir

fines más distantes, creería que trabajan para abolir la

libertad de la imprenta". Habla de comentarios burlescos

e impíos, si no sacrilegos, hechos con motivo de la abroga-

ción del voto de Santiago:

"Por eso vemos cuánto deliran algunos de los periodis-

tas de Cádiz, ridiculizando lo que veneraban nuestros pro-

genitores, y atacando con chocarrerías lo que establece o

tolera la Iglesia. Con el pretexto de corregir abusos, que

suponen en la disciplina eclesiástica, quieren sujetar a su

miserable juicio la tradición y la revelación. Predicando

al pueblo una libertad sin límites, intentan precipitarle en

un horrible caos moral. Lisonjean con estas ideas el amorpropio de sus conciudadanos, para que desatendiendo ia

voz dejos que Jesucristo hizo maestros y directores de su

Iglesia, sólo oigan los roncos bramidos del filosofismo, que

se propone extirpar la religión, aparentando deseos de pur-

garla de la superstición".

"Así vemos que en sus discursos faltan a la caridad

cristiana, a la compasión, y hasta a la urbanidad, que sua-

viza las costumbres, y hace tolerables los males que sufre

la sociedad política. Las Cortes creyeron conveniente la

abolición del voto de Santiago, y su decreto es preciso que

fuese muy sensible a los que sufrieron una pérdida tamaña.

Entre los caribes no se hallaría una conducta tan inhu-

mana como la de los periodistas de Cádiz, pues, en vez de

compadecerse del arzobispo y cabildo de Santiago, forma-

ron competencia sobre quien más había de insultarlos . .. ".

Es de suponer el sentimiento adverso que se fomen-

taba hacia las Cortes cuando como en éste y otros casos,

por ejemplo, en un asunto en que se vieron envueltos los

canónigos de Cádiz, se avanzaban a soluciones que herían

la general piedad media del pueblo y los combativos inte-

reses del alto clero.

Page 160: Brañas - Antonio Larrazabal

158 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Pero las Cortes trataron de otros muchos problemas

y cuestiones, algunos de gran trascendencia para América

y de fondo humanitario, como el de la supresión de las

mitas; otros de menor monta y aún fruslerías. Evidente-

mente, los diputados se ejercitaban con provecho en las

luchas parlamentarias y profundizaban en el conocimiento

y manejo de los negocios públicos, experiencia útilísima yprimera de Larrazábal y los otros diputados americanos.

Pero las Cortes extraordinarias, como todos los congresos

constitucionales que se prolongan más allá de su objeto

preciso, al tratar de pequeneces y hechos circunstanciales,

invadiendo a cada momento, aún reconocida la amplitud

de sus facultades, jurisdicciones de otros poderes y lasti-

mando seriamente sus propios reglamentos, y leyes por

ellas emitidas, se disminuían y desacreditaban, ganábanse

odiosidades y daban a sus adversos magníficos puntos de

apoyo a sus enconados ataques: el uso ilimitado del poder

inducíales a convertirse, ineludiblemente, en oligarquía.

Peligro que acecha a todo congreso, y más en las jornadas

de caldeada pasión en que las voces de la ponderación ape-

nas se escuchan en medio del tumulto : peligro que no siem-

pre se quiere ver y menos aún prevenir. . .

De la sesión del 21 de octubre (1812) dice El Pro-

curador :

"Se leyó el dictamen de la comisión ultramarina respec-

to a la abolición de las Mitas, especie de tributo impuesto

a los indios: hablaron varios señores diputados, entre ellos

los señores Castillo, Larrazábal y Ostolaza, y declarado el

asunto suficientemente discutido, se aprobó el dictamen de

la comisión, quedando abolido el citado derecho, y apro-

bándose las cinco proposiciones que en bien de las castas

había propuesto el señor Castillo.

El 24 se presentó una proposición, que pasó a la co-

misión referida, para que se extendiese al tributo de mita

de faltriquera la abolición hecha de las mitas en general,

Page 161: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 159

para obviar cualquier duda que pudiese sobrevenir. Días

después, con modificaciones introducidas con anuencia de

los interesados, se aprobó el decreto, para gloria de las

Cortes y del diputado por Costa Rica, su iniciador.

En sesión del 19 de octubre "se dio cuenta de las pro-

puestas que la Junta suprema de censura había hecho para

las provinciales de Asturias, Granada y Puerto Rico: con

este motivo y el de venir propuestos dos oidores, uno de

Asturias, y otro de Granada, se opusieron varios señores

a su aprobación, entre los cuales se hallaban los señores

Larrazábal, Castillo, Martínez (don Josef) y la apoyaban

los señores Torrero, Vásquez, Canga y otros; después de

haber leído el señor Ogabán la ley que lo prohibía absolu-

tamente, no se aprobó la propuesta hecha por la Junta

suprema, y lo fué una proposición del señor Arguelles, que

decía, que atendiendo a la ley que lo prohibe se les confie-

ran a los magistrados otros empleos más que los de su ma-gistratura, que pase a la comisión y ésta proponga lo que

fuere más conveniente.

En sesión del 3 dé noviembre: —El señor Larrazá-

bal leyó una carta de gracias dirigida por un consejero de

Estado al congreso, desde la ciudad de San Salvador por

haber recibido la noticia de que S. M. se había servido dis-

pensarle la gracia de consejo de Estado: se mandó que se

inserte en el Diario. El mismo señor diputado presentó

un exemplar de las honras que se hicieron en Guatemala

por las víctimas del 2 de mayo, las que se habían hecho

con la mayor suntuosidad y aparato : se mandó archivar en

la secretaría, e insertar en el Diario" (de las sesiones).

En sesión del lunes 9 de noviembre se pide votación

nominal para aprobar artículos de una ley sobre rehabili-

tación y reposición de empleados que hubieren servido bajo

el gobierno intruso. Tras serios debates pasó por mayoría

de 87 contra 22 votos el primer artículo. Larrazábal figu-

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160 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ra en la mayoría. El decreto era muy espinoso en las cir-

cunstancias por que atravesaba España.

En sesión del 25 de noviembre interviene en un rui-

doso conflicto que llevaba más de quince meses pendiente:

el castigo a unos empleados del hospital militar de la Isla

de León. Después del debate el asunto paso al Tribunal

especial de guerra y marina.

Otro asunto borrascoso en que le tocó intervenir a La-

rrazábal, llenó de escándalo varias sesiones de noviembre

(1812) y como hería de lleno sentimientos religiosos, se

prestó a maravilla para la agitación contra las Cortes. El

bibliotecario de éstas, vehemente liberal, ingenio agudo ypeligroso, de tormentosa y pintoresca vida, publicó cierto

Diccionario crítico burlesco, respuesta personal envenenada

a otro tendencioso opúsculo. Al tal diccionario lo denun-

ciaron y condenaron sucesiva y tumultuosamente numero-

sos obispos, cabildos y otras autoridades de la Iglesia. Los

periodistas de la oposición clamaron de continuo contra la

obreja, pidiendo todos a una se castigase al autor, don

Bartolomé Gallardo, como sacrilego infractor de la Cons-

titución, la cual reconocía como única y protegía la religión

católica de España. La campaña duró meses y persiguió

toda la vida de las Cortes. Era un flaco propicio a los

ataques. En las ideas del desdichado libro se simbolizaban

Jas de los diputados "novadores". Poco se necesitaba para

encender hogueras.

Las Cortes quisieron soslayar el conflicto, pero fueron

cercadas y las discusiones promovieron alborotos a cada

sesión. En la del 20 de noviembre, al cabo de encendidas

controversias y reyertas en que tomó parte activa la barra,

se acordó finalmente no haber lugar a deliberar sobre una

proposición admitida de un enérgico diputado opositor: 64

votos contra 40, levantándose la sesión.

En la siguiente, "se leyeron los votos de los señores

Larrazábal, obispo de Calahorra, señor presidente Mo-

Page 163: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 161

rros . . . marqués de Tamarit . . . Inguanzo, etcétera, con-

trarios a lo resuelto en el congreso ayer sobre no tratar de

la proposición del señor López, admitida a discusión, paraque se le apartase de la biblioteca (al señor Gallardo) en

razón del libelo herético que había publicado, y se manda-ron agregar a las actas". La brasa siguió quemando las

manos de las Cortes . . .

El 30 de noviembre se ocupó casi toda la sesión en el

mismo tema. El diputado Zumalacárregui acusó al editor

de El Procurador por una carta impresa a los diputados,

que juzgaba injuriosa, y que había sido ordenada por uno

de ellos para poner en conocimiento de todos lo que sucedía

en el asunto dicho. No sólo se consideraba injuriosa para

Zumalacárregui tal carta sino como una incitación a los

pueblos para que sacrificaran a los diputados teniéndolos

por herejes. Que las Cortes y no las juntas de censura en-

tendiesen en el proceso. "El presidente dijo que era cierto

que su voto habría sido contrario a lo acordado, pero que

nadie le había hablado para este fin, que lo había hecho

estimulado por su conciencia. El señor Larrazábal dijo lo

mismo, aumentando que se oponía a que entendiese en este

asunto el congreso, porque pertenecía al tribunal competen-

te conforme a las leyes".

Era manifiesta la ecuanimidad del diputado guatemal-

teco en tan embrollada, enojosa y al parecer fútil cuestión,

que, sin embargo, tenía demasiado fondo . . . Todos lo sa-

bían, y eso acrecentaba su enardecimiento.

Otro paso trascendental: Abolición de la Inquisición

Muchas páginas consagra, y con razón, el conde de

Toreno en su tantas veces citada Historia al paso trascen-

dental que dieron las Cortes en 22 de febrero de 1813 al abo-

lir la Inquisición, Vocero del liberalismo romántico —o prc?-

romántico— de la época, no puede sino hablar en un tono

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162 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

exaltado de ese acontecimiento, del que fue uno de los másardientes protagonistas: acontecimiento, por lo demás, de

una importancia que no es posible imaginarla hoy, a pesar

de cuanto a través de los tiempos se ha escrito en contra

—y algo a favor— de aquella institución. Relativamente,

Guatemala había sabido muy poco de los rigores del teme-

roso tribunal y sus sistemas, pero sus hombres cultos no

podrían abrigar simpatía hacia él, más cuando en los añosrecientes actuaba sobre todo como instrumento de persecu-

ción política: había además de por medio otros hechos queinspirarían el deseo de su desaparición, entre los mismosaltos eclesiásticos. Larrazábal tenía motivos para saberlo

bien.

Si Bonaparte había suprimido la Inquisición, ésta comootras medidas saludables por él dictadas para España, no

era considerada válida y estable por su vicioso y repugnado

origen: pero era indispensable, y nadie la podría detener.

La Inquisición estaba condenada, en efecto, por la filosofía

y las tendencias del siglo, a desaparecer. La habían minado

profundamente las doctrinas extranjeras del XVIII, que ga-

naron a la más activa parte de la clase gobernante. El

pueblo español y su clero tradicionalista la defendían, es

verdad, y así se acumularon en las Cortes y el gobierno mu-chedumbre de ardorosas protestas y luego reclamos de su

restablecimiento, que, logrado en la restauración monárqui-

ca, apenas duró y mal pudo actuar de nuevo el tribunal,

embrollado en su reorganización; el 9 de marzo de 820 se

decretó su definitiva muerte para España y las colonias

que ya estaban escapándosele para siempre.

Se disolvía el imperio y se quebraba la unidad de la fe

española que principalmente lo mantuvo, al desbordarse las

corrientes atumultuadas de la "herética pravedad". El do-

ble hecho histórico era irremisible: nadie en España ni en

América podía conjurarlo, todo conspiraba a precipitarlo.

Y, a la distancia, los juicios liberales y los juicios conserva-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 163

dores que dictaminaron sobre él, sobre sus múltiples face-

tas, aparecen contagiados del mismo apasionamiento que lo

rodeó a la hora de producirse la catástrofe, a la que tan

empeñadamente colaboraron los intereses extranjeros, an-

tiespañoles, falaces amigos de América, el promisorio y en-

vidiable continente donde no veían sino un inmenso campo

de explotación que les había estado cerrado e iba a entre-

gárseles gozoso y desprevenido —no sin disputas entre ellos

por primacía o predominio. . .

Había sido ya eliminada la Inquisición en otros países,

y España, país al que se la supone como consubstancial, yal sólo que se escarnece por haberla prohijado, no podría

mantenerla en pie contra todas las fuerzas confabuladas.

Para ello no eran necesarias siquiera las calumnias de quefue y sigue siendo objeto; tenía sobrados motivos para

desplomarse. Pero su destrucción se reputó como uno de

los mayores triunfos de la revolución liberal. O, más bien,

de la doble revolución que en España se operaba, la política

—contra el absolutismo— y la religiosa —contra Roma—

:

si aquélla se frustraba, ésta adelantaba. Los retrocesos de

la política en las luchas subsiguientes, de la península, ya

no lograron reanimar al antiguo tribunal, como, a pesar del

penetrante catolicismo español, subsistieron y aún prospera-

ron otras conquistas del siglo (que llevarían a las más de

las repúblicas hispanoamericanas al laicismo materialista)

.

Dejemos, sin embargo, este orden de reflexiones que nos

conducen peligrosamente lejos, y oigamos la voz del procer

liberal, sin olvidar que es una voz liberal. Y sin olvidar

que los juicios liberales han prevalecido, difundiendo un

concepto de la Inquisición que parece inmodificable, acep-

tado por comodidad sin examen ninguno, y rechazados ape-

nas nacidos los escabrosos intentos de rehabilitación del

"sombrío tribunal".

"Anunciar debemos ahora con altos pregones —co-

mienza diciendo Toreno— la caída del Santo Oficio de la

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164 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Inquisición que decretaron las Cortes después de una dis-

cusión prolongada y sabia, derramadora de puras y vivifi-

cantes lumbres, muy otras de las mortíferas y abrasadoras

que durante siglos había encendido aquel tribunal tan inexo-

rable y duro. Leyó en 8 de diciembre la comisión de consti-

tución el dictamen que sobre la materia se le había mandadoextender ; y si bien sus individuos no habían estado del todo

acordes, decidióse la mayoría por la abolición, pero de modoque no se asustasen las almas piadosas que creían perdida

la religión no habiendo tribunales especiales protectores de

ella que tan hondas raíces había echado en España el im-

perio de la intolerancia y de erradas y abusivas doctrinas.

Así no mostraba querer desmoronar del todo o derribar a

la vez aquel antiguo alcázar sólido todavía, de construcción

severa y sillares ennegrecidos, sino edificaba en su lugar

otro que, aunque guardián de la fe, se cimentase sobre bases

verdaderas e incontrastables, y cuyas dimensiones y formasse acomodasen a la regularidad y galanura de tiempos mo-

dernos y más cultos.

"La comisión . . . queriendo probar que el Santo Oficio

era una novedad reciente en la iglesia introducida en el

reino contra la voluntad de sus naturales, descendía a un

examen prolijo y erudito de la materia desentrañándola,

y poniendo de manifiesto la legislación española antigua

en causas de fe; según la cual expeditas las facultades de

los obispos para exhortar y convertir a los extraviados,

encomendábase a jueces civiles el castigo de los empeder-

nidos, graduándolos de infractores de las leyes, de que era

una y fundamental la religión del estado".

(Sigue compendiosamente el texto del laborioso y eru-

dito dictamen en su parte histórica y jurídica y por fin

asienta el voto de la comisión, que hallando en contradic-

ción la nueva ley constitucional con las pautas que servían

al Santo Oficio en sus procedimientos y en las causas de

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 165

su competencia, opinaba se resolviesen las Cortes por estas

dos proposiciones) :

"La religión católica, apostólica romana será prote-

gida por leyes conformes a la Constitución". "El Tribu-

nal de la Inquisición es incompatible con la Constitución".

"Modo muy diestro —comenta entusiasmado de lo que

acá llamaríamos güizachada . . .— de presentar el asunto

a la deliberación de las Cortes, porque nadie podía resis-

tirse fundadamente a votar la primera proposición, ni na-

die tampoco negar después la incompatibilidad de la Consti -

tución con el Santo Oficio, como se encontraba establecido

en España. Siguiendo este rumbo los hombres timoratos,

pero de buena fe, arreglaban fácilmente con su conciencia

asentir el dictamen de la comisión: aquietábanse también

los tímidos que, si no escrupulosos, recelábanse del porvenir,

y ansiaban dar su voto de una manera indirecta y más em-

bozada. Tampoco ponían reparo los ilustrados y de for-

taleza, siempre que lograsen su objeto, fuese a las claras

o tapadamente. Precauciones tales podían mirarse comonimias y aún sobrado ridiculas, quedando ya tan atrás los

tiempos en que se ventiló semejante materia. Pero refle-

xiónese cuáles eran aquéllos, de dónde se salía y cómo se

habían criado los españoles, hasta los de influencia enton-

ces, y que manejaban los negocios públicos. La comisión

procediendo así dio pruebas de gran tino y circunspección,

debiéndose a su andar pausado y firme el triunfo de la

razón y de la humanidad afligida.

"De la decisión de ambas cuestiones, y en especial de

la segunda, pendía verdaderamente abolirse o no el Santo

Oficio. Así fué que al tratarla se empeñaron los debates,

no siendo las que vinieron después más que una secuela yde inferior importancia.

"Habíase señalado el 5 de enero para abrir la discu-

sión y dar así plausible comienzo al año 1813. Escaramuzó-

se no poco primero que se entrase plenamente en el asunto,

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166 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

según acontece en materias graves, procurando los que

se consideran vencidos interponer de antemano incidentes

que alejen la final derrota, o la suavicen y conviertan en

más llevadera.

"Burlados los ardides y desvanecidas las estratagemas,

entabláronse los debates con detenimiento y mucha solem-

nidad . . . Duraron hasta el 23 de enero, sólo por lo querespecta a las dos proposiciones insinuadas. Todos los

oradores y hombres de cuenta tomaron parte.

"Al fin votáronse y se aprobaron las dos proposicio-

nes de la comisión; ganándose la segunda que realmente

envolvía la destrucción de la Inquisición por 90 votos con-

tra 60 en el día 22 de enero. Desplomóse así aquel tribu-

nal, cuyo nombre sólo asombraba y ponía aún espanto. Se

pasó en seguida a tratar de lo restante del dictamen de la

comisión, que debía adoptarse, según ésta, después de apro-

badas las dos proposiciones de que acabamos de hablar. Re-

ducíase lo propuesto a un proyecto de decreto sobre tribu-

nales protectores de la religión; manera de cobertizo que

buscaba la comisión para guarecerse de la nota de irreli-

giosa y de las censuras que le preparaban los hombres inte-

resados y de mala fe, o los fanáticos y de menguado seso".

"... Concluyóse la discusión de tan importante asun-

to el 5 de febrero; mas no se promulgó el decreto hasta el

22 del propio mes, ya con el objeto de extenderle conforme

a lo aprobado, y ya también con el de escribir un manifies-

to exponiendo los fundamentos y razones que habían teni-

do las Cortes para abolir la Inquisición y sustituir a ella

los tribunales protectores de la fe: el cual juntamente con

el decreto debía leerse por tres domingos consecutivos en

las parroquias de todos los pueblos de la monarquía antes

del ofertorio de la misa mayor. Así lo había propuesto el

señor Terán con el mejor deseo, y así lo habían determinado

las Cortes sin prever las malas consecuencias que pudiera

acarrear semejante resolución como en efecto acarreó. . .

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 167

El decreto aprobado llevó el título o epígrafe de Decreto de

abolición de Inquisición, y establecimiento de tribunales

protectores de la fe: estampándose como primeros artícu-

los las dos proposiciones que habían sido discutidas y apro-

badas con antelación y separadamente, y eran el tiro máscierto de destrucción y ruina despedido contra el SantoOficio.

"Inmarcesible gloria adquirieron por haber derribadoa éste las Cortes extraordinarias congregadas en Cádiz.

Paso previo era su abolición a toda reforma fundamentalen España; resultando si no infructuosos cuantos esfuer-

zos se hiciesen para difundir las luces y adelantar en la ci-

vilización moderna. No consistía el principal daño de la

Inquisición en sus calabozos y en sus hogueras : obraba así

tiempos atrás cuando también se quemaba y perseguía en

Alemania, en Inglaterra, en Francia, y lo mismo entre ca-

tólicos que entre protestantes. Consistía sí en ser unamagistratura clerical, uniforme, sola, omnipotente, armadade la excomunión y los tormentos ; cuyas inalterables máxi-mas pugnaban por cerrar la puerta al saber, y cortar los

vuelos al entendimiento en todas las épocas, del mismo mo-do y en cualesquiera ángulos del reino, sin variación sen-

sible ni por la serie progresiva de los años, ni por la mu-danza de los individuos ; debiendo aquella institución, segúnsu índole, mantenerse perpetuamente, y continuar siendo

opresora tenaz de la razón, y tirana del hombre hasta enel retirado asilo del pensamiento".

Referencias a Larrazábal en un diario monarquista

Volvemos a las pálidas páginas de tomos aislados de

El Procurador General de la Nación y del Rey, de 1813,

que pudimos consultar. Extraemos de ellas este nuevo ma-nojo de referencias, sobre asuntos heterogéneos, relativas

a Larrazábal y alguna de más generalidad sobre Guatema-

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168 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

la. Son o parecerán minucias de jornadas de trabajo,

pero, tan mal y tan poco se conocen en su país los trabajos

del diputado guatemalteco, que siquiera en las orillas de su

centenario conviene hablar de ellos, reunir menudos datos

dispersos, que una buena biografía que le es debida cerni-

rá y aprovechará adecuadamente para reconstruir la fi-

gura y la obra del procer antigüeño . . . Mas no faltan,

entre esos insignificantes, datos de mayor cuenta. Y su-

cede también que cuando uno —americano— se introduce

en la historia de las Cortes doceañistas, se contagia de la

pasión entusiasta que las animó tan ardientemente y hasta

puerilidades cívicas y traspiés de derecho y garrulerías de-

magógicas que en ellas ocurrieron se antojan teñidos de

grandeza y de aleccionamiento histórico ...¡ puerilidades

de hoy!

En sesión del 10 de julio se discutió otro ruidoso asun-

to, o más bien trató de discutirse, pues se acordó, tras gra-

neado fuego oratorio, que no se admitiese votación nomi-

nal ni discusión: pedíanse a la Regencia los antecedentes

del extrañamiento decretado contra el nuncio de su santi-

dad, Monseñor Gravina (quien como víctima de las Cortes,

tendría más tarde mayor influjo en la corte de Fernando:

su asueto, de larga y enojosa historia, y las cuestiones de

reforma y disminución de las órdenes de regulares acalo-

raban sobremanera la opinión, sagazmente atizado el fuego

que llevaba a total incendio . . . ) . Al acta de la sesión del

día 10 se mandaron agregar votos de diputados contrarios

a lo resuelto. Sumaban cuarenta. Uno de ellos, por cierto

el devLarrazábal. (El Procurador, Número 292).

En la sesión del 18 de julio "se nombraron a propuesta

de la Junta Suprema de Censura para individuos de las

Juntas provinciales de Guadalaxara, Guatemala, en Ultra-

mar, y de Valladolid y Asturias en la Península, a los si-

guientes . . . Para Guatemala a D. Diego Batres y a D.

José Bernardo Diquero (Dighero), eclesiásticos: a D. Luis

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 169

Aguirre, a D. Miguel Larreinaga y a D. Antonio Robles,

seglares: para suplentes a D. Juan José Batres, eclesiásti-

co, a D. Manuel Talavera y a D. Manuel Beltranena, se-

glares".

"El señor presidente nombró para la comisión que

examine las proposiciones del señor Gordillo respecto al

seminario conciliar de Canarias a los señores Gordillo, Keit,

Larrazábal, Silves y Sierra". (El Procurador, Número 294,

del 21 de julio de 1813).

"El señor presidente nombró (miembros para diversas

comisiones) y para la de justicia, a los señores Larrazábal,

Ruiz Lorenzo y Antillón". En esa misma sesión, el 24 de

julio, al elegirse la nueva junta directiva de las Cortes, el

señor Ruiz Lorenzo fué designado secretario. La comisión

de justicia hubo de conocer durante la vida de las Cortes

de muchos asuntos que cobraron gravedad, entre otros, el

de agravios a un batallón de gallegos en Cádiz, atropellos

a un cierto marqués, a un fiscal en Menorca, enajenación

de fincas vinculadas, cartas de naturaleza, dispensas de

tiempo a abogados, etcétera. El tiempo de los diputados

vocales de esa junta debió, en consecuencia, resultar ago-

biado de trabajo.

Sesión del 26 de julio. Un diputado de la comisión de

agricultura introduce juiciosas observaciones, que se acuer-

da pasar a la Regencia, sobre requisitos para el traslado

de pertenencias y papeles de la contaduría general de de-

pósitos existentes en Madrid a las diputaciones provincia-

les. El espíritu de orden y previsión del señor Larrazábal

halla una brecha que cubrir : se aprobó el dictamen, apuntaEl Procurador, "con la adición del señor Larrazábal, quedecía : "Se hará la entrega de los papeles a las citadas cor-

poraciones por inventario".

Enconaba a las Cortes la cuestión del traslado a Ma-drid, que venía proponiéndose. Había demasiados intere-

ses en pugna y se advierte de las crónicas el embarazo en4

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170 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

que se hallaban los diputados liberales para acceder. Lasesión del 3 de agosto se dedicó casi enteramente a ese tema,

posponiéndose la discusión. Setenta y nueve diputados vo-

taron, a favor de una proposición conducente a ese fin, ynoventa en contrario. Larrazábal está entre los primeros.

La oposición estaba segura de que el ambiente de Madridsería más propicio a su triunfo. Cádiz era una plaza do-

minada por exaltados liberales. Como se ve, el señor La-

rrazábal se inclinaba en este particular a aquéllos sin dudapor las sólidas razones aducidas por los oradores favora-

bles al traslado: votó en pro de que no era ocasión de se-

ñalar la fecha de la mudanza, pero en contra de una segun-

da proposición del gobierno.

El 9 de agosto la Regencia presentó un grupo de pro-

posiciones contra el traslado inmediato a Madrid, que con-

sideraba impolítico. La primera decía que no era ocasión

aún de fijar el día de la mudanza: Larrazábal votó apoyán-

dola, con la mayoría, pero con la minoría la segunda, que

cuando se pudiera verificar el traslado, fuese precisamente

a Madrid y no a Sevilla; las otras eran cuestiones orde-

nativas.

Interesante por demás debió ser la sesión del 13 de

agosto, en que los americanos lograron otro triunfo signi-

ficativo: la supresión del sistema de la degradante pena de

azotes, a petición de los indios del Perú ; se discutió ardoro-

samente la cuestión, saliendo a lucir nuevas inculpaciones

contra el coloniaje; se habló de lo infamante que era esa

pena, máxime cuando últimamente para hacer befa de los

derechos conquistados con la Constitución de Cádiz, se

añadían al tormento de los azotes burlas crueles: un di-

putado dijo que algunos encargados de azotar recibían esta

orden insolente en su maligna ironía: "apriétele usted la

mano a estos nuevos ciudadanos", y que parecida cosa se

hacía con los niños en las escuelas. De Guatemala se refi-

Vió que aunque la Audiencia había prohibido los azotes, no

Page 173: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 171

se la obedecía. Se dictó la prohibición en los más severos

términos.

En esa misma sesión "El señor Larrazábal propusoque las comisiones de hacienda y de arreglo de tribunales

presenten a la brevedad posible la minuta de decreto de los

tribunales que debían entender en los negocios contencio-

sos de la hacienda del reyno así se acordó", decía El Pro-curador, del 16 de agosto.

Y el 24 de agosto : "Se leyó una exposición del Excemo.Sr. D. José Aycinena, Consejero de Estado, en que da parte

a las Cortes de su llegada, y presenta doce medallas de oro

y 250 de plata a nombre de los MM. RR. arzobispos de

México y Goatemala, las cuales las mandaron grabar con

motivo de la publicación de la Constitución. Las Cortes

aceptaron con agrado este testimonio del zelo de aquellos

RR. Prelados, y a propuesta del señor Larrazábal se acor-

dó que las 12 medallas de oro se repartieran entre el señor

presidente y secretarios, 2 para el archivo, y las de plata

se distribuyesen entre los demás señores diputados: se

mandó insertar la exposición en el diario, habiéndose oído

con agrado".

"En virtud del dictamen de la comisión de hacienda

sobre dos proposiciones que hicieron los señores diputados

de Goatemala sobre que se erigiese la canongía lectoral quefalta en las catedrales de Goatemala, León de Nicaragua yCiudad Real, destinándose la renta de la que estaba seña-

lada a la Inquisición de México: fueron aprobadas, man-dándose que enseñen la escritura en la universidad y en

ios colegios seminarios". El Procurador, 330, 26 de agos-

to de 1813.

"El ayuntamiento de Goatemala daba cuenta de la

solemnidad con que se había publicado la Constitución en

aquella ciudad, remitiendo una porción de medallas que se

acuñaron al intento: se oyó con agrado y se mandó inser-

tar en el diario. A la (comisión) de Constitución pasó una

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172 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

exposición de D. José María Peynado Corregidor de SanSalvador en la misma provincia, solicitando se le exonere

de diputado a cortes por sus achaques", etcétera. Sesión

del 25 de agosto —El Procurador, 321— 27 de agosto, 1813.

Se dio cuenta en sesión del 27 de agosto de una soli-

citud de don Vicente José Vásquez, en que pedía dispensa

de pruebas por línea materna para oponerse al hábito de

Carlos III con que se le había agraciado por hallarse su

país ocupado por los enemigos: la Regencia apoyaba esta

solicitud y el interesado pedía se le dispensase por ahora

este requisito: se accedió a su solicitud. El señor Larra-

zábal con este motivo hizo proposición para que a los tres

eclesiásticos de Guatemala agraciados por la Regencia con

la Cruz de Carlos III se les dispensasen todos los requisi-

tos de información: se mandó pasar a la (comisión) de

premios.

(Para el día siguiente, 28, había sido fijado el acto

de prestar juramento por el consejero de Estado, señor

Aycinena, por Guatemala, de cuya llegada a Cádiz había

informado la Regencia el 23).

En la sesión del l9 de septiembre de 1813, Larrazábal

propuso a las Cortes la emisión de las leyes siguientes (el

dato es de Fernández-Hall, en citado estudio) : Primera:

"Para ser ciudadano y para el ejercicio de sus derechos no

se opone el defecto de nacimiento adulterino, sacrilego, in-

cestuoso, ni el de dañado y punible ayuntamiento". Se-

gunda: "Previamente a las Juntas electorales de parroquia

no debe sujetarse a los ciudadanos a que comparezcan ante

sus respectivos Curas y comisionados de los Jefes Políticos,

para la calificación de si tienen las calidades necesarias

para votar". Tercera: "Se declara que en las elecciones

constitucionales no es necesaria ni debe haber confirma-

ción". La comisión de legislación a que pasó la propuesta

emitió dictamen favorable en 15 de marzo de 1814 en cuya

sesión fué leído y se repitió la lectura el 11 de abril, entran-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 173

dose a discusión del primer punto. Cree Fernández Hall

que este asunto quedó sin solución al disolverse las Cortes,

en mayo siguiente. ¡Y cuántos más!

En la comisión permanente y vísperas de la tragedia

El 8 de septiembre de 1813 fue nombrada por las Cor-

tes la diputación permanente, en cuyo seno figuró el señor

Larrazábal. Las extraordinarias cerrarían sus sesiones

el 14 y las ordinarias se instalarían el 15; pero había que

cumplir con el precepto constitucional, y existía el peligro

de que las segundas no pudiesen reunirse; en todo caso, se

retardaron algunos días.

La situación en Cádiz era de violencia por el desaso-

siego producido por nuevo y fortísimo brote de fiebre ama-

rilla, que atacó también a algunos diputados; con todo, la

agitación política era mayor, y tenía por centro la deman-

da, tan insistente como tendenciosa y que obligaba a tan-

tas vacilaciones, de la traslación de la sede del gobierno

—la Regencia— y de las Cortes a Madrid, bajo la presión

de intereses y sentimientos razonables cuando ya la mayorparte de la península quedaba libre de invasores, pero tam-

bién a influjo de visibles maquinaciones de la política, que

ya en el mismo congreso prosperaban ganando diputados

plegadizos y oportunistas, a más de los hostiles a las refor-

mas, al bando que daría muerte a las libertades tan ardua-

mente conquistadas y apenas afianzadas: ese bando cobra-

ría la más triste celebridad al hacer patente su traición en

documento que pasaría a la historia con el nombre de ma-nifiesto "de los persas".

Sin embargo del pesado ambiente, la clausura, sencilla

ceremonia en que presidió un diputado americano, después

del Te Deum de rigor, fue solemne, y vivo el entusiasmode los gaditanos en celebrar con vítores, fiestas e ilumina-

ciones aquel acontecimiento.

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174 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Las Cortes extraordinarias, que a pesar de errores

abultados por la oposición, dejaban un balance muy favo-

rable de leyes, actos y gestos patrióticos, avanzados y hu-

manitarios; que funcionaron en una época de tremendas

dificultades y peligros y tuvieron momentos y actuaciones

de sus diputados que hacían evocar los mejores tiempos del

senado romano a hombres que por su formación clásica ypor la todavía reciente impresión de la asamblea francesa

vivían la exaltación y la emulación de tales tiempos, habían

durado del 24 de septiembre de 1810 al 14 de septiembre

de 1813 y cerraban su ciclo en medio de nuevos motivos de

desasosiego, frente a nuevos peligros e incertidumbres.

Fue así como, a pesar de la clausura, tuvieron que reu-

nirse del 16 al 18 del mismo mes, para tratar de la cuestión

del traslado, que no pudieron resolver, dejándolo al fin a

acuerdo de las ordinarias, que se reunieron el l9 de octubre

en Cádiz y por la fiebre amarilla pasaron a la Isla de León,

el 14, celebrando sus sesiones en un convento carmelitano

arreglado al efecto. Clausuraron el 29 de noviembre y obe-

deciendo a clamor general, marcharon a Madrid, donde se

abrieron de nuevo las sesiones el 15 de enero de 1814.

Como no llegaban todos los diputados de la península

y América, se obró conforme a un recurso paliatorio dejado

por la constitución: ejercerían su cargo en carácter de su-

plentes por las provincias de que faltaran procuradores, los

diputados propietarios de las extraordinarias, con lo cual

no se abandonaba enteramente lo hecho —sobre todo en

materia de reformas— a los recién llegados, muchos de los

cuales pertenecían a la más cerrada oposición, ni se deja-

ba sin representación a muchos pueblos. El señor Larra-

zábal actuó por eso en calidad de suplente por Guatemala,

mientras no llegaba el nombrado.

A ese período, de vísperas de la tragedia, pertenecen

las siguientes menciones espigadas del célebre periódico

Page 177: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 175

que hemos glosado en parte y el cual seguiría a las Cortes

como una sombra de Cádiz a Madrid.

Sesión del 31 de marzo, El Procurador, 1? de abril de

1814.

"Varios vecinos de Chinchilla se quejaban por medio

de una representación de algunos poderosos, que los opri-

mían, con desprecio del decreto dado por las Cortes en 8 de

junio. El señor Larrazábal propuso que se pasase orden a

la Regencia, a fin de que haga executar sin excusa los de-

cretos del 14 de noviembre y 8 de junio, dando aviso de los

obstáculos, en su execución, si los hubiese".

Sesión del 4 de abril — Procurador 80, 5 de abril.

Acalorada y prolija discusión sobre la demanda de una

dama que pedía entrar en el goce de los mayorazgos de su

padre, expatriado. Se la consideraba digna de esa gracia

por su amor a la causa y por servicios de su esposo, briga-

dier, además de que lo mismo se había concedido ya a otras

altas damas. Pero algunos diputados cuestionaban que los

bienes confiscados estaban asignados a cargas de la hacien-

da y debía respetarse el tenor de la ley de las propias

Cortes. Se opinó que los mayorazgos como bienes vincula-

dos no sufrían los efectos de confiscación de los libres, lo

que al fin se aprobó en el caso. Pero —"El señor Larra-

zábal habló sobre la fuerza y consistencia de un decreto de

Cortes''.

Según El Procurador, del 12 de abril de 1814, la se-

sión del día anterior fue absorbida por la discusión acerca

de no haberse tratado el asunto del "papel Ballesteros"

—cierto manifiesto subversivo que dio lugar, como otros

de su índole, a que las Cortes fluctuaran demasiado entre

la aplicación rígida de la ley de libertad de imprenta y las

medidas de intolerancia y represión violenta, aguijados los

ánimos por el general apasionamiento y por el temor, que

flotaba en el ambiente, a perderlo todo: fluctuación que

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176 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

debilitaba la autoridad de las Cortes y la fuerza de la ley,

dando preciosas armas a los opositores contra ellas.

Se había fijado fecha de 28 para esa discusión, y se

aducía que en la imprenta del diario no tiraban aún el quecontenía la reproducción ordenada "porque alguna manooculta impedía el suceso".

—"El señor Larrazábal ocupó la tribuna y en una lar-

ga exposición dio a entender, que no tenía interés en que se

viese y discutiese el dictamen de la comisión sobre el papel

Ballesteros; pero que habiéndose acordado la impresión del

diario de Cortes para que los señores diputados se pudie-

sen instruir mejor, era de parecer que se dilatase hasta ve-

rificar la impresión, pues no deseaba otra cosa que el Con-

greso pudiese juzgar con las debidas luces. El señor Sán-

chez: que estaba claro, que algunos no amaban la luz, sino

las tinieblas y obscuridad: y que si se esperaba la edición

del Diario de Cortes podría recurrir en lo subcesivo lo que

había sucedido hasta aquí y bajo de este supuesto hizo unasúplica al señor presidente, de que señalase día y término

lo más breve que se pudiese para esta discusión. El señor

presidente en uso de sus facultades se asignó al tercero día.

El señor Larrazábal indicó que no estaba en las facultades

del señor presidente el consignar el día, y por lo mismocreía debía consultar al Congreso. El señor Abella dixo, que

supuesto que esta controversia nacía de la falta del Diario

de Cortes, su señoría ofrecía no abandonar la imprenta has-

ta que la impresión estuviese hecha: accedió el Congreso

a que se diese la comisión de impresión del Diario a dicho

señor, verificando cuanto había ofrecido, e inquiriendo al

mismo tiempo las causas de esta morosidad y descuido

y se levantó la sesión".

Sesión ordinaria de la noche del día 17 abril — P. 94,

del 19. El señor Martínez de la Rosa presentó 6 ejempla-

res de la relación de las fiestas de la provincia de Granada

en el aniversario de la Constitución. "El presidente ma-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 177

nifestó el agrado con que se veía esta demostración y man-

dó se insertase en el Diario. Igual aprecio se hizo de unas

conclusiones, que un individuo de la Universidad de Va-lencia dedicó a las Cortes, y que presentó el señor Larra-

zábal".

(Puede haber error aquí. El señor Fernández-Hall,

que leyó tomos del Diario de las sesiones, decía que el 18

de abril de ese año, Larrazábal presentó a nombre de don

Ignacio Aycinena la tarja de su examen en la universidad,

del 2 de diciembre de 1813, sobre la Constitución, y, de

acuerdo con el acta "recordó con este motivo que dicha

universidad fué la primera que hizo igual dedicación a las

Cortes en 21 de febrero de 1811, sosteniendo la antigüedad

y facultad de las Cortes de España, la indispensable necesi-

dad de las anuales para que en ambos hemisferios reinase

la estrecha unión sólida y verdadera y que así lo manifes-

taban los símbolos y emblemas de la lámina que presentó

en este acto, y que es la misma que en el día se ha colocado

por el Director del nuevo salón de Cortes en la parte supe-

rior de su portada"). El testimonio de Aycinena fue acep-

tado con aprecio y se dispuso hacerlo constar en el acta.

Sesión del 28 de abril., P. 204, del 19.

Un oficial de la antigua Consolidación de vales pedía

la rehabilitación (por haber servido bajo el gobierno in-

truso). La comisión informaba que era digno de ella. "El

señor Larrazábal echó de menos el informe del gobierno,

según exige la ley. El señor Norzagaray después de haberelogiado el patriotismo de este oficial Somoza, alegó que la

comisión obraba en esta ocasión según había procedido en

otras muchas, en las cuales el informe del gobierno había

prevalecido y aprobado su dictamen. — El señor Larrazábal

leyó el decreto del año 12, y convino el Congreso en que se

pidiese informe al gobierno. — El señor secretario leyó uninforme de la comisión relativo a la apertura de un canal

que desde el mar pacífico atraviese todo el istmo de Gualte-

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178 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

peque, hasta el Atlántico. El señor Vargas recomendó al

Congreso la grandeza y utilidad de este vasto proyecto. —El señor Dolarea pidió que se declarase si había caudalespara una obra tan vasta. — El señor Robles contestó : que el

Consulado de Panamá había ofrecido caudales para con-

cluirla, y que no se negaría a cumplir, lo que hace cuatroaños ofrecía. — El señor Larrazábal recomendó el méritodel señor Regente Ciscar para emprender, y llevar a debidoefecto esta grandiosa obra, y se aprobó el dictamen de la

Comisión . .

.

".

Serios conatos de borrasca hubo en la sesión del 2 de

mayo, aniversario del levantamiento de Madrid, que se

conmemoró con misas, ceremonia pública y la inauguración

del nuevo salón de las Cortes, donde se oiría el juramentodel rey. .

.

Se trató ese día entre otros el espinoso caso de los

frailes y sus bienes, que venía promoviendo dificultades yalboroto del cotarro; era cuestión política tensa. El pe-

riódico realista ya dedica alguna puya a Larrazábal en su

crónica, publicada el día 3.

Se pide que a los regulares se les ponga en posesión

de sus bienes y conventos, aunque la nación siga por ahora

tomando cuentas del sobrante y de aquello que no les cabe

en la pensión acordada. Se empeña la discusión. Los ex-

pedientes al gobierno, que se despachen a la mayor breve-

dad, en día tan señalado . . .

«—El señor Larrazábal: que no le parecía muy opor-

tuna ni conducente esa urgencia que se encargaba al go-

bierno sobre el expediente de regulares (escuchad que ya

truena); porque no es fácil, prosiguió S. S., poder graduar

los negocios que piden más actividad y urgencia en la esti-

mación del gobierno». (Subrayado): "¡Pobres frayles!

bien podéis revestiros de paciencia, y descuidar sobre la

actividad de vuestros agentes ;pues aunque como pobres no

los paguéis, suplirá por todo su generosidad".

Page 181: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 179

Se tratan otros asuntos, pero:

"—El señor Gómez volvió a insistir sobre la indicación

hecha con respecto a Regulares, añadiendo que no desisti-

ría hasta que el Congreso tomase resolución. — El señor

Calderón : que la Regencia dé informe a la mayor brevedad

sobre el estado del expediente general de Regulares: erre

que erre. — El señor Galbán que se omita eso, y se pase a

otras cosas. — El señor Larrazábal hizo la indicación de

que siguiesen las sesiones en el nuevo salón: a fin de apo-

yarla formó un discurso S. S. en que nos hizo ver la belleza

y elegancia con que estaba construido: los símbolos y pin-

turas alegóricas que tenían los señores Diputados a la vista

y con cuya iniciativa podían moverse al exercicio y prác-

tica de las virtudes propias de su misión y destino. Nodexó de hacernos reparar en la fortaleza y generosidad

con que los héroes Daoiz y Velarde habían despreciado sus

vidas por el honor y salud de la Patria, las pinturas de

baxo relieve que representan la ferocidad y barbarie fran-

cesa, y hasta la hermosura y comodidad de este nuevo saló»

con respecto al salón de los Canos que acababan de abando-

nar: todo, todo nos lo demostró S. S. con el dedo; pero no

pudieron menos algunos de reparar, que en su larga descrip-

ción no hiciese mención alguna de dos bellas estatuas que

dándose recíprocamente la mano, ocupan el frontis del sa-

lón : Justicia et pax osculatae sunt. — El señor Dolarea hizo

presente que no convenía a las Cortes acceder a esta indica-

ción contra el dictamen de los comisionados para informar

sobre este punto. — El señor Cepero, disipó con elegancia

el dictamen de los médicos, que expusieron a las Cortes, no

ser sana la dilatada estancia en el nuevo salón, por la exce-

siva humedad en que todavía abunda. Este señor Diputado

no se paró en razones, sino que hizo presente al Congreso,

que los placeres de los médicos son empíricos y académicos,

sin atenerse a otra cosa en ellos que hacer ostentación desus conocimientos meteorológicos, que por lo mismo apo-

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180 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

yaba la indicación del señor Larrazábal: se pasó a votar, yquedó aprobada por 94 votos contra 65". ¡Opuesto, pues,

a los técnicos!

"Se leyó después una solicitud de dos militares, que pi-

den se les dispense por las Cortes de las diligencias y gasto

que deben hacer para ponerse la Cruz de Calatraba. — El

señor Larrazábal preguntó, si esta pretensión venía infor-

mada por la Regencia : quedó en estado la solicitud; y nom-

brando el señor presidente al señor Larrazábal para que

asistiese a la función (en la iglesia de San Isidro, donde se

había dispuesto que los diputados ocupasen sitio cómodo)

en lugar del señor Abella, se levantó la sesión".

Sesión del 3 de mayo, Procurador, 110, del 4.

"Se dio cuenta también de una representación de la

junta provincial de Guatemala, en la que se querella del

Gobernador, y Capitán General de aquella Provincia, por

haberse resistido al establecimiento de dicha Junta, y ha-

ber pasado orden a las Imprentas, que sin su consentimien-

to no imprimiesen papel alguno. — La comisión de infrac-

ción de Constitución informa sobre algunos puntos que se

intentan probar, desechando todo lo demás que carece de

toda prueba; sin embargo es de parecer, que todos los car-

gos hechos contra el Capitán General no son fundados; ni

le juzgan haber incurrido en algunos de los cargos que lo

acusan; y se aprobó. El señor Larrazábal propuso la idea,

de que el expediente vuelva a la comisión, y dé ésta su dic-

tamen sobre si hay lugar a formación de causa contra el

Capitán General don Josef de Bustamante. — El señor Díaz

del Moral leyó el Artículo 372 de la Constitución, en que

se dice tengan el primer lugar las infracciones de Consti-

tución. Se aprobó la indicación".

Sesión del 6 de mayo de 1814, Procurador, 112, 2^ épo-

ca, sábado 7 de mayo.

"El señor Yandiola hizo una indicación a fin de que

las Cortes declaren si los que gozan de carta de natura-

Page 183: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 181

leza español deberán comerciar libremente en los dominios

de España: la comisión informaba favorablemente, p2ro

después de varias discusiones que hicieron los señores La-

rrazábal, Echeverría y Plandolit, hubo lugar a votar por

78 votos contra 58, y se aprobó".

Todavía en la postrera junta de las Cortes ordinarias

se trató un asunto de Guatemala. En la crónica de El Pro-

curador del domingo 8 de mayo sobre la sesión del día an-

terior se lee: "Se dio cuenta de una querella de los indivi-

duos de la Junta Provincial de Guatemala, contra el Gefe

Político de aquella provincia, por querer obligar a la Junta

a que en su Palacio celebrase su sesiones". ¡ A mucho másobligaría el bueno del señor Bustamante, paladín y aventa-

jado discípulo del amado Fernando!

Tragedia política de 18Ib. Prendimiento de Larrazábal

A todo lo largo de la vida de las Cortes se había ido

desarrollando, con variable fortuna, la guerra contra las

fuerzas francesas y el gobierno intruso, pero, en los últimos

meses y nombrado por las Cortes el General Wellington

jefe de todas las tropas aliadas, se obtuvieron triunfos de-

cisivos que fueron despejando la situación y limpiando de

enemigos la península, hasta el punto de llevar la guerra

a territorio francés.

A Napoleón se le había cambiado radicalmente la suer-

te de sus armas siempre victoriosas. Tras los humillan-

tes desastres sufridos en España y los costosísimos fraca-

sos en la desatentada campaña de invierno en Rusia, roto

el mito de su invencibilidad, enfrentaba una formidable fer-

mentación adversa en Francia que, con un cúmulo de sa-

bidos hechos, llevaría a los Borbones nuevamente al trono

y al emperador a su primer ostracismo.

Todos estos acontecimientos se mezclaban como es na-

tural a la suerte del cautivo Fernando, sin que el pueblo

Page 184: Brañas - Antonio Larrazabal

182 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de España diera crédito a las bajezas inconcebibles a que

había descendido para congraciarse la voluntad imperial,

sin conseguirlo, hasta que, estrechado por las circunstan-

cias y con ulteriores miras de utilizarlo contra Inglaterra,

Napoleón dejó en libertad, y en Valencey, munido de pasa-

portes pudo salir a mediados de marzo camino de España.

El entusiasmo de los españoles por la próxima resti-

tución de su amado rey se desbordó en todas las formas

imaginables, y aún en los no imaginables hogaño. Se colum-

bró, desde luego, que la vuelta del rey determinaría cambios

sustanciales en la política del reino, y las intrigas crecieron

al punto. La guerra contra las Cortes se hizo ya a las cla-

ras, y conforme aumentaban el delirio popular bien alimen-

tado y los manejos de realeza, clero y ejército, y avanzaba

Fernando hacia la capital, tomando cuidadosamente todas

sus medidas de asalto y represión, así parecía aumentar la

confianza de las Cortes que, suponían candorosamente que

Fernando se inclinaría ante la majestad de la ley y la so-

beranía del pueblo ...

El rey esquivó a los delegados de las Cortes enviados

a darle la bienvenida y lo mismo desairó a otros altos per-

sonajes del régimen constitucional, incluso prelados de gran

significación. Y con esas muestras del real desabrimiento

se volvía todo contra las dichosas Cortes : apenas tres meses

hacía, todo era agasajos públicos a la Regencia y a las

Cortes : cuando el 19 de febrero cerraron éstas su primer

año de legislatura para abrir al día siguiente el segundo,

su prestigio había sido hábilmente minado y el desfavor del

público resultaba manifiesto en su clásica veleidad.

El 19 de abril se celebró un armisticio entre lord Wel-

lington y los mariscales Soult y Suchet por los franceses,

que ponía fin, victorioso para España y sus aliados, a la

larga y terrible contienda; pero esos laureles irían a caer

a los pies de Fernando, no del pueblo y gobierno que los ha-

Page 185: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 183

bían conquistado en tantos años de arrojo y sacrificios sin

cuento.

El paso del monarca por Valencia marcó la decisión

de arrasar con todo. Allí se fraguó la muerte de las Cor-

tes y del régimen, confabulado el rey con los generales, co-

mo don Francisco Javier Elío, con los representantes más

recalcitrantes del pasado y con un grupo mismo de diputa-

dos opositores. A todo eso las Cortes no pudieron o no

supieron oponer nada: inocentemente se preparaban a re-

cibir al rey y su juramento, pensando con candor en que

entrarían en acción todos los legalismos y trabas previstos

contra cualquier avance de tiranía.

A esos momentos, en la noche del 10 al 11 de mayo,

fueron arrestados de real orden —según la versión del Con-

de de Toreno— "los dos regentes don Pedro Agar y don

Gabriel Ciscar, los ministros don Juan Alvarez Guerra ydon Manuel García Herreros, y los diputados de ambasCortes don Diego Muñoz Torrero, don Agustín Arguelles,

don Francisco Martínez de la Rosa, don Antonio Oliveros,

don Manuel López Cepero, don José Canga Arguelles, don

Antonio Larrazábal, don Joaquín Lorenzo Villanueva, don

Miguel Ramos Arispe, don José Calatrava, don Francisco

Gutiérrez de Terán y don Dionisio Capaz. Estuvieron en

igual caso el literato ilustre don Manuel José Quintana, yel Conde, hoy Duque de Noblejas, con su hermano y otros

varios".

4

'Procedió a ejecutar estas y otras disposiciones don

Francisco Eguía nombrado al propósito, de antemano ycalladamente por el Rey, Capitán General de Castilla la

Nueva; obrando bajo sus órdenes asistidos de mucha tropa

y estruendo con el título de jueces de policía don Ignacio

Martínez de Villela, don Antonio Alcalá Galiano, don Fran-

cisco Leiva y don Jaime Alvarez de Mendieta, diputados a

Cortes en las extraordinarias, y colega por tanto de varios

de los perseguidos. Negóse a desempeñar encargo tan cri-

Page 186: Brañas - Antonio Larrazabal

184 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

minal y odioso don José María Puig, magistrado antiguo,

a quien ensalzó mucho ahora proceder tan noble como poco

imitado. Fueron encerrados los presos en el cuartel de

guardias de corps y en otras cárceles de Madrid, metiendo

a algunos en calabozos estrechos y fétidos, sin luz ni ven-

tilación, a manera de lo que se usa con forajidos o delin-

cuentes atroces. Continuaron los arrestos en los días su-

cesivos y estendiéronse a las provincias de donde fueron

traídos a Madrid varios sujetos y diputados esclarecidos,

entre ellos don Juan Nicasio Gallego, acabando por hen-

chirse de hombres inocentes y dignísimos todas las cárceles,

en las que de día y noche, sigilosamente y sin guardar for-

malidad alguna, vaciaban encarnizados enemigos la flor ygloria de España. No pudieron ser habidos a dicha suya

los señores Caneja, Díaz del Moral, don Tomás Istúriz yConde de Toreno, que pasaron a otras naciones.

"En la misma noche del 10 al 11 de mayo presentóse

el General Eguía a don Antonio Joaquín Pérez, diputado

americano por la Puebla de los Angeles y actual presiden-

te de las Cortes, intimándole de orden del Rey quedar éstas

disueltas y acabadas del todo. No opuso Pérez a ello óbice

ni reparo alguno, y antes bien créese que obedeció de buena

voluntad, estando en el número de los que firmaron la re-

presentación de los 69, y en secreto, según se presumió, de

todo lo que ocurría entonces. Una mitra con que le galar-

donearon después, dio fuerza a la sospecha concebida de

haber procedido de conveniencia con los destruidores de

las Cortes, y por lo tanto indigna y culpablemente". (Los

69, llamados "los persas" por la expresión con que comen-zaba su escrito, habían sido diputados de tendencia oposi-

tora en su mayoría, firmantes de un manifiesto al Rey—que les valió gracias y honores— informándole del pro-

ceso seguido por la revolución e instándolo a no jurar la

constitución, y a nombrar Cortes a la antigua usanza, ala-

bando la sabiduría de la monarquía absoluta).

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DOCTOR ANTONIO LARRAZABAL 185

"Soltáronse en la mañana del 11 los diques a la licen-

cia de la plebe más baja, arrancando ésta brutalmente la

lápida de la Constitución que arrastró por las calles, lo mis-

mo que varias estatuas simbólicas y ornatos del salón de

Cortes (—los que había elogiado Larrazábal en la memo-rable sesión del 2 de mayo— ) . Lanzaban también los amo-tinados gritos de venganza y muerte contra los liberales yen especial contra los que estaban presos: llevando porobjeto los promovedores encrespar las olas populares apunto de que se derramasen dentro de las cárceles, y sofo-

casen allí, en medio de la confusión y ruido a los encerra-

dos en aquellas paredes. Pero malogróseles su feroz in-

tento, que muy somera y no de fondo era la tempestad le-

vantada, como impelida sólo por la iniquidad de unos pocos

y muy contados".

Esa misma mañana amaneció en las esquinas el ma-nifiesto del Rey, fechado en Valencia el 4 de mayo y man-tenido oculto de propósito, en que se negaba a jurar la

Constitución, reprobaba lo hecho en su ausencia y prome-tía un gobierno de libertades y moderación. "Mas hacer

promesas tan solemnes y de semejante naturaleza a la faz

de la nación y del mundo, al propio tiempo que se decreta-

ba subrepticiamente la disolución de las cortes y que se

atropellaban sin miramiento alguno las personas de tantos

diputados y hombres ilustres, no parecía sino que era aña-

dir a proceder tan injusto y desapoderado befa descara-

da y dura", comenta Toreno, cuyo relato, de primera mano,y a ratos de mano maestra, vale la pena seguir.

"Atropéllanse a la mente reflexiones muchas al con-

templar semejantes acontecimientos y sus resultas. Poruna parte muy de lamentar es, ver convertido al Rey eninstrumento ciego de un bando implacable e interesado,

haciendo suyas las ofensas y agravios ajenos, y forzado portanto a entrar en una carrera enmarañada de reacciones ypersecución en daño propio y grave perjuicio del estado, y

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186 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

por otra admira la imprevisión y abandono de las Cortes

que dejándose coger como en una red, no tomaron medidaalguna para el golpe que las amenazaba, madrugando pri-

mero y anticipándose a sus enemigos. Nacía en el Rey se-

mejante conducta de su total ignorancia de las cosas actua-

les de España, y de aquella inclinación a escuchar errados

consejos que se había advertido ya desde el principio de

su reinado ; y en las Cortes de inexperiencia y de la buenafe que reinaba entonces entre los reformadores, no imagi-

nándose cabría nunca a su causa ni caería tampoco sobre

ellos la suerte y trato que experimentaron, no menos inicuo

que poco merecido.

"Dudamos también contra el dictamen de muchos que

hubieran podido las Cortes, aún permaneciendo muy uni-

das, resistir al raudal arrebatado que de Valencia vino so-

bre ellas. El nombre de Fernando obraba por aquel tiem-

po en la nación mágicamente; y al sonido suyo y a la vo-

luntad expresa del Rey hubiera cedido todo y hubiéranse

abatido y humillado hasta los mayores obstáculos. Tam-poco era dable contar con los ejércitos. Mantúvose el lla-

mado primero fiel a las Cortes, pero tibio; y declaróse en

contra el segundo ..." etcétera . .

.

El Rey entró en Madrid el 13 . . . "Arcos de triunfo

y otros festejos embellecían la carrera y le daban realce;

no escaseando en ella el clamor, alabanzas y vítores, si bien

no con aquel desahogo y universal contentamiento que era

de esperar en ocasión tan plausible; lastimando el oído

de muchas y quebrantado su corazón con los sollozos y lá-

grimas de las familias de tantos inocentes, sepultados aho-

ra en oscuros encierros y calabozos".

Desocupadas las plazas españolas por los franceses ylas francesas por españoles y aliados, regresado Wellington

a su patria y firmado el tratado de paz de las potencias,

España se reorganizaba, pero, para su mal, bajo los signos

del despotismo y el error. Los dos primeros ministerios

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 187

siguieron la política iniciada en Valencia "creciendo cada

día más las persecuciones y la intolerancia contra todos los

hombres y todos los partidos que no desamaban la luz ybuscaban el progreso de la razón: siendo en verdad muydificultoso, ya que no de todo punto imposible a los minis-

tros salir del cenagal en que se metieran los primeros ymalhadados consejeros que tuvo el Rey. Error fatal y cul-

pable, del que todavía nos sentimos y nos sentiremos por

largo espacio; pudiendo aplicarse desde entonces a la in-

feliz España lo que decía un antiguo de los atenienses:

"Desorden y torbellino los gobierna, expulsada ha sido to-

da providencia conservadora".

"Otro rumbo hubiera convenido tomarse el Rey a su

vuelta a España, desoyendo dictámenes apasionados, yadoptando un justo medio entre opiniones extremas. Éralo

todo hacedero entonces, y hubiérase Fernando colocado con

tal proceder junto a los monarcas más gloriosos e insignes

que han ocupado el solio español", concluye melacólicamen-

te el Conde de Toreno.

Si Fernando con su camarilla mereció entonces exe-

cración, los hechos posteriores de su gobierno en alterna-

tivas de despotismo y constitucionalismo fijaron para la

posteridad el juicio adverso que contra él y su sistema se

ha mantenido. Sin embargo, cabe decir que a últimos tiem-

pos no han faltado tímidos o encubiertos defensores que

pretendan exculparlo, sublimando buenas prendas perso-

nales que pudieron haberle adornado. Todos los tiranos

encuentran algún glorificador. La historia tiene el deber

de ejercer con severidad su ministerio de justicia distribu-

tiva y no dejarse ilusionar por encontrados apasionamien-

tos. Es lamentable que el último gobernante del imperio

español, el último Rey de Guatemala . . . haya sido lo que

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188 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

fue. Su papel, con todo, fue necesario a la independencia

de América: la prisión y los vejámenes que infligió su

crueldad al guatemalteco don Antonio Larrazábal, fueron

así parte valiosa y necesaria de los grandes sacrificios que

América tuvo que pagar por su libertad.

En el periódico reaccionario que tanto hemos citado

—y sería curioso ver en cuántos más de esos días y del

mismo diapasón— todavía alcanzan a Larrazábal, ya re-

cluido en prisión, salpicaduras del odio reconcentrado. Enun artículo comunicado, del viernes 13 de mayo, donde se

dice que "el código de nuestra libertad contiene atentados

contra la dignidad de un pueblo libre,,

y se da libre salida

a demagógicos desahogos, se escribían cosas como estas:

«que el señor Lardizábal —exregente y luego ministro uni-

versal de Indias, bajo Fernando— había dicho: "llegó el

tiempo de hablar claro" y había que aprovecharlo, para

tratar de la legalidad de las Cortes y sus disposiciones. Que

un periódico había dicho : Las Cortes de España están com-

puestas arbitrariamente sin más plan o más leyes que las

que permitían las circunstancias. Sólo la aprobación pos-

terior de los pueblos que no han podido mandar a ellas sus

diputados legítimos y libremente elegidos puede darles au-

toridad sobre ellos (todo subrayado). Los ilustres Dipu-

tados de las Cortes de Cádiz previeron la fuerza de estas

objeciones y aquellos inconvenientes, y desde luego que hu-

bo ocasión trataron de salvarlos, y de corregir los defectos

de convocación y organización de las Cortes llamando a

ellas a todos los pueblos libres. Sí llamaron; pero ¿y el

examen de lo anteriormente decretado? Ciudadano: de

netuo tae judico, y te juzgaron inexorablemente los señores

constituyentes y constitucionales, porque no contento con

barrenar la obra divina y a los operarios, dixiste ... ¡O

blasfemia! ¡O sacrilegio inaudito! dixiste que en ella se

hallan artículos que atacan la libertad natural de los pue-

blos. Óiganlo, léanlo, rumíenlo los señores Cepero, Martí-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 189

nez de la Rosa, Istúriz, Larrazábal y también Valdés con

su Ayuntamiento y Diputación de Cádiz . . . ».

¡Salpicaduras del odio bastardo de la política, que el

tiempo desvanece y olvida, haciendo que brille en toda su

pureza el fino metal del patriotismo, la entereza y la virtud

con un alto resplandor de gloria!

A toda página, en tipos desplegados, El Procurador

dio la noticia de los arrestos del 10 de mayo del 14, en

que se incluye el prendimiento de Larrazábal. Esta página,

que dice así, tiene el más señalado interés histórico para

nosotros, guatemaltecos en insoluble deuda de honor con

el procer diputado héroe civil de Guatemala:

«PERSONAS QUE HAN SIDO ARRESTADAS ENLA NOCHE DEL 10 DE MAYO, Y DÍAS SIGUIENTESEN ESTA CORTE: Los dos señores Regentes Ciscar yAgar.

Señores Diputados de las Cortes extraordinarias:

Muños Torrero, Presidente de la Comisión de Cons-

titución.

Arguelles y Oliveros, miembros de la misma.

Villanueva.

Calatrava.

Zumalacárregui.

Señores Diputados de las Cortes ordinarias:

Cepero, García, Page, Capaz, Martínez de la Rosa,

Canga Arguelles.

Señores Diputados de ambas:

Terán, Ramos de Arispe, LARRAZÁBAL, Feliu.

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190 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Secretarios del Despacho que habían sido, y lo eran en la

actualidad

:

García Herreros, Alvarez Guerra, Odonojú, CanoManuel.

Particulares

:

El Conde de Noblejas y su hermano, Quintana el Poe-

ta, Domenech, Gefe Político; los Pereiras, los có-

micos Gil y Máiquez, Manrique, editor del Redac-tor General, Ramago, editor del Conciso.

Imprenta Davila, calle de Barrionuevo. Con licencia

del Excemo. Sr. Capitán General».

Consternación en Guatemala por la prisión del Procer

Casi al mismo tiempo habían sido designadas las dos

autoridades supremas, civil y religiosa, de Guatemala, nom-brados sus titulares por el Supremo Consejo de Regencia:

el Capitán General don José de Bustamante Guerra de la

Vega, Rueda, Cobo, Estrada y Zorlando, y el Arzobispo

Doctor Fray Ramón Casaus y Torres. Ambos tendrían

sonada actuación en las vísperas de la independencia cen-

troamericana, y el segundo por muchos años más. El se-

ñor Bustamante, que sumaba ya cuarenta años de servicios

al reino, confirmado por las Cortes asumió el gobierno el

14 de marzo de 1811. El señor Casaus y Torres fue exalta-

do en 30 de marzo de 1811 y confirmado por el Rey en

agosto del 14, tomó posesión de su cargo el 28 de sep-

tiembre de 1815, con bulas pontificias de 15 de marzo.

Ambos —grave coincidencia— eran de carácter enérgico,

autoritario, y se vieron comprometidos por igual en serios

conflictos. Si acataron a las Cortes y contemporizaron con

sus leyes, como no podían menos, sus tendencias eran clara-

mente absolutistas.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 191

El Ayuntamiento constitucional pronto tuvo algunos

rozamientos con Bustamante, como uno provocado por la

negativa de los impresores de la ciudad a tirar cierta pro-

clama municipal relativa a la Constitución sin que antes

conociera de su texto el gobernante, ya titulado jefe políti-

co, según órdenes que al efecto había impartido.

En Madrid y La Habana se hicieron publicaciones con-

tra Bustamante, eco de una querella presentada en las Cor-

tes porque demoraba con pretextos frivolos la instalación

de la Diputación provincial, por su oposición a la plena li-

bertad de imprenta y por otros motivos.

"Esta proposición, decía un periódico, se mandó pasar

con urgencia a la Comisión referida (la de infracciones a

la Constitución, muy activa) a propuesta de los señores

Arizpe y Larrazábal, quienes con la energía de su ardiente

amor a la humanidad y a las sabias instituciones que con

tanto júbilo han proclamado ambas Españas, declamaron

contra el despotismo de gran parte de mandones de Amé-rica, hechura muchos de ellos del execrable Godoy", y se

desahogaba en cargos contra Bustamante.

Nada lerdo en asunto que lo lastimaba, y a tan buenahora, hizo sacar copia certificada del impreso y procedió

a pedir al arzobispo Casaus, a 25 de agosto de 1814, es

decir, ya bien seguro del apoyo que tendría en el régimen

reinstaurado del absolutismo, hiciera a cuatro diputados

provinciales, que eran eclesiásticos, ya reunidos, ya indi-

vidualmente, mediante juramento, varias apremiantes pre-

guntas sobre su conducta, sin temor —aseguraba— a que

emplease su autoridad contra ellos: sólo ansiaba vindicar-

se de las calumnias que se habían vertido en su mengua.Interesa recoger las duras frases del alzado gobernante

contra Larrazábal, prisionero ya en Madrid.

"Me ofenden cinco individuos de esta Diputación pro-

vincial, los exdiputados Arizpe y Larrazábal, que sin cono-

cerme aún de cara son eco ofensivo de sus voces". "Arizpe

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192 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

y Larrazábal, presos de orden del Rey, se anuncia en pape-

les públicos, el editor probablemente condenado también a

prisión, no existen en esta Provincia sino en las cárceles

o arrestos de España. Cuando regrese a la Península (yo

lo protesto seriamente) haré lo que exige mi honor".

Y más adelante, con mayor coraje: "Ignoro quiénes

son los cinco que firmaron la exposición o libelo en que se

me ha calumniado. Sean los que fuesen ; el honor, ídolo de

todo español pundonoroso; el honor, objeto de mi larga ydilatada carrera, no permite que guarde silencio; y si La-

rrazábal llamado mordaz y reo de Estado por el señor Gil,

en la sesión pública de enero último, dijo que no se daba

por ofendido, y no quiso entrar en materia, yo, "guiado por

muy diversos principios, no callaré jamás cuando se meofenda porque mi conducta, pura en el concepto de cuantos

me conocen y hablan de buena fe no teme ser vista ni pes-

quisada en ninguno de sus aspectos".

Palabras que explican la particular inquina con que

Bustamante, como ya vimos, acusaría a Larrazábal por sus

ideas "subversivas" al marginar las Instrucciones, en que

también desfogaba su enojo contra los miembros del Ayun-

tamiento. Quisquillas de rivalidad y amor propio ajado:

los altibajos de la situación política hacían mermar la au-

toridad del jefe político a favor de la de los orgullosos

municipales, que crecía en el constitucionalismo. Al hun-

dirse éste, subía la del jefe. El fenómeno tendría que re-

petirse en los mismos términos en menos de una década . . .

Refiere Ramón A. Salazar (Historia de veintiún años

— la independencia de Guatemala) el entusiasmo que se

promovió en la capital al saberse en 24 de junio lo ocurrido

en Madrid el 4 de mayo, según crónicas de la Gaceta. En-

tusiasmo oficial, por supuesto, inducido a repiques de cam-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 193

panas, estallido de cohetes y fragor de salvas a un pueblo

sencillo y novelero. Pondera la actividad de Bustamente

para celebrar el acontecimiento de la reposición del Rey

y el regocijo personal de que estaba poseído, así como, másadelante, las medidas de rigor que tomó contra los presos

políticos, si bien no se manchó de sangre inocente.

Habla también Salazar de la actuación del arzobispo

y sus manifestaciones de júbilo por el mismo motivo, ofi-

ciando de pontifical el 31 de julio, y como a ese tiempo se

recibiera la noticia de haber sido abolida la Constitución,

añade Salazar, entrecomillando frases de la Gaceta "se mos-

tró colmado de gozo y esperanza, viendo destruida la de-

mocracia". En la iglesia de San Agustín "atacó con cató-

lica vehemencia a los filósofo-políticos Rousseau, Voltaire,

Diderot, Montesquieu y sus secuaces, en las impías obras

que en estos tiempos han abortado, y presentándolos a la

consideración del auditorio como unos insectos inflados de

orgullo y vanidad".

El temperamento del señor Casaus lo arrastraba a esas

explosiones. Ya en México había atacado con violencia ex-

tremada a Hidalgo en su insurgencia, y a Larrazábal le

tocó presentar a las Cortes una colección de sus publica-

ciones de ese orden. Su patriotismo de español se mani-

festó asimismo en oración fúnebre a las víctimas del 2 de

mayo pronunciada en el templo de Santo Domingo en esa

fecha de 1812 conforme a orden del congreso y que impri-

mió dedicándoselo a la regencia; también hizo publicar a

sus expensas un sermón del doctor Blas Ostolaza, diputado

famoso por su cerrado tradicionalismo. Tuvo otros muchospronunciamientos semejantes.

Si el entusiasmo realista de las autoridades civiles yeclesiásticas y de las distintas corporaciones fue extremoso,

es de suponer que detrás de sus demostraciones públicas

latía la inquietud de los que temían efectos de sus pasadas

actuaciones, y de los que, como patriotas y ansiosos de la

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194 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

libertad, veían ensombrecido, acaso para siempre, el ho-

rizonte de su país. ¡Todo estaba perdido!

El Ayuntamiento tuvo que escribir una penosa página

de su historia el 26 de agosto de 1814 al felicitar al Rey yrecomendarle su fidelidad con expresiones propias de la

época: no por esto mismo, sino por la necesidad, en que

se vio de estampar frases que no dejarían de ruborizar a

más de alguno de los signantes, y que son comprensibles

si se consideran la inquietud y el temor que embargaría el

ánimo de subditos que habían contribuido de algún modoa los actos y leyes que el monarca y sus corifeos condenaban

y eran objeto de tiránica represión.

"El Cabildo, Señor —se exculpaban o intentaban excul-

parse con medrosidad que perdura hasta hoy— ,que en ob-

sequio de la unión y de la paz ha reconocido y obedecido

sumisamente a todos los Gobiernos que durante el cautiverio

de V. M. se han sucedido en la Península : lleno hoy de gloria

y complacencia por ver asegurada la administración del Es-

tado en las Reales manos de V. M. oyó con regocijo (!) su

manifiesto y Real Decreto dado en Valencia el 4 de mayoúltimo que el Capitán General de la Provincia hizo publicar

en esta ciudad: y aunque el Cuerpo carece de noticias ofi-

ciales por no habérsele aún comunicado alguna sobre tan

gratos acontecimientos, queriendo mejor acreditar su amor

y lealtad a su amado Rey, prestó inmediatamente su obe-

diencia al indicado Decreto de V. M. y en su virtud hizo

quitar de la Plaza principal del Pueblo la lápida que confor-

me a un Decreto de las Cortes estaba consagrado a la Cons-

titución : haciendo poner en su lugar esta dedicación : "PLA-ZA REAL FERNANDO 7<?" (A esa fecha no habría llega-

do a Guatemala la real cédula de 30 de julio de 1814, que

disolvía los ayuntamientos llamados constitucionales. LaAudiencia no hizo papel más lucido: ¡hay un abismo entre

sus felicitaciones a las Cortes y sus felicitaciones al Rey

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 195

que las disolvió! Había que acomodarse a las circuns-

tancias . . . )

.

Tres días después, sin embargo, y a pesar de incluir

forzosamente en su demanda frases lastimosas, llevado de

nobles sentimientos y del peso de sus deberes y gratitud

hacia el hijo ilustre de Guatemala que había sido su dipu-

tado y soportaba injusta prisión en España, el Ayunta-

miento eleva al Rey estas voces:

"Señor —Guatemala en su Cabildo que en cartas de

1? de julio próximo y 26 del que rige ha tenido el honor

de tributar a V. M. sus homenajes y felicitarse por su res-

titución al Trono de las Españas, que ha colmado los deseos

y votos de los pueblos todos de la Monarquía: puesta hoy

ante el Trono de V. M. con el más profundo rendimiento y

confiada en la clemencia y paternal amor de su Soberano,

se atreve a implorar la gracia a que se contrae la presente

solicitud.

"Obligado, Señor, este Cabildo por virtud de las órde-

nes de la Junta Central y del Primer Consejo de Regencia

a nombrar un Diputado que representara a esta Ciudad ysu partido en las Cortes Generales y Extraordinarias de la

Nación, puso la mira en el Dr. Dn. Antonio Larrazábal,

Canónigo Penitenciario de esta Santa Iglesia Metropolitana

y elegido efectivamente en la terna recayó la suerte en su

persona y fué hecho Diputado con general aplauso y acep-

tación;porque este individuo de una familia antigua e ilus-

tre del país, adornado de las mejores prendas se había

captado las estimaciones y conceptos de las gentes ; razones

que unidas a su mérito y servicio, a su convencida opinión,

entereza y justificación, y más que nada a su decidido pa-

triotismo, adhesión y lealtad acreditada hacia V. M. y a sus

fervientes deseos por el feliz éxito de la guerra que la Na-ción hacía al Tirano de la Europa: movieron al Ayunta-miento a elegirlo para tan importantes destinos.

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196 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"Cuando su patria creía que concluido el término de ¡iu

misión, le volvería a ver en su seno; la voz pública ha he-

cho entender a este Cuerpo que es uno de los Diputados

que se hallan presos en esa Corte, aunque no alcanza los

motivos ni estos han llegado a su noticia. El Ayuntamien-

to, Señor, está muy lejos de atreverse a juzgar de las cau-

sas que habrán motivado la prisión del Diputado Larrazá-

bal, no dudando que si ésta es cierta, aquéllas habrán sido

muy justas. Este Cuerpo, respetando como debe las dis-

posiciones Soberanas de V. M., sólo se limita a pedirle hu-

mildemente: que si el referido Diputado ha tenido la des-

gracia de merecer el desagrado de V. M. se digne verlo con

la conmiseración y piedad propias de su Real Animo y de

la benignidad y amor que V. M. profesa a sus vasallos, dis-

pensándole toda la gracia que sea compatible con la justicia.

"Repite el Cabildo, Señor, que está persuadido que la

prisión de su Diputado habrá sido efecto de muy poderosas

causas; pero ni puede por un lado desentenderse de im-

plorar en su favor la Real Clemencia de V. M. ni descon-

fiar del logro de sus peticiones, que está seguro de alcanzar

mediante su Augusta Benignidad.4

'Las circunstancias mismas del regreso al Trono de

V. M., que debe ser manantial de gracias y beneficios que

se derramen sobre los vasallos todos, claman en favor de

aquel individuo, pidiendo se vean con conmiseración sus

faltas y acaso habrán sido de aquellos yerros de opinión,

que ocasionan los tiempos y los accidentes de que no está

libre el hombre más sensato y juicioso.

"Además, Señor, si la lealtad acendrada de Guatemala

es acreedora a que V. M. se digne otorgarle alguna merced,

ésta es la que su Cabildo, a nombre del público de esta

Capital implora, de V. M. ; suplicándole también que en

atención a la hermana del referido Larrazábal, que es hija

de un fiel servidor de los augustos predecesores de V. M.,

y que no cuenta con otro apoyo para su subsistencia, que

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 197

el de su caritativo hermano el Diputado, quien la ha soste-

nido siempre con los emolumentos de sus destinos por notener otro patrimonio ni caudal: tenga la bondad de im-

partirle la gracia que como se ha dicho arriva este Cuerpo,

sea conciliable con la justicia; haciéndola extensiva, si

pudiese ser, a la restitución de aquel ciudadano a sus em-pleos de esta Ciudad.

"Confiado el Ayuntamiento en la clemencia y ternura

de V. M., no duda que se dignará dar su favorable éxito

de estas respetuosas insinuaciones.

"Dios guarde las Reales Personas de V. M., muchos

años para bien de la Monarquía. Guatemala, en su Ca-

bildo a 29 de agosto de 1814".

El profesor Pardo aclara que esta exposición fué re-

mitida por conducto del señor don José de Aycinena, con

un oficio de esa fecha. Por su parte, el señor Aycinena

especifica las gestiones hechas por él en favor del señor

Larrazábal, en comunicación dirigida al Ayuntamiento fe-

chada cuatro meses más tarde y cuyo texto es también

valioso de recoger en estos apuntes y recopilaciones.

La nota del consejero don José de Aycinena al Ayun-

tamiento de Guatemala habla de otras súplicas que le fue-

ron enviadas para interceder en favor del prisionero polí-

tico. Gozoso de haber besado las reales manos, dice así:

"Excmo. señor. Como siempre consideré la impresión

que había de causar en los ánimos de los nobles y honrados

habitantes de esa capital, y aun de todos los de ese fidelísi-

mo reyno la inesperada noticia de la prisión del señor don

Antonio de Larrazábal, desde los principios esperaba que

V. E. no pudiéndose desentender de las obligaciones en que

para con él está la patria por los sacrificios que hizo para

venirla a representar, ni debiendo minorar por este des-

graciado accidente la estimación general que justamente

se merece por sus virtudes cristianas, y patriotismo había

de dirigir por estas razones sus súplicas a nuestro suspi-

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198 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

rado monarca a beneficio de dicho señor. No me engañe

en mi esperanza, y así con el oficio de V. E. de 26 del últi-

mo agosto, que llegó a mis manos el 13 del corriente recibí

la representación que me acompaña.

"Al día siguiente hablé al Excmo. señor ministro uni-

versal de Indias don Miguel de Lardizábal, y al Excmo. se-

ñor ministro de Estado don Pedro Ceballos, manifestán-

doles el justo y honroso encargo que V. E. me hace, y em-

peñándolos para el buen éxito de la solicitud: luego pedí

por el conducto ordinario que S. M. me concediera unaaudiencia señalándome día y hora para ello: se me asignó

para el día de hoy a las 12, en cuya hora tuve la honorífica

satisfacción de besar de su majestad la mano y represen-

tarle que V. E., el limo. Cabildo Eclesiástico de esta Me-

tropolitana Iglesia, los curas párrocos de la misma, y la

Real y Pontificia Universidad me habían conferido la hon-

rosa comisión de protestar a los reales pies de su Majes-

tad su profunda obediencia como homenaje de su lealtad,

y le hice presente que esta virtud en ese fidelísimo reyno

ha sido a toda prueba constante en las diversas vicisitudes

de los gobiernos pasados, sirviendo de motivo de admira-

ción a la Europa, y de ejemplo e imitación a la América;

pero que cuando estos fieles habitantes desahogaban sus

corazones en las más tiernas opiniones de su amor por la

prodigiosa restitución de S. M. al augusto trono de sus

gloriosos progenitores, y tributaban al todo poderoso ren-

didas gracias por tan incomparable beneficio, se hallaban

penetrados del más vivo dolor por la noticia de haberse

puesto preso su diputado a Cortes, eclesiástico de ejemplar

virtud, y que había dado pruebas de su declarada adhe-

sión a la sagrada persona de S. M., añadiéndole que no por

esto dudaba de la justicia de la causa, sino que imploraba

V. E. y los limos., y respetables Cuerpos, la clemencia de

S. M. a favor de un hijo, y hermano, desgraciado, en los

pliegos que me encargaban elevar a sus reales manos, las

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 199

que besé por segunda vez en el acto de entregárselos, supli-

cándole por tres ocasiones a su innata bondad se dignase

leerlos por sí mismo.

"S. M. se dignó oírme despacio y benignamente y por

muchas ocasiones me contestó con su acostumbrada afabi-

lidad que estaba bien.

"Fundado en esto, en su natural clemencia, y en su

paternal corazón, espero que la representación de V. E.

producirá el efecto que se desea, pues aunque Dios suele

hacer padecer a los justos es para purificarlos y que salgan

con mayor limpieza.

"Inmediatamente di aviso al señor Lardizábal de las

resultas de la audiencia que había logrado de nuestro Reyy señor y a V. E. cuidaré de comunicar las sucesivas.

"En esta semana está dando su confesión el señor

Larrazábal, y es regular que en la siguiente, se ponga en

comunicación, y así oportunamente ha llegado la represen-

tación de V. E.

"Nuestro señor guarde a V. E. muchos años. Madrid,

17 de Febrero de 1815.

"Excmo. señor.

(f) José Aycinena.

"Excmo. y M. N. Ayuntamiento de Guatemala".

El señor Lardizábal, en gran encumbramiento oficial,

en esos momentos delicados, era un nexo valiosísimo para

Guatemala, de la que había sido diputado suplente. En31 de julio de 1815 se dirigía al Ayuntamiento agradecién-

dole en nombre del Rey sus demostraciones de júbilo yfidelidad, y es de suponer no sería indiferente, a despecho

de diferencias políticas, a la causa de Larrazábal en la

que por obra de su cargo y de sus relaciones con el señor

Aycinena tenía que intervenir.

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200 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

La solicitud de los señores Aycinena por Larrazábal

iue constante y hubo de documentarse en reclamo hecho

al Ayuntamiento por don José Ignacio Larrazábal, her-

mano del canónigo, quien con el deseo de arreglar las cuen-

tas pendientes con esa casa, propiamente con la mortual

de don Vicente de Aycinena, hace en 1815 pedimento ds

que se le cancelen los adeudos por concepto de dietas el

diputado, de las cuales sólo había recibido una parte, su-

pliendo lo demás de sus gastos mediante anticipos de un

familiar de los señores Aycinena, por instrucciones de

éstos.

El momento para tal reclamo no sería el más propicio

y la cosa debió parecer una brasa, en manos de la muni-

cipalidad, tal vez con ribetes de cuestión política. Se for-

mó, como era natural, el expediente de rigor, que se halla

muy deteriorado y borroso, pero de su contenido da clara

idea, aun faltando el fallo del fiscal a quien pasó, y otros

documentos o trámites, la siguiente carta de don JuanFermín de Aycinena incluida en dicho expediente, así co-

mo un pasaje del propio reclamo por don Ignacio Larra-

zábal. Dicen

:

«Sor. Dn. José Ignacio Larrazábal. —N. GuatemalaSepte. 23 de 1815.

Muy Sr. mío: En virtud de Real Orden expedida a

instancias de los SS. representantes de este reyno se comi-sionó a mi hermano el Marqués de Aycinena para que re-

caudase las dietas respectivas a cada uno mandadas pagarprincipalmente de la renta de tabaco de este reyno.

Luego que se recibió otra Real Orden se hicieron ante

el Supremo Gobierno las gestiones oportunas quien en vista

de no haber caudales en el tabaco interpeló al Real Consu-lado para que entregase de sus fondos doce mil pesos.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 201

Después de varias contestaciones se allanó este cuer-

po a la entrega acordada se librasen los doce mil pesos a

favor de mi hermano: percibí el libramiento y a cuenta se

me entregaron 5,152 pesos en dos partidas, la primera en

un libramiento de 3,152 pesos contra el receptor de Villa

de Sonsonate que cobré y la 2^ de dos mil pesos que meentregó el Tesorero Dn. Rafael Trullén en tres de julio del

año ppdo.

En dicha fecha hice el prorrateo de 5,152 pesos entre

los SS. Diputados y aboné en su cuenta al Padre Larrazábal,

hermano de usted 858 pesos 5 1/3 rs. y es la única cantidad

que se me ha entregado por cuenta de sus dietas pues no

ha llegado a cubrir el libramiento de los doce mil pesos.

Por lo que toca a nuestro Padre Antonio no ha tenido

necesidad de percibir en España de la Real Tesorería nin-

guna cantidad pues desde que llegó a Cádiz se le ha sumi-

nistrado todo lo necesario por mi primo Dn. Fermín de

Elizalde según nuestras órdenes y particular encargo.

Creo que la cuenta de su gasto conforme avisos de miprimo debe ascender a más de cinco mil pesos.

Cuando salió de esta ciudad se le dieron para el viaje

cinco mil pesos y aunque gastó en él como siete ; sin embar-go de las ofertas que se le hicieron por este Ayuntamientode que avisase lo más que gastase no quiso que mi hermanosolicitase el reintegro del exceso.

Es cuanto sobre el particular ha ocurrido y puede de-

cir a usted su affmo. —Q. B. S. M.— Juan Fermín A\j-

cinena».

El escrito de don Ygnacio copia en parte la carta an-

terior y termina: "Yo retardaría esta gestión hasta otra

oportunidad pero me impele a hacerlo así" —el reclamo

"el deseo de reintegrar a la casa del Sor. Marqués los suple-

mentos que por disposición de V. E. tiene hechos a mi des-

graciado hermano como que cortara los premios que le

están corriendo y agravan más su lamentable situación.

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202 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Espero pues de la consideración de V. E. se sirva dis-

pensar a este negocio que por su entidad y justicia es digno

de la mayor atención. —Dios guarde a V. E. muchos años.

—Guatemala 7 de octubre de 1815. —José Ignacio Larra-

zábal".

Las dietas del canónigo Larrazábal comenzaron desde

el 20 de agosto de 1811 en que dio principio a sus funcio-

nes, hasta el 11 de mayo de 1814 en que cesó su represen-

tación por la disolución del congreso : 995 días que a razón

de 6 pesos son 5,970 a cuenta de los cuales recibió 853 pe-

sos 5 1/3 reales.

Juzgúese cuánto acibararían la de suyo amarga si-

tuación del prisionero real y la inquietud de sus deudos,

la incertidumbre y preocupaciones económicas, con el marde por medio y un encarcelamiento que, en rigor, era de

término indefinido . . .

Persecución que acaba mal para el gobernador

Los miembros del Ayuntamiento constitucional tuvie-

ron que ser sustituidos para 1815, al recibirse la real or-

den de reposición de los de 1808, de quienes sólo quedaban

dos en Guatemala. A don José de Isasi, como alcalde, le

correspondió recibir esta orden de Bustamante, el 22 de

agosto

:

«Excelentísimo Señor: Habiéndose enterado el Rey

nuestro Señor, de dos impresos, titulados, el uno "Instruc-

ciones para la constitución fundamental de la Monarquía

española y su gobierno, dadas por el Ayuntamiento de la

ciudad de Guatemala a su Diputado, el Doctor don Anto-

nio Larrazábal, formadas por don José María Peynado,

Regidor Decano del mismo Ayuntamiento ,,

; y el otro:

"Apuntes instructivos que al señor don Antonio Larrazá-

bal, Diputado a las cortes extraordinarias de la nación es-

pañola, dieron sus Regidores don José de Isasi, don Sebas-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZABAL 203

tián Melón, don Miguel González y don Juan Antonio

Aqueche" ; y convencido S. M. de que la expresada instruc-

ción, en la que se ven copiadas a la letra muchas proposi-

ciones de la Asamblea Nacional de Francia, ha sido la que

ha encendido en estas Provincias, por los principios sedi-

ciosos que contiene, la tea de la discordia y ocasionado la

revolución, ha resuelto, entre otras cosas, que se expida

circular mandando recoger la expresada Instrucción como

sediciosa y trastornadora del orden: que todos los que fir-

maron en el Ayuntamiento la primera parte de la mencio-

nada Instrucción donde está comprendido su mayor veneno

exceptuando a los señores Isasi, Melón, González y Aqueche

(que aunque firmaron fueron de voto contrario), queden

incapaces de obtener en América empleo alguno de nin-

guna clase, aún los concejiles de Alcalde, Regidor y Síndico;

cuya real disposición me comunica el Excelentísimo señor

Secretario de Estado y del Despacho Universal de Indias,

con fecha 31 de marzo último, orden de S. M.; y la traslado

a V. E. para su inteligencia y cumplimiento. Dios gue. a

V. E. ms. as.— Real Palacio, etcétera. José de Bustamante».

El propio 22 —y no deja de sorprender cuánta cele-

ridad en la ejecución del mandato— el cabildo ordena sacar

"de los archivos del Ayuntamiento, si es que hay algunos,

cuantos ejemplares se encuentren de las Instrucciones...

exgregándose del Libro de Actas de ochocientos diez el que

se halla cosido al fin, y que lo mismo se haga con los ejem-

plares de Constitución que están agregados a las Actas yen los Archivos, sacándose también de estos todos los pa-

peles que tengan relación con ella, y se remitan con oficio

al Superior Gobierno", y mandar la lista de los concurrentes

a la sesión del 13 de octubre de 1810, cuya acta sólo estaba

firmada por dos concejales y no por el secretario, don José

Francisco de Córdova, que se había posesionado en el cabil-

do anterior. De los antiguos municipales sólo figuraba aho-

ra Ysasi, los otros —no "constitucionales"— eran nuevos.

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Termina el acta dichosa : "Y últimamente que se borren

de los retratos de los señores Aycinena, Larrazábal y Pavón

todas las inscripciones y geroglíficos de sus representacio-

nes, quedando sólo sus cuerpos, escudos de armas y demás

que no se oponga a este Acuerdo ; a cuyo efecto se comisionó

al señor Trullé (don Rafael, regidor) sacándose dichos re-

tratos de la Sala Capitular y trasladándose a la antesala del

Despacho de la Secretaría".

No paran ahí las tristezas. En oficio del l9 de sep-

tiembre el Ayuntamiento remite a Bustamante los papeles

incriminados : "obedeciendo ciegamente la real disposición",

y "las insinuaciones que personalmente oyó de V. E. en

sesión del mismo día (22 de agosto), acordó no sólo regis-

trar escrupulosamente sus archivos en solicitud de las re-

feridas Instrucciones, sino también de los ejemplares que

hubiere de la Constitución sancionada por las llamadas Cor-

tes, y demás papeles alusivos a ella, como son el Catecismo

que la explica, los Diarios de Cortes, que la precedieron, yotros cuadernos sueltos que se toma este Cuerpo la libertad

de dirigir a V. E. con el único ejemplar que existía de las

primeras, agregando al Libro de Acuerdos de 1810", man-dando el título, copia literal del párrafo del acta del día

en que se leyeron las Instrucciones, y. las firmas, creyendo

"haber dado exacto cumplimiento a la citada Real Orden

y superiores conceptos de V. E.".

¡Ni en los mejores días de la santa Inquisición!

Habiéndose cumplido y ejecutado (¡con cuánto rego-

cijo del señor Capitán General!) la real ordenanza del 31

de marzo, y comunicado a todas las autoridades del reino

que recogiesen la sediciosa Instrucción, informaba, o con-

minaba al Ayuntamiento el 22 de diciembre para su inte-

ligencia y conocimiento que "mandando S. M. entre otras

cosas, que para escarnio en lo sucesivo se queme la indicada

Instrucción por mano de ejecutor público en la plaza de

esta capital; he resuelto que.se verifique en la mañana de

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 205

hoy por el Pregonero, respecto a no haber Ejecutor Público;

comisionando al efecto al Ayudante don Francisco Cascara,

debiendo presenciar dicho acto el Escribano de Cámara de

este Superior Gobierno de que pondrá la debida constancia

a continuación de esta Providencia".

No deja de ser pintoresca la relación que de la quemade las Instrucciones hiciera El Viejo Repórter (Víctor

Miguel Díaz), concediendo como a menudo lo hacía hartos

poderes a la imaginación, en un, por otra parte, meritorio

trabajo, lleno de datos, intitulado Un varón pacífico, or-

denado y sereno.—Postrimerías de la colonia, sobre los

gobiernos de Bustamante y Urrutia y Montoya, publicado

en el Diario de Centro América en septiembre de 1933

:

"El 23 de diciembre de 1815, enorme muchedumbreinvadía la plaza real de Guatemala, atraída por un acto

anunciado por el pregonero: entre el vulgo de los barrios

había circulado la noticia de que se iba a verificar un auto

de fe: se decía de hechiceros sentenciados a ser quemadosvivos, de criminales, blasfemos y pasquineros a quienes se

daría tormento en público y abundaban los más absurdos

comentarios ... La plaza mayor a las diez del día llenóse

de gente, ávida de presenciar un espectáculo inquisitorial

nunca visto" . . . Pero son las Instrucciones de Peynado a

Larrazábal las que se van a la hoguera. "El público se

contrarió; creía ver achicharrarse a un hechicero o brujo,

y encontróse frente a la incineración de unos cuantos pape-

íes. Los "patojos", con actitud picaresca propia de su

edad" (y pudo agregar que nunca falta muchedumbre de

ellos en el centro de todas las agitaciones populares y mo-vimientos cívicos de Guatemala) "lanzaron silbidos ensor-

decedores, de burla al terminar el auto de fe. . . Francisco

Cascara, lívido de rabia al oír los silbidos, trató de niguas

asquerosas a los muchachos que a todo correr se encami-

naban a sus casas . .. ".

¡ Profundamente guatemalteco ! Así debió ser . .

.

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206 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Las maquinaciones de don José de Bustamante, que

tan bien iban prosperando, tuvieron un fin desastrado para

él. Las personas agraviadas ocurrieron a la Audiencia yésta dio curso a sus querellas y debieron moverse conocidas

influencias en la Corte, de forma que el 13 de junio de 1817

el Rey expedía una nueva real orden que derogaba la de

31 de marzo de 1815, devolviendo su honor a los lastimados

concejales y hasta reintegrándoles los sueldos que hubiesen

dejado de devengar en públicos empleos. Hacíase historia

detallada de los manejos del Capitán General en el asunto

que indujo al Rey a dar aquella orden; pero resultaba que

Bustamante no había procedido rectamente sino con doblez

;

se revelaba que las opiniones de Bustamante al marginar

las Instrucciones eran contrarias a las que había sostenido

y publicado durante el constitucionalismo; que había par-

cialidad en la exclusión que aconsejó de los regidores Ysasi,

Melón, González y Aqueche, etcétera.

En cambio, los recurrentes habían acreditado con do-

cumentos sus servicios en la pacificación de las provincias

—especialmente la Casa de Aycinena y el regidor Peynado

en San Salvador— y el alto concepto de que gozaban en

el país. Notificado de todo Bustamante, había reiterado

sus acusaciones e insinuado que se quería sorprender el real

ánimo, lo que él evitaba, y pedía en fin que el monarca

niciese entender a su Audiencia su soberano desagrado

"porque se atrevía a elevar, y apoyar semejantes recursos

fundados en atestados capciosos y de falsa narración con-

seguidos con intriga y mañosidades ,

\

Sometida la cuestión al fiscal, dio éste un dictamen

—9 de agosto de 1816— si en cierto modo benigno para

Bustamante, en alto grado favorable a los acusados : ¡ lásti-

ma grave que no se comprendiese a Larazábal, hundido

en prisión! El fiscal opinaba porque en tales y tan crí-

ticas circunstancias se volviesen las cosas al ser y estado

que tenían antes del 31 de marzo de 1815, con declaración

de que la real orden de esa fecha no produjera efecto al-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 207

guno ni sirviese de nota "ahora ni en otro tiempo a los

comprendidos en ella, ni de estorbo para las gracias a que

S. M. les considere acreedores, quedando las Instrucciones

con sólo la nota de mandadas a recoger, e imponiendo la

misma, al voto particular de los cuatro Regidores, y por

consecuencia de esto mismo acrisolada como se halla más,

y más con este motivo la lealtad de los Regidores castigados,

se les recompensen las amarguras que han sufrido ellos, ysus honradas familias con las demostraciones que serán

del real agrado especialmente a Dn. José María Peynadoque habiendo probado más servicios en la pacificación do

aquellas provincias y adeción al rl. servicio de S. M. ha

sido el más ofendido concediéndole ademas de la reposición

en el corregimiento de Intenda. de Sn. Salvador, con los

sueldos que ha dejado de percibir y debe pagar Bustamante,

y en los demás oficios Consejiles de la capital de Guatemalaque tenía, y le corresponde, la distinción que sea del rl.

agrado de S. M. reservándole también a los demás su dere-

cho por los daños y perjuicios que se les hayan irogado

contra el mismo Bustamante. Que el manifiesto de este

jefe de 13 de abril de 1811, y oficio que dirigió al R.

Obispo de Nicaragua en 3 de febrero de 1812, se recojan,

y cualesquiera otros papeles de esta clase de que haya sido

autor, o permitido insertar en las Gazets. del Govno. de

Guata, advirtiéndole la equidad y consideración con que

se procede en no determinar que los dos primeros sufran

la misma pena que a propuesta suya, tuvieron las instruc-

ciones del Ayuntamiento. Que estando como se halla tiem-

po hace relevado Bustamante de aquel mando, se le mandecesar en él inmediatamente nombrándole juez de residen-

cia, y que a vista de las inconsecuencias, e inconsideracio-

nes en que ha incurrido en este negocio para perder a los

mismos que había recomendado, y la facilidad con que se-

gún estos y otros papeles, acusa y recomienda, omitiendo

en el primer caso, los servicios y méritos, y en el segundo

los defectos, se tengan por ningún valor, cualesquiera in-

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208 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

forme en esta materia, y los comprendidos en ellos, en el

mismo estado que se hallarían, si no hubiera habido alguno

de dicho jefe en pro, ni en contra suya, atendiéndose úni-

camente a las pruebas que hayan dado, o den de otra clase".

A lo cual el Rey, con buen consejo, como ojalá lo hubie-

ra tenido para el caso de Larrazábal que estaba en sus

manos, decidió: "Visto todo esto en el mi Consejo de las

Indias en pleno de tres Salas, con lo que expuso mi Fiscal,

me consultó su parecer, haciéndome sólidas reflexiones so-

bre la extraña conducta del Presidente, sobre las contradic-

ciones que se observaban en ella, sobre la parcialidad con

que excluyó a los cuatro Regidores autores del voto parti-

cular, en que se ven expresiones más subversivas, sobre

la identidad de las opiniones del mismo Presidente en que

las censuraba en las instrucciones del Ayuntamiento, des-

pués de haberlas elogiado en circulares impresas, sobre las

verdaderas causas de la sublevación de San Salvador yNicaragua, sobre la justicia con que el Tribunal de la Au-diencia obró conforme a las leyes en admitir y dirigirme

con sus informes las reclamaciones de los interesados, sobre

los antiguos y relevantes méritos que habían contraído

los Regidores comprendidos en mi Real Orden, sobre la

actual conducta de los mismos, con que han desmentido ydesmienten constantemente las especies que contenían las

instrucciones, sobre el especial servicio que me hicieron la

Casa del Marqués de Aycinena, y don José María Peynadoen la pacificación de la Provincia de San Salvador, y final-

mente sobre el modo imprudente e impolítico con que ejecu-

tó la orden el expresado Presidente; y conformándose con

el dictamen de mi Consejo en todas sus partes, he tenido a

bien resolver, entre otras cosas relativas a la inmediata

separación de Bustamante, y al juicio de su residencia, que

quede sin efecto mi Real Orden de 31 de marzo de mil ocho-

cientos quince: que se desaprueba la conducta que observó

el Presidente don José Bustamante explicándole mi Real

Desagrado acerca de ella . .. ".

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 209

Disponía además que se dejase constancia de la revo-

cación en las instrucciones, y la nota de recogidas, comotambién en el manifiesto de 13 de abril de 1811 y demáspapeles de Bustamante "en que publicó ideas y preceptos

semejantes a los que contienen las instrucciones", y que

todo ello se comunicara por cédula y se publicara en todas

las capitales de provincia del reino.

El enredador presidente había caído en sus propios

lazos: es de juzgar cómo quedaría de apabullado con aquel

bofetón real, cuando tanto alardeaba de su pundonor. Perocontinuó atribuyéndolo todo a intrigas de sus enemigos yse resistió a publicar el documento de su escarnio, debién-

dolo hacer "con gran júbilo de este vecindario", dice sen-

cillamente el historiador, contemporáneo de los sucesos ba-

chiller Domingo Juarros, el nuevo capitán general y gober-

nador, don Carlos Urrutia y Montoya-Matos HernándezJames, quien tomó posesión del cargo el 28 de marzo de

1818 ; lo hizo el 8 de abril, y Bustamante pudo darse cuenta

del revuelo que causaría, pues se hallaba aún en Guatemala.

Otros historiadores afirman que aún más tarde y lejos de

Guatemala, Bustamante procuró vengarse de algún modode sus malquerientes. Lo cual también puede tomarse a

malquerencia ... de los historiadores.

Sin embargo del cambio, la persecución contra las Ins-

truciones siguió. El 17 de junio el señor Montoya se diri-

gió reclamando su envío y el de los demás papeles concer-

nientes, al comunicar la real orden del 13 de junio del añoanterior, para sus efectos, a la Real Audiencia, al rector yclaustro de la Universidad, a los Ayuntamientos, a las In-

tendencias de San Salvador, León, Ciudad Real y Comaya-gua, a los Corregidores y Alcaldes Mayores de todo el reino.

En la pesquisa y condenación tácita de ahora, sonaba de

nuevo el nombre de Larrazábal unido al de su perseguidor

Bustamante.

No dejaba de haber su punto de ironía en que maestrotan avezado en triquiñuelas y felonías, como lo era Fer-

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210 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

nando, tuviese que desautorizar y castigar así al adelantadodiscípulo de América, Bustamante. La política es ruedade la suerte que proporciona las más curiosas contradiccio-

nes y sorpresas.

Pero si Bustamante quedaba ya para siempre —por lo

visto: hasta hoy no ha sido completada ninguna vindica-

ción formal de sus pasos— calificado de tirano cruel y men-daz, en la historia centroamericana, a Larrazábal le espera-ban días mejores: quizá en su prisión presentía el alborearde la justicia, que le depararía nuevos honores para dulci-

ficar su largo padecimiento, y la promesa de una más dila-

tada posteridad de respeto y simpatía, esclarecedora de sunombre.

Vuelve al país. Opiniones. Roces con la Inquisición

Ante las explicables vacilaciones y renuencia de los

tribunales españoles para acelerar el juicio incoado a los

diputados y políticos liberales presos en mayo de 1814, el

propio Fernando intervino para dictar condenas. Al señor

Larrazábal le correspondieron seis años de prisión. Porreal orden del 15 de diciembre de 1815 fue trasladado al

Castillo de San Sebastián en Cádiz, para de allí ser enviado

a purgar la pena en un convento de Guatemala. Hizo el

viaje de Cádiz a La Habana, dice don Pedro Arce y Rubio,

en la fragata de guerra Savina, desembarcando a mediados

de 1819, recluyéndose en el convento de belemitas, hasta

que un barco de guerra inglés que venía a Belice, se prestó

a traerlo al Puerto de Santo Tomás, con otras personas.

"La insalubridad de las comarcas en la travesía de

aquel penoso viaje hizo que enfermaran los viajeros que

llegaron al pueblo de Zacapa sufriendo la enfermedad en-

démica de aquellas inhospitalarias regiones ; con tal motivo

viéronse precisados a permanecer en aquel pueblo a donde

fué a prestarles los auxilios de la ciencia el sabio doctor

don Quirino Flores. Convalecientes los viajeros, tan pron-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 211

to como pudieron emprendieron la marcha a esta capital;

pero el Doctor Larrazábal al llegar a la Hacienda El Chato,

distante cuatro leguas de esta ciudad, suspendió su marchay envió una comunicación al Arzobispo don Fray RamónCasaus y Torres participándole su llegada, el motivo de

la tardanza y rogándole se sirviera indicarle a qué convento

debía dirigirse para cumplir lo ordenado por Su Majestad.

El día siguiente, 15 de abril de 1819, el Arzobispo ordenó

que pasara a Belén bajo la inmediata vigilancia y respon-

sabilidad del prior Fray José de San Martín. Según la

orden real "se podía pasear por todo el recinto del convento,

sin salir de las tapias, no le visitaría ninguno de sus amigos,

no se le permitiría escribir, ni se le entregaría ninguna

carta, y sería responsable el prior de su conducta y avisaría

de lo que en ella notara".

El Arzobispo, sigue diciendo el señor Arce, trató de

que se le entregara a él la correspondencia de Larrazábal

por haber venido a su custodia el reo, pero el administrador

de Correos en 28 de abril se negó a obedecer orden del

Capitán General al respecto, alegando texto de ley que lo

establecía de otra manera, y a pesar del empeño del señor

Casaus no se logró nada en este particular. "Mientras

tanto el señor Larrazábal, inficionado su organismo con la

malaria en las mortíferas costas ; exacerbadas sus dolencias

por la estrecha prisión que sufría se hallaba a punto de

perecer —continúa el señor Arce y Rubio— , sin que se

aligeraran los rigores que sufría con el estoicismo propio

del que ve en su amarga existencia que estos son debidos

a la rectitud de sus procederes", hasta que el 4 de mayo de

1820 se acordó ponerlo en libertad para que pudiera recibir

asistencia médica en su casa.

(Las secuencias de estas enfermedades determinarían

más tarde sus repetidas renuncias a elevados cargos políti-

cos con que se le quería honrar aprovechando sus luces yexperiencias. Aún la más alta jerarquía de la Iglesia hubo

de rehusarla en parte por ello —padecía de un temblor que

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dificultaba sus movimientos y en especial el escribir— y enalta parte por humildad. Después de la Independencia"tuvo la cordura de sustraerse de las luchas de partido quese desencadenaron, dice justamente el autor antes citado,

pero no pudo dejar de figurar lucidamente en el clero,,

).

Cuando se restableció la Constitución española en 1820,

el mismo señor Casaus, acompañado de muchas personas,

fue a sacar al señor Larrazábal de Belén, y le llevó comoen triunfo a sentarle en su silla canonical, restituyéndole

en el libre uso de su prebenda y en todos sus honores, decía

el quincenal católico La Fe en 1895, en un artículo en dondese escribían también estos asertos : "Pocos habrá entre no-

sotros que no hayan oído hablar de tan ilustre prelado

(Larrazábal), de tan esclarecido ciudadano. Pero muypocos también, de la generación presente" (y casi otro tan-

to diríamos de la actual) "estarán al cabo de cuanto hizo

el señor Larrazábal en beneficio público".

Al mismo periódico pertenecen estas otras expresiones

que transcribimos porque encierran un juicio significativo

por su procedencia : "Que el señor Larrazábal profesara en

aquel entonces de la mejor buena fe, los más avanzados

principios de gobierno democrático-representativo, nada tie-

ne de extraño, cuando como a todos los hombres más nota-

bles de España y de América, los seducía el ejemplo de la

prosperidad y grandeza de los Estados Unidos de la Amé-rica del Norte, y no les había enseñado la experiencia que

era muy difícil implantarlo en los pueblos españoles y ame-ricanos, sin que antes recibieran la conveniente educación

para comprender siquiera el valor y modo de aplicar ese

sistema político".

De la misma índole es la curiosa salvedad hecha por

la pía redacción de la revista católica El Ideal (1912) al

publicar los artículos del señor Arce y Rubio sobre "el

virtuoso sacerdote y acendrado patriota", diciendo que no

era el ánimo de la revista "aprobar sin reservas todos los

actos de las famosas Cortes de Cádiz, a las cuales asistió

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 213

como diputado el señor Larrazábal: aplaudimos, sí, las

disposiciones justas y genuinamente demócratas que de

esa memorable asamblea emanaron, no sus yerros".

La reserva se mantiene a través de los años en la uni-

versalidad de los comentaristas de extracción católica, a

veces muy acentuadamente, y otras adoptando la forma de

un silencio más reticente aún. En un estudio sobre La

Iglesia y las Constituciones políticas de México, por el

canónigo de ese país Jesús García Gutiérrez, profesor de

historia en el seminario mexicano (Todo 13 de agosto de

1953) se dan conceptos corroborantes y se menciona en

particular al diputado Ramón Arizpe, junto al cual sonó

tantas veces el nombre de Larrazábal en luchas, éxitos e

infortunio: de modo que el lector justificará la extensa cita

canonical que sigue:

"En las Cortes de Cádiz —habla el señor García Gu-tiérrez— , figuraron como diputados por México, cerca de

veinte individuos, la mayor parte de ellos sacerdotes y no

se ha hecho y sería de mucho provecho un estudio de sus

antecedentes y del papel que hicieron en las Cortes. Deallá trajeron ideas regalistas los que no las llevaron de

aquí, porque los que de aquí las llevaron, regresaron corre-

gidos y aumentados y, cuando menos uno. Ramos Arizpe,

volvió de allá masón y como aquí figuraron, en la política

después de la independencia y algunos fueron secretarios

de Estado, sería muy conveniente estudiar su actuación en-

tre nosotros, relacionándola con sus actividades en Cádiz . . .

"Las Cortes de Cádiz fueron convocadas por la Junta

Central para constituir políticamente el reino de España

y ciertamente que no tenían autoridad para ello, porque

habían declarado, y así era la verdad, que trataban de

impedir que, cautivo Fernando VII, quedara el Reino sin

autoridad ninguna, pero sí es un principio de derecho ca-

nónico, que no es sino la expresión del sentido común : Sede

vacante nihil innovetur, que nada nuevo se introduzca mien-

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214 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

tras una sede está vacante, es claro que, al querer haceruna Constitución política se excedían en sus atribuciones

y esa fué la primera razón por la cual Fernando VII des-

conoció y declaró de ningún valor cuanto las Cortes hicie-

ron en su ausencia y sin tener autoridad ninguna para ello.

"De los diputados que formaron las dichas Cortes, dice

Menéndez y Pelayo con toda justicia: «¿Qué educación ha-bían recibido aquellos prohombres sino la educación del

siglo XVIII? ¿Qué doctrina social habían mamado en la

leche del Contrato Social de Rousseau o (a lo sumo) la del

Espíritu de las leyes?. . . ». Las ideas dominantes en el nue-

vo congreso tenían que ser, por ley histórica ineludible, las

ideas del siglo XVIII, que allí encontraron su última ex-

presión y se tradujeron en leyes".

La objeción, como se ve, aunque tácita, es patente.

Pero abandonando este espinoso campo de polémica,

por ahora, pues volveremos sobre opiniones de Menéndez

y Pelayo, veamos, antes de entrar en una nueva fase de

la vida de Larrazábal, dos alusiones también curiosas quedejaron dos de las plumas —ya de acero por su filo y por

su brillo— más prominentes del conservadurismo guatemal-

teco del siglo pasado lanzados al exilio. Esta incidental en el

diario de viaje de Manuel Montúfar y Coronado (Papeles del

Ochocientos publicados por José Arzú en folletín de El

Imparcial, 1933) camino de México, a una lejana hacienda,

en 1833. El coche en que marchaba con sus acompañantes

se había roto. Un hermano del autor, José "se fué a la

herrería a hacer un eslabón, cuidó las bestias, vio los caba-

llos del huésped, que son buenos, trabó conversación con él,

a pesar de su mal gesto, y las tuvo más largas con unpobre muy vivo y de muy buena memoria, que fué a Españade criado de un diputado a las cortes extraordinarias, y que

daba noticias exactas y muy detalladas del señor Larrazá-

bal y su prisión en la cárcel de la Corona. Sus noticias no

se limitaron a España y los diputados ... " (¡Cómo se

hablaría de sucesos tales! ¿Pues y en Guatemala?).

Page 217: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 215

Memorable es también la cita de Larrazábal en la fa-

mosa "novela que tiene mucho de historia", o autobiografía

novelada, El Cristiano Errante, del admirable y mordací-

simo don José Antonio de Irisarri, publicación hecha en

Bogotá en 1847 conocida sólo gracias a la reimpresión de-

bida al doctor Guillermo Feliú Cruz (Santiago de Chile,

Imprenta Universitaria, 1929. Reproducción en Anales de

la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala).

Romualdo (o don José Antonio, el protagonista) va

camino de México. "Por eso siguió El Cristiano Errante

su camino derecho hasta Oajaca, por otro nombre Ante-

quera, y llegó a esta hermosa ciudad acompañado del buen

señor Parrazar, que era el más complaciente servicial suje-

to de este mundo. A una legua de la ciudad encontró a su

paisano y amigo D. Francisco de Larrazábal, que era inter-

ventor de los correos de Oajaca, y venía a llevarle a su casa;

es decir, a la casa de D. Andrés de Larrazábal, primo de

D. Francisco con quien éste vivía. D. Andrés era el pri-

mer magnate de Oajaca, rico hacendado, excelente caba-

llero, que gozaba de las consideraciones de toda clase de

personas, tanto por sus prendas estimables, como por el

influjo que le daba su título de alcalde provincial, que tenía

por juro de heredad. El D. Francisco era hermano de

aquel D. Antonio de Larrazábal, que fué enviado de Gua-temala a las Cortes de España, en la primera época de

éstas, y las presidió, dando a su patria aquella gloria que

sólo dan los hombres de gran mérito, de aquel liberal ver-

dadero, ilustrado, impertérrito, que mostró la más heroica

energía, oponiéndose al despotismo de Fernando VII, cuan-

do este Rey volvió a Francia a castigar a los que le conser-

varon la corona; y debemos decir en honor de esta familia

de Larrazábal, que en ella, tanto los hombres como las

mujeres, fueron personas sin excepción ninguna, de muchomérito, aunque puede decirse lo mismo de las familias de

los Aicinenas, de los Pavones, de los Nájeras, de los Batres,

de los Arrivillagas, de los Beltranenas, de los Montúfares,

Page 218: Brañas - Antonio Larrazabal

216 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de los Juarros, de los Llanos, de los Coronados, de los

Manríquez y de los Laras . .. ". Es lástima, aunque muy

grato lo que sigue, que Irisarri no hubiera hablado másde su gran homónimo : El Cristiano Errante, joven que era,

ha encontrado a las Tres Gracias junto a don Francisco de

Larrazábal y entra —o se pierde— en enamoramiento de

una de ellas . . .

No podía faltar en la historia del señor Larrazábal

algún roce, por ligero que fuera, con la Santa Inquisición:

por fortuna, sin que le alcanzaran consecuencias de sospe-

chas o de enconos.

La política seguida por España después de la Revolu-

ción Francesa vivificó al languideciente tribunal, para uti-

lizarlo, como instrumento político (por lo común, enseñaMenéndez y Pelayo, en manos de Jansenistas regalistas . . . )

.

"El resultado de este fortalecimiento es principalmente la

persecución sistemática de todos los libros e ideas que con-

tengan visos de enciclopedismo, y se plasma en el índice

expurgatorio de 1790 —escribe Ernesto Chinchilla Agui-

jar en su valioso libro: La Inquisición en Guatemala (1952),

que, con el del P. Martín Mérida, son las dos únicas historias

publicadas aquí hasta ahora sobre una institución que en to-

das partes cuenta con bibliografía superabundante; pero

ambas historias son de sobra interesantes para suplir la

ausencia de otros estudios guatemaltecos sobre el tema—

;

prolongándose en una serie de edictos para prohibir las

obras que salen después de ese índice. En ellos, se exclu-

yen principalmente: las obras anónimas, las que contienen

doctrina política contraria a las ideas monárquicas, las

lascivas, las ediciones en lengua vulgar del Nuevo Testa-

mento, etcétera''.

Chinchilla Aguilar señala entre las personas denuncia-

das por tener libros prohibidos, entre otras, al padre An-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 217

tonio Liendo y Goicoechea, al oidor Jacobo de Villaurrutia

—que poseía licencia para leerlos y retenerlos en su po-

der—, el canónigo Larrazábal . . . Domingo Estrada, José

del Valle, José María Castilla, José Domingo Diéguez, los

Montúfar . . . , es decir, las más salientes inteligencias de

las postrimerías del XVIII y comienzos del XIX, profun-

damente influidos por las ideas de la Ilustración. Aquellos

y otros —Flores, Esparragosa, Molina, Cañas, Larreina-

ga. . .— "que son casi todos discípulos del movimiento Ilus-

trado, y que están empeñados ya en la reforma renovadora,

para lo cual tienen el ancho campo que les brinda la cons-

trucción material y espiritual de la ciudad nueva, continúan

todos públicamente interesados en las mismas cuestiones

científicas y artísticas, y secretamente informados de las

ideas y sucesos políticos de Europa", a pesar del cambio

operado en España contra las ideas francesas, escribe el

mencionado historiador de la Inquisición, añadiendo que

las obras más perseguidas eran de Voltaire, Rousseau, Mon-tesquieu, Condillac, Volney, Filanguieri, Barruel, Caba-

rrús, Moratín, Cadalso, Iglesias . . . , como se ve, preferen-

temente autores franceses, aunque no faltaran españoles

y de otras nacionalidades.

Al abolirse definitivamente la Inquisición el 9 de mayode 1820 en cumplimiento del célebre decreto de las Cortes

de 22 de. febrero de 1813, es decir, poco después de haberjurado Fernando VII la Constitución que no quiso jurar

en 1814, y reconociendo que aquel tribunal era incompati-

ble con dicha Constitución, tal como las Cortes de Cádiz

lo habían establecido como fundamento de su resolución,

y antes de pasar los expedientes y papeles que estaban en

poder de la rama del Santo Oficio en Guatemala al arzo-

bispado, según se hallaba dispuesto, se levantaron inven-

tarios de rigor, y en ellos en efecto aparecen numerososlibros prohibidos, o sospechosos, franceses en su mayoría,

periódicos, estampas, etcétera, recogidos en diversas épo-

cas y circunstancias, y cuyas listas más semejan el cátalo-

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218 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

go de la biblioteca de los ilustrados y no pocos sospechosos

inquisidores . . .

Figuran en dicho catálogo —insertado por Mérida

49 ejemplares del Catecismo explicativo de la Constitución

(que tanto irritara a Bustamante), el famoso Diccionario

crítico burlesco de Gallardo, y numerosos ejemplares de

diversos periódicos de Cádiz: El Conciso, El Redactor Ge-

neral, El Robespierre, El Censor General, El Patriota en

las Cortes, El Duende, y otros condenados explícitamente

en 1816 y muchos de los cuales se sabe que fueron enviados

por Larrazábal. ("Muchos de esos ejemplares tienen el

nombre de Larrazábal", afirma Chinchilla Aguilar).

Pero hay una mención particular en el inventario : "Untomo en 4? pasta, titulado : Semanario Patriótico, que com-prende el prospecto de dicho semanario, desde el número 1

hasta el 32, inclusive y tiene en su primera hoja, el siguien-

te letrero : "Antonio Larrazábal". En edicto de febrero de

1816 se prohibió el periódico Semanario Patriótico, desde

el número 16 en adelante, por el Padre Cura de la Cande-

laria, don Enrique Loma Osorio, Notario revisor y Expur-gadores del Santo Oficio de la Inquisición, se ha requerido

a don José Ignacio Larrazábal, que presentó la lista, en

que entre otros, venían estos libros".

Pues no era ese solo sino algunos más. Por lo menos,

este más : Causas de la Revolución de Francia en el año de

1789 por el abate Erbas y Panduro, reimpreso en Madridsin nombre del impresor (lo que por sí ya calificaba esta

obra como prohibida) y que contenía proposiciones grave-

mente heréticas, algunas de las cuales se copiaban en el

catálogo demostrativamente. También tenía esta obra, re-

petido e indudable, el nombre del propietario o remitente,

Antonio Larrazábal : de modo que tanto por el lado político

—a que se desviaba el celo de la Inquisición—, como por el

religioso —que la Inquisición por tibia que anduviese no

descuidaba—, llegábale al canónigo guatemalteco en su

país una sombra dé amenaza, de que ciertamente nadie

Page 221: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 219

estaba exento. Como que se cernía también sobre el pro-

pio arzobispo, el celosísimo y fidelísimo fernandino Fray

Ramón Casaus y Torres, mezclado en ruidoso asunto de

milagros monjiles, sospechándose fuertemente que medió

interés muy activo, así episcopal como de encumbrados par-

ticulares, en ver y proveer que se cumpliese sin tardanza la

entrega de los temibles papeles del extinto tribunal al ordi-

nario, a quien en lo sucesivo correspondían, dulcificándose,

las tareas inquisitoriales, tal como la prohibición sobre

libros que no debían leer los guatemaltecos, lo cual no sería,

en el más secreto fondo del espíritu del señor Larrazábal,

hombre ilustrado a quien llegó a tocarle atender tal espi-

noso cuidado, enteramente de su agrado: ¡a él, tan amantede los libros!

El señor Larrazábal gustaba de poner su nombre en

los libros que adquiría como se ve en los datos de esa

denuncia y en muchos volúmenes que andan sueltos después

de la disolución de la magnífica biblioteca que poseyó, gran

parte de la cual perteneció un tiempo al historiador Fran-

cisco Fernández-Hall (Haroldo), quien justamente se ufa-

naba de su posesión. Bastantes de esos libros sólo tienen,

en firme caligrafía, el apellido: Larrazábal. En un ejem-

plar de la Constitución se lee, de su puño y letra : Lo mandóel señor Larrazábal. El estampar el nombre del dueño en

los libros no era sólo una costumbre general sino una ne-

cesidad en tiempos en que los libros resultaban relativa-

mente raros y ciertamente costosos. Además, habría su

poquillo de presunción de bibliófilos. Gracias a todo ello

pueden conservarse hoy obras que son verdaderamente re-

liquias, principalmente por los nombres de sus poseedores

originales: lástima grande no se hayan conservado sus bi-

bliotecas enteras. En la de Larrazábal los ojos de Argosde la Santa Inquisición hubieran encontrado posiblemente

más que reliquias: evidencias contra el sacerdote y el sub-

dito . . . para penitenciarlo a gusto. En todos los tiempos, la

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220 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

curiosidad intelectual, el afán de ilustración, marchan a la

orilla del peligro.

Altos y adversos juicios. Fernando VII vuelve atrás

Ciérrase el capítulo de Larrazábal diputado a Cortes,

defensor de la libertad y del derecho, mártir de la constitu-

cionalidad. Cabe intercalar aquí los altos y adversos jui-

cios del doctísimo y apasionado don Marcelino Menéndez yPelayo a propósito de las dichas Cortes y sus figuras des-

collantes y su obra. Su extremismo negador puede servir-

nos para equilibrar los extremismos del entusiasmo: pero

no más, que sería caer en injusticia, en ceguedad de intran-

sigencia ...

Insigne fue don Marcelino Menéndez y Pelayo, vasta,

profunda, insigne, su obra: es de todos sabido. Quien, sin

precisos antecedentes de la línea del pensamiento de aquel

maestro se interne en los capítulos consagrados en su His-

toria de los heterodoxos españoles a las Cortes de Cádiz, su

época y sus hombres, llevárase agudas sorpresas, que en

ciertos puntos lo aproximarán a la consternación. La oje-

riza del joven ultramontano que escribió esa impresionante

obra —cuya violencia no pudo humanizarla el sabio en su

larga madurez— es implacable hacia los liberales de las

Cortes, y por parejo a todas las consecuencias legislativas

de sus "mal llamados años". A Larrazábal apenas con-

sagra dos menciones, una equivocada, porque otros gananla preferencia de su irritación

;pero el guatemalteco cae sin

remedio, nos parece, en la colada de jansenistas, enciclo-

pedistas, liberales y otros términos que en la gloriosa plumadel santanderino españolísimo en todo, se tiñen de dog-

mática imprecación.

Las Cortes dichas fueron para él "aquella llamada Re-

presentación nacional" (en bastardilla), "cuyos individuos

sólo a sí mismos se representaban, sin que la nación enten-

diera ni participase nada de su algarabía regeneradora";

Page 223: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 221

"aquellas pedantes Cortes, tan tiránicas, impertinentes yarbitrarias como el antiguo Consejo de Castilla". Y si con-

dena la era fernandina del 14 al 20, con tácita atenuación,

no es precisamente para revalidar el constitucionalismo de

los tiempos de las Cortes, todo lo contrario : "Perversa fué

aquella administración, y no tanto por absoluta, cuanto por

rastrera y miserable, sin ideas, propósito ni grandeza, ymezclada de debilidad y de violencia. Y tanto lo fué, que

sólo pudo hacerla buena la ridicula mascarada constitucio-

nal de los tres años".

El tono polémico irascible que preside en esos y otros

capítulos de la historia de los heterodoxos españoles, se ma-

nifiesta por doquiera. Véasele en este enjuiciamiento ge-

neral de la obra de aquellas Cortes: "ensalzadas hasta hoy

con pasión harta, y aun más dignas de acre censura que

por lo que hicieron y consintieron, por los efectos próximos

y remotos de lo uno y de lo otro. Fruto de todas las ten-

dencias desorganizadoras del siglo XVIII, en ellas fermen-

tó, reduciéndose a leyes, el espíritu de la Enciclopedia y

del Contrato Social. Herederas de todas las tradiciones

del antiguo regalismo jansenista, acabado de corromper ymalear por la levadura volteriana, llevaron hasta el másciego furor y ensañamiento la hostilidad contra la Iglesia,

persiguiéndola en sus ministros y atropellándola en su in-

munidad. Vuelta la espalda a las antiguas leyes españolas,

y desconociendo en absoluto el valor del elemento histórico

y tradicional, fantasearon, quizá con generosas intenciones,

una Constitución abstracta e inaplicable, que el más leve

viento había de derribar. Ciegos y sordos al sentir y al

querer del pueblo que debían representar, tuvieron por

mejor, en su soberbia de utopistas e ideólogos solitarios,

entronizar el ídolo de sus vagas lecturas y quiméricas me-

ditaciones, que insistir en los vestigios de los pasados, ytomar luz y guía en la conciencia nacional. Huyeronsistemáticamente de lo antiguo, fabricaron alcázares en el

viento, y si algo de su obra quedó, no fue ciertamente la

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222 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

parte positiva y constituyente, sino las ruinas que en torno

de ella amontonaron. Gracias a aquellas reformas, quedó

España dividida en dos bandos iracundos e irreconciliables

;

llegó en alas de la imprenta libre, hasta los últimos confines

de la península, la voz de la sedición contra el orden sobre-

natural, lanzada por los enciclopedistas franceses; dieron

calor y fomento el periodismo y las sociedades secretas a

todo linaje de ruines ambiciones y osado charlatanismo de

histriones y sofistas; fuese anublando por días el criterio

moral y creciendo el indiferentismo religioso, y a la larga,

perdido en la lucha el prestigio del trono, socavado de mil

maneras el orden religioso, constituidas y fundadas las

agrupaciones políticas, no en principios, que generalmente

no tenían, sino en odios y venganzas, o intereses y miedos,

llenas las cabezas de viento y los corazones de saña, comen-

zó esa interminable tela de acciones y reacciones, de anar-

quías y dictaduras, que llena la torpe y miserable historia

de España en el siglo XIX".

Aun más: "Ahora, sólo resta consignar que todavía

en 1812 nada había más impopular en España que las ten-

dencias y opiniones liberales, encerradas casi en los murosde Cádiz, y limitadas a las Cortes, a sus empleados, a los

periodistas y oradores de café y a una parte de los jefes

militares. Cómo, a pesar de eso, lograban en el congreso

mayoría los reformadores, no lo preguntará ciertamente

quien conozca el mecanismo del sistema parlamentario

;

pues sabido es, y muy candido será quien lo niegue, que mil

veces se ha visto en el mundo ir por un lado la voluntad na-

cional y por otro la de sus procuradores . .. ".

En fin, la Constitución era para don Marcelino, absur-

da y deleznable por todos costados: "Que la Constitución

del año 12 era tan impopular como quimérica, han de con-

fesarlo hoy cuantos de buena fe estudien aquel período.

Que el pueblo recibió con palmas su abolición, es asimismo

indudable . .. ". "Del abstracto y metafísico fárrago de la

Constitución, pocos se daban cuenta ni razón clara, pero

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 223

todos veían que, con sancionar la libertad de imprenta yabatir el Santo Oficio, habían derribado los más poderosos

antemurales contra el desenfreno de las tormentas irreli-

giosas que, hacía más de un siglo, bramaban en Francia . .. ".

"La Constitución, pues, y toda la obra de las Cortes, cayó

sin estruendo ni resistencia, y aún puede decirse que fué

legislación non nata" ... "¡ Si estarían satisfechos de su

librejo —la Constitución— , al cual daban ya más autoridad

que al Evangelio". . . (Obra citada, pássim).

Bien, bien. Pero da pena disentir de juicios, tan ab-

solutos y tan absolutistas, de mentor tan egregio. Queno admitía la verdad de la historia de que no hay pueblo

ni época que se exima de la revolución: que puede retar-

dársela y tratarse de desviar su curso, a costo de usura,

sólo para sucumbir a ella más ruidosamente. Casi siempre,

más sangrientamente. Volvamos la hoja : volvamos al texto.

En procura de las incidentales menciones larrazabalianas

que nos interesan.

Secuela de la controversia sobre el Diccionario crítico-

burlesco, de Gallardo "salvado de las garras del fanatismo",

se procedió en las Cortes contra el autor de una misiva de

protesta, el diputado Ros. doctoral de Santiago. "Hablaron

con vigor Ostolaza y D. Bernardo Martínez, llegando a

decir, el segundo, que sólo había intolerancia para los que

defendían la religión; palabras que se negó a retirar o a

explicar, por mucho que el presidente se empeñase en ello,

instigado por Calatrava y Golfí. Quejóse Larrazábal de

aquella verdadera infracción de la ley de imprenta y de la

majestad del diputado; pero la mayoría decidió, como de-

cide en todo, y Ros fué condenado, arrestado cerca de unaño, y arrojado, al fin, del congreso como indigno de per-

tenecer a la representación nacional. Júntese esta nueva

tropelía a las muchas que afean la historia de aquellas

Cortes regeneradoras".

Que las susodichas Cortes cometieron errores y gran-

des; que tuvieron debilidades e inexplicables; que usaron

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224 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de violencias e impropias de la constitucionalidad, es unhecho. Pero nos gusta ver a Larrazábal —en tantas oca-

siones— procurando ajustar a vías de lógica y ley los arro-

jos del apasionamiento y la ofuscación. Apasionado y ofus-

cado, a su vez, el gran don Marcelino lo encuentra y lo

confunde, en las discusiones de los "tribunales de la fe"

que substituirían al derribado, con tanto dolor del historia-

dor de los heterodoxos, del Santo Oficio de la Inquisición.

Tras desmenuzar, a la ligera, a los oradores y sus argumen-tos, escribe: "Un americano llamado Larrazábal (después

insurrecto en Panamá) " —pasaje este en donde se da aque-

llo de oir campanas y no saber dónde, achaque humanísimo

que hasta a los sabios puede aquejar. . .— "recordó con

enternecimiento del decreto de Urquijo". Personaje a quien

en otro libro de los Heterodoxos había sacudido de lo lindo,

Menéndez y Pelayo, por actos y proyectos regalistas y jan-

senistas, pero muy en particular por el decreto que inspi-

rara a Carlos IV, en 1799, a la muerte del papa prisionero

de los franceses, Pío VI, "decreto increíble", de pura cepa

cismática. . .

Pero dejemos ya la magnífica y terrible, no poco alu-

cinante, selva de Menéndez y Pelayo.

Fernando VII se decidió a jurar la Constitución de

1812, que había sido proclamada por el General Rafael del

Riego al sublevarse con el ejército que el monarca enviaba

a América con designios de reconquista en Cabezas de San

Juan, el l9 de enero de 1820. Fernando juró, provisional-

mente, el 7 de marzo, mientras se reunían las Cortes con-

vocadas, en una junta de notables en la cual figuraba don

Miguel de Lardizábal. El Rey daba vuelta atrás, atrope-

llando con todo : ya no era el que mandaba "se quitasen de

en medio del tiempo como si nunca hubiesen existido" los

nefandos años del constitucionalismo: un nuevo ejercicio

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 225

de sus veleidades, forzado por incontrastables corrientes de

opinión. Y porque habrá de conservar el trono, así se

hundiese España.

Fue entonces cuando expidió otro manifiesto que se

hizo famoso por su desenfado, manifiesto en que se con-

tenía la frase que tanto se usó de burlesco estribillo : "Mar-

chemos francamente, y yo el primero, por la senda consti-

tucional ... ". En uno subsiguiente, destinado al consumo

de ultramar, empleando siempre la empalagosa fraseología

de aquel período lamentable, y con derroche, nada costoso

para él, de su "celo paternal", prometía a los americanosmil felicidades: ningún sacrificio le había costado adoptar

y jurar la constitución, porque "el honor de la magestadnunca se empaña con lo que se hace por el bien público" ynada acibaraba su satisfacción sino el haber retardado

aquel acto, del cual esperaba incluso que provocara la de-

posición de las armas libertadoras . . .

En Guatemala hiciéronse en mayo los preparativos

para la nueva jura de la Constitución, no sin ocasionarse

ciertos rozamientos con el Capitán General, que tomabamedidas exageradas para guardar el orden, que al Ayun-tamiento —vuelto en sí— le parecían innecesarias y morti-

ficantes para el fidelísimo pueblo guatemalteco.

Los señores Aycinena daban en esos días otra muestra

de su rendido aprecio al canónigo Larrazábal : don Mariano,

síndico municipal, mocionó en cabildo del lunes 12 de junio

haciendo presente que creía un deber del Ayuntamiento

tributar al Doctor Antonio Larrazábal una manifestación

de su gratitud y reconocimiento por el desempeño de la co-

misión que le confió la ciudad en las Cortes "pues son pú-

blicos los sacrificios y trabajos que ha sufrido desde que

se disolvió el Congreso de las Cortes, supuesto que las cir-

cunstancias que nos han precedido no han dado lugar a

hacerle ninguna demostración" y se acordó de conformidad

que pasara el Ayuntamiento en cuerpo a la casa del señor

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226 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Larrazábal, bajo de mazas, al día siguiente, fecha de sucumpleaños, a rendirle la manifestación dispuesta. Y to-

davía a propuesta del mismo síndico en vista de haber ce-

sado los motivos porque fueron retirados del salón muni-cipal en 1814 los retratos de los señores Larrazábal y Pavón(no mencionó por razones obvias el del Doctor Aycinena)éstos debían restituirse a su sitio, lo que se acordó. Pero

el prudentísimo Alcalde primero salvó su voto en contra,

respecto a las tres disposiciones dichas, por creer que toda-

vía no era oportuno.

En la misma semana, el viernes 16, el Alcalde, señor

Pavón, al leerse el acta de la junta anterior manifestó que

en ella había declarado su modo de pensar y añadía ahora

"que si se han de continuar haciendo novedades análogas

al sistema Constitucional, desde luego renuncia a la vara

para que se elija otro en su lugar". No veía aún bastante

claro y en el fondo no estaría muy convencido de la since-

ridad de su amado soberano marchando el primero per la

senda constitucional . . . hasta el próximo tropiezo y cambio

de decoración, que por cierto ocurriría de presto, en 1823,

para desgracia de los españoles y felizmente para los gua-

temaltecos cuando ya libre el fidelísimo reino buscaba por

sí mismo, sin hallarla tampoco, la felicidad que tantas ve-

ces le prometiera el Deseado.

El propio Capitán General vaciló mucho tiempo antes

de decidirse a ordenar la jura de la Constitución, en vista

de que no llegaban órdenes directas, aunque sí muchos pa-

peles de España, La Habana y México en que se informaba

del juramento allí prestado, y por fin se dispuso que fuera

el 9 de julio. Curándose en salud, en lo posible, el señor

Urrutia se agenció el modo de que todas las autoridades

participaran en la expresión del deseo unánime de rendir

el juramento, y entre los preparativos del caso sugirió al

Ayuntamiento la demolición de los restos del poste donde

se daban azotes en la plaza pública y la restitución de la

lápida que la designaba Plaza de la Constitución. Por su

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 227

parte, el síndico procurador, señor Mariano Aycinena, en

voto muy expresivo proponía entre otras cosas la elección

de nuevo Concejo ya constitucional, el restablecimiento de

la libertad de prensa y de la junta de censura, la reposición

de la lápida de la plaza y la cesación del tribunal supremo

(de la Inquisición) pasando al Arzobispado sus expedientes,

y que se celebraran las fiestas públicas del caso, excitando

a los gremios a que cada uno manifestase su regocijo por

"el momento dichoso de nuestra regeneración política", a

todo lo cual se accedió, por supuesto.

Sería prolijo y fuera del caso detenerse en pormenores

e incidentes de esos días, días de tanta emoción, sin duda,

hasta llegar a una manifestación de justicia, en honor del

señor Larrazábal, que levanta el ánimo. Los síndicos Ma-riano de Aycinena, cuyo fervor por la causa de Larrazábal

ya es conocida, y José Venancio López, que dejaría un nom-

bre esclarecido, presentan la siguiente exposición el 18 de

agosto de 1820, que fué publicada en un suplemento de

El Editor Constitucional, del Doctor Molina, en septiembre

:

"En los países libres, o cultos ha sido máxima de con-

veniencia política la de apreciar siempre el mérito, y virtud

de los ciudadanos. En nosotros que por misericordia del

cielo disfrutamos de una Constitución objeto del aplauso

universal, es un deber sagrado, y una obligación muy es-

trecha la de hacer justicia a los Patriotas que a costas de

tantos peligros, y fatigas trabajaron en su formación yestablecimiento. Si por desgracia hubieron entre sus au-

tores hombres indignos y egoístas que mancharon vilmente

su reputación, hubieron también no pocos héroes que ha-

ciéndose superiores a la fatalidad de seis años crueles, viven

por fortuna en el dichoso tiempo del triunfo, queridos yaclamados de los pueblos, colocados muchos en los primeros

puestos de la nación, y todos respetados aún de los Reinos

extranjeros que supieron proporcionarles en la persecución

seguro asilo. A las Cortes E. S. toca el hacer una decía-

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228 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ración formal que ilustre con el honroso título de Benemé-rito de la Patria a los Diputados que por su firmeza yacían

sepultados en injusta reclusión; pero las Provincias que

tengan la gloria de ser madres de algunos de ellos, deben

con mucha razón demostrar su júbilo, y hacerles una mani-

festación de gratitud. En este caso nos hallamos. Vive

entre nosotros el Honorable señor don Antonio Larrazábal,

Canónigo penitenciario de esta Santa Iglesia Metropolitana.

Su historia es bien sabida. Sus virtudes morales y patrió-

ticas son bien acreditadas. Firmeza y Resolución apoya-

das sobre la base de una conducta cristiana forman su ca-

rácter. En los días aciagos sostuvo ese Código fundamen-

tal que hoy es el júbilo de la Nación. Tan distinguido ser-

vicio atrajo al señor Larrazábal las adversidades que son

notorias, y que sólo deben recordarse para recompensarlas.

La Antigua Grecia erigía soberbias estatuas de mármol a

los oradores que con firmeza sostenían los derechos de la

Patria : Roma ceñía sus sienes con frescas ramas de laurel

;

y ahora mismo los pueblos de la Península han hecho

demostraciones semejantes, distinguiendo así el valor de

los famosos Militares y la entereza de los virtuosos y sabios

Diputados. ¿Y nosotros seremos indiferentes, o dejaremos

de agradecer los esfuerzos y sacrificios del nuestro? ¡De-

lirio, que sólo puede afrentar al hombre ignorante o envi-

dioso! ¡Las distinciones justas estimulan el honor y pa-

triotismo de los otros ciudadanos ! "Una estatua levantada

a uno, hace gloriosos a muchos que trabajaron por mere-

cerla" —dice un político antiguo— . Guatemala, pues, de-

be conservar para siempre su amor y lealtad a tan memora-ble Diputado: debe también hacer más duradero su digno

nombre; y los Síndicos en representación pública conclu-

yen con esta proposición : "Que el inmortal nombre del señor

Larrazábal se inscriba con letras de oro en una tabla, que

se colocará desde ahora para siempre en esta sala capitu-

lar, en memoria eterna de su heroica firmeza en defender

Page 231: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 229

la Constitución y nuestros imprescriptibles derechos; soli-

citándose la aprobación del Excmo. señor Jefe Político".

El 22 de agosto se acordó: "Visto, y tenida considera-

ción del mérito recomendable que el señor don Antonio de

Larrazábal contrajo como Diputado por esta Capital a

las Cortes Generales y Extraordinarias, su firmeza en sos-

tener nuestros derechos y la que tuvo en la persecución

que padeció, cuyas circunstancias sobre sus demás virtu-

des, lo hacen acreedor a cualquier demostración de gratitud

por parte del Cabildo: procédase desde luego a erigirle la

correspondiente inscripción que eternice su memoria comolo piden los SS. Síndicos; poniéndose el oficio del caso al

Excmo. señor Jefe Político". Firmaron los concejales Man-rique Larrave y Español, y el secretario García Zelaya.

Con las firmas de los anteriores y las de los alcaldes,

el propio 22 aprobó el cabildo completo la moción, dispo-

niendo que la placa conmemorativa se colocase sobre la

puerta interior de la sala capitular (asistieron además de

los antes mencionados los alcaldes Ramírez y Arrivillaga,

los regidores Azmitia, Barrundia y Górriz y los síndicos

Aycinena y López), y el 16 de septiembre lo comunicaronen estos términos al jefe político supremo, señor de Urrutia.

"Deseando el Ayuntamiento significar de todas ma-neras su amor y gratitud al señor don Antonio de Larra-

zábal, en quien tiene la gloria de admirar un ciudadano

venturoso y un representante singular que con pocos máshéroes supo reclamar los particulares de esta provincia sos-

teniendo después con la mayor firmeza el sabio código de

una constitución, ha creído de su deber distinguir a tan

recomendable patriota proponiendo por ahora tan sólo

admirar su memoria. Al efecto pues, y de conformidad con

lo pedido por los síndicos en moción particular del 18 del

mes próximo pasado, acordó este cuerpo, que el inmortal

nombre del señor Larrazábal se inscriba con letras de oro

en una tabla, que se colocará desde ahora para siempre en

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230 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

esta sala Capitular en memoria eterna de su heroica fir-

meza en defender la Constitución y sus imprescriptibles

derechos:

"El Ayuntamiento se complace en la ejecución de una

medida remuneratoria que al mismo tiempo estimula el

patriotismo de los demás ciudadanos y tiene el honor de

elevarlo a la consideración superior de V. E.

"Dios g(uar)de a V. E. muchos años".

A lo cual respondió el jefe político superior: "Excmo.

señor. Es muy justa la manifestación de gratitud que ha

acordado hacer V. E. al señor don Antonio Larrazábal, co-

locando su nombre en la Sala Capitular para eterna memo-ria de su firmeza en defender la Constitución, y de los ser-

vicios particulares que prestó a esta Provincia cuando la

representó en el Congreso.

"Siendo tan merecido el premio, apruebo con muchasatisfacción el acuerdo de V. E., de que daré cuenta a S. M.,

que me comunica en oficio del 16 del pasado a que contesto.

Dios guarde a V. E. muchos años. Palacio de Gua-

temala, octubre 5 de 1820.

Carlos Urrutia.

Rector de la Universidad. Independencia y Anexión

Aunque resulte penosillo, es menester mostrar el re-

verso de la medalla de tanto entusiasmo por Larrazábal.

Lo dibujó la pasión política desatada con motivo de las

elecciones de partido efectuadas conforme a la .restaurada

Constitución. Los electores, tres distinguidas personali-

dades: Doctor Mariano Larrave, Licenciado José Venancio

López y don José Ignacio Foronda, responden a un "anóni-

mo calumniador" de El Editor Constitucional ocupando

todo el número 3 de El Amigo de la Patria, de 3 de noviem-

bre de 1820 y todavía con el aditamento de una hoja des-

plegada, para demostrar cómo ha operado el "espíritu de

familia". A Larrazábal le alcanzan alusiones un si es no

Page 233: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 231

es mortificantes y no menos a las Instrucciones de Peinado,

sacadas a plaza a colación.

Como dijera "el anónimo" que "el que difama las Ins-

trucciones ... es del partido servil bustamantino ... Si en

algunos puntos eran aristocráticas las Instrucciones eran

propias de aquel tiempo. Sus errores no adoptados por

las Cortes, no debieron ser el instrumento del oprobio de

muchos guatemaltecos . ..

", los agraviados después de co-

piar la dedicatoria de Larrazábal en la edición de Cádiz,

y de confirmar lo dicho por Bustamante de que la declara-

ción de derechos de ciudadano es casi traducción de la

declaración de la asamblea de Francia en la Constitución

del 22 de agosto de 1794, y de asegurar que ellos no han

difamado sino criticado, puntualizan el espíritu aristocrá-

tico del proyecto de constitución guatemalteco en los pre-

ceptos que establecían la elección de alcaldes, síndicos yregidores, etcétera, por regidores elegidos no por el pueble,

sino por los ayuntamientos, mientras la Constitución de

Cádiz fijó lo contrario. Que en las elecciones no debía

triunfar el espíritu de familia . . .

El señor Licenciado López trae a cuento, con razona-

mientos jurídicos, los casos de la prisión de Larrazábal yde su propia prisión, para decir que se le hacía justicia, a

López, en su inocencia y honradez. El señor Foronda saca

a lucir los motivos porque, según el anónimo, padeció

arresto, insultos y persecuciones: el culpable, don José

Ignacio Larrazábal, por un incidente ocurrido en la plaza

de toros en 1814. Pero esto es incidental. Lo serio viene

ahora.

"El señor López llamó héroe al Sr. Larrazábal en su

pedimento síndico de 18 de agosto" (palabras de El Editor

impugnado).

"Permítaseme indicar (Hablo yo José Venancio Ló-

pez) lo que ha ocurrido con protesta de no haber voluntad

de ofender a ninguno. Es la poca prudencia del anónimo

la que compromete a publicar lo que no se habría dicho.

Page 234: Brañas - Antonio Larrazabal

232 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"El mes anterior a la elección de diputado provincial

propuso D. Mariano Ayzinena en el Ayuntamiento que se

inscribiera con letras de oro el nombre del Sr. Larrazábal.

Ayzinena es su pariente: también lo es otro individuo del

mismo cuerpo y otros son amigos de los dos. No quiero

decir que el parentesco y la amistad les hizo proponer yaceptar la proposición. Indico uno y otro para manifestar,

que mi oposición a lo que no me parecía perjudicial al

público a más de inútil hubiera sido sensible a la familia

y amigos del Sr. Larrazábal. Se me dijo que hiciera yo el

pedimento: lo hice más sencillo y lacónico que el dado a

luz: Ayzinena trabajó el que corre impreso y me dixo que

lo firmara.

"La persona del Sr. Larrazábal es estimable para mí.

Pero en el pedimento que firmé lo que se dixo fué en gene-

ral que era obligación de hacer justicia a los patriotas que

a costa de peligros trabajaron en la formación de la Cons-

titución: que si hubo entre sus autores hombres egoístas,

hubo también no pocos héroes . . . , y esta expresión no es

contraria a lo que estampamos en nuestra contestación

anterior. . .", etcétera.

El sutil abogado que era don Venancio se movía en su

elemento. Como siempre, las discusiones provocadas por

asuntos políticos venían a desaguar en los personalismos,

los regateos y los dije y no dije. . . ¡Como siempre, Gua-temala: hasta los más grandes hombres, arrastrados a las

grandes pequeneces, por culpa e influjo de la política!

Todo lo demás ocurría en torno a la designación hecha

por la junta electoral y otros pormenores ajenos a nuestro

asunto; no así la hoja de apéndice: "Estado de los emplea-

dos provistos en individuos que por sus enlaces forman una

familia", un cuadro que debió levantar ampolla y cuya

publicación sólo se explica como fruto del apasionamiento

político. Sesenta y cuatro personas figuran allí con nom-bres y títulos, a quienes se les buscó y perquirió en habili-

dosa obra de non sancta inquisición hasta los más lejanos

Page 235: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 233

parentescos para señalar qué empleos desempeñaban, des-

de consejero de Estado en Madrid hasta cura de tal pueblo

o portero de tal institución, y los pesos duros que por emo-

lumentos devengaban. En ese . . . padrón de ignominia

(al menos esa parecía la mira de su publicación) figura el

señor don Antonio Larrazábal y Arrivillaga como primo de

don Pedro Arrivillaga y Coronado, primo éste de los Mon-túfares, y pariente de Ayzinena, con el empleo de peniten-

ciario de esta Santa Iglesia, con 2,400. Don José Ignacio,

hermano del anterior, aparece como sargento mayor de esta

plaza, con 1,000; don Francisco, hermano también, comointerventor de correos ¡de Oaxaca!, con 600; en fin, doñaMicaela y doña Clara, hermanas de los arteriores, con pen-

sión de correos, de 500. En la lista de esa lotería burocrá-

tica, les corresponden los puestos 42 y siguientes. Concuánto regodeo la reprodujo el ardoroso Doctor Salazar:

¡duro, a "las familias"!

(Una lista semejante pudo hacerse en cualquier tiem-

po, con mayores sorpresas. La lista de nuestros días, tan-

to ha crecido la burocracia y tanto ha florecido la demo-

cracia, casi comprendería medio censo de la población . . .

En medio de todo, tal vez sea un progreso moral que no

se formule una lista de esa naturaleza).

En ese mismo año de 1820 se imprime un oficio del

señor Aycinena —don José— ,que lleva un valioso testi-

monio de la alta consideración en que la Universidad te-

nía al firmante, y a Larrazábal. "El Rector y Claustro

pleno de la Universidad de Goatemala —decía el encabe-

zamiento— haciendo una pequeña insinuación del aprecio

que le merecen las significaciones de afecto y gratitud dt

su dignísimo individuo el Excmo. Sr. Dr. D. José Ayzinena,

y queriendo también publicar por su parte el honorífico

Page 236: Brañas - Antonio Larrazabal

234 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

concepto de la nación respecto del.Sr. Dr. D. Antonio La-

rrazábal benemérito de la Patria, y honra del Claustro,

acordó la impresión del oficio siguiente . .. ".

Es más: la Universidad patentiza su independencia,

y su adhesión a la persona del canónigo Larrazábal, eligién-

dolo otra vez rector, para el año de 1821. Es un paso muyrelevante de la Universidad. Y como hay también un pe-

riódico libre, El Editor Constitucional, en él se da esta

nota en edición del lunes 13 de noviembre (número 20) :

"El 10 del corriente fué electo Rector de la Universidad

con plenitud de votos el Sr. Don Antonio Larrazábal.—Su

antecesor el Dr. D. Pedro Ruiz de Bustamante al darle

posesión dijo:

"M. I. S. — Esta Universidad eligió a U. S. por su

Rector el año de 805. En 810 dedicó a U. S. un acto lite-

rario en testimonio de su satisfacción por haber sido elegido

diputado para Cortes, y en testimonio de su confianza le

confirió sus poderes. En el de 12 decoró su sala de claus-

tros con el retrato de U. S. (a) y en las vicisitudes de los

tiempos posteriores no temió conservar aquel monumento, ni

representar al Rey los merecimientos de U. S. (b).

Ahora que la Universidad ha resumido el derecho de

explicar más libremente sus sentimientos, ya que no puede

otra cosa, tiene la satisfacción de colocar a U. S. por se-

gunda vez en la silla de su rectorado. Sírvase U. S. ad-

mitir esta sencilla expresión del reconocimiento de este

cuerpo.

(a) Lo costeó y colocó con el del Excmo. señor Ayci-

nena el señor Dr. don Bernardo Pavón.— (b) Acta de l9

de septiembre de 1814".

(¿Conserva la Universidad, por ventura, ese cuadro?

¿Ha renovado nunca a la memoria de su procer hijo y

antiguo rector el honor que otrora le rindiera, enaltecién-

dose?).

Page 237: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 235

Todavía en las nuevas Instrucciones, suscritas en 16

de diciembre de 1820, que el Ayuntamiento confirió al nue-

vo diputado a las nuevas cortes españolas y americanas,

don Julián Urruela —quien ya no pudo ejercer su cargo

primero por enfermedad y luego por la declaratoria de

independencia en 15 de septiembre de 1821— se contienen

dos menciones honoríficas al señor Larrazábal. Se le te-

nía y se le seguiría teniendo, hasta su muerte, como una

gran figura nacional.* * *

Los sucesos se agolpan. En Guatemala se ha pro-

ducido el hecho magno de la independencia, despertada la

conciencia, si no del pueblo, de los grupos de hombres ilus-

trados a favor de la libertad de imprenta y por las tertu-

lias en que se reunían para cambiar inquietudes y noticias

:

fruto lejano, en sazón, de los empeños de Cádiz...

El canónigo penitenciario don Antonio Larrazábal ha

recibido el año de 1821 nuevamente el honor de la rectoría

universitaria: no puede hallarse en mejor puesto para tal

tiempo, y en calidad de rector y a su convocatoria en obe-

diencia a lo dispuesto en el acta de 15 de septiembre y oficio

respectivo del jefe político, en unión del claustro pleno de

doctores jura la independencia nacional. Están allí y ju-

ran con él entre otras personalidades, don Pedro Molina

y don Mariano Gálvez. Es el 21 de septiembre.

Conforme a la fórmula establecida para el caso "por

Dios y Nuestro Señor y los Santos Evangelios", dice el acta

que levantó el prosecretario "el señor rector juró la indepen-

dencia de esta nuestra Patria: juró derramar la última

gota de su sangre por sostenerla; y juró defender la Re-

ligión Católica, Apostólica y Romana, y las personas y pro-

piedades de todos los ciudadanos sin diferencia de origen

y clases, respetando las autoridades constituidas".

Tan compresivos términos serían bien del agrado del

señor Larrazábal, preocupado siempre de la precisión de

Page 238: Brañas - Antonio Larrazabal

236 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

los conceptos y la cabal visión de los alcances de los actos.

Prestaron el juramento en la misma forma los catedráti-

cos y consiliarios, con igual solemnidad.

Y por haber hecho allí el juramento como rector nolo hizo como canónigo en el venerable cabildo eclesiástico,

que ese mismo día lo dio "habiendo invocado al Espíritu

Santo con la oración acostumbrada", según el acta corres-

pondiente.

En la lista de los primeros vecinos que se adhirieron

a la independencia —ay, el primero fue don Gabino Gaín-

za . . .— después de los miembros de la diputación provin-

cial y el Ayuntamiento, está de las primeras la firma de don

Antonio Larrazábal, con la del canónigo don José María de

Castilla y otros altos elementos del clero guatemalteco.

El propio viernes 21 de septiembre en que prestó ju-

ramento, como celebrara su quinta sesión la Junta consul-

tiva provisional establecida con la independencia, el M. I.

Claustro de la Universidad pasó a felicitarla por su insta-

lación con un discurso que pronunció el Rector Larrazábal,

a que contestó el presidente. El martes 25 estuvo a lo mis-

mo con los estudiantes.

Cuando ya se barruntaba la separación de Guatemala

del imperio mexicano —con cuya unión Larrazábal no es-

tuvo de acuerdo, emitiendo parecer en contra— , y se debían

hacer los trabajos preparatorios para el congreso nacional

llamado a declarar la independencia absoluta de España,

México y cualquier otra nación 7 el l9 de julio de 1823, el

3 de abril nombróse una comisión de notables para el efecto

que tuvieran experiencia parlamentaria, con un grupo de

patriotas de conocidas ideas separatistas. El primero de

7 El espíritu de la Constitución de Cádiz, en sus mejores esen-

cias, el espíritu de Larrazábal, se infundía en el primer, gran Con-greso Nacional de Centroamérica. En aquella carta fundamental—por él suscrita— se había asentado (Artículo 2?): "La Naciónespañola es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimoniode ninguna familia ni persona".

Page 239: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 237

la lista fue el señor Larrazábal, naturalmente. El segun-

do, el Presbítero Fernando Antonio Dávila: un antigüeño

de nacimiento y el que sería vicepresidente y luego presi-

dente del congreso, siendo diputado por Sacatepéquez . .

.

El General Filísola, jefe de la tropa auxiliar del imperio,

tuvo para todos ellos, en su aprobación del nombramiento,las más conceptuosas frases. Pero el señor Larrazábal se

excusó de asistir, por enfermedad, a las juntas referidas.

Por la misma razón de enfermedad se excusó de acep-

tar el cargo, honroso aunque interino, de miembro del Su-

premo Poder Ejecutivo, en ausencia del titular don ManuelJosé de Arce, con don Pedro Molina y don Juan Vicente

Villacorta, designados en decreto de la Asamblea Constitu-

yente el 9 de julio, aunque se dice también que por consi-

derar incompatible el cargo con sus deberes y funciones

en la iglesia y en la rectoría universitaria.

Estas menciones de su nombre y actos suyos van indi-

cando el elevado concepto en que se tenía a Larrazábal por

los hombres de la emancipación. Es notoria su amistad,

y la frecuencia con que se enlazan sus nombres en destinos

y postulaciones, con el doctor Pedro Molina. Toda una eta-

pa siguiente de su vida, la del congreso americano de Pa-

namá, se verá ligado a la de este otro procer insigne: jun-

tos y en inalterable acuerdo, iba Larrazábal a actuar en

uno de los momentos más preclaros de la historia que co-

menzaba a hacer la América libre, y en que dignamente

servida por ellos, Guatemala jugó un papel honroso.

Las Naciones Americanas aspiran a Confederarse

La idea de formar una confederación, liga o sociedad

de naciones entre las nacientes repúblicas que estaban sa-

liendo de la dominación española era una generosa aspira-

ción que flotaba en el ambiente entre los políticos, guerre-

ros, escritores y hombres cultos de América. La acentúa-

Page 240: Brañas - Antonio Larrazabal

238 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ba la emoción del esfuerzo común en las luchas por la

independencia y la noción confusa de peligro que acechaba

la difícil vida de estos pueblos en trance de organización

democrática, desprovistos de experiencia y encendidos de

ideales.

Múltiples antecedentes de la gestión de Bolívar hansido señalados y buscados con fervor interesado hasta en

ios recodos más remotos de la historia, conviniéndose en

hallarlos en casi todos los países americanos a partir de

la década final del setecientos. En medio de los azares

de la guerra de emancipación, la voz profética de Bolívar

insiste desde 1815 en el llamamiento a la unidad, fijando

en el de Panamá, nuevo istmo de Corinto, el sitio ideal en

que ese sueño podría concretarse.

La América Central no es ajena a la utopía. En Gua-

temala tiene alta expresión por la pluma de José Cecilio

del Valle el 22 de febrero de 1822 en El Amigo de la Patria,

y la gloriosa Asamblea Constituyente el 13 de noviembre de

1823 lanza formal convocatoria para una conferencia ge-

neral americana. Tenía que ser, sin embargo, el llama-

miento de Bolívar el de mayor resonancia y de efectividad,

siquiera pasajera. Héroe continental respetado, admirado

y adulado, gobernante del Perú y Colombia, dio forma a

aquella aspiración, tocándole también la desdicha de verla

fracasar por los recelos y suspicacias, por la incompren-

sión e intereses particularistas de varias de las nuevas

nacionalidades.

Suceso de tanta trascendencia como el Congreso de

Panamá en 1826, el primero en América, y anticipo como

se ha demostrado de la creación de sociedades de naciones

que en este siglo hemos conocido, cuenta con una cuantiosa

bibliografía como es natural, y casi todos los países parti-

cipantes han hecho alguna aportación valiosa de sus pro-

pios datos, sin exclusión del interés patriótico de reclamar

alguna gloria o de alejar alguna sombra...

Page 241: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 239

Por Guatemala cumplió con todo lucimiento esa tarea

el Licenciado José Rodríguez Cerna en 1938, al publicar

la documentación, inédita en la parte mayor, que hasta

entonces pudo encontrarse. Su libro, Centroamérica en

el Congreso Bolivariano de Panamá, será indispensable en

todo estudio de la época en los países centroamericanos, ylo mismo para el más cabal conocimiento de lo que fue dicho

congreso. Como antecedente de esa publicación aquí acaso

apenas pueda mencionarse una serie de cuatro artículos de

Francisco Fernández-Hall: Las Asambleas Centroameri-

canas y el Congreso de Panamá convocado a iniciativa de

Bolívar, en el Diario de Centro América (18, 19, 23 y 25

de septiembre de 1931), con algunas de las disposiciones

oficiales sobre el nombramiento de los ministros y algunos

datos más. Aquel generoso historiógrafo no perdía oca-

sión de expresar su afecto a la memoria de Larrazábal yde hacerla resaltar noblemente.

Como el doctor Antonio Larrazábal fué uno de los dos

plenipotenciarios enviados por la República Federal de

Centro-América —el otro el Doctor Pedro Molina—, su

biografía y los estudios que sobre su actuación se hagan

tienen que recurrir fructíferamente a la obra de Rodríguez

Cerna: es innecesario ponderar su utilidad y mérito, así

como confesar que estos apuntes la aprovechan con usura,

junto a otras fuentes y textos oficiales, que se citan, siendo

de lamentarse —una vez más— que no existan o se desco-

nozcan de Larrazábal cartas y otros papeles íntimos que

echaran luz sobre inevitables lagunas de toda documenta-

ción oficial.

No faltan, por fortuna, papeles de don Pedro Molina,

con esclarecedores puntos de vista e informaciones de pri-

mera mano sobre lo que en Colombia se pensaba y se tra-

maba más o menos a las claras. No pudo buscarse tampo-co en Guatemala mejor pareja de plenipotenciarios, queconjugaban al servicio de Centroamérica, fuera de sus per-

sonales aptitudes, la experiencia parlamentaria de Larra-

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240 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

zábal y su trato de hombres de gobierno y de acción, y la

experiencia diplomática adquirida por Molina en Colombia,

donde para ser admitida su legación se le sometió a un ex-

tenso cuestionario al que respondió con brillantez, en exten-

sa comunicación, defendiendo particularmente la soberanía

de Centróamérica contra la ilegalidad de la anexión a Mé-xico, el sistema federal implantado y otros muchos puntos

de interés, habiéndose dado clarísima cuenta y comunicán-

doselo así a su gobierno, de los peligros que acechaban a la

débil república entre dos vecinos poderosos tempranamente•'imperialistas", al punto de propugnar con gran celo la

necesidad de ganar la amistad de los Estados Unidos comoelemento equilibrador y respetable frente a aquellos peli-

gros s. La ponderación de Larrazábal y la lucidez de Mo-

lina, a ese tiempo, y en negocio de tanta consideración yresponsabilidad no podían ser mejor aprovechadas. .

El 15 de marzo de 1825 se había firmado en Bogotá

"en el nombre de Dios autor y legislador del universo" por

ei ministro guatemalteco Pedro Molina y el ministro co-

lombiano Pedro Gual, un tratado o convención de liga yconfederación perpetua, ratificado en septiembre y el pri-

mero que realizaba Guatemala, entre Centróamérica y Co-

lombia, semejante a otros suscritos por esa nación: con el

Perú el 6 de julio de 1822; con Chile el 21 de octubre del

mismo año, no ratificado por Chile; con la Argentina, que

sólo aceptó un pacto de amistad, el 8 de mayo de 1823, ycon los Estados Unidos Mexicanos el 3 de octubre también

de 1823. Esos tratados incluían el compromiso de convo-

car a la dieta de Panamá y fueron la base de los convenios

que allí se formularon.

* Cartas del Doctor Molina publicadas en 1876: respuesta al

Ministro de Estado y Relaciones de Colombia, señor Gual, Bogotá,

6 de enero de 1825; al Ministro de Relaciones de Guatemala, Bo-gotá, 28 de febrero y Cartagena, 10 de junio, del mismo año, másuna posterior, sin fecha en la reproducción, ya de regreso en el

país. Todas, de un gran valor histórico.

Page 243: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 241

Los países recién emancipados temían agresiones in-

minentes de Europa por la Santa Alianza en apoyo de la

soñada reconquista española de las ya perdidas colonias ypor interés de Francia en cobrar a España enormes adeu-

dos, aunque ya Inglatera se desviaba de esos proyectos y

bajo el gobierno de Canning afirmaba una amistad tan in-

teresada como en cierto modo protectora de América. Eracomprensible que se intentara oponer un frente unido yfuerte a tales agresiones, además de generalizar y afianzar

los principios democráticos y establecer un cuerpo consul-

tivo y deliberante que mantuviera la unidad americana,

ayudara a independizar a las colonias antillanas y fomen-tara el comercio y las fuentes de riqueza de estos países,

en un trasunto de anfictionía a que eran propensos a soñar

los ideólogos de la época, encandilados por la historia gre-

corromana.

Al decir .de ministros e historiadores peruanos, Co-

lombia perseguía otras miras más inmediatas y limitadas.

Y por eso habría procurado la inclusión de Inglaterra en

Ja alianza, como México propició la invitación de los Esta-

dos Unidos y se hizo lo mismo con el imperio del Brasil.

Bolívar concedía suma importancia a la presencia de los

ingleses, por lo que significaría como reconocimiento de

la capacidad de las nuevas naciones ante las europeas. Pa-

ra fortuna del congreso, el ministro enviado por Inglate-

rra fue sólo un observador y un amable consejero de exqui-

sita discreción. La regateadísima asistencia norteameri-

cana no tuvo prácticamente efecto, y la de los Países Bajos

se contrajo a una visita de cortesía extraoficial. La Ar-gentina eludió todo acercamiento, Brasil no estuvo presente

y Chile se escabulló también.

En Guatemala, la preparación del nombramiento de

ministros fue laboriosa por la inexperiencia natural de las

altas autoridades centroamericanas y por el cuidado que

se puso en el acto, dada la gravedad de la materia, porque

podía comprometerse parte de la soberanía —lo que al cabo

Page 244: Brañas - Antonio Larrazabal

242 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

se desechó por completo en el congreso panameño— y porcircunstancias tales como la extrema deficiencia de las co-

municaciones. El Congreso Federal quiso asumir todo el

negocio de la misión y su decreto de 28 de septiembre de

1825 fue objetado por el Senado y por el Ejecutivo. Aten-

diendo razones, se limitó a la elección de los ministros,

dejando al ejecutivo el nombramiento de secretarios, la

entrega de instrucciones y otros pormenores.

Por decreto del 28 de octubre, se decidió que la elec-

ción se hiciera por votación del Congreso: "para obtener

tan honroso y delicado cargo, se requiere ser natural de

esta República, tener la edad de treinta años cumplidos:

haber sido siete ciudadano: hallarse en el ejercicio de los

derechos de tal; y ser de reconocida aptitud", se establece-

ría como requisitos.

El ejecutivo había recomendado se dieran extensas fa-

cultades a los delegados, y reconociendo que siempre suce-

dería que "mucho ha de quedar reservado al patriotismo yluces de los Ministros, pues la naturaleza de la comisión

exige poderes muy amplios, y esto debe tenerse presente

para que el nombramiento de las personas se haga con mu-cho examen y delicadeza" (7 de octubre, al Senado).

Por orden 280 del Congreso de fecha 23 de noviembre

pe dio a conocer la elección recaída en los Doctores Larra-

zábal y Molina, y se comunicaba al ejecutivo para que la

publicara, expidiera los correspondientes despachos y dis-

pusiera informarlo a los nombrados y se les guardara los

honores y consideraciones debidos a su carácter, Al ha-

cerlo al Doctor Larrazábal, el 24, se le manifestaba la ne-

cesidad apremiante de apresurar el viaje, por estar ya en

Panamá la delegación peruana —que pasó allí muchos me-

ses en inactividad— y para llegar la colombiana, y urgir

en todo concepto la apertura de la asamblea.

. A lo cual contestó Larazábal tras la introdución pro-

tocolaria : "El Congreso, que tanto me honra con sus votos,

y el mayor interés que de mí exige el servicio de la Patria,

Page 245: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 243

ambas cosas me han decidido a aceptar un destino que so-

brepuja a la pequenez de mis talentos y que va a pesar

mucho sobre la totalidad de mis circunstancias. He forma-

do ya esta resolución. Emprenderé mi marcha tan luego

como acabe de arreglar mis asuntos domésticos y los en-

cargos eclesiásticos que tengo. Para esto puedo necesitar

fletar un buque en Sonsonate y constituirme a la mayorbrevedad en Panamá, consultando así los deseos del Su-

premo Gobierno, a quien protesto mis respetos, como a usted

los sentimientos", etcétera.

(En la respuesta del Doctor Molina hay una referen-

cia significativa a la escasez de personas elegibles paraun cargo semejante o que quisieran servir fuera de susueldo, embargadas las más por ser elementos del congreso).

Se nombró secretario de la misión a don Rafael del

Barrio, sobrino de Larrazábal, que antes había sido desig-

nado para el mismo cargo en la Legación en Londres, nohabiendo podido aceptarlo, pero ahora estaba resuelto "de

cualquier manera" a acompañar a su tío, según expresaba

con demostraciones de agradecimientos en su respuesta.

Apunta el compilador que Larrazábal agradeció también

ese nombramiento y que Molina dijo al canciller: "Quedoentendido de ello, y celebro que la elección haya recaído en

un joven de tan bellas disposiciones para el servicio de la

patria", palabras que al lector suspicaz desvanecerán la

posible creencia en un mero caso de nepotismo . . . Lascualidades del secretario ameritaban el nombramiento. Labreve nota de Larrazábal remarca lejos de disimular el

parentesco y rebosa sinceridad: "Siendo el sujeto nombra-

do deudo mío inmediato, espero tendrá V. —decía al minis-

tro Sosa— la bondad de manifestar al Supremo poder mi

debido reconocimiento por el honor con que le ha distin-

guido". (30 de noviembre de 1825). (Rafael José Felipe

Neri Nemesio del Barrio y Larrazábal había sido bauti-

zado el 19 de diciembre de 1798 por don Bernardo Martí-

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244 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

nez, cura rector más antiguo del Sagrario. Su padrino

:

Antonio Larrazábal . . . )

.

El sueldo asignado fue de ocho mil pesos anuales n

cada ministro, mil quinientos al secretario incluso viático

y mil pesos para gastos extraordinarios y de escritorio "con

el cargo de rendir cuenta de su inversión". El dinero, ay,

se tomaba del empréstito conseguido con Inglaterra, la

famosa deuda inglesa que pesó sólo sobre Guatemala, hasta

junio de 1944... Por disposición de febrero de 1826 el

gobierno acordó que los sueldos se abonaran desde el día

de la aceptación y que se les suministrara el monto de

un año para hacer los gastos de marcha y subsistencia en

Panamá.Una comisión especial del Congreso rindió dictamen

sobre las instrucciones que debían darse a los plenipoten-

ciarios y fueron éstas discutidas en varias sesiones, tenien-

do en cuenta todos los antecedentes que existían respecto al

congreso y asuntos que en él podrían tratarse ; fueron apro-

badas, y suscritas por los representantes José Francisco

de Córdova y Mariano Gálvez, comunicadas al Ministro de

Relaciones, Juan Francisco de Sosa. Esas instrucciones

son muy importantes y contienen anticipaciones a normasdel derecho internacional americano así como decisiones

muy honrosas para Centroamérica y sus primeros esta-

distas y políticos, coincidentes en muchos casos con aspi-

raciones y disposiciones de los más eminentes americanos

que también participaron en el Congreso de Panamá, y,

en otras, más avanzados aún.

Entre otras muchas cosas, se facultaba e instaba a

los diputados guatemaltecos a trabajar por la traslación

del congreso a Guatemala, donde se le alojaría con coda

hospitalidad y comodidad —como se reiteró en ulterior

instrucción sobre la materia exaltando las ventajas de es'

a

capital sobre las condiciones entonces, y por mucho tiempo,

inadecuadas de Panamá— ; se daban normas previsoras

de conducta para asegurar la independencia sin atraer com-

Page 247: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 245

plicaciones innecesarias con las naciones europeas, y para

impedir cualquier intento de colonización extranjera—

,

refirmando la declaración de la doctrina norteamericana

de Monroe (1823), así como la intervención extranjera en

Ja política de los países confederados y la de éstos entre

sí ; que se decretara en todas las repúblicas "la abolición del

injusto tráfico de esclavos, prohibiéndolo bajo las penas

más severas, así en su territorio como en sus costas y en

sus buques". (Centroamérica había sido la primera en

declarar tal abolición, en abril de 1824).

Es lástima que el texto de esas instrucciones aparezca

mutilado, como lo advierte Rodríguez Cerna; pero lo cono-

cido hasta hoy es bastante para apreciar su valor indis-

cutible.

En las instrucciones del Ministro de Relaciones de

Colombia a sus plenipotenciarios señores Gual y Briceño,

en 22 de septiembre de 1825 se decía a este respecto: "69

A la abolición del tráfico de esclavos de África, y declarar

a los perpetradores de tan horrible comercio incursos en

el crimen de piratería universar. El asunto afectaba se-

riamente al Perú, por su abundante población de esclavos,

y mucho más a los Estados Unidos, que hasta pasado el

medio siglo pudieron dar solución al problema.

El 12 de febrero del 26 firmaron el presidente ManuelJosé Arce y el canciller Sosa los poderes de los plenipoten-

ciarios. El 20 embarcaron éstos a Acajutla con rumbo a

Panamá, habiendo sido saludados en ese momento con tre-

ce cañonazos ... Al saberse en Guatemala, el 19 de sep-

tiembre, la noticia de la instalación del congreso, efectuada

el 26 de junio, el gobierno dispuso celebrar con misa en

la Catedral —con asistencia de funcionarios, diplomáticos,

etcétera— , salvas de artillería, colgaduras e iluminaciones

tan fausto suceso.

El presidente, por su parte, lanzó una encendida pro-

clama a los pueblos. Y es curiosa, por su tono enfático, la

contestación del representante de Colombia a la invitación

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246 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

gubernativa: la instalación dicha "es el complemento de

los bienes de la América. Su hora ha sonado ya. El nuevo

mundo se presenta hoy delante del antiguo, magestuoso yterrible. El antiguo la contempla absorto, y los enemigos

de la libertad embravecidos braman de impotencia.—El

Dios de los bienes bendecirá las deliberaciones de aquella

augusta asamblea, y los pueblos verán derramar sobre sí

la copa de la unión, de la amistad, de la fuerza y de la

prosperidad". ¡Románticos que éramos!

Don Mariano de Aycinena, con excelente acuerdo, pu-

blica un folleto con el Ensayo sobre la necesidad de una

federación general entre los Estados hispanoamericanos,

y plan de su organización, obra postuma del H. Coronel

D. Bernardo Monteagudo, que había sido su amigo en Gua-

temala y acababa de morir: uno, como se sabe, de los gran-

des precursores del hispanoamericanismo orgánico. "Por

la dieta americana, en que este personaje histórico habría

representado un papel tan útil como distinguido —decía

el señor Aycinena— ;por la literatura y el buen gusto, séa-

me permitido sentir profundamente su desgracia, y con-

sagrar a su memoria este monumento de mi respeto". Ho-

menaje digno y oportuno a fe. (Pero, como siempre, la

gota de sombra: la murmuración histórica llegará hasta

nosotros con la especie de que Monteagudo vino a Guate-

mala, donde tanto entusiasmo había por Bolívar que la

Constituyente mandó poner su retrato en el salón de se-

siones, a hacer propaganda en favor de la corona que pre-

tendería el Libertador: el Congreso de Panamá sería la

dieta, no de América, sino de la monarquía bolivariana . . . )

.

Tratados que se firmaron. Decepción del Libertador

Larrazábal y Molina llegaron a Panamá el 18 de marzo

a las cinco de la tarde, después de veintiséis días de nave-

gación. Su arribo debió constituir una alegría para los

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 247

plenipotenciarios del Perú y Colombia: los primeros te-

nían ya varios meses de esperar y aburrirse en la cálida,

enfermiza y desolada Panamá. Los de Colombia al parti-

ciparlo a su gobierno expresaron acerca de los delegados

guatemaltecos

:

— . . . Son éstos el señor don Pedro Molina, Ministro

que fué de aquella República cerca de nuestro gobierno, yel señor don Antonio Larrazábal, antiguo miembro de las

primeras Cortes españolas. El primero, bien considerado

en Colombia, y el segundo se dice que es un sujeto de mu-cha ilustración, de mucha probidad y de un carácter firme

y sostenido ... El señor Larrazábal nos aseguró con refe-

rencia a cartas del señor Ramos Arizpe, que muy pronto

ilegarán aquí los ministros mexicanos General Michelena

y el señor Domínguez, nombrado ministro por renuncia del

señor Alamán . . .

La correspondencia de los ministros va firmada por

ambos cuando estuvieron juntos. Una de las primeras no-

tas, del 27 de marzo, contiene este pasaje que revela unmalestar pasado por ellos en cuestión de decoro nacional:

"Copiamos a U. —dicen al Ministro Federal de Relaciones

por no poder enviar el original, el párrafo siguiente que

se halla en la Gazeta de Colombia de 5 de marzo, en donde

dice así: «Es cosa extraordinaria que el gobernador espa-

ñol que hizo la capitulación de Ulúa haya ido a Españacon la noticia en una goleta de las Provincias unidas del

Centro, llamada Paquete Goatemala». Este anuncio nos

ha sido sumamente vergonzoso. No sería fuera del caso

que nuestro Gobierno hiciese una explicación de lo que

haya ocurrido en el particular, para evitar consecuencias

depresivas que pudieran inferirse". (San Juan de Ulúa,

último baluarte español en México, se había rendido el 17

de noviembre de 1825).

Tardaron los delegados de México y las noticias sobre

ios de otros países, que al fin no llegarían, eran confusas.

La correspondencia tardaba demasiado. Había ciertas di-

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248 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ficultades en materia de instrucciones por el carácter de

reservadas que tenían algunas y era motivo de cavilaciones

ia actitud que se asumiría con el ministro de Inglaterra,

inquietud que se desvaneció cuando éste mostró sus cre-

denciales, más adelante: y su personal carácter. Tambiéninquietaban los rumores sobre que para el reconocimiento

de la independencia por España se daría a la madre patria

:

¡al enemigo! una indemnización de varios millones y que

México seguía ese camino, dejándola en posesión de SanJuan de Ulúa, rumores que sublevaron los ánimos.

Al fin el 22 de junio se inauguró el congreso en la

sala de la municipalidad, con sólo los ministros y secre-

tarios de Colombia, Centroamérica, Perú y México: en este

orden resultó la distribución de turnos para presidir, que

se hizo la suerte en la sesión inaugural. Ya a la noche si-

guiente se leyó el proyecto de tratado de confederación ypor varios días no hubo juntas, por enfermedad de un dele-

gado. El clima era malsano y casi todos padecieron sus rigo-

res ; en cuenta, murieron dos secretarios del ministro inglés.

No hubo mayor simpatía para la traslación del Congreso a

Guatemala —salvo México, los otros se inclinaron por este

país— . Un navio, cuatro fragatas y dos buques menores

de guerra españoles rondaban por aguas de Panamá y esto

hacía parecer inseguro el curso de la Conferencia y recor-

daría al antiguo diputado en Cortes el cerco de Cádiz por

los franceses, dentro del cual se celebraron aquéllas . . .

Los ministros sostuvieron pláticas previas para la

elaboración de los planes objeto de su reunión, y diez con-

ferencias que se celebraron entre el 22 de junio y el 15 de

julio —con un intervalo por enfermedad de algunos repre-

sentantes— , en las cuales discutieron los convenios que iban

a suscribirse, ya por artículos.

Los peruanos habían presentado un proyecto de tra-

tado que sobrepasaba las intenciones de otros países. Los

colombianos diplomáticamente lograron soslayarlo, propo-

niendo que se efectuaran juntas entre los demás ministros

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 249

para presentar un contraproyecto, y a su moción esas jun-

tas se celebraron en casa de Larrazábal "proposición queacabó de ganarnos la benevolencia de la legación central

(la de Guatemala) y confirmó superabundantemente el

espíritu de moderación y fraternidad que nos conducía",

informaba el ministro Briceño Méndez a su gobierno, ycon toda habilidad lograron que se aprobase el proyecto

elaborado por ellos, sin darle ese nombre, y al cual sólo se

le introdujeron algunas reformas en los debates: dos, asolicitud de la delegación guatemalteca, una referente ala situación de tropas para auxilio de las otras partes, porlas dificultades que se pulsaban dada la extensión del te-

rritorio y la carencia de embarcaciones principalmente enel lado del Atlántico, y la segunda, que ha sido calificada

de desafortunada, por la cual se establecería en el pacto

oue "las partes contratantes se garantizan mutuamente la

integridad de sus territorios luego que en virtud de las

convenciones particulares que celebrasen entre sí, se ha-

van demarcado y fijado sus límites respectivos, cuya con-

servación se pondrá entonces bajo la protección de la Con-

federación".

La sola mención de cuestiones de límites provocaba en

las reuniones de los ministros sentimientos muy diferentes

a la cordialidad que en lo demás reinaba ; apenas la cuestión

del tráfico de esclavos suscitaba parecida inquietud. El

Doctor Raúl Porras Barrenechea escribe: "La delegación

centroamericana solicitó una cláusula sobre límites y en

la discusión que surgió alrededor de este punto se revela-

ron las hondas separaciones nacionalistas que existían yaentre los países reunidos en Panamá, y la utopía de los

planes federativos". "A la sola voz de límites —dice Brice-

ño Méndez— variaban de aspecto todas las discusiones",

bastando esta palabra, "para convertir en serias y acalo-

radas las conferencias en que regularmente reinaba la

sangre fría, la moderación, la fraternidad y la franqueza

más admirables". "Podría decirse que ella ejercía sobre

Page 252: Brañas - Antonio Larrazabal

250 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

la asamblea una influencia mágica irresistible". Y sigue

copiando expresiones del colombiano:

"La legación del Centro aducía al instante sus dere-

chos sobre la provincia de Chiapas contra México y las

costas de Mosquitos contra Colombia. La del Perú protes-

taba que ella no podía pasar ni una sola sílaba sobre la

materia, porque su gobierno se lo había expresamente re-

servado. La de México sostenía viva y firmemente la

incorporación de Chiapas y aún llegó a anunciar que tal

vez el Congreso habría decretado ya la posesión por la

fuerza del cantón de aquella provincia, que había permane-

cido en la unión del Centro'' (Soconusco). Perú presentó

su reclamo sobre Guayaquil, que Bolívar había adjudicado

a Colombia y que lo estaba a Perú desde el 7 de julio de

1803. Rumorábase abiertamente de encontradas ambicio-

nes de México y Colombia sobre Cuba, isla que pretende-

rían libertar, para sí.

Las cuestiones de límites habrían de encender bien

pronto la guerra entre Perú y Colombia, y Guatemala se-

ría víctima de México, que le arrebató una enorme porción

de su territorio y aún bastantes años después le cercenaría

otras partes, mientras Colombia trataba de ensanchar su

territorio al sur de Costa Rica. La sola existencia de

aquel problema basta para explicar la ninguna diligencia

de México para hacer efectivos los tratados suscritos en

Panamá y la continuación del congreso, aún bajo su tutela.

En Panamá mismo, México quería que la liga no fuera per-

petua sino concluyese con la guerra contra España.

Los tratados y convenios que se firmaron fueron: el

tratado de unión, liga y confederación perpetua, "en el

nombre de Dios Todopoderoso, Autor y Legislador del

Universo. .." (treinta artículos y uno adicional) ; la con-

vención sobre contingentes (veinticuatro artículos) ; un

convenio sobre el traslado a Tacubaya y futuras organiza-

ción y operaciones del congreso, y un concierto reservado

sobre la convención de contingentes, con veintidós artículos.

Page 253: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 251

El ejército federal constaría de sesenta mil hombresde infantería y caballería, de los que México aportaría

32,750 ; Colombia 15,250 ; Centroamérica 6,650 y Perú 5,250.

La décima parte de caballería. Para sostener las fuerzas

navales que se formarían, se consignaba desde luego la

suma de 7.720,000 pesos fuertes, distribuidos así: México4.558,475; Colombia 2.205,714 y Centroamérica 955,811. Laparticipación naval del Perú sería sólo en el Pacífico. Hom-bres y cuotas en dinero correspondían proporcionalmente ala población de los países confederados.

El primero de julio participan los plenipotenciarios

guatemaltecos que, por mayoridad, el congreso acordó tras-

ladarse al pueblo de Tacubaya, inmediato una legua a Mé-xico, debiendo partir allá uno de los ministros de cadadelegación y el otro retornar a su país con los tratados yconvenios celebrados, para dar las explicaciones pertinen-

tes a sus respectivos gobiernos y acelerar su ratificación

por los congresos. A ese tiempo se cruza una iniciativa

práctica, tanto como romántica, pero inoperante, que Gua-temala somete al congreso por iniciativa del sabio Valle,

que la había propuesto al congreso federal en abril de 1826

:

que se organizara una expedición científica compuesta por

geógrafos, astrónomos y naturalistas; el congreso ameri-

cano no pudo tomarla en cuenta por haber decidido que nose tratara ningún otro asunto antes de la ratificación ycanje de los tratados originales. Otra brasa que tenían

nuestros ministros entre manos era la cuestión de la ane-

xión de Chiapas y las amenazas mexicanas sobre Soconus-

co, de que se ha hablado: México se negaba a tratar esa

cuestión y nuestros ministros veían que su arreglo sólo

podría hacerse a base de "algún doloroso sacrificio". ¡Yfue inmenso el zarpazo de México al territorio de Guate-

mala! Esto no cabía dentro de la confederación perpetua.

El 17 de julio escribe Larrazábal, solo, una extensa

comunicación en que da cuenta del desempeño de su misión

cumplida, "acordes todo lo mejor que nos ha sido posible

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252 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

en cuanto ha estado en nuestro alcance", y que habiendo

convenido en dividirse como las otras misiones "a mí, que

marcho a aquel destino (a Tacubaya), corresponde dar

una idea clara sobre lo que nos ha movido a convenir en

los tratados según van a conocimiento y ratificación del

gobierno", y se explica extensamente acerca de la necesaria

participación aceptada en nombre de Centroamérica —con-

forme a las instrucciones —para la formación de un ejér-

cito confederado.

Larrazábal hace verdaderos prodigios de razonamien-

to para demostrar la necesidad del contingente que hayque prestar y de lo poco que significará para el país la

ayuda ocasional que se le pida, a cambio de las grandes

ventajas que* tendrá para la seguridad y reconocimiento

de la independencia, el tratado respectivo. "La España en

su estado miserable es imposible que pueda hacer por su

parte un esfuerzo cualquiera para venir a reconquistar aunel punto más débil de la América" —se ilusiona— y recu-

rre a los números y a toda suerte de argumentos, con em-

peño que deja entender muy por debajo su temor de que

el compromiso adquirido pareciera excesivo a la anémica

nación que representaba. Una nota que lleva la comu-nicación en referencia denuncia lo insignificante que pa-

reció al Libertador lo resuelto sobre ese punto que tanto

importaba al Perú y a Colombia por los grandes sacrificios

hechos por esos países en la guerra y en el sostenimiento de

un ejército en pie de más de treinta mil hombres: "La

convención de contingentes fué calificada por Bolívar de

inútil e ineficaz «Puede el enemigo obrar sobre principios

ciertos e invadir con el doble de sus fuerzas». El Liber-

tador hubiera querido que el ejército confederado se com-

pusiera de cien mil hombres".

En realidad, Bolívar se contentaba con menos, pero

con algo firme. Sabía que la liga federal sería nominal,

"pues un pacto con un mundo entero viene a ser nulo en

realidad". (Carta de Lima, 11 de agosto de 1826 a los

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 253

plenipotenciarios colombianos, en que daba su opinión so-

bre que se formara la liga militar sólo con los países quetemían un ataque del norte: México, Guatemala y Colom-bia, cuyo tratado debería contener las siguientes estipu-

laciones :

"l9 ) Que se le dé a España un término de tres o cuatro

meses para que decida si prefiere la continuación de la

guerra o la paz.

29 ) En estos cuatro meses ha de verificarse el arma-mento y reunión del Ejército y Escuadra federales o de

la Liga, como los quieran llamar.

39 ) El ejército no bajará de veinticinco mil hombres

y la escuadra de treinta buques de guerra. Estos serán

cuatro navios de línea, ocho grandes fragatas, ocho fraga-

tas menores y el resto entre corbetas, bergantines y goletas.

49 ) Cada gobierno debe mandar su contingente, pero

de acuerdo con los demás y con la mira de un plan dado.

59 ) Cada Estado pagará lo que se estipule para man-tención de su contingente, tomando para ello los arbitrios

que juzgue convenientes.

69 ) Este plan se fundará: l9—En defender cualquier

parte de nuestras costas que sea atacada por los españoles

o nuestros enemigos; 29—Expedicionar contra La Habana

y Puerto Rico; 39—Marchar a España con mayores fuer-

zas si para entonces no quieren la paz los españoles.

79 ) En el caso de reunirse fuerzas marítimas o terres-

tres, puede estipularse la condición de que el oficial másantiguo mande en jefe; pero si los confederados de México

y Guatemala no quieren aceptar esta condición, Colombia

puede ofrecerles, por generosidad, el mando, sea en tierra

o en mar.

Si los mejicanos y los de Guatemala quieren entrar

en esta Liga, creo que ustedes deben concluirla inmediata-

mente, aún cuando no tengan instrucciones del ejército, pues

yo estoy resuelto a aprobarla luego que llegue a Colombiae influiré para que el Congreso la ratifique. Digo más : si

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254 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Méjico y Guatemala prefieren otras condiciones a las que

yo he indicado, deben también admitirse, con tal que haganuna liga marítima y terrestre con las miras de defender

el territorio de los aliados. También creo que el ejército

no debe bajar de veinte mil hombres y la Escuadra debe

ser igual, lo menos, a la de los Españoles en América, siem-

pre con la idea ostensible de tomar La Habana y Puerto

Rico.

Me extenderé aún: si en el tratado salimos perjudi-

cados por la desproporción del contingente, debemos sufrirlo

para no encontrarnos solos en la lucha, pues al cabo Co-

lombia sola tendrá que combatir. Colombia y Guatemalapueden contribuir con la mitad del Ejército, de la Marina

y de los gastos, y la otra mitad toque a Méjico, que tiene

doble riqueza y doble población que Colombia; y como Gua-

temala de ningún modo equivale a Colombia, la ventaja

por consiguiente es para Méjico, que tiene un millón de

habitantes más que las otras dos repúblicas contratantes".

Pero es lo cierto que la estrella de Bolívar venía a

menos. A la hostilidad de la Argentina y la desconfianza

e indecisión de Chile se unía la sorda fermentación del Perú

contra su Libertador, y de parte de Colombia misma. Eraya el tiempo en que se denunciaba como un peligro para

la libertad el monarquismo que se le atribuía, maniobra a

que dio alas bien pronto la Constitución dictada para los

bolivianos y aclamada por los peruanos al principio y que

fue instrumento de su descrédito: el Libertador pasaba a

ser, para los impacientes y los apasionados,, el tirano.

(Hasta en Inglatera se veía con malos ojos, para fines de

empréstitos, la dictadura de Bolívar . . . )

.

Dos cartas siguientes de Bolívar de pasajes muy di-

vulgados y harto expresivos, revelan mejor la desilusión

del iniciador, que veía con lucidez la inanidad de lo pacta-

do, las dificultades para su aleatoria ejecución, la oposición

de unos, la debilidad de otros, las segundas miras de algu-

nos, y los nuevos proyectos que ya tenía en su hirviente ima-

Page 257: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 255

ginación. Desde Guayaquil a 14 de septiembre de 1826

escribía al General Pedro Briceño Méndez: "He leído aquí

ios tratados celebrados en Panamá y voy a darle franca-

mente mi opinión. El convenio de contingentes de tropas

principalmente sobre el modo, casos y cantidades en que

aeben prestarse es inútil e ineficaz ... La traslación de

ia Asamblea a México va a ponerla bajo el inmediato

influjo de aquella Potencia ya demasiado preponderante, ytambién bajo el de los Estados Unidos del Norte. Estas y

otras muchas causas que comunicaré a usted de palabra meobligan a decir que no se proceda a la ratificación de los

tratados antes de que yo llegue a Bogotá, y antes de que

los haya examinado detenida y profundamente con usted ycon otros. El de unión, liga y confederación contiene ar-

tículos cuya admisión puede embarazar la ejecución de

proyectos, que he concebido, en mi concepto muy útiles yde gran magnitud . .

. ".

Al General Páez: "El Congreso de Panamá que debie-

ra ser institución admirable, si tuviera más eficacia, se

asemeja a aquel loco griego que pretendía dirigir desde una

roca los buques que navegaban. Su poder será una sombra

y sus decretos serán meros consejos".

Uno y otros fueron mucho menos aún. Desdichada-

mente para América.

El Congreso en Tacubaya. Inquietudes. Guerra Civil

En la referida carta de 17 de julio toca a Larrazábal

otros asuntos. Del traslado, que "el gran México llenó de

entusiasmo sus cabezas —las de los otros ministros— , lo

mismo que la seguridad, la facilidad de las comunicaciones,

etcétera, y comodidad de los extranjeros que tuvieran que

residir cerca del Congreso. . . hubiera sido inútil insistir

e impolítico contrariar abiertamente a la mayoría, que con-

tando con los mismos mexicanos, estaban por Méjico, pues-

Page 258: Brañas - Antonio Larrazabal

256 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

to que ellos no lo habían de resistir". Si esto significó unaderrota para Guatemala, lo fue mucho mayor para Colom-

bia. Y los acontecimientos demostrarían que para el por-

venir del Congreso.

Respecto a la cuestión territorial, que en Tacubaya se

continuaría tratando el punto, aunque el congreso sólo po-

dría ser conciliador, y "siempre bajo el supuesto de que

la potencia más grande no se sujeta al arbitramento...,

!q que creemos poder lograr será asegurar la paz y el orden

de nuestro territorio a costa de un sacrificio".

Y como ha hablado de las dificultades experimentadas

en Panamá, dedica un párrafo a las propias: "Yo, a pesar

de los males que he padecido y del estado de extenuación

en que me encuentro, he resuelto hacer el viaje a México

para que no falte la representación como ministro de la

República. Pero juzgo, sí, que en consideración a mi edad

v el estado en que me tienen mis enfermedades habituales

y accidentales que ahora he sufrido, se sirva U. proponer

al Congreso que se nombre a otro ministro que me sustituya

para poder regresar con alguna comodidad en el verano

entrante a mi casa.

"El ciudadano Doctor Molina, mi compañero, infor-

mará con veracidad acerca del estado de mi salud, que meimpide fungir como debiera en estas cosas, lo cual me causa

ansiedades inexplicables . .. ".

En carta del 18 insiste con más vehemencia en la sú-

plica de que se le substituya en el cargo :

"El estado tan quebrantado en que me hallo de salud,

me impide absolutamente por más tiempo continuar desem-

peñando las funciones de ministro plenipotenciario, porque

estoy reducido a tal debilidad, que no puedo entregarme ni

por un cuarto de hora a trabajo alguno intelectual. Hagoesta sincera relación, porque conozco que continuando en

este encargo habría agravio a ese Congreso y al Gobierno,

pues se me nombró en concepto de que sería apto y capaz

para él.

Page 259: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 257

"La experiencia me ha convencido hasta la evidencia

de que no tengo esos requisitos indispensables, ni aún cuan-

do los tuviera puedo dedicarme por la indicada falta de

salud, que no me es posible recuperar para continuar en

estos trabajos. Si ahora he resuelto pasar hasta Méjico,

os haciendo un verdadero sacrificio, tan sólo porque no

ialte ministro por esa República en la continuación del

Congreso; pero tan luego como se reciba allá la ratificación

de los tratados, me es necesario regresar a mi casa, por

io que suplico al Congreso con el debido respeto y el mayorencarecimiento se sirva nombrar mi sucesor. En apoyode mi solicitud y si se cree necesario, acudo al testimonio

de mi digno compañero el Doctor Molina sobre el miserable

estado de mi salud. Tampoco debo omitir que los señores

Briceño y Vidaurre (los ministros don Pedro Briceño Mén-dez, de Colombia, don Manuel de Vidaurre del Perú) hansolicitado de sus gobiernos que se nombren otros en su

lugar. El primero lo ha conseguido, y el segundo lo duda,

fundado en sus achaques, que están muy distantes de ser

tan graves como los míos. El gobierno, interesado en tener

ministros capaces de desempeñar sus destinos, aprobarásin duda mi dimisión y espero que coopere con su aproba-

ción a la del Congreso".

Don Pedro Molina informaba, el 20 de agosto de 1826,

<ie la terminación de las sesiones del congreso de Panamáel 15 de julio y del acuerdo de división de las misiones:

"Yo fui encomendado de llevar a Guatemala los tratados,

y el ciudadano Antonio Larrazábal se hizo a la vela con los

ministros mejicanos desde el 20 del pasado, dejando aquí

al ciudadano secretario Rafael del Barrio que debía seguir-

lo a Acapulco con el señor Pérez Tudela (del Perú) y su

secretario, dejándome a mí en Acajutla. . . Con este obje-

to se fletó el bergantín Tres Hermanas, único que se ha-

llaba en el puerto, en la cantidad de cuatro mil pesos, dando

la legación del Perú mil doscientos y la de Centroamérica

dos mil cuatrocientos, en razón de que si los mejicanos lie-

Page 260: Brañas - Antonio Larrazabal

258 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

vaban a bordo de su buque al ministro Larrazábal, se ha-

bía convenido en que nosotros llevaríamos a uno de los

oficiales de su secretaría, varios cajones de la pertenencia

de los ministros y la mayor parte del equipaje del citado

ministro Larrazábal".

Es imposible seguir aquí, las andanzas y malandanzasdel Doctor Molina y dé los otros ministros y secretarios.

Don Pedro se quedó por fin en San Miguel, de El Salvador

—presto enredado en la agitación política— y desde allí

fecha su correspondencia a partir de noviembre instando al

gobierno y al congreso a conocer de los pactos y hasta, por

último, pidiendo su pasaporte, sin llegar a la capital. Laguerra civil ardía en lo más violento de sus pasiones en esos

días. En Panamá se había estrechado entrañablemente

la amistad que ya unía a los proceres. Larrazábal, desde

México, en todas sus cartas habla de Molina con la enco-

miástica frase de "mi digno compañero". Si ahora se han

separado, la Academia de estudios los encontrará juntos

de nuevo unos años más tarde. A Larrazábal le inquieta la

falta de noticias del Doctor Molina. Más le hubiera inquie-

tado el saber en qué aventuras se había embarcado.

Larrazábal informa al señor Sosa en carta fechada en

Acapulco a 15 de agosto, haber salido de Panamá el 21 de

julio con los ministros mexicanos y estar llegando ese día

al puerto indicado. "Mi digno y honorable compañero don

Pedro Molina se dirigió a esa con los tratados celebrados,

para su ratificación; y entonces dije a U. cuanto me pare-

ció conveniente, sin que me reste qué agregar . .. ". Ya en

México, escribe el 13 de septiembre, preocupado por el

viaje de su "digno compañero el señor Molina": "Creo que

nuestro señor Molina habrá llegado con felicidad . .. ". El

23, nueva carta sobre la llegada del ministro de los Países

Bajos, quien había estado en Panamá, con el objeto de

felicitar al congreso pero sin carácter oficial porque "el

Rey, su amo, había querido conducirse con delicadeza por

respeto al de Francia, que acaso miraría ese acto con des-

Page 261: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 259

agrado". "Mas este Enviado me ha expresado ante el ciu-

dadano Mayorga (Encargado por la República cerca de

esta) que el Rey su amo tenía los más vivos deseos de es-

trechar de una manera indisoluble los vínculos de amistad

y confianza con la República del Centro, y que solicitaba de

mí que se lo escribiera así a ese señor Presidente; y comoquiera que en esto no se me ofreció embarazo, lo hago para

que U. se sirva elevarlo al conocimiento del mismo señor

Presidente, no omitiendo encargarle que esta especie se

reserve porque a su alcance no pueden ocultarse los incon-

venientes que traería su publicación".

Otras cartas sobre asuntos diversos; cuidados por nosaber nada del viaje del señor Molina ni del secretario, yenvío de gacetas: buen lector de periódicos, Larrazábal lo

mismo en España que en Panamá y en México se intere-

saba siempre en remitir las gacetas que podrían ser útiles

en el país: cumplía con este menester como una parte de

sus obligaciones, más bien, a pesar de lo retrasadas que a

él mismo le llegaban y lo dificultoso y caro del transporte.

Escrupuloso en todo, tenía que serlo más en el envío

de los protocolos de los asuntos tratados por los plenipoten-

ciarios en Panamá. Lo hace el 10 de noviembre con esta

insistencia de su celo: "Ya indiqué a U. (nota particular)

el gran sigilo y reserva con que es necesario manejar esta

materia, hasta que por ese Congreso se verifique la ratifi-

cación, y U. me dispensará la inoportunidad con que le hago

este encargo, por razones de su importancia y resultados".

Y más adelante este significativo subrayado:

"Por todo ello verá U. que nunca se pensó ni propuso

por alguno de los plenipotenciarios punto que pudiera to-

car en lo más mínimo en orden a intervenir en el gobierno

respectivo de cada uno de los Estados, caminando sobre el

principio inalterable de que éstos son del todo soberanos e

independientes. Así, los anuncios esparcidos de que se es-

tipuló alguna generalización de los gobiernos de esta Repú-

blica y esa, son absolutamente falsos, y repito que ninguno

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260 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

lo propuso, ni se pensó en ello, considerándose los plenipo-

tenciarios como meros negociadores".

En carta siguiente avisa de la llegada del nuevo minis-

tro de Centroamérica en México, don José del Barrio —su

sobrino también, hermano de Rafael el secretario— ; en

otra, de que Chiapas y Yucatán no apoyarían peticiones

de auxilios de ningún estado de Centroamérica, ni directa

ni indirectamente —respuesta a una pregunta reservadísi-

ma del gobierno— . El 29 de noviembre acusa recibo de

oficio del secretario de relaciones en que habla de las pro-

videncias tomadas por el gobierno "para restablecer la

tranquilidad, como también las que se refieren a la des-

trucción de la fuerza que mandaba el extranjero José Pier-

zon". "Dios Nuestro Señor, como se lo pido con toda el

alma, concedía el acierto necesario para la restitución de

la paz, firmeza del gobierno y tranquilidad de esa desgra-

ciada República". (Van expresados así, condensadamente,

sus ideas y sentimientos respecto a las cosas públicas ysituación de su país, en la misma línea en que se manifes-

tarían en otras ocasiones. Es de suponer la inquietud que

lo embargaría a la distancia al conocer los penosos sucesos

que se desarrollaban en Guatemala y los sobresaltos que las

mismas ocurrencias de México le proporcionarían. No os

temerario pensar que la meditación sobre estos casos que

de tan cerca le tocaban, y los de los demás países de Amé-rica y España que andaban igualmente revueltos y ensan-

grentados por las ambiciones, el desconcierto y la anarquía,

trabajaran su pensamiento inclinándolo más y más a las

formas de gobiernos moderados, que, por desgracia, en

pugna de extremismos, se precipitarían enteramente en

casi todos estos países a la reacción, lo que a su vez daba

origen a nuevas turbulencias . . . )

.

Sin embargo, el antiguo liberal de principios que había

en el fondo de Larrazábal está de pie y se revela al cabo

de una carta reservadísima que envía el 6 de diciembre.

Se trata de la situación de Costa Rica, que tiende a sepa-

Page 263: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 261

rarse de la federación y donde hay veleidades por unirse a

Colombia, según se rumora; su experiencia y su patriotis-

mo aconsejan el modo de atraer y retener a aquella fracción

de la república, y entre otras cosas dice :"

. . . Cuarto : a

Costa Rica ha de haber llegado el proyecto de la Constitu-

ción de Bolivia y la hojeada correspondiente; y la lectura

halagüeña y seductora de estos dos impresos producirían

sus frutos en un terreno dispuesto". (Recuérdese que esa

Constitución fue severamente juzgada por su carácter con-

servador, como una vuelta atrás de Bolívar prenda del

monarquismo reptante y no de su experiencia, la trágica

experiencia de América, y de su desilusión). "Ya he indi-

cado a U. los muchos pueblos que han aceptado el nuevosistema propuesto a la República de Bolivia, dando apro-

bación con su presencia al campeón de la libertad a estos

actos que desmienten la Constitución que él mismo ha jura-

do. El prestigio de que goza es tan inmenso como puedeverse en el acta de Magdalena que inserta El Sol, en el

número 5 del corriente, que acompaño. Quinto: Los nue-

vos planes, aún cuando están a la vista, son tan poderosos

que será difícil resistirlos si no se apuran los medios para

exterminarlos.

"A esas reflexiones son consiguientes las que no se

ocultan a la penetración de U., y merecen la atención de

ese Gobierno para el pulso y buen discernimiento con que

desea manejarse en las tristes circunstancias de nuestra

República".

México, 16 de diciembre :"

. . . Al mismo tiempo, me co-

munica U. la llegada a San Miguel de mi digno compañero

el ciudadano Pedro Molina, que me ha causado la mayorcomplacencia, así por saber de su existencia que tanto desea-

ba, como porque considero que habrá entregado al Gobierno

los Tratados y demás obrado en Panamá". (No llegó el

procer a la capital. Los mandó por medio de su hijo el

Teniente Pedro Esteban Molina). "Los de esta República

todavía están pendientes en el Congreso Federal . .

.

". | Có-

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262 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

mo marchaban de despacio las cosas! Y que no se viera

que se dirigían sino al fracaso irremediable . . .

De la misma fecha: "Quedo enterado de haberse esta-

blecido el orden y la paz que habían trastornado las con-

mociones que suscitaron en el departamento de Los Altos de

ese Estado los extranjeros Pierzon, Saget, Faucounnier

y Gordon. Quiera Dios, como todos los días se lo pido, con-

ceder a ese gobierno las luces para el acierto en todas sus

operaciones y que desterrando de nuestros corazones las

pasiones que nos ciegan, vivamos en perpetua unión y so-

metidos a la ley, sin lo que jamás podremos constituir unverdadero Estado, ni seremos considerados por las repú-

blicas hermanas, ni menos por los países extranjeros".

Noble voto del patriota y del sacerdote, que tardaría

mucho en cumplirse.

Y luego, un aliento generoso a oficial mayor de la se-

cretaría, señor Beteta, que ha actuado al frente del minis-

terio en ausencia del titular:

"... Yo he tenido mucha complacencia con esta comu-nicación, y más la tendré si continúa U. de Oficial Mayor,

pues me ha sido tan satisfactorio que su buen nombre yprivilegiado talento se hayan dado a conocer".

Pequeños rasgos, incidentales, que perfilan al nombra.

Luego, diversas cartas de menor monta, y una másextensa y grave : ha llegado el ministro de los Estados Uni-

dos de América, John Sergeant ante el Congreso y desea

saber las causas de la demora de la reunión y cuándo se

hará. Larrazábal —10 de enero de 1827— manda copia

de las comunicaciones cruzadas y expresa el aprieto en que

se siente y que puede agravarse si llegan los ministros de

las otras repúblicas, por la falta de ratificación de los

tratados de parte de Centroamérica recordando que fue es-

ta una de las invitantes y más dispuestas al pacto de liga

y unión perpetua. Hasta sugiere un camino de excusas

para el momento dado. . .

Page 265: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 263

La situación apremiaba. Había llegado un ministro

colombiano con noticias de la próxima ratificación del tra-

tado por su país y por el Perú se conjeturaba muy probable,

y aún por México;pero el congreso federal centroamericano

no se reunía y aumentaba el riesgo de que al reanudarse

en Tacubaya el congreso o consejo americano, Larrazábal

no fuese aceptado como miembro, por falta de la ratifica-

ción. "Con esto continúa aquí bastante avergonzado y sin

saber cómo pueda presentarme reunido que sea el General

Americano", decía el 31 de enero suplicando ponerlo en

conocimiento del gobierno.

¡Buena situación para un ministro plenipotenciario!

Pero no era eso todo; la situación de la república em-peoraba por las disensiones políticas. El 7 de febrero, po-

seído de un dolor de muelas que deja huella en la corres-

pondencia diplomática, contesta de haber recibido nota del

ministro referente al restablecimiento de la paz, aunque al

mismo tiempo noticia de haber estallado "las discordias ylos envejecidos odios contrapuestos a la falta de recursos"

en las otras secciones: "No habiendo unión en los Estados

—reflexiona— es imposible que haya aquella fortaleza fí-

sica y moral, que es el alma y cimiento sólido de los gobier-

nos federales". Veía en los sucesos y en las declaraciones

del vicejefe de San Salvador, "una declaratoria de guerra

de Estados contra Estados y contra el Presidente de la

República: mis alcances son muy limitados y mi espíritu

se consterna demasiado para pintar los terribles males con-

siguientes a los medios indicados; y U., que está en medio

de los negocios y tiene a la vista todos los acontecimientos,

penetrará la realidad de mis temores". (Que no eran, en

manera alguna, infundados, aunque tal vez pudiera creerse

que la distancia los desmesuraba. No dudaba de los buenos

sentimientos del presidente federal, pero sí de los recursos

tomados, y creía en la casi imposibilidad de sofocar la tea

de la discordia una vez inflamada y llegar a restablecer el

orden constitucional). Prosigue:

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264 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"Acaso erré en este modo de pensar; pero después de

meditar hasta donde lo permiten mis escasas luces, no debo

ocultar a U. lo que alcanzo. Me explico así por la expre-

sión con que concluye la nota de U. que tengo a la vista,

diciéndome de que enterado yo por ella del verdadero as-

pecto político de esa nación, estaré yo en aptitud de defen-

der el bien merecido concepto de la República. Nunca másque ahora desearía hallarme con un talento capaz para el

desempeño de este intento: amo en verdad como el que

más la Patria, respeto no menos a nuestro Presidente y doy

a la opinión de U. el lugar que merece su ilustración; pero

sabe U. que la persuación es hija del convencimiento y que

aunque yo poseyera la elocuencia suficiente de que estoy

muy distante, jamás podría prevalecer para manifestar el

éxito y reputación de una República cuyos Estados pugnanentre sí y en donde el choque de las pasiones y venganzas,

lejos de extinguirse, se aumenta más.

"Espero que U. se servirá mirar lo expuesto como una

sincera expresión de los verdaderos sentimientos que meaniman para no disfrazar mi concepto cuando juzgo deber

hablar con el corazón en las manos, y que en la ingenua

confesión de mi ineptitud conozco que no ofrezco lo que

veo no soy capaz de cumplir . .. ".

(Escrita la carta el 31 de enero, la despachó hasta el

7 de febrero, no sólo por el susodicho dolor de muelas, sino

porque quiso "tomarme más tiempo para reflexionar, por

no dejarme llevar de la primera impresión que causan los

sucesos desagradables". No se la darían mejor los impre-

sos que circulaban con noticias y juicios sobre la revolución

en Centroamérica y la agitación en Colombia, más las di-

vergencias con el Perú, que desembocarían en guerra fra-

tricida) .

Se cumplirán los ocho meses acordados para la ratifi-

cación de los pactos y no hay noticia de ellos, supone que

México va a hacerla y Colombia ya lo hizo, por expresiones

del ministro Gual, pero como éste nada sabe del nombra-

Page 267: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 265

miento de segundo ministro colombiano, eso "le hace fuer-

za". Y concluye donosamente : "Bien que a veces los diplo-

máticos dejarían de serlo si en las cosas al parecer másllanas no observaran misterios". Joel R. Poinsset, minis-

tro de los Estados Unidos en México, ha sido nombradopara participar con Sergeant en la representación nortea-

mericana al congreso y como más tarde este último se reti-

ra, queda sólo como ministro. En los últimos tiempos mu-cho se ha hablado y traído a la luz de la actuación de ese

ministro en México, pero sólo cabe conjeturar sobre sus

manejos respecto al desdichado congreso, y más aún sobre

lo finamente que habría hilado en él. Otro ministro que

se retira, y para el cual tiene Larrazábal expresiones muycordiales de amistad, es Van Veerder, de los Países Bajos,

con quien ha tenido correspondencia sobre un posible em-préstito que el Rey favorecería indirectamente "para es-

trechar más las relaciones" . . . Larrazábal y Molina de-

bieron ir instruidos sobre este negocio a Panamá y el

primero lo supone favorable aunque las condiciones de

guerra civil lo harían improbable. Por fortuna: que Gua-

temala habría cargado con otra "deuda inglesa" de la Fe-

deración.

Mal sino de los tratados y malestar del delegado

México demoraba sospechosa y sistemáticamente la

aprobación de los tratados de Panamá y dábanle magní-

fico pretexto las convulsiones de Centroamérica y Colom-

bia y la incertidumbre de la situación del Perú, de cuyos

ministros no volvía a saber nada Larrazábal en México.

El 11 de abril de 1827 escribe una nota extensa y razonada,

que es interesante reproducir en sus pasajes principales : el

pesimismo que en ella revela se mantendrá en más lacóni-

cas notas ulteriores, con algún raro relámpago de esperan-

za. Es notorio el escrúpulo por el qué dirán las naciones

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266 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

extranjeras —pensando siempre en Europa y los EstadosUnidos—,

preocupación de que participaban todos los hom-bres lúcidos y patriotas de América en aquel tiempo, dolo-

ridos por los trastumbos de sus países y por el anhelo frus-

trado de hombrearse con sus modelos, de los cuales no

advertían los defectos o los pasaban por alto, aspirantes

nada más a la grandeza romántica de la obra en que anda-

ban empeñados, con tan pocos recursos de pueblos.

"... Existe la incertidumbre sobre la ratificación de

los tratados por estas Cámaras. Unos tienen esperanzas

de que se verifique, otros la han perdido enteramente ypor ambas partes se alegan razones. Por la mía, las obser-

vaciones que he hecho, las demoras que este asunto hasufrido, las que está sufriendo y sufrirá todavía, pues aúnno se ha dado cuenta con el dictamen de la comisión, que

según me han asegurado individuos de ella hace mes y me-dio que está extendido; la ninguna franqueza y el misterio

que se nota en este punto; la poca importancia que se da

a la alianza con unas repúblicas que suponen debilitadas ydespedazadas por los partidos ; el resfrío o indiferencia que

generalmente se advierte; la ninguna noticia que se tiene

de los ministros del Perú . . . todo me hace desconfiar de

nuestra unión en términos que no llegaré a creerla hasta

no verla efectuada.

"Deseo vivamente equivocarme en este juicio tanto

porque estoy persuadido de que esa República era acaso la

que iba a sacar mayor utilidad de la liga, como porque undesenlace tan inesperado acabaría de poner a la Américaen ridículo. Justificaría en parte la desconfianza que al-

gunos gabinetes tienen de la consolidación de sus gobier-

nos, daría materia para que formasen argumentos plausi-

bles a los que nos acusan de frivolidad e inconsistencia yque haría por fin que se formase la idea más desventajosa

de la solidez de nuestros planes y procedimientos.

"Este gobierno, alucinado tal vez por una idea dema-siado exajerada del poder y recursos de esta República,

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 267

no teme el juicio de las naciones y desprecia la alianza conlas demás repúblicas. Pero cómo negarse a ratificar los

tratados sin alegar causa, en vez de ser decente y decoroso

sería dar una prueba pública y manifiesta de mala :cé, sólo

desea, en mi concepto, hallar pretexto para disfrazar su

intención y dorar su conducta. Es muy sensible conocer

esta verdad y continuar haciendo el papel feo y desairado

que hacemos; pero por otra parte es necesario evitar todo

lo que pudiera favorecer las miras indicadas de este go-

bierno. Sírvase manifestar lo expuesto al Supremo Go-bierno".

Suenan un poco a despecho, más que a desencanto, es-

tas palabras, pero son profundamente realistas. Pudieraser que escaparan al ministro los motivos más recónditos

de la actitud del gobierno mexicano de entonces, incluso la

posible —en vista de otros hechos de la historia de esa

nación en esos días— influencia de ocultos poderes, pero

la visión era exacta, y para serlo más sólo faltó vaticinar

que no se escaparía México a tan graves convulsiones co-

mo las de los otros países, y a desmembración de su terri-

torio por una potencia más fuerte, a pesar de su orgullosa

superioridad de que hacía gala en tal conyuntura de su

historia. Como que a ese mismo tiempo comenzaba su

largo calvario de "revoluciones", cuarteladas, revueltas,

guerras con el extranjero y pérdida de cuantiosa parte de

su patrimonio territorial y tradicional.

Vuelta, de lejos, a participar en las agonías de la pa-

tria, 28 de abril: "Siento en el alma la sangre de nuestros

hermanos que se ha derramado; pero Guatemala tendrá

siempre el honor y la satisfacción de que su intento no hasido otro que rechazar una fuerza tan cruel y hostil, quesin haberle dado motivo intentaba la destrucción de sus

inocentes habitantes y del Gobierno. Dios, como todos los

días se lo pido, arranque odios y venganzas de todos los

corazones, para que así consigamos una sólida y verdaderaunión, sin la cual la República no podrá existir. He pro-

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268 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

curado dar publicidad del resultado de la acción en que las

tropas al mando del ciudadano Presidente (Arce, en Arra-

zola en 13 de marzo, 1827) se empeñaron con los agre-

sores ; igualmente a todas las noticias que he creído podrían

contribuir a dar una idea muy favorable del estado de

nuestros negocios públicos. Algunas han comenzado a in-

sertarse, como verá Ud. en los papeles públicos que se le

remiten".

En otra carta, del 16 de mayo, insiste sobre estos tó-

picos y expresa su creencia de que "en medio de los malesque bajo todo aspecto nos han de producir las conmociones,

queda al menos el consuelo de que los pueblos habrán te-

nido ocasión de distinguir a los falsos y a los verdaderos

patriotas". Ingenua ilusión y parvo consuelo: nuestros

pueblos no se curan de estos males, y menos aún se cura-

ron en aquellos tiempos revueltos. Insiste asimismo en que

se ha dado publicidad a las buenas nuevas "porque a lo me-

nos producirán el efecto de privar de un pretexto a los

que alegan nuestras discusiones como una razón para de-

morar la ratificación de los tratados de Panamá". Pronto

le llega la noticia del revés de las tropas del gobierno en

Milingo. . . (18 de mayo). Y no habría sido menos dura

la noticia del decreto de proscripción —el primero expe-

dido contra hijos del país, se dolerá Alejandro Marure en

sus Efemérides, que comprendía entre otros a don PedroMolina. . ., enfrentando, junto a los salvadoreños, liberales,

al Gobierno del Estado de Guatemala y al Presidente de

la Federación, el salvadoreño don Manuel José de Arce . . .

("Mientras que Molina, el Licenciado Rivera Cabezas yotros muchos proscritos fomentaban la revolución en El

Salvador; Gálvez y otros caudillos del bando liberal, que

habían logrado permanecer en Guatemala, daban impulso

desde allí a las reacciones que se preparaban en los demásEstados de la República. Estas maniobras liberales produ-

jeron efectos rápidos: por todas partes se multiplicaban

ios enemigos del nombre servil, el descontento era general

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 269

en las provincias y el antiguo odio de éstas contra la capi-

tal se avivaba más y más" —Marure, bosquejo histórico de

las revoluciones de Centroamérica, tomo segundo).

Por aquellos meses que debieron ser tristes y desaso-

segados para Larrazábal, se cruzan las gestiones —todo

era dilatado— de una libranza de dos mil pesos endosada

a su favor y que descuentan por mil novecientos veinte,

de los cuales alcanzan Larrazábal 960 y el ministro y el

secretario el resto por mitades. También hay un movimien-

to de los diplomáticos para ver de mediar y poner término

a las disidencias en Centroamérica; al dar noticia a su

gobierno de tales gestiones, cita por ahí sus clásicos en apo-

yo de la resolución que mantendrá al efecto: fuera de las

instrucciones oficiales, su Vattel y su Martens —capítu-

los, secciones, párrafos ¡afán de minuciosidad y exacti-

tud !— del Resumen del derecho de gentes . . . Todo se

reduce a proyectos y no falta alguna inconsecuencia y la

conferencia proyectada parecía destinada a la inanidad.

Estamos en octubre y hay noticia de la muerte de

Canning, el ministro inglés, que tanto influyó en las cues-

tiones de América y en el desarrollo del librecambismo.

Opina Larrazábal con harto fundamento: "Esta desagra-

dable ocurrencia hace variar considerablemente el aspecto

de nuestros negocios en Europa. La América ha perdido

su más celoso y decidido protector". El 27 de octubre, no-

ticia sobre rumores de posible agresión española y la gran

oportunidad de reunirse el congreso de Tacubaya. 'Tero

este Gobierno —el mexicano, comenta— piensa sin duda

tener en sí mismo sobrada fuerza". La cámara cerrará

sesiones en noviembre y se desvanecen las últimas esperan-

zas de ratificación de los tratados. Hay que tomar una

decisión. ¿Qué diabólico o maquiavélico juego se libraba

por bajo?

El 10 de noviembre Larrazábal escribe: "Sacrificando

mi opinión a hombres de mayor talento y previsión, con-

servaba alguna esperanza de la reunión del Congreso de

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270 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Tacubaya. Como por otra parte, ese Gobierno ha mani-festado deseos de que la legación permaneciese aquí, nocreí que me correspondiese anticiparme oficialmente a pe-

dir permiso para regresar a Guatemala, o hacer dimisión

de un destino que en mi concepto era una carga que gra-

vitaba inútilmente sobre la República. Ahora que todos

piensan con unanimidad que la asamblea no llegará a reu-

nirse, no dudo que el Gobierno me mandará retirar. Nome resta, pues, sino suplicar que de cualquier manera se

me facilite la suma que se crea suficiente para emprendermi viaje, pues no teniendo, como Ud. sabe, medios de per-

manecer aquí, menos debo tenerlos para emprender gastos

que exije un camino tan dilatado".

En la misma fecha, nueva y razonada dimisión. Ex-plica que desde el 19 de julio del año anterior, desde Pana-má, había renunciado y que repitió la renuncia al llegar

a México: "Las causas en que la apoyé no han dejado de

subsistir, y principalmente las que dicen relación a mi sa-

lud se han aumentado porque cada vez experimento mayorquebranto con la continuación de ataques de nervios a que

este clima es tan propenso, y de que yo he padecido desde

mucho tiempo atrás ; así, no he cesado de reiterar a Ud. en

cartas particulares se sirviera manifestar al Gobierno el

referido estado de imposibilidad a que estaba reducido a

fin de que se me concediera permiso de regresar a esa ca-

pital. Los desgraciados acontecimientos de nuestra Repú-blica, me ha manifestado Ud. que no han permitido la reu-

nión del Congreso Federal, y que ni el Vicepresidente se

consideraba autorizado para deliberar acerca de esta ins-

tancia. La esperanza de que este Congreso de la Unión

(el de México) en las tres épocas de sus sesiones ordina-

rias y extraordinarias tratara sobre los convenios celebra-

dos en el Istmo por la asamblea general; la continuación

de ésta en Tacubaya, que era de creer; lan indicaciones

posteriores, que comuniqué a Ud. en notas de 25, 29 y 31

de agosto, 8 y 15 de septiembre; y el decoro de esa Repú-

Page 273: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 271

blica, que exijía se le dijese que la ausencia de su Plenipo-

tenciario habría de contribuir a que no tuviese efecto dicha

continuación en Tacubaya, han sido motivos irresistibles

para que yo sufriera el sacrificio del aumento de mis pade-

cimientos.

"Al presente, como Ud. habrá visto por mis últimas

notas, ha desaparecido la esperanza de que en las actuales

sesiones se tomen en consideración aquellos tratados y de

que el Gobierno conteste a sus ministros . . . sobre las ins-

trucciones de que le hablé en 19 del mismo septiembre. Aesto se agrega que el Excelentísimo señor Gual (el minis-

tro de Colombia) me ha dicho expresa y terminantementeque aún en el caso de que se ratifique el de Unión, Liga yConfederación, quedando suspensos los otros, regresa a

Colombia a últimos del mes que entra o cuanto más tarde

en enero. En tal caso, no es posible tenga lugar la reunión

en Tacubaya, pues ya no quedan más ministros que los de

estos Estados Unidos Mejicanos, y yo por Centroamérica

;

ni hay noticia de que se dispongan a venir los del Perú yChile como antes se decía, pues si así fuese, era regular

que después de tanto tiempo que les consta nuestra perma-nencia en México hubiesen hecho aquellos Gobiernos algu-

na comunicación oficial.

"Cuando no se presentaran más consideraciones que

la ausencia de la mitad de los ministros que nos reunimos

en Panamá, cuyo caso llegará retirándose el señor Gual,

pienso que estoy autorizado para insistir en suplicar a Ud.

de nuevo, como lo hago, se sirva elevar ésta al conocimien-

to del Gobierno para que me permita el regreso solicitado".

Porfía en otra carta de la misma fecha, entrando en

pormenores e intimidades. Para verificar su regreso ne-

cesitará de mil quinientos pesos "que sin traspasar los lí-

mites de la más rigurosa economía me costará el viaje,

según los conocimientos que tengo del camino y otros que

he procurado adquirir.

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272 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"No ignoro la suma escasez del erario, pero absoluta-

mente no tengo arbitrio de qué valerme. Ud. sabe que al

salir de esa República se me entregaron 8,000 pesos, que

era el sueldo de un año. Con ellos tuve que proveer a la

subsistencia de mi familia en Guatemala durante mi ausen-

cia. Otra parte muy considerable ha sido invertida en

gastos extraordinarios de viajes, y aunque según la equi-

dad y la práctica de las naciones se me han de abonar,

hasta ahora los he hecho de mi bolsa, y por sí solos basta-

ban para haberme reducido a la mayor penuria. Sin em-bargo, he tenido que ocurrir a los comunes e indispensables,

puesto que en año y tres meses de permanencia en esta

República no se me ha suministrado más cantidad por esa

que la de 960 pesos, de que tuve que echar mano en muchaparte para cubrir deudas contraídas; pero la consideración

que me merecía el estado de esa República me ha obligado

a sufrir en silencio toda clase de sacrificios antes que im-

portunar al Gobierno. Mas ya los arbitrios todos se mehan agotado, y no me parece decente que ausentándome

quede mi crédito pendiente con deuda particular, ni tam-

poco es decoroso al Gobierno que yo mendigue para el

viaje. Ud. debe persuadirse que si mis facultades iguala-

sen a mis deseos, habría servido sin gravar a la patria.

"Espero, pues, que Ud. tendrá la bondad de comuni-

carlo así al Supremo Gobierno para que se sirva mandarque, sea a cuenta de mis sueldos devengados o de cualquie-

ra otra manera, se ponga a mi disposición la expresada

suma a la mayor brevedad, ya porque avanzándose la esta-

ción se me aumentarán las penalidades y molestias del via-

je, ya por que no tengo recursos para permanecer aquí".

El tono ascendente de su queja, da bastante idea de

las mortificaciones que padecería el ministro, frustrado el

objeto de su misión: víctima indudable, con los colombia-

nos, de un juego desleal: preocupado y entristecido por la

situación caótica de su país en guerra ; atediado y enfermo

en su forzosa e inútil permanencia en México; afligido por

Page 275: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 273

los escrúpulos de sostener dignamente la representación

que ostentaba, y estrechado de recursos al grado que se ve

por la pintura que hace: no era la suya una envidiable

posición, y todavía no dejaría de pensar en que sus paisa-

nos acaso supusieran a esas fechas que el canónigo se

estaba dando en realidad —o como se imagina que es enrealidad— una vida de canónigo, holgada y placentera, enJa gran ciudad de México . .

.

En febrero anda despidiéndose ya del presidente y mi-

nistros: ha recibido dos libramientos a su favor, pronto

liquidados, por un total de dos mil pesos : ya puede regresar.

Pero el ministro colombiano por diversos motivos posterga

su salida, y tiene que analizar un poco sombríamente susituación (21 de mayo) como bien difícil: "Por una parte,

veo que aún existen en vigor las razones que hasta ahorase han tenido presentes para que yo permanezca aquí, ypor otra se aumenta la fuerza de las que yo he tenido para

suplicar que se me permita regresar. Mi salud se dete-

riora cada día, y mientras más tiempo pase se me hará máspenoso el viaje, cuando no me halle en imposibilidad de

emprenderlo. Tampoco puedo contar con otros recursos

para permanecer que los que pueda proporcionarme el go-

bierno, y atendiendo al estado de la República es preciso

que sean bien escasos, o quizá ningunos. Y si gasto, comoes cierto que sucederá, en mí y en dar algunos auxilios ne-

cesarios al secretario (que ya le he dado) la cantidad que

se me dio para el viaje ¿con qué lo haré después?".

Puesto en la encrucijada, sugiere algunos medios de

resolver su salida, incluso renunciando a la compañía del

sobrino secretario en el viaje, si hace falta que él se quede,

impuesto como está de los asuntos del congreso. Y ruega

presentar al vicepresidente "estas respetuosas observacio-

nes, asegurándole al mismo tiempo que resuelto a hacer

cualquier sacrificio en favor de mi Patria, me someteré

gustoso a su determinación, cualquiera que sea".

Page 276: Brañas - Antonio Larrazabal

274 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

El 2 de agosto ya tiene el permiso de regresar, conce-

dido a 3 de julio; pero ahora es el tiempo el que lo detiene:

"Desde luego haría uso del permiso que el gobierno ha te-

nido la bondad de concederme, si lo permitiese la actual

estación; pero no parece prudente moverse antes de fines

de octubre o principios de noviembre ; así, permaneceremosaquí los tres meses que faltan".

Hay que evocar lo que eran durante todo el siglo pa-

sado y aún a principios del actual, los viajes de México aGuatemala por tierra, a lomos de bestias y con séquito de

arrieros y recuas para el equipaje, por caminos fragosos ydesolados, que los temporales cortaban semanas enteras,

sin apenas, distanciadísimos, albergues y mínimas como-

didades en los pueblos de tránsito, amén del peligro siem-

pre inminente de asaltos de grupos de bandoleros, y de las

demás incidencias e inclemencias de tales viajes que hoy nos

parecen novelescos, para comprender la poco halagüeña

perspectiva que ante sí columbraba entonces Larrazábal,

sintiéndose viejo y enfermo, después de sus andanzas y pe-

nalidades por diversas tierras, combatiendo el ánimo de con-

trariedades, tristezas y decepciones . .

.

Capítulo de inculpaciones. Los protocolos del Istmo

Al despedirse del ministro colombiano señor Gual, yexpresarle la efusión de su gratitud por sus deseos de in-

tervenir en favor de la paz de Centroamérica, anuncia que

no saldrá sino hasta octubre "levantadas las aguas". El

señor Gual se manifiesta sincero al deplorar la separación,

que le es demasiado sensible, dice, y que quisiera olvidar

lo pasado eternamente. A iniciativa de este señor Gual, ycomo remate del baldío trabajo de las misiones diplomáti-

cas, tendrán una junta formal, el 9 de octubre, en Tacu-

baya : parece la única del Congreso y tiene algo de funeral.

Page 277: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 275

"En ella, dice Larrazábal a su canciller en 11 de octu-

bre, dio extensión (el ministro colombiano) a las ideas ysentimientos que contienen sus citadas notas (de invita-

ción) : manifestó el grande interés que Colombia había

tomado siempre y aún tomaba por la Liga Americana; que

su gobierno se había poseído del más profundo dolor al

contemplar las dificultades que Méjico había opuesto a la

realización de aquel hermoso plan; y que convencido al fin

por una serie de sucesos adversos y de hecho incontrover-

tibles, de que Méjico no tomaba todo el interés que era de

esperarse, y de que la inacción de los plenipotenciarios nopodía producir otros resultados que ridiculizar una idea

que en más felices circunstancias podría renovarse con me-jor éxito, le había permitido regresar; y que estando re-

suelto a usar muy pronto de este permiso, había querido

cumplir con el deber que le imponían sus instrucciones de

manifestar los sentimientos de su gobierno, que siempre

eran los benéficos y fraternales para con las demás Repú-blicas; que siempre eran los mismos con respecto a la Con-

federación, y en prueba de ello se hallaba autorizado para

asegurar que tan luego como Méjico indicase sus deseos de

que se reuniese la Asamblea, Colombia enviaría sus pleni-

potenciarios, exigiendo solamente más fuertes garantías de

que no vendrían en vano. Los plenipotenciarios de Méjico,

aseguraron que los sentimientos de su gobierno eran idén-

ticos; que todo había sido obra de las circunstancias; que

éstas iban cambiando favorablemente, en términos que te-

nían esperanza de que pronto se despachasen los tratados;

con lo que se concluyó". (Por fortuna no inculparon del

fracaso a Colombia y a Guatemala . ..)

.

.

El compilador de los documentos guatemaltecos del

congreso bolivariano, José Rodríguez Cerna pone una nota

justiciera y sustanciosa al llegar a este punto de su obra,

que contiene además el protocolo de la última junta refe-

rida, los tratados de Panamá y algunas referencias valiosas

del extranjero, en épocas distintas, al congreso su signi-

Page 278: Brañas - Antonio Larrazabal

276 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ficación y su trascendencia histórica. Unas comillas más,

para citar íntegra la nota de Rodríguez Cerna:

"Termina así la correspondencia de Larrazábal, llena

de interés histórico en muchos puntos y reducida a asuntos

de rutina burocrática, como era natural, en otros. En toda

ella resplandecen las condiciones de patriotismo, ecuanimi-

dad, buen juicio y celo que formaban la psicología del ilus-

tre patriota. Esa colección epistolar, valiosa por la firma

que la cubre y por el conocimiento íntimo a que nos lleva

del fracaso de la Asamblea Americana de Tacubaya, que

jamás llegó a reunirse siquiera, demuestra, además, las

oscilaciones de amargura y esperanza en que vivió durante

dos largos años nuestro procer en la capital mexicana, im-

potente para luchar contra la suerte adversa de la fracasa-

da confederación. Con toda reverencia la publicamos —tal

y como lo hemos hecho con las suscritas por los dos patri-

cios desde Panamá— creyendo salvar así para la posteridad

lo que es digno de ella y de la patria".

Más de dos años largos de la vida de Larrazábal, que

como los seis de cautiverio fernandino y los dos y pico de

Cortes españolas, tienen que serle computados como tiempo

doble al servicio de la patria y de América. Con menossustancia se han formado héroes y mártires para la his-

toria.

Veamos todavía otras referencias y repercusiones, de

distintas fuentes.

En el mensaje presentado al Congreso Federal al abrir

sus sesiones ordinarias el 12 de abril del año de 1830, por

el senador Presidente de la República don José Barrundia

se contiene esta mención exaltadora del Congreso ameri-

cano y de los diputados guatemaltecos en él: se advierte la

fe del gobernante liberal en la supuesta eficacia de aquella

asamblea, y la ya dicha, constante y generalizada preo-

cupación por la emulación de Europa:

Page 279: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 277

"El primer objeto exterior que se presenta desde lue-

go por su importancia, es el de la gran dieta americana,

instalada en Panamá, con el designio incomparablementeventajoso de sostener la independencia general de América,

de transigir en sus desavenencias interiores, y mantenera sus gobiernos en una paz y libertad inalterables. Tenía-

mos en ella dos ministros dignos del alto encargo que les

confió la república y que mostraron la mayor aptitud e

interés en promover los grandes objetos de su misión. Pordesgracia esta liga colosal de pueblos libres se disolvió ha-

biendo decretado su residencia y salida para Tacubaya en

la república mejicana; y es uno de los deseos más vivos

del gobierno, que toméis interés en que se reinstaure de

nuevo esta célebre confederación. Si ella hubiera conti-

nuado, el rompimiento universal de la América en discor-

dias domésticas y guerras civiles se habría acaso evitado,

y la progresión y desarrollo de todos los elementos de su

prosperidad, la solidez de sus gobiernos, y perfección de

todos sus ramos administrativos, fuera en el día un espec-

táculo envidiable para la Europa. Yo os encargo deis a

este proyecto la consideración que demanda, y lo contem-

pléis como de una particular utilidad a nuestra república

por su situación y circunstancias".

Y se toca ya a las últimas consecuencias de aquella

grande y fallida aventura de América.

Al Congreso de la República se presentó el 2 de julio

una proposición en el sentido de que tomara en su cono-

cimiento los tratados que celebró en Panamá la dieta ge-

neral, pues de ellos pendía la consistencia de los que celebró

la República con la de Colombia "y pueden además facili-

tarnos el tener relaciones amistosas con las demás repúbli-

cas". Se pedía que el gobierno enviara a la mayor breve-

dad copia de los tratados, y el Congreso acordó que fueran

los originales. Firmaban la orden del Congreso los señores

J. M. Orellana, E. Lorenzana y Doroteo Vasconcelos.

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278 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

El Ministro de Estado y de Relaciones Interiores yExteriores, señor don Juan Francisco Sosa, respondió en-

viando el protocolo con las diez conferencias verbales de los

ocho plenipotenciarios reunidos en Panamá y tres cuadernos

que contenían el tratado de confederación y liga, el concierto

de contingentes y el convenio de traslación a Tacubaya:estaban a 16 de julio. Ya a fines del mes y en vísperas

casi de cerrar sus sesiones, el Congreso pide al ejecutivo

que se oiga a los ministros —Larrazábal y Molina— acerca

de las ventajas e inconvenientes que pudiera tener la rati-

ficación de los tratados, cuando ha pasado el término de

hacerlo y México y Colombia hierven en revolución. Parapoder dar cumplimiento a la nueva orden de "los señores

del Congreso Federal", de fecha 27, el gobierno invita muyceremoniosamente a los diputados a darle los informes ver-

bales el día que tuviesen por conveniente (nota del 31 de

julio).

Larrazábal y Molina evacúan el informe pedido, el 12

de agosto. Un breve resumen de la historia y resultados

del Congreso, y una sugestión que es aceptada, sin conse-

cuencias: "Con todo —dicen— este negocio no parece ur-

gente ahora, y la ratificación de los tratados se graduará

acaso ya de extemporánea por las demás Repúblicas; y el

gobierno quizá se expondría a ser desairado por alguno o

algunos de los otros en su tardía ratificación, si antes no

se consulta su juicio acerca de la necesidad o conveniencia

de confirmarlos o revocarlos en todo o en parte". Que se

explorase, pues, la opinión de los interesados "sobre la reu-

nión de un nuevo Congreso aquí o en Tacubaya ..." y otros

consejos juiciosos. . . al viento. Por fin, se ofrecían a asis-

tir al Congreso Nacional cuando se les citara, para dar cuan-

tas explicaciones y noticias fueren necesarias sobre el par-

ticular. Al gobierno le pareció prudente y decorosa la me-

dida que se proponía. Pero la idea de la confederación

americana estaba muerta y enterrada y América se dividía

más y más.

Page 281: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 279

* * *

Los juicios de historiadores y compiladores de docu-

mentos sobre el congreso bolivariano, como O'Leary, De la

Peña y Reyes, Porras Barranechea, Barrenechea y Rayga-da, y otros, reflejan particular interés sobre los hombresy los actos de su país respectivo —de las otras naciones

que participaron en el congreso—, y procuran desde luego,

alejar de los suyos, tan celosa o hábilmente según les resul-

tó posible, cualquier motivo de acusación categórica sobre

el fracaso final; sin embargo la inculpación más constante

tiende a recaer sobre los mexicanos; pero habría que atri-

buir la culpa a muchas circunstancias y examinar éstas, yno poca a los recelos y suspicacias de algunos de los pro-

pios representantes, si no también a subterráneas influen-

cias, que casi sólo pueden sospecharse, y que se habrían

servido como de eficacísimo instrumento de aspiraciones

o intereses de un país, o de las condiciones creadas en todos

los países participantes, a esa hora crucial . . .

No deja de ser curioso y entristecedor que casi siem-

pre se deje un poco en la penumbra, mencionados apenas,

a los guatemaltecos, que fueron por cierto de los más sin-

ceros y rectilíneos. La pobreza del país, el no haber figu-

rado como los otros en la guerra contra España pues logró

su independencia en forma distinta, y la revolución que lo

destrozó en seguida, contribuyeron sin duda a que se olvi-

dase un poco y otro poco se menospreciase la labor de los

guatemaltecos y el espíritu con que concurrió Centroamé-

rica a los acuerdos de Panamá y a la penosa historia de

Tacubaya.

Es sensible también que los juicios sobre estos dipu-

tados sean insuficientes y vagos en tales obras. Florencio

O'Leary tras citar a los de Centroamérica y México, expre-

sa, global, si justicieramente: "No conocí entonces perso-

nalmente a los distinguidos individuos que acabo de nom-

brar; pero sí puedo asegurar que por sus luces, su patrio-

Page 282: Brañas - Antonio Larrazabal

280 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

tismo, su posición social, y por los importantes servicios

que habían prestado no sólo a sus respectivos países sino

a la causa americana, más acertada elección, no pudo ha-

berse hecho en Méjico y Guatemala".

Raúl Porras Barrenechea, con apoyo en Byrne Lockey

y Velarde y Escobar, da este sintético pero exaltador jui-

cio de Larrazábal: "había figurado en las Cortes españo-

las y se le consideraba hombre de mucha instrucción, de

gran probidad y de carácter firme y leal".

Palabras que comprueban, una vez más, la idea que

continuamente se tuvo de él.

Larrazábal, con Molina, en nombre de Centroamérica,

fue un colaborador eficaz, pero sobre todo leal, del sueño

de Bolívar. Si tan hermoso sueño no hubiese estado con-

denado, por los dioses adversos a los grandes destinos de

América, a un fracaso tan ingrato, cuál no sería la gloria

actual de los ministros guatemaltecos. Mas hoy suenan

con trágica ironía las inflamadas palabras del Libertador

cuando, en nuevo delirio sobre el Chimborazo, convocaba

a las naciones al Amor :"

. . . Si el mundo hubiera de elegir

su capital, el Istmo de Panamá parece el punto indicado

para este augusto destino, colocado como está en el centro

del globo, viendo por una parte el Asia y por la otra el

África y la Europa . .. ", "... El día que nuestros pleni-

potenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la

historia de América una época inmortal. Cuando, después

de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro de-

recho público y recuerde los pactos que consolidaron su des-

tino, registrará con respeto los protocolos del Istmo. Enellos se encontrará el plan de las primeras alianzas, que

trazará la marcha de nuestras relaciones con el Universo.

¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado con el

de Panamá?".

Page 283: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 281

Regresa de México. Belice. Tempestades eclesiásticas

Abril de 1830. Regresa Larrazábal de su odisea del

congreso bolivariano en Panamá y Tacubaya. ¿Desencan-

tado? ¿Para qué decirlo? Un largo y fatigoso viaje desde

México a Chiapas —ya perdida para Guatemala— , demo-rado sin duda en tierras de Oaxaca, donde residían fami-

liares suyos, y luego otro largo y fatigoso viaje hasta su

ciudad, que hallará, si no transformada, entristecida, em-pobrecida por los inacabables disturbios, por la obstinada

guerra civil, despoblada de muchísimos de los más brillantes

elementos de su sociedad, de su intelectualidad, lanzados ala expatriación.

La guerra civil ha concluido, pero la revolución sigue,

ha de seguir por muchos años aún, con alternativas, desas-

tres, triunfos, terrores y miserias. Los hombres parecerán

girar a impulso de vientos irresistibles. Los principios

claudicarán y se levantarán a cada poco. La confusión es-

tará en las almas y en los cerebros. La República babeli-

zada, que se destroza y no acierta con su destino es poseída

por el vértigo y por el cansancio de las luchas, por las am-biciones desatadas y las venganzas que no acaban : se siente

ia necesidad de ordenadores, y surgen caudillos antípodas

y un militarismo improvisado y vehemente, en que partici-

pan extranjeros desaprensivos y violentos. Demasiado in-

telectuales, en un pueblo ineducado y apático, los ideólogos

de la independencia y la federación trastumban entre doc-

trinas extrañas y fanatismos empecinados. Se está hoy con

un caudillo y al día siguiente en contra de él.

Es la edad de oro de los localismos y la metrópoli purga

todos sus antiguos pecados en el odio que se le declara, en

el patente anhelo de disminuirla y humillarla, empresa en

que por paradoja apenas concebible, se mezclan con ardor

muchos de sus hijos descollantes, arrebatados por la pasión

combatiente. No tendrá esta época tumultuosa un historia-

dor entero, una historia verdadera. Ni Alejandro Marure,

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282 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ni Manuel Montúfar, ni Lorenzo Montúfar, ni más tarde

Agustín Meneos Franco ni Ramón A. Salazar podrán serlo

cumplidamente, porque la tinta en que mojan sus plumascontiene demasiados ingredientes de pasión: hasta en los

más ponderados, que son los menos. Éste deprime, aquél

exalta; uno ataca, otro defiende; aquí la intolerancia de unsigno, allá la del opuesto. Todas las voces se alzan preten-

diendo que prevalezca en el coro de la propia razón. Y no fal-

ta quien deforme los hechos para abultar las culpas, y quien

olvide los hechos para borrarlas. El partido que triunfe

tendrá, por fin, la razón. Mientras prolongue sus dictadu-

ras en el poder y enseñe su historia en las escuelas. El

alma del país, envenenada de esa historia parcial, partidista,

heredando y transmitiendo interminablemente resentimien-

tos y frustraciones, no acierta a ver con limpios ojos su

pasado, y lo vitupera. Con lo que envenena su porvenir.

La guerra civil había terminado el año de 1829, deca-

pitando, por el ostracismo, a toda una generación : los com-

ponentes de la más florida promoción de hombres de letras,

de ciencia, de política, habían sido enviados fuera de la

patria por el decreto de 22 de agosto —réplica de otro del

"gobierno intruso,,

, que había comprendido al Doctor Mo-lina— ; sólo algunos retornarían, los demás morirían en el

destierro, habiendo dado sus luces, su energía, a otra patria,

hospitalaria o no.

El propio arzobispo metropolitano, doctor y maestro

Fray Ramón Casaus y Torres, había sido objeto de pros-

cripción en la noche del 10 de julio, y expulsadas las órde-

nes religiosas, incautándose el Estado sus bienes y rentas.

Para un país que no olvidaba el extrañamiento de los jesuí-

tas, esa sucesión de golpes tendría significado efecto ytrascendencia que a la luz de nuestros días, tras tantas

Page 285: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 283

décadas de liberalismo y de otras experiencias, es bien im-

posible imaginar.

Pero, en medio de todo, se logra un poco de sosiego yse columbra un poco de progreso, y el país necesita reco-

brarse. El gobierno liberal que se ha establecido no será

sin duda del todo querido, pero gana colaboraciones y cuen-

ta para su obra de reformas con inteligencias apreciables.

Lo rodean, sin embargo, muchos elementos de perturbación,

que no puede dominar a lo largo de ocho años y que reen-

cenderán la guerra, diseminando en la montaña la zozobra de

las guerrillas que parangonará Marure a las de la Vandée,

pero que tienen enseñanza y espejo más inmediatos, en las

de España. Los mayores elementos de perturbación serán

la acefalía temporal de la Iglesia y la vehemencia de im-

plantar reformas en alud.

Larrazábal llega a buen tiempo. Y a mal tiempo. Ami-gos suyos : Aycinena, Sosa, se han derrumbado ; amigos su-

yos: Molina Gálvez, brillan en el poder. Siguiendo su in-

nato desapego a las luchas de los partidos, y sin dudareafirmado en él por la experiencia adquirida, la reflexión

madurada y las desilusiones sufridas, se irá entregando

cada vez más a sus deberes e inclinaciones religiosas, deseo-

so de no figurar en los primeros planos pero imposibili-

tado por su prestigio, por su temperamento, sabiduría yparticulares aptitudes, de replegarse a la sombra como unoscuro sacerdote de provincia. Y no podrá ser neutral, si

la neutralidad es posible y no convencional ficción. Un acto,

una relación, una crítica, un parecer, ocuparse de esto yno de aquéllo, aceptar una invitación, y cien menudencias

forzosas de la vida diaria, resultan definiciones y hasta se

toman por afiliación sobre todo en las aldeas, sobre todo en

circunstancias de Hervor político. Larrazábal tiene que

figurar, tiene que luchar, y se le reclama, le reclama el

público, y le reclaman los conflictos de su Iglesia, a luchas

empeñadas, de las que saldrá tan bien como quepa, pero,

sin duda, con cuántos desgarrones en el alma.

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284 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

* * *

La anarquía que ha visto destrozar su patria y México

y España y la América española del sur, lo orientarán, comoa tantos de los prohombres con quienes se codeó en Cádiz

y Madrid, en Panamá y en México, a buscar y favorecer

el restablecimiento del orden por medio de un sistema mo-derado de gobierno, y a ello contribuye en sus funciones de

dirigente eclesiástico y en las intervenciones ineludibles de

ciudadano.

El respeto que le rodea y aureola por sus virtudes, me-recimientos y padecimientos, impedirá, seguramente, que

los juicios acerca de su conducta en estos años de pasiones

exaltadas, y aún más adelante en las décadas de liberalismo

al rojo, sean más adversas e hirientes para el viejo procer,

a pesar de las destemplanzas de la Reseña Histórica, quin-

ce años después de su muerte. En el fondo, se le irá olvi-

dando, y a no larga distancia de su tránsito el olvido se

cerrará densamente sobre él. Aunque esto constituya evi-

dente injusticia, sería lo más agradable para su modestia ytemperamento y se le antojaría providencial bien: sólo de

cuando en cuando, referencias inusitadas de historiadores

aportillarán el muro del olvido para dejarnos entrever que

Larrazábal fue —incluso con debilidades y errores, los

propios y los de su tiempo y su país, que lo moldearon—

,

señera figura nacional.

Mas ahora, cuando regresa el canónigo penitenciario

a su silla capitular, faltan muchos años por llenar a esta

vida que se dilatará hasta el promedio del siglo y verá una

evolución completa de Guatemala, a la cual su acción no

es extraña. La experiencia que se le reconocía y el libe-

ralismo que se le atribuía, por sus ideas liberales lo llama-

rán nuevamente a acercarse a la Universidad, que se con-

vierte en Academia de Estudios, y a emitir su opinión y

su consejo sobre asuntos arduos como el de la penetración

y depredaciones de los ingleses en territorio nacional de Be-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 28T5

lice, amén de conducirlo a tratar de dar solución al deli-

cado, quemante problema de la jefatura de la Iglesia.

Hay una extensa respuesta de Larrazábal —27 de

noviembre de 1830— al secretario de Estado y del despacho

de relaciones que comienza precisando que en nota de 8 de

julio se le dijo que "siendo de la mayor necesidad cortar

el abuso que los ingleses establecidos en Belize hacían con

el corte de maderas que les fué concedido por el tratado

de paz celebrado en Versalles en 3 de septiembre de 1783"

deseaba el gobierno oir su voto "sobre las medidas que se

deben adoptar para reducirlos dentro los límites del refe-

rido tratado".

Con su habitual modestia agradece el honor que se le

dispensa "en una confianza tan superior a mis limitadas

luces y escasos conocimientos", pasando a expresar "cuan-

to he alcanzado en las continuas reflexiones que he hecho

sobre este negocio". Al final de sus razonamientos sugiere

:

"Hágasele. ver —a Inglaterra— con la energía y dignidad

que corresponde a la soberanía e independencia de la Repú-

blica que reclama por la última vez la trasgresión del tra-

tado de la parte que se han traspasado los límites señala-

dos en él y que de no observarse su cumplimiento proce-

derá a cerrarle estos puertos para el comercio que hasta

aquí había permitido a aquel establecimiento y de hecho

no satisfaciendo a nuestro Gobierno cumplidamente den-

tro del término que le prefijase hora en que sus puertos

queden cerrados. —Este es en mi concepto el único medio

con que se conseguirá el intento".

(Fuera de cualquier otra objeción, hoy, largamente

a posteriori, podría objetarse de trivial el recurso sugerido

ante la consulta gubernativa. Pero entonces el interés de

los ingleses en absorber el comercio de América, substitu-

yéndose a España, propósito cardinal de su ayuda a la

emancipación de Sudamérica y de la simpatía y onerosos

empréstitos con que apoyaron generalmente la de todos es-

tos países, era un interés predominante, y Belice, decíase,

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286 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

era "el almacén de Centroamérica". Más imposible de

tomar aquel remedio lo fue en adelante por el interés del

general Morazán y sus secuaces en negocios que tenían por

centro la costa norte de Honduras y Belice . . . )

.

Cerrando por incidental este breve capítulo, veamosen dónde tiene que actuar Larrazábal con más diligencia

y variada fortuna. El campo de batalla que primero le

espera a su regreso, es, forzosamente, el del propio go-

bierno de la iglesia guatemalteca, que ha estado turbada yagitada desde los días de la independencia por la cuestión

—sustancialmente política— del obispado de San Salvador,

erigido de manera canónicamente anómala (1822-1824) yque da lugar a interminables polémicas que agrian los áni-

mos, crean y ahondan divisiones localistas y fomentan el

hábito de combatir implacablemente, aún o principalmente,

entre sacerdotes. Más notoria en ellos la violencia, sin re-

medio.

Despojada de pastor, la iglesia guatemalteca queda al

cuidado de un vicario general, el Doctor en Teología don

Diego José Batres: lo ha designado como tercero de unaterna al marchar el expulso arzobispo, para gobernar en su

nombre, en defecto de los que le preceden, el Doctor J. An-tonio Alcayaga y el Doctor Pedro Ruiz de Bustamante.

Alcayaga ha presentado al gobierno —refiere la Doctora

Mary P. Holleran en su libro Church and State in Gua-

temala, 1949, ampliamente documentada y de modo prin-

cipal en papeles del Archivo Nacional del Gobierno y en el

del gobierno eclesiástico— carta del Arzobispo Casaus, el

l9 de abril, en la cual le retira las facultades de vicario que

le otorgara al partir a La Habana, sustituyéndole con el

Presbítero José Ignacio Ávila : Alcayaga se había mostrado

ardorosamente entusiasta del Doctor Delgado —el discuti-

do obispo salvadoreño— , y Casaus no podría verlo con bue-

nos ojos, además de haberlo dejado en el cargo bajo presión

del General Morazán: tenía dadas y daría otras muchas

pruebas de liberalismo morazanista. El gobierno tomó por

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 287

cierto estas y otras comunicaciones del arzobispo como par-

te de un complot contra la independencia nacional : es decir,

contra sí. . .

El Doctor Alcayaga, coincidencialmente elegido dipu-

tado por Sacatepéquez al Congreso Federal, avisa al go-

bierno que hallando incompatibles las funciones del cargo

religioso con las de la diputación, resigna aquél y lo deja

en manos del Doctor Batres, en ausencia de Bustamante.

El gobierno presiona al cabildo para que elija vicario ge-

neral en veinticuatro horas y dé aviso en cuarenta y ocho,

reprochándole la tardanza en hacerlo, en comunicación or-

den del 31 de julio: la situación no puede ser más tirante.

Después de varios escrutinios y discusiones se elige a Busta-

mante, pero el jefe del Estado, Doctor Antonio Rivera Ca-

bezas, no lo acepta; en nueva elección se escoge a Batres,

es decir el mismo nombrado por el arzobispo, y el ejecutivo

lo tiene por bueno : "la elección del capítulo no ha cambiado

la persona, pero ha cambiado la fuente de su jurisdicción",

dice la señora Holeran (como lo ha dicho a su turno y gozoso

don Lorenzo Montúfar). Que era esencialmente lo que se

quería, mientras se gestionaba en Roma la venida de unnuevo arzobispo, según planes del liberalismo gobernante,

que entonces, y más tarde también pretendía haber here-

dado los derechos y prerrogativas del patronato que en

cuestiones eclesiásticas ejercían los monarcas españoles, se-

millero de conflictos enojosísimos.

Si el gobierno estaba empecinado en su propósito yfines ulteriores, el señor Casaus no era menos intransigen-

te por temperamento y en defensa de sus derechos : desau-

toriza el nombramiento del señor Batres declarando por

nulas y sin valor sus actuaciones, y nombra vicarios que en

secreto traen disposiciones suyas. Todo esto trasciende al

ejecutivo y su partido en irritación y al público en desaso-

siego. Se necesita un arreglo de la situación, y el camino

hallado suscita críticas y hostilidad que adquirirán, expre-

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288 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

sión violenta en un panfleto publicado en El Salvador quese hace célebre, por mortificante y por impugnado.

Es el tal impreso, anónimo, terrible. Su autor debió

haber sido harto sospechado, detrás del incógnito, y no cier-

tamente un lego cualquiera. Llamábase el dichoso folleto

El Monstruo de Dos Cabezas, y ya su título contenía equí-

voco sarcástico, que anunciaba su virulencia y dejaba en-

cender su maliciosa intención. Ponía más que en tela de

juicio la elección de provisor y vicario, hecho en la persona

del propio Doctor Batres el día 5 de agosto por el cabildo

eclesiástico, a consecuencia y en observancia del decreto

de 13 de junio de 1830.

El decreto de la asamblea del Estado de Guatemala,

era corolario del de Morazán declarando perpetuo y de

todo el territorio de la República —Centroamérica— el

extrañamiento del arzobispo y que este extrañamiento pro-

duciría los efectos de la muerte civil conforme a derecho.

El ejecutivo del Estado, después de considerar al señor

Casaus uno de los principales autores de la revolución, yque había tenido en su destierro un comportamiento ines-

perado y reprehensible que no daba esperanzas de su me-

jora (es entendido que estos conceptos pertenecen al texto

del decreto, y la advertencia es obvia ante otros casos simi-

lares para ahorrar la transcripción completa), y de endil-

garle cargos graves, lo declaraba traidor a la patria y que

había perdido los derechos de ciudadano, confirmaba la

perpetuidad del extrañamiento, ordenaba la incautación de

sus rentas y bienes, prohibía toda comunicación con él, con-

siderándolo enemigo público, y por el artículo 5? establecía

que el gobierno eclesiástico nombraría vicario y goberna-

dor general del arzobispado arreglándose a lo dispuesto en

el derecho canónico; pero el que así fuere nombrado, no

entraría a ejercer su cargo sin aprobación previa del go-

bierno. El gobierno, como se ve, pretendía que el cabildo

sancionara sus actos, reconociendo la existencia de sede va-

cante.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 289

Reducido a cuatro dignidades y dos ausentes, el ca-

bildo eclesiástico se dividió en dos opuestos pareceres para

dar cumplimiento al decreto, de tan aventurada interven-

ción oficial : unánimes en no declarar la sede vacante, opta-

ron los capitulares por la elección sobredicha, presentando

cada uno su voto extenso y razonado, con apoyo en segura-

mente sólida doctrina y abundante erudición de múltiples

autoridades. Con examen de los hechos y sus secuencias,

dos canónigos opinaron que no procedía nuevo nombra-

miento, y dos que sí: estos fueron el maestrescuela Doc-

tor Bernardo Martínez y el canónigo penitenciario Doctor

Antonio Larrazábal, y los disidentes, el Doctor José Valdés

y el canónigo José María de Castilla : mueve a reparar que

el señor Castilla, tan liberal, no fuera en este delicado asunto

del parecer del señor Larrazábal, con quien en tantos pun-

tos coincidía. Los ausentes, a su regreso, firmaron la

decisión final a que se llegó, sin expresar voto propio.

Para defender la sinceridad y rectitud de los proce-

dimientos del cabildo, aunque se estimaba que bastaba con

un decoroso silencio, temiendo los efectos de la calumnia

—y porque en esos tiempos estas cosas apasionaban sobre-

manera y eran objeto de controversias y especulaciones,

tanto más cuando mediaba el fuego de la política— , los

referidos capitulares y el sacerdote que fue designado ter-

cero en discordia para decidir con su voto la cuestión, pu-

blicaron un denso folleto, de 73 páginas, como Impugnación

a El Monstruo de Dos Cabezas, dirigido a demostrar que

la elección fue canónica y de consiguiente era legítima la

jurisdicción del vicario y no había lugar a temidas nuli-

dades de lo actuado, que se insinuaban.

En todo el folleto, aún cuando él no lo hubiere escrito,

se advierte la huella del cuidado, incluso tipográfico, de

Larrazábal, su preocupación del rigor y la minucia no ;3U-

perflua. De paso hay que decir que se cita allí alguna

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290 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

actuación suya en casos, que no faltaron, de conflictos ecle-

siásticos en que hubieron de intervenir las Cortes de Cádiz,

como cuando el vicario de esa ciudad fue destituido y los

capitulares objeto de duras medidas punitivas.

Sin embargo, esa cuestión, semillero de habladurías y

que dio quebrantos y sinsabores a Larrazábal, según es

tradición, no quedó resuelta, definitivamente sino en 1836,

cuando el Papa Gregorio XVI expidió un decreto y carta

al cabildo, confirmando al vicario capitular, decreto sana-

tivo que tras todas las formalidades y el maduro examen

exigidos en tales casos, aprobaba por bueno y acertado lo

hecho en las circunstancias y aún ampliaba las facultades

del cabildo para proceder en posibles faltas de vicario que

ocurriesen. Debió ser un alivio inmenso para la concien-

cia del señor Larrazábal. Y estos sucesos no dejarían de

influir, para lo venidero, en su pensamiento y actuaciones.

La ausencia del Arzobispo explotada por la política

Un incidente curioso, llamémosle así, se produce hacia

finales de 1831, en los principios de esta crisis que vamoshistoriando a grandes rasgos, incidente cuya relación llena

tres páginas del Boletín Oficial del 12 de noviembre de ese

año: el robo de las alhajas de la Virgen del Socorro, de

cuya capilla mayor era sacristán el canónigo penitenciario,

de muy conocida y acreditada devoción a esa imagen. El

iector paciente encontrará en seguida la denuncia que pre-

sentó el señor Larrazábal y las órdenes que dictó el jefe del

Estado, que lo era el Doctor Mariano Gálvez. El Doctor

Gálvez había tomado posesión del gobierno el 28 de agosto

después de larga resistencia al voto de los congresistas.

Las relaciones entre Iglesia y Estado seguían tensas, y aún

empeorarían en algunos aspectos. El mismo Boletín Oficial

anunciaba pocos días después el encuentro de porción de

fusiles en el osario de Santo Domingo ; haríanse al respecto

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 291

los comentarios que es de suponer. El 26 de junio del año

siguiente se acepta para el Estado de Guatemala la refor-

ma del artículo 11 de la constitución federal en decreto del

congreso de la federación expedido el 2 de mayo de 1832 que

establece la libertad de cultos, golpe durísimo, en ese tiem-

po, para el catolicismo. Y poco después se continúa la ocu-

pación de propiedades de la iglesia, principalmente de las

comunidades exclaustradas. Pero ante el robo sacrilego el

Doctor Gálvez cumple oficialmente sus deberes con toda

diligencia y celo ... He aquí el documento

:

Boletín Oficial

Num? 12 — Segunda Parte — Pág. 154.

Noviembre 15 de 1831.

La libertad no puede marchar sin prudencia,

ni vivir sin virtudes. Segur.

Robo de las alhajas que adornaban la imagen de la

Virgen del Socorro de esta santa Iglesia Catedral.

Supremo Gobierno del Estado.

Antonio Larrazábal, sacristán mayor de la Capilla de

Nuestra Señora del Socorro, con el respeto debido, hagopresente: que en la mañana de hoy se observó faltaban a

esta imagen (puesta a la pública veneración con motivodel jubileo de su fiesta que es mañana) las alhajas queconstan en la adjunta nota. Estas seguramente fueron ro-

badas en esta noche, pues el día de ayer las tenía completas.

Se están practicando varias diligencias para su descubri-

miento; pero no habiendo en mí arbitrio para todas las

que pudieran convenir, ocurro al piadoso y acreditado celo

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292 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

del Gobierno para que por su parte se digne dictar las me-didas que juzgue más oportunas y convenientes.

Guatemala noviembre 12 de 1831.

Supremo Gobierno del Estado.

Antonio Larrazábal.

Nota de las alhajas robadas a la imagen de nuestra

Señora del Socorro en la noche del 11 de noviembre de 1831.

A saber:

Un cintillo con sus pendientes de tres pinjantes y plu-

ma, de diamantes, montado todo en plata.

Un par de aritos pequeños, id. montados en oro.

Un hilo de perlas gruesas, con su calabozo.

Uno. . . id. más pequeñas, con calabozo.

Dos bobillos de mué encarnado, bordados de perlas.

Guatemala, Noviembre 12 de 1831.

Antonio Larrazábal.

El Gefe del Estado vista la anterior exposición se ha

servido disponer:

19—

Q

Ue se haga una comunicación urjente al Poder

Judicial para que se proceda inmediatamente a hacer los

reconocimientos y pesquisas que corresponde sobre el hurto

sacrilego que se ha verificado, persiguiendo los rastros e

indicios que se presenten.

2<?—Que a todos los funcionarios políticos se haga un

estrecho y singular encargo, de procurar indagar el para-

dero de las alhajas hurtadas.

39—Que al público se anuncie que la persona que diere

avisos o noticias por las cuales se descubra el ladrón o el

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 293

paradero de las alhajas, será gratificado con quinientos

pesos aun cuando sea cómplice. (Hay una rúbrica).

Este hurto según los indicios que se han hallado pa-

rece que se ejecutó quedándose el ladrón oculto bajo la

escalera del órgano. Como éste tiene una puerta para salir

al cuerpo del templo, procuró, a lo que se ve, el que se

quedó así oculto falsear la llave con una ganzúa que allí se

encontró tirada, y no habiéndolo conseguido subió a lo alto

del mismo órgano de donde debe haber bajado por un lazo

que se encontró dispuesto para ese fin. En las gradas del

trono de la virgen no se encontró otro rastro que unos pe-

dazos de limeta destinados como para cortar las pitas con-

que estaban prendidas las alhajas, y la huella de un pie,

al parecer descalzo.

El ladrón debe haberse ocultado desde la tarde del 11

y salido en la madrugada del 12. La falta de las alhajas

se advirtió hasta las 10 del día porque a la Virgen se dejó

todo lo más visible. Las averiguaciones se están activando.

Imprenta de La Unión.—Casa del extinguido Consu-

lado.

El señor Larrazábal, en el cabildo metropolitano pri-

mero y más adelante en la vicaría y gobernación del Arzo-

bispado, pone a contribución talento, experiencia, dotes

administrativas y relaciones sociales para encauzar por

mejores rumbos hasta donde es posible en críticas circuns-

tancias la marcha de la Iglesia, banco de hostilidades gu-

bernamentales y partidistas, e íntimamente insegura en su

gobierno por las mismas dificultades creadas.

Sagazmente se va saliendo de los atolladeros y orillan-

do peligros más funestos, no sin sacrificios: sacrificios

que los católicos fervientes y más apegados a la Iglesia

verán con disgusto y los tendrán por excesivos, inculpan-

do en parte de ellos a los eclesiásticos que tienen el duro

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294 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

deber de mediar en los arreglos y querellas. Pero ha de re-

cordarse que es la década de violencias en que en Españase desamortizan y consolidan los bienes de la Iglesia paramalbaratarlos de la peor manera, se persigue y extraña a

prelados ocupándoseles sus temporalidades, se queman ymaquean conventos y templos y se asesina a legiones de

frailes, acusados de envenenar las aguas para producir el

cólera. . . Hay que recordar todo esto para apreciar lo que

significa salvar lo más, y con ello el empeño de reconstruc-

ción a que se entregará el señor Larrazábal.

Esos años de reconstrucción no estaban exentos, sin

embargo, de otras inquietudes. Aunque el correr del üem-po aplacaba un tanto las preocupaciones por la vuelta del

prelado titular, en el pueblo humilde de los departamentos

se fomentaba la idea de esa vuelta como un elemento de agi-

tación política, y a pesar de las precauciones gubernativas

no dejarían de deslizarse cartas y recades de su ilustrísima,

que en los primeros años causaron la mayor desazón. Lahistoria es larga y compleja; recordaremos sus principales

incidentes, los más relacionados con la actuación del señor

Larrazábal.

A fines de 1831, la Gaceta tiene que editorializar so-

bre una demanda de los salvadoreños que han pedido al

Arzobispo en La Habana nombre un vicario para aquel Es-

tado "como si éste en lo eclesiástico debiese reconocer otra

autoridad que la del cabildo metropolitano, en sede vacante",

dice de mal humor, resquemorosa. Repárese: "en sede

vacante". Que no la había.

• En mayo de 1832, el plenipotenciario de Centroamé-

rica en México, don José María del Barrio, pide y sin gran

demora obtiene de aquel gobierno que prevenga, y más que

prevenir ordena, al Obispo de Chiapas, no tener comunica-

ciones con el señor Casaus, de quien dependía por estar la

cruz obispal de Chiapas bajo la arzobispal de Guatemala.

El referido obispo era un religioso mercedario que por estar

ausente se salvó de la expulsión el año 1829, y sus reía-

Page 297: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 295

ciones con el "ex-arzobispo" causaban inquietud, porque

hacían ilusoria la mente de la ley que las prohibía.

"El Cabildo Eclesiástico de Guatemala, compuesto de

sujetos respetables por su saber; recomendables por sus

relevantes virtudes, se ha hecho cargo del gobierno de la

iglesia —decía el ministro—. Antes de nombrar vicario

general, examinó con ilustrada escrupulosidad, cuál era la

extensión de sus facultades, y después de una discusión de-

tenida, declaró estar en el caso de proceder a la provisión

de un gobierno para la iglesia. Acompaño a V. S. el escrito

que el Venerable Cabildo publicó sobre tan delicada materia.

Escrito sabio, erudito, y que hará honor eterno a sus piado-

sos autores. Toda esta obra de la reflexión, de la justicia yde la salud pública, intenta trastornarse, y para evitar que

la espantosa tea del fanatismo, encienda una guerra religio-

sa, el gobierno que tengo la honra de representar espera que

el de V. S. se sirva prevenir al Reverendo Obispo de las

Chiapas, que enteramente se abstenga de entrar en comuni-

caciones con el señor ex-Arzobispo de Guatemala, prohibi-

ción que el señor Obispo no debía haber dado lugar a que

se le hiciera, porque las leyes de esta República no permiten

ningunas relaciones con funcionarios de un país enemigo,

y más en puntos de tanta trascendencia".

(El país enemigo era España, distante todavía el re-

conocimiento de la independencia de estas repúblicas. Lacarta del Ministro Del Barrio Larrazábal se encuentra en

el Bosquejo Histórico de la agregación a México de Chiapas

y Soconusco, etcétera, por Andrés Clemente Vásquez, Pu-

blicaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores de

México, 1932. No es necesario insistir en que México, para

acceder a esa extraña demanda de Guatemala, como a algu-

nas otras de su ministro, tenía un doble interés, y bien

capitalizaba el servicio . . . )

.

Page 298: Brañas - Antonio Larrazabal

296 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Prueba evidente de la inquietud que promovían la falta

de prelado y los escrúpulos y críticas a los suplentes es la

comunicación expedida por el cabildo metropolitano —Mar-tínez, Larrazábal, Castilla y Cróquer— el 23 de septiembre

de 1836, y dirigida a párrocos, clero y fieles, respondiendo

a una representación "de mucha parte del clero" en que

se solicitaba se facilitaran los medios de proveer a la dió-

cesis de un pastor que la gobernara con arreglo a los sagra-

dos cánones "dándole ministros que confieran los sacramen-

tos, distribuyan el pasto espiritual, y practiquen las demásfunciones propias de su ministerio, por hallarse impedido

de ejercer las suyas nuestro legítimo Prelado, a causa del

extrañamiento perpetuo que sufre ... y que ni a él mismo,

ni al Cabildo es dado remover".

Penetrado de la justicia de la petición y de la urgente

necesidad que la motivaba, y animado por la eficaz reco-

mendación que hizo de ella el Vicario Capitular Gobernador

del Arzobispado, seguía diciendo el documento, el cabildo

nombró comisión de su seno "para que pasando a tratar

con el Gobierno del Estado, pudiera allanarse todo lo con-

veniente a la consecución de tan justo objeto".

"La comisión manifestó la benevolencia, y honor que

mereció al Jefe del Estado; y expresó: que el Gobierno,

con arreglo a la Constitución y leyes vigentes, reconoce los

derechos que corresponden a la Iglesia; la posesión en que

está de ellos, y la absoluta libertad que tiene para proceder

en el asunto conforme a los Cánones".

"El Cabildo consideró el estado y circunstancias, de la

Diócesis, y ha reflexionado: que aunque tiene un Prelado

legítimo, pero de hecho está enteramente impedido en el

ejercicio de su jurisdicción: que por lo tanto las providen-

cias de este Cuerpo, para que alcancen al remedio de la ne-

cesidad, deben surtir los mismos efectos que si hubiese

vacante, ajustarse a lo que, para el caso de haberla pre-

viene el Santo Concilio de Trento, renovando los antiguos

Cánones de la materia . .. ".

Page 299: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 297

Nótase bien en este documento la firmeza que por am-bos gobiernos se manifiesta : no en vano ha pasado el tiem-

po, pues hay marcada diferencia en el tono y en lo resuelto,

con las consideraciones de 1831, y las respectivas circuns-

tancias. Paso aventurado aunque no insólito, que habría

tenido insospechables consecuencias.

Con arreglo a las disposiciones canónicas tridentinas

que transcribía el acuerdo capitular, se ordenaba a todas

las parroquias y demás iglesias del arzobispado "para im-

plorar del Espíritu Santo las luces necesarias para el acier-

to en asunto de tanta gravedad", hacer nueve días de ro-

gativas y cumplir con otras preces de ritual, y excitar a

todos los curas por medio de los vicarios provinciales a una

especie de votación: que mandaran a la mayor brevedad

en cédulas cerradas el nombre o nombres que su piedad yconocimientos les sugiriesen de personas indicadas para

el cargo que se deseaba llenar, debiendo tener reunidas to-

das las cédulas para el 30 de noviembre, fecha en que serían

abiertas.

Se esperaba en esa forma elegir con acierto "un Pre-

lado, en quien reviva la virtud y el zelo fervoroso de los

tiempos apostólicos, cual se necesita al presente para el

bien y felicidad de esta Iglesia".

El decreto sanativo confirmando al vicario capitular,

señor Batres, de que se ha hecho mención, extendido el

24 de febrero, con carta de 5 de marzo, y que llegó el 15 de

octubre y fue publicado el 20 del mismo mes, de 1836, dejó

sin efecto la elección a que se acudía como recurso de emer-

gencia ante las dificultades pulsadas y por no haberse teni-

do respuesta a repetidas instancias del cabildo a la corte

pontificia, hasta esa fecha. La gran crisis del arzobispado

guatemalteco parecía resolverse favorablemente: el cabildo

recibía la solución "con la debida veneración y gratitud":

sin duda, con la mayor complacencia. Empero, la crisis

seguiría latente.

Page 300: Brañas - Antonio Larrazabal

298 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Con todo, había de presentarse, en 1841-42, una nueva

oportunidad para sobreseer cualquier cuestión sobre ese

asunto, y la dio la publicación del decreto pontificio de mar-

zo de 1840 acerca de facultades concedidas para dispensas

matrimoniales a los vicarios capitulares, con una carta del

secretario de la congregación de negocios eclesiásticos en

respuesta a vehementes peticiones de los canónigos de que

se examinara el "papel" de 1831 por si hubiere error en

él para retractarse. El secretario hacía ver que la con-

firmación en el cargo y las facultades concedidas ulterior-

mente eran más que lo que pudiera desearse "para cerrar

del todo los labios de los murmuradores, y aquietaros en-

teramente vos (Larrazábal, vicario entonces), y vuestros

colegas en el particular". A lo que rendidos de agradeci-

miento a la corte romana, replicaban los. únicos dos capi-

tulares supervivientes, de los cinco del conflicto, el propio

Larrazábal y Castilla, que ningún otro interés que el de

manifestar la rectitud de sus intenciones y la pureza de

sus sentimientos les había guiado en la consulta. (Edicto

y carta publicados el 3 de enero de 1842).

Pero ya antes mayores facultades le habían sido con-

cedidas al señor Larrazábal, que las de 1836, por el mismopontífice, al confirmar la elección de provisor, vicario ca-

pitular y gobernador de la Iglesia metropolitana, con que

fue honrado hacia fines de enero de 1838: a la muerte del

señor Batres (23 de enero de 1838), en atención a las

cuales podía administrar por sí o por otros presbíteros el

sacramento de la confirmación. Era, pues, en la ausencia

irremediable del señor Casaus y Torres —con quien el go-

bierno liberal no transigiría nunca ni el prelado transigiría

en regresar aún levantado el decreto de proscripción y que

prolongaba su ancianidad y su destierro como administra-

dor del arzobispo de La Habana y en buenas relaciones con

la monarquía española— , el señor Larrazábal el jefe de la

Iglesia de Guatemala.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 299

Largas y vanas gestiones entre agitación política

El "problema Casaus" se mantendrá a lo largo de la

administración del Doctor Mariano Gálvez, como se ha di-

cho, y aún después, latente y a punto de volverse explosivo

en cualquier momento. El interponerse la prudencia de

Larrazábal y su vieja amistad con el gobernador y su pa-

rentesco y afectuosas relaciones con los señores Aycinena

y otras familias influyentes debió servir para suavizar as-

perezas y ganar treguas. Pero amigos y adversarios com-prendían que era preciso resolver aquel problema, y tira-

ban a ello con intenciones dispares.

Larrazábal se empeña afanosamente en conseguir el

retorno del arzobispo, cuando cambia la situación de Gua-temala hacia el 38. Lo gestiona con ardimiento y se logra

que la asamblea constituyente en particular decreto del 21

de junio de 1839, tomando en cuenta lo acordado por el

gobierno en ese orden y el decreto de la asamblea legisla-

tiva del Estado, de 25 de junio de 1838, (que declaraba

insubsistentes todos los decretos de proscripción expedidos

hasta entonces), así como las múltiples instancias públicas

declare por su parte nulo y de ningún valor el decreto de

13 de junio de 1830 contra la persona, carácter y dignidad

del arzobispo, que así quedaba expedito para el ejercicio

de sus derechos como prelado y como ciudadano, ordenando

que el presidente de la asamblea le presentara los votos

de sus diputados y de los pueblos por su más pronto regreso

a la arquidiócesis : una satisfacción de extraordinaria am-plitud por los ultrajes que se le habían inferido, y la cual

dio origen a conceptuosa correspondencia entre el Doctor

Fernando Antonio Dávila, Presidente del Congreso, y el

viejo obstinado pastor.

Entre tanto, en el cargo de vicario capitular por la

segunda vez y provisor y gobernador del Arzobispado (en

Page 302: Brañas - Antonio Larrazabal

300 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

1838), en 1839 recibe el señor Larrazábal los honores episco-

pales, al ser designado obispo de Comana (Comana Áurea,

en el Asia Menor), in partibus infidelium. Humilde siem-

pre, y aquejado de una afección nerviosa que le impedía

consagrarse, rehusó con vehemencia aquella alta dignidad,

mas en reconocimiento de sus méritos no se le aceptó en

Roma la renuncia, y se le concedió aún más, la facultad de

consagrarse en cualquier época, según se expresó en las

primeras biografías y ha pasado en igual forma a todas

las referencias a su carrera sacerdotal, como a esta misma,

que las sigue necesariamente, y tan objetivamente como sea

dable a un profano.

Por lo expresivas y por revelar el carácter de la época

entonces recién inaugurada, abatido el liberalismo de los

diez años, se copian a continuación las felicitaciones que el

señor Larrazábal recibió de las autoridades del Estado yde la ciudad. La primera tiene fecha 12 de noviembre de

1839 y dice al electo obispo:

"El Gefe interino del Estado se congratula con el mis-

mo Estado y con U. por el feliz suceso de su ascensión al

episcopado con que la Santidad del señor Gregorio 16° se

ha servido honrarle por sus bulas que sabe ha recibido el

día 9 del corriente. El carácter de Pastor de la Iglesia de

que U. debe investirse, aunque no sea con jurisdicción en

el Estado, en circunstancias como las presentes, va a influir

mucho en el restablecimiento del orden social por que tanto

anhelan los pueblos, y a aliviar sin duda la extraordinaria

carga que pesa sobre el gobierno. La dignidad con que su

Santidad ha honrado a U., es sin duda, un justo premio yretribución a la virtud que, con esta prueba, sabrán imitar

otros hijos de Guatemala y hacer así feliz a su país, ahorran-

do esfuerzos al Gobierno. Estos son los votos del Gefe inte-

rino (don Mariano Rivera Paz), estos sus sentimientos que

me manda trasmitir a U. Al hacerlo, me cabe la satisfac-

ción de ser el órgano de ellos para secundarlos y ofrecerle

Page 303: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 301

los respetos y consideración con que soy su atento servidor

— Duran".

La congratulación municipal estaba concebido en estos

términos

:

"La Municipalidad de esta corte, ha sabido con sumo

placer el nombramiento del Obispo de Comana, en Asia,

con que S. S. se ha servido premiar los méritos y virtudes

de U.

U. asciende al episcopado lleno de merecimientos des-

pués de una larga vida consagrada al servicio público y de}a Iglesia. A ella debe U. y no al favor, ni al empeño de

un privado, la honra con que el Soberano del mundo cató-

lico ha coronado sus trabajos, y la Municipalidad se con-

gratula por este acto de justicia en favor de U.

Dígnese Sr. aceptar los sentimientos de esta Munici-

palidad por tan grato motivo, y la felicitación que por sí

y a nombre del vecindario que representa le dirigen sus

individuos. — Manuel Rubio, Ramón de Bengoechea, Juan

F. Urruela, Faustino Padilla, Desiderio Alvarez, Felipe

Prado, José Nájera, Alejo Vaca, Manuel Taboada, Juan

Pavón, José María Palomo, Joaquín Calvo, Secretario".

Tan cálidas expresiones no eran las de un cumplimiento

protocolario. Autoridades gubernativa y municipal par-

ticipaban, además de su creencia católica, de la necesidad

de una estrecha unión y colaboración con el gobierno ecle-

siástico que tanto influjo ejercía en el pueblo, influjo que

en vez de amenguarse, había crecido como sucede siempre,

en casos análogos, al calor de las persecuciones y los que-

brantos que se le habían inflingido a religión y clero. El

camino para llegar al gobierno "teocrático" que se ha lla-

mado al de la época del General Rafael Carrera, estaba ya

trazado y se afirmaba. En la prelacia del señor Larrazábal

veían los hombres públicos un poderoso refuerzo al presti-

gio de la Iglesia guatemalteca en ausencia del pastor y un

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302 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

alivio a las dificultades políticas que suscitaban esta ausen-

cia, unánimes, por otra parte, en el reconocimiento de los

méritos personales del obispo electo.

Pero todas las gestiones de autoridades civiles y reli-

giosas, de particulares y corporaciones, ni el viaje de una

misión suplicatoria confiada al canónigo Castilla (1840),

y otras demandas a cual más fervientes, incluía una de

Carrera en que le ofrecía custodiarlo con sus tropas en el

viaje hasta la capital, no alcanzaron a modificar la decisión

del arzobispo de no volver, sino después de muerto, adu-

ciendo su ancianidad y enfermedades, más los cuidados

pastorales que tenía encomendados en La Habana. Pero

sin duda también, como se presumía, por el justo lemor

a la inseguridad del país, y por otras causas que se reser-

varía en su pensamiento: el señor Castilla hizo saber que

retraíalo "la existencia política de Morazán". Pero algo

más habría. Y en torno de la negativa arzobispal bordán-

ronse, por supuesto, conjeturas desfavorables para el go-

bierno eclesiástico y en especial con respecto al canónigo

Castilla, murmuraciones que tomarían estado público en

cierta proclama nada menos que del armipotente General

Carrera, lanzada en una hora de malhumor . . .

En el informe del señor Rivera Paz a la asamblea el

14 de julio del 40 se hablaba del viaje del señor Castilla yde las gestiones que la Constituyente puso a cargo del go-

bierno para lograr la vuelta del arzobispo: encarécense en

tal documento las dificultades creadas con su ausencia. "Lafalta de eclesiásticos para el servicio de las parroquias es

además un motivo urgente que tiene relación estrecha con

el buen orden, la paz y felicidad de los mismos pueblos, yaunque el Gobernador eclesiástico (Larrazábal), con su

ejemplo y extraordinario celo y esfuerzos, ha procurado re-

mediar los males que experimentaba la sociedad en esta

parte, hay graves necesidades a que no ha podido ocurrir".

La preocupación del gobernante era sincera, harto compren-

Page 305: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 303

sible en su época, y tocaba un punto neurálgico del sistema

político en proceso de implantación.

La necesidad de prelados que en aquella situación y en

el orden de ideas que normaba la política gubernamental yla conducta particular de los hombres públicos se hacía

sentir era por demás apremiante. Vocero de estos hombres,

el periódico El Tiempo escribía en diciembre de 1840 : "Enlos negocios eclesiásticos también se avanza, aunque es la-

mentable la falta de prelados consagrados, que hay en todo

Centroamérica : se ha llamado de nuevo por este Gobierno

y por el de El Salvador, al señor Arzobispo Casaus, y sería

de desearse se empeñasen todas las autoridades en la pron-

ta consagración del señor Larrazábal, pues así se llena-

rían en mucha parte de las necesidades de la Diócesis".

En estos y otros conceptos del editorial del periódico

en que figuraban, se respondía indirectamente, apoyando

la respuesta del jefe del gobierno, a carta del General Ca-

rrera, en que, después de una visita "al departamento de

Mita", informaba, se dolía y reclamaba por sí y por los

pueblos, de las necesidades y abandono de aquella reg'ón,

diciendo cosas como estas: "También es una consecuencia

legítima del progreso de la incivilidad de algunos pueblos,

la falta de Curas que han sido y son los instructores y mo-ralizadores de los pueblos, pues algunos a quienes les ha

faltado el Párroco, se nota, que no sólo se han embrutecido

y embotado en los vicios, sino que los templos y conventos

han desaparecido completamente; y creo que es otra de las

importantes urgencias que el Supremo Gobierno procurará

proveer, poniéndolo en conocimiento del Prelado (Larra-

zábal) para que de acuerdo llenen las faltas indicadas, por-

que olvidando este negocio, es claro que sobrevendrán ma-les, que no puedo analizar".

Esta carta del comandante general era el preludio de

una crisis política que culminaría el año siguiente. El

Ministro Doctor Basilio Zeceña la respondió con muy bue-

nas palabras, abundancia de razones, y dignidad, que deja-

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304 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

ban traslucir, empero, el temor, o inquietud, del gobierno, nosólo ante los problemas expuestos realísticamente por Ca-

rrera, sino de los visibles avances de éste, cuyo brazo era

indispensable al gobierno . . . Contrayéndonos al tema aquí

tocado, recogemos este pasaje de la contestación: el pre-

sidente sentía el mayor pesar de que no estuviera en su

mano remediar el asunto de la adecuada provisión de cu-

ratos, punto que consideraba esencialísimo para el bien de

los pueblos. . . "Desde que el Prelado Metropolitano (Ca-

saus y Torres) fué arrancado violentamente de su rebaño

por el furor revolucionario, ha desaparecido una parte con-

siderable del Clero, y no se ha repuesto porque no hay quien

ordene Sacerdotes : así es que son vanos los desvelos e infa-

tigable celo del actual Prelado para proveer de curas dignos

a todas las Parroquias", y continuaba hablando de los tra-

bajos por la vuelta del arzobispo, y anunciando que, de no

lograrse tal cosa, el gobierno emplearía otros medios "para

remediar males de tanta trascendencia". Como que por

efecto de ellos, o aprovechándolos turbiamente, se encen-

dería de nuevo la guerra de la montaña . . .

Y, en efecto, la asamblea y el ejecutivo habían excitado

al cabildo eclesiástico a procurar otra vez por la venida

del arzobispo y la municipalidad dirigió nueva comunica-

ción de apremio ya al reacio prelado, en el mes del septiem-

bre de ese año de 40. La comunicación del cabildo eclesiás-

tico, firmada sólo por Larrazábal, Castilla y Cróquer, tenía

ya un tono de subido reclamo al jerarca. Se le indicaban

las esperanzas que había hecho concebir al pueblo en sus

cartas de respuesta a anteriores instancias, y la decepción

sufrida con la que envió al retornar el señor Castilla; se

le indicaban los males del país, la viruela y la peste que lo

asolaban y que se habían llevado incluso a varios sacerdo-

tes, siendo más de ciento treinta los muertos desde la expul-

sión del arzobispo, que no habían podido ser repuestos por

no haber quien ordenase a los que seguían estudios ecle-

siásticos ni tampoco éstos podían hacer costoso viaje a La

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 305

Habana o a México para recibir la ordenación, mientras los

más de los sacerdotes existentes eran ancianos y enfermos,

entre ellos los mismos miembros del cabildo, y que los pue-

blos todos, que ansiaban por ministros y por religión, esta-

ban "tocando casi en el punto de la desesperación".

La carta contenía esta referencia al propio Larrazá-

bal: "El Gobernador eclesiástico ha repetido varias veces

a este cabildo su renuncia acosado de los pedidos continuos

y justos de los pueblos, y no se le ha podido admitir, porque

tanto el cabildo, como los demás eclesiásticos que pudieran

ser nombrados, se hallan enfermos actualmente, y con ocu-

paciones indispensables".

Y en fin, decíasele al pastor nada menos que esto:

"El cabildo por su parte se atreve a recordar a U.E.I. el

deber en que se haya de restituirse al seno de su grey, por-

que no le cree exento de responsabilidad en los males que

actualmente sufre la Iglesia: y en cualquier trastorno que

pueda haber en sus pueblos desesperados ya, de tanto sufrir

y sin que se les proporcionen los medios capaces de calmar

sus inquietudes. ..".

La cuestión del obispado salvadoreño que de nuevo se

trataba en aquel tiempo, había motivado una nota del se-

cretario de gobernación que Larrazábal contestó a 2 de

septiembre de 1840. El gobierno salvadoreño había apo-

derado al Licenciado Joaquín Duran para arreglar el asun-

to con el Gobierno de Guatemala, que lo recomendaba al

cabildo. Tendría éste particular satisfacción en auxiliarlo,

"pues los votos de este Venerable Cabildo y los míos, canto

en calidad de individuo suyo, como en la de actual Vicario

Capitular Gobernador, nunca han sido contrarios a la idea

de tal erección, cuya utilidad y necesidad son manifiestas,

sino sólo dirigidos a que en ella se proceda con entero arre-

glo a los Cánones y leyes de la materia. Prueba de esta

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306 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

verdad por lo tocante al Cabildo, es el informe que pocoantes de que se proclamase nuestra independencia, elevóa la Corte de España sobre el particular, y por lo respec-tivo a mí, el oficio que en 23 de junio del corriente año,pasé al señor secretario del gobierno de El Salvador, y enque tratando de varios puntos interesantes al bien espiri-

tual de aquellos pueblos, le dije entre otras cosas: —«la

erección de nueva diócesis en este Estado, sería lo que me-jor remediaría estos males: y si se pensase en solicitarla

por los medios canónicos, este Cabildo está dispuesto acoadyuvar con su informe como lo tiene manifestado»".(Sutilmente, su Ilustrísima se sacaba una vieja, enconadaespina . . . )

.

El gobierno del Estado consideraba esa cuestión de

suma importancia : en la nota a Larrazábal se había dicho

:

"Una solicitud tan antigua, tan justa y conveniente, que

tanto puede influir en el establecimiento de la paz, mejorade las costumbres de los pueblos de aquel Estado, y que

debe estrechar más la armonía y concordia con los de éste

no puede dejar de ser recomendada por el Gobierno de

Guatemala que no omite medios que puedan conducir a

objetos de tanto interés".

En cuanto al arzobispado en vista de la imposibilidad

del suspirado regreso del señor Casaus, con acuerdo del

dicho arzobispo, el señor Larrazábal dirigió sus conatos

a procurar el nombramiento de un obispo auxiliar y otros

remedios para los problemas de la Iglesia en Centroamérica.

Roma respondió a la misión que llevó el señor Jorge de

Viteri y Ungo erigiendo obispados en San Salvador —al

propio señor Viteri se le consagró primer obispo de esa

diócesis— y de San José de Costa Rica, y nombrando obispo

de Honduras, que no lo había de tiempo atrás : para la me-

tropolitana, en consistorio de 27 de enero de 1843 se pro-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 307

movió a arzobispo titular de Bostra—en tierra de infieles

y coadjutor de Guatemala, al presbítero Doctor Francisco

de Paula García Peláez, a perpetuidad y con derecho de su-

cesión.

¿Por qué no habría sido nombrado para tan alta je-

rarquía el señor Larrazábal, en quien todas las miradasverían al legítimo sucesor? Sería imposible desentrañarlo

a estas fechas. Pero sin duda predominantemente por su

propia voluntad de renunciamiento, que apoyaba su edad

y enfermedades constantes. Queda noticia de haber sido

el primero en complacerse de la elección que había pro-

vocado, y en obedecer y servir al nuevo prelado, de quien

fue colaborador asiduo e insustituible.

El Doctor García Peláez, que ilustró primero su nom-bre como estudioso de la ciencia económica y luego comohistoriador meritísimo, fue generalmente querido, aunqueno debieron faltar quienes suspirasen por candidatos demayor prestancia, y tuvo la suerte de gobernar la Iglesia

en una época de paz y de recobrado esplendor en su mayorparte. A sus empeños y éxitos nunca fue ajena la parti-

cipación de Larrazábal, satisfecho en su puesto, eminente

en sí, de subalterno, que no opacaba el brillo de su acusada

personalidad, antes bien lo hacía sobresalir; que no amen-guaba el respeto y la simpatía con que se le honraba unáni-

memente, antes bien las acrecentaba, por reconocimiento

universal de sus prendas y servicios.

Todavía se esforzó más Larrazábal en lograr que fue-

sen excepcionales las honras que el país tributara al arzo-

bispo desterrado, a la hora de su muerte, ocurrida el 10 de

noviembre de 1845, cuando fue sabida la noticia en Guate-

mala, hallándose el auxiliar en visita pastoral y Larrazábal

al frente del cabildo, así como la traída e inhumación de los

restos, en junio de 1846. Todos sus afanes en este caso se

documentan cumplida y minuciosamente en el inevitable

folleto de la relación de las exequias. En la portada del

cual se lee que el ilustrísimo señor Doctor don Antonio

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308 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Larrazábal obispo electo de Comana, como decano y pre-

sidente del venerable Cabildo dispuso todo lo conducente aestas solemnes funciones, cuya relación se publica poracuerdo del mismo Cabildo: todo con la aprobación del

ilustrísimo señor Doctor don Francisco García Peláez —son

palabras textuales— digno sucesor del difunto prelado.

Tales exequias y honores y manifestaciones de dolor

rendidas desde Izabal hasta el templo del Monasterio de

Santa Teresa donde debían reposar las ilustres cenizas,

fueron acontecimientos extraordinarios de aquel piadoso

tiempo, que debió acendrar la fe de los tibios y fortalecer

la paulatinamente recobrada importancia de la Iglesia, ha-

ciendo vacilar el juicio adverso que el liberalismo de aque-

llos días dejara (y el ulterior repusiera en circulación con

mayores enconos), acerca de la figura tan interesante cuan-

to discutida del arzobispo de la independencia, el doctor

Fray Ramón Casaus y Torres. Sería inoficioso insinuar

qué dosis de ingredientes políticos se deslizó por debajo de

la pompa de aquellos largos y suntuosos funerales.

Lo que es indudable es que en ellos hubo acción de la

gratitud y el respeto de Larrazábal hacia el arzobispo fa-

llecido, quien lo elevara a la dignidad de deán, jerarquía

que le fue confirmada en octubre de 1848 por decreto de su

sucesor, no habiendo tenido efecto sin duda aquélla comootras medidas del prelado expulso. En ese año de 1848 el

cabildo metropolitano se integró como sigue : tesorero, Doc-

tor Antonio González ; maestrescuela, Doctor Juan José Ay-cinena; chantre, Doctor José María Barrutia; arcediano,

don Ignacio Figueroa, y deán el Doctor Larrazábal: en

nóminas capitulares anteriores parece ser no se menciona

el deanato del señor Larrazábal.

En el folleto que se ha citado hay un especial testimo-

nio del celo del ilustrísimo decano. Se dice allí : "... no

obstante su avanzada edad, y más que todo quebrantada

salud, dispuso y ordenó todas las cosas, dando personalmente

los pasos que eran necesarios para el complemento de can

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL ¿09

justo como debido y piadoso objeto". Sobraba con esas

palabras para su satisfacción. No menos íntimo goce daría

a su corazón la voz del prelado que desde La Habana en

sus negativas al gobierno para regresar a Guatemala ex-

presara singular complacencia "de que el régimen eclesiás-

tico de toda mi idolatrada grey esté en las manos de codo

un señor Larrazábal". (Comunicación del 31 de julio de

1839 desde La Habana, al jefe interino Rivera Paz).

Otro folleto ilustrado con su nombre y de indiscutible

valor documental, ofrece idea de la actividad minuciosa,

atenta a todo, desplegada por Larrazábal en el manejo delos complejos negocios eclesiásticos puestos a su cuidado

y permite adivinar el trabajo que en ello se tomaría. Inti-

túlase Memoria documentada que al Illmo. Sr. Arzobispo

coadjutor de esta Santa Iglesia, Dr. Francisco García Pe-

!áez, presenta al Dr. Antonio Larrazábal, canónigo peni-

tenciario, al cesar en el cargo de vicario capitular goberna-

dor de este Arzobispado. — Año de 1844 (Imprenta del

Exército) . Es muy interesante por los datos que reúne ymanifiesta la situación del país en forma compendiosa por

aquella época, con ojeadas a la historia reciente.

Principia por una carta introductoria al arzobispo

coadjutor y contiene un bosquejo histórico-estadístico del

arzobispado y sillas sufragáneas, escrito por Larrazábal

poco antes de la erección del obispado de San Salvador ; uníndice de decretos, pastorales y providencias de los ordina-

rios precedentes, colección por él formada con sacrificio de

sus propios ejemplares, de que se desprendió por que no

los había en la curia "y puestos en serie con alguno otros

documentos apreciables, forman ya dos tomos voluminosos,

en que se salvan preciosos materiales históricos, y se en-

saya, por decirlo así, una recopilación de nuestro derecho

eclesiástico diocesano"; lista de sacerdotes fallecidos en los

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310 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

tres últimos lustros; tabla de las parroquias y catálogo de

sacerdotes, y finalmente, una relación del estado de los

archivos, del trabajo impedido en ellos y del arreglo que se

procuró hacer de los papeles de su tiempo menesteres de

cumplimiento fatigoso y utilidad trascendente, en los cua-

les encontró la invaluable cooperación del Licenciado José

Mariano González, secretario meritísimo.

Las palabras de Larrazábal al arzobispo son todo unespejo que refleja su imagen espiritual. "Elegido vicario

capitular en enero de 1838, dice, cuando por desgracia toda

la República se hallaba agitada, el Estado en guerra y esta

ciudad en uno de los mayores conflictos; yo, anciano, en-

fermo, y penetrado del convencimiento de mi insuficiencia,

hice luego de aquel cargo la renuncia que debía. Pero ni

entonces, ni en las muchas veces que la repetí, logré que

me fuese admitida; y hasta ahora que consagrado U. I. S.

Arzobispo Coadjutor de esta S. I. acaba de tomar el go-

bierno de ella, llegó para mí el día que tan ardientemente

había deseado".

Después de catorce años sin la presencia del Pastor,

seguía diciéndole "el Cielo apiadado de nuestros males" lo

destinaba para su remedio y nada más oportuno que infor-

marle del estado de la administración eclesiástica en sus

distintos ramos: "Pero este informe requiere un plan de-

lineado con maestría; y mis alcances son muy cortos. Su-

pone un caudal de datos ; y no todos están a mano. Exige

tiempo para reunirlos, y sosiego para meditar, y uno yotro faltan en un despacho diario, vasto y ejecutivo. Enfin, es obra para un espíritu despejado, y una salud vigo-

rosa ; y no para mi edad avanzada, y mi ánimo abatido". Yal final, estas otras expresiones ejemplares:

"En todo se hallarán, no lo dudo, muchas imperfeccio-

nes; y en el curso de mi administración faltas y errores,

que ojalá yo pudiera reparar, aunque fuese a costa de mi

vida. Pero dése algo a mi incapacidad, muclio a las cir-

cunstancias, nacía a mis intenciones. Dios que las ve, sabe

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 311

la pureza de ellas; y concediéndome ahora resignar el go-

bierno en las sagradas manos de un Ungido del Señor, remu-

nera colmadamente mis trabajos". (4 de marzo de 1844).

intervención en cuestiones públicas y eclesiásticas

Coinciden biografías y referencias, hasta en los tér-

minos, en recordar intervenciones del señor Larrazábalen las agitaciones políticas de aquellos tiempos revueltos,

siempre encaminadas a llevar la voz de la prudencia, dela moderación y la conveniencia pública en la atribulada

ciudad, objeto de asedios y de victorias contrarias de los

bandos en pugna, a punto de ser víctima de saqueos másde una vez, en inseguridad y peligro a menudo. Natural-mente, no debieron faltar desacuerdos con aquellas actua-

ciones: de esos desacuerdos se hará vocero el autor dela Reseña Histórica, no lo olvidemos. En tales coyuntu-ras, ¿se equivocaba Larrazábal? Es posible. En codo

caso, es difícil suponer que no obrase de buena fe sino

seducido por intereses partidistas. Es igualmente difícil

esclarecer hasta dónde se sitúan los límites de la influencia

partidista en el hombre más neutral, más apolítico, si porventura este hombre existe.

Es tradición que Larrazábal, por carácter y méritos,

ejercía poderoso influjo en el cabildo metropolitano aúnantes de ser exaltado a la vicaría, y que su presencia en

él durante la dominación de Morazán en Centroamérica yel gobierno del Doctor Mariano Gálvez en el Estado de

Guatemala, es decir, en la época de violento liberalismo

anticlerical, fue útilísima para suavizar, en lo posible,

asperezas, y hallar soluciones, parciales y precarias pero

aliviadoras, a los candentes problemas que se planteaban

a la Iglesia en una época que revivía, más complicados,

los conflictos entre la potestad civil y la religiosa con que

se inició el traslado y la primera etapa de la vida de la

capital, conflictos que dejaron divisiones duraderas y pro-

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312 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

fundas, lo mismo que éstos a cuyo desarrollo asistía La-rrazábal, procurándoles arreglo.

Si sus dotes y experiencia de mucho servirían a ese

objetivo como se comprobaría en tantas ocasiones futuras,

junto al gobierno de Gálvez tenía el otro secreto, pode-

roso ascendiente capaz de explicar a la posteridad la bue-

na armonía en que se mantuvieron gobernante y prelado

en medio de esos conflictos. Larrazábal no era sólo unamigo y compañero mayor de cátedra y dé luchas del

Doctor Gálvez, de tan adelantadas ideas liberales: unaefusión como paternal del canónigo al gobernante colorea-

ba sus relaciones, dando pábulo a la leyenda o realidad de

su parentesco directo, leyenda recogida y en cierto modoacreditada por Víctor Miguel Díaz en su libro sobre el

Doctor Gálvez.

El Doctor Gálvez había sido un niño expósito entre-

gado en una canasta de flores a la puerta de la casa del

Coronel Manuel Fadrique y Goyena y su esposa doñaGertrudis Gálvez, en mayo de 1794; matrimonio sin hijos

y emparentado con la familia Larrazábal, cuidaron de

él y su educación con cariño aunque sin recursos y a la

muerte de la señora como albaceas testamentarios el -ca-

nónigo y don José de Aycinena gestionaron y obtuvieron

para el niño que quedaba desamparado una beca en el

Colegio de Infantes en el año de 1807: es constante que

tan conspicuos protectores, pero principalmente el pri-

mero se interesaron en la carrera del que llegaría a ser

jefe del Estado y primer reformador liberal de Guatemala.

Si se mantuvo la incógnita de la paternidad de aquel

niño, no faltaron alusiones zahirientes —¡en Guatemala

habría de ser!— que trataban de desvelar el secreto y por

fin pasó a la historia, aunque sin confirmación, y para

muchos como una leyenda hija de la malignidad, que los

padres del doctor Gálvez habían sido prominentes perso-

nas, una de ellas familiar de Larrazábal. Y afirma esa

versión que Gálvez, que había ignorado quiénes fueron

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 313

sus padres, tuvo la revelación de labios del Doctor Larra-zábal en la aciaga noche del 13 de abril de 1839, en que,

con su voz temblorosa de natural y de emoción, se lo

habría dicho, inquieto y temeroso de la suerte que espe-

raba al mandatario recién caído del poder, cercado deodios, para persuadirlo de la necesidad de abandonar el

país, como lo había anunciado en su renuncia de 28 defebrero, y como en efecto lo hizo.

(Sea de ello lo que fuere, el autor de estas líneas nopuede ver sin alguna emoción también cierto libro de la

biblioteca de Larrazábal, con su apellido autógrafo, quetrata de problemas de los niños expósitos, problemas in-

quietantes de aquella época, difuminados ya por obra de

leyes y costumbres nuevas. Es indudable que Larrazábal

como sacerdote se preocupó de ellos, y más debió ser si

de tan cerca le hería un caso tan importante. El viejo

libro se llama Causas prácticas de la muerte de los niños

expósitos en sus primeros años: remedio en su origen de

un tan grave mal: y modo de formarlos útiles a la religión,

y al Estado, con notable aumento de la Población, fuerzas,

y riqueza de España, por D. Joaquín Xavier de Uriz,

Arcediano de Tabla de la Catedral de Pamplona, impreso

en el 1801...).

* * *

El decreto de 5 de abril de 1838 expedido en el cuar-

tel general de Mataquescuintla por el Presidente de la Re-pública, Francisco Morazán, General en Jefe del Ejército

Federal llamado por el Vicejefe Doctor Pedro Valenzuela

para pacificar al país decreto que tendía a facilitar la

rendición y entrega de armas de secuaces del "traidor Ca-rrera", estableciendo sanciones drásticas para los que noacudieran a esa nueva oportunidad que se les daba, men-ciónase el nombre de Larrazábal como uno de los miem-bros de comisión enviada a tratar con los facciosos "acuya cabeza se hallaba el perverso Rafael Carrera", ha-

biendo tenido el presidente "pruebas de hallarse todos enuna verdadera rebelión". Se dice en ese documento:

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S14 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"4?. Que sin embargo de no haber dado ningún re-

sultado feliz mis jenerosos ensayos, y del decreto del Ciu-

dadano Vice Gefe del Estado del 14 del próximo mes pa-

sado en que se declara traidor al mismo Carrera y a los

que lo acompañaban, quise hacer el último, nombrandouna comisión compuesta de los CC. Diputado José Fran-cisco Barrundia, Dr. y Vicario Capitular Antonio Larra-zábal, Canónigo José María Castilla, Doctores José Ma-tías Quiñones y Basilio Zeceña y Presbítero Francisco

Ortiz, personas respetables en todos conceptos, para que

patentizasen al jefe de los facciosos, y aún a estos mismos,la temeridad de su empresa, el funesto éxito que tendría,

y lo ventajosos que eran los términos, bajo que debían

someterse, aún considerados con respicencia a su interés

personal.

"59. Que dicha comisión en vez de ser atendida por

los facciosos, estuvieron los individuos que la componíanen inminente riesgo de ser asesinados, informándome los

mismos, que no quedan ni remotas esperanzas de que

Carrera y los suyos volvieran a la obediencia, sino era

obligados por la fuerza; y que a la necedad de sus preten-

siones, unían el insulto a las autoridades lejítimas y la

amenaza a toda propiedad . .. ".

Don Lorenzo Montúfar critica el envío de esa segun-

da comisión: "Morazán no escarmentaba". En el infor-

me rendido sobre el resultado de las conferencias sólo

aparecen los nombres de Barrundia, Castilla, Quiñónez

y Zeceña, en el texto que da la Reseña Histórica. Es pro-

bable que Larrazábal no haya acudido al nombramiento.

De todos modos, es significativo ese nombramiento: de

quién a quién, y para qué. . .

Entre las intervenciones públicas de Larrazábal de

que se cuenta después de la caída de Gálvez, refiérese

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 315

que el 22 de julio de 1838, alarmado el vecindario de la

capital por el avance de la sublevación de oriente y el des-

concierto de las autoridades del Estado, se reunieron en el

Ayuntamiento las personas más notables y acordaron tras

movida deliberación solicitar la renuncia de esas autori-

dades y la convocatoria a una constituyente. "Entonces

el señor Larrazábal, que había asistido a la junta, a la

cabeza del numeroso concurso se dirigió al palacio episco-

pal, donde estaba reunido el cuerpo legislativo, y puso ensus manos el acta referida. Se obtuvo el resultado apete-

cido, cambiándose el personal del gobierno, por renuncia

de los funcionarios que lo ejercían; y el pueblo se retiró

en el mejor orden, sin que hubiese este acontecimiento alte-

rado la tranquilidad pública". (Marure, Efemérides).

El azar, personificado en algún bibliógrafo paciente

del pasado, conserva, celoso guardián por paradójico des-

tino de su veleidad, para solaz de engolosinados lectores e

historiógrafos futuros una huella de aquella andanza polí-

tica de Larrazábal en 1838: un pequeño volante ilustrado

por otras dos firmas ilustres. Dice así:

"Aviso. — En la junta popular, que se reunió ayer enlas casas municipales, se acordó citar de nuevo a los vecinos

de esta ciudad para que se sirviesen concurrir hoy, a las

11 de la mañana, al mismo edificio municipal, con el objeto

de que expongan su parecer sobre los graves asuntos, cuya

resolución quedó pendiente.

"Se suplica a los honrados guatemaltecos, que no de-

jen de concurrir al local señalado y hora indicada. No se

van a ventilar intereses de personas ni de partidos : se va a

tratar de la gran causa de salvación del Estado.

"Guatemala, julio 23 de 1838. — Antonio Larrazábal,

Presidente. — Manuel González, Secretario. — Alejandro

Marure, Secretario".

El país estaba en ruina y al borde del caos. Los Altos

se habían separado. La undécima legislatura, que trabajó

en las más aciagas circunstancias durante cuarenta días,

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316 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

clausuraba sus sesiones el 5 de agosto, dejando el poderejecutivo en manos del señor Mariano Rivera Paz, convo-cada una constituyente que organizara el Estado, liquida-

dos los decretos de proscripción del 29, canceladas leyes

liberales que por avanzadas pugnaron contra toda costum-bre de un pueblo atrasado y dominado por una reducidapero compacta clase dueña de recursos económicos y grancultura; admitidas reformas a la constitución, vigorizada

la defensa y lucha contra las facciones, grandemente alivia-

da la tensión religiosa, calmadas un tanto, por la esperanza,

las pasiones voraginosas de los partidos y del fanatismo des-

encadenado en los pueblos. "Los sucesos todos de la Repú-blica y el giro de esta revolución social nos anuncian queestamos próximos a una nueva regeneración", decía el di-

putado Ignacio Gómez en la clausura de la asamblea, convoz profética que quizá no sabía bien el signo que traería

en su cumplimiento esa profecía, y menos aún el juicio tan

adverso que merecía la época que entonces se iniciaba, a los

hombres y corifeos de una nueva futura revolución . . .

Aunque Larrazábal hubo de excusarse de la represen-

tación y presidencia en la Asamblea Constituyente, que se

le otorgaba en esos días, no sólo por sus dolencias sino por

considerarlo incompatible con los cargos religiosos que des-

empeñaba, pudo dejar constancia de su puntualidad en el

cumplimiento de los deberes que se le imponían: hay una

hoja suelta con una nota de la secretaría de la Junta pre-

paratoria de la Asamblea Constituyente, fecha 19 de mayode 1839, en que el ministro Arriaga, avisa al público que

ese día había sido fijado para la apertura de la asamblea,

y que si la instalación no había tenido efecto, se había de-

bido a falta de concurrencia de los diputados, llamados por

el gobierno y por las juntas preparatorias, no habiendo

"visto con el interés que debieran un objeto de tanta im-

portancia para la savación del Estado". En ese tono con-

tumelioso se insertaban sendas listas de diputados concu-

rrentes y de diputados faltistas. El primero de la pri-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 317

mera nómina es el Doctor Antonio Larrazábal y le siguen

el Licenciado Miguel Larreynaga y los Doctores Juan J.

Aycinena y José María Castilla, no faltando don Basilio

Porras, figura que tanto sonaba en todos los actos públicos

de la época. El primero de la segunda lista era nada me-nos que el presbítero Fernando Antonio Dávila, luego pre-

sidente de ese Congreso. Cómo andarían las cosas en esos

momentos. (La presencia de Larreynaga en el Congreso,

recientísima su actuación en el Sexto Estado, es bien de

notar)

.

Del aprecio con que lo veía la asamblea y del senti-

miento que experimentaba por su renuncia dan fe los con-

ceptos de la comunicación que le fuera dirigida el 28 de

junio, suscrita por el presidente José Mariano Vidaurre yel secretario Manuel Francisco Pavón. La asamblea se

sirvió admitir dicha renuncia, expresaban, "en considera-

ción a que las graves atenciones que son a su cargo comovicario capitular y gobernador del arzobispado, son incom-

patibles con el desempeño de las funciones de diputado.

Tenemos el honor de decirlo a U., para su conocimiento, ma-nifestándole lo sensible que es a la Asamblea, el verse obli-

gada a privarse de un miembro, que por sus luces, crédito

y demás circunstancias, contribuiría en mucho al acierto

de sus trabajos".

El gobierno decretó que el 26 y 27 de marzo (1840)

se celebrasen ceremonias de acción de gracias por el triun-

fo obtenido en la plaza de Guatemala contra las tropas del

General Morazán, el 18 y 19 de ese mes. El señor Larrazá-

bal se manifestó entonces abierto sostenedor de la causa

victoriosa y acaso se excedió en sus demostraciones de en-

tusiasmo por lo que conceptuaba la salvación del país : ya se

verá más adelante lo que en lo personal hizo y lo caro que

se cobró la Historia: queremos decir, don Lorenzo Mon-túfar. Habría que conocer mejor la inquietud que sufrió

Page 320: Brañas - Antonio Larrazabal

318 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Guatemala en aquellos días y lo que pasó por el espíritu

de Larrazábal, para comprender su actitud a partir de esos

momentos. El sacerdote y el hombre supieron en él de unindecible conflicto. Conflicto decisivo del camino subsi-

guiente.

En la crónica del periódico El Tiempo se hablaba, en-

tre otras cosas, de la generosidad con que los extranjeros

ayudaron con dinero y servicios personales a los heridos yotras víctimas en las jornadas trágicas de aquel marzo. Yluego de describir concisamente los actos piadosos que se

celebraron después, tiene estas palabras significativas : "Alllegar aquí no nos es permitido dejar de hacer una honrosa

mención del señor Obispo electo doctor Antonio Larrazá-

bal, quien ya como Gobernador del Arzobispado, ya comoministro de la Iglesia ha manifestado el más ardiente celo

en favor de' la humanidad afligida, socorriendo a los he-

ridos y prisioneros, visitando los hospitales y cárceles, pre-

dicando en el pulpito, y coadyuvando con el Gobierno, la

Municipalidad y la Comandancia General a todas aquellas

medidas que su ejemplar beneficencia y su caridad apostó-

lica le sugerían como necesarias para alivio y consuelo de

la población".

Al informar al Ministro de Gobernación y Negocios

Eclesiásticos de cómo por su parte cumplió con lo dispuesto

en el decreto de la conmemoración, explicaba menudamentela colaboración de todos los participantes, que no tomaronestipendio alguno: clérigos, Colegio de Infantes, etcétera,

a pesar de su pobreza : "Lo manifiesto al Gobierno para ha-

cer a todos y a cada uno el honor a que son acreedores por

su mérito; teniéndolo también en su línea los respectivos

artistas y menestrales de los tres ramos de música, pintu-

ra y carpintería, que después de acreditar su puntualidad

y esmero, han mostrado su patriotismo con la moderación

de sus correspondientes pagas y honorarios". Los demásgastos, corrieron por su cuenta en las dos funciones ecle-

siásticas —acción de gracias un día y funeral por las vícti-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 319

mas el otro— , y enviaba el detalle sólo para conocimiento

del gobierno "no para que se me cubra esta cantidad, pues

aún desearía poder contribuir con alguna mayor al alivio

de las necesidades públicas; y ya que mis cortas facultades

no me lo permiten, me limito a dar este pequeño testimonio

de mi buena voluntad".

El gobierno en su respuesta a esa comunicación cele-

braba la generosidad del prelado que no quiso gravar "el

exausto tesoro público ni a los fondos municipales", ponde-

raba la solemnidad de las funciones religiosas, y le dabalas gracias "por sus eficaces disposiciones y por el celo

pastoral y caritativo que ha mostrado en favor de esta po-

blación y de la humanidad aflijida en los días de conflicto",

etcétera. Firmaba el Licenciado Joaquín Duran.

Otra carta de Larrazábal responde a la solicitud oficial

hecha antes del asedio, de una rogativa en todas las igle-

sias de la ciudad "que con tanta piedad y justicia deseaba

el Gobierno en aquellos críticos instantes. Igualmente se

han celebrado ya en esta Santa Iglesia Catedral por espacio

de 9 días la que después del sitio de la plaza se sirvió encar-

garme el Gobierno, esponiéndose a la veneración pública

la Imagen de Nuestra Señora del Socorro, con misas solem-

nes, novena a mañana y tarde, pláticas respectivas diarias

y con todo cuanto ha sido posible para excitar el fervor yla devoción de los fieles". Elogiaba el concurso del clero,

y mandaba la cuenta, sufragada por él, también sólo "para

conocimiento del Gobierno y que le sirva de satisfacción,

pues yo la disfruto muy singular en haber cubierto de mi. bolsa el importe de ella y en haber procurado corresponder

a las piadosas intenciones del Gobierno, a quien concluyo

reiterando mi más profundo respeto. D. U. L.".

La respuesta gubernativa no podía ser sino conceptuo-

sa. Don Joaquín Duran escribía: "El Gobierno que profesa

los mismos sentimientos religiosos de los pueblos que repre-

senta, se congratula de haber pedido la protección divina en

favor de la justa causa del Estado, y de haber manifestado

Page 322: Brañas - Antonio Larrazabal

320 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

su profundo reconocimiento por la bondad con que nos hapreservado de una total ruina y esterminio.

"Está asimismo reconocido muy particularmente a U.

que como prelado de la Iglesia ha dirijido sus fervientes

oraciones y mostrado de todos modos su celo pastoral en

favor de su piadosa grey, y también debe gratitud al Ca-

bildo eclesiástico e individuos del Clero por su prestación a

todos estos actos religiosos".

Así se hablaba en la nueva Guatemala de 1840 . . .

Quedan y podrían buscarse más testimonios de su so-

licitud y eficacia. "En otras varias ocasiones, con su pa-

triótico celo y su presencia de ánimo, diciendo la verdad a

los mandatarios con palabra sencilla pero enérgica logró

evitar sucesos de desagradables consecuencias, decía La Fe(el 95). Prueba de ello, y de la autoridad moral indiscu-

tible de que gozaba es otro hecho posterior, que la Gaceta

narraba de este modo en la necrología tantas veces men-cionada :

"... en 1848, la república se encontraba en una ver-

dadera crisis, a causa del giro que habían tomado los acon-

tecimientos políticos: el General Carrera había dejado el

gobierno y retirándose a su casa: la ciudad estaba conmo-vida y parecía próxima o inevitable una revolución. El

señor Larrazábal entonces, de propia inspiración, pasó él

sólo a ver al General Carrera a quien dijo en aquella oca-

sión estas precisas palabras : "Señor, la ciudad está inquie-

ta, y cada uno de nosotros debe estar en su puesto. Tomevuestra excelencia su sombrero y vaya a ocupar el suyo".

El General, que antes se había negado a todos, no pudo

resistir a aquel anciano venerable, y acompañado de él, se

dirigió inmediatamente al palacio del gobierno, a donde

le siguieron otras muchas personas. Después llegaron las

corporaciones, y en presencia de todos, el General Carrera

Page 323: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 321

volvió a tomar el mando, evitándose así las desgracias que

justamente se temían, y dándose a las cosas un giro másconveniente". Y concluye :

". . . así, aún cuando no se mez-

claba en asuntos políticos, ajenos a su ministerio, acudía

siempre donde podía hacer el bien o evitar el mal, siendo

en todas ocasiones acatada y respetada su persona".

Pero baste ya de tangencias políticas. Éstas, si bien

decisivas en sus resultados, eran incidentales. Otoño e

invierno de su señoría más que la púrpura pasional de la

política, aman y se invisten de la púrpura encendida del

fervor eclesiástico, entregada la invencible energía que lo

animó siempre a la reorganización de la Iglesia, a la restau-

ración del esplendor tan venido a menos del culto, que fue

suntuosísimo en la Guatemala colonial; a cien tareas im-

prescindibles, en que no faltaban las rutinas menores y las

atenciones a negocios materiales, que importaban a la vida

de su grey y parecían no fatigar la suya: que para todo

daban su talento administrativo y su rigor disciplinario,

aún en la más avanzada edad.

Reorganiza el cabildo eclesiástico nombrando canóni-

gos honorarios; reforma el seminario; exige a los sacer-

dotes, disminuidos en número hasta el extremo y desalen-

tados o algo más en disciplina, el cumplimiento de sus estric-

tos deberes y en especial los de la predicación y la catequi-

zación ; trae sacerdotes de fuera, contra la oposición de den-

tro, recobra por su influjo el palacio arzobispal, utilizado

desde hacía años por el gobierno civil (en 21 de agosto de

1840 el Doctor Zeceña, Ministro de Gobernación le comuni-

ca que ha sido desocupado "con el objeto de que sirva en

los destinos eclesiásticos para que fue construido, y tanto

por este motivo, como porque, estando abandonado, puede

padecer algún detrimento su fábrica, desea el Presidente

del Estado que ese gobierno eclesiástico ponga en él su des-

pacho, con todas sus oficinas correspondientes");restau-

ra la Catedral y la dota de decorosos ornamentos; fomen-

ta la instrucción moral y religiosa de la niñez; si ya en

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322 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

1809, en colaboración con la histórica Archicofradía del

Santísimo logra exornar la capilla del Sagrario de la cual

era cura, con el hermoso tabernáculo de plata que ha lucido

y en cuyo arreglo se aprovecharon piezas traídas de la an-

tigua capital, dejará entre otras tantas mandas piadosas,

cuantioso donativo para el altar de mármol que será lujo yorgullo de la iglesia metropolitana hasta el terremoto de

1917, que lo destruye al desplomarse la ponderosa cúpula

del crucero del templo: de ese altar habla largamente unfolleto editado en 1860 cuando se le estrena, en la consa-

gración de la Catedral, folleto al que dedicaremos unas

líneas, y en el cual, por cierto, apenas se habla para nada

del ilustre donante . . .

Escritos y publicaciones. Un benemérito secretario

Sentido profundo de piedad y del deber sacerdotal re-

velan muchos de los escritos aparecidos con el nombre del

señor Larrazábal y que eran parte y fruto de su ministerio

como gobernador del arzobispado. La cita de algunos de

ellos va deslizada en el texto de estas notas ; de unos cuantos

más se hablará aquí, siendo obvio que de tan largos años de

fructífera acción sólo habrán podido pasar por nuestras

manos algunos de esos documentos, que tampoco cabe ana-

üzar despaciosamente en un trabajo como este, ya harto

dilatado, más allá del propósito que lo inspiró, ni menos

dilucidar, a larga distancia, por inferencias, en qué medida

sus ideas, sus conocimientos y dedicación personal los la-

braron habida cuenta de la digna y trascendente contribu-

ción de un secretario de la calidad del que tuvo la suerte y

el don de retener a su lado.

En febrero de 1841 dirige una circular de siete páginas

a párrocos, vicarios y coadjutores recomendándoles cumplir

con preceptos del Concilio de Trento sobre predicación ycatequización, que a todos los sacerdotes que nombraba en-

cargábaselos con instancia. Quería que se comunicaran

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 323

con el pueblo y lo instruyeran y le hicieran conocer las

doctrinas; no pedía que fueran oradores extraordinarios,

pero salía al paso de los que excusaran su silencio por insu-

ficiencia, por el endurecimiento del pecador o alegando ocu-

paciones,, señalándoles áu obligación, mandada y repetida

de Cristo a los papas, los doctores, los concilios. Y se

piensa en que él predicaba con el ejemplo, venciendo difi-

cultades naturales y siempre con tiempo y voluntad en

medio de sus quehaceres y preocupaciones.

En los años de 1839, 40 y 41 —seguramente en otros

más— dirigió cálidas exhortaciones para la celebración del

Corpus, poniendo de relieve la significación de la festividad

y procurando que se moralizara al pueblo que se contami-

naba de malas costumbres y aprovechaba tan eminente so-

lemnidad católica para pagar tributo al vicio y la concu-

piscencia ... a pesar de su celoso catolicismo tan dado a

manifestaciones externas ... En el edicto de mayo de 1840

con ese motivo, la prosa se le eleva a poesía sin quererlo,

como si la primavera, una primavera de misticismo suave,

lo arrebatara. Bien valdrá la pena dar una muestra. Hadicho que la Iglesia destinó el día de Corpus para celebrar

la institución del sacramento de la Eucaristía, y se en-

ciende :

"Ya entonces la naturaleza ha resucitado con el Cria-

dor; y todo es luz, y armonía y belleza en la estación y júbilo

esplendor en el Santuario. Acababa la misa solemne, el

Divinísimo sale procesionalmente por las calles con unapompa majestuosa: el estandarte de la Cruz es la insignia

de su triunfo: los coros entonan himnos de alegría: los

ojos se llenan de lágrimas; y el corazón se siente tocado con

un harpón de fuego. Brillante acompañamiento: reveren-

tes homenajes : cánticos gozosos : adornos exquisitos : repi-

ques generales : salvas de cañón, entre un inmenso concurso

y en una vistosa y dilatada carrera; todo a un tiempo [in-

flama y embelesa: de cerca inspira dulces sentimientos: a

lo lejos lleva profunda admiración. Pero nada más digno

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324 R2VISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de ello, que ese Cordero místico, sacrificado por la salud

universal. ¡Tierno espectáculo, ceremonia augusta, fiesta

sagrada! i Jamás se desconozca en vuestros encantos aque-

lla divina hermosura, a quien deben elevarse los suspiros

de nuestra alma!".

Tras este rapto y después de excitar a prepararse espi-

ritualmente para la fiesta y ponderar que ni tibieza, menos

olvido cabría en su pueblo para ella, un nuevo arranque an-

te el triunfo del Señor : "... Pero triunfó del infierno, de

la culpa y de la muerte; y ahora ciñe una diadema gloriosa

de que participan todos los santos. Ahora, pues, debemos

regocijarnos en su gozo, y triunfar en sus honores. Pueblo

suyo y ovejas de su dehesa, entremos con loores en su corte,

y con himnos en sus atrios. Cante la fe, salte la esperanza,

alégrese la caridad, muéstrese la gratitud. Bendigan todos

su exaltación y celestial ventura. Y descienda sobre noso-

tros la lluvia de dones y gracias de su espíritu . .. ".

En la hoja de 1841 —con Antonio Letona, notario pú-

blico, como secretario— apostrofa a los sacerdotes: "¡Mi-

nistros evangélicos! Nosotros cuyas manos consagradas

visita todos los días el Eterno, correspondamos a nuestra

vocación. Arbitros de la palabra prediquemos la fe al

siglo incrédulo: prediquemos virtud en los días del liberti-

naje; y modelos profundos para la obra, no deshonremos el

monte de la mirra, ni el collado del incienso".

(La festividad del Corpus fue suntuosísima en Gua-

temala. Viajeros extranjeros venidos a principios de la

independencia (y durante el gobierno de Carrera) se ma-

ravillaban de aquel esplendor y dejaron testimonios elo-

cuentes. Es explicable, doblemente, el entusiasmo del pre-

lado que al cabo de unos años difíciles trataba de restaurar

y sobrepasar aquellos esplendores).

Page 327: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 325

Lleva su nombre y si no de él sí su espíritu inconfun-

dible, un folleto de 1839 llamado Noticia de las facultades

concedidas por N. S. Padre Gregorio Papa XVI al Vicario

capitular de Guatemala, etcétera, e Instrucción . . . paralos sacerdotes que por delegación apostólica administren

la confirmación. Principia diciendo cómo el Pontífice res-

pondió a las súplicas que le dirigió en vista de las necesi-

dades de su Iglesia, y muy ordenadamente va enumerandolas causas de la delegación y subdelegación de esas faculta-

des, que son propias de los obispos, para terminar con todoslos pormenores que deberán guardarse en la ceremonia.

En enero de 1840 —casi en los mismos días en que el

General Carrera con la fuerza expedicionaria de Guatema-la sometía al Estado de Los Altos, reducto de los liberales

y morazanistas—, el provisor y gobernador del arzobispado,

a excitativa del gobierno civil, renueva en un edicto —fe-

chado el 21— y amplía las exhortaciones que desde diciem-bre hiciera a los párrocos y fieles, al tener conocimiento deque la peste de viruela maligna se había desatado en la ca-

pital y en otros lugares del país.

Guatemala había sido de los primeros pueblos en acep-

tar y propagar las virtudes de la vacunación antivariolosa,

cuando aún era novedad en Europa, pero en la masa indí-

gena quedaba resistencia. Larrazábal se muestra ardiente

partidario de esa vacunación y hace remitir a los curas

ejemplares de la antigua Cartilla de Vacunar, reimpresa

por el gobierno en 1826, y agujas; les recuerda que estaba

vigente y debía observarse en lo adaptable el reglamento

de 1805, renovado en 1824, a efecto de que ayudara a la

operación de la vacuna, inculcaran su eficacia maravillosa,

combatieran "las perniciosas preocupaciones vulgares, que

suele tener contra sí este preservativo; y opusieran a la

rusticidad de los indígenas, todo el ascendiente del sagrado

ministerio: bajo el concepto de que en las testimoniales de

méritos de los párrocos, se hará especial mención del

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326 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

que así contrajeren, y se tendrá presente en la provisión de

curatos".

Entre otras muchas recomendaciones plausibes, exci-

taba a que se difundieran preceptos higiénicos elementales

saludables, incluyendo la vigilancia sobre el abuso de los

indígenas en los baños de temascal, con otras prevenciones

y ruegos a los mismos sacerdotes para los casos de crecer

la mortandad, a propósito de servicios personales que de-

bían prestar. Y acompañaba al edicto "ejemplares de 'los

que el protomédico Doctor señor Quirino Flores dio a luz

en 2 de julio de 1829, con el título de Breve descripción ycuración de las viruelas pestilentes".

Por edicto de marzo de 1841 anuncia haber excitado al

clero y excita al pueblo a celebrar el 19 de ese mes, en que

la Iglesia cumpliría con el decreto de la constituyente que

dispuso "sea perpetuamente de fiesta cívica; y para que

ahora y siempre se celebre con la debida religiosidad ..."

Ja fecha en que "esta ciudad iba a perecer en una guerra

desastrosa. Pero Dios la salvó por su infinita misericordia

;

y la eficacia del Patrocinio de Señor San José, fue visible

en el mismo día dedicado a sus cultos . .. ".

(Hay que recordar el júbilo con que se festejó esa

fecha, que movió a los poetas a cantarla, como que lo hizo

el propio autor de Las Tradiciones de Guatemala en casi

increíble, en tamaño humorista, in promptu cívico . . . Por

supuesto, como todas las cosas que se declaran "perpetuas

y para siempre" en Guatemala, dicha conmemoración no

pasaría de unos años, ni se cumplió por mucho tiempo el

voto del prelado que pedía fe con obras, porque sin ellas

es muerta, y que "sólo así seremos libres y felices: la paz

unirá nuestras voluntades e intereses y su olivo venturoso

hará las delicias y las glorias de este suelo" . . . )

.

El ya eterno problema de la superabundancia de días

festivos —que ocupó también a los liberales de las Cortes

de Cádiz— preocupó a Larrazábal desde los comienzos de

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 327

su gobierno eclesiástico. En junio de 1839 se dirigió al

Pontífice suplicándole extendiera a Guatemala el indulto

de que gozaban otros pueblos disminuyendo esos feriados.

Gregorio XVI accedió "afectuosamente" en un breve que

se hizo circular en 1840, original y con traducción del Li-

cenciado Mariano González, por el cual quedaban de obser-

vancia, fuera de los domingos catorce fiestas solamente. Lapublicación se completa con indicaciones y consideraciones

del prelado, que incluyen un comprimido de tratado de mo-ral: acerba lamentación contra los que emplean domingos

y fiestas en rendir culto al juego, a la embriaguez, a la

sensualidad.

"... El jugador, que en toda la semana abandonó el

trabajo, a que le obliga la ley natural y divina, continúa en-

tonces con más desahogo en el vicio, perdiendo él y sus' cóm-plices hasta lo que no es suyo, y lo que siempre deberán en

conciencia restituir, sin que jamás llegue el día de verifi-

carlo. El ebrio no se sacia, sino renovando el sacrilegio

del impío Baltasar, que en los vasos sagrados bebía y hacía

beber a otros, celebrando sus falsos dioses. El lascivo se

entrega a la disolución, y casi convertido de racional en

bruto, vive en los desórdenes para morir tal vez en la im-

penitencia final . .. ". Una cita ad hoc de Jeremías, y luego

:

"Ved aquí un abuso, que convierte la triaca en veneno, yen enfermedad la medicina . .

. ". Y otra buena cita. Yrecomendaciones a los párrocos.

(¿Qué diría en estos tiempos de selvas de feriados ecle-

siásticos, civiles, sociales, escolares y de todo linaje? ¿De

sus desórdenes sin cuento? ¿Y de las costumbres de ogaño?)

.

Debe recordarse que el gobierno civil en precedente

época liberal había querido resolver a su manera el proble-

ma de los feriados excesivos, no sin el propósito de asentar

un golpe más a la Iglesia y que, por curioso contraste, co-

rriendo los años, tantísimo feriado instituyera, instituye y

prohija, el dicho gobierno civil. Recuérdese asimismo Ja

violenta oposición del General Carrera a la disminución de

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328 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

tales feriados, señalada al hablar de su manifiesto contra

diezmos y otras cuestiones eclesiásticas. Y, casi de los mis-

mos días, una disposición oficial también restrictiva de los

feriados; problema de siempre.

Como es natural, muchos de los escritos que aparecen

firmados por el provisor y gobernador del arzobispado o

por el cabildo en pleno —y esto sucede en todos los tiempos

y es usual en todas las corporaciones— no debieron ser o

ciertamente no fueron hijos de la pluma del signante o sig-

nantes, mas sin duda sí la inspiración y el carácter que el

redactor les imprimía al elaborarse el texto. El señor La-

rrazábal —y con él los canónigos del cabildo en su época

tuvo un colaborador de excepcionales méritos, el Licenciado

José Mariano González, ilustre como abogado, como maes-

tro y como organizador, de una laboriosidad infatigable yde conocimientos vastísimos, autor del plan de estudios de

la Academia con que el Doctor Gálvez reemplazó por un

tiempo a la decrépita Universidad, y de la cual el señor

González fue también presidente. Hablando del plan decía

el Licenciado José Antonio Ortiz Urruela, lumbrera de las

letras y de la Iglesia : "Los hombres más notables de aquel

tiempo, lejos de ver la renovación del primer estableci-

miento literario del país, con ceño ni antipatía, debieron

reconocer en el plan concebido por el señor González y de-

cretado por el Doctor Gálvez, un principio de adelanto yde reforma, a cuya implantación convenía contribuir. Nose explica de otro modo por qué algunos personajes tan

distinguidos como el ilustrísimo señor Doctor don Antonio

Larrazábal, el Licenciado don José Cecilio del Valle, el

Doctor don Alejandro Díaz Cabeza de Vaca y el Licenciado

don Luis Pedro Aguirre, se prestaban a asistir, como exa-

minadores, a los actos literarios de la Academia . .. ".

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 329

Este señor Licenciado González, de quien se referían

sus contemporáneos, entre ellos el ilustre Doctor MarianoPadilla, con la más respetuosa admiración, y cuyo elogio

necrológico hace el señor Ortiz Urruela en extenso folleto °

publicado a raíz de la desaparición del procer, a quien asis-

tió en sus últimos momentos y que murió víctima de segun-

do ataque del cólera en 1857 "abrumado de quehaceres por

la ayuda que prestaba al limo. Sr. Larrazábal en el gobier-

no eclesiástico", era íntimo amigo y abogado del prelado,

a quien ya había servido antes, así como a la Iglesia de

Guatemala "en el gravísimo negocio de elección del vicario

capitular", en el asunto de días festivos, de diezmos y otros,

etcétera, compartiendo los trabajos y el éxito del pastor.

"Rodeado de ruinas el señor Larrazábal, al encargarse

del gobierno del arzobispado, su primero y casi su único re-

curso, fué volver los ojos al señor González, en quien en-

contró la cooperación más activa e ilustrada, como lo de-

muestran todos los actos de su administración, que forma-

rá época en los anales de esta Iglesia. La primera y mayorventaja que se consiguió entonces, fue sustraer a la auto-

ridad eclesiástica, de la degradante y ruinosa sujeción en

que la tenía el poder civil", sigue diciendo, y tras enumerar

los actos salientes de ese gobierno eclesiástico, se detiene

en lo referente a la reducción de días festivos, para señalar

y ensalzar en grado superlativo —el juicio favorable de un

literato como el autor de las Lecciones de elocuencia lo era

por sí mismo en favor de quien lo obtenía— las publicacio-

nes a que dio cuerpo, escribe:

6 Apuntes biográficos sobre el señor Licenciado don José Ma-

riano González. Antiguo catedrático de Cánones y Leyes en la

extinguida Academia de Estudios de Guatemala — Abogado de

los tribunales de la República, individuo de la Sociedad Económi-

ca de Amigos del País, etcétera. Por el señor Licenciado D. José

Antonio Ortiz Urruela. — Imprenta de Luna, calle de la Provi-

dencia N? 2. — Guatemala, 1857.

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330 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

"Con ese motivo se expidió por el señor Larrazábal unedicto, notable por su estilo y sus conceptos. Bien que,

consideradas como producciones literarias, puede decirse

que jamás la Mitra de Guatemala había hecho publicaciones

de tanto mérito, como las del período del señor Larrazábal,

debidas a la sabia y piadosa pluma de don José MarianoGonzález". Y añade aún otros altos elogios a esas ydiversas producciones en las cuales se comunicaba a "obras

de circunstancias, un interés duradero".

No se demerita en nada la parte de honor que corres-

ponde en esas publicaciones a Larrazábal y los otros pre-

lados con el esclarecimiento de la paternidad inmediata, ni

seguramente —es de esperarlo: aunque parezca materia

conjeturable— fue tal la intención del señor Ortiz Urruela

al puntualizar y ponderar el especial mérito del gran se-

cretario que supo tener Larrazábal con quien se retiró del

gobierno de la Iglesia sin dejar de servirla y a quien con-

tinuó prestando servicios inestimables, en lo personal, liga-

dos estrechamente por afinidades de temperamento, incli-

naciones y virtudes morales e intelectuales semejantes.

"Cuando Dios llamó para sí" al señor Larrazábal, el

señor González —dice el biógrafo citado— "como el prime-

ro de sus albaceas testamentarios, tuvo que tomarse el ím-

probo trabajo de hacer el inventario, clasificando todos los

papeles del difunto, que pertenecían a muchos diferentes

ramos y eran por lo mismo de muy difícil arreglo. Dióles

don José Mariano el que convenía, así como a los intereses

del difunto, de los cuales llevaba con el día una exactísima

cuenta; y entendiendo aun en la mejor manera de llenar las

benéficas intenciones de su causante en favor de la Iglesia

Metropolitana, sucumbió él mismo al golpe de la muerte".

Hombre de tan preclara inteligencia no se equivocaría

en tan leal adhesión.

Una de las veces que se trató el asunto de los días

festivos, al dictarse el decreto de 20 de febrero de 1834 que

suprimió algunos, el Doctor González escribió y fue publi-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 331

cada en folleto una respuesta a un real o ficticio párroco

amigo suyo, eclesiástico bastante recomendable, se decía,

que desde fuera de la capital le preguntara su opinión.

El escrito, enjundioso, lleno de historia y doctrina,

hace bueno el juicio de Ortiz Urruela sobre el notable ju-

risconsulto y escritor que era González: es un escrito que

se lee hoy con agrado y provecho. Uno de sus pasajes

—cuarenta, numerados— echa luz sobre sus ideas genera-

les y permite situarlo muy bien junto a Larrazábal y Cal-

vez, es decir, en una línea —ligeramente ondulada. . .— de

liberalismo. Era la postura correcta de los hombres pro-

gresistas de su tiempo, no una defensa semioficial de dis-

posiciones gubernamentales, en plan de regalismo puro.

"Ni se oponga que la potestad civil ha innovado en

materia de fuero eclesiástico y diezmo —decía— , porque

no hay término de comparación. El fuero en causas noespirituales, fue pura concesión de los príncipes, como no

lo ignoran hasta los rábulas: la cuestión del diezmo no

es de religión, sino de economía política, como lo demostra-

ron hasta la evidencia en el Censor español (noviembre de

1820), sus sabios editores; y en estos y otros puntos seme-

jantes soy con los constitucionales de 1812, y seré contra

los ultras que sólo quisieran poder papal sin contraste".

No era de opinión que se cortasen días populares de

fiestas religiosas; pero entendía que no se debía protestar

contra una medida gubernativa de ese orden, sino repre-

sentar ante ella, aunque descontando que la representación

no tendría éxito; que no debían olvidarse las lecciones de

la Revolución Francesa, cuando atacaba costumbres tradi-

cionales como la de la cuenta del tiempo, y apuntaba contra

el aumento de días de trabajo: "Lo que en mi concepto se

necesita más bien, es inspirar, es inspirar amor al mismotrabajo proporcionarlo a todas las clases; y perfeccionarlo

en todos los ramos: que haya garantías efectivas para la

propiedad; y que haya premio para la virtud y el mérito,

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332 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

y castigo indefectible para el vicio. Tómese desde ahoraestas medidas; y el bien estará hecho".

En una defensa obligada que se vio precisado a haceren asunto judicial que pasó por sus manos, el señor Gon-zález dejó, de paso, constancia de sus sentimientos respecto

a su trabajo con el vicario, al decir que podía pero no que-

ría presentar documentos, como de otras, de secretaría "nopretendida por mí, cual fue la del gobierno eclesiástico, que

más tarde serví largos tres años, y me son más caros por

circunstancias que yo expresaría a impulsos de un noble

orgullo, y de un dulce agradecimiento".

Relaciones con el Estado. Diezmos: Problema Crítico

Respecto a la sujeción a que el Estado sometió a la

Iglesia hasta los años de cuarenta, dan idea las constancias

que se deslizan en publicaciones del gobierno eclesiástico.

Así todavía en 1836, en el impreso del breve de Gregorio

XVI se lee :"

. . . el Cabildo ocurrió inmediatamente al Go-

bierno del Estado, para poder hacer su publicación: y la

verifica con su anuencia".

Ya tres años después se modifica la fórmula; en otro

documento impreso se lee, en efecto: "Habiendo obtenido

del supremo gobierno el correspondiente pase, conforme lo

prevenido por la asamblea constituyente en 29 de noviem-

bre de 1839 . .. ". Pero esto era lo ostensible : la lucha

había sido a fondo, duraba ya varios años con cortas inte-

rrupciones, y tenía manifestaciones mucho más violentas,

en que el vicario y gobernador Larrazábal y sus colabo-

radores más cercanos debieron desempeñarse con sumotino para lograr salvar lo más. Y sin duda al ardor de

esas luchas arreciaría en su espíritu la fe y la decisión de

salir adelante con su empresa delicadísima. Y no resulta

extraño que a poco tiempo de modificarse la situación po-

lítica, se opere una reacción profunda y la Iglesia llegue

a tener un predominio indiscutible, si bien nunca se orilla-

Page 335: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 333

ran del todo los conflictos con la potestad civil : en los mis-

mos días en que el mandatario concurría la gala y reve-

rente a las funciones religiosas, el Estado pugnaba, una vez

y otra, por sus fueros, vestigio de la disputada herencia del

"patronato real".

Varias publicaciones hubo de hacer el señor Larrazá-

bal durante su vicaría sobre una materia a todas luces es-

pinosa, cuya gravedad no podría ocultársele: los diezmos,

renta principal asignada a las catedrales de América porsus erecciones y por Leyes de Indias, con que se sostenían

la iglesia matriz y sus ministros y servidores . . . Despuésde los años de abolición de ese tributo y de las agitaciones

políticas incesantes, de las guerras que aparejaban expo-

liaciones a la Iglesia, al entrar el país empobrecido en unanueva era, y estatuirse nuevo orden fiscal en régimen de

restauración, fue restablecido el diezmo por ley del 4 dediciembre de 1839, revocatoria del decreto de 15 de julio

de 1832 y que entraría en vigor el primero de enero siguien-

te, año que se pasó en la reorganización del ramo.

El ministro don Luis Batres presentó a la Asambleaen octubre 17 de 1839 una exposición sobre la deuda del

Estado a la Iglesia, a solicitud de aquel cuerpo hecha en

agosto: la complejidad del asunto requirió demasiado tiem-

po; el adeudo por diferentes conceptos ascendía a 48,196

pesos y cinco y medio reales, cantidad entonces muy con-

siderable y que en las condiciones en que el gobierno se ha-

llaba —después de la guerra y de años de exacciones al

Estado y a los particulares por el gobierno de la federa-

ción— le era muy difícil comenzar a pagar siquiera.

El expediente de reanudar el cobro de diezmos era el

único posible en las circunstancias para atender al soste-

nimiento del culto, y el ministro indicaba que el jefe inte-

rino había tenido oportunidad de conocer la opinión de l:s

Page 336: Brañas - Antonio Larrazabal

334 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

pueblos que acababa de visitar, favorable a satisfacerlos.

En apoyo de esa tesis, argüía, no sin insinuar por lo bajo

los defectos del impuesto:

"En concepto del Gobierno, la cuestión de si se debe

o no pagar diezmos, no debe ser considerada solamente en

su aspecto económico, sino también como una medida po-

lítica. Se hacen objeciones muy fuertes y fundadas por

ios economistas contra este género de contribución; pero

nuestros pueblos responden a todas ellas, manifestando su

voluntad de pagarla; y ninguna contribución puede ser más

conveniente que aquella que los mismos contribuyentes so-

licitan que se imponga. El Gobierno cree, que la misión

de los legisladores, en una forma democrática, no os darlas leyes que a ellos les parezcan mejores, sino representar

y expresar la voluntad de la mayoría del pueblo. Aplican-

do este principio al restabecimiento del diezmo, no es duda-ble que la Asamblea Constituyente está en el caso de decre-

tarlo porque la opinión pública puede considerarse comode uno a mil en favor de la medida". Y sugería que en la

exacción podrían hacerse reformas, y que el gobierno re-

nunciaría al noveno que tomaba de esa contribución, en

alivio de los contribuyentes.

"Los diezmos en las Américas —explicó en las Cortes

de Cádiz en 1811 un diputado mexicano— tienen esta divi-

sión: de toda la masa común se hacen cuatro partes, unapara los obispos, otra para los cabildos eclesiásticos, y de

las dos restantes se hacen nueve partes ; noveno y medio

se da a la fábrica de las respectivas iglesias, otro noveno

y medio para los hospitales, otros dos novenos para V. M.

(el Rey, el Gobierno) en reconocimiento del real patronato,

jos cuatro novenos que restan se llaman beneficíales por el

Concilio III Mexicano, porque los destina para pagar (li-

mosna), a los curas y ministros, en remuneración de la

administración de sacramentos"; como los cuatro novenos

fueran cantidad poca para su servicio se mandó tolerarse

Page 337: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 335

la existencia de aranceles, aunque los concilios ordenasen

que la administración de sacramentos fuera gratuita.

El diezmo en sí era la décima parte de los frutos quelos productores debían entregar para ese objeto, frutos

que eran recogidos por colecturías o arrendatarios ; los pue-

blos o comarcas donde se percibían, se llamaban diezmato-

rios; en Guatemala, después de segregada la diócesis de ElSalvador, había cuarenta más un grupo de fincas y par-

ticulares que lo pagaban directamente a la Iglesia. En la

práctica era muy complicada la percepción, y no menos la

distribución. La primera se hacía por años decimales, del

l9 de marzo al 28, ó 29 de febrero del año inmediato si-

guiente ; el colector o arrendatario tenía cuatro meses parala cuenta con pago, que debía quedar rendida el 30 de

junio; pero para formar el cuadrante —la división prima-

ria que se ha dicho— se atendía a lo ingresado de l9 de

enero a 31 de diciembre, o año civil: "pero que siempre es

decimal, porque si el ingreso corresponde al últimamente

vencido, se reputa por gruesa, y si a los anteriores, rezago

;

y este cómputo también se hace de marzo a marzo", se ex-

plicaba en Guatemala.

En diciembre de 1843 Larrazábal envió impreso unpliego de explicaciones a los párrocos y fieles para resol-

ver dudas planteadas sobre la paga de primicias. En pun-

tos concretos expuso, con su concisión acostumbrada y su

abundancia de citas precisas, desde los orígenes y funda-

mentos —divinos, eclesiásticos y jurídicos, advertía— del

tributo, hasta los pormenores oscuros y los casos de con-

flicto, con la debida exhortación a los obligados a satisfacer

dicho tributo, y a los sacerdotes a alejarse de todo espíritu

de avaricia —recordando al apóstol que aunque corintios ytesalonisenses "tenían obligación de darle los precisos ali-

mentos, no los exigió para que no creyesen que les predi-

caba con interés; sino que prefirió ser socorrido por la

caridad de otros fieles: redobló sus fatigas, para vivir de

la labor de sus manos; y les mostró siempre el amor de

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336 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

un tierno padre" . . . También les recordaba el deber de

hacer lo más tolerable la tributación, como el propio go-

bierno civil lo recomendara al reestablecerla, dejando el

apremio para los extremos casos, no sin recomendar a los

jueces la ayuda necesaria contra los reacios, a pagar el

diezmo, que abundaban, cuando más urgente era ese in-

greso para el sostenimiento de la iglesia, pues los curatos

habían decaído y los había totalmente incongruos, por mo-tivos notorios : "cesaron los sínodos y doctrinas : han pere-

cido en su mayor parte los fondos de cofradías: se hanminorado las obvenciones; y el arancel que rige ha rebajado

notablemente los derechos parroquiales". Y hacía compa-raciones —lo mismo que en otros casos— respecto a lo

que se obtenía en un año de un quinquenio anterior a la

independencia y subrayaba lo adecuado por el Estado hasta

suprimir los sínodos y doctrinas.

En 1844 otro impreso a los párrocos advierte la mayornecesidad de cobro de diezmos cuando hay ya prelado ydebe proveerse a su congrua decorosa: "mas al paso que

se ha hecho indispensable y urgente la contribución del

diezmo, sus productos son mezquinos en extremo, e insu-

ficientes para los importantes objetos a que están desti-

nados; porque hay personas que contrarían con empeño el

cobro, de lo que han resultado los clamores de los arren-

datarios, y la necesidad de concederles rebajas considera-

bles", y encargaba, recomendaba y suplicaba exhortar a

los fieles a pagar cumplida y religiosamente . . .

Un tercer impreso, 1848, es una Resolución modifican-

do el cobro del diezmo : "Memoria sobre el destino de sus

productos, y sobre la situación de esta Santa Iglesia Me-tropolitana

; y manifiesto del venerable cabildo de la misma,

y del señor vicario capitular gobernador, publicando estos

documentos", reimpresión del folleto aparecido en 1841 al

Page 339: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 337

que se agrega un resumen de la Instrucción de 1785 en

la cual después de un preámbulo se especifican las perso-

nas o tierras obligadas a diezmar, tiempo y lugar de ha-

cerlo, igualas, composiciones, arreglo de cuentas, etcétera,

a todo lo cual el diligente secretario señor González añadió

notas aclaratorias e históricas de gran utilidad, entonces

para los efectos de la Instrucción, ahora para darse cuenta

el factor moderno de aquellas marañas tributarias del pa-

sado. . .

En la Resolución de 1841, para alivio de las personas

pobres, en acatamiento de las recomendaciones oficiales yaún cuando muchos frutos no estaban afectos al diezmo, se

decía, se declaraba no haber pagado ni en lo venidero se le

cobraría diezmo, a los siguientes artículos: achiote, ajon-

jolí, alberjón, alquitrán, anís, aves domésticas de toda es-

pecie, bálsamo, brea y generalmente todas las gomas y re-

sinas, caña dulce en fruta, cebada en grano ni en berza,

cera de colmena, chian, frutas no especificadas, ganadocabrio, habas, hortaliza, huevos, leche en líquido, lechema-

ría, lentejas, liquidámbar, madera cortada, maíz en elote,

mantequilla, miel de colmena, pepitas, vainilla.

Los frutos obligados a pagar uno de cada diez eran:

ganados : becerros, o terneros, borregos, o corderos, cerdos,

muletos, pollinos, potrillos; producciones agrícolas: algo-

dón, arroz, cacao, chile de toda clase, garbanzo, lana basta

y fina, tabaco (todos estos frutos por arrobas) y frijol,

maíz y trigo, por cajas ; frutas : melón y sandía, por cargas

;

plátano: "pero cuando el cosechero quiere, da un corte al

año, de lo sazón de una luna, según costumbre de algunos

lugares".

Había frutos sujetos a pagar cuota extraordinaria, es

decir, no diezmo, en razón del trabajo industrial que exi-

gían : uno de catorce, el queso, y uno de cada veinticinco, o

sea el cuatro por ciento, azúcar y pescado salado, por arro-

bas; mieles de ingenio y trapiches, por cántaros; panelas,

por atados; sal, por pasacos.

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338 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Menos los ganados, en que se hacía un arreglo en ese

caso, ciertos productos al no llegar a diez, no eran diez-

mables.

En la memoria sobre los objetos del diezmo —en Gua-temala desde su establecimiento: fábrica espiritual, ilustrí-

simo prelado, estipendio de misas, renta de prebendados,

seminario conciliar, hospital general—, se hacía una aflic-

tiva historia de la situación de la iglesia guatemalteca yde las variantes que se habían introducido en la aplicación

de la renta, con el dato de que al abolirse el diezmo en 1832

se le sustituyó por una renta de cuatro reales sobre caba-

llería de tierra, pero a representación del cabildo eclesiás-

tico todavía ese año se cobró el antiguo tributo: la ma-trícula no progresó apreciablemente en cuatro años y su

producto resultaba exiguo. Todos los datos de esa memo-ria son no sólo curiosos, sino importantes para conocer la

situación de la Iglesia y sus relaciones difíciles con el Esta-

do, así el federal como el guatemalteco, que le adeudaban

cuantiosas sumas. Por supuesto, el tema pertenece a otra

clase de estudios; si aquí se han recogido algunas referen-

cias, débese a la conveniencia de aludir a los trabajos, que

debieron ser ímprobos, del señor Larrazábal, como parte

de su vida, en tal orden de cuestiones económicas.

Con ardimiento defendía los derechos de la Iglesia apo-

yado en toda suerte de citas de Evangelios y autoridades

eclesiásticas, de leyes —Fuero juzgo, de Partida, Recopila-

ción de Indias ...— y consideraciones, incluso de premio-

sos latines, de que solía ser pródigo, no sin notar, con entu-

siasmo, las riquezas naturales del país, privilegiado en

esto, contra los renuentes y descuidados, como lo hiciera en

otro documento, el Manifiesto del decano y cabildo de esta

S. I. M. en unión del vicario, etcétera, a los párrocos y de-

más individuos del clero y a todos los fieles "así de este

Estado, como del territorio de Los Altos", de 30 de junio

de 1841, excelentemente servido por su erudición y por la

de insustituibles secretarios.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 339

Pero es lo cierto que a pesar del catolicismo tradicional

del guatemalteco, los renuentes eran muchos. Por piadoso

que fuera el destino de los diezmos, su forma resultaba mor-tificante y siempre había modo de evadir su cumplimiento.

Además, habían sido ya muy desacreditados por la hábil yfogosa propaganda liberal, y el mundo marchaba hacia otros

rumbos, aunque Guatemala a ese tiempo se hubiera devuelto

a práctica del pasado y a leyes que pesaban por siglos. Porsi fuera poco, existía pobreza muy grande y atraso tristísi-

mo, consecuencias no sólo de la dominación española tan

vituperada y para algunos exclusiva causa de todas las mi-

serias del país, sino de más de veinte años de convulsiones

y guerras desastrosas y del estacionarismo en que se man-tenía, poco menos que como aún ahora, la población indíge-

na atendida por necesidad (forzosa) y voluntad obcecada

a un precario mínimun vital.

Como si esto fuera poco, y era mucho, un manifiesto

del teniente general y general en jefe del Ejército del Es-

tado, Rafael Carrera, a sus conciudadanos, fechado el 12

de diciembre de 1840, que recogía propias y ajenas quere-

llas contra las autoridades eclesiásticas se hacía eco del

descontento de los obligados a satisfacer diezmos y venían

a darles refuerzo considerable a su renuncia.

El General Carrera desfoga en ese documento, el cual

circuló en hoja volante, quejas y recelos contra el alto clero,

sin excluir al señor Larrazábal —no nombrado—. Decía

que los pueblos y él como su caudillo, habían luchado ince-

santemente desde 37 a 39 por traer al señor Casaus, pero

que quienes debían auxiliarlo, obrando con falsedad, habían

hecho lo contrario, tratando de concentrar "la propiedad

de todos los poderes en un sólo círculo de personas, dirigien-

do las solicitudes precisamente al fin de colocar sujetos del

mismo gremio; porque es claro que al señor Casaus no lo

podrían dirigir a su antojo, y les parecía mejor que se le

sustituyese la mitra de esta diócesis en el señor Provisor

actual", impidiendo la venida de aquél ya por medio de

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340 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

cartas alarmantes que le pintaban peligrosas la situación

y gentes de Guatemala, ya disuadiéndolo de otro modo porel propio señor Castilla que al fin fue comisionado a pasara convencerlo de venir. . .

Son muy duras las expresiones del caudillo, con protesta

de su profunda y harto sabida catolicidad y su respeto a

todo lo concerniente a religión. Revelan el malestar que

debió existir por la prolongada interinidad del cargo des-

empeñado por el señor Larrazábal y la imposibilidad del

regreso de titular, aún después de removidos todos los obs-

táculos aparentes. Hay más. Hay en sus palabras acusa-

ción de debilidad, de ser dominado por un grupo de perso-

nas e intereses el prelado en ejercicio de la autoridad ar-

quidiocesana. Y una demanda al gobierno de informarse

y al cabildo de "que haga sus ternas, y encarezca a la curia

romana la exigencia de nombrar un auxiliar o interino que

sea según sus méritos y aptitudes, y a quien no lo dominenni el capricho ni la prevención como se ha notado en estos

días...".

Y aquí su excelencia el teniente general enseña el mo-

tivo ostensible de su resentimiento: lejos de considerarse

los servicios prestados "al restablecimiento del orden" por

varios sacerdotes, éstos fueron promovidos a curatos tan

pobres que sus proventos no alcanzaban siquiera para su

subsistencia, en lo que veía un despojo y peligro de que

nadie quisiera después colaborar si iba a ser castigado y no

gratificado. Bueno es decir, que también recaía, y recaería

más rigurosamente en lo por venir, el cargo de debilidad

sobre Larrazábal, en otros sectores, y claro que desde dis-

tinto ángulo del que contemplaba Carrera, por no haber

podido sofocar la acción de curas revoltosos, que habían

servido en las facciones, violentos indudablemente, aunque

muy por debajo de sus colegas que intervenían en las gue-

rras civiles de España. Que no recompensara a los que

ayudaron a Carrera posiblemente fuera un mérito que

atribuir a su espíritu de rectitud, bien que se tratara de

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 341

desvirtuarlo por Carrera, o por los propios curas de su

facción, indudables o posibles inspiradores de esas resen-

tidas reclamaciones.

Pero el resentimiento dicho iba a atacar, en otras di-

lecciones y en forma que exhibía problemas existentes, em-puñando la bandera del pueblo. Si las finalidades inme-

diatas, interesadas y demagógicas, no eran recomendables,

el celo manifestado no carecía de fundamento. La cobranza

de diezmos, por terceros, nunca debió estar exenta de abu-

sos y peor en trance de crisis. Por eso tienen valor las

inusitadas palabras del caudillo:

"Las demandas de los pueblos por el cobro de los diez-

mos, son muchas y fundan la resistencia de pagarios en que

no habiendo arzobispo, vuelve a suceder como antes, que

aquellas cantidades entren en poder extraño a su objeto,

y creo que no carecen de razón para rehusarlo, porque en-

medio de la sencillez de los hombres a quienes se pretende

engañar, se ve que ya no es el tiempo de atrás, porque no

hay quien ignore la inversión de las contribuciones, y cada

uno está sobre sí para impedir que se realicen los abusos

del régimen antiguo. Yo respeto como el primero, las dis-

posiciones y leyes que hay de contribuciones que son para

sostener el culto y sus ministros; pero nunca podré estar

porque estas se dirijan hasta el rancho o choza más infeliz

quitándole al pobre dos mazorcas de veinte que tiene, unagallina, un cerdo, etcétera, de los pocos animales con que

cuenta para su subsistencia; porque mientras las dichas

contribuciones no se dirijan a los que pueden cómodamentedarlas, sin que causen novedad a sus familias, no creo pru-

dente se continúen haciendo como antes, porque siempre

habrá resistencia contra la dureza de los colectores;por eso

mismo debe ponerse un dique contra estos abusos, para

que los pueblos en donde reine la pobretería, no se resien-

tan con las exacciones, ni menos que se engrosen con estas

pequeneces, de que no dan cuenta los depositarios de estos

ramos, porque estamos cansados de ver que en descargo

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342 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

sólo dan gastos de papel y recaudaciones, después de haber

consumido infinitas familias".

Carrera en el referido manifiesto atacaba también la

prisa con que había sido publicado por la curia el decreto

pontificio, suprimiendo días festivos contra las costum-

bres del pueblo, y previniendo que si esta medida promo-vía alguna conmoción pública, él no la combatiría, antes

bien la secundaría, como lo hiciera antes y estaba dispuesto

a hacerlo con todas las que creyera razonables. Y hacía

una última profesión de su celo:

"Si me dirijo al público con esta manifestación que es

hija de los sentimientos cristianos que me animan, no es

con el objeto de disminuir el poder eclesiástico, ni de nin-

guna manera interrumpir el ejercicio y las funciones que

le competen; pero sí es para que se penetren todos de lo

que pasa y los extravíos que he indicado, para que si se

quieren corregir, sea con una enmienda formal, y que los

pueblos vean que se obra con justicia y no se haga aborre-

cible ni pierda el prestigio que debe tener".

El Manifiesto no debió ser, ciertamente, un regalo pa-

ra el señor Larrazábal y las demás autoridades eclesiás-

ticas.

En la Memoria documentada que como gobernador del

arzobispado rindió al señor García Peláez y de la cual ya

«e hizo mérito, se encuentran algunos datos particulares

sobre el Doctor Larrazábal, relativos a diezmos, a sus ren-

tas personales y sus fatigas, datos llevados allí de maneraincidental, pero oportuna y feliz para conocer algo más de

su vida. La aprobación de cuadrantes le hacía el cabildo

conforme a la ley de 1839 ;pero el del último año, de 1847,

el gobierno eclesiástico sin perjuicio de la facultad del

cabildo, porque esta vez se hallaba de único capitular el

señor Larrazábal: "por justas razones de delicadeza, se

abstuvo del uso de aquella atribución, y pasó el asunto a

examen y resolución del señor ordinario".

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 343

De los indicados cuadrantes, cuyo monto en siete años

fue de sólo 48,568 pesos y tres reales, de cinco a seis mil

en los primeros seis, y diez mil seiscientos catorce en el

último, se ve que el estipendio de "misas de erección,,alcan-

zaba una mínima suma y que en algún año se quedó a deber

cantidades a Larrazábal y a otros canónigos; la tasa de

ellas era de 17 reales, salvo unas pocas de 22. De la renta

como prebendado le correspondieron 43 pesos 6 reales en

1841; 95.3 y tercio en 42; 331 y medio el 43; 432.5 y eres

cuartos en los años siguientes, 160 el 46 y 524.4 el 47, pero

el pago era bien difícil y había multitud de transferencias

y complicaciones en la distribución de ésta como de otras

de las rentas a que el diezmo se aplicaba. Los compromisos

eran muchos y aunque se habían rebajado salarios y gas-

tos, y muchas plazas no se llenaban, los ingresos apenas

alcanzaban a mal cubrirlos . . .

Al frente de la relación de inventario hecho de los

archivos, el secretario indicaba que el señor Larrazábal,

presidente del Cabildo, y deán ya en 1848, estuvo funcio-

nando como único capitular, desde la ausencia y muerte

del canónigo Castilla y otros fallecidos antes, "sin interrum-

pirse el despacho ordinario, ni extraordinario ocurrente,

como lo acredita el libro de actas . .. ". Siempre su habi-

tual puntualidad, con el mérito de adehala a ese entonces,

de andar ya por los ochenta años de su edad. No dejaba

de decirlo por su parte, en el informe que cierra el folleto

en referencia, explicando ia abrumadora tarea que recaía

sobre el cabildo desde la reorganización de los diezmos, fal-

to de personal, de arbitrios, de todo, atendiendo la juris-

dicción directiva, económica y dispositiva del intrincado

ramo: "todo eso ha sido y es a cargo del Cabildo; y preci-

samente cuando en los últimos siete años, han fallecido otros

tantos prebendados, cinco propietarios y dos honorarios,

hasta llegar el caso de que, ausente, y después finado, el

señor Castilla, fuese yo, como he sido cerca de dos años,

el único capitular en ejercicio".

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344 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Después de considerar la conveniencia y necesidad de

la publicación que hacía para conocimiento de los nuevoscanónigos electos, pasaba una ligera revista a estados de

la contaduría para comprobar la cortedad de los fondos

de entonces con las sumas de que se disponía años antes.

En el último decenio del siglo 18 el diezmo sólo de añil

—las tintas—, en año común, produjo 42,201 pesos; el

cacao producía asimismo pingües entradas, que se cobra-

ban en especie, mas había desaparecido a la fecha el pri-

mer ramo, y el segundo ya no contaba; se habían segre-

gado 2,040 leguas cuadradas y 300,000 habitantes (de El

Salvador), y aunque la extensión de Guatemala era másque triple y doble su población "la mayoría es de indígenas,

que por regla general, y salvas excepciones, están exentos

del pago", "han decaído las fortunas, nos hallamos en re-

volución; y mientras que en sólo el año de 1812, y de sólo

el territorio actual de la Arquidiócesis, los esquilmos im-

portaron 48,720 pesos tres reales y cuatro octavos, según

el estado de la contaduría de 8 de febrero de 1821, compren-

sivo de cinco años, hasta 1816 ¡ahora han sido necesarios

siete años para obtener 48,318 ps. 3 reales, y al año comúnapenas han cabido así, 6,902 ps. 5 reales! ¡Gracias a que

en la Iglesia hay toda la economía, que conviene a su po-

breza!", se lamentaba.

Y tras la lamentación, la enseñanza, el consejo, en una

loa de la aritmética y en una exhortación a formar cuanto

antes la estadística, ya recomendada desde 1806 por don

Alejandro Ramírez "aquel funcionario de tan grata memo-ria en Guatemala".

Vuelta de los Jesuítas y Prohibición de Libros

Cumple hablar de otro empeño sostenido del señor

Larrazábal en que se mezclaban el propio deseo y las ins-

tancias calurosas de un grupo de hombres notables, que

tuvieron a la cabeza al marqués de Aycinena : las gestiones

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 345

por el restablecimiento de la Compañía de Jesús en Gua-temala. Aquí, como en el caso del Arzobispo Casaus yTorres, se está, necesaria, ineludiblemente, ante una cues-

tión harto controvertida, que fué objeto de apasionadas

violencias por aüspiciadores y por opositores y cuyo fue-

go se ha reencendido en distintas ocasiones y quedan de él

brasas bajo la ceniza de los recuerdos. . .

Los padres jesuítas fueron expulsados de las posesio-

nes americanas en 1767, como principio o parte de la re-

volución tácita de la Ilustración. Tan arraigados estaban

y tanto habían hecho, especialmente en materia de instruc-

ción de la juventud, dentro de sus normas y tendencias

—que aquí no se juzgan— ,que su ausencia significó un

desgarramiento: la Compañía contaba, tanto en Guatema-la como en México, según es tan sabido, con varones pro-

minentísimos en ciencias y letras y baste citar un nombreexcelso, el de Rafael Landívar.

En Guatemala catolicísima, y asendereada por las re-

vueltas, se añoraba a los jesuítas y se creyó que las Cortes

de Cádiz podrían devolverlos. Por eso los diputados su-

plentes, señores Del Llano, gestionaron en ese sentido, con

otros diputados americanos, y por eso en las Instrucciones

que llevó Larrazábal figuró muy recomendado el punto

de jesuítas. Pero las Cortes no comulgaban con ellos, yfue Fernando VII tras su golpe de Estado quien los resta-

bleció en 1815, llegando a Guatemala la cédula correspon-

diente en enero de 1817, pero los preparativos y las espe-

ranzas se fueron al pozo, cuando en 1820 vino, en vez de

jesuítas, la nueva orden de supresión.

Pasados los años de discordias civiles y tras la caída

de Morazán, que había llevado en Centroamérica muchomás lejos que los hombres de Carlos III en España la guerra

contra las órdenes religiosas, pudo pensarse nuevamente

en Guatemala en aquel asunto, a lo que dio calor la llegada

de dos capellanes jesuítas con las gentes de la colonización

belga de Santo Tomás, capellanes que debieron ser tan

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346 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

activos como avisados. Tras muchas idas y venidas, el

gobierno decretó en 1843 el llamamiento a la Compañía de

Jesús para trabajar en el país, accediendo a una exposi-

ción firmada por autoridades, congregaciones, vecinos prin-

cipales, municipales, etcétera: la primera firma, la de La-

rrazábal.

Pero el triunfo del liberalismo en el nuevo congreso,

incluso con la cooperación del general Carrera en ese tiem-

po, echó por tierra el decreto del anterior, y los jesuítas no

pudieron entrar a despecho de todo, ante el decreto de 8

de mayo de 1845, que les cerraba las puertas, lo cual por

supuesto provocó una tempestad, hasta que tras otras vi-

cisitudes, la rectificación de criterio del general Carrera

y su triunfo en La Arada, en abril de 1851, y siendo presi-

dente don Mariano Paredes, se firmó el decreto de 7 de

junio de ese año en que se les autorizaba a establecerse

"perpetuamente en esta capital y demás poblaciones de la

república", etcétera.

Los señores jesuítas ya estaban por Las Tapias, a

inmediaciones de la capital, el primero de ese junio, y allí

fueron a recibirlos personajes de viso, sus amigos. Al caer

la tarde —cuenta el historiador de la Compañía de Jesús en

Colombia y Centroamérica después de su restauración (T.

II, Valladolid, 1897)—, el guatemalteco P. Rafael Pérez

(fallecido en Barcelona en 1901) les encuentran a las puer-

tas de la ciudad, y en medio de aquel corto pero escogidí-

simo acompañamiento llegan al palacio donde el limo, se-

ñor arzobispo, el señor deán Larrazábal, el señor canónigo

Alfaro y muchos señores de las principales familias les

aguardaban ansiosos de conocerlos y abrazarlos ... Y co-

dos los días siguientes fueron de agasajos y regocijo, que

culminaron con el decreto referido.

La primera misión se dio en Catedral. "El señor

Larrazábal, por el gran conocimiento que tenía del estado

de la población, temía mucho la falta de concurso, la cual

se haría notar mucho más en un templo tan espacioso".

Page 349: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 347

Se había trabajado por 29 años en destruir la religión,

reinaba la corrupción de costumbres, una gran frialdad

se apoderaba de los corazones . . . ; "muchos había que se

avergonzaban no sólo de tratar con los sacerdotes, sino

aún de entrar en las iglesias. Este estado de indiferencia

era lo que hacía inclinarse al prudente deán a comenzar aatraer la gente poco a poco y sin el aparato que sólo el

templo llevaba consigo". No hay que decir que la misión

fue un éxito rotundo : estaban en Guatemala . . .

El arzobispo en cumplimiento del decreto sobre jesuí-

tas organiza la junta para tratar del establecimiento defi-

nitivo; el deán Larrazábal es su primer miembro. Todose allana, y la Compañía florece con extraordinario esplen-

dor. No es esta su historia sino los trabajos de Larrazábal

y sus contactos con ella. Por navidad, viendo los padres

las felices disposiciones de los niños sus alumnos para la

aclamación "se atrevieron a invitar al señor arzobispo, al

señor Larrazábal y algunas personas de la mayor intimi-

dad". Van de triunfo en triunfo. La predicación del pa-

dre Gil el viernes santo en la Catedral "excitó mucho la

atención, especialmente entre la aristocracia". "Pero lo

que atrajo mayores concursos fueron las flores de mayo,

devoción hasta entonces desconocida en Guatemala y que

encontró tan feliz acogida, que algunos años más tarde no

había apenas templo de los muchos que hay en aquella ciu-

dad donde no se celebraran con singular esplendor. Pro-

púsose la idea al señor arzobispo y al deán señor Larrazá-

bal y como tan celosos y tan satisfechos de los felices resul-

tados que hasta entonces habían tenido todas las empresas

de los padres, desde luego la admitieron gustosos . .. ". Ma-

yo vuelca sus jardines sobre la Catedral y sobre la narra-

ción del historiador nostálgico, a quien no se le dejan esca-

par, aquí y allá dardos virulentos, como cuando llama a

don Rafael Carrera "el gran domador de liberales" . . . Pero

estas son cosas que no tienen lugar aquí. Sí, sólo las refe-

rencias al viejo sacerdote que se va acercando a su fin.

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348 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

El viejo deán sigue con cariño todos los pasos de los

jesuítas. Va a sus fiestas y ceremonias; con don Marianode Aycinena les advierte el peligro de omitir una costum-bre tradicional, de echar a vuelo las campanas y quemarporción de cohetes a la media noche víspera de la fiesta

de La Merced, templo que les había sido cedido por res-

cripto del pontífice, no sin alboroto de párroco y vecin-

dario . . . "el éxito acreditó la prudente previsión de aque-

llos dos personajes" ... Y así todo. Y el Presidente Ca-rrera y su Ministro Pavón eran los primeros en las proce-

siones que organizaban los señores jesuítas... El señor

Pavón fue, indudablemente, el gran protector de la orden

ignaciana en esa época.

El padre Pérez tiene que consagrar pronto unas pa-

labras de duelo: 1853 les arrebata a Larrazábal y Ayci-

nena, amigos y protectores. "Hacia el fin de este año la

muerte arrebató a la Iglesia de Guatemala una de sus ma-yores lumbreras, y a la Compañía un cariñoso Padre y pro-

tector decidido, en la persona del limo. Sr. Deán D. Anto-

nio Larrazábal" . . . "Después de su vuelta de las malha-

dadas Cortes de Cádiz, siguió en su prebenda de canónigo

penitenciario hasta que el año de 38 volvió a hacerse cargo

del gobierno de la Arquidiócesis, y durante esta época fue

cuando tanto trabajó por el restablecimiento de los jesuí-

tas en Guatemala. . . Todavía sobrevivió cuatro años a

la llegada de éstos en 1851, y entonces era de ver lo que

gozaba el venerable anciano viendo por fin cumplidos sus

antiguos deseos, y lo que trabajaba para que todo tuviera

un éxito feliz: su protección y sus consejos fueron sobre

todo en los principios un firme apoyo para los fundadores

de la misión que en su prudencia, encontraban acertada di-

rección, en su amor paternal un sólido consuelo".

La venerable Gaceta y los primeros biógrafos de La-

rrazábal comentan acordes la complacencia de que daba

muestras en la venida y funciones de los jesuítas, particu-

larmente en las del seminario tridentino puesto bajo la

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 349

dirección de aquellos sacerdotes, y de donde, por cierto,

como sucede con tanta regularidad, habrían de salir, do-

tados de magnífica preparación académica, descollantes in-

teligencias, muchos de los principales y más decisivos co-

rifeos de la revolución de 1871, a la que darían servicio yprestigio intelectuales sin los que no habría pasado de

ser una cuartelada más de América esa histórica revolu-

ción. Uno de cuyos primeros pasos fue exactamente, extra-

ñar del país a la Compañía de Jesús. . . Volvían más tem-

pestuosos, los tiempos de Morazán.

La jefatura de la Iglesia supone deberes insoslayables,

en conflicto a veces, posiblemente, con principios de liber-

tad. El deber pastoral de guardar el orden y moralizar,

llevan al gobernador eclesiástico a realizar ante el poder

civil una gestión contra la circulación de libros obscenos,

inmorales. El Estado, que buena gana siente entonces de

moralidad, le presta apoyo casi incondicional.

El Presidente del Estado, señor Rivera Paz, hace cir-

cular con íntimo agrado el decreto número 135 de la Asam-blea Constituyente, de fecha 2 de octubre de 1841, suscrito

por los señores José Venancio López como presidente yManuel Francisco Pavón y José Domingo Estrada comosecretarios, en el cual se dice que "habiendo tomado on

consideración la consulta dirigida por el gobierno con fe-

cha 11 de julio, a consecuencia de la representación que le

hizo el señor gobernador eclesiástico del arzobispado, ma-nifestando los funestos efectos de la libre circulación de

algunos libros impíos y contrarios a la buena moral, siendo

un deber de las autoridades proteger la religión del Estado,

y cuidar de la educación y de las buenas costumbres de que

depende la conservación de la paz, y el bienestar y pros-

peridad general, oído el dictamen de las comisiones unidas

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350 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de gobernación e instrucción pública, y de conformidad con

él, ha decretado:

"l9 .—Están expeditas las facultades que correspon-

den a la autoridad eclesiástica por su propia institución,

para prohibir bajo penas espirituales la lectura de aque-

llos libros que examinados según las reglas canónicas, sean

calificados de impíos, inmorales u obscenos".

Los que se creyesen agraviados por la prohibición de

algún libro, podían recurrir en su caso conforme a la ley;

no podría sacarse de las aduanas ninguno de los libros que

fueren prohibidos, a menos sin orden del gobierno. Porotro articuló se exigía de los jueces seculares a quienes se

denunciara la venta pública o clandestina, o la maliciosa

circulación de libros prohibidos, o de pinturas o figuras

obscenas, o de objetos de que no puede hacerse un uso

honesto, proceder bajo su estrecha responsabilidad a la

averiguación del hecho, y, establecido, ordenar la ocupa-

ción de tales efectos, multar a los contraventores y con

multa duplicada a los reincidentes. A los dueños se les

concedía también recurso ante la autoridad, que decidiría,

con audiencia del ordinario. La multa sería mucho máselevada para la infracción —de quinientos pesos—,

pasados

seis meses de la publicación del decreto, el cual contenía

algunas otras disposiciones.

Como se ve, los gobernantes de entonces estaban deci-

didos a moralizar con el máximo rigor. Por saludable que

fuera la intención de una medida tal, es fácil concebir que

no sería recibida sin comentarios adversos. No dejaría

de verse en ella un principio de restauración del tribunal

inquisitorial, de ingrata memoria. Un aletazo de sombra

hacia el gobernador eclesiástico.

Con posterioridad, habrá de tocar otra cuestión em-

barazosa: la circulación de biblias protestantes o en ver-

siones dudosas. Bien informado de que en varios lugares

de la diócesis se habían introducido del extranjero y públi-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 351

camente se expendían, ejemplares en castellano de la Biblia

o parte de ella, de texto más o menos viciado, para prevenir

el mal fijaba su atención en dos decretos de Concilio de

Trento, mandado guardar por cédula de 12 de julio de

1564.

Declarada en uno de esos decretos auténtica la Vulgata

y, señalados pormenores de la corrección con que debían

publicarse las Santas Escrituras, había que cumplir con

los respectivos mandamientos. "La Iglesia ... no prohibe

a los autores católicos traducir los Libros Santos de las

lenguas vivas, ni a los fieles leerlos en ellas. Si el trans-

portar con acierto de una a otra lengua las producciones

felices del entendimiento humano, es gran servicio a la

literatura; trasladar bien de uno a otro idioma la palabra

divina, es presente precioso del cristianismo. Y si las

buenas viandas son alimento del cuerpo; los buenos libros,

y en especial los sagrados, deben ser sustento del alma.

Pero se han tomado aquellas prudentes precauciones para

evitar a los traductores el abuso y a los lectores todo peligro

de mala inteligencia". Y la Iglesia es el"tribunal estable-

cido para determinar el verdadero sentido de las Escrituras

Santas ... Y un ordenado desfile de citas y proposiciones

y escrúpulos, estos denunciadores del hombre formado en

la cultura del XVIII, para acercarse al final:

"Entiéndase, pues, lo que digo. Yo no hablo indistin-

tamente de las Biblias castellanas, sino de las viciadas ycorrompidas. Yo no doy las reglas de propia invención,

sino las mismas de la Iglesia; porque a ellas estoy sujeto.

y he jurado guardarlas, y hacerlas cumplir exactamente".

(Serla excesivo hacer reparar en el valor personalisísimo

de esta declaración intercalada). La religión católica es

la del Estado según ley de 1839 —y de la independencia,

pudo agregar el documento— , y la protege como respeta

a sus establecimientos y ministros;pero si así no fuera, el

cristiano como tal está obligado a obediencia y amor. El

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352 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

cristianismo está lejos de ser enemigo de las luces. . . pero

debe luchar contra los errores. "Por desgracia, no sólo

circulan hoy Biblias adulteradas. Sin salir de las materias

de Religión, únicas a que me contraigo, (adviértase esta

otra interesante salvedad) circulan también doctrinas o

heréticas, o impías, o inmorales; y con particularidad las

que propagan el protestantismo teórico y práctico . . . —

Y

no se diga, que el mal que causan los malos libros, será

corregido por los buenos. Podría tal vez suceder así en

un pueblo de filósofos. Pero mientras haya unos países

menos civilizados que otros, y en un mismo país tanta des-

igualdad de luces : lo más cierto es, que el bien que debiera

resultar de los buenos libros, se frustrará por efecto de los

malos . .. ".

En consecuencia de esos y más principios, se limitaba

a declarar: cuáles textos considerábanse viciados y de los

que debían abstenerse los fieles de leerlos . . . "Que las

liturgias, oraciones, exercicios y demás libros de autores

protestantes, han estado, están y continúan enteramente

prohibidos: los comprende con generalidad el Edicto del

Excmo. e limo. Sr. Arzobispo de esta Santa Iglesia, de 8 de

mayo de 1828; se incluye también la lista de que es adjunta

copia: todos bajo pena de excomunión".

(La copia de la lista de libros prohibidos por el señor

Casaus y Torres —bien conocido por sus rigores— sólo in-

cluye obras publicadas en el extranjero entre los años de

1813 y 1824, años de intensa actividad anticatólica y anti-

clerical dirigida desde Francia e Inglaterra, principalmente,

a las colonias y nacientes repúblicas americanas. Salvo Las

Ruinas de Palmira, y el Emilio, que en parte se prohibía,

y los Cuentos y Sátiras de Voltaire ¡traducidos en verso

castellano! y algunos otros, tales libros parecen hoy, desde

sus mismos títulos, desteñidas reliquias arqueológicas, pero

en aquellos días producían el efecto que un siglo adelante

Fe les ha visto producir, sobre todo entre la juventud, en

todas partes, a los libros del comunismo militante y a los

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 353

folletos de propaganda totalitaria ... La parte referente

a la sostenida lucha de la Iglesia católica contra el protes-

tantismo no tiene por qué causar extrañeza y mayormenteen ese tiempo de restauración

¡lo que sí debe llamar la aten-

ción es la delicadeza, hasta casi un tanto elusiva, se dijera,

en comparación con las vehemencias de un Casaus, con

que el prelado la sitúa).

Y manda, siempre con sobrados apoyos de textos, que

se observe la necesidad de la licencia del ordinario para

imprimir escritos sobre cosas sagradas, y, más que un man-dato, un ruego: "De la piedad de los fieles de la Diócesis

yo espero, que los que tengan tales Biblias, u obras prohi-

bidas, se prestarán dóciles a ponerlas en manos de los res-

pectivos párrocos; y de cada uno de estos, que sabrá con-

ciliar el celo con la prudencia, procurando siempre que

obre el convencimiento, pues en una causa llena de razón,

lo que importa, es evidenciarla". (No, pues, el fanatismo

ciego, no la cerrada intolerancia . ..)

.

Si la forma y la erudición pertenecen, de este docu-

mento, al secretario que por mandato del señor provisor

gobernador la suscribe con él, don José Mariano González,

lo que importa aquí, de fijo, es cómo se evidencia el espíritu

del señor Larrazábal, quien extiende este edicto en 12 de

diciembre de 1843, ya muy avanzado su gobierno y por

edad y arduas experiencias, muy maduradas sus ideas y mu/consolidada su posición indeclinable, su ardua responsabi-

lidad pastoral. El rescoldo de antiguo liberalismo que

pudo quedar en la ilustre persona del gobernador eclesiás-

tico podría sorprenderse en el escrúpulo manifiesto y reite-

rado del intelectual que por inexorable deber tiene que las-

timar y constreñir los fueros de la tolerancia . . .

La Reseña Histórica juzga con acritud a Larrazábal

Ha quedado dicho al principio de estas notas que el

Doctor Lorenzo Montúfar es la excepción más visible del

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354 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

número de panegiristas del Doctor Antonio Larrazábal.

Las demostraciones de respeto de sus contemporáneos yotros testimonios de sus trabajos, afanes y sinsabores, nocuentan para el historiador que, por el 1878, está empeñadoen guerra a muerte contra cualquier sombra del pasado.

Podría ser en este caso aval de su sinceridad el rigor im-

placable que usa para con un muerto ilustre cuyo paren-

tesco podía agregar, por lejano que fuera, timbres de orgu-

llo a su propio valimiento. Pero es más fuerte su pas'ón

y la pasión de su partido, que lo anima y enfebrece. Enrealidad, al atacar de firme a Larrazábal, Montúfar reco-

noce y en cierto modo exalta los servicios de aquél al

partido "del orden", desentendiéndose de las razones ínti-

mas que tuvo para ello, de las tremendas experiencias del

"liberal" de Cádiz que optó por el orden y sus mantenedo-res, contra la anarquía desquiciadora del país.

Pero no intentamos vana y extemporánea defensa de

Larrazábal. Sus hechos han sido expuestos. Quien pro-

fundice en las intimidades de su tiempo difícilmente se

explicaría una actuación diferente en él. Sus errores :ao

fueron excepcionales ni aún mayores que los de los demáshombres salientes de su contemporaneidad, vale decir, la

legión de los proceres de la independencia y la repúb.ica.

Cumplió altas y nobles misiones con limpieza y rectitud.

Pecadores más grandes que él los hubo en sus días, y cuan-

to más después.

Veamos, con esas premisas, asertos del Doctor Mon-túfar: no urge repetir el tan sabido hecho de que en los

desfiles de cesares y guerreros victoriosos se acostumbraba

agregar al vituperador que iba recordando al héroe en su

triunfo, las caídas o miserias de su carrera, para rebajar

ia efervescencia de la vanidad. El modesto héroe decimo-

nónico de este relato ya no puede sufrir mareos de vanidad,

y no ha de tenerse a irreverencia a su nombre repasar los

cargos que la historia liberal le lanzó. Aún el ultraje a

su nombre, a los móviles de sus acciones, tiene la virtud

Page 357: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 355

de servir a destacarlo, y, en todo caso, equilibra la abun-

dancia de los votos admirativos, lo cual siempre es útil para

conocer mejor más humanamente a una figura histórica y

al medio en que actuó.

Al referir el incidente de la elección de vicario, recaída

en el señor Batres, en que la actitud y voto del señor Larra-

zábal favorecieron indirectamente las miras del gobierno,

pues si no se mudaba persona sí se mudaba el origen de la

jurisdicción: "ya no procedía del arzobispo: procedía del

Capítulo como en sede vacante", el Doctor Montúfar, dequien son las anteriores palabras, no exonera al canónigo

penitenciario de adversa y peyorativa apreciación:

"El señor Larrazábal gozaba, dice, de una reputación

superior a su mérito. No era profundo en ciencias, comoel señor Martínez, ni tenía la cultura del señor Castilla.

Su carácter era dominante y sus maneras bruscas. Se le

creyó liberal, porque en las Cortes de España, auxiliado por

algunos políticos y literatos que al poder legislativo no

pertenecían, hizo oposición a las tendencias absolutistas

de Fernando VII. La creencia de que el canónigo Larrazá-

bal era liberal, se hallaba tan extendida, que el año de

1823 fue nombrado por la Asamblea Nacional Contituyente,

individuo del Poder Ejecutivo Federal, y si Larrazábal no

gobernó a Centroamérica en ese concepto, fue por haber

renunciado alegando incompatibilidad entre el sacerdocio

y el poder civil. Indudablemente hace honor al señor La-

rrazábal el haber visto esa incompatibilidad que los SumosPontífices no ven

;pero él sirvió de firme al partido servil,

y murió siendo una de sus columnas. El único acto de li-

beralismo que se le vio después de la renuncia del año 1823,

fue el voto en el Cabildo, que hizo vicario al padre Batres;

pero si por ese voto debiéramos declarar liberal al señor

Larrazábal era preciso hacer la misma declaratoria en fa-

vor del señor Martínez, y es imposible que sea liberal un

inquisidor".

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356 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

(De este último decía que era un sabio, pero que ponía

su saber al servicio de su capricho, y que era grato a los

"serviles" por inquisidor. Sólo de otro canónigo, el Doctor

José María de Castilla, se expresaba con alguna simpatía,

tampoco incondicionada. El Doctor Bernardo Martínez

Dighero fue el postrer comisario de la Inquisición en Gua-temala, en 1813 tanto como en 1820 en el pasajero restable-

cimiento de ese tribunal. Por formación, ideas y ambiente

no pudo ser un Torquemada ni mucho menos; pero el título

de inquisidor era tremebundo . . . )

.

Respondiendo a críticas a los primeros volúmenes de

la Reseña, el Doctor Montúfar incluye en el prólogo del

tercer tomo, en una serie de preguntas que se hace a sí

mismo para demostrar que no ha presentado "todo lo malo,

ocultando pérfidamente lo bueno que el partido servil hahecho", ésta, al enumerar actos legislativos y gubernativos

en relación con la Iglesia: "¿Será haber prohibido los

libros que no fueran del agrado del canónigo Larrazábal?".

En julio de 1838 los facciosos se acercan a la capital;

reina el pánico; el General Presidente de la República hanombrado a José Antonio Carballo General en Jefe del

Ejército de operaciones, encargado de restaurar la tran-

quilidad pública y asegurar las vidas, propiedades y reposo

de los habitantes. En ese concepto se dirige al gobernador

del arzobispado exponiéndole las falsas doctrinas religiosas

y supersticiones con que se levanta a los pueblos contra el

gobierno y demandándole cooperación: que lance un edicto

circular contra esas doctrinas y los crímenes que se come-

ten a su sombra. La comunicación se inserta en la Reseña

;

en ella se menciona al famoso padre Lobo (Francisco G.),

que acompaña a los facciosos. El señor Larrazábal res-

ponde concretamente el 16 de julio:

"Acabo de recibir la muy apreciable nota de usted de

14 del corriente, en la que después de hacerme una relación

circunstanciada de la perversa doctrina que el cabecilla

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 357

Rafael Carrera ha introducido en muchos de los habitantes

de los pueblos del Estado, y de las iniquidades que en con-sorcio de sus secuaces comete diariamente, se sirve usted

excitarme para que tomando en consideración estos acon-tecimientos expida un edicto circular manifestando los erro-

res de las perversas máximas introducidas y la abierta

oposición a la religión santa que profesamos, para que los

mismos pueblos se persuadan de la conducta que de bocaconfiesan y con sus obras atacan ferozmente.

"Por lo que a mí toca, no sólo procuraré secundar los

justos deseos de usted, sino que me prestaré con placer yprontitud a cuanto pareciere a usted conveniente al mismofin; dando a usted las más expresivas gracias y quedandomuy reconocido a los sentimientos de su piedad. —D. U. L.

— Antonio Larrazábal"'.

Veinte páginas más adelante, Montúfar tiene las másdeprimentes frases contra Larrazábal y hasta las refuerza

con una grave acusación por haber, según él, persuadido

a dos mujeres valiéndose de todos los recursos de la teolo-

gía, a que tuvieran por válida una disposición testamenta-

ria que las perjudicaba. Hace mofa de los trabajos yfiguración de Larrazábal y llega a poner en tela de juicio,

de sospecha al menos, la prisión que se le inflingió. Hayque escucharle con inalterable serenidad: estas sombrasson necesarias para perfilar mejor la imagen. Y paraconocer o recordar de paso el método del historiador:

"... Larrazábal gozaba de reputación, porque había

ido a España cuando nadie de Guatemala viajaba, y cuando

se creía un arrojo asombroso atravesar el Océano Atlántico.

Larrazábal en las Cortes de España había sido constitu-

cionista, y la idea de que hubiera figurado entre los hom-

bres que osaban hacer oposición a un monarca absoluto lo

deificaba. ¿Qué hubieran hecho los admiradores del ca-

nónigo Larrazábal con su héroe si en las Cortes, enfrente

del banco azul se hubiera atrevido a decir como Donoso

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358 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Cortés: "Ministro de doña Isabel II, yo os pido que liber-

téis, si es posible, a vuestra reina y a mi reina del anatema

que pesa sobre su raza"? Sin embargo, Donoso Cortés era

monárquico, era conservador y sus últimas publicaciones

parecen dé un beato. (Don Lorenzo olvidaba voluntaria-

mente que esa libertad de palabra había nacido de los tra-

bajos y luego de los sufrimientos de los "constitucionistas"

de 1812, entre otras cosas). "¿Qué hubieran hecho los

admiradores del canónigo Larrazábal con su héroe, si en-

frente de los ministros de Alfonso XII hubiera hablado

como Castelar tres horas contra los poderes permanentes yhereditarios?". (Don Lorenzo olvida voluntariamente que

el progreso del liberalismo, del mundo y de España misma,

había hecho posible esa proeza castelariana, inconcebible en

1811 ó 1814, y es extraño que el gran liberal no capitali-

zara para su partido esa gloria ... en que alguna partici-

pación habría tenido que reconocer, siquiera tácitamente,

a los "constitucionistas" de Cádiz). "Ei canónigo Larra-

zábal con la aureola de haber pasado el mar, de haber

visto España, de conocer a Madrid, de haberse sentado en

las Cortes, de haber votado en favor de la constitución,

cuando Fernando VII no quería constitución, era visto co-

mo un ser extraordinario. Se decía que había estado preso

y aunque no fue a Ceuta como Arguelles y Martínez de la

Rosa, esa prisión lo elevaba a mártir. El canónigo Larra-

zábal había sido diputado de la gran Dieta de Panamá,

donde conoció a hombres notables del nuevo mundo y pudo

departir con ellos; pero esto no le daba reputación; lo que

le daba gran nombradía, era haber visto a un rei y opinado

porque ese rei no fuera un monarca absoluto. El señor

Larrazábal se creía noble, y estaba íntimamente ligado con

las familias que en Guatemala se dice forman la aristocra-

cia. Su liga con esas familias fue siempre muy útil a la

pretendida nobleza del país. El señor Larrazábal servía a

los nobles con perjuicio de los plebeyos, y a los ricos con

perjuicio de los pobres. Era el hombre designado por la

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 359

aristocracia para favorecer sus planes en el cambio político

que necesitaba; él se jactaba de haber hecho oposición a

Fernando VII pero esa oposición no llegó hasta oponerse

a Fernando VII derogando la pragmática de Carlos III

contra la Compañía de Jesús. El señor Larrazábal era

amigo de los jesuítas y la venida de éstos a Guatemalase debe en mucha parte a la influencia de aquel prelado.

El año de 1838, la situación era difícil para los nobles,

porque Carrera, caudillo de éstos, algunas veces no se-

guía sus inspiraciones, y eran tantas las atrocidades que

se cometían en los pueblos, que la aristocracia no se atrevía

a asumir públicamente la responsabilidad. Entonces a los

nobles les ocurrió convertir en un servil al General Mora-zán y mandar por medio de él, destruyendo a Carrera. Ellos

no conocían al héroe de Gualcho, y su audaz pensamiento

lo creyeron realizable. Desde entonces comenzaron a adu-

lar a Morazán. El canónigo Larrazábal figuraba en pri-

mera línea en esa intriga. El llevó a la municipalidad gru-

pos de gente y bajo sus auspicios se suscribió esta acta:

"En Guatemala a veintidós de julio de mil ochocientos

treinta y ocho, reunido el vecindario en las casas munici-

pales, a virtud de citación del General en Jefe, que manifes-

tó hallarse de acuerdo con el encargado del P. E. : habiendo

el mismo General en Jefe hecho la pintura más triste yalarmante del estado de la tranquilidad pública, del espan-

toso incremento que toma la insurrección de Carrera ; de la

absoluta falta de recursos para mantener el ejército, por

haberle manifestado el mismo encargado del P. E. que

no tiene ningunos medios de auxiliarlo ; después de haberse

organizado dicho vecindario en junta, nombrado presi-

dente y secretarios a los que suscriben, y de haber tomado

la palabra muchos ciudadanos para proponer medidas de

salvación, acordaron por aclamación:

"1<?—El pueblo de Guatemala se considera en el caso

del Artículo 3? de la declaración de los derechos del ciuda-

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360 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

daño, y por consiguiente en el de proveer por sí mismo a

su salvación.

"29—Que antes de adoptar los medios de salvarse, que

la imperiosa necesidad demanda, se dirija a la Asambleala siguiente petición:

"El vecindario de Guatemala, amenazado de una total

destrucción por los bárbaros, y hallándose sin seguridad ni

protección, pide a la Asamblea: que deposite en manos del

Presidente de la República, el gobierno de los cuatro Depar-tamentos que han quedado unidos, autorizándolo amplia-

mente para emplear en la defensa común todos los recursos

de dichos Departamentos. Que durante la ausencia del

Presidente, ejerza el poder público el General en Jefe,

asociado de un representante por cada Departamento, que

compondrán una junta consultiva y que mientras los De-

partamentos instruidos de esta medida por correos extra-

ordinarios, nombran sus representantes, se asocie provi-

soriamente el General en Jefe de los ciudadanos General

Carlos Salazar, y Teniente Coronel Manuel González. Queadoptado este pronto medio de salvación, el C. L. dé unaconvocatoria para Asamblea Constituyente, a los cuatro

Departamentos. Que los anteriores artículos se declaren

al momento, deliberando sobre ellos y tomando las resolu-

ciones convenientes en sesión permanente, y en términos

que, al levantarse la sesión, queden en receso la Asamblea,

el Consejo y todas las demás autoridades, y bajo un sólo

poder los cuatro Departamentos; cuyo poder revestido de

toda la energía y unidad que exigen las circunstancias, ase-

gure las vidas y propiedades de sus habitantes.

"39—Que el presidente y secretarios de la junta haganpublicar por la prensa esta acta, con un manifiesto en que

se expongan todas las razones que la han motivado. — An-tonio Larrazábal — M. González — Alejandro Marure".

La municipalidad hizo una excitativa semejante; re-

nunció de nuevo al vicejefe Valenzuela encargado del poder

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 361

y la asamblea designó a don Mariano Rivera Paz, una de

cuyas primeras medidas de gobierno fue pedir el levanta-

miento de las proscripciones existentes, a lo que se unió con

entusiasmo Barrundia, por lo que a este gran liberal le

caen reproches de Montúfar. La "reacción" se había en-

tronizado.

¿No sería lo cierto, cabe pensar a distancia de un siglo,

que Guatemala reducida a la miseria, cercenado su terri-

torio por todas partes, ensangrentada en inacabables gue-

rras, aterrorizada, buscaba por cualquier camino un sal-

vador, y si la palabra suena a excesiva, un apaciguador?

Este tendría, que ser forzosamente, un hombre fuerte. Falló

radicalmente Morazán, llamado a serlo, se hizo a Carrera,

se "cultivó" a Carrera, aceptando el fraccionamiento y la

pérdida de hegemonía en Centroamérica —que de cuando

en cuando intentaríase recobrarla, hasta 1885. . .—, reple-

gándose a la República "fundada" en 1848, cuando ya los

demás Estados campeaban independientes, en busca tam-

bién, de su camino. La historia de todos los pueblos tiene

de estas terribles desventuras.

Otras partidas de cargos en la Reseña Histórica

El triunfo de Morazán en Espíritu Santo, 5 de abril

de 1839, llenó de pavor a los "serviles", según don Lorenzo

Montúfar, y se apresuraron a llamar a Carrera "y sus

hordas salvajes sobre Guatemala. El canónigo Larrazábal,

penitenciario de la santa Iglesia Metropolitana y vicario

capitular del arzobispado, de acuerdo con don Luis Batres

y con los otros tres individuos del gran consejo servil, lla-

mó al preste de la congregación de San Felipe, don Nicolás

Arellano, y le confió la honorífica misión de ir a traer a

Carrera. El padre Arellano no deseaba otra cosa, y cumplió

fielmente las órdenes del prelado. Carrera exigió que se

deshicieran unos restos de fortificaciones que había en la

plaza de Guatemala y el padre Arellano convino. ..". El

Page 364: Brañas - Antonio Larrazabal

362 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

jefe provisional don Carlos Salazar, no sale mejor parado,

por su confianza o lo que fuera, en el relato de Montúfar

en esta parte de los hechos de aquel año decisivo.

No cae mal un poco de inexactitud histórica en la

historia partidista. "El 29 de mayo se instaló con gran

pompa la Asamblea Constituyente de Guatemala. Fuéelecto presidente el canónigo Larrazábal, y no habiendo

aceptado se eligió al presbítero Fernando Antonio Dávi-

la...". (Reseña, III, 312).

"La Asamblea tenía en su seno un considerable númerode eclesiásticos. Había sido presidente el canónigo Larra-

zábal, penitenciario etcétera... (Reseña, el mismo tomoIII, 370). En aquellos días el canónigo Larrazábal recibió

bulas pontificales de obispo de Comana en Asia, aconteci-

miento que fue celebrado en Guatemala con estrepitosos re-

piques de campanas. Se cantó el Te Deum en la Catedral

y en todas las iglesias del Estado donde había clérigos que

pudieran entonarlo. Mucha jente del pueblo, aturdida con

este alboroto, se dirijía a la casa del señor Larrazábal, cre-

yendo que las bulas lo habían transformado, y las personas

que conseguían mirarlo, lo encontraban lo mismo que antes

de recibirlas, y algunas se retiraban muy disgustadas, di-

ciendo que aquel padre no era un verdadero obispo. Si

el señor Larrazábal hubiera recibido a la jente con una

gran mitra en la cabeza, con báculo en la mano y cubierto

con capa magna, algunas personas hubieran pensado de

otro modo, y no hubiera faltado quien creyera que cada

pliegue de la capa, cada labor del báculo, y cada bordado

de la mitra encerraba milagros y extraordinarias mara-

villas. El señor Larrazábal fue subrogado en la presiden-

cia de la Asamblea por el presbítero Fernando Antonio

Dávila..." (!).

Page 365: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 363

La irritación del historiador sube de punto conforme

avanzan las leyes de la asamblea conservadora, que desba-

rataba a su antojo todas las leyes liberales, en abierta

reacción

:

"El cabildo eclesiástico no era entonces una autoridad

independiente en el régimen que se denominaba espiritual:

era una rueda en la máquina política, era un elemento de

gobierno. El señor Larrazábal, vicario capitular, canónigo

penitenciario y obispo de Comana, manejaba a los curas,

los curas manejaban a los indios, los indios sostenían a

Carrera, Carrera sostenía a la aristocracia. Era preciso

pues, halagar al cabildo eclesiástico, proveerlo de fondos

y resolver en favor suyo cuantas solicitudes hiciera. Así

y sólo así marcha la autoridad civil de acuerdo con la ecle-

siástica. Sólo en estos casos puede encontrarse esa unión

fraternal entre la iglesia y el Estado. . .". (Se refiere a

un decreto por el cual el cabildo cobraría la renta territo-

rial que le estaba acordada en subrogación de los diezmos,

en tiempos de Gálvez).

"En tiempos de Gálvez el canónigo penitenciario Larra-

zábal, el canónigo exinquisidor y a la sazón maestre-escuela,

Bernardo Martínez, y los canónigos Castilla y Cróquer, pi-

dieron a la Asamblea que restableciera los diezmos, porque

los diezmos, según aquellos cuatro prebendados, son una

institución divina, y es preciso que el Gobierno la sostenga

con la punta de la espada, arremetiendo contra todo aquel

que no quiera pagar diezmos, ya sea protestante, moro o

judío. En tiempo de Gálvez el cabildo fue desairado; pero

en tiempo de Carrera no lo fue. Carrera venía a proteger

la religión y por eso mataba gente. Desde los rincones de

Mataquescuintla, había oído los clamores del señor Larra-

zábal, que pedía plata, y venía a darle plata. . .". (Sobre

la restauración del cobro de los diezmos, y derogatoria del

decreto de 15 de julio de 1832, que los suprimía).

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364 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Respecto a la petición anterior la Reseña (tomo II,

286-287) ya había dicho estas amabilidades:

"El canónigo penitenciario, señor Doctor Larrazábal,

el diputado que se llamó liberal en las Cortes de España, yque algunos centroamericanos creyeron progresista, era

uno de los eclesiásticos que más se indignaban contra las

nuevas leyes sobre diezmos. Larrazábal se propuso que

el cabildo eclesiástico hiciera una exposición a la Asamblea,pidiendo que con la fuerza armada se obligara, como antes,

al pago de los diezmos. Los canónigos se oponían al pen-

samiento del penitenciario, no porque creyeran muy confor-

me a sus intereses pecuniarios la medida, sino porque juz-

gaban enteramente inaceptable la solicitud. El señor Cas-

tilla presentaba listas de los diputados y consejeros; hacía

reflexiones sobre la opinión de cada uno de ellos; exhibía

una mayoría adversa y terminaba diciendo que el cabildo

iba a ser desairado y que no debía exponerse a ese desaire.

El liberal de las Cortes de España, que algún tiempo des-

pués nos trajo a los jesuítas, quizá en opinión de muchospara defender las ideas luminosas que enunció en Castilla,

insistía en su pedimento anhelado, y al fin obtuvo la coope-

ración de otro liberal, el inquisidor dor Bernardo Martínez.

Larrazábal y Martínez se propusieron convencer al canó-

nigo don Antonio Cróquer, hombre sencillo y de carácter

bondadoso, y tuvieron mayoría para su exposición. For-

mulada esta la presentaron al canónigo de Castilla quien

tuvo la debilidad de suscribirla".

. . . "la reverendísima solicitud del cabildo fue dese-

chada como había previsto el señor Castilla".

"El canónigo Larrazábal no podía dejar de comprender

que su pedimento, en tiempo de Gálvez, no sería atendido;

pero el penitenciario se proponía otro fin que obtuvo.

El quería exhibir al clero en la indigencia y como una

víctima de los liberales: quería que hubiera un escándalo

entre los devotos: quería poner en agitación la ignorancia

Page 367: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 365

y aglomerar combustibles para el triunfo de una revolución

recalcitrante".

Así las gastaba, a porrillo, don Lorenzo.

Tras una fácil victoria, que será la última y más pasa-

jera, Morazán ha tomado la plaza de Guatemala. PeroCarrera llega con sus hordas salvajes cantando la Salve,

etcétera, y se produce la contravictoria del 19 de marzo de

1840 y Morazán huye para no volver más triunfante al

Estado. Sería inacabable hablar de estas tristezas del

pasado. Pero es indispensable conocer la actitud del ca-

nónigo Larrazábal, ante aquel acontecimiento que cambia-

ba la situación de Guatemala.

El Doctor Montúfar con ánimo ostensible de presentar

a Larrazábal a la luz más desfavorable, transcribe íntegra

una laboriosa acta labrada a 19 de abril de aquel año por

el escribano Joseph Francisco Gavarrete con todas las

formalidades del caso, por la cual instituye gravamen sobre

casa de su propiedad por quinientos pesos de principal, cuyo

rédito de seis por ciento se aplicaría a costear anualmente

diversas funciones de iglesia en la Catedral y Colegio de

Infantes en honor del señor San José, porque:

"... deseo, decía el acta, se perpetúe entre nosotros, yque sea indeleble en nuestros corazones, la gratitud y re-

conocimiento al Señor Dios de los Ejércitos, Padre de las

misericordias, y Dios de todo consuelo por el portentoso

beneficio con que nos salvó la vida el 19 de marzo de este

año. Ninguno ignora que tomada la plaza el día anterior

por nuestros contrarios en la desgraciada guerra fratricida,

veíamos de cerca amenazada nuestra existencia, y ya sen-

tíamos los males que son consiguientes a la más cruel tira-

nía, que no son de recordar, sino sólo para dar gracias al

mismo Dios Salvador del mundo. Al efecto, y estando de-

dicado aquel día al sustituto del Eterno Padre, Esposo ver-

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366 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

dadero de María Santísima y Padre putativo de Nuestro

Señor Jesucristo, el Santísimo Patriarca José, suplico al

venerable Cabildo se sirva admitirme el pequeñísimo obse-

quio perpetuo para el "día del Patrocinio Dom., tercera post

Pascua.—Primero de que perpetuamente en el día del Pa-

trocinio de este Patrón y abogado nuestro, haya sermónen la misa solemne que doto con doce pesos ..." y siguen

otras fundaciones dotadas en total de treinta pesos.

Se corrieron todos los trámites y se cumplieron todos

los requisitos correspondientes en mayo quedando formali-

zada hipoteca sobre la casa del otorgante "sita en la calle

de Catedral a la Iglesia del Carmen, de bastante valor y sin

ningún gravamen". Un documento precioso para el señor

Montúfar: el señor Larrazábal se excedía en su piedad, o,

más bien, en las manifestaciones de su adhesión a la causa

"servil", tras haber querido, en otro momento de apurodurante la larga revolución, que Morazán asumiese la dic-

tadura plena para salvar al país. Estos vuelcos de opinión

fueron usuales en los principales hombres de "derecha" e

"izquierda" de entonces, por otra parte. Se prejuzga de-

masiado de su sinceridad, sin reparar en otras circunstan-

cias ni el temor en que vivían, deseando ardientemente el

establecimiento del orden después de veinte años de ince-

santes luchas políticas y de guerras intestinas que habían

llevado a Centroamérica, pero particularmente a Guate-

mala, sobre la cual pesaban las mayores cargas, los mayores

estragos y la acumulación de los odios, a la ruina y la

miseria, contiendas de que aún se padecerían nuevos ydramáticos episodios, si bien más espaciados y tal vez me-

nos rigurosos.

No perderá don Lorenzo la ocasión de zaherir de nuevo

a Larrazábal al mencionar cómo "los serviles celebraron

las matanzas de Quezaltenango" en la expedición de Carre-

ra : "sólo faltó, dice, que el canónigo Larrazábal perpetuara

ia memoria del 2 de abril de 1840, como el 19 de marzo,

con una fundación piadosa". Antes había escrito: "El

Page 369: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 367

canónigo Larrazábal, no sólo celebró las matanzas (del 19

de marzo) ; perpetuó su memoria". . .

A propósito de la exaltación al arzobispado y su en-

trada a Guatemala, del señor García Peláez, la Reseña no

perdona a Larrazábal motivos de mortificación:

"El Doctor García Peláez era un eclesiástico sencillo.

Su carácter suave formaba contraste con el carácter del

Marqués de Aycinena, y su moderación con el iracundo del

canónigo Larrazábal, quien pretendía dominarlo, y muchasveces lo reñía". (Reseña, IV, 176).

La crónica "pintoresca" a su manera que el Doctor

Montúfar hace de la entrada del Arzobispo García Pelász

después de su consagración en El Salvador, está cargada

de pimienta, o de vitriolo, para todos los que tomaron parte

en el desfile y funciones religiosas y agasajos; pero la ma-yor porción corresponde a Larrazábal a quien presenta co-

mo imperioso y despótico, de gran habilidad para disponer

todo lo que debía hacerse o no hacerse e imponer su volun-

tad, aunque fuera más que su voluntad su experiencia.

Véase este botón: "Allí hubo quien quisiera ponerle mitra

(al prelado) y conducirlo bajo de palio; pero el canónigo

Larrazábal se opuso diciendo que no le correspondían esos

honores estando vivo Fray Ramón, a lo cual el señor Peláez

contestó suavemente: «pues llévenme como les parezca»,

y se hizo lo que quería Larrazábal". Y así sucesivamente . . .

Y no lo olvida ni de noche ni de día: hablando de

haber sido preconizado, en 1848, obispo in partibus infi-

delium de Antígona y gobernador de la iglesia salvadoreña

el presbítero Tomás Miguel Zaldaña, que coincidía con los

conservadores guatemaltecos que con el presidente Doroteo

Vasconcelos, dice por ahí: "¿Cómo podía imaginarse Vas-

concelos que el padre Zaldaña tendría más consideraciones

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368 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

por él y por su partido que el Arzobispo García Peláez a

quien dominaba el canónigo Larrazábal, órganos de la

aristocracia guatemalteca ?". (Reseña, V, 649).

De 1845 queda este recuerdo de Montúfar (Reseña,

V, 4) : se trata de las solemnidades de la bendición del

templo de los recoletos. "El primer día —de las festivi-

dades— celebró de pontifical el arzobispo coadjutor, y pre-

dicó el canónigo Larrazábal obispo de Comana. El liberal

de las Cortes de España lanzó en el pulpito terribles diatri-

bas contra los liberales por haber expulsado al arzobispo

Fray Ramón y a los frailes". El 11 de febrero salió el

Obispo Viteri "a continuar su carrera revolucionaria" a

El Salvador. "Lo acompañaron en coche hasta la garita,

el arzobispo coadjutor y el canónigo Larrazábal...".

El Doctor Montúfar refiere que "los canónigos habían

tenido cuestiones y disputas acaloradas porque todos que-

rían estar en primer lugar, y ninguno de ellos se confor-

maba con el segundo ni con el tercer puesto" y que tanto

el Gobierno de Carrera como el transitorio de don JuanAntonio Martínez (1848) "contemplaba al clero como parte

esencial o integrante de la máquina política" y para pro-

barlo copia una nota muy interesante dirigida al Gobierno

por el Arzobispo García Peláez en la cual éste pormenoriza

vicisitudes ocurridas en la designación y posesión, no efec-

tuada, de canónigos y dignidades y los acuerdos tomados

para establecer "la concordia que debe haber, principalmen-

te entre personas eclesiásticas" y llenar las plazas vacantes

con facultades que le han sido concedidas repetidamente.

En el documento hay estas referencias para el señor La-

rrazábal :

"Cuarto: que bajo este concepto, el de no quedar ya

en el cabildo otro prebendado, que su limo, actual Presi-

dente, por fallecimiento de los demás; y el de que, para

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 369

servicio del altar, del coro y de la iglesia en todos conceptos,

es necesario el aumento del número de individuos, ya quesu total complemento no es posible, por las difíciles circuns-

tancias del día; no rehusa este cuerpo que surta efecto, en

cuanto puede tenerlo, la provisión hecha por el Excmo. Sr.

Casaus . . . Artículo primero : confirmamos el nombramien-to, que para Deán de esta Santa Iglesia Metropolitana ve-

rificó el Sr. Casaus, como tal delegado Apostólico en la

persona del limo. Sr. Dr. Don Antonio Larrazábal, Obispoelecto de Comana in partibus, actual Canónigo penitencia-

rio, y Presidente de nuestro muy ilustre y venerable Ca-

bildo, sin admitirle la renuncia que de esta dignidad hizo

desde luego ante S. E. lima., quien la dejó sin resolución;

y declaramos, que para el Deanato quede vigente a favor

suyo, como hasta hoy lo está para la prebenda de Peniten-

ciario, el auto que en expediente por separado proveímos

en cinco de septiembre de mil ochocientos cuarenta y cinco,

sobre no obligarle la asistencia a las funciones ceremonia-

les, y poder sin este requisito percibir su renta, por razón

de su avanzada edad, y en justa consideración a sus dis-

tinguidos méritos y servicios. ..". (6 de octubre de 1848,

suscrito por el Arzobispo y por el notario público Antonio

Letona).

Cuando el Doctor Montúfar llega al año de 1853 en

su Reseña, no puede dejar de consagrar una nota necroló-

gica a Larrazábal, como lo ha ido haciendo con los princi-

pales personajes de figuración histórica, militantes en

cualquiera de los dos bandos en que tan encarnizadamente

estaba dividida Centroamérica en el tiempo que historia a

su encendida y personalísima manera, cuya muerte ocurre

y que en cada caso tiene natural significación histórica.

Por cierto esas notas —biografía, retrato y juicio sintéti-

cos— son de bastante precio y contribuyen a dar idea de

aquellos hombres y aquellos tiempos vistos por el fogoso

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370 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

temperamento del más insigne combatiente del liberalismo

reformista contra todos los vestigios del pasado . . . Marure

y Montúfar (don Manuel) habían dejado las más estima-

bles muestras de ese género de etopeyas en sus historias.

De Larrazábal hace una biografía si lacónica bastante

completa, pero trasciende la falta de simpatía al personaje.

Tal resumen se cierra con estos párrafos clave de la ani-

mosidad demostrada y sostenida en todo momento en que

ha debido mencionarlo en su relato, aún cuando ha dicho

que los acontecimientos de España "lo hicieron figurar en

las filas del partido liberal":

"Larrazábal figuró entre los opositores del Doctor

Gálvez y, olvidándose de sus antecedentes en España, en

Panamá y en el Cabildo eclesiástico cuando se trataba del

destierro de Casaus" (del nombramiento de vicario) "sim-

patizó con los montañeses acaudillados por Carrera".

• "Se unió a Pavón, Batres, Aycinena, a todo el partido

servil aristocrático. Empleó todo su influjo en el resta-

blecimiento de los jesuítas y de los frailes de todos los

colores".

Es todo su responso ... Si al menos hubiera repetido

—con toda oportunidad— la reflexión que le inspiró la

caída del jefe salvadoreño y caudillo liberal Doctor Vascon-

celos después del triunfo guatemalteco de La Arada en

1851, más justiciero parecería: "Es muy difícil encontrar

en la Historia un hombre enteramente perfecto. Los que

más grandes parecen son los que menos sombras tienen".

Celoso del orden cuidadoso del detalle, el señor Larra-

zábal no podía prescindir del arreglo de sus asuntos espi-

rituales y materiales en previsión de peligros en los aza-

rosos viajes que le tocó realizar y cuando, por su edad y

afecciones, sintió aproximarse —todavía lentamente— los

pasos de la chaba a Cádiz en 1810 y cuando inexorable vi-

sitadora.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 371

Hizo testamento cuando se marchaba a Panamá y Mé-xico en 1826; el definitivo se labró en 13 de noviembre de1847, seis años antes de su fallecimiento y cuando el país

entraba en otra etapa de violentas perturbaciones. En él

se documentan sobremanera su piedad y el escrúpulo yadicho del orden y el pormenor, si bien quedan fuera dispo-

siciones que sólo comunicaría a sus amigos albaceas, enespecial las referentes a donativos de su caridad y algunasotras, como el legado para dotar a la Catedral de un so-

berbio altar mayor de mármol, de que habló la Gaceta yde que en estos apuntamientos se hablará también, ademásde haberse aludido ya a él.

Si no encontramos en el testamento datos que secre-

tamente quisiéramos, su lectura es edificante por la bon-dad, rectitud y humildad del testador que allí se manifies-tan esculpidas como estatuas vigilantes de su memoria: noes la sola rutina legalista de documentos de esa índole la

que allí se expone; se expone al vivo el espíritu del viejo

patriarca ahora sí en la vecindad de su fin. Leámoslo ínte-

gro, en respetuoso silencio . . .

En el nombre de Dios Todopoderoso. Amén.—Yo el

Doctor Antonio Larrazábal, natural de la Antigua y veci-

no de esta ciudad; hijo legítimo de don Simón Larrazábal ydoña Mariana Arrivillaga ya difuntos; Penitenciario de

esta Santa Yglesia Metropolitana; creyendo y confesandocomo firmemente creo y confieso el misterio de la Santísi-

ma Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personasdistintas y un sólo Dios verdadero; el de la Encarnacióndel Divino Verbo

; y todo lo demás que contiene la profesión

de fe ortodoxa, hecha con entero arreglo a la Bula de la

Santidad del Pío Quarto Papa, de trece de Noviembre demil quinientos sesenta y cuatro, con protesta de que en esta

verdadera fe y creencia nací, he vivido, vivo y quiero vivir

y morir como católico fiel cristiano y Sacerdote, aunqueindigno : tomando por mis intercesores a la siempre VirgenMaría Santísima, Madre de Dios y Señora Nuestra; al

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372 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

Ángel de mi Guarda, a los Santos de mi nombre y devoción,

y a los demás de la Corte Celestial, para que impetren de

Nuestro Señor y Redentor JesuCristo que por los infinitos

méritos de su preciosísima Vida, Pasión y Muerte me per-

done todas mis culpas y lleve mi alma a gozar de su presen-

cia temeroso de la muerte, que es tan natural y necesaria

a toda criatura humana, como incierta su hora para estar

prevenido con última disposición ; hacerla con maduro acuer-

do, ahora que por la Divina Misericordia estoy en mi entero

juicio; y no tener entonces cuidados temporales, que medistraigan de los conducentes a mi felicidad eterna, otorgo

mi testamento en la forma siguiente : primero.—Encomien-do mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió de la nada,

y la redimió con el infinito precio de su Santísima Sangre,

mando el cuerpo a la tierra de que fue formado y prevengo

a mis albaceas que luego que yo fallezca, mi cadáver sea

conducido sin ostentación ni convite por ocho individuos de

la Tercera Orden del Carmen a la Yglesia de San Juande Dios, a cada uno de los cuales se dará dos pesos. Enella se me dirá una misa rezada y se hará también rezado

el oficio de sepultura por el Padre Capellán del propio Hos-

pital a quien se darán doce pesos, a más de las cuatro velas

del cuerpo que le corresponden; sin perjuicio de los dere-

chos parroquiales conforme al arancel; y el entierro se

verificará en nicho de los comunes del Cementerio General.

SEGUNDO.—Después de él mis compañeros los Señores pre-

bendados, tendrán la bondad de hacerme en la Catedral

los sufragios fúnebres el día que corresponda al de mi fa-

llecimiento sin que para ello proceda convite; ni haya mú-

sica sino solamente el canto llano ;que al Sochantre y alum-

nos vequistas del Colegio de Infantes a más de la pitanza

que se les da en los entierros llamados de Cabildo, se den

dos pesos a cada uno, y a los colegiales no vequistas un peso.

tercero.—Pasado el término señalado por reglamento, pa-

ra las exhumaciones de los cadáveres del expresado Cemen-

terio General, se verificará de mis restos, y se trasladarán

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 373

a la Santa Yglesia Catedral para que o bien en la bóveda

de los prebendados o bien en la Capilla de Nuestra Señora

del Socorro, se le dé perpetua sepultura pero sin el menoraparato; y sin arbitrio en mis albaceas para variar lo dis-

puesto en estas tres cláusulas, cuarto.—Es mi voluntad

que luego después de mi fallecimiento se celebren por mialma, y las de mi obligación e intención, un mil misas, de

las cuales se celebraran quinientas setenta y cinco en la

Santa Yglesia Catedral, y cuatrocientas veinticinco en los

conventos de Religiosos en la conformidad que tengo ex-

plicada a mis albaceas. quinto.—Declaro que fui albacea

testamentario de mi Señora Madre y demás hermanas Mi-

caela y María Clara y dativo de mi hermano José Ignacio

que están concluidos los asuntos de sus respectivas testa-

mentarías: que por aquellos cargos no me queda respon-

sabilidad; y consta por documentos, sesto.—Declaro ser

albacea de la finada doña Serapia Rivas: que he cumplido

todas sus mandas y últimas disposiciones que tengo muyadelantada la cuenta general de cargo y data de esta testa-

mentaria; y que la habría rendido ya documentada para

obtener la aprobación judicial como deseo, si no me lo

hubiesen impedido mis continuas ocupaciones, así ordina-

rias como extraordinarias en los negocios de la Yglesia, en

circunstancias las más difíciles, principalmente para mi,

por mis años, y mis enfermedades como es público y noto-

rio. Por lo que si a pesar de mi anhelo y mis esfuerzos,

no lograre yo finalizar esta cuenta; lo verificarán mis

albaceas, a quienes para tal caso la recomiendo vivamente.

séptimo.—Declaro por bienes de mi pertenencia la casa de

mi morada con el sitio que le es contiguo por el lado del

norte, y la que enfrente de ella me ha quedado por muertede mi hermana María Clara, de quien soy heredero escrito,

y cuyos inquilinos me han satisfecho mensual y cumplida-

mente veinte pesos de alquiler; —mis libros, ajuar, y al-

gunas deudas activas, de que hay constancia en mis pa-

peles; y que a excepción del capital de quinientos pesos,

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374 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

con que por escritura pública, otorgada ante el escribano

ya finado don José Francisco Gavarrete, en diez y nuevede abril de mil ochocientos cuarenta y uno, he dotado per-

petuamente la festividad del Patrocinio del glorioso Pa-

triarca Señor San José, que por el colegio de su advocación

se celebra en esta Santa Yglesia Catedral, reconociéndolo

sobre la casa de mi habitación con el seis por ciento al año,

que tengo satisfecho puntualmente; se hallan estas fincas

libres de todo otro gravamen, octavo.—A mis dos sir-

vientes Juana Arrivillaga y Rufina Aguirre, a quien les

dejo satisfechos como es justo sus correspondientes sala-

rios, lego en remuneración de sus buenos servicios un mil

pesos que disfrutarán por mitad, noveno.—Declaro no

tener heredero forzoso, y en esta virtud cumplido y pagado

rodo lo dispuesto y la manda forzosa establecida para ia

Universidad del remanente de todos mis bienes, derechos

y acciones, instituyo por mi única y universal heredera a

esta Santa Yglesia Catedral; en cuyo beneficio harán mis

albaceas las inversiones de la manera que les tengo comu-

nicado, décimo.—Nombro por albaceas a los señores Li-

cenciados José Mariano González, Juan de la Cruz y José

Antonio Ortiz Urruela, a todos tres de mancomún y a cada

uno insolidum, de manera que a los tres juntos se entiendan

conferidas iguales facultades, y las mismas a cada cual de

ellos, para que en el caso de no poder los tres ejercerlos

simultáneamente alguna vez, por ausencia, enfermedad u

otro impedimento, las ejerzan los dos o el uno que queda-

ren espeditos, todas y siempre cuantas se requieran por

derecho sin limitación alguna; los relevo de inventarios yformas judiciales; y les prorrogo el año fatal o todo el

tiempo que necesiten, hasta dejar evacuado este encargo

en todas sus partes, undécimo.—A los mismos mis al-

baceas he comunicado y según fuere necesario, les segui-

ré comunicando todo lo conveniente acerca de mis asuntos,

para el cumplimiento de esta mi final disposición, bajo

cuyo concepto es mi voluntad que en todo caso se esté a

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 375

lo que declaren como comunicado mío, y se cumpla y eje-

cute como si aquí estuviera inserto, duodécimo.—Y por

el presente revoco y anulo cualquiera testamento mío an-

terior, señaladamente el que hice ante el escribano don

José Francisco Gavarrete, en diez y seis de Octubre de mil

ochocientos diez y el que otorgué ante el escribano Licen-

ciado don José Domingo Estrada, en seis de Febrero de

mil ochocientos veinte y seis, que ambos a dos son finados,

para que ninguno valga, ni haga fe, judicial ni extrajudi-

cialmente, sino sólo éste, que quiero se guarde, cumpla yejecute, como mi última deliberada voluntad, o en la vía

y forma que mejor lugar haya en derecho. Y lo firmoen Guatemala a trece de Noviembre de mil ochocientos

cuarenta y siete. Y yo el Escribano doy fe de conocer al

Señor testador de que se halla achacoso, pero andando yen su sano juicio y entero acuerdo; y de que así lo dijo,

otorgó y firmó con dos testigos llamados y rogados que lo

fueron los Señores Presbítero Licenciado don José MaríaBarrutia y don Manuel Cecilio Espinoza y don Antonio Le-

tona de este vecindario, a quienes también conozco y de

todo ello doy fe.— (ff).

Antonio Larrazábal. — José Ma.Barrutia. — Manuel C. Espinoza. — Antonio Letona. —ante Mi: Francisco Quirós D.

La firma en el texto de estas últimas voluntades apa-

rece clara y firme : se ve por su trazo que el anciano Obispode Comana dominó enérgicamente la enérgica mano, hacía

tiempo tan temblorosa, que había firmado decretos en Cá-diz, tratados en Panamá y edictos en la gobernación del ar-

zobispado: era, otra vez, la misma escritura del hombrede recio carácter que se sobrepuso a las turbulencias de las

crisis políticas, pero ahora sólo pensaba en Dios, en su

Catedral y en la humildad con que quería apagar el rumor

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376 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

de su tránsito, acaso, también, el rumor de sus remotas

tempestades.

Dilatada hora crepuscular. Muerte y postumos honores

El ocaso vital del antiguo diputado en Cortes se dilató

largamente, permitiéndole contemplar una multitud de acon-

tecimientos desdichados y felices de la patria, a no pocos

de los cuales prestó una intervención equilibradora. Lalógica evolución de la edad y su condición sacerdotal forti-

ficada con las responsabilidades y los honores de los másaltos cargos de la Iglesia guatemalteca, acendraban sus

ideas y la inclinación de su temperamento hacia lo que sig-

nificase orden y armonía: lo que amaba en la vida privada

y en los hechos cotidianos y las rutinas de oficio, con unpeculiar sentido patriótico lo llevaba a la vida pública,

y como en todo propendía al bien, y lo aspiraba mayorpara su país, no es extraño que se le vea alejarse del

liberalismo con el que tuvo lejanas tangencias, para aus-

piciar el régimen de paz que al fin se impuso en Gua-

temala al promediar el siglo y las instituciones y corpora-

ciones que, así la de los jesuítas, con su penetrante acción

misionera y sus sistemas de enseñanza, eran como inheren-

tes a tal régimen.

Es innecesario desmesurar la estrechez de ese régimen,

juzgado con tan implacable severidad por la historia; pero

es conveniente no juzgarlo sólo con el criterio del liberalis-

mo ni olvidar que el liberalismo guatemalteco, y aún el

que soplaba activo y tremendo por el mundo, ya no era

el mismo en 1829 que en 1812, como el del 1848 ya no

fue el mismo del 1829 ni aquél igual al que triunfó al

fin para más de setenta años en 1871. Y aún en ese

largo período de su predominio, de cuyo rescoldo ha bro-

tado el socialismo que con exóticas influencias informa la

política de los partidos gobernantes de ogaño, cuántas mu-

Page 379: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 377

taciones, evolutivas e involutivas, a través de las dictaduras

hereditarias en que se prostituyó.

A su sagacidad, a su ilustración, a su experiencia, nodebieron escapársele los defectos y errores de la situación

creada, las limitaciones de los hombres dirigentes, pero

tampoco la imposibilidad de gobernar el liberalismo eficaz-

mente sin herir y destrozar sentimientos e intereses arrai-

gados en el pueblo en aquella época, convicción que se le

fortalecería con vista de la inmensa tragedia que padecían

casi sin excepción los demás pueblos de América y la

desventurada España, donde, por cierto, tantos de sus ami-gos de las cortes doceañistas evolucionaban, rápidamenteunos, lentamente otros, hacia un conservadurismo realista,

que apoyaba la monarquía y solía sucumbir a cada vuelta

de acontecimiento a las fogosidades y excesos del roman-ticismo político. ¿Qué era mejor para la patria ya redu-

cida a una pequeña república desamparada: la aventura

constante y sangrienta o el orden edificador? se pregunta-

ría, parangonando el coste en sacrificios y el rendimiento

en bienes inmediatos de ambos. La respuesta, para su

tiempo, para su vocación, no se haría esperar ni sería

opuesta a la manera en que obraba. Comprender sus ra-

zones es lo que corresponde a su posteridad, y ello no es

difícil si no se olvida que a diferencia de tanta gran figura

política o social, Larrazábal fue por encima de todo, unhombre de sinceridad.

Pero ya se dijo que habían quedado atrás las activi-

dades políticas, entregado a los cuidados del gobierno ecle-

siástico y a las personales devociones de sacerdote, si bien

actos puramente religiosos contribuían entonces de unasuerte u otra a la política adoptada, que no tendría solución

de continuidad sino hasta el tajo violento de la revolución

liberal el año de 1871.

Don Antonio Batres Jáuregui (1847-1929) decía haber

conocido al señor Larrazábal en sus postreros años: másbien debió reconstruir su imagen en las reminiscencias fa-

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378 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

miliares, que serían copiosas : "En los dulces recuerdos de

mi niñez aparece como un patriarca venerable" este "crio-

llo gentil'' —asentaba— , tembloroso en su senilidad, a

quien llamaban "tata Larrazábal": triste y cariñoso y untanto empequeñecedor guatemaltequismo de aquellos tiem-

pos, que por sí solo reconstruye, a su vez, un ambiente, unaépoca, un mundo. Larrazábal sería, al cabo de su vida ycuando Guatemala, parecía entrar en la madurez de la suya

un poco abuelo : el Abuelo de Guatemala . . . Batres Jáure-

gui elogiábalo altamente. Datos de sus Memorias son que

en cierta lista de procedencia inglesa, de 1821, se le citaba

entre los pudientes del país, con expresión de los respec-

tivos capitales: él y los Montúfar, los más modestos "pu-

dientes", con un capital que hoy parecería insignificante,

casi diríamos indigno de cualquier funcionario de menorcuantía ... Y que hacia el año de 1823 lo hirió detestable

calumnia, dignísima de ser enterrada en perpetuo olvido.

Y para qué recordarla cuando nos hallamos ante el fin de

una existencia tan trabajada por los cuidados como escla-

recida por las virtudes.

Los últimos años de Larrazábal transcurren entre sus

queridas preocupaciones eclesiásticas y sus viejas dolencias.

Las palabras del presbítero Urrutia y Jáuregui, trasunto

ampliado de los de la Gaceta, servirán aquí mejor que las

inadecuadas de un profano, ay, tan lejos de esa emoción

piadosa que las colora, para ir cerrando estos apuntamien-

tos al hablar del carácter, enérgico siempre, pero que en la

vejez y declinación se trocó en obstinado según ocurre con

tantos ancianos de recia personalidad, y de las virtudes

morales del sacerdote, expresa aquel biógrafo:

"Desde luego todos habrán podido ver en el señor

Larrazábal al hombre firme y constante en el desempeño de

sus deberes. Si se encomendaba de alguna cosa, si se le

confiaba alguna comisión, seguro era que no descansaría

hasta darle cima, hallándose además dotado de una rara

habilidad para obviar toda clase de dificultades. Su ener-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 379

gía, decisión y firmeza de carácter jamás palidecieron ni

experimentaron aquella decadencia que sobre los genios

más ardientes arroja el transcurso de los años. Desde el

principio de su gloriosa carrera, siendo cura de la parroquia

del Sagrario de esta S. I. M., hasta los últimos días de su

vida, siendo deán, a los 84 años de edad, su celo, constancia

y puntualidad fueron los mismos. Subía al pulpito con

frecuencia, y con especialidad en las pláticas de la solemne

octava de la fiesta del Corpus, y de la Santísima Virgen del

Patrocinio, de quien fue gran devoto, y se expresaba en

sus discursos lleno de ternura y devoción, aún cuando pa-

recía que apenas podría explicarse por su trémula voz yavanzada edad; mas estas circunstancias unidas a la gra-

vedad de su presencia y a las venerandas canas que cubrían

su cabeza, lejos de menoscabar la fuerza y unción de sus

discursos, añadían a los encantos de la religión la hermosaimagen de la ancianidad y la virtud.

"Concurría a las principales festividades de los con-

ventos de religiosos, y pasaba el día jovialmente en su

compañía. Esta costumbre jamás la interrumpió el día

de San Felipe Neri con los padres de la Congregación del

Oratorio, a los que profesaba un particular aprecio, lo

mismo que a los religiosos de la Orden de predicadores ypadres de la Compañía de Jesús. En estas festividades pre-

sidía las vísperas y maitines lo mismo que en los conventos

y beateríos de religiosas, sin faltar jamás a la asistencia

del coro a la Catedral, sobre lo cual fue tan observante ypuntual, que aún en la estación de las lluvias se le veía

atravesando por las calles los arroyos de agua para obe-

decer la voz de la campana que llamaba a los canónigos a

la oración.

"No pudiendo celebrar el santo sacrificio de la misa

por el trémulo movimiento de sus manos que padecía, la

oía al amanecer, asistiendo a ella de rodillas y con unacompostura edificante, recibiendo diariamente la Divina

Eucaristía. En las funciones de Catedral cuando se ha-

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380 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

liaba manifiesta la Majestad se veía a este respetable an-ciano, que doblaba las rodillas al pie del altar, permane-ciendo horas enteras en devota oración, causando con suejemplo recogimiento y compostura en todos los concu-rrentes.

"A los 84 años de su edad se le veía día y noche atra-

vesar las calles haciendo sus visitas en aquellas casas dondehabía alguna desgracia, o donde su influencia había sido

requerida para el restablecimiento de la paz en las do-

mésticas disenciones. Visitaba a los eclesiásticos enfermos,

y fue fiel amigo para sus contemporáneos.

"En sus vestidos y muebles era sencillo y propio, sin

que jamás se pudiese notar en él ni vanidad ni desaliño.

En su trato cortés y fino, a la par que rígido y modesto,

reñía con frecuencia a sus amigos como por una especie

de cariño sobre la menor falta de puntualidad, y para todos

humano y comprensivo".

La enfermedad que lo condujo a la tumba, una afec-

ción catarral que se agravó rápidamente, fue corta, y a

media noche del primero de diciembre de 1853 moría con-

solado por la absolución sacramental y las preces del Ar-

zobispo García Peláez, que llegó sin tardanza a su cabe-

cera para prestarle al insigne amigo los auxilios espi-

rituales.

"Pronto la fúnebre campana de Catedral anunció la

vacante a toda la ciudad —añade el señor Urrutia y Jáu-

regui—, y a la triste noticia : El señor Larrazábal ha muer-

to, la Iglesia y la república experimentaron la horrible

sensación del desplomamiento de una de sus más brillantes

columnas, que sostenían su ornamento y su decoro; su

muerte fue sentida de todos, dejando un gran vacío en la

sociedad y en la familia".

Aunque había dejado pedido en su testamento que no

se le hiciesen honores, la Iglesia y la ciudad no pudieron

menos que contrariar esta vez su voluntad, haciéndoselos

cual merecía. Fue inhumado en las bóvedas de la Catedral,

Page 383: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 381

y en la lápida de mármol coronada de sus armas se ve

esta leyenda: "El limo. Dr. D. Antonio Larrazábal, Obispo

electo de Comana, Vicario capitular, Gobernador del Ar-

zobispado de Guatemala y Deán de esta S. I. M. Pasó a

mejor vida el 2 de Dic. de 1853".

La partida de defunción, dentro de su obligado laco-

nismo, se hace expresiva de datos:

"En dos de diciembre de mil ochocientos cincuenta ytres, a las cinco de la mañana falleció el limo. Sor. Dr.

Don Antonio Larrazábal Deán de esta S. M. I. y electo

Obispo de Comana, después de haber recibido la Santa

extrema-unción, y no el viático por no haber dado lugar

el ataque de gravedad de que murió. Era hijo legítimo

de Don Simón Larrazábal y de Da. Mariana Arrivillaga:

nació en la Antigua Guatemala, antes de la ruina y con-

taba ochenta y tres años de edad. Su cadáver fue sepul-

tado en el Panteón que está bajo la Capilla del Socorro en

la Catedral, hoy tres de Diciembre. Hizo las exequias el

limo. Sr. Arzobispo a las que asistieron todas las autorida-

des deseosas de honrar la memoria de un Eclesiástico tan

recomendable, así por sus virtudes, como por los impor-

tantes servicios que en la época más aciaga prestó a la

Iglesia y al Estado.

Francisco Espinoza".

Hay subterránea emoción de reconocimiento en esas

palabras, seguridad de que un día las consultaría la histo-

ria, y sensación del duelo de la hora. Pero Antonio La-

rrazábal estaría ya tranquilo, gozoso de reposar para siem-

pre en las silenciosas bóvedas de su gran templo Catedral,

a los pies de la Virgen por él tan amada y reverenciada

del Socorro. Del socorro que tantas veces imploró para

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282 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

su patria atribulada, y para su propio vigoroso pero tan

combatido corazón.

Se conservan dos documentos oficiales relacionados

con el fallecimiento del canónigo Larrazábal: el aviso dado

por el Ministro de Relaciones Exteriores, que lo era el del

interior licenciado don Pedro de Aycinena, al Ministro de

Guatemala ante la Santa Sede, don Fernando de Lorenzana,

y la respuesta de este diplomático que, como otros de aque-

lla época, fueron hombres de gran prestancia y que sir-

vieron a Guatemala, notablemente, no obstante no ser gua-

temaltecos varios de ellos.

Como esas comunicaciones contienen valioso enjui-

ciamiento de la personalidad de Larrazábal, se copian ínte-

gras. No dejan tampoco de ser curiosas para los tiempos

presentes.

"A S. E. el Sr. Don Fernando de Lorenzana, Marquésde Belmonte y Ministro Plenipotenciario de la República

de Guatemala, Roma. — Guatemala, Dic. 31 de 1853.

Señor: Debo informar a V. E. de que el día 2 del que

rige, siguiente al de la salida del correo que condujo al

Puerto de Izabal la correspondencia pa. ultramar, falleció

en esta capital, casi repentinamente el limo, y Venerable

Sr. Dn. Antonio Larrazábal, Obispo electo de Comana yDeán de esta Santa Iglesia Catedral.

Este suceso causó el mayor sentimiento al Gob. y

pueblo de esta República, siendo el Sr. Larrazábal una de

las personas más distinguidas en el país por sus méritos

personales y por los importantes servicios que prestó a la

Iglesia y al Estado.

He creído conveniente dar a V. E. esta nota oficial

una vez que por el fallecimiento del Sr. Larrazábal, queda

vacante el Deanato de esta S. I. M., cuya provición corres-

ponde al Sumo Pontífice conforme al Concordato.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 383

Soy de V. E. con toda consideración muy atento yseguro servr."

Y la respuesta:

"Legación de la República de Guatemala cerca de la

Santa Sede. — Roma 3 de marzo de 1854. (Al Exmo. Sr,,

etcétera).

"Con bastante pena he leído la triste noticia que V. E.

se ha servido participarme del casi repentino fallecimiento

del limo, y venerable Sr. Doctor D. Antonio Larrazábal

Obispo de Comana y Deán de esa Sta. Iglesia Catedral.

Los grandes méritos y raras virtudes de tan distin-

guido personaje eclesiástico, que si bien no me eran desco-

nocidos he visto con interés descritos en las indicaciones

biográficas que de él ha publicado la Gaceta de Guatemala,

hace sentir más vivamente su pérdida: yo la lamento mu-chísimo, porque además del verdadero aprecio que con la

generalidad experimentaba hacia el ilustre difunto, no pue-

do olvidar la correspondencia buena, afectuosa y útil a

las cosas religiosas de Guatemala que él mantuvo conmigodesde 1838 para adelante

; y mayormente celebro haber sido

el afortunado agente de su elevación a la Dignidad epis-

copal

Considerando que el principal motivo que ha movidoa V. E. anunciarme dicho sensible fallecimiento ha sido

el de la vacante del Deanato que resulta en esa Catedral

Metropolitana, y cuya provisión corresponde al Sumo Pon-

tífice según lo convenido en el Concordato he creído opor-

tuno comunicarlo formalmente al Excmo. Cardenal Secre-

tario de Estado de Su Santidad y al Prelado Secretario de

la Congregación de negocios eclesiásticos extraordinarios,

a fin de que el Santo Padre con su alta sabiduría puedadeterminar lo que juzgue conveniente.

A su debido tiempo informaré a V. E. de la determi-

nación de Su Santidad, agregando en esta ocasión única-

mente las reiteradas protestas de la más rendida conside-

ración", etcétera.

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384 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

En el primer aniversario de la muerte de Larrazábal,

el arzobispo en unión "de su venerable cabildo teniendo en

consideración los relevantes servicios que prestó a esta

misma Iglesia el finado" dispuso que el 2 de diciembre,

aniversario de su fallecimiento, se celebraran honras solem-

nes por el descanso de su alma, en la Catedral, a las nueve

de la mañana, participándolo así en esquela circulada con

fecha 28 de noviembre de 1854.

Más adelante, el lento y denso olvido. Alguna vez

frente a aquella tumba ilustre para Guatemala, se vio al-

guna flor.

Los viejos guatemaltecos que asistieron a las fastuosas

ceremonias de la consagración de la Catedral el 23 de julio

de 1860, festividad que empalmó con la solemnísima de

Santiago el 25, —ésta, particular devoción del Arzobispo

García Peláez— , recordarán con afecto una figura insigne

del clero que, si estuviera allí habría desbordado de júbilo

piadoso.

Hacía cuarenta y cinco años que el templo estaba en

uso, sin la dedicación que por múltiples circunstancias nun-

ca antes pudo hacerse : se aprovechó la del estreno del altar

mayor, que había sido instalado. Pronto se levantarían

las torres, que costarían cuarenta mil pesos, y con todo

ello la basílica guatemalteca sería una de las mejores de

América.

Como crónica y recuerdo de la solemnidad se imprimió

el folleto del caso: es precioso para la historia del templo.

A más de la descripción y de una nota sobre las mejoras

en la Catedral en que se historia y detalla el altar mayor,

reproducidas de la Gaceta de Guatemala, del 12 de agosto

de 1860, contiene el discurso pronunciado por el arcediano,

Page 387: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 385

Doctor don Juan José de Aycinena, Obispo de Trajanópolis.

Para la historia del arte hay además la noticia de que en

esa oportunidad se entonó el Te Deum que compuso el maes-tro de capilla don Benedicto Sáenz, "y que es una de sus

mejores producciones".

El altar era todo de mármol blanco y acaso causó me-nos impresión porque su belleza y severidad sólo podía

apreciarse de cerca y el público —dígase feligreses— esta-

ba habituado a la belleza aparente de un altar sobredorado

que había antes. El diseño lo hicieron los señores Miguel

y Julián Rivera y fue tallado, con algunas modificaciones,

en París por un célebre marmolista, bajo la dirección de

Mr. Plament, arquitecto inspector de los trabajos de la

ciudad de París. Este detalle no es grano de anís: por

aquellos años ia Ciudad Luz imponía los cánones de la

belleza artística y hacía en su área obras magníficas.

La descripción es al menudo: la traída se había re-

tardado mucho; hubo dificultades en el transporte, de El

Havre a San José y de allí a la capital, teniendo en cuenta

lo delicado de la piedra y que había piezas muy pesadas;

una de ellas, 2,600 kilogramos, o sean 208 arrobas ... El

frontal cubría los cuerpos de los santos Víctor y Victoriano

mártires, colocados en un sepulcro de mármol negro abierto

bajo la mesa del altar. Había cuatro pequeños sarcófagos

con reliquias de diferentes santos, en urnas de metal dora-

do. Sobre la cornisa coronando el tabernáculo y aplomosobre las respectivas columnas, las imágenes de San José

y Santiago el Mayor, patronos de la iglesia y de Guatemala,

al frente; al lado opuesto, las de Santa Teresa y SantaRosa de Lima . . .

El costo del altar fue de diez y seis mil doscientos

cincuenta pesos, del buen oro de los tiempos de Carrera . . .

Vino a armarlo un marmolista de París. (Lo destruyeron

los terremotos de 1917-18 y no ha sido substituido).

Aquel magnífico altar fue costeado con fondos que

dejó don Antonio Larrazábal para ello en sus disposiciones

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386 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

testamentarias. Si nada se habló en la ocasión de ben-

decirlo acerca del ilustre donante, y apenas una ligera

mención en el folleto conmemorativo lo recuerda, cuántos

corazones emocionados no evocarían la figura del procer

canónigo penitenciario y su magnanimidad y su munificen-

cia que ahora (entonces) resplandecería, para setenta años

—lo perpetuo, en Guatemala, es una quimera, y no sola-

mente en la política. . .—, en el sitio más precioso de su

Catedral. De su Catedral, a la que tanto amó.

En 1930 la Sociedad de Geografía e Historia de Gua-temala tenía dispuesto conmemorar el centenario de la

muerte de Simón Bolívar, el 17 de diciembre, con la colo-

cación de lápidas exaltadoras de la memoria de un grupode centroamericanos esclarecidos que compartieron el mag-no sueño del Libertador, de la unión de los pueblos ameri-

canos y se anticiparon o cooperaron al intento de su rea-

lización que fue el memorable Congreso de Panamá en 1826.

Guatemala iba a honrar al precursor, don José del Valle,

a la ilustre Asamblea Nacional Constituyente que convocó

en 1823, a la Confederación de las Naciones de América,

y a los dos ministros que envió a Panamá y que tan hon-

rosamente representaron a las Provincias Unidas: el canó-

nigo Doctor Antonio Larrazábal y el Doctor Pedro Molina.

En esos días, una cuartelada —¡una más!— echó por

tierra al incierto gobierno y los proyectos de conmemora-ción bolivariana. Las lápidas esperaron al 14 de septiem-

bre de 1931 para ser descubiertas, con los respectivos dis-

cursos glorificantes. Correspondió el de la casa de Larra-

zábal —8^ Avenida Sur N<? 9— al Profesor Santiago W.Barberena, y desvelarla a una hija de Francisco Fernán-

dez-Hall: él, gran larrazabaliano ; ella, futura ingeniera.

Los méritos del olvidado patricio fueron allí redescubiertos,

en ligera oración de circunstancias, a un público tan bené-

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 387

voló como olvidadizo, u olvidador. El mismo, perennemen-

te renovado, que pasa a diario frente a la lápida (casi sin

verla ni mirarla), que enriquece de Historia la trivial his-

toria de ese edificio que en los últimos sesenta o setenta

años ha sido sede de club social, de un liquidado Banco de

Guatemala, del Ministerio de Educación, de otras oficinas

transeúntes, y, por fin, del Banco de Guatemala, el ahora

único emisor.

La leyenda inscrita en el mármol, antepuesto un José

que nunca usó, dice : Casa del Dr. José Antonio Larrazábal

Fervoroso patriota/Representante en las Cortes de Cádiz

y en el Congreso Bolivariano/de Panamá en 1826./Padeció

por la causa de la libertad/y los derechos de los americanos.

/Homenaje de la/Sociedad de Geografía e Historia/17 de

diciembre de 1930.

Con acierto recordó el orador de la ocasión que se

cumplía noble anhelo de Fernández-Hall, citando sus pa-

labras: "Ni un monumento, ni una lápida, ni la menorinscripción recuerdan al ilustre patriota. La juventud ig-

nora su nombre y no se le menciona nunca a la niñez entre

los proceres de nuestra libertad. Hora es ya de reaccionar

contra tamaña injusticia, y es de la Sociedad de Geografía

e Historia la que debe hacer resonar esa hora solemne de

la reparación y de la verdad. Hemos hecho ya un home-naje a Gálvez, el ilustre protegido de Larrazábal, pero es-

tamos en deuda aún con el protector no menos ilustre. Porlabor nuestra llegó un día en que las cenizas de Gálvez el

proscrito, fueron sepultadas en el suelo de la patria, por

labor nuestra también debe llegar el día en que el nombrede Larrazábal quede escrito con caracteres de luz en el libro

de la historia". (Pertenecen a su conferencia sustentada

en la entidad a que se refiere, el 17 de septiembre de 1928

— Anales V-2).

Se cumplía, sí, el anhelo, parcialmente. Falta muchopara que Guatemala reconozca por entero a sus proceres

del pasado. Pruébalo en este caso el no haberse cumplido

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388 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

todavía el voto de J. Joaquín Pardo, historiador y maestro

que consagrara a Larrazábal tanto entusiasmo reivindicador

allá por 1936 a 1939, cuando pedía que una escuela de

Antigua fuese honrada con el nombre de Antonio Larra-

zábal : homenaje hermoso y mínimo que le es debido 10.

Y ahora, al recordar que han transcurrido cien años

desde su muerte, no sin temor de desentonar entre las voces

que se alcen o deberían alzarse en su loor, y no sin mástemor de que se las juzgue una empresa "reaccionaria",

nostalgia de un pasado ingrato —tan vituperado comodefectuosamente conocido, de historia tan deformada por

la pasión partidista y que tuvo horas tan vibrantes, luchas

tan enardecidas, grandezas y miserias—,yo, que he traba-

jado treinta años en la contigüidad de la casa del procer

y tantas veces, en la penumbra crepuscular me ha parecido

como verlo cruzar, pausado y solemne, abismado no se sabe

si en recuerdos o en oraciones, camino de su Catedral cer-

cana, saludado por dioses y respetuosos fervores de otro

tiempo —de su tiempo echado como una alfombra mágica

sobre la calle para aplacar los estridores de hoy y revivir

un momento, el de su paso, la vida y el ambiente del remoto

Ochocientos— , he amontonado estas páginas que hubieran

querido decir a Guatemala el elogio de uno de sus grandes

hijos, y sólo se han quedado, precarias y, nacidas apenas,

ya marchitas, virtuales flores de periódico, en insatisfac-

toria tentativa de divulgación.

CESAR BRAÑAS.

io Por acuerdo gubernativo, en los días del centenario de la

muerte de Larrazábal se dio su nombre al principal establecimiento

público de enseñanza en Antigua, el Instituto Normal para Varones:

se ha pagado, pues, este tributo de justicia.

Page 391: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 389

Canónigo Penitenciario Doctor Antonio Larrazábal.

(Conocido retrato que grabó el artista José Casildo España).

Page 392: Brañas - Antonio Larrazabal

390 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

MONARQUÍA IMANÓLA,

DE 1,A ÍÍAC2» '•-?S: 7-'

'

%:^' :

Pn^!B^!:ifl¿ ^¡L. i^s.. ^ ñ¡^- ¡f.&j-ksspsi.-, •

&m"¡¡g^ Su. IX ./vía £tek¡? F^/avs^í 'R;m&m ém*•

:-i¿^\ y Si-ir- ¿J^:h o.¡l¿ ;w¿¿* •¿^^¥•^^#^¿^1^

uh-iihiahrfri^^

,.-,->*'-,

-u i # •

'£.'.

Portada del folleto hallado por el historiador Sofonías Salvatie-rra en España, con las anotaciones de la acusación de don Joséde Bustamante, y publicado por el Licenciado J. Antonio Villa-

corta C, en Anales de la Sociedad de Geografía e Historia.

Page 393: Brañas - Antonio Larrazabal

DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 391

r

.

: ~. :•

Don José María Peinado

Autor principal de las Instruc-ciones que llevó a Cádiz el

Canónigo Larrazábal como di-

putado por Guatemala.

Page 394: Brañas - Antonio Larrazabal

Nüm. 1.°

DIARIO DE LAS CORTES.

SESIÓN DEL DÍA 18 DE ENERO DE 1811

Comenzó la sesión por la lectura de dos partes del general Ba-llesteros , comunicados por la Regencia , en que refiere al-

gunas acciones gloriosas de su división en los dias 2 y 4

del corriente.

Se dio cuenta de haber prestado el juramento á las Cor-

tes los gobernadores de la diócesi, y la curia eclesiástica

de Sigiienza , la junta superior de Cuenca, los comandan-tes de Mallorca con el ayuntamiento

, y el de la plaza de

Alburquérque con su guarnición.

Leídos otros varios memoriales y oficios de poca enti-

dad , díxo

El Sr. Pérez de Castro : "Pido á V. M. que se vuelva

á leer la proposición presentada por mis dignos compañerosde América , y que se pregunte si está discutida

, y que se

vote."

Se leyó la proposición ( véase U sesión del día 9)El Sr. Llano : "Señor , después de todo lo que se ha di-

cho ya , me parece que no queda nada que añadir , y queestá todo bien sutilizado. Sin embargo , como diputado quesoy de Goatemala no puedo menos de anunciar mi opinión^

pues de no hacerlo seria gravar mi conciencia. Señor , todos

convienen en que se deba declarar la igualdad de la represen-

tación;pero algunos señores quieren que sea. para las Cortes

futuras , y los americanos queremos que sea de hecho paralas presentes. Se ha dicho por algunos señores diputados queesto podría traer iguales reclamaciones por parte de las provin-

cias de la España europea ; mas yo no veo en esto una razón.

Supongamos que solo se hubiese nombrado un diputado por

Una página del Diario de las Cortes en que se ve el principio

de una larga peroración del diputado suplente por Guatemala,

señor De Llano, cuando no había llegado aún a Cádiz el pro-

pietario, señor Larrazábal, tratando del candente problema de

la representación de los territorios americanos, en igualdad con

España, asunto que consumió numerosas sesiones y cuya dis-

cusión alentó grandemente las primeras tendencias hacia la

emancipación.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL

[25]en defecto de estas, ó pasando á segundas nupcias,

Jas bijas ó hijos hasta la edad de diezr y ocho años,

ó las madres viudas ó padres pobres de los mismosindividuos en falta de sus viudas é hijos.

vji. Serán atendidos con loS Tetiros de inválidos,

señalados á los militares, los patriotas que,por ha-

ber quedado inútiles y estropeados de resultas deheridas recibidas en función de guerra, no puedancontinuar trabajando en sus respectivos oficios, siem-

pre que no tengan bienes con que subsistir y man-tener á sus familias , debiendo considerarse para el

goce como oficiales los que sirvan en la clase de ta-

les en las partidas, y como sargentos y cabos los

que en ellas exerzan estas funciones , justificándolo

en debida forma.

Lo tendrá entendido el Consejo de Regencia , ydispondrá lo necesario á su cumplimiento , hacie'n-

dolo imprimir, publicar y circular. — Dado en Cá-

diz á 28 de Octubre de 181 1.—Antonio Larrazabalf

Presidente.— Juan de Baile , Diputado Secretario. —Josef Antonia Sombiela , Diputado Secretario.— AlConsejo de Regencia.— Reg. fol 163^ sig.

Entre las publicaciones de las Cortes de Cádiz figura una Colec-

ción de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes

Generales y Extraordinarias. Al volumen segundo —desde 24

de mayo de 1811 hasta 24 de mayo de 1812— pertenece este

final del decreto CVI sobre pensiones a viudas y familiares de

los que perecen en defensa de la patria: el guatemalteco: Anto-

nio Larrazábal lo firma como presidente.

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394 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

CONSTITUCIÓN POLÍTICA

DE L4

MONARQUÍA española

PROMULGADA EN CÁDIZ

A 19 DE MARZO DE 1813.

CÁDIZ : IMPRENTA REAL

&] o

JU> rem&u> elJ1* J*arra¿ual>i

Portada de la Constitución de 1812, con nota autógrafa delremitente del ejemplar: el diputado por Guatemala don

Antonio Larrazábal.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZÁBAL 395

Anverso y reverso de la medalla con que Guatemala conmemoróla promulgación de la Constitución emitida por las Cortes de Cádiz,

al jurarla solemnemente el 24 de septiembre de 1812.

\JlfyTO?ia> mlazZaK

•fá*£^0?fóZ^a*¡& <¿4Hrtn¿J ^aztc^iakal.

Firmas del procer en diversas épocas.

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396 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

PUNO TGPÍJÍffiAre© BE LA ClUEtAQ BE GUATEMALA,

Este plano fue levantado en 1844: una imagen del escenario en que actuó el

Doctor Antonio Larrazábal, vicario, provisor y gobernador del Arzobispado deGuatemala.

Hecha la traza desde la fundación de la nueva capital (1776), comprendíafuera de la parte irregular habitada durante el traslado, un cuadrilátero tendidode norte a sur —dividido en doce avenidas— y de oriente a poniente —diez y ochocalles y algunos callejones— . Hasta más allá del segundo tercio del siglo pasadoen esa área había grandes espacios no edificados, principalmente de la Concordiaal Calvario.

En el plano se señalaban los edificios principales de esa época: 1.—Plaza Mayor;2.—Catedral; 3.—Portal del Palacio del Gobierno, de la Corte Suprema de Justicia;4.—Id. del Comercio; 5.—Id. de la Municipalidad y Teatro Provisional; 6.—Monaste-rio de la Concepción; 7.—Plaza y Parroquia de San Sebastián; 8.—Monasterio deSanta Teresa; 9.—Convento de La Merced; 10.—Beaterío de Santa Rosa; 11.—Bea-terío de Indias; 12.—Convento de Santo Domingo; 13.—Monasterio de Capuchinas;14.—Convento y Hospital de Belén; 15.—Universidad y Colegio Tridentino; 16.—Igle-

sia del Carmen; 17.—Beatas de Belén; 18.—Convento de San Francisco; 19.—Mo-nasterio de Santa Clara; 20.—Convento de San Agustín; 21.—Congregación de SanFelipe Neri; 22.—Monasterio de Santa Catarina; 23.—Convento de Recoletos; 24.

Plaza e Iglesia de Guadalupe; 25.—Colegio de Educandas, arruinado; 26.—Hospitalde San Juan de Dios; 27.—Iglesia en el Cerro del Carmen; 28.—Iglesia del SeñorSan José; 29.—Parroquia de Candelaria; 30.—Plaza y Ermita antigua, arruinada;31.—Otro Colegio de Educandas, arruinado; 32.—Iglesia del Calvario; 33.—Poblaciónde San Gaspar, arruinada; 34.—Laguna de San Francisco; 36.—Pueblo de Jocote-nango; 46.—Guarda de la Barranquilla.

Por medio de letras se señalaba: a) acequia del agua de Pinula; b) acequia del

agua de Mixco; c) fuentes y tanques públicos; d) estanque antiguo reformado porla municipalidad; e) estanques nuevos hechos por la municipalidad; f) plaza detoros; g) rastro o matadero de ganado. Otros signos indicaban caminos, zanjas yagua corriente.

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DOCTOR ANTONIO LARRAZABAL 397

Octava Avenida Sur: casa donde vivió y murió el Doctor An-

tonio Larrazábal y donde en la actualidad funciona el Banco

de Guatemala. Modesta lápida de mármol recuerda allí la

memoria de su primer ilustre ocupante . .

.

(Fotografía tomada a principios de este siglo).

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398 REVISTA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS

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18 53,:

Lápida y escudo de armas que señalan la sepultura del Doctor

Antonio Larrazábal en las bóvedas de la Catedral Metropoli-

tana, debajo de la Capilla de Nuestra Señora del Socorrov

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DOCTOR ANTONIO LARRAZABAI, 399

v;- -

Canónigo Penitenciario Doctor Antonio Larrazábal.

(Óleo que se encuentra en la sala del Cabildo Eclesiástico).

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.

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